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Al cabo de cincuenta generaciones (Tales abismos nos depara a todos el tiempo) Vuelvo en la margen ulterior de un gran río Que no alcanzaron los dragones del Viking, A las ásperas y laboriosas palabras Que, con una boca hecha polvo, Usé en los días de Nortumbria y de Mercia, Antes de ser Haslam o Borges. Jorge Luis Borges
De vez en cuando vuelvo a las tandas de maní tostado y Manuelico; no había placebos ni en la radio ni en la televisión, él llenaba de historias y de asombro los umbrales del anochecer. Había fogata, té de jengibre, y eran hondas, remotas y sin protocolo las historias, ¡pero cuánto se gozaba a lomo de la alfombra mágica en la que nos montaba Manuelico: amo y señor de los artilugios para conjurar ese mundo maravilloso que al final de cada día esperábamos con gozosa ansiedad! ¿A dónde iban las palabras y de qué lugar regresaban cada noche? Manuelico volvía con más historias, y nosotros nos internábamos subyugados a los reinos del espanto y de los sueños. A la luz de la leña seca, crujiente y luminosa, la oralidad se apropiaba del instante y del espíritu de niños y mayores, y no había de otra que esperar el atardecer del nuevo día. Ni pensar en Gutenberg, en Borges o en la Biblioteca de Alejandría; Pedro Animal, Juan Bobo y el Sastrecillo Valiente mantenían a raya a Pedro el Cruel y todas sus malvadas huestes. La memoria era el templo donde oficiaba Manuelico, y cual si fuera un sombrero de copa, noche a noche, por su lengua florecían como conejos los más inimaginables caminos de la magia y la aventura. El libro entraría después, lleno de ilustraciones que sucumbieron cada vez que la abuela descuidó el costurero e, insumisos, alcanzábamos a manipular sus tan vedadas tijeras. Éramos una aldea que apenas alcanzaba para un solo cruce al arroyito que zumbaba por las noches mil tonadas de grillos y cocuyos. Cada historia concluía justo donde iniciaba la otra. Y habría de llegar la escuela con su arsenal de tizas y creyones para desvelarnos la grafía de las palabras; íbamos hacia ella por los mismos trillos por donde se
El libro, El libro, ese singular universo ese singular universo René Rodríguez Soriano a toda página, y en cada libro que, a su vez, engendraba y procreaba cientos de cielos y universos. Sé que hay un infierno. Vive en las palabras de Dante y nos asaetea con su presencia cotidiana en una realidad que, además de chata y monda, se empecina en imitar la fantasía. Y, como fuente de las palabras que se suceden y se suceden, desde dentro de sí mismo, el libro se reinventa, se cuestiona, se retroalimenta y da nueva vida a infinitas posibilidades del libro que, palabra en ristre se yergue airoso contra todo vaticinio apocalíptico, ni el fuego ni el desdén ni la apatía ni la sevicia ni el odio darán al traste con una de las herramientas más singulares de la humanidad. Su importancia no sólo radica en las horas de placer y de vuelo que nos brinda su lectura; el libro, desde sus primeros soportes en tablillas de arcilla o sobre las rocas, nos posibilita salvaguardar y propagar la historia, viabilizando de manera muy puntual y precisa, la comunicación en el sentido más amplio. Cada etapa del desarrollo de la humanidad, con sus limitaciones y sus luces, amplía el abanico de posibilidades. Viniendo desde el papiro de los egipcios, pasando por el papel de los chinos y auxiliándose de la imprenta de tipos móviles de Gutenberg, el libro en soporte de papel que conocemos hasta hoy ha llenado sus cometidos: enseñarnos a pensar, hacernos libres. Ni el hombre de las cavernas con sus figuras cuneiformes, ni Manuelico con aquella inmensa voz que nos dibujaba el mundo a mitad del siglo pasado, visualizaron jamás un soporte virtual para sus imágenes y sus palabras que no se almacenarían ni encima ni una detrás de la otra. El libro digital es una realidad de la era tecnológica que comenzó a tomar control de las cosas desde el momento mismo en que la casi subutilizada máquina de escribir se viste de obsolescencia, y se convierte en simple objeto coleccionable. Y el Blogger, ¿no será acaso un descendiente lejano de Manuelico que nos visita puntualmente con toda su música de luciérnagas, fantasmas e imaginería suelta a toda cancha? Cambian los tiempos; cambian las formas y se acortan las distancias, y se es gato o se es liebre, simplemente. De la misma manera que el nombre no es el hombre, el soporte no es el libro en sí. Hablo del libro que contiene ese texto o tejido con ese poco de neurosis necesario del que con tanta pasión y placer hablara Barthes; ese jaguar que nos consume en las llamas de su goce de entregarse o engullirnos es más fuego aún, llama ardiendo en las arenas del tiempo, coexistiendo, auxiliándose, confabulándose; engendrando nuevos tramos, nuevas vías y soportes, dotándonos de alas para abordar los retos, los páramos, las taras y las innovaciones con el placer lector que nos libera más allá del divino laberinto de los efectos y de las causas.
arreaba el ganado y entraban y salían los trabajadores con sus aperos y arneses. Y aunque Dolores con sus trastos y su entrega, no dominaba el fuego y sus fisuras como Manuelico, nos dotó de destrezas para nadar con tino en las turbias aguas del lenguaje y la memoria: aprendimos las letras y su topografía. Entonces fuimos a los libros, a beber de su savia, a volar. Cuando llegó el primer libro, me interné entre sus páginas con desmedido encanto. Nacieron cientos y cientos de preguntas, tomaron cuerpo y se esparcieron las dudas y las descreencias; de un tirón, sin respirar, quise leerme entera la exigua Biblioteca Municipal e intenté devolver a sus antiguas páginas cada una de las litografías que antaño trasquilé de los anaqueles de mi hermano. ¿Fue acaso corretear de nuevo por los yaraguales llenos de guarapo y florecitas fucsia tras las mariposas amarillas? Confronté, consentí: leer era viajar un poco más allá del ancho mundo donde había llegado a lomo de la ya cansada yegua del viejo Manuelico. Y entonces quise más y más. El libro, sin lugar a dudas, fue la llave para abrirme una ventana a lo desconocido, novedoso. Quiroga, los Andersen, Mark Twain, Salgari, Perrault, Verne y ese inolvidable tomo de Las más bellas leyendas de la antigüedad clásica, de Gustav Schwab, me llevaron y me trajeron por furnias, pantanos, quebradas y senderos de palabras. Leí mi isla, mis contornos, preñados de leyendas y alzados sin camisa corrigiendo la historia a machetazo limpio: Bosch, Cestero, Roumain, Penson, Lacay Polanco, Rijo… Y las palabras se quedaban allí, página tras página. Podía volver a ellas y encontrarle los mil y un significados; perderme en el armazón del libro, su forma, su peso, su grosor, su densidad. El libro tenía cuerpo, volumen y podía ponerlo y tomarlo de encima de la mesa; acomodarlo junto a otros en pequeños o grandes anaqueles; prestarlo, extraviarlo y recuperarlo, sin que jamás perdiera su contenido, se diluyera en el vacío: tenía vida y había sobrevivido desastres y hecatombes. Alguien me habló de Alejandría, de las llamas, del odio acérrimo de tiranos y patronos por el contenido y continente de los libros. Y entonces llegué a Borges, Novalis, Flaubert, Goethe, Mallarmé y Calvino en su afán de infinito: escribir el libro absoluto que traspasara la inmensa llanura que es una misma en cualquier lugar de la tierra, del tiempo y de las lenguas. Y en esas andaduras, tropecé con Cortázar, García Ponce, Elizondo, Felisberto, Musil, Proust y el viejo de los Garmendia, administrando con mesura los signos y los símbolos convencionales de la lengua; dejando vida y piel en cada renglón,
René Rodríguez Soriano. Narrador y poeta dominicano, autor de Pas de deux. Es ganador del Premio Nacional de Narrativa 1997 en República Dominicana.
contratiempo
junio 2008
Las religiones afrolatinas Jaqui Lazu Pero las tradiciones Yoruba no son las únicas que se encuentran entre las tradiciones religiosas afrolatinas. Otro grupo de religiones proviene de la cultura bantú y fue desarrollado por los esclavos en la colonia de Cuba. El Palo o las Reglas de Congo incluye las prácticas de Palo Mayombe (Palo Monte), Kimbisa y Santo Cristo del Buen Viaje. El nombre “Palo” proviene del uso de los palitos de madera que se utilizan en la preparación del altar. Como muchas de las religiones afrolatinas, esta sigue el modelo tradicional de una familia. Durante la esclavitud, la unidad de la familia es un concepto importante que se toma literalmente por los iniciados ya que las familias eran frecuentemente separadas por los dueños de esclavos. El Palo se basa en el principio de la veneración de los ancestros pero también en los poderes de la tierra y de la naturaleza. Los objetos naturales, especialmente los palos, contienen el poder de los espíritus y se ofrecen a los dioses en el altar conocido como nganga o prenda. Al Dios todopoderoso, Zambi o Nzambi, lo acompañan unos dioses menores llamados Mpungu. Como en las otras prácticas espirituales, en Palo se practica la adivinación, utilizando varios métodos como el de las conchas o la cáscara del coco. En muchas casas de Palo, hay un sincretismo con el catolicismo pero también existe el Palo Judío que se no se llama judío por ser combinado con creencias judías sino por rehusarse a combinar con el cristianismo. El Palo Judío intenta mantener las creencias puras, congas africanas. Otro sincretismo importante en Palo y las religiones afrolatinas existe con el kardecianismo o espiritismo. El espiritismo kardeciano está directamente relacionado con el espiritismo francés del siglo XIX basado en los libros y enseñazas del educador Hypolite Léon Denizard Rivail que escribió bajo el seudónimo Allan Kardec el famoso Libro de los espíritus en el 1857. Por su popularidad entre los círculos intelectuales de Europa y las Américas, el espiritismo se extendió a través del Caribe donde sigue siendo una práctica común. Las religiones de la diáspora africana existen más allá del mundo hispanohablante. En Brasil, a las religiones congas les llaman umbanda, quimbanda, candomblé de Congo o candomblé de Angola. En Jamaica y en otras de las islas anglófonas se les llaman kumina a las religiones congas. Entre los afroamericanos de Estados Unidos, existen unas creencias llamadas hoodoo o rootwork cuyos orígenes derivan de la región Congo/Angola y que se asemeja al Palo. El vudú de Haití, también conocido como Sevis Gineh o “servicio africano”, encuentra sus raíces en la población Fon-Ewe del África occidental. En la liturgia de Sevis Gineh también se ven influencias de la nación de los taínos, grupo indígena de las islas caribeñas con quienes interactuaron los esclavos africanos al ser transportados a la Isla Hispaniola. Las religiones africanas en las Américas han sufrido mucha discriminación como consecuencia de la intolerancia, la ignorancia y el racismo de las sociedades en que se han practicado. Esto ha resultado en tradiciones que, aunque se van abriendo con el afrocentrismo que cada día se destaca más en nuestras sociedades, han existido con sospechas y secretos. La tradición no está escrita en libros como la judeocristiana sino que es producto de culturas orales. Nuestras comunidades latinas en Estados Unidos establecieron sus propios centros para conseguir las provisiones necesarias para la adoración y para la medicina que se aprende en estas religiones. Las botánicas en nuestros barrios venden las yerbas, los amuletos, instrumentos, santos, pociones y otros materiales que sostienen las tradiciones. Hoy día la participación de los creyentes contemporáneos varía. Es posible encontrarse en La Habana con una joven iniciada libremente demostrando su vestimenta tradicional o hacer una búsqueda en el Internet un babalawo (sacerdote santero) en Chicago o escuchar las canciones hip hop del grupo cubano en París llamado Orishas alabando a los santos con su lírica moderna. Para algunos creyentes esta participación tan variada representa el sacrilegio y la amenaza de los caprichos culturales o el fraude comercial. Para otros, son ejemplos de las estrategias creativas, la perseverencia y la resistencia espiritual afrolatina. Jaqui Lazu es profesora en la Universidad DePaul.
Fotos de Carlos Flores.
IlustraCIón: esmeralda morales
La esclavitud de africanos por los europeos para el transporte transatlántico comenzó en el siglo XVI con los portugueses que exportaban africanos desde la costa occidental de África a las minas y los ingenios de sus nuevas colonias. Muy pronto, países como Francia, Inglaterra, Holanda y España, entraron en el comercio. Aprovechándose de las guerras de expansión yoruba, y de la historio-política interna del África central y de una historia aun más antigua de la esclavitud de africanos en el continente africano y europeo, la esclavitud transatlántica floreció y formó la base económica de las colonias europeas en las Américas. Un resultado inesperado de esta institución fue la base cultural y espiritual que resultó de la presencia africana en el nuevo mundo. Es significativo que la mayoría de africanos que fueron esclavizados para la labor en las colonias procedieron de la nación yoruba que después de cientos de años de migración y expansión se estableció en Ife-Ife, estado de Oyo, en el centro de Níger. Muchos de estos esclavos eran prisioneros políticos de guerra provenientes de clases de soldados privilegiados y sacerdotes guerreros. Por esta razón, las colonias fueron pobladas con gente sabia e iniciada en las creencias espirituales y explica por qué la cultura yoruba es el centro cultural y espiritual principal de la transferencia africana americana. La más reconocida de las religiones de origen yoruba que se desarrolló en la colonia española de Cuba primero, y luego Puerto Rico, República Dominicana y Estados Unidos es la santería o lucumí. Aunque muchos observadores tienden a categorizar todas las prácticas espirituales de origen africano bajo el nombre de santería, es una religión única y distinta entre otras. En la santería vemos la adoración de los orichas, pero la santería también combina tradiciones de la religión católica. Los esclavos fueron obligatoriamente bautizados por la Iglesia y sus prácticas tradicionales fueron suprimidas. Para guardar estas creencias, a cada oricha se le asignó un santo cristiano correspondiente. Por ejemplo, Eleguá, el dios mensajero que nos abre el camino, se manifiesta a través del Santo Niño de Atocha; Changó, el dios guerrero se manifiesta a través de Santa Bárbara y la madre del agua Yemayá se manifiesta a través de la Virgen de Regla. En general, la religión incluye la creencia en un Dios todopoderoso, Olorún o Olódùmarè, creador del universo y los orichas. Además de tener sus santos cristianos correspondientes, cada oricha tiene un principio, un color, un número significativo, su comida preferida, su ritmo, baile y su símbolo. La santería es una religión activa en el sentido de que el creyente puede trabajar con su oricha para ayudar a crear su destino a través del sacrificio (de animales, p.ej. la gallina es común) dándole de comer, la preparación de un altar con comidas, regalos y alabanzas. En los sagrados ritos, las posesiones son posibles por medio del ritmo (oru) y el baile que invoca a un santo. Por último, la veneración de los ancestros llamados ara orun, es muy importante para la dirección moral y como ejemplos para los creyentes.
Sesión de Santería contratiempo
Cliente: Asociaci贸n Mundial Brahma Kumaris, Espa帽a Imprenta Canig贸, Barcelona Muestra de la portada . Muestra del dise帽o de los interiores.
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visitas médicas es un absurdo querido doctor déjeme explicarle: si cuando desesperada corre de un lado de la pieza al otro y tomando una aspirina trata de metérsela en el ombligo porque eso cura esa enfermedad masiva que para ella trabaja de adentro para adentro no es porque usted le guste ni quiera llamar la atención metérselo en el bolsillo entrar en la cosa de doctorcito doctorcito quien es la paciente más hermosa y si bien es cierto que su locura es sobre todo seducir mantener la situación fuera de los calendarios inventar bebés apacentar enormes terrenos solitarios jardines donde su hechizo es único desierto de olores (así es mejor mucho mejor abrirse estilo flor y eso que insiste se insinúa es más homenaje que 146
fracaso más deseo que guante) Carnavales sin disfrazados andar por la calle enamorar a un niño
Frívolas y pecadoras
que aún no dice mamá Saber que durante años lo perseguirá su imagen anónima la horma de su placer Atardeceres en un bar causas inexplicables de pelea entre novios de la infancia Hombres y mujeres alucinados por la posibilidad de su contacto de dan cita siglos después de entreverla no sea absurdo doctor
port like yours and even some modest donations, but those will be useful. Soon we will make our dreams a reality.”
The Mother Superior cut the tape, and the priest from the adjoining Charity Church sprinkled holy water and purified the new institution with incense. He blessed the refectory, the dormitories, the kitchen, the laundry, and the other outbuildings, followed by the invited guests who verified with satisfaction the order and cleanliness of the school. In the chapel he officiated the first mass. Father Eusebio would be the confessor for the sisters and the girls. The patios and the cloisters of the big house on Lealtad Street were full of activity. The nuns, all North Americans, had learned Spanish, and they mingled with the future students and their relatives, all dressed in their Sunday best. Mr. Falcón, the music teacher and the only man besides the priest authorized to teach there, called for silence. He had composed the school hymn and had already practiced it with a group of the girls. He was a very thin mulatto, somewhat greying, and in his fifties. He had been recommended by the nuns, not only for his experience as a piano and vocal teacher, but also for being Catholic, educated in the Piarist school of Guanabacoa, married, and of proven morality. Mr. Falcón brought the tuning fork to his lips, and everyone in unison sang, “for Christ and for the fatherland this school is our home.” The musician’s hands struck the chords while he energetically moved his head. He tried to accompany and direct the choir at the same time. Julia and Leticia couldn’t hide their excitement. Finally, their dreams of new uniforms for everyday use and formal occasions had come to pass. They had their Italian straw hats, held firm with elastic under their chins, which made their cheeks even fuller. They wore long hose and mid-calf-length skirts to maintain decency. “A school of American nuns” they repeated with pride to their cousins who weren’t lucky enough Doubt
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Menú y logo para Drea’s Cantabar. Cuernavaca, México
eventos y campa単as events & campaigns
Cliente: Valores para Vivir, México, A.C., UNESCO, Brahma Kumaris ONG. Material Gráfico de la Semana de Cultura de Paz, llevada a cabo en Mérida Yucatán, septiembre 2004. Muestra de folleto promocional.
Frente
Vuelta
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Cliente: Valores para Vivir, México, A.C., UNESCO, Brahma Kumaris ONG. Material Gráfico de la Semana de Cultura de Paz, llevada a cabo en Mérida Yucatán, septiembre 2004.
Inserciones para el periódico, en tres diferentes momentos
Banderines para la calle
CIDHAL Postales para la campaña de promoción de los derechos de las mujeres indígenas.
Esmeralda Morales esmeralda.morales.a@gmail.com (773) 406 0018 Chicago IL