No.64 27 de mayo de 2017 Año 5
PEIDA - UAZ
Festival del papalote
2 A mi amigo
Hace mucho tiempo que no te veo, pero si algún día llegas a leer esto, quiero que sepas que eres la persona que más he valorado en toda mi vida, aunque no estás conmigo; yo imagino tu silueta junto a mí, dándome consejos y apoyándome en cualquier situación. Tú, mi gran amigo, me brindaste cariño y amor, me demostraste que podía confiar en ti en las buenas y en las malas. ¿Recuerdas aquella vez en preescolar cuando un niño me quiso golpear con una piedra, tú me defendiste y la piedra te tocó a ti y te descalabró? Hasta te desmayaste y yo asustada fui corriendo con la maestra... ¡Qué tiempos aquellos! El día que llegues a leer esto quiero que
recuerdes los buenos tiempos que pasamos juntos, como cuando nadie me juntó en su equipo para jugar, pero tú si me juntaste, hasta ganamos y todos los demás se molestaron o cuando tú y yo inventamos el cuento más interesante de la clase y nos ganamos puntos extra. No quiero que recuerdes los momentos tristes, como en los que nos enojamos, mejor siempre recuerda los momentos felices, así como yo lo haré. Mi querido amigo, siempre te recordaré como la persona especial que eres para mí, pues me comprendes, me sabes escuchar y me haces reír cuando estoy triste. Gracias por la amistad que me brindas. ¡Con sinceridad y amor, te deseo lo mejor!
Ana Elizabeth Murillo García / 15 años / Fresnillo
Carta para un amigo
Hola, querido amigo, hace tiempo que no hablamos, ya te extrañaba. Sabes, estoy creciendo; duele pero es cierto. La vida es corta y más en la niñez; trato de recordarte, pero mi mente falla, ya no imagino cosas como antes, intento no madurar para tratar de mirarte. Extraño aquellos días cuando jugábamos en el jardín; a tu lado siempre fui feliz, pero a los 8 años comencé a ignorarte. Amistades van y vienen, eso lo sé, pero de mi parte te quisiera ver volver.
Según, la amistad es por siempre, aunque no creo que sea verdad; la realidad es triste, porque te he perdido con el paso del tiempo. Me alejé de ti para estar con otras personas muy diferentes, pero son falsos, y tú, tú si me hacías sonreír. Hacías lo que yo quisiera, pues claro si yo te inventé. Espero poder verte de nuevo, quizá cuando tenga la mente de niña otra vez. “Amigo imaginario”, así lo acostumbran llamar, pero yo prefiero la palabra amigo, porque imaginario ya no eres.
Tania Devora Salas / 13 años / Fresnillo
Te amo, mi mejor amiga
¡Gracias por sacarme de cada problema, loquilla! Te amo, hermanita, hija de otra madre. Perdóname si alguna vez te fallé. Sabes que te amo en las buenas y en las malas. Eres única, eres parte de mi vida, eres mi mejor amiga. Siempre te apoyaré y estaré contigo. Lo más graciosos que hemos hecho es pelearnos por saber quién ama más a la otra; a veces yo te gano; a veces tú me ganas. Resulta una buena pelea. Hemos hablado hasta altas horas de la tarde, pues tenemos diferencia de horario, pero eso no importa. Platicando y estando juntas nada nos importa. No olvides que eres mi mejor amiga y que te amo.
Las niñas juguetonas
Había una vez dos niñas muy inquietas que siempre estaban muy activas. A una le gustaba mucho cantar y bailar; a la otra, jugar con sus muñecas. Siempre quería que su amiga jugara con ella a la casita, a las muñecas, estar sentada comiendo y preparando comidita para sus invitados y amigos que la visitaban; la otra niña pensaba siempre en cantar y bailar, le gustaba la música, no quería estar sentada, sino brincar, bailar, cantar: usaba pelucas y vestidos de princesas. Mientras que la otra niña
Fátima Soriano C. / 10 años / Zacatecas
El colibrí que no podía volar Había una vez un colibrí bien chiquito que no podía volar. Sus compañeros se burlaban de él. Su hermana le decía: “Esfuérzate, tú puedes; confío en ti”. Un día hubo una competencia de vuelo y todos confiaban en él y pudo volar; fue el primero en llegar a la meta. Su hermana lo felicitó y festejaron en su casa. Luego llegaron
Raymundo Cárdenas Vargas / Dir. La Jornada Zacatecas
Coordinación del suplemento: Magda Collazo Fuentes / Marcelito “El niño preguntón” / Martín Letechipia Alvarado / José Antonio Sandoval Jasso /
su mamá y su papá de un viaje y su hermana les dijo todo lo que había pasado. Su mamá le dijo: “Te traigo una sorpresa”. Y le dio un traje nuevo, azul, y con él podía volar muy rápido; le ganaba a otros más rápidos. Un día fue a la competencia con colibríes más rápidos; había un competidor mucho más rápido que él, pero le ganó.
Isaac Aciel Palacios Arroyo / 9 años / Esc. Prim. Francisco Goitia
El papalote triste y la niña feliz Era el verano y volaban muchos papalotes, y un papalote estaba llorando y una niña le preguntó: “¿Qué pasa, por qué lloras?”. “No pasa nada”, le dijo el papalote. “Anda, dime, no se lo diré a nadie”, contestó la niña. “Está bien”, dijo el papalote, “es que no sé volar”.
“Yo te ayudo”, contestó la niña. Pero el papalote le dijo: “No voy a poder, en la mañana voy a la escuela”. Lo pensó por un momento y le dijo: “Esta bien, en la tarde me ayudas”. Pasaron meses y el papalote logró volar.
Ximena Cardiel / 8 años / Zacatecas
Carolina Aguilar Cruz / 13 años / Fresnillo
Carmen Lira Saade / Dir. General
soñaba en viajar, conocer países lejanos y cantar en público, la niña que soñaba con la casita quería estudiar repostería y hacer diferentes sabores de postres y pasteles. Cada una tenía su sueño, que era diferente porque vivían en diferentes entornos familiares; la mamá de una de las niñas tenía una pastelería y la otra daba clases de baile. El sueño de cada una de ellas se hizo realidad; fueron excelentes en lo que toda la vida soñaron.
Consejo Editorial: Jael Alvarado Jáquez / Arte, lecturas y otras aventuras Verónica Santoyo García / Buzón azul Mariana Saldivar Frausto / Nehua y la salud Saúl Antonio Villalpando Dávila / Cine
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Construye una linterna ¿Apaga todas las luces de un cuarto, menos una. Es mejor que esa luz sea de un foco pequeño de una lámpara de mesa, de techo o de pared. Párate cerca del foco. Apunta el espejo mitad hacía la luz, mitad hacia un rincón oscuro del cuarto. ¿Observas que el rayo brillante ilumina el rincón oscuro?
Artículo tomado de: La ciencia fácil dice: Con un espejo... de Melvin Berger. Ilustrado por G. Brian Karas Scholastic. New York. 1989.
Ilustración: Jonatan Aarón Piña García
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ALEJANDRO GALVÁN
FELIPE
RUBÉN
BERNARDO DEL RÍO
ÓSCAR JIMÉNEZ Y OMAR RODRÍGUEZ
RUBÉN JIMÉNEZ RODRÍGUEZ
PINTURA COLECTVA DEL TALLER DE PLÁSTICAS DE TACOALECHE
RITO ALEJANDRO ESPINOZA
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Tercer festival de papalotes En esta ocasión queremos platicarte sobre una actividad que se ha convertido en una tradición: el festival de papalotes que organiza el Museo del Juguete Popular Etzcuincle. Nuestro museo, que inicia como un proyecto del PEIDA-UAZ, intenta que los niños y sus familias disfruten y conozcan nuestra cultura popular. El festival de papalotes se llevó a cabo el pasado 30 de abril gracias al apoyo de algunas instituciones, lo que también permitió que estuviéramos en varias comunidades y colonias de Zacatecas. Las actividades que se realizaron durante el festival fueron la exposición Cielo Nuestro, en la que participaron artistas muy conocidos con niños de la ciudad y el campo. Dentro del festival conocimos a Marcelito en su versión de títere guiñol. Los niños que asistieron pudieron disfrutar de los títeres presentado por el grupo Los Imaginantes.
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La disciplina La disciplina es un medio para obtener un fin, o sea el medio para convertir la unión en una fuerza La disciplina en un ejército tiene como
única mira la de lograr su máxima eficacia en el combate. Toda disciplina con estas características subordina el individuo a la causa; de ahí que en todos los países que predomina tal disciplina, la vida no tenga mucho valor. Existe, sin embargo, otro tipo diferente de disciplina: la de una orquesta, por ejemplo, donde el primer violín obedece al director porque aquél está tan interesado en obtener una buena ejecución como este último. El soldado raso que se cuadra de un brinco, generalmente no tiene el mismo interés que un jefe, por el grado de eficacia que el ejército, simplemente sabe que la desobediencia es castigada con rigor, o sea que el miedo es el que rige a los ejércitos. La disciplina escolar puede ser del tipo de la existente en una orquesta, siempre que los maestros sean buenos; sin embargo, en la mayoría de los casos, tanto en el hogar como en la escuela, suele ser la de tipo militar la que impera. El espíritu que reina en un hogar feliz es similar al que priva en una orquesta o equipo de fútbol, mientras que en un hogar infeliz predomina el de cuartel, regido por una disciplina de odio. Lo auténticamente asombroso es que hogares que se desenvuelven con espíritu de equipo toleren la disciplina militar en las escuelas. Prefectos y profesores golpean a muchachos que en su casa reciben un trato perfectamente correcto. Cuando algunos padres protestan contra esa disciplina cuartelaria y llega a oídos de las autoridades, la ley por lo general se inclina a favor del maestro inquisidor. Obvio decir que la disciplina es necesaria en el hogar. Yo no dejo que mi hija Zoe, por ejemplo, juegue con mi máquina de escribir. Todo miembro de una familia debe tener derechos individuales y deberes colectivos. Así, en un hogar feliz, la disciplina se establece por sí sola; la vida se convierte en un agradable toma y daca; los padres y los niños son camaradas y colaboradores. En el hogar infeliz, por lo contrario, la disciplina se emplea como arma de odio, y la obediencia se convierte en virtud. Al sentir los padres su propio fracaso, descargan sus frustraciones sobre su prole: “Yo fracasé porque no aprendí a obedecer ni a rezarle a Dios… Veré que mi hijo se mantenga por el camino recto.” Los niños son bienes, cosas que deben representar un crédito para su poseedor; de ahí la futilidad que revisten la ropa de domingo y mantener las manos limpias. He comprobado que el padre que se
preocupa ante todo porque su hijo aprenda a leer y a escribir, es el que siente que su fracaso en la vida se debe a la falta de una educación adecuada. El padre en desacuerdo consigo mismo es el que más cree en la disciplina de tipo cuartelario. El hombre jovial y miembro de club, poseedor de un caudal de chistes obscenos, reprochará con severidad al hijo si hace menor referencia a algún asunto con tanto escatológico.
La madre mendaz castigará a su hijo por la menor mentira. Es asimismo común el padre que regaña a su hijo por fumar, en tanto él mantiene una pipa entre los labios. Recuerdo a un hombre extremadamente irritado que mientras golpeaba a su hijo de apenas doce años, le decía: “¿A caso te enseño a decir malas palabras, hijo de tal por cual?” Al llamarle la atención, contestó
Artículo tomado de: Psicología-Pedagogía. Padres problema y los problemas de los padres. A. S. Neill. Editores Mexicanos Unidos. México. 1984
con desenfado: “Es diferente, él es apenas un niño”. La disciplina en el hogar siempre es un fiel reflejo del odio acumulado por uno mismo. El adulto que se ha esforzado toda su vida por lograr su propio perfeccionamiento, al fracasar en su intento, pretende que lo logren sus hijos. Es por ello que el hombre inventó al Diablo, el mejor tañedor y amante de la vida, del placer y del sexo. El anhelo de lograr la perfección no encierra otro objetivo que el de imponerse al demonio; de ahí la religión, el ascetismo, el misticismo y todo irracionalismo; de ahí la flagelación de la carne por medio de castigos y abstinencia sexual, y como colofón la impotencia. Con justificada razón podemos aseverar que la imposición de una estricta disciplina en el hogar conduce a la castración del individuo en su más amplio significado: la castración de la vida misma. Ningún niño obediente podrá llegar a ser un hombre o una mujer libre; ni quien haya sido castigado por masturbarse alcanzará el pleno orgasmo. Ya señalé que el padre frustrado quiere que el niño sea lo que él no pudo lograr; pero cabe agregar aún que todo padre reprimido se empeña, al mismo tiempo, en que su hijo no obtenga de la vida más de lo él mismo obtuvo. Los padres necrófilos impiden que sus hijos vivan. El padre que no ama la vida siempre abriga un miedo exacerbado al futuro, hoy más que nunca a causa de que la civilización vive bajo la amenaza de la bomba atómica. Asimismo, cree que la disciplina férrea salvará a sus hijos, debido a que en su niñez su voluntad fue castrada. No confía en la fuerza interior de su niño, y de ahí que para él, la motivación debe surgir de una disciplina exterior. Su falta de confianza en sí mismo lo hace postular un Dios exterior que complete hacia la bondad y la verdad. Por ello la disciplina no pasa de ser otra cosa que una rama de la religión. La diferencia entre Summerhill y la escuela pública radica en que en mi escuela abrigamos fe en cuanto a la personalidad interior. Sabemos que si Tommy, por ejemplo, quiere ser médico, estudiará voluntariamente para aprobar el examen de admisión. La escuela de disciplina cuartelaria cree que Tommy nunca alcanzará a ser médico sino es por medio de castigos y la imposición de un horario de estudios. La maldición que unida en la Humanidad es la comprensión externa, ya sea que proceda del Papá o del Estado, del maestro o del padre. Es un fascismo absoluto.
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Un gran saludo a todos los que nos acompañan este mes en esta sección y que disfrutan del viaje al maravilloso mundo de la imaginación y la cinematografía. Hablando de mundos, hoy quiero referirme a uno de los elementos que son indispensables a la hora de filmar y de crear mundos, me refiero a la fotografía.
El papel que desempeña la fotografía en el cine es fundamental, no solo porque de ahí nace el séptimo arte, sino porque es la creación de lo que el director quiere proyectar y dar a conocer; lo que transmitirá los sentimientos y emociones que la historia plantea. De esta manera, el director de fotografía será el responsable de la creación artística de la imagen, el encargado de dibujar con luz los sueños del director. Algunos pensarán que es exagerado, pero la fotografía en el cine es muy importante ya que de ella depende que la historia tenga impacto y trascendencia: su importancia no solo es dentro del estudio, sino en el exterior, pues elegirá qué luz es más adecuada para proyectar emociones, cuáles enfoques son ideales, además de que tratará de aprovechar los escenarios. El trabajo de fotografía suele estar muy de la mano con el director, pues de ambos depende llegar a acuerdos sobre lo que conviene para la producción; el director de fotografía es el responsable de un gran equipo, entre iluminadores, camarógrafos, eléctricos, entre otros. Este trabajo se ha reconocido desde la primera entrega de Oscar y, hasta la fecha, ha sido un premio constante, con un periodo en el que se
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premiaba fotografía a blanco y negro y a color por separado. En este aspecto, México cuenta con varios galardones: uno para Guillermo Navarro por El laberinto del fauno (2006) y tres más para Emmanuel “Chivo” Lubezki por Gravedad (2013), Birdman (2014) y Renacido (2015), lo que lo convirtió en el único en ser reconocido con dicho premio tres años consecutivos. Existen algunos otros elementos importantes dentro del al fotografía y en el cine, pero los revisaremos en otra ocasión ya que el espacio se ha terminado. Me despido, no sin antes recordarles que no vean tanta tele, mejor disfruten el cine. ¡Hasta la próxima!
¿Qué es un monstruo? Leo el último párrafo del libro. Un montón de ojitos blancos sobre un fondo negro me miran. No sé si están curiosos o aterrados. He aquí el relato de un niño sin nombre que puede ser cualquiera y se parece tanto a muchos que he conocido. Y ese pensamiento me lleva a una duda fundamental: ¿Qué es un monstruo? El monstruo es una criatura ajena y extraña que, con motivo o sin él, nos atemoriza. El monstruo puede ser lo extraño, lo ajeno, lo lejano. Pero también hay monstruos que viven cerca: debajo de la cama, adentro del ropero, en el rincón oscuro de la casa; se alimenta de sombras y de cucarachas muertas. Pero ¿qué pasa si uno un día se descubre como alguien que no quiere ser? Alguien que ataca a sus amigos, que se ríe de sus compañeros, que hace travesuras sin reflexionar. Qué pasa cuando uno es un niño que quiere jugar y ser feliz, pero que no sabe dónde o cómo encontrar esa felicidad. ¿Qué pasa cuando uno es el monstruo? Donde escapar de uno mismo sino en el sueño. Ahí, en el sueño se encuentra este niño sin nombre, heredero de una estirpe de criaturas, pequeñas, grandes, peludas o calvas, chimuelas o dientudas que nos representan, que son nuestro reflejo cotidiano. Esa es la historia que escribió Luis Humberto Navejas en el libro El monstruo dormido es un niño, un libro editado por el autor. Se vende en Internet, en este sitio:
https://www.kichink.com/buy/1215845/lhnavejas/el-monstruo-dormido-es-un-nino-pasta-dura
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Hola, amigos. En esta ocasión presentamos otro de los trabajos que se expusieron en el Movimiento por un Pequeño Artesano, que se llevó a cabo en Zacatecas en octubre de 2012. Esta pintura fue realizada por Óscar González cuando contaba 8 años; él es originario de la comunidad de San Jerónimo. Actualmente esta pintura se encuentra en Tubinga, Alemania. La historia la escribe Héctor Santoyo, quien vive en Ciudad de México; él es ingeniero en tecnologías de la información; trabaja con la seguridad de datos para evitar que hackers hagan daño a otras personas. En sus tiempos libres le gusta leer y escribir.
UN GRAN HOMBRE
—Amá, ya ando harto de lavar los trastes —dijo Juanito a su madre, mientras ella cargaba con un costal de ropa y otro de granos. —Mijo, no se queje o le digo a su padre cuando regrese a casa —respondió ella, serena. —Él no viene, má —replicó Juanito—. Ya hace hartos meses que se jue, con su uniforme de soldado y sus revólveres plateados. —Volverá pronto, mijo, y cuando lo haga no querrá disgustos —le reprendió, conservando la calma—. Naiden más me puede ayudar con toda la talacha de la casa. Ansina que ayúdame con las labores y yo no le digo nada de que no me
haigas ayudado. —¡Ay, amá! Ira que no quero... —¡Hazlo, Juan! —le interrumpió, rompiendo su tranquilidad y levantando la voz—. Yo también traigo harta chamba. ¿O es que queres bajar tu pa’l río a lavar la ropa? También tengo que yir pa’l molino a moler el maiz p’hacer las tortillas. Íralo que tu padre siempre m’ayudaba con la chamba que había. —¡Mentiras! —exclamó Juanito—. Mi apá es un gran guerrero y los guerreros no hacen ese tipo de talachas —y salió corriendo del lugar. —¡Vuelve acá, huerco! —gritó ella, mientras Juanito proseguía su andar, haciendo caso omiso a la solicitud de su madre. —Ya verá ese escuincle cuando le ponga las manos encima —dijo para sí, disponiéndose a continuar su camino. Juanito se perdió durante el resto del día jugando en el monte. Tenía un espacio en el que se refugiaba, cerca del río, en una zona poco profunda que más bien parecía un vado. Se recostó allí cerca, a la sombra de un huizache, su lugar favorito. Reposó arrullado por el golpeteo del agua en las piedras. De pronto, se despertó al escuchar pasos firmes acompañados por el repicar de lo que parecía ser un par de espolones. Al levantar su rostro, miró una silueta firme e impertérrita. Con el sol por detrás y haces de luz desprendiéndose de ella, parecía una forma mística salida de otro lugar. —¿On tá tu madre, Juan? —resonó una voz. —¿Apá? —respondió Juanito, aún con el cuerpo entumecido y sin terminar de espabilarse—. Fue a lavar ropa y a hacer el nixtamal. —¿Y tú qué haces aquí en lugar de estarla ayudando? —replicó aquel hombre. —Pus es que ya soy un hombre, apá —se quejó Juanito—. Y ella aún me quiere a poner hacer cosas de niñas. Yo lo que quero es ser ansina como tú, fuerte y gallardo. Un gran guerrero. —Yo me fui de aquí siendo un hombre, mijo —dijo aquella figura mientras se acercaba a Juanito—; no me hice hombre en la guerra. Me hice un hombre cuando me enamoré de tu madre y aprendí a ayudarla, a protegerla, a no dejarla sola. Me hice un hombre cuando naciste y te tomé por primera vez en mis brazos. Me hice hombre cuando juré protegerte. —¿Entonces yo también puedo volverme hombre así, apá? —replicó Juanito. —Así es, mijo —contestó mientras sonreía y lo tomaba en sus brazos. Juanito bostezó. La somnolencia no daba tregua en su lucha por despertar—. Lo entenderás en su momento. Ahora ve con ella que te espera en casa y te necesita más que nunca. —Así lo haré, apá. Juanito abrió los ojos un poco más tarde. Su padre había desaparecido. Y corrió ágil y veloz a casa a dar la noticia gritando el nombre de su madre por el camino. —¡Apá ha vuelto, apá está aquí! —decía una y otra vez. Al llegar a casa se encontró a su madre llorando, con una carta en mano. —Perdona, amá. No quería hacerte llorar. Ya verás que, a partir de ahora, te ayudaré ya siempre con la talacha, para ser un gran hombre como apá. Él ya viene en camino y me dijo que así podría ser un hombre como él. Ella lo abrazó con fuerza. —Ay, mijo... ¡Qué cosas dices! —dijo mientras las lágrimas seguían recorriendo su rostro. —Estaba allá en el río, en mi lugar favorito. Ve a verlo que seguro que trai harta hambre. Yo mientras lavaré los trastes —y se apresuró a ello. Ella salió y, como guiada por un fantasma, llegó al vado donde sabía que su hijo pasaba las horas jugando. Allí en la orilla encontró un sombrero texano, de esos que le gustaban tanto a su esposo. Estaba cubierto de lodo y un tanto deshecho. Lo recogió, miró al cielo, se persignó y sollozó: —¡Ay, viejo! Temo que este niño se parece harto a ti... Y regresó a su casa, dejando el sombrero detrás.