Yehuda Amijai Selecci贸n de poemas del libro
Detr谩s de todo se oculta una gran felicidad
Colecci贸n Los piratas del mosaico
胃
Epiceno
Selección de poemas del libro: Yehuda Amijai. Detrás de todo se oculta una gran felicidad Traducción, prólogo y notas de Raquel García Lozano Barcelona, La Poesía, señor hidalgo, 2004 Si quieres leer el libro completo en versión bilingüe (español-hebreo) puedes ir a: Biblioteca Central de la UNAM PJ5054.A65 M4318
Copyleft, 2014 Selección, diseño y formación: Alfredo Balanescu Epiceno Domicilio cambiante Para esta edición Pugibet 47, México
Esta es la historia del polvo: entre salir por la mañana y volver por la tarde, pasa la mitad de las cosas y cuando duermo, la otra mitad. Todo sin mí. En mi bolsillo hay llaves de casas que se han ido, en mi cartera, sellos para cartas que ya no tengo que enviar. Esta es la historia del polvo que olvidó las piedras de las que salió, tristeza y alegría que se medían como líquidos ahora se miden como sólidos. La fruta del árbol le cede el sitio a una fruta nueva sin testamento ni dolor: también a la cosecha bulliciosa le llegará un final silencioso, no solo a las lágrimas. Y ya estoy a tal distancia, que no recuerdo si lo que hice se lo hice a mi padre, o mi hijo me lo hizo a mí.
I
Hace tiempo se dispersaron las voces por los jardines y a casa volvieron quienes tenían casa. En salas de espera llenas de luz blanca aguardan los profetas la oscuridad del final de los tiempos. Los higos deshicieron el papel de la bolsa, las uvas salían de una gruesa cárcel. Un sacerdote explica en voz baja la crucifixión a la luz del atardecer. Un trueno de rosas llega desde los negros jardines del cielo.
Un amor vacío se llenará con las lluvias del próximo invierno. Por una frondosa adelfa entra un hombre en su casa. Una mujer gorda que perdió a su marido en la guerra habla con la voz dulce y fina de un niño. Un hombre solitario coge un botón en un callejón, lo mira y es rojo. Una gran indulgencia amamanta con amor a un pecado rosa de un día. Un mujeriego incorregible apoya la frente en una pared y llora.
II
En una casa sin acabar Hay una mujer acabada. A travĂŠs de su pelo se ha lanzado hasta ahĂ. Aparece en una ventana sin marco. Conoce el lugar de las aguas subterrĂĄneas Y en nuestro dolor se calla con labios abiertos. Determina hechos silenciosos como la historia Que transforma lo que sucede en pasado silencioso.
Duerme a los pasos doloridos. Un árbol violeta florece para ella en otro lugar. Grandes clavos quedan allí, y cal y yeso, Como Dios que abandonó la tierra ya dejó señales. Un anciano pinta venas de mármol Sobre una pared desnuda y lisa.
III
Una joven huele a perfume de campo quemado: Sus labios son hermosos como una lengua antigua y olvidada. El incienso construye un nido alto. Con su pelo el viento sopla besos suaves sobre su piel. Los callejones la oprimen hasta el dulce sudor. Una vieja ley otomana se derrite en sus ojos. Con un ligero paso de sandalias olvida los pesados dĂas. Bajo el brazo lleva un cojĂn blanco para ir a dormir.
Su cara de noche reemplaza a su cara de tarde. Un extranjero observa el cambio de guardia. El tejado derruido de una casa a media noche. El tambor y la flauta de la fiesta se oyen. Los que bailan en la casa son estrellas en una caja abierta de un coleccionista de estrellas. Los invitados son conducidos desde la puerta, sus rostros adoptan un aire de tranquilidad como de muertos. A una cama vacĂa se lanza un pesado silencio, Un extraĂąo se pasa la noche sentado en una silla y suspira.
IV
Un hombre muerto monta en su bicicleta sin tambalearse. Recto y tranquilo. Pusieron nostalgia en la ventana como flores por el dĂa, como una lĂĄmpara por la noche. Las palabras se atraen unas a otras con aceite en habitaciones saturadas de sol. Con los ojos cerrados un hombre recuerda lo que ha pasado hace un momento. Una mujer peina a otra mujer que tambiĂŠn llora ante el espejo.
V
Artilleros del siglo diecinueve se arrodillan junto al cañón, miran con caras maravilladas como santos el cielo rojo a través del herido, sueñan con la bocina nocturna de un viejo gramófono. Al otro lado de la ventana cae, grande y festiva, una catarata de mujeres desnudas y flores. En la mesa hay un cuaderno de recuerdos perfumado con una hoja doblada por la punta para un secreto triangular.
VI
Un pastor camina por el monte bello como los muchachos y las doncellas de las montañas de Benjamín. Sus aletas brillan por la tarde, pasa por allí sin cara. Sus cabras se desprendieron de él entre los algarrobos, un carnero de uvas se detiene sagrado bajo la luz de la luna. Un campesino siembra en el siglo pasado levantando la mano hacia atrás, como en las imágenes de los pioneros.
Un anciano 谩rabe coge nieto, la煤d y borrico y deambula por pueblos que una vez existieron cantando algo sobre un camello altivo que sali贸 a buscar el amor de su alma. En los huertos enmudeci贸 el tic-tac de la bomba de agua. Una luz azul se tumba en la noche y no entra en calor.
VII
Un anciano besa la mezuzá de la puerta, Su mano no vuelve a la boca. Él se parece a mi madre y a mi padre, Su mano se parece a un pájaro. Una mujer con el fuerte maquillaje de los ángeles de la muerte entra con pasos ligeros de baile. Las guías que han descrito su vida hasta ahora se sustituyen por otras, muy mágicas.
Un emigrante de la tierra de los vivos va perdiendo poco a poco sus documentos. Cuando la misma tristeza se reflejó en los ojos de cazador y cazado de asesino y víctima, llegará la redención al mundo, volverá al equilibrio y al caos callado. preparan a los niños para ser estratos del futuro.
Hay una gran guerra en mi boca para no endurecerse y en mi mandíbula para no ser como las puertas de una caja fuerte vacía y para que no se llame a mi vida, pre-muerte. Como un periódico pegado a una valla por el viento está pegada a mí mi alma. Si el viento se calma mi alma se caerá de mí.
Respirar, respirar.