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Unidad 2 El periodo colonial

una posición no intervencionista. La política exterior de un país no solo se basa en los intereses nacionales, sino también en la persona que la dirige, en este caso el presidente. A diferencia de otros mandatarios de Estados Unidos, Biden ha optado por anunciar el fin de una era de grandes intervenciones militares estadounidenses en el exterior, y esta posición la ha mantenido desde que fue vicepresidente durante el gobierno de Obama, cuando criticó la intervención en Afganistán. Ahora, durante su gobierno ha retirado las tropas de dicho país y ha declarado que no se arrepiente. Antony Blinken, quien ha ayudado a concebir la política exterior de Biden, ha definido una seguridad nacional estadounidense más enfocada a combatir el cambio climático, luchar contra las enfermedades globales y competir con China, que en términos de intervencionismo militar. Como puedes observar no hay un racional económico en donde se necesite preservar el flujo del petróleo, como en el Medio Oriente y, a pesar de la crisis humanitaria, no es motivo suficiente para actuar. Dentro de la política exterior estadounidense uno de los asuntos de mayor relevancia es Rusia. En este caso, preservar la soberanía de los países en el exterior cercano ruso es vital para evitar una “reconstitución” de elementos de la Unión Soviética, en donde Ucrania es un actor clave para mantener la zona de influencia rusa. A pesar de esto, hay una razón determinante para no intervenir militarmente, la cual es la importancia de controlar la escalada de tensiones. A diferencia del caso de Afganistán o Irak, la capacidad militar de Rusia es bastante robusta, ya que mantenerse como una potencia nuclear ha sido una de las prioridades de Putin y, a su vez, ha demostrado ser un actor relevante en temas de ciberseguridad. En este sentido, Estados Unidos no está en la posición dominante, como lo estuvo frente a los casos de Irak, por la invasión de Kuwait, de Bosnia tras el colapso de Yugoeslavia o de la intervención en Libia para impedir que Muamar el Gadafi atacara Bengasi, controlada por rebeldes. Además, diversas encuestas realizadas en el país revelan que los consultados entienden que Estados Unidos debía desempeñar un papel menor en el conflicto entre Rusia y Ucrania, o ninguno en absoluto. Lo que si hicieron fue imponer una serie de sanciones económicas a Rusia, enviaron tropas a Europa y redistribuyeron las que ya estaban allí, para reforzar a los aliados de la OTAN que limitan con Ucrania y Rusia. Además, nueva asistencia militar a Ucrania valorada en cientos de millones. La suma incluye dinero para armas antiblindaje y sistemas antiaéreos para contrarrestar los aviones y helicópteros rusos que bombardean Ucrania. Estados Unidos también proveyó sistemas antitanques, ametralladoras y lanzagranadas, entre otras cosas Estados Unidos no está obligado por ningún tratado internacional a asumir el riesgo de

enviar tropas a Ucrania. Una situación distinta ocurriría si Ucrania fuera parte de la OTAN, pues en esa organización se asume que un ataque contra cualquiera de sus miembros es un ataque contra todos. Ese es el compromiso fundamental del Artículo 5, que obliga a todos los miembros a defenderse unos a otros. Sin embargo, el conflicto surge de las demandas de Putin de garantías de que nunca se permitirá que Ucrania se una a la alianza militar y de la negativa de la OTAN a dárselas. Tampoco la OTAN está obligada a hacerlo. Desde inicios de la década de 1990, el tema de la ampliación de la OTAN para incluir a países que pertenecieron a la antigua órbita soviética fue motivo de debate entre expertos en política exterior, entre los cuales hay quienes creen que esto podría generar una reacción negativa por parte de Rusia, que podía sentirse amenazada por la inclusión en la alianza de países con los que comparte fronteras. Pese a esas objeciones, la alianza se amplió y desde 1997 ha incluido entre sus miembros a 14 países que proceden del antiguo bloque comunista. En 2008, la OTAN hizo una declaración en la que señaló que Georgia y Ucrania podrían ser finalmente admitidos, pero esto no ha ocurrido. De hecho, muchos analistas explican que no es casual que, justo meses después de esa cumbre de la OTAN, se produjo la guerra en Georgia mediante la cual separatistas prorrusos tomaron el control de los territorios de Abjasia y de Osetia del Sur. Una situación similar se repitió en 2014, cuando pocos meses después de las revueltas populares que llevaron a la caída del gobierno del presidente prorruso de Ucrania Víktor Yanukóvich, se registraron las rebeliones en Donetsk y Luhansk, en las cuales grupos prorrusos asumieron el control de esos territorios de Ucrania. Ante la invasión de Rusia a Ucrania el 24 de febrero de 2022 por primera vez en su historia, la OTAN desplegó su Fuerza de Respuesta por tierra mar y aire para defender a todos sus aliados con el objetivo de evitar el desbordamiento de la guerra en territorio de la Alianza, pero sin intervenir en Ucrania. En un inesperado mensaje por televisión en la madrugada del jueves 24 de febrero de 2022, el presidente ruso Vladimir Putin anunció una operación militar en Ucrania para defender las zonas separatistas en el este del país, prometiendo que buscaría desmilitarizar y no ocupar el territorio vecino. El mandatario también advirtió que quienes intentaran interferir deberían saber que la respuesta sería inmediata y conduciría a “consecuencias como nunca antes ha experimentado en su historia”. Putin presentó su operación como un ataque para “desnazificar” Ucrania, así como un rechazo al orden internacional liderado por Estados Unidos. De igual manera, resaltó que la aspiración de Ucrania a entrar en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) representa una grave amenaza para el país. No ha sido igual la respuesta de Putin en el caso de las intenciones de Suecia y Finlandia de ingresar a la OTAN expresado en mayo de 2022 e invitados formalmente el 29 de junio de 2022 en la Cumbre de la OTAN celebrada en Madrid. Putin declaró que Moscú no tiene problemas si dichos países se anexan a la OTAN, pues a diferencia de Ucrania, Finlandia y Suecia no tienen cuestiones ni disputas territoriales con Rusia, así que “no tenemos nada que nos pueda preocupar desde el punto de vista de la membresía de Finlandia y Suecia en la OTAN”. Sin embargo, amenazó con una respuesta recíproca de Moscú, si tal ingreso resulta en el despliegue militar de esa alianza en los dos países bálticos. “Si quieren [adherirse a la OTAN], adelante, pero ahora deben entender de forma clara y precisa (…), que en el caso de despliegue ahí de contingentes militares e infraestructura, nos veremos obligados a responder de manera recíproca y crear las mismas amenazas para aquellos territorios desde donde se crean las amenazas para nosotros. Son cosas obvias”, advirtió. Se estima que más de 4 millones de personas han huido de Ucrania lo cual se ha convertido en el mayor éxodo en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Además, hay otros 6.5 millones de personas que se han desplazado de forma interna en Ucrania. Es decir, casi 10,8 millones de personas en total han tenido que abandonar sus hogares como consecuencia de la invasión rusa, lo que equivale a más de una de cada cuatro personas que residen en este país europeo.

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El presidente Putin justificó las hostilidades contra Ucrania diciendo que los enfrentamientos entre las fuerzas ucranias y rusas son “inevitables” y “solo una cuestión de tiempo”. “La expansión de la OTAN y el desarrollo militar del territorio de Ucrania por parte de la Alianza es inaceptable para Rusia”. El trasfondo de esta crisis es la negativa rusa para aceptar el

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