África desde los mapas: un viaje cartográfico por la historia del África negra

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ÁFRICA DESDE LOS MAPAS Un viaje cartográfico por la historia del África Negra

Eric García Moral Grup d’Estudi de les Societats Africanes Departament d’Antropologia Social i Història d’Amèrica i Àfrica Universitat de Barcelona


“La historia dirá un día su palabra…África escribirá su propia historia” Patrice Lumumba

Eric García Moral ÁFRICA DESDE LOS MAPAS Un viaje cartográfico por la historia del África Negra Grup d’Estudi de les Societats Africanes Departament d’Antropologia Social i Història d’Amèrica i Àfrica Universitat de Barcelona 2012-2014

Diseño de la portada: Oto Vega Ponce (otovegap@gmail.com)


ÍNDICE DE CONTENIDOS INTRODUCCIÓN ....................................................................... pág.1 ÁFRICA ANTIGUA El origen negroafricano del Antiguo Egipto ................................ pág.5 Romanos en África/Los siglos oscuros......................................... pág.19 ÁFRICA CLÁSICA El Imperio de Ghana/ Bilad es Zanj y el origen de los swahili .. pág.27 El Imperio de Mali ........................................................................... pág.42 China visita África ............................................................................ pág.64 El Preste Juan: entre la leyenda y la historia.................................. pág.69 EL CONTACTO OCCIDENTAL, PERIODO PREDADOR Portugueses en África Occidental .................................................. pág.77 La isla de Kilwa/ Abisinia ............................................................... pág.87 La decadencia de Mali/ La Costa de Oro pre-ashanti/ Benin ... pág.99 Congo y Angola ................................................................................ pág.112 Pueblos del sur de África (siglo XVI) ............................................ pág.119 Portugueses en las islas de África Oriental.................................... pág.124 Segu y Kaarta/ Ashanti.................................................................... pág.130 Abomey ............................................................................................. pág.136 El sur de África (siglo XVIII) ......................................................... pág.139 Congo, Angola y los estados Luba y Lunda .................................. pág.144 Monomotapa..................................................................................... pág.153 Madagascar ........................................................................................ pág.157 Nubia y Abisinia ............................................................................... pág.160 Revoluciones musulmanas del siglo XIX ...................................... pág.165


Zanzíbar (siglo XIX) ........................................................................ pág.173 PERIODO COLONIAL El reparto de África/ La colonización ........................................... pág.178 Las independencias .......................................................................... pág.187 BIBLIOGRAFÍA ........................................................................... pág.194

ÍNDICE MAPAS 1. La Geografía de Ptolomeo .......................................................... pág.4 2. Tabula Peuntingeriana ................................................................. pág.18 3. Tabula Rogeriana.......................................................................... pág.26 4. Hereford Map ............................................................................... pág.37 5. Atles Català ................................................................................... pág.41 6. Kangnido. ...................................................................................... pág.63 7. Mapamundi Catalán Estense. ..................................................... pág.68 8. Planisferio de Cantino ................................................................. pág.76 9. Abissinorvm Regio....................................................................... pág.86 10. Gvineae Nova Descriptio ......................................................... pág.98 11. Afrique/ La Guinée et pays circomvoisins Partie de la Haute Aethiopie, ou sont l'empire des Abissins, et la Nubie Mappe-Monde ou Carte general du monde ............................................................................................................ pág.106 12. Regna Congo et Angola ........................................................... pág.111 13. Description de l’Afrique ........................................................... pág.118 14. De l’Afrique: costes d’Abex, d’Aian et de Zangvebar .......... pág.123


15. Partie Occidentale de l’Afrique Guinée grand pays de l’Afrique ..................................................... pág.129 16. Carte de la Barbarie, Nigritie et de la Guinée ........................ pág.135 17. Africa juxta navigationes et observat ...................................... pág.138 18. Carte de l’Afrique ...................................................................... pág.142 19. Cartes des royaumes de Congo, Angola et Benguela ........... pág.143 20. Empire de Monomotapa .......................................................... pág.152 21.Partie de la cote orientale de l’Afrique avec l’ille de Madagascar ............................................................................................................ pág.156 22. Nubie et Abissinie ..................................................................... pág.159 23. The continent and islands of Africa (norte) ........................... pág.163 24. The continent and islands of Africa (sur) ............................... pág.164 25. África .......................................................................................... pág.172 26. Afrika: Politische Übersich África Colonial ................................................................................. pág.177 27. Independencias/ Mapa político 2013 ..................................... pág.185


INTRODUCCIÓN Este proyecto se ha realizado en el marco de la beca de colaboración con el Departament d’Antropologia Social i Història d’Amèrica i Àfrica de la Universitat de Barcelona, durante el curso 2012-2013, aunque la realización del mismo se ha extendido hasta Abril de 2014. La idea del proyecto “África desde los mapas” nació con la voluntad de convertirse en una herramienta útil para los alumnos de la asignatura “Historia de África” impartida en el tercer curso del Grado de Historia de la Universidad de Barcelona. Como alumno, experimenté de primera mano lo difícil que era realizar una aproximación inicial a la historia africana sin ningún instrumento de ayuda. Los conocimientos sobre el tema, de mis compañeros y los míos propios, eran escasos y lo desconocido no siempre genera interés; sino que puede originar recelo. El manual “Kuma: historia del África negra” puede resultar útil para los alumnos que se sumergen por primera vez en los recovecos de la historia africana. Sin embargo, una obra general, y ciclópea, como la de Ki-Zerbo o la de la UNESCO asusta incluso a los estudiantes más avezados. “África desde los mapas” no es un manual, ni pretende serlo, pero repasa algunos episodios históricos relevantes del África Negra, desde el antiguo Egipto (Kémit) hasta las independencias. Intentar abarcar un espacio cronológico y geográfico tan dilatado en poco tiempo, y con pocos recursos, es una quimera. Es por ello que los contenidos de este proyecto no pretenden ser un ejercicio de erudición, sino más bien un compendio de explicaciones simples; un primer acercamiento, una visión más tangencial que profunda. La recopilación cartográfica permite al estudiante, o al lector de estas líneas, constatar el conocimiento que se tenía sobre el continente en el momento en que los mapas fueron confeccionados. Visualmente, los mapas -1-


amenizan el contenido histórico con el que se relacionan. En realidad, este proyecto no es una obra cartográfica, sino que se circunscribe en el ámbito histórico. Es la historia de cómo ha sido vista África durante siglos y de la escasa evolución de esa manera de ver el continente. Por otro lado, la cartografía y la bibliografía que presentamos ha sido seleccionada entre la disponible en la ciudad de Barcelona, principalmente en la Biblioteca de la Universidad de Barcelona, lo que supone una limitación de partida, y el Institut Cartogràfic de Catalunya, cuyo fondo se encuentra totalmente digitalizado. Aún así, en un mundo tan interconectado como el nuestro me he permitido la licencia de extraer algunos mapas de internet, ya sea por su interés particular o simplemente por una mera cuestión práctica. Estos casos, no obstante, son minoría y constituyen una excepción. Lo que el lector encontrará en las páginas que sostiene entre sus manos, o en la pantalla de su dispositivo digital, es fácil de explicar. Cada mapa está acompañado, en mayor o menor medida, de cierta información: año en el que se produjo, información sobre el autor y algunos detalles concretos sobre el mapa (algo poco exhaustivo debido a nuestras obvias limitaciones en el campo del análisis cartográfico) y el contexto histórico al que puede relacionarse el mapa. Esto último, el contexto histórico, varía tanto en su extensión como en su profundidad de un mapa a otro. Los textos explicativos se alimentan de una multitud de obras bibliográficas. Todas ellas, y otras tantas que no se han utilizado, se encuentran debidamente referenciadas en “Bibliografía”. Aunque “África desde los mapas” no goce de una brillantez académica superlativa, espero que el estudiante que acuda a él para iniciar sus primeros pasos en la historia africana encuentre una utilidad efectiva en estas páginas. La voluntad no es otra que la de facilitar a los nuevos estudiantes su primer contacto con la historia al sur del Sáhara.

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Por último, quería expresar mi agradecimiento a Xavier Puigserver, quién me puso sobre la pista de la beca que me ha permitido realizar el proyecto y que me animó a competir por ella; al profesor Ferran Iniesta, verdadero ideólogo del proyecto y cuyo consejo y asesoramiento ha hecho mi tarea más fácil; al Departament d’Antropologia Social i Història d’Amèrica i Àfrica por la oportunidad de colaborar y de difundir el proyecto en su página web; a mi amigo Xavi Franco, por ayudarme a ensamblar las piezas que durante tantos meses estuve recopilando; y a mí hermano Héctor, que me brindó su ayuda en la tarea menos grata de todo el proceso. Eric García Moral Sant Esteve Sesrovires, marzo de 2014

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1. GEOGRAFÍA

Fuente: CRAI Biblioteca de Filosofia, Geografia i Història. Universitat de Barcelona


Título: Geografía Autor: Ptolomeu Fecha original: siglo II Fecha copias: a partir del siglo XIV Localización: Biblioteca Reserva de la Universidad de Barcelona (copia) Características e información de interés Ptolomeo escribió la obra Geographia. En ella, entre otras cosas, señalaba miles de referencias y coordenadas alrededor del mundo. De Ptolomeo, sin embargo, no se ha hallado ningún mapa. Fue a partir del siglo XIV cuando su obra empezó a reproducirse. En el siglo XV ya encontramos copias de la Geographia en latín. Esto permitió una difusión de la obra de Ptolomeo que no había sido posible hasta entonces. Los primeros mapas que se basan en las ideas ptolemaicas datan, por lo tanto, del siglo XV. En ellos aparecían Europa, Oriente Medio, India, Sri Lanka (representada excesivamente grande), la península del sureste asiático y China, además de África. Ptolomeo resulta crucial para comprender la cartografía de toda la edad moderna. Aunque los relieves del continente africano fueron cambiando debido a las navegaciones europeas, el dibujo del interior continuó presentando los mismos aspectos, características y errores que los primeros mapas ptolemaicos hasta bien entrado el siglo XVIII. El mapa muestra dos grandes mares cerrados: el primero es el Mediterráneo y el segundo el Océano Índico, que se extiende hasta el Mar de China al Este. África en el mapa África aparece en la parte inferior izquierda del mapamundi ideado por Ptolomeo en su Geografía. En él aparecen las regiones conocidas entonces de África del norte (Mauritania Tinganica, Mauritania Cesariense, África menor), -5-


Egipto, Libia interior, Etiopía y Meroe. Más allá de Etiopía encontramos la tierra incógnita. El mapa muestra el continente africano completo. El contorno del mismo, sin embargo, es poco preciso y su interior es casi una invención. Ptolomeo concibió un continuo terrestre que prolongándose desde la costa oriental de África unía el continente con Asia. Es decir, extiendió la línea costera del sudeste africano hacia el este, uniendo África con la parte más oriental de Asia. Pese a que el perfil continental trazado por Ptolomeo sufrió cambios debido a los nuevos descubrimientos y navegaciones, las ideas que éste concibió para el interior continental perduraron hasta bien entrado el siglo XVIII. Debido al desconocimiento del interior continental, no extraña que la cuestión de las fuentes del Nilo estuviera envuelta en leyendas desde la antigüedad. Una de las más duraderas fue la que relacionaba el curso del río con unas misteriosas montañas al sur de Etiopía a las que se denominó como Montes de la Luna. Este mito se asentó con Ptolomeo y su Geografía. Tras él, los Montes de la Luna devinieron una recurrencia común a muchos cartógrafos de la última Edad Media y casi todos los del Renacimiento. La localización de los Montes de la Luna a lo largo de la historia de la cartografía ha sido cambiante: unas veces estaban situados en el golfo de Guinea, otras cerca del lago Tana, en Abisinia, y otras tantas en el extremo meridional del continente. Sea donde fuere, los Montes siempre tenían que estar situados al sur de la actual Etiopía, tal y como dijo Ptolomeo. Parece como si siempre hubiera que acomodar los Montes de la Luna un poco más allá de los confines del mundo entonces conocido, empujándolos hacia fuera a medida que progresaban los descubrimientos. Siguiendo esta tendencia, Duarte Pachecho Pereira los localizó en el mismo cabo de Buena Esperanza.

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Sin embargo, lo más usual desde finales del siglo XV será situarlos en algún lugar del interior africano por debajo de la equinoccial. A los pies de los Montes, Ptolomeo plasmó dos lagos paralelos que daban nacimiento al Nilo. Abisinia se alarga hacia el sur, lo cual provoca que se desplacen en el mismo sentido las supuestas fuentes del Nilo. De esta forma, además, se conseguía llenar un interior continental escasamente conocido (recurso utilizado hasta el XVIII). Además del Nilo, Ptolomeo concibió un río que, en el norte de África, discurría hacia el oeste, terminando su curso en una gran laguna central. Tal vez se trate del río Níger. Contexto histórico El mapa muestra con bastante acierto la zona de Egipto, Etiopía y parte de la costa oriental africana. Tal vez fueran estos puntos los mejores conocidos en la época. En primer lugar hablaremos de la costa oriental. Al sur de Egipto, en el Sudán nilótico, se encontraba Kush. Cerca estaba Punt, que era el complejo cultural formado por el Cuerno de África y el sur de Arabia. La cultura de Saba, más tarde Himyar, en el suroeste de la península arábiga, se extendía al otro lado de Bab el Mandeb y el pueblo habash (abisinio) se asentaba a ambas orillas del estrecho. Ya en una fecha tan temprana como 3.500 a.C los egipcios iban a buscar pieles, productos aromáticos y plantas a las regiones de Punt. El hecho más notable de ambas orillas meridionales es que formaban parte de un conjunto cultural, abierto al océano Índico y con antiguas relaciones comerciales con el norte, con el Mediterráneo. En el siglo I contamos con un texto extenso y detallado de estas costas. Un documento escrito por un griego de Alejandría. Es el Periplo de la mar -7-


Eritrea. Su contenido es una mezcla perfecta de instrucciones náuticas, descripción de costas y precisión sobre los productos que pueden intercambiarse en cada puerto o escala. Encontramos las primeras alusiones al orden político para África, al sur del cabo Guardafui. Según el Periplo, se puede subdividir la costa este en tres grandes sectores. El primer sector, que corresponde al centro y norte del mar Rojo (sur egipcio y litoral sudanés), carecía de interés comercial. En las costas desérticas había clanes nómadas, sin aparente control de Kush, que sólo exportaban caparazones de tortuga y poco marfil. El segundo sector tenía dos regiones políticamente bien delimitadas. Entre los 16º y los 12º norte la costa estaba bajo control, más o menos efectivo, del rey de Axum, Zoscales, mientras que todo el litoral del Cuerno de África era una sucesión de poderes locales independientes a uno y otro lado del cabo Guardafui. A 60 kilómetros de la actual ciudad de Massawa (Eritrea) se encontraba Adulis, el gran puerto al que llegaba el mejor marfil africano, procedente de la meseta etíope cuya capital era Axum. El rey Zoscales, por su parte, estaba helenizado, conocía la literatura griega y poseía rasgos mercantilistas más propios del norte que de la tradición local, pero era más bien avaro, lo que indicaría cierta tendencia de dicho monarca a la acumulación. En la costa axumita se obtenía caparazón de tortuga, marfil de calidad y cuernos de rinoceronte, que podía exportarse a la Índia. Además de importar diversas manufacturas egipcias de baja calidad, los súbditos de Zoscales también importaban vestidos y abrigos de lino, artículos de sílex, cobre en planchas, cobre blando para recipientes y brazaletes, hierro para lanzas de caza y guerra, espadas, copas, monedas, vino griego e italiano, aceitunas, aceite, ropa militar de cuero basto y, hechos en la Índia, vestidos de franjas cosidas, además de acero. La región oriental de éste sector, proyectada entre los 44º y 52º de longitud este, se encontraba abierta -8-

a los vientos monzónicos, con el


consiguiente peligro para las navegaciones. Las poblaciones eran nómadas salvo en las ensenadas, en las que se comerciaba por mar. Políticamente, el sector de costa que sigue, la de los Perfumes, carecía de unidad y sólo en el nomadismo hay un rasgo común señalado. Tanto este tramo como el axumita o etíope eran comercialmente atractivos y recibían la visita de grecoegipcios, sudarábigos e indios. En el Cuerno de África, o Costa de los Perfumes, se obtenían sobre todo resinas y plantas aromáticas, entre las que destacan el cinamono y el incienso. Al sur de esta región empezaban las escalas de Azania. Las primeras escalas eran Sarapión y Nikon, posiblemente al sur de Somalia. A una semana de navegación hacia el sur se encontraban las islas de Pyralae (Pate, Manda y Lamu, en el norte de Kenia). La última escala de Azania era la ciudad de Rhapta, tal vez la Kilwa actual (Tanzania). En esta última ciudad

residía el jefe mafarítico, que dependía del

distrito himyarita de Mafaris. Allí se exportaban pieles, caparazones de tortuga y cuerno de rinoceronte, reputado como afrodisíaco. El jefe mafarítico gozaba de autoridad –aunque no determinada- y la gente sudaràbiga de Muza comerciaba regularmente en esa costa. Las monedas romanas halladas en todas las islas azanias prueban que la navegación comercial las alcanzaba con regularidad usando, como señala el periplo, los monzones índicos. La ciudad portuaria de Muza, al sur del reino sudarábigo de Himyar, tal vez ejercía cierto monopolio de los intercambios al sur del Cabo Guardafui. Sus gentes hablaban la lengua azania, se casaban con azanias y reforzaban con su apoyo la posición del jefe mafarítico sobre Azania. Se han encontrado corazas de cuero egipcias, enviadas a Axum, y se ha demostrado la fabricación sudarábiga de lanzas para venta exclusiva a los azanios. Se trataba de un intercambio de manufacturas del norte contra materias primas del sur, e incluso con una producción manufacturera (egipcia y sudarábiga) especializada en mercados de alta rentabilidad. Sin embargo, -9-


dada la independencia de todas las sociedades de la costa oriental, este mercado podía ser, y sin duda fue, un factor positivo. Mientras en los siglos V-VI el Mediterráneo se colapsaba mercantilmente, el Índico veía aumentar sus intercambios, en un momento en el que sasánidas y axumitas se disputaban la hegemonía militar y económica. Caleb de Axum intervino militarmente en Hymiar y finalmente un gobernador axumita, Abra, se estableció con su ejército de 70.000 soldados en el sur de Arabia, frenando la progresión de Cosroes. Pero en el 570, su ejército fue destruido por una tormenta de arena y los sasánidas terminaron imponiéndose en la zona y en todo el Índico occidental: Bizancio perdía así a su aliado cultural y económico, Axum, que ahora quedaría aislado hasta el 1540, con la llegada de los portugueses. Volvamos ahora nuestra mirada hacia una de las civilizaciones más brillantes de la historia: el Antiguo Egipto. Si bien es cierto que se encontraba en el continente africano, ésta no era la única conexión que lo unía con el resto de África. Los orígenes de esta formidable civilización fueron atribuidos durante años a civilizadores foráneos. En nuestros manuales escolares poco se habla del giro que hubo en el ámbito académico gracias al empuje, entre otros, del pionero Cheikh Anta Diop. En resumen, son pocos quienes conocen realmente su origen y las conexiones de su cultura prístina con los pueblos del África negra. En primer lugar pongamos el foco en la zona sahariana. En el momento en el que se desertizó y empezó a tornarse en el arenisco desierto que hoy conocemos, la población negra era mayoría y, siendo ya agricultores (recordemos que el Sahara no siempre fue un desierto), fueron los primeros en abandonar la zona en busca de tierras más húmedas, las cuales encontraron en los alrededores de las grandes charcas y de los cursos de agua del sur, así como en el valle del Nilo. -10-


Podemos decir que en las zonas saharianas y khartumianas (Sudán actual), es decir, en el mundo preegipcio, encontramos un seguido de elementos que conformaron un denominador cultural común: los megalitos, la circuncisión, los tatuajes, las tierras asociadas a la serpiente, el carnero, el disco solar, los cráneos deformados por vendas y la momificación mediante inhumación temporal en arena caliente. Desde el coloquio del Cairo de 1974 se ha admitido el origen meridional del poblamiento y civilización de Egipto. Kémit —el país negro— fue reconocido africano por su lengua, su sistema social y su arte y pensamiento. Por lo tanto, podemos decir que la cultura khartumiana ascendió hasta el Egipto prehistórico. Pueden observarse diversos elementos de procedencia meridional y, por lo tanto, venidos de la zona sahariano-sudanesa, en otras palabras, negroafricana: - Componentes religiosos: 1. La práctica de la inhumación inicial de los muertos con la cabeza hacia el sur, hacia el Khent Amenti o país de los ancestros. 2. La divinización del buey y la vaca como divinidades celestes. 3. La imagen-concepto del disco solar como ojo de halcón y ambos como símbolo del poder. 4. La noción de la tierra primordial, íntimamente asociada con la realeza (cósmica y humana). 5. La divinidad real: se han hallado evidencias arqueológicas que sitúan entre 6.000 a.C y 5.700 a.C la existencia de los atributos faraónicos del poder en pleno Nilo sudanés. Asimismo, la corona del Alto Egipto, como Horus-Halcon, el templo-palacio, las barcas de Ra y la barba faraónica se hallan también en estas fechas en la misma zona. En conclusión: los rastros más antiguos del faraonato proceden del Sudán nilótico. -11-


Fue a partir del 5.500 a.C cuando el pueblo meridional de los anu/onu estableció sus ciudades en todo el valle del Nilo. On del norte, por ejemplo, fue la futura Heliópolis. Su caudillo fue Tera Néter y se encontraba en la ciudad de Tufium. Presumiblemente, fueron los anu la base unificadora de Egipto y Néter pudo ser el antecesor directo de la casa de Nekhen, de donde saldrían los Escorpión, Nármer-Menes, etc. El nombre del país fue Kémit (KMT) y sus habitantes se denominaron Remtw Kémit (RMTW KMT), literalmente «los perfectos del País Negro». El nombre de Egipto es una denominación griega tardía y cuyo significado es confuso. KM (negro) era, además del color con el que se designaban a ellos mismos y a su país, el color que designaba a sus dioses principales (Osiris, Min e Isis). Por otra parte, el estudio de los cráneos egipcios predinásticos ha mostrado la importancia del factor negroide, especialmente en el sur. Y, como hemos visto, fue precisamente del sur de Egipto de donde partió la iniciativa de la unificación política del país y el que aportó las bases de su cultura. Para los egipcios, el sur era la tierra donde habitaban los dioses. Los cuerpos de los faraones muertos solían ser transportados con gran frecuencia a la tierra madre, para ser enterrados en las ciudades santas de la Tebaida (Abydos, Tebas, Karnak), exactamente como los restos mortales de los reyes de Benin fueron transportados, inicialmente, a la ciudad santa de sus orígenes, Ile Ife. Por lo tanto, vemos cierto reconocimiento de su procedencia meridional. En este sentido, Diodoro Sículo decía, respecto a los etíopes (nubios): «Y añaden que los egipcios los consideran sus antepasados y autores de la mayor parte de sus leyes. De ellos han aprendido a honrar a los reyes como dioses y a enterrar a sus muertos con tanta pompa. La escultura y la escritura nació entre los etíopes».

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Esto, por supuesto, no significa que todos los egipcios desde los primeros tiempos hasta el fin de la edad antigua fuesen negros. A medida que se produjeron mestizajes prolongados con los pueblos del norte fue disminuyendo la proporción de rasgos negroides. Los egipcios nunca establecieron una división racial entre ellos y los sudaneses o kushitas, al menos desde el punto de vista léxico Los nubios eran representados con rasgos particularmente negroides ya que no estaban sometidos al mestizaje norteño, aunque también fueron representados exactamente igual que los egipcios. Nubia, por su parte, tuvo un importante papel en la defensa de la civilización egipcia. Cada vez que Egipto estuvo en peligro acudían al Alto Egipto y Nubia, donde se replegaba con el fin de rehacer sus fuerzas y como para rejuvenecerse en las fuentes de la patria. Cada vez que desde Nubia partía una contraofensiva contra el norte, su intención era restablecer las costumbres, reconstruir los templos, copiar de nuevo los textos antiguos y restaurar, en suma, la “egipticidad”. Ki-Zerbo nos dice: «los negros debieron constituir la mayoría de la población en el antiguo valle del Nilo, al menos en los primeros tiempos protohistóricos e históricos y en las regiones meridionales. Desempeñaron además un papel decisivo en la formación de la civilización egipcia. Y gran número de importantes personalidades de la historia egipcia fueron negros». Siguiendo con el historiador burkinabé, «si la mayoría de los agricultores que, provenientes del desierto, fueron a instalarse a orillas del Nilo, eran negros, y si el surgimiento de la civilización egipcia es de origen autóctono, y más bien sureño (es decir, de un lugar en el que había seguramente mayor número de negros), es evidente que el papel de los negros en la formación de esta civilización no necesita ser subrayado ulteriormente». Cheikh Anta Diop afirmaba que la población egipcia de época predinástica era negra y que en época dinástica se produjo una infiltración de elementos nómadas blancos. El mismo doctor Diop realizó análisis -13-


microscópicos en los que halló niveles de melanina (sustancia química responsable de la pigmentación de la piel) similares a la de los negros actuales en las momias procedentes de las excavaciones de Marietta, en Egipto. Sin embargo, al pedir al museo del Cairo realizar tales análisis con muestras de las momias bien conservadas de Tutmosis III o Ramsés II, su petición fue rechazada. Algunos autores griegos, pese a ser contemporáneos de un Egipto que ya había experimentado múltiples mestizajes, describían a sus habitantes como negros. Veamos cómo describía Herodoto el origen de los colcos, un pueblo negro a orillas del mar negro: «Manifiestamente, en efecto, los colquidianos son de raza egipcia; pero unos egipcios me dijeron que a su parecer los colquidianos descendían de los soldados de Sesostris. Yo mismo lo había pensado según dos indicios: primero, porque tienen la piel negra y los cabellos rizados (a decir verdad, eso no prueba nada, porque otros pueblos también están en ese caso), y luego y con más razón, porque sólo los colquidianos entre los hombres, así como los egipcios y los etíopes, practican la circuncisión desde su origen. Los fenicios y sirios de Palestina reconocen que han aprendido esa costumbre de los egipcios. Los sirios […] dicen haberlo aprendido de los colquidianos. Esos son los únicos hombres que practican la circuncisión y se puede comprobar que lo hacen del mismo modo que los egipcios. Yo no sabría decir cuáles de los dos, egipcios o etíopes, aprendieron esa práctica de los otros; porque eso es, evidentemente, en ellos algo muy antiguo». Herodoto no compartía la opinión de Anaxágoras según la cual el deshielo de la nieve en las altas cimas de Etiopía era el origen de las crecidas del Nilo. Se apoyaba en el hecho de que no llueve ni nieva en Egipto «y que el calor hace allí a los hombres negros». Aristóteles dice:

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«Los que son demasiado negros son cobardes, y eso se aplica a los egipcios y a los etíopes. Pero los que son excesivamente blancos son igualmente cobardes […], por tanto la complexión que corresponde al coraje está entre los dos». El escritor Luciano, en una de sus obras hace que en una conversación un personaje diga lo siguiente: «Licinio (describiendo a un joven egipcio). —Ese joven no sólo es negro, sino que también es hocicón y tiene las piernas delgadas… sus cabellos recogidos detrás en una trenza muestran que no es de condición libre. Timolao. —Esa es la señal de un nacimiento muy noble en Egipto, Licinio. Todos los niños de condición libre llevan trenzados sus cabellos hasta la edad adulta». Amiano Marcelino, nueve siglos después de Herodoto, dice: «Pero los hombres de Egipto son, la mayor parte, morenos y negros, de aspecto delgado y seco». Pese a todo esto, lo importante en la relación África Negra- Egipto no fue tanto el color de la piel de sus gentes como el conjunto de elementos en relación al pensamiento, la cultura o la política, que dibujan a las claras el origen negroafricano de la cultura del Antiguo Egipto, Kémit. Henry Frankfort explicó la cosmovisión egipcia como hermana de la percepción negro-africana del mundo y rechazó toda posibilidad de influencia nórdica destacable en la construcción y desarrollo de la sociedad africana de Egipto. La civilización negro-africana actual se encuentra más próxima a la civilización egipcia que a cualquier otra conocida. Algunas lenguas del oeste africano están emparentadas con el egipcio antiguo (Cheikh Anta Diop trabajó especialmente con el wolof). La subsistencia de parentescos culturales poderosos entre ambas zonas de dispersión de los pueblos del Sahara es evidente: sus lejanos antepasados, que habían participado de la misma experiencia histórica que los egipcios en las verdes praderas del Sahara neolítico, formaban parte, por entonces, de la misma área cultural. -15-


El parentesco es notable tanto en las culturas materiales como en las sociedades y en las concepciones generales del mundo. Destaquemos algunos rasgos comunes: el papel de la serpiente en la cosmología egipcia y en el África negra actual (dogon, Benín…), la existencia de barcas de los muertos, como en el valle del Nilo, la circuncisión, los cabellos trenzados al modo de una estera, el uso de cetros, etc. La enumeración de todas las analogías no tendría fin. El gran número y la diversidad de las concordancias es lo que impone la idea de que, entre Egipto y África negra, ha habido algo más que vagos intercambios: ha existido el sustrato de un parentesco originario. Si la observamos desde el África negra, la civilización del Antiguo Egipto, tan extraña para la mentalidad occidental y actual, parece casi familiar. En palabras de Ki-Zerbo «lleva el sello difuminado, pero sorprendente, de una lejana hermandad, en el alba de los tiempos humanos».

Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la Universitat de Barcelona) - PTOLOMEO, Claudio, Cosmografía [Material cartográfico], Valencia: Vicent García Editores, 1983. - SANZ, Carlos, La Geographia de Ptolomeo, ampliada con los primeros mapas impresos de América, desde 1507 : estudio bibliográfico y crítico, con el catálogo de las ediciones aparecidas desde 1475 a 1883, comentado e ilustrado, Madrid: Librería General V. Suárez, 1959. - PTOLOMEO, Claudio, Cosmographia (intérprete Jacobo Angelo), Vicenza: Hermannus Liechtenstein, 1475. - PTOLOMEO, Claudio, Geographiae Claudii Ptolemaei ... Libri VIII, partim à Bilibaldo Pirckheymero translati ac commentario illustrati, partim etiam -16-


Graecorum antiquissimorumq[ue] exemplariorum collatione emendati atque in integrum restituti. His accesserunt, Scholia, quibus exoleta locorum omnium nomina in Ptolemaei libris ad nostri seculi morem exponuntur. Indices duo ... ueterum simul ac recentiorum locorum ... situs, facillima ratione in tabulis depictis deprehendu[n]tur, Conradi Lycosthenis ... opera adiecti. Quibus praefixa est epistola in qua de utilitate tabularum geographicarum ac duplicis indicis usu latè disseritur. Tabulae nouae quae hactenus in nulla Ptolemaica editione uisae sunt, per Sebastianum Munsterum. Geographic[a]e descriptionis compendium, in quo uarij gentium ac regionum ritus, mores atq[ue] consuetudines per eundem explicantur, Basilea: ex officina Henrichi Petri, 1552. Enlaces de interés - Manuscrito completo de la versión del Donnus Nicolaus Germanus en la Librería Nacional de Polonia: http://www.polona.pl/dlibra/doccontent2?id=61&dirids=1 - Colección de mapas de Cosmografía en Wikipedia: http://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Ptolemy_maps - Mapamundi completo en wikipedia: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/5/5f/World_of_Ptolemy_ as_shown_by_Johannes_de_Armsshein_-_Ulm_1482.png - Texto en griego en la Bibliotheca Augustana (Augsburgo) http://www.hsaugsburg.de/~harsch/graeca/Chronologia/S_post02/Ptolemaios/pto_g000.h tml - Geografía de Claudio Ptolomeo Alessndrino, in Venetia: apresso gli heredi di Melchior Sessa, 1599 http://amshistorica.unibo.it/186

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MAPA 2. TABULA PEUNTINGERIANA

Fuente: Wikimedia Commons


Título: Tabula Peutingeriana Autor: desconocido Año original: a partir del siglo IV Medidas: 0,34 m x 6,75 m Localización primera copia descubierta: Österreichische Nationalbibliothek (Biblioteca Nacional de Austria) Características e información de interés La Tabula Peutingeriana es un itinerario ilustrado que muestra las carreteras y ciudades principales del imperio romano que constituían el cursus publicus. En él aparecen Europa, el norte de África y algunas partes de Asia (Próximo Oriente, Persia e India: donde aparece el río Ganges y Sri Lanka, incluso se menciona a China). Recibe su nombre del humanista alemán Konrad Peutinger (14651547), quien heredó una copia de la tabula de su amigo Conrad Celtes. Se trata de la primera copia conocida (realizada en el siglo XIII en Colmar) y fue hallada en 1494 en una biblioteca de Worms por el mismo Celtes. No se ha descubierto el original y, por lo tanto, disponemos sólo de copias.

Sin embargo, la representación de la ciudad de Constantinopla,

fundada en el año 328, nos permite saber que la tabula fue realizada con total seguridad a partir de esa fecha. Diversos elementos han llevado a los especialistas a situar el mapa entre los siglos IV y V. Está compuesta de once pergaminos, un doceavo está perdido. Se muestran los asentamientos romanos y las carreteras que los conectaban (unos 200.000 kilómetros de carreteras), además de mares, ríos, bosques, montañas… La ausencia de la Península Ibérica hace suponer la existencia de ese doceavo pergamino antes mencionado (Conradi Millieri reconstruyó la parte que faltaba en 1989). -19-


El formato rectangular (debido al pergamino) no permite una representación realista de los paisajes. El mapa, más bien, fue concebido como una representación simbólica que permitiera ir fácilmente de un punto a otro y de conocer las distancias de las etapas sin ofrecer una representación fiel de la realidad. Por otro lado, el mapa muestra unas distancias muy exactas, explicadas ya sea en millas romanas o en otras unidades dependiendo de la región. Los viajeros de la época, que no disponían de mapas, necesitaban saber lo que tenían por delante y cuánto quedaba para llegar a sus destinos. Unas 555 ciudades y 3.500 particularidades geográficas están representadas, como los faros y los santuarios importantes, a menudo ilustrados con una pequeña imagen. Las ciudades son representadas mediante el dibujo de dos casas, mientras que las ciudades más importantes como Roma, Constantinopla o Antioquía son señaladas con un medallón adornado. África en el mapa En el mapa solamente encontramos representada la zona norte de África. Ésta se alarga desde el segmento I (reproducido por Conradi), en Mauritania, hasta el IX, donde sale Egipto. En aquellos tiempos, los romanos poseían asentamientos en tierras africanas pero sus conocimientos no llegaban a las tierras del interior. Por lo tanto, se representan algunas de las ciudades más importantes para los romanos, así como algunos santuarios de éstos y las carreteras que conectaban los asentamientos. Se plasman ríos y montañas (Atlas), aunque de manera vaga y distorsionada. Los cursos fluviales suelen discurrir en horizontal debido a las características del mapa. El Delta del Nilo sale bien representado y el río propiamente dicho discurre hacia el oeste hasta desembocar en un gran lago. Esta zona es en la que se representan ciudades más profusamente. En Egipto vemos representado el famoso faro de Alejandría. Por último, vemos que se percibía -20-


la existencia del mar rojo, y la culminación del continente africano en forma de cuerno puede indicar cierto conocimiento del Cuerno de África. Contexto histórico En la época en que fue realizada la Tabula Peutingeriana, el conocimiento del interior continental y, por ende, de sus estructuras políticas y sociales era inexistente. Raymond Mauny llamó al período comprendido entre el nacimiento de los primeros siglos de la era cristiana y el siglo X como los siglos oscuros debido a la dificultad que entraña el estudio del período por la escasez de fuentes. Aquellos fueron unos años en los que África apenas era conocida por el resto de civilizaciones, cuyos principales contactos sucedían en el norte del continente, donde fenicios, griegos y romanos pugnaban, cada cual en su momento, por controlar la franja costera y asegurarse su explotación. En estos siglos, los dos grandes imperios de la Antigüedad africana, Egipto y Nubia, se encontraban en un proceso de disgregación que parece haber menguado la cantidad de intercambios regulares, a la vez que empujaban a grupos de emigrantes hacia el interior del continente. Esta época fue esencial para la formación de sociedades que posteriormente hemos podido conocer. Hubo numerosas migraciones al sur del Sahara que se tradujeron en una riquísima y abundante mezcla de pueblos. Como señaló Greenberg, no sin oposición, las relaciones entre las diferentes lenguas del continente atestigua un movimiento dinámico de su población, algunos de los cuales se produjeron durante estos siglos. Fue, por lo tanto, un momento de comunicación y difusión de ciertas técnicas y culturas que colaboraron en ulterior formación de sociedades más poderosas y mejor organizadas.

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Nos encontramos en la antesala del inicio de los grandes siglos del África negra, en el umbral de un mundo rutilante y magnífico, un tiempo en el que se erigieron los grandes imperios clásicos africanos. Desde los siglos III y IV, mientras periclitaba el reino sudanés de Kush, los pueblos ganaderos organizaban la vida en el Nilo, los azanios incorporaban el hierro a su cultura material, los agricultores circulaban con sus metales desde el ecuador hasta el sur del río Limpopo y los sudaneses del centro y del este estructuraban los primeros estados de la sabana. Esta intensa actividad humana llevaría, siglos después, a los mercaderes de la Umma musulmana a atravesar el Sahara o a navegar por el Índico, por lo que ellos llamarían Bilad es Zandj. Las sociedades guineanas y bantúes señoreaban el bosque, abrían porciones de sabana a los cultivos y a los rebaños y elaboraban cosmogonías que más tarde se plasmarían en la riqueza de las artes clásicas akan, yoruba, congo o luba. En la región austral, los cazadores san (bosquimanos) ejecutaban sus pinturas desde el cabo de Buena Esperanza hasta el altiplano rhodesiano, y los pastores

khoi-khoi

(hotentotes)

formaban

grupos

trashumantes

de

cuatrocientos y quinientos individuos. El cristianismo devino el atributo simbólico más fuerte de buen número de reinos africanos situados en las orillas del Nilo Medio y Nilo Azul. La monarquía de Axum, en el Cuerno de África, fue la primera en optar por la cristianización, a mediados del siglo IV. Ello favoreció la formación de poderes ideológicamente afines desde Asuán hasta la región del actual Jartum, y dio lugar a la aparición de un largo eje cristiano entre el Egipto bizantino y la Abisinia axumita. Antes de acabar el siglo VII, la presencia de un activo Dar al-Islam (activo mercantil y religiosamente, y poco o nada belicoso al sur del Sáhara) -22-


delimitó las fronteras exteriores del mundo negroafricano. Fue la presencia de estos elementos musulmanes los que empezaron a llenar el vacío documental hablando de la sabana sudanesa y de la costa orienta, ofreciendo datos puntuales de sus sociedades. Más allá de las zonas de contacto (Sahel y swahili) las poblaciones crecieron demográficamente, los metales se generalizaron y agricultores y ganaderos elaboraron complejos sistemas políticos de parentesco e instituyeron monarquías peculiares entre las que destacarían las calificadas como divinas. Ciñéndonos a lo que se representa en el mapa, podemos hablar brevemente de las acciones romanas en esos primeros siglos. Los romanos, que llegaron a controlar toda la parte septentrional del continente,

apenas

se

acercaron

al

gran

desierto.

Al

otro

lado

del limes (frontera romana), pululaban las tribus nómadas que hostigaban las zonas de pasto de las altas mesetas y el Tell durante el verano, aun cuando no disponían todavía de camellos. Estos nómadas eran los gétulos, mientras que a los grupos del Fezzán se les denominó garamantes. Estas tribus ofrecieron un refugio seguro para aquellos rebeldes que se resistían al dominio de Roma. Algunos autores, como Duveyrier, han sostenido que la naturaleza de esas personas era negroide. Lo que es seguro es que ocupaban una posición privilegiada entre Cartago y el hinterland africano.Heródoto describe algunas de las costumbres de estos nómadas, así como sus peculiaridades más llamativas. A lo largo del siglo I a.C y el I d.C, los enfrentamientos entre romanos y garamantes fueron la tónica habitual. Se sabe que los romanos patrullaron por el desierto durante largas campañas, pero no hay nada que nos haga pensar que llegaron más allá del Sahara. Sin embargo, estos desplazamientos por las áridas tierras del desierto nos hace pensar que ya en esta época existía, -23-


probablemente, un nuevo medio de locomoción que posibilitaba largas incursiones transaharianas: el camello. Pese a haber sido introducido por los persas en Egipto alrededor del siglo VI a.C, la adopción del camello se hizo de forma muy lenta por las poblaciones saharianas. Llegó al África sudánica poco antes del inicio de la era cristiana y no fue hasta dos o tres siglos más tarde que su uso se generalizó, alterando inexorablemente el equilibrio existente hasta entonces en el desierto. Estas nuevas monturas permitieron aumentar considerablemente la autonomía de las incursiones, las tribus nómadas iniciaron de nuevo su penetración hacia el sur (que se acentuó en el siglo VI, cuando parece que se produjo una agravación de la aridez del Sáhara). Entre los pueblos saharianos destacan los tuaregh y los bereberes zenata. Mientras los romanos se limitaban a controlar la orilla occidental del Mediterráneo, los bereberes, provistos de dromedarios, dotados de una portentosa movilidad, se interpusieron entre el mundo romano -que luego sería bizantino- y el oeste de África. Controlaron las rutas caravaneras, saqueando, cuando lo estimaron oportuno, los establecimientos de los pueblos sedentarios y convirtiéndose así en unos intermediarios tan útiles como peligrosos. El caso de los tuaregh, hoy musulmanes, presenta una curiosidad harto interesante. Los primeros de ellos parece que conservaron vestigios de una religión anterior, judaica o cristiana. Lo que nos lleva a considerar la posibilidad de que misioneros axumitas llegaran a contactar con ellos saliéndose de las habituales rutas imperiales y corroborando la intensidad de intercambios intercontinentales. Por otro lado, algunas colonias de judíos perseguidos llegaron hasta Senegal y la región del Futa, estableciéndose en los oasis como artesanos o comerciantes, en tanto que los que habían penetrado más al sur se fundieron progresivamente en el bloque negroide.

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Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB) - PRONTERA, Francesco, Tabula Peutingeriana: la antiche vie del mondo, Firenze: L.S Olschki, 2003. - GOZALBES CRAVIOTO, Enrique, “La representación de las fronteras en la Tabula Peutingeriana: Codex Vindibonensis 324” en IV Estudios de Frontera, historia, tradiciones y leyendas en la frontera, 2002. - BOSIO, Luciano, La Tabula Peutingeriana: una descrizione pittorica del mondo antico, Rimini: Maggioli, 1983. - MILLER, Konrad, Itineraria Romana: Römische Reisewege an der Hand der Tabula Peutingeriana, Roma: L’Erma di Bretschneider, 1916. - [Material cartográfico], TAVO (Tübinger Atlas des Vorderen Orients) de la Universität de Tübingen, Mapa 2, Tabula Peutingeriana: segmente VIII-XII. Enlaces de interés - Copia del Museo Nacional de Austria: 1. http://peutinger.atlantides.org/map-a/ 2. http://soltdm.com/sources/mss/tp/tp_0.htm - Copia de la reproducción de Conradi Millieri: 1.http://www.hsaugsburg.de/~harsch/Chronologia/Lspost03/Tabula/tab_pe00.html 2. http://www.tabula-peutingeriana.de/tp/tpx.html 3. http://zoom.it/acc - Mapa de las calzadas romanas a partir de la Tabula Peutingeriana y el Itinerarium Antonini: 1. http://www.omnesviae.org/

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MAPA 3. TABULA ROGERIANA

Fuente: http://decoloniality.files.wordpress.com/2010/01/tabularogeriana.jpg


Título: Tabula Rogeriana Autor: Al-Idrisi Año: 1154 Medidas: 3,5 x 1,5 m Localización primera copia descubierta: Biblioteca Nacional de Francia Características e información de interés Al-Idrisi hizo este mapa por encargo del rey Roger II de Sicilia. Como es habitual en los mapas árabes, el norte se sitúa en el sur, y el sur en el norte. El mapa presenta un contorno similar al de Ptolomeo (está claramente influenciado por las ideas ptolemaicas). Muestra Eurasia en su totalidad y únicamente el norte de África. El mapa fue recogido en el libro Nuzhat al-Mushtak o Kitab Rudjar, el más voluminoso y detallado trabajo geográfico escrito durante el siglo XII. El libro se divide en siete zonas climáticas, cada una de ellas subdividida en diez secciones. El texto incorporaba descripciones físicas, culturales, políticas y socioeconómicas exhaustivas de cada región y de cada una de las setenta secciones. Cada sección está representada con un mapa, al juntarlos constituyen un mundo rectangular similar al diseño de Ptolomeo. África en el mapa Idrisi utilizó fuentes diversas para elaborar el mapa. La fundamental fue una traducción árabe de la obra de Ptolomeo, por lo tanto podemos apreciar algunos de los errores del primero repetidos en este mapa. Un conjunto de topónimos, aunque a veces muy desfigurados debido a los procesos de traducción y difusión, nos muestran algunos de los países o lugares que los árabes conocían en la época. Idrisi, por lo tanto, también utilizó información recogida por viajeros (él mismo viajó por diversos lugares del norte de África).

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Respecto a África, sigue el esquema Ptolemaico y prolonga el continente por la costa del Índico a partir del estrecho de Bab el-Mandeb. Como consecuencia de esto, las islas orientales son situadas y distribuidas con gran confusión. En la segunda sección del primer clima, Idrisi describe la ciudad de Ghana y habla del Nilo (es el Nilo de los negros, el Senegal), que más adelante, en la sección cuarta del mismo clima se separa del Nilo de Egipto. Esto muestra una cierta ruptura con la concepción Ptolemaica del nacimiento del río en los Montes de la Luna. Asimismo, también se representa Tekrour y otras ciudades del Sudán occidental. La costa africana del Índico, por su parte, empieza en la sección quinta del clima primero y está dividida de la manera en que habitualmente lo hacían los geógrafos árabes: el país de los bárbaros (Bilad al-Barbar), el país de los zandj (Bilad al Zandj) y el país de Sofala (Sufala al-Zandj). Antes, en la sección sexta, aparece el país de Abisinia y se representan algunas de sus ciudades: Aqint, Baqati, Yua, Birwa… En la sección séptima, debajo de Barbara (que ocupa parte del Cuerno de África), aparece el país de los Zandj y algunas de sus ciudades (Qarnua, Baduna, Malinda, Monfasa y Banis). Al menos en dos casos las ciudades son fácilmente reconocibles: las actuales Malindi y Mombasa. Siguiendo hacia el sur llegamos a Sufala, donde encontramos diversas ciudades y un número considerable de pequeñas islas. Por último, la isla de Madagascar se alarga de manera extraordinaria hasta unirse al archipiélago de Malasia. Contexto histórico En su obra, Idrisi menciona Ghana y su mítica riqueza en oro. Situemos este imperio y el lugar al que pertenece: el Bilad al Sudan. Las fuentes árabes nos hablan de Bilad al Sudan, literalmente «el país de los negros». Es el escenario en el que se desarrollaron los grandes estados -28-


clásicos. Una extensión de tierras planas comprendida entre el sur del Sahara y el norte de los bosques. Un territorio, en su mayoría, de sabana. Distinguimos entre Sudán occidental y Sudán central (zona del lago Chad). Probablemente, es la zona de más alta densidad demográfica a lo largo de la historia africana. En cuanto al clima, es intertropical relativamente saludable, excepto en la época de lluvias, en la que se genera una gran humedad. El imperio de Ghana es el primer gran estado sudanés occidental que conocemos. Entre los textos árabes que hablan de él destacan los de Ibn Hawkal (s. X) y Al-Barki (s. XI), contemporáneos, y los Tárikhs de Kati y Sa’idi (s. XVI-XVII). Funcionó como imperio desde el siglo X, sin embargo, su puesta a punto como estado podría datar del siglo VII o VIII. Se situaba en el Wagadu (la tierra de los rebaños), al norte de las dos curvas divergentes del Senegal y el Níger. En aquel entonces, el Sahel sudanés se beneficiaba de un clima que poco tiene que ver con el que actualmente conocemos. En aquellos tiempos, el clima era más bien húmedo, hecho que favorecía la cría de ganado e incluso la agricultura. Su localización en el espacio es sumamente importante. Ghana se encontraba en el punto de encuentro de dos realidades muy distintas que supieron complementarse a la perfección. Al norte, la sahariana (es decir, también magrebí) y al sur la sudanesa. Ghana, pues, desarrolló una actividad comercial que permitió interconectar esas dos realidades. Los orígenes Pese a que durante mucho tiempo la historiografía racista pretendió ver en sus orígenes elementos exógenos, actualmente podemos decir con rotundidad que el amanecer de Ghana responde a dinámicas endógenas. -29-


Ghana la construyeron los negro-africanos, en ningún caso fue una creación exterior de forasteros de tez pálida; sus orígenes son claramente autóctonos. El país del oro Ghana era conocido como el país del oro. La profusión de este mineral en la corte del rey (tunka o Kaya Maghan, el dueño del oro) queda plasmada en las palabras de Al-Bakri: «El rey se cuelga del cuello y de los brazos joyas de mujer. Se cubre la cabeza con altos y puntiagudos bonetes, adornados de oro (…). A su alrededor esperan diez caballos con paramentos de tejidos de oro (…). Diez pajes (…) visten de modo soberbio y llevan telas tejidas con hilos de oro (…). Los perros guardianes (…) llevan collares de oro y plata guarnecidos de cascabeles de los mismos materiales.» Ya’qubi, por su parte, nos dice que: «El rey de Ghana es un gran monarca. En su territorio hay minas de oro, y tiene sometidos a gran número de reinos». Aunque, en realidad, la minas de oro no se encontraban propiamente en el territorio controlado por Ghana (estaban más a sur, en Galam, Bambuk y Buré), queda claro que el soberano controlaba el flujo de este preciado material. De hecho, la riqueza del imperio provenía del comercio y, en gran medida, del oro. El soberano controlaba el monopolio de este último, mientras que las transacciones se hacían con polvo de oro. Algunos podrían ver en este hecho cierto espíritu despótico y autoritario. Sin embargo, tenemos que tener presente que el oro no puede comerse. Es decir, en aquellos tiempos el valor que tenía no era el mismo que más tarde adquiriría. El monarca era consciente de su preciado valor internacional. Ser poseedor de una cantidad ingente de este material le daba un prestigio inconmensurable ante los visitantes extranjeros. La población, por su parte, no veía en este control del flujo aurífero ningún signo de explotación o discriminación. Las transacciones se hacían con polvo de oro, algo accesible -30-


para todo el mundo. Las pepitas no eran útiles para la vida cotidiana. Podríamos concluir, por lo tanto, que el monopolio que el soberano ejercía sobre el oro no repercutía, ni para bien ni para mal, en su población. Otra fuente de ingresos del soberano provenía de la obligación de pagar un dinar por cada asno cargado de sal que entraba en su territorio, y dos por cada asno que salía. Comercio En Ghana había unos comerciantes intermediarios llamados wangara, que eran los encargados de establecer contacto con las zonas meridionales. Los mercaderes magrebíes, sin embargo, muchas veces evitaban los onerosos servicios de los wangara y se desplazaban ellos mismos hacia la zona donde estaban los compradores. Allí, mediante el comercio mudo, intercambiaban sus productos con los lugareños. Del norte llegaban lanas, algodones, sedas púrpura, anillos de cobre, cuentas azules, sal, dátiles e higos. Del sur salían polvo de oro, goma, marfil y una cantidad pequeña de esclavos. Organización política La seguridad y prosperidad de Ghana fue narrada por los viajantes árabes que tuvieron la suerte de caminar por sus tierras. Había un alto Consejo del Rey, que comprendía altos dignatarios, en ocasiones musulmanes o esclavos; los hijos de monarcas vencidos también quedaban asociados al gobierno en calidad de rehenes. La sucesión era matrilineal, es decir, al rey le sucedía el hijo de su hermana. Esto es un elemento común entre los pueblos negroafricanos, posiblemente sea una práctica relacionada con su carácter agrícola y sedentario. Religión -31-


Tanto los soberanos de Ghana como la mayoría de su población fueron fieles a religiones africanas. Esto, no obstante, no se tradujo en rechazo a un Islam que cada vez estaba más extendido. De hecho, la tolerancia hacia los musulmanes era absoluta: los intérpretes, el tesorero y la mayoría de ministros eran elegidos entre aquellos, seguramente gracias a su competencia técnica. La capital del imperio, Kumbi, estaba formada por dos aglomeraciones: la musulmana, habitada por comerciantes arabobereberes, jurisconsultos y sabios distinguidos; y la ciudad real, situada a 6 millas de la anterior y rodeada de bosques sagrados. Esto quizás podría conducirnos a un equívoco y pensar que existía una discriminación y una voluntad de separación absoluta. Sin embargo, en la ciudad real encontramos una mezquita destinada a aquellos musulmanes que, como hemos visto, trabajaban en la corte. Declive Durante años se ha dicho que los almorávides atacaron Ghana y devastaron su capital, Kumbi. Esto provocó una obligada islamización tanto del monarca como de su población. Sin embargo, recientemente historiadores como Ferran Iniesta o Moraes Farias han sostenido que esto no fue así. Los almorávides atacaron Awdaghost en 1055, ciudad comercial situada al norte del imperio, pero no a la pagana Kumbi, ya que el movimiento almorávide se limitó a un ajuste de cuentas en el seno del Islam. El declive de Ghana tenemos que encontrarlo en diversas causas. KiZerbo habla del empobrecimiento de la zona resultante de los daños causados al comercio por la inseguridad de las rutas caravaneras y por la desecación ulterior del Sahel, acentuada por el abandono de los cultivos y el cegado de los pozos. En este mismo sentido, Iniesta habla de la desertificación del Wagadu, que probablemente fue consecuencia conjunta de la pérdida de la independencia (en manos de los almorávides, siguiendo la tesis que hemos -32-


hablado antes) y la desorganización política subsiguiente, de los problemas de la actividad comercial, de la disminución del régimen de lluvias i del abuso de los fuegos desbrozadores y el excesivo número de ganado, que acabó por agotar las aguas freáticas de la propia capital. Sea como fuere, Ghana fue perdiendo el poder que lo encumbró como imperio. A partir de entonces, y hasta la toma de Kumbi a manos de Sumaoro Kanté en el siglo XIII, el imperio pasó a ser una sombra de sí mismo, pasando a la órbita de los imperios sudaneses clásicos. En este momento la hegemonía del Sudán occidental empezó a desplazarse hacia el este, un proceso que siguió su curso hasta que en el siglo XVI el imperio Songhay fue atacado por tropas hispano-marroquís. Si en el occidente africano encontramos el Bilad al Sudan, en el este hallamos el llamado Bilad es Zanj. El significado exacto de este término es difícil -por no decir imposible- de definir. Lo único cierto es que con él, los musulmanes, se referían a los negros de la costa oriental africana. Junto a estos zanj continentales, se fueron destacando los swahili. Pero, ¿qué entendemos por swahili? Swahili quiere decir la gente de la costa (es decir, del sahel). En un primer momento, eran los africanos que entraban en el área política y comercial del islam. De este modo, los zanj -negros orientales- se convirtieron en los interlocutores habituales de los swahili, unos africanos islamizados. Aparecía entonces la nueva cultura swahili, africana e impregnada del islam en todos los ámbitos -pese al paganismo mayoritario de sus gentes-. Las relaciones entre musulmanes y zanj se intensificaron a partir del siglo X, siguiendo la estela dejada por las relaciones entre sudarábigos y azanios. Se calcula que estas relaciones produjeron una cincuentena de ciudades, de entre 500 y los 30.000 habitantes, como son Sofala o Mogadiscio, que estaban centradas en la actividad comercial. -33-


La 'Umma, es decir, la comunidad de los creyentes musulmanes, fue concebida como un red transcotinental, allá dónde había un musulmán estaba la 'Umma. Esta flexibilidad geográfica permitió que grupos de inmigrantes, portadores de la fe islámica, se establecieran en las islas del litoral africano. Elegir estas localizaciones insulares tuvo que ver con cuestiones políticas, pero sobretodo fueron motivaciones comerciales las que llevaron a estos musulmanes a tierras africanas. De este modo, la fusión entre las aristocracias locales y los musulmanes (que podían ser indios, persas o sudarábigos) fue una realidad que acabó por constituir un nuevo tipo de estructura política, africana e islámica. En este sentido, estas comunidades presentaron una fuerte tendencia hacia la africanización física de sus individuos, llegando este fenómeno a las mismas bases del poder swahili. En este incipiente mundo, un híbrido entre lo africano y lo musulmán, la estructura urbana contaba con diversos grupos sociales: Pescadores zanj: se los consideraba swahili por el hecho de abastecer a las ciudades. Posteadores y marineros: considerados swahili por formar parte del funcionamiento mercantil. Pequeños mercaderes y representantes en poblaciones interiores: frecuentemente se trataba de árabes. Aristocracia mercantil: mezcla de nobleza africana y mercaderes musulmanes, a cuyo frente solía haber un príncipe (jeque o sultán). Guarnición pretoriana: era pequeña y adscrita al príncipe, insuficiente en las guerras, por lo que en caso de conflicto armado se recurría a tropas continentales de cafres (infieles). Los agricultores y pastores, en el continente, pertenecían a entidades políticas independientes y eran los mencionados zanj. Como hemos dicho unas líneas atrás, la palabra zanj presenta muchas dificultades a la hora de -34-


hallar su significado. Parece que el térnimo Zanj no era sinónimo de negro, como se ha pensado durante muchos años, sino de infiel del África oriental. Utilizaban esa palabra para referirse al individuo no adscrito al orden de la 'Umma. Para terminar con este pequeño retablo del espacio urbano de la sociedad swahili, es adecuado mencionar que ésta se articulaba en torno a dos centros de la vida social: la mezquita y la plaza del mercado. Frente a este espacio urbano se extendía el mundo incivilizado, el país de los zanj donde vivían los cafres o infieles del islam. En palabras de Iniesta, que a su vez se basa en François Constantin, «swahili es la gente activa de la costa, aquella que se inscribe en el movimiento más amplio del islam, aunque no sean musulmanes. Hoy nadie es swahili, pero esta lengua bantú la hablan más de 40 millones de personas y alcanza el Atlántico a través de Kinshasa. Swahili es un cierto estilo de vida africano que implica mayor porosidad social, mayor desarraigo de los sistemas parentales y clánicos, mayor movilidad hacia el individualismo y el enriquecimiento. El swahili es el rupturista, el más abierto al cambio, pese a preservar grandes aspectos del legado local. Los grupos dominantes se autodefinían árabes, shirazís en contraposición con los africanos. Pero para el observador externo (como Battuta) todos eran swahili: todos lo eran en el siglo XIV.».

Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB) - ARRABAL CANO, María Victoria, La costa africana del Índico según alIdrisi (tesis) - AL-IDRISI, La geographie d’Edrisi= Kitab Nuzhat al-mushtaq fī ikhtiraq al-afaq, Amsterdam: Philo Press, 1984.

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- HERRERA CLAVERO, Francisco [et al.], El mundo del geógrafo ceutí Al Idrisi: [congreso internacional: Ceuta, del 29 al 31 de octubre de 2008, Ceuta: Instituto de Estudios Ceutíes, 2011. - TAVO [Material Cartogràfic] “Tübinger Atlas des Vorderen Orients”, Wiesbaden: Dr. Ludwig Reichert Verlag, 1982-1985. Mapa 3: Die Weltkarte des Idrisi (Charta Rogeriana) Enlaces de interés: - Nuzhat al-Mushtak completo en línea: http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b6000547t.r=.langEN

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4. HEREFORD MAP

Fuente: Wikimedia Commons


Título: Hereford Map Autor: Richard de Haldingham and Lafford (Richard de Bello) Año original: 1285 aprox. Medidas: 132 x 162 cm Localización: Catedral de Hereford, Hereford, Inglaterra Características e información de interés Mapa con la estructura T-O (caracterizada por su alta carga teológica). En la parte superior, fuera del círculo que es el mapa, se representa el Pantocrátor. Debajo de él, en el borde del mundo, se muestra el Jardín del Edén, es decir, el paraíso terrenal. Jerusalén se sitúa en el centro. El mundo habitable lo forman los tres continentes conocidos del hemisferio norte, pero Asia (mitad superior) y África (inferior derecho), separada de Europa por las columnas de Herácles, aparecen pobladas también por seres fantásticos y monstruos, señal inequívoca de la ignorancia respecto a ambos continentes. En síntesis, las imágenes cristianas y bíblicas dominan el mapa, aunque también hay espacio para la mitología clásica con, por ejemplo, la representación del minotauro de Creta. África en el mapa El continente se encuentra representado en la parte inferior derecha del mapa. De forma extraña, el nombre “Europe” aparece en letras doradas a lo largo de África. Pese a ello, los límites de ambos continentes (europeo y africano) se encuentran señalados con una pequeña inscripción que reza: terminus Africe y terminus Europe. Las características del mapa hace que el continente se encuentre representado de forma poco habitual: el norte se encuentra al este, y el sur en el oeste. El rasgo más evidente que se muestra es el río Nilo, que discurre en paralelo al océano. El río nace como un lago cerca del monte Hesperus -38-


(indeterminado)

y

aparentemente

acaba

también

como

un

lago,

sumergiéndose para reaparecer en el “Lower Nile” y formando la frontera este de África. Entre la banda azul del río y el océano aparecen representados un seguido de monstruos y figuras grotescas, que siguen las descripciones dejadas, entre otros, por Solinus y que tal vez evoquen a sociedades primitivas. Por ejemplo, se describe a los agriophani ethiopes como comedores de cerebros de panteras y leones y cuyo rey únicamente tiene un ojo en su cara. Otra raza etíope, que en el mapa llaman blemyae, aparece con bocas y ojos en sus pechos. Más allá de estas fantasiosas y grotescas criaturas, el mapa muestra los territorios del norte del continente con mayor precisión, representando algunas de las ciudades costeras como Cartago. Parece claro que África fue dibujada a partir de la información recogida en mapas e itinerarios (como la Tabula Peutingeriana) anteriores al año 600 de nuestra era. En consecuencia, las provincias romanas de Libya, Tripolitana, Numidia, Mauritania, etc. se encuentran delineadas. El Atlas se muestra formando un solo pico. En el Océano Atlántico se muestran algunas islas como las Canarias, Madeira y Tenerife, que son llamadas Fortunate Islands, seguramente por su clima temperado.

Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB) - REED KLINE, Naomi, Maps of Medieval Thought, the Hereford paradigm, Woodbridge: Boydell, 2001. - BEVAN, W.L, Medieval geography: an essay in illustratiom of the Hereford mappa mundi, Amsterdam: Meridian Publishing & Co, 1969 - The Hereford map: a transcription and translation of the legends with commentary, Turnout: Brepols, 2001.

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Enlaces de interĂŠs - Web de la Catedral de Hereford: http://www.herefordcathedral.org/visit-us/mappa-mundi-1

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5. ATLES CATALÀ

Fuente: CRAI Biblioteca de Filosofia, Geografia i Història. Universitat de Barcelona


Título: Atlas catalán Autor: Abraham Cresques y Jafuda Cresques Año original: 1375 Medidas: 65 x 300 cm Localización: Biblioteca Nacional de París Características e información de interés Abraham Cresques, judío mallorquín constructor de aparatos astronómicos y náuticos, recibió el encargo de este atlas de parte del rey Pedro IV para regalárselo al infante que sería el futuro Carlos V de Francia. En dicha tarea fue ayudado por su hijo Jafuda. Aunque el atlas no fue firmado, se cree, gracias a la correspondencia hallada, que estos dos hombres fueron sus autores. Pertenecen a la escuela mallorquina cuya cartografía representa la máxima expresión de la cartografía náutica medieval. Es, sin lugar a dudas, una de las obras cumbre de la cartografía de todos los tiempos. El Atlas constituye un verdadero mapamundi del mundo conocido en el último tercio del siglo XIV. Lo conforman seis hojas dobladas por la mitad, cada una pegada sobre tablas de madera. Cada hoja o pergamino tiene unas dimensiones de 65 x 50 cm, lo que da una envergadura total de 65 x 300 cm. No es un atlas en el sentido convencional del término, más bien se trata de un híbrido entre carta de navegar y atlas. Sea como fuere, el atlas catalán es difícil de clasificar debido a su singularidad. Como en el caso del mapamundi de Hereford, los rótulos en el los interiores continentales y las largas leyendas pueden hacernos pensar en este atlas como una verdadera “enciclopedia ilustrada” de su tiempo. Dos de los pergaminos contienen informaciones de tipo cosmográfico y astrológico, mientras que los cuatro restantes constituyen el mapamundi propiamente dicho. En la parte occidental aparecen las tierras bien conocidas en la época: Europa, África del norte y el mundo mediterráneo en su -42-


conjunto. En la parte oriental, se llenan los espacios mal conocidos de Asia con figuras mitológicas. De hecho, presenta una de las mejores delineaciones de Asia hasta entonces conocidas. Los detalles geográficos procedían en gran parte de los viajeros contemporáneos. Asimismo, es el primer atlas conocido que incorpora la rosa de los vientos. El atlas es un mapa de tipo náutico-geográfico (por la presencia de abundantes textos explicativos), característico de los siglos XIV y V. Se encuentra escrito totalmente en lengua catalana. Como es habitual en la escuela mallorquina, destaca la presencia de muchas banderas y leyendas con datos físicos, económicos y demográficos de gran interés. Se utiliz aun lenguaje gráfico específico. El relieve, el agua, la arquitectura y las ciudades son objeto de códigos y símbolos figurados muy precisos. Dichas figuras constituyen un repertorio variado de informaciones sobre los soberanos de diversos reinos, pero también sobre las costumbres de los habitantes o sobre curiosidades, riquezas o animales que podían encontrarse en aquellos lugares. África en el mapa África se encuentra en la sección tercera del Atlas. El continente africano es representado con abundancia de signos (viñetas, pabellones…), de topónimos y leyendas (ciudades, pueblos y reyes), de personajes (soberanos, camelleros…), de animales (dromedarios, elefantes y pájaros), de accidentes del relieve y de los cursos de agua (montañas, lagos y ríos) o de recursos (oro y marfil). La cartografía mallorquina solía representar a África con esta riqueza iconográfica y esta abundancia semiológica y onomástica, aunque el Atlas catalán también hace lo propio con el resto de continentes. Las representaciones del Atlas catalán evidencia una necesidad de situar algunos puertos de comercio y el conocimiento por parte de los occidentales de la importancia de las rutas transaharianas.

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Fundamentalmente se representa el África septentrional, que se estira en longitud, se aplasta y aumenta de volumen. Alejandría, por ejemplo, se encuentra en la misma latitud que Gibraltar. Las costas son muy rectilíneas (a diferencia de las costas euroasiáticas). El norte africano, al pertenecer al territorio cartográfico mediterráneo, ocupa un gran lugar en el mapa. Respecto al tema recurrente del río Nilo, el atlas no aporta indicación alguna sobre el origen, la desaparición y el resurgimiento del río. Establece una confusión voluntaria entre el Nilo y otro curso de agua que corre desde el oeste de África hacia el este, regando el reino de Musa Melly, y el de Nubia, antes de confluir en el Alto Egipto con el afluente oriental del Nilo. Podemos hablar, pues, del encuentro del Níger y del Nilo. El Atlas, por otra parte, inaugura la utilización directa de la representación del Nilo y de la hidrografía de África transmitida por la geografía y cartografía árabe. Observa un silencio prudente sobre las fuentes del Nilo. Cuando Cresques habla de las fuentes del Nilo, hace la mención a la manera de un comentario de los conocimientos árabes sobre África: Nil (onomástica árabe), Beneyt (cabo Bojador), y la teoría de la desaparición y reaparición es evidenciada por las explicaciones sobre las crecidas vivificantes y beneficiosas del Nilo. En África aparecen representados diversos reyes: - Musse Melly: Fue por primera vez representado en el mapa de Angelino Dulcert de 1339 como Rex Melly (Mali). Se trata de Mansa Kanku Musa (1307-1332), soberano que llevó al imperio de Mali a su apogeo. Musa es representado sentado en un trono, con los pies desnudos y las piernas cruzadas. Se viste con un gran caftán verde y porta un cetro flordelisado. En la mano derecha sostiene de manera ostentadora una gran pepita de oro. Sobre la cabeza lleva una corona dorada. -44-


En el Atlas Catalán, Musa es representado como un negroafricano, hecho que no ocurría en el mapa de Dulcert. A lo largo de los años, la representación del mansa de Mali verá como su tez va perdiendo color y ganando palidez. Al lado de Musa una leyenda reza: « Este señor negro es llamado Muza Melly, señor de los negros de Guinea. Este es el rey más rico y más noble señor de toda esta región, por la abundancia en oro, que fertiliza su tierra». El nombre Guinea es tal vez una deformación de Ghana, el imperio que precedió a Mali como poder hegemónico en el Sudán Occidental. Para resaltar aún más la condición de soberano poderoso, Musa se sienta en el trono con la misma majestuosidad que el emperador romano representado en la Tábula Peutingeriana, con las mismas insignias reales, los mismos atributos reales en las manos…la misma actitud en general. Sólo el caftán, los cojines del trono y la mención que comenta la imagen muestra que se trata de un soberano musulmán del África negra (además de ser negro). - Rey de Organa: Éste rey se encuentra al este de Mali. Se sienta sobre un cojín, no sobre trono. En la mano derecha sostiene una enorme cimitarra y un escudo con una media luna. Es un hombre blanco, barbudo y porta turbante. Su ropa es de color azul índigo. La mención que acompaña la imagen habla del rey como un árabe hombre de guerra. Tal vez corresponde a Wargla (Ouargla). - El rey de Nubia: Aparece sentado sobre un sitio con un traje verde muy amplio. En la mano derecha sostiene un cetro o lanza. Lleva turbante y es barbudo y blanco. La mención que acompaña la imagen indica que es un soberano musulmán y príncipe oriental, además de un hombre de guerra. - El Solda de Babillonia (Egipto): Está sentado a la oriental. Hay un pájaro verde bajo su brazo, al cual alimenta. Lleva turbante y la mención habla de un soberano árabe poderoso pero pacífico. -45-


Entre el rey de Organa y Nubia aparece un elefante que es más pequeño que sendos soberanos. El Atlas catalán presenta también una gran riqueza y variedad en las significaciones que da a la figuración simbólica de las ciudades: Tacorom (Takrur), Dorgana (Wargla/Ouarla), Sudam (Sudán), Tenbuch (Tombuctú), Sigilmessa (Sigilmasa)…El conocimiento de estas ciudades muestra que los europeos conocían su importancia en el curso de las pistas caravaneras y el comercio del oro. Estas ciudades del Sudán Occidental son diferentes a las representadas en los territorios del Preste Juan, por la presencia del cristianismo. Sigilmessa es representada como una ciudad caravanera, constituyendo la puerta occidental del Sáhara. Es representada como una isla en el desierto, herencia de las descripciones árabes. Tenbuch, por su parte, observa como a su derecha se sitúa un edificio sin contorno con una techumbre que evoca las tejas. Contrasta netamente sobre las otras ciudades. Es representada también según el testimonio de Ibn Battuta. El sur de África no está representado. Mientras tanto, como es habitual en la cartografía mallorquina, la cordillera del Atlas es representada como una pata de gallo. Para acabar, en el Sáhara se dibuja un lago en el centro, un error tradicional desde la cartografía medieval. Por otra parte, también aparece un tuareg montando un camello. Contexto histórico Tras el desmembramiento de Ghana se abrió un período de luchas, enfrentamientos y problemas sociales. Mientras tanto, el Islam iba penetrando en las ciudades y villas mercantiles. Este período intermedio entre el declinar de Ghana y el alzamiento de Mali fue un tiempo de cambios sociales en los que se dieron grandes movimientos de poblaciones, provocados por las guerras y por la sequía que comportó el empeoramiento del clima en el Sahel. -46-


Todo esto fue preparando una remodelación del paisaje político que se iniciaría tras la victoria de Sunyata Keita. El enfrentamiento entre los Sosso y los habitantes del Mandé (en la cuenca alta del Níger, entre Kangaba y Siguiri) es el último episodio de las luchas por la hegemonía tras el desmembramiento de Ghana. En la batalla de Kirina (localidad difícil de situar, tal vez se encontrara entre Bamako y Kangaba, en la orilla izquierda del Níger) de 1235 se decidió la suerte del Sudán Occidental. En ella se enfrentaron dos fuerzas bien representadas por sus respectivos líderes. Por un lado, Sumaoro Kanté, soberano del reino Sosso, cuyo origen eran clanes herreros de religión tradicional africana. Su expansionismo le había llevado a proclamarse rey legítimo del Mandé por derecho de conquista. Ante él, Sunyata Keita, al frente de una coalición malinké, que representaba la voluntad de liberación de todo un pueblo. El ejército de éste último alcanzó una movilización sin precedentes. La victoria de Sunyata supuso el inicio de una remodelación política de la zona que tendió a favorecer los intercambios comerciales con el mundo islámico, hecho que favoreció el desarrollo del Imperio surgido tras la batalla. Tras Kirina, Sunyata inició la conquista de los territorios occidentales, delegando las expediciones en generales de confianza: Tiramaghan Traoré se encargó de conquistar los territorios senegambianos mientras Fakoli Kuruma, por su parte, sometió las regiones del sur, que confinan con el bosque, y conquistó el alto Senegal. No fue hasta después de la conquista de Senegambia cuando Sunyata sería proclamado Mansa. En 1240, reunidos en Kurukan Fuga, los jefes le concedieron a Sunyata el título de Mansa (soberano supremo). En esa asamblea se sentaron las bases de la organización administrativa por la que se regiría el Imperio en los siguientes siglos. Las conquistas de Sunyata lo llevaron a controlar una extensión de territorio en la que se incluían los principales centros auríferos de la región (Buré, Bambuk…). -47-


Durante su reinado (1235-1255), se produjo una expansión de la lengua y cultura malinké por todo el oeste africano. Además, las relaciones con el Magreb se intensificaron y los circuitos comerciales transaharianos comenzaron a vertebrar el Imperio. Entre sus acciones destacaron también el cambio de su capital a Niani (antes situada en Kangaba), la introducción o el desarrollo del cultivo del algodón, el cacahuete y la papaya, y la cría del ganado en unas regiones principalmente agrícolas. Asimismo, llevó a cabo una especialización militar que haría posible el despliegue de una amplía estrategia militar. Por último, también destaca la introducción de todo un cuerpo legal que se ocupaba de los derechos y deberes de todos los clanes del imperio. Algunas tradiciones han revelado que Sunyata abolió la esclavitud en su país y en las zonas que éste controlaba. Incluso señalan que fue este hecho lo que verdaderamente le confirió al fundador del imperio su prestigio y dignidad. Wâ Kamissoko incluso llega a afirmar que fue la venta de esclavos lo que había originado los problemas en el seno del Mandé que precedieron a la entronización de Sunyata. Cuando a Sunyata le ofrecieron la mansaya (Autoridad legítima, cuyo origen es noble, i aceptada de forma consensuada por la población) él mismo puso como condición para aceptar el final de la esclavitud en su territorio. Tras la muerte de Sunyata, su hijo, Mansa Ulé, se hizo con el poder (rompiendo el principio de sucesión colateral, de hermano a hermano) y reinó desde 1250 hasta 1270. Fue un monarca pío que realizó la peregrinación a la Meca. Conservó la cohesión en el ejército y sus generales prosiguieron las conquistas iniciadas por su padre. Se apoderó de Takrur y consolidó las conquistas de Tiramaghan en Senegambia, convirtiendo a estas regiones en colonias de asentamiento.

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Al reinado de Ulé le siguieron tiempos convulsos. Las intrigas palaciegas dieron lugar a problemas sucesorios que no finalizaron hasta 1285. En esa fecha, Sakura, un esclavo liberto de la familia real (Keita) llegó al trono. Durante un tiempo se habló de él como usurpador, sin embargo, actualmente, se admite que su figura salvó al imperio de la peligrosa deriva que estaban tomando los acontecimientos. Ante el vacío de poder, fueron los propios miembros del clan Keita quienes recurrieron a Sakura que, a su vez, era el comandante en jefe del ejército. «En su condición de esclavo, Sakura era un individuo socialmente desarraigado y funcionalmente disponible, de modo que la dinastía Keita se sirvió de él para frenar las ambiciones del resto de clanes aristocráticos mientras, en su seno, se preparaba a un pretendiente propio que dispusiera del consenso de todas las facciones Keita». Sakura no solo devolvió la tranquilidad al imperio, sino que además amplió su territorio mediante sucesivas conquistas tanto al este, donde tomó la ciudad de Gao, como hacia el oeste. Parece que fue también durante su reinado cuando la ciudad de Tombuctú entró en la órbita del imperio. También sometió a las tribus tuaregs. Esta expansión atrajo aún más a las caravanas comerciales hacia el centro de Mali. Cuando regresaba de su peregrinaje a la Meca, Sakura fue asesinado y substituido por un príncipe Keita casado con su hija. Sin duda, había cumplido su cometido. Entre 1303 y 1307 transcurrió el reinado de Abúbakar II, sobrino de Sunyata. Este mansa fue famoso por su doble intento de exploración del océano Atlántico. El siguiente mansa, Mansa o Kanku Musa (1307-1332) fue el más célebre del imperio de Mali. Durante esos años Mali vivió su apogeo, fueron tiempos de gran equilibrio. Las tradiciones no mencionan guerra alguna. En -49-


primer lugar consolidó lo conseguido por sus predecesores e hizo respetar la autoridad central. A través de su general Saran Manjan, afirmó su autoridad en el valle del Níger hasta Gao y en el Sahel (sometió a los grupos nómadas bereberes), preparando de esa manera la posterior peregrinación del mansa. El territorio del imperio tardaba en cruzarse a pie un año, llegaba desde el Sahel hasta el bosque guineano, y de este a oeste desde el Atlántico hasta tierras Hausa. Su peregrinaje tuvo lugar en 1325, cien años después de la batalla de Kirina. Lo acompañó una comitiva de miles de seguidores, cargados de dos toneladas de oro en barra o polvo. En su paso por el Cairo asombró a sus gentes. La dignidad del mansa y su generosidad provocó un descenso del valor del oro y el curso oficial del metal amarillo quedó a la baja durante unos años. Del Cairo retornó con el famoso arquitecto granadino Es-Sáheli, quién posteriormente construyó la mezquita de Gao, la mezquita Djinguereber y un palacio real (Madugu en malinké) en Tombuctú, además de un espléndido salón de audiencias en la corte del soberano en Niani. Se dice que con Kanku Musa nació el estilo sudanés de construcción. En su paso por Gao, el emperador se llevó consigo a dos príncipes songhay como rehenes. Tras su viaje, Egipto, el Magreb, Portugal y las ciudades mercantes italianas se interesaron cada vez más por Mali. El imperio se hizo especialmente célebre en el mundo árabe y la figura de Musa quedó plasmada en los mapas europeos como los de Dulcert en 1339 y el Atlás Catalán de 1375. Su reinado contribuyó al mito del oro sudanés, que alimentaría el Mediterráneo durante gran parte de los años venideros y avivaría la codicia de marroquíes y portugueses, cuyas consecuencias se harían notar a partir del siguiente siglo. Kanku Musa fue un hombre culto, sabía hablar y escribir en árabe y fue un auténtico mecenas y amigo de las bellas artes. A su alrededor atrajo a juristas magrebíes. Fundó escuelas coránicas y dio impulso a las ciudades que -50-


más tarde serían centros intelectuales de magnitud mundial (Djenné, Tombuctú…). Pese a ser un ferviente musulmán (con las particularidades del islam negroafricano que ello conlleva), jamás intentó imponer su religión a la población de su imperio. La masa campesina se mantuvo aferrada a sus religiones africanas, sin que ello entrara en conflicto con unas élites más islamizadas. La tolerancia, pues, fue algo habitual en el Imperio de Mali. El hijo de Musa, Maghan, reinó cuatro años (1332-1336) y presenció el saqueo por parte de los mossi de la ciudad de Tombuctú, además de dejar evadirse a los dos prínceps rehenes de Gao. Tras Maghan, el hermano de Musa tomó las riendas del Imperio. Suleymán gobernó de 1336 a 1359. Enderezó las finanzas del país y restableció la autoridad sobre las provincias orientales periféricas y sobre el jefe tuareg de Takkeda, que reconoció la soberanía de Mali. Suleymán mantuvo la grandeza y esplendor del imperio, atrajo a sabios y jurisconsultos de rito malekí. En 1352, el famoso viajero Ibn Battuta habitó en Niani durante 9 meses. Tras Suleymán, se iniciaron una serie de disputas entre facciones partidarias de los descendientes de Kanku Musa y del propio Suleymán. Finalmente fue su hijo quien gobernó. Tan sólo se mantuvo un año en el poder, hasta que Sunyata II ocupó su lugar. Durante su reinado (1360-1374), gobernó despóticamente y derrochó en demasía, acusando tal abuso las arcas imperiales. Fue apartado del poder debido a la enfermedad del sueño. Su hijo, Musa II (1374-1387) gobernó sin energía, delegando las funciones de estado a uno de sus generales, quien dominó una sublevación en Takkeda y dirigió campañas hacia Bornú.

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Las intrigas palaciegas enturbiaron el final del siglo XIV, Maghan II y Maghan III fueron los últimos mansa que Ibn Jaldún nos dio a conocer. Estructura social, política y administrativa No podemos hablar de la administración del imperio sin referirnos primero a cómo estaba compuesta su sociedad. Tras la victoria de Kirina y sus posteriores conquistas, Sunyata y sus aliados se reunieron en Kurukan Fuga. Ahí fue proclamado mansa y en ese preciso lugar, escenario desde entonces de un hito legendario, se proclamó la conocida como Charte du Mandé. Se trataba de una suerte de constitución que recogía en sus versos (pues literalmente fue cantada) algunos de los principios por los que se regiría la sociedad maliense desde entonces. La carta definió las reglas por las que se regiría la vida en comunidad. Los puntos básicos fueron: el respeto de los derechos de la persona humana, la igualdad entre sexos, la defensa del medioambiente y la prevención de conflictos.

Vemos la

sorprendente actualidad de esos conceptos, unas disposiciones cuyo recuerdo ha contribuido a engrandecer la figura del fundador del imperio. Según Niane, «las leyes de Kurukan Fuga tendían esencialmente a dar una nueva base a una sociedad sacudida por las guerras y las disensiones, restaurando la justicia y la paz en la sociedad. Algunas de estas leyes están en vigor aún hoy en día». En el amanecer del Imperio, por lo tanto, Sunyata y sus aliados dividieron la sociedad en 30 clanes o castas. Dieciséis clanes de hombres libres, cinco de artesanos, cuatro de guerreros y cinco de morabitos. Esta estructura contribuyó a dibujar el mapa social del África occidental precolonial. Se fijaron los derechos y deberes de cada clan. Al codificar el sistema de clanes con oficio, Sunyata hizo que las profesiones se hicieran hereditarias. En adelante, el hijo debía practicar el oficio del padre, singularmente en el seno de los cuatro clanes o castas de oficio.

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La figura del mansa se hallaba en el centro de todo el entramado administrativo. Estaba rodeado de altos dignatarios y funcionarios elegidos entre los descendientes de los compañeros de Sunyata o de la propia familia real. El dugu (aldea) era la base del edificio político. Varios dugu bajo la autoridad de un jefe formaban un kafu (especie de provincia). En torno al mansa existía un consejo, formado por las aristocracias militares y políticas. Desde tiempos de Sunyata, la corte fue dinámica y bulliciosa. En ella encontramos multitud de consejeros, no sólo malinké, sino también árabes y musulmanes (en su mayoría juristas). Redactar un listado de los diferentes cargos que existían en la corte es una tarea casi quimérica. La administración de Mali no dejó documentos escritos. Los griots, bien conocidos, actuaban como una suerte de cancillería, con ellos dejar constancia escrita no era necesario. Por esta razón, muchos de los cargos los conocemos a través de lo que sabemos sobre el imperio de Gao o Songhay, cuyas estructuras administrativas parecen haberse inspirado en las de Mali. De este modo, algunos de los funcionarios conocidos durante el apogeo de Gao eran supervivencias de la antigua administración maliense en sus provincias orientales. En cuanto a la administración, todos los autores coinciden en señalar que en Mali funcionó un sistema muy descentralizado, hasta el punto catalogarlo como una especie de confederación. Podría decirse que en el imperio existían tres tipos de unidades administrativas: las provincias, los reinos conquistados y los reinos vasallos (en las zonas más periféricas).

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En cada provincia había un gobernador llamado dyamani tigui o farin. En ellas estaban comprendidos los dugu y los kafu. En cada dugu había una autoridad bicéfala: por un lado, estaba el jefe religioso de la tierra y, por el otro, un jefe político. El kanfari, especie de vice-emperador o lugarteniente general, era el encargado de controlar a los farin. La antigua provincia del Manding, núcleo original del imperio, era administrada directamente por el mansa. En las provincias limítrofes, como Konkodougou o Kita, los hermanos menores eran hereditariamente gobernadores. Las provincias extremo-occidentales (prolongación del viejo Manding) estaban pobladas casi en su totalidad por malinkés (Keita, Kondé, Sissoko…). Las divisiones administrativas de estas provincias son bien conocidas gracias a los primeros navegantes. Las provincias orientales del Níger Medio se perdieron en el siglo XV, cuando pasaron a la órbita del pujante imperio Songhay. Los reinos vasallos conservaban a sus líderes tradicionales. Al ser periféricos, la figura del farin actuaba como una especie de ministro residente. Él era quien investía al jefe local, supervisaba su actuación, recogía tributos y reclutaba tropas en tiempos de guerra. En el este se encontraba Gao (conquistado en 1324), en el oeste Diara, Takrur y Jolof. Los hijos de los soberanos eran enviados a la corte imperial, donde crecían y eran educados. Este era un medio de persuasión a posibles tentativas de sedición por parte de sus padres. Por último, en la periferia del imperio también hallamos una serie de reinos subordinados que reconocían la hegemonía del mansa pero no se hallaban unidos al centro del imperio. Eran una especie de protectorados cuya -54-


adhesión y adherencia al poder central estaba en función del vigor de éste último. Entre estos reinos destacan Mema (cuyo soberano acogió a Sunyata en el exilio) y Ghana. El Imperio, además, estaba dividido en dos grandes regiones militares. Había un general para la parte meridional (Sanqar-Zouma) y otro para la septentrional (Faran-Sourâ). Bajo sus órdenes tenían a capitanes (caïds) y numerosas tropas. En el norte se controlaba el Sahel y las rutas comerciales que por ahí discurrían, en el sur se hacía lo propio en el bosque guineano. No había ejército permanente, pero sí alguna guarnición en lugares concretos. Aquellos que pertenecían a la casta de los “portadores de carcaj” se preparaban desde la infancia para ser buenos guerreros y cazadores. Por otra parte, los hombres libres debían estar preparados para las levas en masa. Los esclavos no iban a la guerra. El mansa era el jefe supremo del ejército pero delegaba en lugartenientes el mando efectivo (eran miembros de la familia imperial o aliados de ésta como los Kondé, Koroma o Sissoko). Las cifras que nos han legado los autores árabes, quizás exageradas, corresponden en su mayoría a lo observado por los portugueses: el ejército de Mali lo formarían unos 100.000 combatientes, de los cuales 40.000 eran caballería. La organización provincial sencilla, consistente en un encuadramiento de los jefes locales, aseguró a Mali una gran estabilidad. En esta notable flexibilidad se halló su éxito. La seguridad de los bienes y personas estaba garantizada por una política eficaz y por un ejército que siguió siendo invencible durante mucho tiempo.

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Concepción del poder y religión No podemos ver al mansa de Mali como a un rey prototípico de la Edad Media europea. La concepción africana del poder dista mucho de la occidental. El mansa no tiene un papel meramente administrativo o despótico, era un personaje divinizado y sometido a un complejo ceremonial y a unas obligaciones bien definidas e ineludibles. Era la expresión viva de todas las fuerzas vitales del país y del pueblo. Esta divinización monárquica, cuyas raíces las encontramos en el Neolítico sahariano, difundiéndose más tarde muchos elementos a Kémit (Antiguo Egipto), no era un capricho despótico como pudiera parecer a ojos occidentales. Se trataba, realmente, de la tradición milenaria africana que busca que todo poder humano sea vehículo y motor de la sociedad y de la naturaleza. Este poder estaba impregnado de animismo y el rey (mansa) tenía que ser maestro de magia, desencadenante de lluvia y vigorizador del pueblo y las tierras. Era el garante de la buena marcha de la sociedad. En palabras de Iniesta «la ostentación de su riqueza formaba parte de la exigencia popular, porque su grandeza era la de sus vasallos, pero precisamente por eso el rey divino es un redistribuidor, no solamente ideológico sino práctico con donaciones generosas de miles de cenas, de sacos de cereales o de frecuentes inmunidades tributarias y donaciones al culto». Este carácter de dioses vivientes suponía una amenaza de muerte en caso de decrepitud o enfermedad, situaciones ambas que acababan con el cambio de mansa. El mansa, representante de una ambivalencia derivada de sus fuerzas, era protección y amenaza al mismo tiempo. Su pertenencia e inherente imbricación en las fuerzas naturales hacía de la mansaya una fuerza cósmica vital para la sociedad, cuyo buen funcionamiento dependía en muchos sentidos de su soberano y de cómo este lograra catalizar dichas fuerzas en provecho de la colectividad. Estos atributos, comunes en la mayoría de reinos africanos de época clásica y aún hoy presentes en algunos lugares del continente, no -56-


significaban un rechazo a otras religiones. El islam fue acogido por las élites mientras el grueso de la población seguía fiel a sus concepciones tradicionales. Niane habla de un verdadero sincretismo animismo-islam en el Sudán Occidental, sin embargo, parece que ese sincretismo quedó más en las capas superiores de una sociedad cuyas tradiciones seguían muy vivas. A partir de los relatos de los viajeros árabes que conocieron la corte de Niani, como Ibn Battuta, advertimos que el islam que se ejercía en Mali no era muy profundo o, más bien, era un islam profundamente negroafricano que no cambió (al menos no profundamente) el comportamiento social. Wâ Kamissoko nos dice que en la cuna del Imperio, en el Mandé, raros fueron los dominios en los que el islam había aportado cambios reales. En ambos lados de la sociedad, el de las élites y el del grueso de la población, no existió animosidad frente al islam. El pueblo podía aceptar que su soberano fuera musulmán como un aspecto más de potencia mágica, pero en ningún caso la renuncia al sistema ancestral de creencias y producción. Los mansa jamás presionaron a su población para lograr la conversión. En su paso por el Cairo, Mansa Musa había intentado justificar su tolerancia con los súbditos paganos de las cuencas auríferas aduciendo que toda tentativa de conversión habría derivado en deterioro de las tierras y en el agotamiento del oro. Mostraba así la imposibilidad del poder para imponer un nuevo orden en la cosmovisión y en los equilibrios sociales. La posibilidad de una defección social ante una conversión forzada es más que evidente. Frente a la presumible devoción islámica de los mansa a través de sus habituales peregrinaciones, encontramos un protocolo en la corte de Niani que continuaba siendo pagano antes los ojos de un escandalizado Ibn Battuta. Esta ambigüedad, común a todos los soberanos sudaneses islamizados, era debida a su incómoda posición entre sus bases autóctonas y sus crecientes relaciones con Dar al-Islam.

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En conclusión, el Islam, asumido por los grupos dirigentes, fue respetado por el pueblo pagano como un nuevo atributo de la mansaya. Fue en el ámbito económico donde el islam incidió más en la población. Economía y comercio Pese a la notable actividad comercial desplegada y a la abundancia de oro, las bases de la economía del Imperio de Malí fueron esencialmente agrícolas y ganaderas. Ibn Battuta nos habla de la abundancia de víveres que existían en la región. Esta riqueza agrícola permitía al mansa mantener el ejército y ofrecer frecuentes banquetes al pueblo. En cuanto a la ganadería, se intuye que fueron los fulbé quienes contribuyeron a extenderla. Estos grupos, inicialmente nómadas, se sedenterizaron en las zonas de Jolof, Takrur y en el propio Mandé. La pesca correspondía sobre todo a grupos especializados (somonos, bozos y sorkos) quienes proveían el pescado que, ahumado o secado, circulaba por todo el imperio mediante el comercio interior. Quienes hacían labores artesanales eran los hombres de casta como los herreros y los zapateros. El trabajo del oro y otros metales preciosos suponía un honor. Todas las castas de artesanos estaban obligadas a respetar la endogamia. El oficio, de esta manera, se transmitía de generación en generación. Las castas también tenían derechos muy concretos; ni el emperador, ni los nobles ni los hombres libres debían exigirles más de lo que señalaba la costumbre como prestación. Bajo la hegemonía mandinga, las relaciones comerciales del Sudán se intensificaron con Tripolitania y Egipto. Djenné y Tombuctú, desde entonces, se tornaron en etapas indispensables al tiempo que se transformaban en centros comerciales de primera importancia. En este aspecto, el islam le facilitó al estado un soporte exterior ideológico y económico. El grueso del -58-


comercio transahariano se realizaba con oro. No se conocen emisiones monetarias durante el imperio de Mali. Según Niane, «los emperadores jamás buscaron atesorar sistemáticamente el metal precioso por las necesidades monetarias». Este oro era cambiado por productos del Magreb. Mali controlaba zonas productoras del metal aurífero: Galam, Bambuk, Buré y Bitu. Este oro fue el que alimentó la vitalización monetaria árabe del siglo XIII. Los intercambios interiores se realizaban mediante el trueque o la sal, que resultó ser la moneda efectiva en los pequeños intercambios al tratarse de un producto raro. En el este, en Gao, el cauri (concha de un molusco del océano índico) predominaba sobre la sal. Sin embargo, su expansión fue limitada hasta la llegada de los portugueses. Ibn Battuta también habla del cobre como moneda. Éste seguramente era utilizado para las transacciones con el bosque meridional. Sin embargo, el trueque parece imponerse como sistema dominante. La sabana ofrecía sal, peces y cobre, y lo intercambiaban por cola, aceite de palma y oro. Las nueces de cola, producto muy apreciado en toda el África occidental, fueron, por lo tanto, monopolio del imperio. Este comercio nortesur, estuvo caracterizado por la infiltración de los comerciantes malinkés (diula) en el sur, actuando como portadores de la fe islámica por su contacto con los comerciantes árabes y magrebíes y como difusores de la cultura mandinga. En el comercio exterior, a través de las riquísimas rutas transaharianas, el oro era intercambiado por tejidos, alfombras, sal y todo tipo de manufacturas. El mansa poseía el monopolio de las pepitas de oro. Seguramente no las acaparaba para impedir la circulación del oro, sino por razones mágicas o de ostentación. Por otra parte, la manera dispersa de obtenerlo en los cursos de los ríos y por los pozos en la estación seca no permitía un control estricto de -59-


los productores ni de las condiciones de extracción, y el poder se reservaba simplemente el monopolio de la exportación por tasas. Respecto a los impuestos, el estado ejercía una presión muy leve sobre los excedentes agropecuarios y por ello se optó por el monopolio de los intercambios comerciales o militares con el exterior a partir de tasas de exportación e importación de determinados productos. En este sentido, Iniesta nos dice que «los emperadores malienses mantenían sus tropas únicamente con el impuesto en grano obtenido de los pueblos y estados vasallos, sosso, soninké, bereberes y songhay. En ningún momento la exigencia fue suficientemente desmesurada para hacer estallar revueltas contra el poder-policía del estado malinké. El excedente obtenido por el rey y los nobles no permitía una fastuosidad oriental, pero las tasas sobre los productos de importación y exportación daban a la nobleza los réditos necesarios para reforzar su prestigio, mejorar su armamento y disponer de una caballería decisiva en los combates». Por lo tanto, Mali, como estado sudanés, asumía la defensa territorial, la seguridad de los caminos, las facilidades en las transacciones comerciales, pero su papel no iba más allá de una eficaz policía. El estado se reforzaba a través de la guerra y la incorporación de nuevos grupos humanos que permitían mantener el estado sin la necesidad de aumentar la presión tributaria inicial (una parte, aunque simbólica, de las cosechas). La pérdida de territorios y, por ende, de grupos humanos, fragilizaba al estado pero no lo empujaba a una presión impositiva mayor. Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB) - REY PASTOR, Julio y GARCÍA CAMARERO, Ernesto, La cartografía mallorquina, Madrid: Departamento de historia y filosofía de la ciencia. Instituto Luis Vives, 1960

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- KRETSCHMER, Honrad, Els portolans de l’edat mitjana: una contribució a la història de la cartografia i la nàutica, Barcelona: Institut Cartogràfic de Catalunya, 2009 - HERNANDO, Agustín [et al.], Cartografia mallorquina, Barcelona: Diputació de Barcelona, 1995 - [Organiza: Internacional Cartographic Association] [Proyecto y selección de obras expuests: Servicio Geográfico del Ejército] Exposición de cartografía mallorquina: Eucarto VIII, Madrid: Servicio Geográfico del Ejército, 1900 - PUJADES I BATALLER, Ramon J., Les cartes portolanes: la representació medieval d’una mar solcada, Barcelona: Institut Cartogràfic de Catalunya, 2007 Reproducciones del Atlas: - CRESQUES, Abraham/ VERNET, Juan, Atlas Catalán de 1375 [Material cartogràfic] tradicionalmente atribuido a Abraham o Jafuda Cresques, Barcelona: s/n, 1961 - CRESQUES, Abraham/ CHARLESTON, B. M, Mapamundi : the Catalan atlas of the year 1375 / edited and with commentary by Georges Grosjean, Zurich: Urs Graf, 1978 - CRESQUES, Abraham, Mapamundi del año 1375 de Cresques Abraham I Jafuda Cresques [material cartogràfic], Barcelona: Ebrisa, 1983. - CRESQUES, Abraham, L’Atlas català, Barcelona: Diàfora, 1975 - BOSCH, Alfred, L’atles furtiu, Barcelona: Columna, 1998 Enlaces de interés: - El Atlas Catalán en la web de la Biblioteca Nacional de París: http://expositions.bnf.fr/ciel/catalan/index.htm - Detalles del Atlas: http://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Catalan_Atlas -61-


http://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Catalan_Atlas_reproduction - SĂ­mbolos y banderas del Atlas: http://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Symbols_and_flags_from_the _Catalan_Atlas

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6. KANGNIDO

Fuente: Wikimedia Commons


Mapa 6 Título: Honil Gangni Yeokdae Gukdo Ji Do (Kangnido) Autor: Gim Sa-Hyeong (김사형:金士衡), Li Mu (이무:李茂) y Li Hoi (이회). Año original: 1402 Medidas: 158 x 163 cm (copia en Ryukoku University)/ 220 x 280 cm (copia descubierta en el templo de Shimbara, en Nagasaki) Localización primera copia descubierta: Ryukoku University (Japón) Características e información de interés Se trata de un mapa coreano hecho a partir de informes chinos. Representa la totalidad del mundo conocido por los asiáticos en aquella época (siglo XV). El Imperio chino, Corea y Japón se encuentran representados con gran detalle, pese a que los tamaños relativos y las posiciones no sean tan precisas: China y Corea son de gran tamaño y el Sudeste Asiático y la India se encuentran acorraladas por el territorio. En el Oeste, la Península Arábiga, África y Europa se encuentran perfiladas claramente, aunque los continentes se muestran en un tamaño más pequeño que el real. África en el mapa Pese a que los continentes presentan unas proporciones que no se corresponden con la realidad, el contorno africano está claramente delineado. El conocimiento de dicho contorno indica indudablemente exploraciones anteriores a las de Vasco de Gama. La punta sur de África, por ejemplo, está claramente representada. En ella se representa un río que puede corresponder al río Orange de Sudáfrica. En el centro del continente, allí donde el conocimiento asiático se desvanecía, sitúan una masa oscura inexplorada, sin los adornos estrambóticos -64-


a los que acostumbraban a recurrir los mapas europeos medievales. Más allá de este vacío se encuentra representado el faro de Alejandría mediante una pagoda. En el mapa hay alrededor de 35 nombres de lugares africanos, la mayoría de los cuales se sitúan en el área mediterránea. Palabras árabes como Misr (Cairo) o Maqdashaw (Mogadisho) son transcritas al chino. Por lo tanto, muchas de las transcripctiones chinas de los topónimos provienen de orignales árabes persinizados.

Contexto histórico El Océano Índico siempre fue un lugar de fuerte dinamismo en los intercambios. Desde fechas tempranas, comerciantes sudarábigos, persas o indios lo navegaron en busca de productos del África oriental. La fraternidad musulmana que se creó en el Índico facilitó la conexión de los puertos pérsicos y arábicos con la lejana China, valiéndose del monzón de invierno hasta Insulindia y el sur chino, donde pasaban el verano, y volviendo con el nuevo monzón septentrional en sólo un año y medio. En el año 671 se establecieron en Kwantung (Cantón) los primeros mercaderes musulmanes. Paralelamente a las migraciones de musulmanes persas y a los últimos desplazamientos transoceánicos malayos, llegaron a toda la costa oriental africana y a ciertas regiones intereriores, como Zimbabwe, monedas mongoles y porcelanas exportadas desde el Pacífico chino. En Pate, ya a mitades del siglo XIV, encontramos porcelanas azules chinas. Los puertos de África oriental conformaron, pues, una red pluricontinental que unía Asia con su occidente, pasando por Madagascar y el Mar Rojo. La porcelana china llegó incluso a ser adoptada como moneda de cambio, pero su importancia fue menor que la de los cauris (un tipo de molusco del Índico). -65-


Estas mercancías del Extremo Oriente correspondían a la última fase de los Khan, cuando trataron de penetrar comercialmente en el Índico; embajadores mongoles fueron a Madagascar, mientras Marco Polo pasó nueve meses en Ormuz en misión para el Khan. Porcelanas de éste período adornaron las kiblas de las mezquitas malgaches y de Kilwa. Era época en la que Chau Ju Kwa, geógrafo de la corte mongol, escribía su Descripción de los pueblos bárbaros, donde ya hablaba de Mogadiscio, Pemba, Zanzíbar y de Madagascar, mucho antes de la relación realizada por Marco Polo. Los chinos no intervinieron directamente hasta a partir del siglo XV. Hasta entonces, los navieros mercantes chinos no pasaron del suroeste del archipiélago de Java y Sumatra. Después del derrocamiento de los mongoles por los Ming, una vez consolidados éstos, la segunda dinastía con Yong-lo inició una activa política transoceánica y abierta a los países costeros de todo el Índico. El emperador Ming mandó construir 2.000 juncos de gran tonelaje y armó las primeras expediciones hacia el mediodía. Con Yong-lo y los segundos Ming, siete grandes expediciones llegaron a Indonesia y las cuatro últimas alcanzaron la costa oriental africana después de pasar por puertos iranios, indios y sudarábicos. Cheng Ho, eunuco musulmán de la región de Yunnan, fue el famoso almirante de estas siete expediciones que llevaban tripulaciones que oscilaban entre los 17.000 y los 34.000 hombres. Los primeros tres viajes (1405 a 1415) sirvieron para someter a vasallaje a los reinos malayos de Insulindia. La cuarta expedición atracó en la bahía de Malindi, donde el sultán local regaló una jirafa para el emperador chino, haciéndola acompañar de una embajada que volvería en una nueva expedición transoceánica. El animal fue llamado el “caballo celeste” y fue dibujada por los pintores y ceramistas chinos como ejemplo de -66-


armonía universal, siendo el único elemento africano que perduró en la memoria popular. De este modo, en 1415, 1421, 1424 y 1431, la costa este africana fue recorrida por las embarcaciones de Cheng Ho, con relatos detallados hechos por el oficial Fei Sin y el intérprete sudarábico Ma Huan. Según estos relatos, Mogadiscio (Mu Ku) estaba rodeada de desierto a pesar de ser una rica ciudad y Malindi (Ma Lin) era un centro mercantil activo. Todo el oro, además, provenía de la región de Sofala. Los habitantes de todas estas escalas eran negros. Estos viajes, no obstante, se interrumpieron bruscamente y la navegación transoceánica fue prohibida unas décadas después, los grandes juncos fueron deshechos y muchos de los capitanes y pilotos de Cheng Ho encarcelados, en lo que fue una fuerte reacción interna contra una extroversión que se juzgó estéril. Ni China en el siglo XV ni Portugal un siglo después lograron militarmente obtener un control absoluto de los circuitos mercantiles (en el primer caso es dudoso que esa fuera su intención), mucho más antiguos y afirmados en unos hábitos a los cuales era necesario que los recién llegados se adaptaran en parte. Esto es lo que los portugueses acabaron haciendo, mientras que los chinos habían renunciado mucho antes, limitándose a preservar la relación comercial y ligeramente tributaria con Malaca. Así pues, vemos que ya en el siglo XIV China conocía la costa oriental de África, mucho antes de la llegada de los portugueses. Enlaces de interés - Mapa: http://www.geography.wisc.edu/histcart/v2-2display.gif

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7. MAPAMUNDI CATALÁN ESTENSE

Fuente: www.henry-davis.com


Título: Mapamundi catalán estense Autor: Pere Rosell Año original: 1450-60 Medidas: 113 cm de diámetro Localización: Biblioteca Estense, Módena, Italia Características e información de interés Se trata de una representación del mundo circular, donde el orbis terrarum está rodeado por el océano. El mapa se inserta, estilística y culturalmente, dentro de la familia de las cartas portulanas. Es anónimo pero ha sido atribuido a Pere Rosell. Es posible que existiera una cadena de aprendizaje que, desde Cresques hasta Rosell, ligaría a los principales autores de mapamundis catalanes. Destaca la acertada delineación de Europa y Asia y el conocimiento del Sudán africano. Tiene muchas similitudes con el Atlas Catalán de 1375: gran cantidad de leyendas, reyes, animales,… La nomenclatura de las leyendas está mayoritariamente en catalán, pese a que también hay algunas en latín. Dichas leyendas son muy similares en ambos mapas. Las regiones del norte de Asia y Europa, fuera de los límites del Atlas Catalán, están significativamente poco detalladas. La línea de costa del sur asiático presenta, sin embargo, algunas diferencias (la península India, por ejemplo, es menos pronunciada). África en el mapa El mapa incluye toda África. El punto central no es Jerusalén, sino los territorios dominados por el Preste Juan, en Abisinia (actual Etiopía) entre las dos ramas del Nilo. África, que atraía más la atención de los cartógrafos a raíz de las nuevas exploraciones, fue ampliada cruzando el ecuador y alcanzando la costa del sur en relación a mapas precedentes.

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El área determinante es el África occidental. El mapa nombra Cabo Verde, descubierto por Dias en 1444 y cuyo primer mapa se realizó en 1448. Las islas de Cabo Verde no están sin embargo representadas. Más al sur, pocos descubrimientos son evidentes en el Golfo de Guinea, donde el mapa sitúa los Montes de la Luna, justo en la línea del ecuador. Desde estos montes, cinco ríos nacen fluyendo hacia el norte, hasta un lago en el Nilo occidental. Uno de ellos es el río de Oro, que puede asimilarse al sistema Senegal-Níger, mal conocido hasta bien entrado el siglo XIX. También se sitúa al rey de Malí, añadiendo a la habitual leyenda sobre su riqueza en oro que era pobre en sal. Tanto la sal como el oro y su importancia en el Sudán occidental son descritos por Al-Idrisi. Destaca la larga extensión del Golfo de Guinea hacia el este, enlazado aparentemente por un río al Oceano Índico, donde encontramos otro golfo al sur del Cuerno de África. El curso de las montañas del Atlas es muy similar al del Atlás catalán de 1375. Como en éste último, hay bastante información escrita respecto al interior continental. La influencia de la tradición cristiana medieval es esquivada parcialmente en el mapa con elementos tales como el Preste Juan y la representación de un paraíso terrenal, en lugar de las habituales representaciones de todo tipo de animales y especies monstruosas. Aunque

embellecido

con

ciudades

encastilladas,

barcos

y

representaciones de soberanos africanos, intenta proporcionar una imagen actualizada del mundo y resolver el antiguo enigma del África incógnita. Representa a muchos soberanos africanos. Su relación con el Atlás Catalán, ya mencionada, se ve en muchas de las inscripciones, en catalán, que son muy similares en ambos casos. Algunas son más completas y otra menos, lo que sugiere que no se trata de una copia sino de la obtención de información de fuentes comunes. -70-


África, en definitiva, ocupa la mayor parte de la mitad sur del mapa. El continente acaba en un gran arco, conforme a la estructura circular del mapa, y se extiende hacia el este para formar el límite meridional del Océano Índico. Contiene media docena de monarcas, desde Musa al Preste Juan. Se omite la representación de monstruos y el único animal que sale es un camello y su conductor, siguiendo las rutas caravaneras hacia el mar. Las ciudades saharianas que aparecen en el Atlas catalan también aparecen aquí: Siguilmese, Tenbuch, Tagort, Buda y Melli. Las azores, canarias y madeira también se muestran. Mientras, en la costa oriental se muestran diversas islas.

Contexto histórico En este mapa destaca la referencia al Preste Juan, cerca del paraíso terrenal, en lo que sería el África oriental. Pero, ¿quién era el Preste Juan? ¿Existía realmente? ¿Cuál fue el origen de la leyenda? En el año 1165, Manuel Comneno y Luis VII de Francia recibieron una carta del Preste Juan en la que se definía a sí mismo como «el rey todopoderoso sobre todos los reyes cristianos». La carta describía las maravillas del país de éste monarca cristiano. Eran tierras llenas de riquezas; abundaban el oro y la plata, y también las piedras preciosas. Eran 42 los reyes que obedecían a éste monarca en cuyo país había todo tipo de animales; desde elefantes hasta los míticos grifos. El árbol de la vida y el paraíso terrenal también se hallaban en su territorio. En la carta, el Preste Juan, en una demostración de su grandeza y omnipotencia, se mostraba en disposición de satisfacer los deseos de los reyes de Bizancio y Francia, invitándolos a su país, donde los recibiría con la entrega de regalos y grandes tierras.

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La carta tuvo una repercusión tremenda en la cristiandad occidental. Pese a estar redactada en griego, pronto circularon copias en latín y otras lenguas. Esta epístola tuvo precedentes que alimentaron la mente de los contemporáneos. En 1145, el obispo de Antioquía había relatado que en Oriente un rey cristiano se preparaba para atacar a los infieles, mientras que más tarde diversos testimonios hablaban de un rey Juan, rey y preste, que había guerreado contra los persas. En definitiva, los europeos empezaron a buscar con ansia al mítico monarca cristiano. Primero lo buscaron obstinadamente en Asia y, más tarde, en África, donde acabó encarnándose en la figura del negus etíope. Pero, ¿cuál es el origen de ésta carta? ¿Quién se encargó de redactarla? La primera vez que encontramos el nombre del Preste Juan es a mitades del siglo XII, en una crónica de Otto de Freisingen, medio-hermano de Conrado III, emperador germano, y arzobispo de Maguncia. Según MariePaule Caire-Jabinet, la carta fue fabricada en los despachos de la propaganda imperial en vistas de “probar la superioridad del poder temporal de los emperadores sobre el poder espiritual de los papas”, algo que era objeto de gran debate en la época. Así, la carta describía una sociedad ideal en la que el soberano ejercía las dos funciones (real y sacerdotal) con preeminencia del poder real. Por lo tanto, la carta utilizaba la idea del Preste Juan en provecho del poder imperial. Sin embargo, esto no lo sabían los contemporáneos, quienes creyeron la historia del Preste Juan. Para las gentes de los siglos XII-XIII era un príncipe de Asia. Marco Polo, de retorno en 1295, lo asimiló al rey de los Keraït, en rivalidad con Gengis Khan. En la misma época, Guillaume de Rubroek lo identificaba con el rey de los turcos Nayman, en Mongolia. -72-


En el siglo XIV la leyenda pasó a África. A decir verdad, ya en el siglo XII el papa Alejandro III había dirigido su mirada al continente. Envió una carta a «Johanni illustri et magnifico Indorumregi». Gracias al peregrinaje, el mundo latino no ignoraba que un monarca cristiano reinaba en algún lugar al sur de Egipto pero como el acceso a tal reino era casi imposible, por las dificultades que interponía el sultán egipcio, se continuó buscando al Preste Juan en Asia. Fue a principios del siglo XIV cuando el principado legendario del Preste se identificó con Etiopía. El fin de las cruzadas había abierto una coyuntura favorable: alrededor del Mar Rojo la circulación se hizo mucho más fácil, a través de Jerusalén algunos etíopes llegaron a Europa, especialmente a Venecia. Giovani de Carignano, realizó un mapa del país del Preste Juan, siendo el primero en colocar este país en Abisinia (en ese momento el rey abisinio era Wedem-Arad). En 1339, el mapa atribuido a Angelino Dulcert, de la escuela mallorquina, situaba a los cristianos de Nubia y Etiopía bajo el mandato del Preste Juan. Poco a poco, las informaciones sobre Etiopía se fueron multiplicando gracias a los emisarios, cada vez más numerosos, en despecho de los obstáculos que ponían los egipcios, quienes temían una alianza de los etíopes con los francos o los venecianos que comprometiera gravemente el monopolio de su comercio con los países del Océano Índico. En 1400, el rey de Inglaterra Enrique IV, dirigió una carta al preste pidiéndole que «liberara el Santo Sepulcro de manos de los moros». En 1402, una delegación etíope estuvo en Venecia, trayendo consigo a dos leopardos y productos aromáticos como presentes. Cinco años más tarde, cinco pelegrinos etíopes llegaron a Boloña. -73-


En 1427, el rey de Aragón, Alfonso V, recibió enviados del rey Yeshaq (Isaac) de Etiopía que le proponía una alianza contra los musulmanes. Alfonso dio una respuesta favorable y acordó enviar a Yeshaq una expedición y artesanos, que nunca llegarían a su destinación. En relación a éste episodio, Ki-Zerbo nos dice que Alfonso tuvo la intención de enviar una embajada para negociar el casamiento de la infanta doña Juana con «Isaac, por la gracia de dios Preste Juan, dueño de las Indias, poseedor de las Tablas [de la ley] del Sinaí y del trono de David». La embajada debía pasar por Jerusalén y Arabia, pero, como hace notar un escritor de la época: «el sultán de Egipto no permite que ningún cristiano se dirija hacia la India por el mar Rojo ni por el río Nilo a tierras del Preste Juan, por el miedo que tiene de que los cristianos lleguen a un acuerdo con él para arrebatarle el dicho río». Un plan de éste tipo era una vuelta a los ideales de cruzada; había sido facilitado por el notable desarrollo de la cartografía gracias al impulso de escuelas célebres como la mallorquina. Alrededor de 1440, por invitación del papa Eugenio IV, diversos curas etíopes participaron en el Concilio celebrado en Florencia. En 1459, Fra Mauro creaba un planisferio en el que una leyenda rezaba: «El rey de Abisinia, llamado Preste Juan, tienen bajo su imperio muchos reinos. […] Éste Señor, cuando va a la guerra, lleva consigo a un millón de hombres». En estas descripciones aún vemos ecos de aquella carta de 1165. En el mapamundi de Fra Mauro, conservado en la Marciana de Venecia, frente al palacio de los Dogos, el mapa de Etiopía es la pieza clave. En 1490, tres años después de que Bartolomé Dias cruzara el Cabo de Buena Esperanza, otro portugués, Pero da Covilha llegó a Abisinia. Sin embargo, la primera embajada portuguesa no llegaría hasta el año 1520, permaneciendo seis años en el país. Fruto de esta estada apareció en 1540 el relato de éste viaje, escrito por Francisco Alvares, capellán de la expedición, bajo el título de “Verdadera Informaçam das terras do Preste Joam das

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Indias”. En este relato se describe el primer contacto real con el negus etíope, en 1520 y que correspondía a Lebna-Dengel. Algunos años más tarde, en 1529, en un lugar cercano a donde se produjo el histórico encuentro, las tropas del negus sufrieron una gran derrota, dando inicio a la devastación de Etiopía por parte del ejército de Ahmad Ibn Ibrahim al-Ghazi, que asoló el territorio durante 14 años. Así, ocurrió que, cuando occidente encontró al fin al rey cristiano que tanto había buscado (el negus Lebna-Dengel), pronto el reinado de éste se vio diezmado y destruido. Era el fin del mito del Preste Juan.

Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB) - MILANO, Ernesto, Mapamundi catalán estense [material cartográfic]: escuela cartográfica mallorquina, Barcelona: Moleiro, 1996 - BIBLIOTECA ESTENSE (Módena), Mappamondo Catalana della Estense [material cartográfic], Modena: Pellegrino Orlandini & Figli, 1907 Enlaces de interés - Foto del mapamundi en la web de la Biblioteca de Catalunya: http://www.bnc.cat/El-Blog-de-la-BC/Introduccio-de-les-edicions-facsimilen-el-mon-del-llibre

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8. PLANISFERIO DE CANTINO

Fuente: CRAI Biblioteca de Filosofia, Geografia i Història. Universitat de Barcelona


Título: Planisferio de Cantino Autor: Anónimo Año original: 1502 Medidas: 2,18 x 1,02 m Localización: Biblioteca Estense, Módena, Italia. Características e información de interés El planisferio de Cantino es considerado el mapa más antiguo que representa los descubrimientos portugueses. El nombre deriva de Alberto Cantino, representante y espía del duque de Ferrara, que consiguió llevarlo clandestinamente hasta Italia. El Planisferio es, de hecho, una copia de un mapa que se encontraba en la Casa da Mina e India de Lisboa. Los diferentes tipos de inscripciones que se encuentran en el mapa sugieren que fue realizado por varios autores. Los continentes y las grandes islas son representadas en verde, mientras que las islas pequeñas se encuentran pintadas en rojo o azul. Una serie de banderas marcan la soberanía de los territorios. La línea imaginada trazada en el Tratado de Tordesillas (1493) sale representada con una línea azul. Diversas características, como la presencia de rosas de los vientos, asemejan al mapa a los portulanos de la época. África en el mapa El contorno del continente africano es dibujado con bastante nitidez. Sin embargo, el interior continental se advierte desconocido. De hecho, hay escasas referencias más allá de las que se anotan a lo largo de la costa. En la zona del golfo de Guinea hay dibujado un gran castillo que representa el fuerte portugués construido en la isla que llamaron Mina. En el mapa aperecen también los montes de la Luna, esta vez situados en lo que sería la -77-


actual República Democrática del Congo. Finalmente, una isla situada en el sureste africano sugiere que los portugueses conocían la existencia de Madagascar, aunque no su situación exacta.

Contexto histórico La apertura de las costas africanas por parte de los portugueses fue una tarea larga y difícil que se inició con la conquista de las islas. Dom Enrique de Portugal perseguía un conjunto de objetivos: hallar nuevas tierras, cristianizar paganos, atrapar a los musulmanes entre las potencias de la Cruz (pensaba encontrar al otro lado de África al mítico Preste Juan) y, por supuesto, hacer negocios con los pueblos situados al sur del hostil Marruecos. Antes, la ocupación del norte de África, y de Marruecos en particular, había sido el objetivo primordial. Sin embargo, el fracaso cosechado provocó un cambio de dirección hacia las islas y el sur. A partir de 1443, los portugueses pasaron el cabo Bojador y frecuentaron las costas del Sáhara Occidental. Entre los años 1444-1446 descubrieron las costas de Senegambia. Los primeros contactos fueron hostiles debido a la voluntad de los portugueses por capturar esclavos. Esto provocó enfrentamientos en los que, a menudo, los lusos resultaron perdedores. Esto fue lo que empujó a Henrique a prohibir tajantemente cualquier empresa comercial armada, es decir, las razzias, y exigir acuerdos pacíficos con los poderes locales, inaugurando así la trata o intercambio pactado en 1448. La diplomacia sustituyó a una guerra ineficaz. Este cambio de actitud propulsó las relaciones comerciales en diversos puntos de la costa y los ríos, a medida que los africanos se iban abriendo a la nueva frontera occidental. Así fue como la periferia litoral del imperio de Mali adquirió una nueva importancia, convirtiéndose en un centro dinámico y adquiriendo más -78-


importancia que un interior castigado por las acometidas exteriores. El hecho de que la nueva frontera se estableciese a orillas del mar favoreció, lógicamente, a las sociedades litorales hasta entonces relativamente marginales o periféricas de centros políticos y económicos más continentales, que resultarían progresivamente debilitados. Empezó entonces un desgaste de los estados cuyo eje político se situaba en las sabanas y altiplanicies interiores. Así pues, espoleadas por los portugueses, las provincias de la costa fueron alejándose del control del imperio. En Senegambia, el comercio y la presencia portuguesa tuvo aspectos particulares: la ausencia de establecimientos en la costa, el poblamiento de las islas de Cabo Verde y la constitución de comunidades de intermediarios portugueses o luso-africanos que fueron alejándose del control de la metrópolis. Los portugueses ofrecían manufacturas, caballos y armas, mientras los africanos daban marfil, cera, algodón, un poco de oro, productos agrícolas y ganaderos y, a medida que transcurrían los años, esclavos. Los portugueses acabaron por abrir nuevas rutas interregionales: por ejemplo, compraban caballos al norte del río Senegal para venderlos en Gambia, a cambio de esclavos. Los soberanos africanos no jugaron un rol pasivo. Rápidamente advirtieron los beneficios que les podía reportar mantener la seguridad de los intercambios en la casi totalidad de las costas y algunas zonas del interior. Los limitados espacios en los que se establecieron los portugueses acostumbraron a ser concesiones de los poderes locales, ya que con su hostilidad un puerto o factoría no habría podido subsistir provechosamente. En toda Senegambia, solamente un lugar podría ser considerado como establecimiento portugués: el islote de Palma (actualmente Gorée). A parte de esta pequeña isla, los lugares de trata, los puertos, se mantuvieron bajo control exclusivo de los soberanos africanos. -79-


Hubo, sin embargo, tentativas de establecimiento y penetración en el interior por iniciativa de Joao II que no dieron resultado alguno. Su objetivo era acceder a las famosas ciudades de Tombuctú y Djenné. Rápidamente volvió a la estrategia diplomática e impulsó las relaciones con los gobernantes africanos, llegando a contactar con el mansa de Mali, Mahmud II, que recibió una embajada portuguesa. Su sucesor, Joao III, envió también una embajada a la corte maliense en 1534. Pese a los dinámicos intercambios, el acceso de los portugueses a tierra africana estaba estrictamente controlado. La ausencia de una clase comerciante local llevó a la aparición de los lançados o tangomaos, portugueses que eran dejados en tierras africanas para ejercer de intermediarios y asegurar la comercialización de productos africanos que iban a buscar al interior. Esto produjo un proceso a aculturación y mestizaje que hizo de los lançados una comunidad distinta, marginada por ambas sociedades (portuguesa y africana), pero que se encontraba en el centro de las relaciones entre ambas. La llegada de los portugueses espoleó a los poderes costeros. En los lugares en los que la injerencia extranjera fue más completa el panorama político cambió especialmente. Es el caso del reino Jollof, situado al norte del río Gambia, que acabó viendo como sus provincias de Kantor, Walo y Bawol se independizaban. El río Gambia constituyó una ruta de acceso hacia los productos del interior que ansiaban los portugueses. Al principio, sobre todo fue el oro de Bambuk el que alimentó la codicia lusa. Sin embargo, con la llegada a América y la demanda de mano de obra en Brasil, la necesidad de abastecerse de esclavos africanos, más resistentes a las duras condiciones de explotación de ultramar, inició un desequilibrio en los intercambios que daría inicio a los estados predadores surgidos a inicios del siglo XVII. Mina -80-


Hasta mediados del siglo XV, sin embargo, la demanda de esclavos aún era limitada. En Río de Oro y en Arguim (en el banco sahariano) la trata de oro era la más importante. En 1468, el rey de Portugal dio la concesión del descubrimiento de las costas del Golfo de Guinea, además de todo el comercio de allí derivado, a Fernao Gomes, con resultados prometedores. Se dejaron atrás los Ríos del Sur, de donde se importaban esclavos. Cruzaron los estuarios sierraleondeses de donde procedía la apreciada malagueta o pimienta gorda. Finalmente se llegó al Golfo de Guinea en 1471, en la que posteriormente sería conocida como Costa de Oro. Los portugueses llegaron a una islita que más tarde se convertiría en isla-península. La llamaron “A mina d’ouro”, o simplemente Mina. Allí comerciaban con polvo de oro. Mina se añadió de esta manera a los puntos de Arguim y Cantor (en el interior del río Gambia). En 1481, tuvo lugar un encuentro solemne entre Diogo de Azambuja y el rey Caramansa. Al potentado africano se le prestó un magnífico protocolo de vasallaje aceptado por Lisboa que no fue suficiente para alcanzar el objetivo de establecer una factoría en las playas de Mina. Finalmente, pese a las múltiples trabas que Caramansa opuso, los portugueses erigieron el edificio de piedra, mitad militar mitad comercial, que sería la imagen perenne de la frontera europea en el Golfo de Guinea, el ejemplo de la pujanza cristiana y, a su vez, muestra sorprendente de sumisión a los pequeños poderes continentales. Desde ese momento se adoptó el nombre de Sao Jorge da Mina. La factoría nacía ya implantada en la política de trata impulsada desde 1448 por Dom Henrique. Como el resto de factorías que proliferarían en las costas africanas, Mina no era más que un espacio de alquiler solicitado a los poderes continentales, dinámica que pervivió hasta el inicio del ataque colonial en el siglo XIX. -81-


Pero pronto aparecería la trata de esclavos. Sorprendentemente, la demanda de éstos provenía de los propios africanos. El reino de Benín guerreaba a menudo con sus vecinos y disponía de cautivos para vender a los portugueses. Éstos vendían a los esclavos en Mina, donde se revendían a los comerciantes dyula, que además iban en busca de oro y kola a la zona guineana. Los esclavos ayudarían a éstos comerciantes a transportar la mercancía y, una vez llegados a la zona sudanesa, podrían ser vendidos a los estados de la zona e incluso reexportados por las rutas transaharianas. No fue hasta 1520, sin embargo, cuando el valor del oro fue superado por el de los esclavos. Por lo tanto, lo que fue una factoría para comerciar con oro pronto incorporó cautivos, y lo que quiso ser emblema de intercambio entre pueblos se tornó con el tiempo en imagen de angustia y degradación. Por ese motivo, en la larga costa guineana, emergerían en adelante nuevos sistemas políticos en una lucha desesperada por sobrevivir, por ser predador antes que presa, por abrirse camino hacia la costa vendiendo antes que llegar a ella encadenados para ser mercancía: Ashanti, Abomey, Oyo… La costa africana se segmentó con topónimos que hacían referencia al producto dominante de la región: malagueta, marfil, oro o esclavos. El contacto pleno en Kongo En los siglos XIV y XV, las confederaciones clánicas kongo dieron paso a un Estado regido por el Mani Kongo, cuya capital se hallaba en M’Banza Kongo (norte del actual Angola). El origen de la monarquía pudo hallarse en los linajes de fundidores y herreros que con el tiempo se habían transformado en los grupos militares más poderosos. En esta zona, el herrero se identificaba con el poder y las castas eran inexistentes (a diferencia de lo que ocurría en los estados sudaneses). La esclavitud era conocida y se podía llegar a ella por captura y por endeudamiento. Sin embargo, no había -82-


propiamente trata de esclavos y la utilización del cautivo era como refuerzo de las estructuras de linaje. El reino kongo se organizaba mediante seis grandes provincias y dependencias menores, a cuyo frente se hallaban gobernadores de la familia real de los Ximpanzu. En 1483, llegó al estuario del Congo Diogo Cao, siendo recibido amistosamente por el Mani Sonno, principal gobernador de las provincias. Posteriormente, el rey, Nzinga a Nkuvu aceptó el bautizo (Joao I) antes de volver, antes de su muerte en 1507, a la religión africana. En ese momento la acción portuguesa ya había provocado cambios en el propio linaje real. Esto explica la oposición de Mbemba a Nzinga (bautizado como Afonso I e hijo del rey) a la entronización legítima de su primo Mpangu a Kitina (sobrino materno del rey). El conflicto armado acabó resolviéndose en favor del candidato cristiano, más audaz y apoyado por los portugueses. El más de medio siglo de reinado de Afonso I supuso la relación precolonial más intensa que europeos y africanos hayan tenido. Su política se centró en modernizar el país con el objetivo de fortalecer así su propia monarquía. Mantuvo correspondencia con Don Manuel de Portugal, a quien le insistía en las necesidades fundamentales para los kongo: sacerdotes, albañiles para iglesias, médicos, calafates y expertos en construcción naval que permitieran la creación de naves para poder comerciar autónomamente. Mientras la relación diplomática podría se catalogada de igual, la inferioridad tecnoeconómica de los kongo era evidente. La insistencia del Mani Kongo no debió calar muy hondo en Don Manuel, que envió poco más que un protocolo de buenos modales en la corte. En 1523, el Mani Kongo se quejaba a Joao III de que los gobernadores vendían a su propia población en connivencia con los mercaderes portugueses y los agentes plantadores de Sao Tomé, y que incluso miembros de la familia -83-


real enviados a estudiar a la corte portuguesas habían sido vendidos por las naves portuguesas que los transportaban. Otra clara consecuencia del contacto con Portugal fue la bancarrota financiera del Mani Kongo: los portugueses introducían cargamentos enteros de cauris (moluscos proveniente del Océano Índico que hacían las veces de moneda), de modo que el control real sobre las conchas-moneda de la isla de Luanda servía de poco por la devaluación de tanta concha en el mercado. Además de todo esto, a partir de 1555 los portugueses estimularon las luchas dinásticas, en un momento en que la aristocracia se fraccionaba en un sector lusófobo y otro partidario de mantener la relación con Portugal. Mbanza Kongo, capital del reino, pasó de 40.000 habitantes a unos pocos miles. Sólo los puertos exportadores de esclavos crecieron demográficamente. Loango, al norte, y Luanda, al sur, se habían independizado y constituían los dos mejores puntos de apoyo del comercio esclavista atlántico. El balance de la frontera total aceptado por Afonso I fue una catástrofe, careció de mesura y resultó indigerible. El reino del Mani Kongo se desestructuró a medida que su propia población se desangraba. Ensayo esclavista en Sao Tomé En 1485, tras haber contactado ya con Kongo, la isla de Sao Tomé obtenía derecho foral y emprendía la plantación de caña de azúcar a gran escala. La relación entre colonos (judíos expulsados y antiguos presidiarios) y la aristocracia del Kongo supuso una experiencia piloto del futuro comercio triangular, con base atlántica de plantación. Sao Tomé compartía una ventaja geopolítica junto con las otras islas portuguesas del Atlántico (Madeira, Azores…): su alejamiento de la metrópoli. Pronto la actividad desplegada por los colonos transformó la isla no sólo como un activo centro productor de azúcar sino también en un activo -84-


expendedor de esclavos. Ese comercio se encontraba favorecido por la proximidad de Loango y de las costas kongo. La connivencia de los gobernadores kongo favoreció un aumento espectacular del comercio de esclavos de la que tanto se quejaba Afonso I. Hasta finales del siglo XV, Andalucía y, sobre todo, Valencia recibían esclavos de Portugal. Pero en el cambio de siglo el éxito de Sao Tomé y el inicio de la colonización americana cambiaron esta tendencia. M

ientras que para algunas regiones de alta densidad, como Nigeria, la

trata de esclavos no logró romper la dinámica expansiva, en otras sí lo hizo e incluso provocó regresiones. Las costas gabonesas no soportaron la vecindad de Sao Tomé y a principios de siglo XXI Gabón era el único país de África con índice demográfico negativo. Kongo y Angola, por su lado, fueron paralizados en su crecimiento y su población empezó a recuperarse a principios de siglo. Sin embargo, el mayor problema no deriva de las cifras, sino del daño que se hizo a esas culturas en su conjunto. Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB) - TEIXEIRA DA MOTA, A., A África no planisferio portugués anónimo: Cantino 1502, Lisboa, Junta de Investigaçoes do Ultramar, 1977 - CORTESAO, Armando, Portugaliae monumenta cartographica [material cartogràfic], Lisboa, 1960-1962, vol. I. Enlaces de interés - El Planisferio de Cantino digitalizado en la web de la Biblioteca y Archivos

Nacionales

de

Quebec:

http://services.banq.qc.ca/sdx/cep/document.xsp?id=0003250629&d b=notice&app=ca.BAnQ.sdx.cep&qid=sdx_q1&p=1&col=*

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9. ABISSINORVM REGIO

Fuente: Institut CartogrĂ fic de Catalunya


Título: Theatrum Orbis Terrarum: Abissinorvm regio Autor: Abraham Ortelius Año original: 1570/1590 Medidas: 7 x 10 cm (Abyssorvm regio) Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya Características e información de interés El Theatrum Orbis Terrarum es considerado el primer altas moderno. Lo realizó el cartógrafo y geógrafo flamenco Abraham Ortelius. El atlas, desde su primera impresión en 1570, fue regularmente ampliado y revisado por el propio autor en sus sucesivas ediciones y formatos, hasta su muerte en 1598. En su primera edición el mapa contaba con 70 mapas y 87 referencias bibliográficas. Estos números llegaron a alcanzar los 167 mapas y 183 referencias en el año 1612 (31 ediciones), estando disponible en siete idiomas diferentes: holandés, alemán, francés, ingles, italiano y español. Además de ello, bajo el título de “Additamenta” Ortelius publicó cinco suplementos de su obra. El Abissinorvm regio es uno de los mapas que formaron parte del Theatrum Orbis Terrarum. África en el mapa La leyenda de la esquina inferior derecha del mapa muestra que en el último tercio del siglo XVI, Abisinia seguía identificándose con el legendario Preste Juan. En el mapa ya vemos un progreso en el conocimiento de las ciudades costeras del África oriental como Mombasa (Mombaza), Malindi (Melinde), Pate, Mogadiscio (Magadazo)… El conocimiento del interior continental sigue siendo escaso. Las ideas ptolemaicas, como la presencia de dos lagos de los que surge el río Nilo, siguen muy presentes. Pese a ello, ya encontramos referencias a lugares situados más allá de la costa, presumiblemente gracias a -87-


los contactos de éstos pueblos con los del interior y a la información recibida por los occidentales.

Contexto histórico Cuando las primeras naves portuguesas empezaron a otear los horizontes del África oriental, el sultanato de Kilwa controlaba comercialmente el triángulo que formaba su ciudad con las dos orillas del canal de Mozambique, mientras Mogadiscio y Mombasa, más al norte, pugnaban por obtener acceso más directo a la zona, productora y exportadora del oro africano oriental. En 1501, los portugueses ya podían hacerse una idea de la importancia de Kilwa, pero no consiguieron persuadir al shaykh Ibrahim de colaborar con ellos para establecer un punto comercial en Sofala. Recurrieron entonces a la fuerza y, en el año siguiente, las naves de Vasco de Gama entraron en el puerto de Kilwa, envuelto en el tronar de sus cañones. Amenazado con ver su ciudad destruida, Ibrahim tuvo que aceptar pagar un tributo anual y devenir vasallo del rey de Portugal. En 1505, bajo el pretexto de que la villa no había pagado el tributo a tiempo ni hizado la bandera portuguesa en señal de vasallaje, Dom Francesco de Almeida, futuro virrey de las Indias, atacó nuevamente Kilwa. Aprovechándose de las rivalidades entre facciones, puso en el poder a un viejo hombre partidario de los portugueses, Muhammad Ankoni, e hizo pagar a la ciudad la construcción del primer fuerte portugués de la costa swahili. Mombasa, que ya había manifestado su hostilidad a Vasco de Gama en 1498, recibió, en agosto de 1505, a la flota de Almeida con las balas de un cañón recuperado de restos de barcos portugueses. El rey de Mombasa y su pueblo opusieron a los portugueses una feroz resistencia, pero el soberano finalmente tuvo que rendirse y la ciudad fue objeto del pillaje e incendiada. -88-


Con esta acción, los lusos tal vez buscaban romper el poder de Mombasa para incrementar el de Kilwa, que devendría su plaza fuerte. Mombasa fue nuevamente atacada en 1528 y ocupada durante cuatro meses. Esta ocupación, sin embargo, no sirvió demasiado a los intereses portugueses, que sufrieron numerosas bajas y, finalmente, optaron por destruir la ciudad. 16 años antes, en 1512, los portugueses habían tenido que abandonar su fuerte en Kilwa. Sabían que había límites en los tributos que la ciudad podía pagar y que éstos apenas cubrían el coste del mantenimiento de una guarnición. Aunque habían esperado acaparar el comercio del oro de Sofala, lo único que consiguieron fue desorganizar la ciudad por medio de intervenciones torpes y de reglamentaciones comerciales. En 1506, diezmados por las enfermedades, la guarnición de Sofala había dejado de ser operativa. Por ello, en 1512 la de Kilwa fue transferida a otro lugar. La situación comercial de Kilwa mejoró considerablemente tras la marcha de los portugueses, si bien el jefe de la ciudad seguía siendo legalmente vasallo de la corona portuguesa. El sistema de intercambios de la ciudad sufrió interesantes cambios. Los mercaderes de Kilwa evitaron en adelante Sofala, bajo control portugués, y se esforzaron por entablar unas relaciones más estrechas con la costa de Angoche, en el sur de Mozambique, que había establecido ella misma desde hacía tiempo relaciones comerciales con el interior de la cuenca del Zambeze. Su objetivo era debilitar la dominación portuguesa sobre Sofala. Fue precisamente para mantener dicha dominación que los portugueses se aventuraron al interior de las tierras, estableciéndose en Sena y Tete. Kilwa, que no disponía de muchos productos locales de exportación, había dependido hasta entonces en gran medida del oro y del marfil que sus -89-


comerciantes iban a buscar a Zimbabwe. Con la pérdida de Sofala, Kilwa tuvo que establecer relaciones comerciales con el interior, deviniendo el marfil su principal producto de exportación. Por lo tanto, se produjo una clara reorganización de su comercio. Podemos concluir que los portugueses no tenían una política clara de ocupación y administración de la costa swahili. No tenían más que el deseo mercenario de acaparar todo el comercio. E incluso ese objetivo solo fue parcialmente conseguido. La presencia portuguesa en la costa fue muy limitada, las ciudades swahili pudieron conservar su actividad comercial.

Abisinia Hacia 1500, el imperio cristiano de Abisinia ejercía una hegemonía incontestable en el noroeste de África. El poder de los pequeños territorios islámicos de Etiopía central y oriental había sido reducido por los ataques destructivos de los emperadores abisinios del siglo precedente. La influencia del estado cristiano era todavía particularmente marcada en el sur y el suroeste. En el plano interior, el imperio disfrutaba en la época de una gran paz según el testimonio de Francesco Alvares, capellán de la misión portuguesa que conoció al fin al anhelado Preste Juan entre 1520 y 1526. Esta embajada portuguesa se explica, además de por el anhelo de hallar al mítico Preste Juan, por el valor estratégico que Portugal veía en el Cuerno de África. Unas fortalezas en las costas africanas del mar Rojo podrían ser un soporte efectivo en un mar que era flanco vulnerable de la expansión lusa en el Índico. El mar Rojo era el camino natural por el que el imperio otomano, su gran rival comercial, iba adquiriendo influencia en la medida que proporcionaba ayuda a sus aliados. Por ello, uno de los principales objetivos -90-


de la embajada de Rodrigo de Lima y del padre Alvares era conseguir saber el poder y las fuerzas de Abisinia, conocer el estado de las relaciones del Preste con otros reinos de su entorno y sondear el apoyo que Portugal podría aportar al reino africano en caso de guerra con sus vecinos musulmanes. Además, para Portugal, Abisinia podía ser fuente de importación de carnes y viandas, así como de substancias preciosas como la mirra o el incienso. A esto había que sumarle el papel como mercado de destinación de productos europeos y de la India debido a su dinámica comercial. Finalmente, la cuestión religiosa también tenía su propio peso. La diplomacia lusitana, salida recientemente de una guerra contra los sarracenos en la Península Ibérica, creía posible una alianza cristiana contra el infiel. Según Alvares, el orden y la seguridad reinaban por doquier, las instrucciones de los gobernadores eran respetadas y la autoridad del emperador era absoluta en un país de una extensión de, más o menos, mil kilómetros de norte a sur. La cultura y la lengua de los pueblos de Amhara y Tigré tenían un poderoso efecto de asimilación sobre otros grupos étnicos que entraban en contacto con ellos. Respecto a la organización territorial, la mayor parte de las tierras eran propiedad residual de grupos étnicos y familiares que decidían las reparticiones entre sus miembros. La Iglesia era otra importante propietaria de terreno. Por último, también había tierras imperiales, concedidas por el emperador, a corto o largo término, a título de recompensa o por fines precisos. Estas tierras eran llamadas gult, palabra que también designaba el derecho conferido por el emperador al beneficiario de una carga, de percibir tributos o de imponer servicios. Desde las provincias y los estados tributarios afluían impuestos en natura que la corte imperial debía redistribuir. Había grandes corrientes de intercambios comerciales y se importaban productos procedentes de la India y Oriente Próximo. -91-


Pese a este panorama que dibujaba Alvares, los portugueses llegaron al Cuerno de África en un momento delicado. El area sufría un proceso de cambio sustancial. Los equilibrios económicos, sociales y políticos se estaban alterando. El reino de los salomónidas (dinastía gobernante) iba a tener graves problemas internos. En la periferia del imperio el Islam iba ganando terreno. Numerosos estados pasaron a enmarcarse en su órbita. Todos estos estados estuvieron marcados por la influencia de la cultura arabo-islámica venida de la costa. El calado fue tan profundo que algunos elementos culturales pergeñados entonces aún persisten hoy en día. La expansión hacia el oeste de esta cultura provocó un choque inevitable con el imperio cristiano. Éste se produjo principalmente en Etiopía central, en la actual provincia de Shoa, y al este de ésta. La región fue escenario de conflictos sangrantes entre los dos poderes que se enfrentaron durante varios siglos y sin desenlace final hasta mitades del siglo XV. El imperio cristiano permaneció como el poder dominante en la región pero no consiguió eliminar a los estados islámicos, aunque insignificantes en relación a su talla y población. Una de las claves del enfrentamiento hay que buscarlas en la personalidad brillante de Ahmad ibn Ibrahim al-Ghazi (apodado Ahmad Grañ, el Zurdo) que devino el líder carismático de la yihad. En la época tenía a la región de la actual Somalia firmemente bajo dominación y proporcionó a los ejércitos combatientes en Abisinia un potencial de reclutamiento muy superior a la población relativamente débil de los pequeños estados islámicos. La guerra entre cristianos e islámicos tomó un rumbo diferente a partir de 1529, en la batalla decisiva de Sembera Kure, donde el Imperio abisinio perdió no solamente un ejército entero sino también una parte considerable de su élite dirigente. Las consecuencias fueron terribles. Hasta 1543, todos los -92-


años durante la estación seca, los ejércitos islámicos barrieron las mesetas etíopes, tanto en el sur como en el norte, sometiendo sistemáticamente provincia tras provincia. Uno de los puntos álgidos de estas acometidas islámicas llegó en 1533 cuando el lugar santo más importante de Abisinia, Axum, fue completamente arrasado. No obstante, incluso en esta situación desesperada, la determinación del pueblo cristiano y de la fuerza del concepto de Imperio Santo eran manifiestas. Aquellos que fueron forzados a convertirse al Islam abandonaron la nueva fe tan pronto como los ejércitos islámicos se retiraban. Las provincias conquistadas tampoco tardaron en sublevarse. Incluso el débil emperador Lebna Denguel (1508-1540) rechazó dar a su hija en matrimonio a Ahmad Grañ, que le había propuesto un pacto de amistat. Pocos años despúes de la muerte de Lebna Denguel, la situación política cambió completamente. El joven emperador Galaodéos (Claudius) accedió al trono. Su entronización fue seguida de una restauración rápida del imperio etíope, de la llegada de un cuerpo expedicionario portugués y de la derrota final de los musulmanes. En 1541, una parte de la flota que Portugal había enviado a combatir la expansión turca ancló en Massawa. Poco después, el bahar nagas (regente del mar), gobernador de la provincia más norteña del imperio abisinio, se presentó a los portugueses cargado de cartas que pedían ayuda a favor del imperio cristiano. Abisinia veía una posible alianza con Portugal como una alternativa a un statu quo que se rompía. En julio de ese mismo año, 400 voluntarios portugueses, comandados por uno de los hijos de Vasco de Gama, Cristovao de Gama, penetraron en la meseta etíope. Su táctica de combate y la superioridad de su armamento de fuego les hacían unos adversarios temibles para las tropas musulmanes que ocupaban el norte de Abisinia. Un número creciente de voluntarios abisinios fue añadiéndose a la columna portuguesa, que inflingió dos grandes derrotas al -93-


hasta entonces invencible ejército de Ahmad Grañ. Éste obtuvo apoyo de los turcos, que aportaron nueva artillería y cuerpos de élite. En febrero de 1543, el ejército musulmán fue destruido al este del lago Tana y su caudillo muerto en el campo de batalla. Las tropas musulmanas habían sido fuertes militarmente en un primer momento para conquistar territorios, pero muy débiles para mantenerlos de forma permanente. Después de 1543, los cristianos saldrían victoriosos en los combates y, en el curso de los decenios siguientes, el imperio consiguió reconquistar los territorios perdidos. Entre 1554 y 1570, los oromo (galla) supusieron un verdadero quebradero de cabeza para el imperio y llegaron a conquistarle. Mientras tanto, los somalís habían optado por seguir la yihad conducida per Ahmad Grañ, aunque en la batalla decisiva huyeron en desbandada. El período comprendido entre 1529 (inicio de la yihad) y 1632 (inicio de la restauración imperial), fue un tiempo en el que Abisinia luchó por sobrevivir. Fue un período difícil en el ámbito político y militar, pero también en el intelectual, cultural y religioso. Abisinia fue asaltada por ideas venidas de otro continente. Durante el reinado de Sartsa Dengel (1563-1597), el imperio era más una ficción que una realidad política. El poder real del Estado estaba reducido al territorio que el emperador ocupaba efectivamente con sus tropas. En efecto, el imperio había sufrido dolorosas pérdidas, tanto en territorios como en población. A medida que el poder imperial declinaba, se buscó asegurar la estabilidad del centro. Durante este reinado, cuyo final marcaría el inicio de las guerras civiles, la política imperial fue defensiva.

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Antes, bajo el liderazgo del sucesor de Ahmad Grañ, el emir Nur ibn Mugahid, los musulmanes de Adal-Harar se midieron una vez más al imperio cristiano. El ejército abisinio, mal preparado, fue abatido en 1559 y el emperador Galaodéos murió en batalla. El emperador Minas (1559-1563) debió combatir a los turcos que, desde sus bases del mar Rojo, intentaron poner pie en las mesetas etíopes. Por lo tanto, Sartsa Dengel tuvo que hacer frente a incesantes campañas en todas las direcciones, ya que tampoco los oromos dejaron dar ni un respiro al imperio. Se llevaron a cabo guerras violentas con el fin de aniquilar a los abisinios judíos que habitaban en las regiones de la meseta septentrional. Se ignoran las razones de esta guerra religiosa cuando el imperio tenía tantos enemigos exteriores. Los judíos debían escoger entre el cristianismo o la exterminación. La mayoría fue exterminada. Resulta sorprendente que el imperio de Abisinia, ocupado por combates incesantes durante casi tres generaciones, encontrara la fuerza no solamente para enfrentarse a los turcos del norte, sino también a los musulmanes del Adal en el este y a los oromos en el sur y el centro, además de vencer y asimilar algunos estados del suroeste. Quizás el conflicto más importante para el imperio fue el que tuvo con la Iglesia católica, que duró casi un siglo (1542-1632). La creación de la Sociedad de Jesus en 1540 dio a la Iglesia católica un instrumento eficaz tanto para sacar adelante la contrareforma en Europa como para convertir a los paganos y llevar bajo autoridad de Roma a las iglesias cristianas heréticas. Desde antes de 1540 hubo contacto epistolar entre los reyes portugueses y los negus abisinios. Este contacto conllevó el establecimiento en Abisinia de los miembros de cuerpos expedicionarios portugueses y de sus familias. -95-


En 1557, Andrea da Oviedo fue consagrado obispo y enviado a Abisinia junto con otros jesuitas portugueses para preparar la “reintegración”, es decir, la unión de la iglesia ortodoxa con Roma. Bajo el reinado de Sartsa Dengel, los jesuitas implantaron un centro en el Tigré. Fueron autorizados a vivir en total libertad y a emprender actividades misioneras. En 1603, un español, Pedro Paez, tomó las riendas de la misión. Extrañamente fue un hombre tolerante. Para dirigirse al pueblo, la Iglesia llegó hasta a llevar y transcribir los debates teológicos en lengua amarítica. Esta innovación acabó con la Restauración de 1632 cuando el gueeze, lengua oficial de la iglesia abisinia, fue reestablecido. Sin embargo, el debate constructivo se tornó pronto en hostilidad abierta entre las facciones ortodoxa y católica. La ascensión al poder de Susenyos en 1607 marca el inicio de la fase decisiva en la rivalidad entre iglesia ortodoxa abisinia y iglesia misionera católica. Pedro Paez había tenido acceso a la corte imperial y consiguió que, bajo su influencia, el emperador se inclinara cada vez más hacia el catolicismo. La lucha entre ambas doctrinas, llevada hasta entonces con armas intelectuales y dentro del respeto mutuo, se tornó en guerra abierta. Alfonso Mendez, el nuevo obispo español enviado por el Papa era, al contrario que su predecesor, sectario y arrogante. Bajo la protección del emperador, Mendez quiso volver a poner a la Iglesia abisinia sobre el que el consideraba el camino correcto. Todos los curas abisinios debieron pasar una nueva ordenación y todas las iglesias una nueva consagración. El calendario fue europeizado, la circuncisión prohibida y un nuevo baptismo impuesto a todos los abisinios. Las revueltas se multiplicaron contra la nueva iglesia, siendo particularmente violentas en las provincias centrales. En 1632 hubo una gran batalla en la que el emperador salió victorioso pero quedó destrozado. Abdicó

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poco después, restituyendo la fe de sus ancestros y pidiendo al antiguo clero que volviera a su propia liturgia. El siguiente emperador, Fasiladas, hizo deportar a todos los jesuitas. Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB) - ORTELIUS, Abraham y VOET, León, Abraham Ortelius and the first atlas: seáis commemorating the quadricentennial of his death: 1598-1998, GoyHouten: HES Publishers, 1998. - KARROW, Robert W. [et al.] Abraham Ortelius (1527-1598): cartographe et humaniste, Turnhout: Brepols, 1998. Disponemos de unos siete Theatrum Orbis Terrarvm en la sección Reserva de nuestra Biblioteca: - ORTELIUS, Abraham, Theatrvm orbis terrarvm [material cartogràfic], Antverpiae: apud. Regid. Coppenium Diesth, 1570. Enlaces de interés - Abissinorvm regio en el ICC (Institut Cartogràfic de Catalunya) http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/atles/id/967/rec/1 - Du Theatre du monde en pdf en la web del Institut Cartogràfic de Catalunya: http://biblioteca.icc.cat/pdfctc/CTCRL2844_ortelius_epitome.pdf - Lista de mapas del Theatrum Orbis Terrarum en Wikipedia: http://ca.wikipedia.org/wiki/Theatrum_Orbis_Terrarum - Theatrum Orbis Terrarum digitalizado: http://archive.org/details/theatrumorbister00orte - Theatrum Orbis Terrarum digitalizado: http://memory.loc.gov/cgibin/query/r?ammem/gmd:@field(NUMBER+@band(g3200m+gct00003)) -97-


10. GVINEAE NOVA DESCRIPTIO

Fuente: Institut CartogrĂ fic de Catalunya


Título: Gvineae nova descriptio Autor: Gerardus Mercator Año: 1613 Medidas: 49 x 57 cm Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya Características e información de interés Gvineae nova descriptio, forma parte del conjunto de mapas que Gerardus Mercator (1512-1594), famoso matemático y cartógrafo flamenco, recopiló en su obra Atlas Sive Cosmographicae Meditaciones De Fabrica Mundi et Fabricati Figura. La renovación cartográfica que tuvo lugar en el siglo XVI se emprendió en el sur de los Países Bajos, sobre todo en las ciudades de Amberes y Lovaina. El punto de partida de dicha renovación fue la Geografía de Ptolomeo. De este modo, el atlas configurado por Mercator consistió en un principio en una versión corregida de los mapas de Ptolomeo. El ejemplar con el que trabajamos es una copia posterior a la muerte de Mercator. África en el mapa El mapa muestra la zona del golfo de Guinea. Se representan bastantes detalles en las costas, reflejo de las exploraciones portuguesas y europeas. Se ve el conocimiento de algunos de los ríos más importantes, sin embargo, persiste el error en unir el Níger con el sistema del río Senegal. De este modo, el río Níger fluye en paralelo a la costa guineana. Se hace referencia a algunos estados conocidos, como Mali o Benin, ambos con salidas hacia la costa. Resulta interesante observar que ante la falta de conocimiento del interior, grandes nombres reflejan los productos surgidos de cada zona. Así, por ejemplo, debajo de Sierra Leona vemos que abundaba la malagueta. Se muestra también el enclave portugués de Elmina. -99-


En la esquina inferior izquierda se muestra detalladamente la isla de Sao Tomé. Contexto histórico La decadencia de Mali y el fin de los estados clásicos sudaneses A principios del siglo XVII los imperios que habían dominado la sabana durante las centurias anteriores habían caído en desgracia. El Imperio de Mali había sufrido una lenta decadencia caracterizada por el desplazamiento del centro de interés hacia sus provincias occidentales, aquellas que daban salida al Atlántico. La llegada de los portugueses a mediados del siglo XV a las costas de Senegambia provocó gradualmente un cambio en el tipo de comercio y en las formas que éste adoptaba. Si en un principio el oro, las manufacturas y las materias primas de toda índole habían sido los elementos codiciados, paulatinamente fueron perdiendo terreno ante una nueva demanda (la de esclavos) que resultó mortífera para muchas sociedades africanas en contacto con la nueva frontera occidental. Éste comercio Atlántico, al principio, le dio un respiro al imperio mandinga que acababa de perder grandes territorios orientales a manos del pujante Imperio Songhay. Mali perdió así el control sobre las rutas transaharianas y tornó su mirada hacia la costa. Pese a que en un principio la llegada de los portugueses actuó como una suerte de salvavidas para el Imperio, a la larga sus efectos serían dañinos para los africanos. A su vez, a lo largo del siglo XV Mali sufrió numerosos ataques exteriores además de los perpetrados por los Songhay. Desde el sur llegaron las razzias mossi y en los territorios occidentales, aquellos que le daban la vida, se produjo en el primer tercio del siglo XVI el ataque de los fulbé, quienes llegaron a fundar un gran reino que amputó al imperio de algunas de sus provincias y complicó la movilidad de los comerciantes mandinga.

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A finales del siglo XVI, el imperio ya estaba muy debilitado. Sin embargo, la idea de la soberanía del mansa (emperador) no había desaparecido. Cuando en 1591 una expedición hispano-marroquí acabó definitivamente con el imperio Songhay, el mansa de Mali trató de aprovechar el caos que esta situación provocó para convocar a sus aliados y lanzar una última tentativa para recuperar territorios y su antigua grandeza. El avance de las tropas imperiales sobre la gran ciudad de Djenné se saldó con una nueva derrota. A partir de entonces, a los estados clásicos sudaneses les seguirían los predadores; un cambio profundo y atroz ocurriría en tierras africanas. La Costa de Oro, pre-Ashanti Pese

al

contacto

con

la

frontera

occidental,

europea,

las

transformaciones de las sociedades africanas se dieron, en general, de forma lenta (excepto en aquellos lugares donde el contacto fue pleno, como en Kongo). Los africanos preservaron, pues, el monopolio de los contactos. Paradójicamente, fueron las sociedades más interiores y, por lo tanto, más alejadas del contacto directo con los europeos, las que en ocasiones sufrieron cambios más espectaculares. Algunas llegaron a desaparecer y otras tantas fueron liquidadas o absorbidas. Otros optaron por emigrar lejos de los ejércitos cazadores de esclavos. Sin embargo, unos pocos trataron, y además consiguieron, subvertir el orden gerontocrático en favor de sistemas políticos militarizados y centralizados (los fon de Abomey en el siglo XVII, los Ashanti de Kumasi a inicios del XVIII o los bámbara de Segu y Kaarta a finales del XVII). La militarización y crispación social que inició la trata de esclavos afectó profundamente a unas sociedades interiores que pasaron a ser presa y objetivo de sus vecinos. Vivir en estado de alerta permanente pasó a ser lo habitual. Las sociedades predadoras costeras controlaban una franja de territorio de 25 a 50 kilómetros hacia el interior. Más allá, en la tierra de nadie que se -101-


extendía a unos 100 kilómetros de la costa, se produjeron los fenómenos Ashanti y fon. El siglo XVII y principios del XVIII fue una época de movimientos migratorios por razones económicas, sociales y políticas. Los akan, núcleo de la futura federación Ashanti, se dispersaron en pequeños grupos de linaje y clanes. A principios del siglo XVI, estos pueblos akan emigraron en dos direcciones: - Hacia el norte y el este, en las regiones actuales de Kumasi, Mampong y Akyem. - Hacia el sur y sureste, en las regiones actuales de Wassa, Iqwira, Sanwi y Assinie. La actividad comercial de los akan era notable. Hasta el siglo XVI, comerciaban principalmente con nueces de cola que dirigían al Sudán Occidental, sus vecinos del norte. A partir de ese siglo, y hasta el XIX, la sal y el oro adquirieron una gran importancia en la zona del golfo de Guinea comprendida entre Sierra Leona y la actual República de Ghana. Mientras que la sal era controlada casi exclusivamente por los habitantes del litoral, la explotación aurífera era dominio reservado a los pueblos de zonas forestales del interior, particularmente los akan. Pese a los ulteriores esfuerzos europeos por conseguir el control de las minas, a finales del siglo XVII éste continuaba siendo ejercido por los akan. Sin embargo, paralelamente se fue desarrollando el nuevo comercio de esclavos con los europeos. De un lado, el comercio exterior akan continuaba fluyendo hacia el Sudán Occidental a principios del siglo XVII, pese a la caída del Imperio Songhay. Del otro, los europeos abrieron una nueva vía de intercambios. Los portugueses llegaron a las costas de la actual República de Ghana en 1471; en

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el siglo XVI harían lo propio franceses ingleses y holandeses y, ya en el siglo XVIII, daneses. En 1518 se inició el comercio con las Antillas y no fue hasta 1619 cuando debutó el comercio con América continental, en el momento en el que una embarcación holandesa descargaba una carga de esclavos en Jamestown, Virginia. El comercio de esclavos alteró y modificó comportamientos. Sin embargo, los akan aguantaron cierto tiempo la embestida. Aquellos que vivían entre los ríos Bandama y Ankobra, siguieron comerciando con marfil hasta finales del siglo XVII, mientras que los que vivían entre el Ankobra y el Volta hicieron lo propio con el oro. Por esa razón se le otorgó el nombre de Costa del Oro a la región y se construyeron fuertes y factorías a lo largo del litoral entre esos dos ríos. Los akan aún no se habían insertado de lleno en la dinámica de trata negrera. Ese papel le correspondería a la posterior federación Ashanti. En el plano político, a lo largo del siglo XVI se produjo entre los akan la formación, en la cuenca de los ríos Pra y Ofin, de pequeñas comunidades y ciudades-estado o jefaturas ligadas entre ellas no por alianza a un mismo soberano, sino por lazos de parentesco y de clan. Sin embargo, también hubo otras formas de organización. Según la tradición oral de Adansi, hubo hacia 1550 una cierta centralización que derivó en la formación de la confederación de los estados adansi pero que precipitó la emigración de ciertos pueblos akan hacia el norte y el sur, donde fundaron jefaturas, ciudades-estado y principados. Estos procesos de formación de estados parecen haberse desarrollado ampliamente entre 1580 y 1630, tal y como muestra un mapa de los estados del sur de la Costa de Oro entre el río Tano y el Volta, trazado por un cartógrafo holandés en 1629. El mapa describía 38 estados y reinos. Todos,

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salvo Gran Incassa e Incassa Igwira, han sido identificados y existen aún en las regiones indicadas. Los estados formados tanto por los Ga como por los Akan que habían emigrado eran probablemente de pequeña talla aunque organizados todos del mismo modo, con un solo dirigente, jefe o rey con su reino. En la confederación adansi, las familias reales de diferentes estados asumían por turnos el rol del poder. En los estados unitarios, el rey era elegido en la primera familia o clan que había llegado al lugar. Estaba rodeado de un consejo compuesto por jefes de familias o de clanes. Cada estado, por último, tenía sus propios dioses (de los ríos, de los lagos,…) y sus sacerdotes ejercían una influencia notable sobre la sociedad. Benin Los portugueses alcanzaron Benin en 1486. Se establecieron relaciones comerciales con el Oba de Benin, el soberano. El comercio con los lusos se realizó en diversos puntos de la costa mientras que Benin se mantuvo durante largo tiempo como punto de partida de los intercambios. La zona dominada por Benin devino uno de los principales mercados de esclavos de la costa africana. El propio comercio de esclavos llegó a determinar, en gran medida, la formación y crecimiento de nuevos estados. Las comunidades organizadas en formas no estatales tendieron a ser las víctimas de la trata. Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB) - TAYLOR, Andrew, El mundo de Gerard Mercator: el cartógrafo que revolucionó la geografía, Barcelona: Juventud, 2007 - CRANE, Nicholas, Mercator: the man who mapped the planet, Londres: Weidenfeld & Nicolson, 2002

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- WATELET, Marcel, Gérard Mercator cosmographe: le temps et l’espace, Amberes: Fonds Mercator, 1994 - De Mercator a Blaeu: España y la edad de oro de la cartografía en las diecisiete provincias de los Países Bajos, Barcelona: Generalitat de Catalunya, Departament de Política Territorial i Obres Públiques, Institut Cartogràfic de Catalunya, Madrid: Fundación Carlos de Amberes, 1995. Enlaces de interés - El mapa en el Institut Cartogràfic de Catalunya: http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/672/rec/ 6 - El Atlas Sive Cosmographicae digitalizado en la web de la Universidad de Düsseldorf: http://digital.ub.uni-duesseldorf.de/urn/urn:nbn:de:hbz:061:1-64104 - El en wikimedia commons: http://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Atlas_Cosmographicae_(Merc ator)

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11. MAPAS NICOLÁS SANSON AFRIQUE


LA GUINテ右 ET PAYS CIRCOMVOISINS


PARTIE DE LA HAUTE AETHIOPIE, OU SONT L’EMPIRE DES ABISSINS ET LA NUBIE

Fuente : Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: Afrique/ La Guinée et pays circomvoisins/ Partie de la Haute Aethiopie, ou sont l'empire des Abissins, et la Nubie/ Mappe-Monde ou Carte general du monde Autor: Nicolás Sanson Año original: 1650/ 1656 Medidas: 44 x 59 cm/ 15 x 19 cm/ 28 x 19 cm Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya/ Universitat de Barcelona (Biblioteca Reserva)

Características e información de interés El extraordinario cartógrafo y geógrafo francés Nicolás Sanson (1600-1667), ha legado unos mapas de una belleza exquisita. Muchos lo han considerado el geógrafo francés más importante del siglo XVII. Los mapas pertenecen a la obra “L’Afrique en plusieurs cartes nouvelles et exactes; & en divers traictés de géographie et d’histoire”, donde Sanson compila y elabora mapas de todo el continente africano. Es, por lo tanto, una suerte de atlas del continente. África en el mapa Sanson exhibe mapas plegables delineados en colores, típicos de ese período, acompañados de textos descriptivos de los diferentes territorios africanos. Sanson designa una parte del continente como “Gran Libia”, región que ubica en la zona sahariana al norte de África y las tierras circundantes al oeste, desde Guinea y la Costa Occidental hasta Nubia en el Este. También muestra el reino del Congo, el imperio Monomotapa, las islas Canarias, Madeira, Cabo Verde y Madagascar.

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Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB) - SANSON, Nicolas, Mappe-monde, ou carte general du monde [material cartogràfic]: dessignée en deux plan-hemispheres, Paris, P. Mariette, 1651 - SANSON, Nicolas, Afrique [material cartogràfic], Paris, P. Mariette, 1650 Enlaces de interés - L’Afrique en el Institut Cartogràfic de Catalunya: http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/618/rec/ 1 - Partie de la Haute Aethiopie, ou sont l'empire des Abissins, et la Nubie en el Institut Cartogràfic de Catalunya: http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/atles/id/594/rec/1 - La Guinée et pays circomvoisins

en el Institut Cartogràfic de

Catalunya: http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/atles/id/601/rec/2 - L’Afrique, disponible en pdf en la web del Institut Cartogràfic de Catalunya: http://biblioteca.icc.cat/pdfctc/CTCRL24152_sanson_afrique.pdf

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12. REGNA CONGO ET ANGOLA

Fuente: CRAI Biblioteca de Filosofia, Geografia i Història. Universitat de Barcelona


Título: Atlas Maior: Regna Congo et Angola Autor: Joan Blaeu Año original: 1665 Localización: Universitat de Barcelona (Biblioteca Reserva) Características e información de interés Los Blaeu fueron una familia de editores, impresores y libreros de Ámsterdam. El taller tipográfico y la librería de la familia fueron iniciados por Willem Blaeu en 1603, y su obra la continuaron sus hijos Joan y Cornelis. A lo largo del siglo XVII devinieron un verdadero imperio editorial con especial dedicación a la producción y venta de mapas hasta que, en 1672, un incendio dañó el taller y lo que en él había. El Atlas Mayor es la obra capital de Joan Blaeu, que sobrevivió a las defunciones de su padre y su hermano. En su edición original, en latín, contenía 536 mapas, abarcando desde el Ártico, hasta Europa, África, Asia y América. Posiblemente, se trate del atlas barroco más exhaustivo y excepcional. El atlas iba a contener diversos apartados: corografía, topografía, hidrografía y uranografía. Sin embargo, solo pudo realizar el consagrado a la descripción de la superficie terrestre. El atlas empezó a publicarse en 1662, en las versiones latina, francesa, holandesa, alemana y castellana. Contaba con nueve o doce volúmenes, según la lengua. La obra, en su origen, se basó en el Theatrum Orbis terrarum de Ortelius ya que Willem Blaeu compró las planchas utilizadas por éste último en la creación del Theatrum. África en el mapa El mapa representa los reinos de Congo, Angola y Benguela. Presenta bastantes detalles en el interior, con los nombres de ciudades, ríos y montañas. Destaca la representación de castillos en el lugar en el que se erigían las -112-


principales ciudades o puestos comerciales. Destaca por encima de todo el detalle de los sistemas fluviales que surcaban la región y que en su momento vertebraron los cauces comerciales.

Contexto histórico Entre los siglos XIV y XV, las confederaciones clánicas kongo dieron paso a un Estado regido por el Mani Kongo, cuya capital se hallaba en M’Banza Kongo (norte del actual Angola, actual Sao Salvador). Antes de la llegada de la trata, la esclavitud era conocida y se podía llegar a ella por captura pero también por endeudamiento. Sin embargo, no había trata de esclavos como tal y la utilización del cautivo era como refuerzo de las estructuras de linaje. El reino kongo estaba organizado en seis grandes provincias y dependencias menores. Al frente se hallaban gobernadores de la familia real de los Ximpanzu. La presencia portuguesa, desde 1483, provocó cambios en el propio linaje real. Mbemba a Nzinga (bautizado como Afonso I e hijo del rey) se opuso a la entronización legítima de su primo Mpangu a Kitina (sobrino materno del rey): el conflicto acabó resolviéndose en favor del candidato cristiano, apoyado por los portugueses. Afonso I reinó casi medio siglo (1506-1543) y fue en este tiempo en el que se vivió la relación precolonial más intensa que europeos y africanos hayan tenido. La política de Afonso era la de modernizar el país, fortaleciendo de paso su propia monarquía. Efectuó varias peticiones al rey de Portugal con tal fin (sacerdotes, albañiles para iglesias, médicos, naves...) pero éste apenas respondió a las demandas del Mani Kongo.

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En 1523, Afonso se quejaba de que su población estaba siendo vendida como esclava con la colaboración de mercaderes portugueses y los agentes plantadores de la isla de Sao Tomé. Los portugueses penetraron en Kongo de manera catastrófica, la entrada masiva de cauris que llevaron a cabo condujo a la bancarrota financiera del Mani Kongo. Después de 1555, las luchas dinásticas se vieron estimuladas por los lusos, y la aristocracia se mantuvo ya indefinidamente fraccionada en un sector lusófobo y otro partidario de mantener la relación con Portugal. Bajo los sucesores de Afonso I, el poder de Kongo disminuirá, sobre todo en relación al Ndongo, que devendrá más fuerte gracias a la trata clandestina con Sao Tomé. La sangría demográfica fue espectacular. La capital, Mbanza Kongo, pasó de 40.000 habitantes a unos pocos de miles y sólo los puertos exportadores de esclavos crecieron demográficamente. Loango, en el norte, y Luanda, al sur, se habían independizado y constituían los dos mejores puntos de apoyo del comercio esclavista atlántico. La desorganización general de la sociedad kongo facilitó el éxito de las incursiones de las hordas jagga, agrupamientos de guerreros desclanizados que fueron creciendo en la periferia del reino para invadirlo. Según Iniesta, los jagga deben ser estudiados como subproducto probable de la presión esclavista kongo, que forzó la emigración de numerosos individuos y grupos de varones. Ante la invasión jagga, Alvaro I pidió ayuda a Sebastiao de Portugal, que le envió seiscientos soldados que, en año y medio, lograron recuperar el reino. Pero Álvaro I tuvo que hacer acto de vasallaje al monarca portugués, a quien prometió como tributo una quinta parte de las rentas del país. Álvaro II (1574-1614) se alzó contra la trata efectuada en su reino. Pero los portugueses lo abandonaron para instalarse en el país vecino de Ngola. -114-


Los portugueses, de acuerdo con las hordas jagga, arrasaron la provincia de Mbamba, donde los kongoleses terminarían por aniquilar a todo portugués que cayera en sus manos. Tras una efímera dominación holandesa, los portugueses volvieron en 1648 y exigieron al Mani Kongo que les revelara la localización de los yacimientos auríferos que tanto ambicionaban. Antonio, el Mani Kongo, inició las hostilidades pero fue vencido, y muerto en 1665 y su cabeza llevada a Luanda por los portugueses. Tras el episodio de doña Beatriz y Pedro IV (inicios siglo XVIII), quedó convenido que desde ese momento el Mani Kongo sería elegido alternativamente entre los miembros de los dos clanes Shimulaza y Shimpanzu. Pero en esta época los vasallos ya no se consideraban sometidos. Pedro V (1763) y Álvaro XI (1764) tendrán que ejercer fuertes presiones para ser coronados con la pompa de antaño. La trata negrera devastó un país ya muy maltratado. El asiento de agosto de 1701 estipulaba que los negros en oferta no se sacarían de la costa de Guinea. Por lo tanto, hubo que sacarlos de las costas situadas más hacia el sur. Angola Al sur del Kongo, el estado de Ndongo, cuyo rey llevaba el título de ngola, origen del posterior nombre de Angola, se formó en los albores del siglo XVI. A diferencia de Kongo o Loango, que eran grandes coaliciones, Ndongo se constituyó por la aglomeración de un gran número de jefaturas, cuya tendencia a la organización estatal era menor, en sus orígenes, que las de Kongo o Loango. De hecho, hacia 1520, era aún dependiente respecto a Kongo. Frente a los territorios de Ndongo, los portugueses habían fundado una nueva ciudad en la pequeña isla de la que el Mani Kongo extraía los cauris. Habían levantado numerosos fuertes y en 1592 habían creado una -115-


administración colonial a las órdenes del gobernador general Francisco d’Almeida. Fue así como nació la colonia de Angola. Con el pretexto de que Lisboa no apoyaba suficiente desde el punto de vista financiero a su colonia, los empleados se volvieron hacia la trata. Tras la breve ocupación holandesa, a partir de 1648 la mayoría de los funcionarios llegaron de Brasil, convirtiéndose Angola en algo así como una “colonia de la colonia”. La trata negrera conoció un gran impulso, convirtiéndose en la principal actividad de la zona. En el siglo XVIII, al carecer Portugal de suficientes barcos, firmaron algunos tratados con Gran Bretaña y Holanda por los cuales éstos últimos se encargaban en adelante de llevarse la “mercancía”. Los beneficios de este comercio hicieron de Luanda una ciudad llena de monumentos y palacios públicos y privados. En sus intentos de controlar los reinos africanos más próximos los portugueses se toparon con feroces resistencias. Los ejemplos más llamativos son los del Ngola de Ndongo y el de su hermana Nzinga (bautizada como Ana de Souza) de Matamba durante el siglo XVII. El reino de Ndong fue finalmente anexionado en 1671 con el nombre de Reino Portugués de Angola. Brasil, fuente gracias a su azúcar de la riqueza portuguesa, debió su prosperidad a Angola y a los miles de africanos que fueron arrancados de sus costas con destino americano. Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB) - Atlas maior of 1665 [material cartogràfic]/ J. Blaeu - Hispania, Portugallia, Africa y América/ J. Blaeu Enlaces de interés - La colección del atlas de los Blaeu en la Biblioteca Reserva de la UB:

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http://www.bib.ub.edu/biblioteques/reserva/vitrines-anteriors/la-collecciodatles-dels-blaeu-a-la-biblioteca-de-reserva/ - El atlas maior en la biblioteca virtual Miguel Cervantes: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/0369951534460557333 2268/index.htm - El atlas maior en el archivo regional de Leiden: http://www.archiefleiden.nl/home/collecties/verhalen/bladeren-doorblaeu/blaeu - El atlas maior en la web de la Universidad de D端sseldorf: http://digital.ub.uni-duesseldorf.de/urn/urn:nbn:de:hbz:061:1-37297

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13. DESCRIPTION DE L’AFRIQUE

Fuente: CRAI Biblioteca de Reserva. Universitat de Barcelona


Título: Description de l’Afrique Autor: Olfert Dapper Año original: 1668 Localización: Universitat de Barcelona (Biblioteca Reserva) Características e información de interés La obra Description de l’Afrique es la más conocida del humanista neerlandés Olfert Dapper. Para elaborar dicha obra, Dapper consultó durante alrededor de tres años un número importante de obras de historia, geografía y relatos de viajes. Pero no se contentó con un mero trabajo de compilación, quería realizar una síntesis que resultara interesante de los documentos consultados. El resultado de esto fue Description de l’Afrique, una obra que aún hoy es fundamental para los africanistas. Dapper, lejos de realizar un juicio de valor sobre las sociedades descritas, evitando de esta manera las connotaciones etnocéntricas, fue de los primeros en apostar por un camino interdisciplinar asociando estrechamente la geografía, la economía, la política, la medicina y el estudio de las costumbres. Contrariamente a lo hecho por algunos de sus contemporaneos, Dapper no realizó una obra dedicada a curiosidades exóticas, sino una obra para la posteridad. Realmente, la riqueza de los textos aportados en Description de l’Afrique, así como sus diversos mapas y grabados, constituyen una verdadera fuente de información para el estudio de la historia africana. África en el mapa Esta la parte inferior del mapa que Olfert Dapper sitúa al principio de su obra. En él podemos ver un apreciable conocimiento de los principales sistemas fluviales y una gran cantidad de anotaciones a lo largo y ancho de la costa. Por otra parte, aunque no sean abundantes, la cantidad de anotaciones sobre el interior continental resulta importante. -119-


Contexto histórico La zona de África del Sur sufrió numerosas transformaciones entre los siglos XVI y XIX; nuevas comunidades se establecieron en la región, otras tantas cambiaron de modo de vida o el lugar en el que vivían. Las relaciones entre las sociedades tomaron un nuevo rumbo como resultado de los cambios derivados de las nuevas relaciones con el exterior. Después del paso de Vasco de Gama por el Cabo de Buena Esperanza en 1497, África austral continuó durante años siendo vista como un peligro para los navegantes, mientras que África Oriental bullía de actividad y atraía todo el interés europeo. De esto se desprende que los contactos entre los pueblos africanos de la zona con el exterior eran extremadamente tenues. Sin embargo, los contactos interiores, por vías terrestres, eran un poco más importantes. En la época éstos eran los pueblos que habitaban el sur del continente africano: - Los Khoi (hotentotes), que eran ganaderos y practicaban la pesca, apenas tenían contacto con el norte. - Lo mismo ocurría con los San (bosquimanos), cazadores que vivían en el interior. - Los pueblos de lengua nguni vivían al este de la cadena montañosa que parte la región, mantenían pocos contactos regulares con sus vecinos. - Los Herero y Ovambo, situados en la actual Namibia, tenían estrechos lazos lingüísticos entre ellos y con sus vecinos del norte. - Los Tswana y Sotho, en el centro, comerciaban en ocasiones con el norte. En definitiva, alrededor de 1500 todas estas sociedades vivían independientes al resto del mundo y sus relaciones exteriores eran, por consiguiente, esporádicas y marginales.

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A fines del siglo XVI, la presión de los pueblos bantúes (sotho, nguni) empujó a los bosquimanos hacia las estepas desérticas del Kalahari, mientras que los hotentotes se mantenían en la zona del Cabo, donde se mezclaron en parte con los bantúes, quienes, a su vez, se dispersaron en su mayoría por la costa oriental. En el momento en el que los europeos empezaron a interesarse en la región emprendieron una acción vigorosa. En 1652, Jan van Riebeck fundaba en el Cabo de Buena Esperanza un establecimiento administrado desde Batania (Java). Ésto suponía la llegada e implantación de una comunidad completamente nueva y venida del exterior. El África del Sur fue concebida entonces por la Compañía holandesa de las Indias Orientales como una etapa en la ruta hacia oriente. La colonia del Cabo pronto trajo consecuencias más profundas de las que se habían proyectado en un primer momento. Se instauraron nuevas relaciones con el interior, caracterizadas por la dominación y la dependencia. En poco tiempo, la colonia debino un punto de avituallamiento y aprovisionamiento de alimentos para las embarcaciones que navegaban hacia oriente. Ante la resistencia de los hotentotes para cambiar sus actividades y orientarlas hacia la exportación y la débil producción de los soldadocampesinos, la Compañía decidió enviar colonos para producir lo suficiente para poder avituallar las embarcaciones. La mano de obra africana a menudo tendía a la huída y los esclavos resultaban caros y también podían huir. Los nuevos colonos, sin embargo, llegaron a considerar escasas las tierras que les habían concedido y las cargas de la Compañía demasiado onerosas. Por ello iniciaron una migración (trek) hacia el este, apoderándose de inmensos dominios para el ganado y la agricultura. Esto dispersó a los pueblos Khoi y San, que se acabaron concentrando en la parte occidental del interior. La mayoría de estos nuevos colonos eran protestantes de los Países Bajos que se establecieron como campesinos (boer) y que no estaban dispuestos a -121-


haber escapado de la opresión española para pasar a la de la Compañía. Tenían unos conocimientos rudimentarios de la Biblia e interpretaron de forma muy simplificada las tesis de Calvino sobre la salvación y la predestinación. Se consideraron a sí mismos elegidos de Dios para dominar a la masa de pueblos negros. Sin embargo, ante el hecho de que las mujeres europeas eran claramente un porcentaje pequeño entre los colonos, éstos acudieron a las mujeres hotentotas, dando lugar a los mestizos (bastards, griquas, coloured), a quienes consideraban inferiores aunque superiores a los africanos. El impacto de la actuación boer fue in crescendo en el transcurso de las siguientes décadas, y las poblaciones khoi-san sufrieron sus consecuencias.

Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB) - DAPPER, Olfert, Description de l'Afrique, contenant les noms, la situation & les confins de toutes ses parties, leurs rivieres, leurs villes & leurs habitations, leurs plantes & leurs animaux, les moeurs, les coûtumes, la langue, les richesses, la religion & le gouvernement de ses peuples ; Avec des cartes des etats, des provinces & des villes, & des figures en taille-douce, qui representent les habits & les principales ceremonies des habitans, les plantes & les animaux les moins connus, Amsterdam: Wolfgang, Waesberge, Boom & van Someren, 1686 Enlaces de interés - Web del Museo Dapper: http://www.dapper.fr/index.php?PHPSESSID=d18dda323e610543e5caf874 b4f557dd - Descrition de l’Afrique digitalizada: http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k104385v

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14. DE L’AFRIQUE: COSTES D’ABEX, D’AIAN ET DE ZANGVEBAR

Fuente : Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: De l’Afrique: costes d’Abex, d’Aian et de Zangvebar Autor: Allain Manesson- Mallet Año: 1683 Medidas: 21 x 14 cm Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya Características e información de interés El mapa forma parte de la obra Description de l’Univers de Allain ManessonMallet (1630-1706), ingeniero, geógrafo y cartógrafo francés. En esta obra monumental de 5 volúmenes se describen las culturas, gobiernos, tierras y costumbres de las gentes que habitaban el mundo conocido. Además, incluía gravados y numerosos mapas de gran belleza. África en el mapa El mapa muestra la zona más septentrional de la costa oriental africana. Se representa parte de la gran isla de Madagascar y muchas de las islas adyacentes, muestra del conocimiento que se tenía debido a la navegación europea en la costa índica. Se indica la presencia de cafres en la costa (zanj) así como Zanzíbar (Zanguebar) y Abissinia.

Contexto histórico A partir del siglo XVI y a lo largo del XVII la presencia portuguesa en la costa oriental de África sufrirá duros golpes. Mientras ingleses y holandeses aparecerán en escena a finales del siglo XVI, muchas de las ciudades swahili se enfrentaran al mercantilismo luso. Por otro lado, la segunda mitad del siglo XVII estará marcada por largas luchas entre portugueses y los árabes omaníes a lo largo de toda la costa bañada por el Índico. En 1652 atacaran a los portugueses en Zanzíbar. Años -124-


más tarde, en 1660, se aliarán con Pate y realizarán el ataque y saqueo del cuartel portugués en Mombasa. Desde ese momento no cesarán las incursiones hacia el sur, hasta Mozambique (1669). En agosto de 1678, el propio virrey portugués encabezará una expedición contra la “arrogante Pate”. El soberano de Faza, ciudad vecina y rival de Pate, se unirá a los propósitos lusos. Sin embargo, un año más tarde llegarán los navíos omaníes y los portugueses volverán a marcharse de la isla, no sin antes ejecutar a los soberanos de la misma Pate, Siyu, Lamu y Manda. Los ataques a las posiciones portuguesas por parte de Omán se verán interrumpidos por una guerra civil que centrará toda la atención de los árabes. En 1696, sin embargo, Omán lanzará una operación de amplitud sin precedentes: 7 navíos cargados de 3000 hombres desembarcarán en Mombasa, ocuparán la ciudad y la isla entera. En diciembre de 1698, Fuerte Jesús, objeto de un prolongado asedio, se rendirá. Ese mismo año Portugal enviará una misión a combatir en Mombasa. Años después, en 1728, aprovechando la debilidad de Omán y una nueva y débil alianza con Pate, los portugueses volverán a tomar Mombasa. Este retorno, igual que la alianza con Pate, será de corta duración. Los términos de la alianza (pagar tributo a los portugueses y cederles el monopolio del comercio de marfil) llevarán pronto a una nueva ruptura. Ya en junio de 1729 los portugueses abandonaran Pate. Se desencadenarán una serie de ataques a las posiciones portuguesas encabezadas por las poblaciones locales, swahilis, ayudadas en algunos casos por los zanj continentales. Sucederá en Mombasa, Zanzíbar, Pemba, Mafia… Por lo tanto, finalmente fueron las propias ciudades swahili quienes expulsaron a los portugueses. Pate y Mombasa volverán a ser ocupadas por los omaníes y la costa swahili entrará en una nueva etapa de su historia. El mundo swahili, debilitado, se reestructuró y sobrevivió, mientras que Portugal vio fracasar su gran proyecto mercantil. -125-


La derrota portuguesa ha sido atribuida a toda suerte de factores: la debilidad y anarquía del sistema colonial, la incapacidad y la codicia de los administradores, los estragos causados por el clima y las enfermedades en una población portuguesa poco numerosa, así como el juego de las facciones locales, unas veces aliadas y otras enemigas. Hacia el final del período los portugueses, con sus recursos diezmados, apenas constituían un cuerpo expedicionario. Sin embargo, es importante señalar que la colaboración ilegal entre la oficialidad portuguesa y los mercaderes swahili fue probablemente una de las claves del fracaso de Lisboa y no únicamente su errónea política mercantilística. La navegación africana en barcos cosidos de cabotaje, navegando entre los numerosos archipiélagos de la costa mozambiqueña, resultó incontrolable para los portugueses. Por su parte, la no rentabilidad de las minas de Manica o del Monomotapa residía en las concepciones económicas de los portugueses, que se negaban a explotarlas directamente y tampoco aceptaban una producción autóctona que lo hacía de forma marginal y en cantidades insuficientes para el endeudamiento financiero luso. El mundo swahili no se hundió al saber reestructurarse. Portugal, sí. Enlaces de interés - De l’Afrique: costes d’Abex, d’Aian et de Zangvebar en el Institut Cartogràfic de Catalunya: http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/659/rec/ 24 - Description de l’Univers, digitalizado por la Universidad de Columbia: http://www.columbia.edu/itc/mealac/pritchett/00generallinks/mallet/ -126-


- Detalles de Description de l’Univers en Wikimedia Commons: http://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Description_de_L%27Univer se

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15a. PARTIE OCCIDENTALE DE L’AFRIQUE…


15b. GUINEE GRAND PAYS DE L’AFRIQUE…

Fuente: Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: Partie occidentale de l'Afrique ou se trouve la Barbarie divisée en royaumes de Maroc, de Fez, d'Alger, de Tripoli, et de Tunis, & le Sara ou les desert de Barbarie, la Nigritie ou le Pais des Negres et la Guinée, ... / Guinée grand pays de l'Afrique avec toutes ses côtes, havres et rivieres suivant les memoires les plus recens des voyageurs Autor: N. de Fer/ Pierre van der Aa Año original: 1707 Medidas: 55 x 74 cm / 38 x 49 cm Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya Características e información de interés Nicolas de Fer (1646-1720) fue uno de los más prolíficos e influyentes geógrafo y cartógrafo francés. Llegó a ser el geógrafo oficial de los reyes borbones franceses y españoles. Los mapas de de Fer fueron famosos, aunque contaran con errores, por su considerable contenido decorativo. Por ejemplo, representaba habitualmente elementos de la fauna y flora de los lugares que cartografiaba. Pierre van der Aa (1659-1733), fue editor de Leiden. Su faceta como geógrafo fue apreciada principalmente por sus cualidades decorativas. Sus mapas constituyen ejemplos típicos de la cartografía de inicios del siglo XVIII. África en el mapa El mapa de de Fer presenta muchos detalles sobre la zona noroeste de Africa, extendiéndose desde Alejandría y el estrecho de Gibraltar en el norte, hasta el Africa ecuatorial. Se centra en la zona de Senegal y el desierto del Sáhara. El mapa presenta una gran cantidad de ilustraciones de la flora y fauna africana, e incluye un hombre recogiendo colmillos de elefante, un hombre encaramándose a un cocotero, ilustraciones de escorpiones, cocodrilos, avestruces, leones, elefantes, casas nativas, cazadores, y un pueblo. -130-


El mapa incluye también coordenadas de 20 ciudades. Además, hay diversas anotaciones: el descubrimiento de las azores por los portugueses en 1449, el descubrimiento de las islas canarias en 1449 y el descubrimiento de las Islas de Cabo Verde en 1455. El mapa nombre más de dos docenas de reinos (Jolof, Mali, Gao, ciudades Hausa, Costa del Oro (Ghana), Alkanem (Kanem), Bornú, Benin, Juda....) e identifica otras tantas docenas de ciudades, puertos, islas, lagos y otros detalles geográficos. Hay anotados los pueblos y hábitats de tribus arabes y beduinas, así como de pueblos del África subsahariana. El mapa de van der Aa se extiende desde Senegal hasta el Cabo López, justo debajo del ecuador, incluyendo Guinea y parte del reino de Benin. Presenta gravados de montañas, ríos y ciudades. El mapa representa también a animales y personas.

Contexto histórico Segu y Kaarta La desintegración de los estados clásicos llevó a nuevos escenarios. En Segu, este nuevo orden implantado por los bámbara se asentó muy directamente en el poderío militar, igual que ocurrió en diversos puntos de África (estados predadores). La demanda esclavista turca y, sobretodo, europea, pronto incidió en las sociedades sudanesas del interior. En el siglo XVII, la importancia del Imperio de Mali, replegado ya hacia el oeste de su antiguo y basto territorio, había disminuido considerablemente. El Imperio Songhay había caído frente a las tropas hispano-marroquinas y el Pachalik de Tombuctú apenas ejercía su control sobre Gao, Djenné y la propia Tombuctú.

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El curso del oro se había desviado hacia el Atlántico y el esclavo estaba sustituyendo al metal como primer valor de exportación. Un estado de guerra permanente, de militarización de la sociedad, se había instalado tras la caída de la época imperial. Las crónicas de Tombuctú aluden a poderosas bandas armadas a las que llaman bámbara (término que probablemente utilizaban para designar a los paganos o a aquellos que se hallaban fuera de toda autoridad musulmana). La inexistencia de un poder imperial daba más autonomía y representaba mayores riesgos para las poblaciones agropecuarias que habían vivido bajo el paraguas de la administración imperial. Los jóvenes perdieron la oportunidad de enrolarse en los ejércitos durante las expediciones anuales. La pérdida de esta posibilidad provocó el nacimiento de las bandas juveniles, que empezaron a escapar del control clánico y gerontocrático. Los grupos de edad juvenil de varones armados ganaron una importancia creciente en la nueva inseguridad de la sabana. A finales del XVII, dos de éstos grupos comandados por jefes del linaje Kulibaly establecieron su hegemonía junto al Níger medio (Segu) y en la sabana central comprendida entre el Níger y el Senegal (Kaarta). Cada grupo actuó de manera diferente: - En Kaarta, se recurrió a pactos con otros linajes guerreros y a la organización de una especie de monarquía confederada con otros grupos. - En Segu, Biton Kulibaly recurrió a la liquidación física de la aristocracia clànica local e incluso a la liquidación de otros grupos juveniles. La asociación de jóvenes varones (Fla’n ton), desplegó actividades de protección social hacia los linajes más desvalidos, al tiempo que mostraba su capacidad militar ante las asociaciones vecinas. Esto creó un sistema de dependencia entre un sector de los adultos y la flan ton que encabezaba Biton Kulibaly. -132-


El Senado de Segu, que se había negado a aceptar la protección de Biton, fue decapitado. Desde ese momento, todos los jóvenes pasaban a engrosar las filas de la asociación y devenían ton-djon. Biton se convertía de esta manera en jefe de un aparato de estado constituido por los ton-djon, mientras que externamente estos jóvenes se convertían en el eje de una nueva formación social llamada furuba, la unión, el matrimonio, la tierra otorgada por la comunidad a una pareja recién casada. Por último, para resaltar la distinta forma de proceder entre Segu y Kaarta es suficiente con ver como se hicieron llamar sus soberanos. Massa Kulibaly (Kaarta) optó por el apelativo de mansa o massa (término mandinga tradicional en reconocimiento de la soberanía), mientras que Biton Kulibaly optó por el de Faama, el que posee la fanga, el poder físico, la fuerza coercitiva. Ashanti Los grupos akan, presionados por los fanti y otros grupos del interior, emprendieron la militarización. Lo hicieron primero bajo la hegemonía de Denkyra, que hacia 1700 fue derrotado por una coalición de clanes y pequeños estados akan. Esta coalición fue el núcleo de la famosa Federación Ashanti. Algunos grupos no quisieron integrarse en este nuevo estado, por lo que se produjo movimientos de población hacia el oeste. Los ashanti tuvieron por primer objetivo alcanzar la costa para negociar directamente con los occidentales y para dejar de ser presa de los pueblos armados por los traficantes negreros. Desde ese momento, capturar y vender esclavos correspondería a la propia federación Ashanti. Enlaces de interés - Partie occidentale de l'Afrique ou se trouve la Barbarie divisée en royaumes de Maroc, de Fez, d'Alger, de Tripoli, et de Tunis, & le Sara ou les desert de -133-


Barbarie, la Nigritie ou le Pais des Negres et la Guinée, ... en el Institut Cartogràfic de Catalunya: http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/622/rec/ 1 - Guinée grand pays de l'Afrique avec toutes ses côtes, havres et rivieres suivant les memoires les plus recens des voyageurs http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/603/rec/ 1

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16. CARTE DE LA BARBARIE, NIGRITIE ET DE LA GUINÉE AVEC LES PAYS VOISINS

Fuente : Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: Carte de la Barbarie, Nigritie et de la Guinée avec les pays voisins Autor: Henri Abraham Chàtelain Año original: 1719 Medidas: 45 x 53 cm Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya Características e información de interés H.A Chatelain (1684-1743) realizó junto a su padre Zacharie Chatelain y su hermano Zacharie Junior, el Atlas Historique, Ou Nouvelle Introduction à l’Histoire. Dicho atlas fue publicado en siete volúmenes entre los años 1705 y 1720. El papel de Henri Abraham fue el de elaborar el material cartográfico de la obra. Los mapas realizados se basaban principalmente en los del cartógrafo francés Guillaume de L’Isle. La familia Chatelain los presentó en forma enciclopédica, acompañados de información cosmográfica, geográfica, histórica, cronológica, genealógica, topográfica, heráldica y sobre las costumbres de las zonas que trataban. Carte de la Barbarie, Nigritie et de la Guinée avec les pays voisins es uno de los mapas que se dedican a África en la obra. África en el mapa Persiste el error de unir al Níger con el Senegal, desembocando en el Atlántico y fluyendo paralelo a la costa guineana. Sin embargo, ya se representan más detalles en el interior. Se hace referencia a diversos estados africanos: Ashanti (Asiante); Mali, situado muy cerca de la costa. Se habla de farim (cargo de governador en Mali) Se sitúan a algunos pueblos, como los Sousos. Se representa la Costa de Malagueta, costa de los dientes (marfil?), Benin, muchos reinos interiores...reino de Kanem, de Bornú, Tombuctú, Gao, pueblos de Casmance, Jolof, fulas, etc...

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Contexto histórico Abomey Los adja-ewe de Abomey eran uno de los cuatro linajes reales (Agassuvi) sucesores de Agassu Adjahuto (los otros se encontraban en Allada, Savi y Porto Novo). El grupo de Abomey se encontraba a un centenar de kilómetros de la costa, al ser el linaje más débil militarmente quedó expuesto a la zona más abierta a las capturas. Los clanes locales que habitaban la zona antes de su llegada no aceptaron la pretensión hegemónica de los recién llegados. Tras varios conflictos, el príncipe Agassuvi mató a todos los jefes de linake Guedevi y a todas las autoridades locales. La tradición cuenta que construyó su palacio sobre el vientre del anfitrión: Dahomey vendría de Danxomé, construido sobre el vientre de Dan. Este sistema de acceso al poder implicaba un sistema despótico y un dinamismo militar sostenido si se quería evitar las revueltas internas. Aunque estuvieron sometidos a tributo por los Yoruba de Oyo, los fon conquistaron Allada, Savi y Widah en el primer tercio del siglo XVIII. Hasta el siglo siguiente las adja-fon fueron una de las principales potencias exportadoras de esclavos. Enlaces de interés - Carte de la Barbarie, Nigritie et de la Guinée avec les pays voisins en el Institut Cartogràfic de Catalunya: http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/612/rec/ 1

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17. AFRICA JUXTA NAVIGATIONES ET OBSERVAT. RECENTISSIMAS AUCTA CORRECTA ET IN SUA REGNA ET STATUS DIVISA IN LUCEM

Fuente : Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: Africa juxta navigationes et observat. recentissimas aucta correcta et in sua regna et status divisa in lucem Autor: Matth Seutter, C. Schiler, Tobias Conrad Lotter Año original: 1720 Medidas: 21 x 27 cm Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya Características e información de interés Matthaus Seutter (1647-1756) fue uno de los más prolíficos editores de mapas germanos del siglo XVIII. Fue nombrado por el emperador Carlos VI como “Geografo imperial”. Su editorial ganó fama por la publicación de mapas, atlas y globos de alta calidad. Su yerno, Tobias Conrad Lotter (1717-1777) heredó el negocio familiar de cartografía. Siguió publicando atlas y numerosos mapas. África en el mapa El mapa muestra un gran número de nombres en la costa e incluso en el interior. Se reproduce el río y lago Zaire. Aparece el reino de Monomotapa, la isla de Madagascar, así como multitud de islas de la costa oriental, y Abisinia. Contexto histórico A comienzos del siglo XVIII llegaron al sur de África nuevos refugiados: los protestantes franceses expulsados después de la revocación del Edicto de Nantes por Luís XIV en 1685. Generalmente eran miembros de la burguesía: comerciantes, artesanos, miembros de las profesiones liberales, y tenían en común con los bóers su fe calvinista y esa especial psicología de refugiados del fin del mundo que tratan de forjar un mundo nuevo. Los recién llegados elevaron el nivel cultural de la masa rústica de los bóers, con quienes acabaron mezclándose. De este modo se dio un nuevo impulso al trekking (migraciones boer), que paulatinamente fue desposeyendo -139-


a los hotentotes de sus tierras, transformándolos en siervos agrícolas o domésticos. Desde comienzos del XVIII, los bóers se pusieron en contacto con los bantúes. Este contacto derivaría en un fuerte choque en los campos de Fish River en 1775. Contrariamente a los bosquimanos y hotentotes que acababan de expulsar o expoliar, los bóers se hallaron ante pueblos estructurados de otra manera, con poderosas jefaturas, en ocasiones organizadas para la conquista, como sucedía en el caso de los nguni, y sobretodo en el de una de las fracciones más famosas de éste pueblo bantú: los zulú. Para los zulú, xhosa y otros pueblos bantú, pueblos ganaderos, los animales errantes eran considerados propiedad pública. Ésto hizo que pronto surgieran enfrentamientos con los bóer. Se iniciaron ataques, guerrillas y represalias, en las que los bóer utilizaban sus armas de fuego contra aquellos “cafres” que eran para ellos enemigos naturales, por su raza y religión. Así, las víctimas de la represión religiosa y nacional en Europa se convirtieron en África en opresores. Bibliografía y material cartográfico (Biblioteca de la UB) - SEUTTER, Matthäus, Atlas novus indicibus instructus [Material cartogràfic], Viena: 1730 Enlaces de interés - Africa juxta navigationes et observat. recentissimas aucta correcta et in sua regna et status divisa in lucem en el Institut Cartogràfic de Catalunya: http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/667/rec/ 1

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18. CARTE D’AFRIQUE

Fuente: Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: Carte d’Afrique. Autor: Guillaume de l’Isle Año original: 1722 Medidas: 52 x 70 cm Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya Características e información de interés Guillaume de l’Isle (o Delisle) formaba parte de una reputada familia de cartógrafos franceses. A los 27 años ya era miembro de la Academie Royale des Sciences. Su formación le permitió aplicar diversas disciplinas en el plano cartográfico, llegando a crear la técnica conocida como “cartografía científica”, esencialmente una extensión de lo que Sanson llamó “geografía positiva”. Esta nueva aproximación permitió transformar el campo de la cartografía y crear mapas más ajustados a la imagen del mundo. Fue también profesor de geografía del joven Luis XV, y recibió el título de Geógrafo Real. Este mapa estaba dirigido al rey de Francia. África en el mapa Aparecen multitud de anotaciones y referencias a estados africanos: Nubia, Egipto, Congo, Cafrerie, Abisinia, Madagascar, Galam, Benin, Loango, Angola,

Benguele,

Jagas,

hotentotes,

Cabo

de

Buena

Esperanza,

Monomotapa, Quiteve. No aparecen muchos ríos. Enlaces de interés - Carte d’Afrique en el Institut Cartogràfic de Catalunya: http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/798/rec/ 16

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19. CARTE DES ROYAUMES DE CONGO, ANGOLA, ET BENGUELA AVEC LES PAYS VOISINS

Fuente : Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: Carte des royaumes de Congo, Angola, et Benguela avec les pays voisins Autor: Jacques Nicolas Bellin, Antoine François Prévost Año original: 1746 Medidas: 27 x 36 cm Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya Características e información de interés El mapa, realizado por el geógrafo e hidrógrafo francés J. Nicolas Bellin (1703-1772) forma parte de la obra Histoire Generale des Voyages de Antoine François Prévost. Bellin fue el primer ingeniero hidrógrafo de la marina francesa. Primero sus trabajos recorrieron las costas de Francia, para más tarde trasladarse a todas las costas conocidas. Llegó a ser nombrado Hidrógrafo del Rey y fue miembro de la Royal Society of London. África en el mapa El mapa muestra con una cantidad de detalles importante una porción del África ecuatorial-occidental y central. Los reinos más importantes y aquellos que dan nombre al mapa son los de Kongo, Angola y Benguela. A su alrededor se encuentran plasmados todo un conjunto de reinos o estados africanos interiores que presentan pocos detalles en su interior. Respecto a los tres países citados, se detallan incluso las provincias que los formaban así como los ríos que discurrían por sus territorios. Especial atención merecen

las

anotaciones

que

encontramos

diseminadas por el mapa. Bajo “ROY DE DONGO” la leyenda reza: “destruido por los portugueses”. En el reino de MATAMBA se escribe: “Fundado por Ana Zinga”. Por lo tanto, un conjunto de descripciones

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aportan al mapa datos históricos, y también geográficos e incluso climáticos y agrícolas, que resultan de enorme interés desde una perspectiva histórica.

Contexto histórico A las puertas de la segunda mitad del siglo XVIII, el reino de Kongo se encontraba ya muy debilitado y en franca decadencia. Frente a este debilitamiento, un reino que antaño había formado parte del primero se erigió como pieza fundamental en el engranaje de la trata atlántica: Angola. En torno a 1665, los espacios del África central, sobre todo aquellos en contacto con la costa, fueron reorganizados a gran escala. Muchas de las entidades políticas empezaron a obedecer a los imperativos de la nueva estructura económica que la trata intensiva de esclavos generaba. Sin embargo, fue en el siglo XVIII cuando la organización del África central occidental fue enteramente modificada. El declive de los estados estuvo relacionado con el de las antiguas clases dominantes, mientras que una clase comercial fue ganando peso y acabó en algunos casos por reemplazarlos. Había dos núcleos de trata de esclavos que coexistían: uno, portugués, llevaba a los africanos desde Angola hasta Brasil; el otro, en el norte, era dominio de otras potencias europeas y territorio en el que el comercio en tierra seguía en manos de los africanos. Este comercio de las regiones del norte, de la costa de Loango, fue alimentado por compañías que financiaban todo el comercio triangular, como por ejemplo la neerlandesa Compañía de las Indias Occidentales. La demanda de esclavos progresó de manera regular entre 1665 y 1755 para luego repuntar desmesuradamente y atender su punto de máxima intensidad entre 1755 y 1797 aproximadamente. El principal centro de comercio se situaba en primer lugar en Loango y, después de 1750, en Malemba. Hacia 1780, Cabinda era el puerto más -145-


frecuentado pero fue superado por Borna, situado en el estuario del río Congo, a partir de 1800. Los comerciantes europeos intercambiaban sus mercancías por esclavos y lo hacían a través de intermediarios, los mercadores que a partir de 1700 tomaron títulos locales como mafouk. El intermediario era indispensable y era el encargado de establecer y convenir las equivalencias entre los valores de los productos intercambiados. Los comerciantes europeos debían pagar tasas y ofrecer regalos a los reyes locales y a los notables responsables del comercio con los europeos. El intermediario, por su parte, se hacía con una fuerte comisión sobre el precio de venta de los esclavos. Alrededor de un millón de esclavos y pequeñas cantidades de marfil, cuero y cera fueron exportadas en el siglo XVIII, mientras que los tejidos y las armas formaban el grueso de las importaciones. Entre las consecuencias que produjo la trata, la más evidente es la caída demográfica que supuso en el reino de Kongo. En cuanto a los efectos económicos, al norte del río Congo, una vasta porción del territorio se constituyó en un conjunto de lugares especializados en ciertos productos (tabaco, caña de azúcar, marfil…). Esto conllevó un empobrecimiento técnico en cada uno de esos lugares. Los

efectos

sociales

y

políticos

fueron

espectaculares.

Los

intermediarios y los notables responsables del tráfico comercial adquirieron una importancia que creció sin cesar en las cortes, pudiéndose rodear de un séquito numeroso gracias a las riquezas que habían cosechado, suplantando ulteriormente a la antigua nobleza ligada a la casa real. Por lo tanto, los poderes reales sufrieron en este contexto. En Loango, el consejo real pasó a estar formado no por la antigua nobleza, sino por los nuevos notables ligados al comercio. El rey empezó a vender títulos al mejor postor. El sistema de sucesión también se alteró y pasaron a ser los consejeros quienes elegían al rey -146-


y quienes favorecían largos consejos de regencia. Hacia 1750 la línea real se extinguió. Tras diversas disputas, finalmente se impuso un rey neutro al precio de un debilitamiento considerable de su poder. Poco después, la nueva línea real se escindió y la realeza devino tan débil que después de 1787 ya no se nombraron a más reyes. Por otra parte, las provincias alejadas de los centros de poder fueron separándose considerablemente a partir de 1750. En la cuenca media del Congo, la extensión de la trata reavivó movimientos de población, a veces limitados, y las hostilidades en diversas regiones, mientras que fuertes concentraciones de población empezaron a establecerse junto al río, en los puntos de paso obligados, y acabaron convirtiéndose en ciudades mercantiles en el siglo XIX. En el reino de Kongo, las unidades territoriales se fragmentaron sin cesar. Todas estas transformaciones se acompañaron de cambios culturales importantes. El rol de los grandes ancestros, ligados a los clanes, se incrementó. Los cementerios y las iglesias, sobre todo en Mbaza Kongo, la capital, se agrandaron. La noción de algo parecido a lo que actualmente se denomina zombi, una especie de muerto viviente, se desarrolló como una confusión entre santos y grandes ancestros. Los cultos colectivos terapéuticos fueron ganando adeptos. La ideología del culto sacralizó las alianzas entre familias de las élites. El cristianismo, por su parte, se mantuvo pero evolucionó. La escasez de curas extranjeros o locales dejó la iniciativa a los antiguos ayudantes de los misioneros, a sus esclavos y, a la larga, al entorno del rey. Angola La trata de esclavos en Angola había arrancado antes que la del norte. Orientada sobre todo hacia Brasil, el sistema estaba fraccionado en comparación al septentrional ya que, antes de 1730, intervenían muchos -147-


factores: el mercader exportador en Portugal, los intermediarios o agentes en Brasil, los transportistas marítimos, los mercaderes de esclavos en Luanda o Benguela, los caravaneros afro-portugueses y los señores y mercaderes africanos que vendían esclavos en los mercados. Una misma compañía podía controlar varios de estos elementos, pero raramente podía controlarlos todos. Cada uno de estos factores trataba de evitar los riesgos y de maximizar sus beneficios, siendo el mayor riesgo el risco dos escravos, es decir, el riesgo de ver morir a los esclavos de malnutrición, de enfermedades y de malos tratos. Cada parte del sistema intentaba rechazar esta responsabilidad y, entonces, atribuir el derecho de propiedad de los esclavos a una parte más débil que ella. De este modo, las compañías portuguesas y brasileñas estaban en una buena posición, mientras que los transportistas marítimos, los mercaderes de Luanda y Benguela, así como los caravaneros, eran los más débiles. La mortalidad en esta época entre las personas capturadas fue muy elevada, según J.C. Miller habría sido de la mitad de los esclavos en el trayecto desde el interior hasta la costa y luego, en Luanda, un 40% moriría esperando ser embarcados. Aunque estas cifras parecen exageradas, Vansina dice que pueden ser plausibles. Por otra parte, las pérdidas en mar variaban entre el 10 y el 15% del total embarcado. A partir de 1760, los caravaneros empezaron a vender sus esclavos a cualquier mercader de Luanda o de Benguela e intentaron mejorar su situación con las mercancías obtenidas a cambio. Después de 1730, las compañías metropolitanas portuguesas volvieron a Luanda para vender mercancías europeas, mientras que los brasileños se retiraron hacia Benguela. Esta concurrencia entrañó la llegada de grandes cantidades de mercancías que acabaron estimulando, aún más si cabe, la trata de esclavos. En el plano interno, se acentuaron las rivalidades entre quimbares, portugueses o afroportugueses que llevaban años o generaciones en tierras -148-


africanas, y los recién llegados. Estos últimos, en tanto que mercaderes, tenían el apoyo total de las autoridades de Luanda, mientras que los quimbares disfrutaban del apoyo de las autoridades provinciales y, en general, de la de los jefes africanos de mercados interiores. Fueron ellos quienes lucharon contra los nuevos mercaderes debido al contrabando de esclavos que estos llevaban a cabo con franceses, ingleses u holandeses. Los brasileños y los quimbares tuvieron éxito no sólo en mantenerse en Benguela sino también en aumentar las exportaciones de esclavos hasta el punto de que el volumen devino igual al de Luanda. Las compañías portuguesas, por su parte, lograron evitar el “riesgo de esclavos”, comprando no tanto esclavos como marfil y otros objetos de comercio pagables en Brasil. A principio de siglo, los gobernadores sostenían a los brasileños. Más tarde, con las reformas del marqués Pombal en la metrópolis, prefirieron a las grandes compañías de Lisboa. Con el retorno de los portugueses a Luanda, muchos afroportugueses emigraron una vez más, principalmente hacia la meseta de Benguela donde las masivas campañas militares, a partir de 1772, no hicieron más que acelerar la emergencia de dos grandes reinos: Mbailundu y Bihé. Se creó un nuevo gran punto de comercio hacia el interior del país y las caravanas alcanzaron el alto Zambeze antes de 1794. Los esclavos llegaban a Benguela evitando pasar por Luanda. En Angola, el peso de la trata de esclavos era tal que el país no pudo diversificar su sistema económico por falta de otros capitales. La colonia continuó dependiendo de Brasil en el plano económico y, hacia 1800, todavía un 88% de sus ingresos provenían de la trata de esclavos con Brasil y solo un 5% provenían del marfil enviado a Portugal. Reinos Lunda y luba

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En la zona de Shaba fue formándose durante el siglo XVIII el imperio Lunda. Su acción produjo incesantes campañas militares que proveyeron esclavos en gran cantidad, mientras que en las regiones sometidas se pagaba también tributos en esclavos. Toda la dinámica de conquistas y razzias provocaron, a finales del siglo XVIII, movimientos de población y una ingente cantidad de intercambios económicos y culturales. En definitiva, en 1800 la acción conjunta de la expansión luba y lunda había asegurado la estructuración del conjunto de las sabanas de África central, al este de Kwango. Estos pueblos difundieron, en toda la zona, una cultura común, es decir, una visión del mundo común y, por ende, rituales, emblemas y símbolos comunes. Esta difusión fue en parte facilitada por la existencia de rutas comerciales, pero también por las razzias. La movilidad de la población, relacionada especialmente con los matrimonios, fue muy elevada. El hecho de que las mujeres iban a vivir con su marido y que el nombre del clan era transmitido por las madres contribuyó a una difusión considerable de los nombres. Por otro lado, la expansión lunda provocó también grandes estragos. No hay que subestimar la naturaleza militarista de los estados lunda, ni la amplitud de la caza de esclavos que practicaron. Posiblemente, las débiles densidades de población constatadas en el sur de Kwango y el este de Angola pueden ser en parte explicadas por estas actividades. También es cierto, por otro lado, que la concentración de población observada a lo largo del quinto paralelo es también una consecuencia directa. Este aspecto, junto a la presencia de una cultura política común en Kwango y Luapula se mantiene, para los habitantes de esta vasta región, como el legado de estos siglos.

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Enlaces de interĂŠs - Carte des royaumes de Congo, Angola, et Benguela avec les pays voisins en el Institut CartogrĂ fic de Catalunya http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/664/rec/ 1 - Histoire Generale des Voyages digitalizado por la Universidad de Columbia: http://www.columbia.edu/itc/mealac/pritchett/00generallinks/prevost/ - Histoire Generale des Voyages digitalizado: http://archive.org/details/histoiregnraled00astlgoog

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20. EMPIRE DE MONOMOTAPA ET ETATS VOISINS TIRÉ DE M. DELISLE ET AUTRES AUTEURS

Fuente: Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: Empire de Monomotapa et etats voisins tiré de M. Delisle et autres auteur Autor: Jacques Nicolas Bellin, Antoine François Prévost Año original: 1750 Medidas: 27 x 42 cm Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya Características e información de interés Éste mapa también se encuentra incluido en la obra Histoire Generale des Voyages (ver mapa anterior). África en el mapa El mapa muestra el reino de Monomotapa, en el África oriental, y una gran cantidad de estados vecinos. Se señalan un ingente número de reinos africanos y se representan mediante el dibujo de una especie de palacio las principales ciudades de la zona, como por ejemplo la capital del Monomotapa. El mapa, por otro lado, también sitúa algunos yacimientos auríferos codiciados por los europeos. Por último, el río Zambeze se encuentra delineado con bastante precisión y una inscripción en la parte más occidental del mismo reza que no se conocen los territorios más allá de la curva del río, signo irrevocable del escaso conocimiento del interior continental. Contexto histórico Hasta el siglo XVIII cohabitaron, e intercambiaron técnicas y consejos, bantúes y khoisánidas. Las teorías que giraban entorno al dominio de unos sobre otros pertenecen a la antigua escuela racista de Rhodesia. Entre los ríos Zambeze y Limpopo se desarrollaron estructuras que dejaron una huella indeleble. Es el caso del famoso conjunto de piedra de Great Zimbabwe. Su arquitectura se desplegó entre los siglos IX y XV y fue -153-


continuada ulteriormente hacia el oeste. Las técnicas, además de la historia oral, apuntan al grupo karanga, de lengua bantú y con prácticas ganaderas con leve apoyo agrario. Summers apuntó a un origen religioso de la acrópolis, teoría respaldada por la continuidad al culto, por parte de la población karanga-shona, a Mwari, divinidad celestial a la que se invoca en puntos elevados. El abandono paulatino de los centros como Great Zimbabwe se debió problablemente a agotamientos del ecosistema, sometido a población excesiva, con rebaños reales que fueron numerosos. Hacia 1440, una fracción karanga dirigida por Mutota y luego por su hijo Matope conquistó las tierras del norte o Zambezia meridional, situando su centro político junto al Ruenha, afluente del Zambeze. Hasta 1490 el Mwene Mutapa (Señor de los saqueos) dominó toda la meseta e incluso la costa entre Zambeze y Savi. A partir de ese momento, los gobernadores del sur (Changa y Toroa) empezaron a independizarse. A la llegada de los portugueses a Sofala en 1505, los enfrentamientos continuaban y dieron por resultado una remodelación del espacio entre los karanga: el Monomotapa ocupaba Zambezia, Butua ocupaba el centro y sur de la meseta. La dinastía karanga del sur será conocida desde entonces como Changamir, mientras que la del norte será la de Monomotapa (en pronunciación europea). El Monomotapa tuvo una especifidad que no se observa en el resto de monarquías de la zona, ya sean karanga o tonga. Esta especificidad era su voluntad de basar cada vez más su prestigio y poder en el comercio a gran distancia. Para Butua y Quiteve (independizado en la costa hacia 1520) el comercio era un suplemento de prestigio y no el eje de los intereses del poder. Así, mientras los restantes Estados del sudeste se consolidaban, el Monomotapa trataba de hacerlo fortaleciendo su monopolio comercial y acrecentando el volumen de intercambios. Contra la contestación interna, para mantenerse en el poder, trataron de usar la alianza con los portugueses. Mientras que en el siglo XVI, el Monomotapa buscaba obtener de los -154-


portugueses tejidos y armas, en el siglo XVII procuró armas y soldados. Los lusos, que ya habían tenido una desastrosa experiencia de conquista contra el Monomotapa, buscaban controlar las minas de oro y lograron obtener la explotación del metal aurífero a cambio de protección militar al Monomotapa. Este libre acceso a las tierras africanas desembocó en catástrofe. La relación con los occidentales provocó pronto choques con la población y con sectores de la aristocracia, llegándose a un alzamiento general (conducido por Kapararidze entre 1629-1632) y a una progresiva despoblación de Zambezia ante los trabajos de extracción que los vasallos aliados de los portugueses exigían. La ruptura del equilibrio social culminó en la alianza del Monomotapa y Changamir II de Butua, que destruyeron las ferias portuguesas y expulsaron a los europeos del altiplano. Los reinos adyacentes, en contraste con la trayectoria seguida por el Monomotapa, siguieron estrategias más prudentes, evitando que el volumen comercial y la relación abierta con los portugueses los desestabilizara. Butua se mantuvo como gran estado hasta el siglo XIX, en que fue destruido por la invasión de pueblos nguni que huían del mfecane zulú (hacia 1834). Enlaces de interés - Empire de Monomotapa et etats voisins tiré de M. Delisle et autres auteur en el Institut Cartogràfic de Catalunya: http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/632/rec/ 1 - Histoire Generale des Voyages digitalizado por la Universidad de Columbia: http://www.columbia.edu/itc/mealac/pritchett/00generallinks/prevost/ - Histoire Generale des Voyages digitalizado: http://archive.org/details/histoiregnraled00astlgoog -155-


21. PARTIE DE LA COTE ORIENTALE D’AFRIQUE AVEC L’ILLE DE MADAGASCAR ET LES CARTES PARTICULIÈRES DES ILLES DE FRANCE ET DE BOURBON

Fuente : Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: Partie de la cote orientale d'Afrique avec l'ille de Madagascar et les cartes particulières des illes de France et de Bourbon Autor: Rigobert Bonne (1727-1795) Año: 1771 Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya Características e información de interés Rigobert Bonne sustituyó a Bellin como Ingeniero hidrográfico de la marina y como geógrafo real. Fue uno de los cartógrafos más importantes de finales del siglo XVIII. África en el mapa El mapa muestra la zona del África oriental a la altura de la isla de Madagascar. El Monomotapa y algunos estados que los rodeaban salen bien representados. Hay una gran cantidad de anotaciones referentes a puntos destacados en la costa oriental, así como numerosas islas. Madagascar se encuentra repleta de topónimos referentes a los ríos y de otros tantos referentes a su población. Por último, el mapa presenta también detalles sobre las islas de Bourbon y de France.

Contexto histórico En la segunda mitad del siglo XVIII se empezaron a definir los estados de Madagascar. En aquel momento, la isla presentaba una doble realidad: por una parte encontramos a los malgaches y, por la otra, a los swahili en algunos puntos de la costa. De hecho, a cada escala swahili en la isla le correspondía una ciudad malgache. El siglo XVII había marcado un empobrecimiento de las escalas swahili, las ciudades mercantiles encontraron más dificultades y a ello se sumó -157-


en última instancia la aparición de las ciudades malgache, que les perjudicó al prescindir éstas de intermediarios. Podemos situar a los estados surgidos en la época de esta manera: en el sudeste encontramos a los Tanosy; en el suroeste, en la Bahía de San Agustín, encontramos a los Mahafaly. De este reino surgiría la dinastía sakalava que fundaría los estados del oeste como Menabe y Boina. Poco después aparecieron los estados del altiplano. La trata se había hecho relevante en el oeste pero en 1700 también ganó importancia en el este, donde emergió la Confederación Betsimisaraca (llegaron a saquear Mozambique). Los estados del altiplano, viéndose presas de los predadores de la costa, respondieron a esta situación con la creación por parte de los merina del estado de Imerina. Nampoina, su gran rey, dijo que su reino terminaba donde podían llegar sus arrozales: Radama I aplicó esta idea y ocupó gran parte del oeste de la isla (Betsileo y las zonas betsimaraka) en el primer tercio del siglo XIX. Los ataques alcanzaron a los estados sakalava de Boina y Menabé, sin lograr todavía anexionarlos. Pero aún así, el Imerina se autoprocalamaba ya Reino de Madagascar: el altiplano pasaba a dominar a las poblaciones de la costa.

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22. NUBIE ET ABISSINIE

Fuente: Institut CartogrĂ fic de Catalunya


Título: Nubie et Abissinie Autor: Rigobert Bonne Año: 1771 Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya Características e información de interés Mapa realizado por Rigobert Bonne (ver mapa anterior). África en el mapa El mapa muestra Abisinia y una gran cantidad de detalles en su interior. Muestra las divisiones provinciales o administrativas y la localización de multitud de ciudades. Contexto histórico Durante el reino de Fasilidas (1632-1667), los jesuitas fueron exiliados y perseguidos. Fasilidas hizo de la reacción anticatólica un motivo de rechazo de toda influencia europea, llegando a aliarse a los pachás musulmanes de la costa, con el fin de impedir a los eclesiásticos extranjeros el camino del interior. La mayor obra de Fasilidas fue la fundación de la nueva capital, Gondar, al norte del lago Tana, en una región alejada de Shoá, dominada por los galla, y cuyo excelente clima había atraído en su día a otros emperadores como Sarsa Denguel o Susneyos. Fasilidas hizo edificar un inmenso palacio y baños. Etiopía, cerrada a Occidente, parecía abrirse a las delicias de los palacios árabes. Gondar, sin embargo, era un remanso único de fasto y de placer en el que siempre hubo más iglesias que palacios. Además, en las islas del lago existían numerosos conventos.

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El reinado de Yohannes (1667-1682), hijo de Fasilidas, fue relativamente tranquilo. Acabó con los restos de la actividad católica pero al mismo tiempo fue ferozmente antimusulmán. Era un fanático de la fe copta. Su sucesor, Iyasu el Grande (1682-1706), llevó a cabo diversas realizaciones notables entre las que destacan sus reformas administrativas. Por otro lado, rompió con la política antieuropea de sus antecesores. El rey Luís XIV, aconsejado por los jesuitas, le envió un embajador. Sin embargo, no consiguió llevarse a París a la embajada etíope. Se llevó a cabo una segunda tentativa por parte de Francia que logró alcanzar Sennar, pero el enviado francés fue asesinado antes de pisar Etiopía. Iyasu el Grande consolidó su autoridad sobre la Iglesia copta, en especial en lo que respecta a su perrogativa a convocar sínodos, y varios de éstos se celebraron bajo su patronazgo para tratar sobre las “naturalezas” de Cristo. Cuando las maquinaciones de su hijo Takla Haimánot lo condujeron a la abdicación, se retiró a una isla del lago Tana y, al modo de los monjes, se hizo colgar unas cadenas. Sus enemigos, desconfiados, lo persiguieron hasta allí y acabaron con su vida. Dos años después, el parricida fue a su vez asesinado. Ello provocó otro período de caos, en el que el ejército hubo de intervenir cada vez con más frecuencia, imponiendo al fin a Bakaffá (1721-1730), cuyo mujer, Mentonab, ejerció una larga y profunda influencia en la política del país. Bakaffá estaba dominado por una desconfianza enfermiza. Cuando murió, no lo sucedió su hijo Iyasu II, sino su mujer como regente. Cuando el joven príncipe alcanzó el poder, su bravura y capacidad de liderazgo siempre estuvo cuestionada, lo que le llevó a realizar campañas militares poco efectivas que en realidad perseguían aumentar su prestigio personal. Asimismio, tomó a una galla, Wobít, como esposa, hecho que no hizo más que aumentar la desconfianza de sus súbditos. Wobít fue regente de su hijo Dchoás, alejó a Mentonab y llenó la corte de galla. Cuando confió a su -161-


hermano la provincia estratégica de Begamedre, se produjo un levantamiento. Finalmente, toda la trama conspirativa en la corte acabó con la muerte de todos ellos y la imposición de Takla Haimánot como hombre de paja del poderoso ras del Tigré, Mikael Sehul. Salvo por la presión secular de los galla, Etiopía no se hallaba amenazada, en aquella época, por ningún peligro mortal. Por su lado, los galla habían hecho un gran servicio a los etíopes al acabar conel temible reino de ‘Adal. La decadencia del Imperio Otomano convirtió a los pequeños estados turcos de la costa del mar Rojo en entidades nminales, que eran en realidad satélites del gobernador del Tigré. Con todo, la disgregación interna era ya de tal envergadura, a causa de la corrupción del clero copto, que un ras (governador) de Begamedre organizó peregrinajes a la tumba del iman Granye. La descomposición duró casi un siglo, hasta que un jefe de banda, Kahsa, que habían adquirido cierta reputación militar, derrotó paulatinamente a los grandes del imperio y se convirtió en negus, adoptando el nombre de Tewodros II (1885), conocido en Europa como Teodoro.

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23. THE CONTINENT AND ISLANDS OF AFRICA, WITH ALL THE RECENT EXPLORATIONS (NORTE)

Fuente: Institut Cartogràfic de Catalunya


24. THE CONTINENT AND ISLANDS OF AFRICA, WITH ALL THE RECENT EXPLORATIONS (SUR)

Fuente: Institut Cartogràfic de Catalunya


Título: The continent and islands of Africa, with all the recents explorations (norte/sur) Creador: Robert Laurie & James Whittle Año: 1809 Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya África en el mapa El mapa representa la parte norte del continente. Trata de mostrar los estados africanos de la época, así como los pueblos que habitan en ciertos lugares. Se muestran estados como Gabou, Gajaaga, Djollof, Kaarta, Segu o Fouta Djallon, Hausa o Bornú. A primera vista se muestra un conocimiento notable de los estados del interior continental, aunque éstos estén situados, en su mayoría, demasiado hacia el este. Siguen habiendo muchos vacíos interiores, tal y como reconocen los autores del mapa en una anotación que añaden en el mismo. El mapa muestra la parte sur del continente, en la que destacan los grandes espacios en blanco producidos por el gran desconocimiento que había en la época sobre el interior continental (unexplored en el mapa). Son representados, por lo tanto, algunos reinos de la costa: Loango, Congo, Angola, Matamba, Benguela, la colonia del Cabo de Buena Esperanza o la isla de Madagascar. También se señalan una multitud de pueblos que viven diseminados por los territorios conocidos: hotentotes, jagga, karangas…

Contexto histórico (norte) Revoluciones islámicas siglo XIX Durante 400 años África vivió sumida en una espiral de violencia y destrucción. La época clásica quedó sepultada ante la violencia de los estados -165-


predadores. Las estructuras sociales sufrieron cambios radicales. La concepción del poder, en algunos lugares, tomó un rumbo diametralmente opuesto al de los siglos XI-XV (de la mansaya, la soberanía aceptada de buen grado por el pueblo, se pasó a la fanga, la imposición de la soberanía por la fuerza bruta, coercitiva). Cambiaron las costumbres, los hábitos y las relaciones entre sociedades. En un punto en el que la trata había desangrado gran parte del continente y había devastado poblaciones enteras, el Islam tomó una importancia contestataria en muchos lugares del continente. Repasemos primero el África Occidental. África Occidental En el norte de la actual Nigeria, un ulama peul, Osmán Dan Fodio, emprendió en 1807 su jihad militar contra el sultanato de Gobir y, posteriormente, con los restantes Estados Hausa de la zona (formalmente islámicos). Dan Fodio planteaba el fin de las arbitrariedades, tributos acordes con la sharia o ley musulmana, imposibilidad de esclavizar a los creyentes y respeto para las poblaciones alejadas del Islam, que eran por entonces mayoritarias en las ciudades hausa. Esto último resultó decisivo, pues un gran número de paganos se sumaron a las tropas insurrectas que lograron derrotar a las tropas enemigas y entrar en la capital de Gobir, Alkawa. Crearon su propio centro en Sokoto, lugar desde el cual, en adelante, se dirigiría un califato que llegó a ocupar el norte de la actual Nigeria y el centro de Camerún. La nueva aristocracia surgió entre los pastores peul, columna vertebral del movimiento, que pasaron mayoritariamente al Islam. Pronto se aliaron con la antigua nobleza hausa. El recto Dan Fodio, sin embargo, debió retirarse del poder aquejado por la lepra. Posteriormente dirigiría serias reprimendas a sus sucesores por comportamientos poco éticos con la población de a pie. Su hijo Mohamed -166-


Bello fue el erudito que deslumbró a Heinrich Barth, mientras su hermano Abdallah gobernó la parte más oriental del califato, el Adamawa camerunés. Sus sucesores pactaron con los británicos un régimen de autonomía colonial (en la línea del indirect-rule practicado por los británicos) que se prolongó hasta más allá de mediados del siglo XX. En el Níger Medio, entre Djenné y Tombuctú (región de Macina), se erigió en 1810 un poder teocrático encabezado por otro ulama peul, el Sheiku Ahmadu Bari. Diez años más tarde derrotó a las tropas bámbaras de Segu, a quienes repelió hacia el sur. Al juzgar la antigua ciudad de Djenné corrompida y de falsos musulmanes, bombardeó y hundió su centenaria mezquita y fundó su capital de creyentes en Hamdallahi. Estableció un régimen senatorial, rigorista e implacable con las costumbres paganas, hecho que generó un gran descontento entre clanes poco o nada islamizados (recordemos que Segu era fundamentalmente animista). El Estado teocrático peul de Macina, sin embargo, pese a su excelente organización político-militar, se hundió casi inmediatamente después de la extinción de los Estados paganos bámbara, todo ellos atacados por un nuevo movimiento reformador musulmán, menos rigorista y más redistribuidor. Se trataba de la tidjaniya, encabezada desde el Senegal al Níger por los taalibé o discípulos del aristócrata tucoror (originario del Futa Toro) El Hadj Omar Seydu Tall. Éste acabó definitivamente con los reinos bámbara de Kaarta (1854) y Segu (1860), así como con la teocracia de Macina (1861). En su empresa, el Hadj Omar había recibido apoyo de Sokoto, que legitimó su movimiento. Sin embargo, fue rechazado por la clase gobernante del Futa Toro, musulmana pero poco dispuesta a perder su primacía social. Tras un primer choque con las tropas francesas en Medina, los tidjanes tuvieron que recular y acabaron por conquistar toda la sabana comprendida entre los ríos -167-


Senegal y Níger. No obstante, este estado tucolor tenía una fuerte debilidad: la conversión en clase privilegiada militar de los taalibé tucoror, que se convirtió en una verdadera élite extranjera en tierras soninké, bámbara y peul. Este hecho no hizo más que favorecer la penetración militar francesa, a partir de 1890, ya que importantes fracciones bámbara se aliaron con los coloniales. En el macizo del Futa Djallon (actual República de Guinea) un antiguo porteador dyula (mandingas islamizados y especializados en comercio desde el siglo XIII) organizó un eficaz estado mercantil hacia 1870. Se trataba de Samori Touré (tío abuelo del futuro presidente guineano Sékou Touré). En pocos años pasó de ser el jefe de pequeños escuadrones de mercenarios al servicio de un kafu (provincia) a encabezar un reagrupamiento de kafu que compondrían el nuevo Estado. Allí donde antes habían dugu (aldea, población) aislados o algún kafu independiente (el kafu es una coalición de dugu) surgió un sistema centralizado, vertebrado por un ejército y una sólida administración. La presión constante de las tropas francesas y los retrocesos territoriales de los sesenta mil combatientes de Samori (únicamente un tercio disponía de fusiles) acabó provocando la emigración popular masiva y forzosa de más de medio millón de habitantes, desde las tierras altas hasta las regiones occidentales del Volta y la Costa de Oro (actual República de Ghana). Finalmente, hostilizado por británicos y franceses, Samori Touré abandonó su segundo país y fue capturado en 1898. Moriría poco después en su exilio gabonés. Estos movimientos reformadores se dieron en un contexto en el que la inestabilidad y la violencia habían señoreado en el Sudán Occidental durante varios siglos. Los estados predadores como Segu, Kaarta (entre el río Senegal y la curva del Níger) y Kaabu (ocupando parte de la actual Guinea Bissau y del sur de Senegal) alimentaron una animadversión que acabó volviéndose contra -168-


ellos. En muchas ocasiones, las poblaciones campesinas vieron en el Islam, en las nuevas propuestas reformistas, la posibilidad de alcanzar la estabilidad que se les había privado durante años. En cierto sentido, las revoluciones islámicas actuaron como respuesta a una situación extrema que llegaba a su fin. Segu y Kaarta fueron demolidos por los peul de Macina, mientras que Kaabu cayó frente a los peul del Futa Jallon. Las revoluciones islámicas permitieron al Islam, y a las dos cofradías rivales de la Kadiriyya y la Tijaniyya, implantarse en el África Occidental. Hasta entonces, las poblaciones habían permanecido en su mayoría fieles a sus creencias tradicionales y los musulmanes, como los dyula, no habían mostrado nunca una voluntad de jihad ni de conversión de los infieles. Ferran Iniesta nos da tres elementos de reflexión sobre estas revoluciones: «En primer lugar, las revoluciones presididas por el signo del islam preconizaban en su mayoría un verdadero cambio en la estructura y funcionamiento de la sociedad africana. Cabe calificar a esos movimientos sociales de reformadores, en el mejor sentido de la palabra. En segundo lugar, está el hecho de que la “guerra santa” no actúa contra infieles, sino contra malos musulmanes que no sirven a la colectividad y la explotan contra toda justicia. Hay que rechazar, pues, la idea de una acción de musulmanes contra paganos, porque solo en el Macina fue así. Por último, podemos subrayar que todos los procesos fueron interiores al África negra, y que los ejércitos confrontados pertenecían a los mismos países y a las mismas etnias. La visión occidental de árabes enturbantados machacando negros desvalidos es una burda fantasía expiatoria forjada por la mala conciencia colonial europea.» Mahdi Tras la creación de Khartum por las tropas egipcias de Mehmet Alí se inició una intensa etapa de predación esclavista destinada a las plantaciones de -169-


Egipto. Dicha presión estalló con la revuelta reformadora del guía coránico Mohamed Ahmed, El Mahdi, en 1880. Se proclamó el Mahdi de los últimos tiempos e inició su campaña contra egipcios y sus protectores británicos. Los egipcios sufrieron derrotas espectaculares ante las tropas derviches del mahdismo, mientras que muchas de las columnas de socorro enviadas por los ingleses fueron también aniquiladas. En 1885 cayó Khartum ante las tropas mahdistas, nada pudo hacer el gobernador inglés Gordon. Únicamente Emín Pachá pudo mantener durante cierto tiempo la autonomía del sur de la provincia de Equatoria frente al nuevo califato en ciernes. Las tropas del Mahdi y de su sucesor, Abdullah, se enfrentaron también a las etíopes de Johannes IV y Menelik II. Mantuvieorn la iniciativa contra los anglo-egipcios hasta el 1895 y, finalmente, en 1899 se dio la capitulación de Abdullah. El mahdismo fue la expresión de un rechazo popular masivo a una opresión insoportable, y su fuerza sigue siendo hoy un componente básico para el Estado sudanés. Rabah Entre las revoluciones islámicas que hemos visto hasta ahora, que reaccionaron en su mayoría ante la barbarie de estados predadores, encontramos una excepción: el Estado chadiano de Rabah. Rabah era un esclavista que había huido del Sudán nilótico mahdista y que liquidó lo que quedaba del viejo imperio de Kanem-Bornú, en los últimos veinte años del siglo XIX. Su Estado resistió a las acometidas franco-belgas hasta 1900, cuando tres cuerpos expedicionarios franceses vencieron en la btalla de Kusseri, cerca del lago Chad. Allí murieron tanto Rabah como el comandante francés Lamy, en una fecha que desde entonces ha sido considerada como la culminación de la conquista colonial de África: abril de 1900.

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Enlaces de interĂŠs - The continent and islands of Africa, with all the recents explorations (nord) en el ICC: http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/compoundobject/collection/africa /id/580/rec/1 - The continent and islands of Africa, with all the recents explorations (sud) en el ICC: http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/compoundobject/collection/africa/id/58 0/rec/1

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25. AFRICA

Fuente: Institut CartogrĂ fic de Catalunya


Título: África Editor: Gras y compañía Año: 1800 Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya África en el mapa Este mapa, anterior a la conquista colonial, muestra las posesiones europeas en las costas africanas, así como algunos pocos estados del interior. Pese a que la fecha que se indica en el mapa es 1800, la localización de posesiones europeas posteriores a 1837 nos hace pensar que el mapa fue elaborado en la segunda mitad del siglo XIX. Vuelve a hacerse patente el gran desconocimiento del interior continental y el buen conocimiento de la costa, en la que sí que se señalan diversos estados africanos: Ashanti, Abomey, Benin, Angola,… El mapa muestra detalles de Senegambia, Ciudad del Cabo y del Golfo de Adén. La división política que presenta el mapa es la siguiente: posesionres británicas, francesas, españolas, portuguesas; República del Orange; Estados tributarios de Turquía: Egipto, Tripoli y Barka, Túnez; Sultanato de Marruecos; Sultanato arábigo de Zanzibar; Abisinia con Schoa, Estados Fellata; Estados Negros; Reino de los Hovas en Madagascar. Contexto histórico Zanzíbar Cuando el sultán de Omán, Sayid Sa’id (1804-1856) decidió pasar a controlar plenamente sus posesiones africanas, los gobernadores de Mombasa, la familia árabe de los Mazrui, fueron quienes les opusieron resistencia. Entre los Mazrui y el sultán de Omán volvió a sucederse el vaivén de conquistas, abandonos y reconquistas de la época en la que los portugueses fueron combatidos. Curiosamente, de la misma manera que Sa’id veía sus esfuerzos interrumpidos por las continuas querellas familiares que tenía que afrontar en -173-


Omán, las disputas familiares entre los Mazrui fue lo que le permitió apresarlos uno por uno y mandarlos a un profundo exilio en el Golfo Pérsico. Sa’id vio rápidamente las ventajas económicas que le podía proporcionar la isla de Zanzíbar, a dónde decidió trasladarse en 1840. El dominio de la región volvía entonces a manos árabes en un momento en que los europeos habían abandonado África oriental y habían centrado su atención en el Extremo Oriente. Las islas costeras, sin embargo, seguían siendo países negros, de los zanj. Sin embargo, el comercio se hallaba en manos de los árabes. La estructura comercial apenas había cambiado respecto a etapas precedentes, exceptuando que ahora el comercio añadía las corrientes que llevaban a los puertos europeos. Hasta el comienzo del siglo XVII la agricultura había sido la principal actividad económica de las islas y la costa. A partir de ese momento, el tráfico de esclavos empezará a ganar una importancia inusitada en las costas orientales. En este tráfico tenía mucho que ver Francia, es por ello que el tratado entre Sa’id y el Imperio Británico de 1822, en el que el primero se comprometía a no vender esclavos a las potencias cristianas, puede verse como el inicio de la rivalidad franco-británica en el este africano. Por otra parte, el interior del continente era escenario de cambios muy importantes que deben verse en relación a lo que se producía en la costa. El Sultán Sa’id había llevado a cabo desde 1840 una obra política y económica de envergadura en la porción de costa que controlaba, entre el rio Juba y cabo Delgado. Sus primeros esfuerzos se centraron en la centralización administrativa de la isla de Zanzíbar, que entonces se hallaba dividida en dos sectores, que él se encargó de unir. La isla recibió gran afluencia de omaníes, en calidad de soldados, funcionarios o comerciantes. Se difundieron sistemáticamente por la isla y por Pemba el árbol del cacao y el girasol, y los árabes se hicieron con plantaciones en toda la porción central y occidental de la isla. Los africanos que habitaban -174-


estas regiones huyeron hacia otras partes para escapar de la amenaza de una vida servil, por lo que se generó una abundante demanda de mano de obra servil en la propia Zanzíbar. Esto coincidió con una coyuntura en la que los comerciantes árabes y swahili comenzaban a penetrar hcia el interior. Los gobernantes del interior buscaron a su vez sacar su cuota de beneficio, por lo que se produjeron un conjunto de tratados, como la concesión de un puesto aduanero a Sa’id por parte del rey Amadi en la bahía de Tungi (1853). En realidad, el sultán no trataba de fojarse un imperio en tierra firme, sino más bien utilizar su archipiélago costero para crear una red económica de vastas proporciones que controlase el mercado interior (era, en otras palabras, una talasocracia). Obtuvo el monopolio de la goma y el marfil, y uniformó tarifas aduaneras. Todo el sistema económico que tejió la iniciativa del sultán tendió a favorecer la trata de esclavos desde el interior, de donde llegaban en largas caravanas comerciales. Cuando en 1856 murió Sayid Sa’id, su imperio se disgregó: tras el arbitrio del gobernador británico de la India, el imperio omaní se dividió en dos sectores autónomos (Omán y Zanzíbar) y la parte africana debería en adelante aportar una contibución material a la de Arabia. El sultán Majid (1856-1870) aspiraba a que los gobernantes africanos del interior lo reconociesen como jefe. En 1866 mandó construir los primeros edificios de la actual Dar as-Salam. Su sucesor, Bargash (1870-1882) trató primero de sacudirse la tutela británica, pero sus esfuerzos cayeron en saco roto. En esa misma época un tifón asoló sus posesiones, destruyendo casi toda su flota y los campos de girasoles. El momento fue aprovechado por Gran Bretaña para pedirle que suprimiera el esclavismo, a lo que el sultán se resignó ante la amenaza de bloqueo: firmó el tratado en 1873 que clausuraba el gran mercado de esclavos de Zanzíbar. Pese a esto, el contrabando continuó muy activo en los años -175-


siguientes al tratado. Sin embargo, a partir de 1860 el caucho ya prevalecía en el comercio bajo control zanzibarita, seguido del clavo y el marfil. Hasta entonces, el mercado interior de esclavos había vivido un paroxismo considerable. Un personaje resalta por encima del resto en este tráfico negrero: Tippu Tip, que llegó a controlar vastos territorios del interior, en el que movía los hilos del comercio. De hecho, Bargash llegó a pedirle que fuera su gobernador en Unyanyembe. Pero el representante en Zanzíbar del rey Leopoldo de Bélgica aspiraba también a utilizar a Tippu Tip, proponiéndole municiones y el reparto de los bienes a un 50%. Finalmente, Tip se decidió por Bargash, penetró en el interior y volvió con ingentes trofeos en 1886. Tras la Conferencia de Berlín, los europeos no le dejaron a Bargash más que una pequeña franja en la costa, mientras Tippu Tip se internaba de nuevo hacia el interior dispuesto a sacar tajada de la nueva situación impuesta por los europeos. La década de 1880-1890 fue para África central y oriental un período de destrucciones nunca vistas. La prohibición de la esclavitud en la costa agravó la situación del interior; los esclavos se amontonaban en los almacenes de los lugares de tránsito y de selección. Era necesario vender un mayor número para acabar recibiendo igualmente un beneficio discreto. Se produjo un enorme desperdicio de vidas humanas, tal y como atestiguó el viajero Cameron: «África pierde sangre por todos sus poros». Cabría preguntarse cuanto peso podemos atribuir a esta época de la actual inestabilidad de la región. Enlaces de interés - África en el ICC: http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/492/rec/ 1 -176-


26a. AFRIKA: POLITISCHE ÜBERSICH

Fuente: Institut Cartogràfic de Catalunya


26b. テ:RICA COLONIAL

Fuente: Wikimedia Commons


Título: Afrika: Politische Übersich Autor: R. Köcher/ A. Thomas/ H. Mielisch/ G. Jungk Año: 1880 (siglo XX) Medidas: 44 x 57 cm/ 44 x 57 cm/44 x 57/ 57 x 44 Localización: Institut Cartogràfic de Catalunya Características e información de interés Este mapa forma parte de un atlas alemán no identificado. Muestra las montañas, desiertos, ríos y lagos. Las colonias se muestran en color. Pese a que la fecha indicada es 1880, lo cierto es que este es un mapa del siglo XX ya que muestra cómo se repartieron África las potencias europeas. África en el mapa El mapa muestra las colonias europeas en África. Se aprecia una primera delimitación de las fronteras africanas, hija del reparto entre las potencias europeas. El mapa muestra también las principales líneas de ferrocarriles que se construyeron desde las costas hacia el interior.

Contexto histórico El reparto colonial Con notables salvedades, el conjunto del continente africano preservó su independencia respecto a Europa hasta el último cuarto del siglo XIX. Los únicos territorios bajo dominio occidental eran las colonias de Senegal y Argelia (Francia), del Sudoeste Africano (Alemania), los Estado bóer y las colonias británicas de El Cabo y Natal, además de los enclaves portugueses de Angola y Zambezia. No fue hasta 1900 cuando casi la totalidad del continente quedó colonizado, sólo la cristiana Etiopía y la recién nacida Liberia salvaguardaron su independencia. -178-


Entre noviembre de 1884 y febrero de 1885, Bismarck reunió en Berlín, a instancias de Leopoldo de Bélgica, a catorce estados europeos con el fin de delimitar las áreas comerciales y la navegación fluvial de África. Se trataba de fijar las reglas del juego y de disciplinar a los cazadores. En Berlín se aseguró que con la ocupación de la costa no era suficiente para reivindicar el interior, a menos que este fuese ocupado con notificación al resto de potencias (doctrina de la ocupación efectiva). En la conferencia se declararon las cuencas del Níger y el Congo como territorios libre para el comercio internacional. Los exploradores y todo tipo de aventureros, como el famoso Stanley, aportaron diferentes tratados de protectorados, compras de territorios, soberanías europeas y similares. Los conflictos llegaron más tarde, cuando los africanos empezaron a entender cómo pensaban y actuaban los europeos y cuál era el resultado de aquellos tratados, pues antes, en el espíritu de ningún potentado africano era posible enajenar la tierra. El único Estado africano representado en Berlín fue el Estado libre del Congo, propiedad personal de Leopoldo de Bélgica. Junto al monarca belga, ningún representante de los estados africanos estuvo presente. Salvo algunas precisiones referentes a la Costa, los mapas de Berlín poseían gigantescos vacíos en el interior continental. La premisa subyacente era que el continente era tierra virgen, y que sus pueblos formaban parte del Estado natural, propio de los salvajes, todos ellos civilizables. En 1880, solo una décima parte del continente se encontraba bajo dominio europeo. Veinte años después toda África se situaría bajo el yugo occidental. Se inició la carrera por la conquista de zonas interiores. Esta conquista de África, no obstante, no fue fácil; así lo demuestran veinte años de guerras entre ejércitos de línea, con frecuentes derrotas coloniales a pesar de la desigualdad armamentística. Se ocupaba un territorio porque se pensaba que era necesario para proteger otras ocupaciones anteriores; se ocupaba, además, porque se hallaba al alcance de la mano; se conquistaba para adelantarse al -179-


vecino; y se terminó ocupando por ocupar, porque un día tal vez aquel territorio fuera de utilidad. Los métodos pacíficos, como los tratados forzosos y desiguales, se acompañaron en su mayoría de la liquidación física de toda resistencia. En el África Occidental, Francia y Gran Bretaña iniciaron una carrera contrarreloj para conseguir tratados. Finalmente, las querellas entre franceses, británicos y alemanes se evitaron por medio de acuerdos bilaterales que fijaban las fronteras septentrionales de los enclaves británicos y alemanas en África Occidental, donde Francia se había hecho con un enorme trozo de la tarta colonial, quizás el más débil demográficamente y el menos fértil en cuanto a sus tierras. A partir de entonces se dieron acuerdos entre las potencias para fijar sus fronteras y se trazaron líneas que separaron pueblos. Cada nueva frontera era como si se asestara un machetazo a los pueblos africanos. Por ejemplo, en 1898 tuvo lugar en París un acuerdo entre británicos y franceses por el cual se fijaba la frontera en la actual Ghana (antigua Costa de Oro) y la actual Burkina Faso (Alto Volta). En África ecuatorial, oriental y central, Gran Bretaña y Leopoldo II de Bélgica fueron los protagonistas. En el Sur, Rhodes y su compañía (British South African Company) hicieron lo propio, dividiendo en dos las posesiones portuguesas en el este continental y apoderándose del interior rico en minerales (actuales Zambia y Zimbabwe, antiguas Rhodesias). También en el este, la acción británica persiguió impedir la expansión alemana, que aunque tardía, llegó con fuerza a esta zona de África. La Conferencia de Berlín había establecido las normas europeas de influencia y ocupación del continente, pero hasta 1900 no hubo reparto efectivo y legalizado. Sólo Etiopía y Liberia tenían existencia legal en medio de un África colonizada por Europa. Marruecos (1910), Tunez y Egipto eran protectorados, como lo eran en el sur los países tswana, swazi y sotho. La

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Unión Sudáfricana, formada en 1910, disponía de un régimen especial en el seno del imperio británico. Cuando a partir de 1900 el control sobre África devino un hecho, sus líderes fueron enviados al exilio. Así ocurrió con el ashantihene, con Samori Touré y con Ravalona III. Otros murieron en batalla. El imperialismo europeo fue un fenómeno planetario, en el que África fue un objetivo más. Sin embargo, en ningún otro lugar el reinado de Europa fue tan totalitario y dejó tantas cicatrices. Colonización La organización colonial del territorio empezó a hacerse notar a partir de 1900. Todas las administraciones perseguían un objetivo común: obtener el mayor rendimiento económico de las sociedades dominadas, y estas sociedades debían ser las que incrementasen el excedente en favor de la colonia. El otro gran objetivo era que las colonias alcanzaran la autosuficiencia de la administración colonial. Tal deseo se explica porque buen número de zonas ocupadas o eran poco rentables o exigían una cara infraestructura para llegar a serlo. Habitualmente se han distinguido dos maneras de llevar la administración colonial. Gran Bretaña, que se había quedado con las zonas más rentables, optó por otorgar a compañías privadas tanto la administración como la organización de sus infraestructuras coloniales (Nigeria, Sudáfrica). Francia, en cambio, asumió directamente esas tareas. Mientras Alemania se inclinó a practicar el sistema británico (aunque con mayor intervención estatal para paliar lo misérrimo de sus territorios australes), portugueses, italianos y belgas optaron por imitar a Francia según sus posibilidades. La diferencia entre ambos sistemas de administración, sin embargo, estuvo más en la teoría que en la práctica.

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El gobierno indirecto británico (Indirect rule), permitía el funcionamiento de los antiguos poderes precoloniales, encargados ahora de la percepción tributaria y de la movilización general de las fuerzas de trabajo. Este sistema favorecía la no implicación en los conflictos provocados por la propia colonización de la administración, que aparecía en un segundo plano y quedaba cubierta por el escudo de los poderes tradicionales. El caso francés, por su parte, evidenció una obsesión centralista, jacobina, de controlar a las sociedades colonizadas. Resulta diáfano en el terreno lingüístico: se educaba en francés, única lengua de nivel civilizado, y el wolof (en Senegal) se asemejaba al bretón o al alsaciano, lenguas de ruralidad, exotismo y atraso. Pero

en

la

práctica,

la

estructura

colonial

francesa

buscó

sistemáticamente la mediación de poderes religiosos, étnicos y locales. El fenómeno fue tan generalizado que incluso los portugueses se inventaron jefes de poblado allí donde jamás los hubo, porque necesitaban esa función. De este modo, ambas filosofías, la francesa y la británica, partían de la misma consideración: la superioridad. Pero el caso francés se distinguió por un toque universalizante encaminado a afrancesar el mundo. Las sociedades colonizadas habían perdido su independencia pero se mantenían intactas en su estructura social, en su pensamiento y sus lazos históricos territoriales. La única forma de organizar el territorio colonial de forma rentable era, por ende, aceptar la estructura africana, articularse en ella y presionar para transformarla en el sentido de la rentabilidad. Y eso es lo que hicieron, de una u otra forma, todas las administraciones europeas. La idea del trabajo como un castigo ennoblecedor se había impuesto a fines del XIX. En nombre de la libertad, millones de esclavos fueron concentrados en poblaciones destinadas a producir para el Estado francés (unos 2,5 millones sobre un población de 8 en el AOF, en 1905). La libertad era inseparable del trabajo que enaltecía y civilizaba, que los alejaba de las -182-


bestias y de los salvajes. Así, del mismo modo que los poblados de libertad fueron verdaderos campos de concentración para la producción en plantaciones y carreteras, el trabajo forzado fue norma en todas las administraciones coloniales prácticamente hasta la Segunda Guerra Mundial. La administración colonial era imposible sin cierta mediación. El recurso a las autoridades africanas religiosas, de linaje, de grupo étnico o de población posibilitaba el drenaje de recursos hacia la metrópolis, pero no permitía la transformación de los comportamientos que era indispensable para un incremento de la rentabilidad. Por esta razón fue necesario formar a un grupo

social

aculturado,

introduciéndolo

en

la

lógica

y

en

los

comportamientos occidentales, conocedor de las lenguas de los colonizadores y preparado para tareas propias de la administración o de la gestión económica. Las administraciones jacobinas lo hicieron en sus escuelas públicas, mientras las anglogermanas dejaron la tarea en manos de los misioneros. De ahí surgieron individuos impregnados de cultura occidental, sin dejar por ello de estar arraigados a sus sociedades africanas. Por lo tanto, este sector social, los occidentalizados, fueron una necesidad del colonizador que pudo contar así con la colaboración de sectores africanos que vieron en su aproximación al poder europeo la posibilidad de mejorar sus posiciones sociales. Los más radicales tomaron la ideología nacionalista europea como bandera propia y en base al distinto trato que se les dispensaba (política de razas) y en reclamo a unos derechos que se les negaban, acabarían reclamando la independencia. Por lo tanto, el nacionalismo fue la expresión teórica de los occidentalizados.

-183-


Enlaces de interĂŠs - Afrika: Politische Ăœbersich en el ICC: http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/singleitem/collection/africa/id/808/rec/ 2

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27a. FECHAS DE LAS INDEPENDENCIAS DE LOS PAÍSES AFRICANOS


27b. MAPA POLÍTICO DE ÁFRICA (2013)

Fuente: Wikimedia Commons


Título: Fecha de independencias de los países africanos/ Mapa político del continente africano Autor: Wikimedia Commons Año: 2013 África en el mapa El primer mapa muestra las fechas en las que los países africanos accedieron a la independencia: desde los años 1950 hasta la actualidad. El segundo es el mapa político de África en el año 2013. Contexto histórico Independencias De los sectores occidentalizados surgirían los líderes nacionalistas de las independencias. Estos nacionalismos tuvieron diversas versiones, en los lugares bajo administración francesa se plasmó con el movimiento de la negritud (Senghor en Senegal), más moderado, mientras que en las británicas fue el panafricanismo (Nkrumah en la Costa de Oro), más radical, el que tuvo más peso. En el caso francés, el desprecio oficial y sistemático de lo no francés motivó la revuelta ideológica entre los occidentalizados. La teoría de la negritud pasó de las Antillas a Europa, donde los estudiantes africanos se agrupaban en revistas y sindicatos. Entre los seguidores de Césaire estaba Léopold Sedar Senghor. Pero este último teorizó la complementariedad entre la razón helena y la emoción negra, aceptando así la teorización de Gobineau en un intento de reclamar el derecho a la existencia diferenciada. En el caso británico, la idea del panafricanismo también surgió en América. Du Bois fue el organizador del panafricanismo como un movimiento igualitario en EE.UU y en el mundo para los pueblos negros. Marcus Garvey, jamaicano y poco instruido, predicó el sionismo negro y el -187-


retorno a África con la idea de constituir un gran Estado africano con su propia cultura y su propio gobierno. Fueron Du Bois y Garvey los verdaderos promotores del nacionalismo negro radical en África. Cinco congresos panafricanos entre 1919 y 1945 estimularon la organización política de los occidentalizados en África. De Londres, en 1945, salieron los relevos africanos de Du Bois, entre los que destacaban Nkrumah, Kenyatta y Azikiwe. Fue tras la obtención de las independencias cuando el panafricanismo se fracturó en un sector mayoritario moderado y en otro minoritario que fracasó en sus intentos de formar un Estado africano precisamente al nacer la OUA, verdadero pacto de conservación de Estados neocoloniales. Los panafricanistas fueron más brillantes como líderes políticos y menos proclives al pacto colonial. No obstante, el balance de su gestión al frente de los Estados independientes dista poco del que se pueda hacer respecto a los autores de la negritud. En definitiva, el panafricanismo fue la variante política del nacionalismo que expresaba la realidad de una clase social africana, la de los occidentalizados. En el marco civilizador de la colonización, las fuerzas anticoloniales se expresaron de forma creciente. Las exacciones tributarias, el trabajo forzado y un largo etcétera produjeron crispación, desobediencia y frecuentes revueltas. Los occidentalizados protestaban por su postergación en la sociedad colonial. La población en general recurrió a las religiones africanas, al islam o al sincretismo

para

forjar

su

propio

pensamiento

insurrecto.

Los

occidentalizados, al expresar en términos y lenguas occidentales el malestar general, se convirtieron en los portavoces de la contestación social. Pero fueron los movimientos campesinos, religiosos, étnicos, proletarios y los de los grupos mercantiles autóctonos los que constituyeron la verdadera fronda anticolonial. Los occidentalizados fueron sólo la punta del iceberg, la parte inteligible en términos europeos porque su ideología era la nacionalista, la misma que constituía la columna vertebral del capitalismo occidental y sus Estado-nación. -188-


Estos nacionalistas gozaron de un auténtico prestigio popular y fueron considerados portavoces de los diversos sectores sociales. Así, la metrópolis no disponía de más interlocutores que aquellos a los que ella misma había constituido. Al menos hasta la independencia, el nacionalismo fue el catalizador del movimiento anticolonial. Otro problema sería su contenido de clase y su papel en el seno del sistema capitalista mundial, algo que sólo se vería tras su acceso al poder. Para comprender mejor el proceso descolonizador, debemos remontarnos a 1943. En ese año se produjeron dos declaraciones, por parte de la Secretaría de Estado norteamericana y por Dimitrov, dirigente de la disuelta III Internacional Comunista. Ambas anunciaron la voluntad de sus respectivos países de actuar en favor de una pronta descolonización de todos los pueblos del planeta (cada cual tenía sus propios intereses escondidos tras las declaraciones). Al acabar la II Guerra Mundial, la URSS apoyó los movimientos de independencia asiáticos y los EE.UU presionaron a sus aliados europeos para pactar la descolonización. En el contexto de las independencias asiáticas surgió el neutralismo como doctrina anticolonial y movimiento internacional de los Estados que buscaban un trato de igualdad frente a los grandes bloques. Todo esto se cristalizó en la Conferencia de Bandung en 1955. Así, las independencias africanas se dieron en un marco inscrito entre la Guerra Fría y el neutralismo preconizado por Bandung. Los soldados desmovilizados que habían combatido en la guerra se unieron a los sectores occidentalizados y a los populares que, descontentos con el sistema colonial, iniciaron las reivindicaciones igualitarias en derechos civiles. El rechazo de los trabajos forzados para la realización de infraestructuras, el derecho a voto de los africanos, el régimen de autonomía para las colonias, la protesta por el acaparamiento de las mejores tierras por

-189-


los europeos, el respeto a las religiones africanas, fueron las razonas que con más frecuencia esgrimieron los movimientos políticos anticoloniales. Comparándola con Asia, la descolonización resultó más pacífica, pero hubo tensiones en todas las zonas y el pacto descolonizador no siempre fue un camino de rosas: bastaría mencionar el movimiento mau mau en Kenia, la insurrección malgache de 1947 o la guerra de guerrillas desencadenada por el UPC en Camerún. El precedente asiático advirtió a los colonizadores del riesgo de una negativa tajante. Pese a que algunos líderes díscolos tuvieron frecuentes estancias en la cárcel (Azikiwe, Sékou Touré, Nkrumah…), acusados de incitar al desorden, eran liberados en los períodos electorales, en los que solían salir triunfantes, como ocurrió con el congoleño Patrice Lumumba. Todos ellos dirigieron a sus países al iniciarse la independencia, gustasen poco o nada a las antiguas metrópolis. Los países negroafricanos emprendieron su andadura independiente desde 1956 y 1957, cuando Sudán y Ghana –antigua Costa de Oro- fueron reconocidos países con plenos derechos. Poco después les siguió la Guinea Conakry de Sekou Touré (1958), desatándose en los años siguientes una verdadera fronda anticolonial de norte a sur del mapa africano. El Reino Unido y Francia aceptaron las exigencias de la ONU sobre una pronta descolonización, procurando dejar en pie regímenes moderados que salvaguardaran sus intereses económicos y diplomáticos. No ocurrió lo mismo con Portugal y España. En 1963, el negus etíope Haile Selassié convocó una convención en Addis Abeba de la que surgió la Organización para la Unidad Africana, que pese a su nombre las posturas panafricanistas de Touré, Nkrumah, o Modibo Keita no pudieron imponer su voluntad ante la imposibilidad de convencer a los panarabistas como Nasser o a la mayoría moderada, entre los que destacaba Houphoüet Boigny (Costa de Marfil). -190-


En sus tres primeros artículos se declaró la intangibilidad de las fronteras heredadas de la colonización, la no interferencia en los asuntos de otros estados y la soberanía irrenunciable de los estados miembros. Esto frenó los intentos unionistas de los jóvenes universitarios panafricanistas y se quiso evitar problemas fronterizos. En el plano diplomático, la OUA dio su apoyo eficaz a los movimientos

descolonizadores

que

todavía

no

habían

logrado

la

independencia: los regímenes racistas de Rhodesia y de la República de Sudáfrica, las colonias portuguesas y españolas fueron sistemáticamente denunciadas ante la Asamblea General de la ONU y el Comité de Liberación de la OUA prestó soporte económico, jurídico y militar a quienes combatían. Lista de países del África negra que alcanzaron su independencia y de los primeros presidentes: País

Año

Presidente

independencia Sudán

1956

Ismail al-Azhari

Ghana

1957

Kwame N’Krumah

Guinea

1958

Sékou Touré

Camerún

1960

Ahmadou Ahidjo

Togo

1960

Sylvanus Olympio

Mali

1960

Modibo Keita

Senegal

1960

Léopold S. Senghor

Madagascar

1960

Philibert Tsiranana

República

Democrática

del 1960

Patrice Lumumba

Congo Somalia

1960

Aden Abdullah Osman Daar

Benin

1960 -191-

Hubert Maga


Níger

1960

Hamani Diori

Alto Volta (Burkina Faso)

1960

Maurice Yaméogo

Costa de Marfil

1960

Felix Houphouët-Boigny

Chad

1960

François Tombalbaye

República Centroafricana

1960

David Dacko

República del Congo

1960

Fulbert Youlou

Gabón

1960

Léon M’ba

Nigeria

1960

Nnamdi Azikiwe

Mauritania

1960

Moktar Ould Daddah

Sierra Leona

1961

Milton Margai

Tanzania

(Tanganyika- 1963 (1961)

Julius Nyerere

Zanzíbar) Rwanda

1962

Grégoire Kayibanda

Burundi

1962

André Muhirwa

Uganda

1962

Milton Obote

Kenya

1963

Jomo Kenyatta

Malawi

1964

Hastings Kamuzu Banda

Zambia

1964

Kenneth Kaunda

Gambia

1965

Dawda Kairaba Jawara

Bostwana

1966

Seretse Khama

Lesotho

1966

Leabua Jonathan

Namibia

1966 (de jure)

Sam Nujoma

1990 (de facto) Swaziland

1968

Sobhuza II

Guinea Ecuatorial

1968

Francisco Macías Nguema

Guinea Bissau

1973

Luís Cabral

Mozambique

1975

Samora Machel

Angola

1975

Agostinho Neto

Seychelles

1976

James

-192-

Richard

Marie


Mancham Djibouti

1977

Hassan Gouled Aptidon

Zimbabwe

1980

Canaan Banana

Eritrea

1993

Isaias Afewerki

Sudรกn del Sur

2011

Salva Kiir Mayardit

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