No. 68 30 de septiembre de 2017
AĂąo 5
PEIDA - UAZ
El bebeleche
y otros juegos tradicionales
2 Cuentos, fábulas, leyendas, mitos hechos por niños y niñólogos. Dile a tu papá o a tu mamá que TODAS las noches te cuenten algo de esa sección antes de dormir. Un niño llamado Marcelino Había una vez unos pinceles que eran muy traviesos y no dejaban que su dueño los usara. Cuando se iba a dormir el señor pintaban solos porque no eran pinceles cualquieras, eran mágicos y únicos en el mundo.
Camila Stephania López Martínez
Los pinceles mágicos
Había una vez unos pinceles que eran muy traviesos y no dejaban que su dueño los usara. Cuando se iba a dormir el señor pintaban solos porque no eran pinceles cualquieras, eran mágicos y únicos en el mundo.
La casa del mago
Daniela Aurora/ 10 Años / Esc. Francisco Goitia
El agua sucia
Había una vez un señor al que le tocó un aguacero y no pudo hacer nada más que irse a su casa. Al día siguiente había una cubeta llena del agua que había caído en la noche; él sabía que el agua que cae del cielo era lim-
pia. Pero no: en el trayecto entre el cielo y la cubeta, el agua se ensucia; el señor la usó para cocinar, lavar, lavar la ropa; en la noche se sintió mal y fue al doctor y le dijo que le había hecho daño por no hervirla y no desinfectarla.
José Saúl Lara Cruz/ 10 años / Esc. Severo Cosío “5ºA”
El árbol y el hada mágica Érase una vez un árbol que era muy seco, y un hada que iba pasando por el árbol. El hada dijo: “¡Mira! ¿Qué le pasa a este arbolito? El árbol contestó: “Estoy así porque ya no me echan agua”. Y dijo el hada: “Ahorita te dejo como nuevo”. Y fue por polvillo mágico y le echó al árbol. Al siguiente día, el hada vio al árbol todo hermoso y lleno de manzanas rojas. El árbol dijo: “Hada, no estoy muy feliz”. “¿Por qué?”. “Porque tengo un amigo viejo que
tampoco tiene hojas y está seco”, dijo el árbol. El hada le contestó: “No te preocupes, yo lo voy a ayudar. ¡Mira!”, expresó el hada. “¡Qué pálido te ves! Te voy a ayudar como ayude a tu amigo”. “Está bien”, dijo el viejo árbol. El hada fue por el polvillo y le echó pero no mejoraba. Entonces, el hada le puso por segunda vez y el árbol se puso mejor. Dijo el hada al otro árbol: “Está listo tu amigo. Ya me voy porque llegaré tarde con mis amigas hadas”. Fin.
Era ya hace tiempo que a un mago llamado Kiro, quien vivía en una casa muy bella a la que no dejaba entrar a nadie porque decían que él era malo, que hacía muchas cosas y que siempre estaba ocupado. No hacía nada más que trabajar, pero un día él se encontraba caminando por la calle y en eso se encontró un gato solo y sucio; lo recogió y caminó a su casa. Cuando llegó, empezó a bañar al gato, al que nombró Shin. A la mañana siguiente lo llevó a pasear al pueblo y todas las personas se sorprendieron de ver al mago Kiro acompañado de un gato. Kiro, a pesar de ser malo, con el tiempo se volvió un poco bueno y se encariñó con su gato Shin. Las personas decían que aún era malo porque veían que maltrataba al gato. Kiro maltrataba una vieja bolsa con forma de gato. Kiro tenía y hacía muchos hechizos y brebajes. Al mago Kiro le encantaban los animales, pero toda la gente del pueblo lo despreciaba. Un día, el mago Kiro vio un edificio en llamas; él quiso ayudar, pero a sólo un paso de la entrada se le cayeron pedazos de madera sobre la cabeza y se desmayó. Entonces Shin, su gato, llego ahí y le lamió la cara. Pronto, el mago abrió los ojos e hizo un conjuro tan poderoso que se libró de las tablas y apagó el incendio y todo el pueblo le dio las gracias. El mago Kiro se sentía alabado. Al llegar a la casa se dijo: “¿Cómo pude hacer eso? Yo no soy tan poderoso”. Cuando vio a Shin que arregló una gotera sólo con un maullido se dio cuenta de que no solo era un gato sino que era un gato mago. Kiro se sorprendió y cada que había un problema Kiro y Shin lo arreglaban. Fin.
Angelina Ruiz
Leonardo Contreras Rincón/ 10 Años / Esc. Severo Cosío “5ºA”
Carmen Lira Saade / Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas / Dir. La Jornada Zacatecas
Coordinación del suplemento: Magda Collazo Fuentes / Marcelito “El niño preguntón” / Martín Letechipia Alvarado / José Antonio Sandoval Jasso /
Consejo Editorial: Jael Alvarado Jáquez / Arte, lecturas y otras aventuras Verónica Santoyo García / Buzón azul Mariana Saldivar Frausto / Nehua y la salud Saúl Antonio Villalpando Dávila / Cine
Iván López / Música
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30 DE SEPTIEMBRE DE 2017 4.- Remoja el jabón y ráscalo; lo que queda en la uña…
2.- Recorta un rectángulo así:
¡es el motor¡ 5.- Insértalo sobre el corte trasero y eso es todo.
¿Cómo funciona este silencioso motor?
En cuanto hay contacto entre el agua y el jabón, se inicia una reacción química: el jabón empieza a disolverse y altera la Tensión Superficial del agua, dando lugar a un desequilibrio de fuerzas. La reacción química y la forma del corte sobre el que va el jabón hace que la lancha se mueva. En cuanto el agua tenga una película jabonosa, la lancha ya no se moverá.
Te recuerdo que…
3.- Luego así…
1.- Sólo necesitas un pedazo de cartulina y jabón.
Aquí se coloca el motor. En cuanto tengas la lancha en agua, estará lista para navegar:
La Tensión Superficial (T.S.) es una fuerza que está presente en la superficie de los líquidos; una especie de cubierta que fácilmente podemos romper pero que al mismo tiempo es lo suficientemente fuerte para sostener un insecto sin que se moje.
Artículo tomado de: La ciencia recreativa, Juan Carlos Iracheta. SEP, Astrolibro, México, 2007.
Ilustración: Jonatan Aarón Piña García
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ALMA DOMÍNGUEZ FRÍAS
MANUEL DE JESÚS LUNA
ELISA VERÓNICA DE WIT SANTOYO / APAC
MARTHA ROSARIO GONZÁLEZ ROSALES / APAC DYLAN ALEJANDRO ORTIZ GONZÁLEZ
LUIS CASTRO
RUBÉN JIMENEZ RODRÍGUEZ ROMINA BELTRÁN CORTÉS
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El bebeleche
y otros juegos tradicionales Los juguetes tradicionales son muy antiguos; los jugaron nuestros tatarabuelos en el México colonial y muchos de ellos se jugaron en España. Para jugarlos no se necesitan juguetes elaborados, se juegan con el cuerpo, con piedras, flores, tablas, arena u objetos caseros. Se juegan al aire libre y tienen reglas sencillas.
¿Quieres saber cómo nacieron algunos de ellos? En juego de Doña Blanca nació cuando el rey Pedro de Castilla encerró a su esposa en un gran castillo, esto porque sus padres no habían entregado dote –o sea bienes y dinero al rey–, por eso la canción dice: “Doña Blanca está cubierta de pilares de oro y plata”. La víbora de la mar nació en Grecia cuando los niños imitaban ser una especie de caseta de cobro, un grupo de niños fingía ser las mulas y otros hacían el puente de la caseta; este juego llegó a México en la época colonial.
Los maderos de San Juan es una ronda medieval, que imita el peregrinar de los cristianos a Roma; esos viajes se llamaban romerías y la gente pedía pan y vino. Por eso la canción dice: “Los romeros de San Juan piden pan, no les dan”.
El bebeleche, avión o rayuela provienen del juego del laberinto. Para jugarlo se pintan en el suelo diez casillas, se tira un tejo en cada uno de ellos y se va saltando hasta llegar al número diez.
El changáis es un juego de competencia jugado con palos de madera. Se hace un hoyo en el suelo en el cual debe de caer un palito más chico; gana quien atine más veces.
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El folklore poético de los niños mexicanos Margit Frenk Alatorre tiles: así las cantan, y no de otra manera. Por algo es. En la “víbora, víbora de la mar” entra, quien sabe por qué, una mexicana que vende fruta –ciruela, chabacano, melón y sandía–, una “vieja del otro día”, la verbena y, con ella, un “jardín de matatena” y finalmente una campanita de oro, que, misteriosamente, puede dejar pasar a una madre con todos sus hijos (menos el de atrás). De niños hemos cantado esas canciones, sin papar mientras en su sentido, convencidos de que así eran y así debían ser. ¿Por qué, al cantar “Naranja dulce”, decíamos “si fueran falsos mis juramentos, en otros tiempos se olvidarán”? Nadie ponía en duda la congruencia de esa frase; la música, además, le daba solidez de estatua. Las palabras se enlazaban por asociaciones sonoras: “Periquito, mandurico, tú que vas, tú que vienes a la casa de la chata narigata...”, y la paloma blanca bajaba del cielo con una flor en el pico y “de la flor una lima, de la lima un limón”. A veces las palabras eran de sonoridad pura: “Los de Roque alfandoque, los de Rique alfeñique...”, “De una, de dola, de tela, canela...” Y de todo esto convencía como las grandes verdades.
Nubia Saen / 6 años Adentrarnos en la poesía folklórica de los niños significa penetrar en un mundo extraño, donde todo puede ocurrir. Las experiencias y las imágenes cotidianas conviven ahí con otras misteriosas y sorprendentes –el milano abre la rosa y cierra el clavel–; las palabras que todos conocemos se hermanan con desconcertantes formaciones léxicas –¿Qué significa “gallina popujada”?, ¿qué es “chupo”?, ¿que “mandurico”? –; las burlas fraternizan con las veras, la razón con la sinrazón, la prosa con la poesía. Por aquella sierra Vienen bajando Cuatro palomitas
Y un viejo arreando Se queman, se queman Las calabazas... La lógica –incluso la lógica poética– a la que estamos acostumbrados se ve aquí descoyuntada; cuatro palomitas bajan de la sierra junto con un viejito que arrea ganado (?), y este extraño conjunto se asocia con unas calabazas que se queman... Quizá nos dé por buscar una explicación a tan curiosos apareamientos, por imaginar, digamos, que originalmente la letra era congruente y que se ha corrompido en boca de los niños. Puede ser que así sea, en efecto, pero lo que importa es la realidad actual y rima de esas rimas infan-
Artículo tomado de: Lírica infantil mexicana. Artes de México, No. 162 año XX, 1973.
Lo mismo, esos extraños diálogos que suelen entablarse en los juegos infantiles: Preguntas y respuestas enigmáticas, que no parecen guardar relación con lo que se juega: —¿Mis mosquitos tienen ojos? —Sí, mis ojos. —¿Me quedrán bien? —Como la miel... Parecen fórmulas emanadas de un arcaico ritual y tienen validez definitiva (ya veremos después cómo pueden perdurar casi intactas durante siglos). Junto a estos misterios está, por supuesto, la sensatez y coherencia de otras rimas. Pero aun ellas tienen lo suyo: no podrían –salvo en casos excepcionales– ser canciones de gente mayor. En algunas lo “no adulto” será la obsesión repetitiva (“puso uno, puso dos, puso tres, puso cuatro...”, “tengo, tengo, tengo...”); en otras, las ex-
presiones de infantil agresividad (“¡quién te manda ser burro!”, “tras, tras que te doy un puntapié”) y un placer por la negativa despiadada (“—¿No me das? —No”) o por el rechazo cruel (“la echaremos a la calle, a llorar su desventura”). En otras, cierta manera de jugar con lo absurdo – aquellos ratones están “unos sin orejas, otros orejones; unos sin bigote, otros bigotones...”– y una especial modalidad de lo chusco. Extraño y revuelto mundo este de la poesía infantil. Vale la pena meterse en él y recorrer sus caminos. Vale la pena leer esos textos que uno ha cantado o dicho de chico, y leer otros poco conocidos. La antología que damos a continuación no tiene sino ese propósito. No pretende agotar los géneros y tipos de la poesía infantil mexicana; sí, presentar una diversidad de rimas y canciones, todas –pensamos– valiosas de alguna manera y representativas del folklore poético de los niños. Si el lector logra leerlas con curiosidad, con interés y sobre todo con placer, habremos alcanzado nuestro objetivo. En cuanto a los textos, aunque algunos se tomaron de fuentes escritas, hemos dado preferencia a versiones inéditas, procedentes en la mayoría de la tradición oral y recogidas por los investigadores de El Colegio de México que han trabajado en la recopilación del Cancionero folclórico de México, de próxima publicación. En esos casos se señala solamente el estado de la República donde se encontró la versión reproducida aquí (por supuesto, la mayoría de las canciones se conocen también en otras partes del país). Después de la antología –treinta y cinco rimas y canciones–, se dedican unas páginas a contestar una pregunta que seguramente se harán muchos lectores: ¿de dónde vienen toda esa poesía infantil? Ahí se citan otras diez canciones de los niños mexicanos, con versiones de otros países y de otras épocas. Finalmente, queremos remitir a todos los lectores interesados en el tema al libro de Vicente T. Mendoza, Lirica infantil de México, que les permitirá ampliar considerablemente su perspectiva.
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Hola nuevamente a todas y todos quienes nos leen mes con mes en este breve pero mágico viaje al mundo de la cinematografía. En esta ocasión quiero seguir con los temas de producción y platicarles de aquellas personas encargadas de llevarnos a esos lugares tan importantes para el desarrollo de las películas y que muchas veces no tienen el crédito que se merecen: me refiero al diseño de producción. En el inicio del cine, las grabaciones tendían a ser de cosas cotidianas; una vez que se pensó en crear historias en la pantalla se empezaron a diseñar escenarios o a pensar en lugares que ayudaran a crear ese ambiente que hiciera
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creíble lo contado. Recordemos que cineastas como Georges Méliès tenían un gran estudio de vidrio donde había mucha iluminación y creaba escenarios fantásticos para sus filmes. En aquellos tiempos, la producción recaía, en su mayoría, en una sola persona, pero con el paso de los años esta labor se fue especializando, tanto que desde 1928, en los primeros premios Oscar, se reconoció a William Cámeron Menzies por sus trabajos en El mejor caballero y Tempestad. Y no fue para menos el reconocimiento, ya que el diseño de producción está encargado de decidir los aspectos de los escenarios, ya sean
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locaciones naturales o creadas en un estudio y trabajando muy cerca del director de fotografía y director artístico para lograr que las escenas estén inmersas en los lugares ideales para transmitir lo que el director busca con el filme. Un caso muy peculiar es el de Lyle Wheeler, que fue el primer galardonado en diseño de producción y su nombre y cargo aparecieron por primera vez en los créditos de una película. Se considera su trabajo en Lo que el viento se llevó (1939), de Victor Fleming, como un referente de lo que el diseño de producción puede lograr.
La música y las matemáticas: la armonía de los números La relación entre la música y las matemáticas es mucho más estrecha de lo que podría pensarse a primera vista. Por un lado, las matemáticas son la herramienta fundamental para el tratamiento de los procesos físicos que generan la música; y, por otro, las matemáticas están en la propia esencia de este arte. La manera de elegir las notas musicales, su disposición, las tonalidades, los tiempos e incluso gran parte de los métodos de composición son pura matemática. “La música se ocupa de los números sonoros” G. Zarlino (1517–1590), compositor y teórico italiano
Recuerden cualquier película que les agrade y se darán cuenta de que las locaciones van geniales con la historia, y no es fortuito sino producto de mucho trabajo y preparación: las casas, los atardeceres, las calles, los parques o cualquier otro elemento que aparecen suelen ser pensados previamente por estas personas. A la otra que vean una película consideren que hay mucho trabajo que no siempre se reconoce pero que es importante para que podamos disfrutar del buen cine. Sin más, me despido, esperando que nos leamos en el próximo número.
Por IvanovŠØ•
Descubrimiento de las razones de la consonancia por Tubal y Pitágoras. Gaffurio, Theorica musice, 1492.
8 Qué tal, amigos de Marcelito Ahora en Buzón azul les traemos la historia del ingeniero Beto Ramírez, que se inspiró en la esculturade papel hecha por Jessi, un niño de San Jerónimo a quien le gustan los corridos. ¡Disfruten la historia!
La víctima Una vez en la fila para usar un cajero inteligente, se presentaron dos muchachos encapuchados; faltaban como tres personas para que tocara mi turno. Cuando aparecieron estos muchachos, lo hicieron llamando mucho la atención, así que uno de los que esperaban en la fila llamó al guardia de seguridad; éste enseguida se acercó a ellos para pedirles que salieran. En el momento en que él se acercaba, uno de ellos gritó y sacó un arma, el otro se vio perdido y corrió logrando salir del banco. Cuando el chico quiso hacer lo mismo que su compañero tropezó y fue pescado por el guardia el cuál le tapó la boca y lo agarró hasta que llegara la autoridad por él. Después, supimos que estos muchachos sabían que una persona iba a retirar bastante dinero y lo pensaban asaltar, pero al final uno de ellos fue la víctima.
Arte, lecturas y otras aventuras El día que todo se movió El pasado 19 de septiembre varios estados de la República Mexicana fueron afectados por un sismo de magnitud 7.1 que sacudido el centro y el sur de México. Tras el sismo muchos edificios se vinieron abajo, haciendo que muchas personas murieran, otras se quedaran sin casa y muchas quedaran atrapadas en los escombros. Los ilustradores de Pixelatl, una asociación dedicada a promover la creación y difusión de contenidos y narrativas multimedia, inspirados en el texto Cuando la tierra se movió, del Consejo Minero de Chile, generaron un libro sencillo, bella-
mente ilustrado, para explicar a los niños por qué tiembla la tierra y cómo protegerse durante un temblor. Este libro pretende ser una herramienta para ayudar a los pequeños a reflexionar en lo sucedido y un pretexto para provocarlos a que expresen cómo se sintieron y discutir con ellos qué se puede hacer en esas circunstancias. Puedes descargarlo aquí de manera gratuita: <http://bit.ly/2wXTK0e>.