poscontemporรกneos
Colecciรณn Caldera del Dagda
Ignacio Fernández Herrero
poscontemporáneos
Prólogo de Salvador Gutiérrez Ordóñez Introducción de Eloísa Otero
eol as ediciones
Prólogo
L
a especie humana se separa de los primates superiores cuando, tras un largo proceso evolutivo que se refleja en rasgos anatómicos de gran relevancia, es capaz de pensar, de dar soluciones inteligentes a los problemas de cada día y de comunicarse a través del lenguaje. Avanza un peldaño más en su ascenso cuando se hace sedentaria y se transforma en un ser social, habitante de la polis (zoón politikón). Pero se puede decir que no ingresa en la racionalidad, el rasgo distintivo de su naturaleza (“animal racional”), hasta que logra articular un pensamiento crítico de las cuestiones esenciales (filosofía) y de la realidad (ciencia). La filosofía y la ciencia, bases del progreso, surgen cuando el pensamiento rompe el círculo mágico y se enfrenta a lo desconocido con criterios racionales, empíricos. Aunque este nuevo saber se apoya también en construcciones mentales, sus conclusiones son susceptibles de ser contrastadas con la realidad y, como sostenía Karl Popper en La lógica del pensamiento científico, de ser refutadas, (‘falsadas’). 7
Es en la Grecia preclásica, tan ligada aún en su literatura a los mitos y a los dioses, cuando se inicia esta conquista intelectual. Desde entonces hasta al presente, la filosofía y la ciencia han jugado un papel básico en el conocimiento y explicación del mundo. Entre las cuestiones esenciales abordadas desde sus inicios por la filosofía con análisis racional se hallan muchos binomios: la esencia y la existencia, el ser y el tiempo, el hombre y la sociedad, la vida y la muerte, la felicidad y el sufrimiento, el amor y el odio, el lenguaje y la comunicación, el progreso y la ética… A pesar de su implantación, de forma continua resurgen las fugas hacia el pensamiento mágico. Los sentimientos más primitivos (atracción, odio, miedo, instintos de pervivencia, de poder…) perviven en los estratos más profundos del llamado cerebro reptiliano y conforman incluso en la actualidad comportamientos y actitudes acríticos. Nos hallamos sumergidos en la crisis, como tantas veces en la historia. La humanidad ha navegado de forma constante por mares procelosos. En su cuaderno de bitácora se reflejan tormentas, vendavales, galernas, tifones, tornados, huracanes… Los pueblos han sufrido invasiones, guerras, desastres económicos, revoluciones políticas más o menos traumáticas, crisis religiosas, explosiones culturales, hambrunas, pestes, pandemias, sequías, explosiones demográficas… Algunas transformaciones son tan profundas y totales que modifican los cánones ideológicos, políticos, sociales, religiosos… sobre los que se regía la convivencia. Rompen esa esfera de lo conocido y se produce un salto hacia otro estadio. Son una revoluciones hacia otra lógica de convivencia (lo que T.S. Kuhn denominaba cambio paradigma). Son mudanzas de época o de era. Durante las crisis sobreviene una densa niebla que distorsiona la señal de todos los instrumentos de orientación. Por un 8
lado, el ojo pierde referencias; por el otro, manómetros, brújulas, sextantes, astrolabios… dejan de emitir señales o lo hacen de forma contradictoria. Es el reino de la paradoja. En estos instantes son más necesarias que nunca la reflexión y la luz de la inteligencia. Necesitamos acudir a iluminación que emana del pensamiento, de los intelectuales, de la filosofía. La obra que se presenta en estas líneas es una reflexión sobre el paso a la posmodernidad. Es una meditación que parte de los epifenómenos para llegar hasta la raíz y las consecuencias. Desde el punto de vista formal, es la recopilación de una serie de breves artículos que ha venido publicando Ignacio Fernández Herrero en la revista de compromiso social y cultural Tam-Tam Press. El autor es una persona comprometida con el conocimiento, con la enseñanza, con la comunicación y con la sociedad. Lo ha sido como brillante alumno en su recordado paso por la Facultad de Filosofía y Letras de León, como profesor de Enseñanza Media, como comunicador a través de emisoras universitarias y como activo sindicalista. Quien lea las saludables lúcidas páginas de este libro advertirá que se halla ante un pensador atento a las bengalas que lanzan filósofos, científicos, ensayistas e intelectuales preocupados por este presente que nos empapa. Es buen degustador de la literatura y de la música moderna reflexiva, a cuyas letras acude no pocas veces para iluminar sus análisis. Aunque se hallan publicados a lo largo de cinco años, todos los artículos tienen un tema común y un sólido hilo conductor: la posmodernidad. Considera, como otros muchos pensadores, que la posmodernidad es procelosa, proteica, profunda. Tanto que significa un cambio de era. Su reflexión es pausada, minuciosa, detallista. Multiplica, cual Argos de cien ojos, su mirada en todas las direcciones para detectar síntomas, manifestacio9
nes, riesgos para el hombre que se ve arrastrado en una espiral que no comprende. Artículo a artículo desgrana las dimensiones y las repercusiones de este cambio en la vida de las personas, las causas y los efectos, sus múltiples manifestaciones. En todo momento subyace una preocupación ética por las consecuencias que este tiempo de mudanzas tienen en la vida de las personas: en la formación, en los problemas sociales, en las aspiraciones de las gentes, en las nuevas formas de trabajo, en el ascenso de la mujer a desempeñar el papel que le corresponde… Comparte con el filósofo y sociólogo polaco Zygmunt Bauman la idea de que en estos momentos es necesario un análisis racional, objetivo, separado de los sentimientos: “La emoción es inestable e inapropiada para configurar nada coherente y duradero. Con emociones solo, sin pensamiento, no se llega a ninguna parte”. El autor efectúa un examen sereno, separado del “sarampión del vértigo”, tan propio de la posmodernidad. Considera que el pensamiento del filósofo debe impulsar “lo más posible la lentitud: lo cual es sinónimo de reflexión, de análisis, de crítica y de rigor”. Solo así se conseguirá, al menos, minimizar los desenfoques y los errores en la explicación y en las previsiones. Es necesario comprender el presente con el fin de hacer previsiones para el futuro. Aun así, la tarea no es fácil. Recuerda al respecto que el Departamento de Estado de los Estados Unidos en 1970 redactó un informe sobre cómo sería el mundo en el cambio de siglo; sin embargo, en él no se hacía mención alguna ni a Internet ni a la oveja Dolly. Para hacerse una idea de lo que ocurre en su entorno, el ciudadano debe dotarse de los instrumentos intelectuales de análisis, para lo que ha de acudir al discurso lúcido de los pensadores 10
(filósofos, sociólogos, psicólogos sociales, historiadores…). Por eso, considera un grave error la desaparición de la asignatura Filosofía en la reforma educativa impulsada por el ministro Wert. Hoy somos víctimas del pensamiento ligero: de las tautologías vacuas de nuestros gobernantes (“Lo primero es lo primero y yo haré lo primero que haya que hacer”, que escuchamos repetido usque ad nauseam), de las grandes promesas de la propaganda y de la publicidad (“Este deportista famoso también lo usa”), de los tópicos salvíficos a los que acude la moderna sofística. La mayor enfermedad que nos puede sobrevenir, afirma el autor, son el cansancio de pensar, el empobrecimiento del lenguaje, los disfraces y el engaño ideológicos. El autor señala dos acontecimientos históricos que, por su significación, pueden ser considerados pórtico de esta nueva era, la edad poscontemporánea: la caída del muro de Berlín (1989) y el derribo de las Torres Gemelas (2001). El primero representa la ruptura de los dos bloques enfrentados durante gran parte del siglo XX (capitalismo/socialismo). El segundo es consecuencia de otro foco de inestabilidad: los conflictos relacionados con los países islámicos de Oriente Medio y su universalización a través del terrorismo. La implantación en 1990 de la World Wide Web representa un hito cultural paralelo al descubrimiento de la imprenta. La obra asume como dados los rasgos más conocidos de la nueva edad: la mundialización o globalización, la rapidez en las comunicaciones, el ritmo acelerado de los procesos y de las transformaciones… Sin embargo, el autor se detiene en aspectos menos visibles, pero que poseen repercusiones culturales, éticas, laborales, familiares… Aborda la posmodernidad desde una óptica donde lo que importa es iluminar al hombre perdido en 11
este laberinto. En esencia, es una visión más humana. Resumiré a continuación algunos de los puntos que se analizan en esta gavilla de artículos. 1) Evolución demográfica. Asistimos a un cambio demográfica caracterizado en el mundo occidental por el aumento de la esperanza de vida y de un descenso de la natalidad. La consecuencia es una inversión de la pirámide y las repercusiones que este cambio tiene en la sociedad, en el individuo, en la política e incluso en la configuración urbana. 2) Turismo. Es un rasgo de esta nueva era. El turismo pasó de 25 millones en 1950 hasta alcanzar 1.100 millones en la actualidad. Esta eclosión ya comienza a generar problemas. Venecia tiene unos 60.000 habitantes, pero recibe a unos 25 millones de turistas al año. El Roto representaba con plasticidad este contrasentido en una de sus lúcidas viñetas: —¿Dónde has estado? /—En muchos sitios. / —¿Y qué has visto? / —Turistas.
3) Movimientos migratorios. Son provocados por guerras y dictaduras (caso de los refugiados), o bien por el efecto llamada que provoca el nivel de vida de los países del primer mundo en el hemisferio norte (caso de los emigrantes). 4) Trabajo. En esta nueva era asistimos a una transformación de las relaciones del hombre con el trabajo. Empleo es y será escaso, volátil, precario, inestable e imprevisible. Impondrá mayor disponibilidad y adaptabilidad de los trabajadores, desaparecerá la dedicación no vocacional. Una dura consecuencia será la exigencia de lastre cero: ausencia de raíces y de estabili-
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dad familiar, el frecuente distanciamiento de la pareja y de los hijos… 5) Relaciones de pareja. El amor, aunque perdure como sentimiento, como atracción química entre los individuos, se está contagiando de los atributos de la edad contemporánea: de la movilidad, de la ligereza, de la liquidez. También se ha vuelto precario. 6) Supremacía del modelo empresarial. Todo se halla subordinado a los cánones de la economía y del comercio. Incluso la enseñanza: la nueva reforma universitaria (el plan Bolonia) está orientada hacia la implantación de los esquemas e ideales productivos y lúdicos. Menos universidad y más deporte. Así se inicia la desertización del conocimiento. 7) Libertad e individualismo. La edad poscontemporánea se inicia con momentos de desintegración ideológica. Los ideales de fraternidad vigentes desde la Revolución Francesa y predicados por el socialismo se desmoronan a partir de mayo del 68. Frente a la preocupación social, se implanta el minifundio del pensamiento: el hombre persigue su libertad, su felicidad, su triunfo, su pervivencia 8) Inseguridad anímica. Este nuevo mundo es la era de la paradoja: la disponibilidad casi inmediata de la información coexiste con la pérdida de conocimiento y de formación en los individuos. Los avances en la ciencia conviven con inseguridad en las personas, hecho que las empuja a buscar salida en aficiones individuales (la gastronomía…), en la religión, en las drogas, cuando no en opciones esotéricas como los juegos de azar, los videntes (maestro Sako) o en apariciones pseudocientíficas como el Santo Grial. Se reaviva el mito de Fausto, el ideal de la eterna juventud: se esperan los milagros de la ingeniería genética 13
a través de la regeneración de las células madre, o bien se confía en los milagros del botox en pro de una juventud ficticia, de una madurez disimulada. 9) Sociedad basura. Esta es la era de la sociedad basura, que se extiende a todos los niveles de la existencia: comida basura, televisión basura, bonos basura, contratos basura, moral basura, vuelos low cost, bazares chinos, hipotecas subprime… 10) Nueva era geológica. Si de basura hablamos en el análisis del cambio, no podemos silenciar la voz de los geólogos. Parece que las emisiones de gases, los depósitos de plásticos, residuos industriales… se hallan en la base de una transformación mucho más profunda. La actividad humana dejará huella en la superficie terrestre durante millones de años, por lo que investigadores de diferentes países se hallan de acuerdo en afirmar que desde mediados del siglo XX la actividad del hombre está modificando las condiciones geológicas de la tierra: inicio del período nuclear, las acciones para aumentar la producción de alimentos, la industria y, especialmente, los derivados del petróleo como los plásticos, tan difíciles de reciclar. Tal es la repercusión que se habla de una nueva era geológica, el Antropoceno, que viene a sustituir al Holoceno. Los artículos de Ignacio Fernández Herrero recogidos en este libro son de gran interés. Con minuciosidad y con tino va reconstruyendo, tesela a tesela, el mosaico de esta edad poscontemporánea que configura el paisaje de nuestras vidas. Lo reconstruye con el soporte de múltiples lecturas, de una información rica, con una reflexión serena y con una explicación coherente. Lo hace, además, desde una preocupación ética, tratando de desvelar los problemas, las angustias del hombre posmoderno,
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las formas de trabajo, las falsas soluciones. Todo un ejercicio de fina filosofía. Todo un placer para la inteligencia. Salvador Gutiérrez Ordóñez Catedrático de Lingüística General de la Universidad de León y miembro de la Real Academia Española de la Lengua.
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Introducción
Pensar la realidad “Y en los tiempos oscuros, ¿habrá canto? Sí, habrá el canto sobre los tiempos oscuros”. Bertolt Brecht
F
ue allá por junio de 2010 cuando Ignacio Fernández Herrero publicó en Diario de León el primero de los artículos con los que, a partir de octubre de 2012 (año feroz donde los haya, tras la crisis de 2008), y hasta finales de 2016, fue componiendo una serie de textos de opinión para la revista cultural Tam Tam Press, bajo el epígrafe de “Postcontemporáneos”. En total son medio centenar de artículos (más algunos inéditos que se han añadido en este libro), en los que el autor reflexiona sobre la sociedad actual desde distintas perspectivas, intentando entenderla e incluso aventurar cómo será ese tiempo por venir que se construye desde nuestro presente, sin apenas consciencia y con cada vez mayor desmemoria. En su primer artículo alude Ignacio Fernández a la fórmula escolar que sitúa la Edad Contemporánea en esa etapa de la Historia occidental que se inicia con la Revolución Francesa (al grito de igualdad, libertad, fraternidad) y se extiende hasta nuestros días; “sin importar que esos días sean los de nuestros abuelos, 17
los de nuestros padres, los nuestros propiamente dichos o los de nuestros hijos e hijas”. Antes de eso hubo una Edad Moderna, y antes una Edad Media, y mucho antes una Edad Antigua… Y se pregunta el autor: “¿es posible que tengamos que reescribir pronto los libros de texto para anotar que hemos entrado en una nueva edad?”. A su juicio, la caída del Muro de Berlín (1989) y de las Torres Gemelas (2001), como símbolos del comunismo y del capitalismo, “son la imagen del final de una larga etapa, la de las construcciones y el crecimiento”, que ha dado paso a una nueva era, marcada por las crisis y la globalización. “Resulta evidente que hemos abandonado la vieja Edad Contemporánea”, afirma. “Reconocerlo es un elemento capital para conquistar la época que se abre ante nosotros. No reconocerlo y seguir valiéndonos del pensamiento viejo, de patrones caducos y de horizontes apagados significará nuestra derrota ante la evolución imparable de la historia”. El autor reclama un pensamiento nuevo, constructivo, con parámetros y propuestas de futuro capaces de alumbrar nuevos horizontes, un pensamiento que nos ayude a evolucionar y a tomar decisiones “para que la marea no nos arrastre hacia un fondo sin fin”. Así que el objetivo de estos artículos es “pensar”, precisamente, sobre qué es la postcontemporaneidad (palabra larga donde las haya). Pensar la realidad en estos tiempos de zozobra y crisis. Referenciar la nueva era que nos define como humanos, una era tecnológica y digital, cibernética y global, ¿neocapitalista y neofeudal?… sobre la que ni los sabios se atreven a augurar lo que se nos avecina… pero sobre cuyos parámetros ya se despliegan algoritmos. “Es verdad que existe una crisis económica y una crisis financiera agudas y persistentes, pero también una crisis política, 18
una crisis de liderazgo, una crisis demográfica, una crisis alimentaria, una crisis medioambiental, una crisis energética y, en fin, una crisis ética. La crisis nos obliga a pensar y, en consecuencia, produce análisis y reflexión para poder cambiar el mundo”, sostiene el autor. Ignacio Fernández siempre ha estado ligado a la enseñanza, a la cultura y, durante los últimos 30 años, al sindicalismo activo. Se afilió a CCOO en 1986, cuando aprobó su oposición de profesor de Lengua y Literatura y ya conducía programas de radio en la línea de la mítica Radio 3 de los 80. Escritor y filólogo, ha publicado libros de poesía (‘Geografía’, ‘Lógica borrosa’) y ahora mismo tiene un inédito en preparación, a caballo entre la poesía y el ensayo (que posiblemente se titulará ‘Lingüística’). Además, forma parte del equipo editor de la revista de poesía FAKE. Nunca ha dejado de escribir artículos de opinión, en distintos medios, como una forma de reflexionar y ayudar a entender el presente. Como sindicalista, se ha preocupado por “dignificar” los discursos públicos “en unos tiempos donde la retórica y el buen hablar son asignaturas que pocos estudian y muchos menos respetan”. Tras dejar el cargo de secretario provincial de CCOO hace solo unos meses, después de 12 años, todo apunta a que seguirá vinculado al sindicato trabajando en el ámbito de la cultura activa, desde el Ateneo ‘Jesús Pereda’. Porque la cultura importa, y debería importarnos más, mucho más. Ignacio Fernández despliega su catalejo hacia el horizonte y advierte: “Un absurdo no menor de esta edad, que algunos llaman de la información y del conocimiento, es el desdén por la que es sin duda principal herramienta de esas dos acciones: el lenguaje verbal. Y, de ser así, bien podría decirse entonces que vivimos en la edad del pensamiento relajado, por no decir ausen19
te”. Para pensar, no obstante, hay que leer y escribir, dos hábitos conscientes que empiezan a formar parte de ciertas costumbres del pasado. “Me temo que vivimos en una sociedad líquida, como dice Bauman, muy necesitada de certezas y muy desorientada. Quizá por eso reclamo más lecturas de ensayos que de novelas. La política y la sociedad necesitan más lectura”, afirma. Y es que, como apunta la historiadora Elvira Roca Barea, “caminamos hacia un periodo áureo de indigencia mental”. Esta investigadora considera que “siempre ha habido analfabetos, pero ahora salen de las universidades”. Y dice más: “Gente que sepa expresar por escrito lo que sabe empieza a escasear en todas partes”. Sin duda alguna el lenguaje es el patrimonio humano más valioso. No solo es la herramienta con la que nos comunicamos y expresamos nuestros sentimientos (hasta el punto en que a veces parece que ya no sabemos discernir entre lo que sentimos y la expresión de lo que sentimos). Es también la materia con la que se construye el pensamiento. Y aunque ya escribí esto en otro lugar, viene a cuento repetirlo aquí: “El pensamiento, como la utopía, sirve para caminar. Como la luz, se proyecta hacia el futuro. Es creación (consigue que algo valioso que no existía exista) y revelación (convierte en visible lo invisible). Amplía el territorio de lo real explorando más allá de lo percibible o entendible. El pensamiento cambia el mundo”. Pero pensar sobre la realidad, pensar el mundo, se está poniendo cada vez más difícil. “¿Es real la realidad?”, se preguntaba Paul Watzlawick en un libro publicado en 1979. Quizá ésta siga siendo la gran pregunta de todos los tiempos. Y más ahora, cuando, abrumados por el exceso de información y difuminadas las fronteras entre la verdad y la mentira, ya no sabemos qué pensar, ni cómo pensar. 20
Hace unos días, me sorprendió este titular: “En 20 años la mitad de lo que sabemos será mentira”. Lo afirmaba un hombre de ciencia, el médico Jesús Culebras. Quizá tengamos que reescribir una gran parte de la Historia, ahora que contamos con muchos más medios que antes para conocer lo que ocurrió antaño y lo que sucede hogaño. Y quizá también tengamos que realizar el esfuerzo añadido de imaginar, más allá de nosotros mismos, cómo podría ser un mundo en el que todos pudiéramos vivir. “Cada época no solo sueña la siguiente, sino que soñadoramente apremia su despertar”, escribió Walter Benjamin en 1935. Si esto es así, ¿cómo será la época que estamos soñando ahora? Durante más de cuatro años he editado estos artículos de Ignacio Fernández en Tam Tam Press, y he ido entresacando pequeños sumarios, para resumir su contenido en la portada de la revista. Sirva esta muestra para animar a los lectores a pensar (leer y escribir) sobre esta época oscura que nos toca vivir: “En estos tiempos de transición hacia no se sabe dónde, la nuestra es cada vez más una sociedad-basura y parece importarnos cada vez menos. Da la impresión de que no existe escapatoria. ¿Habrá, pues, y será una seña de la nueva época, un pensamientobasura?” “¿Podría alguien decirnos cuanto antes qué será de una democracia burguesa sin burguesía, qué de una sociedad de consumo sin consumo, qué de un Estado sin Estado?” “¿Merece la pena a estas alturas pensar Europa? Como dijo el cineasta francés François Ozon en una entrevista refiriéndose al Viejo Continente: ‘Ya está bien de bancos y de economía. Nuestros esfuerzos tienen que estar dirigidos a la cultura. Puede que sea una utopía, pero yo creo en las utopías’”.
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“¿Cómo será nuestro futuro social y laboral? Todo apunta a que el empleo será como poco escaso, volátil, inestable e imprevisible. Y a que el modelo de sociedad que se extiende en el mundo occidental abocará a los individuos a la pérdida de raíces, de vínculos afectivos, en aras de un mundo líquido y mudable, tendente a desvanecerse…” “Hay versos que son como un certero cuchillo para la placidez de nuestra existencia. Entre los más afilados deberían incluirse los escritos por el poeta mejicano José Emilio Pacheco: ‘Ya somos todo aquello / contra lo que luchamos a los veinte años’…”. “Estamos en proceso de dibujar el nuevo mapa del mundo, las nuevas fronteras y los nuevos polos de poder. El lápiz lo maneja la mano de grandes multinacionales y entidades financieras, mientras la política se entrega cansinamente a la levedad del ser y se hace tan insoportable como en el título de Kundera.” “A nadie extrañe el emparejamiento convencional entre filosofía y política que tan propio es de los necios. La edad poscontemporánea será también un tiempo de acentuado recorte intelectual.” “Náufragos en el mar de confusión, pasajera o permanente, de los tiempos poscontemporáneos, las certidumbres se persiguen como el pan, como el techo o como el trabajo, las otras tres carencias de la época.” “Ante un conflicto, el de los arrabales de París como muestra, de naturaleza básicamente social o cultural, respondemos en el mismo tono de los fanáticos. No aumentamos nuestros presupuestos para empleo o educación, sino todo lo contrario. Añadimos más madera…” “¿Cómo será el mundo en un futuro? ¿Cómo seremos o nos serán? Seguimos sin tenerlo claro una vez más. Ni lo mágico ni lo académico nos proporcionan seguridad; al contrario, parecen
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más bien condenarnos a un acto de fe entre unas y otras perspectivas…” “El planeta se agota y no queda otro remedio que volver a mirar al universo con afán de supervivencia, guiados en unas ocasiones por la voz metálica de Stephen Hawking y en otras por la cámara de Ridley Scott.” “Entre lo popular y lo sublime, entre la necesidad y la virtud, hemos vuelto a construir una nueva religión y un nuevo sacerdocio que reinarán por mucho tiempo en esta edad. Prepárense, pues, los cocinillas y otras víctimas de los triglicéridos porque producido se ha el advenimiento de la food culture.” “Ocurre que la vieja expresión ‘cultura general’ y todo su significado han pasado prácticamente a mejor vida. No es nada extraño que un miembro de la llamada generación mejor preparada de nuestra historia conozca al dedillo las últimas aplicaciones de los drones, pero no sepa rellenar una instancia para inscribirse en un aeroclub o quiénes fueron los hermanos Wright.” “Queda resistir el tirón, pues, y anticipar el futuro que sabemos que está a la vuelta de la esquina: la quinta revolución, la de la inteligencia artificial. El reto en ese caso volverá a ser el del factor humano: reinventarnos para controlar a las máquinas antes de sucumbir.” “Difícil es encontrar en nuestra edad nombres como los de Jean Monnet, Willy Brandt, Nelson Mandela, Fidel Castro, Jacques Delors…, independientemente de sus aciertos prácticos. Si acaso lo que cabe suponer es que las nuevas utopías tendrán probablemente nombre de mujer…”
Eloísa Otero Editora de la revista cultural Tam Tam Press
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Nota del autor
La colección de artículos que se recogen en este libro bajo el rótulo Poscontemporáneos fueron publicados entre octubre de 2012 y febrero de 2017 en las revistas Tam Tam Press, Meando contra viento y Fake y uno de ellos en el libro Cultura y Trabajo, editado por el Ateneo Cultural Jesús Pereda de Comisiones Obreras. Los situados en la posición 50, 51 y 53 se escribieron expresamente para esta edición. Las fechas se anotan al final de cada uno de ellos, y se reproducen tal y como fueron escritos, con ligeras actualizaciones. Sin embargo, no todo ha sido revisado para ponerlo al día. Es verdad que todos ellos se concibieron como una prospección en el futuro, que en determinados casos puede haberlos envejecido levemente, pero también como un análisis y descripción de un presente en crisis que, en nuestra opinión, les sigue otorgando validez y utilidad. Por último, mantenemos los enlaces en Internet que pueden ser de interés para ampliar informaciones o para encontrar referencias citadas. 25
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En la Edad Poscontemporánea
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prendimos en la escuela que se llamaba edad a cada uno de los periodos de tiempo en que convencionalmente se divide la historia de la humanidad desde una perspectiva occidental. Así supimos de la Edad Antigua, de la Media, de la Moderna y de la Contemporánea, y conocimos que ésta última había tenido su inicio con la Revolución Francesa y que se extendía hasta nuestros días; no importaba que esos días fueran los de nuestros abuelos, los de nuestros padres, los nuestros propiamente dichos o los de nuestros hijos e hijas, pues al cabo la fórmula se ha repetido a sí misma por generaciones sin que nada ni nadie al parecer haya osado alterarla. Ahora bien, ¿es posible que tengamos que reescribir pronto los libros de texto para anotar que hemos entrado en una nueva edad? Probablemente sí, probablemente estemos viviendo desde hace unos años el tránsito hacia esa nueva edad aún sin nombre, aún sin definición ni contenidos exactos que la identifiquen; y pasarán más años todavía hasta que exista el convencimiento 29
compartido de que nos hemos instalado en otro tiempo. De hecho, una herramienta muy de moda a la hora de determinar la relevancia de ciertas materias o tendencias, el buscador Google, recoge hoy entorno a 600 entradas para la fórmula Edad Poscontemporánea, una cifra modesta que crece de día en día y que acabará por invadirlo con tal etiqueta u otra similar. Sin embargo, lo que sí es más evidente es que ya hemos abandonado sin duda la vieja Edad Contemporánea. Reconocerlo es por lo tanto un elemento capital para conquistar la época que se abre ante nosotros. No hacerlo y seguir valiéndonos del pensamiento viejo, de patrones caducos y de horizontes apagados significará nuestra derrota ante la evolución imparable de la historia. El Muro de Berlín cayó en 1989 y las Torres Gemelas en 2001. Uno y otro derrumbamiento, a pesar de sus notables diferencias, son la imagen del final de una larga etapa, la de las construcciones y el crecimiento. Poco importa si fracasó el comunismo o si triunfó el capitalismo, los dos pueden darse por desaparecidos. Y con ellos casi toda la simbología, la política, la economía y las ideas que fuimos levantando desde 1789 conducidos por el lema de la igualdad, la libertad y la fraternidad; evidentemente con interpretaciones y aplicaciones distintas según la orientación ideológica de un mundo bipolar. Por ese motivo la primera lección que ha de inaugurar la nueva enciclopedia es que nada es ni será ya igual y que, por lo tanto, cualquier discurso, cualquier propuesta de futuro que se acomode aún sobre aquel antiguo molde no tiene porvenir, es pura melancolía. Lo que sucedió después fue la globalización y las crisis. Lo primero nos sirve para explicar uno de los rasgos radicalmente distintos a lo precedente y las segundas nos confirman que el proceso se puso en marcha y que, atendiendo a su etimología, es30
tamos obligados a tomar decisiones nuevas, pues, de no hacerlo, nos arrastrará la marea hacia un fondo sin fin. Por ahora, lo que se puede ver, a corto plazo al menos, es que el tiempo que alumbra caminará en principio por la senda de la deconstrucción y el decrecimiento, las nuevas claves para, no se sabe cuándo, poder recuperar el pulso de otra economía, de otra política y de otras ideas. Quienes no se liguen a esos dos conceptos se mentirán a sí mismos y nos engañarán a todos. Igualmente, conviene tener presente que durante esa transición merecerá la pena implicarse en dos asuntos pendientes que van a resultar capitales: el de la lucha de clases nunca resuelta y la defensa de la condición de ciudadanía como último eslabón de una sociedad que pretendemos todavía medianamente justa. Octubre 2012
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Otros títulos de la Colección Caldera del Dagda 1. La sombra del Toisón. El relato oculto de una conjura Pedro Víctor Fernández 2. Educando a Tarzán Francisco Flecha Andrés 3. Braganza César Gavela 4. EL INFIERNO DE LOS MALDITOS. Conversaciones con el mal (I) Luis-Salvador López Herrero 5. EL HOMBRE INACABADO y otros cuentos Aníbal Vega 6. Perro no come perro, veinte relatos inquietantes Ricardo Magaz 7. Segundo cuaderno de St. Louis. Diario, Volumen VII Luis Javier Moreno 8. secretos de espuma Cristina Peñalosa Giménez 9. Iluminada Alberto Ávila Salazar 10. CONFESIONES DE UN HOMBRE RAQUÍTICO Alberto Masa 11. la verdadera historia de montserrat c. Luis Miguel Rabanal 12. EL INFIERNO DE LOS MALDITOS. Conversaciones con el mal (y II) Luis-Salvador López Herrero 13. WASSALON (V Premio de Novela Corta Fundación MonteLeón) Salvador J. Tamayo 14. DÉJAME DECIRTE QUÉ DÍA ES HOY Rafael Gallego Díaz 15. 40 Óscar M. Prieto 16. Álbum de sombras Elías Moro 17. LA MANO QUE EL PERRO LLEVABA EN LA BOCA (VI Premio de Novela Corta Fundación MonteLeón) René Fuentes
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