Una niña fea, triste y solitaria. Javier del Sastre. Mabele Ediciones

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No hay en el mundo mĂĄs MetafĂ­sica que las chocolatinas. (f. pessoa)

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UNO. Una niña fea, triste y solitaria........ 12 DOS Dos poemas, más o menos................ 55 TRES El viento, hace ya doscientos años….. 75

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“La literatura no es otra cosa que un sueño dirigido.” (Jorge Luís Borges)

PRÓLOGO Propuesta de onírico viaje, entre palabras y sueños. Un viaje al interior de uno mismo, eso sí, previamente tapados todos los espejos que nos puedan proporcionar percepción errónea. El escritor, su versatilidad, una pluma que vuela a Barlovento entre: Mediterráneos, rielares, rompeolas trashumantes que aparecen en el mismo centro de la estepa castellana. Su escritura remonta a tiempos, a lugares, a sueños, nos habla de sombras, de olas, de viajes entre las nubes, lanzaderas al infinito inmediato. Los Rusos, Checos, su “Pulschnikov” (el eterno enamorado de la cosmología y la alquimia).Todo rebozado con un halo de ternura. La mirada de un niño que con sus” metaforoparábolas”, nos intenta hacer ver la realidad de los sueños, la belleza del miedo del abismo traidor que nos engaña con su espejismo del seguir al alma, no a la razón. Su escritura, a la par que poética, contiene un entrelineado filosófico, pero no,

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(no, no) de filosofías “Express de cafetera última generación”, sino de la cotidianeidad basada en los grandes, los de antaño. Nos habla del eterno renacer tras las caídas, pero caídas de mercromina inundadas. De cura inmediata y resurgimientos de Ave Fénix. Nos cuenta del placer, nos habla del amor cortés de las princesas medievales a las fans fatales de Cat Stevens, desde un artista del patinaje (sin lavavajillas) a encuentros con Cortázar. Incisivo y agridulce, en secuencia acompasada por las olas pero, con una ternura que se percibe entre líneas aunque, en estos tiempos la percepción de todas/os no ande muy agudizada. Equilibrismos de malabarista de palabras. Del Sastre nos propone un espejo, un espejo vacío en el que podernos asomar encontrando las preguntas a todas las respuestas. El lector, se verá inmerso en una mezcla de ficción y realidad, “juego” que nos propone Javier Del Sastre Alonso en su poemario, el juego de enfrentarnos a la segunda, sintiéndonos incapaces de distinguir cual es cual, al estar delicadamente difuminada la frontera entre ellas. Javier sacude las expectativas del lector, como en demanda de nuevos tipos de respuesta, reclamando una especie del “darse cuenta”. La lectura nos descubre a un poeta irónico, a la vez que divertido y dulce, que no “descriptor” de sensaciones: soledad, extrañeza, amor, desilusión…. Pasando por,“los incendios de hielo”, esas esperas que acaban desesperando pero, somos incapaces de desistir de ellas. Nos habla con exquisitez de lo que es el “aquí y el ahora”. El poemario sigue su propio proceso de construcción, la realidad se vuelve sujeto poemático y viceversa. Una metamorfosis lírica (me aventuro a denominar). Poemas metaficcionales, que donan protagonismo al acto mismo de una fábula real,

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reflejados en un espejo. Poesía, saliendo de la poesía y mirándose a sí misma, el poeta sale de sí y, junto a sus poemas, se desdobla, se observa en perspectiva, como si de un viaje astral se tratara, transformándose en el contenido de su propia obra. Poesía dentro de la poesía. Una Odisea hacia la “realidad” en 3 fases (desfases), relatando un onírico viaje, en el que todo cobra un sentido y se transforma en aventura, que conduce a la consecución de un sueño, más bien un deseo inconsciente que todas/os albergamos, sin condición. Invitación al descenso de un infierno amable, pleno de luz, profundidad relativa. Descenso sin miedo. Javier del Sastre Alonso, es fiel a sí mismo, a sus ideas y a su sentir hipersensible, su percepción extrema de la belleza de las cosas simples, y lo sabe utilizar con gran acierto en sus versos que rezuman talento, elegancia y exquisitez. Así lo demuestra en este libro que ahora tenemos entre manos. En realidad, este poemario es un puzzle, al que le faltan infinitas piezas y por tanto interminable. De lectura anárquica, sus tres partes, permiten al lector comenzar por cualquiera de las mismas o elegir uno de los poemas al azar y enlazarlos a placer (parecido a lo que ocurre con “Rayuela “de Julio Cortázar).No existe orden, para su lectura. Decía el escritor Emilio Pascual:” Hay tres clases de libros: los que no has leído ni hace falta que leas; los que empezaste a leer una vez por equivocación y no tuviste el valor de abandonar y los que lees y relees, como quien visita a un amigo o a la amada. Este libro pertenece a la última clasificación.

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Sin más: pasen, vean, sueñen y disfruten de esta prodigiosa maraña de sueños de la que he tenido la oportunidad de escribir este prólogo y el placer de recorrer sus versos. Pd : Se recomienda: Apagar la televisión, acomodarse en un buen sillón, servirse una copa (opcional), buena música de fondo (en mí caso Sonny Boy Williamson…)Y…. No es necesario ni e-mail ni password , conexiones de alta velocidad ni terminologías que parecen llegadas de la estratosfera, solamente, dejarse llevar e iniciar sesión en este viaje …

La vida, las distancias y el ensueño……(los puntos suspensivos los ponen ustedes a placer…) Valencia, Enero de 2014 Carmen Cambres (Psicóloga de Sueños)

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Las tres partes Un viaje poético. Iniciación a un mundo malabar, de un proceso hierático y probablemente alucinante…

Érase una vez una niña triste, a menudo cabizbaja, que se movía entre las nubes y entre las sombras del amanecer. Érase una vez una niña hecha de trozos, de jirones, de palabras y de algún sueño. Una niña muy fea, que a su paso iba dejando una estela brillante y transparente, como los caracoles. Una arisca, otrora dulce niña, que un día decidió no saber nada del resto de las cosas y que emprendió un eterno viaje hacia el interior de ella misma, desconfiando de cuanto espejo se encontrara en su camino. Ahora, ya sin miedos, se lanza a los abismos que va descubriendo a su paso y se convierte en crisálida volátil, sin respirar casi nunca. Para elevarse y caer una y otra vez, como revoloteando, tras chocar un millón de veces con todas las paredes sin iluminar, de todas las habitaciones del mundo. Una niña inmensa que patina sobre tanto lago helado, junto a tanto

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cristal desmenuzado y ante tanta luna eréctil y esquiva que, sin pedir permiso, acostumbra a mirar de soslayo, con una pizca de soberbia a todas esas letras errantes que circulan sin conocerse en medio de las avenidas. La segunda parte del viaje es tan sólo el manifiesto poético de una niña con el cabello empapado y los ojos llenos de estrellas. Es la representación, la escenificación del Poema, porque una vez planteado el viaje, ese viaje eterno sin maletas, ni rutas, ni destino final, uno no tiene más remedio que observar fijamente el paisaje que atraviesa nuestros ojos y nuestro cuerpo a gran velocidad, a golpe de ventanilla de tren perfecta. Esa niña se transforma ahora en un pasajero sin billete, que se recuesta en el sillón azul, estirando las piernas sobre el asiento vacío que tiene enfrente, mientras obscenamente deja ver una parte de sus muslos muy, muy arriba. Ya por último la Poesía recuerda su niñez de niña fea, triste y solitaria. Hace balance a través de un guiño al pasado repleto de poetastros barnizados de romanticismo, representados en este caso por la peculiar figura del genio Espronceda. Ya que un 25 de mayo de 2008 se cumplieron doscientos años del nacimiento del tal vez principal representante de la poesía romántica española, José de Espronceda. El extremeño genial, el pirata del amor y del entramado que lo sugiere, el pobre que se fue, con tan sólo treinta y cuatro años, acompañado de una simple y mortal difteria.

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Por ello, porque vivimos momentos en que a todo el mundo se le ocurre conmemorar acontecimientos de cualquier índole, importante o banal y porque supongo que tan feliz hecho pasó por alto por las mentes y las intenciones de nuestros veladores de la cultura, aniversarios y sentimientos me veo en la curiosa obligación de, tras este breve recurso, concluir viaje tan singular, viaje delicado, femenino e infantil, paseando por un puñado de versos y de sensaciones quedando constancia por ello que hubo un tiempo, no demasiado lejano, en que el romanticismo en su máxima expresión nos conducía, nos acompañaba y nos susurraba dulces palabras en torno a todos, como fantasmas semánticos y tristes. Y es que las ramas de los árboles, cuando son mecidas por el viento en la noche y golpean tu ventana te cuentan historias, algunas que ya conoces, otras presentidas y la mayoría de ellas que jamás podrías imaginar. En ellas están nuestras vidas, también la tuya y la mía, tan solo hace falta cerrar los ojos y escuchar los pasos frágiles de una niña rota, que se adelantan en el camino.

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Yo también fui músico Y acostumbraba rodearme De las mejores musas desnudas. Y las escuchaba atento A la vez que introducía mis pies desnudos En las desnudas olas del mar. Yo también fui músico Y buscaba casi sin querer Sortijas entre tu pelo Con sabor a oro y almizcle. Yo también fui músico Y con mi guitarra de sueños al hombro Y mi abrigo de harapos Componía melodías para entretenerme, Al fin y al cabo, Para entreteneros a vosotros también.

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Alrededor de dos mil quinientas canciones Que volaban transparentes, casi invisibles Por el coraz贸n de la ciudad. Sobre el asfalto, bajo las nubes Entre las rendijas de los edificios en invierno, Por la comisura de tus labios casi siempre Y por las sortijas de tu pelo repleto De amor Y de miedos a todas horas.

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Los libros(I parte) Existe una vieja creencia Que dice: “Hasta que no hayamos Leído el último libro que poseemos No podremos dejar este mundo”. Quizás sea por eso, tal vez, Por lo que compulsivamente No hago otra cosa que acaparar libros. Me rodeo de ellos, los mimo, Los apilo, los coloco del derecho Y del revés. Los huelo, Los releo y rebesuqueo. Pensándolo bien, Los libros es lo único que me gusta, Bueno, los libros y tu obsceno caminar, Aunque tu obsceno caminar cada vez menos.

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Como humo que se va Ailith fumaba cigarrillos sin parar, A veces también se asomaba a la ventana. Imaginaba que su larga trenza morena Crecía y crecía Hasta tocar el suelo. Ella fumaba sin parar E imaginaba que por su larga trenza morena Ascendía un extraño caballero del siglo XV, O un sapo encantado O el unicornio dorado Con el que soñaba en las largas noches de invierno. Ailith fumaba cigarrillos sin parar Y a veces también leía historias medievales, Cuentos góticos y relatos de fantasmas… Descalza con su camisón blanco

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Se desliza por el pasillo A veinticinco centímetros del suelo Con una palmatoria en la mano Reflejando su imagen en el espejo. Posa su otra mano sobre la cadera, Como si de una mariposa se tratara. Tararea singulares melodías juglarescas. A veces reía. Muchas otras lloraba.

Ailith fumaba sin parar Y percibía como el enorme libro de la vida Iba pasando pesadamente, Y con precisión, las páginas Amarillas y oscuras Exhalando un fuerte olor a papel y a polvo rancio. Una noche, asomada a la ventana A Ailith se la fumó un cigarrillo.

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No dej贸 de ella ni tan siquiera un pelo De su larga y estrellada trenza morena. Y Ailith se convirti贸 en princesa.

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Como si cocinar fuera tan sencillo como hacer poesía Esta noche Te voy a hacer poesía, amor. La cena se me quemó Pensando en versos y en tus manzanas de plata. Tengo guardados para ti Mil quinientos poemillas. La noche es oscura y fría, Debes esconderlos en el mágico jardín Que guardas entre tus piernas, amor. Por el patio Huele a guiso de judías pintas con arroz. ¿Quién fuera capaz De prepararte esta noche un buen plato? Después de un débil y descuidado eructo Te limpiarías los labios y me dirías que me quieres.

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Fotosíntesis Después de ingerir mucha luz Y beber mucha agua Me convertí en planta. Entonces comencé a ver las cosas De otro modo. Todos me admiraban. Sin palabras de elogio Me ponían aún más verde. Excepto algún que otro perro estúpido Que me orinaba por las noches, El resto de los seres Por fin estaban en paz conmigo. Creo que jamás volveré A discutir con nadie. Fotosíntesis.

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Autobuses Por mi calle pasan autobuses. Son rojos. Detrás van otros coches O una moto de tele-pizza. Antes, cuando era crío No pasaban autobuses, La calle era de tierra Y solo pasaba la miseria Y la ignorancia. Para coger el autobús Debías de cruzar más calles, Muchas calles Y pensaba: ¿ Por qué por mi calle No pasan autobuses?.

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Ahora por mi calle pasan autobuses rojos Con destino hacia ninguna parte. En su interior Viajan la miseria y la ignorancia. Sin embargo Soy un poquito mรกs feliz.

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A la hermana de Mary Paz le gustaba Cat Stevens A la hermana de Mary Paz Le gustaba Cat Stevens. Nosotros éramos demasiado jóvenes Y no teníamos futuro. A la hermana de Mary Paz Le gustaba Cat Stevens. Ese señor decía cosas muy raras Y nosotros no sabíamos lo que significaba La palaba “cat”. A la hermana de Mary Paz Le gustaba Cat Stevens Y creo que a ella también. Al parecer decía cosas hermosas. Hoy ya nadie dice cosas hermosas.

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A la hermana de Mary Paz Le gustaba Cat Stevens. A nosotros nos gustaba ver El largo, lacio y dorado pelo de Mary Paz. Ver cómo le descendía suavemente por la espalda Hasta posarse en su delicada cintura de niña. Parecía una mariposa de cabellos amarillos. Ahora ya no está la hermana de Mary Paz, Ni Mary Paz tampoco, ni su dorado pelo. Ahora ya sabemos decir gato en inglés. Sin embargo, es curioso, Seguimos sin tener futuro.

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Notas autobiogrĂĄficas Hubo un tiempo en que Las princesas de los cuentos creĂ­an En lectores que se enamoraban de ellas.

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Me enamoré de una nube Poemas Trozos Vísceras Lamentos Debajo del mantel no hay nada. Una gotita de saliva en tus labios. El azul de tus ojos O de tu falda recién estrenada. Debajo de tu falda no hay nada. Las nubes, la propaganda Tú y yo. Al fin y al cabo somos importantes, Más importantes que el resto de las cosas. Ayer se me rompió el pantalón Y tú no estabas.

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Ayer te juro Que llorĂŠ un poco de amor.

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La mesonera y el mendigo

Coma, (coma) coma Señor. (Te miro y entro en coma profundo Anais) Maribel me regaló una flor Y me la comí. No había desayunado Y olía tan bien Olía tan maravillosamente bien Como Maribel

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Cuestiones incompletas Eso ya lo escribirĂŠ Este invierno, o al otro, O al otro. O ninguno.

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El ectoplasma t煤 y yo Quererte a ti Es sin贸nimo a dejar de tener sentido todo. Hasta el quererte a ti.

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Platón El paso del tiempo Es un hacha afilada Que te va seccionando Escamas con precisión absoluta. Y te deja desnudo, En el mismo embrión Con el que naciste. Mírate al espejo.

También Cuando te miras en el espejo Y peinas tu cabello moreno Hay un reflejo en tu sonrisa Que hace mover el mundo.

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Detrás de las barras Mira. Mira a tu alrededor. Abre bien los ojos. Todo sigue igual Aunque todo esté muerto. Aprieta bien fuerte las manos Y reconócete entre la multitud Donde todo es tristeza. Luego hablamos Si quieres.

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Un artista del patinaje Me limito A patinar sobre los platos sucios del fregadero, A organizar fiestas impĂşdicas y obsoletas, A dibujar playas olvidadas Sin arena, ni olas ni nada. Lunas rotas y pasajeras Me obvian, posiblemente sin querer, allĂĄ al fondo Generando un paisaje imperfecto. Estremecerse de la humedad Y sobre todo no dejar nunca, nunca De patinar.

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El hijo del vampiro He decidido Alimentarme tan solo de plancton, De plancton y de palabras unidas al azar. No sĂŠ el tiempo Que con ello lograrĂŠ sobrevivir. Tal vez Consiga la inmortalidad, por fin, Sin necesidad de beber de tu sangre Todas las noches, mi vida.

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Reflejos Reflejos del sol En todas las hojas de los ĂĄrboles De tu jardĂ­n, en primavera.

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Los libros (II parte) Me encontré a Julio Cortázar Un atardecer En un bar sencillo, solitario y oscuro. De pié, en la barra, sostenía dos libros. Uno más grande y pesado Con versos en castellano. El otro, diminuto, Con versos en inglés. Mal forrados en plástico, Con arrugas transparentes. Ambos con manchas azules Sobre imágenes de pájaros y silencios. Con su permiso ojeé el primero Pidiéndole que me recitara su poema preferido Lo hizo amablemente,

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Y lo hizo en inglés. Seguido tomé el segundo y diminuto librito Solicitando que volviera a recitar, Complaciente lo volvió a hacer, Ahora lo hizo en castellano. Clavó su mirada oscura y distante En la mía, que incrédula Exigía una explicación. Julio Cortázar se encogió de hombros Y despacio, Muy despacio, se encaminó hacia la puerta de salida Mientras en un idioma ininteligible Nos mostraba todos, los sueños imaginables, A la par, Que un millón de estrellas, Resbalaban azules por su espalda hasta el suelo.

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Poe Si bien E.A. Poe llegó a ser Un personaje culturalmente reconocido Y el que más o el que menos Ha oído hablar de él o de su negro gato, Lo cierto es que no sé si captamos El sentido profesional y sensible De lo que nos quiso transmitir.

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Whisper Y tú, te atreves a quejarte Como una plañidera por los rincones del viento. No digo nada, jamás digo nada. Y tengo menos tiempo que tú Menos armas que tú… Y más frentes abiertos que tú. Yo no digo nada y me cobijo en las sombras. En la sombra fría E ingrata que me soporta Como una sepultura De la que alguna noche incierta Broten flores de cristal Que osen retar a la luna. A las miles de lunas que Oblicuamente nos miran obscenas.

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¿Recuerdas a los espectros De los Poe, Baudelaire Dylan, a tantos esquivos Que te cruzaste en la olvidada Esquina de tu calle? Síntomas, piedrecitas de colores. Como miles de sepulturas, Reflejos de miles de estrellas muertas, Las que millones de años después Nos siguen confortando con su luz indirecta.

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Visión Cada vez me parezco más A ese muerto En el que algún día Me convertiré. Aquella visión Que siendo niño Tanto me aterrorizó Cuando por vez primera Clavé en el espejo Mi mirada.

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Anarquía Una vez conocí a una chica Que se llamaba Anarquía. Con la que viví días De exultante alegría. Con ella Conseguí cumplir mis mejores sueños, Mis mayores ilusiones Y satisfizo Los más fervientes Y salvajes deseos de mi vida… Sin embargo Un buen día, al despertar El lado de su cama se encontraba vacío Con una nota escrita que decía:

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Ni soy tuya, Ni soy mía, Ni soy de nadie. Fdo. Tu Anarquía.

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Necesidad y realidad Necesidad y Realidad Son dos términos inventados Que se afanan en buscarse Con los ojos cerrados A golpe de bastón de ciego. Necesidad y Realidad Viajan en vehículos de alta velocidad Y a veces se cruzan En largas y aburridas autopistas de pago Entre cielos e infiernos demacrados. Necesidad y Realidad Viven acomodadas en los bolsillos de atrás De nuestros pantalones vaqueros

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Esperando que algún día Algún ladrón de poca monta nos las arrebaten Para al fin, Tras comprobar su valor, Las deposite en cualquiera de las papeleras Que esparcidas, inundan universos. Necesidad y Realidad Pasean inmunes y solitarias Por playas equidistantes De harina y agua dulce Censurando barcos pesqueros En busca de faros que iluminen. Necesidad y Realidad Sin mirarse jamás a los ojos Sueñan entre sí cada noche Convirtiéndose en arquitectos

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De un gran collage entre las estrellas Repleto de paisajes y frases Todas con tu nombre.

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La poesía La poesía nos hará libres, La poesía nos hará fuertes. La poesía nos librará de la muerte.

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La poesía, las plantas y tú también

Me enamoré de tu luna y Del bosque que tienes entre tus piernas, Del espejo que guardas entre tus piernas. De tus palabras, De tu mirada. De tu mente lisa y ajustada a los tiempos. De tus rupturas, De tus respuestas escurridizas. De tus lanzas, tus miserias y tus mecanismos de defensa. Me enamoré del espejo que escondes, sutil, entre tus piernas Y un poco también de ti.

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Princesa En otra vida yo quisiera ser Una ni単a triste, fea y solitaria.

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Vegetaci贸n Cuando aparece Ese tenue pero acariciador Sol en la terraza, Y despu茅s de ser regadas convenientemente, Es un placer Sentarme entre ellas Y observar c贸mo crecen Las plantas, all铆 En silencio sepulcral Y solemnes.

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OLAS Las olas andan perdidas. Olvidaron sus nombres Y se dejan hacer. Las olas pasean y acarician La orilla de mis ojos, Sin pĂĄrpados aĂşn.

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Exilio Cuando no estoy, los demás Piensan que me encuentro Surcando paraísos, Planeando sobre mágicas regiones insondables, Acariciando texturas inverosímiles, Planificando mundos imaginarios… Y lo cierto es que estoy aquí, Acurrucado en la ladera que baja, Detrás de una piedra.

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Dos poemas para Sonia Sonia Lentitud, triángulo, Isósceles. La lentitud del triángulo Isósceles… Ves que fácil es hacer poesía… Lo sabes, seguro… Estoy deseando leer un poema tuyo.

Palabras bonitas A veces juego con Sonia A decirnos palabras bonitas. No es un juego sencillo, Primero ella

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Me propone una palabra, y yo Tras buscarle el รกngulo adecuado La saboreo, y sin prisas Le respondo con otra palabra distinta. No, no es un juego sencillo Pero a nosotros nos gusta Porque jugamos con palabras bonitas Y con palabras de verdad.

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Poema Después de comer barro y besar praderas. Después de acomodarme entre las plumas de una gallina esquizoide y despiadada. Después de pedirle matrimonio a la luna y danzar con ella en un viaje a lo más profundo de la noche, he descubierto que el poema está debajo de las piedras,

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debajo de tu ingle, debajo de tu mirada. El poema está debajo de tus sueños, de tu risa, de tu llanto. detrás de tu destrucción. El poema lo arranca de la tierra las garras afiladas del águila y lo eleva. El poema está en los surcos de las arrugas de los viejos. El poema está entre nuestros dedos entrelazados. El poema

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está en los colores, en la oscuridad y en el interior de mi pecera. El poema está en los lamentos y en la incomprensión, en la despedida y en lo desconocido. El poema está entre tu ropa interior, en tu desnuda mente y en mi más salvaje deseo. El poema está en la cama rota, en el jarrón de las flores amarillas, encima de la mesa de tus mentiras, debajo de la alfombra de mis sueños. El poema está en el silencio de nuestras dudas y miedos. El poema

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está entre tu pelo y en el fondo del pozo del cuento infantil. El poema está en todas partes. ¡¡Tened cuidado de no pisarlo!!

Más tarde hablaremos de las flores, más tarde hablaremos de los niños, más tarde hablaremos de las sombras y de los dilemas.

El poema no se crea, no se transforma, ni tan siquiera se destruye. No existe el azar,

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las intenciones son vanas. ¡¡ Abre bien los ojos !! Vamos a pintar un cuadro que sea un espejo vacío. En él nos podremos asomar para encontrar todas las preguntas. Vamos a utilizar un pincel olvidado y un conjunto de colores marginados. El caballete será tu espalda y dos piernas enfundadas en medias de cristal. La luz, la profundidad, la relatividad, el fin del miedo a equivocarnos.

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Heme aquí otra vez solo. Tan indefectiblemente solo y vacío frente al poema. Descendiendo a un infierno amable, cruel y sencillo Ansia. Deseo. Vómito y Neurosis. Paisajes desérticos y oscuros. La serpiente de tres cabezas devora las vísceras de la oveja, triste y callada.

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Ansiedad y Lujuria, desatando pasiones irrefrenables, cayendo a un pozo abismal. Cruel mensajera de Amor y Muerte. Sed, Frío, Agotamiento. Sudor febril y miradas esquivas. Tu humillación es mi humillación. Horrible ser, Señor de las Rocas. Los peces negros ascienden por la tubería dejando a su paso un rastro de semen multicolor.

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Comienza el declive, la balanza se desequilibra y cae. HaciĂŠndose aĂąicos todo roto sobre el parquet de tu casa. Abajo, en la pecera la gran familia de peces observan atentos, expectantes meticulosamente escĂŠpticos un desenlace irremediable y bello.

Me encierro solo, y al instante estamos todos,

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muertos y vivos. Hombres y mujeres con ganas de presentir e imaginar cosas , que rompan los Cristales Ahumados de lo Normal. Lo bueno y lo malo. Yo no soy capaz de definirlo. Dejándonos llevar por las agujas del reloj que me regalaste. Al fin tienes sueño y duermes, tienes hambre y comes ¿de qué vais cabezones del desierto?

Piensa en mí, las formas azules del deseo se pierden entre las nubes.

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Piensa en mí aunque jamás volvamos a mirarnos. La negación de la ausencia nos hace fuertes. Piensa en mí hazme grande y eterno gacela frágil y veloz. Piensa en mí aunque haya muerto. Vamos a hablar de libertad. Vamos a ser libres.

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Vacío. Necio. Fértil y satisfecho. Frágil. Coherente. Fantástico y abismal. Te desnudas despacio, muy despacio en silencio poseedora de saber que el tiempo y el mundo es tuyo. Durante días enteros te desnudas y yo te observo nervioso, dedicando toda mi vida a mirarte a través

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de la ventana de tu habitaci贸n oscura. El sonido de los abrazos. El licor de las miradas. La canci贸n de nuestros gestos. Hoy es fiesta, hoy nos deslizamos entre las flores. Cuando te dije que iba escribir un poema de amor para ti. te lo cre铆ste. Me encadenaste a la promesa y yo

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apenas solo sé escribir poemas de muerte e injusticia. Cuando te dije que iba a escribir un poema de amor para ti te quería. Y ahora que tan solo me dedico a escribir poemas de muerte e injusticia te quiero, te pienso y te sueño más que nunca.

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Supervivientes (canto a una generación, a lo que queda de ella o a lo que queda del día...) Supervivientes De la justicia injusta. Supervivientes De la justa injusticia. Supervivientes Del pecado original O del más original de los pecados. Cada día En mitad del Caos Sin Dios Pero con paso firme

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Y hasta a veces decidido. Cervezas, risas Un par de escenas de sexo Y sueños de mermelada. Cumbres de espanto, Praderas inabarcables, Vuelos sin motor, Puntos sin retorno. Y es que todavía ilusiona El lenguaje de las flores, Las miradas nerviosas y fugaces. El rielar de la luna en el agua Como nos enseñó Espronceda. Por fin ahí tenemos la llave

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Y la cajita decorada. Solo nos falta descubrir La cerradura. La vida nos enseñó a vivir, El camino a andar, La soledad fue nuestro más fiel interlocutor Y los sueños nuestra libertad. Volvemos a tener los bolsillos Tan vacíos como siempre, otra vez. Supervivientes Del Todo y de la Nada. Supervivientes De lo Infinito y de lo Eterno. Y al asomarnos al balcón

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Del escote de las cosas Volvemos a sentir, No sin un cierto escalofrío, Que el Tiempo es Velocidad. Gateamos, andamos, corremos y nos corremos. Subimos, bajamos, cojeamos, perdemos, ganamos. Elucubramos, gesticulamos, sabemos, lloramos, sentimos, dormimos, ¿ pensamos ?. La canción es la misma, El laberinto está en la palma de mi mano Y el susurro de las ventanas dormidas Nos pone especialmente nerviosos. Un buen trago, Un par de libros y una canción.

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Como bien dices, Supervivientes. NĂĄufragos en una isla sin Robinson. Damnificados en mitad del ocĂŠano Asidos a una tabla Porque al fin y al cabo Y a pesar de los pesares No nos queda otra.

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Paseando por mi pa铆s ordenado Avances y retrocesos De un paseante solitario Entre la multitud, Atenazada por la locura De la extenuaci贸n de los astros.

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A la noche, al amor y a la muerte. También a Espronceda. I Cuando esté en la tumba No podré ver cómo tu mirada Se detiene en la mía, Ni cómo tus manos nerviosas Acarician tus rodillas. Tampoco escucharé El gorjeo de los pájaros Al anochecer, Ni los latidos de tu corazón A mi lado (¿dónde estará tu sonrisa?) Cuando esté en la tumba No percibiré

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El calor de tu caminar, Ni la sombra de tus sentimientos, Ni la cercanía de tus sueños. No podré observar El rielar de la luna en tu pelo Ni la suavidad cuando agachas Tu cabeza Al decirte que te quiero. Cuando esté en la tumba Ya no habrá arcos ni arqueros. Besos o desiertos. Y por fin seremos felices Sabiendo que todo, absolutamente todo Ha sido otro sueño.

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II Dibujamos formas Con nuestras palabras, Con nuestras miradas, Con nuestras manos Que no sabemos interpretar. Y se quedan ahĂ­, invisibles, Dando vueltas a nuestro alrededor. Dibujamos formas incompletas, Murmullos de rĂ­o inexistente.

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III Vivimos dentro de la ARENA (oscuridad) Y aunque nuestro cerebro Y nuestros deseos Se mueven a gran velocidad Nuestros movimientos son torpes y lentos. TambiĂŠn nuestros ojos Y nuestras bocas Se llenan de ARENA. Tan solo hay un momento Y es cuando Nuestros labios se juntan, Intercambiamos el aire Que aĂşn guardamos En nuestros pulmones. Nuestros ojos se abren,

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Nos sorprendemos juntos Allรก arriba, en la playa Y nos inunda El AZUL intenso del cielo, El bramido de las olas, El olor del viento. Y nos acogen Abrazados, desnudos y salados Con los ojos Fuertemente cerrados. Vivimos dentro de la ARENA.

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IV Las mejores historias de amor Solo se le ocurren al hombre enamorado. Y aunque hable de sueños, Espejos, lunas, Vientos y tempestades. Aunque hable de guerras, Frío, muerte, Acantilados y enfermedades, Tan solo habla de amor. Las mejores historias de amor Están ahí, Y aunque hable de miedos, Viajes, banderas, Miradas y eternidades. Aunque hable de odio, Sombras, flores,

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Penas y soledades, Siempre, siempre habla de amor. Las mejores historias de amor Tan solo se le ocurren al hombre enamorado.

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¿Canción de amor? El amor va más allá Del tiempo y el espacio. Más allá del color Y de los sonidos. Más allá de las palabras Y de los sentidos, De los días y de las noches, De la muerte y de la vida. Más allá de ti O de mí, De nuestros besos, Abrazos, miradas Sueños y tristezas.

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El amor va más allá Del amor. Más allá de las nubes, Más allá Del aroma de las flores Y del aleteo de las aves. Por eso, sólo por eso Y también porque te quiero El día que alcance El estado de máxima perfección Y muera Te pido, te ruego, te sueño Que guardes mis cenizas En una cajita Y la deposites en el lugar más discreto Para de vez en cuando Hablarme y acariciarme.

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Porque aunque aún no lo intuyas Te juro, amor mío, que el amor Está por encima del tiempo, De la muerte y de los sentidos. Por encima de la montaña, Del viento helado y de la sonrisa de los niños, Por encima del bien y del mal, De la luz y de la oscuridad De las sombras Y del olor de las fresas. Por encima De la Leyenda de los peces de Colores Relativos. Por eso, sólo por eso, Y porque te quiero Sin prisa te esperaré Dentro de mi cajita Donde te construiré un lecho

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Que siempre guardarĂŠ caliente Y en donde nos amaremos Y aprenderemos juntos Distintos juegos Con reglas sencillas que nos hagan Vivir toda una eternidad. O una maĂąana oscura.

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El niño que escribía poesías

El Niño que Escribía Poesías no tenía nombre, o tal vez no lo recordaba. Solía esconderse de la luz en un rincón secreto y se perdía del mundo el Niño que Escribía Poesías. Su mano apretaba muy fuerte el lápiz y a veces rompía la punta de la mina mientras sus pies se movían nerviosos sin que nadie se diera cuenta de ello. El Niño que Escribía Poesías

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casi nunca tenía miedo, aunque a veces al despertarse, con enorme inquietud sollozaba en silencio dejando escapar pequeñas lágrimas de cristal. El Niño que Escribía Poesías solía observar los árboles y las flores y después los reflejaba en su cuaderno con esas extrañas palabras que utilizaba como si de un pintor se tratase. El Niño que Escribía Poesías hablaba con las sombras, viajaba con las nubes y se lanzaba al infinito escurriéndose feliz por el tobogán que forma el arco-iris.

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Rodéame con tus brazos, amor

Rodéame con tus brazos, amor. Tus labios son síntomas ¿Díme de qué están hechos? Podrías dignarte a hablarme de ti, Estoy preparado para ello. Ya me he comido las olas a mordiscos Grandes. Hay un corazón amarillo Escondido debajo de tu falda que me dice cosas que jamás has podido imaginar. En tus ojos hay cunas Y todos dormimos en ellas.

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Ahórrame un suspiro, para tener fuerzas

Quiero decirte que te quiero. No te pierdas Cómo las cosas vuelan, Quiero decirte que te quiero. ¿Oyes cómo late mi corazón?

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Las tardes Las tardes en que paseábamos Por los pliegues de tu piel Cogidos de la mano. Los senderos que poseías Y que jamás habrías imaginado Si yo no te los hubiera mostrado. Tu sudor y las gotas de lluvia, El olor a vida y carne animal, La hembra y el hombre paseando Por los senderos de tu piel, amor.

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La sombra de las ramas secas de los árboles golpean mi cerebro

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EPÍLOGO. O tríptico de poemas desestructurados Me dijo un día Javier del Sastre: Ché las hojas pueden hablar. También me aseguró que tienen ojos, y reflejan las cosas del alma, un poco como ocurre a veces en ciertas personas. Me dijo aquella noche, que las cosas que parecen terminar, en realidad acaban de empezar. Que no hay final que no haya tenido antes un entreacto, y que a menudo, es lo que más interesa de las cosas. Epílogo. O parte final de un discurso inicial e iniciático. Epílogo. O mirar el reverso de una hoja escrita, en contraluz, y distinguir otras palabras nuevas, otros significados, significantes. Como ver otra realidad a través de un cristal mojado por lluvia transparente,

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azul y perfumada. O a través de un carámbano, artefacto helado que distorsiona la apariencia de las cosas, dando sentido a la realidad muda. Goteando imágenes y sonidos de mundos paralelos y perpendiculares, que nos envuelven y arropan. Me aseguró un día Javier del Sastre que, al dar la vuelta a la visión de las cosas, se obtiene la esencia de aquellas. Epílogo. O poema desestructurado. En los mismos versos de “Una niña Fea, triste y solitaria” cabe todo su autor. Sus manos tibias. Sus ojos de ensueño. Sus entrañas, uñas, dientes, ombligo, camisa de rayas azules, llavero esférico y cartabón. Sólo hace falta extraer de aquel poemario unas líneas claves, las que más nos gusten. Y mezclarlas con cariño. Y disponernos a conocer a su autor, su esencia, de forma inesperada y sorprendente. Como sin querer. Epílogo. O el otro prólogo de las cosas. Stefano Presi (Arquitecto de Sueños)

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