Las voces de la biodiversidad en MĂŠxico Esmeralda Loyden
Las voces de la biodiversidad en México Primera edición 2015 D. R. © Esmeralda Loyden Sosa Cuidado de la edición: E. Loyden/Gerardo Sotomayor/María de los Ángeles Vázquez Diseño de portada: Octavio Fossey ISBN 978-607-00-9004-2 Impreso y hecho en México Se autoriza la reproducción de los textos de este libro para fines educativos o no comerciales, a condición de que se cite la fuente y los extractos sean reproducidos literalmente. Los derechos de las fotografías para la presente edición fueron donados por los autores que se mencionan en la sección correspondiente, de manera que para hacer uso de ellas deberá solicitárseles autorización por escrito.
Juan José Guerra Abud Secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales
Guillermo Javier Haro Bélchez Procurador Federal de Protección al Ambiente Alejandro del Mazo Maza Subprocurador de Recursos Naturales Arturo Rodríguez Abitia Subprocurador de Inspección Industrial Gemi José González López Subprocurador Jurídico
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Presentación
En el mundo solo unos cuantos países, entre ellos México, albergan una gran cantidad de especies vegetales y animales. Esto implica un privilegio y sobre todo una responsabilidad. En buena parte, las instituciones ambientales que hemos constituido se han desarrollado precisamente alrededor del conocimiento y la protección de nuestra biodiversidad. Gracias al trabajo de muchos mexicanos destacados, cada vez contamos con más y mejores instrumentos para lograrlo. El libro que el lector tiene hoy en sus manos documenta en primera persona la historia de este avance mediante los testimonios, experiencias y reflexiones de trece mexicanos notables en este campo de la ciencia. Al hablar de su trabajo, de sus proyectos, de las dificultades que enfrentaron a lo largo de sus carreras, estos científicos nos revelan cómo entregaron su vida al propósito de hacer posible que nuestro país contara con información de primer orden, con instituciones firmes y con un enorme capital humano que contribuyera día con día a mejorar la manera en que se protege el patrimonio natural. La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, PROFEPA, se ocupa de aplicar la legislación ambiental, consciente de que es imprescindible contribuir a formar ciudadanos que participen activamente en una labor preventiva. Parte del deterioro que vivimos cotidianamente en todas las regiones del país se relaciona directamente con la falta de valoración de distintos grupos en torno de la naturaleza. Se destruye lo que no se conoce, lo que no se valora como imprescindible para la vida. Se requiere trabajar directamente con la sociedad para que sea ésta la que vaya por delante en defensa de sus recursos naturales, la que proponga y critique los rumbos tomados o que deban tomarse. La divulgación de las experiencias que aquí se muestran busca involucrar a otros mexicanos en las múltiples tareas que hacen falta para resguardar los recursos con los que cuenta un país megadiverso. Pero también para frenar los cambios que podrían hacer aún más difícil nuestro desarrollo. Más allá de todo interés utilitario, por un sentido de respeto hacia un planeta que, hasta donde sabemos, es único en el universo. Tenemos poco tiempo para impulsar un enorme esfuerzo que abarque no sólo a los países megadiversos sino a todas las naciones, ya que los bienes de la naturaleza son de carácter global: lo que sucede en una costa afecta a otras costas; lo que daña a un arrecife perjudica en cadena a muchos otros ecosistemas. Mucha de esta información se encuentra en estas páginas. Espero que nuestros lectores, a lo largo de su lectura y de la apreciación de las impresionantes imágenes que la acompañan, sientan nacer en ellos el impulso para contribuir con el cambio que tanto nos hace falta.
Guillermo Haro Bélchez Procurador Federal de Protección al Ambiente
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Índice Presentación Agradecimientos
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Introducción
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Dr. José Sarukhán Kermez Cómo nos dimos cuenta de que somos un país megadiverso
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Dr. Jerzy Rzedowski El equilibrio es la biodiversidad
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Dr. Arturo Gómez-Pompa El barbasco, detonador de la investigación en torno a las selvas tropicales en México
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Dr. Gonzalo Halffter Salas La vida es más resistente y flexible de lo que se quiere reconocer
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Dr. Francisco Takaki Takaki La cartografía, herramienta esencial para el desarrollo de políticas públicas
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Dr. Eckart Boege Schmidt 115 México, el segundo país en bioculturalidad mundial Dr. Jorge Soberón Mainero De la investigación de las mariposas a la comprensión de los ‘nichos’
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Dr. Fernando Ortega Gutiérrez 159 Los cambios geológicos transforman la biodiversidad y la cultura en el planeta Mtra. Julia Carabias Lillo 179 Tenemos instituciones y conocimiento; falta rapidez en la respuesta de gobierno y sociedad
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Biól. Javier de la Maza Elvira 197 Minería e invasiones, los principales riesgos para la biodiversidad Dr. Fernando Tudela Abad 223 El cambio climático avanza más rápido que la respuesta humana Dr. Exequiel Ezcurra Real de Azúa 243 La batalla por el agua y el cambio climático, dos de los grandes desafíos para la vida Dr. Rodolfo Dirzo 269 Una selva es más que sus plantas: urge conservar las interacciones ecológicas Índice fotográfico
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Agradecimientos
Para la elaboración de este libro conté con la ayuda de muchas personas; entre ellas, el biólogo Javier de la Maza Elvira, quien contribuyó generosamente para embellecer este libro gracias a la donación desinteresada de múltiples fotografías de naturaleza que él ha tomado a lo largo de su trayectoria profesional y artística; y quien, además, acompañó la edición de este trabajo con la música del grupo Lacantún, al cual él ha pertenecido. Cada uno de los entrevistados colaboró con la revisión de los materiales periodísticos que aquí se presentan y con fotografías de distintas épocas de su vida. Además, las entrevistas, o “conversaciones”, como yo les llamo, fueron leídas por algunos jóvenes, porque su validación o comentarios fueron esenciales para probar que los textos fuesen comprendidos y tuviesen interés para ellos. En particular, mi hijo, Octavio Fossey, me asesoró en la edición de este libro y me apoyó con la revisión técnica del material gráfico y la elaboración de la portada, que incluyó ilustraciones de la maestra Elvia Esparza, del Instituto de Biología de la UNAM. Arturo Rodríguez Abitia, Javier Mardel, Humbelina Loyden, Gabriela Velasco, Juan Fornoni, Ana Luisa Guzmán, María Amparo Martínez Arroyo, Ulises Martínez Aja, Guadalupe Guerrero Mejía, Enrique Velasco Ugalde (†), Guadalupe Anaíd Ortiz, Ángeles Muñoz, Estefanía Maricruz Pérez, Miguel Ángel Cortés, María de los Ángeles Vázquez Martínez, Mateo Alfredo Castillo Ceja, Israel Saavedra Porto, Rosa María Cuadras Bojórquez, Alberto Torres Pérez, Rosaura Cadena, Alicia Eugenia Ayala, Abraham Sánchez Montes, Mussy Navarro, Liz Nataren, Alicia Hernández Campos, Daniel Ceballos, Vianey Argüello López y Ana Morales, todos ellos aportaron ideas para mejorar este documento y me brindaron calidez y afecto. Un agradecimiento especial para Héctor Gerardo Sotomayor Serrano, amigo de muchos años, quien aportó valiosos conocimientos para la corrección de estilo de este libro, y a Federico Guillermo Garduño León, quien me facilitó equipo para la transcripción de las entrevistas. Gracias por su apoyo al personal de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, así como a los integrantes de Natura y Ecosistemas Mexicanos, A. C., Agni Sosa, Fiorella Ortiz, Nuria Rubio, Violeta Valadez, Rocío Aguilar, Diego Noriega, Rodrigo León, Elisa Castro y Roberto Ortiz, quienes contribuyeron, junto con el biólogo De la Maza, en el señalamiento de los nombres de las especies que aparecen en las imágenes fotográficas. Joanna Acosta Velázquez, Humberto Bahena Basave, Bulmaro Bazaldúa Baldo, Adrián Bodek, Alejandro Boneta, Nancy Burnett, Juan Fernando Cano Rodríguez, Miguel Ángel de la Cueva, Roberto de la Maza, Mercedes de la Parra, Isaí Domínguez Guerrero, Matías Domínguez Laso, Octavio Fossey, Eli García Padilla, Wolfgang Griem, Gabriel Gutiérrez Granados, César Hernández Hernández, Víctor Hugo Hernández, Efraín Hernández Xolocotzi, Javier Hinojosa, Diana Kennedy, María Elena Lavín Tierra, Rurik List, Luis López del Paso, Esteban Martínez, Manfred Meiners Ochoa, Iván Montes de Oca Cacheux, Scott Morrison, Roberto Eduardo Ariel Pedraza Ruiz, Adalberto Ríos Szalay, Agustín Rivera, Patricio Robles Gil, Laura Rojas Paredes, Miguel Ángel Sicilia Manzo, Jacques Vermonden Reniers, Ben Wilder y Hillary Young apoyaron la edición de este libro con fotografías de diversas especies y regiones de México, así como con imágenes de las personas entrevistadas. La Lic. Irma Villa Ortiz, del Departamento de Prensa de la Universidad Veracruzana, ayudó con el envío de dos fotografías, del doctor Arturo Gómez-Pompa y del doctor Gonzalo Halffter Salas, cuya autoría es de César Pisil Ramos. A cada uno mi gratitud por participar en este trabajo colectivo, que evidencia la importancia del conocimiento científico en la gestión de nuestra biodiversidad.
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Introducción
“Tendremos que construir a un nuevo hombre y a un nuevo mundo, para salvar al ser humano que somos y al mundo que tenemos.” E. L.
Todos hemos leído o escuchado alguna vez que nuestro país forma parte de un selecto grupo de naciones (Australia, Brasil, Colombia, Congo, China, Ecuador, Estados Unidos, Filipinas, India, Indonesia, Madagascar, Malasia, México, Nueva Guinea, Papúa, Perú, Sudáfrica y Venezuela) que posee cerca de 70% de la diversidad mundial de especies de animales y plantas. Y que, junto con Estados Unidos y Colombia, cuenta con litorales tanto en el Atlántico como en el Pacífico, con lo que esto implica en la conformación de la biodiversidad. Pero, ¿cómo fue que nos enteramos de esto con certeza? ¿Cómo ha sido posible que hoy seamos capaces, los mexicanos, de calcular, por ejemplo, que la superficie de manglar estimada en México sea de casi 656 mil hectáreas, que la tasa anual promedio nacional de la pérdida de cobertura de manglar es actualmente de 2.5% y que, de continuar esta tendencia, la proyección para el 2050 llegará probablemente al 50 por ciento? ¿Cómo llegamos a saber que los ecosistemas de manglar desempeñan un importantísimo papel en la productividad de las zonas costeras y que son de los primeros ecosistemas que, por su sensibilidad, pueden percibir el cambio climático global? ¿Que los manglares son importantes no solo como áreas de cría, reproducción, alimentación y desarrollo de un gran número de especies marinas y numerosos peces de valor comercial, sino que contribuyen también a proteger y estabilizar grandes áreas vulnerables a los ciclones, además de constituirse en refugio y alimento de aves acuáticas residentes y migratorias? Y nos estamos refiriendo solo a los manglares. Nos dice el doctor Jerzy Rzedowski que “la flora de todo el país es muy especial, pues posee más de 50% de plantas que son solo originarias de México.” Gracias a él y a otros muchos investigadores, hemos registrado entre 22 y 23 mil diferentes especies de plantas superiores, las que se reproducen por flores y semillas —sin contar los musgos, los hongos y las algas. Pero todavía falta por descubrir entre 20 y 30% más, y este porcentaje corresponde, en su mayoría, a especies endémicas. O sea que probablemente la riqueza global de la flora de México, de plantas superiores, más bien estaría cercana a las 30 mil especies. Pero México, por su posición geográfica, también ocupa el quinto lugar en el mundo con 535 especies de mamíferos, 1,096 de aves, 804 de reptiles y 361 de anfibios, solo superado por Brasil, Colombia, China e Indonesia. Gracias a que en nuestro territorio confluyen las zonas neártica y neotropical, la historia evolutiva de nuestro territorio ha favorecido la conformación de la diversidad biológica y la complejidad de los suelos y los climas, y con esto la multiplicidad de paisajes naturales. A esto se agrega el desarrollo de numerosas culturas relacionadas con la formación de especies, la domesticación de plantas y animales y la transformación de los paisajes, derivado de la relación entre el hombre y la naturaleza, como sucedió con las selvas antropógenas de los mayas, y como sigue sucediendo aún hoy, en todos los territorios de biodiversidad habitados por comunidades indígenas. La respuesta a cómo nos dimos cuenta de que somos un país megadiverso no es sencilla. La podremos descubrir con la lectura de este documento, pero a grandes rasgos podemos decir que ha implicado la conformación de capital humano, el trabajo de numerosos científicos que han ido recabando información y analizándola a lo largo de los años para cada una de las especies y su entorno, la construcción de instituciones relacionadas con la biodiversidad de México, el desarrollo de tecnologías y nuevas disciplinas científicas, y el impulso a la propia evolución del pensamiento político, para que “aprenda” a entender, valorar, usar y conservar nuestra naturaleza, entre otros múltiples factores. México no es hoy el mismo que hace 40 años, cuando se “descremaban” las selvas y se saqueaban para enriquecer ilícitamente a quienes debían hacerse cargo de protegerlas, pero estamos muy lejos de acercarnos siquiera a la plena comprensión de esta exuberancia natural. Y más lejos aún nos encontramos de comprender el potencial que significa para la vida, para la posible solución de múltiples enfermedades y, sobre todo, para sostener el equilibrio de un planeta que nos permita continuar como especie. 15
Una de las cuestiones clave es que consideremos que nuestras civilizaciones actuales, tal como las hemos desarrollado, constituyen una crisis para la continuidad de la vida sobre la Tierra. Nuestras generaciones están siendo acompañadas por la mayor biodiversidad que el planeta haya experimentado en los últimos 600 millones de años. Sin embargo, a pesar de todo el conocimiento científico que se ha generado en las últimas décadas, aún hay quien la mide solo en función de esquemas de producción. Hace algún tiempo presencié un programa de televisión en el que se daban cifras en dólares sobre el costo de los recursos pesqueros y los bosques que posee nuestro planeta. Cuántos árboles tenemos, decían, y cuál es su costo. Pero me quedé pensando en que esa no era la forma en que debíamos tasar a la naturaleza, porque un bosque no vale solo por la madera que podamos extraer de él sino por sus inmensas posibilidades de vida para múltiples especies que habitan allí, para la obtención del agua y del oxígeno y para la fijación del suelo, entre otros múltiples aspectos. Y así con el océano y sus especies. Aunque el esfuerzo de divulgación de la ciencia ha ido penetrando paulatinamente las conciencias de las nuevas generaciones para alertarlas, urge hallar la manera de evitar la destrucción “del escenario que desarrolló esta fenomenal obra que es la evolución”, como diría el doctor Sarukhán Kermez. Al reflexionar sobre este punto, el doctor Rodolfo Dirzo comenta que “no existe la certeza de que los seres humanos, al involucrarnos en un proceso de extinción masiva, podamos sobrevivir a él.” En mi opinión, si bien hemos puesto a nuestro mundo natural en crisis, es un hecho que los seres humanos podemos ser capaces de aprender de esas crisis, y que aún estamos a tiempo de modificar nuestras conductas. De ahí que el propósito de este libro haya sido abordar el tema a partir de la experiencia de 13 líderes que han contribuido al conocimiento, gestión y divulgación de la riqueza biológica y geológica de nuestro país en los últimos años. Lo que nos dicen estas historias de vida es que la ciencia no está alojada en un nicho sobrenatural; que acontece en un contexto histórico, político, económico y social. La vida y el pensamiento de los protagonistas que aparecen en este libro constituyen fieles testimonios de lo que se ha ido construyendo para proteger la gran diversidad biológica que nos tocó a los mexicanos. Nuestros científicos, conscientes del valor de nuestra biodiversidad, hacen un llamado urgente a la responsabilidad que implica tenerla. Nos hablan con pasión de lo que nos falta por hacer y de los riesgos de no hacerlo. Nos indican los errores que hemos cometido en el pasado y abordan la compleja problemática de mantener posiciones equivocadas, sin el respaldo del conocimiento científico. El presente es un libro de divulgación que nos conmina a todos, pero en especial a nuestra juventud, a aprender más, a participar de las extraordinarias aventuras de lo que significa hacer ciencia. Las voces de la biodiversidad en México pertenecen a los doctores José Sarukhán Kermez, Jerzy Rzedowski, Arturo Gómez-Pompa, Gonzalo Halffter Salas, Francisco Takaki Takaki, Eckart Boege Schmidt, Jorge Soberón Mainero, Fernando Ortega Gutiérrez, Fernando Tudela Abad, Exequiel Ezcurra, Rodolfo Dirzo y a la maestra Julia Carabias Lillo y el biólogo Javier de la Maza Elvira. Muchos de ellos, además de hacer ciencia, han participado dentro del sector gubernamental para construir las instituciones que actualmente brindan protección a nuestro patrimonio natural. Consideré importante incluir, en la mayoría de los casos, algunos párrafos de la historia personal de cada uno de ellos, porque valía la pena mostrar a los jóvenes cómo se fueron formando estos científicos extraordinarios, cuáles fueron sus orígenes, sus dudas, sus preocupaciones, sus dificultades, sus hallazgos, sus luchas en la historia de nuestro país. Cómo enfrentaron los enormes retos y qué los hizo convertirse en los grandes líderes que ahora son. Porque en cada ser humano está la semilla de la sabiduría y hay que ayudarla a crecer. Por supuesto, con las voces contenidas en este documento no se agotan los temas. Numerosos científicos mexicanos y del extranjero han contribuido con su trabajo, y continúan haciéndolo, para descubrir las peculiaridades de cada especie, de cada elemento de la biodiversidad que enriquezca nuestro conocimiento. Desafortunadamente, los espacios de un libro tienen un límite y no queda otro remedio que apegarnos a él. Gracias a todas esas voces que nos hablan en nombre de la biodiversidad; gracias por su inmenso esfuerzo, por su conocimiento, integridad y calidad humana; por la sencillez de su trato y por su enorme, enorme pasión por continuar descubriendo lo que nos hace falta para entender, valorar y preservar lo que somos como país y como planeta.
E. Loyden
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De acuerdo con el Convenio sobre la Diversidad Biológica, la biodiversidad es la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, incluidos los ecosistemas terrestres, marinos, otros ecosistemas acuáticos y los complejos procesos ecológicos de los que forman parte; comprende la diversidad dentro de cada especie (genética), entre las especies y entre los ecosistemas.
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José Sarukhán Kermez El doctor José Sarukhán Kermez nació en la ciudad de México el 15 de julio de 1940. Obtuvo el título de biólogo en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el de maestro en Ciencias en el Colegio de Postgraduados de Chapingo, y el de doctor en la Universidad de Gales, Gran Bretaña. Los temas de su investigación: demografía y ecología de poblaciones de plantas, demografía comparativa de árboles, estudio de los ciclos biogeoquímicos en las selvas tropicales, conocimiento de la biodiversidad de México y problemas ambientales globales y de desarrollo sustentable; educación superior y su relación con el desarrollo científico. El doctor Sarukhán ha dedicado su vida a la biodiversidad, en general, y a la ecología, en particular. Durante más de 30 años ha sido académico e investigador en los institutos de Biología y de Ecología de la UNAM. Además de ser uno de los ecólogos de América Latina con mayor reconocimiento académico por su labor de investigación, él planeó e integró el grupo de ecología del Instituto de Biología, que contó con el primer proyecto de posgrado de la especialidad en el país. Fue coordinador de la Investigación Científica de la UNAM (1986-1988) y rector de esta institución durante dos periodos (1989-1997). En 1992 fundó la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), que cumplió su vigésimo tercer aniversario en 2015, y que desde su inicio desempeña sus funciones mediante un grupo operativo encabezado por él como Coordinador Nacional. Ha asesorado y presidido numerosos organismos nacionales e internacionales. Ha recibido diez doctorados honoríficos de universidades de México y del extranjero. Ha sido distinguido por las sociedades botánicas de Estados Unidos y de México, además de obtener el Premio Nacional Forestal (1979) y el Premio de la Academia de la Investigación Científica (1985), de la que también fue presidente. Durante el desempeño de este puesto jugó un importante papel en la creación e instauración del Sistema Nacional de Investigadores. Obtuvo también el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Ciencias Físico-matemáticas y Naturales (1990). Es miembro de El Colegio Nacional desde el 26 de junio de 1987, de la U. S. National Academy of Sciences (1993) y de la Royal Society of London (2003). Entre sus principales contribuciones se pueden mencionar un estudio pionero sobre la dinámica del proceso de sucesión secundaria en zonas tropicales del mundo; un estudio sucesional de un área talada en Tuxtepec, Oaxaca, que sienta las bases para el entendimiento de las primeras fases de recuperación de las zonas taladas en regiones tropicales dedicadas a la agricultura trashumante; investigaciones sobre la sinecología de las selvas de Terminalia amazonia en la vertiente del Golfo de México; la demografía de las malezas de pastizales en el norte de Gales y la ecología de poblaciones, de la cual ha hecho aportaciones consideradas clásicas en la literatura científica. Pero de toda esta intensa actividad, para él lo fundamental ha sido la formación de investigadores de alta calidad y la creación de la CONABIO. Él relata cómo fue posible hacer esto, además de abordar el tema de la ética en materia de biodiversidad, durante una entrevista realizada el martes 8 de mayo de 2012, en la propia CONABIO, ubicada en la Ciudad de México.
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“Vivimos en un mundo donde las oportunidades para el desarrollo y el bienestar social de las naciones se basan cada vez más en el conocimiento y la innovación, como consecuencias directas de la investigación y la creatividad… Afirmo, sin lugar a dudas, que el éxito de los países y de sus sociedades en el futuro inmediato dependerá de que fluya la información científica, honesta y confiable, para la toma de decisiones; y del apego a los criterios de desarrollo definidos en un contexto ambiental.” José Sarukhán.
yo no quería era ‘clonarme’, porque ciertamente, tendríamos un grupo muy grande en ecología de poblaciones de plantas, y las otras disciplinas ecológicas iban a quedar prácticamente ignoradas.
El doctor José Sarukhán Kermez sonríe al recordar lo que le sucedió al solicitar una beca al Instituto Nacional de Investigación Científica (INIC) para hacer su doctorado en Gran Bretaña: “La respuesta fue que la ecología no estaba entre las prioridades del país. ¡Tan solo cuatro años antes de la fundación del CONACYT! Eso le puede a usted decir cuál era el panorama de la gestión de la ciencia en los años 60.
“Algunos de mis alumnos obtuvieron la licenciatura y otros la licenciatura y la maestría conmigo. Pero no quise, en esa fase inicial, constituir un doctorado, porque no había las bases suficientes. Por un largo trecho yo era el único que se ocupaba del tema, y esa no era la manera de formar nuevos investigadores, ya que necesitaban contar con una gama lo más amplia posible de otros investigadores que los entrenaran para enriquecer su visión académica. Eso no existía, había que formarlo. Y es justamente lo que yo me propuse hacer desde el inicio.”
“Cuando llegué de hacer el doctorado, yo era el único investigador del Instituto de Biología que lo había hecho en el campo de la ecología de poblaciones. Deduje entonces que era importante edificar una escuela con gente joven, que fuese la base para formar nuevos investigadores en el campo de la ecología, y luego enviarlos a hacer doctorados fuera del país, en diversas áreas, para ir conformando un abanico de especialidades.
— ¿Cuál era el enfoque de los estudios de ecología en México poco antes de que usted regresara de Inglaterra?
“De tal manera que, esperando que vinieran de regreso, hubiera ya una plataforma para empezar a formar recursos humanos en México. Y me gustó hacerlo en el sentido más amplio posible, porque yo llegaba con una especialización que constituía apenas una parte pequeñita de la ecología, que es amplísima. La idea era contar al menos con un núcleo básico, con una masa crítica que pudiera conformar un primer doctorado en ecología en el país, y echar a andar el proceso.”
— Había solo un curso de ecología que se ofrecía como optativo, y era impartido por el doctor Enrique Rioja, uno de los varios académicos refugiados españoles que llegaron a nuestro país, y que fueron muy importantes en el desarrollo del área de la biología. Pero era una materia opcional, no obligatoria de la carrera de Biología. Ese era el triste panorama. — ¿Ya había acervos y colecciones científicas?
El doctor Sarukhán explica que en la ciencia todo se conforma lentamente, con base en el reclutamiento y en el trabajo. Formar a cada generación toma de cuatro a cinco años. “Pero no hay otra forma de hacerlo. ¡Digo!, la otra era tener mucho dinero e importar ecólogos del exterior. Pero lo que quería era contribuir a la creación de nuestro propio capital humano.
— Bueno, sí. El Herbario Nacional existía y había colecciones de importantes grupos de animales en el Instituto de Biología, que era el que tenía las mayores colecciones. Pero eran resultado de un trabajo básicamente taxonómico; partían de estudios que se hacían para saber qué teníamos en el país en cuanto a flora y fauna. Se recolectaban especímenes, se identificaban, se clasificaban y se ponían en gavetas. Esa era la manera como las colectas de campo, de animales y plantas, se conservaban, y las colecciones existían casi solamente para esos propósitos.
“Tuve la oportunidad de promover algunas áreas importantes en ecología de poblaciones, una materia que antes no se había tocado. Al mismo tiempo, se fueron entrenando muchos alumnos que después abordaron otros campos de la investigación. Lo que
— ¿La investigación moderna de la ecología no existía en México? 23
J. Sarukhán
Cómo nos dimos cuenta de que somos un país megadiverso
Porque no se han atrevido. Fue una gran idea del doctor Enrique Beltrán, que es otro personaje verdaderamente fenomenal del desarrollo de los estudios sobre recursos naturales de México, un verdadero pionero.”
— No existía. — ¿En qué países se había desarrollado? — Como ciencia, la ecología había empezado, muy aisladamente, a principios del siglo XX. Había un grupo o dos bien conocidos en Europa, uno en Gran Bretaña y otro en Francia; se les conocía como las escuelas inglesa y francesa de la ecología. Tuvieron una influencia importante; hacían un trabajo muy académico —lo cual estaba bien, porque todas las cosas empiezan así—, pero también muy restringido en cuanto a su aplicación en la vida real.
— ¿Qué fue de don Enrique Beltrán? — Enrique Beltrán murió ya hace años. Él fue el Director del Instituto Mexicano de Recursos Naturales Renovables (que fundó en 1952) y en ese momento era Subsecretario Forestal y de la Fauna, institución que pertenecía a la Secretaría de Agricultura y Ganadería.
“Había tres o cuatro revistas científicas serias en el mundo, en donde se publicaban estas investigaciones. Y no es nada sorprendente la opinión del Instituto Nacional de Investigación Científica cuando me comunicó que la ecología no era una prioridad. En esos años en México había un panorama muy limitado al respecto, por decir algo positivo.
“Él tuvo esta genial idea de decir: ‘¡A ver, espérenme. Ustedes están explotando una planta silvestre. De esta planta no sabemos nada, ni su ubicación con precisión. Necesitamos investigar. Ustedes van a pagar por cada tonelada que usen, para que sepamos de qué estamos hablando’. ¡Fue fantástico! Esto ayudó a formar la Comisión de Dioscoreas.
“Aún así, no quiero ser incongruente con lo que le estoy diciendo, porque justamente Faustino Miranda, Efraín Hernández Xolocotzi y Arturo GómezPompa habían organizado a un grupo de investigación que, con el apoyo de la industria farmacéutica, trabajaba en el barbasco, que es una planta trepadora que crece en la selva de manera silvestre, y de la cual se obtienen los corticosteroides. La cortisona y la píldora anticonceptiva se obtuvieron de allí. En ese tiempo había un auge de la industria farmacéutica mexicana.
“Allí entré a trabajar e hice mi tesis, que fue dirigida por Arturo Gómez-Pompa y por Faustino Miranda. Y fue una tesis netamente sobre la ecología del barbasco y de los acahuales en los que crecía. Allí estudié la forma como las selvas se recuperan después del abandono. Porque al arar el suelo en las selvas recién abiertas para sembrar, como éste se roturaba, los camotes del barbasco existentes allí se rompían, y eso propagaba las plantas de manera natural, espontánea. Fue interesante conocer ese proceso. “También quiero modular cuando digo que no había absolutamente nada de ecología antes de mi regreso del doctorado. Porque por el trabajo en la Comisión de Dioscoreas ya estábamos haciendo estudios de este tipo y describiendo las selvas de México en términos cuantitativos, cosa que no se había hecho antes en el país. Se estaba haciendo muy poco en algunas otras partes del mundo. Ese fue un trabajo muy importante, pues sirvió para entrenar gente en
“De hecho, existía un laboratorio mexicano llamado Syntex, que atrajo a múltiples laboratorios extranjeros que estaban explotando la planta. La gente del campo la extraía del suelo, la cortaba, la secaba y la vendía a los laboratorios. Por cada tonelada de barbasco que se compraba, los laboratorios pagaban una cuota o impuesto que permitía a la Comisión de Dioscoreas hacer investigación sobre esta especie. Esto no se ha vuelto a hacer nunca en México.
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— ¿Qué edad tenía usted?
— ¿La investigación en materia de biodiversidad comenzó a ingresar a las computadoras, a los sistemas, a las bases de datos?
— Debo haber tenido 20 años. — ¿Y ya podía visualizar el panorama?
— La forma más directa fue empezar a obtener los datos de las colecciones científicas del Herbario Nacional, de las colecciones del Instituto de Biología y de otras instituciones mexicanas en el país; de las especies de plantas y animales provenientes de algunos otros lugares.
— ¡No, no, no! No había manera para un principiante como yo. Estaba cursando el último año de la carrera cuando entré a trabajar en la Comisión de Dioscoreas. “La especie concreta con la que trabajábamos era Dioscorea composita, pero en realidad había otras dioscoreas que en parte se habían usado para esto: la Dioscorea mexicana, que tenía el nombre de ‘cabeza de negro’. Es un camote grande, no subterráneo, que vive en la superficie de la tierra. Semeja un gran pedazo de corcho que da la idea de una cabeza (el doctor Sarukhán hace un dibujo de la corteza de una de las plantas, mientras me dice que puedo ver fotos de la planta si la busco en Internet).
“Ya recientemente, en la Facultad de Ciencias se habían desarrollado algunas colecciones. En la Escuela de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional había otras más. En algunas universidades de los estados también tenían colecciones locales, por ejemplo en Nuevo León, en Guadalajara, en Guanajuato. La más grande era la del Instituto de Biología de la UNAM: el Herbario Nacional, que tenía especies de todo el país, no nada más de una región.
“Esta es la corteza de una de las plantas, la Dioscorea mexicana, que es la que le digo. Y era muy complicado, porque estas cosas que le estoy dibujando aquí, un poco más obscuras, eran como corchudas; y eso, desde el punto de vista industrial, era un problema. Había que deshacerse de ellas para poder extraer los principios activos. El rizoma del barbasco es grande y largo; había rizomas que llegaban a pesar seis, siete kilos.”
“Lo que se hizo en la CONABIO fue empezar a integrar la información con la que se disponía en esos sitios, para formar una base de datos accesible electrónicamente. Ese fue el inicio. Y empezar a obtener información de las especies mexicanas que estaban alojadas en herbarios y en museos fuera del país. “De hecho, no durante los primeros años sino poco después, esos herbarios y museos del exterior constituyeron una fuente muy importante de información. Enviamos personal de la CONABIO a esos sitios con los que teníamos relación y lo recibían con mucho gusto cuando se enteraban de que no queríamos traernos los especímenes de plantas y animales, sino solo los datos.
— ¿Ya no se usa el barbasco? — Ya no, porque como ocurre siempre con los principios activos naturales de las plantas, los laboratorios acaban por sintetizarlos. — ¿Dejan de necesitar la planta?
“Eso ayudó mucho, particularmente en lo que se refiere a grupos de la fauna mexicana, cuya mayor parte conocida se encontraba fuera de México. Eran colecciones muy grandes, del Instituto Smithsoniano, por ejemplo, en Washington.”
— Sí. — Tal vez eso esté bien, para que no se las acaben… — Pues está bien por una parte, pero por otra también existen problemas farmacológicos, porque a diferencia de los productos naturales, algunos de estos productos sintetizados llegan a presentar efectos secundarios. Y, en general, también significaban una fuente interesante de ingreso para los campesinos.
— ¿Qué tantas especies mexicanas se ubican en el extranjero? — Plantas no tantas como tenemos ya en México. El Herbario Nacional del Instituto de Biología es el más grande bajo un techo de plantas mexicanas en el mundo. Tiene más de un millón de especímenes o plantas colectadas. Pueden ser muchas de una misma especie, pero colectadas en diferentes partes de la República.
México, país megadiverso — ¿Cómo nos dimos cuenta de que éramos país megadiverso?
“Cada una de ellas representa a un espécimen. Puede haber diferencias o variaciones, dependiendo del lugar del cual provienen, del tipo de suelo, del clima, de su distribución… Pero eso es muy interesante, porque es una de las maneras de entender la variabilidad de las especies.
— Eso es relativamente reciente. Yo creo que empezamos a tener una idea más cabal de nuestra riqueza biológica en el momento en que inició la vida de la CONABIO. Ya sabíamos que México era un país con muchas especies, muy rico en selvas… Había habido 25
J. Sarukhán
algunas aproximaciones de las especies con las que contábamos, pero eran burdas. Un entendimiento cabal de nuestra biodiversidad se empezó a dar realmente con el nacimiento de la CONABIO.
el área de la ecología tropical. Y sirvió también para que yo me introdujera al campo de la ecología.”
ban hechas por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), pero muchas otras no. Hubo que hacer un esfuerzo muy grande en el aspecto geomático, que afortunadamente no solamente ha continuado sino que se ha incrementado sensiblemente.
— ¿Se dan cambios genéticos según la región, o solamente morfológicos? — Los cambios genéticos se pueden dar a lo largo de mucho tiempo. Necesita uno seguir la historia de las especies para poder entenderlo. Pero volviendo a su pregunta anterior, fue a fines de los años 80 o principios de los 90 cuando comenzamos a conocer un poco más de nuestra riqueza natural.
“Ahora podemos trabajar con imagenología de satélite, lo que antes no podíamos. Primero porque hay muchos satélites nuevos que antes no existían. Segundo, porque tenemos una mayor capacidad y una mayor experiencia. Y además hay una tecnología más apropiada. Esto ha evolucionado fenomenalmente en poco tiempo.
— ¿Y al crearse la C ONABIO , quién se quedó en los institutos? — Nadie se movió de su lugar. A estas alturas, en 1992, yo no formaba parte activa de la CONABIO. Tenía enfrente una responsabilidad gigantesca, que era la Rectoría de la UNAM. Pero además, yo no hacía trabajo taxonómico. Una de las características más notables de la CONABIO fue el hecho de que nosotros no hacíamos el trabajo de los institutos de investigación o de las universidades.
“Hemos hecho uso de este desarrollo de la mejor manera posible. Al principio teníamos información sobre las especies que estaban en el país, y su ubicación. Y luego empezamos a relacionarlas con los suelos, con el clima y sus elementos, con la topografía, con otras especies. Empezamos a obtener una información que no existía, pero además, de manera automática.
“Y esto yo creo que fue un gran éxito por dos razones: primero, porque ya había una tradición de trabajo en el campo hecho por las universidades e institutos de investigación. Y segundo, porque no teníamos nosotros que volver a hacer todo lo que ya habían hecho los demás.
“Todo estaba en la base de datos, y desplegar la distribución de una especie y relacionarla con el clima, con la precipitación, con los tipos de suelo o con la topografía ya era posible. “Esto abrió una enorme ventana para poder trabajar en aspectos hasta entonces casi imposibles. Y yo creo que este avance también convenció a quienes trabajaban en los institutos de investigación para reconocer que la información de la CONABIO era una herramienta realmente útil y había que trabajar con ella.
“No hubiéramos podido hacer lo que hemos hecho, si hubiéramos tomado la ruta de convertir a la CONABIO en otro instituto de investigación. Si usted visita la CONABIO, no encontrará un solo espécimen de nada. “Esto fue muy importante, porque cuando se echó a andar esta institución había mucha reticencia entre algunos investigadores que pensaban en la posibilidad de que la CONABIO se convirtiera en un competidor. Hubiera sido un error hacerlo, pero afortunadamente ese no fue el caso.
“Y luego, como consecuencia, buscamos desarrollar otro atributo que es muy importante para la CONABIO, que todos los resultados obtenidos y todas las conclusiones de los estudios fuesen consensuados con los expertos del campo correspondiente.
“Jorge Soberón, quien comenzó a dirigir esta Comisión, tuvo muchísimo tacto de hacer ver a todo el mundo que lo que iban a tener con esta nueva estructura era no solamente una colaboración sino un apoyo para su trabajo. Y esto eliminó muchas de las dudas y reticencias que había. Aunque algunos investigadores todavía siguen con telarañas en la cabeza, pero ya son la excepción.
“No queríamos que una persona de la CONABIO se sentara en su escritorio y dijera: ¡Ah, creo que este asunto es de esta manera…! ¡No! Todos los datos se analizan con los expertos, tenemos reuniones para definir si algo está incompleto. Y al final se produce una información de alta calidad.” El doctor Sarukhán comenta que “a veces algunos se quejan de que este proceso es un poco lento. Pero cuando la información queda lista, tenemos la seguridad de que es la mejor que hay en el país. Y eso es muy importante. Yo creo que la CONABIO ha conseguido una capacidad de convocatoria muy grande con todos los investigadores y académicos; pero también una enorme credibilidad con el gobierno y con la sociedad.
“Ese fue el inicio de la CONABIO; de ahí arrancó todo el proceso que nos ha llevado a la actualidad. Y ahora tenemos arriba de 5.5 millones de especímenes en la base de datos. Luego vimos que era indispensable tener una manera de expresar y analizar la información espacialmente. Por eso, desde el inicio, un elemento muy importante, además de la información biológica, fue la información geográfica.” — ¿La distribución de los especímenes en el territorio?
“Porque ellos son nuestros mejores jueces. Constantemente están viendo lo que producimos y lo están usando. Y vaya, cuando hay algo mal, nos lo dicen. Hay un proceso permanente de revisión, retroalimentación, verificación, que hace que los datos sean lo mejor que es posible humanamente tener.”
— Exacto. Y para eso necesitábamos las coordenadas de cada colecta. Desarrollar todo el sistema, toda la infraestructura para poder incorporar esa información no fue fácil. Algunas cosas ya esta26
empezar de cero. Se ha podido hacer porque había una tradición previa. Esa comunidad científica mexicana que nutre a la CONABIO, que está contribuyendo con su aportación, es esencial para lograr lo que se genera aquí.
—Al ver todo este avance impresionante de la CONABIO, que tiene una gran cantidad de información disponible, de buena calidad, me pregunto quién la usa, porque pareciera que los tomadores de decisiones están un poco lejos de entender su importancia.
“Porque los datos vienen de las universidades, de los institutos públicos de investigación de todo el país. Entonces, hay que acotar que quizás la virtud de la CONABIO ha sido su capacidad de convocatoria para que la comunidad científica provea y discuta los datos, para consensuar la información y publicarla y, en muchos casos, para hacer que se use para resolver muchas cuestiones que tienen que ver con decisiones que toma el sector público federal, básicamente.”
— Cada vez menos. Nos gustaría que todo el mundo que requiere de la información de campo pudiera utilizarla al máximo posible. Tampoco tenemos información para todo. Tenemos respuestas para algunas cosas que ya están y que indican de manera clara qué es lo que habría que hacer en algunos casos respecto a la conservación, al uso sustentable de los recursos, etcétera. Pero algo muy importante es que contamos con la capacidad de responder preguntas para las cuales no tenemos datos. Éste yo creo que es uno de los aspectos fundamentales de tener un organismo como la CONABIO.
Comisiones estatales de biodiversidad “Ahora estamos haciendo un esfuerzo para que los gobiernos de los estados se convenzan de la importancia de este tipo de trabajo y empiecen a generar sus propias comisiones estatales de biodiversidad. No como sucursales de la CONABIO sino como instituciones propias de cada entidad.
“Al interior de nuestra institución hemos tenido gente de primera. Jorge Soberón es un nombre particularmente importante de mencionar aquí, porque él trazó la ruta inicial de lo que debería ser la CONABIO. Contamos con muchos jóvenes que han trabajado intensamente, entendiendo que su trabajo tiene un uso y unas consecuencias. Pero también debemos reconocer que los resultados se deben al trabajo de una enorme comunidad científica a lo largo y ancho del país.
“Ya uno de los estados la tiene: Morelos. Y estamos cerca de empezar este esfuerzo con otras entidades. Es algo que va a tomar tiempo. Particularmente cuando nos damos cuenta de que nuestra capacidad nacional tiene grandes variaciones. Hay estados en los que hay una buena dosis de capital institucional y humano; gobiernos sensibles acerca de sus problemas ambientales, y esto es crucial. Y otros estados donde esto es limitado, por decir lo menos. Y consecuentemente, la posibilidad de generar esfuerzos
“Con el personal solo de la CONABIO no habríamos podido nunca haber logrado eso. Habríamos tenido que
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J. Sarukhán
La importancia de la información científica
— Es una especie de inventario, ¿no? — Oh, no. No es solamente un inventario. El inventario de especies es solo una parte, pero después viene un análisis de lo que ha pasado con la biodiversidad en los últimos 50 años, y cuáles han sido las causas de la pérdida o la ganancia, depende. En algunos casos es ganancia. — Es fantástico lo que ha logrado la CONABIO en tan poco tiempo… — Pues tenemos poco tiempo, pero ese no es el punto. ¡Hay que hacer lo máximo con el tiempo de que se dispone! Se ha logrado muchísimo en este sentido. “La curva de uso de la información de la CONABIO ha aumentado muy fuertemente, en la medida en que se ha ido viendo que esa información es muy útil e importante. Cada vez tenemos más peticiones para conocer nuestra opinión sobre determinados problemas, sobre la distribución de una especie, sobre las especies endémicas que tenemos en una zona que va a ser afectada por una obra pública. “Esto se ha ido incrementando intensamente en las dos últimas décadas. Al principio, los usuarios casi únicos eran académicos que querían conocer la información producida por la CONABIO y por otros institutos, porque todo esto se comparte y la información es totalmente libre. “Pero crecientemente, los tomadores de decisiones del gobierno, fundamentalmente del Federal, pero también de los estados de la República, han empezado, yo diría en los últimos 8 ó 10 años, a hacer un uso mucho más intenso de esta información. Lo mismo ha ocurrido en un creciente número de ONG’s.” — Hay una herramienta que se llama las Áreas Naturales Protegidas, que sirve para mantener ciertos ecosistemas que todavía se conservan. ¿Existe en la CONABIO algún tipo de norma que se esté trabajando, algo que detenga a quienes estén haciendo un hotel en determinada zona ecológica? ¿No hay nada que permita evitar proyectos, sobre todo en áreas de alta biodiversidad o zonas frágiles, o que obligue a los responsables de una obra a consultar con ustedes?
locales les va a llevar más tiempo. Está bien. Hagámoslo con los que se puede en este momento.” — El tiempo es un factor crucial en este impulso… — Sí, lo es. Pero lo que no puede hacer uno, en este caso, es armar estructuras fantasma, simplemente para tener una lista de cuadritos en los que uno va poniendo palomitas y dice ‘¡ya acabé con el estado 32!’. Bueno, ¿y qué significa eso, en la realidad, para que las cosas mejoren?
— Señalamos información que tiene que ver con los impactos de este tipo de proyecto, pero no tomamos nosotros la decisión de detener una obra… Sí, se hacen estudios para apoyar las Manifestaciones de Impacto Ambiental, que es un instrumento obligatorio por ley.
“Lo que queremos no es que estén todos, sino que los que estén, funcionen. Que sean útiles a la sociedad, a la gobernanza local. Y eso para mí es mucho más importante que ver cuántas instituciones podemos acumular en el menor tiempo posible. “Yo creo que la información que genera la CONABIO es cada vez más útil. Trabajamos con la confianza que se genera en ellos. ¿Usted ha oído de la evaluación de los ecosistemas de México y la biodiversidad que se llama Capital natural de México1?”
“A veces estas manifestaciones están bien hechas y son útiles; entonces indican que se tiene que adecuar un proyecto de manera que se respeten los límites señalados. En otros casos se hacen trampas. Pero ese es un campo en el que no nos quisimos meter desde el principio, yo creo que de manera acertada.
1 Consultar el documento en la siguiente página de Internet: http://www.biodiversidad.gob.mx/pais/capitalNatMex. html.
“No queríamos aprobar, desaprobar o regular asuntos de este tipo, porque de hacerlo estaríamos perdidos. Las presiones serían verdaderamente difíciles, 28
“Y por tanto, se abortaría el propósito más importante de la CONABIO, que es la obtención de información seria. Hemos preferido mantenernos en la tarea de generar la mejor información posible, la más objetiva, la más independiente, la que resulte más útil para la toma de decisiones. Ya es una opción de los responsables el aplicar las leyes y las normas y tomar las decisiones que puedan aprovechar la información científica.”
“Nuestra especie, Homo sapiens, convive con millones de otras especies. Sin embargo, eso no nos lo enseñan en ninguna escuela ni en ninguna religión —es más, nos enseñan exactamente lo opuesto. Estamos totalmente conectados biológicamente con estas especies, no en el sentido esotérico sino en el muy real, en el biológico.
La ética de nuestra relación con el mundo natural — Uno de los sucesos que a mí me emocionaron mucho hace algún tiempo fue cuando uno de los investigadores del Instituto de Ecología me decía que su equipo estaba tratando de salvar un ejemplar de una planta endémica que crecía en el Valle de México, y que si llegaba a morir o desaparecer era probable que nunca más lo encontraríamos en el universo conocido. ¿Qué sentido tienen para usted estos millones de seres que conforman la biodiversidad? ¿Qué sentido tiene para usted toda esta maravilla de vida…?
“Compartimos 98% de los genes con los parientes más cercanos, que son los chimpancés. Para dejarle en claro el grado de relación que tenemos con los organismos que existen aparte de nosotros en este planeta, compartimos, por ejemplo, con los hongos gelatinosos (que son esos organismos que crecen en las partes húmedas sobre la madera que está en putrefacción) 30 y tantos por ciento de nuestros genes. Puede ser que a la gente esto le resulte chocante, pues no es algo que esté en su imaginario. Y no lo está, porque tenemos la idea de que nuestra especie es una creación especial aparecida en el planeta en un momento dado gracias a un actor especial.
— Yo diría que somos responsables éticamente de conservar esa diversidad biológica. Pero también diría que nuestra existencia aquí, como especie, depende de ella. No de una orquídea ni de una mariposa, sino de los sistemas ecológicos que conforman estas decenas de miles de especies en cada sitio.
“La idea adquiere muchas formas, dependiendo de en qué cosas crea uno. Y claro, tenemos la sensación de que somos únicos, de que llegamos a un planeta que tenía muchas especies, qué lindo, que no era una bola de tierra. Y nos sentimos con derecho a usarlas, porque además tenemos toda esta noción
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J. Sarukhán
“Aquí voy a abordar una cuestión de la que casi nadie habla. Quienes solo entienden razones de pesos y centavos, no comprenden la importancia que puede tener la responsabilidad ética sobre la biodiversidad.
y bueno, en un país como éste, las probabilidades de acabar en conflictos permanentes son muy altas.
religiosa de que, como somos el clímax de la creación, todas las especies están a nuestro servicio y con ellas podemos hacer lo que queramos.
nación o de tal otra; de tal religión o de tal otra; o de diferentes conformaciones mentales. “Pero no la tienen en relación con que tenemos una obligación para todos los seres humanos que existen como miembros de esta especie, en la actualidad; y que tenemos una obligación para los que llegarán en el futuro.”
“No estamos acostumbrados a pensar en nosotros como especie. Pensamos en nosotros, los seres humanos, como razas o religiones, como nacionalidades o ideologías políticas, pero no como especie. Y esto es una falla enorme en nuestra concepción de quiénes somos y qué hacemos en este planeta. Y en la relación que tenemos con el resto del proceso evolutivo del que somos parte.
El costo de no cambiar será enorme El doctor Sarukhán Kermez voltea hacia la ventana de su oficina en la CONABIO, hace una leve pausa e insiste: “¿En dónde nos enseñan esto? En ningún lado. Pero eso no evita que como especie tengamos una responsabilidad ética que no hemos asumido. En el momento en que lo hagamos, yo creo que muchas cosas van a cambiar en este planeta. Pero para eso hay que desbaratar un edificio mental construido desde que cumplimos dos días de nacidos. Porque es algo imbuido.
“Para mucha gente esta cuestión simplemente no está en su pensamiento, o claramente no lo acepta. Por ejemplo, alrededor de la mitad o más de la mitad de la población de Estados Unidos no lo acepta. “En otros países, como los europeos, es un poco mejor, pero tampoco tanto mejor. E incluso, quienes aceptan que ha habido un proceso de evolución, que somos producto del mismo, que estamos relacionados con un montón de especies, no entienden la responsabilidad que tenemos hacia el resto del proceso evolutivo y hacia nosotros como especie, porque tienen esa visión de que hay blancos, negros, amarillos; hay comunistas, capitalistas; hay de tal
“No sé si resultará imposible, pero realmente será muy difícil. ¿A lo mejor lograremos cambiar eso? No lo sé. Pero el costo de no cambiar va a ser importante socialmente. Por otra parte, hay demasiados intereses para que esto no cambie. Usted nada más
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J. Sarukhán desarrollo orgánico, al poder captar elementos de nuestro entorno natural, al poder comunicarnos, al enriquecernos de la experiencia de los demás. Todo esto que nos ha dado la posibilidad de abrir la mente a experiencias que no hemos tenido y que nos permite contar una visión de las cosas sin haber tenido que vivirlas.
considere lo que significaría hacer lo que le estoy diciendo, en términos de las religiones institucionalizadas. Tendría efectos muy grandes.” — Son cuestiones de gran complejidad… — Son muy complejas pero son reales, ahí están. No hemos sabido, ni creo que vamos a querer entrar en esto, por toda la impronta educativa que se establece en la gente desde que somos muy pequeñitos.
“Nuestra especie se ha desarrollado como ninguna otra. Y eso constituye una enorme ventaja que nos permite estar donde estamos ahora en este planeta, lo cual ha contribuido a generar el mito de que somos la cima de la creación.
— ¿Usted considera que la cultura occidental está impidiendo este avance? — Y no nada más la occidental. Yo creo que también la oriental… Yo no conozco ninguna cultura —a lo mejor la hay— que vea esto que le estoy diciendo de una manera natural. Sin ser experto, no he leído nada que diga que un grupo —y cuando digo grupo no estoy hablando de cinco personas sino de grandes conglomerados sociales— piense en la dirección de lo que le estoy diciendo. A lo mejor a algunos les costará menos hacerlo; a otros, de la cultura occidental, evidentemente les costará muchísimo. Tanto, que no estoy seguro de que sea algo dable.
“¡Pues no es cierto, no hay tal cosa! Somos una especie que accidentalmente pasó por una serie de circunstancias que le permitieron hacer modificaciones heredables en la fisiología y en la anatomía, como tener un cerebro más grande, entre otras cosas.”
Necesitamos dominar el proceso del mercado El científico mexicano se cuestiona: “¿Cómo estamos usando esa responsabilidad? Yo creo que este es un reto filosófico profundísimo que no estamos asumiendo para nada.
“De todo esto, para mí lo más importante es que no estamos cumpliendo con la responsabilidad que tenemos como miembros de una especie que ha tenido una evolución cultural generada por nuestro propio
“Por un lado, estamos imbuidos de toda esta cuestión de que somos el eje del mundo natural, y de 31
que todo tiene que estar a nuestro servicio. Y por otro, tenemos una serie de constricciones alrededor de esto, como es la abrumadora dominancia de un sistema económico basado en el consumismo total, que hace que nosotros seamos los factores de modificaciones profundas al ambiente, a la ecología y a los ecosistemas; y que no tengamos la información suficiente para normar nuestra actividad y dominar nosotros al proceso del mercado, y no que el mercado domine nuestras vidas.
“Y lo que se está generando es una estructura social dominada por esos intereses económicos, que conformará a su vez estructuras que van a perpetuar esa organización. “Terminaría esto diciendo que me ha resultado enormemente alentador ver a algunos movimientos de los jóvenes en otros países, el de los indignados en España y otras cosas parecidas en Europa y en Estados Unidos. Que son modelo del ‘ya basta de corrupción’.
“Hay una serie de consideraciones morales y filosóficas en la que no estamos acostumbrados a pensar. Por desgracia, la ética de nuestra relación con el mundo natural, incluida nuestra especie, no está en la mesa de las discusiones ni de la educación. Al contrario, cada vez estamos más bajo la dominación del consumismo y de la fortaleza de organismos y estructuras que han rebasado a las naciones. No se trata ya de las naciones sino de grandes corporaciones. Ni siquiera es una cuestión de nacionalismo, en el sentido de pertenecer a un territorio.
“Pero desafortunadamente todos empiezan, llegan a un punto y como soufles, se desinflan. Yo tengo mucha esperanza de que haya, voy a llamarle una ‘revolución’; sería la única manera de resolver esto por otra ruta. “Por eso es muy importante conocer, entender y proteger estos sistemas ecológicos, pues dependemos totalmente de ellos, no solo de los llamados servicios ambientales como el agua, el oxígeno, los polinizadores, la retención del suelo, el control de las plagas, sino de muchas cosas más.”
“Existe una ‘metafuerza’ que está dominando lo que hacemos de manera creciente, la información que recibimos y lo que los medios de comunicación publican. Sin duda, estoy pintando un panorama terrible para el futuro de nuestra especie. Entendiendo por nuestra especie eso, una especie en la que todos los individuos deben tener las mismas oportunidades, los mismos derechos, la misma participación; una especie que viva de manera más adecuada, de acuerdo con sus capacidades potenciales.
Destruimos el escenario evolutivo del cual somos producto “Lo que estamos haciendo es destruir el escenario evolutivo del cual somos producto. Y esta es una responsabilidad de los mil ‘diantres’. Nadie parece darse cuenta de esto. ¡A mí me resulta sobrecogedor que estemos destruyendo el teatro que desarrolló esta
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J. Sarukhán
fenomenal obra que es la evolución! Hasta donde sabemos, no hay ningún otro planeta en donde haya ocurrido esto.
para accionar adecuadamente, para mantener un planeta con las condiciones de vida que conocemos y no otras.
“A lo mejor los hay, hay tantos sistemas solares parecidos al nuestro en la inmensidad del Universo, que tampoco siquiera nos podemos hacer las ilusiones de que somos los únicos. Quién sabe, yo lo dudo. Pero lo cierto es que para nosotros, el lugar y el tiempo son aquí, ahora; no hay otra opción.”
“¿Esto tiene importancia? Total. Eso define nuestro futuro en la Tierra. Y necesitamos que los economistas lo entiendan —y digo los economistas, porque son quienes en la mayoría de los casos tienen la sartén por el mango en términos de las decisiones que se toman en materia de desarrollo, de crecimiento, etcétera.
— La gente que tiene la capacidad de responder no se da cuenta…
“¡Ah!, cuesta muchísimo trabajo hacer que comprendan esto porque no tienen la educación ecológica en su disciplina, en su carrera, para poder hacerlo. Aunque hay ya una nueva generación de economistas que ve esto de manera diferente.
— No, no, viven como todo el mundo, absortos en un sistema que lleva las cosas por otro lado. No es reciente. Lo que tenemos ahora es la culminación de un proceso que viene desde hace miles de años, en el que la incapacidad de entender al universo y a sus fuerzas generaron mitos y religiones. Atribuían a las fuerzas ocultas o divinas la responsabilidad de conducir nuestras vidas.
“Naciones Unidas acaba de proponer que el Producto Interno Bruto no es la manera más adecuada de medir el bienestar humano, que hay otras formas. El Índice de Riqueza Incluyente, por ejemplo, va más allá del resultado del comercio, que es el Producto Interno Bruto, básicamente.
“¡No, hombre! Eso me parece muy bien en ese tiempo, pero una vez que la ciencia ha generado este grado enorme de conocimiento de nuestro entorno y de nosotros mismos, seguir pensando de esa manera me parece un atavismo brutal, pues solamente responde al interés económico o religioso de que las cosas no cambien.”
“Sin meternos a otras cosas, una de las más importantes es qué estamos haciendo con el capital natural de nuestros países, así de simple. ¿Es tarde para que eso ocurra? No lo sé, depende de la reacción que haya en los diferentes países y sociedades. Pero por eso me parece importante.
La biodiversidad define nuestro futuro en la Tierra
“Obviamente, cuando empecé mi carrera académica esto no estaba en mi mente. Sí estaba el primer tema, el de que todos tenemos una responsabilidad con la naturaleza. Y me pareció muy importante el
“Nosotros y las demás especies, dependemos totalmente de la diversidad biológica para sobrevivir, 33
“La relación entre la academia y el gobierno ya en parte existía antes de la SEMARNAP, pero se consolidó mucho por la sensibilidad de Julia Carabias. ¡Ella venía de la academia! Y entendía la importancia de tener cerca y sensibilizada a la gente que está haciendo la investigación, interesada en generar información.
desarrollo de la investigación, que me fue llevando al punto en el que estoy ahora, en el que puedo entender los fenómenos científicos básicos; cómo operan ciertas cosas, ciertas cosas nada más, del medio natural. “Cuál era la ecología de las poblaciones, cómo se regulaban las mismas, por qué no había más o menos individuos de una especie, etcétera. Describí varios de los mecanismos que regulaban esto, lo que me llevó a abrir un área nueva en la ecología de poblaciones de plantas, cosa que me da mucho gusto.
“Yo creo que se ha mantenido razonablemente bien. Yo diría que lo mismo ha sucedido en relación con las ONG’s serias, del campo; con el trabajo de difusión, de la información que la CONABIO ha hecho, particularmente en los últimos cuatro años. A lo largo de las últimas dos décadas, todo esto ha ayudado mucho a que la sociedad se entere de qué hay en México, porque es algo valioso que debemos cuidar.
“Pero esto fue evolucionando. Me fui dando cuenta de que cada avance en un área requería ampliar la visión, y otra vez y otra vez. Y ahora estoy en un punto en que no creo comprender todas las cosas, no hay quien lo haga, pero podría llegar a un estado en el que puedo tratar humildemente de entender qué está pasando con nuestro planeta, cuál es nuestro papel como especie, y los riesgos y posibilidades que hay por un lado y por el otro.
“Ya me da risa oír en la radio comerciales que dicen: ‘¡Zihuatanejo, el puerto con mayor biodiversidad del Pacífico!’. Ja, ja… Pero antes no lo decían. Muchos cambios en el discurso son cosméticos; otros ya responden a una percepción de que nuestro capital natural es importante, que hay que cuidarlo. Y ahora estamos haciendo un esfuerzo muy grande en la CONABIO para atraer la atención de la gente, fundamentalmente a través de los medios electrónicos.
“Siempre hemos hecho esfuerzos por hacerles entender a los economistas la manera como operan los sistemas ecológicos que conforman la biodiversidad. Les hemos dicho que ésta tiene un valor tan grande como cualquier otro de los capitales con los que cuenta una sociedad: como el capital financiero, el de infraestructura, el capital productivo o el capital humano.”
“Yo estoy convencido de que la vía de comunicación debe ser Internet, sin duda alguna. Es ya el vehículo más importante de comunicación. Ahí estamos poniendo grandes esfuerzos. Cada vez tenemos más visitas a nuestra página en Internet. Y no nada más de especialistas, académicos, de gente que trabaja en agencias gubernamentales, estatales o federales, sino de mucha otra gente, niños en particular.
Qué ha pasado en México en los últimos años — ¿Alguna vez ha dicho usted que hay un antes y un después de la gestión ambiental y de la biodiversidad que tiene como referente a la maestra Julia Carabias cuando fue Secretaria de Estado?
“La página de los niños de la CONABIO es verdaderamente atractiva; se ha desarrollado totalmente aquí. No hemos recurrido a Walt Disney ni a nada de este tipo para hacerlo. Se ha hecho con la gente joven que trabaja aquí y con la creatividad que tiene. Y claro, nos estamos ayudando con gente de fuera de la CONABIO.
— Desde mi punto de vista, el país dio un brinco cuantitativo en ese periodo a donde estamos. — ¿Qué ha mejorado en estos años?
“La idea es servir de catalizadores del interés sobre la diversidad biológica de México. Solos no vamos a poder hacerlo nunca. Imagínese el tamaño de lo que se requeriría para hacer solos esto en el país. ¡Sería una locura! Lo que se tiene que hacer es multiplicar este interés por todos lados y que la gente por su cuenta lo haga, e incluso que haga dinero al hacerlo. ¡Padrísimo!.”
— Yo creo que hay muchas cosas que han mejorado claramente y que fueron construidas o apoyadas con lo que se hizo en tiempos de Julia. Sí, ha habido construcción. Hay cosas que se pudieron haber hecho mejor. Hay algunas que desafortunadamente tuvieron un retroceso. La salida de pesca de la SEMARNAP original, con “p”, fue un error atribuible solamente a los intereses económicos que están detrás de estos recursos.
Cambio climático y biodiversidad — Sabemos que el cambio climático es un acelerador de fenómenos atmosféricos. ¿Cuánto daño se espera para la biodiversidad? ¿Qué va a pasar si no detenemos los factores que influyen en este fenómeno?
— ¿Se tuvo algún impacto importante en las especies oceánicas? — La pregunta es a quién beneficia que esta situación no cambie. Seguramente benefició a algunos cuántos, pero no a la sociedad mexicana, no a nuestros recursos marinos y no al futuro. Ha habido retrocesos como ése, que han sido dolorosos y muy tristes y ojalá se pudieran recomponer. En general sí, yo creo que ha habido una construcción hacia adelante.
— Hay un estudio que preparó el doctor en Economía Luis Miguel Galindo a petición de la Secretaría de Hacienda de México, y de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL). Y se refería a las repercusiones económicas que habría para 34
“No tenía toda la información que se podía tener en otros países, porque en México las estadísticas son en general malas en muchas áreas. Pero con lo que tuvo creo que hizo un estudio bueno. Desde hace mucho él ha estado interactuando con nuestro grupo, con Julia Carabias, con la CONABIO. Por lo demás, el gobierno no le hizo demasiado caso al resultado.
“Lo que hace esta película es describir lo que pasaría al cortarse la corriente del Golfo, que es la que mantiene el clima de Europa con alrededor de 15 grados por arriba de lo que deberían tener, por la latitud en donde están. Entonces imagínese a Europa, con un clima de entre 15 ó 17 grados centígrados por abajo, en promedio.”
“Desde luego van a ser costos económicos y sociales crecientes; de eso no hay la menor duda. Cada vez va a ser más costoso tratar de reparar lo que no se hizo antes. Cada año de inacción eleva el costo económico, pero lo más importante es el costo social, y ese costo social casi nunca se expresa en pesos y centavos.
Posibles cambios climáticos severos, no reversibles — ¿Cómo se afectaría? — Bueno, los italianos del sur tendrían grandes áreas de esquí en Sicilia. ¡Sería terrible! Habría enormes daños. ¿Qué probabilidad hay de que se dispare un fenómeno de este tipo? No es fácil decirlo, pero existe una posibilidad de que se dé. Ya existió en el pasado, hace millones de años, y produjo cambios muy fuertes en Europa.
“Yo veo con gran desesperanza la inacción de los gobiernos del mundo en general, particularmente los más pecaminosos en términos de su contribución al cambio climático; los industrializados, los viejos, que no están dispuestos a mover un dedo. No creo que tengamos ninguna acción concreta en lo que resta de esta década. Y cada año no solamente tenemos un volumen mayor de CO2 en la atmósfera, sino que la tasa a la que esa cantidad se va adicionando es mayor. Esto es, cada año estamos produciendo más CO2 que en el anterior.
“Lo que no podemos hacer en este momento es predecirlo. A como están las cosas, con los grados de temperatura en los que estamos, existe la probabilidad de que haya un cambio severo no reversible de los sistemas climáticos del mundo de entre 10 y 15 por ciento. Y 15 por ciento es exactamente la misma probabilidad que existe cuando tiene usted un revólver de seis balas. Póngale una bala, dele la vuelta al tambor del revólver y dispare. ¡Yo no me atrevería, por mucho que las probabilidades fuesen de 15 ó 16 por ciento.
“¿A dónde vamos a llegar?, pues yo creo que a un punto difícil de definir, pero puede ser un punto de quiebre del equilibrio de los sistemas. Hasta ahora no parece que esté habiendo ningún cambio serio, pero de repente puede haberlo. Producidos como cambios de umbral o cambios abruptos, una vez que ocurren, ocurren. Sería un cambio total del sistema.”
“¡Así estamos, y la gente no se da cuenta! ¡No tiene noción del tamaño de las cosas! Otra vez, no está en su educación saber que un cambio de orden de magnitud es 10 veces más fuerte. Yo creo que si usted va y le pregunta a la gente que si aceptaría un cambio de un orden de magnitud en el costo de la gasolina, la gente le diría ‘No, no me gustaría’. Pero lo estaría pensando en el doble, no en que se trata de diez veces más.”
— Comentaba un científico de ciencias de la atmósfera que el océano era el gran regulador climático y que era como un elefante de lento despertar, pero que cuando lo hiciera esto iba a ser como el Apocalipsis… 2 El informe, titulado “La economía del cambio climático en América Latina y el Caribe”, identifica los impactos económicos probables derivados del cambio climático e indica que el costo para la región podría equivaler hasta 137% del PIB regional actual para 2100. Fue presentado en Copenhague, en un evento paralelo a la XV Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 15). En él se dice que “sin acciones internacionales de mitigación, la región podría sufrir para fines del siglo pérdidas importantes en el sector agrícola y en la biodiversidad, fuertes presiones sobre la infraestructura y aumento en la intensidad de eventos extremos, que se acumularían hasta representar cifras importantes del PIB actual. Las estimaciones se basaron en cálculos de 15 países: Argentina, Belice, Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, República Dominicana y Uruguay.
— No nos es fácil captar el orden de magnitud de los cambios. — Tampoco el tamaño de los problemas que tenemos ni la velocidad a la que están ocurriendo. Y también está la cuestión de que los efectos derivados de esos cambios son lejanos a nosotros. Las inundaciones desastrosas ocurren en Tabasco, en Bangladesh. 3 El filme es de Estados Unidos. Su director es Roland Emmerich. La actitud irresponsable de la humanidad desencadena una catástrofe climática global que incluye inundaciones, maremotos, huracanes, tormentas de nieve y otros fenómenos sobre las principales ciudades del mundo.
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— Pues así es, hay una película que seguramente usted vio, creo que inglesa3, pero la esencia es perfectamente realista. Se llama “El día después de mañana” o algo así. Y lo que hace es describir la destrucción de las corrientes marinas globales, las cuales van como sobre una gran barda de transmisión, y se mueven por todos los océanos. Y una disfunción en una de ellas puede provocar cambios profundos en el clima de las zonas que afectan.
América Latina y el Caribe en caso de no llegar a un acuerdo internacional para mitigar los efectos del cambio climático. Se trataba de imitar lo que había hecho Sir Nicholas Stern2 en términos del costo del cambio climático a escala global. El doctor Galindo dedicó mucho esfuerzo a este trabajo y creo que hizo un estudio notable.
¿Por qué tengo que cambiar yo? No hay suficiente información para la gente. Los medios se distinguen por no informar. Hacen casi un esfuerzo por no incluir estos temas en sus artículos, en sus programas, o lo hacen de manera fútil, enmascarando los datos con temas totalmente triviales como las películas de Discovery o Animal World.
pero también sé que mientras no nos lo propongamos en serio, no veo cómo diablos vamos a modificar el efecto que estamos teniendo como especie sobre este planeta. “Me interesa eso mucho, por razones éticas, por razones de concepción de lo que he estado haciendo en mi trabajo profesional. Pero me interesa también por las generaciones próximas. No sé qué les va a pasar a mis nietos. Dirá alguien: ‘pues yo no voy a ver los cambios, es problema de ellos’. Sí, esa es una manera de verlo. La otra es que siento que son parte de mi familia, por eso es que me preocupa profundamente.
“Pero los problemas serios, como éste, como la pérdida de la biodiversidad, no están en la información de la gente. Yo doy muchísimas conferencias sobre los temas de cambio climático, de pérdida de biodiversidad, del agua… y la primera reacción del público es de total sorpresa. No existe en él la noción de la magnitud del problema que estamos enfrentando. Y al no tenerla, tampoco está sensibilizado a que hay que cambiar de forma de vida, como la manera de comportarse en relación con el ambiente, o de consumir de manera racional y moderada.”
“Y otra vez, yo estoy repitiendo un poco este patrón erróneo de pensar que solamente los miembros de mi familia importan. ¡Importan todos! Los nietos míos, que tienen 12, 8, 5, 3 años, lo que sea… Pero ¿por qué no los demás, niños y niñas de esas edades en otras partes?
— ¿Existe la posibilidad de que se regenere la biodiversidad?
“Yo creo que hemos llegado a un punto de nuestra evolución y desarrollo cultural —desarrollo que hemos generado nosotros; no proviene de ningún otro lado, nadie nos los imbuyó, nadie nos está mandando ondas hertzianas desde algún planeta escondido— que no incluye la responsabilidad de lo que estamos haciendo sobre nosotros, sobre el planeta y sobre las próximas generaciones.”
— Siempre la hay; existen procesos naturales que se encargan de ello. En una selva en condiciones naturales también hay procesos de destrucción. Quiero decir con esto que cuando llega un huracán fuerte, con mucha lluvia y vientos, pueden desenraizarse árboles de 60 ó 70 metros de alto. Caen y hacen unos claros en la selva fenomenales. Es casi como si llegara un bulldozer; ¡imagínese el tamaño de la perturbación de un bulldozer! Se hace un gran hueco y mueren muchas plantas. La selva se perturba y ni modo, pero mediante un proceso natural se vuelve a regenerar.
Que los jóvenes hagan una revolución — ¿Qué le diría a los jóvenes? — Lo que yo les digo en las conferencias que imparto es que los invito a hacer una revolución. Pero una revolución basada en el entendimiento y en el conocimiento del tamaño de los problemas que tenemos. Porque ellos van a ser quienes sufran más fuertemente los efectos de lo que nos está ocurriendo ahora. Ellos, sus hijos, sus nietos. Mi generación ya no va a ver en toda su magnitud el problema que ha provocado.
“Hay un proceso que se llama de sucesión secundaria, que hace que cicatrice el daño, creciendo una secuencia de nuevas especies. Es una de las maneras de mantener la enorme diversidad biológica que existe en las zonas. Y en 40, 50 ó 60 años cuesta mucho trabajo distinguir el trozo en el que se produjo el hueco de los alrededores. Esto ocurre permanentemente. Siempre ha ocurrido. Ocurre ahora.
“Creo que mi generación ha tenido la suerte en la historia de la humanidad de haber vivido quizás en las mejores condiciones en las que habrá vivido en promedio la especie humana. Eso es mucha suerte, sí, pero qué triste, porque los demás ya no… Son ellos, los jóvenes, quienes tienen la mala suerte de encarar el golpe y los efectos más severos del impacto, de la forma de vida que hemos adoptado. Forma de vida que, además, ojalá fuera posible que los siete mil millones de personas vivieran igual, todos parejos.
“Hay un proceso de sanación de pérdidas de la biodiversidad, de recuperación natural. También contribuye que el proceso natural esté dirigido y ayudado por la gente. Pero la reforestación unas veces es eficaz y otras ineficaz y costosa. Lo más importante es cuidar que no haya daños; proteger esos sistemas naturales, porque es más barato proteger que restaurar. Siempre se puede restaurar, pero depende de cuánto esté uno dispuesto a gastar en recursos económicos y en tiempo.” — ¿Cuál sería la pregunta fundamental que usted, como ser humano, se haría? Aquello que más le ha preocupado, o que quisiera que fuese distinto…
“Pero no, por Dios… más de tres quintas partes de la población mundial vive en condiciones verdaderamente infrahumanas, tan constreñidas que no hay manera de pensar que viven una vida digna. Prácticamente una quinta parte de la población del mundo es responsable del impacto de lo que está pasando al resto, pues vive desde confortable hasta vorazmente, y con un enorme desperdicio en sus países.
— Me pregunto cuándo vamos a empezar a comportarnos como una especie biológica. Y no veo una respuesta, ni fácil ni difícil. Cero. Para mí eso es esencial y yo sé que ésta es una pregunta utópica. Espero que haya un cambio, que no sé si va a ocurrir, 36
J. Sarukhán “Pasar de un sistema de subsidios (que ahora es necesario y no se puede cortar, para que puedan estar ahí sin alterar sus comunidades), a generar mecanismos de utilización sustentable para dichas comunidades. Y en donde no se pueda pues ni modo. En donde no se pueda, tendrá que ser de otra manera, mediante subsidios manejados de cierta forma.
¡Yo creo que eso no es aceptable, no es justo! Pero no asumimos esto como una responsabilidad de la generación actual.”
Los indígenas, empresarios de su capital natural — Siempre se ha dicho que las comunidades indígenas viven en las zonas de mayor biodiversidad. ¿Qué va a ser de ellas frente al cambio climático?
“Pero todos estos lugares tienen al menos alguna manera de reducir esta dependencia subsidiaria, y hacer que la gente sienta que está moviendo su vida, y no que está estirando el brazo para ver si le llega un subsidio en forma de limosna, dependiendo de los programas del partido en turno.”
— Depende de lo que hagamos en este país. Si le damos valor a esa biodiversidad hacemos que ellos, los dueños de ese capital natural, se vuelvan manejadores, empresarios de ese capital natural, y tengan beneficios de eso.
— ¿Cuáles serían las conclusiones de todo esto que usted ha mencionado?
“No lo han tenido o lo han tenido de manera muy esporádica y recortada. Primero, les iría muy bien y contribuiría a mejorar su bienestar. Segundo, y muy importante, los estaríamos haciendo miembros activos del desarrollo de este país. Cosa que no sucede ahora.”
—Yo diría que México es un país con una riqueza natural muy grande. Eso lo ha repetido hasta el último de los diputados, cada vez que puede. Es un país que tiene simultáneamente una riqueza cultural gigantesca, que hemos desaprovechado de una manera atroz, desde la Colonia hasta el presente.
— ¿Pero eso pareciera no estar incluido en los planes de gobierno sexenales? O al menos no se ha expresado así…
“Los cambios sociales que ha habido en el país no han servido para modificar esta situación. A lo que resta de los representantes de esa diversidad cultural tenemos que darles los medios, las condiciones, las circunstancias y los apoyos, para que puedan ser parte del país como nunca lo han sido.
— Yo no lo veo claramente. Aunque ha estado ocurriendo, en mucho por el trabajo de las propias comunidades indígenas, que han logrado establecer empresas forestales certificadas, por ejemplo, y en las cuales su bienestar ha mejorado fuertemente.
“Que el país se enriquezca con esa capacidad y esa creatividad que no estamos incorporando al desarrollo de México prácticamente para nada. Y que adoptemos una forma de vida menos basada en que el signo del éxito depende de acumular bienes materiales, y optemos por el desarrollo intelectual, espiritual, familiar, anímico de la gente. Si podemos llegar a una sociedad de esta naturaleza, yo creo que habremos hecho una maravilla de este país.”
“Ojalá y la administración de este sexenio se dé cuenta de que la única manera de resolver el enorme rezago social de la marginación en que viven estos grupos (que representan alrededor de 20% de la población del país) sea ayudándoles a volverse empresarios de su capital natural; contribuyendo con ellos a echar a andar diversas formas de manejo. 37
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Jerzy Rzedowski Doy un paseo por la edición digital del libro Flora Fanerogámica del Valle de México, cuya portada muestra una acuarela de Elvia Esparza, con las flores rojas y seductoras denominadas Sprekelia formosissima. Los autores principales son los doctores Graciela Calderón de Rzedowski y Jerzy Rzedowski. Este magnífico ejemplar, cuyos tres volúmenes se completaron en 1979, 1985 y 1990, fue resultado del trabajo de más de 68 investigadores, catedráticos o estudiantes provenientes de distintos institutos de investigación del país y del extranjero, pero principalmente pertenecientes al Departamento de Botánica de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional. Participaron en él numerosos ilustradores. Las 983 páginas del documento dan fe del trabajo que llevó más de 25 años concluir, cuya investigación incluyó la comparación con la flora mexicana colectada en distintas épocas por diversos grupos de botánicos y que actualmente se alberga en jardines, conservatorios y museos botánicos de Bélgica, Copenhague, Desierto de Phoenix y una veintena más. La sola hechura del libro debe haber constituido una labor minuciosa y delicada de varios meses. Pero no puedo sospechar siquiera cuánto trabajo de campo, investigación, lectura de cientos de libros, de trabajo específico con cada ejemplar de la flora de nuestro valle, debió haber requerido a lo largo de ese cuarto de siglo. Imagino al doctor Jerzy Rzedowski como a un gran mariscal de todo un ejército de jóvenes, seleccionando y colectando especies; mostrando el camino a cientos de estudiantes; subiendo y bajando por montañas y valles; entre el lodo y las malezas, buscando las especies raras o especiales, endémicas de los desiertos mexicanos; haciendo comparaciones con los datos geológicos, hidrológicos y climáticos; y relacionando estas especies vegetales y sus modificaciones en el tiempo, con la actividad humana de la región. Pero sobre todo angustiado de ver cómo, más rápido que su ejército, avanza la devastación, la transformación de los hábitats naturales por los seres humanos que vivimos actualmente en esta zona de gran biodiversidad. Considerado como el botánico vivo más importante de nuestro país, el doctor Rzedowski ha estudiado la flora de numerosas regiones de México, como San Luis Potosí, el Valle de México, el Bajío y buena parte de las zonas áridas mexicanas. Ha sido el creador de varias de las colecciones botánicas más importantes de México, como la del Instituto Politécnico Nacional y las del Instituto de Ecología de Xalapa. Sus líneas de investigación han sido la sistemática de plantas vasculares y la florística y fitogeografía de México. Trabajó en Laboratorios Syntex, S. A., en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, en el Colegio de Postgraduados y en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional. Desde 1984 trabajó en el Instituto de Ecología, A. C. Es investigador nacional emérito del Sistema Nacional de Investigadores, ha impartido cursos y dirigido un gran número de tesis. Su producción científica es excepcional e incluye artículos, fascículos de floras, libros y capítulos de libros, entre los que destaca su obra Vegetación de México. Ha sido asesor botánico del Instituto de Investigaciones Forestales, de los Laboratorios Smith Kline & French; investigador asociado de la Universidad de Michigan; asesor ecológico del Museo Nacional de Antropología e Historia; miembro de múltiples comités editoriales de revistas científicas y editor en jefe de la revista Acta Botánica Mexicana. Ha recibido numerosos reconocimientos por su contribución científica, entre los que se cuentan la Orden de Palmas Académicas, otorgado por el gobierno francés; el Premio Asa Gray, de la American Society of Plant Taxonomists; el reconocimiento de Botánico Ilustre por la Asociación Latinoamericana de Botánica; la medalla José Cuatrecasas de excelencia en botánica tropical, otorgada por el Museo Nacional de Historia Natural de Washington D. C., y la distinción de Botánico del Milenio en el XVI Congreso Internacional de Botánica. La mirada del doctor Rzedowski ha abarcado el pasado y el presente de un vasto territorio de nuestro país; el científico ha viajado kilómetros y kilómetros reteniendo en la memoria y documentando la gran riqueza natural de México. La siguiente es una conversación sostenida con él, el sábado 14 de julio de 2012, en el Instituto de Ecología, A. C., de Pátzcuaro, Michoacán, poco antes de que el edificio, donde trabajó los últimos 21 años de su vida, fuese demolido.
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“La flora de México es muy especial, pues de las cerca de 30 mil especies de plantas superiores que alberga, más de 50% son endémicas. ¡Eso es notable! Hay lugares en el mundo donde se concentra el endemismo, pero en general se trata de islas. Por ejemplo, Australia constituye una zona de plantas y animales muy distinta al resto de los continentes. Pero México no es una isla y, sin embargo, tiene una flora muy mexicana, es algo propio…” Jerzy Rzedowski.
Jerzy Rzedowski era apenas un niño de 13 años cuando la Alemania nazi, con su operación “Fall Weiss” invadió Polonia el 1 de septiembre de 1939. En algo más de un mes, la guerra relámpago, mediante la cual se abrió fuego a la población, agotó las fuerzas del ejército polaco, acontecimiento agravado por la invasión de la Unión Soviética el 17 de septiembre y por la ausencia de los aliados, Francia e Inglaterra.
Luego arribaron a La Habana, donde los estibadores descargaban el pescado. “Me gustaron mucho los cubanos, que son muy gentiles en su trato. Pero eso fue pasajero, de unos días nada más. Al llegar a Veracruz, mi tío ya nos estaba esperando. Pudimos ver algo del puerto. Desde luego pasamos por el Pico de Orizaba, y más adelante nos encontramos con los grandes volcanes cercanos a la Ciudad de México, lo que fue una impresión también muy especial. Y en la Ciudad de México nos recibió toda la familia cordialmente. Uno de los problemas fue que, como llegamos en calidad de inmigrantes familiares, no teníamos derecho de trabajar durante cinco años.”
Pregunto al doctor cómo se pronuncia su nombre, pues me resulta complicado nombrarlo. Dice simplemente: “Ierzy Rendowski.” Luego relata que nació en una ciudad de nombre Lwów, que ya no pertenece a Polonia sino a Ucrania.
En 1946, el presidente de México era Miguel Alemán. Y las leyes mexicanas impidieron al padre del doctor Rzedowski ejercer como médico. “Estuvo muy desesperado y se regresó.”
Sin embargo, como su padre era médico, fue a trabajar en el seguro social de la población de Sosnowiec y se llevó allí a su esposa y a su único hijo, Jerzy. De manera que pasó de vivir en una zona de índole comercial y agrícola a otra en donde proliferaba lo industrial, las grandes fábricas, las minas de carbón, los altos hornos, donde se trabajaba el acero. En 1943, durante la guerra, la familia fue llevada a un campo de concentración. Su padre y él fueron elegidos para trabajar en el campo; a su madre la condujeron muy pronto a la cámara de gas.
— ¿Usted se quedó? — Yo me quedé. — ¿Entró en alguna escuela? — Todavía no. Comencé a estudiar hasta 1949. Durante los años anteriores mi idea era también estudiar medicina, como mi padre. Pero estuve leyendo mucho y llegué a la conclusión de que me interesaban los seres vivos en general, más que los hombres, en particular. Y entonces opté por estudiar biología. Intenté ingresar a la Universidad Nacional, pero como no tenía papeles ni comprobantes de estudio, no pude hacerlo.
“Después de muchas peripecias, mi padre y yo sobrevivimos”, dice. Pero no se extiende en los recuerdos del cautiverio, que lo llenan de profunda tristeza. “Fueron momentos muy trágicos, difíciles…”, comenta con voz apagada. Al término de la guerra, en 1945, lograron salir de Polonia a bordo de un barco sueco que transportaba bacalao. En un viaje que duró cerca de 30 días, su padre y él intentaron aprender español, pues habían decidido emigrar a México, donde un hermano de su madre decidió vivir durante la Primera Guerra Mundial y estaba dispuesto a recibirlos.
— ¡Qué difícil...! — Fue en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Politécnico, después de muchos trámites, convencimientos y reuniones, que me dieron la entrada como alumno especial, casi como oyente; con derecho de presentar exámenes, pero con la condición de que si no lograba pasar el primer año, no podría seguir. Afortunadamente sí pude, y terminé la carrera en el Politécnico. Eso fue en el año de 1952. Graciela era mi compañera de generación.
Estuvieron anclados primero en un puerto noruego, donde el buque se abastecía del bacalao. “Fue algo muy especial —comenta— porque era verano y el puerto donde paró el barco estaba más arriba del círculo polar, de manera que una vez que estuvimos allí anclados se nos ocurrió ir al cine. Salimos a media noche. ¡Y a media noche se podía leer el periódico en la calle! Fue una experiencia agradable”, sonríe mientras me mira por encima de sus lentes.
Graciela, su esposa, está sentada a un lado de nosotros. Se distrae un poco de nuestra conversación al 43
J. Rzedowski
El equilibrio es la biodiversidad
condicional, pero pude aprovechar todavía los años que estuvimos en México para pagar la mayor parte de los créditos del doctorado. En 1954 me recibí. Y un día después del examen profesional fui a pedir la mano de mi esposa.” — ¿Le dio miedo hacerlo? — Sí. — ¿Sí te dio miedo? (pregunta su esposa, incrédula). ¿Qué tanto? (insiste ella, riendo). — Es que tu papá era bastante… enojón. — Sí, dice ella. Era muy bravo. Era muy bueno, muy abierto, pero tenía su carácter… — ¿Entonces, le dijeron que sí? — Me dijeron que sí. Y nos casamos a las pocas semanas. Por ese tiempo recibí una oferta laboral en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Comenzamos juntos la vida y el trabajo en 1954. Ese mismo año solicité mi naturalización mexicana. — ¿Cuánto tiempo tardaron en dársela? — Más de un año. Esperaron a que naciera nuestra primera hija para darla. — ¿Su hija Ana? contemplar a su hija Ana, que escucha el sonido, en volumen muy bajo, de una grabadora plateada.
— No, ella es la tercera. — ¿Tienen tres?
— ¿Estudiaron juntos? ¿Desde entonces se acompañan?
— Marta y Ernestina (y quién más, pregunta la madre a Ana). Y yo… (responde sin voltear la hija que nos acompaña durante la entrevista).
— Sí, pero nos hicimos novios hasta después de terminar la licenciatura. Yo recuerdo los cuatro años de la escuela como los más felices de la vida. ¡Estaba enamorado de México, de la biología, de la escuela! ¡Me encantó la carrera!
Jerzy Rzedowski trabajó en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí durante cinco años. Allí estudió la vegetación de esa región. “Esa fue mi tesis de doctorado. Lo que más me llamó la atención fueron los contrastes: es un estado en el cual la mayor parte del territorio es desértico; pero, por ejemplo, en la Huasteca, la tierra es caliente y bastante húmeda y fértil. Luego hay una parte intermedia, que es la zona
— ¿Tuvo buenos maestros? — Tuve la suerte de tener maestros muy buenos. En esa época, en la Escuela de Ciencias Biológicas había una buena cantidad de biólogos españoles exiliados. El doctor Rzedowski recuerda a Federico Bonet, que le dirigió la tesis y a quien más había apreciado. “Él era solo. Otro maestro de quien aprendimos mucho fue don Cándido Bolívar, que también era solo. Y otro más, mexicano, fue don Enrique Beltrán, que nos dio dos cursos y era muy bueno. Cándido Bolívar nos sacaba al trabajo de campo. ¡Eso a mí me encantaba! Recién abierta la carretera fuimos a Tecolutla, a Los Tuxtlas, cuando todavía había bosques vírgenes allí, entre Alvarado y San Andrés Tuxtla, que pudimos apreciar. Al terminar la carrera, en 1952, Jerzy Rzedowski solicitó ingresar al doctorado de la UNAM. “No estaba recibido, de manera que también me dieron entrada 44
“Hay lugares en el mundo donde se concentra el endemismo, pero en general se trata de islas. Por ejemplo, Australia constituye una zona con plantas y animales muy distinta al resto de los continentes. Pero México no es una isla y, sin embargo, tiene una flora muy especial, muy mexicana, es algo propio.” — ¿No se puede reproducir en otro lugar? — Sí se puede. Por cultivo se puede. Pero por ejemplo los nopales, los magueyes, los copales, los cuajiotes, los izotes y muchos otros, son plantas típicamente mexicanas; no las hay en gran cantidad fuera de los límites del país. Y eso, desde luego, nos llamó mucho la atención. Y sobre todo porque yo venía de la otra parte del mundo, donde hay plantas también muy bonitas. Polonia es un país muy hermoso, pero… ¡como México, no hay dos…!
de Río Verde. ¡No sé si conoce San Luis Potosí! Río Verde es un sitio muy especial, porque por una parte es una zona grande de riego, de cultivo de cítricos, y por otra tiene una llanura de suelos salobres que alberga una vegetación particular. Nos llamó mucho la atención estudiarla.” — ¿Qué especies conviven allí?
— Yo pienso que esa biodiversidad va de la mano con la cultura del país, porque la gente que vive en esos lugares aprende a cultivar esas plantas, a cuidarlas, a vivir de ellas. No es lo mismo la gente del norte, que vive junto a las cactáceas, que la gente que habita en la zona de Tabasco, en medio de inundaciones. Como extranjero, ¿qué veía usted en este país?
— Ahí hay una convivencia entre Juniperus y Maytenus. Y luego hay unas zonas salobres, no muy útiles para la explotación humana, pero que tienen un gran número de plantas endémicas. Pertenecen precisamente a esas zonas pantanosas que se ubican al norte del Río Verde. Ahí trabajamos mucho tiempo, con particular interés. Estuvimos en otra parte del estado, en la región de Guadalcázar, donde dedicamos una atención especial a la vegetación de esa zona.
— Me llamaba mucho la atención la belleza del paisaje y de la gente. Por una parte, la tremenda diversidad cultural; y por otra, que los mexicanos son gente tolerante, cosa que no se ve mucho en Europa. A mí me recibieron, nunca me discriminaron, no percibí aquí discriminación hacia la raza negra ni hacia la indígena. De manera que fueron esas cosas las que a mí me llamaron mucho la atención y me atrajeron mucho.
— ¿Cómo es esa vegetación? — La mayor parte es de vegetación xerófila, de clima seco. — ¿Los cactus pertenecen a esa vegetación?
— Usted parece ser profundamente espiritual. ¿Podría definirme un poco esa parte suya? Hablo de la fe. Usted era un niño. Pasó por una situación tremenda. Si yo hubiera vivido algo como lo que a usted le sucedió, probablemente me estaría preguntando ¿dónde está Dios? ¿Qué pasó en usted? ¿Sucedió algo en su espíritu, en su sensibilidad? ¿Algo se filtró de todo eso que vivió, que lo hizo como es ahora?
— Sí, los cactus son de ese tipo. Imagino el paisaje semidesértico de San Luis Potosí, en donde la vegetación se ha adaptado a la escasez del agua y aún mantiene su belleza, mientras el doctor Jerzy Rzedowski alude a la parte central del estado, en donde “se aprecian unos cerros que ya no son tan secos; reciben más humedad y pertenecen a otro sustrato geológico distinto. La mayor parte son rocas sedimentarias calizas, pero hay unos cerros ahí que son graníticos. Y también había plantas que nos resultaron muy interesantes. Investigamos otro aspecto de la zona árida de San Luis Potosí, en donde hay suelos yesosos…”
— Supongo que sí. Qué diría yo… venía tan desilusionado, tan amargado, que quería olvidarme de lo vivido. Y aquí se me abrió un futuro. Desde luego, no puede uno borrarlo todo de la memoria. Pero me he curado. Los primeros años que viví en México fueron muy benéficos para mí. De manera que no me costó trabajo mexicanizarme.
— ¿Como calizos? — No propiamente calizos, sino de sulfato de magnesio. Por lo general son muy claros y tienen una vegetación y flora muy particulares.
— ¿Continuaba usted escribiéndose con su padre?
— ¿Se puede dar la vegetación en ese tipo de suelo…?
— ¿Ya no lo volvió a ver?
— Estuvimos escribiéndonos. Mi padre ya no vive…
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— Nada más algunas plantas que son endémicas de esos lugares. Hay varios cientos de plantas endémicas en San Luis Potosí. La flora de todo el país es muy especial, pues tiene más de 50% de plantas endémicas. ¡Eso es notable!
La flora mexicana, cercana a 30 mil especies de plantas superiores — ¿Cuántos ejemplares han pasado por sus ojos, doctor? — Ja, ja, eso sí ya no puede recordarlo (dice su esposa, riendo). — Pues no sé decirle, pero son muchos miles. — ¿Y usted, puede imaginarlos? ¿Sus colores, sus tonalidades, sus formas particulares? — Yo comencé a colectar ejemplares de plantas desde mi tesis de licenciatura, que fue relativa al Pedregal de San Ángel. Después seguimos colectando en diferentes lugares del estado de San Luis Potosí. Más tarde regresamos a México. Nos concentramos en colectar las plantas del Valle de México, aunque también salíamos un poco más lejos con relativa frecuencia.
— Nunca regresé a Polonia. Mi padre se fue a vivir a Israel. Mi esposa y mis hijas llegaron a conocerlo, pero él nunca volvió a México, allá falleció. Hace ya casi 30 años.
“Se considera que la flora de México, como está en estos momentos, tiene entre 22 y 23 mil diferentes especies de plantas superiores, las que se reproducen por flores y semillas —sin contar los musgos, los hongos y las algas. Se calcula que todavía falta por descubrir entre 20 y 30% más. O sea que probablemente la riqueza global de la flora de México, de plantas superiores, más bien estaría cercana a las 30 mil especies.”
— ¿Entonces usted se quedó solo con la familia que formó después? ¿Y qué hizo al concluir el doctorado? — Mucho de nuestro trabajo se ha enfocado a inventariar la flora de México, su diversidad. Después de cinco años de vivir en San Luis Potosí, regresamos a la Ciudad de México. Trabajé durante dos años en el Colegio de Posgraduados de Chapingo, que estaba recién creado. Y en 1961 me ofrecieron trabajo en Ciencias Biológicas del Politécnico, donde habíamos estudiado. De manera que dejé el Colegio de Posgraduados y comencé a trabajar en Ciencias Biológicas. Allá trabajamos intensamente en la enseñanza y estuvimos sacando mucho a nuestros estudiantes al campo, a enseñarles a colectar muestras de plantas e identificarlas. Mi esposa, dos años después, también entró a trabajar en Ciencias Biológicas… y uno de los problemas con el que nos encontramos en primera instancia fue que no existía literatura suficiente para hacer una buena identificación de las plantas.
— ¿Desde cuándo se han realizado colectas de plantas en México? — Las plantas más comunes se descubrieron desde hace mucho tiempo. La mayor parte del trabajo de exploración y de descubrimiento de plantas mexicanas estuvo a cargo de colectores y botánicos extranjeros, desde fines de la época de la Colonia. “Durante el siglo XIX predominaron colectores y botánicos europeos1. Venían aquí y se llevaban sus plantas a Berlín, a París, a Londres, a Ginebra, a Madrid. Allí las estudiaban y describían en revistas científicas. El despertar de la botánica mexicana comenzó a mediados del siglo pasado, a partir más o menos de 1950. Fue cuando los mexicanos comenzaron a jugar parte importante en el descubrimiento de su flora. La primera mitad del siglo XX predominaron los norteamericanos, colectores y botánicos, que estudiaron las plantas.”
— ¿No había manuales que hablaran de las especies; dibujos, fotografías, algo? — No había gran cosa. Había algo en lo que podíamos basarnos, pero se carecía de un buen libro, de una buena flora. Entonces, en ese tiempo, decidimos dedicarnos a hacer un inventario de la flora del Valle de México, que es (la región) a donde sacábamos principalmente a los alumnos. Nos llevó más de 25 años terminarlo.
— ¿Digamos que con lo que había, usted tuvo que dar un fuerte impulso a la botánica? 1 Jerzy Rzedowski, Graciela Calderón y Armando Butanda, con el apoyo del Instituto de Ecología A. C., del Centro Regional del Bajío y de la CONABIO, editaron un ejemplar denominado Los principales colectores de plantas activos en México entre 1700 y 1930, en el que hablan de la importancia de los ejemplares de herbario como base material de la sistemática y nomenclatura científica de las plantas. Su relación histórica de los colectores botánicos activos en México reúne en una obra lo esencial de aquellas personas que exploraron, recolectaron y catalogaron la flora de nuestro país.
— ¿O sea que varias generaciones de estudiantes fueron colaborando en esto? — Así es… El primer tomo de la Flora del Valle de México se publicó antes. Pero el último se editó cuando ya estábamos aquí, en Pátzcuaro. Al hacer los inventarios de flora, resulta que México está lejos todavía de conocerla bien. 46
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— Pues sí, hubo que abrir brecha.
el apoyo para la investigación en forma no fue sino hasta la creación del CONACYT. De manera que costó mucho trabajo.
— ¿Formar gente...?
Miles de especies descubiertas
— Formar gente y formar conciencia. Durante muchos años no había mucho interés por apoyar este tipo de trabajo. No había recursos para ir al campo, para hacer cosas, no. Había que improvisar, buscar el modo por todos lados para poder salir adelante con esto.
— ¿Y cómo fue que empezó su nombre a formar parte de los nombres de las plantas? He visto que muchas especies vegetales llevan su nombre. ¿Son especies que usted descubrió? Es como una autoría... ¿Cómo funciona esto?
Una actitud hostil hacia la conservación
— Nosotros nos dedicamos mucho a muestrear, a colectar plantas. Colectamos más de 54 mil números de diferentes colectas, la mayor parte de ellos con duplicados; un buen número de duplicados que se han estado distribuyendo.
— Quizás también afectaba la visión que la clase política tenía acerca de la investigación. Si no se le encontraba una utilidad inmediata, no se financiaba. — Y además, había una noción, qué diría yo, muy hostil hacia la perspectiva de la conservación.
“Con la experiencia que fuimos adquiriendo, aprovechamos para buscar las plantas raras, escondidas, las poco conocidas. Y entonces colectamos muchas que después se describieron como especies nuevas, y buena parte de ellas nos las dedicaron a nosotros.”
— ¿Por parte de la política? — Por parte de la política y de la sociedad. A quienes pregonaban que había que conservar los bosques, los recursos renovables, se les trataba como traidores, como gente que detenía el progreso. Así es que había que luchar contra todas estas dificultades. Ahora vivimos en una época en la cual las cosas han comenzado a cambiar. Pero en nuestro tiempo de estudiantes y durante los primeros años de trabajo profesional había que enfrentarse con todo esto.
— ¿Cómo se sintió usted al poder hacerlo? — Es una satisfacción. Estuvimos dedicados a la enseñanza en el Politécnico durante 23 años. Pasaron muchas generaciones de biólogos… — ¿Algunos han sido notables posteriormente? ¿Algún alumno que recuerde?
— ¿No había recursos? ¿No se valoraba el trabajo que estaban ustedes haciendo?
— (Sonríe). Pues sí, recuerdo a algunos de ellos… Quizás una de nuestras alumnas más notables fue Socorro González Elizondo2, que ahora trabaja en el
— La remuneración de los maestros era miserable. No fue sino en los tiempos de López Mateos cuando realmente por primera vez los salarios comenzaron a ser dignos para los docentes de las escuelas. Y
2 María del Socorro González Elizondo (17/08/1953) es doctora en ciencias y profesora mexicana. Especialista en flora neotropical y en taxonomía de las ciperáceas, con énfasis en el género Eleocharis. Identificó y nombró a 99 de sus especies y variedades. (Escuela Nacional de Ciencias Biológicas
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magueyes tequileros y mezcaleros hay que desmontar la tierra.” — ¿Usted cree que haya remedio? Pareciera que los seres humanos nos estamos auto consumiendo. Vamos a terminar por reducir al mínimo nuestras posibilidades de vida. — Así es. Si no tomamos medidas suficientes a tiempo, ése será el problema. Desde luego, ahora la situación ya no es la misma que hace 20 o 30 años. Hay más conciencia tanto por parte de la sociedad como de los gobernantes, de que hay que instrumentar medidas importantes de conservación. Yo espero que eso vaya en aumento. “Pero por lo pronto, la tasa de destrucción todavía supera mucho a la de conservación. Si no llegamos a establecer un equilibrio, a instrumentar realmente programas sustentables, quizás el panorama llegue a ser distinto. Al día de hoy, nuestra mayor amenaza, más que el cambio climático, es la destrucción del hábitat de las plantas y de los animales.”
Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional, Unidad Durango (IPN). — ¿Qué investiga ella?
Las especies que faltan por descubrir son endémicas
— Ella ha estado estudiando la flora y la vegetación de Durango, y en general de toda la Sierra Madre Occidental.
“Estas cinco o seis mil especies que faltan por descubrir no son plantas comunes; son endémicas, de hábitat limitado; están escondidas. De manera que si les toca estar allá en el cerro por desmontar, pues se acabó.”
— ¿Alguna otra persona que desee mencionar? — Las personas que se quedaron en nuestro lugar, en Ciencias Biológicas: María de la Luz Arreguín, que es la encargada del herbario de Ciencias Biológicas; Rafael Fernández Nava…
— ¿Cuál es la mirada de usted como botánico sobre sus especies? ¿Qué relación tiene con las plantas? ¿Cómo se vincula con ellas?
Afectación a la flora y fauna por modificaciones al ambiente — ¿Cuál es el punto en que nos encontramos en biodiversidad, en este momento, en relación con el cambio climático? ¿Qué expectativas hay para toda esta inmensa flora? ¿Hay algún temor sobre lo que pueda pasarle?
— Pues qué diría yo… amamos nuestro trabajo, lo hacemos con gusto. Somos privilegiados porque nos pagan por hacerlo. Yo creo que un trabajo serio de investigación, no solamente en la botánica sino en cualquier rama, tiene que conllevar esto; si no, no sirve de mucho.
— Hay temor frente al cambio climático, pero hay un temor más grande en el sentido de que no logremos conocer toda nuestra flora antes de que se extinga.
— ¿Qué le diría usted a los jóvenes que están empezando a buscar su camino en la investigación biológica y botánica?
— ¿Piensa que estamos ante algo inminente?
— Pues yo les diría que viven en un país extraordinariamente privilegiado. La diversidad que tenemos aquí de plantas, de animales, de comunidades vegetales, de procesos evolutivos es formidable.
— Estamos todavía en plan de destrucción, de modificaciones formidables al medio ambiente. La destrucción del hábitat de las plantas es cosa de todos los días. Aquí, por ejemplo, en Michoacán, en la actualidad estamos en el auge del aguacate. El aguacate se lleva los bosques. ¿Por qué? Porque costea más tener huertas de aguacate que explotar el bosque. Son hectáreas y hectáreas, cerros completos que se desmontan.
“No hay muchos lugares en el mundo donde se pueda encontrar esto. De manera que es una oportunidad magnífica dedicarse a la botánica. ¡Vale la pena!.”
El equilibrio es la biodiversidad — Alguna vez he pensado que existe una relación amorosa entre los árboles y los pájaros. Como si éstos fueran parte del árbol, como si nacieran de él; digo que son la parte del árbol que puede volar. ¿Qué pasa con las flores y las mariposas? ¿Hay un color de pájaro para un color de flor?
“También tenemos el tequila y los mezcales, que están muy de moda. Son productos de exportación muy importantes. Para mantener los plantíos de del IPN, con la tesis “La familia Cyperaceae en el Valle de México”). (Modificado de: http://es.wikipedia.org/wiki).
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apareció muy tarde en la evolución. Muchos otros organismos se han estado sucediendo. “Los más evolucionados sucedieron a los más primitivos, de manera que la vida se ha ido perfeccionando, tanto en el aspecto morfológico como en el del funcionamiento y la adaptación. Hay una mejor adaptación. Probablemente nunca ha habido tanta diversidad biológica en la Tierra como la hay ahora.”
— ¿Por ejemplo el colibrí, que tiene su piquito largo y entra en las caléndulas?
— ¿Millones de seres, no? ¿Y los que usted ha estudiado son los que están en la superficie de la Tierra? ¿O ha investigado también a las especies del océano?
— Así es, son adaptaciones que se han ido creando a través de años de evolución, para estos diferentes tipos de procesos.
— Nosotros más bien nos dedicamos a las plantas terrestres y a las superiores. Pero hay organismos más numerosos que las plantas. Los insectos tienen mucha más diversidad de especies que las plantas.
— ¿Pero no todo es así?—, le pregunto al observar en su rostro una mirada pícara. — Digo que no todo es amor y perfecta armonía en el medio viviente. También hay competencia. Existen procesos que se llaman antibiosis.
— ¿Quién investiga a los insectos en México? Tal vez haya poca gente, ¿no?
— ¿Cómo son?
— No lo crea, los insectos tienen mucho atractivo, tanto desde el punto de vista de su utilidad como porque algunos son perjudiciales; pero también por su belleza, por la parte estética.
— Algunos organismos secretan sustancias que impiden la vida de otros en ese lugar. Esos son los antibióticos, ¿verdad?, que nosotros usamos para nuestro provecho, para eliminar organismos de nuestro cuerpo. Pero el proceso viene de la naturaleza. Hay organismos que no necesariamente quieren convivir con otros. Al contrario, buscan eliminarlos. De manera que no todo es amor.
— ¿Y quizás tambien tengan algunas características diferentes de preservación? — Sí.
El género Bursera
— ¿Cuál sería el balance o el equilibrio? ¿Debe haber algún punto de equilibrio?
— ¿Qué podría decir de las especies de flora? ¿Hay algunas que sean extraordinarias por alguna razón? De todo lo que usted ha visto, que es inmenso, de todo lo que ha estudiado, ¿qué es lo que más le ha llamado la atención en relación con nuestra flora?
— Pues sí, el equilibrio es la biodiversidad.
La Evolución — A lo largo de todas estas eras geológicas ha habido diferentes especies. Unas mueren y desaparecen de la faz de la Tierra y otras aparecen en su lugar… Yo imagino que con los glaciares o con la meteorita que probablemente provocó la extinción masiva de las especies del Cretácico-Terciario, o con las erupciones volcánicas, desaparecieron múltiples especies del planeta, y volvió otra vez la vida como un experimento nuevo. Pero como si hubiera un proceso lento de transformación, a través de miles de años, que hace que vayan decayendo unas especies y prosperando otras. Si usted pudiera pasar la película rápidamente, veríamos un mundo en transformación extraordinario. ¿Cómo lo diría usted? — Entre lo que ha sucedido, ha habido transformaciones, pero en general ha habido un avance constante de la evolución. — ¿Las especies van evolucionando? — Sí, van perfeccionándose. Muchos de los organismos que vivieron hace cincuenta millones de años no eran tan sofisticados desde el punto de vista de su adaptación, de su perfeccionamiento. El hombre 49
J. Rzedowski
— (Sonríe) No, no, no precisamente. Son interacciones que se han ido creando y perfeccionando mediante lo que llamamos evolución de los organismos. Existen muchos tipos de simbiosis, de convivencia con provecho mutuo, de pares de organismos e inclusive de conjuntos de organismos. Pero no todo es necesariamente así.
— Personalmente he estado maravillado con la flora de México y con la enorme diversidad que tenemos aquí. Durante muchos años me he dedicado a un grupo de plantas que pertenecen al género Bursera, que son los cuajiotes y los copales.
— Eso no lo sabíamos.
— ¿Cómo son?
“Hay unas cuantas especies en Las Antillas; también llegan al norte de Sudamérica; algunas entran a Arizona y California. Pero el grueso está en México. De esas 90 especies, alrededor de 80 son endémicas de nuestro país.”
— El género Bursera tiene alrededor de unas 120 especies conocidas, de las cuales alrededor de 90 son mexicanas.
— Principalmente son árboles de tierra caliente, muy característicos de México, muy especiales. Más bien de clima no muy húmedo. Prevalecen sobre todo en la vertiente del Pacífico, que no es tan húmeda como la del Golfo. Y son un grupo que ha tenido también ligas con el hombre. Uno de los usos más importantes de los copales, sobre todo en tiempos prehispánicos, fue su utilización como incienso en las ceremonias religiosas.
— ¿Son endémicas porque se nutren de un suelo especial, de un aire particular? ¿Qué hace que las plantas sean endémicas?
“Todavía persiste ese uso en algunas partes. Y también hay una especie de Bursera que se emplea en la industria de la perfumería, que produce aceites esenciales de olor muy agradable, como es el linaloe. El linaloe se estuvo explotando en México a fines del Siglo XIX y principios del XX para abastecer las industrias de los cosméticos.
— Las plantas endémicas son las que no han tenido mucho éxito al expandirse… Se conservan en un ambiente limitado y son muy vulnerables. Si a ese ambiente le pasa algo, desaparecen. De manera que las plantas más comunes son las que han tenido más éxito para propagarse en diferentes ambientes; incluso en los modificados por el hombre. Los cuajiotes y los copales no soportan mucho la convivencia con las poblaciones humanas.
“Pero de las cosas que han pasado, unos ingleses se llevaron estacas de esos árboles a la India. Establecieron plantaciones de linaloe allá. Y ahora el mercado de la industria de la perfumería se abastece de la India, no de México.”
“Son árboles no muy grandes, en general. Miden alrededor de 6 a 15 metros de alto. Pertenecen a lo que se denomina como selvas bajas caducifolias. Se ubican principalmente en la depresión del Balsas y en la costa Pacífica.” 50
— ¿El herbario tiene su nombre?
— ¡Pues tienen su encanto grande! Varias tienen cortezas de colores brillantes, rojas o amarillas.
— Sí… allá está la colección de plantas de esta región. Es esencialmente de flora regional. Más o menos la mitad de los ejemplares que tenemos en este herbario son de aquí, de Querétaro, de Guanajuato, del norte de Michoacán, que es la zona que hemos estado estudiando. La otra mitad corresponde a plantas que provienen de otras partes de México y que recibimos a manera de intercambio con otros herbarios. Y ahora hemos estado creciendo más. De manera que ya no cabemos aquí, estamos muy apretados.”
— ¿Son como joyas? — Sí, que descuellan así, en el ambiente… (el doctor Rzedowski parece contemplar a las especies de Bursera con fascinación mientras las describe). — Usted está enamorado de esas plantas... ¿Podría mostrarnos algunas fotos de esas especies?
— ¿Cuántos investigadores hay en el Instituto de Ecología, A. C.?
— Déjeme ver si encuentro algo.
— Los investigadores que trabajan en forma activa en este centro son cinco. Nosotros dos ya renunciamos. Ya no trabajamos en forma activa. También hay varios técnicos académicos. Tenemos un amplio programa de publicaciones.
Mientras mi interlocutor enciende la computadora para buscar fotografías, comenta como a la ligera que tanto él como su mujer se han retirado formalmente del Instituto de Ecología. — Ah, pero no me contó cómo se vino a vivir a Pátzcuaro (lo interrumpo, sin hacer conciencia aún de la frase que me acaba de decir y, sobre todo, de sus implicaciones).
“Varias personas trabajan por contrato, con base en subsidios que obtenemos de otras partes. De manera que en total ya somos más de 20. Y alumnos también hay. De manera que definitivamente ya no cabemos. Así que el Instituto de Ecología adquirió el terreno anexo y el año pasado construyó.
— Bueno, una de las cosas que queríamos era huir de la Ciudad de México. No siempre es fácil, no todo el mundo puede ni quiere. De manera que tuvimos que esperar hasta que nuestras hijas mayores se casaran. Las dos se fueron al extranjero.
“Estamos por cambiarnos allá. El mes próximo estaremos instalados en el nuevo edificio. Todo lo que está aquí se va a demoler y se va a construir en este lugar la segunda fase del edificio.”
— ¿Qué estudiaron ellas? — Las dos estudiaron matemáticas en México, pero una de ellas fue a hacer doctorado en Estados Unidos. Otra, después de terminar la carrera se casó y se fue con su marido a Alemania, porque él trabajaba en la embajada de México en ese país. Ahora ya las dos están de regreso y viven en la Ciudad de México. Inicialmente nuestra idea era salir de la capital, e instalarnos en donde pudiéramos encontrar otro lugar. Finalmente nos decidimos por Pátzcuaro. Ya tenemos 27 años aquí.
— ¿Cuántos metros cuadrados tendrá el nuevo edificio?
“Desde el año de 1984 nos incorporamos al Instituto de Ecología, A. C., donde accedieron a nuestra petición de organizar un centro regional del Instituto, aquí en Pátzcuaro.”
— ¿Usted ha dirigido este instituto?
— ¿Cómo se fue construyendo este instituto de investigación? Me imagino que usted tuvo mucho que ver aquí...
— ¡Ah, el doctor Halffter! ¿Cómo lo conoció?
— No sé exactamente, supongo que alrededor de 1,000 metros cuadrados. — ¿Alguna universidad lo apoya? — El Instituto de Ecología, A. C. es coordinado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT).
— No, quien fundó y dirigió el Instituto fue el doctor Gonzalo Halffter.
— Él perteneció a una generación posterior a la nuestra; convivimos mucho con él en ese tiempo. Él es entomólogo.
— Pues fue todo poco a poco. Primero iniciamos en nuestra casa. Después buscamos otro lugar más amplio, para poder ir acomodando las colecciones y ofrecer espacio a más colaboradores. Finalmente dimos con esta casa, que es particular. — ¿La compraron ustedes?
“Estudia insectos, principalmente del grupo de los escarabajos. Y últimamente se ha dedicado a problemas de la biodiversidad a nivel nacional y mundial. Él fue de los primeros, o el primero, que creó las instituciones de la biosfera en México.
— Primero la rentó el Instituto, después la compró… y después se construyó el edificio anexo, que es el herbario, en donde tenemos la colección de plantas…
“También fundó el Instituto de Ecología de Pátzcuaro… Y sigue activo, vive en Xalapa. Yo creo que debe tener cerca de 80 años.” 51
J. Rzedowski
— No son tan bonitos, ¿o sí?
— ¿Y usted cómo se siente, después de todo esto que ha vivido? ¿Está contento?
— Qué tan importante es, ya se dirá más tarde. Pero sí, es una satisfacción. Hemos tenido muchos alumnos. Hemos tenido proyectos de trabajo muy amplios. Y algunos, afortunadamente, los pudimos terminar.
— Sí, sí, ya lo creo que estoy contento. Desde luego, pues la edad tiene sus problemas. — ¿Tiene problemas de salud?
— Yo lo veo feliz, contento. Además, ha tenido reconocimientos últimamente, ¿no?
“Ya sabemos que no podremos concluir el de la ‘Flora del bajío y de regiones adyacentes’; como le dije, comprende Guanajuato, Querétaro y el norte de Michoacán. Es el inventario de todas las plantas vasculares de esta región. Iniciamos cuando llegamos aquí, en 1985, y apenas estamos rascando 40% de avance.”
— Reconocimientos sí hemos tenido. Aunque no nos calientan mucho los reconocimientos.
Los inventarios florísticos no tienen suficiente reconocimiento
— ¿Por qué lo dice? ¿No son lo más importante de la vida?
— ¿Por qué lo dejaron? ¿Existe algún impedimento?
— Estamos con problemas de salud, sí. Pero ahí vamos, saliendo adelante…
— Se trata de un proyecto cooperativo, en el que se requería la colaboración de botánicos mexicanos y de algunos del extranjero. Pensábamos que teníamos suficiente capacidad en México como para iniciar un proyecto así.
— No lo son. Y además, son una especie de recordatorio de que ya es tiempo de ir dejando la cosa… — ¿Por qué piensa así?
“Pero comenzaron a funcionar las comisiones evaluadoras de la labor científica. Nuestro trabajo no tiene mucho reconocimiento en ese ámbito, no aprecian nuestras contribuciones. De manera que no hemos tenido suficientes colaboradores, porque la gente prefiere hacer otras cosas que dedicarse a esto.”
— Pues, así es… — Bueno, hay quien tiene la dicha de realizar parte de lo que soñó, pero no todo mundo tiene ese privilegio... ¿Cómo ve su vida después de todo este tiempo? ¿Se siente satisfecho con todo lo que ha logrado?
— ¿Estaríamos hablando de un problema relacionado con la política de investigación?
— Pues qué le diría… me da mucho gusto que pude devolverle a México la hospitalidad que me dio. Pude contribuir con algo.
— Sí, la política actual favorece la publicación en el extranjero. No reconoce los libros que hablan de la
— Algo muy importante...
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— El descubrimiento de especies, la catalogación...
Mientras recorro la avenida Lázaro Cárdenas en mi auto, aún puedo mirar su rostro apacible, su mirada luminosa y ese carácter de hierro que le permitió continuar su viaje por el mundo de las plantas. Nos quedará su nombre en muchas de ellas.
— Los inventarios florísticos en general no tienen interés. — ¿Tendría que haber una política que tuviera una apertura hacia estos temas, para darle la importacia que merece este trabajo? — Nosotros seguimos adelante, pero no hemos tenido toda la colaboración con la que creíamos que podíamos contar. — Se estaría retrasando el conocimiento de la flora en México. ¿Se ha dicho esto? — Sí. Y no ha pasado nada. ¡Nada! Es una moda tremenda la que hay ahora en las comisiones dictaminadoras, tanto de las diferentes universidades como incluso de nuestra misma institución. Nosotros seguimos adelante. Desde luego es una tristeza saber que no veremos terminado el trabajo, pero…” — Este mundo es muy duro. Supongo que usted lo sabe perfectamente. ¿Pero mantiene la fe en su estructura de hombre de ciencia? — Sigue activa, sigue viva. — ¿Y cómo siente esa fe? ¿Lo levanta cada día? ¿Lo ayuda ante estos problemas de política administrativa que echan por la borda proyectos importantes? — Pues sí, sí, sí. Es un ambiente desfavorable en el que estamos incrustados. Pero nuestra idea es que se trata de una moda, que esto es pasajero. Que tendrá que regresar la razón. — ¿Piensa seguir aquí en Pátzcuaro? Ya es como su otra tierra, ¿no? ¿Lo conocen todos? — No hemos socializado mucho. Hemos tenido colaboradores de Pátzcuaro, con quienes hemos convivido y que nos han ayudado muchísimo. Estamos también agradecidos con Pátzcuaro. — Su sueño que sigue... ¿cuál sería? — Pues a estas alturas ya es difícil planear mucho para el futuro. — ¿Pero si pudiera hacerlo, qué le gustaría hacer? — Lo mismo. Me despido del doctor Jerzy Rzedowski sintiendo una profunda emoción, mientras veo que él da vuelta a la cerradura de la puerta de metal pintada de blanco que aún da entrada al Instituto de Ecología, A. C., de Pátzcuaro. Tomado de la mano de su esposa, y acompañado de su hija Ana, lo veo salir, despedirse en silencio de la casa en donde llevó a cabo muchos 53
J. Rzedowski
de sus proyectos de investigación durante los últimos años. Caminan despacio los tres, conversando, aceptando la nueva realidad del país. Esperando que tal vez…
flora sino los artículos de trabajos científicos. Eso es lo que cuenta para promover a los académicos en México. Y como lo nuestro no da puntos…
Arturo Gómez-Pompa El doctor Arturo Gómez-Pompa ha sido pionero en la creación de múltiples instituciones que han abierto las fronteras del conocimiento en torno a nuestro patrimonio natural. Durante el vigésimo aniversario de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad fue justamente reconocido por su contribución al conocimiento de la biodiversidad; sus esfuerzos pioneros, en la séptima década del Siglo XX, al introducir la computarización de las colecciones científicas, especialmente de los herbarios; su aportación al estudio de la flora del Estado de Veracruz; la formación de ecólogos mexicanos, y su empeño en la promoción de instituciones de investigación. Pocos mexicanos podrían equipararse con este científico en todo el trabajo desarrollado por él a lo largo de su vida en tantos y diversos proyectos llevados a buen fin. Actualmente, el doctor Gómez-Pompa es miembro del Consejo Directivo del American Institute of Biological Sciences (AIBS), del Comité de Premiación de la Academia de Ciencias del Tercer Mundo; del Comité Asesor Científico Internacional del Instituto Nacional de Biodiversidad (INBIO, Costa Rica); del Consejo Ejecutivo del Premio Tyler y presidente del Consejo Directivo de la Reserva Ecológica El Edén, A. C. En el pasado fue fundador y director ejecutivo interino de la Fundación México-Estados Unidos para la Ciencia; vicepresidente de la Comisión de Sobrevivencia de Especies de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN); presidente del Consejo Internacional de Coordinación del Programa MAB de la UNESCO; fundador y miembro del Consejo Directivo de PRONATURA, A. C., e investigador honorario de diversas universidades e institutos de investigación. Asimismo, fue miembro de las siguientes instituciones: Junta de Gobierno de The Nature Conservancy; Comité Asesor del Comité de Ciencia, Espacio y Tecnología de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos (United States House of Representatives), y del Consejo de la Smithsonian Institution de Washington. Entre los principales encargos que el doctor Gómez-Pompa ha desempeñado destacan la asesoría y coordinación académica del Convenio entre la Universidad Veracruzana y la Universidad de California Riverside para el establecimiento del Centro de Investigaciones Tropicales de la Universidad Veracruzana (CITRO) y la cátedra de botánica en la Universidad de California Riverside. Asimismo, fundó y dirigió el Instituto de Investigaciones sobre Recursos Bióticos, en Xalapa, Veracruz (INIREB). Fue jefe del Departamento de Botánica del Instituto de Biología y profesor de Ecología y Botánica en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México. Es profesor emérito de Botánica en la Universidad de California, Riverside. La presente conversación se llevó a cabo el martes 11 de diciembre de 2012, en su departamento de Polanco, en la Ciudad de México.
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“Permisos de deforestación para desarrollar la ganadería, derivados de políticas gubernamentales, trajeron como consecuencia la transformación de las selvas, primero, en intentos de sitios con fines agropecuarios, y posteriormente en acahuales, porque muchos de los procesos no funcionaron bien y se abandonaron los campos abiertos. Gran cantidad de áreas en la costa del Golfo, de Veracruz hasta Campeche, son ahora acahuales abandonados. Lo hemos dicho tantas veces, pero no sucede nada. Se tumbó una enorme cantidad de selvas, pero la gente sigue tan pobre como antes y las selvas se fueron.” Arturo Gómez-Pompa.
El doctor Arturo Gómez-Pompa comenta en su biografía que su actividad como investigador se corresponde con épocas críticas del desarrollo de la botánica, la conservación de la naturaleza y la ecología tropical en México. Y que en dichas épocas jugó un papel protagónico que lo instó a convertirse en un líder “accidental” participativo. Durante la presente conversación él nos relata, en su peculiar estilo verbal, cómo sucedió:
do de resolver el problema, rompiéndome la cabeza… y claro, en ese tiempo yo no sabía nada de todo este asunto, ni mucho menos que existían equipos que permitían hacer ese tipo de acciones. Lo que sí aprendí fue la importancia del proceso de la transmisión neuromuscular. “Y terminé, pero con una linda amistad con el doctor Negrete, que continuó hasta fechas recientes. Él se jubiló en la UNAM ya hace muchos años y ahora es profesor e investigador en inteligencia artificial en la Universidad Veracruzana. Y ahí me lo encontré otra vez.”
— De lo que yo recuerdo, entré en la carrera de biología en la Facultad de Ciencias. Había pensado ser médico, pero me di cuenta de que no era mi vocación, porque tenía mucho interés en la investigación. Al principio tuve unos años un poco decepcionantes y cursos bastante memoristas, pero algunos maestros extraordinarios me permitieron no solo mantenerme en la carrera sino trabajar en la ciencia. Uno de ellos fue el doctor José Negrete Martínez, fisiólogo, que por ese tiempo era bastante joven. Él nos hizo entender lo que era la ciencia. Fue un maestro inquisitivo en todo el proceso. Y eso fue lo que a mí me gustó.
Al terminar la carrera, el joven Arturo Gómez-Pompa se preguntó en qué podría trabajar, pues las posibilidades eran escasas. Durante un tiempo dio clases de biología en el Instituto Patria, en Polanco, pero se dio cuenta de que “no quería ser el profesor de una escuela en la que se trataba más de disciplinar a los muchachos que de ponerlos a trabajar.” Posteriormente, buscó obtener una beca para estudiar bioquímica en una universidad de Estados Unidos o de Inglaterra, pero no lo logró.
“Ese interés por la fisiología, que era más un interés por la ciencia, en cuanto a lo que representaba entender un problema y buscar la forma de resolverlo, me pareció sumamente atractivo. Tan fue así que me ofrecí con él para ayudarlo por las tardes en su laboratorio del Instituto de Enfermedades Tropicales, allá por el Politécnico. Me recibió muy bien, con su trato extraordinario, como si fuera yo un investigador. Me decía, ‘bueno, aquí el problema que le voy a usted a proponer es el de la transmisión de fibra única neuromuscular’.
“Mi pretexto era que había hecho una tesis profesional sobre el estudio de la actividad ribonucleásica durante la germinación del maíz. En ese tiempo, apenas hacía unos cuántos años que se había descubierto que los ácidos nucléicos eran la base de toda la herencia. “Así que la tesis tenía las componentes de la fisiología, la bioquímica y la parte genética, y había sido dirigida por un químico extraordinario del Instituto de Biología, el doctor Juan Roca Olivé. Pero no conseguí chamba ni tampoco la beca para estudiar la maestría en Europa. Entonces, por casualidad, en una fiesta de recepción que organizó un compañero de la facultad que se acababa de recibir, estaba un maestro que después jugaría un papel fundamental en mi vida, el doctor Faustino Miranda. Botánico, de origen español, nacionalizado mexicano. ¡Extraor-
“Se trataba de aislar solo una fibra… los nervios tienen muchas. La idea era ver la acción de las diferentes sustancias químicas en la transmisión de lo neuromuscular. Pues ahí estuve, semanas, meses, y no podía y no podía. Todo tenía que hacerlo a mano… ¡había que tener un pulso…! y en realidad nunca pude. Pero me ayudó estar en ese laboratorio tratan59
A. Gómez-Pompa
El barbasco, detonador de la investigación sobre las selvas tropicales en México
destacado. Fui a verlo y, al conversar con él, me di cuenta de que el señor sabía horrores de plantas, y yo no sabía absolutamente nada. Digo, mis cursos de botánica habían sido bastante mediocres, fundamentales. Él traía un listado de plantas y me preguntaba si yo las conocía. Y yo no podía siquiera fingir que las conocía, porque él se había dado cuenta de que yo no sabía nada. ¡Esa fue la mera verdad!, pero sí vio mi entusiasmo. Yo le dije que me había enviado el doctor Miranda. Y ya después me puse a leer sobre las plantas, y sí eran muy interesantes. Entonces me dije, ‘no sé mucho, pero voy a aprender’.”
dinario intelectual! Estaba allí, en esa fiesta, en el jardín. Yo ya lo conocía, porque alguna vez fui a una excursión de campo a Chiapas con un grupo de alumnos y allí lo encontré; pero en aquella ocasión no tuve la oportunidad de tratarlo. “El doctor Miranda había fundado el Instituto Botánico de Chiapas1 y vivió en ese estado durante muchos años. Acababa de volver al Instituto de Biología de la UNAM, como profesor-investigador. Así que en algún momento, durante la reunión, él nos dijo, ‘a ver, jóvenes, hay una oportunidad para un puesto de botánico en unos laboratorios farmacéuticos. Si a alguno de ustedes le interesa, dígamelo, porque yo le puedo recomendar’.
— ¿Qué edad tenía usted? — ¡Uyyyy!, 21, 22 años. Estaba yo recién salido de la carrera. ¿Y qué sucedió, qué pasó, por qué le caí bien? ¿O fue por el doctor Miranda? Quizás dijo: ‘Si Miranda lo recomienda, a lo mejor puede aprender’. Y me contrató para estudiar el barbasco, que es una especie de la familia Dioscoreaceae, que está en México. Existen muchas especies diferentes, y se ubican fundamentalmente en el trópico. De esta planta del barbasco es de la que se extrae la diosgenina, de la cual se hacen diversos esteroides, pero la cuestión es que nadie sabía nada sobre esa planta. Se sabía de su existencia en algunas localidades donde se había colectado en el pasado, pero nada más.
“Ahí estábamos todos. Y yo, sin pensarlo mucho, me dije: ‘laboratorios farmacéuticos, química, entonces a lo mejor está ligado con lo que más me gusta’. Y dicho y hecho, dije en voz alta: ‘Doctor Miranda, a mí sí me interesa’. ‘Pues pase usted a mi oficina mañana en la mañana’. Así lo hice. Fui a hablar con él y me dijo que se trataba de estudiar una planta del trópico de la que no se conocía mucho, y que era la base de una industria importantísima y nueva en México, la de los esteroides. Y el laboratorio que andaba buscando a un botánico era Farquinal, una empresa estatal perteneciente a la Industria Nacional QuímicoFarmacéutica.
— ¿Se conocía la química de la planta?
“El gerente general de Farquinal era el doctor Francisco Giral González2, un fitoquímico español muy
— Se conocía, pero no se sabía de su distribución ni de su abundancia, ni por qué crecía donde crecía. Y tampoco se sabía si había otras especies tan buenas que pudieran usarse. Me pareció muy interesante el asunto. Empecé a trabajar como botánico de los laboratorios Farquinal.
1 En relación con la creación del Instituto Botánico, el doctor Faustino Miranda escribió: “Es una institución original en México y aún en gran parte de América. Han existido y existen Museos de Historia Natural y ha habido intentos de jardines botánicos en México que han fracasado, probablemente por haber sido establecidos en tierras frías, con el enorme costo que esto representa; pero nunca ha existido en México, y en pocos de los países americanos existe, una institución botánica viva, completa, que reúna las funciones educativas, técnicas y de investigación como el Instituto Botánico de Chiapas.” El Jardín Botánico “Dr. Faustino Miranda”, de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, es el más antiguo de los jardines contemporáneos y el primer Jardín Tropical de México. Está enclavado en el centro de la ciudad, dentro de un ambiente de selva baja caducifolia, y se caracteriza por exhibir especies nativas de la región central del Estado, con énfasis en las especies endémicas, amenazadas o en peligro de extinción. (Modificado de: http://www.chiapas.gob.mx/sabias-que/el-jardin-botanicofaustino-miranda-exhibe-mas-900-especies). 2 Francisco Giral González nació en Salamanca, España (6/07/1911). Fue químico farmacéutico y docente. Se exilió en México como resultado de la Guerra Civil Española. Fue profesor en la Facultad de Química de la UNAM desde su llegada al país y vivió hasta su muerte en la Ciudad de México, en 2002. Fue reconocido como uno de los grandes científicos mexicanos del siglo XX. Recibió el reconocimiento de doctor Honoris Causa en 1988 por la UNAM. Hizo aportaciones singulares en el campo de la síntesis química de los esteroides. Descubrió algunas moléculas derivadas de productos vegetales regionales. Una de esas moléculas recibió su nombre, la Giralgenina, que es un derivado esteroidal de origen fitoquímico, importante para la fabricación de ciertas substancias anabólicas. También descubrió otra molécula de origen fitoquímico, que se denominó Cardenagenina, en honor del general Lázaro Cárdenas del Río, quien facilitó el exilio en México de un gran contingente de españoles que salieron de su tierra natal derivado de la guerra civil. (Modificado de: es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Giral)
“El doctor Giral me mandaba al campo con sus proveedores, en Los Tuxtlas, Veracruz, y en Tuxtepec, Oaxaca. En toda esa zona había muchísimo barbasco. Visité los campos de explotación, los sitios de donde lo sacaban y preparaban para mandarlo al laboratorio. ¡Eran toneladas! Y yo creo que allí nació mi primera admiración por la biodiversidad de México. Porque cuando me hablaron del barbasco se refirieron a una especie, la Dioscorea composita. Pero cuando me metí a la literatura, encontré que México tenía muchas especies de Dioscorea. Ahorita no recuerdo el número de dioscoreas que existen a la fecha, pero son más de 60. “Se distribuyen en el Sureste y en todas las partes húmedas de México. Entre todas esas estaban varias con diosgenina y escogimos cuatro para estudiar su ecología (Dioscorea composita, D. floribunda, D. spiculiflora y D. mexicana). La que se usó inicialmente fue la Dioscorea mexicana, a la que también llaman ‘cabeza de negro’, porque tiene un rizoma, una parte de su tallo engrosada, grandota, como una cabeza que está sobre la superficie de la tierra y de ahí salen los tallos trepadores. “La ‘cabeza de negro’ empezó a no usarse porque al estar en la superficie la arrancaban totalmente y no había posibilidad de que se regenerara y con ello se 60
— Más chicas que una uña... — Sí, sí. Hay unas más grandes, pero la mayoría era de milímetros. Empecé a meterme a la literatura, a estudiar las especies, y encontré que había un tratado de dioscoreas del mundo, de un botánico alemán, R. Knuth. Con la mala pata de que sus descripciones estaban en latín. Pero bueno… empecé a aprender. Y esa fue mi primera entrada para darme cuenta de la biodiversidad, de por qué México tenía tantas especies endémicas de dioscoreas. Otras partes del mundo no tenían tantas. Éramos privilegiados. Y la Dioscorea composita fue el disparador de la enorme industria de esteroides que, hasta la fecha, sigue siendo una de las más importantes del mundo.
— ¿Esa se daba en un árbol? — Crece en las selvas altas perennifolias de México, y también en los acahuales o vegetación secundaria. El rizoma de la Dioscorea composita está debajo de la tierra y se ramifica. Los tallos de la planta salen a la superficie y trepan a los árboles; crecen buscando la luz hasta arriba de los más grandes árboles de la selva.
“Resulta que todas las especies que contenían abundantes sapogeninas para producir hormonas estaban en México. Estaba la Dioscorea composita o barbasco, la Dioscorea mexicana o ‘cabeza de negro’, la Dioscorea floribunda (de color amarillo, que tenía sapogeninas y le llamaban barbasco amarillo). Y así otras… Empecé a aprender sus nombres comunes. Eso me metió de lleno a colectar las dioscoreas y a entenderlas. Al cabo de un año de estar trabajando, ya empezaba a conocerlas bien. Me estaba convirtiendo rápidamente en un experto en dioscoreas.”
— ¿Es una especie de enredadera? — El bejuco es una enredadera. El primer reto que tenía yo era cumplir con la petición del doctor Giral de estudiar a la Dioscorea composita, y de colectar otras dioscoreas. Pero me encontré con el problema de cómo distinguir a una especie de otra. Pedí ayuda al doctor Miranda, quien me llevó al Herbario Nacional en la UNAM, sacó los ejemplares de herbario secos de distintas especies y me dijo, ‘aquí están estas especies, haga sus notas’. En ese tiempo no había ninguna otra posibilidad más que hacer fotografía o descripciones… ¡a mano! Empecé a revisar todos los ejemplares de las diferentes especies. Y aquí me metí en un problemón bárbaro, porque no sabía cómo distinguirlas. Le preguntaba al doctor Miranda, ‘¿cómo hace usted para distinguir una especie de otra? ¡Son igualitas!’ Todas tienen las hojitas acorazonadas y todas son bejucos. ‘Es la flor, Arturo. Es la flor’. Uyyy, ¡y la florecita era pequeñísima! ¡Cómo diablos iba yo a encontrarla! Había que salir al campo, buscar la planta y ver que tuviera flores, y éstas eran tan chiquitas que se hacía difícil ver incluso cuántos estambres tenían.
El descubrimiento de lo biodiverso — Al parecer, usted empezó a conocer la biodiversidad por el último eslabón. Un botánico va al campo, colecta sus plantas, anota sus características, las relaciona y aprende de ellas; pero usted respondía a la necesidad de un laboratorio, que normalmente es quien utiliza un producto que ya ha sido extraído de la naturaleza para hacer medicina o cualquier otra cosa. — Desde el punto de vista de la química fue un reto. Me fui enterando de la diversidad de las dioscoreas, y de la diversidad dentro de la misma Dioscorea composita.
— ¿Qué tan pequeñas eran? — De milímetros, tres o cuatro.
“Econtré que en algunos lugares le llamaban de una forma y en otros de otra. Como yo andaba en el campo con los colectores del barbasco, veía que el mismo barbasco en un lugar era de color blanco, y en otros de color mamey o café rojizo obscuro. Entonces había diferencias. Al llevar las muestras al laboratorio, encontramos que unos ejemplares contenían más diosgenina que otros, o la tenían más pura.” — ¿Cuáles eran mejores, las blancas? — No, las rojas. Todas las que colecté fueron analizadas en Farquinal, y se vio que los rizomas de color melón eran los que más diosgenina contenían De ahí, la industria del esteroide empezó a crecer. Había seis o siete laboratorios gigantescos. En SINTEX, quizás el más famoso, fue donde sus químicos participaron en la investigación del uso de la diosgenina para convertirla en distintos esteroides, entre ellos la píldora anticonceptiva. Ese barbasco me llevó al Istmo de Tehuantepec. 61
A. Gómez-Pompa
acababa rápidamente la materia prima. Este hecho alertó a los laboratorios, ya que el suministro de una región se lograba solo una vez y la especie no era abundante. Aunado a esto, la extracción de la diosgenina era más complicada en esta especie que en la Dioscorea composita.”
Conocer para aprovechar “Esos laboratorios solicitaban permisos para comprar barbasco en el Sureste del país y exportarlo. Tocó la afortunada casualidad para México, de que el presidente Adolfo López Mateos nombrara como subsecretario forestal al doctor Enrique Beltrán, un reconocido biólogo que enfrentó el problema de los permisos. Uno le pedía cien toneladas; otro mil. “Y él, consultando con sus amigos y colegas, que eran el doctor Miranda y el ingeniero Efraín Hernández Xolocotzi —otro personaje de la historia de la botánica en México—, le dijeron que había que hacer un proyecto de investigación sobre los barbascos, para que, con base en la información que se obtuviera, pudieran darse los permisos. Como estaban las cosas en ese momento, nadie sabía en dónde estaban ni qué tanto éstos se podían explotar sin que se extinguieran. “El doctor Beltrán citó a los representantes de todos los laboratorios y les dijo: ‘Señores, ustedes piden permiso para extraer barbasco y de esto no sabemos casi nada. Les voy a pedir que por cada tonelada que saquen, una cantidad se destine al Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, que se acaba de formar, para estudiar la especie’. “Todos aceptaron. Fui a darle la noticia al doctor Giral, quien me dijo, ‘perfecto, Arturo, tú vas a ser el representante de Farquinal’. Cada compañía nombró a una persona como representante para constituir la Comisión de Estudios sobre Dioscoreas. Aunque todos eran muy buenos químicos, se dieron cuenta de que yo era quien más sabía del barbasco y decidieron nombrarme director de la Comisión, lo que fue avalado por Beltrán, Miranda y el ingeniero Hernández Xolocotzi. ¡Para México fue importantísimo contar con una comisión que llevara a cabo estudios botánicos sobre estas especies!.”
rukhán, Mario Sousa Sánchez y Jesús Manuel León Cázares. Luego ya vinieron otros. Empezamos a trabajar con ellos en la definición de sus proyectos de tesis, que se convirtieron después en proyectos especiales de la Comisión. Ellos ayudaban en los muestreos de la vegetación y de los barbascos.”
El nacimiento de la ecología tropical mexicana
— ¿Ese fue el origen del ‘boom’ de las cortisonas? — Entre más barbasco querían más pagaban y más trabajos hacíamos. Nos dimos cuenta de que para poder entender al barbasco había que estudiar la vegetación tropical del Sureste. Y como nosotros teníamos el control de todo el proyecto, podíamos hacerlo. Además, teníamos el dinero, las camionetas y los viáticos… no nos faltaba absolutamente nada. En ese proceso, la siguiente fase fue ver quién iba a trabajar en las brigadas y en los estudios.
“En ese tiempo esos trabajos respondían a los problemas que veíamos en el campo. Y no nos dábamos cuenta de que en realidad estábamos abriendo todo un campo nuevo de investigación científica en el mundo. “La ecología tropical mexicana nació allí, con algunas ideas nuevas de realizar estudios para probarlas. Un ejemplo fue la notable tesis de José Sarukhán, que hizo un estudio cuantitativo del proceso sucesional temprano. ¡Fue un trabajo extraordinario! Ahorita se le considera como un clásico de la ecología tropical mexicana. El trabajo principal consistía en hacer muestreos de la vegetación en parcelas fijas de 500 a 10,000 metros cuadrados, dependiendo de la edad del acahual o el interés del sitio.
“Yo ya tenía más o menos una idea de lo que teníamos que hacer. Ya lo había hecho yo solo, finalmente. Se integraron algunos candidatos de la Escuela Antonio Narro, de Saltillo; llegaron unos cuantos jóvenes de Chapingo, y yo me puse en contacto con la Facultad de Ciencias en la UNAM para jalarme a algunos biólogos. Entre ellos vino el doctor José Sarukhán, que habrá tenido por ese tiempo entre 18 y 20 años.
“Colectábamos árbol por árbol, arbusto por arbusto. Preparábamos los ejemplares de herbario, para identificar las especies y, en especial, para conocer si había barbasco o no en esos cuadros y en qué cantidad.”
“Invité a varios biólogos de la UNAM para hacer su tesis en la Comisión. Los primeros fueron José Sa62
“Se llevaban los paquetes al herbario de la Comisión, en donde hacíamos los primeros intentos para identificar las especies colectadas, basándonos en identificaciones previas y en nombres comunes. Afortunadamente muchas especies se repetían con frecuencia. Y de las que no podíamos identificar, pedíamos ayuda al doctor Miranda y él les encontraba el nombre científico.
— Sí, veíamos si había barbasco, y buscábamos su relación con el tipo de selva o acahual en la que estaba presente. Entramos en una fase muy complicada, tratando de entender los diferentes tipos de vegetación y las comunidades primarias en el sureste de México. Fue un trabajo realmente difícil.
“Como los ejemplares colectados eran en su mayoría sin flores ni frutos, su identificación solo era posible por un experto (el doctor Miranda), o por nosotros, con los nombres comunes y la comparación en el Herbario Nacional.
— ¿Cuántos estudiantes participaban? — Teníamos hasta tres y cuatro brigadas trabajando en el campo. Cada brigada estaba integrada por dos o tres personas. Contábamos con muy buenos guías locales, que eran la base de todo el trabajo.
“Lo importante era entender en dónde había barbasco y en dónde no, tanto en las comunidades primarias como en las secundarias. Había una cantidad enorme de especies, de las cuales no teníamos la menor idea; buscábamos en la literatura y no existía información acerca de ellas, o había muy poca. Usábamos un libro muy famoso como biblia de cabecera: Árboles y arbustos de México, de Paul C. Stanley. Pero no existían inventarios florísticos.”
“Si no fuera por ellos, nunca hubiéramos podido hacer nada. ¿Por qué? Porque yo me paraba en una selva, ¡y era el experto! ‘Este árbol qué es, quién sabe; y este otro qué es, pues quién sabe. Y aquél, pues tampoco’. ¡Nada! Eran sitios completamente nuevos para la ciencia, sin estudios previos. “¿Qué hicimos? ‘Este árbol, ¿lo conocemos? No. Tú, Agapito (el guía local), ¿lo conoces? «¡Sí, es el sombrerete!» Ah, muy bien, apúntenlo, sombrerete. Bajen el ejemplar de herbario’. Lo veíamos, y a partir de ahí empezábamos a conocerlo. Después, cuando venía la identificación, resulta que el ‘sombrerete’ era la Terminalia amazonia. Pero como te puedes imaginar, la cantidad de material para identificar era increíble.
— ¿En qué año sucedió esto, más o menos? — Estamos hablando de un periodo que va de finales de los años 50 a principios de los 60. Las obras más importantes eran las que había hecho el doctor Miranda en Chiapas. Cuando entramos a la selva chiapaneca ya contamos con más información de sus libros, pero en otros lados no.
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— ¿Establecían la relación entre el barbasco y la vegetación?
“Algunos mandaron una carta de recomendación y gané la beca Guggenheim para irme un año a estudiar a Harvard. Estuve en los herbarios identificando muchas de las plantas. Escogí una de las regiones que había estudiado para el barbasco como tema de tesis. Y fue así que me convertí de fitoquímico o fisiólogo, en botánico y ecólogo, y ello consolidó mi interés de por vida por las plantas y por la biodiversidad.”
“Pero esos fueron los momentos en los que me di cuenta, con asombro, de la diversidad de especies que existían y de la complicación que teníamos para poder identificarlas por falta de estudios e investigaciones. Pensaba yo: ‘Si toda esta gran industria de esteroides nace de una planta silvestre, cuántas otras más habrá por ahí que simplemente no han sido estudiadas para fines prácticos’. ¡De ahí nació mi interés por la conservación de la naturaleza, porque era evidente que sobraban motivos para conservar las especies!.”
San Antonio Tlatlaya
La beca Guggenheim
— ¿Misantla es el lugar a donde llegaba usted en avioneta?
“El trabajo continuó. Ya contábamos con una metodología a seguir. Y entonces decidí, por influencia del doctor Miranda, entrar al doctorado en la Facultad de Ciencias. Organizaba mi tiempo para tomar los cursos y para hacer la investigación. Más adelante, a mediados de los 60, Miranda me sugirió que debía irme a terminar mi tesis doctoral fuera de México.
— ¡Uy, no!, en avioneta iba yo a muchos lugares. Uno de los viajes más memorables fue el que hice a un lugar en el Estado de México, cercano a Guerrero, a buscar la Dioscorea gallegosi. El poblado se llamaba San Antonio Tlatlaya; y ahí no se llegaba más que por camión carguero o avioneta. Había una pista ahí, cerquita del pueblo.
“Yo soñaba con especializarme, con tener la oportunidad de ver las cosas en el extranjero, con conocer algún herbario fuera de México. Le dije a Miranda, ‘bueno, y quién me va a pagar eso. Digo, el avión…’ «No, me dice, yo creo que usted debería solicitar una beca Guggenheim. Aunque está usted muy joven, todos los trabajos que ha hecho son muy nuevos»’. Y bueno, él ya había ganado esa beca y conocía a varios botánicos que habían sido becarios de la Guggenheim.
“Es solo una anécdota, no tiene mucho que ver con la biodiversidad, pero es simpática. Un amigo mío que estaba terminando la carrera de medicina, me acompañó. Le dije, ‘vamos, voy a buscar una planta que está en un cerro’. «Vale, me dice, yo te acompaño»’. “Llegamos a Toluca, rentamos la avioneta, que era de carga y pasaje para zonas rurales; aceptaban incluso gallinas. Al llegar a San Antonio Tlatlaya buscamos el cerro y contraté un guía. Todo fue rápido; encontré la planta, saqué las muestras para su análisis.
“Hice mi propuesta para terminar lo que sería mi tesis doctoral, que versó sobre los ‘Estudios botánicos en la región de Misantla, Veracruz’. Antes yo había sido enviado por Miranda para atender a varios botánicos extranjeros, amigos de él, que venían a México. Era yo digamos su ‘achichincle’ y su guía. Hice gran amistad con varios de ellos.
“De regreso fuimos a esperar la avioneta, que prometió estar por nosotros a las 3 pm y nunca regresó. Ya era de noche y no traíamos ni ropa. Nos acercamos al pueblo, para ver dónde podíamos quedarnos, y no encontramos nada. ‘En el billar, a lo mejor les dan chance’. Fuimos allí y nos dijeron, ‘si
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— ¿Cómo se usaban estos principios químicos de los hongos?
“San Antonio Tlatlaya... Creo que se llama así. No me vaya a confundir con otro pueblo, pero creo que era ése. La gente nos veía como bichos raros. Se enteraron de que mi amigo era médico y comenzaron a pedir consulta, porque no había médicos en el pueblo. Me decía mi amigo: ‘Arturo, y ahora qué hago’. «Pues lo menos que puedes hacer es escucharlos y sugerirles alguna medicina»’. ¡Se formaban cooolas para la consulta! Él es ahora un famosísimo médico, ex presidente de la Academia Nacional de Medicina, y un hospital del IMSS lleva su nombre: Antonio Fraga Mouret. Total, allí pasamos esa noche.
— Nunca supe con detalle cuál fue el empleo farmacéutico de los alucinantes. Se utilizaban como narcóticos, como drogas, como la mezcalina del peyote. “En cuanto a su aplicación farmacéutica, tengo entendido que se hicieron muchos estudios. Yo no soy experto en eso, no sé si exista alguna aplicación directa, pero sí había mucho interés porque eran de las drogas psicotrópicas que activan el cerebro. Y para las enfermedades mentales siempre andan buscando cosas nuevas que puedan ayudar; cualquier sustancia nueva neurotrópica puede tener un interés medicinal.
“Al día siguiente no llegó la avioneta y terminamos por treparnos en un camión de redilas que llevaba costales con maíz y puercos, y salimos hacia Arcelia, Guerrero…”
“Era el gran descubrimiento de ese tiempo. Me contrataron y me fui también en una avioneta a Huautla de Jiménez, Oaxaca. Ahí estuve dos o tres semanas, conectándome con diferentes personas para buscar los hongos.
— ¿Nunca supieron qué fue de la avioneta?
“El problema que tenía yo con los hongos era peor que con el de las dioscoreas, porque eran pequeñitos y todos se parecían entre sí. Pero con buena información que obtuve antes de ir al viaje y pláticas con la gente que conocía los hongos allí en Huautla, conseguí por fin a un campesino muy conocedor, que me acompañó. Y gracias a él estuve en contacto con prácticamente todas las especies de hongos alucinantes que existían en la zona.”
— La avioneta tronó después de dejarnos, se cayó o se descompuso. Nos arrancamos sin saber a dónde íbamos a llegar, o dónde era Arcelia… Pero me acordé que allí vivía la familia de un amigo de la facultad, el biólogo Amin Zarur Ménez. Al llegar, dijimos: ‘Venimos a buscar a la familia Zarur. «Sí, cómo no, aquí vive»’. Llegamos, tocamos la puerta. “Nos abrió una señora, y preguntó: ‘¿Quiénes son ustedes?’. Le dije ‘yo soy amigo de Amin Zarur y sabemos que aquí vive su familia. ¿Estará él por aquí? «¡Nooo, anda en México! ¿Y ustedes quiénes son?»’ Le platicamos nuestro problema y nos dijo: ‘No hombre, pásenle, muchachos. Se quieren bañar’. Nos bañamos y nos dieron de almorzar, linda gente.”
— ¿O sea que hacía usted el papel de Sherlock Holmes de la biodiversidad buscando las especies? Porque eran muchísimas, ¿no? — De hongos son muchísimas, pero de los que eran alucinantes allí en la zona de Huautla estaban reconocidas solo cuatro especies.
Huautla de Jiménez y la ‘Shka Pastora’
“Había que colectar los ejemplares y secarlos, para llevarlos a analizar a Basilea, Suiza. Tuve la fortuna de conseguir todas las especies. Nos instalamos en una casa de huéspedes de una señora que tenía un restaurante. Allí hicimos amigos. Iba conmigo un joven que trabajaba en la Facultad de Ciencias, Javier Frías, al que le encantaba la fotografía y llevaba su cámara. Hicimos buenas migas y nos llevaron con María Sabina. Fuimos a verla, aunque yo no hice la ceremonia de los alucinantes.
— Algún laboratorio lo contrató también para encontrar hongos alucinógenos en Huautla de Jiménez, que es un bosque de niebla. ¿Allí conoció a María Sabina? — Sí, a ella y a otros. Fui a Huautla financiado por los laboratorios CIBA, por instrucciones de mi jefe en Farquinal, el doctor Francisco Giral, que era muy amigo del director de estos laboratorios suizos en México, el señor Julio García.
“Lo interesante de esta experiencia para mí en ese viaje fue que, buscando los hongos, nos topamos con un señor que nos dijo que si ya conocíamos la ‘Shka Pastora’. ¿Y qué es eso de la ‘Shka Pastora’3?. Y nos dijo: ‘Es una hoja de una planta que en la época de secas, cuando no hay hongos, se toma sustituyéndolos’.
— ¿Era por la época de la Dioscorea? — Era por el mismo tiempo. Andaba yo metido en mil cosas, daba clases, no sé de dónde salía tanta energía, pero bueno, la juventud… Me dijo el doctor Giral que CIBA de México estaba muy interesado en tener algunas muestras de hongos alucinantes, porque se habían descubierto en ellos algunos principios activos muy importantes, con potencial farmacéutico, y quería tener algunas de las variedades de hongos.
3 Salvia divinorum es una planta herbácea perenne, de la familia de las lamiáceas, originaria de México. Se encuentra en San José Tenango, Oaxaca. (es.wikipedia.org/wiki/ Salvia_divinorum).
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CIBA se enteró de que Farquinal tenía un botánico y por ello me invitó a colectar hongos.
quieren les podemos poner unas cobijas arriba de la mesa del billar’. Nos quedamos ahí. Platicamos con la gente, que nos trató a todo dar, y se dio cuenta de lo que nos había pasado.
“Dije, ‘ah, caray. Es una planta alucinante…no hay muchas conocidas. ¿Nos puedes llevar a conocerla…?’. Caminamos un tramo y, al fondo, cerca de un arroyo, nos la enseñó. Y reconocí que era de la familia de las Labiadas (Lamiaceae). Y dije, ‘labiada, labiada, alucinante no hay ninguna’. Entonces colecté una muestra de la famosa ‘Shka Pastora’ y la llevé para su estudio a los mismos laboratorios con los que había estado trabajando. Allí la analizaron y, sí, le encontraron los principios activos psicotrópicos, lo que fue un gran descubrimiento. Hoy en día incluso existen clubes de usuarios de la Hoja de Pastora, que es muy popular en Estados Unidos. Y a mí me tocó descubrir esta especie.”
planta, y creo que le puse yo ‘Salvia, especie nueva no descrita, colectada por Arturo Gómez-Pompa’. Entonces alguien la encontró y se hizo como una cadenita, de que el verdadero descubridor de la ‘Shka Pastora’ era yo.”
Faustino Miranda — Faustino Miranda de alguna manera fue su maestro, ¿cómo era él...? — Él fue asesor de la Comisión de Dioscoreas, y era nuestro jefe. Era quien marcaba las pautas. ¿Pero cómo era él en qué sentido? Ay, híjole, era un hombre muy formal, muy serio, muy exigente con su trabajo y con él mismo.
— ¿Le pusieron su nombre? — No la pude identificar científicamente, porque en esa época la planta no tenía flores, solo botones. Y ni aún con la ayuda de Miranda la pudimos describir como nueva especie. Sabíamos que era algo nuevo, pero no la podíamos describir porque el material estaba incompleto. Varios años después, un botánico norteamericano muy distinguido la describió como especie nueva. Se llama Salvia divinorum, precioso nombre. Son las reglas del juego de la nomenclatura botánica: la planta es del primero que la describe. Y yo no quise publicarla porque no estaban las flores completas, y no tuve dinero para hacer otro viaje.
— ¿Vivía solo?
“Mucha gente supo del asunto pues me llevé a Harvard un ejemplar de herbario que hice para respaldar la ‘Shka Pastora’. Quería ver si la podíamos identificar allá. Tampoco pudimos hacerlo, pero el ejemplar se quedó en el herbario con una etiqueta que incluía la fecha de la colecta y los usos de la
La regeneración de las selvas tropicales
— Solo. Ya en los últimos años se casó con la maestra Enriqueta García, la famosa geógrafa. Pero la mayor parte de su vida la pasó soltero. Inteligentísimo, cultísimo, no había tema que no conociera. Le podíamos hablar de rocas, de filosofía o de astronomía. Él, como los grandes intelectuales europeos, era muy sensible y se daba cuenta cuando andábamos con problemas. Me decía, ‘a ver, qué le pasa’, pero era muy duro, muy exigente. No aceptaba mediocridades y así lo expresaba.
— ¿Y de todas sus andanzas, cuáles fueron los hallazgos más importantes que descubrió en relación con las selvas tropicales? 66
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— El hallazgo más importante vino después de toda la época de la Comisión de Dioscoreas, cuando me fui a Estados Unidos a terminar mi tesis y regresé con nuevas ideas. Me dije, ‘no creo que pueda seguir avanzando más con tan solo muestreos de la vegetación, a dónde nos lleva esto’. De
ahí me nació la idea de hacer un proyecto de investigación diferente y de tratar de entender cómo se regeneran las selvas bajo condiciones naturales. Todas las selvas han tenido algún origen, y su origen debe haber sido un cataclismo, un incendio, vientos, enfermedades. Todo partió en un mo67
gunos militares, pero varios de ellos nunca tomaron posesión, o ya habían muerto. ‘Entonces, dijo, si no hay una demanda de los parientes, son terrenos de la Nación’.
mento dado de una perturbación. Pero ¿cuál era el proceso?, ¿de dónde venían las especies?, ¿cómo sucedía esto? — Qué preguntas extraordinarias, porque parecen muy sencillas, pero creo que nadie nos las hemos hecho...
“Nos fuimos con el jefe de Patrimonio de la UNAM a platicarle del asunto, y él nos preguntó: ‘En qué les podemos ayudar’. Era el ingeniero Pallés, en ese tiempo. ‘¡Adelante… busquen los terrenos!’ Y nos fuimos a localizar esos terrenos en Los Tuxtlas. No había casi caminos, era un lodazal, pero era una selva maravillosa, con árboles de 30 metros de alto. ¡Ideal! Se hizo todo el trámite con Asuntos Agrarios. Salió la convocatoria en los periódicos y nadie se presentó a reclamar los terrenos. Y la Universidad compró 600 hectáreas de selva y creó la Estación de Biología Tropical Los Tuxtlas, de la UNAM.”
— A mí las preguntas me vinieron del barbasco. Me preguntaba por qué el barbasco era tan abundante en los acahuales, en las zonas de vegetación secundaria que quedaban después de las milpas. Y ese mismo barbasco estaba en la selva, hasta arriba de los árboles. ¿Cuál era el proceso? “Dándole vueltas y vueltas encontré que el barbasco era una de las especies que logró ser importante ecológicamente desde el principio de la sucesión hasta el final. ¿Por qué? Por los rizomas, que están en el suelo. Uno puede pasar por ahí, quemar el suelo, triturarlo, hacer pasar encima a los arados, y no matar al barbasco. Porque está adentro de la tierra. Incluso si se le corta en pedazos, se multiplica. Después de una quema, lo que brota son las plantas que no murieron: las que tienen rizomas subterráneos, cierto tipo de semillas, los tocones de algunos arbustos y árboles.
La selvas altas perennifolias no son renovables — ¿Así que usted originó la creación de esta estación? — Sí, sí. Es la historia. Entonces nos arrancamos. No teníamos nada. Se hizo un jacalito, y a trabajar. Conformamos un grupo de estudio sobre regeneración de selvas y comenzamos a reunirnos periódicamente. Cada quien tomó un tema, uno el de las semillas, otro el de la floración, otro el del suelo, otro el de las juveniles dentro de la selva.
“Cuando se corta un árbol, queda un tocón abajo. Cualquier regeneración tiene que ocurrir con semillas que están en el suelo, que llegan por el aire o por los animales; o gracias a los tocones y rizomas. Pero qué tan rápido sucede, cómo, cuáles son, qué especies, cómo funcionan. ¡Y ese fue el estudio que nos arrancamos a hacer!
“Y para sorpresa y gusto nuestro se nos prendió la idea de que lo que encontramos nosotros, con todos los estudios que hicimos, es que las selvas altas perennifolias no eran renovables si se perdían todos sus árboles originales, como estaba sucediendo en la región, al sustituir selvas por grandes zonas ganaderas. Cuando empezamos a darlo a conocer, nos decían ‘¡ustedes están locos, todas las selvas son renovables!’.
“Al volver de Estados Unidos regresé a dar clases en la Facultad de Ciencias, y allí me tocó la suerte (tuve mucha suerte en mi vida) de reunir a un grupo de estudiantes extraordinarios, que se emocionaron con todo este proyecto de regeneración de las selvas que yo traía en la cabeza. Y bueno, cómo le vamos a hacer. En dónde lo vamos a hacer. Yo les dije, ‘a mí me parece que la única forma es que debemos adquirir un terreno de selva para experimentar’.”
“¡Fue un temazo!”, comenta emocionado el doctor Arturo Gómez-Pompa. “¡No son renovables! Y la razón que dimos vino de nuestra experiencia con la Comisión de Dioscoreas. No son renovables porque lo más importante en la renovación de una selva es la renovación de los grandes árboles. Y éstos únicamente se regeneran cuando la semilla cae al suelo. La semilla pierde su viabilidad en un año o dos. Si no tiene un lugar fértil, muere. Pero lo que pasa con muchas de estas semillas cuando están en la selva es que germinan y se quedan chiquitas (plántulas). Es como si se detuviera su crecimiento. Año con año crecen muy poquito.
La creación de la estación de Los Tuxtlas “Comenzamos a platicar, pues sí, sería padrísimo, pero ¿dónde?, ¿y con qué dinero? Tocó la casualidad de que entre el grupo de estudiantes que había estado trabajando en la Comisión de Dioscoreas estaba el biólogo Mario Sousa. Su padre había sido jefe del Departamento de Asuntos Agrarios, creo que con Miguel Alemán. Tenía que ver con toda la cuestión de la tenencia de la tierra.
“Nosotros dijimos, qué es esto. Muchas especies de árboles altos de las selvas esperan la oportunidad de que cuando caigan sus semillas germinen de inmediato y tengan hijuelos abajo listos para crecer en caso de una perturbación (apertura de claros en la selva). Pero qué pasa si tumbamos todo y no hay semillas de las especies originales que generan plántulas y se mantengan en el suelo. Lo que sucede es que las selvas no se vuelven a renovar. Y cuando hay grandes deforestaciones, tumbas de selvas
“Él nos dijo que conocía personas que quizás nos ayudaran a buscar terrenos nacionales que pudieran estar libres. Le dije, ‘pues adelante, Mario, qué más podemos pedir’. Y dicho y hecho, a las pocas semanas llegó Mario y nos comunicó que ya había contactado a una persona que le dijo que había unos terrenos disponibles en Los Tuxtlas, de una colonia militar; que algún presidente donó esos predios a al68
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en grandes extensiones, dejan de existir las semillas de las cuales habían salido las plantitas que iban a regenerar la selva. Entonces se pierden las selvas originales y solo se regeneran las selvas secundarias, creando acahuales viejos. Es más complejo que eso, pero fue tan revolucionaria la idea que me fui a Estados Unidos con dos de mis estudiantes, Sergio Guevara y Carlos Vázquez Yanes —que en paz descanse, uno de los ecólogos más brillantes que han existido en México.
“En él expresamos nuestra idea de las selvas que están bajo disturbios máximos, que no se regeneran pero se transforman. “Ha habido traducciones del artículo al griego, al ruso y al alemán. Hasta la fecha se sigue citando ese trabajo. Bueno, me preguntaba cuál ha sido el más importante descubrimiento de la selva de Los Tuxtlas, yo creo que es ése.” — Yo le preguntaba al doctor Sarukhán si se podían regenerar las selvas. Y él me decía que con el tiempo era probable que lo hicieran.
“Nos fuimos a Estados Unidos porque dijimos, ‘está padrísima esta idea, pero seguramente alguien ya la habrá descubierto’. Nuestras bibliotecas eran insuficientes. Yo tenía el contacto con Harvard y me dijeron, ‘¡encantados!’. Conseguimos apoyo para el viaje y fuimos a meternos a las bibliotecas de Harvard, donde no encontramos nada. Nada de citas sobre el tema de cómo se regeneraban las selvas.”
— Sí, claro, se trata del tiempo. Si tú dices voy a tener dos mil, tres mil años, sí se van a regenerar. Pero regenerarse como se regenerarían de forma normal, a través de los ciclos de uno de los árboles, cien años, doscientos años… no, si no quedan los propágulos.
— Y antes la investigación no contaba con el apoyo de Internet...
— ¿Decía que se mantienen chiquitos?
— No, tenía uno que ir y andar buscando libro por libro.
— Es que los árboles primarios son los más altos de la selva (miden de 30 a 40 metros). Son los que habitan las selvas maduras. Cuando un árbol de una selva madura se muere por hongos o por lo que sea, al hacerlo deja un claro en la selva. Ese claro estimula a las semillas que están en el suelo…
— ¿Cuánto tiempo duró la investigación? — Buscamos mucho en las bibliotecas de acá, pero allá contábamos con muy poco tiempo. Estuvimos dos o tres meses metidos en esto. Y allí nació un artículo que escribí con Carlos y con Sergio que se hizo famosísimo. Fue publicado en 1972 en la revista Science, y se llamó The tropical rain forest4.
— Como dormidas... — En latencia, y acelera también a las plantulitas que están en ese estado (¡ah!, latencia meristemática, se llama)…
4 El doctor Gómez-Pompa y dos de sus estudiantes publicaron “The Tropical Rain Forest: A Nonrenewable Resource” en la revista Science (1972). El artículo fue multicitado y ha servido como catalizador de discusión científica alrededor del mundo.
— ¿Pueden permanecer mucho tiempo así? 69
— Como plantulitas… hay un trabajo que hizo una alumna mía sobre las plántulas de los árboles primarios.
picales Los Tuxtlas eran otra cosa. ¿Qué detonó el deterioro de estos lugares?
— ¿A lo mejor lo que sucede es que no crecen mucho porque no tienen las condiciones de luz y de energía?
— ¡Uh…! La misma Reforma Agraria, todo el asunto de la tenencia de la tierra, que no está claro. Permisos de deforestación para desarrollar la ganadería, que no debieron haberse dado nunca, derivados de políticas gubernamentales, trajeron como consecuencia la transformación de las selvas; primero, en intentos de sitios con fines agropecuarios productivos, y posteriormente en acahuales, porque muchos de los procesos no funcionaron bien y se abandonaron los campos abiertos. Gran cantidad de áreas ganaderas en toda la costa del Golfo, de Veracruz hasta Campeche, son ahora acahuales abandonados. Lo hemos dicho tantas veces, pero no sucede nada. Se tumbó una enorme cantidad de selvas y se crearon emporios ganaderos, pero la gente sigue tan pobre como antes y las selvas se fueron.
— Están esperando a que suceda el accidente del claro de luz; entonces se van para arriba. — ¿Si todos los árboles se fueran para arriba, no habría una gran competencia por la luz? — De todas maneras la competencia va a estar ahí. Como es una competencia por la luz, el que vaya más rápido, el que crezca más alto y produzca más sombra, es el que va a ganar. Pero eso ya es una situación evolutiva, ya estamos hablando de otros niveles de interacción entre especies dentro de la selva. Bueno, pienso yo que es uno de los temas más importantes de esa etapa de mi vida en las selvas.
— ¿Perdimos la biodiversidad de esos lugares?
“Que, por cierto, cosa curiosísima, varios de mis estudiantes que aún están activos en esto, decidieron someter al grupo de regeneración de selvas para el premio de SEMARNAT de este año. Y ganamos mención honorífica, después de 40 y tantos años. Nos reconocieron.
— Sí, al perder las selvas que nunca fueron estudiadas, ¿cuántas especies se extinguieron?, pues quién sabe. Nadie lo sabe.
La corrupción corroe a México
“Yo les decía, ‘¿para qué quieren tener reconocimiento? Más reconocimiento es haber sido citados para arriba y para abajo a través del tiempo. «No, dijeron, es importante que en México se sepa que existió ese grupo de regeneración de selvas»’. Y pues sí, se metió la propuesta.”
— ¿Qué hay en cuanto al costo de la democracia en materia de biodiversidad? Ahora en un estado puede haber tres o cuatro partidos al mando, incluso en cuestiones ambientales. De pronto el gobernador es priísta, y los presidentes municipales pertenecen a diferentes partidos políticos.
Los emporios agropecuarios devastan las selvas
Por decirle algo, a veces llega a haber un cierto bloqueo por diversas competencias para favorecer un proyecto o para no favorecerlo, para facilitar una investigación o para evitarla. Por ejemplo, la cuestión de los aguacates en Michoacán, donde también ha habido una devastación de los bosques. Creo que no ha habido una cuantificación del costo que tiene el impacto de la composición política, social y económica en la biodiversidad.
— ¿Continúa haciéndose investigación en la estación de Los Tuxtlas? — Sí. — ¿Qué ha pasado?, porque cuando usted estaba empezando con la investigación de los bosques tro70
— Yo fui a Valle de Bravo hace poco, no conocía ese lugar. Y me asombró la cantidad de construcciones que se promueven alrededor del lago.
— Se supone que hay ordenamientos...
— Por donde tú le busques: Holbox, Palenque, la Lacandona. Toda la región de Palenque, donde había 80, 90% de cobertura selvática hace treinta años, y ahorita no llega al 2 por ciento.
— Ah, sí, pero dime tú cuáles se obedecen. Qué ordenamiento está realmente instrumentado con sus reglamentos correspondientes y está siendo aplicado.
“Así es… Cada vez estamos más empobrecidos. Cada especie es una opción para el futuro de la humanidad: medicinas, alimentos, biocidas. La biodiversidad constituye un banco genético y químico extraordinario. Si la disminuimos estamos disminuyendo también nuestras posibilidades de vida. Y bueno, pues, así es...”
“Dime un solo plan de ordenamiento que funcione. He visto algunos, en la costa del Caribe, en Quintana Roo. ¡Son un desastre! Se hacen los ordenamientos territoriales y urbanos y no se obedecen. Digo, qué ordenamiento existe en la Ciudad de México; ni siquiera para las colonias. Es otro asunto… es la corrupción que ha corroído a México y lo sigue haciendo, y mientras eso no se resuelva no va a haber políticas ambientales ni educativas que se obedezcan.
La experiencia del Jardín Botánico de la UNAM El doctor Gómez-Pompa acompañó al doctor Miranda en la creación del Jardín Botánico de la UNAM. “Fue una inquietud que vino del doctor Efrén del Pozo, entonces secretario general de la UNAM, que estaba muy interesado en la farmacología, en las drogas y en las plantas; él era fisiólogo, maestro de mi maestro Negrete, y sabía lo que había hecho el doctor Miranda en Tuxtla Gutiérrez.
“Pero eso no está en mis manos ni en manos de nosotros los científicos. Allá en Guadalajara5 me preguntaban eso. Yo no le veo solución. Pero de las poquitas que hay, tiene que haber una limpieza completa de los altos mandos de gobierno, para que exista un interés real por hacer un ordenamiento ambiental, económico, social o educativo. Y eso solo se hace cuando se puede realmente reducir a un mínimo la corrupción. No tiene mucho que ver con la biodiversidad, y sí.”
“Cuando el doctor Miranda volvió a su cátedra de la UNAM y al Instituto de Biología, desarrolló la idea; él, con el apoyo del doctor Manuel Ruiz Oronoz y de la doctora Helia Bravo Hollis, diseñaron el Jardín Botánico de la UNAM, con un invernadero y un jardín de zonas áridas. Y para arrancar el proceso de construcción del Jardín Botánico, lo que se tenía que hacer era colectar plantas para enriquecer el invernadero. Sabían que yo andaba en los trópicos y me dijeron: ‘Lo invitamos a que usted sea colector botánico del jardín. Cuando ande en sus viajes tráiganos orquídeas, plantas epífitas para el invernadero. «¡Encantado!»’.
— Pues yo diría que sí. Obviamente no es el campo de su trabajo ni es su especialidad ni su responsabilidad. De ahí que yo le preguntara solo su opinión al respecto. Son preguntas incómodas, finalmente... — Porque no hay respuestas. Digo, es grave… ¡gravísimo! Eventualmente estos problemas podrían llegar a resolverse si la democracia realmente operara en el país, y hacer posible que se pueda cambiar el rumbo para detener el deterioro ambiental.
La biodiversidad constituye un banco genético extraordinario
“Regresaba de mis viajes al Sureste con la camioneta cargada de plantas y las llevaba al Jardín Botánico. Ahí las recibían. El doctor Otto Nagel, que era el curador de orquídeas del Jardín Botánico, llegaba a verlas y las identificaba de inmediato, salvo algunas raras que eran nuevas para él.
— Le preguntaba al doctor Jerzy Rzedowski si el cambio climático afectaría a la biodiversidad. Y decía que más que el cambio climático, estamos todavía en un proceso de destrucción tremenda de la biodiversidad.
“En cambio lo otro sí está en nuestras manos. Evitar que se siga construyendo en el Desierto de los Leones está en las manos de una, dos o tres personas. Es un ejemplo. Ha habido amenazas desde hace muchos años de colonizar el Desierto de los Leones.
“En primera instancia estaban destinadas a adaptarse en los invernaderos del vivero alto. Después se buscaron plantas para las zonas áridas. Me llamó un día el doctor Miranda y me comentó: ‘Me gustaría que usted se encargara de enriquecer la sección de magueyes. «Pero, doctor, yo no sé nada de plantas de zonas áridas»’. Me dijo: ‘Yo creo que esto le va a servir mucho a usted para que conozca esos ecosistemas. Y con los agaves va a aprender bastante de taxonomía, de sistemática y ecología. Es un grupo muy interesante’. Y lo que él decía, lo obedecíamos.
5 En el Coloquio Internacional sobre Biodiversidad, Recursos Naturales y Sociedad (1 de diciembre de 2012, Feria Internacional del Libro de Guadalajara).
“Empezamos a salir en un camión grande los fines de semana, tres o cuatro de los jardineros y los biólogos, que también estaban como colectores, Ramón
— Tiene toda la razón. El cambio climático es una forma de posponer acciones. Porque es tan grande, tan fuerte y tan conocido, que todos se sienten impotentes para actuar.
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— Para mí, el costo más importante es el de la planeación, el no tener un ordenamiento del territorio. Es el costo real.
“El director de Patrimonio Universitario, que nos había ayudado a comprar la estación de Los Tuxtlas, me llamó y me dijo, ‘tenemos esto, Arturo, ¿cómo lo ves? «Pues padrísimo. ¡El Instituto de Biología le entra!»’ ¡Todos le entramos!. Y empezamos a trabajar un primer proyecto relacionado con el estudio de las maderas de las selvas de Chamela con el doctor Ramón Echenique, especialista en el tema y su primer director.”
Riba y Javier Valdés, y nos íbamos a colectar los magueyes. Traíamos los camiones cargados. La impresionante colección de magueyes que aún está ahí, la inicié yo.” — ¡¡Qué experiencia!! Ahora cuando vaya al Jardín Botánico pensaré en usted y en cómo iba trayendo los ejemplares. — ¿Es padrísimo, no? Porque andábamos en los cerros, a veces acampábamos allá. Y nos ayudaban unos muchachos jóvenes, que eran los jardineros del Jardín Botánico. Les decíamos, fíjense que vamos a traer esto y no se va a poder porque está muy grandote. ‘Espérense, decían, nosotros lo bajamos’. Y lo hacían con reatas y todo. Hicieron un trabajo fantástico. Esa fue mi contribución. Fui de los pioneros colectores del Jardín Botánico de la UNAM.
— ¿Cuántas investigaciones se producen al año en estas estaciones actualmente? — No tengo la cifra, pero supongo que es grande… — ¿Se realiza la investigación de lo que son las selvas tropicales en los sitios en donde están ubicadas las estaciones? — Sí, claro, en las estaciones quedaron los últimos reductos de las selvas abiertas para la investigación científica de largo plazo, tanto en Chamela como en Los Tuxtlas. Y también contamos con la estación de Las Joyas, de la Universidad de Guadalajara.
— ¿Qué papel jugó en el proyecto la doctora Helia Bravo Hollis? — Ella fue de las principales auxiliares del doctor Miranda en el diseño del jardín. Ella y el doctor Manuel Ruiz Oronoz. Helia formaba parte del personal del Jardín Botánico. Yo siempre le traía cactáceas, porque se dedicaba a su estudio. Llegaba la maestra a preguntarnos, ‘a ver, qué me trajeron’.
— ¿Usted también participó? — No, no. Ellos me agradecen que los haya conectado con algunos investigadores, pero en realidad no tuve nada que ver, excepto felicitarlos por el trabajo que ahí hacen.
— ¿Por qué le llaman suculentas a algunas plantas? — Porque tienen mucha agua por dentro. Son plantas con cubiertas muy duras e impermeables por fuera, para evitar la transpiración y poder mantener la humedad por dentro. Pues mira, con Helia Bravo yo hice una relación muy linda. Yo la quería mucho.
Uxpanapa y la Presa Cerro de Oro — Usted creó el Instituto Nacional de Investigaciones sobre Recursos Bióticos. ¿Cómo fue esa experiencia, en qué momento?
“Es más, cuando ella tomó su sabático, allá por los años 60, que fue crucial ese momento, me recomendó con el doctor Ignacio Chávez, que creo que era el rector de la UNAM por ese tiempo. Yo me convertí en el director interino del Jardín Botánico, lo que me facilitó mucho las cosas, porque fue en ese tiempo que hicimos la estación de Los Tuxtlas. Con ese cargo, tenía acceso a los directivos de la UNAM. La doctora Bravo me dio todas esas facilidades. Yo nada más le contaba, nos vamos a lanzar a hacer una estación de biología en el trópico. ‘Muy bien, Arturo, yo los apoyo, yo los apoyo’. Ella siempre fue lindísima.”
— Nació de un enfrentamiento que tuvimos con el gobierno del Lic. Echeverría. Cuando entró a la Presidencia yo estaba iniciando un proyecto que se llamó “Flora de Veracruz”, que era un enlace entre la flora de Veracruz, la Comisión de Dioscoreas y la regeneración de las selvas. Diseñé el proyecto cuando estuve en Estados Unidos haciendo mi tesis. “El objetivo era hacer un inventario de las especies vegetales del estado de Veracruz. Colaboraban conmigo estudiantes de la Universidad Veracruzana y de la UNAM, que hacían expediciones al campo para colectar ejemplares de herbario para su identificación botánica… Les sugerí que hicieran un viaje al Sur de Veracruz, que yo ya conocía —porque ya te platiqué de mis expediciones para buscar barbascos y que en el sur del estado había encontrado varias selvas enormes nunca estudiadas.
— La de Los Tuxtlas fue antes que la de Chamela? — Sí, sí.
Las maderas de los bosques de Chamela — ¿Quién trabajó en esa selva?
“Organizaron un viaje de colecta a esa región y se encontraron con un gran proyecto que estaba tumbando las selvas con maquinaria pesada. Llegaron a buscarme a la UNAM para comentarme lo que vieron. ‘Quién lo hace’, les pregunté. Al poco tiempo averiguamos que el proyecto era para reacomodar a campesinos oaxaqueños provenientes de la región en donde se construiría la Presa Cerro de Oro.”
— También me tocó su creación. Era yo jefe del Departamento de Botánica y llegó el ofrecimiento de un profesor de veterinaria que tenía terrenos allá y quería donarlos a la Universidad, con el objetivo de que se pudieran hacer algunos proyectos de desarrollo que ayudaran a las comunidades locales. 72
A. Gómez-Pompa “Nuestra opinión era que las selvas eran un recurso que los campesinos podrían usar para su beneficio, sin desmontarlas. En dos semanas, más o menos, recibimos un comunicado de la UNAM indicando que la carta al presidente había sido turnada al CONACYT.
— ¿Traerían a vivir a las selvas veracruzanas a los campesinos oaxaqueños desalojados por la construcción de la presa? — Sí. Decidieron que la selva de Uxpanapa era el mejor sitio para trasladarlos. La Comisión del Papaloapan era la encargada de preparar las tierras para recibir a los campesinos. Su visión de preparar el terreno era desmontarlo. Tumbaron una cantidad enorme de selva, a una velocidad increíble. A tal grado, que decidimos enviar una carta al Presidente de la República6.
“Gerardo Bueno Zirión (recién nombrado Director General) me dijo: ‘Arturo, aquí nos ha llegado una carta que le enviaron al Presidente y él ha pedido al CONACYT que revise este asunto y lo resuelva’. A mí me pareció fabuloso, porque yo conocía a Gerardo Bueno hacía muchos años y tenía mucha confianza en él. Fui a verlo y le platiqué del asunto y sugirió hacer una reunión.
6 La carta enviada al presidente Echeverría Álvarez (5 de enero de 1973) fue firmada por el doctor Arturo GómezPompa, el maestro en ciencias Antonio Lot Helgueras, de la Estación de Biología Tropical de Los Tuxtlas, UNAM, y los biólogos Jesús Dorantes López y Mario Vázquez Torres, investigadores de la Universidad Veracruzana. En ella se habla del desmonte de 30 mil ha en el extremo sur del estado. Quienes habían estado trabajando alrededor de ocho años en un estudio integral de los recursos vegetales del estado de Veracruz, decían que “una de las grandes lagunas en la planeación nacional de conservación de recursos naturales era la falta de reservas biológicas en las zonas tropicales de baja altitud del Sureste de México.” Y que “la zona que iba a ser desmontada probablemente era una de las últimas reservas naturales de extensión considerable que quedaban en Veracruz.” Y solicitaron: “Primero. Que en el programa de desmonte se planee conservar áreas como reservas biológicas de las diferentes condiciones ambientales prevalecientes en la región. Dichas reservas deberán ser de suficiente superficie para asegurar no solo la conservación de la flora sino también de la fauna silvestre, y que funcionen como verdaderos bancos de germoplasma para las futuras generaciones. Segundo. Que en el programa de desmonte se incluya una brigada de botánicos, para hacer un levantamiento de datos de las especies vegetales que existen en la zona natural que ahora va a desaparecer y que se den todas
“Convocó al Secretario de Recursos Hidráulicos y a la Comisión del Papaloapan. Me pidió que les explicara por qué era importante conservar la selva. Les di las razones por las cuales las selvas no se regeneraban. Fue un agarrón muy sabroso y muy fuerte. Porque ellos no estaban dispuestos a detenerse y nosotros no estábamos dispuestos a ceder. A final de cuentas quisieron comprarnos. “Nos dieron un proyecto para que hiciéramos una planeación del uso de esa zona. Querían saber qué recomendaciones haríamos para que sus acciones las facilidades para que dicha brigada pueda llevar a cabo su trabajo en forma eficiente. Tercero. Que el programa de desmonte y utilización de la zona se lleve a cabo con base en fundamentos ecológicos que aseguren el aprovechamiento óptimo y sostenido no solo para esta generación, sino para generaciones futuras. Cuarto. Que este programa pueda servir como ejemplo de utilización conservacionista de los recursos naturales del país.” (http://reservaeleden. org.mx/reserva/Carta_al_Presidente_Echeverría).
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fueran más ecológicas. Aceptamos el contrato, con la intermediación del CONACYT. Y metí a todo el equipo de la Universidad Veracruzana y de la UNAM en Uxpanapa. A un lado de los tractores hacíamos las entrevistas y las colectas de las plantas, en una situación bastante difícil.
hasta Luis Echeverría, y nos mandó llamar. Fuimos a verlo a Los Pinos, en donde estaba también Gerardo Bueno, y le explicamos todo a él, ya directamente.” — ¿Y escuchaba? — Fíjate que sí. Todo mundo tiene una muy mala opinión de él. Mucha gente me dice ‘tú trabajaste con Echeverría’. No, yo no trabajaba con Echeverría, lo pusimos al tanto del asunto y le hicimos crítica a su gobierno. Y él dijo, ‘vamos a resolver este problema. Le voy a pedir al secretario de Hacienda que se encargue de él’. Entonces le pidió a López Portillo que fuera el interlocutor entre la UNAM y la Comisión del Papaloapan. Se hicieron varias reuniones, algunas muy hostiles; incluso recibimos amenazas tanto en la UNAM como en la Universidad Veracruzana. ¡Fue terrible! El asunto es que perdimos. Terminaron cerrando la carretera al Uxpanapa. Ya nadie podía entrar allí; había que tener un pasaporte para hacerlo. Sin embargo, algunos de mis estudiantes consiguieron el pasaporte y se metieron para ver lo que estaba sucediendo. Esa fue la historia…
“Y también hicimos relación con los campesinos que vivían allí, para conocer su opinión y ver cuál sería la mejor forma para disminuir el daño. Encontramos que todo lo que estaba haciendo la Comisión estaba bastante mal planeado. A los dos meses mandamos nuestro primer informe, con la sugerencia de que se debía detener el desmonte. Todo eso se publicó en la revista Biótica, del Instituto Nacional de Investigaciones sobre Recursos Bióticos (INIREB). Y después de eso, con el disgusto de que no nos hacían caso, publicamos un desplegado de prensa. “¡En aquella época estaba don Manuel Buendía Tellezgirón como director de Comunicación Social en el CONACYT! Yo le dije, ‘Manuel, qué podemos hacer con esto’. Me dijo: ‘Te voy a mandar a unos reporteros, y tú les dices exactamente cuál es el problema’. Me los mandó y yo declaré que había sido una tomadura de pelo, que oficialmente estaban diciendo que consultaban con investigadores de la UNAM, y no estaban haciendo absolutamente nada; que estábamos totalmente en contra…
— ¿Reubicaron a la gente? — Sí, claro. — ¿Y devastaron la selva? — Entregaron a los campesinos la selva devastada. Algunos proponíamos que si iban a vivir en la selva, debían aprovechar los recursos locales. Había caoba, cedro. ¡Todo eso se acabó! Lo vendieron. Como se dice, descremaron las selvas. Y esa experiencia fue tremenda porque perdimos el pleito, pero inicia-
“Eso se publicó en Excélsior. Te podrás imaginar el rebumbio causado en la propia UNAM, pues acababa de pasar el 68. ‘Usted está metiendo a la universidad en un nuevo pleito’, me decían. Yo me defendía, diciendo, ‘no es un nuevo pleito, ¡se trata de los recursos bióticos del país!’. El asunto llegó otra vez 74
un centro de investigaciones sobre recursos bióticos en Veracruz.”
“En la reunión de Guadalajara alguien lo dijo, que la ecología política mexicana había nacido en serio con el debate de Uxpanapa. Porque en ese debate entraron intelectuales. Participaron Rodolfo Stavenhagen, Iván Restrepo, Guillermo Bonfil, Fernando Benítez y ya no recuerdo quiénes más apoyaron nuestra oposición a la destrucción de las selvas.
— A usted le ha tocado ir levantando múltiples instituciones...
El INIREB
— Me tocó instrumentar el Instituto Nacional de Investigaciones sobre Recursos Bióticos (INIREB). El gobernador Rafael Hernández Ochoa, candidato en ese tiempo, lo aprobó y dio el apoyo del gobierno del estado para su creación.
“Manuel Buendía prácticamente convenció a las autoridades del CONACYT de patrocinar una película sobre Uxpanapa, que por cierto está en un sitio de Internet. Es un documental testimonial de lo que sucedió allá. ¡Buenísimo!
“El presidente Echeverría también le dio el visto bueno y nos dio presupuesto a través del CONACYT. Una vez arrancado el INIREB, entró como presidente José López Portillo, quien estaba totalmente al tanto de lo que habían hecho en Uxpanapa y perfectamente enterado del conflicto.
“Yo me hice muy amigo de él en CONACYT y llevé a Gerardo Bueno y a Manuel a Uxpanapa, para que vieran con sus propios ojos lo que estaba pasando. Por eso se hizo la película. Si la ves, te va a impresionar. Ahí está en mi blog, en donde están los videos.
“Él tenía una relación muy cercana con el vocal ejecutivo de la Comisión del Papaloapan. Delante de él tuvimos discusiones muy fuertes. A mí me dijo confidencialmente que nosotros teníamos la razón, pero que era muy difícil resolverlo…
“Al final, con Echeverría, lo que logramos fue que el candidato a gobernador de Veracruz en ese tiempo se interesara por el asunto de Uxpanapa. Me llamó, platiqué con él, lo puse al tanto de todo.
“El instituto se creó con Echeverría. Al ganar la presidencia José López Portillo, yo les dije a mis colaboradores: ‘¿Saben qué?, éste es el final de la aventura. El presidente nos va a castigar porque sabíamos que en el fondo él fue responsable por no haber parado Uxpanapa. «Pues no —me dice Hernández Ochoa, ya como gobernador—, el licenciado López Portillo lo estima mucho a usted. Me dijo que era muy bueno que
“Él tuvo unos enfrentamientos muy fuertes con el director de la Comisión del Papaloapan. O sea que Uxpanapa generó una discusión muy profunda entre distintas autoridades, y entre éstas y la comunidad científica. De esta discusión salió la idea de crear
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mos cosas muy interesantes y aprendimos a discutir abiertamente los problemas ecológicos del país. Este fue quizás el nacimiento de la ecología política en México.
naranjas y que tenía restos arqueológicos. Muchas de estas selvas se hallaban en sitios arqueológicos, o sea que fueron zonas habitadas.
estuviera usted en Veracruz, que le ayudáramos»’. Le respondí: ‘Pues durante la última discusión que tuvimos, me saludó y me felicitó, y me dijo, «por ahí nos estaremos viendo con cualquier pretexto, doctor»’. Y yo pensé, ‘bueno, vamos a ver qué pasa’. Y dicho y hecho, pasó.
“¿Y qué había pasado? Lo más importante para mí no fue que lo descubrimos nosotros sino que dimos nuevos elementos para reforzar la idea de que gran parte de las selvas primarias de la zona maya fue resultado de antiguas prácticas silvícolas.
“Entró López Portillo, y al INIREB le dieron una cantidad enorme de recursos. Siempre he pensado que lo hicieron como un remordimiento de conciencia por la estupidez que cometieron en Uxpanapa. Después hubo otros problemas, pero ya son otras cosas.”
“Cuando ya la conoces, la explicación es muy sencilla. Los mayas tuvieron una densidad de población muy alta. Sabemos que tenían selvas y que las cuidaban. Tenían jardines y huertos y los cuidaban. Sabemos qué plantas y qué árboles utilizaban.
— ¿Y en qué acabó el INIREB? ¿Qué se investigaba allí? — El INIREB funcionó maravillosamente durante ocho o nueve años. Se investigaba sobre recursos bióticos, ecología aplicada. Llegamos a tener realmente una cobertura nacional, teníamos programas en Chiapas, en Yucatán… incluso, al final, en el Norte.
“Y resulta que si veíamos los inventarios de cuadros hechos en las selvas (por la Comisión de Dioscoreas), encontrábamos que, con mucha frecuencia, varios de los más importantes árboles de los cuadros eran usados por los mayas; incluso, algunos de ellos eran árboles que les servían como alimento básico o medicinas.
“Otro proyecto interesante en el que participé fue en la creación del Consejo Nacional para la Enseñanza de la Biología. Nos dábamos cuenta de que estaba muy mal su enseñanza, con libros de texto anticuados, viejos, ejemplos de Europa, de Estados Unidos. Realmente era una situación muy triste.
“Entre ellos estaba el ‘ramón’7, cuyas semillas se consideraban un alimento disponible alternativo cuando las cosechas de maíz escaseaban. Las selvas dominadas por ‘ramón‘ eran las más abundantes en todo el Sureste, lo que debía tener una explicación.
“Con un grupo de amigos del Poli y de la UNAM hicimos uno de los primeros proyectos de colaboración científica entre ambas instituciones, y fue muy exitoso. Empezamos a crear nuevos libros de texto, nuevos métodos de enseñanza de la biología, para volverla más inquisitiva.
“Quizás los antiguos mayas lo protegían, lo fomentaban e incluso lo cultivaban. Y nos dijimos, ‘¿cómo podemos probar esta hipótesis?’. Pues vamos a estudiar cómo manejan las selvas los mayas actuales. Busquemos sitios en los que las cultivan.
“Por varios años funcionamos y llegamos a tener más de cien títulos publicados, entre libros de texto de secundaria, preparatoria y facultad. Fue una experiencia muy interesante, incorporar a México a la revolución de la enseñanza científica basada en el método científico.”
“¿Sabes en dónde encontramos selvas cultivadas? En los huertos. Nos metimos a estudiar los huertos mayas y encontramos que la mayor parte de los huertos muestreados tienen ‘ramón’, y es sembrado por ellos.” — ¿Es como si los mayas estudiaran cómo se conforma la selva y luego traspasaran el modelo a sus huertos?
Las selvas antropógenas de los mayas — Algún otro descubrimiento en materia científica?
— La estructura de sus huertos la pasaban a las selvas y la de las selvas la pasaban a sus huertos.
— Sí. Di un brinco al salir del INIREB. Me dije: ‘Voy a cambiar de tema. Me voy a olvidar de la biodiversidad y de la regeneración de la selva y voy a tratar de entender las relaciones de una cultura tropical con sus selvas’. La idea inicial salió de pláticas con Alfredo Barrera Marín y Carlos Vázquez Yanes sobre el origen de las selvas mayas.
— ¿Hay manera de determinarlo así? — Claro, los inventarios son innegables. Los huertos mayas tienen ‘ramón’, chicozapote, aguacate. 7 El ‘ramón’ (Brosimum alicastrum) es un árbol frondoso que crece desde el norte de México hasta Brasil. Se le conoce como ‘pan de los pobres’ porque el ganado y otros animales domésticos aprovechan de él sus semillas, plántulas y hojas. La semilla tostada y molida se emplea como sustituto del café sin cafeína. Hervida y molida, se usa como masa nutritiva para hacer tortillas. También se elabora con ella una harina negra para hacer pan, galletas, sopas, tortitas, harina para panqueques y atole. Pueden prepararse pasteles de diversos sabores, flanes, helados, pizzas, manjares y platos típicos. El látex y corteza del ‘ramón’ tiene propiedades medicinales. Esto se comenta en la revista Biodiversitas, de la CONABIO.
“Es todo este asunto del redescubrimiento y lanzamiento de la idea de que la mayor parte de las selvas, especialmente de la región maya, no son selvas primarias, vírgenes, sino el producto de un manejo antiguo hecho por los mayas: las selvas antropógenas. Y ese fue un tema que sacamos como continuación de todos estos proyectos que te he mencionado. “Estábamos haciendo investigación de la vegetación tropical, y nos topamos con esta selva primaria, inalterada, virgen. Y de repente encontramos que tenía 76
de salir el Atlas de la flora de Veracruz. Un patrimonio en peligro de extinción.
La muerte del doctor Miranda
“El otro proyecto se llama ‘Conociendo las plantas de mi localidad’. Preparamos materiales para que niños y profesores de escuelas rurales conozcan sus plantas y hagan sus propias investigaciones. Lo arrancamos con el apoyo del anterior secretario de Educación de Veracruz. Es divertido, porque tienes opciones en Internet. Puedes entrar a deforestación, a especies en peligro de extinción, a flora medicinal, etnobotánica, y ahí te indican cómo hacer tu propia investigación y cómo ligarte con el CITRO.”
— ¿Y de las pérdidas más grandes que haya tenido? Por ejemplo, la ausencia de algún maestro, de algún amigo; pérdida, obviamente, para la biodiversidad... — La muerte del doctor Miranda fue absolutamente inesperada. Le dio un infarto. Estaba yo en Estados Unidos y fue tremenda esa muerte para mí, por la admiración que tenía hacia él, y por pensar que era una persona relativamente joven; no llegaba a los 60 años cuando murió. Toda la sabiduría que tenía se fue.
La divulgación del conocimiento Para nuestro interlocutor, la divulgación de la ciencia y del conocimiento en general tiene un sitio de la mayor importancia. “Mientras no tengamos una sociedad verdaderamente comprometida con el mejoramiento ambiental y la conservación de la naturaleza, difícilmente vamos a avanzar como país.
— ¿Nunca se ha preguntado a dónde se va todo lo que uno sabe? Se muere uno y ya, ¿no? — Se va… Lo que no dejas escrito, se va… No hay manera… El doctor Arturo Gómez-Pompa guarda silencio unos instantes, como si repasara en el tiempo su relación con el doctor Faustino Miranda, su maestro, su amigo, su apoyo a lo largo de varios años. Los recuerdos se quedan como flotando en el aire, y en la mirada lúcida del científico.
“Por eso me lancé con este proyecto; ojalá logremos hacer que los niños de las comunidades rurales participen, investiguen y pregunten a sus papás, tíos y abuelos sobre los recursos que tienen; ahí puede haber una gran oportunidad.” Con esta larga pero amena conversación se demostró cómo el doctor Arturo Gómez-Pompa participó en épocas críticas del desarrollo de la botánica, la conservación de la naturaleza y la ecología tropical en México. Y cómo fue que se convirtió en un gran líder en el conocimiento de la biodiversidad. Otras instituciones y proyectos fueron creados gracias a él, pero de esos temas nos enteramos después.
La flora endémica de Veracruz, en peligro de extinción “Ahora estoy tomando todo con más calma”, me dice. “Continúo con un par de proyectos en el Centro de Investigaciones Tropicales (CITRO), que es donde colaboro como asesor. Fue la última institución en la que participé en su creación. Uno de los proyectos se relaciona con el estudio de la flora endémica de Veracruz. “Por alguna razón, nuestros amigos conservacionistas no le han prestado la atención que deberían. Si hay una flora que está en grave peligro de desaparecer para siempre es la endémica de la región de Veracruz. “Esta flora es amenazada por la ganadería, la agricultura y la tala forestal. Estamos investigando cuáles son las especies endémicas, su estado de conservación, y si las hay todavía.” — ¿Existe alguna protección jurídica para las especies endémicas? — Existe una lista de especies en peligro. Hay una lista oficial. — ¿Qué sucede con las que aún no conocemos? — Las que no se conocen no están protegidas. En Veracruz, muchísimas plantas endémicas no están en la lista oficial. Estamos viendo qué estrategias podemos seguir para proteger alguna especie endémica cuya población esté en las faldas de un cerro. Si no la protegemos se va a ir para siempre. Acaba 77
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“Todos esos árboles están en las selvas. ¡Todos! Para mí ese fue uno de los más importantes hallazgos.”
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Gonzalo Halffter Salas El doctor Gonzalo Halffter Salas nació en Madrid en 1932 y es de nacionalidad mexicana. Se formó como biólogo (1961) y doctor en Ciencias (1966) en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional (IPN), en donde inició su carrera docente hace 45 años. Ocupó de manera ininterrumpida varias cátedras de licenciatura y doctorado; la jefatura de los departamentos de Biología y Zoología, así como la dirección de Graduados e Investigación Científica de la propia escuela. Desde 1986, recibió la máxima posición académica que otorga el IPN, que corresponde a la de Profesor Emérito. Y en 1996, recibió del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) la categoría de Investigador Nacional Emérito. Asimismo, fue seleccionado como titular de las Cátedras Patrimoniales de Excelencia Nivel I, 1993-1995 y 1996-1998. Ha sido fundador y director general del Instituto de Ecología, A. C. (1974-1982), y director general en la nueva reorganización del propio Instituto, cuya sede principal está en Xalapa, Veracruz, y de los centros en los estados de Durango y Michoacán (diciembre de 1988- junio de 1993). Dirigió el Museo de Historia Natural de la Ciudad de México y fue director adjunto de Desarrollo Científico del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). A partir de 1993 se reintegró a la investigación, en su categoría de investigador titular “C” del Instituto de Ecología, y a la formación de jóvenes investigadores. Ha dirigido 40 tesis de licenciatura, maestría en ciencias y doctorado. Ha realizado estudios de postgrado y trabajos de investigación en Argentina, Brasil, Costa Rica, Costa de Marfil, España, Estados Unidos de América, Ex Unión Soviética y Francia, así como estancias cortas en otros países. Ha dirigido durante largos periodos las tres revistas mexicanas relacionadas con la zoología y la entomología en México: Acta Zoológica Mexicana, Folia Entomológica Mexicana y los Anales de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas. El doctor Halffter ha sido el más importante impulsor del concepto global de reservas de la biosfera de la UNESCO, y ha fundado y contribuido a la creación de reservas de la biosfera de México, como la de Montes Azules. Su aportación a la taxonomía y biogeografía de los coleópteros de México ha sido invaluable, así como su labor al frente del Consejo de Áreas Naturales Protegidas. Ha sido un promotor de instituciones y formador de recursos humanos en México. Como investigador ha publicado 288 trabajos, de los cuales 52 son libros o capítulos de libro, sobre temas de biología, comportamiento, filogenia, sistemática y biodiversidad, principalmente en los coleópteros de la familia Scarabaeinae. A la fecha cuenta con 3,165 citas a sus trabajos, sin sumar las referencias incluidas en sus publicaciones. Asimismo, ha dirigido y participado en importantes estudios de impacto ambiental en México desde 1970. Es miembro de 16 sociedades científicas mexicanas e internacionales. Ha sido presidente del Consejo Internacional de Coordinación del Programa MAB-UNESCO en varias ocasiones; presidente del Comité Mexicano del Programa MAB-UNESCO; miembro del Comité Interamericano de Ciencia y Tecnología de la Organización de Estados Americanos y vicepresidente de Interciencia, entre otras responsabilidades relevantes. Entre los premios y reconocimientos recibidos, destacan: el Special Award of Recognition del United States National Committee for Man and Biosphere (1980); la Condecoración Oficial de la Orden del Mérito, otorgada por el presidente de Francia (1984); el doctorado Honoris Causa de la Universidad de París, Francia (1984); el título de Profesor Emérito del IPN (1986); la Medalla Alfonso L. Herrera al Mérito en Ecología y Conservación (1986); el Reconocimiento especial, otorgado por el presidente de los Estados Unidos de América por su “invaluable aportación al conocimiento de la diversidad biológica en México, y por su contribución histórica a la conservación y el uso sustentable del patrimonio natural de nuestro país” (1996); el Premio al Mérito Ecológico, otorgado por la SEMARNAP el Día Mundial del Medio Ambiente de 1997; la Medalla Alfonso L. Herrera (2012), por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; la Medalla al Mérito en Ecología, por parte de la Sociedad Científica Mexicana de Ecología (2013). Esta última presea por su contribución a la conservación biológica derivada de la promoción de las reservas de la biosfera, y por su influencia como consejero de universidades y centros públicos de investigación. La siguiente conversación se llevó a cabo al mediodía del 19 de enero de 2013, en el domicilio del investigador, ubicado en Coatepec, Veracruz.
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“Sin un poderoso desarrollo cultural y científico, sin universidades ni centros de investigación, el desarrollo económico e incluso las libertades democráticas, podrían encontrarse en una situación de gran fragilidad… Los primeros resultados que estamos obteniendo con distintos grupos de organismos ponen en jaque muchas ideas tradicionales, incluyendo las mías, sobre lo que es una comunidad en ecología. Encontramos que la desaparición de especies, quitando algunos vertebrados mayores, es un fenómeno complejo en el que no valen las generalizaciones catastróficas… Avances como los estudios sobre el genoma o las nuevas ideas sobre comunidades y diversidad, hacen que en biología y en ecología, el pensamiento científico esté entrando en un parto deslumbrante del que esperamos nuevos y más amplios paradigmas.” Gonzalo Halffter Salas.
Desde pequeño, el doctor Gonzalo Halffter Salas tuvo una afición particular por los escarabajos. De hecho, al terminar su carrera en el Instituto Politécnico Nacional había publicado varios artículos sobre la taxonomía de los coleópteros. “Yo soy básicamente entomólogo”, me dice.
extremadamente desagradable, pues la temperatura llega a más de 50 grados cuando hace calor, y a menos 30 o 40 grados en tiempo invernal.” El doctor Halffter tiene un trato suave y sumamente respetuoso. Conversamos en su casa de Coatepec, un espacio amplio, con múltiples habitaciones que rodean un jardín central, en donde él personalmente cultiva algunas hortalizas y diversas plantas y árboles. Su residencia se ubica muy cerca de amplios jardines y templos, en los que pareciera que la vida transcurre pacíficamente y sin prisa. En la sala donde me recibió pueden observarse múltiples objetos traídos de sus numerosos viajes.
El tema apasionante de los insectos lo llevó a recorrer todo México y a visitar múltiples países, algunos de manera prolongada, como Costa Rica. Estuvo varias semanas en la estación La Selva, y en la selva ecuatorial de la península de Osa1. También realizó investigación sobre el tema en Brasil y en África, e hizo trabajo de campo en Costa de Marfil. Ha contemplado todos los paisajes posibles de las latitudes del planeta. En la antigua Unión Soviética, además de visitar un sinnúmero de lugares, trabajó en una estación perdida en el desierto de Asia Central, de nombre Repetek, que fue construida en 1913, poco antes de la revolución rusa.
El científico relata que él nació en Madrid, en 1932, de padres españoles. “Al acabar la Guerra Civil, en 1939, mis padres vinieron a México. Mi padre se hizo mexicano al año siguiente. Durante la minoría de edad, estuve sujeto a la nacionalidad mexicana que tenía mi padre. Entonces hice lo que no era tan frecuente, el servicio militar. Al llegar a los 21 años no tuve que nacionalizarme, porque ya era mexicano; pero renuncié a la nacionalidad española. Mi pasaporte indica que su portador es mexicano de nacimiento. Y yo siempre me he sentido absolutamente mexicano.”
“En ese lugar, la única comunicación regular que teníamos era un tren que llegaba cada tres o cuatro días. Ponían un vagón en vía muerta, con el fin de que los residentes pudieran comerciar sus productos. “A mí me tocó un clima muy bonito porque fui en primavera, pero en pleno verano o inverno el sitio es
Los padres del doctor Gonzalo Halffter eran republicanos, y llegaron a México a causa de la Guerra Civil Española. Durante sus primeros años, el doctor Halffter vivió en Madrid; estuvo con su madre un año en el sur de Francia y luego en París, donde al acabar la guerra se les reunió su padre. Pocos meses después viajó a la ciudad de México. “Mis padres viajaron muchas veces a España, a partir de los años 60, en que se atenuó un poco la represión política. Mi padre era compositor y fue varias veces a su país a dar conferencias y conciertos. Yo también he ido muchas veces, aunque quizás he ido más a Francia.”
1 La península de Osa se ubica en Costa Rica, en la costa suroeste del océano Pacífico. Limita al norte con el golfo de Nicoya y al sur con el golfo Dulce. Junto con la península de Nicoya, es una de las más importantes de este país, pues en ella se encuentra un gran número de ecosistemas tropicales: bosques lluviosos, humedales costeros y bosques de montaña, entre otros. En esta región se estableció el Parque Nacional Corcovado, que constituye el área protegida más grande de Costa Rica, y que, según National Geographic es ‘el área biológicamente activa más intensa del mundo’. (Modificado de: http://es.wikipedia.org/wiki/ Cant%C3%B3n_de_Osa).
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G. Halffter
La vida es más resistente y flexible de lo que se quiere reconocer
— ¿Y su mamá? — Mi madre pertenecía al cuerpo diplomático de la República Española y, claro, no podía ejercer su carrera aquí en México. Ella trabajó en la biblioteca del Banco Agrícola y después fue directora de la biblioteca del Banco de México. O sea que tuvo un puesto importante. En México, el doctor Gonzalo Halffter vivió en Río Elba, en la colonia Cuauhtémoc, y después por veinte años en Cerrada de Monte Kamerún, en las Lomas de Chapultepec. Estudió en la Academia HispanoMexicana hasta terminar el bachillerato. Su formación profesional fue en el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Se formó como biólogo y fue uno de los primeros doctores egresados de esa institución. Contemporáneo del doctor Jerzy Rzedowski, el doctor Halffter fue alumno de destacados profesores provenientes también de España, como el doctor Federico Bonet Marco, “un gran biólogo que influyó no solo en mi formación sino en la de muchos otros estudiantes. Con él me orienté rápidamente a la ecología y a la biogeografía.”
Hacemos una breve pausa en la conversación, pues el doctor Halffter me pide que le acerque un vaso con agua que dejó su asistente en una mesita cercana. Le cuesta trabajo moverse con agilidad porque las rótulas que le injertaron alguna vez se han ido desgastando. “Son de acero, pero no me habían dicho que el plástico que las recubre se desgasta”, me dice.
“Empecé muy pronto el aprendizaje como alumnoinvestigador. El doctor Bonet nos llevaba a realizar trabajo de campo en prácticamente todas las cuevas naturales de México, donde él hizo un trabajo muy importante para el Año Geológico Internacional. Eran cuevas pequeñas y enormes, y algunas grutas, como las del macizo de Cacahuamilpa. Allí en realidad lo que hace falta es luz, cuerdas y ganas, porque la verdad es que nos pasábamos muchas horas sin comer y sin nada ahí dentro. Si hubiera tenido claustrofobia no hubiera podido entrar en una cueva. Íbamos a lo que íbamos. A mí me tocaba agarrar bichitos en todas ellas.
Mientras tanto, él enciende un cigarro y fuma pausadamente; yo hago lo mismo, para acompañarlo. Sus recuerdos se van hacia su amada esposa, ahora ausente, pues me dice que ella fue la compañera de toda su vida, quien le ayudaba a archivar, a llevar la casa, a organizar los papeles; quien lo auxiliaba en el laboratorio y en la biblioteca; pero sobre todo con quien platicaba, pues sus hijos ya han hecho su vida independiente desde hace tiempo.
“En esos lugares pasábamos hasta dos días y medio, porque Bonet iba mapeando cada cueva, viendo cómo estaban hechas desde la perspectiva geológica. Y yo, al mismo tiempo, iba poniendo trampas para recoger a mis insectos. Nos repartíamos el trabajo.”
Retomamos la conversación: “Respecto de este periodo formativo, yo tuve, aparte de lo que me pueden haber influido distintos maestros, una gran influencia de Federico Bonet, a quien acompañé al trabajo de campo, con quien trabajé en el laboratorio con mucha cercanía.
— ¿Qué tipo de insectos se encontraban en las cuevas? — ¡Ah, las cuevas tienen una fauna interesantísima! Las especies de las cuevas son endémicas casi todas. Muchos insectos carecen de ojos y no presentan pigmentos. No hay mucho colorido en ellos; generalmente son pálidos, del color de la quitina2, que es la sustancia que forma los insectos, de un color amarillo, café pálido.
“Tenía fama de rígido en lo que respecta a la disciplina y la organización del trabajo. Al mismo tiempo, al observar distintas cosas, me abrió los ojos para más tarde ser ecólogo, porque interesándome ya en los escarabajos, conocí los fósiles durante el trabajo paleontológico que se realizaba con él. “En las cuevas vi la fauna de estos sitios y sus adaptaciones. Porque yo colectaba los insectos, pero luego los tenía que separar para mandarlos a los especialistas para su identificación. Y llevaba el registro de las identificaciones. La influencia de Bonet fue muy importante en mi formación.
“A mí siempre me interesó el tema de los coleópteros. De hecho, los primeros escarabajos copronecrófagos de cuevas que han sido descritos en el mundo, los he descrito yo.”
2 La quitina es uno de los componentes principales de las paredes celulares de los hongos, del resistente exoesqueleto de los artrópodos y algunos órganos de otros animales. Modificado de: http://www.toxipedia.org/display/toxipedia/Quitina).
“Con los buenos maestros del Politécnico había una característica común de continuidad, de asiduidad en el trabajo; de no tomar la investigación como algo pasajero, frívolo, o por el salario. Había que dedi84
“Es un grupo muy interesante, porque tiene una complicada evolución del comportamiento, y eso se presta a pensar qué pasa, entre otras cosas, en el comportamiento subsocial. Se dice subsocial cuando existe un cuidado de los padres a los hijos. El comportamiento llega a ser subsocial en algunas especies. Justamente en estos momentos estoy trabajando sobre el comportamiento subsocial de estos bichos.
“Aunque realmente me estoy refiriendo al trabajo del investigador, porque ser biólogo no implica ser investigador. La biología es una carrera, y una carrera en la que hace falta que muchos biólogos resuelvan múltiples problemas. Pero la investigación, realmente es una minoría de minorías quien la hace. Y además así debe ser, porque la investigación implica la creación de nuevos conocimientos y eso realmente está reservado a un pequeño grupo. Yo diría que para ser un investigador, quien no tenga afición no debe entrarle, porque ante todo hace falta tener asiduidad. Y no siempre es fácil obtener buenos resultados.
“Los Scarabaeidae constituyen un grupo importante ecológicamente; son los degradadores más importantes del excremento y de pequeños cadáveres. Esto es, incorporan al suelo y a los ciclos naturales estos desechos. Pero además, biológicamente son significativos porque evolucionaron con los dinosaurios y los primeros mamíferos. Aparecieron en el tiempo de los dinosaurios, no antes. Antes no habría habido masas de excrementos suficientes. A lo largo del tiempo han ido desarrollando una serie de especializaciones. Hay bastantes especies, unas 6,800. Las hay prácticamente en todo el mundo, menos en los polos. Es uno de los grupos más interesantes de estudiar.
“Era una época de mucho entusiasmo. El Politécnico era un lugar agradable. No se puede decir que nos faltaran medios ni nada. Teníamos buenos profesores. Había malos, pero en general dominaban los buenos maestros. Era un ambiente de superación académica y respeto a la investigación. “A mí me tocó también tener una visión distinta de la biología. Para los egresados de la UNAM en esa época las posibilidades eran muy pequeñas. Gran parte de ellos se dedicaron o pensaron que se iban a dedicar o acabaron dedicándose a dar clases de biología en escuelas preparatorias. Es algo que yo nunca hice. Acabé la carrera, e incluso, antes de acabarla, empecé a trabajar.
“Pero, ¿quiere que le diga una cosa? Yo estoy convencido de que cualquier grupo es interesante, porque el interés se lo da uno con el trabajo. El interés no lo reclama en sí la especie, salvo cuando es un trabajo que busca determinados objetivos aplicados. “Mire, por ejemplo, hay un escarabajo pariente de los que yo estudio, que se ha vuelto una plaga tremenda para la tortuga marina Golfina. Destruye sus nidos en La Escobilla, Oaxaca. Ataca los huevos vivos y muertos.
“Era la época de auge de los insecticidas, y varios egresados de mi escuela dimos servicio técnico a esta industria. Muy pronto tuve un puesto importante y me pasé ciertos años de mi vida trabajando en esa industria, sin dejar la investigación. Hacía investigación por la tarde-noche en ciencias biológicas y durante el día iba a mi trabajo en control de plagas.”
“De ahí que estemos estudiando, primero, su biología, y luego, sus respuestas a sustancias químicas, para tratar de exterminarlo. En este caso estamos ante una investigación dirigida, que es distinta de mi otra investigación, porque aquí lo que queremos es encontrar qué sustancias químicas emite y percibe el escarabajo, a cuáles responde, para así atraerlo a trampas y poderlo destruir.”
— ¿Cuáles son los más importantes hallazgos de la investigación que usted ha hecho sobre los coleópteros? — Hombre, eso sería muy difícil de decirle, pero hay dos libros míos muy citados, que establecen las bases sobre la ecología y el comportamiento de un grupo de coleópteros, los Scarabaeidae, su nombre científico.
— ¿Debe ser complicado, no? — Es la base del control biológico.
El del escarabajo es un mundo químico — ¿Cómo se puede hacer? — Es sencillo. Primero hay que conocer el mundo químico del escarabajo. A diferencia de los humanos, que nos manejamos en un mundo prácticamente visual, los insectos habitan en un mundo químico. De todas nuestras funciones, quizás la menos importante sea la olfativa. Para los insectos no; para ellos el mundo visual es menos importante. Viven en un mundo de olores, muy complicado. En un nido de tortuga tenemos el olor de los huevos, el de la putrefacción de algún huevo que esté roto o estropeado, además del que puedan secretar los primeros escarabajos que hubieran llegado al azar. Todos es85
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carse a ella con verdadero fervor y placer, ¡esa es la palabra!, con placer al hacer el trabajo científico.
tos olores se combinan y provocan una reacción que atrae masivamente a los escarabajos al nido. Y cuando digo masivamente, estoy hablando de doscientos, trescientos, cuatrocientos escarabajos en un nido de tortuga, lo que acaba con él.
tro. El tubito se cuelga dentro de un bote que hace las veces de trampa. Es muy sencillo, como usted podrá ver. La trampa se deja ahí y puede durar varias semanas, un mes o dos, emitiendo la sustancia. Lo que queremos ver es qué sustancias son las que atraen a los escarabajos, para poder sacar los botes llenos de ellos.”
“Los huevos de tortuga son redondos y grandes, del tamaño de un huevo de gallina, más o menos. Cada tortuga pondrá alrededor de 20 o 25 huevos, cuando mucho. La playa La Escobilla, en Oaxaca, es el santuario de anidación más importante del mundo para la Golfina, que es una tortuga grande; hay allí muchísimas tortugas. Por tanto, hay una densidad de escarabajos tremenda. Entonces, si no se hace algo, las pérdidas podrían llegar a ser de más de 70 por ciento.”
— ¿Se trata de millones de insectos? — Sin atrayente matamos 700 mil el año pasado. Nada más por trampa de caída. Y no logramos afectar a la población, que es de millones. — ¿Y eso es solo un insecto? — Solo una especie de insecto.
— Es demasiado… porque además hay otras especies que atacan a los huevos…
— ¿Cuántos insectos existen en el mundo? ¿Es muy difícil saber eso?
— Así es.
— Bueno, de manera exacta sí, por supuesto, porque hay muchos incluso no descritos. Pero cuántos habrá… un millón cien mil especies. Es el grupo más abundante de organismos.
— ¿Entre ellas estará el ser humano? — No, el ser humano ya no, porque el sitio está muy vigilado. Realmente se ha logrado evitar a las poblaciones locales usar el recurso; pero se lo están comiendo otras especies, sobre todo el escarabajo, que es el que ocasiona más daño. Entonces queremos disminuir ese daño; desaparecerlo no, pero bajarlo a un 5 o 10 por ciento.
— Debe ser apasionante el trabajo con los insectos... — Pues sí, trabajar con cualquier tipo de organismo es apasionante.
La docencia y la biodiversidad
“Esta es una investigación dirigida, para saber exactamente qué sustancias atraen al escarabajo… Nos metemos al mundo químico del insecto y luego ponemos unas substancias en unos tubitos de un polímero (el polímero no tiene una pared impermeable, sino que tiene pequeños poros). Según el tamaño del poro va dejando salir la sustancia que se pone den-
— Doctor Halffter, usted ha recibido numerosos premios por sus invaluables aportaciones al conocimiento de la diversidad biológica en México y por su contribución a la conservación y uso sustentable de nuestro patrimonio natural. Yo creo que para los mexicanos entender la biodiversidad no ha sido un 86
— Sí, sí lo soy. Sigo dando clase, justamente sobre el tema de la biodiversidad.
“En una cueva, simplemente con que la cierren, porque ya no quieren que haya murciélagos, se acaba todo lo que hay adentro. En una isla pasa lo mismo, porque ahí puede desaparecer todo lo que hay, pero en grandes extensiones no sucede esto.
— ¿Cuáles son los puntos esenciales para conocer nuestra biodiversidad? — Bueno, en primer lugar, en la biodiversidad siempre hay que hacer un trabajo taxonómico, para saber qué especies tenemos. Luego ver su distribución, en qué ecosistemas viven. Yo no insistiría con esa obsesión de la extinción, porque una de las cosas que estamos viendo con la gente que trabaja conmigo, es que la extinción es terrible en los mamíferos y las aves, en general en los vertebrados, pero el resto de los organismos tiene una alta capacidad de adaptación a condiciones diversas.
“Para el libro notabilísimo que coordinó el doctor José Sarukhán, El capital natural de México, yo co-coordiné el tomo I; hice varios capítulos, entre ellos el relativo a la ‘Extinción’. “Después de buscar y rebuscar con mis colaboradores datos de extinción bien probados, encontramos que se habían perdido 219 especies en México. Eso de un total de especies que supera las 90 mil. Esto nos dice que no hay que tener esas imaginaciones de la catástrofe. Estamos en un mundo que cambia; y en ese mundo que cambia, las condiciones en que viven plantas y animales se van a modificar. Y muchas especies se van a adaptar a ese nuevo mundo. Y eso es muy interesante de estudiarlo.”
“De ahí que se esté desarrollando una concepción nueva justamente en estos años, en que se están comparando los ecosistemas intactos con los ecosistemas perturbados, y se está viendo que las cosas no son tan en negro y blanco como se creía. O blanco lo intacto y negro lo perturbado. Depende mucho del tipo de perturbación.
— Es un enfoque totalmente diferente. — Así es. Justamente estamos trabajando en lo que denominamos ecología de la fragmentación: qué pasa con los fragmentos; cuántas especies pueden sobrevivir en un fragmento; qué tamaño necesita tener un fragmento; cómo intercomunicar entre sí los distintos fragmentos…
“Por ejemplo, la perturbación que provocan las culturas indígenas, que siembran en pequeñas extensiones y que conservan muchas de las plantas porque ellos mismos las utilizan, no se compara con la destrucción que puede ocasionar un desmonte mecanizado. “Desafortunadamente, en el mundo tropical, los desmontes mecanizados masivos y las hecatombes existen, pero también existe el tipo de paisaje que podríamos llamar jaspeado.
— ¿Se refiere a fragmentos de selva? — Sí, a fragmentos de ecosistemas. — ¿Por ejemplo, en Los Tuxtlas, donde ya se redujeron las selvas?
“Es una palabra muy clara, ¿recuerda usted esos mármoles jaspeados, verde con rojo, con blanco? Pues por ‘jaspeado’ se quiere decir que conviven comunidades intactas con comunidades perturbadas o transformadas. Y esta situación permite la sobrevivencia de bastantes organismos.
— Se redujeron mucho las selvas, pero quedan algunos fragmentos. Y en Los Tuxtlas no se ha perdido tanta cosa. Claro, sí, indudablemente hay animales grandes que se pierden. Sigue habiendo dos especies de monos. Yo no juraría que en Los Tuxtlas no
“Esta nueva concepción que estamos desarrollando está en oposición con la escuela que suponía que para el año 2010 la mitad de las especies habría desaparecido. El 2010 ha pasado y las especies no han desaparecido.”
Adaptación o desaparición — ¿Qué ha pasado entonces con la biodiversidad? ¿Se transforma? — Esa es una buena pregunta. La biodiversidad se transforma en composición. No hay los mismos organismos después de la intervención humana. Se produce una transformación en cuanto a la cantidad en que aparecen las distintas especies. Indudablemente sí, algunas especies están en riesgo de desaparición; pero sobre todo la desaparición se presenta 87
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en lugares muy puntuales. Mire usted, un área de manantiales como Cuatrociénegas, Coahuila, está en enorme riesgo, porque es un espacio muy particular que fácilmente puede cambiarse.
proceso fácil. Para conocer la biodiversidad de un país megadiverso como México se requiere formar a mucha gente, usted ha sido maestro…
— ¿Hay un cambio de clima y se mueven de otra forma las especies?
haya algún jaguar. No me atrevería a asegurarlo. Tapir es posible que no haya. Pero estos temas hay que verlos con otros ojos.
— Se mueven altitudinalmente. Ahora, puede haber lugares en donde sí llegue la desaparición. Sigo pensando sobre todo en islas, en condiciones cerradas, donde no hay movimiento, donde no se reciben elementos de fuera.
— Alguna vez alguien me comentó que para reproducirse, un jaguar necesitaba recorrer grandes extensiones para buscar a su compañera, y que cuando ya no encontraba esos corredores enormes de selva, entonces llegaba a tener problemas para su reproducción.
A las sociedades, la biodiversidad no solo les es indiferente, les es hostil
— Para el jaguar el problema más serio es la caza indiscriminada, que lo ha sido desde hace muchos años. No es un problema de ahora. Sin embargo, hay jaguares; hay regiones en México en donde todavía hay jaguares. No van a estar en grupos, porque el jaguar es un animal que vive aislado. Mire usted, en zonas de Nayarit y de Colima hay jaguar; en la costa de Jalisco hay jaguar; en Tabasco lo hay; en Quintana Roo, en Chiapas. Hay varias zonas de México donde hay jaguar. Le cuento un caso: una especie que se suponía que se había extinguido en México porque fue perseguida con saña, y además estábamos en el borde del área de su distribución, era el gran bisonte de América. Pues bien, se acaba de encontrar en Chihuahua un hato de bisonte americano, sobreviviente.
Le ofrezco al doctor Halffter un poco más de agua, mientras le reitero que la mayoría de los mexicanos estamos muy lejos de entender siquiera una parte de lo que implica la protección y conservación de estos espacios naturales ricos en biodiversidad. “Déjemele ahí —me dice—, porque le voy a contar algo que creo que vale la pena… Hace muy pocos días, la Universidad de Guadalajara, como una actividad importante de la Feria del Libro, nos reunió a tres ecólogos mexicanos, supuestamente mayores, que tenemos una carrera: los doctores José Sarukhán, Arturo Gómez-Pompa y yo. Se reunieron otros tres más jóvenes, Exequiel Ezcurra, Eduardo Santana y Julia Carabias, a preguntarnos. Como se estaban anunciando los cambios de secretarías de Estado y demás, justamente la pregunta que salió una y otra vez, y que luego surgió por parte del público, fue cómo afectan a la biodiversidad los políticos.
— ¡¡Es increíble...!! — No es increíble. La vida es flexible. Si no lo fuera, no la habría. Hemos pasado por periodos de condiciones ambientales mucho más duros y la vida se ha mantenido.
“La respuesta de alguno, no le voy a decir de quién, pero no mía, fue que los políticos de alguna manera tienen la culpa porque no entienden lo que es la biodiversidad… (yo no sé por qué tendrían que entenderla, porque no es su tarea), y que por eso no toman las medidas adecuadas. Mi respuesta a eso es que ojalá y hubiera políticos más capacitados, pero que la única manera de salvar la diversidad en un país a largo plazo es si toda la población está consciente de que la biodiversidad constituye una riqueza. Así que por eso le interrumpí, porque creo que le contesto lo que usted me quería preguntar. ¡Toda la población!
El cambio climático — ¿Qué piensa usted del cambio climático? ¿Va a afectar a la biodiversidad? — No lo sé. — ¿Es un hecho el cambio climático? — El cambio climático es totalmente un hecho. Negarlo sería un absurdo. Lo que no sé es hasta dónde va a llegar. Eso se discute mucho, pero nadie sensato discute el cambio sino la magnitud del cambio. Van a ser dos grados o tres, o hasta dónde va a llegar…
“No hace falta que sean especialistas, por supuesto que no, no tienen que determinar las fórmulas de Jost o cualquier otra fórmula. No. Necesitan tener conciencia de que vivimos en un mundo diverso.
“Digamos que se está perdiendo el hielo en los casquetes polares, ¡eso es indudable!; en las montañas, ¡indudable! Cómo afectará esto a la distribución de los seres vivos… ¿subirán las especies a las montañas que están perdiendo hielo?
“La gran tradición cultural judeo cristiana nos ha hecho pensar que el mundo ha sido creado para capricho del hombre. El hombre es dueño del mundo. “Ha habido otras culturas que han sido más respetuosas con la naturaleza. Pero esta es una cultura que no lo es. Ha estado explotando a la naturaleza desde siempre; no ahora, desde siempre. Si queremos ejemplos de qué puede pasar, pues veamos los desiertos de Asia Menor. Antes de meter cabras no eran así, y muchas partes de la cuenca del Mediterráneo no eran tan áridas. Se han aridificado por la acción del hombre y sobre todo de las cabras. Vivimos en una sociedad a la que no solo le es indiferente la biodiversidad, sino que le es hostil.
“Ahora estoy trabajando con un grupo de estudiantes sobre los escarabajos de las montañas del oriente de México, del Sistema Volcánico Transversal, en el Cofre de Perote, en el Pico de Orizaba, un poco más lejos, en La Malinche, en la sierra de Los Chimalapas… Estamos estudiando todo esto y estamos seguros de que si repetimos el estudio en diez años va a haber especies que suban más. Pero en este caso, por ejemplo, el cambio climático no forzosamente afectará con desaparición.” 88
— ¿Cuántas reservas de la biosfera existen en México en este momento? — Alrededor de 404. — ¿De las 500 que operan en el mundo? ¡Es un buen número…! — Sí, México tiene una buena cantidad; debe ser el segundo país en reservas de la biosfera. — ¿Y cómo fue el proceso de creación? ¿Usted trabajó en alguna teoría para hacer estas reservas? — Yo trabajé sobre todo en ponerlo en práctica. Y lo pusimos en práctica en las reservas de Durango, en Mapimí5 y en La Michilía; las pusimos en práctica con otro elemento más añadido, que no se podía hacer conservación sin la participación de las poblaciones locales. Eso lo va a desarrollar Eckard Boege, porque le gusta y tiene toda la razón. O sea, que no se puede hablar de la ‘conservación’ y poner policías.
“De alguna manera es enemiga de que haya mosquitos, sin pensar que, si los hay, también habrá mariposas; y que si usted tiene un jardín variado y bonito le puede dar frutos y satisfacciones y hasta leña para la chimenea. Y que si tiene usted solo pasto, pues no va a tener esas satisfacciones, aunque se vea parejito. “La tendencia a lo monótono, a lo único, a lo rentable, a lo que tiene valor económico, ése es el gran problema para la biodiversidad. Eso habría que cambiarlo por una tendencia a vivir más en equilibrio con el medio. Yo no digo no tomar del medio, ¡eso es una inocentada, por favor! Tomar del medio, sí, pero no forzosamente destruir.”
La creación de las reservas de la biosfera
“La conservación tiene que hacerse con la gente. Y para eso hay que darle interés a la gente. Esos son los cambios importantes de las reservas. Puede haber un uso en distintas áreas, pero también hay áreas de protección total. Las reservas son grandes, con miles de hectáreas en general. Puede haber áreas de conservación total, pero también áreas de uso razonable, sustentable; y sustentable quiere decir que mañana va a haber lo mismo que hoy.
— Doctor Halffter, tengo entendido que usted impulsó el concepto global de reservas de la biosfera. Tal vez usted consideró, en su juventud probablemente, la importancia de mantener por lo menos algunas regiones de biodiversidad a salvo de la destrucción…
“Debemos aprender a sacar la cosecha, y al mismo tiempo tomar en cuenta a los pobladores para las soluciones locales. Lo cual implica usar todo un concepto filosófico que admite que tiene que haber un mejor reparto de la riqueza en el mundo.” 4 El instrumento de política ambiental con mayor definición jurídica para la conservación de la biodiversidad son las Áreas Naturales Protegidas. Son porciones terrestres o acuáticas del territorio nacional representativas de diversos ecosistemas, en donde el ambiente original no ha sido esencialmente alterado y que producen beneficios ecológicos reconocidos y valorados. Se crean mediante un decreto presidencial y las actividades que pueden llevarse a cabo en ellas se establecen de acuerdo con la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, su Reglamento, el programa de manejo y los programas de ordenamiento ecológico. Están sujetas a regímenes especiales de protección, conservación, restauración y desarrollo, según categorías establecidas en la Ley. La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas administra actualmente 176 áreas naturales de carácter federal, que representan más de 25’387,972 hectáreas, entre reservas de la biosfera, parques nacionales, monumentos naturales, áreas de protección de recursos naturales, áreas de protección de flora y fauna y santuarios, distribuidas en 12.92% de la superficie del territorio nacional. (Fuente: CONANP) 5 La Reserva de la Biosfera de Mapimí se sitúa entre los estados de Durango, Chihuahua y Coahuila. Se estableció por decreto en 1974.
— Yo fui uno de los que impulsaron este concepto, pero fue más bien MAB UNESCO, que es el Programa Hombre y Biosfera de la UNESCO3. Yo he sido presidente dos veces de este organismo y he representado a México durante muchos años. Ahí nació el concepto. Y consiste en combinar conservación con desarrollo sustentable. La conservación no tiene por qué impedir el uso inteligente. Y el uso no tiene por qué ser incompatible con la conservación. Se trata de hacer un uso sustentable de la naturaleza. — ¿Antes de este esfuerzo del MAB existían ya reservas de la biosfera? — No, no. El MAB creó la figura de reserva de la biosfera. Existían los parques nacionales y otro tipo de 3 La misión de la UNESCO consiste en contribuir a la consolidación de la paz, la erradicación de la pobreza, el desarrollo sostenible y el diálogo intercultural mediante la educación, las ciencias, la cultura, la comunicación y la información.
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áreas protegidas, pero el concepto de reserva de la biosfera, que tiene una enorme repercusión mundial, fue un concepto creado por MAB. En el mundo hay más de 500 reservas.
— ¿Por qué empezaron en Durango?
— ¿Parece ser reciente lo de las reservas de la biosfera?
— Empezamos en Durango porque allá era gobernador Héctor Mayagoitia6, que provenía del Politécnico y que nos dio todo su apoyo.
— Sí, la primera lista es de 1976, en que estaban ya incorporadas las dos primeras reservas mexicanas: Mapimí y La Michilía.
— ¿Se trató de un trabajo experimental?
— ¿Cómo organiza esto la UNESCO? ¿Se encarga de todas las reservas del mundo?
— Fue un trabajo experimental que impusimos contra funcionarios de la Secretaría de Agricultura, a quienes en aquel entonces no les gustaba nada la idea. Muy pronto empezamos con reservas fuera de Durango. Mire, yo hice también la reserva de Montes Azules, en la selva Lacandona. Y no hice, pero intervine, en la de Sian’ Ka’an, Quintana Roo; en la de Manantlán, Jalisco; y en El Cielo, Tamaulipas.
— No, la UNESCO no se encarga de nada. — ¿Promueve nada más? — Eso es… La UNESCO es un foro de discusión y reflexión. La UNESCO acepta en su red una reserva después de examinar todos los antecedentes, y le da al gobierno un diploma. Y puede expulsar una reserva, con el, digamos, supuesto escándalo que eso traería consigo. Pero sí puede hacerlo, ya ve usted que con los bienes artísticos hay reglas y a algún país lo han dejado afuera, como Israel.
— ¿Cómo fue esa experiencia? ¿Llegaba usted con los gobiernos, lo planteaba? — Bueno, Mayagoitia era mi cuate, éramos compañeros, igual que Rzedowski. Mayagoitia es un poco mayor que Rzedowski y un poco mayor que yo. Entusiasmé a Mayagoitia, quien es químico bacteriólogo, pero de la misma escuela de Ciencias Biológicas. Estaba muy sensibilizado y nos dio todo su apoyo, incluso contra autoridades federales como las de Agricultura de aquel entonces.
“La UNESCO es un foro, no tiene autoridad nacional. Los mexicanos hemos tenido muy buenas gentes en los gobiernos de los últimos años. Desde Julia Carabias la situación cambió 180 grados… Con Julia Carabias como secretaria de la SEMARNAP, con Javier de la Maza en las reservas, con Ernesto Enkerlin en las reservas, ha sido excelentísimo. Y con Luis Fueyo, que también se ha portado muy bien. Ha sido gente que ha entendido el asunto.
— ¿De qué año estamos hablando? — De 1974. 6 Héctor Uriel Mayagoitia Domínguez es un destacado químico bacteriólogo y político mexicano, perteneciente al Partido Revolucionario Institucional. Gobernó el estado de Durango entre 1973 y 1979 y fue director del Instituto Politécnico Nacional. También fue director del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Actualmente tiene 90 años.
“Pero para que esto sea durable, ahora no necesitamos crear más reservas. Y no que los políticos lo entiendan, sino que la gente de esos lugares lo entienda. Porque sigue habiendo el problema de siempre, que la gente ve y dice ‘y yo por qué no uso los árboles’. 90
— Hay difusión. Yo no diría que lo más importante sea la difusión. Algo que se está empezando a hacer es interesar económicamente a las poblaciones locales, capacitar a guías locales, pagar una cantidad de dinero al campesino para que no tale los árboles, o por derecho de agua, o por derecho de biodiversidad. Buscar otro tipo de explotaciones que no sea arrasar. En algunos lugares está funcionando muy bien.
“Y en estos últimos tiempos, desgraciadamente, son organizados por el narco. Aunque no es Reserva de la Biosfera sino Parque Nacional, se meten y arrasan. ¡Qué hace el gobierno contra esto! Es una verdadera guerra. Los encargados buscan a las autoridades militares. La gente sabe perfectamente que no hay que tirar los árboles, pero los tira. Hay toda una cadena de complicidad: el que tira el árbol, el que se lo lleva, el que lo vende y el que lo usa.”
— En relación con la Reserva de la Biosfera Montes Azules ¿se ha logrado algo? — Fíjese que sí. Se ha logrado con trabajo, con avances y retrocesos. Pero en primer lugar, ¡maravilla!, la reserva existe. Está intacta, no ha sido invadida. Ha habido invasiones parciales pero han sido desalojadas. Estaba yo presidiendo el Consejo Nacional de Áreas Naturales Protegidas cuando hubo el desalojo y logré que no fuera militar sino por convencimiento.
— Tengo entendido que había un programa de madera certificada… — Sí, pero situaciones como la antes relatada persisten. Me acaban de advertir que no vayan mis muchachos al Pico de Orizaba por el lado de Veracruz, que es la zona donde están las comunidades que no aceptan el parque, que lo invaden.
“A la gente se le ofrecían tierras en otros lugares. Sé que parte de los que se fueron regresarán. Hay mucha deshonestidad. No por ser pobre, la gente va a ser honesta. Sería engañarme. Muy bien, pero más vale volverlos a echar y no estar con un problema de tipo guerrillero o algo por el estilo.
— ¿Porque necesitan vivir de la madera? — Porque ‘necesitan’ es solo una palabra; o porque los alientan o porque no hay otras alternativas. Es un problema muy serio para México. Lo que necesitamos es que la gente se convenza de la bondad de la conservación. No únicamente en las reservas sino en todo tipo de áreas protegidas.
“Mire, hicimos un trabajo de investigación en la reserva, porque queríamos ver los escarabajos y la fauna que había dentro de ella, en comparación con lo que quedaba en los manchones de selva fuera de ahí, en la zona del Marqués de Comillas. “Encontramos algo muy bonito, que en varios de los manchones grandes, los grupos indígenas habían organizado sus cabañas para atender a los turistas. Daban comida y hacían recorridos por la selva. Bajo
— ¿Tal vez habría que hacer una mayor difusión sobre lo que es una reserva de la biosfera?
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“Me estaban contando aquí, justo para el trabajo en el Pico de Orizaba, que cada determinado tiempo, cuando los árboles ya están grandes, se hace una verdadera invasión, y estamos hablando de una invasión de 400 gentes armadas.
ese aspecto ha sido más positivo que en Los Tuxtlas. Así que la Reserva de la Biosfera Montes Azules sí funciona, fíjese, sí funciona.”
alta de la cuenca, la idea sería buscar cuáles son las áreas protegidas, y tratarlas como si fueran un archipiélago o conjunto de islas.
— ¿Estas comunidades de la reserva contribuyen a conservar la selva?
“A continuación habrá que conseguir dinero para comprar los lugares que no sirven, agrícolamente hablando, como los farallones, ciertos cortes en la montaña y demás, para que puedan servir de interconexión y poder ver y manejarlo todo como un conjunto. Es una idea muy bonita que creo que se va a empezar a poner en práctica.”
— Sí, sí. Ahora, en estas cosas como todo en la vida, no es al 100 por ciento. Pero sí, cuando usted ve que, 30 años después o más, la reserva sigue existiendo, que sigue conteniendo una fauna completa, que las gentes comienzan a tomar la iniciativa para manejar mejor los recursos, sí funciona.
— ¿Ya se comenzó a trabajar en este proyecto? ¿Usted lo está impulsando?
Las reservas archipiélago
— Se está empezando a trabajar. La idea se me ocurrió a mí, yo la he publicado y he estado convenciendo a la gente de aquí y he tenido éxito. Justamente me han nombrado presidente de este fondo fiduciario que se ha hecho para manejar este dinero, con el que se va a empezar, porque se quiere trabajar con la gente, dar dinero a la gente para que cuide.
— Usted ha trabajado en la teoría e instrumentación de las reservas archipiélago. ¿En qué consisten? — Esta sí es una idea totalmente mía, y creo que por fin voy a poder verla organizada sobre el terreno. Le cuento en orden: las reservas de la biosfera normalmente son áreas muy grandes, derivan de toda una idea biogeográfica de que en más espacio hay más especies y más estabilidad para las especies.
Sensibilización hacia el desarrollo sustentable
“Esa es toda una teoría, producto de una muy larga discusión sobre si hacían falta reservas pequeñas o grandes. Bueno, está visto que a veces hacen falta las dos cosas. Y existen áreas protegidas pequeñas.
Al informarme sobre este proyecto, al doctor Gonzalo Halffter se le ilumina el rostro. Para este científico incansable, de prácticamente 81 años, impulsar estas nuevas ideas en la concepción y manejo de pequeñas áreas protegidas tendrá amplias repercusiones en la conservación de la biodiversidad. Le pregunto qué hacer para que la gente se sensibilice en torno al desarrollo sustentable.
“Por ejemplo, en Veracruz, en esta zona centro, existe una serie de pequeñas áreas que incluyen parques urbanos; no los parques ajardinados sino sitios como el Cerro de la Serpiente que tenemos aquí en Coatepec, o el Macuiltépetl, en Xalapa.
— Creo que éste es un punto crítico. Yo creo que la conservación y el valor de la naturaleza debían ser incluidos en la enseñanza desde la escuela primaria. Sería muy bonito que en lugares agrícolas, como Coatepec, hubiera un jardín escolar de hortalizas, o cosas por el estilo. Educar a los niños en el contacto con la naturaleza. Por otra parte, se está haciendo un gran esfuerzo por difundir el tema.
“La idea es conectar estas zonas pequeñas, de la misma forma como pasa en un archipiélago, para que puedan cumplir su misión. En primer lugar, hay un aspecto biológico. Si están interconectadas, estas pequeñas áreas tendrán una complementariedad. Lo que no tenga una lo tendrá la otra. Y habrá un intercambio de organismos. “Luego viene el aspecto político. Constituimos una organización de la sociedad civil en esta zona, no del gobierno, porque esta asociación va a tener más fuerza para resolver problemas legales, problemas de invasiones; para tramitar ante el gobierno que se empiecen a dar esos dineros que le comentaba antes, por el agua, por el bosque, por la biodiversidad. Es más fácil tener un abogado para todos, que se ocupe de todo.
“Periodistas, escritores, medios de comunicación han trabajado en la difusión del desarrollo sustentable. Se está haciendo y es positivo. Pero yo creo que lo más importante es buscar la manera para interesar económicamente a las poblaciones locales. Que tengan algún beneficio. A lo mejor éste no es equivalente al que obtienen vendiendo a un maderero, pero sí podrán obtener una ganancia a más largo plazo. “Si los ejidatarios venden el bosque a un talabosques, se quedarán sin bosque para siempre y les darán por ello una miseria; en cambio, si se les enseña a explotar el bosque, esto no va a ser algo temporal, va a ser algo que dure para siempre.”
“Hace dos o tres días, en Veracruz, se organizó laasociación del Golfo de México, con dinero privado por un lado y del gobierno, por el otro. Se van a hacer varias reservas archipiélago. La primera de ellas en la cuenca del río La Antigua; esto es, en la cuenca del río de Coatepec.
— ¿Existen alternativas para quienes viven en las selvas, en los bosques?
“Ya viene de arriba, pero pasa por aquí, y va a salir a La Antigua, cerca de Veracruz. Entonces, quizás no en toda la cuenca —porque la parte baja es la que está más cambiada—, pero en la parte media y
— Existen muchas, pero no es fácil instrumentarlas. Y sobre todo, hace falta capital. Es todo este problema en que estamos inmersos en México. 92
G. Halffter
“Al mismo tiempo que hay que desarrollar la gran empresa, hay que hacerlo con la pequeña, porque ésta da mucho trabajo y ocupa mucha mano de obra. Habrá que hacer pequeñas empresas con bases ecológicas. Cosas reales, como por ejemplo en El Cielo, Tamaulipas: desarrollar una industria de la madera, vender muebles de maderas tropicales. Talar unos cuantos árboles y hacer muebles bien hechos y venderlos caros, porque son de la reserva. Esa es una manera de dar valor y sacar mucho más dinero. Y seguir sembrando árboles.
— Pero hay algo que falta, que es la conexión, quién capacita, quién concientiza a estas personas, quién les ayuda con un capital… — Ése es el problema… quién les ayuda con un capital, quién capacita… allí ha tocado usted el meollo del problema. Y la solución no es tan sencilla como decir: el gobierno. Habría que decir la sociedad. “Porque tendrían que ser capitalistas interesados en invertir una cantidad para formar unas industrias de ese estilo. De acuerdo, de que los hay, los hay. Tiene que ser también, forzosamente, el gobierno, para dar las facilidades; tienen que ser las asociaciones. Pero es la sociedad, somos todos en el fondo.”
“Es la idea de la etiqueta verde, que ha tenido mucho éxito en el mundo; está bastante extendida en Europa. Y es que si se certifica que un producto no ocasiona daños biológicos, adquiere un valor mayor. El café orgánico, cultivado bajo sombra, que conserva muchísima de la fauna natural en los cafetales, tiene muy buena aceptación y se exporta muy bien. Chiapas y Oaxaca lo exportan a Alemania, a muy buenos precios.
— ¿Doctor Halffter, de lo que usted ha vivido, ¿cuál sería su reflexión general en el campo de la biodiversidad? — Que la vida es mucho más resistente y flexible de lo que se quiere reconocer. Esta conversación le dará a usted una idea de cómo concibo la diversidad y su conservación.
“Los productos que cuentan con esa certificación se venden caros. Entonces sí, hay alternativas. Ahora, no es sencillo, hay que buscar una solución para cada caso. Por otra parte, habría que pagar a los campesinos por cultivar las tantas y tantas plantas originarias de México, que están en peligro de extinción.
Antes de despedirnos, el doctor Gonzalo Halffter me muestra las hortalizas que él cultiva en el jardín de su casa. Un pequeño perro de melena blanca me acerca una pelota para que se la lance. Lo hago y él brinca ágilmente entre las plantas para buscarla y me la devuelve.
“Así se cumplirían dos misiones: tener a los campesinos ocupados y al mismo tiempo conservar esas plantas útiles. Hay muchísimas alternativas. Recuperar la vainilla, por ejemplo, que es una planta de selva, y que prácticamente ha sido sustituida por la vainilla artificial. La vainilla natural es superior, pero prácticamente se ha exterminado. Hasta la caza, en algunos lugares podría hacerse una caza bien regulada, para que permita a la gente de las localidades obtener ciertos ingresos. A esto se le llama desarrollo sustentable.”
Me dice el científico que cuando llegan a visitarlo sus nietos, el perrito es incansable en sus juegos. “Duerme conmigo —dice—, es mi compañero.” Luego me conduce lentamente a la alta puerta de madera y me advierte que tenga cuidado con la bajada de cemento, que no me vaya a resbalar. Lo último que veo es su mano blanca despidiéndome y una sonrisa suave en su rostro. 93
Francisco Takaki Takaki El doctor Francisco Takaki es egresado de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional (1959). Realizó estudios de posgrado en el Colegio de Postgraduados y un diplomado en Ecología Vegetal en el Instituto de Botánica de la Universidad de Montpellier, Francia. El doctor Takaki fue investigador del Instituto de Investigación de Zonas Desérticas de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (1960-1968) y del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales de la entonces Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH) (1969-1972). En 1973 ingresó a la CETENAL, hoy Dirección General de Geografía del INEGI, institución en la que se desempeñó a últimas fechas como director general adjunto de Normatividad en la Dirección General de Geografía. Derivado de sus actividades, ha publicado múltiples artículos y participado en numerosos eventos científicos. Entre sus publicaciones destacan la Memoria y Mapa de los Tipos de Vegetación de la República Mexicana y la generación de las metodologías para la elaboración y representación cartográfica de la Carta de Uso del Suelo y Vegetación, en escalas 1:50,000, 1:250,000 y 1:100,000, que edita el INEGI. El doctor Takaki ha sido uno de los principales promotores de la cartografía con imágenes remotas de la naturaleza en México —primero con fotografías estereoscópicas y después con imágenes satelitales. Gracias a estos esfuerzos, nuestro país cuenta con una espléndida cartografía de la cobertura vegetal de su territorio. Ha participado como miembro del grupo de trabajo sobre Inventarios Forestales y Monitoreo de la Comisión Norte América de Bosques, del Grupo Coordinador del Atlas de Norte América (NAAGG) de la Comisión para la Cooperación Ambiental de América del Norte (CCA) y como vicepresidente de las comisiones de Geografía y Cartografía de la Sección Nacional de México, del Instituto Panamericano de Geografía e Historia. Es miembro vitalicio de la Sociedad Botánica de México y forma parte del Consejo Nacional de Flora de México, A. C. También es miembro fundador de la Sociedad Mexicana de Fruticultura. Su conocimiento sobre la vegetación de México es reconocido en el ámbito nacional e internacional. La entrevista que se presenta a continuación tuvo lugar el martes 16 de octubre de 2012, en el jardín de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), en la Ciudad de México.
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“Hoy el tiempo límite que se da a los responsables de la cartografía para capacitarse es de apenas tres meses. Eso es completamente insuficiente. Del mayor conocimiento que se tenga sobre un área determinada, sobre una población o alrededor de ella, podremos deducir qué explotar y qué no, o qué debemos proteger. En la medida en que se conozcan con más precisión los tipos de vegetación, de suelo, los climas, las regiones hidrológicas, etcétera, nuestras políticas de desarrollo serán más efectivas.” Francisco Takaki Takaki.
hay en Gobernación, él llegó a México en 1905, a los 22 años, aunque hay familiares que dicen que llegó antes, en 1901; pero de esto no hay una constancia.
El pequeño Francisco Takaki se desplazaba a caballo para ir a la primaria, donde permanecía toda la semana. El lugar donde vivía era el Rancho La Esperanza, del Municipio de Escuintla, que se ubica en el corazón del Soconusco, cerca de la costa del Océano Pacífico. Para llegar a la escuela, había que atravesar Acacoyahua, que ahora es cabecera municipal. Se subía un poco por las laderas y había que atravesar un río. “Eso sí, dice alegremente a sus 76 años, un día ya me andaba ahogando por no obedecer y porque había crecida.”
“Como mucha gente, salió de una época post-feudal, en la que se esperaba que el emperador impulsara otra vez el auge del imperio japonés. El país andaba muy mal económicamente. En ese tiempo, a fines del siglo antepasado, emigró mucha gente a Estados Unidos, pero también a México, porque Porfirio Díaz invitaba a los extranjeros a venir a colonizar parte del territorio. Y seguramente lo hacía con el gancho de que acá les iban a regalar terrenos o a vendérselos muy baratos. La idea de muchos japoneses que llegaron a nuestro país en esa época era de hacerse de un dinero y regresar a Japón, para ayudar a la familia que se quedó allá. “Siendo mi padre el primogénito, eso era de mucha importancia. Pero en realidad él nunca regresó. Y no lo hizo porque se atravesó la Revolución Mexicana, y lo que quería o lo que sabía hacer no lo pudo desarrollar nunca. Él llegó a trabajar el campo en una finca cañera llamada ‘La Oaxaqueña’, que producía azúcar en el sureste de Veracruz (todavía hay restos de esa finca); pero no soportó las condiciones climáticas de esta región, como le pasó a muchísimos extranjeros, que no pudieron contra el paludismo, la malaria y otras enfermedades tropicales. Al Istmo de Tehuantepec llegó un sinnúmero de japoneses, coreanos, chinos y de otras nacionalidades. Todos eran peones o empleados de esa finca azucarera, una de las más grandes que hubo en esa época. Mi padre no aguantó el clima y no sabemos exactamente cómo salió de ahí y fue a parar a Minatitlán, Veracruz.”
Con su habitual sencillez, el doctor Takaki Takaki — quien ha entregado su vida a la construcción de la cartografía nacional y a la formación de recursos humanos especializados en el tema— me aclara: “El río se llama Cintalapa, que es diferente al Cintalapa que está más al norte, el cercano a Tuxtla Gutiérrez. Aquél pertenece al Distrito del Soconusco. En la época de lluvias el río era muy caudaloso. Yo debía subir hasta un lugar muy extenso llamado ‘La bendición’, donde el agua llegaba apenas a la cintura del caballo. Pero decidí no irme hasta allá y por eso me andaba ahogando. Eso sucedió cuando iba en quinto o sexto, que ya me iba solito a la escuela. Porque yo hice la primaria ‘a caballo’.” Si se busca en Internet la población de Escuintla, llama la atención que en ese lugar haya al menos dos personajes ilustres con apellido japonés: el científico Eizi Matuda —a pronunciar Eiyi Matsuda— (citado como biólogo de la Universidad de Nagasaki, Japón) y Renzi Otta, médico y filántropo japonés. ¿Alguno de estos personajes se relacionó con la infancia del Dr. Takaki? Él mismo nos lo cuenta como lo recuerda:
— Su madre era japonesa… — Como mi padre, también era de origen japonés. Llegó acompañando a una familia interesada en comprar petróleo. Ella también venía de provincia y de una u otra manera vivió condiciones similares a las de mi padre. Mi madre nació en 1903, y llegó a México
“Mi padre nació en 1883 en la ciudad de Kochi, de la isla de Shikoku (la cuarta en tamaño en Japón). Se llamaba Takai Takagi, que es el nombre original, aunque en japonés se puede pronunciar como Takaki y así fue registrado. De acuerdo con los datos que 99
F. Takaki
La cartografía, herramienta esencial para el desarrollo de políticas públicas
— Es algo de lo que casi nadie habla, pero por esas fechas, el presidente ordenó concentrar a los extranjeros en diversas partes del país (alemanes, italianos, japoneses y sus descendientes). — ¿Llevaron a todos los japoneses a un solo lugar?
muy joven, en 1920. Lo que yo creo es que a pesar de la diferencia de edad se casaron para que ella pudiera quedarse. Y permanecieron en Minatitlán, Veracruz, donde nacimos todos los hermanos, que fuimos seis. — Y la familia de Japón… — Pues se quedó en Japón, esperando su regreso, creo. Yo estoy apenas reconociendo a parte de la familia de mi padre allá. Pero a la de mi madre no la he podido contactar. — ¿Sus apellidos son Takaki Takaki? — Es curioso, porque en el acta de nacimiento aparece que soy hijo del señor Ángel Takaki. ¿Y de dónde viene el Ángel? Sucede que él se registró durante el periodo de la Revolución, y es posible que alguien le haya sugerido a todos los extranjeros que vivían aquí que se cambiaran el nombre y se pusieran uno de origen español. “Entonces a él le tocó ponerse ‘Ángel’; a algún otro amigo le tocó ‘Alejandro’, y así por el estilo. Al terminar la Revolución, llegó mi madre. Ella se apellidaba Nakashima. Pero de acuerdo con las costumbres japonesas, adquirió el apellido de su esposo. En México el Registro Civil era un problema. Mis primeras tres hermanas y mi hermano menor están registrados como Takaki Nakashima. La cuarta hermana y yo fuimos registrados como hijos de Ángel Takaki y Naru Takaki (señora Takaki). Entonces, cuando me iban a dar el certificado de primaria, el director vio mi acta de nacimiento y me dijo: ‘Oye, tú te pones Nakashima, pero ese apellido no está en el acta’. Y así se definió que nuestros apellidos fueran Takaki Takaki. Para no hacer más líos.”
— No, les dijeron que tenían que presentarse en la Ciudad de México para cierta fecha. Y no solamente fue a la Ciudad de México sino también a Guadalajara; algunos pocos se quedaron en Querétaro y otros en Temixco, Morelos. Yo supongo que el desarrollo del arroz Morelos tuvo su origen en Temixco, porque los japoneses desplazados a ese lugar necesitaban sembrar y comer arroz. Habían perdido su trabajo y sus propiedades. La mayor parte de los alemanes fueron concentrados en Perote. Creo que los italianos se ubicaron en el estado de Puebla. “De eso nadie quiere hablar, pero la realidad es que fuimos concentrados. El gobierno de Ávila Camacho no quería declarar la guerra al Eje, pero obviamente, por la situación de ese momento, lo tuvo que hacer. Todos estábamos sin recursos. Para los primeros años de la década de 1940 (1942-1944), el presidente decretó que era importantísimo alfabetizar a la población mexicana, porque había una gran falta de instrucción elemental. Yo estaba muy chico, apenas si llegaba a los seis años. “Un grupo de japoneses —coordinado por Eizi Matuda y por otras dos personas cuyas familias habían sido concentradas— envió un telegrama al presidente Ávila Camacho en el que lo felicitaba por el anuncio presidencial de alfabetización, diciéndole que le gustaría colaborar con el gobierno en ese proyecto, pero que no podía hacerlo porque había dejado en Chiapas sus propiedades, y sin recursos no se podían levantar las escuelas. Y sin ellas, no les enviarían maestros. De esa forma, en plena Guerra Mundial, el Presidente dio la instrucción para que ese grupo de japoneses regresara a Chiapas.
— Usted nació en Veracruz...
“Esa situación me favoreció a mí, porque entre las familias japonesas que volvieron a esa entidad estaba la de Matuda, quien al no tener descendientes, deseaba adoptar a niños japoneses. Matuda tomó a los tres más chicos de mi familia, pues tenía interés en heredar con su apellido a uno de los tres. Y con el que podía hacerlo era con el hermano menor, porque no era el primogénito que llevaría el apellido Takaki. Total, hubo un convenio y los tres más chicos nos fuimos a vivir con Matuda a Chiapas. Y él allí empezó a enseñarnos, entre otras cosas, el idioma japonés.”
— Yo nací en Minatitlán, Veracruz, en 1936.
— ¿Matuda era maestro?
A los tres años del nacimiento de Francisco Takaki inició la Segunda Guerra Mundial (1939-1945); en ella participaron más de 100 millones de militares y perecieron cerca de 70 millones de personas. México ingresó al grupo de países aliados algo tarde, en 1942, después de la Declaración de las Naciones Unidas y debido a los ataques alemanes a sus buques petroleros.
— Matuda había estudiado los recursos naturales en Japón, además de filología. Había viajado a Taiwán, y le dieron ganas de venirse a México. Aunque se estableció en Chiapas, tenía mucha comunicación con gente de la Ciudad de México y de Estados Unidos. Allí empezó un cambio muy afortunado para mí. Al ayudarlo en la colecta de plantas, nació mi deseo
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— ¿Qué edad tenía usted en esos momentos? — En 1944 había yo terminado el segundo año de primaria en la Ciudad de México, y al cumplir los ocho años nos fuimos a Chiapas. Se me facilitaron muchas cosas al vivir entre la gente del Sureste, al ver lo que comía y lo que no comía; al observar las aves y demás. Fue de una manera algo natural que me gustara la biología. — Usted se fue a Chiapas, ¿y su familia biológica? ¿No la extrañaba usted? — Yo estaba muy chico, y a mi madre biológica casi no la traté, porque desde que llegamos de Veracruz a la Ciudad de México ella fue internada y falleció cuando yo tenía seis años. — Les ayudó mucho esta familia Matuda. Porque ya puede uno imaginarse, su padre solo y con tantos hijos…
“Los ‘yerberos’ valoran mucho sus libros, que tratan sobre las plantas medicinales del país. Yo creo que el profesor Maximino Martínez ha tenido muy pocos reconocimientos, a pesar de que él trabajó mucho sobre las plantas medicinales y las coníferas mexicanas. De hecho, en el ámbito internacional aún citan muchos de sus libros. Con ese contacto, mi padre adoptivo pudo ingresar al Instituto de Biología de la UNAM. Pero eso ya fue en el año de 1950, cuando regresamos a México. “A la muerte de Maximino, mi padre continuó sus propios trabajos de investigación sobre la flora del Estado de México. De hecho, hay un reconocimiento a su memoria en Toluca, en lo que fue el antiguo mercado ‘16 de septiembre’ y ahora es el Cosmovitral. En medio de ese Cosmovitral hay un busto de Matuda.” Pude confirmar en Internet la presencia de una escultura del científico japonés rodeado de vegetación y de más de 500 mil fragmentos de vidrio en 28 tonos distintos que componen el Cosmovitral, de estilo Art Nouveau, que alberga el Jardín Botánico de Toluca desde 1975. El doctor Takaki retoma el tema:
— Y sin recursos. Ya todo se había perdido en la concentración. Primero en la Revolución y luego en la Segunda Guerra… Es parte de lo que estoy investigando, a ver si encuentro más datos… Yo tuve, digamos, un origen muy humilde, y con sufrimiento del padre biológico. Luego vino el cambio. Pude ver nuevas cosas. Con Matuda aprendí a colectar especies, a conocer mucho la naturaleza. — ¿Matuda hizo investigación en México? — Él se inició en la región del Soconusco; recorrió casi todo el estado de Chiapas, incluyendo la zona de la Reserva de la Biosfera El Triunfo, el Monte Ovando, el volcán Tacaná y parte de Tabasco. Empezó a trabajar sobre la flora del Estado de México con su amigo Maximino Martínez, que fue un investigador a quien casi todos los biólogos conocen.
“El profesor Maximino Martínez era un maestro normalista que se formó de manera autodidacta, pero que inspiró a mucha gente para que siguiera el estudio de algunos de esos grupos de plantas. Y también intervino en la formación de biólogos del Politécnico. Yo lo conocí personalmente. Pero en mi desarrollo quien influyó, a final de cuentas, fue Matuda, porque él nos enseñó a hablar japonés y nos leía muchos libros. Cosa que ahora, que ya estoy jubilado, estoy tratando de aprovechar. Tuve esa suerte de tener contacto con gente muy valiosa de esa época, que lo va formando a uno, y de iniciar trabajos de campo y ver cómo era la flora de México.” — El biólogo Eizi Matuda fue más padre de usted que su padre biológico, ¿no? Porque lo enseñó a vivir y a entender… — Así es. — ¿Cómo lo describiría usted? — Él era una persona muy seria. De joven le gustaba mucho la natación. Le tocó hacer trabajos de colecta de especies en una zona del sur de Japón. Estuvo en Mongolia, cuando era dominada por Japón. Luego pasó a Taiwán, en donde hizo muchas colectas, siendo además director de un Liceo. En la Universidad de Taiwán se mencionan varias investigaciones que él realizó. “En 1948, un reportero de la revista ‘Mañana’ fue a investigar a los extranjeros que vivían en diferentes partes de la República. Durante tres semanas publicó artículos sobre Matuda, realizados durante su estancia en el rancho La Esperanza. Y hay unas fotos que nos tomó a mi hermano y a mí. Yo estoy con un tecolote aquí (sobre el hombro), disecado.” — ¿Su padre Matuda habrá tenido alguna relación mística o religiosa con su trabajo?
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de estudiar biología. Él, al ver que me gustaban las aves, pensó que yo podría desarrollarme en el futuro como ornitólogo. En el México de esa época no había ornitólogos.
— Sí. Él, al llegar a Chiapas, de lo primero que se dio cuenta fue de que la mayor parte de la población campesina no sabía leer ni escribir. Muchos campesinos se criaron en el rancho; y otros iban los domingos a aprender a leer y escribir. Matuda los hacía leer la Biblia. Alguno de ellos hasta llegó a ser presidente municipal de Acacoyahua, Chiapas. “Antes de venir a México, el joven Matuda había ido a ver a un maestro protestante en el Japón. El maestro no lo recibió de inmediato. Lo hizo esperar varios días, hasta que una tarde por fin lo atendió y le dio una santa regañada porque lo vio fumando puro y hasta lo llevó a un hospital para que viera cómo estaban sus pulmones. Y ¡santo remedio! Esta persona, que era muy influyente en la religión, lo hizo cambiar, y dejó de fumar. “De joven era muy apuesto y se fue soltero de Japón. Ya después tomó a la esposa, que era católica. Ella provenía de una familia de la alta sociedad de Nagasaki, así que imagínese cómo se habrá sentido al llegar al rancho. Pero ella era otra cosa; ella se merecía un punto y aparte. Para mí es sorprendente lo que hizo, porque se encargó también de educar y enseñar a las mujeres de ahí. Ella nos conoció, nos llevó, nos atendió, pero nunca nos vio, porque era ciega, aunque era una persona capaz de pasar el hilo por la aguja…” — ¿Y cómo hacía para coser? — Ah, pues cortaba,… tenía una especie de patrones que le ayudaban a confeccionar la ropa. Ella nos hacía los calzones de manta… Hacía todo el trabajo doméstico. ¡No, no, no!, por eso le digo, ella era otra cosa.
— ¿Era afectuosa? — Pues puede verlo en esta foto… sí, era cariñosa pero al estilo japonés. Allá la gente es muy amable, pero no se acostumbra, por ejemplo, darse abrazos y besos. — Entonces ya me equivoqué con usted por la manera como lo saludé… — No, eso es natural aquí, pero allá es muy diferente. — ¿En dónde hizo usted la carrera, doctor? — En Ciencias Biológicas del Politécnico. Desde la secundaria en adelante. Fue el lugar donde encontré más posibilidades. — ¿Usted conoció ahí al doctor Rzedowski? — Lo conocí en el momento en que él empezó a trabajar con la flora del Valle de México, en el Pedregal de San Ángel. Él salía a excursionar con Matuda y yo a veces los acompañaba. En 1954 tuve mi primer contacto con el doctor Rzedowski. Después, cuando terminé la carrera de biólogo en el Politécnico, tuve la posibilidad de ir a San Luis Potosí junto con otros compañeros, invitados a participar en el levantamiento de la flora y la vegetación de esa entidad. Ahí tuve mi primer contacto cercano con él. — ¿Cómo era su relación con él? ¿Cómo trabajaba con los estudiantes? — Apenas había egresado del Politécnico, cuando emigró a San Luis Potosí, porque un profesor, el doctor Guerrero, estaba interesado en formar un institu-
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“El doctor Rzedowski conocía muy bien la vegetación. Y a quienes fuimos invitados a desarrollar ese proyecto, nos parecía muy interesante estudiar la flora de San Luis Potosí, además de conocer su trato. Al llegar a esa entidad, tuvimos la oportunidad de ver cómo trabajaba. Yo tuve la suerte incluso de acompañarlo mucho tiempo a las colectas a la Huasteca y a las zonas áridas. “A veces, durante la carrera, no solo trabajamos con la botánica sino con otras disciplinas. Me acuerdo de las prácticas que hicimos en entomología y con artrópodos en general. Tuve maestros como Cándido Bolívar y otros más. Les llamaba la atención que, cuando aún no había pincitas para agarrar a los bichos, a mí se me facilitaba atrapar a los alacranes y a las arañas con dos palitos, a la usanza japonesa.” — Quisiera pedirle un recuerdo, una visión de usted y del doctor Rzedowski… una mañana que hubieran ido a algún lugar a trabajar juntos. ¿Cómo habrá sido? — Normalmente íbamos poco, por la falta de recursos que había en la Universidad. Él manejaba un ‘jeepito’ de color azul obscuro que la Universidad Autónoma de San Luis Potosí heredó de Ciudad Universitaria, en el que íbamos a colectar. A veces iba un ayudante y un servidor, o iba otro compañero.
la gasolina, se nos puso muy grave. Tuvimos que regresar a San Luis Potosí. “Estuvo muy mal, por intoxicación del plomo de la gasolina. Eso nos daba a todos esa visión de compromiso, de que por muy difícil que fuese un trabajo había que buscar la manera de sacarlo. Yo creo que su tenacidad, su sencillez, su honradez influyeron mucho en la gente que se desarrolló a su lado. Nos ayudó muchísimo.” — Pero él nunca contaba nada… Era muy discreto con su vida personal… — Tal vez con algunas personas que fueron muy íntimas. Incluso con quienes nos invitaron a ir a San Luis muy difícilmente platicaba. Por ejemplo, nunca contaba las cosas que le pasaron durante la concentración en Europa. Aunque sí recuerdo alguna ocasión que estábamos sentados, medio lonchando entre las rocas de unos cerros mineros, en los límites de Aguascalientes con Zacatecas. “Veíamos que el sobrepastoreo estaba afectando mucho al matorral. Veíamos las vereditas que hacían las cabras. Y viendo eso y explicándonos él ese aspecto, veíamos también la vía del ferrocarril. De esas ocasiones rarísimas, nos platicó que ver las vías del ferrocarril le hacía recordar cuando los alemanes iban ya de retirada, y la manera como iban destrozando las vías con una máquina para que nadie más las usara. Él veía cómo se enrollaban los rieles con la máquina.” — ¡Debió haber sido una máquina muy poderosa para levantar los rieles de acero!
“La visión que tenía era que había mucho que trabajar, que colectar, que hacer. ¡Era infatigable! Yo creo que es una de las personas más sencillas y tratables que he conocido. Él tuvo muchos estudiantes después, en el Politécnico, que lo adoran por su sencillez… pero sobre todo por su trabajo. “Él hacía que todo mundo trabajara y era muy interesante, porque no era alguien que nos dijera ‘tienes que hacer esto’. ¡No, no!, con el trabajo mismo nos impulsaba a hacerlo. Lo que había que hacer ahí, se veía. Yo tuve la fortuna de poderlo acompañar en esas colectas, de caminar mucho con él en esas subidas y bajadas.” — ¿Nunca les tocó pasar por algún incidente o algo así? ¿Que les picara una víbora? — Eso era difícil. Pero una ocasión, en plena Huasteca, nos tocó que se acabara la gasolina del jeep; ya nada más nos faltaban unos cuantos kilómetros para llegar a un poblado y se nos paró el motor. “Él se bajó para tratar de reanimar el vehículo, y a la hora de absorber parte de los gases restantes de 103
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to que investigase los desiertos. El doctor Guerrero invitó a varios de sus compañeros egresados del Politécnico, a otros de la Escuela de Biología de la Universidad de Nuevo León, que recientemente se había creado, y a algunos profesores de la UNAM, como el doctor Eduardo Caballero, que también fue nuestro maestro. Así se creó el Instituto de Investigaciones en Zonas Desérticas, que depende de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
— Los rieles se enrollaban al trozar los durmientes. Eso debe haber sido en 1945. A las personas que estaban allí concentradas las empujaban en el pecho para ver si todavía resistían, porque bajaban mucho de peso. Si no, las enviaban a la cámara de gases. Él pasó por todo eso. Pero eso no lo cuenta ni lo va a contar, pues al término de la guerra él aún sufría mucho. Entonces recuerdo que en esa salida al campo fue de las muy pocas cosas que relató.
grupos vegetales en el plano nacional y relacionarlos con la agricultura y con el uso de los mismos.
— Fue muy duro para él. Lo guarda. Dice que ya se curó, pero…
“Hoy los satélites facilitan el trabajo, pero en ese momento era fundamental conocer el campo, los tipos de vegetación, su constitución, la manera como se estaban utilizando. Había que diferenciar todo muy bien y hallar la relación que hubiera entre las diferentes condiciones ecológicas del país; y contar con una mejor descripción de los recursos naturales, para poder incorporar esa información en un mapa.
— Por eso no le gusta recordar. Nosotros respetamos esa situación, por eso esta es una conversación muy, digamos limitada… porque eso no le gusta. Pero uno entendió esa forma de ser y su manera de realizar tan apasionadamente su trabajo. — ¿Y usted qué hizo, después del periodo que pasó en San Luis Potosí? — En San Luis Potosí pasé alrededor de diez años, con un intervalo de tres en que me escapé a Francia, a estudiar al Instituto de Ecología de Montpellier. Allí estuve. Mire, yo no terminé el doctorado. Me dicen doctor, aunque eso no es cierto. Pero estar allá me sirvió porque tuve la oportunidad de conocer a gente muy importante. “Fui muy suertudo. Conocí al doctor Braun Blanquet, que es autor de un libro clásico sobre la fitosociología. Es un poco la ecología de la vegetación de esa época. Entonces allí estuve tres años y me regresé a San Luis.”
El nacimiento de una nueva cartografía1 en México “Estando en San Luis me invitaron a trabajar en el Instituto de Investigaciones Forestales, aquí en México. De allí me invitaron a participar en lo que comenzaba a ser el INEGI”, continúa el doctor Takaki. “Fue un periodo en el que viví el nuevo intento de contar con una cartografía adecuada sobre la vegetación de nuestro país. Y lo primero que descubrí fue que la gente que estaba trabajando al principio — agrónomos, geógrafos y biólogos— no contaba con una formación adecuada para hacer un levantamiento de la vegetación, pues no la conocía.” — ¿Qué necesitaba para poder hacerlo? — Hacer trabajo de campo para conocer más la flora; diferenciar qué es un bosque o qué no lo es; qué es un matorral y qué no. Ya había trabajos iniciados, como La Vegetación de México, de Miranda y Hernández Xolocotzi, pero no aparecía en él ningún mapa. Se hacía una descripción de lo que eran los tipos de vegetación, y al INEGI lo que le interesaba en ese momento era ubicar en dónde estaban los diferentes 1 La cartografía es el arte de representar sobre un papel, papiro, pergamino o tela los elementos geográficos o cosmográficos que nos rodean y la ciencia que estudia estas representaciones.
“Además, las publicaciones del doctor Rzedowski sobre la vegetación de San Luis Potosí y de México servirían a los encargados de elaborar la cartografía. Y esa fue una de mis principales tareas. Durante muchos años di cursos especiales de fotointerpretación y relaciones ecológicas usando fotografías aéreas.
“De ahí que México hubiera podido desarrollar una cartografía con mayor precisión de lo que hasta ese momento había en otras partes. Actualmente, aún con las mejores imágenes de satélite, el trabajo de campo es esencial.” — A usted le tocó el inicio, donde no había toda esta tecnología. — Ya había tecnología. Empezaba la cámara de fotografía aérea de calidad. Era a finales de los años 60. En un principio se pagaba a la gente a destajo, de acuerdo con el número de fotografías aéreas o superficie que analizara o determinara. Y al no tener este personal los conocimientos adecuados, se produjeron muchos errores. “En el tiempo que ingresé, en 1973, no había una cartografía confiable de recursos naturales. Así que tuve la oportunidad de analizar y discutir con los compañeros lo que correspondía hacer en lo que se refiere al conocimiento de la vegetación, porque de forma paralela se estaba llevando a cabo la interpretación de los suelos y de las rocas. “La base cartográfica del INEGI ha ayudado mucho. Obviamente, las primeras cartas tuvieron sus problemas de interpretación, pero la situación fue mejorando pues los resultados convencieron a los directivos de que era muy importante capacitar a toda la gente que fuera a intervenir en la elaboración de la cartografía.” — ¿Cuánto tiempo se llevó la capacitación y cuánta gente se formó? — Al principio se capacitó a estudiantes egresados de las carreras de Agronomía, Geografía o Biología. Nos llevó año y medio lograr que pudieran producir sus primeras cartas de uso del suelo. “Con el tiempo, al avanzar la tecnología en las mismas escuelas, todo fue mejorando. Pero a las autoridades lo que les interesaba era la rapidez. Y esa rapidez no se consigue si no está bien formada la gente. Aún se sigue dando capacitación, pero claro que, de un año y medio que ésta duraba, disminuyó a un año y luego a seis meses. Hoy el tiempo límite
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que se da a los responsables de la cartografía es de apenas tres meses. Es completamente insuficiente.” — Por supuesto, cómo conocer en tres meses todo lo que hay de flora en el país… — Y claro, la desventaja también está en que cada uno de los estados solo cuenta con un foto intérprete, cuando debía haber muchos más. Eso ya es un problema que atañe a las políticas que se siguen. “El día en que esto se entienda vamos a mejorar. Pero esa es la forma como se empezó a modificar la cartografía. “Afortunadamente hoy ya existe la cobertura nacional por cuatro veces. Empezamos con un tamaño de cartas a una escala de 1:50,000, y vimos que de esta forma nunca íbamos a terminar la cartografía de México. “Creímos conveniente tener una cartografía a escala más pequeña, que es la de 1:250,000, para poder concluirla en un sexenio. Y esa es la base cartográfica que ha estado produciendo el INEGI.” — Ahora sí le voy a decir que ignoro las diferencias entre ambas escalas. — Lo que se requiere es conocer qué es lo que cubre todo el país, pero en un tamaño que un niño lo pueda
ver a primera vista en una pared. Pero eso se refiere a todo el país, y a eso le llamamos ‘carta’. Luego hay que ir más al detalle, y ese detalle se puede llegar a hacer en una escala en que las distancias sean más cercanas a donde se vive. “Para que lo puedan entender los políticos, o quien esté a cargo de las decisiones, la cartografía detallada a 1:250,000 representa buena parte de un estado y buena parte del país. Estamos hablando de extensiones que cubren espacios cercanos a las 25 hectáreas como mínimo. “Pero esta información sigue siendo gruesa, pues el país tiene casi 2 millones de kilómetros cuadrados. A la escala 1:250,000, los recursos vegetales del país se han cubierto en 121 hojas o cartas. Se requiere información todavía más precisa, y para eso se necesita contar con más conocimientos. “En la medida en que se solicite tener detalles más finos habrá que capacitar más a los responsables. Lo que le diría a los estudiantes es que al trabajar con superficies más pequeñas se va agrandando el conocimiento de un lugar. Aunque a nivel de escalas los números aparenten ser más grandes. Pero es al revés. Mucha gente se confunde con esto. “Una cartografía puede hacerse a diferentes escalas: 1:50,000, 1:20,000 o 1:10,000. Esta última ya abarca una hectárea e incorpora un trabajo todavía más
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fino. Todo depende del interés de lo que se quiera hacer. A México le falta mucha capacidad instalada para alcanzar esta escala. Por el momento, el inventario forestal se sigue haciendo a la misma escala que tiene el INEGI, ya que emplea su base de información. Y lo que hacen los forestales es incrementar los aspectos de explotación de los bosques.” — Esto es para saber cómo se están explotando los bosques, en qué lugares… — Sí, ya se le empiezan a meter los números. Por otro lado, mucha gente nos pide cartografía a mayor escala; es decir, más grande, con espacios más detallados, más finos. Pero si lo hiciéramos así tendríamos que multiplicar el tiempo que nos llevaría hacerlo. Y no hay gente. La misma que hace el trabajo corriente no lo puede hacer. Se requiere instrumentar políticas para que se atienda esa necesidad de información cartográfica con mucho mayor detalle. — ¿Por qué sería importante trabajar en una cartografía más detallada, más precisa, que abarcara no solo los suelos, la geología, las especies vegetales y la fauna, sino también que abarcara las poblaciones, las sociedades humanas y su relación con el medio ambiente? — Hacer una cartografía de las poblaciones va implícito en las cartas, pero acorde con la misma escala en que se trabaje. Del mayor conocimiento que se tenga sobre un área determinada, sobre una población o lo que hay alrededor de ella, se puede deducir qué explotar y qué no, y qué se debe proteger. En la medida en que se conozcan con más precisión los tipos de vegetación, los tipos de suelo de tal o cual lugar, nuestras políticas serán más efectivas.
que el agua se infiltre para alimentar al subsuelo, se escurre. Y va a seguir haciéndolo por mucho tiempo. En lugar de que logremos que se infiltre el agua, tendremos inundaciones. “Por el hecho de que la población humana habita los cerros se acabarán los bosques, y con ello los servicios que nos prestan. Por eso es que se requiere decir: ‘Miren, aquí ya no pueden subir más. ¿Por qué?’ porque los suelos son de esta forma, los bosques se están acabando y ya no hay manera de que se infiltre el agua’. Y ese tipo de decisiones se tiene que tomar en el ámbito nacional, desde las zonas áridas hasta las zonas de bosques o de selvas (que ya casi no hay). “¿Qué está sucediendo? Que ya no existen las especies que antes vivían en las selvas, porque han perdido su hábitat. Según sea la altitud, hay gente que usa los recursos naturales; pero si nadie le dice cómo usarlos, va a continuar usándolos mal. A la larga, estos recursos irán desapareciendo. “Ahí está la relación del detalle con el que se quiera trabajar. Y cómo entidades como la misma SEMARNAT, la SAGARPA o la CONABIO pueden desarrollar tecnologías para hacer un mejor uso o manejo de esos recursos. Pero el otro problema es que tenemos dos secretarías de Estado que no cuentan con una política de manejo adecuado: SEMARNAT y SAGARPA.” — Al parecer las ideas rectoras son diferentes, una promueve la protección y el cuidado y otra la productividad. Deberían empatar… ¿podrían hacerlo? — Deberían empatar las decisiones, para decir esto sí, esto no. Aquí, si tú manejas así y lo explotas, sucederá esto. Por ejemplo, hay milpas a más de 3,000 metros sobre el nivel del mar. Si la milpa estuviera más abajo se favorecería por el escurrimiento del agua.
“Pero para hacerlo se requiere más trabajo de campo y más tiempo. Y las políticas no están para eso. Pero como no podemos hacerlo todo, necesitamos buscar cuáles son los temas y las zonas prioritarias del país… Existen varios temas que son prioritarios de conocer, primero en términos generales y luego particulares.”
“Necesitamos tener una política integral de manejo del agua, de los desperdicios, de la ubicación de la población… La cartografía nos sirve para ver en dónde podemos ubicar mejor a la gente. Porque si la población se va cada vez más arriba, se irán afectando todos los recursos. Eso lo estamos viviendo.”
¿Qué se necesita saber de un territorio?
— ¿Cuántos años pasó usted en el INEGI?
“Por ejemplo —se pregunta mi interlocutor— la Ciudad de México y sus alrededores, ¿es prioritaria o no lo es? Si lo es, entonces tenemos que cambiar muchas de las políticas que seguimos.
— Estuve en el INEGI desde 1973 hasta hace tres años, en 2009. Tuve un problema personal, debido a un accidente, por el cual me retiré. Creo que hay otros compañeros que podrán continuar con el trabajo. Ahora estoy aprovechando los tiempos libres para conocer otros países y empiezo a ver qué se está haciendo allá y a compararlo. Y me pregunto por qué algunas cosas no las tenemos en México, pudiéndolas tener. Pero bueno…
“Una de las quejas que sigue habiendo es que cada año hay más inundaciones. ¿A qué se debe una inundación? En parte, a la falta de educación de la gente, que tira basura por donde quiera y provoca el hacinamiento en las coladeras. Pero ese no es el principio del problema. “Sucede que la población ha ido ocupando un nivel más alto en todas las montañas, lo que ha provocado que disminuya la absorción del agua de lluvia. Como ya las ciudades están muy altas, en lugar de
La conservación en Japón — Deme un ejemplo de lo que se podría hacer en México en materia de biodiversidad.
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— Conocer más nuestra biodiversidad, conservarla, hacer un uso adecuado de ella, poner alguna limitante, en determinado caso. “Acabo de regresar de Japón y sin buscar hacer comparaciones porque se trata de dos países ecológicamente diferentes, yo lo veo como productivo. En Japón casi no hay grandes poblaciones en las sierras. Es un país montañoso, pero arriba de las montañas casi no hay gente. “Aunque allá hay una gran población a la que hay que alimentar, se respeta la altitud y por ello no tienen problemas de infiltración. Creo que en México tenemos que organizar adecuadamente los diferentes programas para que la infiltración del agua, que es escasa, sea mayor. “En Japón se respeta el desarrollo de la vegetación arbórea; es uno de los principales consumidores de madera. México podría serlo también; a lo mejor lo ha intentado, pero no está manejando adecuadamente su riqueza forestal; la ha perdido. “Usted puede ver cómo se explota allá la madera. No se ven lugares abandonados o destrucción del bosque, no. Se cortan hectáreas y hectáreas de bosque pero al mismo tiempo todo lo renuevan. Y eso lo hacen varios países.” — Si lo hiciéramos en México podríamos contar con más madera para nuestras casas… — Aquí hay muy pocas casas de madera. Eso lo hacen en Finlandia, en Canadá. Pero países chicos yo creo que sí lo pueden hacer. Eso es una parte. La otra se relaciona con la educación. Si la gente no entiende qué es lo que tenemos que hacer, difícilmente se va a lograr. Y no entiendo por qué hay analfabetismo, por qué hay pobreza. “Las secretarías deberían estar debidamente coordinadas entre sí. Porque si desmontamos un bosque para hacer agricultura, las consecuencias son la erosión del suelo. O al revés, si dedicamos todo a la reforestación, cómo vamos a lograr que se alimente la gente. Necesitan ponerse de acuerdo. Y cada quien aquí lo maneja por su lado. “Yo aproveché mi viaje a Japón para observar. Resulta que los negocios de productos alimenticios de los famosos departamentos comerciales de Tokio, se ubican en los sótanos. Me llamó la atención ver que estaban llenos de aguacates mexicanos, de la zona de Michoacán. “El aguacate es un fruto que atrae mucho a la gente, por las combinaciones que se pueden hacer con él. En México estamos en el ‘boom’ de la exportación del aguacate. El problema es que para sostener esas zonas aguacateras se ha desforestado muchísimo. En donde antes había bosques de coníferas ahora solo hay aguacates.” — Cuántas toneladas se exportarán…
— Lo ignoro, pero de seguro es mucho. Es impresionante la cantidad de aguacates que se va a Japón. Otra buena parte se va a Estados Unidos. — ¿Usted se formó en alguna religión particular, digamos japonesa o de México? — No. Mi padre Matuda era protestante desde Nagasaki. Pero a fin de cuentas yo no soy muy afecto a la religión. Me llama la atención que en Japón, por ejemplo, no se ve que haya pleitos entre sintoístas y budistas. Están perfectamente embonados. La gente es muy respetuosa en ese sentido. Mucho de su desarrollo se relaciona con eso. Allá el porcentaje de cristianos es mínimo. — ¿Cuál es la religión predominante en Japón? — El sintoísmo budismo. Se considera que el sintoísmo es la religión oficial de los emperadores y de toda la nobleza. Pero ha embonado perfectamente con la importación del budismo en los primeros mil años de la era cristiana, que entra a Japón a través de China y Corea. — ¿Le preguntaba lo anterior porque me gustaría saber si en su opinión estas religiones dan una mayor atención a la naturaleza? — Digamos que la religión les sirve a los orientales más como un instrumento en su forma de ver a la naturaleza.
Integralidad en las políticas públicas — Pareciera que en México tenemos un gobierno atomizado. En el fondo no solo porque derive de un partido de izquierda o de derecha, sino porque falta integralidad en las políticas públicas. En su opinión, ¿la Secretaría de Educación Pública tendría o no que estar formando ciudadanos ambientales? Niños con conciencia ambiental, con gusto por la naturaleza, con sensibilidad hacia las formas vegetales o animales y con respeto a todo esto, con un
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concepto ético de la vida. Tendría que hacerlo para que los servidores públicos del mañana tuvieran una noción más clara de lo que tienen que hacer. — Sí, y eso en todas las ramas. Menciona usted lo de la educación. En estos viajes que he hecho he visto que en Japón, para leer, escribir y poder entender un periódico o un libro, se requiere tener un conocimiento mínimo de cerca de tres mil caracteres. Allá se publican millones de ejemplares de periódicos diariamente. La gente los lee. (Sólo el Asahi Shimbun edita casi ocho millones de ejemplares cada día). “En Japón no hay analfabetismo. Cuando termina usted la primaria, ya aprendió alrededor de 1,200 caracteres; la secundaria está cerca de los tres mil. Un buen científico lee como mínimo cinco mil caracteres. Acá hay solo 29 letras, y tenemos todavía un alto promedio de analfabetos. “¿Qué sucede? Tiene que ver con las políticas públicas que se instrumentan. Un maestro allá gana muy diferente de lo que gana uno aquí. Los maestros estudian para educar, para conocer los recursos. Por eso le decía que son dos países muy diferentes. “Cuando uno sale y ve de cerca todo esto, piensa que hay cosas que se pueden hacer… Y que debemos hacerlo con un mayor conocimiento de los recursos naturales y de cómo utilizarlos. Porque a final de cuentas hablamos de la necesidad de que éstos permanezcan. “Pero para que haya eso se requiere que al menos dos secretarías estén hermanadas, la SAGARPA y la SEMARNAT. Y aunado a eso está la educación. Entonces creo que eso lo va aprendiendo uno en la medida en que va conociendo el país y estudiando sus recursos.”
Los mapas y las políticas públicas — ¿Los mapas y las políticas públicas están directamente relacionados? — Totalmente. — Podríamos tener un mejor gobierno si contáramos con mejor información... — Luego hay quien se pregunta para qué queremos esto. Ahora que estoy fuera del INEGI, a veces lo veo. Hay más apoyo a todo lo estadístico que a lo geográfico. Lo geográfico se sigue manteniendo ahí porque se está usando. Toda la información sigue siendo la base para muchas dependencias. Pero si dieran un poquito más de apoyo, estaríamos aún mejor. — Aunque se complementa la investigación cualitativa con la cuantitativa, a veces hay preferencias. Habría que considerar las ventajas y desventajas de ambas para hallar el equilibro. — Sí. Yo creo que se puede todavía mejorar mucho. Y ha habido apertura de un tiempo para acá, pero todavía falta más.
Cartografía en cooperación — Además de la formación de especialistas en cartografía, ¿qué otra cosa experimentó en el INEGI? — Actualizamos la información de manera que pudiéramos trabajar conjuntamente con los países con quienes coincidimos en determinado tipo de recursos. De ahí que el INEGI hubiera abierto sus puertas para trabajar con proyectos similares a los de Canadá, Estados Unidos y Centro América, lo que nos permitió conocer también los recursos de los países participantes. “Hemos podido lograr esa vinculación y creo que en este momento México ocupa un muy buen lugar en el manejo de sus recursos. Sí, ya incluyendo obviamente a SEMARNAT, SAGARPA, CONABIO e INEGI con la cartografía que está haciendo y que está relacionada con Estados Unidos, Canadá y los países de América Central. “Yo creo que habrá quien se pregunte para qué sirve un mapa. El mapa es la base para entender toda esta problemática que nos afecta. Nos sirve para señalar en dónde podemos hacer una agricultura adecuada y en dónde no. Porque todo se refleja en los mapas. En dónde hay erosión y en dónde no. Y por qué se está erosionando.”
Los logros — Pasando a otro tema, ¿cuáles de las cosas que ha hecho le han dado mayor satisfacción? — Una de ellas es haber contribuido a generar una cartografía que abarca todo el país, y cuya información es utilizada por diferentes instituciones como base para el desarrollo de la investigación económica, política y social. Eso es algo que me da gusto, que vean que lo que no había de cartografía en el periodo de 1960 a 1970, hoy existe y se está utilizando. — ¿Qué temas abarca esa cartografía? — Primero tenemos la cartografía topográfica, que es sustantiva porque nos muestra la forma, las características del país, las altitudes; que nos dice en dónde podemos introducir las vías de comunicación. Ya no tenemos trenes, pero deberíamos contar con una buena red ferroviaria, como la tiene la mayor parte de estos países que van muy adelante. Aquí la desaparecimos. ¡Ya no hay trenes! — Deberíamos tener trenes de esos que no tocan los rieles, que usan superconductores. — Eso es pedir mucho. Pero sí una red de trenes que comuniquen mejor a todo el país. México se presta para eso. La otra cartografía es la red hidrográfica; necesitamos saber cómo deberíamos manejar el agua de manera más adecuada. Esta red está muy relacionada con la conservación y el uso de los bosques, las tierras, los matorrales, las zonas áridas y demás. Es la correlación entre los recursos vegetales, los suelos
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— ¿Cuál es otra de las felicidades que ha tenido a lo largo de su vida? — Yo creo que haber nacido aquí y entender un poco. Y mi interés de conocer cómo llegaron mis padres a México y qué problemas tuvieron. Eso ya es una ambición que uno tiene de poder hacer algo al respecto.
“Uno se llama Leo Ollin… es un nombre raro que escogió mi hijo… inglés-nahuatl, Y se apellida Takaki Fairbrother. ¿Se imagina cómo se van a traer al pobre niño? Y la otra, la niña, es Hanna Quia… Los nietos por parte de mi hija tienen nombres más normales: Takesi y Pamela.” — Esa es otra felicidad… — ¡Ah, pues por supuesto!
— De poder saber más de sí mismo…
Mensaje a los jóvenes
— Así es… Yo creo que una de las cosas en las que he sido muy afortunado es en haber conocido a tantas personas que han dado mucho por el país y por el conocimiento de los recursos naturales. Pienso que somos pocos quienes hemos sido privilegiados en ese sentido. Hemos venido mencionando aquí a algunos, pero yo creo que son todavía más. Yo me siento muy favorecido por eso.
— ¿Qué le diría a la gente joven de México? ¿Qué le hace falta saber?
“Hablamos del doctor Rzedowski, del doctor Sarukhán, pero así como ellos hay otros compañeros en todas las ramas, que muy calladamente han aportado muchísimo. Cuando uno los ve y se comunica con ellos y ve que ahí van, o ya no van… pero ahí están. ¡Esa es una satisfacción!.”
“Se requiere de los jóvenes que se formen bien, que entiendan lo que los rodea. Creo que se olvidan un poco de esto, porque creen que así es la vida y así debería de ser.
— Y luego su propia familia, la que usted formó aquí, ¿cómo sucedió? — Yo empezaba a trabajar en San Luis Potosí. De allí me vine a México, justamente por invitación de un amigo para trabajar sobre la ecología del Eje Neovolcánico, que lo continuó él. Y en ese ínterin, pues como le pasa a uno, ¿no? Algo que no tenía calculado… — Que no aparecía en la cartografía… — Era un proyecto que no recuerdo ni cómo se llama, pero que dependía económicamente de la aprobación de la Secretaría de la Presidencia. Resulta que mi esposa es economista (a lo mejor me hubiera tocado una bióloga, pero uno nunca sabe). Ella venía a revisar cómo iban avanzando los programas de ecología. Y en esas circunstancias nos conocimos. “Ahí nació nuestra relación. Mi esposa se llama Velia Ayala. Hubo dos hijos, la menor estudió Finanzas en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, y gracias a ella aún estoy vivo y dando lata. “El mayor es urbanista, porque decía que no le satisfacía estudiar Biología. Yo nunca le dije que la estudiara, así que hizo su maestría y doctorado en Urbanismo en una universidad de Japón. Sigue trabajando allá, donde se casó con una inglesa y actualmente tienen dos niños. “Pobres de mis nietos, porque sus nombres van a estar… el día que vengan a México tendrán un gran problema, porque tienen una combinación de nombres en inglés, maya y japonés.
— Yo creo que la juventud se ha visto muy favorecida por el desarrollo tecnológico actual; que cuenta con una información privilegiada que antes no tuvimos. Pero debería saber que eso no es suficiente para el desarrollo de un país como el nuestro.
“Pero todos, para poder gozar de la modernidad, tenemos que ver cómo nos alimentamos de ella, lo que implica conocer más los recursos de los que proviene. A veces no relacionamos estos aspectos, pero todo está relacionado. “Entonces sí, yo creo que la juventud no debe dejarse guiar nada más por los avances tecnológicos. En paralelo a eso está la naturaleza. Y allí está una buena área de aprendizaje, de conocimiento: saber de dónde proviene lo que comemos y lo que usamos.” Estamos por concluir la entrevista y le tomo unas fotografías al doctor Francisco Takaki Takaki, en el jardín lateral de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, en donde aún laboro. Le pregunto en broma, recordando que este gran hombre fue formado en sus inicios por un científico como Matuda y que, por razones naturales, debe tener una gran influencia oriental: — Pero usted sí es supermexicano, ¿no? — Ah, no, sí— responde él, mientras se para sonriente al lado de un seto, resguardado por la tarde que lo acoge y lo protege del sol. — Me imagino que ha comido tacos alguna vez… — Ahorita tengo prohibido andar comiendo, carnes rojas no. Para que no se me complique… — Pero sí ha comido alguna vez un taquito…— insisto mientras reviso que el material fotográfico haya quedado bien encuadrado. (Confieso que la cámara que iba a emplear nunca terminó de cargar la batería y que él sacó de su portafolios una minúscula camarita que amablemente me prestó para el propósito).
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y la hidrología. Esa parte la ha estado desarrollando el INEGI. Y puede mejorarla todavía más.
— ¿Y qué tal la música? — Me gusta la música pero no soy experto… Yo creo que a final de cuentas prefiero la música clásica, que me relaja mucho. — ¿Qué autor le gusta? — Ya se pone usted muy delicada en ese sentido… No, no tengo. Me gusta, pero no soy experto. Pero puede ser… Chopin, o algún otro… — ¿Ha escuchado a Rachmaninoff? — ¿Rachmaninoff? Sí. — Y qué le parece… — Es otra cosa… Pero a veces no puede uno perder mucho tiempo… — Pero por ejemplo, el doctor Sarukhán se da tiempo para cocinar sus espaguetis. Yo tengo una foto de él en la que cocina sus espaguetis.
— No, no solo uno. Al respecto soy exigente y conocedor de muchas cosas. A veces les ando enseñando a mis compañeros en dónde comer. — ¿Cuál es su comida favorita? — ¿Mexicana? Pues típico, así, lo de todo el mundo. Por ejemplo, me gustan mucho los caldos que llevan mucha verdura, y que pueden ser de aves o de res. El mole, obviamente. — ¿Le gusta el mole? — ¡Uh, claro! Pues criado así, y en un ambiente como es el de Chiapas o el de Veracruz, o aquí mismo, en México, o en San Luis Potosí o en Aguascalientes, pues se comen unas cosas muy ricas… — Pero a que usted nunca ha bailado un zapateado; se dice que proviene de los bailes españoles, como las sevillanas y los fandanguillos… — Yo no soy bueno para bailar, pero siempre digo que un día voy a dar una clase de danza de los viejitos… porque sí, ya estoy muy viejo.
— Yo no cocino espaguetis, pero le puedo preparar cocina japonesa, que es menos complicada que la china y más saludable. Usa poca grasa. Es más cocida o asada. Cuando le mete uno algo de fritura es más como la china; pero la japonesa es más sencilla, más digerible, lleva muchas verduras. Por eso uno ve en términos generales a la población japonesa más sana, más delgada. Y en México, con la mezcla de lo mexicano y lo español, hay muchas grasas de por medio. — Bueno, yo hago un mole que no tiene mucha grasa y nunca le ha hecho daño a nadie. Un día lo voy a invitar a comer mole. O ¿ha probado los chiles rellenos alguna vez? ¿Le gustan? — Hay una variedad de chiles rellenos en Aguascalientes, que se diferencian en que… usan chile seco, chile ancho… y ése lo hidratan y en lugar de echarle nuez y demás, usan la guayaba. Parte de la cocina chiapaneca también es muy rica”, me dice mientras vamos recogiendo los libros y las cosas que habíamos dejado sobre la mesa, para que yo pudiera acompañarlo a la salida.
Los mapas culinarios — ¿Y no habrá tal vez algún mapa culinario? — Por ahí estoy hablando con los chavos de que, bueno, ya dominaron una serie de mapas como base. Pero ahora hay que ver de qué manera se puede hacer otro tipo de mapas… Pero hacen uno o hacen otro, porque no hay gente suficiente para hacerlos.
— ¿De los viejitos de Michoacán…? (nos reímos). “Yo creo que no todos los mexicanos bailan zapateado. Por ejemplo, hay diferencias entre lo que es un zapateado, un son jarocho o un son huasteco”, dice esto mientras su amplio rostro se ensancha en una sonrisa plena cuando le pregunto si él los distingue bien…
— ¿Cómo cuánta gente está trabajando en los mapas del INEGI? — Si están trabajando unas 30 personas en el INEGI para hacer la cartografía, a nivel nacional, son muchas.
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— ¿Cuántas personas necesitaríamos? ¿Tal vez unas 500? — Quizás no tantas. Aunque ya hicimos lo prioritario para la SEMARNAT o para la CONABIO, lo fundamental para el conocimiento y la distribución de los recursos naturales, necesitamos otros tantos mapas. Y para hacerlos, no nos harían falta más de cien personas. Creo que valdría la pena hacer esos mapas con mayor detalle, con las diferentes etnias, con la información sobre las condiciones en que viven. “A lo mejor sí hay algunos mapas o libros al respecto, pero falta decir cómo se distribuyen en toda una zona. Y también un mapa culinario nos hace falta. Porque hay mucha gente a la que le interesa.” — Un mapa de los vinos o de las bebidas nacionales— le digo mientras tomamos el elevador. — Hay muchos temas que pueden ser muy interesantes, y a lo mejor lo son para un grupo en particular…
Los mapas imprescindibles
“Es indudable que son imprescindibles. Pero el chiste no es que lo digamos quienes los hacemos, sino que lo digan los políticos, que son quienes pueden definir si van a dar o no los recursos para ello. Irán saliendo los mapas sobre los temas prioritarios que requiere el país. “Y a lo mejor alguien dice, ‘no, lo prioritario es la economía’. Y yo me pregunto, ¿de dónde viene la economía o cómo se transforma? “Los mapas nos van a mostrar lo que se hace con la economía y por qué tiene que ver ésta con los recursos naturales.” — ¿Tenemos en México mapas oceánicos? — Los hay muy genéricos… se supone que eso lo debería hacer la SAGARPA, porque incluye el tema de la pesca. Pero tiene un mapa muy genérico, que no satisface las necesidades… — Ni siquiera de los que andan navegando…
— ¿Cuáles son los mapas imprescindibles, los de mayor importancia para la gestión ambiental?
— Sí, hace falta mucho trabajo todavía y formar más gente. Y creo que quien está a cargo de hacerlo y está capacitado es el INEGI. Lo importante es que también el INEGI tenga ese interés.
— El de todas las comunidades vegetales, o los que se están haciendo, como el de suelos, el geológico o el de aguas. Pero hay que profundizar en la combinación de éstos.
Llegamos a la puerta del edificio y yo me siento encantada de vivir en México y no en Japón, para poder despedir al doctor Francisco Takaki Takaki con un cálido abrazo, pleno de emoción.
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Y obviamente no alcanza, pero eso no lo entienden.
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Eckart Boege Schmidt El doctor Eckart Boege es profesor–investigador emérito del Instituto Nacional de Antropología e Historia, antropólogo social y etnólogo. Obtuvo su maestría en Antropología Social en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, y su doctorado en Etnología en la Universidad de Zurich, Suiza. Formó parte de la primera generación en estudios superiores del desarrollo sustentable del Programa LEAD, de El Colegio de México. Ha asesorado a comunidades indígenas y campesinos en programas de manejo sustentable en la selva de Calakmul, Campeche, durante 10 años. Actualmente es miembro del Consejo Consultivo para el Desarrollo Sustentable, núcleo Veracruz, SEMARNAT/Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Entre sus temas de interés ha abordado los siguientes: indígenas, relación naturaleza-sociedad; territorios y territorialidades; patrimonio biocultural de los pueblos indígenas y comunidades locales; conocimientos locales y regionales; derechos de los pueblos indígenas sobre sus recursos fitogenéticos; sustentabilidad; movimientos ante los proyectos dominantes de “desposesión” y defensa del interés colectivo. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores desde 1987, Nivel II. El doctor Boege ha desarrollado diversos proyectos de investigación: Los orígenes del Sacbé Yaxuna Cobá (Centro de Estudios Mayas, UNAM); Luchas agrarias y estructuras de poder en el Valle del Mezquital Hidalgo (IIS-UNAM); Los jornaleros agrícolas en el Valle del Mezquital (IIS-UNAM); La cuestión étnica y estructuras de poder. Estudio de caso de los mazatecos de Oaxaca (ENAH-INAH); Estudio interdisciplinario de los usos sociales de los recursos naturales en la Reserva Especial de la Biosfera Ría Lagartos, Yucatán (INAH-CINVESTAV, Mérida); Estudios básicos para la planificación del desarrollo sustentable en el sector forestal comunitario y en las reservas de la biosfera del Sureste de México (INAH-GTZ-WWF); programas de desarrollo sustentable alrededor de la Reserva de la Biosfera de Calakmul. Investigación del gobierno de los bienes comunes y el manejo forestal sustentable, e Investigación de los centros de origen y el patrimonio biocultural de los pueblos indígenas de México (INAH). Fue coordinador de la licenciatura, maestría y doctorado en Antropología Social de la ENAH, así como coordinador de la maestría del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS, Golfo). También fue miembro fundador de Ecología Humana en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV, Mérida). Es coordinador general del programa de investigación “Etnografía de las regiones indígenas en México en el nuevo milenio. Etnografía del patrimonio biocultural” (Coordinación de Antropología-INAH). Entre otras distinciones, ha recibido el Premio Nacional Fray Bernardino de Sahagún, otorgado por la SEPINAH, por la mejor tesis de doctorado en Antropología Social y Etnología (1985). Y la presea del mismo nombre, otorgada por la SEP-CONACULTA-INAH, al mejor trabajo de investigación en Antropología Social y Etnología (2008). Entre las publicaciones a citar están: El patrimonio biocultural de los pueblos indígenas de México. Hacia la conservación in situ de la biodiversidad y agrodiversidad en los territorios indígenas. México, 2008. INAHComisión Nacional de Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI); “El reto de la conservación de la biodiversidad en territorios de los pueblos indígenas de México”, en: Dirzo R., R. González e I. March; Capital natural: estado de la conservación y tendencias al cambio. Volumen II, CONABIO. México, 2008; Protegiendo lo nuestro. Manual para la Gestión ambiental comunitaria, uso y conservación de la biodiversidad de los campesinos. SEMARNAT, PNUMA, CONABIO, Corredor Biológico Mesoamericano, Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina. México, 2004. Segunda edición, revisada y aumentada. Y Los mazatecos ante la nación: contradicciones de la identidad étnica en el México actual, S.XXI, México, 1988. La entrevista que se presenta a continuación fue realizada en La Pitaya, Xalapa, Veracruz, el 19 de enero de 2013.
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“El enfoque biocultural para la conservación, resiliencia y sustentabilidad económica, social y ambiental de los pueblos indígenas es estratégico para países megadiversos como México, que es una de las seis naciones con mayor diversidad cultural y biológica del mundo, junto con Indonesia, la India, Australia, Zaire y Brasil. Por ser también uno de los 12 países megadiversos del mundo, que albergan entre 60 y 70% de la riqueza biológica de la Tierra, mantiene un estatus especial, tanto para la conservación de las especies como de los ecosistemas. Nuestras culturas indígenas han co-evolucionado con estas especies y ecosistemas durante 10 mil años, con lo que se ha creado uno de los pocos centros de origen y diversificación de la agricultura planetaria, que aporta 15% de las especies del sistema alimentario mundial. Sin embargo, el país se ubica dentro de las áreas críticas amenazadas ahora por los procesos de la globalización.” Eckart Boege.
La gran variedad de organismos y ecosistemas que existen sobre la Tierra representa un legado de vida, de la cual depende la evolución de los seres humanos, especie incluida también en esa diversidad biológica. En nuestro país, las comunidades humanas que habitan las regiones prioritarias en materia de biodiversidad están estrechamente relacionadas con la naturaleza; de ahí la manera como han conformado su cultura e identidad. No podríamos entender a la biodiversidad sin esta particular relación entre el ser humano y la naturaleza. El doctor Eckart Boege Schmidt ha desarrollado este concepto en su libro El patrimonio biocultural de los pueblos indígenas de México. Hacia la conservación in situ de la biodiversidad y agro-diversidad en los territorios indígenas. En él ha puesto énfasis en la manera como los pueblos indígenas conservan y aprovechan los recursos naturales. Por toda su experiencia con estas comunidades, le pedimos que nos relate cómo inició este trabajo de investigación. “Al haber conocido varios sitios del país —en particular las sierras de Chiapas, Guerrero, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, Veracruz y la Península de Yucatán—, me preguntaba acerca de la relación entre las poblaciones indígenas y las zonas donde habitan. En la carátula de otro libro que he publicado, Los mazatecos ante la nación, aparece una ceiba, como símbolo de aquella que estaba ubicada exactamente junto a la cortina de la presa Cerro de Oro, en Oaxaca. Yo me paré en ese lugar para mirar, y de repente vi debajo de ese árbol unas ofrendas consistentes en envoltorios con huevos y plumas rojas de loros. Y me pregunté cuál sería la relación entre esa ceiba y la cultura mazateca. “Ahí comenzó todo un viaje para tratar de responder a esa pregunta. Obsevé que en México existen tres 117
elementos importantes que configuran la diversidad biocultural: la lengua, el conocimiento y el medio ambiente.” El doctor Boege refiere que en nuestro país confluyen las vegetaciones neárticas y neotropicales, por su particular geografía montañosa enclavada entre dos océanos, en forma de embudo, lo que ha traído como consecuencia una alta diversidad en espacios relativamente pequeños. “En México, los paisajes naturales y culturales cambian en pocos kilómetros y, con frecuencia, las comunidades florísticas de los diversos tipos de vegetación se desarrollan en extensiones limitadas, lo que las hace muy vulnerables ante la intervención humana o el cambio climático global, pero si se manejan con inteligencia podrían convertirse en corredores para la migración de la vegetación y de la fauna, cuando la temperatura y la humedad se vayan alterando.” Las comunidades humanas asentadas en estas zonas de alta biodiversidad generaron con su medio un proceso de co-evolución, para poder sobrevivir y aprovechar las opciones que se les brindaban. Comenta el doctor Boege que “las culturas indígenas, en particular, han vivido casi siempre de la biodiversidad; la han cultivado en un sentido amplio; y la han clasificado según sus necesidades, primero de recolección y después de agricultura, o ambas a la vez.” “El carácter de México como isla o semi-isla, delimitada al norte por extensas regiones semiáridas —describe el doctor Boege— genera muchos endemismos. México es centro de origen de cactáceas, y es centro de origen o de dispersión, o secundario, si se quiere, de pinos y encinos. Y también es centro de origen natural de la agricultura, no solamente del maíz. A lo largo de miles de años, en estos múltiples
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México, el segundo país en bioculturalidad mundial
paisajes, los indígenas han domesticado 15% de todas las especies relacionadas con el sistema alimentario mundial. “El proceso de domesticación no ha terminado; con frecuencia, las especies domesticadas intercambian sus características genéticas con sus pares silvestres. Por ejemplo, en ciertas regiones, junto al maíz tenemos un tipo de teocinte que puede intercambiar sus características genéticas; junto a las calabazas hay, en algunos lugares, calabazas silvestres; de los frijoles podemos decir lo mismo. Y este proceso de domesticación y uso de las plantas silvestres o semisilvestres a través de los agro-ecosistemas indígenas y campesinos ha traído consigo la consecuente generación de paisajes en los ecosistemas y esa enorme agro-diversidad.”
Paisajes generados por humanos El doctor Boege hace un llamado de atención en cuanto a los paisajes mexicanos. “No son paisajes naturales. Podría parecer un pleonasmo: decir ‘paisaje’ y ponerle el apellido ‘natural’. “No, los paisajes han sido generados por los humanos. Si observamos, por ejemplo, la selva de Montes Azules, o nos dirigimos a Calakmul y caminamos 100 metros en la selva, encontraremos restos arqueológicos en ella. Son selvas… pero selvas generadas justamente por la perturbación. “La perturbación es un componente importante en la conformación de la selva maya, por ejemplo, porque periódicamente entran en ella los huracanes y otros fenómenos atmosféricos, como nortes severos. Pero además, estas selvas han sido ‘cinceladas’ por los
pueblos mayas, pues al sembrar con cierta técnica agrícola que denominamos roza, tumba y quema, seleccionan ciertas especies arbóreas, lo que modifica los ensambles ecosistémicos de estas selvas. Este hecho no justifica los grandes desmontes impulsados por el Estado mexicano o por los intereses de la ganadería extensiva. “De ahí que la biodiversidad en esas regiones se haya generado en co-evolución con las culturas indígenas que las habitan. Desde mi punto de vista, los campesinos y los pueblos indígenas son ‘gentes de ecosistemas’. ¿Por qué? Porque al vincularse estas personas directamente con éstos, su conocimiento, incluso su lengua y sus creencias, sus prácticas y su identidad, tienen que ver con esta relación. “Su manera de creer, conocer y saber está indisolublemente entrelazada con la co-evolución entre las prácticas productivas que utilizan la biodiversidad y los correspondientes ecosistemas. Es por eso que he estado explorando el concepto de patrimonio biocultural. Entre los componentes de la diversidad biocultural, está la enorme riqueza cultural de los pueblos originarios. “Si hemos de caracterizarlos según las diferentes lenguas que se hablan en nuestro país, veremos que existen 11 familias lingüísticas, 68 agrupaciones lingüísticas y 364 variantes que, por su ininteligibilidad entre ellas, podrían clasificarse como idiomas; tan diferentes entre sí como el español, el francés, el portugués, o bien, el chino. “Habría que echarse un chapuzón en el INALI (Instituto Nacional de Lenguas Indígenas) para ver esta variabilidad. Y no me refiero a las diferentes variantes dialectales sino a idiomas distintos. Y qué es el idioma de los pueblos indígenas sino la filosofía práctica de las ‘gentes de ecosistemas’, que forma comunidades de aprendizaje según sus necesidades y prácticas para el manejo y domesticación de las plantas a través de la agricultura. “Una de las tesis centrales de mi trabajo es que cada vez que se extingue una lengua en México, se pierde de alguna manera el conocimiento y manejo del entorno. Entonces, cuando hablamos de diversidad cultural y de diversidad biológica, debemos considerar que México constituye un centro de origen no solamente de lo natural, sino sobre todo de la diversidad culturalmente construida, entrelazada en los paisajes modelados por los agro-ecosistemas en distintos gradientes de intervención de la naturaleza.” La obra que nos ocupa fue coeditada entre el INAH-CONACULTA y la CDI. Y en su reedición participó también la SEMARNAT. El doctor Boege aborda los propósitos centrales de este libro, cuya demanda ha sido vasta. — He querido aportar información básica para contribuir al diseño de una estrategia nacional de conservación, desarrollo sustentable y custodia de la biodiversidad y agro-biodiversidad mesoamericana y
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de árido América, que incluya a las comunidades indígenas como sujetos activos y centrales y no como objetos de políticas asistencialistas. “Además, los recursos fitogenéticos domesticados que se encuentran en estas regiones bioculturales, definidas en el libro mencionado, son bancos genéticos vivos, creados en laboratorios ‘naturales’ por la cultura y la presión ambiental en situaciones cambiantes. “Estos bancos genéticos, también llamados recursos fitogenéticos o germoplasma agrícola, albergan informaciones acerca de la interacción entre plantas silvestres y domesticadas, en el supuesto de un proceso de evolución biocultural ininterrumpido, a pesar de la Conquista Española, de la Colonia, del genocidio biológico que sufrió la población durante el primer siglo de la Conquista, de las migraciones sucesivas y de la integración a nuevos sistemas productivos. “La investigación llevó seis años y su objetivo fue posicionar de manera diferente a los pueblos indígenas y a las poblaciones indomestizas campesinas dentro del país, y quizás ser fuente de ideas para la resiliencia ambiental, social y económica ante las cenizas que nos deja la crisis ambiental y civilizatoria del modelo dominante de la globalización contemporánea.”
a la crisis ambiental derivada e intensificada por la ‘nueva’ globalización de la economía. “Actualmente, los procesos de globalización han entrado en una nueva etapa de ‘descreme’ y destrucción de áreas de vegetación natural. Hay estudios que indican que el dominio humano y la transformación del uso de la tierra son considerables en los ecosistemas terrestres. En el plano global se aprecian cambios sustanciales negativos en los ciclos bioquímicos, que impactan la habilidad de los ecosistemas para proporcionar los servicios básicos que se requieren para la reproducción de la vida misma. “Al día de hoy, 45% de los ecosistemas naturales del mundo están severamente impactados y han dejado de ser funcionales; el 55% restante sostiene los servicios ambientales para la vida del planeta. Se calcula que la cifra anterior será solo de 30% para el año 2025.
— ¿Cuáles fueron los hallazgos de su investigación?
“El deterioro ambiental no implica únicamente pérdida de biodiversidad, sino la aceleración de los procesos de desertificación, merma en la calidad del suelo, incapacidad para captar el agua, salinización de suelos por riego inadecuado, disminución de reservas de agua fósil, intrusión de agua salina en las costas, deterioro o desaparición de las lagunas costeras, contaminación creciente y aguda de agua y suelo y, con ello, degradación de los recursos ambientales básicos para la supervivencia humana y del país.
— Existe un desequilibrio entre el esfuerzo por mantener los servicios ambientales básicos en un determinado nivel y su pérdida anual; esto trae como consecuencia el enfrentamiento de múltiples problemas para la recuperación biológica del planeta, que incluye una reducción de las posibilidades de vida de las especies como las conocemos ahora. Esto se debe
“No hay pruebas hasta ahora de que el modelo económico dominante, incluyendo la llamada economía verde de la globalización, incorpore alternativas que puedan frenar la muerte entrópica del planeta. Los orígenes causantes del deterioro implican respuestas múltiples. En mi opinión, la crisis ambiental debe ser entendida sobre una base de aproximaciones dife119
renciadas, según la evaluación de un amplio espectro de variables: culturales, sociales, económicas, políticas y ecológicas. Y estoy absolutamente convencido de que la interacción entre las ciencias sociales y las biológicas es imprescindible para estudiar estos sistemas complejos y ofrecer soluciones. “No cabe duda de que los aportes realizados por los pueblos indígenas a la biodiversidad, a los ecosistemas y sus recursos ambientales han sido históricamente de gran trascendencia; por tanto, es necesario incorporarlos a las estrategias de resiliencia. De otra forma, las pérdidas en biodiversidad para México seguirán a pesar de algunos esfuerzos para frenar estos procesos destructivos. En lo científico, se debe realizar un recorte metodológico a partir del problema del deterioro ambiental y formar grupos de trabajo transdisciplinarios.”
Regiones bioculturales prioritarias — ¿Qué son las regiones bioculturales? — Hemos estado hablando de las regiones bioculturales sin definirlas. He generado el concepto de las regiones bioculturales prioritarias, parafraseando un poco la idea de las regiones terrestres prioritarias o de las regiones hidrológicas prioritarias que maneja la CONABIO desde el punto de vista biológico, porque las regiones en las que viven concentradamente los pueblos indígenas se caracterizan por presentar una vegetación natural en distintos gradientes de intervención. “Las especies naturales ahí están, pero ensambles ecosistémicos y especies específicas presionadas, seleccionadas, conservadas, conforman paisajes a veces en forma de mosaicos específicos. De manera que una región biocultural es un centro de origen y diversificación natural y cultural en donde habitan comunidades indígenas que en parte han sido capaces de cultivar y proteger una alta diversidad natural, y de desarrollar una cultura relacionada con esta diversidad. “El ejercicio que hizo la CONABIO para determinar sus regiones prioritarias en materia de diversidad biológica me fue útil para identificar las regiones bioculturales prioritarias, y le puse especial énfasis a la consideración de la riqueza de los ecosistemas y de sus particularidades, a los centros de origen natural de las especies y sus correspondientes endemismos, asociados con los centros de origen y diversificación de la agro-biodiversidad o plantas domesticadas. “Con la ayuda de los sistemas de información geográfica disponibles, sobrepuse entonces estas capas de regiones prioritarias de la CONABIO con las de los territorios indígenas. Como primera aproximación a estas regiones bioculturales como centros de origen y diversificación biocultural podría enumerarse más de una veintena de regiones en el país. “Se localizan en la Sierra de Juárez-Delta Río Colorado; Isla Tiburón-Río Bacoachi; parte baja del Río Ya-
qui-Río Mayo; Alta Tarahumara, Guadalupe y Calvo; Huicot en Nayarit; Sierra Coalcomán; la zona Purépecha de la Sierra de Tancítaro; Sierra Chincua, una de las cabeceras del Río Lerma. Le sigue la Sierra de Taxco, las Lagunas de Zempoala, La Malinche; la Sierra Mixteca-Triqui; la cuenca Papagayo-Ometepec; la Sierra Sur de Oaxaca; Kikapoa; las Huastecas; la Sierra Norte de Puebla; y la Sierra Gorda-Barranca de Meztitlán. Así como el Valle de Tehuacán y la Mixteca Alta; la Sierra de Zongolica, Veracruz; la Sierra Norte de Oaxaca; Los Tuxtlas; la Sierra de Santa Marta; la Selva Zoque-Sepultura; Malpaso; Chontalpa; El Triunfo; la Encrucijada; Motocintla; los Altos de Chiapas, la Lacandona y la Península de Yucatán. “Por supuesto que se trata de una primera aproximación; ver todos los datos juntos me causó una sensación de asombro por la riqueza que tenemos en México. “Considero que el patrimonio biocultural de los pueblos indígenas de México revela aspectos vitales; entre ellos, que los 28 millones de hectáreas que delimitan los territorios indígenas representan 14% de la superficie de México.” — ¿Qué es lo que observamos con esta fusión de lo natural y lo cultural? —Acabo de estar en la Sierra Norte de Puebla, cerca de Cuetzalan. Me di cuenta de que estaban practicando la roza-tumba en las laderas. Primero me sorprendí, pero ya echándole un ojo más de cerca, observé que en este caso los totonacos respetaban los troncos del acahual o bosque secundario joven, lo que permite que salgan de inmediato los rebrotes. Así se regenera el acahual de manera rápida. Estos tronquitos servían primero para sostener los bejucos de los frijoles y al mismo tiempo, el procedimiento permitía detener la erosión del suelo. De ahí mismo salía la leña para el uso de los hogares. El crecimiento del bosque secundario les permite crear un colchón muy importante de protección para el suelo. Ahí siembran maíz con una productividad aceptable para ellos. “Mi sentimiento fue que debería valorar esto más a fondo para ver qué tan protector del suelo y la vegetación es este sistema productivo. Concluí que debía desmantelar mis prejuicios, y que esas laderas estaban manejadas probablemente de manera sostenible. Observé también que se respetaban los bosques primarios que están en la cresta de la serranía. Me explicaban que era para atraer las lluvias. Esta es una de las múltiples maneras de hacer la milpa.”
La milpa “¿Y qué es entonces la milpa?”, se pregunta el doctor Boege. “Es un agro-ecosistema que se refiere a un policultivo ensamblado de múltiples maneras, de acuerdo con los ecosistemas en que se inserta y las especies útiles sembradas, toleradas o discriminadas, y que, en su conjunto, por la producción de biomasa accesible al humano, es de alta productividad.
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“De modo que en este momento, las líneas genéticas de la agro-diversidad que aún se conservan en estos territorios de los pueblos indígenas, es producida por estos laboratorios culturales que han creado tanta diversidad —natural y cultural—, lo que se puede observar en toda Mesoamérica. “El elote de maíz criollo o nativo que nos comemos hoy en un pueblo, o en el mismo centro de la Ciudad de México, tiene tras de sí una experiencia de 350 generaciones de abuelos y abuelas que lo han seleccionado y mejorado. Entonces, justamente esas regiones bioculturales corresponden a esta diversidad única en el mundo. “En la sierra de Puebla no solamente siembran maíz; han integrado también el cultivo del café. Fui a visitar lo que se llama el Kuaujtakiloyan (que quiere decir Cuauhuit, árbol; y podría traducirse libremente como selva o bosque útil). Se trata de bosques nuevos culturales (selva culta, diría Philipe Descola), que se han recreado sobre terrenos que fueron ganaderos o después de los desmontes promovidos por políticas públicas para producir café a sol. Así se manifiesta la resiliencia ambiental, social y cultural. “Los indígenas no le creyeron a los técnicos del Plan Zacapoaxtla ni a los que hoy pertenecen a la SAGARPA. A los indígenas no les gustó el café a sol que el INMECAFE les promovió. Resulta que empezaron a depender de los fertilizantes y otros agroquímicos y decidieron regresar al cultivo del café bajo sombra que generaban las especies nativas e introducidas de gran utilidad. Se regeneró así un sistema agro-forestal que imita de manera puntual a los ecosistemas naturales.
— ¿Por qué es importante reconocer que la Sierra Norte de Puebla es una región biocultural prioritaria para la conservación y el bienestar de su población indígena? — Porque ese lugar presenta una naturaleza cultural. En este Kuaujtakiloyan se producen servicios ambientales de alta calidad, como es la captación de agua, la conservación de suelos y de germoplasma de plantas útiles; allí la diversidad biológica se expresa en gran cantidad de especies de la vegetación original y se preservan corredores biológicos para las grandes corrientes de aves migratorias provenientes de Canadá y Estados Unidos, por ejemplo. En los cafetales diversificados bajo sombra, los biólogos han encontrado múltiples especies de anfibios que se encuentran en el bosque mesófilo, lo que es un indicador de que se trata de ecosistemas relativamente sanos.
Indígenas y biodiversidad El doctor Eckart Boege explica que para analizar estas experiencias buscó un nuevo concepto para definir la relación entre los pueblos indígenas y la diversidad biológica. “Para ello tuve que desarrollar una base cartográfica distinta, que indicara exactamente en dónde viven actualmente los habitantes indígenas. Lo primero que hice fue encontrar —evidentemente con el apoyo de especialistas, porque no son solo mis ideas—, cuáles serían los territorios de los pueblos indígenas actuales, que por cierto no son reconocidos por la Constitución mexicana. Para ello me pregunté en dónde viven los pueblos indígenas concentradamente y qué sucede entre esos territorios y los paisajes, incluyendo la producción de agua. “Elaboré una metodología para dibujar físicamente los territorios, lo que constituyó un reto de ensayo y error. Una vez que le di al clavo, dibujarlos fue algo más mecánico. Ubicamos estos territorios a partir de las localidades que el INEGI señalaba como hogares indígenas, siendo un hogar indígena aquel en donde los cónyuges o los ascendientes de los cónyuges ha-
“En el Kuaujtakiloyan se siembra también pimienta, canela, macadamia, guayabas y algunos de los tipos de aguacate originarios del bosque mesófilo; mantienen las ‘pesmas’, que son los helechos arborescentes, y un montón de plantas herbáceas útiles, de tal manera que Patricia Moguel y Víctor Manuel Toledo los llaman jardines de café. “Un día de mercado vi a una señora que iba caminando con su huacal cargado de plantas, y resultó que eran un tipo de begonias. ‘Señora, qué está llevando allí’. «Pues xocoyoli (corazón agrio), y es para preparar sus tallos con los frijoles». O sea que, aparte de la importancia estética de las begonias, también son comestibles. “Es así como me fui dando cuenta de que el Kuajtakiloyan es como el equivalente de la diversidad en los huertos familiares, en donde en pocos metros de superficie se cultivan plantas útiles de al menos tres estratos: herbáceo, arbustivo y arbóreo.” 121
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“Al respecto, una parcela no se mediría solo por cuánto maíz produjo sino por cuántos alimentos y plantas útiles proporcionó durante el ciclo anual, por cuánto suelo mejoró o deterioró y si se conservó la diversidad natural. Estaríamos hablando de la productividad agro-ecosistémica como estrategia productiva, una estrategia basada en la energía solar y no fósil.
blan alguna de las lenguas indígenas, o en el que uno de sus miembros principales es indígena. Y logramos así relacionar una categoría sociológica con una categoría lingüística. “Entonces pedí a la computadora que me diera todas las localidades contiguas que tuvieran cada una 40% o más de hogares indígenas. Y lo explayó. Mi asombro fue enorme cuando observé grandes unidades territoriales de manera concentrada. Luego me dije, ‘esos mapas, tal como están aquí, no me los enseñaron en la primaria, ni en la secundaria ni en la prepa… Yo soy antropólogo y puedo decir que ni en profesional nos los enseñaron. Estos mapas representan más o menos la zona concentrada en donde habitan los indígenas’. “Evidentemente —acota el doctor Boege—, muchos otros indígenas viven fuera de estos territorios, dispersos como minorías numéricas en ciudades y pueblos; y lo que yo describo en el mapa son los territorios en donde se ubican de manera concentrada, mayoritaria. En este sentido, la cartografía constituyó una herramienta importante para empezar a trabajar en relación con la diversidad biológica.” Como resultado de este intenso trabajo de investigación, “hoy en día tenemos la posibilidad de contar con una cartografía nacional, por lo menos a una escala de 1:250,000, que permite relacionar los distintos tipos de vegetación, incluyendo sus estadios sucesionales; es decir, si se trata de bosques primarios, secundarios o de estratos herbáceos. Pero esta cartografía incluye también las colectas de la agrodiversidad, como es el maíz. Y ahí la parte ‘bio’ de lo cultural: sobrepuse los mapas y me arrojaron una información impresionante.
— ¡Es increíble…! Todos pensábamos que en los ecosistemas selváticos húmedos se generaba una mayor biodiversidad. — Todos lo pensábamos. Este fue un descubrimiento inesperado para mí. Pregunté a la autora y me dijo: ‘sí, así es, efectivamente’. Pero el mayor descubrimiento fue esa relación impresionante entre los tipos de vegetación y las culturas indígenas. “El libro, con estadísticas secas, nos da toda esta información, aunque no nos describe los paisajes generados. Y resulta que prácticamente los distintos tipos de vegetación del país tienen su representación en algún territorio indígena. Por lo tanto, en este 14 o 15% del territorio nacional se encuentra —pero eso sí ya es una estimación muy gruesa que habría que verificar con mayor precisión— al menos la tercera o cuarta parte de toda la biodiversidad mexicana. “Surgió desde luego la pregunta obligada: ¿Qué hicieron los pueblos indígenas y su cultura de maíz con esta inmensa variabilidad de ensambles ecosistémicos, en sus procesos de domesticación y creación de nuevas variedades en distintas condiciones ambientales? Por eso es que he señalado que esas regiones bioculturales son únicas en el mundo.” — El doctor Arturo Gómez-Pompa, notable científico en materia de selvas tropicales, me ha comentado que una de sus investigaciones se relacionaba con la idea de que las selvas de la región maya no son
“En ese territorio que considero el ‘núcleo duro’, que constituye aproximadamente 14% del territorio nacional, se ubica 70% de las selvas altas, 53% de los bosques mesófilos de montaña, llamados también bosques de niebla; cerca de 30% de los bosques de pinos, de vegetación mezclada de pino encino; esto es, bosques templados subhúmedos. Pero no solo eso, sino que cuando se habla de bosques de pinoencino, por ejemplo, se refiere uno a los bosques de la Tarahumara, pero también a los bosques de Durango y a los de Chiapas, Oaxaca y Michoacán. Y estos bosques templados tienen ensambles ecosistémicos distintos porque se ubican en otra latitud, tanto geográfica como altitudinal.”
Los bosques templados, de gran biodiversidad “Lo que se aprecia con esto es que la diversidad de los bosques de pino-encino y lo que hay adentro de este tipo de vegetación es de una variedad impresionante. Y allí me encontré con una cita de Oscar Villela y Patricia Gerez, que indica que en los primeros balances de los grandes biomas de México, los bosques templados incluyen, en términos de diversidad biológica, un mayor número de especies que las que se encuentran en las selvas tropicales húmedas del país.” 122
— Sí, lo conozco perfectamente, pues él fue uno de mis inspiradores en mi trabajo de investigación. Como mencioné antes, la selva maya es una ‘selva de huracanes’, por más raro que se oiga, y una selva ‘reeducada’ por el ‘roza tumba y quema’. Así en los procesos sucesionales, después de tumbar y quemar, se privilegian ciertos árboles para fomentar ciertas especies. Se dice que ahí donde hay grandes concentraciones de ‘ramón’ (Brosinum alicastrum) o de chicozapotes (Manilkara zapota) en la selva, de seguro hay un sitio arqueológico. “No sé a ciencia cierta si esto sea verídico, pero pertenece a los cuentos que con mucho gusto nos contamos entre los arqueólogos. Y me incluyo porque antes de ser etnólogo estudié arqueología mesoamericana alguna vez en mi vida e hice trabajo de excavación en Xanlah, cerca de Chichen Itzá, Yucatán. Otro ejemplo sería que, a principios del siglo pasado, la selva maya contenía una gran cantidad de especímenes de los que se desarrollan cuando hay perturbación y que son de alto valor comercial, como el cedro y la caoba.” — Este ejercicio que usted hizo de poner sobre los mapas la diversidad natural y las poblaciones, no lo conocía. ¿Se había hecho antes? — Respecto a esto me inspiré en un trabajo que publicó en la revista “Etnoecología” y también en “Biodiversitas”, de la CONABIO, el doctor Víctor Manuel Toledo y su equipo de trabajo. En él ya se habían abordado los temas que desarrollo aquí, pero con la diferencia de que yo trabajé con algo más preciso, que son los territorios, y además rastreé las bases de datos referentes a la agro-diversidad mesoamericana. Fue el doctor Toledo quien introdujo en México el concepto de biocultura y lo estudió en relación con las regiones indicadas por la Comision Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indigenas (CDI). — Usted fue a buscar al INEGI los datos, los censos, la información geográfica… — Sí, el INEGI me ayudó a procesar los datos, mediante una petición que hice a la CDI-PNUD, que dirigía el doctor Enrique Serrano. — ¿Esta cartografía que presenta usted en su libro es ya reconocida por el INEGI? — Aún no lo ha sido, pero debería ser utilizable como herramienta para establecer la política nacional y para lograr el reconocimiento jurídico de los territorios de los pueblos indígenas señalados en el libro. De hecho, en ella se pueden sobreponer todas las capas de sistemas geográficos y las bases de datos de las colectas, por ejemplo, de los maíces nativos de México. “Yo sobrepuse en esta cartografía los maíces nativos y prácticamente pude adscribir a ciertos grupos
indígenas diversos tipos de maíz. Esto me permitió entrar en una discusión más profunda sobre México como centro de origen y diversificación, e incluso me permitió impugnar los conceptos (yo diría que tramposos) que se usan en los prolegómenos y definiciones de la Ley de Bioseguridad, en donde se separan tajantemente los centros de diversificación y los centros de origen. Me fui a las fuentes, para ver cómo fueron creados estos conceptos, de dónde venían. “Nikolái Vavílov dijo que México era Centro de Origen, y que ‘los centros de origen son aquellos en donde se ha dado el proceso de domesticación, y en los que frecuentemente siguen habiendo sus pares silvestres’1. La cuestión es que las definiciones, que debieran tener una base científica, están hechas de tal modo que puedan sembrarse los maíces transgénicos en ciertas áreas del país que no son centro de origen o de diversificación. “En cuanto al maíz, por ejemplo, no siempre se encuentra el par silvestre o teocinte en todos los sitios en donde se siembra. Pero sí se encuentran procesos de diversificación. Yo no creo conveniente separar conceptualmente a México como centro de origen y de diversificación, porque Vavílov proporciona los elementos para explicar la diversificación de este germoplasma que corresponde a los maíces nativos. “Con esto, todo México es centro de origen y diversificación del maíz, independientemente si se dio en ese u otro lugar el paso del teocinte del Balsas al Zea mays. Es inconcebible que los políticos cedan a las presiones de las transnacionales para incorporar el uso de transgénicos en un centro de origen y diversificación. “Otra cosa que realicé en esta cartografía fue sobreponer no solamente la diversidad biológica sino también la captación de agua en estos territorios.” — ¡Ese es otro aspecto fundamental…! — Me pregunté qué papel tendrían los pueblos indígenas en la captación de agua a nivel nacional. Cuando hablo de captación de agua me refiero solo a la cantidad de agua que llueve en un espacio deter1 El botánico ruso Nikolái Vavílov (1886-1942) y su grupo condujeron los estudios más completos sobre los centros de origen de las plantas cultivadas, en los que se había domesticado la mayoría de los cultivos, partiendo de poblaciones autóctonas. Esto se probaba por la concentración de variedades y especies afines; la presencia de caracteres dominantes hacia el núcleo del centro y recesivos hacia la periferia; la abundancia de parásitos naturales de los cultivos y otros factores biológicos. Él consideró que había ocho áreas de este tipo: China (136 especies); India, incluyendo Burna y Asam (117); Asia Central, incluyendo partes de India, Pakistán, Afganistán y parte de la URSS (42); Cercano Oriente, de Asia Menor a Irán (83); Mediterráneo, de España a Siria (84); Etiopía (38); México y Centroamérica (49); Sudamérica, de Ecuador a Bolivia [45 especies y dos subcentros: a) Chile (4 especies)] y b) Brasil-Paraguay (13 especies). Vavílov estableció también que la diversidad genética de un cultivo no se limitaba a su “centro de origen”, y que puede haber uno o más “centros secundarios” de variación en que por la acción combinada de factores naturales y culturales, la especie muestra también una alta variabilidad. Ver Botánica de los cultivos tropicales.
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selvas primarias, vírgenes, sino el producto de un manejo antiguo hecho por los mayas: las selvas antropógenas. Es interesante ese concepto… No sé si usted haya leído ese trabajo de él.
minado (territorios indígenas), no a un balance del agua, lo que se haría midiendo la evapotranspiración, los escurrimientos superficiales y la infiltración. “Y resulta que en ese 14% del territorio nacional prácticamente se capta la cuarta parte de toda el agua dulce nacional. Y esto es una cuestión importantísima para fijar las políticas públicas. “¿Por qué? Porque incluso ahora los inversionistas, que ya descubrieron eso también, planean hacer grandes o pequeñas represas en territorios de los pueblos indígenas, para la ‘autogeneración’ de energía para sus empresas, lo que ya no solo es un problema ambiental sino que migra hacia la violación de derechos indígenas consignados en los convenios internacionales firmados por México. “Pero el tema no son únicamente las represas, sino que de pronto el territorio indígena conlleva una dimensión biocultural importante en materia de agua. Porque la calidad del agua depende de la vegetación y de cómo se capta el agua. “Otro de los descubrimientos que hice fue que los pueblos indígenas se ubican justamente en las cabeceras de cuenca, que son los sitios privilegiados de captación de agua. Si ellos decidieran tirar toda la vegetación, al haber una tormenta incluso menor, se generarían ríos de rápida respuesta. Me di cuenta de que las comunidades indígenas no son los pobres de los pobres, no. Y que si lográramos desarrollar políticas públicas adecuadas en estos territorios bioculturales, estaríamos contribuyendo directamente a conservar la biodiversidad de manera dinámica, así como a superar la visión asistencialista que tiene el Estado mexicano con los indígenas. “Desgraciadamente, en este momento las políticas públicas y privadas solo le disputan a los indígenas sus territorios para generar hidroeléctricas y mineras a cielo abierto; en lo biocultural, los maíces y otros cultivos mesoamericanos, y en lo social, se les identifica como reservas de fuerza de trabajo (jornaleros para las zonas de agricultura intensiva, en Estados Unidos o en las grandes ciudades). Estoy convencido de que el concepto de áreas naturales protegidas debe ser objeto de reflexión.”
Fortalecer a la gente que convive con la biodiversidad — Esto es muy importante, porque hasta hace no mucho tiempo se consideraba que las áreas naturales protegidas constituían una especie de reservorios de biodiversidad que había que proteger, y no faltaba quien considerara a los habitantes de esas zonas como un impedimento para esa conservación… — Así es… Y ahora estamos viendo que si enfocamos nuestras políticas como un binomio, si contribuimos a fortalecer a la gente que vive con la naturaleza y en la naturaleza, que sabe conservar y que conoce su territorio; si se integra realmente este concepto de regiones prioritarias bioculturales en lo
que concierne a las partes jurídicas de protección, al apoyo económico para el desarrollo y protección de su biodiversidad o de la agro-biodiversidad, estaremos promoviendo que estos pueblos indígenas y comunidades indo-mestizas protejan aún más estos reservorios de vida. “Alguna vez, conversando con la maestra Julia Carabias, ella me decía que mi libro estaba muy enfocado hacia lo indígena y lo cultural y menos a lo biológico. Y que ella creía que yo estaba de alguna manera en contra de las áreas naturales protegidas. “Yo le explicaba que no era el caso. Desde mi perspectiva, las áreas naturales protegidas constituyen una estrategia importantísima para la conservación de la diversidad biológica, pero en general fueron diseñadas por biólogos que no contemplaron justamente que se trata de paisajes, de relaciones socioambientales más complejas que solamente los procesos biológicos en sí. “Estoy de acuerdo en que hay ejemplos negativos respecto del uso de la diversidad biológica por parte de campesinos e indígenas. Pero lo que a mí me interesa destacar son las lecciones que podemos aprender de las experiencias positivas que apuntan hacia la sustentabilidad. “Le decía yo a la maestra que es muy complicada la gestión del Sistema de Áreas Naturales Protegidas, porque cada una de ellas tiene sus distintas historias. Y aunque considero un acierto fundamental haberlas incorporado en un sistema por parte de la política pública que ella desarrolló, hacerlo no ha sido suficiente para conservar la diversidad biológica. “Quiero destacar que las comunidades indígenas no viven en todas las áreas naturales protegidas de nuestro país. Pero donde sí las hay, que es en cerca de 25% de estos territorios, yo me pregunto, ¿cómo están integrados esos indígenas en los Consejos Consultivos que coordina la CONANP-SEMARNAT?.”
El modelo actual de desarrollo — Nos encontramos ante un problema muy serio del modelo actual de desarrollo… — Uno de los problemas más importantes, digamos, en la agricultura, para vincular otra vez la biodiversidad y la agro-diversidad, es la lógica que emplea la agricultura industrializada. Ésta consiste en producir carbohidratos y proteína vegetal para promover un modelo alimentario que privilegia la producción de proteínas de origen animal. Grandes zonas sembradas con sorgo o soya se emplean para producir proteínas animales: marranos, gallinas, vacas. Se lleva a cabo una transferencia neta de la producción de alimentos para ganado, incluso empleando áreas de irrigación. — Estamos pagando alimentos muy caros, nocivos para la salud humana, por la cantidad de hormonas que se les incorporan… Ya empieza a haber efectos graves en los consumidores.
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— Claro, ¿por qué? Porque se incorporan en ellos agro-químicos y combustibles fósiles, a lo que se agrega un alto costo por la producción de gases de efecto invernadero. ¡Ese modelo agro-industrial, de utilización intensiva e insumos exteriores tiene altos costos ambientales!
de años. Se rompe la tradición intelectual milenaria de producción de su propia semilla por parte de los agricultores. La ganancia, como enfoque universal de la industria, no tiene principios éticos ni ambientales; apoyada por una ciencia fragmentada, no mide las consecuencias de su quehacer.”
“Por ello, la agricultura de los grandes agro-negocios no es la solución para el sistema alimentario mexicano, país de origen de la agricultura. En la agricultura industrializada, la ganancia es la base ética, no el bienestar de las personas. La lógica de la ganancia y la desregulación de los candados ambientales en los procesos productivos ha sido la tónica del llamado desarrollo.
La agro-ecología
“El precio de una mayor productividad por hectárea radica en el uso intensivo del agua, que compite con el del consumo humano, y en la afectación de los contaminantes químicos, que entran al metabolismo de los ecosistemas, sin que la ciencia sepa qué implicará el uso de esos productos a corto, mediano y largo plazos. “Por otra parte, están las semillas transgénicas, estas nuevas quimeras generadas en laboratorios, cuyos efectos a largo plazo sobre la naturaleza y la salud humana es incierto. “Independientemente de la reflexión anterior, socialmente este tipo de enfoque agro-industrial choca frontalmente con los agricultores de producción alimentaria, que llevan una historia agrícola de miles
— ¿Por qué sería una alternativa útil para nuestro país el empleo de la agro-ecología que llevan a cabo algunas poblaciones indígenas? — Entre mi interés ha estado la búsqueda de experiencias que indiquen caminos de cara al futuro. Los enfoques agro-ecológicos movilizan elementos de la agricultura tradicional, como el uso de insumos y semillas milenarias, con resultados muy satisfactorios. He estudiado varios ejemplos que relacionan la nueva ciencia de la agro-ecología con la milpa (que es el sistema productivo indígena-campesino), que incluye en policultivo del maíz, el frijol y la calabaza, entre otros productos. “Con este sistema se protege la calidad del suelo y la captura del agua. En los primeros meses de la siembra de la calabaza, ésta se extiende y protege la humedad del suelo. Pero si se usan herbicidas no se pueden sembrar calabazas ni frijol. Solo maíz. “El criterio actual de las políticas públicas y agroindustriales para medir la productividad se relacio-
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na con la pregunta de cuánto de maíz produce una hectárea, cuando lo que deberíamos plantearnos es cuánta biomasa produce una hectárea y cuánto suelo se mejoró.” — ¿Qué es la biomasa? — En términos energéticos, la biomasa nos indica cuánto del carbono atmosférico se transformó mediante la fotosíntesis en vegetación útil, cuánta materia orgánica se incorporó al suelo, tomando por ejemplo la unidad de medida de una hectárea. La pregunta para nosotros es cuánta biomasa se utilizaría directa e indirectamente para el humano, y cuánto ingresaría de nuevo al sistema, para generar otra vez recursos para el siguiente ciclo, buscando que se mantenga la productividad ecológica intacta. “El tema aquí es que la agricultura industrial, con sus insumos generados con la energía fósil, ha aumentado de manera importante la ‘productividad’ de la tierra; sin embargo, no incorpora en los precios los costos ambientales, que se manifiestan en abatimiento de los mantos freáticos de agua fósil, en contaminación, en intrusión de agua salina en las costas, en contaminación y destrucción de la vida biológica en estos agro-ecosistemas.” — ¿Cuál es la importancia del enfoque biocultural? — Parte importante de las plantas cultivadas que sustentan el sistema alimentario mundial actual fue domesticada por los pueblos indígenas de América. Estas plantas y sus productos han llegado a nuestras manos pasando por un largo proceso de selección, diversificación, innovación, intercambio con otras regiones, adaptación, mejoramiento genético, uso y manejo, actividades realizadas principalmente por poblaciones indígenas y campesinas. “Las semillas constituyen un patrimonio de los pueblos indígenas y de las comunidades campesinas, un legado que toda la sociedad debe cuidar. La biodiversidad culturalmente creada es producto de un largo proceso de intercambio y de selección cultural sistemática. “Esta extraordinaria riqueza no se encuentra en otros territorios del orbe, indígenas o no. Sin la experiencia de estos pueblos indígenas mexicanos, este proceso civilizatorio se perdería no solo para México sino para la humanidad.
mente en los territorios de los pueblos indígenas y de las comunidades campesinas. “De tal manera que no es casual que varios de esos centros de diversificación biológica coincidan en parte con las regiones donde se encuentran actualmente los pueblos indígenas. “El hecho de que México sea uno de los centros de origen y diversificación genética de la agricultura implica que debe tener un tratamiento especial desde el punto de vista jurídico, político, social, cultural, científico y agrícola. “El Estado y la sociedad mexicana no han reconocido el papel activo que desempeñan y pueden desempeñar los pueblos indígenas y las comunidades campesinas conservando in situ los recursos fitogenéticos como el germoplasma ‘cultivado’ por ellos, en el sentido más amplio de la palabra.” — ¿Nuestro territorio, sobre todo en las zonas de mayor biodiversidad, tendría que protegerse con sembradíos de tipo agro-ecológico? — Por supuesto. Este enfoque conforma una nueva ciencia, cuyo elemento central es la productividad ecológica. El agro-ecólogo no solo se pregunta cuánto maíz debe producirse, cuánto frijol, sino cuánto en ese ciclo va a mejorar el suelo y no a deteriorarlo. O no a ‘emborracharlo’ con fertilizantes, como dirían los campesinos. Y entonces sí, año con año se pueden mejorar el suelo y la productividad ecológica del mismo. — ¿Abastecería la alimentación del país de manera suficiente este tipo de agro-sistema? — Sí, sí. Otro de mis trabajos, que se refiere a seis experiencias agro-ecológicas, demuestra que este tipo de cultivo llega a triplicar y hasta sextuplicar la productividad del maíz, incluso sin ningún insumo externo, como son los fertilizantes químicos. Los ejidatarios de Vicente Guerrero, Tlaxcala, ganaron el premio a la mayor productividad frente a todos los ranchos que usaban fertilizantes e híbridos. — ¿Este tipo de agro-ecología protegería mejor la biodiversidad, sería rentable, sustentable y ayudaría a los pobladores indígenas y campesinos a vivir mejor?
“La CONABIO consigna entre 3,500 y 4 mil especies de plantas medicinales utilizadas regularmente por la población mexicana. Los pueblos indígenas utilizan de 5 a 7 mil especies de plantas en diversas actividades culturales. El sistema alimentario de los pueblos indígenas se basa en la extraordinaria cantidad de mil a mil 500 especies con sus variantes.
— Por supuesto. ¿Qué hace la gente de Vicente Guerrero? Primero terracea, no pierde ni un gramo de suelo, ni por vientos violentos ni por lluvias fuertes. Segundo, utiliza barreras vivas, rompevientos, para consolidar las terrazas diseñadas en curvas de nivel. Emplea los corredores ecológicos para atraer con flores insectos benéficos. Aprovecha el agua y la humedad residual.
“Mientras tanto, el sistema alimentario mundial se centra en solo 15 especies. De éstas, 15.4% provienen de las plantas domesticadas en Mesoamérica, cuyo germoplasma original se encuentra principal-
“¡Es todo un arte! En estas curvas de nivel se siembran plantas útiles, de acuerdo con la antigua tradición de los metepantles, que son hileras de magueyes y otras plantas. Se crean pequeños corredores
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Contra los transgénicos, mejorar nuestras semillas — Pero hay un faltante en todo eso, ¿quién da luz a estas ideas que usted expresa? ¿Quién las muestra a los profesores que enseñan? ¿Quién capacita a las otras comunidades campesinas que no han sido tan exitosas o que están talando sus bosques? ¿Quién ayuda a que estos procesos se den? — De acuerdo con lo que he estudiado, se están construyendo movimientos campesinos e indígenas que parten de pensar en un México distinto. Yo les tengo mucha confianza, porque a partir de decir ‘no a la minera’, ‘no a las concesiones forestales’, comenzaron a plantearse alternativas como es el manejo forestal comunitario. “Ahora con el espectro de la introducción de maíz transgénico a México, hay regiones indígenas y campesinas que están impulsando el mejoramiento de sus semillas nativas, que nada le piden a las llamadas semillas ‘milagrosas’. El método de transmisión de conocimientos es crecientemente de ‘campesino a campesino’, de intercambio de semillas locales, de ferias de la milpa o de ferias culinarias, por ejemplo.” — ¿Qué implica el manejo forestal comunitario? — Las comunidades indígenas o campesinas de la Sierra de Juárez —que se puede visitar desde la carretera que va de Oaxaca a Tuxtepec, por ejemplo—, y también otras, se plantearon manejar sus bosques de manera comunal. Y no con gente del exterior, que lo hacía mediante concesiones del gobierno (como la Fábrica de Papel de Tuxtepec [FATATUX]). “Ellos empezaron muy modestamente a hacer sus primeros ordenamientos territoriales; luego trabajaron en los ordenamientos del corte de la madera, para que fuera sustentable y para que el bosque fuese resiliente2. Varias de estas experiencias han sido muy exitosas.” — ¿Cuál sería el mecanismo que podría ayudar a reproducir estas experiencias? — La CONAFOR tiene ciertos mecanismos, pero no son suficientes. Alguna vez tuvo un programa conocido como Programa de Desarrollo Forestal Comunitario (PROCYMAF), que en sus inicios fue excelente. Esta experiencia se fue complicando mucho y se perdió el espíritu del primer PROCYMAF. “Pero con este programa se apoyó a comunidades que todavía no tenían plan de manejo, o que lo tenían pero no contaban con los suficientes instrumen2 Se refiere a la capacidad de un bosque para soportar presiones externas y regresar, con el tiempo, a su situación anterior a la perturbación. Un ecosistema forestal con capacidad de recuperación puede mantener su identidad en cuanto a composición taxonómica, estructura, funciones ecológicas y ritmos de procesamiento.
“En lo que respecta a otras experiencias, si tú visitas la Tosepan Titataniske (que es una cooperativa de cooperativas en la Sierra de Puebla) puedes observar todo un proceso mediante el cual las comunidades generan a sus propios intelectuales, con un plan de vida regional; distinta de los llamados proyectos e inversiones del Estado y de las transnacionales. Ellos están produciendo café orgánico para exportarlo a Japón, promoviendo el comercio justo y asegurando que los ingresos de estas ventas lleguen a los productores. “Los jóvenes participan intensamente en este proceso biocultural. Nunca he visto a tanto joven participar en las organizaciones como en la Tosepan. Desde el kínder reaprenden náhuatl. También manejan computadoras. Las cajas populares manejadas por la organización se componen de 25 mil productores, de los cuales 16 mil son mujeres. Es decir, el enfoque de género se está abriendo paso.”
La disputa por la nación — Comienza a haber un proceso de organización por parte de la sociedad civil, que está haciendo contrapeso a un gobierno que beneficia y da apertura a las transnacionales en materia de bosques, ganadería, recursos energéticos, agua, temas estratégicos para el desarrollo sustentable del país; a un gobierno que pareciera tener prisa por promover este tipo de inversión, que a largo plazo podría no generar beneficios permanentes a nuestras comunidades. — Estamos ante un proyecto de desarrollo global altamente predador. Pero esta aseveración requiere matizarse muy bien, en el sentido de que sí, esas son las tendencias políticas dominantes, y de que se están construyendo alternativas. Pero aún dentro del propio Estado y del propio gobierno hay también tendencias que apoyan lo contrario, que facilitan estos procesos que comento. No se entendería el proceso de Cuetzalan sin el apoyo de ciertos sectores de gobierno. “No se entenderían procesos como el de la Sierra de Juárez sin que hubiera gente comprometida como la maestra Julia Carabias cuando fue secretaria de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca. Por eso digo que se trata de una disputa por la nación. Y en esa disputa hay de todo. “Esta disputa se manifiesta gravemente en el otorgamiento de concesiones mineras a empresas trasnacionales en todo el país, en especial en territorios indígenas y campesinos, pero también en áreas naturales protegidas. “Más de dos millones de hectáreas de territorios indígenas han sido concesionados sin respetar la ley ni los convenios internacionales. Lo mismo está sucediendo con los parques eólicos o con la construcción de represas hidroeléctricas, en donde los indígenas y los campesinos no obtienen beneficio alguno.
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tos para desarrollarlo. Se llevó a cabo capacitación en administración colectiva de las economías. Se formaron técnicos locales.
biológicos que albergan pájaros insectívoros, insectos benéficos y/o polinizadores.”
país y conocer. Fue maestro de alemán en un colegio de Puebla, pero su pasión central fue la biología, y específicamente la sistemática. “Decidió venir ‘ahí donde hay cactus, donde hay cactáceas’. Ya llegando a México, en las cartas de amor que le escribió a mi madre, le hablaba también de los distintos tipos de vegetación que se podían visitar desde la ciudad de Puebla en un día (que entonces no se llamaban ecosistemas); le describía los bosques templados del Popocatépetl y del Ixtaccíhuatl, del Pico de Orizaba y de La Malinche; las selvas tropicales que todavía existían en Veracruz. Y las tetecheras, como él llamaba a las cactáceas columnares. Estaba muy inspirado en el naturalismo de Alejandro von Humboldt. “Yo nací y me crié en Puebla, así que soy mexicano. He estado en Europa muy pocos años de mi vida. Al faltar mi padre, la familia entregó al doctor Sousa, director en ese momento del herbario de la UNAM, una colección de tres mil quinientos ejemplares de todo lo que él recogió y clasificó en toda la zona de Puebla. Apenas descubrimos que una especie de salvia que él colectó en el área de Valsequillo lleva su nombre: Salvia boegei Ramamoorthy. Yo, desde pequeño, estuve vinculado con sus salidas al campo. Una ocasión me llevó a Valsequillo para buscar fósiles de mamut…” — ¿Y los encontraron? — Sí, cómo no. Él colaboró con la Universidad de Puebla en aquel entonces. Aunque yo me decidí por la antropología, la cuestión es que fui rescatando esa pasión por la vida y por la biología y así recuperé a mi padre en mi interior. “Ahora, por presiones internacionales y de las transnacionales se está importando y está por aprobarse la siembra de maíz transgénico, y eso en un país centro de origen. “Ningún país en el mundo ha aprobado la siembra de transgénicos, siendo un centro de origen de estos cereales. Otra vez, el negocio prima sobre la cultura, la sociedad, el ambiente, la política y la ética.”
La historia familiar —Bueno, y a todo esto, ¿usted es mexicano? No es común en México su apellido, ‘Boege’, ni su nombre. — Mis padres, Ingeborg Schmidt y Wolfgang Boege, son de origen alemán, pero vivieron tres cuartas partes de su vida en el país que los acogió desde antes de la Segunda Guerra Mundial. Mi padre provenía de una familia de naturalistas. Yo tengo un tatarabuelo que era paleontólogo. Mi abuela tenía una sensibilidad extraordinaria para la biología, porque su propio abuelo fue uno de los malacólogos más importantes (sobre todo de caracoles tierra adentro) en Alemania. “Mi padre, que fue biólogo, vino a México no como refugiado político sino porque tenía ganas de salir del
— ¿Cómo fue que murió su padre? — Mi padre, colectando plantas, desapareció, nunca lo encontramos. Yo creo que él fue una de las primeras víctimas del crimen organizado, aunque puede ser que se hubiera desbarrancado o le hubiera mordido una víbora o le diera un infarto. “Eso habrá sido por 1975, cerca de Guadalajara, en lo que ahora es el Área Natural Protegida de La Primavera. En ese entonces empezaban a establecerse los ranchos de Caro Quintero y no sé de quién más. Yo lo busqué con equipos especializados, pero no fue posible localizarlo. “Incluso en la introducción al libro que escribí posteriormente sobre el pueblo indígena mazateco, digo que me hubiese gustado mucho hacer los estudios etnobotánicos con mi padre, porque ya el virus me empezaba a cundir. “Como estaba yo familiarizado con el lenguaje de los biólogos, por mi padre mismo y por con quien se juntaba, no me fue muy difícil hacer el puente. Ya en este libro me di cuenta de lo importante que es la etnobotánica. Y terminé de reafirmarlo con el último libro, del que hemos estado conversando.”
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— Pues ese hecho me marcó fuertemente. Tenía yo 29 años. — ¿Y cómo conoció a su esposa, la doctora Luisa Paré? — Hace 42 años. Mi esposa venía de Canadá. Había terminado la carrera en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, la misma escuela que yo. Se quedó aquí, donde nacieron nuestros hijos.
Los jóvenes — Qué conclusión le daría usted a nuestra conversación… ¿Los jóvenes tienen algo que hacer en materia de biodiversidad? — Muchísimo. Pienso que los jóvenes deberían interesarse más por conocer, por recorrer este maravilloso país, a pesar de las dificultades que ahora estamos sufriendo. Para mí, participar en distintas experiencias socioculturales y conocer a las comunidades indígenas y campesinas ha sido una experiencia de vida. “En cuanto a la diversidad biocultural, yo les diría no solo a los jóvenes de las ciudades sino a los jóvenes campesinos, indígenas, que se interesaran en su propia cultura y que la practicaran. “Por ejemplo, en la Sierra de Puebla, donde estuve hace unos días, me decían que hay 21 tipos de atoles. En los corredores de la escuela vi muchas jarras de barro donde se cultivan las meliponas. Las meliponas son las abejitas sin aguijón. “Los niños están aprendiendo a manejar sus meliponas, que es un proceso cultural muy sentido para los náhuatl de la zona. Y es así como están generando bioculturalmente un reservorio mundial de polinizadores, ante la extinción masiva de cientos de especies por el uso de los agroquímicos. Y vi también que esta cooperativa incluye el trabajo con perspectiva de género. También se producen cremas para la vanidad, con la miel de melipona.”
“Como ciudadanos —reitera Boege—, tenemos que construir la ética de nuestra relación con la naturaleza, que no proviene ni de la educación oficial ni de una moral utilitaria del mercado, sino de la necesidad de vislumbrar la crisis ambiental por la que estamos pasando. Y construirla sin perder de vista la gran crisis pero también la pequeña crisis que estamos provocando cada uno de nosotros, cotidianamente. “Pensar en las opciones que tenemos antes de consumir. Tal vez eso no resolverá del todo la crisis ambiental, pero evidentemente creará una actitud. Aprender a construir esta relación ética con nuestro ambiente mediante una construcción colectiva con nuestras comunidades, ya sea de vecinos, de universitarios, de trabajadores o indígenas. “Construir una nueva ética que otorgue prioridad a lo ambiental, a lo social y cultural frente a la ganancia económica, porque lo económico nos ha invadido a todos. ¡Todo es mercancía! Y dar prioridad al bienestar de nosotros, de nuestros hijos, al buen vivir y no al buen consumir. “En el dilema entre ser o tener para construir nuestras identidades, por supuesto que prefiero lo primero. Y espero también que los jóvenes se interesen por su futuro ambiental; que reconozcan que somos un gran país biodiverso y biocultural. Estamos en segundo lugar en bioculturalidad en el orden mundial. Solo Indonesia está antes que nosotros.” Me retiro de la casa de esta pareja de investigadores, ubicada en La Pitaya, Veracruz, con el recuerdo de su calidez y de su invitación a cenar. Me llevo una hermosa Echeveria spp, de la familia de las crasuláceas, que me obsequió la doctora Paré, la que ahora he sembrado en casa para recordar por siempre su generosa hospitalidad.
— ¿Este tipo de abeja también produce miel? — Sí, sí. Y utilizar esos cántaros forma parte de una tradición milenaria de la cultura náhuatl. Yo les digo a los jóvenes interesados en la problemática socioambiental que se incorporen a los nuevos procesos que están sucediendo en varias partes del país. “Será toda una experiencia aprender sobre la construcción de economías regionales y no transnacionales. Tenemos que aprender a circular el dinero local y regional. “Utilizar esa biodiversidad riquísima de manera sustentable. Pensar en la resiliencia ante la crisis ambiental y antes que en la ganancia. Detener la carrera del consumismo, tanto en productos como en inversión de energía fósil.” 129
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— ¿Debe haber sido muy duro para usted? ¿Estaba muy joven?
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Jorge Soberón Mainero El doctor Jorge Soberón Mainero nació en el Distrito Federal, en 1953. Estudió la licenciatura en Biología y la maestría en Ciencias en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En 1982 obtuvo el grado de doctor en Ciencias en el Imperial College, de la Universidad de Londres. De 1983 a 2005 fue investigador en la UNAM, primero en el Instituto de Biología, y luego en el Instituto de Ecología. Actualmente es Professor en el departamento de Ecología y Biología Evolutiva en la Universidad de Kansas. Es miembro en institución extranjera del Sistema Nacional de Investigadores, nivel III. De 1992 a 2005 se desempeñó como secretario ejecutivo de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO). Sus intereses de investigación comenzaron con la ecología teórica y de poblaciones, y luego con la biogeografía, el análisis teórico de la estimación de áreas de distribución, la conservación de la biodiversidad y las políticas públicas relacionadas con estos temas. Ha publicado más de cien trabajos en revistas profesionales o libros y capítulos en obras técnicas, mismos que han sido citados en más de 6 mil ocasiones. Ha impartido cursos sobre ecología de poblaciones, matemáticas generales, ecología de la conservación y política y diplomacia de la biodiversidad en licenciatura y posgrado, tanto en la UNAM y en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), como en universidades extranjeras (Mérida, Venezuela, Imperial College, Universidad de Londres, Universidad de Kansas). Durante cinco años presidió la Cátedra Sobre Desarrollo Sostenible “Andrés Marcelo Sada” en el ITESM y ha dirigido 13 tesis de licenciatura, maestría y doctorado. Ha sido miembro de los consejos directivos o científicos del Fondo para el Medio Ambiente Global (STAP del GEF), Washington D. C.; del Centro Internacional para la Ecología y Fisiología de los Insectos (ICIPE), en Nairobi, Kenya; del Mecanismo Global para la Información sobre Biodiversidad (GBIF), Copenhague, Dinamarca; del Centro Mundial para el Monitoreo de la Naturaleza (WCMC), Cambridge, UK; de NatureServe, Washington, D.C.; de PRONATURA, en México; de la Fundación All Species, de San Francisco, California; del Centro de la Ciencia de la Biodiversidad Aplicada (CABS), Washington, D. C.; de la Enciclopedia de Vida (EoL), Washington, D. C., de la JRS Biodiversity Foundation, en Filadelfia; del Advisory Board del Museo Smithsoniano de Historia Natural; de Diversitas en México y en los Estados Unidos, y del Consejo Científico de The Nature Conservancy. También ha sido miembro de múltiples comités en México. Ha asistido, como delegado o jefe de delegación, en representación de México, a las Conferencias de las Partes o a reuniones de grupos de trabajo o comités científicos de los convenios sobre Diversidad Biológica (CDB), Especies Amenazadas por el Tráfico Internacional (CITES), y a las reuniones trilaterales sobre Vida Silvestre de los países del TLCAN, entre otras múltiples actividades. La siguiente entrevista se realizó vía Skype, en Lawrencey, condado de Douglas, Kansas, EUA, el 18 de marzo de 2013. En ella el doctor Soberón Mainero nos cuenta de su infancia, del desarrollo de sus estudios y aptitudes, y de la manera como el trabajo institucional en la CONABIO modificó dramáticamente su ejercicio científico.
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“Cuando el doctor Rzedowski expresó: ‘¿Para qué otra cosa son los datos, si no es para que sean públicos?’, empezaron a sumarse otros científicos y otros más. Ahora México tiene las colecciones computarizadas en biodiversidad más grandes del mundo. Fue el primer investigador quien lo dijo, el más grande botánico que tenemos en México.” Jorge Soberón Mainero.
En la década en que nació el doctor Jorge Soberón Mainero, las zonas del sur de la ciudad eran en su mayoría agrícolas. Podían verse fácilmente los volcanes Popocatépetl e Ixtaccíhuatl. Había al menos un par de líneas de tranvías que iban del Zócalo a Xochimilco y viceversa; uno de ellos, en forma de góndola, sin techo ni puerta, recogía las verduras llevadas por los agricultores a La Merced. El aroma de yerbas frescas hacía su recorrido a lo largo de la calzada de Tlalpan.
— ¿En qué bosque andaba usted cazando mariposas?
La urbanización de la zona había iniciado en los años cuarenta, y su trazo principal había estado a cargo de arquitectos como Luis Barragán y Max Cetto. Y diversos artistas plásticos, como Juan O’Gorman, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y Mathias Goeritz, entre otros muchos, habían contribuido al proyecto arquitectónico más ambicioso de la época: la construcción de Ciudad Universitaria de la UNAM. El río Churubusco aún no había sido entubado.
“Lo que ahora son colonias antes eran campos. Además, yo tenía amigos cuyos padres eran aficionados a cazar mariposas. Hacíamos expediciones con ellos a Chiapas, a Oaxaca, a Veracruz, a sitios a los que ahora uno va por supercarretera.
El doctor Soberón inicia esta entrevista relatando algunos recuerdos de su infancia y juventud: “Yo fui un niño de esos a los que de chiquitos les da por hacer cosas ‘raras’. Tenía serpientes y renacuajos en mi recámara… En los años cincuenta, en la Ciudad de México había grandes zonas naturales donde uno podía levantar piedras y encontrar toda clase de bichos. Me gustaba sobre todo coleccionar mariposas, pero también tenía acuarios en casa. Mi mamá me tenía mucha paciencia. Si traía yo tarántulas, me las dejaba tener; si sapos, lo mismo. “Aunque a mis padres les parecía que era rara mi afición, porque prefería hacer esto que jugar futbol o básquet, tenían mucha sabiduría, y estimulaban mi manera de ser. Casi todos en mi familia eran abogados. Mi papá estudió filosofía, pero también era abogado. Sin embargo, me decía, ‘si eso te interesa, te ayudamos’. Me compraban libros y me daban la seguridad necesaria para que yo hiciera lo que me interesaba. Así es que esa vocación por lo biológico la tuve desde muy pequeño. Pero también me interesaban otras cosas, como la electrónica y la computación.”
— Era otro México y quienes hemos vivido un poco más, aún nos acordamos. Yo vivía en Churubusco y cerca de allí había varios parques, entre ellos el de San Andrés. La lista de mariposas que tenía de ese lugar era de 50 especies, que era poco menos de la mitad de las que hay en el Distrito Federal. De modo que podía uno ir a Xochimilco y a Coapa y encontrar de todo, incluso especies raras de mariposas.
“En aquella época había que cruzar los ríos en panga. La verdad, yo tuve una infancia que disfruté muchísimo. Fue un privilegio haber tenido toda esa libertad. Además, al salir al campo no corría uno ningún riesgo. La gente saludaba y preguntaba, ‘¿qué andan haciendo?’, «pues andamos cazando mariposas». ‘Ay, qué chistoso’. Y ahí se acababa el asunto. Nunca tuvimos malos encuentros con nadie, lo cual actualmente ya no creo que sea tan fácil, desafortunadamente.” — ¿Qué aprendía usted de todas esas mariposas que coleccionaba? — Tenía amigos que tomaban esto muy en serio. En la UNAM, los investigadores nos daban los nombres de las especies que coleccionábamos. En esa época había una agrupación de aficionados a las mariposas, llamada Sociedad Mexicana de Lepidopterología1. “Teníamos una reunión mensual y había cierta organización, pero cada quien tenía sus recursos y 1 La fundación del Instituto de Biología (1929), la investigación en la Facultad de Ciencias (1974), ambas de la UNAM, y la creación de la Sociedad Mexicana de Lepidopterología son hitos en la historia de las ciencias biológicas, pues favorecieron el incremento del muestreo, registro y estudios de fauna en diversas regiones del país. (Modificado de Revista Mexicana de Biodiversidad, Vol. 81, Núm. 2, México, Agosto 2010).
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De la investigación de las mariposas a la comprensión de los ‘nichos’
to con muchos de ellos y con algunos muy buenos profesores, que le abrían a uno el laboratorio y le permitían usar los aparatos, los osciloscopios, hacer experimentos o utilizar las computadoras. Mi primer contacto con una computadora fue hasta que estuve en la Facultad de Ciencias. “Empecé a tratar a profesores como la doctora Gertrudis Kurz2, por ejemplo, que enseñaba cibernética a los físicos y tenía una computadora en su laboratorio, cosa extraordinaria en aquella época. ¡Y nos la prestaba! Entonces podía uno hacer cosas con esas computadoras, que eran pioneras.” — ¿Eran de las máquinas grandes?
capacidades. Los coleccionistas mayores llenaban cuartos enteros con cajas mandadas a hacer por carpinteros, bastante bien hechas. Yo, que estaba en la ‘prángana’, las tenía en cajas de zapatos, pero las organizaba con sus etiquetas, porque nos enseñaban cómo hacerlo. Tuve la suerte de tener como amiga a la familia De la Maza, que hacía esto de manera muy organizada y seria.” — ¿Usted conoció a Javier de la Maza cuando era niño? — Sí, fuimos amigos desde la primaria. Eran él y su hermano, Roberto, con quienes aprendí mucho. Ellos eran muy deportistas. Aunque yo no lo fui, durante años caminé muchísimo. Toda mi infancia la pasé caminando, subiendo y bajando cerros, en buena parte con los De la Maza. Cuando ya estudiaba Biología, siempre era el primero en llegar a cualquier parte. Se entrena uno en esas cosas. — ¿En dónde estudió usted? — En una escuela privada de hermanos maristas, que es el Instituto México.
El camino hacia la biodiversidad — ¿Y cómo fue que continuó este desarrollo hacia la biodiversidad? — Llegó un momento en que había que escoger la carrera, y yo estaba entre ser ingeniero o biólogo, no sabía bien. La familia estaba dividida en dos consejos. Muchos de los tíos me decían ‘estás loco, no te vayas a dedicar a la biología. Te vas a morir de hambre, no sirve para nada. Estudia Veterinaria, Medicina u Odontología’, las carreras que se conocen, pero mi meta era la Biología. Mis papás me decían, ‘si eso es lo que te gusta, nomás hazlo bien’. Me repetían eso como sonsonete, pero en mi casa nadie conocía a un biólogo. “Conocer el ambiente del científico profesional para mí fue como una revelación. Empecé a tener contac-
— No, no. Ésta era una microcomputadora. Estaba, por supuesto, la máquina grande de la UNAM; la Burroughs, que se programaba con tarjetas. Pero estas microcomputadoras eran una gran novedad. Yo tenía dos profesores que las tenían: la doctora Gertrudis Kurz y el doctor José Negrete3, que también tenía una en su escritorio. “Nos permitían usar sus máquinas, nos enseñaban, nos ayudaban. Eso me fue llevando del otro lado de lo que fue eventualmente mi vida, que es la biología computacional desde una perspectiva teórica, de modelos matemáticos.” — ¿En qué consiste la biología computacional? 2 Para quienes conocieron a la maestra Gertrudis Kurz de Lara (n. Viena, Austria, 1905-1988), fue un personaje inolvidable. Pasó por dos guerras mundiales, estuvo en un campo de concentración y llegó a México en 1942, después de haber trabajado como armadora de radios en la RCA. En 1966, el Doctor Alejandro Medina la invitó a formar parte del grupo de investigadores del laboratorio de Cibernética, dependiente de la entonces Comisión Nacional de Energía Nuclear. Uno de sus alumnos de la Facultad de Ciencias de la UNAM la describe así: “Vimos entrar a una señora bajita, como de unos sesenta años, con un vestido de colores muy vivos y un suéter. Era de andar un poco vacilante y llevaba una enorme bolsa en cada mano. Las depositó sobre el escritorio y hurgó en una de ellas, sacó sus cigarros, encendió uno, y con un español bastante chistoso y a veces incomprensible, inició su clase.” Su interés por la enseñanza y por que los alumnos de la Facultad tuvieran una preparación lo más actual y moderna posible, la llevó a diseñar los cursos de Circuitos Digitales y Máquinas Digitales con Laboratorio, mucho antes de que se popularizaran los circuitos computarizados. Fundó el Laboratorio de Cibernética de la Facultad y presionó para que se adquiriera para este laboratorio una de las primeras microcomputadoras, una HP2114. Propuso programas de actualización para profesores, para promover el aprendizaje de la computación y para que se empleara esa herramienta en sus cursos. 3 El doctor José Gabino Negrete Martínez nació en la Ciudad de México (1929). Es uno de los investigadores más importantes de la inteligencia artificial en el mundo. Realizó trabajos de frontera en materia de robótica evolutiva y consciente. Existe un premio con su nombre. Es doctor Honoris Causa por la Universidad Veracruzana, donde fundó la maestría en Inteligencia Artificial. Por su trabajo en robótica fue invitado a formar parte del comité editorial de la revista Applied Bionics and Biomechanics. El centro actual de su investigación es la evolución dirigida de cerebros de robot. (Modificado de: http://www.uv.mx/jnegrete/#semblanza).
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— Es la aplicación de las ciencias de la computación a problemas biológicos: bases de datos, estructuras de conocimiento, modelos matemáticos; en fin, una serie de métodos que en aquella época eran pioneros y ahora son el pan nuestro de cada día. En ese tiempo había poca gente que lo hiciera. El doctor Negrete era probablemente el único. Eran él y su esposa, la doctora Guillermina Yankelevich. Trabajaban en el Instituto de Investigaciones Biomédicas y daban clase de matemáticas en los primeros semestres de la Facultad de Biología. “A mí me dio clases de matemáticas el doctor Negrete y me enganchó porque tenía la terminal de la computadora en su laboratorio y me dejaba usarla. Él fue para mí un gran profesor, un maestro en el sentido más completo, no solo por sus clases sino por el ejemplo de cómo se trabaja en la investigación científica. La doctora Yankelevich, el doctor Rafael Pérez Pascual, que era un investigador que hacía biofísica. ¡Tuve muy buenos maestros!.”
“Cuando llegué a Inglaterra a hacer mi doctorado, yo estaba por delante de la mayor parte de los ingleses. Y no lo digo por presumir personalmente, pues se debía simplemente a la educación que me habían dado en la Facultad de Ciencias. Sabía hacer cosas que ninguno de ellos podía hacer, porque me las habían enseñado estos profesores.” — ¡Qué orgullo! — Uno de mis profesores de doctorado en Imperial College quería hacer una simulación estocástica, pero bien a bien no sabía cómo hacerla. Entonces yo levanté la mano y le dije, ‘yo la sé hacer’. «¿Tú lo sabes? ¿Y por qué lo sabes hacer tú?». “El doctor Negrete me había enseñado a hacerlo. Él modelaba estocásticamente la conducción nerviosa. Yo hacía los programas, pero porque él me enseñó cómo hacerlo.”
La riqueza de la UNAM
— ¿A qué se refiere con simulación estocástica? ¿Qué significa?
El doctor Soberón evoca esos momentos, que lo llevan a otra reflexión: “Entre que me duele y me da risa oír a la gente que critica a la UNAM, y la compara con alguna de las universidades particulares. ¡No tienen idea de lo que hay en la UNAM, ni de la riqueza que un alumno puede tener en esta universidad, con tal de que le eche un poco de ganas!
— Un proceso estocástico es un conjunto de estados que pueden convertirse en otros con probabilidades establecidas. Imagínese la conducción nerviosa de una sola célula y lo que pasa cuando llega un impulso nervioso. Se liberan vesiculitas con el neurotransmisor. Ninguna, una, dos… es una cantidad al azar.
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— ¿Es muy complejo programar esto en computadora? — No diría yo eso. Tiene un poquito de chiste, pero nada del otro mundo. — La cuestión es que usted como estudiante era capaz de hacerlo… — Exacto. En la UNAM había los profesores que lo sabían hacer y estaban dispuestos a dedicar tiempo a los alumnos de licenciatura para que aprendieran. Y, además, tenían las computadoras y las máquinas para hacer todo eso. Si uno tenía la curiosidad, podía avanzar y llegar hasta donde quisiera. Ése es el punto. Eso fue para mí un gran privilegio. “Si yo hubiera acabado yéndome a estudiar a alguna otra universidad, simplemente no hubiera podido hacerlo. La UNAM me dio a mí una oportunidad verdaderamente maravillosa que traté de aprovechar y que, después, ya estando en Inglaterra, en el doctorado, me di cuenta de lo que había significado, comparando mi situación con la de muchachos que venían de otros países, de América Latina, de África, y ciertamente con muchos de los ingleses.” — ¿Así pudo apoyar a otros de sus compañeros con su conocimiento? — Había una mezcla de competencia y de colaboración. Porque esas son las cosas bonitas de la ciencia, que es una actividad colectiva. Para mí eso siempre ha sido axiomático. Yo contribuyo en algo, pero otros contribuyen en otra cosa. Y lo potente es la colaboración. — ¿Qué estudios realizó usted allá, en qué universidad?
— Usted realizó investigación en materia de biodiversidad durante muchos años, y adicionalmente fue docente en la UNAM. — Empecé a dar clases al regresar del doctorado. El doctor Sarukhán, que en aquella época trabajaba en el Instituto de Biología de la UNAM, se había propuesto reunir alumnos que hubieran hecho doctorados en materia de ecología: Rodolfo Dirzo, Daniel Piñero Dalmau4, Miguel Franco Baqueiro5, Carlos Vázquez Yanes y yo, entre otros, porque quería constituir un departamento de Ecología. “En aquella época éramos muy pocos con doctorado, seis o siete. El doctor Sarukhán repartió las responsabilidades y a mí me tocó la de armar el doctorado, que al día de hoy es el más importante de América Latina. “Al doctor Sarukhán lo que le interesaba esencialmente era que estuviéramos bien formados. Teníamos que contar con un doctorado en Ecología, impartido en alguna universidad prestigiosa. “Algunos veníamos de Inglaterra y otros de Estados Unidos. Primero se hizo el Departamento de Ecología en el Instituto de Biología; luego el Centro de Ecología y más tarde el Instituto de Ecología.”
El paso de la investigación a la creación de la CONABIO “Terminé el doctorado en 1982”, continúa Soberón. “Diez años más tarde se estaba creando la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) y el doctor Sarukhán me dijo que necesitaba a alguien que le ayudara a arrancarla. “Yo me negué, porque no me interesaba trabajar en el gobierno. ‘Ni de loco’, le decía. ‘Soy académico, ¿qué voy a hacer en el gobierno?’. Yo quería seguir haciendo mis modelos matemáticos y estudiar la zona del Pedregal. Por razones peculiares, me tocó ser algo así como el encargado de la reserva de la UNAM en el Pedregal. Eso era muy divertido e interesante. Era divertido porque mientras los investigadores del Instituto iban a las reservas de Los Tuxtlas o de Chamela para realizar su trabajo, yo tenía la reserva saliendo de la puerta de mi oficina.
— Hice mi doctorado en Ecología Teórica en la Universidad de Londres, en una escuela que se llama Imperial College. Trabajé sobre cuestiones matemáticas relacionadas con problemas ecológicos.
4 El doctor Piñero es investigador en Ecología Evolutiva. Participó en la creación del Departamento de Ecología y fue director del Centro de Ecología y del Instituto de Ecología de la UNAM. Ha trabajado con árboles tropicales y especies silvestres cultivadas de frijol y pinos mexicanos, que representan casi la mitad de especies descritas en el mundo. En su laboratorio se trabajan diferentes aspectos de conservación y evolución de pinos mexicanos y sus hongos endófitos; en aves, alacranes, encinos, cactáceas, orquídeas y musgos. Muchas de esas especies están en peligro de extinción y a través de los trabajos de su laboratorio se han generado criterios genéticos de conservación de la biodiversidad. 5 El doctor Baqueiro recibió el Premio “Mérito Nacional Forestal” por uno de sus trabajos de investigación, junto con el doctor Sarukhán: “Un Modelo de simulación de la producción forestal de un bosque de pino que contribuye sustancialmente al conocimiento sobre el manejo de bosques mexicanos.”
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“Ahí estaba el Pedregal, que es un área silvestre en la que había zorros, gatos monteses, ardillas, dos especies de zorrillos, más de 100 especies de aves, 120 especies de mariposas, 200 especies de plantas. Era un sitio realmente rico….” — ¿Cuántos kilómetros conforman esa zona? — En total tiene 40 hectáreas del lado Este y 80 del lado Oeste. Y esa fue una reserva que los alumnos de Biología lograron a punta de activismo, como muchas veces hay que hacer. “La UNAM iba a construir ahí calles y edificios, y los alumnos de la Facultad de Ciencias hicieron manifestaciones, escribieron documentos y acabaron convenciendo al rector de que se creara una reserva6.” — ¿Usted participó en ese activismo? — No, no, yo estaba todavía en Inglaterra. Esto que le voy a decir es típico de México. Se crea algo y luego se olvida. Los alumnos participaron, la UNAM creó la reserva y ahí se acabó el asunto. Ya no iba a haber calles, ya no iba a haber bulldozers rompiendo el pedregal, pero se esfumó el interés de los estudiantes y de las autoridades. No había presupuesto institucional, oficinas ni equipo. — Se había rescatado un espacio natural en el que no se hacía nada más... — Había allí una actitud pasiva. A mí me gustaba mucho el Pedregal, porque cuando era chiquito iba a ese lugar con los scouts. Esa era otra de las zonas donde podía uno atrapar mariposas. “Empecé a usar el inventario de las plantas que había hecho el doctor Rzedowsky para ver qué quedaba; ponía senderos, recopilaba la literatura, que era abundante, y empezaba a investigar la ecología de la zona. Durante una época el encargado de la reserva era yo, de facto. “Al regresar del doctorado, mis primeras investigaciones se relacionaban con una mariposa que vive en el Pedregal. Marcábamos a las mariposas, les poníamos un número, las seguíamos, sabíamos en dónde estaba cada individuo. Teníamos hembras en el laboratorio, para obtener huevecillos y hacer experimentos con ellos; sabíamos qué comían y quién se las comía a ellas. Conocíamos bastante sobre la ecología de la mariposa. Varios alumnos hicieron sus tesis con este tema. 6 El 30 de septiembre de 1983, la UNAM declaró como reserva ecológica a una superficie de 124.5 hectáreas para proteger uno de los últimos relictos del ecosistema del Pedregal de San Ángel, por Acuerdo del Rector Octavio Rivero Serrano. El ecosistema incluye matorral xerófilo. Fue nombrado desde la Conquista como “malpaís” y es considerado uno de los espacios de mayor riqueza florística de toda la cuenca de México, y un refugio de diversidad faunística que en otros tiempos se distribuía en lo que hoy es la Ciudad de México y sus alrededores. El ecosistema del Pedregal de San Ángel podría ser la última reserva natural del área metropolitana de la segunda megaciudad del planeta. (Tomado de www. repsa.unam.mx/).
“Yo era un ecólogo que trabajaba y conocía muchos de los detalles del Pedregal. Y entre mis alumnos y yo, algunos sabíamos sobre la conducta de los machos; otros cómo se reproducían las hembras; otros más sabían de las plantas, de sus herbívoros o de sus enemigos naturales. Todo el grupo conocía a esta mariposa bastante bien.” — ¿Cuál es la importancia de conocer todo esto en una reserva natural? — Para manejar un área protegida hay que entender cómo funciona, pero además se puede hacer trabajo de investigación. Parte de trabajar en un área protegida es que debe haber proyectos de investigación. “A mí me daban dinero para hacer estos estudios que tienen que ver con la ecología de poblaciones. Había teorías sobre cómo debía ser la ecología, la dinámica de poblaciones de una especie, la manera como tienen que ir cambiando los números. Uno debía probar estas teorías con casos específicos. Yo estaba estudiando el papel de la heterogeneidad ambiental. “Las situaciones son distintas si uno está en una parte de la reserva que en otra. Si uno se mueve 100 metros más allá, habrá sombra o suelo diferentes. Habrá árboles que no haya en otro lugar. Y eso trae consigo diferencias. Para un insectito del tamaño de una mariposa, el mundo es muy distinto si está debajo de un árbol o si no.
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“Yo estaba probando esas teorías ecológicas para saber cómo funcionaba la heterogeneidad con esta mariposa. Eso era lo que me interesaba cuando llegó el doctor Sarukhán a decirme que el presidente Salinas había creado la CONABIO, y que hacía falta alguien que se encargara de ella. Y que era yo. “Le dije, ‘¿sabes qué?, no, porque estoy ocupado estudiando mis maripositas, y porque además me voy de sabático a Estados Unidos y, en fin, por varias cosas.’ ¡Pero el doctor Sarukhán es una persona tremendamente convincente! Entonces acepté. ‘Un año, nomás para empezar a organizar…’. Y acabaron siendo 13 años… Estuve todo ese tiempo como secretario ejecutivo de la CONABIO. “Y ese fue un cambio radical en mi vida, porque pasaron muchas cosas. Al principio yo no quería hacerlo, porque la idea de trabajar en el gobierno me parecía muy poco agradable. Pero había que hacerlo y ya había dicho que sí. Con tal de que saliera bien. Y de lo que pasó, primero voy a contarle cuál fue el resultado y luego el proceso. “Lo que sucedió fue que mis horizontes intelectuales se ampliaron de una manera impresionante. Los académicos somos gente tremendamente estrecha. Y había que salir de la UNAM para darse cuenta de eso. Con todo lo que acabo de describir debe ser obvio. Mi vida consistía en revisar teorías sobre la heterogeneidad del medio ambiente en la dinámica de población de una especie en el Pedregal. O sea que el tema era infinitamente pequeño. Puede ser que hubiera sido importante en cierto sentido, y sí lo es, porque es una prueba de una teoría general. Pero en términos de su impacto en el resto del mundo es mínimo. El tema era muy estrecho. “Es muy diferente trabajar en el gobierno que en la academia. En la academia lo que importa es que uno publique artículos. Y si uno no publica, lo peor que puede pasar es que no le den a uno un aumento de salario, o que lo saquen del Sistema Nacional de Investigadores, algo horrible para el investigador, pero nada más. “Mientras que al trabajar en el gobierno, todo tiene consecuencias para otros; tal vez para mucha gente, y quizás también consecuencias económicas. En él, lo fuerzan a uno las implicaciones de lo que está haciendo para cosas prácticas, reales, como el desarrollo del país o la vida de las comunidades, o que los permisos se den o no. En fin, todo tiene un sentido inmediato, práctico, y con un enorme impacto social. “En la academia, si yo soy un mal investigador, me va mal a mí y a mis alumnos. En cambio, en la administración, si yo soy un mal servidor público, le puedo causar serios problemas a mucha gente. Eso para mí fue muy revelador.” — ¿México fue el primer país que tuvo una CONABIO? — No, Australia era pionero y Costa Rica ya tenía el Instituto Nacional de Biodiversidad (INBIO). Cuando
se creó nuestra CONABIO yo me puse a ver qué había de parecido entre las instituciones dedicadas a la biodiversidad en otros países. En Estados Unidos no había nada semejante. Había una ONG que tenía bases de datos sobre biodiversidad, pero el modelo era inaplicable a México. En la India había un intento más o menos similar, pero no tenía en realidad mucho que ver. Alejandro Peláez Goycochea y yo visitamos Australia, y Jorge Llorente, Costa Rica, para conocer sus experiencias. “La CONABIO se creó con el mandato de construir el inventario de la biodiversidad de México y mantenerlo actualizado. Se dice en dos líneas del Acuerdo Presidencial de creación: ‘Compilar el inventario de la biodiversidad de México y mantenerlo perpetuamente actualizado’. Pero, ¿cómo se hacía eso? No había ningún manual que nos lo dijera. En Costa Rica llevaban dos o tres años trabajando en el tema. Y en Australia cerca de diez. Pasamos dos semanas en Australia y lo que vimos allá fue un descubrimiento, porque se estaba poniendo mucho énfasis en la computación, desde una perspectiva muy avanzada. Mucho más que la de Costa Rica, que también se basaba en cómputo. “Regresamos muy impresionados de ese viaje. Los australianos tenían unas bases de datos extraordinarias, pero sobre todo hacían modelación de distribuciones de especies, que es una herramienta predictiva. Nosotros llegamos diciendo, ‘híjole, si pudiéramos hacer algo así…’, porque los australianos lograban cosas fantásticas; predecían en dónde estaban las especies con cálculos en la computadora, y esa capacidad para nosotros, para México, era importantísima, porque nos preguntábamos qué necesitábamos en materia de conservación. La CONABIO se había creado pensando en la conservación y en el uso de la biodiversidad. Pero en cuanto al uso, teníamos que ver dónde podía hallarse una especie que tuviera interés biotecnológico o medicinal, o que fuera vector de alguna enfermedad.”
Qué hacer con las especies “En México se necesita conocer la distribución de miles de especies. Aquí hay 4 mil especies registradas con propiedades medicinales y 2,700 en la lista de especies protegidas; hay especies invasoras, que se meten por cualquier razón al país y causan daños económicos; y también especies acuáticas, terrestres, de todo tipo. “Hay 600 especies de importancia pesquera, cerca de 500 de importancia forestal; más de 200 que están en la lista de especies ornamentales. En fin, México es un país que tiene miles y miles de especies que podría utilizar, manejar o proteger, o hacer que no entraran al territorio, o extirparlas. En fin, había que aterrizar las ideas de manejo con las especies. “Los australianos tenían métodos computacionales para predecir en dónde estaban las especies, basados en ciertos datos. Para mí representó un enorme reto lograr que México llegara a tener eso mismo. Y nos llevó alre-
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dedor de cuatro años estar en condiciones de hacerlo, porque había que computarizar las colecciones.” — ¿Todas las colecciones del país? — Y las del mundo, porque la mayor parte de los ejemplares que han sido colectados en México no estaban en el país. Por ejemplo, de aves, se ha colectado casi medio millón de ejemplares: 80% están en colecciones de Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Francia; y 20% en México. De mamíferos, igual; la mayoría se hallaba en colecciones extranjeras. La única excepción eran las plantas, pues las mayores colecciones estaban en nuestro país. Pero de todo lo demás, las colecciones más grandes se ubicaban en el exterior. “Lo primero que había que hacer era computarizar todo eso. Iniciamos en México un programa de computarización de colecciones nacionales y extranjeras que fue, y tal vez lo siga siendo, el más grande del mundo. Hemos capturado millones de registros. Iban los científicos mexicanos a Estados Unidos, a Francia, a Alemania, y se pasaban el tiempo que fuera necesario capturando los datos. “Inventamos los sistemas de cómputo para manejar esos datos, porque no los había. Había gente de la CONABIO —puros jóvenes, con gran entusiasmo todos— inventando estas cosas, yendo a los congresos para ver cómo estructurar los datos. ¡Es complicado! No nada más es escribir un programa. Hay teorías. Tiene que haber un concepto taxonómico de los da-
tos. Se constituye por un nombre, pero el nombre es una hipótesis y puede cambiar. Se tiene que incluir la historia del nombre, en dónde está ubicado el ejemplar, quién lo colectó, en qué época, con qué precisión se explicitan las coordenadas; o si no las hay. “¡Es toda una ciencia que en aquella época prácticamente no existía! La tenían un poco los australianos y un grupo que se llamaba International Working Group on Taxonomic Databases (TDWG), afiliado a la Unión Internacional de Ciencias Biológicas, y nos ocupamos de ver cómo avanzaba esa conceptualización.”
El desarrollo del software “La CONABIO desarrolló el software. Y además, regularmente elaborábamos proyectos para que los desarrollaran académicos ajenos a la CONABIO. Durante toda una época, y probablemente aún hoy, la CONABIO apoyaba más proyectos en esta área de la ciencia que el CONACYT. “Muchísimos investigadores de múltiples universidades de México obtenían recursos de la CONABIO con el fin de ir computarizando información o hacer nuevas exploraciones.” — ¡Interesante! Debió haber implicado muchísimo trabajo la colección de datos… — ¡Uf!, lo que hay detrás de la CONABIO es una cantidad de trabajo bestial… Y además colectivo, de muchísimos mexicanos, no nada más de la CONABIO.
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“Le repito, el Instituto de Biología y la Facultad de Ciencias de la UNAM tenían docenas y docenas de proyectos impulsados por la CONABIO; el Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), de Chiapas, el ECOSUR de Campeche, el Instituto de Ecología (INECOL), de Xalapa, el Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional, Unidad Durango (IPN), la Universidad de Baja California. “La CONABIO apoyaba a múltiples instituciones para que los investigadores contribuyeran con nuevas exploraciones y computarización de los datos. El resultado fue que a los tres o cuatro años ya teníamos algunas bases grandes de datos, y también la cartografía electrónica del territorio. “En aquella época no había cartografía electrónica en México. Toda la cartografía era de papel, y para hacer los modelos que hacían los australianos la cartografía tenía que ser electrónica. “Hubo que contratar al Instituto de Geografía de la UNAM, por medio de la maestra Enriqueta Martínez. Empezamos a hacer los modelos predictivos al estilo australiano, con su software, y resultó que funcionaba. La diferencia entre lo que yo hacía como investigador en la UNAM y mi trabajo en la CONABIO era a nivel de escalas. “Yo antes trabajaba en una escala de 10 o 15 hectáreas, en el Pedregal. Punto. Veía a las maripositas y les ponía su número. Aquí estábamos viendo el mundo a escala de todo el país, que son 2 millones de kilómetros cuadrados, y a otra resolución. Entonces
la mente le cambia a uno; ve las cosas con otra perspectiva de todo a todo.” — Debe ser impresionante trabajar en una dimensión como esa… — Dos millones de kilómetros cuadrados, pero cada kilómetro cuadrado tiene 100 hectáreas. Entonces estamos hablando de 200 millones de hectáreas. Mi mundo se multiplicó por veinte millones de veces su tamaño… ¡El cambio fue radical! Y resultaba que estos métodos computacionales funcionaban. “Cuando digo que funcionaban quiero decir que si hacíamos una predicción sobre el lugar en donde se hallaba un perico en peligro de extinción, y decíamos, en este lugar que nadie ha ido jamás a buscarlo ha de estar, porque el modelo lo dice, la gente iba y lo encontraba. Era algo realmente muy poderoso e interesante.”
Capacidad predictiva probada — ¿Se podía comprobar que el modelo predictivo operaba bien? — Sí, sí. Eso ya se ha hecho un montón de veces en México. Hay tesis de maestría y de doctorado, así como artículos publicados al respecto. Ahora se usa este mismo método para dar o negar los permisos para sembrar transgénicos. Si alguien quiere sembrar una papa transgénica, le pregunta a SAGARPA y ésta le pregunta a la CONABIO. El permiso implica un trámite que se hace en la CONABIO.
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— Se debe conservar a México como lugar de origen… — Exacto, es preciso evitar que haya flujo génico, para que no se contaminen las poblaciones silvestres con los genes de los transgénicos. La CONABIO ha dado la opinión sobre esto para más de 3,000 casos. Y lo hace con estos métodos. Además, hay trabajos de investigación. Por ejemplo, recientemente publicaron uno sobre algodones, con los que se probó la existencia de una multitud de poblaciones nuevas de algodón nativo que no se habían descubierto en México.
“Los procesos son públicos. Les hablamos sobre las bases del algoritmo que serían empleadas y sobre la forma de trabajar. Tuvimos varias reuniones, se tomaron en cuenta las sugerencias. Y a ambos les pareció correcto. Y todo esto funciona básicamente porque se ofrecen reglas claras. Porque una compañía que pide un permiso sabe que la CONABIO no se va a tardar más de una semana para dar su veredicto, sobre la base de un método transparente, establecido, y de una creciente cantidad de datos.” — Es un proceso realmente veloz… — La CONABIO sigue aumentando los datos y pagando para que se hagan estudios. Funciona muy bien. No digo que no se pueda mejorar, porque todo se puede mejorar, pero funciona razonablemente bien.
“La especie está distribuida en el territorio, y hay localidades en donde no estaba reportada. Nadie sabía que ahí estaba. Y usando estos modelos, fueron a buscarlas y las encontraron donde se predijo. ¡Eso es muy interesante! Yo no tenía ni idea, y jamás me hubiera metido en esto si no hubiera sido por la CONABIO.”
“A mí me abrió una puerta tremenda, porque cuando empezamos a ver estos modelos, nos preguntábamos cómo era que funcionaban las predicciones. Yo estaba realmente intrigado, sin saber cómo es que funcionaban realmente estos métodos computacionales. “Por eso le pedí al doctor Sarukhán que me permitiera venir a la Universidad de Kansas, para poder dedicarme un tiempo a tratar de entender qué diablos hacía que estos métodos funcionaran, y también para aprender los métodos de bases de datos y de sistemas de información geográfica, pues yo no los manejaba. Los manejaban los muchachos que trabajaban en la CONABIO. Yo nada más les decía, hay que hacer esto o lo otro, pero yo no lo sabía hacer.”
— ¿Este método tendrá un impacto importante en las políticas públicas? — Imagínese, se dan o no los permisos para los transgénicos de acuerdo con este método. Las áreas protegidas ahora se diseñan en buena medida usando este método.
En el año en que le fue autorizado al doctor Jorge Soberón visitar Kansas, aprendió a usar SQL, que es un lenguaje para las bases de datos, y Arcview, un sistema de información geográfico7 que usaba en Kansas con su colega Town Peterson.
“Los estudios de impacto ambiental que da la SEMARNAT se evalúan, entre otras cosas, con este método, y se aprovechan las bases de datos de la CONABIO, porque además se siguen incrementando. El dato incontrovertible es el ejemplar que está en una colección, que uno puede ir a ver. “Si van a hacer una presa o una carretera, y ésta va a pasar por donde hay poblaciones conocidas de una especie en peligro, entonces existe un problema. ¿Y cómo saber eso a priori? Se hace mediante las bases de datos de la CONABIO. En el momento en que hacen el estudio de impacto ambiental, generalmente, si es algo así, caliente, la SEMARNAT le va a preguntar a la CONABIO. “La CONABIO primero revisa las bases de datos y luego se va a los modelos. Con eso envía un informe a SEMARNAT indicándole si hubiera algún problema para tales o cuales especies. O diciéndole que no existe ningún registro, y que ningún modelo sugiere que pueda haber algún problema, que pueden seguir adelante. Lo único que recomendamos es que alguien debe ir al campo para constatar la información. “¡Eso lo hacíamos a cada rato! Entonces, sí, se usa para políticas públicas y además con un alto grado de confianza. Este método se le presentó a Green Peace, cuando hubo el conflicto de los transgénicos con Monsanto. A ambos les dijimos cómo se iban a evaluar los permisos y con qué métodos.
“Él y yo trabajamos durísimo para entender la teoría de lo que estábamos haciendo, para conocer su significado y si lo que estábamos modelando era un área de distribución o un nicho. El resultado fue que empezamos a publicar acerca de lo que significaban estos procesos, y a analizar esto matemática y formalmente. Para mí fue un cambio total de vida, porque eso es a lo que me dedico ahora.”
Desarrollos de “punta” — ¿Usted comenzó a desarrollar una teoría y una metodología pioneras? — Sí. Los métodos ya existían, pero no la teoría. Ahora los conceptos han sido explícitos y formaliza7 Con esta herramienta se puede visualizar, analizar, crear y gestionar información geográfica. La mayoría de la información posee un componente que puede relacionarse con un lugar geográfico: direcciones, códigos postales, posición en GPS, secciones censales, ciudades, regiones, países u otro tipo de localizaciones. ArcView permite visualizar, explorar y analizar estos datos, revelando patrones, relaciones y tendencias que no se aprecian bien en bases de datos, hojas de cálculo o conjuntos estadísticos. (Tomado de: es.wikipedia.org/wiki/SQL y es.wikipedia.org/wiki/ArcView_3.x).
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“Entonces en la CONABIO se hace el modelo de la papa y se ve si donde esta persona o esta compañía quiere plantar una papa transgénica está cerca de donde hay poblaciones silvestres de estas plantas.”
dos en lenguaje matemático. Tengo una serie de hipótesis sobre cómo se articulan unos conceptos con otros, y una serie de métodos computacionales para hacer cosas con todo ese andamiaje conceptual. Y eso que no existía cuando empezamos a hacerlo, ahora ya existe. — Si Pitágoras hubiera nacido en esta época de las computadoras, a lo mejor habría estado haciendo lo que usted hace, ¿no? — Qué bueno que no estuvo, porque gracias a que él pensó en algunas cosas que no se pueden hacer con computadora, nosotros podemos hacer otras. En efecto, es muy interesante pensar cómo han ido avanzando las cosas. “Es curioso que usted se refiera a Pitágoras, porque él tiene su famoso Teorema, que es la base de cómo hacemos para distinguir dos especies. Calculamos la distancia en un espacio multidimensional, y esa distancia es la distancia Euclideana, que se basa enteramente en el Teorema de Pitágoras. Hace 2,600 años Pitágoras hizo un teorema que ahora yo uso en mis computadoras para calcular las distancias entre los nichos de dos especies. La ciencia es algo maravilloso.” — Sí, lo impresionante es que en esa época y sin ninguna herramienta computacional, simplemente por deducción o inducción, no sé qué metodología habrá utilizado Pitágoras, él logró descubrir algunas bases que siguen siendo vigentes actualmente. — Fue por deducción. Se establecieron bases fundamentales, porque esos resultados matemáticos nunca se van, son buenos y utilizables para siempre. Nosotros empleamos muchas herramientas que inventaron los griegos. Usamos continuamente elipsoides, que son una estructura geométrica que Apolonio conocía hace más de 2,000 años y que luego generalizó Euclides. “¡Hace 2,000 años que se descubrieron las propiedades matemáticas de los elipsoides! Es emocionante ver cómo la ciencia se va construyendo sobre lo que otros han hecho.” — Y que tenga usted la conciencia de lo que está haciendo, porque sabe lo importante que es lo que se está construyendo ahora. Pero además, por haber fundado la CONABIO y haber ayudado a formarla. — Exactamente. Pero la CONABIO fue fundada por el doctor Sarukhán, con los doctores Rodolfo Dirzo y Daniel Piñero. Ellos la diseñaron y a mí me tocó echarla a andar. Y es una de las cosas que han resultado más satisfactorias de toda mi vida. Lo curioso fue haber empezado haciendo cosas para el gobierno, y que esas cosas tuvieran una importancia extragubernamental, científica, que es a lo que me dedico ahora. — Usted regresa a la academia con toda esa información que adquirió en el ámbito gubernamental y que le dio una nueva perspectiva de lo que hace falta
en el país. Y probablemente esa experiencia le haya permitido dar un enfoque mucho más rico a su trabajo de investigación. — Después del sabático trabajé otros siete años en la CONABIO. Pero claro, llega un momento en que uno debe dejar las cosas. Yo pensé que ya era suficiente lo que había hecho en la CONABIO y que se necesitaba tal vez a otra persona con otra visión, con otro estilo. “Mientras tanto, en Kansas, me habían invitado a regresar, pues el año que estuve aquí fue muy productivo. Salieron muy buenos artículos en revistas científicas.” — ¿Como cuáles? — Por ejemplo, el artículo que escribimos sobre lo que se llama “Conservadurismo de nicho”, que publicamos Town Peterson, Víctor Sánchez Cordero y yo en la revista Science, y que ha sido citado más de 700 veces. Science es la revista de ciencia más importante del mundo. Publicar ahí un artículo es la gran cosa. “Hay dos revistas científicas que son las mejores del mundo: Nature (inglesa) y Science (estadounidense). Esa fue la razón de que en Kansas estuvieran tan contentos con la interacción que había habido conmigo. Me contrataron como profesor y acepté. Desde hace siete años me he concentrado en lo que hace un profesor, que es dar clases, dirigir tesis y hacer investigación. Y la investigación ya no es con la que empecé mi vida académica, que era a escala de un campo marcando mariposas, sino a escala de todo el planeta, analizando las grandes pautas de la biodiversidad mundial. Y trabajando en la teoría del nicho.”
Modelación de nichos “Cuando me vine en 1998, a Peterson y a mí nos cayó el veinte, así, como gran descubrimiento de que no estábamos modelando áreas de distribución sino modelando nichos de las especies, que son objetos abstractos compuestos de múltiples dimensiones. Voy a prender un segundo la cámara… ¿Ves eso? Es el nicho de una especie. Todos los puntos son observaciones. Lo que se ve alrededor, de color rosa, es un modelo del nicho. Eso es con lo que yo trabajo ahora, con nichos.” — ¿Qué importancia tiene lo de los nichos o cómo nos lo podría explicar a grandes rasgos? — Cada especie tiene una serie de preferencias respecto a temperatura y agua, energía solar y suelos, etcétera. Dentro de esa ‘envoltura’ de referencias, puede sobrevivir y reproducirse, y fuera ya no. Un nicho es toda la colección de preferencias ambientales de una especie. Y eso es lo que uno modela. — ¿Incluso la temperatura, todo lo que es el ambiente? — La temperatura, la humedad, la acidez del suelo, si ese suelo es de piedras o de arena, toda la colec-
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“Mucho del éxito de este método es que se puede usar para vectores de enfermedades, para plagas de cultivos, para especies invasoras o para conservación, entre otros temas. Eso es lo que lo hace muy interesante, pero faltan muchísimos problemas por resolver. A escalas finas, este método no opera bien; lo hace a ‘grano’ de kilómetros o cientos de kilómetros cuadrados, pero si se quisiera hacerlo a una escala de 200 metros, no trabaja bien. Y es en este campo en el que estamos avanzando.” — Están tratando de ajustarlo para poder llegar a espacios más pequeños… — Sí, con algunos ‘asegunes’, pero ese es el problema. ¿Por qué lo hago en Kansas? Aquí conviene mucho porque se trata de un problema universal, que no solo interesa a México. Resolver estos aspectos le interesa mucho al estado de Kansas y a la Universidad de Kansas, lo que implica que podremos contar con financiamiento para contratar programadores, especialistas en estadística y demás. Pero los métodos se van a aplicar en donde sea. Si el problema queda resuelto, servirá para cualquier parte del mundo. ción de preferencias de una especie. Cada preferencia implica una dimensión.
Incrementar el conocimiento, a escala de alta resolución
“Peterson y yo trabajábamos hace 14 años con espacios de muchas dimensiones y logramos deducir que lo que estábamos haciendo no eran áreas de distribución sino modelos de nichos, lo que marcó una enorme diferencia. Parecía una trivialidad, pero no lo fue. Y eso nos permitió pasar de los mapas que producía el software, a los conceptos que hay detrás.
— Desde su perspectiva, ¿cuáles son los puntos centrales para el estudio de la biodiversidad de México?
“Pero eso ya es algo completamente teórico. A la SAle importa un cacahuate que estemos modelando nichos o no, lo que le importa es tener razones para otorgar o negar un permiso. GARPA
“Y eso se hace con los mapas, y para eso existe un software. Ya podíamos decirles a SAGARPA o a la Secretaría de Salud dónde iban a estar los vectores del dengue sin necesidad de hacer la teoría. “Pero como yo soy teórico, me llamaba la atención entender cómo es que funcionaba el software y esto son las teorías sobre los nichos. La CONABIO cambió mi vida, totalmente. Y no solo la cambió porque me abrió la perspectiva de trabajar en el gobierno y de conocer otro punto de vista acerca de los problemas que plantea la biodiversidad, sino que me abrió el camino para poder teorizar sobre el nicho.” — ¿Cuál es la importancia a futuro de conocer esta información sobre los nichos?
— Todos los académicos siempre contestan que necesitan más dinero para hacer investigación; es casi obligatorio responder así; y sí hay algo de verdad en eso. Pero yo creo que lo que hace falta en México es incrementar la resolución de muchos estudios y la densidad de los datos. Si usted va a la estación de Biología Tropical de Chamela, va a encontrar docenas de estudios. Si usted va a Los Tuxtlas, que es otra estación de la UNAM, lo mismo. Y así será dondequiera que haya una universidad. “Por ejemplo, en el Morro de la Mancha, el Instituto de Ecología de Xalapa tiene una estación allí, con docenas de estudios sobre ese sitio. Pero sálgase de las estaciones de campo de las universidades y entonces puede que no encuentre nada. “De ahí que lo que hay que hacer es incrementar el conocimiento del país, a una escala de alta resolución. Y eso es imposible hacerlo solo con los científicos. Deberá hacerse con los ciudadanos. Y ocurrirá en serio cuando se ciudadanice el interés por la diversidad biológica. “Voy a ponerle un ejemplo: en Inglaterra, el monitoreo de la biodiversidad no lo hacen los científicos,
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—El área de distribución de las especies es algo muy importante para la biología. Y el nicho es uno de los componentes fundamentales de la distribución. Por tanto, analizar la distribución y entenderla requiere de analizar nichos. Desde la perspectiva de lo que es importante en biología, en ecología, en biogeografía, esto lo es, pero además es muy práctico.
lo hace la población, los observadores de aves, de mariposas, de libélulas, de moscas, de mosquitos, de arañas, de escarabajos, de orquídeas. Los observadores de todo esto, que son amateurs, se organizan entre ellos. Los informes que hace la gente se concentran en un centro, que es el equivalente a la CONABIO en Inglaterra. “La diferencia es que en México las observaciones las hacen los científicos, que son unos pocos cientos o miles, mientras que en Inglaterra las hace la ciudadanía, que son millones. Esto da como resultado que allá en Inglaterra haya decenas de miles de más datos que en México….” — Contribuye más gente… — Y lo hace con gran seriedad, entusiasmo y regularidad, al estilo inglés. Bueno, en México esto está comenzando a pasar con las aves. Hay un sistema de cómputo que se llama Averaves, que está en la CONABIO. Recoge las observaciones de los aficionados a las aves por Internet. “Si a usted le gusta salir los domingos con unos binoculares a observar aves en el bosque de Tlalpan, al llegar a su casa captura en una computadora la lista que observó. Esa información se va a una base de datos centralizada, con lo que la información de México crece exponencialmente. Ahora ya hay cientos de miles de datos que se incrementan rapidísimo, porque hay muchos observadores de aves.
“Claro que estamos en órdenes de magnitud por debajo de países como Estados Unidos. La base de datos de ese país contiene como 60 millones de registros, mientras que la de México apenas llega a 200 mil. “Está bien, así se empieza. Pero a la larga, cuando en México haya este sistema para las mariposas, para las libélulas, para las plantas y para toda clase de cosas, será diferente. “Es importante que se enseñe a los niños en las escuelas a hacer estas observaciones, porque hacerlo implicará un cambio radical. No solo tendremos más datos para la investigación, sino que lograremos también que la ciudadanía aprecie su naturaleza de una manera diferente. “No es lo mismo ver pasar a un pájaro cualquiera, anónimo, que poder decir, ‘ay, mira, esa Reinita, está ahorita aquí porque es la época de la migración, y está pasando el invierno en México; viene de tal lugar, su especie es ésta…’ en fin… es muy distinto. “Si resulta que la vemos durante años y luego un año la dejamos de ver, nos empezamos a preocupar. Cuando era niño, todos los años veía reinitas en el bosque de Tlalpan y ahora no las estoy viendo. Algo está pasando… “En cambio, si uno ve a un pájaro anónimo y no tiene más información, su ausencia no se notará, nos de-
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El reto para la conservación: lograr que la ciudadanía actúe ”El principal reto que tenemos para la conservación y la apreciación de la inmensa riqueza biológica en nuestro país tiene que ver con la acción ciudadana. La observación debe salir de las universidades y ser llevada a cabo por la gente. Yo lo veo aquí todo el tiempo, porque en Estados Unidos hay mucha de esta ciencia ciudadana. Se hace para aves y para muchas otras especies. Se hace, por ejemplo, para la época de floración de las plantas. “Miles de aficionados simplemente observan en qué época florean las plantas de su propio jardín. Pero luego registran la información en Internet: ‘Este año florecieron las margaritas la segunda semana de abril’. “Esa información se va a una base de datos nacional, que acumula las observaciones de decenas de miles, o de cientos de miles de amateurs. Lo que ocurre después es que podemos apreciar que está cambiando la época de floración de una especie. “En los países en donde hacen esto los ciudadanos hay una cantidad bestial de datos. Es posible ver cómo está cambiando la época de floración por el cambio climático. El ejemplo más radical está en Japón, porque los japoneses han observado la época de floración de los cerezos del palacio Real desde hace más de mil años. “Y eso permite observar perfectamente cómo va afectando el cambio climático, porque a veces florean antes, a veces después. Los cerezos van siguiendo el clima. Bueno, esas cosas que suceden en países que llevan registros ciudadanos de la época de floración de las plantas, la ciudadanía las ve. No es que llegue un profesor y diga ‘oiga, fíjese que hay una cuestión del cambio climático’. “Al contrario, los ciudadanos se lo van a decir al investigador, porque se preguntan cómo es posible que estas plantas que siempre floreaban a fines de mayo, ahora lo hagan a fines de febrero, o en marzo. Entonces, la percepción y participación ciudadanas hacen una diferencia radical.”
Investigación de la biodiversidad
ción del estudio científico de la flora de México tiene siglos. Contamos con muy buenas instituciones: el Instituto de Biología de la UNAM, la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del IPN, el Instituto de Ecología de Xalapa, las universidades del norte, ECOSUR… en fin, en México hay 15 o 20 instituciones con buenos departamentos en este tipo de investigación. “Y además, la CONABIO ha sido un parteaguas, porque le ha dado recursos por más de veinte años a los investigadores que hacen este tipo de estudio. Y eso hace una diferencia. Además, por nuestras bases de datos, somos el país más avanzado de América Latina; y seguramente uno de los cinco más avanzados del mundo en esto… los australianos nos ganan, y probablemente también los suecos; los noruegos, tal vez. “Desde una perspectiva diferente, Estados Unidos, porque en ese país la biodiversidad se maneja de manera estatal. Hay una cantidad impresionante de información sobre biodiversidad para cada estado. Sin embargo, no la tienen toda junta. Nosotros sí. Tenemos menos datos, pero de todo México.” — ¿Podemos suponer que estos datos se pueden manejar con más racionalidad por esta razón? — En Estados Unidos los manejan muy bien, pero a escala estatal. Y en ocasiones se necesita contar con una perspectiva nacional. En Estados Unidos no lo hace el Gobierno Federal porque funciona de manera muy diferente al de México. “Los estados de este país hacen muchísimas cosas que en México solo las hace el Gobierno Federal. Al respecto, pudiera decirse que nuestro país está mejor. Por otra parte, en Estados Unidos hay una mayor capacidad estatal y local. “Ahí es donde aún tenemos que avanzar: falta ciudadanizar y aumentar la resolución de la investigación. Durante mucho tiempo, el gobierno mexicano no ha hecho crecer sus instituciones científicas como debería. Hay que invertir en las instituciones científicas que ya existen, para que produzcan más investigación. Tengo aquí alumnos mexicanos estupendos haciendo su doctorado, pero no tienen idea de qué van a hacer cuando regresen a México, porque allá no hay plazas.” — El CONACYT les pagó los estudios, pero tal vez no cuenten con alternativas de trabajo…
— ¿Cómo vamos en México en el campo de la investigación en biodiversidad, en relación con otros países megadiversos? — Competimos con algunos difíciles, como son Estados Unidos y Australia, pero a esos dos los voy a sacar, porque son desarrollados. Estamos en competencia con Brasil, China, la India y Sudáfrica. México está a la par de cualquiera de ellos; en algunas cosas algo mejor y en otras un poco atrás. Algunos tienen grandes avances en la parte molecular, por ejemplo. Pero México tiene un gran avance, porque la tradi-
— Así es, lamentablemente, lo cual es un desperdicio tonto de recursos. Formar a la gente y luego no contratarla. Debería haber crecimiento científico, que incluya la creación de plazas. Pero como Hacienda ve estas cosas desde una perspectiva de ‘chamba’, y le choca crear plazas en el gobierno… Sin embargo, en mi opinión, no hay por qué crear más plazas de gobierno; al contrario, habría que deshacerse de muchísimas. Lo que hace falta es hacer crecer a las universidades, que aumente la investigación y la educación en áreas de conocimiento avanzado.
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jará indiferentes. Es muy distinto cuando hay conocimiento, y esa diferencia es lo importante.”
“Para qué otra cosa son los datos, si no es para que sean públicos” — Doctor Soberón, en la época en que comenzó a instrumentar la CONABIO, ¿qué dificultades encontró para construir las bases de datos sobre la biodiversidad del país? — Al principio, la oposición a compartir los datos, por parte de ciertos investigadores. Pero había importantes excepciones. Déjeme que le platique algo sobre el doctor Jerzy Rzedowski… Como le comentaba, hubo un momento en que nos habíamos empeñado en computarizar las colecciones. “La mayor parte de las grandes instituciones de México no quería participar. Había una oposición muy fuerte. Yo iba de un lado para otro a hablar con la gente: a la UNAM, al Politécnico, a ECOSUR. Les decía, ‘oigan, ¿no les gustaría que les ayudáramos a computarizar sus colecciones? Es muy importante que el país…’ etcétera. Y muchísimos no querían. Lo que no les gustaba era la idea de que los datos llegaran a ser públicos. Y esa era la actitud también en el orden mundial…” — ¿Era el celo, digamos, del conocimiento? — Lo pone usted en términos muy amables. Mi personalísima y franca opinión es que era puro egoísmo y mezquindad. “Mire usted, la investigación en México se paga con dinero público. Todos los institutos de investigación son públicos, porque en el país no hay instituciones privadas que hagan esta ciencia. “El trabajo de las colecciones se pagó con los impuestos de gente que generalmente está muy fregada y que, sin siquiera saberlo, da parte de sus salarios a los investigadores. De ese dinero se paga la gasolina para ir a colectar, se pagan los sitios en donde se instalan las colecciones, el aire acondicionado; los viajes a Europa para identificar las especies… etcétera. “Y luego resulta que los datos ¿son de ellos? ¿Y que no los van a compartir con el resto del país? ¡Yo tenía que tener paciencia con eso! ¡Jamás pude encontrar justificable esta postura!.” — ¿Y eso se pudo resolver? — Se pudo resolver, por supuesto. ¡Ahí va la anécdota del doctor Rzedowski! Estábamos en la etapa inicial, y había institutos de la UNAM que simplemente se habían negado. Y ahí voy yo, a hablar con el doctor Rzedowski, del Instituto de Ecología de Pátzcuaro. “Le comenté sobre la creación de la CONABIO y sobre la razón de lo que estábamos haciendo. Le dije que él tenía la colección de plantas más importante del Bajío y le pregunté si le gustaría que se computarizara. De inmediato me dijo que sí, pero que no quería meterse demasiado porque no sabía nada de computa-
doras. Le dije que no se preocupara, que nosotros le contrataríamos a un técnico y a un capturista. Me dijo: ‘Pero además, no quiero que me maltraten mi herbario’. «No, doctor, usted está en control de esto, usted supervisa. Se hará como usted quiera». Y me dijo: ‘Sí, entonces sí’. “Pero aún le advertí, ‘Estos datos van a ser públicos, doctor’. Y me dijo «sí». Le repetí: ‘Se publicarán por Internet, doctor’. «Sí, me respondió, está bien». ‘Los puede ver cualquier gente, doctor’. Y él entonces soltó la risa. Me dijo: «¿Por qué me repite tanto esto, Jorge? ¿Para qué otra cosa son los datos, si no es para que sean públicos?». “Y bueno, pues, ahí tiene… fue el primer investigador que me dijo, ‘claro que sí, los datos tienen que ser de la gente’. Y fue el más grande botánico que tenemos en México quien lo dijo. Para mí esto tuvo una importancia que ni se imagina.” — Eso que me cuenta me llena de emoción… — Pues esto detonó todo. Empezaron a sumarse otros y otros más. Ahora México tiene las colecciones computarizadas más grandes del mundo. Por ejemplo, en el Smithsonian —eso fue lo que me dio gran gusto— había una colección muy importante de aves de México. Y había un investigador que estaba haciendo una campaña en contra de computarizar y compartir los datos. Iba a dar conferencias y publicaba artículos donde decía que los datos debían ser privados y demás. “Pero nosotros ya teníamos esos datos, porque los investigadores de la Universidad de Kansas habían ido a revisarlos y nos los habían dado. ¡Sobre las ocho mil aves que tiene el Smithsonian de México! “Por ese tiempo fui a dar una plática al Smithsonian, y llevaba los disquetes (¿se acuerda de los disquetes?) con la información computarizada de la colección de aves mexicanas del Smithsonian. Y ese investigador hizo un discurso sobre que nunca le darían esa información a México, a menos que les pagáramos no sé cuánto, porque era carísimo. Esa era su excusa del momento. “Yo ya traía computarizados esos datos. Así que le dije, ‘bueno, si quiere aquí se los puedo dejar’. Y saqué el disquete. Y entonces el secretario del Smithsonian nos ofreció autorizarnos para que tuviéramos no solo la información de las aves mexicanas sino toda la información que manejaba esa institución. Y ya pudimos contar con los datos del Smithsonian…” — Qué interesante saber estos pormenores… — Todo esto fue muy interesante. Además no era yo el único que estaba haciendo campaña por difundir la información. También lo estaban haciendo los del INBIO, de Costa Rica; Town Peterson, mi colega de Kansas (que andaba moviéndose como loco por todos los Estados Unidos), e incluso los australianos. Y poco a poco se fue liberando la información.
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“Hace diez años se constituyó una organización internacional que se llama Global Biodiversity Information Facility (GBIF), que ahora tiene más de 400 millones de registros de todo el mundo.
existía la Web; ya había Internet pero no había Web; no había Google ni nada de eso. Y estábamos viendo qué hacer con tanto dato como íbamos a tener, cómo lo íbamos a distribuir, si en mapas o en libros.
“Y se constituyó, entre otras cosas, gracias al liderazgo de México, porque cuando la andaban queriendo construir habíamos dos países que siempre teníamos ejemplos para mostrar, que éramos Australia y México. En México teníamos más ejemplos de cómo se usaban estos datos para cuestiones gubernamentales que incluso los propios australianos.
“Pero estaban ya los ‘computronix’, los jovencitos, casi niños que teníamos, que decían, ‘no, no, no, la salida debe ser por Internet’. Yo decía, ‘¡híjole, qué exagerados!’.
“Así que nuestro país fue líder en la construcción del GBIF. A la fecha ya prácticamente nadie se queda con la información, salvo los países más pobres del tercer mundo, que siguen pensando que los datos solo deben ser suyos, muy guardaditos, sin que nadie los vea. Es medio triste esa actitud.”
Con Internet se socializa la información — Ahora todo está en Internet y no hay manera de parar este proceso. — No, ya no se puede parar. Nosotros percibimos eso en 1992, cuando iniciaba la CONABIO. Todavía no
“Estos chavos ya veían venir lo que iba a pasar. Era otra generación. Nos convencieron y entonces la CONABIO le apostó a Internet desde el principio. Nuestra página fue de las primeras Web del gobierno de México. Durante una época nos molestamos en dar seguimiento a cómo nos iba en relación con otras dependencias. Yo veía cuántos ‘hits’ tenía la Cámara de Diputados y cuántos la CONABIO. Y nosotros teníamos muchos más que la Cámara de Diputados. Ahora ya es otra cosa.” — Y se logró que la humanidad contara con estas bases de datos universales, y con millones de datos sobre la biodiversidad. — Sí, pero además México, nuestro país. La CONABIO registra a los usuarios de los datos. Queremos saber quién los usa. Pues bueno, por dos órdenes de
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magnitud, los usuarios son sitios en México; luego, América Latina y después otros países. Pero primero, por más de cien veces, México. Más que nada universidades, centros de investigación y gobierno. Ahora, crecientemente, escuelas, porque los productos para niños han aumentado muchísimo. Entonces, la apuesta salió bien, digo yo. Los miles y miles de usuarios de los datos que distribuye la CONABIO somos los propios mexicanos. Además, ya no es tan fácil que la gente niegue los datos. Si no se encuentran en la CONABIO, los hallarán en el GBIF, y son públicos de uno u otro modo. Claro que esto se puede revertir. “Tenemos que estar vigilando esto activamente, mostrando la utilidad de los datos públicos, educando, convenciendo, porque los logros se tienen que mantener y desarrollar. No es que se conquisten de una vez y ya. ¡Hay que mantenerlos conquistados! “Pero yo pienso que lo principal de esta lucha de los datos se dio en los años 90. Y se ganó gracias a un grupo de países, entre los cuales estaba México.”
Poco a poco se fue desmoronando esa pared de mezquindad y de miedos
los detalles. Cuando le planteé a Raven que México tuviera acceso directo a su base de datos, él respondió: ‘Sí, claro… ¿a los datos de México?’. Le dije, «no, no, no, a todos. Queremos tener acceso a todos». Se me quedó viendo. Nunca se esperó esa respuesta. Pasó como un segundo y dijo ‘está bien. Les vamos a dar permiso’. Peter Raven lo pensó solo un segundo. “Y me preguntó ‘¿para qué?’. Le expliqué lo de las especies invasoras y de la necesidad de contar con los datos de donde se originan, que puede ser de cualquier parte del mundo, y que uno no sabía qué especie se iba a convertir en invasora en algún momento, así que hacían falta todos los datos. “Dio el permiso. Y entonces Raúl Jiménez, uno de los ‘computronix’ de la CONABIO, fue a Missouri y montó un programa de software que permitía a México entrar a sus computadoras y ver los datos. ¡Poco a poco se fue desmoronando esta pared de mezquindad y de miedos! “El doctor Peter Raven siempre fue muy generoso. No solo se interesó en proporcionar la información sino en que cada país generara su propia capacidad.”
El doctor Soberón refiere otro ejemplo interesante que le sucedió en el jardín botánico de Missouri, donde existe la colección de plantas más grande del mundo: “Fuimos a ver al director de este jardín, el doctor Peter Raven. Él sabía perfectamente lo que la CONABIO estaba haciendo en México, porque el doctor Sarukhán y el doctor Peter Raven han colaborado mucho en estas iniciativas internacionales.
— Y tuvimos así la ventaja de tener acceso a la información de todo el mundo.
“Fui a pedirle al doctor Raven sus datos; el doctor Sarukhán ya había hablado con él pero no le había dado
“Fue una época muy interesante, muy activa e intensa. Pero después de 13 años ya estaba yo muy
— Sí, aunque la ventaja siempre es mayor para quien no presta los datos. Porque si yo no los presto, ahora puedo tener acceso a los datos de los demás sin que nadie vea los míos. Pero ahí hay que considerar las cosas desde la perspectiva de la ética…
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La biodiversidad ante el cambio climático global —Me gustaría que me hablara sobre las proyecciones futuras para la biodiversidad en México en un escenario negativo de cambio climático global. ¿Han trabajado en esto? — Sí, mucho. La CONABIO ha hecho varios análisis y hay muchos investigadores que lo están haciendo. Mire, depende un poco de cómo vayan a verse los modelos de cambio climático, porque esos sí implican cálculos muy complicados. “Pero muchos modelos coinciden en que el impacto del cambio climático va a ser muy desfavorable para México. Las regiones que ahora son áridas se van a volver desiertos. Y las regiones en donde ahora cae lluvia van a carecer de ella. Eso para los 30, 40 o 50 años que vienen. México va a tener muchos problemas al respecto. “Los mexicanos, como ciudadanía y como gobierno, deberíamos estarnos preparando. Para variar, estamos mucho más ocupados en otras cosas de carácter ‘político’ que apasionan a nuestros gobernantes, aunque… bueno, capaz de que las cosas van a cambiar. “Debido a esos problemas relacionados con el cambio climático, vamos a tener que saber cómo cultivar la misma cantidad de comida con menos agua. Vamos a tener que desarrollar variedades vegetales más resistentes, tendremos que desarrollar métodos tipo Israel para hacer el riego. Y dejar de hacerlo como lo hacemos ahora, con un enorme desperdicio del agua, porque se siembra con canales abiertos de lodo, donde el agua se pierde y se evapora. Vamos a tener que mejorar nuestras tecnologías y procesos en el uso del agua, porque afrontaremos un grave problema agrícola. Lo mismo será para las especies silvestres. Se van a mover para buscar mejores condiciones de vida.” — ¿Se esperaría que las especies se movilizaran en el sentido altitudinal? — Mucho en el sentido altitudinal, pero también hacia el Norte o hacia el Sur. Por otra parte, en el sentido altitudinal hay un límite. Una especie que habitaba más abajo, donde todo está más seco y requiere más humedad, se va a ir para arriba; pero si la montaña se le acabó, pues se le acabó y ya no podrá seguir subiendo…
en biodiversidad. Se están perdiendo nubes y lluvias y se están empezando a secar. Y allí se nos van a acabar muchísimas especies. Eso no tiene remedio. “Lo que nosotros sí podemos hacer es tratar de construir corredores, conectar unas regiones con otras, y cambiar la manera de hacer agricultura en el país, diversificándola, para que no todo sean campos homogéneos, con una sola especie, mantenida a punta de insecticidas, riego y fertilizantes.”
Diversificación de la agricultura “Si la agricultura se diversifica será más estable y permitirá una mayor movilidad a muchas especies. Puede haber una extensión como es la Comarca Lagunera, en donde no hay nada, más que unas pocas especies de cereales, con unas cuantas especies de arbolitos, como pirules o eucaliptos… “Pero si a estos espacios se les permitiera diversificarse: campos más chicos, rotación de cultivos, más variedades de especies, bordes más anchos entre los campos, más especies de árboles nativos, como encinos, mezquites, etcétera, bueno, habría mucho más espacio para que las especies silvestres pudieran moverse y encontrar sitios para sobrevivir. “Además, se manejaría mejor el agua y el suelo. Ese cambio en la forma de hacer la agricultura será inevitable para toda la humanidad. Es algo que se está debatiendo entre las gentes que ven el futuro desde hace años. “En México somos malos para pensar a largo plazo. Pero vamos a tener que hacerlo, porque la situación del país ya está cambiando y se va a acelerar el cambio. ¡No hay duda de eso! Ojalá que los científicos estuviéramos equivocados, pero es muy claro que esto es lo que va a ocurrir. Entonces México tiene que estar preparado. “Empieza a haber ya en el gobierno una serie de actividades y se están formando comisiones, pero yo no creo que eso sea suficiente. CONACYT, por ejemplo, debería tener un gran programa de cientos de millones de pesos al año, solamente para realizar estudios de cambio climático, en los aspectos de adaptación y mitigación. “Las grandes empresas deberían estar haciendo lo mismo. En fin… no creo que esté ocurriendo. Que la Secretaría de Energía, por supuesto PEMEX, la Comisión Federal de Electricidad, todos los que tienen que ver con la gestión del agua, prevean lo que se va a hacer y cómo se va a manejar al país con mucha menos agua. ¡Será terrible y hay que prepararnos!.”
— ¿Eso implicaría pérdida de especies? — Así es. Se acabarán las poblaciones de esa especie. Esto ya está empezando a verse, por ejemplo, en los bosques mesófilos, que son las zonas de los bosques tropicales de montaña de México, los más ricos 151
— En la problemática para conservar la biodiversidad están presentes múltiples factores, sociales, económicos, culturales, de orden local, nacional, internacional, de tipo de desarrollo, etcétera. Pareciera que el reloj del mundo se mueve demasiado rápido, y que las alternativas que ofrece la ciencia no pueden ir a ese ritmo. ¿Cuál es su opinión al respecto?
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cansado. Y por eso me vine para acá. Pero no crea que me fugué como cerebro, ¿eh? Porque sigo yendo a México a dar pláticas y estoy en muchos consejos, en los comités de alumnos, etcétera.”
— Sí, que todo va muy rápido. Las sociedades reaccionan muy lento… hay ignorancia, intereses creados, supersticiones. Me está haciendo una pregunta que se sale de mi capacidad para contestar. Mi propia especulación es que la sociedad va a cambiar cuando recibamos un golpe serio. Cuando haya hambrunas. Entonces la gente va a decir, ‘ay, pues sí era cierto’. Ahora tenemos que organizarnos. Yo creo mucho en la humanidad, creo que somos una especie muy… — ¿Adaptable…? — Y que puede reaccionar, pero lo haremos cuando la vida nos dé un golpe muy fuerte. — Recientemente vi un video en Internet sobre una experiencia en Cuba. Como usted sabe, Cuba ha estado muy limitada después del cambio de la Unión Soviética y de los diferentes bloqueos económicos de Estados Unidos. La verdad es que durante un tiempo, la gente de ese país no contaba con los recursos mínimos para sobrevivir. Y en el video se muestra que toda la población empezó a sembrar en los terrenos baldíos, en los pequeños huertos, en los espacios abandonados, en los patios de las casas; y comenzaron a sembrar hortalizas y a introducir un tipo de agricultura orgánica que no emplea químicos sino control de plagas biológicos. Tienen muy buenos científicos y ellos enseñaron cómo cultivar alimentos, en una isla donde todo escaseaba. — Claro, eso es lo que hace falta. Es buena ilustración. Cuando ocurra el problema nos vamos a tener que organizar. Desafortunadamente, también nuestra experiencia nos dice que las sociedades que responden bien a estas cosas son las que están bien integradas, en donde el tejido social está entero, sano y funciona… “Eso se ve por ejemplo al trabajar con comunidades campesinas. El principal indicador de que un proyecto va a funcionar bien es que la sociedad con la que uno trabaja tenga un buen grado de integración, que no esté dividida. Yo me temo que México vive un grado de desintegración social muy fuerte. Y sí, eso es preocupante al enfrentar los retos. Ahora, tal vez ese reto que nos va a llegar nos fuerce otra vez a constituirnos en una nación, en una comunidad con objetivos, actividades y visión. No lo sé. Va a ocurrir con muy alta probabilidad en los siguientes 30 o 40 años, y ojalá que pudiéramos estar preparados.”
Vinculación entre investigación y problemas nacionales — ¿Existe algún mecanismo para vincular la investigación científica que se lleva a cabo en las universidades o institutos de investigación con los grandes problemas nacionales? — No, no existe un mecanismo. Cuando ocurre se da en el orden de lo personal, de los individuos que quieran o no participar en acciones de tipo gubernamental, de políticas públicas; o por medio de contratos con la iniciativa privada, o ayudando a grupos
campesinos, por ejemplo. Lo más cercano que hay es un proyecto del CONACYT con las secretarías de Estado, para que parte de los proyectos que esa institución convoca cada año respondan a prioridades definidas por las dependencias gubernamentales. “Desde mi perspectiva, como yo lo conocí en la SEMARNAT, eso es insuficiente. Si resulta que SEMARNAT requiere un inventario de las especies en peligro de una reserva que va a hacer, saca una convocatoria a través de CONACYT-SEMARNAT y puede ser que alguna universidad responda y lo haga. “Pero es un mecanismo que funciona mal, porque los buenos estudios que hay sobre cómo es que debe hacerse la transferencia del conocimiento o de la ciencia a la política, indican, sin ningún género de duda, que la manera más eficiente de hacerlo es que el usuario participe desde el inicio en el diseño de dicha política. No nada más que diga, quiero esto y a ver quién me lo hace, sino que el usuario (el gobierno) forme parte del equipo que va a estudiar el problema, para que haya una retroalimentación continua sobre el desarrollo del conocimiento. “Esas cosas no se hacen de manera institucional. Vuelvo a decir, resulta que la CONABIO lo hace porque lo hemos aprendido sin darnos ni cuenta. Eso es lo que poco a poco empezamos a entender, que nosotros formábamos parte de un ámbito en el que se juntaban los usuarios del gobierno con los investigadores, y que, por el hecho de tener permanencia, de que no nos cambiaban cada tres o seis años, un solo problema podía ser atacado sistemáticamente a lo largo de muchos años. “Por ejemplo, las granjas de cocodrilos. Los participantes en este asunto eran los ejidatarios y el gobierno. No había muchos datos al respecto, pero en México había científicos que estudiaban los cocodrilos. Y entonces la CONABIO dio dinero e hizo reuniones para juntar a los involucrados y discutir. Eso, a lo largo de mucho tiempo. Todos los interesados participan desde el principio y a lo largo del estudio; no es que se quiera un estudio y vaya el consultor y regrese con un informe. Eso no jala muy bien. “Este mecanismo participativo es muy complicado y en general lleva años. Hay sociólogos que se han dedicado a estudiar cómo funciona esto y lo han publicado; hay libros sobre el tema. En México todo sucede un poco al azar. Sí ocurre, pero ni de lejos como debería hacerse.” — El CONACYT tendría que estar vinculando la investigación científica con los problemas nacionales. Se requiere política pública en este campo para al menos sugerir prioridades en materia de investigación científica. Porque, como usted dice, el científico está muy metido en su claustro de trabajo, y eventualmente no tiene esta visión de lo que hace falta. — En efecto, y además el que tiene la visión, que es el que está enfrentando el problema, sea desde el gobierno o desde una comunidad campesina, o
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desde una empresa, muchas veces ignora que existen herramientas que el científico puede tener. Pero ¿sabe cuál es el tiempo promedio para que se desarrolle el lenguaje en este tipo de interacciones? — No… — Dos años. Aquí en Estados Unidos es lo que se tarda la gente para lograr entenderse. Para que yo entienda al empresario y para que el empresario me entienda a mí. O para que yo entienda a la comunidad campesina que maneja un bosque y ella me entienda a mí. “En Estados Unidos son dos años, en promedio. En México probablemente serían más. ¡Solo para que los interlocutores se entiendan, no para empezar a resolver el problema! Y lo que es bueno para mí no necesariamente lo es para el usuario. El ecologista va a querer defender el bosque, mientras que el ejidatario lo que quiere es vender la madera, y el investigador hacer un paper. De entrada existen, casi siempre, diferencias en la percepción de objetivos y valores, y para solventar esto hace falta tiempo.”
A los jóvenes — Me llamó mucho la atención cuando usted me contaba que son muchos jóvenes los que están trabajando en la CONABIO, levantando programas y bases de datos y ayudando a organizar todo este conocimiento de la biodiversidad. Eso es muy alentador, porque estos jóvenes que vienen detrás tienen otra visión del mundo. Me gustaría saber qué recomendaría usted a los jóvenes mexicanos en general para contribuir al desarrollo sustentable.
— Mmh… ¿quién es uno para andar recomendando algo? Pero le daré mi opinión. Cuando uno se concentra en hacer bien su trabajo —con un mínimo de conciencia de que no es nada más uno sino parte de una sociedad, y de que hay otras personas con quienes asumir responsabilidades—, eso da frutos. Encontrar un problema relevante, que se puede resolver, y aplicarse a hacerlo con ganas y con responsabilidad; con tenacidad, por tiempos largos, si hace falta. “Yo lo he visto funcionar en muchas ocasiones. Lo vi en la CONABIO. Creíamos que íbamos a poder hacer esta estructura de datos en beneficio del país, y nos aplicamos a hacerlo lo mejor posible. Y lo mejor posible quería decir que esa base de datos debía ser la mejor del mundo. Para hacerlo, algunos iban a los congresos, para entender cómo funcionaban esas bases de datos; otros iban a Estados Unidos a computarizar información; y otros íbamos a la Cámara de Diputados, para explicar por qué esto era importante y por qué tenían que darnos el dinero. Y poco a poco, entre todos, fuimos creando una institución, que es lo que hace que el trabajo de mucha gente permanezca y tenga efectos. Lo pudimos hacer porque el gobierno nos dio los recursos y no se metió mucho con lo que estábamos haciendo. “Eso es lo que yo le puedo decir, de acuerdo con mi experiencia: lo que uno debe de hacer es identificar un problema que valga la pena y clavarse en él, dar todo lo que se pueda, con los mejores estudios, con la mejor gente. Y tratar de hacerlo con conciencia de que vive uno en una sociedad específica, que es la mexicana. Mi experiencia es que eso da frutos, y esa sería mi ‘recomendación’.”
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— ¿Qué concluiría usted de nuestra charla? — La verdad, le agradezco mucho que me haya invitado a participar en este libro. Para mí fue muy interesante, porque me obligó a pensar en algo en lo que no había reflexionado mucho. Hay varias conclusiones, pero para mí una de ellas es que hay problemas interesantes en todos los ámbitos. Que no tiene uno que trabajar necesariamente en un instituto de investigación para encontrarse con algo interesante. “Otra cosa que he observado es que los científicos pueden trabajar junto con el gobierno, no necesariamente haciéndose cómplices de prácticas corruptas. Se puede establecer una relación en la que se contribuya de manera sana y beneficiosa dentro del gobierno. Y para la biodiversidad, esa conexión se ha favorecido en México más que en muchos países de América Latina porque existe la CONABIO. “Esta especie de banda de transmisión entre el conocimiento científico y las decisiones de gobierno también se puede apreciar en países como Colombia, que tiene una institución parecida, que es el Alexander von Humboldt. En Costa Rica, con el INBIO, es la misma historia. “Las instituciones dedicadas a la biodiversidad toman la información científica y se la ofrecen a los gobiernos traducida y digerida, de acuerdo con los problemas que a éstos les parecen importantes. Ha sucedido en Sudáfrica. México ha invertido en una institución como la CONABIO, que ha sido un éxito. Cuando a mí me invitaron a la celebración de sus veinte años, no lo podía creer.” — Fue algo muy emotivo para usted… — ¡Uy, por supuesto! Yo estaba llorando… literalmente. — Lo sé, porque también estuve allí. De ese aniversario surgió la inspiración para trabajar en este libro, al ver a todas estas personas que habían dedicado su vida a la biodiversidad. Poder acercarlas a los estudiantes de institutos, de universidades, al gobierno, a la sociedad en general; plasmar en este documento todo lo que ustedes quisieran relatar de su experiencia humana y profesional; lograr que todo mundo tuviera acceso a cada uno de los protagonistas de la biodiversidad en México, a su pensamiento y a su experiencia de vida. — Fue una muy buena idea. — Ha sido divertido también, porque algunos científicos no están muy acostumbrados al lenguaje coloquial. Por ejemplo, el doctor Gómez-Pompa me decía, ‘no, es que esto lo dije, pero póngalo de otra forma’. Yo le explicaba que él conversaba de una manera muy amena y que valía la pena emplear este estilo franco que él tenía al hablar, para que los lectores se sintieran más identificados con él. — El doctor Arturo Gómez-Pompa es uno de nuestros más grandes científicos. Muchos de ellos fueron mis
maestros. Yo le tengo un cariño y una admiración tremenda a Gómez-Pompa. Él ha sido pionero de todas las cosas que la CONABIO después hizo. Él andaba queriendo hacer bases de datos en los años 70’s. Él fue el primero, en lo que era entonces el INIREB, que hizo modelos de nicho en México, cuando nadie en el mundo los hacía. Publicaciones de hace casi 40 años. — Eso no me lo dijo él, pero bueno, me habló de los 20 mil asuntos en los que estuvo involucrado, y de una manera muy simpática. — Claro, Gómez-Pompa estuvo involucrado en todos los temas de la biodiversidad. Son los pioneros, él, Sarukhán, Halffter, Rzedowski, todos ellos… y sus maestros, que ya murieron, desafortunadamente, pero esos son los grandes de la biología y la biodiversidad de México. ¡Gente maravillosa! Somos un país muy afortunado al poder contar con personas como ellos, que son la segunda generación. A la primera pertenecieron Faustino Miranda, Federico Bonet, Efraín Hernández Xolocotzi y algunos otros, sobre todo del exilio español. — Todas estas entrevistas también nos dan una visión de la historia de la biodiversidad: cómo se ha ido construyendo nuestro conocimiento en el tema, cómo hemos ido evolucionando para saber que somos un país megadiverso, porque no lo sabíamos. tres décadas atrás. — Sí, la información ahí estaba, pero no estaba organizada ni puesta al acceso público por medio de bases de datos y mapas. — De no haber existido la CONABIO, la información se mantendría aún en pequeños espacios y no habría manera de tomar decisiones acertadas. A cuántos científicos tendría uno que ir a ver para tomar una decisión. — Cuando llamaban a Halffter, él lo hacía. O ayudaba Gómez-Pompa. Pero la diferencia fue hacerlo de manera institucional. El INIREB fue uno de los primeros intentos de hacerlo institucionalmente. Porque Gómez-Pompa fue pionero de todo. — Sí, sí, es increíble. — Finalmente funcionó bastante bien con la CONABIO, que se constituyó sobre toda esa base tan amplia y profunda que tiene México, que se remonta mucho tiempo atrás, y eso le dio una gran solidez. La raíz de la CONABIO se constituye gracias a lo que muchos mexicanos han hecho a lo largo de décadas en todo el país. Para mí fue una experiencia única, una oportunidad como pocas, organizar toda esa gran base de trabajo acumulado durante tantos años por nuestros científicos dedicados a la biodiversidad, como el doctor Rzedowski (ya lo conocía yo, pero ver su gran generosidad y calidad humana), el doctor Halffter, el doctor Gómez-Pompa, el doctor Sarukhán, que fue quien concibió la idea y que protegió y ha continuado protegiendo el proyecto durante todos estos años, y muchos otros. Agradezco infinitamente la oportunidad de participar en este libro.
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Fernando Ortega Gutiérrez El 12 de agosto de 2012, el doctor Fernando Ortega Gutiérrez, del Instituto de Geología, recibió por unanimidad el nombramiento de investigador emérito por parte del Consejo Universitario de la UNAM. Por su contribución a la comprensión de la corteza continental y del manto terrestre, es considerado uno de los geólogos mexicanos más reconocidos en el ámbito internacional. En 1995, él y sus colaboradores cercanos lanzaron el concepto Oaxaquia, en un artículo que publicó la prestigiosa revista Geology. Dicho artículo aborda el tema de los supercontinentes antes de Pangea y ha provocado multitud de citas; más de mil páginas de Internet lo refieren y es mencionado en decenas de libros y mapas sobre tectónica global. El científico obtuvo su doctorado en la Universidad de Leeds, Inglaterra, en 1975, y en 1981 fue nombrado Fellow de la Sociedad Geológica de América; en 2008, la Sociedad Geológica Mexicana le otorgó el Premio Nacional de Geología en Investigación y Docencia. Es árbitro revisor activo en las principales revistas de geociencias. Con una trayectoria académica de más de 40 años, fue director del Instituto de Geología de la UNAM en los periodos de 1986 a 1990 y de 1990 a 1994. Su producción científica incluye más de 100 artículos que se han publicado en las revistas científicas indexadas más importantes en el campo de las geociencias, tanto nacionales como internacionales, incluidas algunas de gran relevancia e impacto científico, como Nature y Geology. Cuenta con cuatro libros editados, dos publicados y 13 capítulos de libros. Su obra científica ha generado más de 2,300 citas independientes, muchas de las cuales trascienden a las geociencias. Ha dirigido múltiples proyectos de investigación financiada, en México y en el extranjero. En el curso de su vida académica ha dirigido diversas tesis de licenciatura, maestría y doctorado de estudiantes mexicanos, varios de los cuales han alcanzado los niveles máximos en el Sistema Nacional de Investigadores o están dirigiendo instituciones de prestigio en el ámbito de las geociencias. Internacionalmente, ha sido invitado a conferencias plenarias en diversos países como Estados Unidos, Canadá, Guatemala y Perú y fue professor adjunto durante muchos años en la Universidad de Arizona, en Tucson. En los últimos años ha participado con un grupo selecto de la NASA, en el estudio de análogos de Marte en la Tierra, desarrollando estudios de la geología y la geomorfología de una porción norte del desierto de Atacama, en la región meridional de Perú. Por su prestigio cientifico nacional e internacional se le ha invitado y ha participado como miembro de jurados para el otorgamiento de premios de la mayor relevancia, como el de la Academia Mexicana de Ciencias y el Premio México de Ciencia y Tecnología. La presente entrevista se llevó a cabo el 18 de marzo de 2013, en su cubículo del Instituto de Geología de la UNAM, con la finalidad de conversar sobre su vida, su trabajo de investigación, los nuevos enfoques de la geología y la vinculación entre las formaciones geológicas mexicanas y la diversidad biológica del país.
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“Nos hallamos actualmente en el pico de una revolución científica de las ciencias geológicas, que se llama tectónica de placas. Estamos tratando de entender cómo funciona la Tierra como un sistema global… Vivimos en un planeta dinámico. Ahora sabemos que los continentes se mueven miles y miles de kilómetros sobre la superficie de la Tierra, que le pueden dar la vuelta. ¡Es algo que simplemente no se concebía que pudiera ocurrir! ¡Esa es la gran revolución que estamos viviendo!... La geología mexicana es probablemente la más diversa del mundo. México está formado por pedazos de diferentes continentes que, al juntarse, han ido formando una diversidad extraordinaria.” Fernando Ortega Gutiérrez.
Fernando Ortega Gutiérrez, el investigador de la UNAM que descubrió el subcontinente Oaxaquia, nació en Tamazula, Jalisco, el 3 de septiembre de 1942. Con una sencillez que contrasta con su conocimiento, refiere algunos recuerdos de su infancia y de su juventud: “Mi padre nos enseñó a leer muy pronto y a jugar ajedrez. Acostumbraba llevarnos a sitios en los que tuviéramos contacto con la naturaleza. Él trabajaba para la Dirección Nacional de Caminos, y a nosotros nos fascinaba ver cómo dinamitaban los terrenos para ir construyendo las carreteras. Era Jalisco, en la parte de Tierra Caliente. Mientras él hacía las mediciones, yo me divertía en el cauce de los arroyos, recogiendo cantos de roca multicolores y muy redonditos, que guardaba en mi incipiente colección de rocas. Ahí nació mi vocación como geólogo.” En la adolescencia se trasladó a la Ciudad de México, en donde estudió la secundaria y la preparatoria. En esa época, un incidente lo reafirmó en su vocación: “El padre de un amigo era bodeguero de la antigua Compañía Petrolera El Águila, la principal empresa extranjera en la exploración y explotación de petróleo antes de la expropiación, en 1938. “En las vacaciones nos encantaba explorar el edificio y hallamos una enorme cantidad de muestras de roca y mapas geológicos. A mí me fascinó explorar esa dimensión del conocimiento, y me dije, ‘yo voy a ser geólogo’. “Al terminar la preparatoria me dirigí a la Facultad de Ciencias de la UNAM, porque pensé que allí podría estudiar esa carrera, pero resultó que apenas se estaba creando algo parecido. Me recomendaron ir a la Facultad de Ingeniería, pero yo no quería ser ingeniero geólogo. Y menos cuando enfrenté a un grupo de muchachos más avanzados que me persiguieron al grito de ‘perro’ por toda la facultad.” — ¿Qué le hicieron?
— No me dejé atrapar. Siempre fui muy ligero para correr y escapé. Pero ya no volví, porque al ver el programa de estudios me di cuenta de que no correspondía con lo que yo quería, que era estudiar a la geología como ciencia. Fui entonces a la Facultad de Filosofía y Letras a buscar una carrera que se pareciera más a lo que me interesaba: geografía. La terminé, pero no me titulé. Ahí maduró un poco más mi carácter y regresé a la Facultad de Ingeniería, me inscribí e hice la carrera de ingeniero geólogo. ¡Como entré cuatro años después, ya no me vieron como perro sino como fósil y me salvé de quedar pelón, que era lo que más temía! “Al solicitar mi ingreso a una nueva carrera, me dijeron que la universidad estaba saturada y que tendría que justificar las razones para hacerla. Hice una carta muy personalizada al secretario general de ese tiempo y yo creo que le emocionó, porque me aceptaron. Mis padres, que fueron siempre muy humildes, me dijeron ‘no, ya te dimos una carrera, y no vamos a sostenerte otra, a ver tú cómo le haces’. “El Instituto de Geología ofrecía un programa de becas, pero estaba destinado a estudiantes que ya estaban en los últimos semestres de la carrera. De todas maneras me entrevisté con el examinador, y me dijo: ‘Mire, usted puede presentar el examen, pero dudo que pueda competir, porque está apenas en los primeros semestres, y el examen ha sido preparado para los que ya están en los últimos. Sin embargo, le doy la oportunidad.’ “Ese año otorgaron unas ocho o nueve becas y yo gané una de ellas. Ingresé al Instituto de Geología en 1968, y en 1971 egresé de la Facultad de Ingeniería. Inmediatamente fui a hacer mi doctorado y regresé, ahora sí, como investigador. “Había solicitado inscripción en un doctorado en la Universidad de Oxford (Inglaterra), pero rechazaron mi proyecto. Me frustré un poco, pero tuve la fortuna
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F. Ortega
Los cambios geológicos transforman la biodiversidad y la cultura en el planeta
de ser aceptado en la Universidad de Leeds (Inglaterra). Ahí hice mi doctorado y regresé a México, pues no había abandonado el Instituto de Geología.” — ¿Qué edad tenía cuando regresó? — Como ya había hecho dos carreras, andaba yo en los 30. A los 32 años terminé mi doctorado en Geología. Algunos de mis maestros, tutores y sinodales habían escrito libros clásicos sobre geología estructural y metamorfismo, que era el tema por el que yo opté. “En aquel tiempo, en Inglaterra hacían los exámenes tres personas a puerta cerrada: mi tutor, un examinador interno y otro externo. Y el departamento en el que yo estaba inscrito tenía fama de rechazar a muchos. “Por la mañana habían reprobado a un estudiante de la India, que parecía noble porque usaba turbante. Yo entré con gran nerviosismo, pues no sabía lo que me iba a suceder. El mismo jurado que lo reprobó me iba a examinar a mí. Expuse mi tema, me estaban preguntando sobre algunas cuestiones, y en ese momento, uno de los sinodales, John Ramsay —un geólogo estructural de los más famosos que ha tenido la ciencia—, derramó su taza de café sobre mi tesis. Yo creo que eso lo ablandó, porque se disculpó…
“Al final del examen, me dijo, ‘pues ya vimos su tesis, es un trabajo muy interesante. La petrología que usted hizo es de primera línea, creo que no va a tener problema’. Me dijeron que me iban a aprobar, pero que no publicara la parte estructural porque tenía algunos errores de concepto. Todo lo demás estaba muy bien y ya era yo doctor. ¡Pero creo que esa tacita fue la causante…!” El doctor Ortega empezó el doctorado en octubre de 1971 y se recibió en marzo de 1975. “Pasé por muchas angustias. Me había casado tres meses después de recibirme de ingeniero geólogo. Había conseguido una beca del Consejo Británico y otra del CONACYT. Y con ese apoyo nos fuimos mi esposa y yo a Inglaterra. Tuvimos mucha suerte, porque ella estaba en sus primeros meses de embarazo y había ciertas restricciones en ese país para el ingreso de extranjeros. Conocía poco el idioma y era bastante difícil la comunicación. “Bajo esas circunstancias nació mi primer hijo antes de los siete meses, lo que implicó que estuviera cerca de 50 días en la incubadora, pues pesaba menos de dos kilos. Todo salió bien. Al final de 1974, recibí un ultimátum de las instituciones que me habían becado. Si no me presentaba el 21 de marzo de 1975, me rescindirían el contrato. Así que le pedí a mi esposa que regresara a México, pues debía concluir la tesis y regresar en tres meses.
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— ¿Durante su estancia en Inglaterra, sufrió usted algún problema de discriminación? — Tuve dos incidentes. El primero fue una ocasión en que mi esposa estaba delicada, y había yo salido a hacer las compras en una tiendita que quedaba en un barrio de obreros, en Leeds. Siempre que pasaba por ahí, algunos trabajadores me hostilizaban. “Como aún no entendía muy bien el inglés, no les hacía caso; pero debido a eso, esa vez se enojaron mucho y me echaron encima a un perro furioso. Yo llevaba una bolsa de mandado que tenía un asa metálica; entonces volteé la bolsa y me defendí con el metal y le pegué al perro para alejarlo sin que me hiciera daño. “Desde luego, nunca volví a pasar por ahí. Después entendí lo que me gritaban: ‘pakistani, go home’. Y es que los paquistaníes les estaban quitando el empleo a los obreros británicos. Por eso no querían mucho a los que teníamos la tez morena. “El segundo incidente sucedió en Gales, una provincia del sur de Inglaterra. Habíamos ido a una excursión geológica y nos hospedaron en un hotel. Mi señora estaba por tener a nuestro segundo hijo y yo estaba de viaje en esa excursión. Tenía que estar en comunicación con ella, para ver si algo se le ofrecía. Así que entré a una cabina telefónica y echaba monedas y monedas. Se acercó un grupo como de cuatro muchachitos británicos, muy güeritos. Se desesperaron porque sintieron que yo ya había ocupado demasiado tiempo la caseta; empezaron a golpearla con mucha fuerza y a gritarme que me saliera. Otros estudiantes con los que iba se dieron cuenta y le hablaron al gerente del hotel, quien se encargó de la situación.”
“Se enfrían tan lentamente que se cristalizan. Este tipo de cristales puede verse, por ejemplo, en las cuevas de Naica. Allí hay cristales que miden hasta 12 metros. Pero hay otros en Oaxaca, en donde yo empecé a estudiar, que llegan a tener hasta 40 metros. Son inmensos. Ese es el tipo de roca que a mí me llamó la atención…” — ¿En qué parte de Oaxaca? — Muy cerca de la ciudad de Oaxaca. Mi tesis de doctorado la hice en Acatlán, Puebla. Ahí tuve la fortuna —y creo que por eso valió la pena mi doctorado para los ingleses—, de encontrar un tipo de rocas muy antiguo que se conocía poco en el mundo. Se trataba de rocas metamórficas llamadas eclogitas. Por eso cuando presenté el proyecto de estudiarlas, inmediatamente me dijeron que sí, porque se trataba de una investigación de frontera. — ¿Son opacas o brillantes? — Son verdes, muy brillantes. Al observarlas en el microscopio se ven translúcidas y tienen partes rojas que son granates. Cuando se combina esta piroxena de jade con granate, a la roca se le llama eclogita. Las que yo encontré en Acatlán eran muy antiguas, de hace más de 400 millones de años. Solamente se conocían dos localidades en el mundo con rocas de esa edad y características. Y una de esas estaba justo ahí, en Inglaterra. “Para el departamento de la Universidad de Leeds, donde desarrollaba mis estudios, eso fue importantísimo. De hecho, yo había ido a hacer solo una maestría, no un doctorado, pero me dijeron, ‘a ver, ¿ya
— Pero con los profesores y con los compañeros no le sucedió… — No, en absoluto. Eran personas muy estimables. Uno era de Escocia, otro de Shefield; el hindú que reprobaron estaba conmigo. Éramos como siete estudiantes en un solo cubículo. El lugar tenía su microscopio para ver las rocas. Y no, con ellos todo fue maravilloso; con mis profesores también.
Las rocas cristalinas — Y cuando empezó a hacer investigación aquí en México, ¿en qué trabajó? — Mi vocación fue hacia las rocas que los geólogos llamamos cristalinas. En general, las rocas metamórficas y los granitos se forman al interior de la Tierra, donde están expuestas a altas presiones y temperaturas. 163
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“En la Universidad me dieron una llave maestra que habría todo, las puertas de los laboratorios y la biblioteca, lo que me ayudó a terminar la tesis en el plazo fijado y presentarme en el Instituto de Geología; pero sí fue bastante problemático.”
terminaste la maestría? Entonces prepara un proyecto para ver si vale la pena que sigas adelante’. Les presenté el proyecto sobre el estudio de las eclogitas, y lo aceptaron. La base teórica de mi proyecto, la fotografía y el análisis lo hice en Inglaterra; la parte de campo la desarrollé en México. “Fueron épocas extraordinarias para mí, porque en aquel entonces había pocas carreteras en los lugares por los que yo andaba. Caminaba demasiado. Y pasé por muchas aventuras durante mis recorridos, pues me gustaba andar solo en el campo. Recuerdo que en una ocasión caminaba por uno de los recovecos de los cañones. “Había salido temprano y me hallaba cerca de un arroyo, cuando de pronto, como en las caricaturas, me encontré frente a frente con un grupo armado. Sus integrantes se asombraron y su primera reacción fue huir, porque pensaban que detrás de mí venía todo un ejército. Y yo salí para el otro lado, pensando, ‘híjole, gente armada’. Luego ya nos dimos cuenta de quiénes éramos unos y otros. No la traían conmigo, sino contra el gobierno. Y luego de que ya les conté sobre mi trabajo, se tranquilizaron y hasta me invitaron un cafecito. “En otra ocasión fui a dar a la cárcel de un pueblo. Me había preparado con una carta de recomendación de autoridades militares y civiles, para poder hacer mi trabajo sin problemas. Si me encontraba con un retén, presentaba mi carta y me decían ‘adelante’. “Pero una vez crucé la frontera de un estado inadvertidamente. En la sierra no se da uno cuenta. Crucé el estado de Oaxaca, para el cual tenía yo el salvoconducto. Y ya en Puebla, que me encuentra la policía rural en esos arroyos y me dice ‘qué anda usted haciendo aquí, está invadiendo terrenos. Nos tiene que acompañar para que aclare cuál es su comisión’. “Yo les mostré mi carta y me dijeron ‘pero esto es de Oaxaca y usted está en Puebla’. Entonces me puse a alegar que la Constitución indica que los arroyos son de la Nación. Me fue peor… Me dijeron ‘no, véngase con nosotros’. Me encerraron en la cárcel y me dijeron ‘aquí lo vamos a tener hasta que venga el presidente municipal y un juez, porque le vamos a hacer un juicio. Usted invadió nuestros terrenos y sin permiso aquí no se puede andar. Usted violó una ley’. “Más tarde me llevaron a un salón de clases. Habían improvisado su tribunal en una escuelita. Los policías me cuidaban con sus fusiles para que no me fuera a escapar. Llegaron el juez y el presidente municipal, se subieron a un banquito y sacaron su libro. Yo estaba sentado en un pupitre. Me hicieron todo un juicio. Me preguntaron qué hacía y qué no hacía. Y como yo tomaba mis notas en inglés, no en español, porque era más rápido hacerlo así, no entendían nada de lo que estaba haciendo. “Total que, después de estar mirándome y preguntándome, me dijeron, ‘¿sabe qué? Ya puede usted irse, son 70 pesos de multa’. Para entonces ya era
de noche y yo había dejado el vehículo muy lejos. Me preocupaba cómo regresar. Decidí volver por el mismo arroyo por el que había llegado, rio arriba, hasta que llegué a la carretera en donde estaba mi vehículo.” — ¿Por qué iba usted solo por esos caminos? — No había demasiados recursos para hacer el trabajo de campo. La universidad me daba un vehículo, la gasolina y los viáticos, pero no pagaba un ayudante o alguien que manejara. Pero como le digo, el campo era muy seguro. La gente era muy noble. Yo nunca he tenido dificultades más allá de esos detallitos.
La historia de ‘Allende’ — ¿Y dígame, hay alguna propuesta nueva en torno a la formación de la Tierra? — Qué bueno que me pregunta esto, porque esta imagen que está usted mirando aquí es de la primera roca que se formó en el sistema solar, la más antigua que se conoce. Es ‘Allende’, una meteorita mexicana que cayó en el pueblito del mismo nombre el 8 de febrero de 1969. Se precipitó cerca de Parral, en el Estado de Chihuahua. Sin exageración alguna, su estudio permitió hacer transformaciones fundamentales a la ciencia en relación con el origen de las estrellas y con la formación de los planetas y de la Tierra. “Todo está escrito aquí, en esta roca. Esta es la materia más primitiva que usted pueda tener del sistema solar. Si usted pudiera fundir esta roca a altas temperaturas, podría formar un planeta Tierra en pequeño, porque tiene los elementos exactos que componen nuestro planeta diferenciado en un núcleo metálico, un manto de olivino y la corteza, donde abundan aluminio y calcio. “Al fundirse, todos estos fragmentos generaron la Tierra. Pero claro, el que le muestro es un fragmento de millones y millones de pedacitos como éste, que fueron aprisionándose hasta formar el sistema solar y el planeta Tierra también.” — En qué estado estaban, ¿cómo rocas en el espacio o en estado líquido o gaseoso? — Estos materiales que se ven aquí (las partes blancas de la meteorita), existieron antes de que se formara el Sol. Ya existían en un polvo que flotaba en medio de los gases de una gran nebulosa o nube molecular que se estaba condensando para formar una estrella hacia el centro y planetas en su órbita. Al empezar a colapsar, la nube giró para formar un disco. Y lo primero que precipitó, a muy altas temperaturas, fueron materiales como el hierro, el níquel, el plomo y partículas de calcio y aluminio. “Los fragmentos que forman los planetas son muy irregulares. Primero son minúsculos, micrométricos; después conforman pedacitos de milímetros, de centímetros, como estos que ya se pueden ver a simple
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vista. Más tarde esos fragmentos van chocando unos con otros y generan cuerpos cada vez más grandes, hasta que se crean los planetas. Esto lo explica la Teoría de la Acreción Planetaria1.” — ¿En qué momento se detiene este proceso? ¿Acaso los planetas podrían seguir creciendo indefinidamente? — Se detiene cuando se agota el material circundante y el cuerpo planetario en crecimiento limpia su entorno. El disco tiene una masa central, en donde la mayoría de la materia se colapsa. Entre más materia cae al centro, la masa crece más y más y empieza a calentarse, porque ahí dentro hay mucho material radioactivo que se está desintegrando. “La mayor parte del disco está constituida por hidrógeno. Al generar temperaturas de 10 o 12 millones de grados centígrados, se fusiona este elemento con su semejante, generando la energía que la convierte en estrella con luz propia. El 99% de la masa de todo el sistema solar lo tiene el Sol; el 1% es de los planetas. Esto es, 99 partes están constituidas por hidrógeno y helio y el resto por silicatos y metales, más pesados que los primeros. “Cuando el Sol llega a esa temperatura de millones de grados, se empieza a fundir el hidrógeno, y al fusionarse nace una estrella. Al suceder esto, la estrella hace erupciones enormes, calienta todo su entorno y expulsa el gas y los polvos remanentes del entorno planetario. Hasta el descubrimiento de la meteorita ‘Allende’, no se conocían materiales tan antiguos. Al caer, se produjo un fenómeno espectacular; muy parecido al de Rusia, que rompió los cristales de las casas. “En Chihuahua se precipitaron alrededor de 60 toneladas en la atmósfera alta. Fue un fenómeno luminoso, parecía de día. La gente se despertó como a las dos de la madrugada, porque pensaba que se estaba descarrilando un tren o había explotado dinamita.” — ¿Cayó arriba de alguna casa? — Cayó en pedazos; el más grande pesaba más de 100 kilogramos. — No era tan grande… — No, pero si le cae a una casa le tumba el techo. Los pedazos grandes fueron a parar muy lejos de ahí. Los chiquitos sí se precipitaron en el pueblito de Allende. No estaban calientes, porque estas rocas se queman y se funden en la estratosfera, a decenas de kilómetros arriba. Y cuando ingresan a la atmósfera terrestre los pedazos ya vienen fríos. La Tierra es un planeta que se formó a 150 millones de kilómetros 1 La acreción planetaria es un término que se utiliza para nombrar el crecimiento de un cuerpo por agregación de cuerpos menores. La teoría fue propuesta por el geofísico ruso Otto Schmidt, en 1944. Explica que los planetas se crearon a partir de la acreción de planetesimales que, a su vez, se formaron por acreción de partículas formadas por condensación o sublimación inversa. (Tomado de: es.wikipedia.org/wiki/Acrecimiento).
del Sol, en una zona que llamamos habitable, porque el agua puede estar en estado líquido. “En Marte, por ejemplo, hay muchísima agua, pero está congelada. Y si va usted a Venus, podrá apreciar que tiene mucha más agua que la Tierra, pero al estar más cerca del Sol, ésta se presenta en forma de vapor. Para que la vida se forme se necesita que haya agua en estado líquido; por eso la Tierra es el planeta idóneo para que se produzca, como ocurrió. “Es el único lugar del universo conocido en que tenemos vida. Recientemente han estado buscando vestigios de vida en Marte, con el robot Curiosity, pero vida no la han encontrado más que en la Tierra. “Y toda esa historia está descrita en la meteorita ‘Allende’. Por ella sabemos cómo fueron formándose las estrellas, porque esta roca contiene partículas de 22 o más estrellas que estallaron a lo largo de millones de años, mucho tiempo antes que nuestro Sol, y dejaron su huella en esta roca. Si pudiéramos fechar estas partículas, a lo mejor la meteorita nos contaría la historia de toda la galaxia, no solamente de nuestro sistema solar.” — Esta roca debe ser muy antigua… — Tiene 4,567 millones de años. — ¿Es posible saber la fecha con precisión? — Gracias al uranio que, de hecho, es el metal más pesado que se puede formar en la naturaleza. El uranio dura miles de millones de años; se va desintegrando lentamente, y cuando lo hace, se desintegra a plomo. Se miden las cantidades de uranio y de plomo, y se conoce la tasa a la que se está desintegrando el uranio. Mediante una ecuación muy sencilla se puede calcular la edad. Es tan antigua esta roca que ya prácticamente todo el uranio que tenía se ha convertido en plomo. — ¿Y en dónde se ven las huellas de las estrellas en esta roca?
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— Son nanométricas. Tal vez usted no lo crea, pero a esta meteorita se le pueden extraer miles de millones de diamantes, pero son nanométricos, tan pequeñitos que no espere usted presumirlos en un anillo. Estas partículas de nanodiamantes fueron generadas por los estallidos de las estrellas a una presión inmensa. — Estamos hablando de una piedra que ha sufrido demasiados impactos… — ¡Imagínese! No sé si usted haya leído la Odisea. Bueno, pues esta roca superó con mucho las aventuras del héroe de Homero. Nos cuenta una historia increíble… vamos a decir, la galaxia tiene de edad como 12 mil millones de años. Y el sol tiene 4,600 millones de años. Pero esta roca tiene fragmentos de estrellas todavía más antiguas. Así que actualmente, el material más viejo que se puede encontrar y palpar físicamente en la galaxia es esta meteorita ‘Allende’, mexicana. — ¿De qué tamaño era cuando llegó? — Originalmente entró un fragmento como de 60 toneladas. Al chocar con la atmósfera, la presión lo hizo estallar y se precipitó en miles de pedacitos. El más grande pesaba como 150 kilogramos. “Nosotros tenemos unos pedazos que pueden pesar varios kilos. Se han recuperado cerca de tres toneladas de este material; el resto cayó en forma de polvo, se desintegró. “Yo nunca he estado en Allende, pero un amigo mío al que le gustaba la meteorítica, andaba en todo México buscando estas rocas. Fue a Allende y se trajo unos buenos pedazos. “Pero lo más extraordinario de todo es que cuando se dio este fenómeno, la NASA, que tenía rastreadores, se interesó mucho, calculó bien la trayectoria de la meteorita y envió a México un camión grande, con cámaras y equipo, diciendo que venían a filmar el evento. Se dio permiso a la gente para entrar, llegó a Allende y se llevó casi todo lo que se encontraba de material en ese momento.” — ¿Con qué derecho lo hizo? — Pues con el derecho de que la NASA pertenece a un país muy rico, muy poderoso y tiene mayores conocimientos que nosotros, y porque en ese tiempo no existía ninguna ley al respecto. Ahora sí la hay, pero entonces usted podía sacar rocas y minerales de aquí sin ningún problema. Los mexicanos solo pudimos recuperar alrededor de 200 kilogramos, mientras que ellos se llevaron toneladas. “Pero esos 200 kilogramos se fueron en calidad de préstamo también, porque los solicitó el Museo Smithsonian, en Washington, o Scripps en California, ya no me acuerdo, para estudiarlos. Se le prestó el material con etiqueta de retorno; lo tuvo tres meses, lo estudió y lo devolvió. Pero el material llegó en una
época en que se reestructuró Correos de México y ya no se entregó al Instituto de Geología. “En los años 90, Correos empezó a deshacerse de todo el material que le sobraba. Entonces alguien se fijó en el paquete y dijo, ‘Bueno, ¿y esta caja? Está cerrada, viene de Estados Unidos y pertenece al Instituto de Geología de la UNAM. Pues hay que mandarla para allá’. Entonces yo era jefe del Departamento de Geología del Instituto de Geología de la UNAM, y alguien me avisó que venían a entregar un paquete, pero que no sabían a quién dárselo. Al leer la etiqueta, que decía: ‘Material de Allende’, me dije, ‘¡ah, caray!, un enorme tesoro: los 200 kilogramos de ‘Allende’... “Le di cuenta al director, vino a tomar nota Patrimonio Universitario, inventariaron todo el material y afortunadamente lo recuperamos y lo hemos podido estudiar. Ya han salido varias tesis de doctorado con estudios de ésta y otras meteoritas mexicanas que tienen que ver con el origen de la Tierra.”
El enfoque actual de la geología — Doctor Ortega, ¿qué busca la geología actualmente? ¿Cuáles son las investigaciones de punta…? — La geología es diversa porque se nutre de muchas ciencias: la física, la química, la biología, la astronomía. Cada una de ellas está modificando sus paradigmas, pero yo pienso que nos hallamos actualmente en el pico de una revolución científica de las ciencias geológicas, que se llama tectónica de placas. “Estamos tratando de entender cómo funciona la Tierra como un sistema global. Ya no lo que ocurre en México, en los Ángeles o en los Himalayas, no. Buscamos entender cómo funciona el planeta como un todo. “¿El núcleo está conectado con el manto? Sí. ¿Está generando movimientos el núcleo, que transmite al manto? Sí. ¿El manto está en conexión con estas corrientes que mueven las placas? Sí. ¿Por qué? Porque el núcleo se está enfriando. ¿Por qué se mueven las
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están en Sonora; tienen cerca de 2 mil millones de años. En comparación con los 4,567 millones de años que tiene ‘Allende’ son rocas muy jovencitas.
“Vivimos en un planeta dinámico. Por los años 60’ se suponía que todo era fijo. Se podía seguir a todos los estratos alrededor del mundo. No había revoluciones, todo era un camino gradual; los movimientos eran verticales, no horizontales.
“La inmensa mayoría de nuestro territorio está cubierto por rocas que tienen menos de 120 millones de años. Son carbonatos, rocas sedimentarias y rocas volcánicas que cubren lo que se llama el basamento cristalino, que yo estudio.
“Y ahora sabemos que los continentes se mueven miles y miles de kilómetros sobre la superficie de la Tierra, que le pueden dar la vuelta. Hay un pequeño continente que se desprendió de Europa hace como 400 millones de años, y se fue navegando —como los barcos de Colón; se desprendió del continente y fue moviéndose sobre una placa. Le dio la vuelta a la Tierra, salió por el Pacífico y chocó con Canadá. A eso se le llama movilidad geológica.
“Este basamento es una especie de ventana hacia el pasado. Conforme el terreno se levanta y erosiona, empieza a exponer su raíz, porque se va perdiendo su copete. La raíz emerge, hasta que se ve expuesta cerca de las costas.
“400 millones de años es una cantidad de tiempo gigantesca, pero no para la dimensión del fenómeno, de cómo todo un micro continente le da la vuelta al planeta. ¡Es algo que simplemente no se concebía que pudiera ocurrir! ¡Esa es la gran revolución que estamos viviendo!.”
El gran descubrimiento del subcontinente Oaxaquia — ¿Qué nos puede decir de la diversidad geológica de nuestro país? — Geológicamente, México es un país muy joven. Las rocas más antiguas que se conocen en México
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“En todo el Pacífico Mexicano —desde Chiapas hasta Baja California—, las rocas cristalinas han quedado expuestas, porque el territorio se ha levantado e inclinado hacia el Oriente. Por ello las rocas que habitaban muy abajo emergieron y ahora se pueden ver. “Si usted se va hacia el Oriente, ya no verá estas rocas. Va a ver solo rocas sedimentarias. Yo no estudio mucho las rocas de Sonora porque están muy lejos del Instituto de Geología, donde trabajo, y no son tan bonitas como las de Oaxaca. “Las de Oaxaca tienen mil millones de años y esas sí ya nos hacen entrar en la dimensión de la diversidad. Estas rocas me permitieron elaborar un concepto que me ha distinguido (no quiero ser modesto pero tampoco presumido). Las empecé a estudiar y encontré que no se habían descrito en ninguna parte del país, que eran nuevas para la geología mexicana.
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placas? Porque el manto se está enfriando. Y todo ese calor llega en forma de terremotos, volcanes y movimientos continentales.
“Comencé a encontrarlas en los cañones más profundos del borde oriental, donde no se esperaba que hubiera estas rocas tan antiguas. Aparecieron en estas ventanas que le menciono, en los grandes cañones. “En otros continentes también se les conoce, ya que formaron parte de la cadena montañosa más grande que la Tierra haya tenido jamás, que es el Cinturón Orogénico Grenville. México formó parte sustancial de él hace mil millones de años.” — ¿En qué parte de los cañones están? — En el fondo, pero también en las zonas planas y en los valles. Si usted viaja al estado de Hidalgo, al de Oaxaca o al de Tamaulipas, verá que los cañones de estas entidades se han labrado desde arriba con las rocas más jóvenes. “Los ríos van excavando poco a poco su cauce y esto hace que en el fondo vayan apareciendo rocas cada vez más antiguas. El estudio que yo inicié se basó en reconocer estas rocas al fondo de estos cañones; encontré que desde Tamaulipas hasta Chiapas eran parte de la misma formación. Conforman un micro continente exótico que posee una historia de desplazamientos y colisiones sumamente complejas desde
su formación, hace más de mil millones de años, hasta el presente, cuyo conocimiento era central para hacer la reconstrucción de los antiguos continentes y que no se había tomado aún en cuenta. Escribí un trabajo al respecto y se publicó en una revista internacional de mucha visibilidad. “A este subcontinente descubierto le llamé Oaxaquia, porque los grandes continentes del pasado se llaman, entre otros, Laurencia, Avalonia, Amazonia, etcétera. Entonces me dije, ‘bueno, estas rocas que se empiezan a estudiar se ubican en Oaxaca. Fue así que nombré Oaxaquia a ese elemento geológico continuo que tenía más de mil kilómetros de largo y unos 500 kilómetros de ancho, ya reconstruido.” — Cómo es este bloque tan grande… — Diverso. Incluye todos los colores posibles de las rocas. Le puedo mostrar algunas que proceden de allí. El doctor Ortega me muestra una roca que contiene minerales brillantes, debido a los materiales radioactivos. “Hay quien teme a la radiación que emiten, dice el científico. Claro, si usted duerme meses con esta
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“La roca contiene torio y uranio, y al tenerlo, ya sabemos que se puede fechar en una edad de mil millones de años.” Luego me muestra otra roca, a la que llaman ‘pegmatita de alanita’. Y otra más, formada por piroxenas, que no tiene material radioactivo.” — Esto es un silicato, que se parece mucho a los de la meteorita de ‘Allende’—, me dice. Al final, el doctor Ortega pone en mis manos la famosa meteorita ‘Allende’, y al tomarla me emociona saber que es la roca más antigua del universo que haya caído en nuestro planeta y que por algún azar puedo sentir su peso y su extraña frialdad. Para seguir la historia, el doctor Ortega me explica que estas rocas están expuestas en la superficie de los cañones. “Usted va y las pisa, las colecta, las estudia, se las trae al laboratorio, las ve con el microscopio, les mide la edad, y reconstruye toda una historia de cómo se formaron, a qué profundidades, a qué presiones, a qué composición; si hubo magmas o no, etcétera.” — En general, para la gente común es difícil dar un valor a las rocas. — Se puede valorar una roca si no se la mira como tal. No hay que verla como una piedra que usted puede patear en el piso. La meteorita ‘Allende’ es como un libro, cuyas páginas le permiten viajar al pasado hasta llegar a los 4,567 millones de años. “Porque esta meteorita procede de un asteroide, no se sabe de cuál. Y ese asteroide fue golpeado por otro e hizo una explosión y se lanzaron pedazos que interceptaron la órbita de la Tierra y entonces ahí sigue la historia de separación de ese asteroide. ¿Cuánto tiempo permaneció en el espacio? Lo puede medir con isótopos radioactivos. “La historia más reciente empieza cuando cae en la superficie de la Tierra y se estudia toda esa fenomenología sobre su origen y evolución. Con cada piedra es igual. Se las encuentra en cualquier parte, pero claro, no son como los libros a los que uno está acostumbrado. “En este caso se necesita del microscopio, del martillo en el campo, de instrumentos sofisticados para medir los datos; de la microsonda, que es fundamental. La microsonda es un rayo de electrones que le pega a puntitos muy pequeños, micrométricos, y ese haz de electrones hace que se exciten los átomos de ese mineral. “Al excitarlos, se desprenden electrones secundarios de diferentes niveles de esa estructura atómica. Y de acuerdo con esa energía, uno sabe qué elemento está ahí y en qué proporción. Y eso a nivel de micras. Y puede saberse a qué presión y temperatura se formó cada pedacito.”
— Es como hacer cantar a la roca… — Sería una forma de decirlo.
La geodiversidad — ¿También existe una diversidad en rocas? — Hay una extraordinaria geodiversidad. — Las rocas no lucen homogéneas. ¿Cuántas variedades existirán? — No es comparable con la diversidad biológica, donde debe haber millones y millones de especies. De minerales se conocen cerca de 4 mil diferentes. Y de rocas, pues yo creo que sí se pueden aproximar a las decenas o quizás incluso a las centenas de miles de diferentes rocas. “Esta otra roca que ve aquí, es de la misma familia y tiene la misma edad, solamente que no aflora a la superficie. La tengo en mis manos porque fue arrojada por un volcán que nació a grandes profundidades, en el manto de la Tierra; atravesó toda la estructura de la corteza y levantó pedazos de lo que hay abajo que no está normalmente expuesto. Este tipo de roca complementa la historia que le contaba acerca de las rocas que generaron el subcontinente de Oaxaquia.” — ¿A cuántos kilómetros de profundidad se localizaba esta roca? — Le han hecho ya la medición. Tendría que hacerse un hoyo de 40 kilómetros de profundidad para llegar al lugar donde esta roca se ubicaba. — ¿Y usted cómo pudo saber esto? — Porque los volcanes las arrojan. Esta otra roca que está aquí, estaba en una bomba volcánica. Es de basalto y también la arrojó un volcán. Dentro trae esos fragmentos que forman parte de la corteza más profunda de nuestro territorio. El doctor Ortega me muestra otras rocas de su colección, como una metamórfica, que presenta sus cristales muy grandes debido a las altas temperaturas a las que estuvo expuesta. Otra que tiene un nódulo de manganeso. Es una roca que se forma en las regiones más recónditas del océano. A estas las tienen que dragar con sondas de cruceros. Estas otras rocas tienen mucha importancia porque al alterarse generan el asbesto. — ¿Son porosas? — No, las rocas metamórficas ya no tienen poro. Las sedimentarias sí. Yo no me dedico mucho a las sedimentarias. Este tipo de roca que se ve como aplastada, como que hay un flujo ahí, es generado por la tectónica de placas. ¡Es un cuarzo…! A éste, si lo aplasta, va a generar estas texturas que se llaman gnéisicias (el comentario me hace recordar los cris-
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piedra bajo su almohada, sí le puede generar daños radiológicos a su organismo. Algunas partículas son rojas, debido a la oxidación que causa con el tiempo un mineral negro llamado alanita.
tales de selenita de las Cuevas de Naica, en Chihuahua). Estamos viendo realmente una diversidad muy grande de rocas.
toda esa diversidad biológica al país. En el Mar de Cortés tenemos un océano en formación y una cadena de volcanes.
México, hecho de diversos continentes
— ¿Cómo se formó el Golfo de México?
“La geología mexicana es probablemente la más diversa del mundo. Le voy a decir por qué. Así como ‘Allende’ se formó por pedazos de diferentes estrellas, si seguimos ese símil, México está formado por pedazos de diferentes continentes que, al juntarse, han ido formando una diversidad extraordinaria.
— Yucatán estaba dentro del Golfo de México. Todo lo que es la península de Yucatán, que ahora es continente, ocupaba la porción norte del Golfo de México. Pero Yucatán se movió hacia el sur unos 700 u 800 kilómetros, y en el espacio que dejó se formó el Golfo de México. Esto se debió a la tectónica de placas. Y la tectónica de placas tiene que ver con corrientes de magma que se están generando al interior del planeta.
“Nuestro territorio tiene partes de ese súper continente que se llamaba Laurencia, y antes de Laurencia, de un súper continente que se llamaba Rodinia2. Laurencia después se convirtió en América del Norte. “Tenemos tramos de Amazonia, que es Sudamérica; los tenemos probablemente de Avalonia, y tenemos también partes de diferentes océanos, del Pacífico y del Atlántico. Porciones del Océano Atlántico forman el Golfo de México. “Todos estos bloques, movilizados por la tectónica — esos procesos que se generan al interior de la Tierra y que tienen que ver con calor, con formación de volcanes, etcétera—, se fueron amalgamando y formaron lo que hoy es el territorio nacional a lo largo de 2 mil millones de años. Y yo creo que no hay ningún otro país en el mundo que haya sufrido tantas vicisitudes. En el Golfo de California se está formando en este momento un océano.” — ¿Cómo es eso? — Se está separando toda la península de Baja California. Empezó a abrirse una grieta por el estado de Jalisco, y entre el continente y Baja California quedó el océano, que ahora es el Golfo de California, una estructura oceánica que se abrió en los últimos cuatro millones de años. — ¿Se modificarán las especies biológicas de Isla Tiburón, por ejemplo, o de Baja California? — Lo que causará este fenómeno es un aislamiento de poblaciones. Al estar la península de Baja California junto al continente, los intercambios faunísticos y florísticos se dan con toda libertad. Pero al quedar separados por una barrera oceánica, muchas de esas comunidades quedarán aisladas en Baja California.
“Es como cuando usted pone a hervir algo y se forma una nata. Si se da cuenta, la nata no está fija, se está moviendo; unas capas se enciman sobre otras o se arrugan. “Con el planeta sucede lo mismo. Al hervir el magma en el interior de la Tierra, se generan esas corrientes de convección. Cuando el magma llega a la superficie, rompe la estructura de los continentes y genera los océanos. “Los pedazos de continentes se empiezan a mover por toda la superficie y van generando las placas. Al chocar las placas se producen terremotos como los que tenemos en el sur de México. En Guerrero está chocando una placa oceánica llamada ‘Cocos’ con una placa continental, que es Norteamérica. O bien no chocan, simplemente se separan. “Es lo que ocurre con Baja California, que se estaba separando del continente y siguió su viaje hasta que se trabó. Ahorita está detenida porque chocó con las montañas de San Gabriel, en el norte de Los Ángeles, California, y se está metiendo por debajo de ellas. “Se generan terremotos muy intensos en esa zona, porque Baja California está queriendo zafarse. La placa unas veces se mueve, otras se hunde, y los Ángeles es la ciudad que sufre las consecuencias de todo esto. Recientemente hubo un fuerte terremoto en Mexicali, que también formó parte de la separación de Baja California.”
— Sí, claro. Para que se separe la estructura continental de México y choque con Alaska, que lo hará tarde o temprano, pasarán alrededor de 35 millones de años. Pero esta es la dinámica que le ha dado
El doctor Ortega agrega que al igual que se generan estos océanos y continentes, se están levantando montañas. “De ahí que no me extrañe esta enorme diversidad biológica que tiene México, porque tiene todos los climas, desde los glaciales en las cumbres de los grandes volcanes, como el Popocatépetl, hasta las selvas tropicales; tiene desiertos hiperáridos, llanuras y climas benignos, como el del Distrito Federal. Y toda esa diversidad biológica yo creo que sí es heredada de la diversidad geológica.
2 Rodinia (del ruso родина, ródina, patria) fue un súper continente que existió hace 1,100 millones de años, durante la Era Mesoproterozoica. Reunía gran parte de la tierra emergida del planeta. Empezó a fracturarse hace 800 millones de años debido a movimientos magmáticos en la corteza terrestre, acompañados por una fuerte actividad volcánica. (Tomado de: es.wikipedia.org/wiki/Rodinia).
“La diversidad de nuestras culturas también procede de lo mismo. ¿Por qué somos tan separatistas? Los yucatecos y los chiapanecos han querido su independencia. Probablemente sea porque viven con muchas barreras geográficas o territoriales. Imagí-
— ¿Pero para eso van a pasar muchos años?
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nese en Oaxaca, quién sabe cuántas lenguas se han hablado ahí: decenas de lenguas que se generaron por esos aislamientos topográficos. “Toda esa diversidad social y biológica se corresponde con la diversidad física del paisaje, que procede de la diversidad geológica, de esa historia geológica que proviene de la formación de nuestro territorio.”
Chicxulub — Y regresando un poco al Golfo de México, ¿es cierto que cayó una meteorita gigante allí? — No, no. La idea de que el Golfo de México sea un cráter gigantesco es un mito, una leyenda. — Cuénteme con qué elementos se fue construyendo esa leyenda… — El Golfo de México es redondito. No hay corteza continental, es oceánico. Y entonces se dijo, si hay algo redondo donde no hay continente, lo más seguro es que llegó algún objeto que hizo un hoyo gigantesco. Pero no hay evidencia geológica alguna que apoye esta idea. — ¿A qué se debió la extinción de los dinosaurios…? — A la caída de un asteroide en Chicxulub3, pero el cráter es una manchita muy pequeña, de cerca de 3 La traducción de Chicxulub en lengua maya es “cola del diablo.” (Tomado de: http://es.wikipedia.org/wiki/Cr%C3%A1ter_de_ Chicxulub).
200 km de diámetro, en comparación con el del Golfo, de 1,500 kilómetros. — ¿En dónde se ubica Chicxulub? — Al norte de la península de Yucatán, en Puerto Progreso. Ahí está el centro del cráter, muy cerca de Mérida. Pero es un cráter que no se ve en la superficie, pues se formó hace 66 millones de años, exactamente. Ese cráter después fue sepultado por sedimentos más jóvenes. Quedó a una profundidad de entre uno o dos kilómetros. La única forma de poder reconocerlo ha sido mediante perforaciones, o bien por información de ondas sísmicas y de gravedad. Hoy se sabe que las rocas de este cráter fueron formadas a muy altas presiones y temperaturas, derivadas de fenómenos extraterrestres.”
La controversia de las ciencias geológicas — Existen algunas constantes en las ciencias geológicas. ¿Una de ellas podría ser que existe una movilidad continua en el planeta? — Sí. La historia de la geología ha fluctuado entre el gradualismo y el catastrofismo. Unos opinan que los fenómenos geológicos que ocurren en la Tierra se dan de manera gradual, que no va a haber grandes revoluciones geológicas. Otros consideran que sí hay grandes revoluciones, que los continentes y los océanos se regeneran, que se extinguen las especies de manera masiva derivado de estos grandes impactos.
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“Actualmente sigue la pelea. Qué tanto el registro geológico se debe a esa gradación de los fenómenos, o bien a estas revoluciones geológicas, terrestres o extraterrestres. Chicxulub deriva de una de esas revoluciones extraterrestres, porque provocó una extinción masiva de especies. Todos vivían tranquilos en el mar tropical: arrecifes, peces, corales. “Todo era seguramente más hermoso en esa época que ahora. Y de pronto llega ese cuerpo del espacio, de 10 kilómetros de diámetro, con una energía gigantesca que, con el polvo que levantó, generó una oscuridad total en el planeta durante seis meses o más. “El asteroide se desintegró y produjo una capa micrométrica de polvo que impidió la luz del sol completamente. Con la falta de fotosíntesis se rompió la cadena alimenticia y se extinguieron todas las especies de plantas y animales terrestres más cercanas al sitio del impacto. “En el mar, a más de mil metros, seguramente ni se enteraron de lo que había pasado en la superficie. Pero la mayor parte de las especies vivían en medios más superficiales y se extinguieron. Si en aquel entonces había 20 millones de especies, quedaron nada más 10 millones.” — En seis meses pasó todo eso. — Prácticamente toda la biota del momento murió, pues el calor desprendido por el impacto y el regreso de los fragmentos ígneos a la superficie terrestre
prendió fuego a las plantas de la superficie de todo el planeta. Esto ocurrió hace 65 o 66 millones de años. — Todavía no había seres humanos. — No, nosotros tenemos en el planeta unos 250 mil años, ya como Homo sapiens. A lo mejor me equivoco y algunos antropólogos van a decir, no, pues está equivocado. Igual en ciencia todo es controversia. “¿A partir de cuándo ya podemos considerarnos seres humanos? Hay quien dice que el momento en que existió la especie humana fue cuando los ancestros caminaban erguidos. Y esto ocurrió hace poco más de tres millones de años. Pero creo que es la famosa Lucy4, la más antigua.” — Dicen los chinos que lo único que permanece en el Universo es el cambio. ¿Usted qué opina? — Yo también creo que el cambio es la esencia del Universo. En cuanto las cosas se detienen, mueren.
La humanidad, responsable de la modificación del planeta — La esencia de la vida es la modificación de estructuras. Pero supongo que las rocas tardan más en modificarse. — Sí, la duración de la vida de un ser humano es muy corta, en comparación con la del planeta. Un continente cambia de lugar de manera imperceptible, moviéndose en centímetros cada año. Para avanzar un kilómetro necesita de diez a cien mil años. Usted nunca va a percibir ese movimiento. “Sin embargo, los seres humanos ahorita somos los principales responsables de la modificación del planeta. Estamos extinguiendo decenas, si no centenas de especies al día. Es una especie de crimen contra la naturaleza lo que estamos haciendo. “Dicen que en el Amazonas los ganaderos quieren cultivar caña de azúcar para producir bioenergía. Con esa idea tumban la selva tropical. Y hay algunas especies de árboles gigantescos que, al derrumbarlos, se destruye a todas las especies que vivían en ellos.” — Decía usted que la biodiversidad de México se relaciona con la geología de nuestro territorio, con las diferentes formas como está estructurado nuestro continente, nuestro suelo… — Yo creo que sí, de una manera indirecta. Porque la geología genera montañas, mesetas y llanuras, y éstas promueven los cambios en el clima. Al cambiar el clima, se modifica la diversidad biológica. — ¿Por qué cambia el clima, por la altitud? 4 Lucy es un esqueleto fosilizado de un homínido Australopithecus afarensis, de 3,2 millones de años de antigüedad. Fue descubierto por el estadounidense Donald Johanson el 24 de noviembre de 1974, a 159 km de Adís Abeba, Etiopía. (Tomado de: http://es.wikipedia.org/wiki/Lucy).
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— Sí, se generan barreras. Por ejemplo, los Andes en la región del Atacama5, que es la zona más árida de la Tierra, detuvieron toda la humedad que venía de la Amazonía. Cuando no existían Los Andes había muchísima humedad y no había desierto. Toda la humedad penetraba desde el Atlántico hasta el Pacífico. — De sur a norte… — Y de este a oeste. Al levantarse los Andes6 en el borde Pacífico, la humedad de la zona fue desapareciendo. Los Andes subieron seis o siete kilómetros. Y lo que está hacia el Pacífico ya no recibe nada de humedad. Así se generó el Atacama. “A lo que me refiero es que al cambiar la geología, el clima se modifica. Y al cambiar el clima, se transforma la biodiversidad. Es lo que ha ocurrido también en México. La Sierra Madre del Sur se levantó muy recientemente, en los últimos 20 millones de años, y generó una diversidad tremenda. “Si usted va a Puebla, por ejemplo, verá que el Valle de Tehuacán es semiárido; es un lugar único en el mundo, por su diversidad de cactáceas. Y si viene 5 El Desierto de Atacama se ubica al norte de Chile, en las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta y el norte de la Región de Atacama. 6 La cordillera de los Andes es una cadena de montañas de América del Sur, que atraviesa Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y parte de Venezuela. La altura media alcanza los 4 mil metros, con su punto más alto en el Aconcagua, Argentina, cuyos 6,960.8 msnm transforman a esta montaña en la más alta del planeta, con excepción de los Himalayas. Es la cordillera más grande del continente americano y una de las más importantes del mundo. Constituye una enorme masa montañosa que discurre en dirección sur-norte, contorneando la costa del Océano Pacífico a lo largo de 7,500 km.
del otro lado del Pacífico se encontrará con la jungla. La Sierra Madre de Oaxaca habría que declararla como reserva de la biosfera, porque suceden cosas insólitas ahí, que usted creerá solamente si las ve. Yo he visto helechos —que originalmente pertenecían a zonas tropicales— crecer junto a los pinos, a una altura de más de 2,000 metros. Ha sido tan rápida la subida de esa sierra, que los helechos han tenido que adaptarse al nuevo clima y están creciendo allá. “En México la tectónica está viva. Tenemos elementos que se están levantando verticalmente, creando barreras topográficas, modificando el clima en ciertas porciones de nuestro territorio y aislando poblaciones. “También hemos tenido volcanes capaces de extinguir una jungla por completo. Tal fue el caso del volcán de San Martín7 en Los Tuxtlas, que hizo explosión en Veracruz en 1793. Fue tan grande el fenómeno que se extinguió por completo la selva que existía en ese momento. Y entonces sí era una selva, aún no estaba deforestada. En cien años se recuperó.” — ¿Cuánto tarda en enfriarse el magma que sale a la superficie? — Muy poco. Pero el problema es que sepulta la vegetación en ceniza y la mata. Para que se repongan los árboles y se regenere la fauna asociada se necesitan, en los trópicos, por lo menos cien años. Fue lo que pasó en Los Tuxtlas. Después de cien años ya se había regenerado la selva. Y después, en la década 7 El volcán de San Martín se localiza en el extremo sureste de la Cordillera Neovolcánica, en la Sierra de Los Tuxtlas, a 1,700 m de altura. Hizo una primera erupción en 1664; la erupción más reciente se presentó en 1793. Cubrió sus cuestas de cenizas volcánicas y destruyó toda la vegetación, que posteriormente se regeneró.
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“Con ello se causó el peor desastre ecológico que se conoce en la historia moderna. Creo que fue peor que el de Alaska. Eso ocurrió enfrente de Nueva Orleans. Si empieza esa explotación en México y no se tiene cuidado, se destruirán todos los ecosistemas alrededor, ¡todos! Ahorita usted ya puede ver el principio del fin, si visita algunos lugares donde hay acantilados, como en Los Tuxtlas.
de los años 70, al llegar los ganaderos, se extinguió 80% de esa selva. Y ahí sí, para siempre. — ¿Por qué para siempre? — Porque los ganaderos pelan todo, dejan el suelo expuesto a la erosión. Y lo primero que se va es la capa rica de materia orgánica. De tal manera que lo que va quedando abajo son suelos muy pobres8 y la vegetación ya no vuelve a crecer. — ¿Estos volcanes que hacen erupciones y echan sus cenizas a las zonas naturales, las exterminan provisionalmente, pero después nutren su suelo? — Sí, claro. La naturaleza modifica, pero no destruye del todo; da la oportunidad a las especies para que vuelvan a renacer. Un volcán le da mucho nutriente nuevo a la vegetación. La ceniza es parte del suelo, se empieza a transformar muy rápidamente y al rato está llena de nutrientes. En cambio, al destruir completamente la vegetación nativa, lo que hace el ganadero es destruir a las especies. “A mí me tocó vivir ese fenómeno y tengo al respecto sentimientos muy arraigados de tristeza, coraje y frustración, porque literalmente vi morir a las selvas. “Alguna ocasión vi a un ganadero que no podía tumbar las ceibas. ¿Y sabe qué les hizo? Iba matando una por una. Les hacía una perforación con un taladro grueso hacia la raíz. Y luego les metía una braza ardiendo. Entonces el fuego empezaba a alimentarse de la raíz y a quemar el árbol. Uno no veía que el árbol se estuviera quemando, pero al poco tiempo se secaba. Una vez que se secaba, ya podían derribarlo. Eso es lo que el ser humano hace con la naturaleza. “La diversidad biológica de México está siendo destruida de manera muy acelerada, por la deforestación básicamente. Y la deforestación debida a la ganadería y a la agricultura intensiva. Es una mala manera de tratar a nuestra herencia. Estas generaciones se hacen ricas, pero las siguientes van a recibir un país sin petróleo y sin árboles.” — ¿Cómo ha influido la extracción del petróleo en los cambios geológicos? ¿Existe algún impacto? — No creo que eso afecte mucho. La generación de bióxido de carbono sí afecta al clima. Todo lo que se quema y genera CO2. Pero no creo que la extracción de petróleo del subsuelo influya sobre los fenómenos geológicos. “Sin embargo, está por realizarse la privatización de los energéticos de México y tratarán de echar a andar un recurso que está en el fondo del Golfo de México. Le llaman ‘nuestro tesorito’. Ya ocurrió en el Delta del Mississipi, donde una gran plataforma de la British Petroleum estalló, y no se pudo controlar la fuga. 8 El suelo de estas selvas es muy pobre en comparación con la riqueza de vida que soporta; la mayor parte de los nutrientes se encuentran en los seres vivos y no en el suelo.
“Están las piedras forradas de chapopote, por las fugas que tienen las plataformas de Petróleos Mexicanos. El chapopote no es soluble en agua y empieza a ser llevado a las playas. En las playas se precipita y afecta a las aves, que se quedan pegadas. Llegan los cangrejos y quieren subir por la roca y no pueden, porque se quedan pegados. Hay una mortandad enorme de aves y de cangrejos, todos pegados en el chapopote, muriendo lentamente.” — Es de una crueldad infinita. — Y no les importa. Y eso es ahora, que tenemos una o dos plataformas por ahí… Yo creo que hay que advertir a la sociedad mexicana que se debe hacer una explotación racional de la naturaleza, un desarrollo sustentable —pero real, no demagógico. Proteger realmente nuestros bosques. Antes que el agua, antes que todo eso, el crimen más terrible que estamos cometiendo es destruir a los bosques. “Yo he trabajado en Chiapas, y al subir a las sierras se ve una vegetación muy bonita. Pero al dirigir la vista hacia el Sureste, hacia el volcán de Tacaná, ya no ve uno esa vegetación. Y si usted pregunta a una persona mayor, ésta le dirá: ‘En los años 40 o 50, todo era así como está aquí. Pero han acabado también con los bosques y con esas selvas tan bonitas’. “Lo que pasó con el río Grijalva les dio una gran lección. El Grijalva es un río muy caudaloso que se ha sedimentado debido a la deforestación; y lo ha hecho a un ritmo tal que, cuando una vez pasó por ahí un huracán, las personas no daban crédito a lo que veían, pues ese río llegó a subir hasta 20 metros. “La gente de las comunidades aledañas se preguntaba cómo era posible que eso hubiera ocurrido. Lo que sucedió es que el río venía cargado de sedimento, y ya no pudo fluir por su propio cauce porque se llenó de lodo y de piedras. El cauce se inundó, tapado por el sedimento, y empezó a desbordarse.” La conclusión de esta conversación es dramática, si consideramos los próximos efectos, no tan lejanos, que traerá consigo la conducta humana en torno a la biodiversidad. Mantenernos como especie requerirá de un esfuerzo sobrehumano de las civilizaciones actuales. Un esfuerzo que solo puede tener como base el conocimiento científico y la conciencia como sociedad de lo que estamos provocando. Ahora sí que no le estamos dando a nuestro planeta la posibilidad de mantener el equilibrio, y con ello, de favorecer la vida y sostenerla tal como la hemos conocido.
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Julia Carabias Lillo La maestra en Ciencias Julia Carabias Lillo es egresada de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en donde aún es profesora de carrera, realiza investigación, imparte cursos y dirige tesis. Esto mismo lo ha hecho en otras instituciones de investigación y educación superior, en los temas de ecología, manejo de recursos, restauración ecológica, y conservación y gestión ambiental. Su trabajo de investigación se ha centrado en diversos temas ambientales; en particular, en la regeneración de selvas tropicales, la restauración ambiental, el manejo de recursos naturales, la ecología y los sistemas productivos, el cambio global, la pobreza y el medio ambiente y la política ambiental. Sobre esta base, ha producido numerosos artículos científicos y ha sido coautora de varios libros, entre los que destacan: Ecología y autosuficiencia alimentaria; La producción rural en México: alternativas ecológicas; For Earth’s Sake; Manejo de recursos naturales y pobreza rural; Agua, medio ambiente y sociedad: hacia la gestión integral de los recursos hídricos en México; Patrimonio Natural de México. Cien casos de éxito; Usumacinta: bases para una política de ordenamiento; Cambio climático: causas, efectos y soluciones, entre otros. Presidió el Instituto Nacional de Ecología (INE) en 1994 y fue titular de la Secretaria de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca de 1994 a 2000, posterior a lo cual se reincorporó a sus actividades académicas en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Fue miembro de la Comisión sobre los Países en Desarrollo y el Cambio Global, presidenta del Panel Técnico Científico del Fondo Mundial Ambiental (GEF), miembro del Panel de alto nivel del secretario de las Naciones Unidas sobre la Sustentabilidad Global y miembro del Panel de Expertos (MEP) de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES). Forma parte de varios consejos directivos y académicos de organismos nacionales e internacionales. Actualmente participa en el Consejo Directivo de Natura y Ecosistemas Mexicanos, A. C., institución que lleva a cabo el Programa de Conservación y Manejo de Recursos Naturales en la Selva Lacandona, Chiapas. La maestra Carabias preside también el Centro Interdisciplinario de Biodiversidad y Ambiente (CEIBA). En el año 2000 recibió el Premio Getty, otorgado por la Word Wildlife Fund. En 2004 recibió en Osaka, Japón, el Premio Internacional Cosmos 2004, por sus investigaciones y logros en materia ambiental. Este premio tuvo una asignación de 3.8 millones de pesos, que ella donó para realizar actividades de capacitación sobre conservación de la biodiversidad en la región de la Selva Lacandona. En 2005, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) le otorgó el Premio Campeones de la Tierra. Al año siguiente, The Nature Conservancy le entregó el Premio Héroes de la Conservación 2006. En 2009, la UNAM asignó el Premio Gustavo Baz Prada al grupo de estudiantes que ella dirigió y que realizaron su servicio social en el “Programa de conservación, manejo y restauración de los ecosistemas naturales de los ejidos de la cuenca del Río Lacantún, colindante con la Reserva de la Biosfera Montes Azules.” En 2011, la Universidad de Guadalajara le confirió el reconocimiento “Naturaleza, Territorio y Sociedad: Alexander von Humboldt.” En 2013, la Universidad Autónoma de Nuevo León le otorgó el Doctorado Honoris Causa. La entrevista que se presenta a continuación fue realizada el miércoles 24 de abril de 2013, en las oficinas de Natura.
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“El desarrollo debe ser sustentable o no lo será. Y sus ejes centrales deberán ser la superación de la pobreza, la disminución de las desigualdades sociales, una economía incluyente, el cambio en los patrones de consumo y una producción sustentable. Y hacer todo esto con los límites que nos da el capital natural, que en el caso de los países megadiversos es de gran potencial para ese desarrollo.” Julia Carabias Lillo.
Resulta paradójico que la Guerra Civil Española1, al tiempo que constituyó una tragedia para los ciudadanos de ese país, cuyas heridas difícilmente se han cerrado, para México representó la posibilidad de vivir un periodo muy significativo de su vida cultural e intelectual del siglo XX.
— ¿Se vino toda la familia?
Eso fue posible gracias a la acogida que el presidente Lázaro Cárdenas dio a los grandes intelectuales españoles exiliados, que traían consigo la idea de que la modernidad debía constituirse mediante una cultura sin fronteras. El México de los años cuarenta y cincuenta contaba con pocos recursos y la población del Distrito Federal no rebasaba los cinco millones de habitantes.
— Mi madre de Castilla y mi padre de Bilbao, él era vasco.
En este contexto histórico, al finalizar la guerra, la familia paterna de la maestra Julia Carabias se dirigió a México. “De hecho, dice ella, no venían directamente para acá. Mi abuelo Julio había sido gobernador del Banco de España durante la República y Chile lo había invitado para montar en ese país una institución tan exitosa como la española. En su paso hacia el sur, mi abuelo y sus hijos se detuvieron aquí. Pero mi papá y mi tío Julio decidieron quedarse cuando bajaron en el Puerto de Veracruz.” Así que los abuelos continuaron su travesía a Chile. “Mi padre aún estaba soltero.” Por su parte, la que después sería la madre de la maestra Carabias vino con su padre, un hermano y dos hermanas. “El tío Pepe murió muy pronto, y poco después murió mi abuelo materno; ambos vinieron resentidos en su salud por la guerra. Quedaron las hermanas aquí. “La familia Carabias se fue para Chile, donde tuvieron muchos hijos, hermanos y primos. En México nuestra familia es muy chiquita, aunque muy numerosa en España. Aquí se arraigó mi familia. Por lo que a mí toca, nunca quise tener una doble nacionalidad. Nací en México y soy mexicana.” 1 Tuvo lugar del 17 de julio de 1936 al 1 de abril de 1939.
— Sí, con excepción de una hermana de mi madre, que se quedó porque estaba casada con un franquista. — ¿De qué región eran?
— ¿De allá es el apellido? — Yo creo que no, el apellido ‘Carabias’ no es vasco. Mi padre y su familia vivieron allá y sí se identificaban siempre como vascos, pero buscándole un poco al apellido Carabias, se ubicaría más hacia la zona de Castilla. Mi padre y mi madre se encontraron aquí, en México, en uno de estos azares del destino, a pesar de que ellos vivían en España en edificios contiguos, pero allá no se conocieron. — ¿Nació usted aquí? — Sí, nací en el Distrito Federal, el 14 de agosto de 1954. Tengo dos hermanos, Carmen y Ramón. Él vive en Acapulco desde hace quizás 46 años. Y mi hermana vive en la Ciudad de México. “Tengo una hija, Laura, que creo que es lo mejor que he hecho en la vida. Y esa es un poco la breve historia de quiénes somos en mi familia. Mis padres nunca tuvieron abundancia, pero siempre nos dieron todo lo necesario para tener una buena educación. “Yo me formé en la Academia Hispano-Mexicana, que fue una de las escuelas que fundaron los refugiados españoles. Y durante mi infancia siempre estuve rodeada de toda la influencia de la República Española. “Las historias que escuché durante mi niñez y adolescencia sobre la guerra y las injusticias del franquismo hicieron mella en mí, lo que hizo que siempre estuviera en la búsqueda de la justicia social.
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Tenemos instituciones y conocimiento; falta rapidez en la respuesta de gobierno y sociedad
me di cuenta de que estaba pisando terrenos de los cuales no estaba en capacidades de entender; tenía 16 años. Yo lo estaba haciendo más por una acción de solidaridad que por una cuestión de conciencia política. Entonces me retiré. “Eran esos meses de vacaciones entre la Prepa y la UNAM. Como deseaba estudiar medicina, fui a la UNAM, para ver si podía asistir a algunas clases. Yo vivía en la Colonia Juárez.” — ¿Estaba lejos, no? — Sí, pero en esa época nada era demasiado lejos. Tomaba el autobús en Insurgentes y me bajaba en Insurgentes, de esquina a esquina. Era muy fácil y no había tanto tráfico. Llegué a la Universidad, y me acuerdo perfectamente que crucé Rectoría, las islas, y al llegar a la fuente del Prometeo me encontré con unos muchachos, a los cuales les pregunté cuál era la Facultad de Medicina. A su vez, ellos me preguntaron que para qué iba a Medicina. Les dije que a ver cómo era para meterme a estudiar. Me dijeron que no tenía nada que hacer en Medicina, que en Biología estaba mi futuro. Empezaron a platicar conmigo y me llevaron a su clase.
“Como republicanos, mis padres siempre me inculcaron esos principios; me crié en el ambiente de los hijos de los refugiados españoles, del Club Mundet, del Centro Vasco, que era donde pasaba los fines de semana. Y por todos lados veía yo las caras de los hijos de españoles. “Hice la preparatoria también en la Academia HispanoMexicana, en donde me empecé a involucrar con amigos que después resultaron ser personas destacadas y activistas de la Facultad de Economía. En esa escuela tuvimos un profesor de Ética, Armando Bartra, que marcó muy fuerte mi orientación política. Llegaba a la clase y decía, ‘el que quiera escuchar algo, acérquese, y el que no, por favor váyase para atrás. Nada más no haga ruido, para que nos permita hablar’.
“Hoy son buenos amigos. Uno de ellos era profesor, Jorge Hernández; otro era alumno, Germán González. Al terminar la clase, nos fuimos a la cafetería de Ciencias, que era famosa en esa época y me encantó el ambiente. “De ahí nos fuimos a la Asamblea General, que iniciaba en ese momento, en donde se discutía si la Facultad de Ciencias apoyaba la huelga del Sindicato de Trabajadores y Empleados de la UNAM (STEUNAM). Entonces estaba Evaristo Pérez Arreola, el astrónomo Manuel Peimbert Sierra, Gilberto Guevara Niebla, Salvador Martínez della Rocca, el ‘Pino’, Rafael Pérez Pascual y muchos otros que ya no recuerdo. “Y yo dije, ‘de aquí soy’. Y me quedé. Finalmente metí mis papeles para estudiar Biología. Y me involucré en una cuestión que inmediatamente me hizo sentir este enorme contraste de cómo venía yo, de
“Así se hizo un pequeño grupo de estudiantes interesados en entender más de México y, por supuesto, estudiamos parte de El Capital, lo que podíamos entender a esas edades, claro. El director de la academia Hispano-Mexicana era un refugiado español que también tenía muchos valores en relación con la justicia social. “Poco después nos vinculamos con un grupo de activistas de una colonia popular, para ir a alfabetizar. Ayudamos a construir una escuela en la Colonia Santo Domingo, que resultó ser de paracaidistas, pero hubo un problema con la policía. La verdad, yo en esa época no entendía bien en dónde estaba metida. Simplemente supe que fueron a recoger a gente que estaba por allí; yo me escondí en una pipa de agua por varias horas, y decidí ya no involucrarme, porque 182
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una formación tan de burbuja, en el contexto del exilio español, con una formación cultural e intelectual muy fuerte, de mis padres, de la escuela y de todos los que me rodearon, pero con un desconocimiento enorme de México. Había viajado y vivido muy poco mi país.” La maestra Carabias recuerda claramente a su primer profesor, el físico Julio Rubio, el día en que pasó lista: “Comenzó a mencionar nuestros nombres, María del Carmen, María del Pilar, María del Socorro, etcétera… Y cuando llegó a mi nombre dijo, ‘se acabaron las marías. Desde hoy les voy a llamar por su segundo nombre’. Así me empezaron a conocer en la Universidad. Y así es como me convertí en Julia.” — ¿Se llama María Julia Carabias Llillo? — Me llamo María Julia, pero principalmente me decían Mary. Así me llamó siempre mi madre. Cuando voy en la calle y de repente alguien me grita ‘Mary’, sé exactamente que estoy hablando con alguien que viene de la prepa para atrás, aunque no lo recuerde. Si alguien llama por teléfono y deja un recado para María Julia, sé que quien llamó forma parte de mi pasado o de mi familia. “Empecé a vincularme con este grupo de profesores y estudiantes de la UNAM que estaban muy activos en la construcción de una universidad más democrática y del sindicalismo. Y desde entonces empecé a participar con ellos como estudiante, en lo que después se llamó el Consejo Sindical de la Universidad. “Andaba siempre en esa dualidad: estudiando muy fuerte y participando en actividades políticas. Me salí pronto de mi casa, interrumpí un año mis estudios y me fui a Inglaterra; a mi regreso me reintegré a la UNAM y viví en Copilco, al lado de la Universidad. Comencé a dar clases de inglés y luego de biología en la Academia Hispano-Mexicana, donde había estudiado. Ya desapareció esa escuela; primero estaba en Paseo de la Reforma y después en Polanco.
“No aguanté mucho porque, lamentablemente, rompiendo toda su tradición de rectitud, ya con otra directiva, me pidieron modificar unas actas para pasar a algunos reprobados que pagaban bien las colegiaturas; no acepté y renuncié. Pronto pude hacerme de una beca de la UNAM, como estudiante, y dar unas horas de clase como ayudante de profesor; y con eso me mantenía. Estudiaba por las mañanas y militaba mucho con este grupo de profesores, compañeros de la carrera. “Estaba en mis primeros semestres, pero empecé a tomar también las materias de los últimos semestres. En esa época formamos un grupo de Ecología, y comencé a estudiar textos que no se estaban dando en la carrera, pero a los que habíamos tenido acceso por muchos lados. Se vendían en la librería ‘El Ágora’. Estudiábamos los temas de la Ecología, y nos dábamos cuenta de la vinculación tan intensa que había entre el desarrollo de la sociedad y el impacto ecológico. “El doctor Arturo Gómez-Pompa fue uno de los maestros importantes que marcaron parte de estas rutas en mí, porque fue también la época en que la Selva del Uxpanapa estaba en proceso de destrucción, por el intento de construir la presa Cerro de Oro….” — Habló sobre ese tema el doctor Gómez-Pompa. Usted estuvo allá entonces… — Yo participé como estudiante. Él era profesor y un día fue a la Facultad a darnos una plática; nos involucramos con él, y organizamos la primera manifestación en México sobre un tema ambiental. “Eso me fue marcando una ruta en una muy temprana edad de mi formación académica. Fue así como, trabajando en esta línea ecológica, participé cada vez más intensamente con un sector de la izquierda mexicana que se ocupaba de construir el sindicato de la UNAM, y posteriormente los de otras universidades.
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“Más tarde, participé en una corriente política que se llamó Movimiento de Acción Popular (MAP), que posteriormente se sumó con el Partido Comunista Mexicano (PCM) para formar el PSUM (Partido Socialista Unificado de México) y empezamos a participar en el proceso electoral con el candidato Arnoldo Martínez Verdugo (en su momento del PSUM). “Y con el grupo de amistades que habíamos hecho, de académicos, logramos plasmar un primer documento que se llamó ‘Hacia una ecología política’, en el que participaron Víctor Toledo, Carlos Toledo, Javier Caballero y varios compañeros de la facultad. “En este grupo nos dimos a la tarea de plantear una plataforma de ecología política para el PSUM. La presentamos en 1982, durante un acto político del candidato, y éste la llevó a lo largo de toda su campaña. “Curiosamente, en dicho acto político fuimos interrumpidos por un pequeño grupo de gente extraña, que llegó vestida de blanco, gritándonos que éramos comunistas, ‘comeniños’, desestabilizadores de la Patria, etcétera. Iba al frente un señor muy alto, que después resultó ser el fundador del Partido Verde Ecologista de México, Jorge González Torres. Tuvimos ahí nuestra primera fuerte diferencia, que nunca jamás se dirimió, por supuesto. “A partir de ahí, creo que la influencia de ese proceso fue muy importante durante los siguientes meses. Incluso el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que hasta ese momento no había realizado ninguna consulta particular sobre los temas de ecología, decidió hacerlo. “Y en esa consulta, Alicia Bárcenas presentó un planteamiento que había trabajado con el doctor Arturo Gómez-Pompa, y como respuesta se creó la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE). Yo creo que fue un momento muy importante para la ecología.” — Es impresionante el doctor Gómez-Pompa, ha participado en la creación de muchísimas instituciones… — Se fueron sumando cuestiones muy importantes. Por ejemplo, la base social que fuimos construyendo, en la que militamos, que fuimos metiendo en la agenda nacional por la vía de estar en el activismo. Porque se necesitaba no solamente la parte creativa de ver por dónde, sino la parte activa que pudiera presionar con estas ideas. El doctor Gómez-Pompa supo aprovechar muy bien esta coyuntura para lograr esta primera institución de la SEDUE. “Yo seguía trabajando en los Tuxtlas, Veracruz, con Sergio Guevara Sada, haciendo investigación básica: la fenología de las especies primarias de la Selva Alta Perennifolia, para entender, con los estudios de otros compañeros del equipo, la regeneración de las selvas. “Era un equipo de trabajo de lo más rico, interesante y solidario. Fue muy gratificante trabajar esos años con Sergio Guevara.
“Pero a mí se me estaba generando una permanente dualidad: formarme en Ecología, lo que era fundamental, porque eran los años en los que era muy importante consolidar mi formación académica, y dar salida a una inquietud muy profunda que tenía por participar en la vida social y política de nuestro país. “De hecho, me convertí en delegada sindical en ese tiempo. Trabajaba los sábados y domingos en el PSUM, en donde también fui miembro del Consejo. Andaba siempre con esas dos actividades. Mi vida profesional era muy intensa; disfrutaba mucho hacer trabajo de campo y echarle toda la fuerza a las selvas, para que no se siguieran destruyendo. En particular, vi la destrucción de Los Tuxtlas. Y mantenía paralelamente la militancia, la búsqueda de la democracia y la justicia social.”
La Montaña de Guerrero Desde hace 20 años que conozco a la maestra Carabias, no ha habido un solo día en que la vea descansar un poco. Algo la ha impulsado siempre a la actividad y el compromiso. De hecho, en la época en que trabajé para su equipo en la SEMARNAP, una noche soñé que ella y yo caminábamos rápidamente por una especie de zona selvática. De pronto, al pasar un recodo de vegetación, nos vimos frente a frente con un árbol enorme y frondoso, no sé de qué especie, pero este árbol estaba pleno de guacamayas multicolores, que volaban un poco, separándose de su árbol, y regresaban a refugiarse en él. Esa fue
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Esa enorme presión que ella se pone por resolver los problemas ambientales del país forma parte de su personalidad, de su historia y de sus convicciones. Cuando años atrás el Partido Comunista ganó por primera vez en la historia las elecciones de un municipio, el de Alcaozauca, en la Montaña de Guerrero, su líder, Othón Salazar —luchador social y fundador del Movimiento Revolucionario del Magisterio en la década de los cincuenta— y Rolando Cordera, entonces diputado federal, le pidieron a la maestra Carabias que les ayudara a resolver el problema de pobreza extrema que allí vivían, pues Othón era oriundo de ese municipio. “Yo le dije al maestro Othón —dice ella— que no sabía nada sobre cómo hacerlo, pero que me sumaba a su deseo. Imposible negarme a este admirado líder. Convoqué a algunos de los amigos con los que se había planteado el tema de la ecología política en el PSUM (que había presentado públicamente Arnoldo Martínez Verdugo, y después, ya como libro, Miguel Ángel Granados Chapa y Eraclio Zepeda). “Estamos hablando prácticamente de meses, porque todo esto se fue dando muy rápido. Aceptaron Carlos Toledo, Javier Caballero, José Arellano, Cristina Mapes y Silvia Purata, y nos fuimos todos a la Montaña de Guerrero en la combi de Javier.” — ¿De ahí salió el Programa de Aprovechamiento Integral de Recursos Naturales (PAIR-UNAM)? — Ahí fue cuando nació el PAIR, poquitos meses después. Arrancamos con este pequeño grupo, y aunque
nuestro conocimiento era muy escaso, vimos que había un gran potencial para construir algunos proyectos con la gente de ese municipio, relacionados con la agricultura, con el manejo de las plantas comestibles, la reforestación y la búsqueda de usos alternativos de los recursos naturales para poder mejorar sus condiciones de vida. “Al poco tiempo, ese pequeño proyecto empezó a crecer. El Gobierno del Estado lo detectó y nos pidió que hiciéramos un conjunto de propuestas productivas, porque él estaba dispuesto a invertir en las comunidades a partir de ahí. Esto permitió que el grupo creciera y se sumaran muchos otros estudiantes y profesores.” — Empezaron a funcionar bien las cosas… — Sí, con las limitantes de lo que significa el trabajo con las comunidades, pero empezamos a arraigarnos. Esto empezó por 1984. “Cuatro años más tarde, estando Gustavo Gordillo en la Subsecretaría de Agricultura, nos propuso reproducir la experiencia de la Montaña de Guerrero en otras tres regiones ecológicas del país, cuyos componentes incluyeran a indígenas en pobreza extrema, con recursos naturales importantes. “Escogimos regiones ecológicas contrastantes: para el desierto, San Juan de Guadalupe y Simón Bolívar, en Durango; para la zona templada, la Meseta Purhépecha, en Michoacán; para la selva tropical húmeda, Tuxtepec, Oaxaca, particularmente Usila; y continuamos en la Montaña de Guerrero. “En estas cuatro zonas ecológicas multiplicamos los equipos de trabajo. Para entonces yo ya estaba coordinando, junto con Enrique Provencio y con Car-
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una imagen extraordinaria y recuerdo haberle pedido que se quedara ella a contemplar un minuto ese espectáculo, pero me decía: ‘Vamos, vamos, no hay tiempo; se hace tarde’.
los Toledo, a poco más de cien personas entre las cuatro regiones. “Formábamos estudiantes y profesionistas que trabajaban directamente en campo a partir de su propia experiencia y del conocimiento que estábamos obteniendo. “De esta manera encontré la posibilidad de aplicar mis estudios profesionales de Ecología para mejorar las condiciones de vida de la gente. Y justamente en el tiempo en que estábamos haciendo estos trabajos, se acuñó el concepto del desarrollo sustentable. “Por muchos años dejé de ir a la Montaña de Guerrero. Fue apenas el año pasado que volví para despedir y dispersar las cenizas de nuestra compañera Mary Carmen Rojas, esposa de Carlos Toledo. Se removieron recuerdos y sentimientos, entre la tristeza del adiós y el gusto por ver a personas muy queridas que forman parte de mi vida profesional temprana.” — ¿Tuvieron el apoyo de la SEDUE? — No de la SEDUE. Camacho nunca nos quiso apoyar. De hecho nos quiso quitar el premio que habíamos ganado cuando trabajábamos en este proyecto que te comento. La SEDUE había organizado por primera vez el Premio al Mérito Ecológico, nosotros lo ganamos y se ‘grilló’ mucho para que no nos lo dieran. Pero finalmente, el presidente De la Madrid nos lo otorgó. — ¿Por qué no querría otorgárselos Camacho? — A saber, hubo muchas historias con él. Era una persona de poco entendimiento en el tema ambiental y de mucho enfrentamiento; en esa época parece que no le gustaban los de la izquierda. Para 1992, el PAIR ya se había consolidado y continuábamos formando cuadros. “En ese momento, Luis Donaldo Colosio identificó al grupo y se enteró del trabajo que estábamos desarrollando en la Montaña de Guerrero. La SEDUE se había convertido en SEDESOL y se acababan de formar el Instituto Nacional de Ecología (INE) y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA). “Durante una de las giras de Salinas de Gortari, Colosio nos pidió explicar al Presidente lo que estábamos haciendo en la Montaña de Guerrero. Al presidente Salinas le gustó. Y entonces dimos un brinco en las actividades. Pero fue por poco tiempo, porque fue en 1994 cuando me invitaron Luis Donaldo Colosio y Carlos Rojas a formar parte del equipo del INE. “Al principio no acepté. Entonces invitaron al doctor Narro, quien fue presidente del INE por un par de meses. “Cuando en enero el doctor Narro se fue a una de las subsecretarías de Gobernación, me volvieron a insistir, en una situación cuya coyuntura me permitió reflexio-
nar. Estaba yo en el hospital, acababa de ser operada y no me quedaba otra más que descansar y pensar. Para entonces ya habíamos hecho algunas propuestas a Colosio, quien era candidato a la Presidencia, sobre cómo se debía fortalecer la política ambiental. “Habíamos trabajado Antonio Azuela de la Cueva, Enrique Provencio, Fernando Tudela, Jorge Soberón Mainero, Gabriel Quadri y yo en una propuesta de arreglo institucional que pudiera integrar los distintos elementos de la ecología con la producción, porque argumentábamos que no había forma de incidir realmente en las actividades productivas que estaban vinculadas con los recursos naturales: el agua, la pesca, lo forestal, la flora, la fauna, debido a que se regían bajo una lógica productivista, sin ningún criterio ambiental. Y a que, por otra parte, la SEDUE se había limitado a los temas de ordenamientos ecológicos, áreas protegidas y restauración, pero sin ningún vínculo con la parte productiva. “Estábamos haciendo ese planteamiento ante Luis Donaldo Colosio, cuando vino el desafortunado episodio que todos conocemos de su asesinato. Para ese momento, yo había aceptado la presidencia del INE. Y al no haber ninguna perspectiva de que nuestras ideas pudieran continuar, decidimos concentrarnos en demostrar que la política ambiental y la ley ambiental valían lo mismo que todas las demás. “Realizamos varias acciones contundentes en ese momento. Con la PROFEPA, logramos detener varios ilícitos, vinculados sobre todo con el sector turístico. A partir de entonces, los gobernadores empezaron a hablar por teléfono al INE para ver cómo podían hacer las cosas sin que se produjera un conflicto con lo ambiental. Desarrollamos también muchos decretos de Áreas Naturales Protegidas (ANP) para posicionar y fortalecer el tema de la conservación del patrimonio natural.”
La visión de las áreas naturales protegidas — ¿Cuál era su visión en relación con las ANP? — Hicimos varios decretos, pero la verdad es que solo quedaban 10 meses de ejercicio en el INE y no teníamos aún una visión sobre las ANP. “Pudimos hacer decretos, pero no un manejo adecuado. Fue así como el 30 de noviembre, el presidente electo, Ernesto Zedillo, me invitó a formar parte del Gabinete, para encargarme de esa institución que le habíamos propuesto a Colosio. Para mí fue una enorme sorpresa, no lo esperaba para nada…” — ¿Y cómo sabía él lo que le estaban ustedes proponiendo a Colosio? — Porque él había sido el coordinador de campaña de Colosio. Y éste le había pedido muchas veces que nos atendiera, pero yo nunca quise vincularme con el PRI. Teníamos una relación directa con Colosio, nunca con el partido.
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“Lo que yo traté de hacer durante los primeros meses fue no solamente conocer a todos los sectores y al personal que trabajaba en la Secretaría, que era numeroso, sino ir organizando las prioridades, desde un inicio, en esta ruta hacia la sustentabilidad ambiental del desarrollo.
“Cuando el presidente electo Zedillo tomó la decisión de formar esa institución, me invitó para que fuese yo la responsable de su creación. Al ir a verlo, yo pensaba que me preguntaría sobre qué posibles personas podrían sucederme en el INE, o que podría pedirme algunas líneas para su discurso de toma de posesión.
“Realizamos las primeras reuniones de ‘staff’. Fue en esos primeros meses que recibimos de la Secretaría de Agricultura una parte de las ANP que todavía estaban allá.
“Iba preparada con tarjetas, pero nunca me imaginé esa propuesta. Y no le pude contestar, porque para mí esa opción no estaba en el escenario. Le pedí unas horas. Me dijo que ya no las había. Creo que fue el 29 de noviembre, porque noviembre tiene 30 días. Yo no podía tomar una decisión así. Me dijo que le respondiera a la mañana siguiente. Así lo hice. Platiqué con Pepe Woldenberg, quien era mi esposo, y con mi hija; aunque ella no entendía muy bien el asunto, era muy pequeña, también quise hacerla copartícipe. Finalmente acepté y tomé posesión como secretaria de Pesca, que fue la Secretaría a la que se sumaron los sectores ambientales. Para el 28 de diciembre de 1994 ya estaba constituida la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (SEMARNAP).
“Nombré a Javier de la Maza para que atendiera las ANP y la vida silvestre, pero muy pronto me hizo el planteamiento de que era absolutamente imposible ocuparse de estos importantes temas con una dirección de bajo perfil y sin recursos económicos ni humanos. “Hicimos un nuevo planteamiento y propusimos la creación de la Unidad Coordinadora de Áreas Naturales Protegidas, para darle un mayor empuje al tema, y separamos en una dirección, a cargo de Felipe Ramírez, los temas de vida silvestre. “Después, a finales del sexenio, creamos la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP). En este trayecto, nos planteamos que estas áreas debían ser los espacios en donde se conservara la biodiversidad y en donde pudieran continuar los procesos biológicos y evolutivos. “Asimismo, buscamos que los dueños de estas superficies pudieran beneficiarse y detonar un desarrollo regional sustentable a partir de estos espacios. “Por tanto, debían gestarse procesos ordenadores en la forma de uso de las áreas naturales protegidas. Y articulamos a todas las áreas de la institución para apoyar este objetivo: las áreas forestales tenían que promover que los dueños de las ANP pudieran tener ingresos de aprovechamiento de sus recursos forestales, y que todos los procesos fueran sustentables. Y así, todas las demás.” — ¿Tomaron el modelo de lo que hizo el doctor Halffter en La Michilía? — Lo tomamos porque, además, Javier de la Maza, que es quien inició esta Unidad, había sido colega de Gonzalo Halffter. Las reservas de la biosfera fueron asimiladas por México y él las fue empujando desde su historia del pasado. “Ya te platicará él con más detalle en la entrevista que le vas a hacer próximamente. Armamos las áreas como la de La Michilía, pero con la diferencia de que la Michilía fue detonada fundamentalmente por un esfuerzo académico, en vinculación con el Instituto de Ecología, y en menor medida con las comunidades. Pero el concepto en general fue perfectamente aplicable para Manantlán, Montes Azules y otras ANP, y eso fue lo que empezamos a tratar de construir. Entonces, la primera meta fue armar los programas de manejo.”
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“De ahí que, por más que nos pidió Colosio que nos reuniéramos con Zedillo, me negué. Le expliqué que hacerlo era cuestión suya, de su campaña, y que no le íbamos a entrar. Por eso el doctor Zedillo conocía todo el planteamiento, que incluía la creación de la SEMARNAP.
La importancia de los programas de manejo en las ANP — ¿Por qué es tan complicado elaborar un programa de manejo? ¿Cuál es su importancia? — El programa de manejo es un instrumento indispensable porque es el que da las reglas y pautas de lo que se debe hacer en un territorio; indica el potencial aprovechable para hacer actividades que beneficien a las comunidades, y también marca las limitantes de éstas, para que no vaya a haber una afectación al capital natural o a la biodiversidad. Pero en primera instancia, reconocíamos que esa tierra tenía dueño y estaba siendo utilizada. — ¿Las ANP tienen dueño? — Toda la superficie conservada de México tiene dueño, excepto quizás un 6 o 7 por ciento. — ¿Y los dueños aceptaron que sus propiedades fuesen decretadas como ANP? — Antes los Decretos se establecían sin consulta. Cuando hicimos la reforma a la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección del Ambiente (LGEEPA), incluimos, como una de las condiciones, que las comunidades fueran consultadas e involucradas, y que las principales beneficiadas debían ser ellas. Allí
fue donde iniciaron las dificultades, porque había que modificar las formas de uso del suelo y había que detener la ampliación de la frontera agropecuaria. “Cuando no hay estímulos económicos o proyectos sustentables de algún tipo, como puede ser el ecoturismo, las Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA’s), el manejo forestal sustentable, se puede generar un conflicto. “Ahí reside el problema para expedir los programas de manejo con rapidez. Un programa de manejo debe hacerse mediante un proceso de consulta y conciliación que puede durar mucho tiempo. Pero una vez que queda, se cuenta con el instrumental adecuado.” — ¿Otra dificultad podría ser conseguir gente eficaz para que aplicara estos programas de manejo? — Se invitó a incorporarse a miembros de Organizaciones no Gubernamentales, académicos, profesionistas que estaban en campo. “Fue impresionante toda la camada de jóvenes que se integró a las ANP, y algunos no tan jóvenes. Personas que integraban valores y compromiso, que tenían una visión, un conocimiento y un entendimiento de esas áreas. Dedicamos mucho tiempo a su formación. Tuvimos la cantidad necesaria de reuniones, talleres, seminarios, etcétera, para que lograran adoptar
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“Fue increíble la fuerza que se inyectó al trabajo. A su vez, buscamos incorporar a los sectores de la SEMARNAP que estaban vinculados con estos temas, para poder invertir en estos territorios que formaron parte de nuestra responsabilidad.” — La CONAFOR y… — No había CONAFOR. En esa época era la Subsecretaría de Recursos Naturales. Nos propusimos que todos, la Comisión Nacional del Agua y las subsecretarías de Pesca y de Recursos Naturales, que de algún modo interactuaban con las ANP, tuvieran un lineamiento único y armónico, siempre bajo la rectoría del director de cada ANP. Cada director de área protegida iba coordinando todos estos procesos.
La gestión ambiental, antes y después de Julia — ¿Cuáles fueron los principales éxitos ambientales de su gestión? — Yo creo que, en primer lugar, haber logrado construir una institución que integrara a los sectores productivos con el sector ambiental. En segundo, que de esto surgieran programas nuevos, innovadores, como el de Vida Silvestre, los programas de Pesca Responsable y de ANP, y que ello, a su vez, derivara en una legislación. “Logramos finalizar la administración habiendo reformado todas las leyes necesarias y promulgado la nueva Ley de Vida Silvestre; dejamos la mayoría de los reglamentos concluidos. Se quedaron algunos en el Jurídico de Presidencia, pero en pocos meses se terminaron.” — A lo largo de las entrevistas que conforman este libro, ha habido quien dice que México era uno antes de Julia y otro después de Julia, empezando por el doctor Sarukhán.
— No. — ¿La SEDUE no lo era…? — Había una institución que abordaba solamente un fragmento del tema ambiental. La SEDUE estaba muy acotada, y el INE también. — ¿Y la SEDESOL…? — Bueno, en la SEDESOL es donde se ubicó al INE a partir de 1992. En 1982 se creó la SEDUE y en 1992 se transformó en SEDESOL, colocando lo ambiental en el INE y la PROFEPA. Pero estas instituciones no tenían la posibilidad de realizar una gestión integral, que vinculara los temas del medio ambiente con los de la producción. — Sin embargo, estas instituciones se fueron especializando... — Se fueron especializando sin perder de vista lo global, pues desde lo ambiental había que influir en los temas económicos y sociales. — Era un reto muy grande, porque el gobierno en el que usted participó interactuaba con la visión de la Secretaría de Turismo, de la Secretaría de Hacienda… ¿qué tan difícil fue, maestra Carabias, convencer a todos estos secretarios de las bondades ambientales? — Debo reconocer que lo que más me ayudó a persuadirlos fue la decisión del presidente Ernesto Zedillo, que estaba convencido de esta tarea y apostó por ella. “A mí me dio carta blanca para poder hacer todas las iniciativas que se llevaron a cabo. Cada una de ellas fue consultada con él, y nunca me frenó. Fue él quien insistió con el resto de los secretarios en la necesidad de incorporar lo ambiental en las políticas públicas. “La voluntad del Presidente fue clave, sobre todo en un momento en el que el presidencialismo era tan fuerte todavía.” — ¿Había resistencias en el gabinete?
— Pues son muy cariñosos. Yo reconozco en el doctor Sarukhán a uno de mis grandes maestros, desde mi tesis de licenciatura y a lo largo de mi formación. Compartimos el reto de la SEMARNAP, él al frente de la CONABIO, cuando Jorge Soberón se ausentó un año, y después, lo que va del milenio, con una estrecha cooperación en la elaboración de la obra Capital natural de México y muchos otros proyectos conjuntos.
— Por supuesto. En la Secretaría de Economía hubo todo tipo de reticencias. Se llegó hasta el último momento con la confrontación de la Salinera de Baja California (Salitrales de San Ignacio), pero al final el Presidente suspendió ese proyecto bajo el argumento de que él no iba a ser quien modificara ese ecosistema natural de altísima belleza. Y el proyecto se suspendió…
“Siempre aprendo algo nuevo de él. Construyó la institución más importante a nivel mundial de conocimiento sobre la diversidad biológica, la CONABIO.”
— ¿No hubo un conflicto con Japón?
— Quienes me han comentado esto, lo dicen como un reconocimiento y yo creo que tienen la razón. Pero le pediría que sintetizara brevemente cómo era antes, y qué fue lo sustantivo que se cambió. Había ya una institución ambiental…
— Como México era copropietario del proyecto, se retiró el socio. No hubo una situación legal que fuera más allá. “Pero además de este apoyo completo del Presidente, otro factor que a mí me permitió convencer a los demás fueron los acuerdos internacionales.
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correctamente la política que logró alinear todo el quehacer en las ANP. Incluso, la unión entre los directores fue tan fuerte que formaron, de manera simbólica, el SUDAN (Sindicato Único de Áreas Naturales).
“Gracias a las convenciones de Cambio Climático, Diversidad Biológica y Desertificación, entre otras, y a los compromisos con la OCDE, yo podía seguir avanzando con las secretarías de Hacienda, de Relaciones Exteriores y con las demás. Lo internacional ayudó absolutamente a construir la agenda que nosotros queríamos.” — ¿Fue una buena estrategia?
— El principal problema de la biodiversidad es su pérdida, y ésta se debe principalmente a los problemas de deforestación. La deforestación es causada principalmente por las actividades agropecuarias, que se siguen extendiendo. Al hacerlo se utiliza el fuego, se emplea la tradicional roza, tumba y quema y esto con mucha facilidad se sale de control y se generan incendios.
— ¿Podría darme los nombres de los principales integrantes de su equipo?
“La superficie que está destinada a las actividades agropecuarias está muy mal utilizada, porque la productividad es muy baja. Y si bien es indispensable tener una buena política de producción de alimentos, y ahorita en la ‘Cruzada Nacional contra el Hambre’ esto es una de las prioridades, en el diseño de la producción de alimentos tienen que estar muy claramente incorporados los criterios ambientales.
— La lista es tan larga que no terminaríamos. Pero todos jugaron un papel clave en la construcción de la política ambiental nacional. Sería injusto referirme a unos y no a otros. A todos, decenas y decenas, les tengo un enorme respeto, reconocimiento y agradecimiento de toda esa época.
“Se necesita incrementar la producción de manera intensiva y no sobre la base de incrementar la superficie agropecuaria, lo que constituye un riesgo que se sigue presentando. Yo creo que esta es una de las amenazas más importantes que tenemos ahora para la biodiversidad.
El TLC en la gestión ambiental
“A su vez, la biodiversidad acuática registra riesgos por la sobreexplotación de las pesquerías, así como por el problema de la contaminación, tanto por las aguas negras municipales como por los desechos industriales y agroquímicos, que están provocando una alteración en las condiciones químicas del agua, y por tanto, de su flora y fauna acuáticas.
— Yo creo que la virtud más importante que tuve fue contar con un equipo de alta calidad: profesionales comprometidos, con visión de país y con una claridad política muy fuerte.
— No sé si recuerde que durante su gestión ya se había aprobado el Tratado de Libre Comercio (TLC), que conllevaba una parte ambiental para México, Canadá y Estados Unidos. ¿Fue difícil para México tener que dar la cara, en la gestión ambiental, como socio de esos dos países poderosos en el marco del Tratado de Libre Comercio? “Te hablaba de cómo nos presionaron los compromisos globales, entre ellos el TLC, obviamente, para bien y para mal. Estábamos bajo observación, había situaciones injustas, pero también nosotros poníamos a los otros países en la mira, y denunciábamos cosas que se hacían en los Estados Unidos que afectaban a México. “Por ejemplo, la Cuenca del Colorado; el problema de la falta de aguas dulces y el de la descarga hacia el Alto Golfo de California; el problema del Mississippi y del Golfo de México, etcétera. “No era nada más que nos sentáramos en el banquillo de los acusados. Pero sobre todo, pusimos en el terreno de la cooperación a la Comisión de Cooperación Ambiental para el Tratado de Libre Comercio. Logramos muchas cosas positivas, y en general sin dificultades. Tuvimos algunos conflictos, pero la gente fue amable durante todo este trabajo. “A nivel internacional fue una experiencia riquísima, muy útil, y yo creo que nosotros posicionamos bien a México, porque nos tomamos muy en serio nuestra representación del país.”
Problemática de la biodiversidad — Para abordar el tema de la biodiversidad, ¿cuáles son los problemas actuales que la afectan en México?
“Las presas son otro problema importante, porque cambian los cursos de los cauces de agua de los ríos, y después, en estos espacios que se represan, se introducen especies exóticas. Muchas de estas especies se están convirtiendo en invasivas, como es el caso del pleco o pez diablo. “Yo creo que, como causas directas, estos son los principales factores que están amenazando a la biodiversidad. Y como causas indirectas de todo esto, estaría el crecimiento demográfico de la población y la ocupación territorial dispersa de miles de pequeñas poblaciones distribuidas en todo el territorio, lo que va teniendo un impacto muy intenso sobre los sistemas naturales, tanto acuáticos como terrestres.”
México y el gran potencial de su megadiversidad — Como participante en el Panel de Alto Nivel sobre Sustentabilidad Global de la ONU, preparó usted para la Cumbre de Desarrollo Sustentable, celebrada en Río de Janeiro en junio de 2012, el reporte “Gente Resiliente, Planeta Resiliente: un futuro que vale la pena elegir.” ¿Cuál es el rumbo del desarrollo que convendría seguir a un país megadiverso como el nuestro? — Yo creo que como está definido en este documento, el desarrollo debe ser sustentable o no lo será. Y los ejes centrales de este desarrollo deberán ser la supe-
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ración de la pobreza, la disminución de las desigualdades sociales, la economía incluyente, el cambio en los patrones de consumo y una producción sustentable. Y hacer todo esto con los límites que nos da el capital natural, que en el caso de los países megadiversos es de gran potencial. “Y no solamente poniéndolo en términos de los límites de respeto (que tiene que haber, para evitar que las actividades productivas y el crecimiento económico vayan a obtener más recursos de los que la naturaleza pueda renovar, desechar o asimilar), sino pensando en un capital natural que constituye un gran potencial para ese desarrollo. “México es un país megadiverso y tiene muchas opciones porque hay distintas regiones ecológicas, y en ellas centenas de miles de especies diferentes, de las cuales gran cantidad puede ser utilizada. Existe un potencial productivo que puede ser el eje y el motor de la reactivación de las comunidades campesinas, las cuales a su vez son las dueñas de estos recursos, pero viven en pobreza extrema muchas de ellas. “Ese desarrollo nacional, pensado y basado en el capital natural, que permita el involucramiento directo en las actividades productivas de los dueños de la tierra, con estas formas tecnológicas adecuadas que están utilizando de manera sustentable la biodiversidad mexicana, es la ruta que yo pienso que a México le puede hacer el gran cambio.” — La experiencia que usted obtuvo con el PAIR, más todo lo que se logró en la SEMARNAP, ¿le permite pensar que hay esperanza para México? ¿Existen mecanismos actuales, políticos, económicos, ambientales para desarrollar este tipo de modelo que necesitamos?
— Sí, por supuesto. Ya habría tirado la toalla, si no. Yo estoy absolutamente convencida de que tenemos la posibilidad de cambiar a México si seguimos esta ruta del desarrollo sustentable. “Las generaciones de jóvenes, a quienes les tocará en poco tiempo gobernar, tienen una mejor conciencia, un mejor entendimiento de la naturaleza. Esto está generando otros valores sociales, una cultura ecológica que no es todavía como yo la desearía, pero que se está consolidando. “El tema ambiental existe en la política mexicana, en los programas, en las instituciones, en el Congreso. De manera notable, la Suprema Corte de Justicia ha incorporado el tema ambiental, dejando algunos casos que hacen una ruta nueva de análisis de la aplicación del sistema judicial. Y veo que hay una sociedad que cada vez entiende más lo ambiental. “Pero lo que también veo es que hay muy poca organización de la sociedad, que los partidos no están incorporando suficientemente esta problemática en sus plataformas políticas. Y eso no ayuda a incrementar los debates. “Por ello la acción de la sociedad sigue siendo marginal. Y desde el gobierno creo que debe haber un impulso mucho más fuerte para la aplicación del estado de derecho, la promoción de procesos regionales sustentables, la armonización de las políticas públicas, y para lograr que los espacios de participación fortalezcan las capacidades de la sociedad, para que contribuya activamente en la solución de los problemas ambientales.” — ¿Ya no se puede ir sin la participación de la sociedad? ¿Esto es determinante...?
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— El reto de la sustentabilidad ambiental y del desarrollo sustentable no es un problema que pueda resolver el gobierno solo. O es con la sociedad o no se va a dar. El desarrollo, o es sustentable, o no es desarrollo. O es con la sociedad, o no se va a poder lograr. — ¿Ya no se vale que el gobierno, los partidos y la sociedad vayan cada uno por su lado? Habrá que tener conciencia o tomar conciencia. Le comentaba al doctor Gómez-Pompa de los problemas que surgen cuando en varios estados hay un gobierno panista, pero también un presidente municipal perredista, y eso también ha hecho un poco de conflicto y de ruido para alcanzar una gestión ambiental coherente. — Yo no lo vería tanto así como una contradicción de quién está gobernando y de qué partido, porque finalmente ése es el reflejo de una democracia, una democracia que en México todavía es joven, pero que está apuntalándose. “El Pacto por México es muy importante, porque está demostrando estos vacíos de la democracia. Lo imprescindible es que el tema ambiental se incorpore en todos esos procesos. En la parte económica y en la social. “No es posible lograr un desarrollo si no se incorpora el tema ambiental, independientemente de quiénes sean los partidos que gobiernen en cada uno de los sitios. Si tuviéramos una política de Estado clara, de largo plazo, en materia ambiental, no tendríamos que tener ningún conflicto, porque ya sabríamos los mexicanos que la ruta está trazada. “Mi preocupación, que de repente me enfrenta con esta esperanza que menciono, es si vamos a tener
tiempo. Creo que todo apunta a que va bien, pero no tengo muy claro que vayamos al ritmo necesario.” — La SEMARNAT recientemente incorporó un programa para jóvenes. Da gusto ver que la juventud de varios estados de la República esté realizando diversas actividades en el campo ambiental. Y el nuevo gobierno parece que quiere fortalecer esto… — Pues ojalá y lo haga. — ¿Si usted en este momento histórico fuera nuevamente secretaria de Estado, qué impulsaría para que los jóvenes mexicanos trabajaran con mayor conciencia ambiental y se involucraran más en la solución de estos problemas? — Yo vincularía mucho la institución con las universidades. De forma tal que los estudiantes pudieran conocer bien su país y se involucraran en prácticas de campo y en la realidad nacional. Buscaría que incorporaran el conocimiento técnico científico que están adquiriendo en las universidades y lo aplicaran de manera directa a esta realidad nacional. “A eso me dedico ahora. Formo estudiantes en la Universidad, tengo un programa de desarrollo sustentable en la Selva Lacandona y mi motor de vida actual es esta mata de jóvenes que hace posible un proyecto de esta naturaleza. “Son jóvenes que se comprometen con sus estudios, con la población mexicana y con el campo, en una zona muy pobre y de alta diversidad biológica. Estamos logrando hacer cosas muy concretas. Para ellos es muy estimulante, pero además los marca y los forma.” — ¿Qué se ha logrado en la Selva Lacandona?
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“Pero las experiencias que se están gestando con la población de Marqués de Comillas están demostrando que los proyectos productivos sustentables les están dejando muchos más ingresos y mantienen la biodiversidad de la que son dueños. Y además, esto se está consolidando, con lo que se resguardan las ANP de la Selva Lacandona, que son muchas, y que es en donde queda la mitad de la superficie de selva que hay en el país. “Se están probando aquí formas de coordinación entre distintas instituciones (Corredor Biológico Mesoamericano, CONAFOR, CONANP, SAGARPA) con los distintos órdenes de gobierno y con las organizaciones sociales, tanto de productores como de la sociedad civil, en este caso de Natura y Ecosistemas Mexicanos.” — ¿Qué leyes tendríamos que preparar para que estuvieran más protegidas las comunidades indígenas del país, sobre todo porque ellas se relacionan con la biodiversidad? — Yo creo que nuestras leyes están bien, cada estado tiene que ir haciendo sus adecuaciones particulares; pero en un plano general, nuestras leyes padecen un problema de dispersión.
“Ese ejemplo del Corredor Biológico Mesoamericano inició en coordinación con la SAGARPA, pero fue un impulso muy pequeño y focalizado. Estaba bien vinculado con los compromisos que SAGARPA tenía hacia el Programa Especial del Cambio Climático. Y desde mi punto de vista tiene un enorme potencial. “Esa enseñanza debería extenderse masivamente en todas las zonas de alta biodiversidad y ser parte esencial de la ‘Cruzada Nacional contra el Hambre’. Porque, además, en estas zonas es donde la población está más indefensa.” — ¿Alguna conclusión de su parte? ¿Qué espera que suceda durante los próximos años? — Espero que los jóvenes se apresuren en la defensa de su patrimonio natural, porque el tiempo se está yendo muy rápido. Tenemos las instituciones, tenemos el conocimiento y las bases como nunca antes los hemos tenido, pero no estoy viendo rapidez en la respuesta, ni del gobierno ni de la sociedad. — ¿Qué es lo que la ha hecho más feliz en la vida? — Mi hija.
“Hay muchas leyes y no estamos caminando en un proceso de integración. El doctor Raúl Brañes y Martín Díaz apuntaban mucho en esa dirección. Ha sido más fácil responder mediante leyes sectoriales. “Hace falta una visión más integral. Algunas omisiones importantes se refieren a las zonas federales nacionales, en donde nuestras riberas están completamente deforestadas y no hay un marco jurídico claro para poderlas mantener y restaurar. Hay muchos ajustes que hacer, pero en general creo que tenemos un buen marco jurídico.”
Políticas específicas para las zonas de biodiversidad — Maestra Carabias, ¿la SAGARPA está haciendo algo positivo en relación con la biodiversidad de México? — Bueno, la SAGARPA está empezando. Yo no puedo juzgar nada todavía. — No, no la SAGARPA de la presente administración. La SAGARPA como institución. — La SAGARPA arrancó con un programa muy interesante de reconversión productiva, que lamentablemente se quedó muy marginal. Pero trabajó con la CONABIO en el Corredor Biológico Mesoamericano, y este es un ejemplo muy importante que habría que incrementar en el país, que tendría que convertirse en el eje de todas las zonas de alta biodiversidad. 193
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“No puede aplicarse una política agropecuaria pareja para todo el país; tiene que haber políticas específicas para las zonas de alta biodiversidad.
— Hay una política muy clara de desarrollo rural sustentable en las zonas colindantes; en particular hemos trabajado en el Marqués de Comillas. Es más difícil hacerlo con la comunidad lacandona en general; unas veces avanzamos y otras retrocedemos.
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Javier de la Maza Elvira El biólogo Javier de la Maza Elvira nació en México y es especialista en taxonomía y biogeografía de mariposas mexicanas y en conservación de la naturaleza. Ha trabajado durante 30 años en la conservación de la Selva Lacandona. De 1979 a 1982 fue responsable de la Oficina de Conservación de Hábitat en la Dirección General de Fauna Silvestre de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH). De 1982 a 1985 fue director de Reservas Ecológicas y de la Biosfera, en la Dirección General de Parques Nacionales de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE). En 1986 fue director de la Asociación Civil Promariposa Monarca. Entre 1987 y 1994 dirigió el Programa Selva Lacandona de Conservation International. En 1992 fue consultor sobre ecoturismo para el Fondo Nacional de Turismo (FONATUR). De 1995 a 1999 fue jefe de la Unidad Coordinadora de Áreas Naturales Protegidas (INE-SEMARNAP) y presidente fundador de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas. De 2000 a 2001 dirigió la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (SEMARNAP). De 2001 a 2002 coordinó el Proyecto “Situación actual de las áreas naturales protegidas en Latinoamérica y el Caribe” (PNUMA-Quercus). De 2002 a 2003 colaboró en el programa “Fortalecimiento de capacidades para el manejo de las Áreas Naturales Protegidas” (IUCN-TNC) para el Congreso Mundial de Parques Nacionales. Durban, Sudáfrica. De 2002 a 2005 dirigió el proyecto “Selva Lacandona”, en Espacios Naturales y Desarrollo Sustentable. De 2005 a la fecha ha sido cofundador y director general de Natura y Ecosistemas Mexicanos, A. C., organización enfocada a desarrollar proyectos de conservación y manejo sustentable de recursos naturales en la Selva Lacandona. Entre sus actividades académicas, destacan las siguientes: • Presidente de la Sociedad Mexicana de Lepidopterología A. C. (1979-1992). • Vicepresidente de The Lepidopterists Society, U. S. A. (1984-1985). • Asesor del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) para el proyecto de investigación y conservación de la mariposa monarca en México (1979-1985). • Asociado de campo de The Allyn Museum of Enthomology, Florida, U. S. A. (1985-1987). • Responsable del proyecto “Fauna de mariposas de Chiapas” (IHN-Gobierno del Estado de Chiapas-Sociedad Mexicana de Lepidopterología) (1987-1990). • Estudios y gestión para el establecimiento de la Reserva de la Biosfera El Triunfo, Chiapas (1992). • Miembro del equipo técnico planificador para la elaboración del Programa de Manejo de la Reserva de la Biosfera Montes Azules, realizado con el apoyo de Conservación Internacional México (Gobierno del Estado de Chiapas) (1993). • Curador de la Colección De la Maza de Lepidópteros, que cuenta con más de 70 mil especímenes de mariposas de México. Cuenta con más de 40 artículos científicos sobre diversidad, taxonomía y biogeografía de mariposas mexicanas; un libro sobre la fauna de mariposas de Chiapas, editado por el gobierno de esa entidad (1993); cuatro libros de la serie “Natura mexicana” sobre la diversidad biológica de México, áreas naturales protegidas, conservación y ecoturismo (1994-1998), editados por el Fondo Editorial de la Plástica Mexicana; el libro Usumacinta, una propuesta de política ambiental, editado por el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (2011); y diversas publicaciones sobre áreas naturales protegidas que abordan, entre otros temas, historia, fortalecimiento de capacidades, políticas, ecoturismo y retos. En su relación con la música, fue miembro del grupo “Lacantún”, de 1971 a 2010, con el cual grabó seis discos de música Latinoamericana. Y en lo que respecta a su afición por la fotografía de naturaleza, cuenta con un archivo de más de 10 mil fotografías que incluyen flora, fauna, ecosistemas y áreas naturales protegidas, y que han sido publicadas en diversos libros, revistas y folletos. La siguiente entrevista se llevó a cabo el miércoles 24 de abril de 2013, en las oficinas de Natura.
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“La visión de futuro no es nada halagadora. No ha ocurrido un proceso efectivo de reversión que empiece a dar resultados medibles en el corto plazo. Existe la información, existen acciones fundamentales, pero mientras los intereses particulares estén por encima del interés general y no exista una sociedad informada, participativa, junto con la capacidad y voluntad política, los problemas se irán agravando… pero como vamos, vamos mal.” Javier de la Maza Elvira.
De la misma generación que Julia Carabias y que Jorge Soberón y, de hecho, amigo del segundo desde su infancia, el biólogo Javier de la Maza realizó numerosos viajes para acompañar a su padre a las selvas de Chiapas y Veracruz. Desde los 17 años, don Roberto de la Maza Ramírez empezó a formar una colección de mariposas con ejemplares obtenidos en los alrededores de la Ciudad de México: Pedregal de San Ángel, Chapultepec, Cerro de la Estrella, San Nicolás Tolentino (Estado de México), Cuernavaca, Morelos, y otra veintena de lugares. Posteriormente, con el grupo de investigadores del Instituto de Biología de la UNAM (Leonila Vázquez, Héctor Pérez, Carlos Márquez y Gonzalo Pérez) exploró la Sierra Norte de Puebla, entre 1949 y 1953. Don Roberto, en compañía de sus dos hijos, Javier y Roberto, colectó mariposas en decenas de localidades, lo que se convirtió en referente nacional para el estudio de los lepidópteros. Esto permitió inculcar en sus hijos el gusto e interés por las mariposas y por la conservación de los ecosistemas naturales. Parte del resultado de sus colectas quedó plasmado en el primer libro ilustrado en torno a los lepidópteros (Rhopalocera) en nuestro país, titulado Mariposas mexicanas, que fue editado por el Fondo de Cultura Económica. “Mi padre era contador de profesión, y vivió siempre muy frustrado por no haberse dedicado a la arqueología o a la biología, que eran sus pasiones y solo las tenía como hobbies. Desde muy pequeños, a mi hermano Roberto y a mí, nos llevaba al campo, pues él estaba ahí todo el tiempo que podía.” — ¿Usted nació en México? — Sí, nací en la Ciudad de México; soy guadalupano, del 12 de diciembre de 1953. Crecí en el seno de una familia cuyo padre tenía intereses muy fuertes por la cultura y la naturaleza. Mi hermano labora en la CONANP y, como yo, también ha estado inmerso en 199
cuestiones de ecología, biogeografía y lepidopterología, que fue nuestro origen. “Mi papá tenía una colección de mariposas que creció mucho, tanto así que se convirtió en la colección privada más importante de México. Mi hermano y yo nos integramos desde muy jóvenes a ayudarlo para organizar esa colección, pero poco a poco empezamos a ver esta actividad no solo como una cuestión de coleccionismo sino de investigación, con un enfoque científico, a partir de la base que mi padre nos dio, de entendimiento y amor al medio natural. Fue realmente interesante comenzar a conocer los ecosistemas a partir de las características tan peculiares de las mariposas. “Mi hermano, desde los nueve o diez años, se sabía todos los nombres científicos de los lepidópteros, le gustaban muchísimo. Un poco más tarde, a mí me interesó mucho la fotografía de la naturaleza. Nosotros teníamos familia en Los Tuxtlas, Veracruz. “De ahí que fuéramos a ese sitio en cada vacación, cuando todavía había selva. Y más adelante conocimos las zonas selváticas de Oaxaca y Chiapas, lo que nos compenetró en el estudio y conocimiento de las selvas tropicales húmedas. “Ya entrada la adolescencia, cuando uno empieza a definirse en lo que puede hacer profesionalmente, a los dos nos pasó lo mismo. Mi hermano estudió Veterinaria, la cual prácticamente nunca ejerció. En mi caso, inicié la carrera de Contaduría, la cual abandoné, y me pasé a estudiar Biología. Ambos terminamos dedicándonos a la investigación de las mariposas, y posteriormente a la conservación de la naturaleza.” — Fue una influencia muy fuerte la que tuvo su padre en ustedes… — Completa, sí… A mi padre le gustaba la arqueología, la naturaleza, y en particular las mariposas y la música regional mexicana. Sin ninguna presión, mi
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Minería e invasiones, los principales riesgos para la biodiversidad
sé en 1971. El grupo estuvo en intensa actividad de 1969 a 1976. Nos presentamos en foros universitarios, teatros, en algunas peñas, como el Mesón de la Guitarra; fuimos el grupo que lo inauguró. De hecho, en la Peña de Los Folkloristas nos estrenamos en público y fue Mercedes Sosa nuestra madrina. “En fin, hay todo un álbum de recuerdos al respecto. También inauguramos el programa de televisión ‘Folklorama’, de Saldaña, que pasaba los sábados. En fin, anduvimos en muchas cosas. Actualmente mantenemos amistad con los integrantes de los grupos chilenos Quilapayún e Inti-Illimani. “Una anécdota muy bonita, que enlaza nuestras pasiones, es que en 1986 mi hermano y yo descubrimos y describimos una mariposa y se la dedicamos al grupo Quilapayún (Temenis laothoe quilapayunia). Fue hasta 2007 que ellos se enteraron de este hecho y en reciprocidad compusieron una canción sobre la mariposa, que está incluida en su más reciente disco (2013). hermano y yo compartimos sus actividades. Como todos los hijos con sus padres, también tuvimos muchas diferencias, sobre todo en la adolescencia. Pero sin ninguna forma de imposición, mi hermano y yo con mucho gusto tomamos esto… “Habremos tenido unos 16 o 17 años cuando formamos un grupo de música latinoamericana. Grabamos algunos discos; en fin, tuvimos bastante éxito en esos momentos de cambio y ruptura social. Al grupo lo nombramos ‘Lacantún’, por la relación que teníamos con las selvas tropicales y porque siempre estábamos leyendo sobre estos lugares míticos. “En esa época, el río Lacantún era uno de los sitios más alejados de la civilización, en la Selva Lacandona. Era un lugar que queríamos conocer y estar ahí. Curiosamente, veinte años después, la estación de trabajo que yo establecí en la Selva Lacandona se ubica a la orilla del río Lacantún. Pero no necesariamente tuvo que ver una cosa con otra.” — ¿Grababan la música que iban encontrando? — La recopilábamos. Como teníamos algunos amigos músicos que pertenecían a grupos regionales, folclóricos, hacíamos noches de bohemia con ellos en la casa de mi papá. — ¿Usted canta? — Toco instrumentos de viento, principalmente andinos, como la quena y las zampoñas. Mi hermano toca cuerdas. Bueno, él toca de todo. Él se robó todos los dones musicales; los que me tocaban a mí, también él se los llevó. — Tengo entendido que su grupo de música latinoamericana tuvo una larga vida, pues duró de 1969 a 2007. — Como grupo de música tuvo una actividad muy intensa. Se formó en 1969, pero yo me salí. Regre200
“Y luego ya, por la demanda de las actividades de los conciertos y grabación de discos, tuvimos que decidir si seguíamos con la música o nos dedicábamos a una labor profesional diferente. Todos los del grupo optamos por nuestras carreras. Ya no seguimos en activo públicamente, pero continuamos tocando de manera
— Cuando terminó su gestión en la SEMARNAP… — Sí. De pronto anda uno en la calle y se queda pensando, ‘ahora qué hago…’ (risas), por lo menos nos juntamos varios que estábamos en el gobierno, en diferentes lados. Y entonces nos decidimos a volver a hacer música, aunque fuera como terapia ocupacional. Y volvimos a tocar hasta el año pasado. Grabamos dos discos. — Cómo me gustaría escucharlos… — Aquí los tengo, si quiere luego se los paso, cómo no. Fue divertido. Y todo fue de la mano con la geografía y la cultura de México, porque la música no es ajena a la naturaleza.
Las mariposas, una ventana a la comprensión de la naturaleza “Las mariposas son como libros. Cada especie tiene grabada en sus alas una historia que, si se sabe leer, proporciona una cantidad impresionante de información.”
— ¿Qué tipo de información puede darnos una mariposa? ¿Qué conocimiento le brindó a usted? — Las montañas, entre otros factores, determinan el clima. Constituyen una barrera que provoca que en una región llueva más y en otra cercana menos; o, si viene el viento dominante con la lluvia, de este lado puede ser muy húmedo y del otro seco. Las especies de mariposas van a reflejar mucho esas condiciones ambientales. Aunque hayan sido del mismo origen o sean parientes, las de un lado van a tener variaciones en su patrón de coloración en relación con las del otro lado. “O pueden ser completamente diferentes las de un lado con respecto a las del otro, a pesar de que la distancia sea muy corta. Simplemente porque un lugar es muy húmedo y el otro no. En Cuernavaca o Tepoztlán, por ejemplo, que en época de secas prácticamente toda la vegetación está sin hojas, se presentan mariposas con diferencias muy significativas en relación con sus parientes que existen en lugares muy húmedos, siempre verdes, de Veracruz o Oaxaca.” — Cómo se conforma un ala de mariposa… — Es una membrana cubierta de pequeñas escamas que producen los diferentes colores…
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privada en algunas ocasiones. Sin embargo, a partir del año 2000, en que a todos nos corrieron de nuestros trabajos por el cambio de gobierno, volvimos a juntarnos para ensayar y grabar música.”
— ¿Estos colores van de acuerdo con los climas y con el ambiente? — Claro, los diseños de los colores en las alas se van modelando de acuerdo con las condiciones ambientales y también con los depredadores. La mariposa trata de que no se la coman. Por selección natural, van sobreviviendo las que escapan, ya sea por velocidad de vuelo o por coloración. “Unas buscan que no las vea el depredador y se camuflan o son transparentes; otras, de colores llamativos, emplean sustancias tóxicas que toman de las plantas de las que se alimentan. En este último caso, el depredador ‘aprende’ que no debe comerlas. “Así se van seleccionando los patrones. Por eso, cada patrón de color de una mariposa dice muchísimo de la historia de su especie. Hay una enorme diversidad en México; aquí tenemos aproximadamente 10% de las especies de mariposas diurnas de todo el mundo, que es un porcentaje muy importante, ya que equivale a cerca de dos mil especies. Nosotros, la familia de la Maza, hemos descubierto más de 50 especies; en nuestra colección, con más de 70 mil especímenes, están representadas cerca de 1,700 especies.” — ¿Cómo se transforman? ¿Cada qué tanto una mariposa que era azul, toma nuevos colores…? — Los procesos son lentos y hay variabilidad. Los cambios son más rápidos en las mariposas que en los mamíferos y que en las aves, porque en un solo año una especie puede tener varias generaciones. Cada generación va incorporando algún cambio. ¿Por qué cambiarían de azul a negro? “La base de todo esto es que haya variabilidad en la apariencia (color, diseño y forma de las alas). En la misma especie podemos ver que unas son azules, otras un poco azul con negro y otras negras.
“Los ecosistemas y los depredadores son agentes que modelan la manera como se va a ir organizando el patrón de coloración. Por ejemplo, los depredadores se empiezan a comer a las azules, porque son las que ven, y van dejando a las negras. Por ello, las negras se reproducen más que las azules. Predomina el color de las que pudieron sobrevivir.” — Decía el doctor Rzedowski que las plantas endémicas son las que no han tenido mucho éxito al expandirse… Se conservan en un ámbito muy limitado y son muy vulnerables… ¿Sucede lo mismo con las mariposas? — En el caso de las mariposas, algunas pueden existir solamente en una determinada montaña o cañada y en ningún otro lado. De hecho, en 1975 yo descubrí una mariposa muy importante en la Sierra de Oaxaca, que prácticamente solo existe en una pequeña zona de la sierra con bosque mesófilo de montaña, de acuerdo con la clasificación de Rzedowski. “Son ecosistemas húmedos de altura que tienen afinidades con los bosques de la India o con los de los Andes. Son islas vivas que se quedan ahí como relictos, cuando ya casi todo desapareció. Si se sale uno de esa cañada, el bosque es diferente, porque ya no tiene la humedad ni las características que hay en donde vive esa mariposa. Fue un descubrimiento muy interesante…” — ¿De qué color es? — Es una mariposa grande, negra con amarillo. Y por una coincidencia, el sitio donde la colecté se llama La Esperanza, localidad que se ubica en la sierra de Juárez (Sierra Norte de Oaxaca), y mi mamá se llama Esperanza. Nombré a esa mariposa Papilo esperanza, por esa coincidencia. Está dedicada a mi madre. — ¡Qué curioso…!
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— La registró… — Sí, debo haber tenido entre 22 o 23 años. En esa época como que era todavía estudiante ingenuo y me chamaquearon. A pesar de que conocíamos de las mariposas más que los investigadores que estaban en las instituciones académicas, no nos atrevíamos a describir lo que descubríamos. Por eso se la llevé a uno de estos doctores y él la describió. Yo la descubrí y él la describió. Después nos dimos cuenta de que nosotros podíamos también describirlas sin ningún problema. Como dije anteriormente, hemos descrito muchísimas especies de mariposas. Y en esos casos somos los descubridores y los descriptores. — México debe ser un paraíso para las especies nuevas, ¿no? — Uno tiene posibilidades de encontrar especies nuevas si tiene la capacidad de entender lo que busca, en este caso a las mariposas, y comprender al ecosistema. “Si alguien no tiene ese feeling le cuesta mucho trabajo. Hay quien estudia esto casi por obligación, sin tener mucha vocación. No sabe por qué los otros las encuentran y él no. Porque el entendimiento y compenetración con la naturaleza se acerca mucho al arte. “Y precisamente de este entendimiento y compenetración con la naturaleza empieza uno a enfrentarse con lo inevitable, que es la transformación de esta naturaleza causada por el hombre. “Íbamos a lugares a hacer colecta de mariposas, y a los cuatro meses que regresábamos ya habían tumbado y quemado toda la vegetación. Desde muy joven entré en una reflexión muy profunda al respecto, que me motivó a dedicarme a conservar las áreas naturales y su biodiversidad. Desde 1979, más o menos, he tratado de ver qué podía hacerse para detener esa destrucción. Curiosamente fue en esa época que hice mi primer viaje a esta zona del río Lacantún, a Marqués de Comillas, allá en Chiapas. “En 1978, con base en estudios del doctor Gonzalo Halffter, se había establecido la Reserva de la Biosfera Montes Azules. Al llegar a esta zona, observé, por medio de la colecta de mariposas, que se trataba de un lugar de alta diversidad, un sitio en donde se encontraba la mayor cantidad de especies de mariposas de todo México.
pasa solo cerca del lugar. La reserva está muy bien conservada todavía. Ha sido mi proyecto de vida desde 1979. “He trabajado en muchos otros proyectos de conservación, pero sin dejar éste. Ese mismo año busqué al doctor Gonzalo Halffter para decirle que estuve en la reserva y consultarle qué podíamos hacer para protegerla. “El doctor Halffter estaba muy decepcionado del ambiente político, tanto estatal como federal. Había muy poco interés en la conservación de las áreas naturales. Si hoy cuesta trabajo, aunque ya hay cierto camino andado, en 1979, bueno… por eso él dijo que no pensaba hacer nada si las condiciones no cambiaban. Estaba muy sentido y bastante frustrado por el tiempo que había estado trabajando en Chiapas con un apoyo que no era claro. “Entonces tomé la decisión de que, si no podía hacerlo con el doctor Halffter, lo haría yo mismo. A partir de 1979 empecé a entrar en un proceso de conservación y protección de la Reserva de la Biosfera Montes Azules, que era la única área protegida de la Selva Lacandona. “Comencé a adquirir experiencia in situ. Empecé a entender por qué había fracasado el modelo de los parques nacionales que estableció Miguel Ángel de Quevedo, y era porque nunca se habían institucionalizado ni contaron con personal, equipo y presupuesto. Eran administrados como si fuesen bienes que solitos, sin ninguna presencia, se iban a conservar; con oficios, cuando la gente estaba invadiendo y el gobierno seguía repartiendo tierras, incluso en estas áreas protegidas… Esto sigue siendo un problema. “Empecé a involucrarme con la conservación, utilizando instrumentos legales como las áreas naturales protegidas. Me servía el entendimiento que había adquirido de la naturaleza, mi experiencia de tantos viajes con mi padre en el Sureste y, ya después, entre mi hermano y yo. “El conocimiento que tenía de las mariposas me ayudaba a entender en qué lugar estaba yo parado; si una selva era la misma que la otra, o no. Para tener un criterio de discriminación —en el caso de esfuerzos de conservación—, o al contrario, de integración. Eso de manera independiente de que después recurría a fuentes de información botánica, zoológica, etcétera.
— ¿Cómo llegaba allá, por avioneta?
“Podría decirle que fui de las primeras personas en México que contaba con una experiencia de conservación en el sitio, que vivía la cotidianidad de la selva, que enfrentaba los factores que ocasionan la destrucción de estas áreas protegidas. Para mí era muy importante tener un sustrato legal que me permitiera decir qué cosas se podían o no hacer allí, aunque yo no fuera autoridad.
— En esa época se llegaba por avioneta, ahora ya hay carretera; y por suerte, es una carretera que
“Había que encontrar razones para hacerlo en un lugar donde la tierra era de otras personas. De ahí que
“En una superficie cercana a los cuatro kilómetros cuadrados, encontré 650 especies de las 2 mil mariposas diurnas de todo México; un porcentaje altísimo en una superficie muy reducida.”
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— Sí, es una especie endémica; no hay nada parecido.
“En lo que desembocó todo esto fue en que se creó la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE). El doctor Gómez-Pompa no quiso ser subsecretario y lo fue Alicia Bárcenas, porque él había apostado a crear una Secretaría dedicada a la ecología.” — Y esta nueva institución dedicaba solo una partecita a la ecología… — Estaba llena de arquitectos. Al doctor GómezPompa se le hizo que se había desvirtuado todo su esfuerzo político. Sin embargo, nosotros le entramos. Alicia quedó como Subsecretaria y yo me ocupé de organizar a un grupo dentro de la Secretaría que atendiera el tema de las ANP.
mi búsqueda se encaminara por el lado de las ANP, lo que me permitió desarrollar una experiencia posterior, en el gobierno, donde estuve en tres momentos diferentes: uno de ellos, el primero, en la Dirección de Fauna Silvestre de la entonces Secretaría de Recursos Hidráulicos (SARH).”
La experiencia de conservación en el gobierno “Entré al gobierno porque había trabajado varios años en la conservación de la mariposa Monarca y necesitaban a un especialista en mariposas que atendiera las cuestiones de conservación de esa especie. “Empecé a elaborar el Programa de Conservación de Hábitat en la SARH, que era algo nuevo. Los parques nacionales se veían como sitios para la recreación, principalmente, y no se les daba fuerza para conservar la biodiversidad. “De 1979 a 1982 trabajé ahí. Ya en 1982 me integré con un equipo de trabajo sobre ecología con el candidato Miguel de la Madrid, a través del doctor Arturo Gómez-Pompa y de Alicia Bárcenas. “Conformamos un grupo que tenía las mismas inquietudes e ideales de tratar de cambiar lo que pasaba en México con la naturaleza y con los ecosistemas. Hicimos un trabajo que coordinaba el doctor Gómez-Pompa. Se estaba pensando en crear la Secretaría de Ecología.” — ¿En qué consistía ese trabajo? — Ellos estaban dentro de lo que se llamaba el IEPES (Instituto de Estudios Políticos y Sociales del PRI), que abrigaba al candidato con información y planteamientos. “Nosotros seguíamos en la SARH, y se nos invitaba a colaborar en horas no hábiles. Yo no era priísta pero quise aportar mi conocimiento. Nos dio gusto poder brindar toda la experiencia que habíamos generado en esos tres años de trabajo en la SARH, desde el interior del gobierno.
“Así que me salí de la Dirección de Fauna y me fui a la dirección donde estaban los parques nacionales y las ANP. Ahí empezamos a desarrollar nuevos planteamientos e ideas para administrar estas zonas, para decretar otras y para establecer las bases de su conservación.” — Desde la SEDUE… ¿Esto en qué año sucedió? — Trabajé allí de 1983 a 1985. Convoqué a un grupo de la Facultad de Ciencias de la UNAM y empezamos a diseñar lo que debería ser el Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas con una adecuada representatividad biogeográfica. Porque en la época de Miguel Ángel de Quevedo se tenía un modelo de conservación sobre bosques de pino, de coníferas, similar a los de Europa y Estados Unidos. “En México los parques nacionales eran el Desierto de los Leones, La Marquesa, Zempoala, el Popocatépetl, La Malinche. “El logotipo de México, incluso, mostraba un pino y un oso. Y mediante este sistema, a mi entender, no se estaba protegiendo ni conservando la biodiversidad de nuestro país. “Ahí fue la primera vez que se hizo el planteamiento de entender que la conservación de la biodiversidad se tenía que hacer en el bosque de pino-encino, pero también en los ecosistemas tropicales y en los desérticos; en los tropicales por la diversidad, y en los desérticos y de montaña por los endemismos. “El programa diseñado indicaba qué áreas debían incorporarse mediante una declaratoria del Ejecutivo Federal. Algunos ejemplos serían Sian Ka’an, en Quintana Roo; El Pinacate, en Sonora, y El Vizcaíno, en Baja California Sur, entre otros. “Decretos de ANP que, afortunadamente, después fueron una realidad. Si bien en esos años en la SEDUE no se pudo avanzar mucho en este tema, por falta de apoyo y voluntad política, al menos pudimos sentar las bases para elaborar los criterios de representatividad de los ecosistemas, y delinear cuál debería ser el Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas.” — ¿No se pudo decretar ninguna área en ese momento?
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— No, fue una frustración tremenda, porque a pesar de que empujábamos y empujábamos todo para empezar a hacerlo, y que, de haberlo logrado habríamos conseguido resultados sensacionales en esa administración, el Secretario, que era el señor Marcelo Javelly Girard (1 de diciembre de 1982 a 11 de marzo de 1985) era punto menos que un ignorante en este tema; no le interesaba en absoluto la conservación ni el medio ambiente. Solo era amigo del Presidente, no impulsó el programa.
secretario de Desarrollo Urbano y Ecología, fue impresionante.
— ¿Cuál era el interés de detener la creación de las áreas naturales protegidas?
“Pero ese sismo trajo consigo movimientos políticos. Porque al saberse que 80% de los edificios afectados del sector salud habían sido construidos por el secretario de la SEDUE, éste fue sustituido por Manuel Camacho Solís. Y el nuevo secretario tampoco hizo gran cosa por el medio ambiente, excepto el impulso a la primera Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA), lo cual sentó una base legal muy importante para las siguientes administraciones.
— Se consideraba que todo lo que tenía que ver con las cuestiones ecológicas, llámele contaminación del aire y del agua, establecer áreas naturales, todo eso, iba a obstaculizar el desarrollo de México en esas épocas de tremendas crisis económicas. Los políticos de esos años expresaban que atender el medio ambiente ‘era un lujo que solo se podían dar los países ricos’.
“El edificio donde nosotros estábamos se ubicaba en el Eje Lázaro Cárdenas, muy cerca de la Torre de Telecomunicaciones. Nosotros decíamos que trabajábamos en un edificio que se iba a caer algún día, muy pronto. Bueno, pasó el terremoto y no se cayó el edificio, ahí se quedó, pero ya no se pudo volver a ocupar y se perdieron muchos archivos.
“En esta cuestión de las leyes ambientales, México siempre ha estado a la vanguardia. No se aplican ni se respetan, pero tenemos muy buenas leyes. En el momento en que se empiecen a aplicar todas con rigor, esto podría cambiar.
— Era otra la visión… — Se aceptaba que se siguiera contaminando, pues cómo se le iba a decir al industrial que tenía que poner filtros a sus chimeneas, o que tenía que tratar el agua. Lo que pasó meses después, durante el sismo de 1985, ya con Guillermo Carrillo Arena1 como 1 En 1967 Guillermo Carrillo Arena ocupaba el cargo de Director General de Proyectos en la Comisión Constructora e Ingeniería Sanitaria de la Secretaría de Salubridad y Asistencia. A él correspondía autorizar y supervisar la construcción de grandes conjuntos hospitalarios, como el Hospital
“El gobierno de Salinas fue ambivalente desde el punto de vista ambiental; porque por un lado, daba Juárez y el Centro Médico Nacional, que sufrieron graves daños durante el terremoto de México en 1985, y por los que posteriormente fue señalado responsable. Nunca fue oficialmente investigado ni volvió a ocupar cargos públicos. Falleció en 2010. (Tomado de: Wikipedia).
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la noticia de que se iban a proteger los bosques, y por otro, se permitían las invasiones en la selva. Incluso las empujaba el propio hermano del Presidente, Raúl, quien pedía que se otorgaran títulos de propiedad que se encimaban sobre otras propiedades y sobre las reservas. “Sin embargo, aunque se lograron decretar muchas áreas en esa administración, no se entendía que lo ambiental debía ser transversal. Las contradicciones han sido eternas. Mientras los discursos hablan de conservación, los programas agropecuarios organizan desmontes. El gobierno siempre se ha conducido con esa ambivalencia, lo que es frustrante. “Volviendo a 1985, yo me sentía bastante frustrado. Me decía, ‘esto es una pared…’. Entonces renuncié y poco después un grupo internacional que estaba empezando a trabajar en México me invitó a colaborar en The Nature Conservancy, para hacer trabajo en Chiapas. Como a los dos meses de haber entrado, The Nature Conservancy se escindió. “Y cuando apenas estaba entendiendo de qué se trataba tuve que decidir con quién permanecía, porque se estaba buscando crear una organización con identidad latinoamericana, que tuviera buen entendimiento con la región. “Así, se creó Conservación Internacional. Decidí irme con quienes me habían invitado, pues tenían una visión muy interesante sobre la conservación de los ecosistemas. Esta visión contrastaba con la del movimiento conservacionista mundial de finales de los años 60, que se reducía a la fauna silvestre, enfocán206
dose en solo algunas especies de animales emblemáticos. La idea era conservar la especie.” — El delfín, el panda, etcétera. — Así es. No iban por el hábitat, que permite no solo conservar esa especie sino a todos los integrantes de esa biodiversidad, del ecosistema. Y precisamente en esos años, 1986-1987, Conservación Internacional nació con este programa que tenía como base la conservación de los ecosistemas y no se focalizaba solo en las especies, lo que constituía una diferencia en lo que respecta a la filosofía de la conservación. “Empezaron a surgir conceptos como la ‘biodiversidad’ y la ‘megadiversidad biológica’, porque muchos de los creadores de Conservación Internacional eran connotados científicos conservacionistas, como Russel Mittermeier, que empezaban a darle mucho vuelo a lo que ahora son los famosos países megadiversos. “El término ‘biodiversidad’ lo lanzó Edward Wilson, me parece, pero lo tomó esta organización, que empezó a identificar a los países poseedores de megadiversidad biológica (ecosistemas y especies) para poder enfocar recursos hacia ellos y poder así tender a conservar la mayor parte de la biodiversidad mundial.” — ¿Buscaban hacer modificaciones en lo referente a lo jurídico ambiental…? — En eso ellos no se metían. Hay que reconocer que fue el doctor Raúl Brañes quien estuvo muy atento a la parte jurídica. Lo que trataban de hacer estas organizaciones era apoyar a la sociedad y a las insti-
“Yo estuve alrededor de nueve años en Conservación Internacional y fue realmente ahí donde pude empezar a fortalecer el proyecto de conservación de la Reserva de la Biosfera Montes Azules. Esto, sin descuidar mi atención a otras regiones de México, porque había una cantidad enorme de decretos para establecer nuevas áreas de conservación y había que empezar a realizar diversas acciones al respecto. “Entre esas acciones, había que modificar la administración de las áreas protegidas e incorporar gente en cada lugar. No se trataba de inventar el hilo negro, pero esto aún no se había hecho en México. “Desde que yo colaboraba en la SEDUE, en 1984 y 1985, fue posible impulsar la construcción de cinco estaciones de campo para administrar las áreas naturales protegidas: El Pinacate, en Sonora; El Triunfo y Montes Azules, en Chiapas; la Mariposa Monarca, en Michoacán, y Sian Ka’an, en Quintana Roo. “Esto permitió forzar de alguna manera el establecimiento, desde el gobierno, de cuerpos de vigilantes en los sitios y de investigadores en las áreas protegidas. Porque en el caso, por ejemplo, de las Reservas de la Biosfera La Michilía y Mapimí, en Durango —seguro le platicó el doctor Halffter—, contaban con estaciones de investigación. Pero desde el gobierno, que es el responsable de administrar las áreas naturales protegidas, había una gran inmovilidad.
se hallaba dicha estación, era como el castillo de la Bella Durmiente, había que usar el machete para encontrarla. “Empecé a rehabilitar la estación Chajul y, lo que es un orgullo es que desde 1989 en que iniciamos los trabajos, hasta hoy, la estación sigue operando de manera continua. Hace diez años construimos una segunda estación, que es la de Tzendales, en otra zona de la reserva, sobre el río Lacantún. Esa nos permite tener presencia en el sitio, pero además hacer la gestión general. Vamos a construir una tercera. “En resumen, empecé a desarrollar este modelo de estación de conservación en 1989, con toda la experiencia previa que me dio mi paso por el gobierno, y con la experiencia de campo. De hecho, tuve que abandonar las mariposas un rato, porque a partir de ese año anduve muy ocupado con este otro proyecto. Creo que mi última publicación sobre las mariposas fue de 1993, pero ya lo hacía muy esporádicamente. Antes publicaba muy seguido. “Cuando se creó la SEMARNAP, me invitó Julia Carabias a trabajar en la dirección que tenía que ver con la fauna y las ANP dentro del Instituto Nacional de Ecología (INE). Por suerte, en ese momento se le dio una proyección muy grande a la conservación de estas zonas.” — ¿Ahí fue donde detonó la conservación de múltiples áreas naturales protegidas? — Eso fue a partir de 1995. Y no fue tanto crear muchas áreas, que sí se crearon, sino de empezar finalmente a tener personal en ellas.
“Necesitábamos forzar la creación de infraestructura y la permanencia de personal en las reservas de la biosfera, mediante la aportación de recursos fiscales. Y sí, en efecto, pudieron construirse las estaciones pero no se logró contratar personal para ellas. ¡Se abandonaron! Eso fue en 1985.
— ¿Parece elemental, no?
“Y esto lo digo, porque fue gracias a Conservación Internacional (en 1988 o 1989) que se obtuvieron los recursos internacionales para hacerlo, luego de demostrar cómo debían operar las estaciones en las reservas, pues debía enfrentarse con vigilancia la problemática cotidiana de conservación de cada área.”
— Sí, puede parecer obvio, pero por increíble que parezca, eso empezó a suceder hasta fines de 1995. Algo que me reconforta y me llena de orgullo es haber podido proporcionar los elementos, con mi capacidad y experiencia, para administrar in situ las ANP.
— ¿Se logró con recursos internacionales? — Sí, con recursos provenientes de Estados Unidos, porque de México no hubo ni un centavo en esa época. Conservación Internacional tenía su sede en Washington, EUA, y casi todo el recurso que capturaba para nuestro país provenía de la gente de dinero de Estados Unidos.
— Parece elemental… — No puede decirse que exista protección en un área natural si no hay quien se ocupe de ella en la realidad.
“Ahora sabemos que es posible lograr conservarlas, pero iniciamos desde cero y terminamos con la creación de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP).
“Armé un programa para la Reserva de la Biosfera Montes Azules, me lo aprobaron, y pude empezar a reconstruir la estación Chajul, cuya construcción había impulsado en 1985, porque había sido abandonada. Cuando regresé a ver en qué condiciones 207
“Hoy parece una institución que hubiera estado desde siempre, hay poca memoria. Y es obvio que en cada área tiene que haber infraestructura, administración, personal, equipo, vehículos, programas de manejo y gasto de inversión… pero todo eso que hoy es obvio, no lo era antes; empezó cuando integré un equipo técnico para participar con la administración de Julia Carabias. Sí, porque se decretaban las áreas naturales, pero no se les administraba. De hecho, no se sabía qué hacer con ellas.
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tuciones académicas que trabajaban en estos temas, e impulsar a los gobiernos a moverse, ahora sí que con todo lo que pudieran de sus estructuras, recursos económicos, reglamentos y leyes, para establecer sustratos apropiados para la conservación.
“Un acontecimiento muy significativo en el que también me da mucho gusto haber participado, fue que México había recibido un donativo del Fondo Global para el Ambiente del Banco Mundial, de 23 millones de dólares, y lo estaban gastando sin sentido, porque no había una directriz.
“Hablamos de números. Le dije que probablemente con 100 mil dólares anuales de gasto para cada área prioritaria sería suficiente, para empezar a meter personal y equipo. Eso era muy poco en relación con el recurso que nos habían otorgado. No íbamos a poder gastar el resto en el año que quedaba.
“Cuando llegué a la Administración Pública en 1995, ya tenía antecedentes de este programa, porque había sido consultor por parte del propio Banco Mundial para otorgar el donativo a México en 1991. Contaba yo con todo el antecedente y veía desde lejos cómo pasaba el tiempo. Ya se iba a terminar el plazo de cinco años del ejercicio de ese donativo y simplemente no pasaba nada en las ANP.”
“Entonces, antes de perderlo, sugerí que ese remanente no gastado del donativo ingresara a un fondo para las ANP, y de los intereses producidos por el capital invertido, pagar el gasto operativo básico de cada año.”
— ¿Los que dan ese donativo no verifican? — Sí verifican, pero no pueden presionar. Simplemente dicen, ‘si no te lo gastas, me lo regresas’. Creo que el plazo para ejercer el donativo terminaba a mediados de 1996. — ¿A quién le habían dado ese donativo? — A la SEDUE, debe haber sido en 1991. Poco después la SEDUE se transformó en la SEDESOL y se crearon el INE y la PROFEPA. La cuestión es que como llegué con el antecedente de que no se había gastado el dinero, comenté el asunto con José Luis Samaniego, que dirigía la Unidad de Asuntos Internacionales en la SEMARNAP.
La creación del Fondo de Áreas Naturales Protegidas “Eran muy pocas las áreas protegidas, entre ocho y diez elegidas para este donativo, algo así. Empezamos a desarrollar esa idea y a proponérsela al Banco Mundial. Le dijimos que podía hacerse con la sociedad, no con el gobierno, para que hubiera credibilidad. “Comenzamos por crear el Consejo Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONAP), dentro de la SEMARNAP, y en su seno se empezó a delinear el Fondo de Áreas Naturales Protegidas, al tiempo que se evaluaba a la ONG más apropiada para hacerse cargo de esta tarea. Finalmente, el Fondo de ANP se incorporó dentro del Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza, que se aprobó como receptor de los recursos y que, hasta la fecha, los administra y ha incrementado con donativos adicionales del propio GEF.
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“Comenzaron a venir los funcionarios del Banco Mundial para este propósito, vieron el funcionamiento del CONAP y que había mucha participación de organizaciones no gubernamentales y de personalidades de instituciones académicas, como los doctores GómezPompa, Halffter y Sarukhán, que siempre asistían a las reuniones del Consejo. Eran reuniones sustantivas, de toma de decisiones. Ellos participaban porque veían que estaban sucediendo bien las cosas. De hecho, el doctor Halffter fue presidente del CONAP durante nueve o diez años.” — ¿Y usted ya fungía como director general de las ANP? — Sí. Todo esto fue muy importante, pues nos permitió avanzar en relación con la conservación de la biodiversidad por la vía de las ANP. “En los años siguientes surgieron otros instrumentos, pero lo que se hizo en la SEMARNAP, de 1995 al 2000, en relación con la conservación de la biodiversidad en estas áreas y en cuanto al fortalecimiento de su administración y capacidad de gestión realmente fue muy importante. Y eso se mantuvo, y ahí va más o menos.” — ¿Cómo percibe usted la situación actual en las ANP? ¿Usted les da seguimiento, tiene información? — Un poco, sí… Yo siento que, desafortunadamente, durante los años del panismo se burocratizó nuevamente la gestión de las ANP. Regresaron a pensar que por medio de informes, de evaluación, de mantener a la gente de campo llenando encuestas, etcétera, se iban a conservar estas áreas. Prácticamente retiraron al personal del campo y eso ha tenido un gran impacto en muchos lugares, pues se ha metido gente a invadir… entre otros muchos problemas que no se atendieron o se toleraron. — ¿Ya no hay vigilancia otra vez? — Sí hay gente, y desde hace tres años y en la presente administración como que otra vez está regresando, pero fueron nueve años de retirar al personal de campo de las ANP y de no afrontar los problemas políticos de esos sitios, que son muy fuertes por los intereses que están alrededor o en los terrenos de estas áreas, entre minas, grupos campesinos, explotación forestal, cacería; en fin, le puedo nombrar muchos. “Ha pasado mucho tiempo sin que se enfrenten estos problemas. Durante la gestión que me tocó realizar entre 1995 y 2000, el presidente Zedillo dio mucho apoyo a las ANP y la secretaria Julia Carabias y su equipo aprovechamos esta oportunidad. “Con Zedillo hubo un gran empuje, un gran avance, un salto cuántico. Los directores de cada ANP tenían soporte político y muchos programas de manejo los presentaban frente al Presidente, lo cual les daba una amplia cobertura política. “Desafortunadamente, este ímpetu se acabó. Al presidente Fox no le interesó el tema ambiental y menos
las ANP. Mi sucesor, en varias ocasiones reconoció que no quería desgastar su capital político en la solución de conflictos en estos sitios. “Por ello hubo un gran desorden administrativo; se retiró a mucha gente de los territorios de las ANP y se autorizaron muchos proyectos nocivos para estas áreas. El titular de la SEMARNAT no supo aprovechar el interés mostrado por el presidente Felipe Calderón en materia ambiental. Ahora hay mucha incertidumbre. Las ANP están en riesgo y no se ve la voluntad clara del Presidente ni del Secretario. La CONANP necesita ser fortalecida porque las responsabilidades y los problemas han crecido y los recursos humanos y económicos no. “El Consejo Nacional de Áreas Naturales Protegidas ha expresado su preocupación por la situación actual. Esperemos que las cosas cambien para bien y pronto.” — ¿Ha habido algunos avances importantes dentro de todo este caos? — Sí, de hecho, durante los últimos 12 años, una de las cosas más importantes fue que permaneció la CONANP, porque con esto del cambio podían haber desaparecido muchas cosas que se habían creado en el gobierno inmediato anterior. Por suerte eso no sucedió, lo que fue una gran cosa, porque la institución
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ha permanecido, ha avanzado en la creación y publicación de programas de manejo; y el presupuesto se ha incrementado, aunque no lo suficiente. “Por otro lado, la gestión se ha burocratizado. Desde mi punto de vista necesitamos más operación en el campo, opinión informada de la sociedad y decisión política clara para proteger estos territorios estratégicos de nuestro país. Y la CONANP, como institución dedicada a la conservación de la biodiversidad, tiene que afrontar una gestión de fortaleza, dinámica y ordenada de estos territorios. Eso es muy importante…” — Y complejo… — Sí, claro. Es obvio que tiene que haber una cobertura y una voluntad política muy claras sobre las ANP, de que son lugares que se van a conservar por mandato y por utilidad pública. Y no dejar pasar los problemas para el siguiente, a ver si los quiere afrontar. En estos tiempos no es posible continuar haciendo esto. Adicionalmente a lo que hemos hablado, yo creo que se tiene ya una cobertura geográfica de áreas protegidas que están conservando la biodiversidad. “El siguiente paso sería simplemente ver qué espacios quedan por conservar, desde el punto de vista federal, de atención prioritaria, e impulsar lo que serían sistemas regionales de conservación, que son los que corresponderían complementariamente a los estados y municipios. “Se tiene ya un sistema federal de conservación que va a cubrir las áreas más significativas, pero esto que decíamos de los endemismos, de la cañadita,
se tiene que ir cubriendo por medio de otros sistemas, que serían los estatales, los municipales y los de certificación voluntaria por parte de propietarios privados, ejidos y comunidades. “Si se hiciera de este modo tendríamos una cobertura muy importante y podríamos pensar que se está conservando la biodiversidad. Lo fundamental es lograr que esas áreas que se están protegiendo no se sigan deteriorando. No se ha podido frenar su deterioro, sigue habiendo diferentes procesos entrópicos que las siguen destruyendo. No tenemos aún la seguridad de que cuando un espacio natural fue decretado, se esté conservando realmente.”
Los retos de la biodiversidad — ¿Cuáles son las más importantes amenazas para las ANP, la tala de bosques? — Esa no lo es tanto como las invasiones, porque con una invasión tenemos la tala y el asentamiento humano. Si no se detiene, ese proceso va a ir avanzando continuamente. Debería haber tolerancia cero a los asentamientos humanos irregulares. — ¿Y qué pasa con las comunidades que vivían allí antes de ser decretadas las ANP? — Esta situación es diferente. Estas comunidades deben ser beneficiadas con todos los tipos de actividad que se puedan hacer en las ANP, desde los empleos que se generen debido a la conservación (como vigilantes o tomando parte de las estructuras administrativas de las ANP), hasta los proyectos de apoyo a actividades de desarrollo sustentable de los recursos naturales.
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“El caso más típico sería el desarrollo de proyectos de ecoturismo, que genera empleos, crea ingresos y contribuye ordenadamente a la conservación. “Cada vez más turistas escogen destinos en que pueden disfrutar de la naturaleza y derraman recursos económicos que benefician a los dueños de los ecosistemas naturales. Aunque, claro, esto no puede darse en todas las ANP. “Existen, sin embargo, otras opciones productivas, como las unidades de manejo para la conservación de la vida silvestre y el pago por servicios ambientales. Tanto para las comunidades que viven dentro de las ANP como de las áreas colindantes. “Esa será la única forma en que haya una actitud positiva para la existencia de un ANP, cuando se trata de terrenos privados, sociales o de comunidades. Desgraciadamente, pocas áreas se asientan en terrenos nacionales. Pero incluso en este caso, la gente que vive en los alrededores tiene que ser beneficiada. Vivir en un ANP o cerca de ella debe constituir un privilegio, por los beneficios que se deben otorgar. “Esto es lo que debería defenderse, y muchos de los proyectos que hacemos nosotros tienden a obrar en esa dirección.” — Y no dejar entrar a más gente… — No, por supuesto. La ley es muy clara cuando indica que solamente deben respetarse los asentamientos que estaban establecidos al momento del Decreto. Todos los demás asentamientos son ilegales.
— ¿Y qué tantos guardaparques y personal directivo debe haber para proteger estas áreas? — Es difícil definir un número determinado de vigilantes o profesionistas de la conservación por unidad de área. “Esto va de acuerdo con la problemática que se presente en cada sitio, pero sí se necesita gente en el campo para detectar esos problemas, y subir la información que se genera en el área protegida a las esferas políticas de gestión, para que la actuación se dé por las instancias de gobierno para proteger el área. “No se trata de esperar a que el personal que esté ahí se enfrente solo a quienes cometen ilícitos, pues generalmente están armados. Para resolver este problema deben participar las instancias competentes. Por eso, el trabajo en el campo es indispensable.”
La minería no respeta las ANP “Otro problema importante que se ha perfilado en los últimos años es la minería. La minería no respeta a las ANP, no respeta nada. Lamentablemente, muchas minas se ubican en territorio de las ANP y el gobierno no considera que deben evitarse en estos territorios. La actual Secretaría de Economía, antes de Comercio, tiene una Comisión de Desregularización, y los programas de manejo de las ANP tienen que ser evaluados por ella. “Es muy común que dichos programas se frenen cuando tienen restricciones sobre minería y otras ac-
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tividades productivas. Por eso yo creo que en estos momentos la minería se perfila como uno de los principales enemigos de la biodiversidad, además de las invasiones. Ambas afectan muchísimo.” — ¿Pero tenemos leyes, no? — Claro, sin embargo hay toda una controversia de qué es lo que se está protegiendo, si solo la superficie o también el subsuelo. Parecería que podemos hacer actividades extractivas debajo (de las ANP). Ha sido una lucha histórica entre la Secretaría de Economía —que es la que tiene la facultad sobre el otorgamiento de concesiones— y la SEMARNAT.” — ¿Son concesiones a transnacionales? — Sí, muchas lo son, aunque también hay empresas mexicanas. El precio de los metales ha ido al alza y hay mucho interés económico.
La Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca — En otro aspecto, seguramente usted colaboró en la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca, porque ahí se cruzan dos de sus intereses más importantes: las ANP y su gestión, por un lado, y su estudio sobre los lepidópteros, por otro. ¿Cómo ha sido su experiencia en ese lugar? — Fue sumamente intenso. Yo empecé a colaborar con el proyecto de la Monarca en 1977 o 1978. Al principio, lo hice con los dos grupos de investigadores que habían llegado allí. Eran canadienses y estadounidenses: el equipo de Fred Urquhart y el de Lincoln Brower. Ellos venían a hacer estudios que permitieran dar argumentos científicos para conservar a las colonias hibernantes de la mariposa Monarca. Eso fue muy importante. — ¿Con quién hizo ese contacto? — Habíamos creado la Sociedad Mexicana de Lepidopterología y el contacto fue con la Asociación Norteamericana de Lepidopterólogos. Normalmente ayudábamos a fundaciones que apoyaban a los investigadores. Ya desde 1979 había presiones internacionales en relación con la conservación de los bosques a donde llegaba la mariposa a los estados de Michoacán y de México. “Nos localizaron a mi hermano y a mí porque necesitaban a alguien que supiera de la mariposa Monarca, para encargarse de ese programa. Yo acepté colaborar con la Dirección General de Fauna Silvestre de la SARH, y desde ahí se desarrolló una actividad estratégica, que tenía como base las conclusiones de los investigadores y de otras ONG’s como Monarca, A. C. A mí me proporcionaban la información y yo la utilizaba para poder establecer una primera área de conservación. “Eso fue estratégico, porque se dio una vinculación entre un grupo de investigación, la sociedad y el go-
bierno. En 1979, con López Portillo, salió un decreto que ordenaba conservar a la mariposa en donde ésta estuviera, e impedía el corte de los árboles. “Pero no se entendía bien, parecía que se trataba de colonias permanentes de mariposas. No se sabía que llegaban al mismo lugar, o se sabía que llegaban pero se podía pensar que un día llegaban aquí, y otro allá. Eventualmente se iba la mariposa y entonces se cortaban los árboles. “Sin embargo, se trataba de una primera aproximación de conservación. Después de unos años de estudio se pudo concluir que las mariposas llegan a los mismos sitios. “Establecimos un área protegida para conservar la superficie de bosque en donde llegan las mariposas. Fue avanzando este proyecto con el que yo estuve muy vinculado, hasta que salí de la SEMARNAP en el año 2000. Ahora estoy al tanto de las cosas, pero no estoy muy activo. Para mí fue un proyecto muy importante porque vinculaba a las mariposas con la conservación de un ecosistema.” — ¿Y qué se logró finalmente? — Con el ANP se detuvo la tala en las zonas núcleo, con el apoyo de instrumentos como el pago por servicios ambientales. Incluso se creó el Fondo Monarca, que compensa a los ejidatarios por los árboles no cortados. Desconozco los detalles técnicos, pero esto ha permitido detener los procesos de destrucción durante los últimos años. — Parece que el ecoturismo allí es intenso... — Sí, aunque para mí siempre fue muy polémico el asunto del ecoturismo, por la cantidad de gente que visita el lugar. Por otra parte, esta actividad ha permitido que el sitio se haga famoso y con ello se ha contribuido a conservar; porque en los años 70, imagínese, ir a decirle a un presidente municipal que había que conservar a esta mariposita, se moría de la risa. “En las décadas de los años 70 y 80, los gobernadores prácticamente le daban una atención nula a lo ambiental. Así que todo este proceso ha hecho que hoy sea toda una fiesta ir a inaugurar la temporada de la mariposa Monarca. Van los gobernadores de los dos estados, las mariposas aparecen hasta en los billetes de 50 pesos…” — ¿Qué ganan los pueblos de los alrededores? — Hay una derrama importante. Se calcula que estamos hablando del orden de un millón de visitantes en los tres meses en los que está la mariposa. — ¿Afecta esto al ecosistema? — Se lleva a efecto un impacto no tanto en contra de la mariposa sino del terreno, porque imagine la erosión. Incluso llega a ser un problema si la gente recoge las mariposas, aunque estén muertas.
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“Un millón de gente recogiendo mariposas muertas… porque además, una de las teorías que tenemos es que las mariposas llegan al mismo sitio porque detectan a las mariposas que mueren los años anteriores. Durante cientos de años ellas han dejado su huella ahí.”
Y luego los ejidatarios de los otros santuarios empezaron a presionar para que se abrieran. Ahorita están abiertos todos… Entonces…”
— Aunque se las coman las hormigas, me imagino.
— Sí llega, el día que disminuya no será por México sino por Estados Unidos y Canadá, porque las plantas de alimentación de las larvas de mariposas son diferentes especies de asclepias2 que se distribuyen en Norteamérica, las cuales son consideradas nocivas para los campos de cultivo.
— Pero es que las hormigas no se comen las alas. — Ah, por la toxicidad… — Por la toxicidad y porque las alas no son alimento para las hormigas; se comen el cuerpo de las mariposas, en dado caso. Las alas están llenas de sustancias químicas. Las alas de las mariposas muertas tal vez constituyan una señal que perciben las mariposas que llegan. “Es un misterio cómo puede venir desde tan lejos una nueva generación de mariposas que nunca había estado ahí. Pero es obvio que fue una preocupación muy grande el asunto de abrir los santuarios al turismo. “Al principio se abrió uno, que era el más afectado. Pensábamos que si la gente de Ocampo no recibía beneficios, se iba a contribuir a la destrucción del hábitat y no podrían instalarse las colonias de mariposas… Cuando se abrió ese santuario, se dijo ‘bueno, pues ése es el del sacrificio; los otros se conservan’.
— Sigue llegando la mariposa…
“Son tratadas como malas hierbas. Si disminuye la población de las Monarca no va a ser porque en México se estén acabando los bosques —la reserva y los estímulos económicos han detenido este problema— sino porque ha disminuido el recurso alimenticio para las larvas en esos países.” — El nombre de ‘asclepias’ parece derivar del griego… — Sí, el nombre del género honra al dios griego de la medicina, Asklepios. Muchos nombres científicos provienen de la mitología griega o latina. — Usted no está muy de acuerdo con el ecoturismo, al menos planteado desde esa perspectiva… 2 Un género de plantas perennes, dicotiledóneas, herbáceas, que incluye unas 140 especies conocidas.
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— Digamos que sí, pero creo que debe haber más orden y control. — ¿Las mariposas son indicadoras de biodiversidad? — Las monarcas no, algunas especies de mariposas sí. Ciertas especies son indicadoras de lugares con muy alta biodiversidad. No es el caso de las Monarca, que se alimentan en lugares muy perturbados. “De hecho, la Monarca se distribuye tanto en las selvas tropicales como en los desiertos, pero no las migratorias. Hay poblaciones locales en la selva, en todos lados. Hay que verlo en dos partes: la población migratoria de monarcas y las poblaciones locales. “Pero lo interesante de los sitios en donde hiberna la Monarca, es que son estos bosques de Abies (oyamel), donde se presenta mucha de la diversidad y de los endemismos de los ecosistemas templados.”
El establecimiento de las reservas de la biosfera en Chiapas — Usted llevó a cabo estudios y luego gestionó el establecimiento de la Reserva de la Biosfera El Triunfo, en Chiapas, una de las más importantes en biodiversidad. ¿Cómo resultó esa experiencia? — Es una zona muy importante de biodiversidad y endemismo. Se trata de bosques húmedos de mediana altitud, entre 1,400 y 2,100 metros. Empecé a colaborar en esta zona con el profesor Miguel Ál-
varez del Toro, que fue una de las eminencias de la conservación en Chiapas (es una desgracia que nadie haya continuado haciendo su labor en esa entidad). Las ANP chiapanecas se habían establecido como áreas estatales, sin un sustrato legal fuerte. “Y como ya se habían empezado a generar las leyes federales para establecer las ANP, a partir más o menos de 1983 o 1984, empecé yo a colaborar con el profesor Álvarez del Toro en diferentes actividades para definir las superficies de las áreas protegidas, en particular El Triunfo, por su relevancia en biodiversidad. Allí existen el quetzal y el pavón, que son aves únicas, y hay mucho endemismo. “En 1990, finalmente logramos convencer al Gobierno Federal para publicar el decreto para establecer esta área. Incluso, previo a El Triunfo, cuando estaba en la Dirección de Fauna Silvestre, diez años antes, realicé los estudios, junto con un equipo técnico, para establecer el decreto federal de otra área importante de Chiapas, que es la Selva del Ocote. Esa se estableció en 1981 o 1982. “Y luego, cuando colaboré con don Miguel, yo estaba en Conservación Internacional apoyando todas las iniciativas de conservación en Chiapas. “Se estableció El Triunfo, y más tarde, cuando participé en la SEMARNAP logramos modificar el decreto del Ocote para incluir un poco más de superficie y crearlo como reserva de la biosfera. De la misma forma, cuando trabajé con las organizaciones internaciona-
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“Más adelante, en la SEMARNAP establecimos otras áreas, como Nahá y Metzabok, que son áreas de significancia, aunque no muy grandes, pues abarcan de dos a cuatro mil hectáreas; pero juntas iban conformando un sistema de conservación en la selva Lacandona. Mi vínculo con Chiapas ha sido muy prolongado; inició desde que yo era muy joven.” — ¿Cómo podríamos definir geográficamente esta región selvática? Lo global es la Selva Lacandona y luego hay parques…? — No, lo global sería la selva tropical húmeda de México, que hoy sobrevive en Los Chimalapas, en Oaxaca, y en la Selva Lacandona; son dos fracciones. La selva Lacandona es una fracción que representa 50% de lo que queda de estas selvas en México. Y efectivamente, dentro de la región de la selva Lacandona existen ocho ANP. — Forman un mismo conjunto arbóreo… — Formaban más o menos un mismo conjunto de selvas, con sus diferencias. Ya ha desaparecido, en su mayoría. Hay fragmentos muy pequeños, y los dos grandes manchones, como de medio millón de hectáreas que quedan, son los Chimalapas y la Lacandona. He estado en todos estos sitios para impulsar procesos de conservación. Algunos son sincrónicos, porque no importa que estés en un lugar, puedes estar promoviendo un proceso en otro lado. También participé en el decreto de la reserva de Sian Ka’an. “Más bien hay que decir en general que he participado en muchísimos procesos de conservación de ANP: Sian Ka’an, Calakmul, sobre todo de mediados de los 80 en adelante. Sí, es cierto que todo estuvo más vinculado con las selvas tropicales, porque era donde había menos protección. Hoy las reservas de Sian Ka’an, de Calakmul, El Triunfo, El Ocote, La Sepultura, en fin, conforman superficies considerables e importantes para la conservación de la biodiversidad tropical, que no estaba protegida con anterioridad.”
En el Pacífico, escasos esfuerzos de conservación de la biodiversidad
“Pero las zonas de Los Chimalapas y otros sitios de selva tropical húmeda en la parte del Pacífico prácticamente no cuentan con áreas de protección. “Lo mismo pasa con las selvas secas del Pacífico en Michoacán, Colima, Guerrero y Oaxaca, que son sumamente importantes por su endemismo. En ellas se han hecho muy pocos esfuerzos significativos de conservación.” — Tendría que trabajarse aún en todas estas zonas de biodiversidad… — Sí, claro. Pero siempre tuvimos muchos problemas para concretar… — ¿Es un problema relacionado con los gobiernos estatales o qué falta? — Principalmente son conflictos con las comunidades que viven ahí. Ciertos líderes o funcionarios están en contra de las ANP, porque ven de manera diferente la conservación. — Promueven megaproyectos… — No necesariamente, pero no favorecen el establecimiento legal de conservación. Han inducido la idea en la población de que las ANP les van a quitar sus terrenos. El proceso se ha ido complicando, principalmente en ciertos estados en donde históricamente hubo alguien que convenció a las comunidades de que las ANP eran perjudiciales para ellas. “Yo creo que se tendría que reflexionar al respecto y retomar la visión de que existen instrumentos que pueden beneficiar a las comunidades. “Hasta ahora no veo que un ANP le haya causado un perjuicio a quienes viven ahí. Al contrario, cuando se establece un ANP empiezan a llegar recursos, no solo de la Secretaría de Medio Ambiente sino de otras entidades públicas o privadas. Las ANP se pueden volver lugares en los que converjan recursos económicos importantes.”
La razón de ser de las ANP
“En donde siempre hemos tenido problemas para lograr establecer al menos los instrumentos legales como ANP ha sido en Oaxaca, que es un estado realmente importante en biodiversidad, a la par de Chiapas. Desgraciadamente, los procesos sociales de esta entidad no aceptan la entrada de las áreas naturales protegidas. Y lo malo es que estos procesos sociales no garantizan una conservación de largo plazo. Oaxaca está muy desprotegida. “Cuando estábamos en SEMARNAP solo logramos establecer la reserva de Tehuacán-Cuicatlán, en la parte seca, donde hay mucho endemismo, y el Parque Na-
cional de Huatulco. Tehuacán-Cuicatlán es algo así como un desierto tropical, muy interesante.
— Para que nos quede claro, ¿por qué es importante crear un ANP en algún lugar? ¿Cuál es su función, para qué sirve? — La primera reflexión que se hace para poder establecer un ANP es que exista la necesidad de proteger su biodiversidad. La biodiversidad se encuentra en los ecosistemas. “Se trata de conservar una muestra importante de ese ecosistema. En consecuencia, se conservan los servicios ambientales proporcionados por ese ecosistema natural y su biodiversidad en el área natural protegida.
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les se establecieron otras áreas de conservación en la selva Lacandona, como fue la Reserva de la Biosfera Lacantún, que incluye 60 mil hectáreas anexas a Montes Azules.
“El más inmediato es el agua, pero está la conservación de la productividad de los suelos, por ejemplo; la producción de oxígeno; la regulación del clima; la preservación de los recursos forestales y fáunicos. Donde se deforesta, cambian totalmente las condiciones climáticas locales y se afectan gravemente los recursos naturales.
les mantener sus hábitos, es posible que encuentren la muerte.
“Bajo el esquema de un plan de manejo sigue habiendo la posibilidad de extracción forestal, o de manejo de fauna, pero bajo condiciones controladas. Para mí, un ANP es el punto de partida para ordenar el territorio; esto parte del área de conservación y después se van sumando las áreas de uso de recursos.
— ¿Ecológicamente esto podría llegar a ser un desastre? ¿Los muros llegaron para quedarse?
“El propio plan de manejo cuenta también con un ordenamiento del área protegida al interior. Entonces, establecer un ANP permite a la localidad y a la región contar con una base importante para continuar con un ordenamiento del territorio y lograr así que no se depauperen los recursos naturales.
— La zona sur del país no tiene muros. Las ANP están completamente cubiertas de ecosistemas naturales. Tenemos la conexión del sur de Campeche con todo el norte de Guatemala.
“Porque ellos tienden a moverse hacia el norte en verano y hacia el sur en invierno. Por tanto, lo más probable es que se afecten sus hábitos reproductivos, así como sus sitios de alimentación y resguardo.”
— Todo depende de la relación entre México y Estados Unidos. ¡Es que no pueden llegar para quedarse…! — ¿Y qué es lo que sucede en la zona sur?
“En México está Calakmul, que se conecta con Sian Ka’an hacia el norte, con Guatemala hacia el sur, con la reserva de la biosfera Maya. Y Montes Azules también se conecta con un parque nacional que se llama Sierra del Lacandón. Y está todo este nuevo proceso que se ha echado a andar en torno al Corredor Biológico Mesoamericano. Es sumamente importante construir corredores biológicos que mantengan esa conectividad.”
“Hay otro aspecto también importante, en el sentido de que el plan de manejo contempla también la recreación. Porque abre la posibilidad, por ejemplo, como sucede en muchas de las reservas, de que las poblaciones locales vayan a nadar a ríos limpios que bajan de las ANP. “Un ANP es un privilegio que incorpora lo recreativo. Incluye también una oportunidad para las comunidades locales y para el país de hacer negocios relacionados con el ecoturismo en el orden internacional. Pero a fin de cuentas, lo primero que pretende un ANP es proteger un área representativa de la geografía y de la diversidad biológica del país.”
La naturaleza no tiene fronteras Las ANP a veces no se corresponden con las dimensiones de un país. En el caso de México, compartimos con los Estados Unidos ciertas áreas protegidas en el norte; y en el sur lo hacemos con Guatemala. Porque las zonas biológicas no responden a límites geopolíticos. ¿Cómo ha afectado a la biodiversidad la construcción del muro fronterizo al norte del país? — La afectación es total. Porque los ecosistemas del norte mantienen una estacionalidad muy marcada: tienen un invierno extremo y luego un verano de altas temperaturas. En estos ecosistemas, las poblaciones animales terrestres se mueven muchísimo. Es el caso de los osos y de otras especies. — Buscan lugares más propicios… — Sus movimientos dependen de la época del año y del clima. De hecho, las tribus indígenas también se movían de acuerdo con la estacionalidad. Entonces es una aberración construir estos muros. “Si es una equivocación desde el punto de vista humano, imagínese desde la perspectiva de la naturaleza. Al montar una barrera que impida a los anima-
Experiencias con otros países — En el orden internacional… ¿usted ha compartido la experiencia en el manejo de las áreas naturales protegidas con otros países? — A fines de los años 70 hubo mucha vinculación con el Servicio de Parques de los Estados Unidos, por la cercanía, y porque había mucha oferta de intercambios y de comunicaciones con lo que se estaba haciendo allá, aunque siempre tomando en cuenta que nuestra realidad social y agraria es muy diferente. “Ellos habían empezado, muchos años atrás, a elaborar sus programas de manejo, y nosotros aprendimos, mediante el uso de este instrumento, cómo hacer adecuaciones a las condiciones particulares locales. También nos relacionamos con organizaciones no gubernamentales que promovían el establecimiento de ANP y su administración. “Aprendimos que es muy necesario contar con este instrumento que da orden y prioridad a las acciones que se van a desarrollar. Entendimos que los programas de manejo constituían un proceso de planeación para administrar las ANP. “Luego, en contacto con Centro y Sudamérica, en un plano culturalmente similar, compartimos diversas problemáticas ambientales. Fue muy enriquecedor. Incluso se llegaron a formar organizaciones como la Red Latinoamericana de Áreas Naturales Protegidas, que permitía comunicar diversas experiencias. Eso ha ido un poco a la baja, desafortunadamente.
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“Desde 1997, tuve la oportunidad de conocer las áreas naturales de África. Viajé a Kenia, Tanzania, Botswana y Uganda, entre otros países. Allá existen zonas destinadas al turismo, como única esperanza para la conservación y para poder llevar beneficios a las poblaciones que viven en condiciones mucho más precarias que las de América Latina. “Cuando me hablan del Tercer Mundo y equiparan a América Latina con África y con parte de Asia, en fin… No tienen nada que ver unas y otras regiones. La situación que se vive en África es realmente dramática en cuanto a poblaciones marginales, a problemas políticos intertribales y a una serie de situaciones como las guerras regionales. “Lo que se pudo aprender de África se relacionó, sobre todo, con el ecoturismo y el tipo de público internacional que se interesa por visitar las ANP. Pero en cuanto al manejo y legislación aprendimos muy poco. “En general, en manejo, legislación y operación hemos aprendido mucho más de Estados Unidos y de los países de América Latina como Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Perú y Venezuela.” — ¿Cómo está nuestro país en relación con otros en cuanto al manejo de ANP; y también en cuanto al avance, cuidado y gestión de la biodiversidad? — Aquí volvemos al punto de partida de 1995, que podíamos ser de los países que menos atención le dábamos a la conservación de la biodiversidad. Había países como Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile,
Perú, Venezuela, en fin, que iban años luz delante de nosotros. Tenían personal, equipo, programas de manejo, en fin… “Y realmente dimos un salto cuántico de 1995 al 2000, lo que se ha mantenido. Al día de hoy, en América Latina, sin lugar a dudas, estamos entre los primeros países. Estamos a nivel de Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Perú y Venezuela. Junto con Brasil, Colombia y Perú, somos quienes conservamos la mayor biodiversidad del mundo por estar considerados como país megadiverso. “Porque en lo que toca a Costa Rica, sus áreas protegidas básicamente están dedicadas al turismo. Sí conservan la biodiversidad, pero sus ANP son muy pequeñitas. Todas las áreas de conservación de Costa Rica caben en una reserva como Montes Azules, todas. Es un esfuerzo muy loable…” — El tamaño del país también es otra cosa… — Sí, sus áreas son muy pequeñas, no lo digo peyorativamente; es una realidad que le tocó a ellos. En México tuvimos un poquito la suerte de que no nos pasara eso, en comparación con Argentina, Brasil y Perú. En Brasil, una reserva tropical puede tener 2 millones de hectáreas, y la reserva tropical más grande de México, que puede ser Calakmul, está por las 600 mil hectáreas. Por supuesto, nosotros tenemos otra situación con las reservas más grandes, que están en las zonas desérticas.
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gubernamentales vinculados con las cuestiones ambientales, y los trabajos que desde las instituciones académicas se habían venido desarrollando. “Fue un momento en que se pudieron alinear los astros. Había gente con capacidad en el gobierno, y gente con capacidad fuera, lo que nos permitió contar con instrumentos que empezaron a dar resultados. Lo que sucedió fue algo muy significativo y por lo menos se ha mantenido la dinámica.”
Las mariposas y el clima — Usted, como investigador de las mariposas, ¿considera que éstas podrían darnos algunos indicadores importantes de que está cambiando el clima? — Al igual que ciertas especies de anfibios, algunas especies de mariposas son muy susceptibles al cambio climático porque son muy exigentes en cuanto a las condiciones de su hábitat. “La disminución o incluso la aparición de enfermedades en ciertas especies de mariposas, sobre todo en su estado larvario, pueden darnos señales de alarma de que está habiendo un problema ya con el cambio climático y la consecuente afectación en las poblaciones de insectos. Se podría tomar así. “Hay que recordar que el cambio climático es una rápida transformación de algo que antes sucedía muy lentamente, en términos de periodos geológicos. “Ha habido épocas en que se ha elevado la temperatura muchísimo. Y los organismos podían adecuarse, moverse paulatinamente con sus vegetaciones, latitudinal, altitudinalmente. Y ya esto viene en un ritmo muy apresurado.” — No queda mucho tiempo para la adaptación. — No, se da en miles de años. “La reunión de Río de Janeiro de 1992 ha sido el acontecimiento más importante, porque fue un parte aguas que ha permitido lograr que los países emergentes, en vías de desarrollo, que son los que poseen la biodiversidad, realicen esfuerzos gubernamentales con el apoyo de instituciones como el Banco Mundial, para tratar de consolidar sus sistemas de conservación de la biodiversidad. “Y también porque logró establecer cierto grado de obligatoriedad al empezar a poner atención a todo esto en un contexto global.” — Al establecer compromisos gubernamentales no quedaba otra alternativa que dar resultados… — Claro, aunque ahí coincide, precisamente, la creación de la SEMARNAP, en 1994. “Nosotros encontramos un escenario muy propicio en cuanto a lo internacional y la obligatoriedad nacional, una madurez y consolidación de los grupos no
— ¿Considera usted que esto representa un riesgo para la biodiversidad? — Pues sí, porque no es posible que todos los organismos puedan adaptarse a la velocidad de los cambios que están ocurriendo. Entonces sí va a haber extinción, por supuesto. — ¿En las mariposas? — Lo va a haber sobre todo en aquellas mariposas que tienen necesidades de condiciones de microhábitat muy especiales. Normalmente son las endémicas. — Y en lo que respecta a la gente, ¿somos ya una especie en peligro de extinción? — Sí, completamente. Y no veo cómo podremos resolverlo. Se está perdiendo la gobernabilidad. Esto me recuerda la caída de la época clásica de los mayas, donde la ingobernabilidad y una afectación climática regional, una posible sequía de decenas de años, provocó
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“Se empieza a volver todo fragmentado, a lo que se suma el crecimiento de la población, lo que trae como consecuencia la reproducción de la pobreza y la pérdida de cualquier posibilidad de tender a la sustentabilidad. Entonces sí, la visión de futuro no es nada
halagadora. No ha ocurrido un proceso efectivo de reversión que empiece a dar resultados medibles en el corto plazo. Existe la información, existen acciones fundamentales, pero mientras los intereses particulares estén por encima del interés general y no exista una sociedad informada, participativa, junto con la capacidad y la voluntad política, los problemas se irán agravando… pero como vamos, vamos mal.”
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una crisis social y política que terminó con una visión conjunta de una sociedad hacia su futuro.
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Fernando Tudela Abad Fernando Tudela Abad estudió en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid y de Sevilla, donde se tituló en 1971. Posteriormente, se doctoró en Arquitectura por la Universidad de Sevilla, en la que obtuvo el Premio Extraordinario de Doctorado. A lo largo de su vida, ha sido investigador en el Politécnico de Portsmouth y en el School of Environmental Studies, University College, en Londres, Inglaterra; profesor-investigador en la Universidad Iberoamericana, en México; profesor-investigador titular en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, donde obtuvo el Premio a la Investigación; oficial del Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos y consultor de diversas agencias de Naciones Unidas. También fue profesor-investigador del Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano; director del Programa de Estudios Avanzados en Desarrollo Sustentable y Medio Ambiente y director académico del Programa LEAD (estas tres últimas actividades en El Colegio de México); coordinador de asesores de la titular de la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (1995-2000) y presidente del Comité Intersecretarial de Cambio Climático; profesor-investigador adscrito al Programa de Investigadores Asociados (El Colegio de México) y director del Programa “Agua, Medio Ambiente y Sociedad.” Recientemente dejó el cargo de subsecretario de Planeación y Política Ambiental en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), que mantuvo durante nueve años. Además, el doctor Tudela ha sido autor de múltiples libros y artículos sobre aspectos diversos del desarrollo y el medio ambiente. Ha sido negociador de México ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, y durante los últimos tres años, presidente del Grupo de Expertos de Cambio Climático de la OCDE y de la Agencia Internacional de Energía. Actualmente, es vicepresidente del Consejo del Centro para Políticas de Aire Limpio (Center for Clean Air Policies), en Washington; profesor de la Universidad Iberoamericana de Puebla, única institución académica en donde se imparte la maestría en cambio climático en todo el país; experto del Banco Mundial y consultor de temas de cambio climático. La entrevista que se publica a continuación se llevó a cabo el 15 de agosto de 2013, en su casa de Coyoacán, Distrito Federal.
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“Por ser México país megadiverso, el tema de la biodiversidad es crucial. Tenemos una diversidad cargada de endemismos, particularmente en reptiles, cactáceas, pinos. Pero contar con esta enorme riqueza biológica implica una gran responsabilidad, porque si no la cuidamos, nadie va a venir a hacerlo por nosotros. Al desgaste notable que ha venido sufriendo nuestro capital biológico en los últimos 50 años, se agrega ahora el impacto del cambio climático, lo que obliga a modificar las perspectivas en el manejo de la biodiversidad.” Fernando Tudela Abad.
A unos 40 kilómetros de Madrid existe un municipio llamado Chinchón, cuya Plaza Mayor fue construida durante la edad media. En ella se ha desarrollado todo tipo de actividades festivas desde la época de Juana la Loca y Felipe el Hermoso: actos religiosos, políticos, militares y hasta ejecuciones.
primo hermano de mi abuelita. Antes de la Guerra Civil ella se recibió como física. Fue la primera mujer egresada de la escuela de ciencias físico-matemáticas. Mi padre y mi madre se conocieron cuando eran estudiantes en la Universidad de Valencia, que entonces era muy chiquita.
La ciudad de Chinchón, al igual que toda la zona sur de Madrid, formó parte del bando republicano de la Guerra Civil. Muy cerca del río Jarama se libró una de las batallas más importantes de este conflicto. 19 mil hombres de infantería y dos batallones con ametralladoras pesadas y tanques alemanes se enfrentaron con algunas brigadas republicanas de no más de 3 mil hombres, que en solo 48 horas sufrieron bajas estimadas en 1,800 personas.
“Mi padre estudiaba arquitectura, pero no pudo terminar la carrera. Cuando hacía su servicio militar, le dijeron que podía irse porque el cuartel se iba a sublevar. Él tendría como 20 o 21 años y acabó por incorporarse a las milicias.
El joven Fernando Tudela Goig se había alistado en el Quinto Regimiento y durante esa contienda fue acribillado con un cañonazo de un carro de combate alemán (la batalla del Jarama se desarrolló entre el 6 y el 27 de febrero de 1937). Como resultado, tuvo una herida de tal calibre que lo tuvieron que operar de emergencia en Madrid y perdió un brazo. Tiempo más tarde, el que sería el padre del doctor Fernando Tudela Abad, diría a sus hijos: ‘Soy muy distraído, pero yo no perdí el brazo; a mí me lo quitaron’. El doctor Tudela relata parte de su vida familiar: “Yo nací en Sevilla, por efecto de la Guerra Civil, porque mis papás eran republicanos. Mi papá y mi mamá eran de Valencia, Alicante, de la zona de Levante, en España. Ellos eran novios cuando esto sucedió. Mi madre lo fue a ver y lo encontró prácticamente enfilado a la morgue del hospital. Ya no había mucho qué hacer. Y se salvó, porque era un hombre bastante atlético. “Mi mamá se llamaba María Luisa Abad Miró. Era pariente de un escritor famoso, Gabriel Miró, que era
“Y muy pronto, estando ya como miliciano en Chinchón, el 18 de febrero de 1937, un cañón bombardeó la posición en que él estaba y ahí fue donde perdió el brazo. “Pero fíjate cómo sería de despiadada la guerra. Cuando los amigos de mi padre supieron que le habían quitado el brazo, querían averiguar quién había sido el cirujano, pues había quienes llegaban con una heridita en un dedo, y por sabotaje les cortaban el brazo, para que no volvieran a combatir.” — ¿Eran cirujanos franquistas? — Sí. Toda la familia de mi mamá era del lado franquista, menos ella. Cuando yo tenía como 17 años, conocí a un hermano de mi abuelo materno, y aún entonces él se encontraba a mi madre en la calle, y le decía cuando ella lo saludaba: ‘Señorita, yo a usted no la conozco’. Y se seguía. — ¿No aprobaban el matrimonio de sus padres? — Mi mamá se había casado con un ‘rojo’, como decían entonces. Se casaron en el hospital, porque creían que él ya no iba a sobrevivir. Mi papá decía que se había casado tres veces, pero siempre con la misma mujer. Lo hizo primero por lo militar, los militares tenían su propia ceremonia; luego por lo civil;
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El cambio climático avanza más rápido que la respuesta humana
por sus peladillas, que son como las almendritas con dulce alrededor. “La historia de Alcoy es fascinante, porque es un pueblito en donde inventaron cosas como las aceitunas rellenas de anchoas. Con un aparatito le quitaban el hueso a la aceituna y le ponían la anchoa. Son gente muy industriosa, muy trabajadora, con una conciencia social muy adelantada. “En Alcoy se dieron procesos incluso revolucionarios, anarquistas, que llamaron mucho la atención de pensadores como Karl Marx, que escribía sobre esa población, porque era una especie de cuna del anarquismo español. “Y bueno, la familia de mi mamá no era precisamente anarquista. Los dos primeros números de teléfono que había en Alcoy los tenía mi bisabuelo. El número uno era de su residencia en la ciudad, y el dos pertenecía a la fábrica. Luego se arruinó, porque no pudo con la competencia de los textiles baratos hechos con trapos. Así que la familia de mi madre siempre estuvo muy apretada; ya no era gente de dinero.”
cuando terminó la guerra, el gobierno de Franco no reconocía ningún matrimonio civil, y se tuvieron que casar por la iglesia también. “El caso es que mis padres quedaron atrapados en el Puerto de Alicante, esperando a un barco que los llevaría a México. Pero se cruzó un submarino alemán, y el barco que tenía que recoger a un montón de refugiados nunca pudo entrar por ellos. Fue una tragedia, mucha gente se suicidó en el muelle del Puerto de Alicante. Entraron las tropas italianas y allí empezó toda una historia de campos de concentración y cárceles. “Y además, mi madre había peleado con su abuelo, ya desde que había decidido entrar a la universidad, porque las señoritas de buena familia estudiaban piano y bordaban, pero era inconcebible eso de meterse a estudiar a la universidad. Al hacerlo eran consideradas poco menos que prostitutas…” — ¿La familia de ella tenía privilegios económicos? — No. El abuelo de ella era un fabricante que traía lana de Australia para hacer los mejores paños que había en Europa; o por lo menos en España. “Después de la Primera Guerra Mundial, los tejidos de mala calidad eran los que se vendían para suministrar a los ejércitos. Mi bisabuelo nunca quiso cambiar la calidad de sus textiles. Él, por ejemplo, era el proveedor de los paños de las mesas de billar de Palacio. En aquel momento, Alcoy1 era conocida 1 Alcoy es una ciudad situada al sureste de España, en la Comunidad Valenciana, provincia de Alicante. El núcleo urbano está situado en un valle rodeado por la Serra de Mariola, Biscoi, L’Ombria, la Serreta, el Carrascal de la Font Roja, la Carrasqueta y Els Plans. La ciudad es atravesada por los ríos Riquer, Benisaidó y Molinar, afluentes del Serpis,
— ¿Pero sus padres se habían involucrado a fondo en la Guerra Civil? — Sí, y eso le valió a mi mamá distanciarse de toda su familia. La de mi papá era un poco más liberal. Mi abuelo materno era un médico muy liberal, pero no se comprometía con la política. Gracias a su apoyo, ella pudo ir a la universidad. Mis padres tenían una vida muy intensa, antes y durante la guerra; de mucha conexión con una vida intelectual que en los años de la República era enormemente rica. La República inició en 1931 y la Guerra Civil estalló en 1936. Muchos de los exiliados que llegaron a México, eran personas muy informadas y capacitadas. “En 1939 mi padre salió de la cárcel con papeles falsos que le consiguió una tía, quién sabe a través de qué procedimientos no muy santos. Así que buscó un lugar en donde no lo conociera nadie, y se fue a Sevilla con mi madre. Allí pasaron un hambre feroz. Mi hermana ya había nacido. Él consiguió un trabajo en el que ‘rayaba’ a los albañiles, porque no podía ser él mismo albañil, ya que le faltaba un brazo. “Todavía volvió un tiempo a la guerra con un brazo menos, y lo hicieron capitán en contra de su voluntad. Mi papá y mi mamá eran acérrimos republicanos. Él regresó al cruce del Ebro (el más caudaloso de España) con un brazo menos; estuvo practicando motivo por el cual a veces se le llama la ciudad de los tres ríos o ciudad de los puentes. Se sitúa a unos 562 metros sobre el nivel del mar, en terreno montañoso. Alcoy está rodeada de parajes naturales y montañas que se elevan unos 1,400 metros. Durante la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República Española y la Guerra Civil Española, la ciudad se convirtió en una plaza fuerte del socialismo y anarcosindicalismo. A partir de 1950, la ciudad atrajo a una importante inmigración. A las industrias textil, papelera y metalúrgica se unió la alimentaria (dulces, licores, aceitunas rellenas), y más adelante la cosmética.
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a armar y desarmar un revólver él solo, con la mano que le quedaba. Era muy tozudo. No, él era cien por ciento republicano.” — ¿Volvió a Sevilla? — A mi papá le faltaba un año para terminar la carrera de arquitectura. Quería hacer la matrícula en Madrid, pero como estaba en la lista negra, no lo dejaban. Todos los años metía su solicitud para cursar el último año, pero se la rechazaban. Hasta que, después de mucho tiempo, un director de la escuela pensó que no había manera de justificar aquello, y lo admitió. “Se recibió de arquitecto y ya pudo cambiar un poco su perspectiva, porque antes vivía en la miseria negra y de hambre del exilio interior. Mis padres fundaron una academia de matemáticas, en la que se daban el lujo de dar becas a los que no pudieran pagar. Eran personas de una solidaridad enorme. Mi tío Miguel, el hermano de mi madre, también estuvo preso en el Castillo de Alicante, con Miguel Hernández… Lo acompañó cuando murió. “La solidaridad de la gente, sobre todo la del pueblo, era enorme. Había mujeres que se decían parientes de alguien dentro de la cárcel, no sabían ni de quién, pero daba igual, pues era la forma de llevarles algo de comer a los prisioneros para que no murieran de hambre… Porque a los presos —si no recuerdo mal, de la cárcel de ‘Los Olivos’ —, les tocaba una lata de sardinas al día para cada tres. Y eso era todo. Y yo nací en Sevilla en 1945, bajo estas circunstancias.” — ¿Cómo fue su vida en la juventud? — Yo tenía unos padres enormemente afectuosos, muy ilustrados; tenían amigos de los que aprendí mucho. Así como hubo un exilio exterior, que benefició a México por sus profesores republicanos, muchos de ellos recordados con mucho afecto, yo me crié en las conversaciones de los exiliados del interior. “Bueno, el caso es que en algún momento me harté, tuve un conflicto ya mayorcito. Entre otras cosas, mi papá no aceptaba nada que tuviera que ver con el régimen franquista. Entonces mi hermana y yo estudiamos la primaria, la secundaria y la preparatoria en lo que en ese entonces era el Liceo Francés de Madrid. “Hice una carrera de arquitectura que era muy complicada, porque se cursaba en no menos de ocho años. A la mitad de la carrera tuve que volver a Sevilla, porque mi papá estaba muy enfermo, en parte por esa herida de guerra, que lo tuvo siempre con infecciones. Le quedó metralla en el torso y sufrió varias operaciones para quitársela. Además, enfermó del corazón. “Yo debía ayudar en la academia de matemáticas. En los últimos años de la vida de mi papá, la academia daba bien para comer, pero con él enfermo, pues tenía yo que estudiar y trabajar. Nunca fui niño. Tuve que hacer las dos cosas.
“Ya al final, cuando terminé la carrera, conseguí una beca para irme a Inglaterra dos años. De ahí me fui a Italia, con otra beca un poco fallida. “La primera beca fue interesante, porque estuve en el Politécnico de Portsmouth, donde conocí a su director. Hicimos un grupo muy chiquito, con dos latinos y dos españoles. El otro español que estaba allá era Tomás Llorens2, quien luego creó el Museo Thyssen, en Madrid. Fue un crítico de arte muy famoso, y alguien con intereses llamémosle filosóficos o, aunque suene pedante, epistemológicos muy profundos. “Él fue uno de mis formadores, por eso no tengo una formación arquitectónica clásica. Había estudiado ciencias, me había interesado mucho en la biología y en la geología. Luego, en los tiempos de Portsmouth trabajé en una tesis doctoral para España, donde me interesaba particularmente la teoría de signos…” — La semiótica… — Hice mi tesis sobre semiótica y arquitectura. Para abrir horizontes, de Portsmouth me mudé a la Escuela de Estudios Ambientales de Londres (University College, Inglaterra). Ahí me prohijó un poco Robert Maxwell, profesor mucho mayor que yo. Hice la vida en una residencia de estudiantes. 2 Licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras, fue director del Instituto Valenciano de Arte Moderno, director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y conservador-jefe de la colección Thyssen-Bornemisza, de 1991 a 2005. Autor de numerosos artículos y ensayos sobre la crítica de arte, Historia del arte del siglo XX y arquitectura o semiótica, organizó algunas de las mejores exposiciones de España en el siglo XX y XXI. Fue galardonado con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2007.
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“En Portsmouth le rentaba un cuartito a un matrimonio. Y en Londres me metí a una residencia chistosísima, porque era propiedad de la Iglesia de Inglaterra, pero tenía un director, no sé si llamarle liberal o qué, porque se la pasaba borracho prácticamente todo el día. Ahí había africanos, asiáticos, europeos, americanos; era una especie de Arca de Noé. “Regresé a España después del segundo año. Estaba haciendo el doctorado en Sevilla, pero yo veía que en mi país continuaba el régimen dictatorial. Y conseguí una beca para algo que había estado cerrado durante mucho tiempo, que es la Academia de España en Roma. Esta academia es una institución antiquísima, ubicada en la colina del Gianicolo, un lugar privilegiado; estaba pegada a la Iglesia de San Pietro in Montorio. A la entrada estaba la famosa construcción, casi una maqueta en piedra, que hizo Bramante por encargo de Isabel La Católica. “Había una decena de pensionados becarios: una historiadora, un escultor, varios pintores, un grabador, en fin… Y éramos dos arquitectos, una mujer y yo, que nos colamos ahí. Con la situación de que prácticamente todos, menos tal vez una o dos personas del grupo, éramos antifranquistas. “Esto me desconsoló, porque yo iba un poco buscando otra cosa, menos hacer trabajo político en Roma, y menos aún desde la Academia de España. Eran los últimos meses de la época franquista, cuando el dictador todavía fusilaba. “Total, varios empezamos a decir que no íbamos a hacernos cómplices de eso, aunque yo me decía, ‘híjole, lo hubiera pensado antes de venir’. El caso es
que se planteó una renuncia colectiva, y por supuesto yo me sumé a esa iniciativa. Y como para entonces ya conocía a la que después sería mi mujer, pues me cambié. Bajé del Gianicolo al Trastévere3, uno de los barrios más populosos y famosos de Roma. “Y allí convivimos mi mujer y yo. Estuve comprando libros de viejo, metiéndome un poquito en la vida local. ¡Me encantaba! Yo era fervoroso usuario de la biblioteca de Piazza Venezia. Me vine a México porque mi mujer era mexicana. Ambos estábamos becados, pero a mí ya se me había acabado la beca, porque había renunciado a ella y vivía con unos ahorritos que tenía desde que trabajaba como arquitecto en Sevilla. “Mi hermana se había casado con un mexicano siete años antes; trabajaba en México y me dijo que en la Universidad Iberoamericana se habían interesado en mi curriculum. Comencé a trabajar como profesor de arquitectura. Llegué a México el 15 de noviembre de 1977, y a los cinco días murió el dictador en España, pero ya no regresé a España porque solo traía un boleto de venida. Así que decidí quedarme unos meses más. Y esos meses se transformaron en años. Así fue como aprendí a ser mexicano.” — ¿Le fue difícil? — Mentiría si lo dijera. Primero, porque en el medio académico en el que yo estaba siempre noté mu3 Trastévere es el decimotercer barrio del centro histórico de Roma. Se ubica en la ribera oeste del Tíber, al sur de la Ciudad del Vaticano. Su escudo lleva una cabeza dorada de león en un fondo rojo. Limita al Norte con el XIV rione o barrio de Borgo.
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cho respeto y aceptación. Segundo, porque yo nunca vine aquí a México a hacer vida de exiliado. Tercero, porque me adapto a todo y me interesa todo. “Al rato ya estaba yo comiendo chile como desesperado. Y entre mis adaptaciones, al poco tiempo estaba hablando como mexicano. Después de mucho tiempo empecé a notar que yo me sentía mexicano, pensaba como mexicano, y tenía raíces en México. “Mis hijos nacieron aquí. Tenemos tres, y todos estudiaron en la UNAM. El mayor estudió arquitectura. Acaba de regresar de hacer la maestría en Harvard. La segunda es geógrafa y está por aquí de paso, porque está haciendo una maestría en la Universidad de las Naciones Unidas en Tokio. Y el menor es ingeniero civil, especializado en temas de transporte, en Berkeley. Entonces los tenemos por días.” — ¿Cuánto tiempo trabajó en la Ibero? — Estuve como tres años; luego me pasé a la UAM, y siempre con inquietudes que iban mucho más allá de la profesión clásica inicial con la que yo tenía el título, que era la de un arquitecto de estructuras. Ya en la carrera en Sevilla había estudiado temas que por cierto aquí no se manejaban bien. “Mi papá, por ejemplo, era profesor de estructuras. Yo hubiera podido perfectamente especializarme, de hecho lo hice, en cálculo estructural. Pero además de eso teníamos asignaturas que ahora llamaríamos más ecológicas. “Total, que en la UAM se juntaron mi inquietud por los temas de la epistemología, la filosofía y la filosofía de la ciencia con mi incipiente formación como científico. Y allí encontré a alguien que me abrió otro horizonte. “Solucioné todos los conflictos que tenía en el plano de la epistemología, que es racionalismo contra empirismo, a los cuales no encontraba yo salida. Veía a ambos como alternativas opuestas, irreconciliables para analizar el pensamiento científico. Hallé a alguien que murió hace poco, que fue Rolando García4. “Él fue decano de la Facultad de Ciencias; era un argentino muy connotado, incluso como político en tiempos de Perón. Y yo creo que él ha sido la per4 Rolando García (Azul, Buenos Aires, 20 de febrero de 1919-15 de noviembre de 2012) fue un científico argentino, miembro del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM y fundador Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), de Argentina. Fue el decano que transformó la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, entre 1957 y 1966, colocándola en un primer nivel internacional y poniéndola al servicio del desarrollo del país. Repudió el golpe de Estado en Argentina de 1966. Descubrió el cambio climático global y su impacto en los ecosistemas y biomas y sus efectos en los sistemas de producción de alimentos. Desarrolló, junto con Jean Piaget, la epistemología genética. Al momento de su muerte se encontraba trabajando en la fundamentación metodológica, teórica y epistemológica de la investigación interdisciplinaria aplicada a sistemas complejos.
sona más completa de formación científica que he conocido en mi vida. Era un hombre difícil de trato, pero sumamente generoso con sus estudiantes y colaboradores. “Yo aprendí mucho de él. Rolando estaba entonces en la UAM, abocado a un proyecto interdisciplinario, con un seminario que ha sido un hito para muchos de nosotros. El seminario de Rolando García lo hizo en la UAM, y luego también en El Colegio de México. Era de lo más avanzado de su época. “Él fue quien me dio la salida con la epistemología constructivista de raíz piagetiana, pues fue uno de los colaboradores directos de Jean Piaget. Y me abrió una nueva perspectiva en relación con el enfoque de sistemas complejos. En algún momento me dijo: ‘Tenemos aquí un programa de investigación interinstitucional —que se llamaba entonces “Sistemas alimentarios y sociedad”— que cuenta con apoyo externo’. Me invitó a incorporarme a él. Le dije que sí. Te preguntarás qué tenían que ver los sistemas alimentarios con la arquitectura. ¡Nada!, pero nunca fui un arquitecto típico, y me estaba moviendo mucho más en el plano de la universidad que en el de la práctica arquitectónica. “Teníamos que desarrollar una serie de proyectos para poner en marcha ideas con enfoques interdisciplinarios y transdisciplinarios. Uno en la Comarca Lagunera; otro en la zona del Bajío y otro más en Tabasco. “Al final acabé haciéndome cargo del estudio de Tabasco: ‘Impacto del desarrollo petrolero en el sistema alimentario en Tabasco.’ Y pasé directamente a estudiar temas ambientales, porque eran los más interdisciplinarios que se nos podían ocurrir en ese momento.
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“Lo que nos interesaba era construir una metodología para llevar a cabo la interdisciplina, que no fuera solo a base de buena voluntad.
El Colegio de México podía ser una buena institución para albergarlo. Y me quedé como director académico de dicho programa.
“Y la solución la encontramos en los enfoques de la epistemología constructivista, de los sistemas complejos, pues nos permitían avanzar con estrategias de fusión de conocimiento interdisciplinario. Ese fue mi ingreso al mundo del medio ambiente.
“La apuesta de la Fundación Rockefeller era ver qué pasaba si se elegía a jóvenes que estuvieran en una etapa profesional inicial de su carrera, y se les daba un chapuzón en los temas ambientales. Participaban Brasil, China, Indonesia, la India, México y Rusia. Se impulsó a mucha gente.
“De la UAM, en un momento dado, pasé a colaborar en El Colegio de México, en 1985. Pero seguía asociado con el equipo de la UAM. Y en El Colegio de México también di clases de metodología en el Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano, que luego incorporó el tema ambiental. Don Víctor Urquidi había abierto temas con una visión muy avanzada. “Yo entré a esta institución en un programa de medio ambiente y desarrollo, que entonces dirigía Vicente Sánchez, un chileno.” — ¿Ya estaban ubicados en lo que es actualmente El Colegio de México? — Sí. Con la salida de don Víctor se fue disgregando todo un poco… en vez de apostarle a los centros de investigación tradicional, él había empezado a incluir temas como género, energía, medio ambiente, tecnología. ¡Decían que estaba loco! Y cada centro acabó por absorber esos programas. A mí me tocó el Centro de Estudios Demográficos y Desarrollo Urbano, que después se transformó en Desarrollo Urbano y Ambiente. Y ahí estuve… — ¿Cómo investigador? — Sí, claro. Ya no regresé a la UAM. No tengo malos recuerdos ni de la Ibero ni de la UAM, simplemente fui poco a poco encontrando limitaciones para lo que yo quería hacer. En la Ibero se podía hacer algo de investigación, pero muy poquito: el plato fuerte era la docencia. “En la UAM igual, allí se podía hacer más investigación, pero al mismo tiempo se quedaba corta en muchas cosas. Y en El Colegio de México había un entorno en el que se relacionaban los economistas, los sociólogos y los historiadores. En fin…, además había una biblioteca extraordinaria, que sigue siendo mi sueño dorado.”
El Programa LEAD “Estando ahí, mi amiga Julia Carabias, con la que tenía muchas cosas en común, acabó siendo la primera mujer secretaria de Medio Ambiente de México. Y me jaló en un momento en que la Fundación Rockefeller había invitado a nuestro país a organizar el programa ambiental ‘Leadership for Environment and Develoment’ (LEAD). “La doctora Alejandra Moreno Toscano, que trabajaba con Manuel Camacho Solís, lo convenció de que
“El Programa LEAD se quedó en El Colegio, aunque cambió un poco su sentido y orientación. Pero yo tuve la enorme dicha de poder gestionar un programa de capacitación que era el más académico de los programas. “En ese tiempo creíamos poco en la idea del liderazgo; optamos por ofrecer una formación intelectual sólida. Y si eso no daba liderazgo, pues qué pena… Era un programa que, además, inicialmente tenía muchos recursos económicos. “A mí me han tocado vivir los dos extremos. El vicepresidente de la Fundación Rockefeller, Ken Pruitt, me dijo una vez que por el dinero no me preocupara, que la fundación pondría dinero hasta que el proyecto fuera un éxito. Más adelante recuerdo que cuando llegué al gobierno, la frase era la misma, pero en sentido opuesto: ‘Por el dinero no te preocupes, no lo hay’.”
El trabajo en la SEMARNAP “El caso es que me llamó Julia a ocupar el puesto de Coordinador de Asesores. Todavía tardé un año en incorporarme a su equipo, porque tenía cosas pendientes en la Fundación Rockefeller. Cuando me pasé al gobierno lo hice en un periodo privilegiado, en el que se creó la SEMARNAP y con ella la institucionalidad ambiental a nivel de secretaría de Estado. “Fue una enseñanza muy fecunda. Aprendí a pensar como funcionario, a conocer los tejes y manejes administrativos desde una posición que además era privilegiada, porque la Coordinación de Asesores era la que menos se ocupaba de la gestión ambiental. Se hacía todo lo que interesaba a la Secretaria, con la cual había una relación que sigue hasta la fecha, que va mucho más allá de la amistad, de identificación en muchos temas. “Y durante el periodo con Julia Carabias me jalé a gente muy valiosa, como Raúl Brañes, el papá del Derecho Ambiental Latinoamericano, que entonces se estaba jubilando. “Pero en vez de tenerlo ahí en su casa, haciéndome alguno que otro estudio, lo invité a colaborar en SEMARNAP, y ahí tuvimos conversaciones plenas. Tuve la suerte de tener muy buenos profesores en mi vida. Lo que sé de derecho ambiental lo aprendí con el trato diario, interactuando con Raúl Brañes, siempre pendiente de las iniciativas del Congreso. Y así hasta que terminó el periodo.
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“Inicialmente nos sacó de la SEMARNAP el régimen del presidente Fox. Transformó la institución, y Julia y yo nos regresamos a El Colegio de México, a montar un programa con la Fundación Río Arronte: ‘Agua, medio ambiente y sociedad’. A mí siempre me ha gustado iniciar proyectos, ponerlos a volar y luego tomar distancia. “En eso estaba, cuando cambiaron al Secretario. El propio presidente Fox nombró a Alberto Cárdenas en SEMARNAT, ex gobernador de Jalisco, ex jefe de la CONAFOR, en Guadalajara. “Cuando él llegó, preguntó con quién podría formar equipo. Esto es algo que habla muy bien de él, porque no se trajo a sus amigos de partido, sino que buscó a los que sabían del tema ambiental. “Yo estaba entonces en un seminario en Buenos Aires, con la idea de irme después a Sao Paulo y regresar a México. Pero él me contactó directamente por teléfono. Yo no lo conocía a él, ni él a mí… no teníamos ningún vínculo de amistad. Él me tuteó y me dijo, ‘oye, Fernando, he pedido varias listas a los que conocen el tema ambiental y tú estás en todas ellas’. ¿Por qué no vienes conmigo como subsecretario o nuevamente como Coordinador de Asesores, como lo que tú quieras?’. “Yo le seguí la pista del tuteo, y le dije ‘oye, Alberto, pues te han informado mal, porque yo no ten-
go filiación panista. Tampoco la tuve priísta, ni Julia tampoco, en el tiempo que estuvo en el régimen de Zedillo’. Y me desarmó cuando me dijo, ‘y quién te lo ha preguntado’. “Fue una negociación así, en los aeropuertos. El último round fue en Sao Paulo, y cuando llegué a México él ya tenía el nombramiento listo y ahí me quedé, en SEMARNAT, como Subsecretario de Planeación. Sobreviví a tres secretarios y dos presidentes. Yo creo que se les olvidó echarme cada vez que había un cambio. O no les estorbaba lo suficiente, no lo sé… Y de ahí hasta el último cambio de diciembre.” — ¿Usted decidió renunciar? — Ya no tenía más cuerda. Más bien el presidente Peña Nieto nombró a un sucesor, que por cierto era egresado del Programa LEAD. — ¿Rodolfo Lacy Tamayo? — Rodolfo Lacy. Y además, nueve años fue más que de sobra. Porque lo que pude haber aportado ya lo había hecho. Trabajaba en condiciones cada vez más difíciles, no quiero ahondar en los últimos años… pero dejé de tener apoyo de plano, y ya empezaba a cansarme de la Administración Pública. “Entre otras cosas, me tocó empujar el Ordenamiento Ecológico del Territorio, con Antonio Díaz de
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León; dar un buen empujón a la información ambiental, hacer planeación para todo el sector y, sobre todo, organizar, desde tiempos de Julia, el tema del cambio climático.”
Cambio climático, el gran desafío del Siglo XXI “Yo lo había estudiado un poco al organizar parte del currículum académico del Programa LEAD, pero no a profundidad. Sin embargo, al entrar a SEMARNAP, con Julia, pude ayudar a articular visiones que entonces eran bastante disímbolas entre la Subsecretaría de Planeación y el Instituto Nacional de Ecología. Eran tiempos delicados, porque en 1997 ya se estaba negociando el Protocolo de Kyoto. “Al menos un año antes ya estaba yo metido de lleno en el cambio climático. El otro tema que se pudo consolidar fue el de la biodiversidad, pero con muchas trabas y muy pocos fondos. Y la verdad es que el cambio climático me fascinó, porque además de ser un laboratorio para hacer interdisciplina, como no lo había visto antes, me parecía que era uno de los asuntos que serían prioritarios para el futuro de la humanidad.” — Prioritario y urgente, además… — Todavía en los últimos años de la década de los 80, el tema del cambio climático era una curiosidad científica. Al inicio de los 90 hubo una negociación
muy importante, que fue la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Allí estuvo picando piedra el doctor Edmundo de Alba5. Por como yo veía la situación mundial, el cambio climático iba a ser el gran desafío del siglo XXI. “De hecho, no iba a quedar títere con cabeza si dejábamos que este tema se mantuviera fuera de control. Porque se afectarían los recursos hídricos, los sistemas biológicos, los ecosistemas, el régimen de precipitación. Habría desastres hidrometeorológicos; todo el sector energía se pondría patas arriba, la agricultura. Y desde entonces he seguido moviéndome en esa cancha. Yo diría que en la SEMARNAT hice de todo, pero a lo que me dediqué con más ahínco profesional, porque era terreno virgen, fue al cambio climático. De ahí, además de ser subsecretario, era un poco de todo, técnico, negociador… en fin…” — ¿Quién más se ocupaba del cambio climático en la SEMARNAT? — Había un grupo con la bióloga Julia Martínez; luego estuvo Luis Alfonso Muñoz Cano, pero me costó 5 El doctor Edmundo de Alba Alcaraz es Premio Nobel de la Paz 2007. Durante los últimos años ha sido asesor en materia de cambio climático en el Instituto Nacional de Ecología. En su opinión, uno de los obstáculos en el avance del cambio climático ha sido la no ratificación de acuerdos internacionales, como fue el caso de la renuncia de George Bush a la regulación de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y su explícita oposición al Protocolo de Kioto.
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“Total, que aprendía como autodidacta a ser negociador; leía los escritos de Mario Molina6, en fin, todo lo que podía. Fueron 17 años de estar inmerso en el tema de forma casi cotidiana, porque todos los días dejaba un huequecito para leer algo, aunque tuviera mucho que hacer como subsecretario. Y además, como negociador empecé también a tener —no es muy correcto que lo diga— un cierto reconocimiento internacional. Me invitaban a seminarios, a encuentros de discusión.”
México en la OCDE — ¿Ya pertenecía México a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)? — Desde 1994. — Y quizás como parte de la OCDE, nuestro país tenía que cubrir una serie de responsabilidades en materia de cambio climático… — No necesariamente. Nosotros entramos a la OCDE como país en desarrollo. Y de hecho fuimos el primer país en desarrollo en hacerlo. Hubo mucha presión porque México se sumara a los países desarrollados, al anexo I de la Convención… — ¿Pero eso era inequitativo, no? — Era inequitativo, era absurdo, entonces nos defendimos y no entramos al Anexo I, entramos a la OCDE como país No anexo I. En determinado momento, en el año 2000, después de entrar a la OCDE salimos del Grupo G77 y de China, que era la habitación tradicional de los países en desarrollo… — ¿Por qué salimos? — Buena pregunta, habría que hacérsela a Relaciones Exteriores. Era como si el paso a la OCDE implicara —aunque no había ninguna obligación de hacerlo— un deslinde de las posiciones clásicas de país en desarrollo. Estábamos queriendo aprender a jugar en las ligas mayores. Entramos a la OCDE con nuestros propios problemas, que eran también in6 El doctor José Mario Molina Pasquel y Henríquez es un científico mexicano especializado en química atmosférica; investigó los efectos dañinos de los clorofluorocarbonos (CFC) sobre la capa de ozono. De la trascendencia de sus estudios dan fe la firma de un protocolo internacional que prohibió la fabricación de CFC y el Premio Nobel de química, que le fue otorgado en 1995.
dustriales, de contaminación, pero al mismo tiempo con una agenda que ningún otro país tenía, la de la biodiversidad y el manejo de ecosistemas. Y yo creo que muy pronto la OCDE empezó a respetarnos. “Al principio, quizás los tres primeros años fueron un poco ríspidos, porque éramos la excepción. Pero lo superamos y en el año 2000 rompimos un aislamiento que ya empezaba a ser bastante negativo, porque no estábamos en ningún lado. Y en las negociaciones de cambio climático se tiene que estar en algún grupo; si no, no se tiene fuerza.” — ¿Cuántos años pasamos sin que estuviéramos en algún grupo? — Desde 1994 hasta el 2000. Coincidimos tres países, a los que se agregaron otros dos, que estaban en una situación semejante: la República de Corea, que acababa de entrar en la OCDE; Suiza, que ya estaba allí, pero no formaba parte de la negociación. Europeos no parte de la Unión Europea, y nosotros. Y dijimos, ‘bueno, pues por qué no hacemos un grupito de negociación con lo que nos une’. Y lo que nos unía eran las ganas de empujar la agenda ambiental. No traíamos agendas ocultas. Imagínate qué países tan diferentes: uno muy desarrollado, muy europeo, con otro asiático, que tenía un dinamismo económico enorme, pero era un país en desarrollo, como México. Luego se unió Mónaco y Lichtenstein, los chiquititos, y nos constituimos como el grupo de integridad ambiental. “Al principio, todo mundo se reía de nosotros. En trece años consolidamos al grupo, aprendimos a conocernos mejor, a limar asperezas y conciliar puntos de vista diferentes. Éramos casi una especie de concentrado de la ONU. América, Asia, Europa, con distintos niveles de desarrollo. De ahí que dijéramos, ‘bueno, si podemos ponernos de acuerdo entre nosotros, también lo podríamos hacer en el orden mundial’. Y todo eso estuvo a punto de caerse en el primer periodo de Fox, pues no hubo un interés decisivo de mantener aquello, porque se veía que era un grupo muy chiquito. Pero la verdad es que sobrevivió… ”Sobre todo porque ya había habido acercamientos prácticos de negociación multilateral en el marco del Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología (CBD) y nos habíamos identificado muchas veces. Constituíamos países puente, que en algún momento podrían desempeñar un rol de aglutinamiento, de negociaciones. Eso se ha ido reforzando a la fecha. Yo no sé si el grupo se amplíe… pero la verdad es que el hecho de que fuera pequeño nos ayudó a movilizarnos mejor. Yo estoy muy orgulloso de lo que se logró. Finalmente, en cualquier libro de negociaciones multilaterales aparece una mención del grupo de integridad ambiental. Y además, nunca ha habido una alusión peyorativa al mismo.”
La COP 16, una de las negociaciones climáticas más exitosas “Y además, tuve la suerte de que con Zedillo, con Fox, con Calderón, y hago votos porque también pase con Peña Nieto, México nunca dio bandazos como sí los die-
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mucho trabajo juntar un equipo que empezara a dar resultados, porque en México no había mucha gente que tuviera el tema digerido desde la óptica de la negociación multilateral. Lo había desde la ciencia, desde la política ambiental, desde la transversalidad de las políticas públicas para el desarrollo sustentable. Yo creo que además fue un asunto que permitió articular el tema del desarrollo sustentable hacia algo muy concreto, aunque los fines del desarrollo sustentable son más amplios que los del cambio climático; pero ningún tema aislado específico ocupa tanta cancha en el tema del desarrollo sustentable como el cambio climático.
ron en Estados Unidos de América. Mantuvimos aquí una visión sensata, razonable, progresista, de tomarnos el tema en serio y de ser proactivos. Y eso condujo a que la gente viera con muy buenos ojos que México presidiera la COP 16, en Cancún, en noviembre de 2010. “En esa COP yo representaba a la familia SEMARNAT, que servía de enlace con la familia de Relaciones Exteriores. El Presidente puso la organización de la COP 16 en manos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, y yo creo que fue un criterio adecuado. Él había estado en la COP 15, que terminó como el rosario de la aurora, con gritos, sombrerazos, con el primer ministro de Dinamarca abandonando el recinto. El Presidente vio que el tema era mucho más diplomático que científico.” — Bueno, al menos de cara a la COP… — De cara a la COP, pero incluso ahora, yo sigo pensando que el tema es más político que científico. No quiere decir que se sepa todo absolutamente, hay márgenes de incertidumbre, pero la parte científica se consolidó mucho más rápido que la política y la diplomática. — Digamos que ya sabemos lo que está pasando desde la perspectiva científica y qué tendríamos que hacer, pero ahora hay que ver cómo se negocia políticamente. — La política es el arte de hacer posible lo necesario. Sabemos lo que es necesario, pero no sabemos cómo hacerlo posible. Y en eso también tuve la suerte de que, además de mantener esa continuidad, con todo y los cambios de régimen, de partidos y de enfoque, nunca me sentí descobijado, porque el tema fue prioritario para el presidente Calderón. — ¿Por qué se hizo la COP 16 en México? — Fue decisión del presidente Calderón. Él la promovió. De hecho, Perú quería hacerlo también. — México tenía que encontrar algunos espacios posibles de consenso en los puntos medulares, que eran mitigación, adaptación, tecnología y financiamiento… — Era un momento muy difícil, porque esos temas que mencionas eran los que ya se habían planteado en el Plan de Acción de Bali, pero lo que iba a ser la gran solución, el gran acuerdo y el gran tratado que iba a salir de Copenhague, resultó que, entre otras cosas, por un manejo deficiente de la diplomacia danesa —los daneses tienen todo mi respeto por su práctica de desarrollo sustentable, están avanzadísimos a nivel ciudad, país, gobierno, universidades— se les fue de las manos. “Eso fue lo que entendió el presidente Calderón cuando dijo ‘vamos a hacerlo en México, y lo va a hacer Relaciones Exteriores’. Se juntó un buen conocimiento técnico que yo tenía del tema, con el conocimiento de la práctica multilateral de algunos colegas de Relaciones Exteriores, y la COP 16 resultó
ser quizás una de las más exitosas en la historia de las negociaciones climáticas.” — ¿Qué se logró en concreto con la COP 16? — Se logró impulsar el paquete Cancún, que fue extraordinario. Pero más allá de redactar un montón de páginas, yo diría que lo más importante fue lograr que se restableciera la confianza en el régimen multilateral. Después de Dinamarca, muchos países pensaban que las negociaciones de las COP’s ya no tenían futuro, que la ONU ya no tenía nada que hacer. Pensaban en incorporar el tema en foros como el G20, el G6 o el G7, o el G8 ampliado, con el G, que no son foros de cambio climático. “Además, a esto se unió la defección de Estados Unidos, en 2001, cuando el presidente Bush decidió ni siquiera intentar ratificar el Protocolo de Kyoto. Más allá de lo que el texto diga, lo que se logró en Cancún fue demostrar en la práctica que se pueden lograr acuerdos multilaterales a pesar de todo; a pesar de las Naciones Unidas, a pesar de la regla del consenso, que hubo que estirar un poquito hasta el límite, en Cancún, por la oposición de Bolivia.”
Hacia un régimen climático internacional “El régimen climático le debe mucho a México, porque volvimos a poner sobre el carril a un tren que se había descarrilado. Esa es la realidad. Y ese tren siguió caminando en Durban y en Dohan, con la esperanza de que en el 2015, en París, ahora sí se construya un instrumento jurídicamente vinculante, un tratado, un protocolo, o como se le quiera llamar.” — ¿Sería como continuación del de Kyoto? — Se establecería un paso más en la construcción del régimen climático internacional, con o sin Kyoto. Mi apuesta es que Kyoto tiene poca cuerda ya. Lo que queda de él se subsumiría en este nuevo acuerdo, que entraría en vigor en el año 2020. — ¿Sería vinculante en el sentido jurídico; sería obligatorio para las naciones? ¿Tendrían que asumir nuevas responsabilidades? — Lo que no quiere decir que las responsabilidades sean iguales para todos, sino diferenciadas. Pero que todos tengamos obligaciones… — ¿Habrá alguna manera de obligar a naciones como Estados Unidos, aunque sea de manera indirecta? — Nunca hay manera de obligar a nadie a que asuma una posición. Por eso el régimen de Naciones Unidas es deficiente, porque si alguien no quiere entrar a un tratado, simplemente no entra. O si un gobierno quiere entrar, pero su Congreso no lo deja, pues no lo hace. — ¿Cuántas naciones son clave para avanzar en materia de cambio climático? Los países tendrían que
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— El asunto es que si dejamos a los países pequeños fuera, tendríamos un doble problema; primero, que los pequeñitos serían quienes más sufrirían con el cambio climático. Sería injusto dejarlos fuera. Pero además, los pequeñitos se vuelven medianos y los medianos se vuelven grandotes. Desgraciadamente no es un tema que se pueda resolver fácilmente… si me apuras, con Estados Unidos y China se resolvería la mitad del problema, pero no es el caso. La otra mitad implicaría riesgos, dificultades, complicaciones, por lo que no se puede dejar a nadie fuera de la negociación. — ¿Pero quizás habría alguna posibilidad de intensificar la responsabilidad de los países que más aportan al cambio climático? — Imponer una obligación o hacer que alguien asuma una responsabilidad no es algo que pueda hacer Naciones Unidas. Pueden hacerlo las sociedades, la sociedad civil, los congresos de cada país; pero Naciones Unidas no puede imponer obligaciones. — ¿La ONU es una mesa de negociaciones nada más? — Es una mesa de negociaciones bastante ineficiente, por cierto, pero tampoco tenemos otras alternativas. — ¿Llevamos casi 19 cumbres? — La Convención se adoptó en 1992, en 1997 se adoptó el Protocolo de Kyoto, y sí, la Cumbre de París del 2015 sería la 21. Este año tocaría la 19. Lo que pasa es que es un tema que llegó para quedarse. No se va a resolver de una vez por todas. — ¿Habrán tomado en cuenta los países industrializados que este tipo de desarrollo no es viable para la sobrevivencia humana? — Claro, el tema es, otra vez, que la política es lo que enreda las cosas. Yo creo que la idea de que es necesario un régimen climático que asegure el crecimiento de la temperatura promedio sobre la base de los dos grados ya lo han dicho todas las academias de ciencias y todos los gobiernos. “Pero aún no hemos encontrado la receta de cómo hacer posible que esto ocurra. Porque todos los países dicen, pues sí, pero hazlo tú primero. Y sí, pero yo soy especial. Y sí, pero yo ahora no puedo. Y eso nos lleva al marasmo, que es lo que ha hundido las negociaciones durante tanto tiempo.”
— Pero estamos contra el tiempo, ¿no? — Claro, porque finalmente no le vas a pagar a China para que haga una reducción industrial. Quien dice China dice Brasil o dice México. Esa parte de asumir la propia responsabilidad es algo que México ha hecho siempre, desde las primeras negociaciones que hubo. Siempre he dicho que tenemos una parte de responsabilidad y que tenemos que asumirla.
México ha cumplido con las comunicaciones nacionales — ¿Cuántos comunicados nacionales hemos realizado? — Cinco. Ya se presentó el último. Lo curioso es que pareciera que un comunicado nacional es algo como una cartita. No, es un documento que cuesta varios millones de dólares hacerlo. Porque entre otras cosas implica hacer un inventario completo de emisiones… una reseña muy elaborada de lo que el país hace, de cómo es, qué emite, qué está haciendo para adaptarse. Es muy complicado, por eso no hay tantos países que lo hagan. En lo que respecta a naciones en desarrollo, México es la única que ha elaborado cinco comunicados nacionales. Los países desarrollados están obligados a hacer un inventario anual. Algunos lo están haciendo. — ¿De la Primera Comunicación Nacional a esta quinta, se han visto cambios significativos en la reducción de las emisiones en México? — No han bajado las emisiones, pero se ha empezado a desacoplar el crecimiento económico; esto es, el crecimiento económico va un poco más rápido que el de las emisiones, lo cual ya es un logro.
La creación de la Ley General de Cambio Climático “Somos menos consumidores de energía por unidad de producto económico”, comenta el doctor Tudela. “Se están desarrollando algunas estrategias dentro del Programa Especial de Cambio Climático, que se hizo el sexenio pasado. Acaba de publicarse la segunda estrategia. El avance —muy sustantivo y envidiado por muchos países— fue la creación de la Ley General de Cambio Climático. Todos estos son pasitos que, aunque no sean espectaculares, van en la misma dirección.” — ¿Esta Ley salió de SEMARNAT? — Así es. El único momento en que el tema cambió de batuta fue durante la preparación de la COP 16.
— ¿Ya se han creado fondos efectivos de financiamiento?
— ¿Y la llevó bien?
— Muy pocos. O muchos, pero sin recursos. La idea mexicana del Fondo Verde se desvirtuó después, pero se creó en Cancún un fondo verde, un poco sobre el esquema de que los países desarrollados eran los que debían pagar y los países en desarrollo los que se beneficiarían con esos fondos. Lo cual está bien…
— La llevó muy bien.
Falta participación de la sociedad civil — En 2010 hubo una gran participación de diferentes sectores en México: estudiantes, indígenas, mujeres…
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entrar y asumir su responsabilidad por una cuestión ética, de sobrevivencia para toda la humanidad.
— Yo creo que la sociedad civil ha sido muy poco activa. En los 17 años que he estado conviviendo con el tema del cambio climático nunca he sentido que hubiera presión por parte de la sociedad civil mexicana para ir más allá. Más bien ha habido que jalar para convencerla… — Hasta donde sé, hubo muchos eventos en todo el país por el cambio climático… — Pero terminó la COP 16 y todo se desinfló. Creo que no hay actualmente una sociedad civil convencida, por eso pasó sin oposición la Ley General de Cambio Climático en plena campaña electoral. Todos dijeron que estaban de acuerdo porque básicamente a la sociedad civil mexicana le han pegado los huracanes con nombre, le han pegado las sequías. Con razón o sin ella, la gente atribuye esas calamidades al cambio climático. Yo creo que habría que ser más cautos ahí, pero da igual. El caso es que ese es el tipo de cosas que el cambio climático va a agudizar. — ¿Qué es lo más importante que promueve la Ley del Cambio Climático? — Se trata de todo un desarrollo institucional. Entre lo más importante, esta ley forma parte de un transitorio de la Ley General dell Equilibrio Ecológico y Protección del Ambiente (LGEEPA), y tiene la misma fuerza que los otros artículos. Ante la necesidad de llegar al 2050 con la mitad de las emisiones que teníamos en el año 2000, hay que desarrollar toda la institucionalidad para lograrlo. Eso es lo que hace esta ley en México. Y no hay ningún otro país que lo haga. — ¿Cada país tendría que hacer lo propio?
— Se parecen a los que avalan la postura ideológica de Estados Unidos ante el cambio climático. ¿Habrán tomado los mismos argumentos? — Yo no sé si era una ideología de derecha, de centro o da igual. Quienes se oponían simplemente mostraban tener intereses de corto plazo; no veían que el costo de enfrentar el cambio climático sería muy inferior al de enfrentar las consecuencias. Y eso ya ha quedado claro. Trabajamos para ello con el doctor en Economía Luis Miguel Galindo7, de la UNAM, actualmente en CEPAL, que siguió el surco que dejó el científico Stern… Luis Miguel Galindo es quizás el mejor econometrista que tiene México. Trabajó con Hacienda y con SEMARNAT para dilucidar la economía del cambio climático en nuestro país. Se han llevado a cabo muchas actividades, no solamente las negociaciones internacionales. “La elaboración misma del Programa Especial de Cambio Climático fue enormemente desgastante. Hubo que remar contra corriente en todas partes y yo diría que salió de panzazo.”
Biodiversidad y cambio climático — Y en materia de biodiversidad… — Por ser México país megadiverso, el tema de la biodiversidad es crucial. Tenemos una diversidad cargada de endemismos, particularmente en reptiles, cactáceas, pinos. Pero contar con esta enorme riqueza biológica implica una gran responsabilidad, porque si no la cuidamos, nadie va a venir a hacerlo por nosotros.
— ¿Esta ley obliga a las empresas a reducir emisiones, a quién obliga?
“Espero que nos ayuden, lo han estado haciendo. Pero al desgaste notable que ha venido sufriendo nuestro capital biológico en los últimos 50 años, se agrega ahora el impacto del cambio climático, lo que obliga a modificar las perspectivas en el manejo de la biodiversidad.
— Obliga a todos, incluso trae dedicatoria para los tres órdenes de gobierno. Pero es una ley que deja implantar cosas; más que obligar a hacer, deja hacer. La Administración Pública tiene la capacidad de pedirle a los privados que hagan inventarios propios, pero lograrlo ha sido muy difícil; hubo que trabajar con universidades, con empresas. El programa de Gases de Efecto Invernadero México, de declaración voluntaria de emisiones por parte de las empresas públicas o privadas, fue conduciendo a que la Ley General pasara.
“Al respecto van a ser muy importantes las conexiones, los corredores biológicos, sobre todo porque lo que antes se veía como posible —que disminuyera la biodiversidad porque había incendios, ganadería in situ, o una roza, tumba y quema que se hacían mal— ahora se agrega la acción de toda la humanidad sobre la atmósfera común. Porque los cambios de clima son lo que son y porque las estructuras y los sistemas de protección de la biodiversidad no fueron diseñados para resistir el impacto del cambio climático.
Los opositores al cambio
“Ese es un desafío al que apenas comenzamos a meterle el diente. La CONABIO ha estado muy activa al respecto y la CONANP trae el tema en su agenda con especial atención.
— Claro. Y yo creo que nos quedamos cortos ahí. Desgraciadamente tendríamos que reducir un poquito más las emisiones.
— ¿Es una ley con consenso? — Con consenso político. Antes de que saliera la ley, algunos sectores económicos publicaron desplegados que se oponían a ella. — ¿Bajo qué argumentos? — Que comprometían la economía y reducían la competitividad en México.
“Pero aún si se resolviera lo de la ganaderización —que disminuyó, en relación con el uso tan fuerte que tuvo en las décadas de los años 60 a 80; o si disminuyera la tala ilegal, que tampoco ha sido el proceso determinante de la deforestación en México, de no controlar colectivamente el cambio climático global, podríamos tener 7 Referido en la entrevista del doctor José Sarukhán Kermez.
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un factor de deforestación, de cambio ecosistémico y de erosión de la biodiversidad, del mismo orden por lo menos de lo que hemos venido padeciendo por ese proceso que estaba funcionando antes.”
— Yo diría que sí. No he conocido a un solo científico que opine en contra de la realidad del cambio climático; al menos ninguno reconocido. Todos asumen que estamos frente a un tema crítico.
En las vísperas de una catástrofe anunciada
— ¿Cómo ve lo de las Cumbres? ¿Habrá alguna esperanza en ellas?
— Se duplicaría el impacto…
— En 2014 habrá una COP en América Latina nuevamente, posiblemente en Lima. Y seguirá habiendo… Es que el sol no se puede tapar con un dedo. El tema ahí está.
— Depende del libro que uno lea, pero en este siglo podría verse comprometida la mitad de la biodiversidad mexicana. Si a eso se suma la elevación del nivel del mar, el cambio en el régimen de lluvias, la salinización de las zonas costeras y de los acuíferos, entre otros fenómenos, ahora sí que estamos en las vísperas de una catástrofe anunciada. — ¿Cambiarían los ciclos hidrológicos? — Así es. Yo diría que el cambio climático va a pegar a México tanto por sequías como por inundaciones. Hay que recordar que en 2007 Tabasco tuvo dos tercios de su territorio bajo el agua. ¡Fue pavoroso! — ¿En su opinión, qué considera que habría que hacer? — Falta mucha movilización de la opinión pública y convencimiento de los actores políticos. — ¿Hay suficiente conocimiento sobre el tema?
— ¿Habrá algunos avances que favorezcan los cambios necesarios? — Los hay. Las discusiones de los foros de las Naciones Unidas eran inconcebibles hace apenas dos o tres años. Pero lo que de verdad nos angustia, es que los avances son insuficientes, que el cambio climático va mucho más rápido que la respuesta humana. Ése es el problema. Cómo hacer para que nos activemos más. Tendríamos que iniciar una nueva revolución industrial en muchos frentes, en el de las energías renovables, en el de la industria, la agricultura, el manejo del agua, de la biodiversidad, de los temas ambientales, etcétera. De ahí la dificultad y también la belleza del tema. — ¿Y el hecho de que usted ya no esté en la parte gubernamental va a deteriorar un poco este avance?
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— Sería un fatuo si creyera eso… — Lo digo porque toda una experiencia de vida dejará de estar al frente de las instituciones en un momento crítico del cambio climático. — Esa experiencia yo la estoy poniendo a operar en las instituciones en donde me estoy moviendo. Voy a la Ibero y doy cursos. Sería totalmente irreal pensar que si yo estoy fuera del gobierno el tema se cae. “Al contrario, tal vez hasta mejore. Nadie es indispensable. Lo que sí me gustaría es que desde luego la experiencia que yo tengo no se pierda. Y eso lo puedo lograr, dentro y fuera del gobierno. De hecho, sigo recibiendo invitaciones de todo el mundo para interactuar en seminarios, discusiones y, hasta cierto punto, con ese reconocimiento me basta y me sobra.” — ¿En las universidades ya está implantado el tema? — No en todas. El tema aparece un poco como cuerpo extraño todavía. Lo que hay que hacer es meterlo en el main stream de todas las carreras; en la formación básica, en la ingeniería, en el derecho, en las ciencias. Eso es lo que está pendiente. — ¿Y parte de lo que podría hacer la sociedad mexicana sería involucrarse en un consumo más consciente y sustentable? — Eso ha empezado recientemente. Yo creo que el tema de la deforestación se acabará más o menos resolviendo en los próximos años; entre otras cosas porque ya no va a haber demasiado que deforestar. Pero eso se va a ir resolviendo de una manera u otra.
“El tema que no está resuelto es el de la transición energética, cómo lograr desarrollarnos con energía suficiente sin depender solo de combustibles fósiles. ¡Ése es el desafío!.” — ¿Cuál sería su opinión en relación con la actuación del gobierno actual en la materia? — A mí me preocupa mucho cuando dicen que de lo que se trata es de bajar el precio del gas, o el de la electricidad para el consumidor final. Suena muy bonito, pero cómo me van a convencer a mí de que haga un ahorro de la energía eléctrica si me va a salir más barata, por ejemplo. Cómo me van a convencer de que compre vehículos que todavía son carísimos, híbridos o eléctricos, si la gasolina me la van a poner cada vez más barata. — ¿Lo considera una medida demagógica…? — Yo no diría demagógica, sino simplemente es una contradicción no resuelta entre la necesidad de ser más eficientes (todo mundo concurre con ello), la necesidad de que no toda la inversión sea pública (yo creo que a estas alturas ya casi todos concuerdan con esto), y al mismo tiempo empezar a poner un precio adecuado a las consecuencias de las externalidades negativas ambientales, que hasta ahora nos han salido gratis. — ¿No se han tomado en cuenta las externalidades ambientales para fijar los precios de los hidrocarburos, por ejemplo? ¿Existirá esa posibilidad en los cambios que se avecinan? — No lo sé, ojalá así sea.
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— No estoy seguro de que todos los sectores de gobierno tengan una conciencia clara de que sencillamente una parte de los hidrocarburos que existen en el planeta Tierra van a tener que darse sin quemar. “Eso es algo que todavía no cabe en las conciencias de aquí y allá. Sin embargo, yo creo que el trabajo del doctor Galindo tendió a dejar muy claro a la Secretaría de Hacienda que hay que valorar el carbono. El carbono como símbolo de gases de efecto invernadero. Y de que no podemos seguir con un subsidio a la gasolina como el que tenemos ahora. Es un subsidio brutal, que se comería toda la acción social, mayor que los programas de apoyo social. No puede ser…” — ¿Qué pasaría si no se aplicara ese subsidio? — Lo que pasaría es que los más o menos acomodados que tienen carros y que usan gasolina tendrían que empezar a pagar el peso real. Y no están dispuestos a hacerlo todavía. — Sí, pero el transporte de los alimentos…
— Supongamos que sí, que los usen. Pero no se va a resolver así el problema. Hay que hacer una apuesta al transporte colectivo de calidad, al que no hemos tomado todavía en serio. Tenemos que llegar a una situación en la cual un ancianito o una ancianita puedan utilizar un transporte colectivo, limpio, accesible, eficaz,… económico si se puede… Ahí sí hay que subsidiarlo, pero sería un subsidio destinado a los pobres. — Tendrían que construirse más líneas de transporte… — El pobrecito metrobús está muriendo de éxito. Al rato vamos a descubrir que donde pasa el metrobús haría falta construir un metro elevado, porque la capacidad de transporte ya no da. No se logra resolver la demanda ni siquiera con los metrobuses, que van uno detrás de otro en horas pico. — Y las políticas actuales de natalidad… ¿Ayudaría que disminuyera la población? — La población es otro tema, pero la transición demográfica está ya en marcha en México. Acuérdate que desde el año 2000 la población escolar dejó de crecer y empezó a disminuir.
— En esta ciudad solo 15% de los habitantes tiene carro. Por supuesto que los que no lo tienen, al tomar un camión que se mueve por combustible tendrían que pagar más al subir el precio del combustible. Correcto. Pero el subsidio de la gasolina es de los más inequitativos que existen. Se va casi todo a manos de los ricos. Si se dejara de subsidiar la gasolina hasta se puede financiar el transporte público. Y claro, esto implica hacer una revolución urbana. Pero el tráfico de la Ciudad de México no se va a resolver con segundos pisos.
— Tenemos nuestro bono…
— Que además pocos los usan, porque no muchos tienen recursos suficientes para viajar en ellos.
“Como ves, México tiene muchos desafíos, pero ese es ya un tema de otro libro, creo yo…”
— Un bono demográfico que nos va a durar muy poco. Al rato se invertirá. Empezaremos los viejitos como yo a estar cada vez más presentes. Al acabársenos este bono, alguien tendrá que dar de comer y mantener a esta generación de viejitos. Y si a eso se suma el cierre de la frontera Norte, que era una válvula de escape para la demografía mexicana, cada vez habrá menos opciones. Adicionalmente, habrá que enfrentar el desafío del mundo rural indígena.
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— ¿Se perfila una conciencia ambiental certera en el nuevo gobierno?
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Exequiel Ezcurra Real de Azúa Exequiel Ezcurra es maestro en ciencias y doctor por la Universidad de Gales, Bangor, en Inglaterra. Trabajó en la Fundación Bariloche, con el doctor Eduardo Rapoport, investigando el comportamiento de las especies invasoras. Fue investigador del Instituto Nacional de Ecología (INE), en donde desarrolló los primeros estudios sistemáticos de impacto ambiental en México. En 1987 ingresó al Centro de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México, y entre 1990 y 1992 coordinó el Posgrado en Ecología de la misma institución. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México, en la categoría de Investigador Nacional, nivel III. En agosto de 1992 fue nombrado director general de Recursos Naturales en el Gobierno Federal de México. Bajo su gestión se establecieron varias nuevas reservas de la biosfera en el país, e inició un importante proyecto de creación de nuevas áreas protegidas en la frontera de México con Estados Unidos. Entre 1998 y 2001 dirigió la investigación del Museo de Historia Natural de San Diego, California. De 2001 a 2005 presidió el INE. De 2005 a 2008 fue decano (Provost) del Museo de Historia Natural de San Diego, y director del Centro de Investigación sobre la Biodiversidad de las Californias. Actualmente es profesor de Ecología en la Universidad de California, Riverside, y director del Instituto para México y los Estados Unidos, el programa de cooperación binacional de la Universidad de California (UC MEXUS). Ha publicado más de 90 artículos en revistas de alto prestigio, como Proceedings of the National Academy of Sciences, Ecology, Oceanología, Journal of Ecology, The American Naturalist, Functional Ecology, Botanical Journal of the Linnean Society, Vegetation, American Journal of Botany, Journal of Biogeography, Journal of Arid Environments, Acta Oceanológica, Biotrópica, Environment, The Southwestern Naturalist, Desert Plants, Journal of Forestry, Geographiska Annaler, Ecology International y Journal of Environmental Management, entre otras. Ha escrito cincuenta capítulos de libros, y escrito/editado 11 libros sobre temas que van de la historia ambiental de la Cuenca de México hasta la biogeografía de islas en uno de sus libros recientes: A New Island Biogeography of the Sea of Cortés, publicado por Oxford University Press. Ha escrito también un gran número de ensayos y trabajos de divulgación para periódicos y revistas. Ha impartido clases de posgrado en varias universidades de Estados Unidos, México, España, Argentina, y Uruguay. Fue editor de la revista Journal of Vegetation Science, y ha sido revisor editorial de revistas científicas internacionales como University of California Press y del Fondo de Cultura Económica. Ha sido jurado en varios premios científicos y en festivales de cine y video científico. En años recientes se ha dedicado a desarrollar exhibiciones museográficas, a divulgar la ciencia y editar libros. Recientemente incursionó con éxito en el campo de la cinematografía científica, como productor asociado, guionista científico y narrador de la película Oasis Marino (Ocean Oasis), en formato de pantalla gigante. En septiembre de 2001, Oasis Marino ganó el prestigioso Jackson Hole Nature Film Award, en la categoría de mejor película para salas comerciales de 2000-2001, y obtuvo el Wildscreen Award 2002, otorgado por la BBC y la televisión francesa.
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Ha recibido becas de la UNESCO, del Consejo Británico, de la Fundación Ford y de la Agencia para el Desarrollo Internacional. Pertenece a diez sociedades científicas. Otras preseas recibidas: Medalla “Faustino Miranda” al mérito ecológico, del Centro de Ecología (UNAM) (1993); premio Julian Hayden, de la Sonoran Alliance (1994); Reconocimiento a la Conservación, de PRONATURA, por el trabajo realizado para proteger el Alto Golfo de California y el Delta del Río Colorado (1993). Conservation Biology Award, de la Society for Conservation Biology (1994). Premio a la Investigación Científica, de la Universidad Autónoma Metropolitana, por la publicación del mejor trabajo de investigación 1998-1999 (1999). El Pew Fellowship on Marine Conservation, por impulsar la conservación en el Golfo de California (2006). Premio Nacional a la Conservación, de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (2006). Peacemaker Award, de la Asociación Nacional para la Resolución de Conflictos de los Estados Unidos, por su trabajo binacional, que propone el uso de la conservación de la naturaleza como un instrumento de entendimiento entre naciones y culturas diferentes (2006). Asimismo, ha recibido distinciones del Servicio de Parques Nacionales de los Estados Unidos, de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) del mismo país, y de la asociación civil National Parks and Conservation Association; en los tres casos por los esfuerzos realizados para apoyar la cooperación binacional en materia de conservación del ambiente y de los recursos naturales. En 1994 fue nombrado presidente de las sesiones científicas de la Novena Reunión de la Conferencia de las Partes de la Convención Sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestres (CITES). Bajo su gestión en el gobierno mexicano, en 1993 se elaboró la Norma Oficial Mexicana 059, que establece el listado de especies amenazadas, en peligro de extinción y sujetas a conservación especial, y que define y regula su protección. Sus áreas de interés son la conservación de la naturaleza, la ecología de los desiertos costeros, la biogeografía, las interacciones globales entre el mar y la tierra, el modelaje matemático de procesos naturales y el manejo de recursos naturales en zonas bajo uso tradicional. La conversación que se muestra adelante fue realizada vía Skype, el 27 de agosto de 2013.
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“Los riesgos de la biodiversidad son también los que tenemos en cuanto a la salud ambiental en el país. Quizás el gran desafío sea convencer a nuestra sociedad, a nuestros empresarios y a nuestros tomadores de decisiones de que el desarrollo social o económico que se hace en contra del medio ambiente, más temprano que tarde se dará la vuelta y morderá a la propia sociedad que lo generó.” Exequiel Ezcurra.
La comunicación con el doctor Exequiel Ezcurra es siempre fácil, pues mantiene una conversación relajada e interesante y su trato es cordial. Su sencillez contrasta con la pasión con la que aborda los temas ambientales y la biodiversidad, en particular en torno a los desiertos del norte de México, donde ha realizado la mayor parte de su trabajo como investigador. Su participación activa en la divulgación de la ciencia, a través de todos los medios posibles, y en la discusión de los grandes temas ambientales han dejado una honda impresión en esta interlocutora. Iniciamos con una reseña de sus antecedentes: Nació en Argentina, en 1950, hijo de una familia de agricultores y ganaderos. Buena parte de su infancia la pasó en un rancho. “Más tarde estudié en Buenos Aires, porque era lo que hacía uno en esa época. En el campo solo había escuelas primarias. Provengo de una familia de agricultores y ganaderos vascos, así que, siguiendo la tradición familiar, estudié ciencias agronómicas. “Muy pronto me di cuenta de que sentía gran fascinación por la taxonomía, la botánica y la ecología. Al cursar entomología agrícola, observé que me gustaba más entender la conservación de la naturaleza y la vida de los insectos, que aprender de memoria cómo usar el DDT o el gammexane para matarlos. Al poco tiempo de graduarme, tuve la inmensa suerte de conocer al doctor Eduardo Rapoport1 con quien 1 Eduardo Rapoport es un investigador de la Universidad del Comahue, reconocido internacionalmente por sus contribuciones en el campo de la ecología. Ha dedicado buena parte de su vida al estudio de las especies invasoras y, en particular, las malezas comestibles en la zona de Bariloche. En su preocupación por la invasión de especies vegetales exóticas, el científico puso en práctica un popular dicho inglés: “si no puedes vencerlas, cómetelas.” Como resultado de sus trabajos, evidenció que sobre un total de 300 plantas invasoras contabilizadas en el área, 100 de ellas eran comestibles. El interés de Rapoport es compartido por científicos de todo el mundo. En una investigación realizada sobre las 18 peores malezas que existen en el planeta, las que resultan más agresivas y difíciles de controlar, se concluyó que 16 de ellas son comestibles. “Cuanto más agresiva es la maleza, es más comestible. Es algo sorprendente”, manifiesta. Este ecólogo ha iniciado una intensa tarea de
realicé investigación sobre varios temas revolucionarios para la ciencia, que publicamos en revistas internacionales de primer orden.” En ese momento, las investigaciones con el doctor Rapoport se llevaban a cabo en la Fundación Bariloche, que se hallaba al lado de un lago, en medio de los Andes de la Patagonia. “Fue una época gloriosa de mi vida que extraño mucho hasta el día de hoy. Pero en 1976 se dio un golpe de Estado en Argentina y la Fundación fue cerrada por los militares, porque la consideraban un lugar inaceptable, no solo porque se estuviera realizando investigación científica ahí sino porque muchos de los investigadores, en la concepción de los militares argentinos, eran liberales o judíos. “Me encontré de pronto sin trabajo y además hice declaraciones públicas en contra de los gobiernos militares y en favor de los regímenes democráticos, y tuve que salir del país. El cónsul británico en Buenos Aires me consiguió una beca para estudiar en la Universidad de Gales y me acompañó con gente del consulado hasta el avión, para no ser detenido. “Así llegué a Inglaterra en 1977, donde tuve la suerte de conocer a un señor muy divertido, que era José Sarukhán, quien más tarde me puso en contacto con la academia mexicana. “En Gales conocí también a Rodolfo Dirzo, que estaba acabando su maestría e iniciando su doctorado. Y por medio de ellos hice contacto con el doctor Gonzalo Halffter, que en 1978 me invitó a hacer el estudio de impacto ambiental del puerto de Dos Bocas, Tabasco. Fue una época maravillosa. “El INECOL se acababa de crear y operaba en las bodegas del Museo de Historia Natural, unas catacumbas que estaban detrás de las cúpulas del museo; allí trabajábamos, en condiciones heroicas, pues no teníamos edificio ni infraestructura. Sin embargo, pasamos ahí unos años inmensamente ricos y creativos. Yo creo que cuando las personas inician un sueño colectivo, aunque no tengan nada, divulgación en colegios, iglesias, comedores y barrios pobres de la ciudad.
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La batalla por el agua y el cambio climático, dos de los grandes desafíos para la vida
le ponen tanto entusiasmo y tanta gana que las cosas resultan formidables. “A poco de llegar me enamoré del México profundo. De entrada, fui a comer un día al mercado de la Merced con uno de los investigadores del INECOL, antes de que existiera la Central de Abastos. Allí pude conocer la gran variedad de chiles, plantas y frutas que forma parte de esa cultura espléndida que es la del centro de México. Y me dije, ‘aquí estoy y éste es mi país’. “Argentina permanecía en la negra sombra de las dictaduras militares y empecé a hacer todos los esfuerzos del mundo por perder mi acento, adquirir el mexicano y hacerme mexicano, cosa que logré tiempo después de manera gradual. Realmente yo estoy muy agradecido con México. Soy una de las pocas personas que se puede enorgullecer de haber tenido un cargo de subsecretario —porque la presidencia del Instituto Nacional de Ecología corresponde a este nivel—, sin ser mexicano nativo. “Soy un mexicano orgullosamente por adopción. En México conocí a mi mujer, que era actriz en aquella época, y pertenecía a la Compañía Nacional de Teatro. Hice mi familia y así fue como me introduje a la ciencia en México.” — ¿Cómo se llama ella? — Bárbara Córcega. Sus padres son don Miguel Córcega —que falleció hace unos cinco años, y que fue actor y director de teatro en la época de oro del cine mexicano— y Bárbara Gil, que también fue actriz en ese tiempo. Bárbara, mi mujer, se reinventó cuando vinimos por primera vez a Estados Unidos. Ella siempre había escrito, pero acá en California obtuvo un grado universitario de literatura y ahora hace traducciones literarias, lo que le gusta mucho; y también colabora como intérprete en la defensa de los hijos de migrantes. Cuando yo la conocí era una gran actriz y me fascinó. Ahora hace cosas de más arraigo social. — ¿Tiene hijos usted, doctor?
gación científica con el buceo y el monitoreo marino. Está resultando ser una excelente bióloga marina y piensa hacer su doctorado en México. “Y bueno, nos hemos acostumbrado a vivir en California, que es una especie de extensión de México en los Estados Unidos. Cruzamos la línea constantemente, a pesar de lo antipático que pueda ser el sistema migratorio americano en este momento.” — ¿Cuánto tiempo lleva viviendo en California? — Vine por primera vez en 1998, cuando hicimos ‘Oasis Marino’. Tenía un contrato por tres años para hacer la película. Al terminar, regresé a México.
“Oasis marino”
— Sí, tengo cuatro. Dos están en México: María y Ana. María es artista plástica, trabaja en la Universidad de Morelos. Ana Ezcurra tiene una pequeña empresa en donde desarrolla proyectos editoriales. Ahora está viviendo en Guadalajara. “Y tengo dos hijos que están con nosotros: Pedro se acaba de graduar en una carrera de cine; está haciendo sus primeros pasos para decidir qué quiere hacer profesionalmente con lo que ha aprendido. Y mi hija Paula, que es la más chiquita, es la única que calcó al papá; está estudiando biología marina en la Universidad de California, en Santa Bárbara. “Y es muy chistoso, porque es una niña muy menuda, que debe pesar como 40 kilos, pero tiene el certificado de buzo científico. Hace buceo competitivo y se paga sus estudios apoyando proyectos de investi-
— Tengo entendido que la película ‘Oasis Marino’ se editó para la pantalla gigante. ¿Cuál fue la respuesta del público? ¿Cómo contribuye este tipo de proyecto cinematográfico a modificar la conducta humana en relación con la naturaleza? — ‘Oasis Marino’ fue un parteaguas en mi vida, porque en 1997 yo trabajaba en la UNAM como investigador. Me invitó el Museo de Historia Natural de San Diego a que me acercara para realizar el guión y las ideas. Como yo era investigador mexicano y había estado en el Gobierno Federal trabajando con Colosio, me imagino, aunque nunca me lo dijeron, que también tenían interés en que los ayudara a abrir las puertas para obtener los permisos y papeles de autorización, todo eso que para un productor de cine extranjero, si no conoce el sistema mexicano, puede
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ser un obstáculo mayor. Acepté la propuesta. Teníamos un presupuesto para hacer una película sobre el Golfo de California, pero no sabíamos con claridad qué historia íbamos a contar ni cuál iba a ser nuestra narrativa alrededor de esa historia. “Se me ocurrió una línea argumental que fue resultado de la investigación científica que yo estaba haciendo con la doctora Enriqueta Velarde2, que ha trabajado toda su vida en Isla Rasa. Existe un impacto de lo que pasa en el mar sobre el continente en aspectos que a uno le resultaría difícil imaginar; y también hay un impacto en el mar en relación con lo que sucede en la tierra. “Queríamos mostrar cómo es que el mar y la tierra se han abrazado el uno al otro y cómo la zona de tierra en Baja California es tan árida porque hay un mar tan productivo. Esto también ocurre, por ejemplo, en Perú, donde frente al desierto de Atacama —una de las zonas más áridas del planeta— están los mares más productivos del mundo. “Esta idea de que la productividad marina se vinculaba con la existencia de un desierto tan característico como el de Baja California, y que especies como los sahuaros de alguna manera existían porque había un 2 La doctora María Enriqueta Velarde González nació en la Ciudad de México. Estudió Biología en la Facultad de Ciencias de la UNAM y obtuvo el título profesional en Biología en la University of Tennessee. Obtuvo los grados de maestra y doctora en Ciencias (biología) del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias de la UNAM. A partir de 1979 realizó estudios de ecología y conducta de la reproducción de aves marinas en Isla Rasa, en la región de las Grandes Islas del Golfo de California. Coordinó un grupo de investigación que exploró 33 islas de ese archipiélago, lo que la llevó a determinar la alta biodiversidad y la riqueza biológica de las islas y el mar circundante, en relación con prácticamente todos los grupos taxonómicos. Su trabajo ha contribuido enormemente a la conservación de la biodiveridad.
mar que generaba las condiciones ambientales para que eso ocurriera, fue lo que nos llevó a hacer el guión de la película, en el cual básicamente tratamos de armar esa línea argumental y narrativa, que finalmente aborda la unicidad de los fenómenos biológicos en el planeta. “Pretendimos demostrar que es imposible cuidar una parte de la biosfera si se están destruyendo otras regiones del mundo. Y que el mar y la tierra están íntimamente vinculados por una serie de fenómenos relacionados con la física de la atmósfera, la evaporación del agua, el movimiento de las lluvias, la tectónica de placas, la geología, la formación de montañas y las cordilleras. “La película fue muy bien recibida por el público. Tuvimos sorpresas muy grandes. Una fue que en 2001 la película ganó el primer lugar del Festival de Cine de Naturaleza de Jackson Hole (Jackson Hole Wildlife Film Festival), que se hace todos los años en Wyoming, Estados Unidos; es el festival de documentales más importante. “No esperábamos ese premio porque cuando uno trabaja muy de cerca en un proyecto luego no sabe qué tan bueno puede ser. La película fue estrenada en el Smithsonian National Museum of Natural History, en Washington, D. C., lo que también fue algo de gran impacto, y al año siguiente obtuvo el Premio a la Mejor Película Científica (Wildscreen Award 2002) que otorgan la BBC y la televisión francesa de manera conjunta. “En el Festival Europeo de Cine Científico también ganamos el primer lugar, en ese caso para la categoría de pantalla gigante. ¡Nos ha ido muy bien! Realmente la película ha tenido mucho impacto…” — ¿Cuánto habrá costado producir esa película? ¿quién la financió?
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— Costó cuatro millones de dólares, que para cine IMAX realmente fue bastante poco, dentro de lo que cabe, pues el cine es muy caro. Por decirle algo, la película de ‘El vuelo de las monarcas’3 costó alrededor de 14 o 15 millones de dólares. Tuvimos varias 3 Esta producción en 3D muestra la trayectoria de 3,200 km que recorren 500 millones de mariposas Monarca desde Canadá hasta el estado de Michoacán, México, para pasar la temporada de invierno. Es una producción de SK Films, con la coproducción del Instituto Mexicano de Cinematografía, a través del cual participó la SEMARNAT, la CONANP y la Secretaría de Turismo. Asimismo, se contó con la intervención del Consejo de Promoción Turística y de los gobiernos de los estados de México y de Michoacán.
fuentes de financiamiento. En parte hubo personas en Estados Unidos que patrocinaron ‘Oasis Marino’; hubo otras que facilitaron la garantía para que el banco nos abriera un crédito para financiar la película. Así que el museo solicitó un crédito de más de tres millones de dólares para la producción. Y con las ganancias de la exhibición de la película se ha ido pagando; pero no sé qué tantas ganancias les haya generado. — ¿Aproximadamente cuántas personas la habrán visto? — ¡Uh, como 30 millones!
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— ¿Por qué es tan importante hacer divulgación de ciencia por este medio? — Ha sido tal el impacto que, desde que hice este proyecto, he intensificado mi esfuerzo en la divulgación de la ciencia. Por darle un punto de comparación, mi artículo más citado por otros investigadores en este momento tiene alrededor de 400 citas, y me siento muy orgulloso de ello, porque si hay 400 personas que lo citan a uno, quiere decir que ha de haber del orden de 4 mil personas que lo han leído. “Pero siempre es así, cuando uno publica un artículo en una revista científica, los lectores no pasan de unos cuantos miles. Y si la disciplina es muy críptica, a veces son solo unos cientos de personas o incluso unas pocas decenas que leen las ideas de uno. “Al ver que las ideas plasmadas en una película podían haber impactado la manera de pensar de 30 millones de personas, me di cuenta de que la escala era increíblemente distinta. Y eso le cambia a uno la vida, no hay vuelta atrás. “Empieza uno a preocuparse más por realizar acciones que tengan un real impacto social y que sean capaces de modificar la manera como piensa una sociedad o un país. De ahí que ‘Oasis Marino’ haya cambiado totalmente mi manera de ver las cosas, y la forma como hago el trabajo.
“Hicimos una lista de los temas ambientales que han puesto en jaque la salud de los ecosistemas mexicanos. Y les dije, ‘perfecto’. ‘En cuáles de estos grandes temas se ha pronunciado la sociedad científica mexicana de ecología’. ¡Y es cero, Esmeralda, cero!.” — ¡Qué barbaridad! — Yo les decía, ‘es como si ustedes me dijeran que alguna de las grandes sociedades médicas mexicanas no hubiera abierto la boca por el tema del VIH, por el de la malaria o por el de la vacunación de los niños. Cuando la sociedad científica mexicana de ecología no abre la boca sobre los grandes problemas nacionales, está pasando algo extremadamente serio. “Tuvimos una discusión muy encendida ahí, de cuál era el rol de los ecólogos, si publicar en revistas de alto nivel o comprometerse con los grandes problemas de la sociedad. Creo que estas dos cuestiones no están contrapuestas. Yo con mucho orgullo sigo escribiendo y publicando en revistas científicas y me precio de hacerlo. Pero también, en los últimos años he hecho sonar mi voz fuerte y dura alrededor de temas como Cabo Cortés, como los acuíferos del Norte, la minería de oro y otros grandes asuntos que nos preocupan a muchos de nosotros. “¿Qué es lo que me dio ‘Oasis marino’? ¡Esa perspectiva! La idea de que sí es posible como científicos salirnos de nuestro cubículo, abrir la boca y lograr tener algún tipo de incidencia en el sueño colectivo de una sociedad viable para el futuro.”
“Por supuesto, sigo haciendo artículos científicos y publicándolos en revistas especializadas. No es que me haya escapado de eso; pero dedico una parte creciente de mi tiempo a cuestiones aplicadas, de compromiso social, a aparecer en los medios, a emitir mi opinión sobre asuntos que creo que deben ser discutidos en el seno de la sociedad, y a hacerlas llegar de distintas maneras, por medio de revistas, periódicos, notas de prensa, páginas Web.
El proyecto UC MEXUS
“He estado trabajando mucho en Internet, con varios proyectos de divulgación de la ciencia, porque creo que los científicos nos tenemos que salir de la torre de marfil, Esmeralda.
“Lo hablé con la familia. Mis dos hijos más chicos, que estaban por entrar a la Universidad, me dijeron, ‘oye, es que si te vuelves a Estados Unidos vas a ser residente y podríamos entrar a la Universidad de California pagando una colegiatura muy baja’. A Pedro le interesaba el cine. Y a Paula estudiar biología marina en un campus al lado del mar. Entonces, acabando en el INE, volvimos para acá. Y estando acá, me hice profesor de Ecología de la Universidad de California, Riverside, en donde me ofrecieron la dirección del Instituto para México y los Estados Unidos (UC MEXUS), que atiende el programa de cooperación binacional de la Universidad de California.
“En alguna ocasión asistí a una reunión de la Sociedad Científica Mexicana de Ecología, en Villahermosa, Tabasco. En uno de los talleres le decía a los participantes que cerraran los ojos y me dijeran cuáles habían sido los grandes temas ambientales del país durante los últimos dos sexenios. Así como la tala de las selvas lo había sido en la década de los 70 —que aún sigue siendo un problema pero se ha desacelerado muchísimo. “Algunos sugirieron que la minería de oro a cielo abierto; los grandes desarrollos especulativos en las costas, tipo Cabo Cortés, que se convirtió en una amenaza para Cabo Pulmo; otros decían que la pérdida de cobertura vegetal; se habló también de la tragedia del uso insustentable de los acuíferos del norte de México, como el de Cuatro Ciénegas.
Al concluir la película, en diciembre del 2000, el doctor Ezcurra aceptó la presidencia del Instituto Nacional de Ecología. Al finalizar su misión como presidente del INE tenía dos alternativas: regresar a la UNAM como investigador o volver a los Estados Unidos, pues el Museo de Historia Natural de San Diego lo invitaba a mantenerse allá.
“Realmente me encanta UC MEXUS, porque constituye un gran desafío. Además de hacer investigación con estudiantes estadounidenses y mexicanos que están haciendo el doctorado conmigo, busco financiamiento para apoyar a cien estudiantes mexicanos interesados en hacer su posgrado en California. Anualmente se apoyan entre 30 y 40 proyectos de colaboración entre la Universidad de California y distintas insti-
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La importancia de la divulgación científica en el cine
tuciones mexicanas, ubicadas desde la Península de Yucatán hasta Ensenada. “MEXUS es un proyecto maravilloso y no fue un invento mío sino del doctor Arturo Gómez-Pompa; a mí me tocó la herencia. Arturo fue quien sugirió mi nombre para la dirección de MEXUS. Se da en un contexto en el cual la preocupación de Washington parece ser construir bardas, y el gobierno de México se está acercando a entender la importancia de la colaboración binacional. “MEXUS es una institución cuyo rol fundamental es abrir las puertas a la colaboración, al entendimiento, a la cooperación académica, y sobre todo a darle oportunidad de hacer un posgrado a muchos jóvenes que provienen de diversos rincones del país, como Oaxaca, Guerrero o Zacatecas, y en temas tan dispares como la música, la física teórica o la biología. “Ellos pueden optar por hacer un posgrado de primer orden en la Universidad de California, en lugares como Berckley, UCLA, San Diego, Irvine, Santa Bárbara o Riverside. Yo soy un gran creyente de la educación como motor de cambio y ascenso social de las personas. Siempre digo que tengo el mejor trabajo del mundo y encima me pagan por hacerlo.”
La creación de la teoría del impacto ambiental — Doctor Ezcurra, tiene usted una larga trayectoria en materia de conservación de la naturaleza. Y su labor abarca la investigación, la gestión ambiental, el impulso a la creación de áreas naturales protegidas, la docencia, la divulgación científica y la producción cinematográfica científica. ¿Podría usted hablarme de los tres temas que en su experiencia hayan sido los más importantes de su carrera y que hayan sido relevantes para la biodiversidad también? — Sí. Quisiera empezar por mi trabajo de investigación sobre el tema de impacto ambiental que realicé con el doctor Gonzalo Halffter en el Instituto de Ecología, el INECOL, que ahora está en Xalapa. El de las manifestaciones de impacto ambiental era un tema que nadie conocía en aquella época. Y surgió de manera aleatoria, diría yo, en relación con la construcción del puerto petrolero de Dos Bocas, por parte de PEMEX. “El Banco Interamericano, que estaba apoyando en ese momento la construcción del puerto, exigió a PEMEX que hiciera un estudio de impacto ambiental. Eso fue en los años 70, cuando, por primera vez, los organismos de financiamiento internacional fueron muy cuestionados por haber apoyado la construcción de obras increíblemente destructivas para el ambiente, como las presas en el corazón del Mato Grosso, en Brasil; o la presa de Asuán, en el Nilo, y muchos otros proyectos similares. “Así que se vieron obligados a pedir a sus receptores de créditos que realizaran estudios de impacto ambiental antes de acometer grandes obras.
“PEMEX buscó al Instituto de Ecología, A. C., que había sido creado recientemente por parte del CONACYT. Yo estaba en aquellos años en Inglaterra, haciendo mi maestría, y un día me llamó el doctor Gonzalo Halffter y me dijo, ‘Exequiel, ¿le gustaría venirse a trabajar en el Instituto a hacer el estudio de impacto ambiental del puerto petrolero de Dos Bocas?’. Así lo hice. Me vine al INECOL e hicimos el trabajo. “Creo que para mí eso fue increíblemente formativo. Yo tenía por aquella época 28 años nada más. Me puso Gonzalo Halffter al frente de un equipo de investigadores también muy jóvenes. Era un momento en el que no había grandes ecólogos en México o había muy pocos. “Un montón de muchachos, con mucha voluntad, empezamos a desarrollar una teoría del impacto ambiental que nos permitiera entender los riesgos ambientales que imponían las grandes obras de ingeniería del país. “Después esas experiencias fueron retomadas por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE), cuando se creó en 1982. Y eventualmente formaron parte del núcleo de lo que es el reglamento y la normatividad en materia de impacto ambiental. “Después me alejé del impacto ambiental. Yo cuestiono ahora lo que en su momento hicimos, que fue que instituciones públicas, de investigación y educación superior hicieran las manifestaciones de impacto ambiental. “Creo que en ese momento cumplimos un rol de abrir el camino a una teoría y una normatividad que no existían. Ahora creo que el impacto ambiental lo deben hacer las empresas de consultoría, y que la función del sistema científico mexicano es velar porque los estudios de impacto ambiental sean rigurosos y realmente cumplan su función. “Recorrimos un largo trecho, pero siempre me sentiré muy orgulloso de haber participado en el inicio de lo que es ahora una verdadera disciplina dentro de las ciencias ambientales en México.”
La Sierra El Pinacate, La Michilía y Mapimí “El siguiente hito del cual me siento muy orgulloso comenzó en el año de 1980, cuando el doctor Halffter me dijo que el entonces gobernador del estado de Sonora, Samuel Ocaña, tenía interés en hacer un estudio de los recursos bióticos y abióticos, de la geología, de los suelos, en un lugar del cual yo nunca había oído hablar, que era la Sierra El Pinacate, con la posibilidad de decretar un área natural protegida en esa región. “El doctor Halffter me pidió que fuera a conocer el lugar y a lo mejor, me sugirió él, me iba yo a sentir interesado en hacer el inventario de los recursos bióticos de la Sierra El Pinacate y en trabajar para crear esa área protegida.”
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— ¿Ya contaban con los antecedentes de las primeras áreas naturales que declaró el doctor Halffter en La Michilía y en Mapimí? — Sí, claro. Ya habíamos trabajado en ellas. Halffter en ese momento era un verdadero innovador, porque estaba planteando un esquema que en su momento era paralelo al de los parques nacionales. Era una época en la cual la tradición de los ingenieros forestales pesaba muchísimo en el manejo de las áreas naturales protegidas, y lo único que había como zonas protegidas reconocidas eran los parques nacionales, la mayor parte de los cuales se encontraban en zonas de bosques templados o de montaña, como el Parque Nacional de El Chico, en Hidalgo, o el Parque Nacional del Desierto de los Leones, por dar dos ejemplos. “Estas zonas habían sido copiadas del formato de los parques nacionales americanos; incluso físicamente eran muy parecidos al Parque Nacional de Yosemite. Gonzalo Halffter tenía la idea fascinante de que las áreas naturales protegidas debían incorporar a todos los biomas4 o regiones biológicas del país, y no solo a los bosques templados. Él cuestionaba el concepto de “parque”, que suena como a un lugar de recreación para la clase media urbana, y que era básicamente el papel que cumplían los parques en Estados Unidos. 4 Un bioma es también conocido como paisaje bioclimático. Comprende una gran área geográfica donde se comparte fauna, flora y condiciones climatológicas. En gran parte, el clima determina el tipo de bioma que existe en cada región. Tomado de http://es.wikipedia.org/wiki/Bioma.
“Más que en un parque natural, él creía que había que conformar amplias zonas de protección de la riqueza biológica. Y trabajando Gonzalo Halffter con Francesco di Castri, en la UNESCO, crearon el concepto de reservas de la biosfera. La idea fundamental era conservar las áreas protegidas con la gente adentro de ellas; y desarrollar esquemas de uso sustentable y conservacionista de los recursos naturales. “A diferencia del esquema de los parques nacionales, que planteaban que para proteger a un área determinada había que sacar a todo el mundo, porque esa área iba a ser un parque. ‘No —decía Halffter—, vamos a trabajar en grandes áreas, donde se conserve la biodiversidad con la participación de las poblaciones locales’. “Ese fue el esquema con el cual se fundaron Mapimí y La Michilía, dos áreas protegidas que realmente fueron pioneras en México y que se hicieron con gran oposición, en su momento, de los ingenieros forestales que trabajaban en la Subsecretaría Forestal y de la Fauna. En aquella época, los parques nacionales eran manejados desde esta subsecretaría, que pertenecía a la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH). Y quienes trabajaban en las áreas protegidas eran básicamente ingenieros forestales, que concebían a estas áreas como una extensión de la gestión forestal. “En la creación de La Michilía, el doctor Halffter fue apoyado por Héctor Mayagoitia, un gran microbiólogo y bioquímico mexicano del Politécnico Nacional,
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que había sido elegido gobernador del estado de Durango, que conocía muy bien a Halffter desde la academia del Instituto Politécnico Nacional, y que conocía también la iniciativa del Programa del Hombre y la Biosfera (Programa MAB de la UNESCO). “Por supuesto, el Gobierno Federal cambió cuando el presidente López Portillo vio que Mayagoitia fue invitado a las oficinas de la UNESCO, en París, en la Plaza Fontenoy, y que fue recibido con gran pompa y honores por los grandes logros del estado de Durango en el manejo de áreas naturales protegidas. En ese momento la federación empezó a mirar con ojos diferentes a las reservas de la biosfera. “Empecé a hacer el inventario de recursos naturales en el Gran Desierto de Altar y en la Sierra El Pinacate, con la idea de hacer la propuesta de un área natural protegida, misma que hicimos al gobierno de Sonora tiempo después. ¡Para mí esos años fueron fundacionales! Y lo digo como un homenaje a Gonzalo Halffter. Si yo miro hacia atrás, prácticamente todo lo que he hecho en mi vida ha sido, de alguna manera, una consecuencia de aquellos dos años. “Por un lado, las manifestaciones de impacto ambiental como una aceptación de parte mía y del Instituto de Ecología, del doctor Halffter, de que no tenemos que escaparnos de entrarle a las cosas aplicadas y que si somos buenos académicos tenemos que emitir opiniones respecto de los grandes problemas nacionales, como, por ejemplo, el impacto de las grandes obras de ingeniería.
“Por otro lado, el trabajo en el noroeste de México fue fundamental, pues en aquella época casi todos los ecólogos mexicanos trabajaban en las selvas. La gran ecología mexicana, que sigue siendo notable hasta el día de hoy, se desarrolló en el trópico mexicano. Había muy poca investigación científica en el noroeste de México. El tiempo que trabajé en El Pinacate marcó una línea de investigación que ha sido el trabajo de toda mi vida. La gente que me reconoce académicamente, lo hace por mi trabajo de investigación en los desiertos y en las zonas áridas de México. “Por eso, en días anteriores me dio muchísima emoción que la UNESCO hubiera incorporado a la Sierra El Pinacate en el listado del Patrimonio de la Humanidad. Se hizo un evento en Los Pinos y tuve el inmenso honor de sentarme en el presídium, junto con el gobernador de Sonora, Guillermo Padrés Elías; la directora regional de la UNESCO, Nuria Sans Gallego, el secretario Juan Guerra Abud y el comisionado de la CONANP, Luis Fuello Mac Donald. Fue un reconocimiento a los 33 años que llevo luchando por la conservación de esa región de México. Era un sitio que nadie conocía y que era tierra de nadie. Para mí ha sido todo un viaje increíble, del cual me siento muy honrado de haber podido participar.”
La docencia “El tercer punto que me preguntaba usted en relación con las cosas de las cuales uno se siente orgulloso en su vida, es mi trayectoria docente. Cuando llegué a
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“Siempre digo un poco en serio y un poco en chiste, pero más en serio que en chiste, que realmente yo no soy un gran investigador científico. Me considero más una persona comprometida con las causas ambientales, pero he tenido la suerte, a lo largo de mi vida, de colaborar con jóvenes que se acercan a hacer posgrados o a estudiar conmigo, que son brillantes, destacados, y con quienes he podido hacer, en colaboración, trabajos increíbles. “Muchos de ellos actualmente son grandes investigadores de distintas partes del mundo; me han enriquecido de una manera increíble por su brillantez, conocimiento y aportes. Le daré algunos ejemplos: Alfonso Valiente5, un gran investigador del Instituto de Ecología de la UNAM. Recuerdo también a Arturo Flores6, el encargado de la cuestión informática en la SEMARNAT. Salvador Sánchez Colón, quien durante un tiempo fue director de asuntos ambientales en la Oficina Regional del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente y ahora trabaja para la Agencia Internacional para el Desarrollo. Carlos Martorell, uno de los investigadores jóvenes más brillantes de la Facultad de Ciencias de la UNAM. “Alicia Altesor, de origen uruguayo, que fue directora de Ciencias Ambientales en la Universidad de la República, en Montevideo, y es posiblemente en este momento la investigadora en Ciencias Ecológicas más importante de Uruguay. Valdemar Rodrigues, un brasileño que después fue secretario de Medio Ambiente de Piauí (y presidente del Consejo del Instituto Desert, organización no gubernamental que se encarga de la problemática de la desertificación en Brasil), que es un estado árido del norte de Brasil; es una mente muy influyente en las cuestiones ambientales y de gobierno en Brasil. Luis Antonio Bojórquez Tapia, que es el experto número 5 El doctor Alfonso Valiente Banuet es actual coordinador del Posgrado en el Departamento de Ecología de la Biodiversidad del Instituto de Ecología de la UNAM. Ha estudiado los procesos de mantenimiento de la diversidad biológica en los desiertos de México, en particular los que se ubican en la porción central del país: Valle de Tehuacán-Cuicatlán, desiertos de Sonora y Chihuahua. También ha trabajado con el matorral xerófilo perennifolio (Mexicali) en climas no mediterráneos. Y en la reconstrucción paleoambiental (Cuaternario tardío) en desiertos mexicanos, así como los efectos de dichos cambios en los procesos de la dinámica de comunidades desérticas y mantenimiento de la biodiversidad. 6 Arturo Flores Martínez coordinó una serie de documentos de importancia para la gestión ambiental y el conocimiento de la biodiversidad, como son los Informes de la Situación del Medio Ambiente en México.
uno en ecología aplicada y en temas de teoría de impacto ambiental y manejo de recursos naturales en la UNAM. “Y también otros que no han sido mis alumnos, pero con quienes he colaborado, como Marisa Mazari Hiriart, una gran investigadora del Instituto de Ecología de la UNAM; Irene Pissanty, de la Facultad de Ciencias, una amiga mía muy querida, con quien he realizado muchos proyectos. Podría seguir durante horas, Esmeralda, pero realmente las personas con las cuales he trabajado en México han hecho mi vida tan maravillosa como yo creo que ha sido, y han enriquecido mis propias ideas de manera singular.”
El componente ambiental en la entrada de México al TLC — ¿Cómo fue su experiencia en relación con el establecimiento de Reservas de la Biosfera en el país? ¿Y qué nos podría decir de su trabajo para proteger el Alto Golfo de California y el Delta del Río Colorado? — En 1992 había una gran discusión ambiental en México. Fue el año de la Cumbre de Río. México se estaba preparando para entrar al Tratado de Libre Comercio (TLC). Había críticas de grupos opositores internacionales en relación con la entrada de México al TLC, muy ligadas con la cuestión ambiental: la deforestación en el trópico, la tala de las selvas, la contaminación en la frontera. Acababan de pasar dos tragedias industriales que de plano hicieron tambalear las negociaciones del TLC: una de ellas fue la tragedia de Anaversa, en Orizaba, Veracruz, en donde una industria de productos químicos y agroquímicos tuvo una falla en su procesamiento y emitió por las chimeneas una cantidad inmensa de sustancias altamente contaminantes, que obligó a evacuar la ciudad de Orizaba y fue un escándalo internacional. “La otra tragedia sucedió en Guadalajara. En 1992, tres calles de esa ciudad volaron por los aires, provocando docenas de muertos, lo que se debió a la acumulación de gasolina en el drenaje de la ciudad. La explosión nunca fue bien explicada. “En ese momento el presidente Salinas de Gortari, confrontado con el riesgo de que muchos grupos opositores de Estados Unidos y Canadá evitaran la entrada de México al TLC, bajo el argumento de que el país no era capaz de cuidar su propio ambiente, tomó la decisión de cerrar la SEDUE y crear la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL). Con ello, se crearon el Instituto Nacional de Ecología (INE) y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA), y Salinas dio el cargo de secretario de SEDESOL a Luis Donaldo Colosio. “Un día sonó el teléfono en mi laboratorio de la UNAM. Atendió mi técnico académico, un colaborador muy querido, Santiago Elizaga, y me dijo: ‘Te habla Luis Donaldo Colosio’. Yo pensé que era un chiste de uno de mis colegas de la Facultad de Ciencias, porque a veces, cuando llamaba y se le preguntaba quién era, decía las cosas más ridículas del mundo. Cuan-
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México trabajaba en el INECOL, que en aquellos años no tenía un área de posgrado. Empecé a dar clases en el Politécnico, donde conocí a jóvenes maravillosos. Algunos de mis estudiantes más capaces fueron de ese grupo. Años después, el doctor Sarukhán me invitó a incorporarme al Centro de Ecología de la UNAM y participé desde un inicio en la fundación de lo que es hoy en día uno de los institutos más notables de investigación científica en ciencias ecológicas en toda América Latina, no solo en México. Y donde tuve también alumnos sobresalientes.
do atendí me di cuenta de que se trataba realmente de Luis Donaldo Colosio, que me estaba invitando a platicar con él sobre cuestiones ambientales. Me invitó a trabajar como director general de Recursos Naturales, en donde estaba en ese momento la administración de las áreas naturales protegidas y la administración de vida silvestre. “Al comenzar a trabajar con Luis Donaldo Colosio, le comuniqué lo relacionado con el viejo conflicto entre académicos y forestales, y la animosidad que había habido desde la época de la Subsecretaría Forestal y de la Fauna hacia las áreas naturales impulsadas por académicos, como Mapimí y La Michilía, la Selva Lacandona, El Pinacate y la Sierra de la Laguna. Porque la autoridad ambiental de aquellos años suponía que los esfuerzos académicos minaban su autoridad y eso generaba cierta hostilidad al esquema de reservas de la biosfera o a esquemas novedosos de conservación.
sepultado desde que lo habíamos hecho, en 1980, primero por los técnicos de la SEDUE, y después, por personas que dentro del estado de Sonora soñaban con hacer de la costa del Alto Golfo una especie de Cancún sonorense, donde pudieran atraer al público de Tucson y de Phoenix, Arizona, y no veían con buenos ojos la creación de un área protegida que pudiera imponer límites al acopio de tierras o al desarrollo de megaproyectos. “Poco tiempo después se sumó la iniciativa de proteger también el Delta del Río Colorado y el Alto Golfo de California. Varios colegas sonorenses se me acercaron para hablarme de la importancia de sumar ambas iniciativas. Yo había hecho investigación sobre los humedales del Alto Golfo y tenía algunos artículos científicos, por lo que no me costó mucho entender conceptualmente el problema. “Trabajamos de manera conjunta con la conservación de toda esta gran área, que iba desde el mar hasta las sierras, pasando por las zonas de arena, el desierto y la costa desértica del Alto Golfo, y lo que quedaba de los humedales del delta del río Colorado, que tuvo cientos de kilómetros cuadrados llenos de álamos y sauces hasta que fueron destruidos cuando Estados Unidos represó el río Colorado con la presa de Hoover7.
“Platicamos que una de mis condiciones para trabajar con él es que debía ayudarme a impulsar una alianza entre el gobierno y los grupos académicos conservacionistas, y detener las décadas de incomprensión mutua. Luis Donaldo era una persona muy abierta al diálogo y además sensible a las cuestiones sociales. Y me dijo: ‘¡adelante, éntrale!’. Empezamos por buscar un acercamiento con el doctor Gonzalo Halffter, que no me costó nada, porque él era como mi papá académico, por llamarlo de alguna manera. “Buscamos alianzas en lugares como Mapimí y La Michilía. Correteábamos juntos un crédito del Banco Mundial, que finalmente se dirigió al programa de conservación dentro del Programa Ambiental Mexicano. Recuperamos el esquema de reservas de la biosfera, y en particular el proyecto del Gran Desierto de Altar y la Sierra de El Pinacate, que había sido
“Fui a ver a Colosio con este proyecto y pasaron varias cosas que me hicieron pensar en que de golpe se ha7 La Presa Hoover (Hoover Dam, en inglés) fue inaugurada en 1936. Se ubica en el curso del río Colorado, en la frontera de los estados de Arizona y Nevada (EUA). Está situada a 48 kilómetros al sureste de Las Vegas. Recibe su nombre de Herbert Hoover, quien participó en su construcción, primero como secretario de Comercio y después como presidente de Estados Unidos. (http://es.wikipedia.org/wiki/Presa_Hoover)
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“México necesitaba desesperadamente dar alguna muestra de sensibilidad ambiental frente a las negociaciones del TLC. Y qué mejor que un área protegida en la frontera, hermanada con el Parque Nacional Organ Pipe y con el Refugio Nacional de Vida Silvestre de Cabeza Prieta, ambos en Arizona, dos grandes áreas protegidas del lado americano. Estados Unidos había insistido durante años en la necesidad de hacer corredores de áreas protegidas en la frontera y México había detenido estas iniciativas por miedo a perder su soberanía en la región. El sistema de relaciones exteriores mexicano tenía en aquel momento más interés en militarizar la frontera que en protegerla o en tener una frontera verde entre ambos países. Algo que entre paréntesis ha cambiado totalmente en los últimos años. “Colosio habló de este proyecto con el presidente Salinas, a quien le interesó mucho, y para el Día Mundial del Medio Ambiente de 1993, en un evento en Cerro Prieto, cercano a Puerto Peñasco, se anunció la creación de la Reserva de la Biosfera de El Pinacate y la Reserva de la Biosfera del Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado. A ese acto asistieron Bruce Babbitt, Secretario del Interior en Estados Unidos; Sylvester Listo, gobernador tradicional de la nación Pápago8; el presidente Carlos Salinas de Gortari, el gobernador de Sonora, Manlio Fabio Beltrones, Luis Donaldo Colosio y otros más. “El valor emblemático de esta acción fue inmenso. Fue un acto histórico. Por un lado, el Gobierno Federal mexicano abrazaba con mucho entusiasmo el esquema de reservas de la biosfera de Gonzalo Halffter, después de décadas de una abierta animadversión. Por otro, México señalaba a Estados Unidos que se tomaba muy en serio la conservación de la biodiversidad, y que no evadía la creación de áreas protegidas como parte de los esquemas de colaboración binacional de la conservación de la naturaleza. “Ante el cuestionamiento de grupos opositores a la entrada de México al TLC, derivados de las tragedias de Guadalajara y de Anaversa; de que se acababa de descubrir también que una fábrica de baterías en Tijuana había dejado una contaminación por plomo en miles de metros cuadrados, que era una verdadera catástrofe ambiental y necesitaba ser remediada; y que estaba también el problema ambiental de Cromatos, en el norte de la cuenca de México, para el presidente Salinas este solo acto fue muy relevante. Hubo un momento en el cual todas esas noticias fueron eclipsadas por el solo hecho de haber creado estas dos importantísimas reservas de la biosfera. 8 Los pápagos son los miembros de un pueblo indígena cuyo territorio étnico se encuentra en el suroeste de América del Norte, entre Estados Unidos y México. (es.wikipedia. org/wiki/Pueblo_pápago)
“Ese fue para mí también un momento crucial en mi vida. Sentía que de golpe todos los obstáculos habían pasado a un segundo plano y los sueños de muchos años de proteger esa zona se habían hecho realidad, porque nos dimos cuenta de que lo que nosotros estábamos proponiendo era vital para la interacción armónica entre dos naciones. Y que así lo estaban entendiendo tanto el presidente de la República como las autoridades del país hermano. “De hecho, se abrieron las puertas a la realización de múltiples proyectos de áreas protegidas fronterizas en México, que han sido sumamente exitosos, como el de Maderas del Carmen, en Coahuila, que está justo al sur del Big Bend National Park; el del Cañón de Santa Clara, en el río Bravo; el de la Laguna Madre de Tamaulipas, que bordea al otro lado de la frontera de la Laguna Madre de Texas; el de la introducción del Cóndor de California, que prácticamente se había extinguido y ahora vuela majestuosamente en los dos países. En fin, un solo acto emblemático del presidente de la República abrió las puertas a una serie de acciones que fueron y son al día de hoy muy exitosas.”
La construcción del muro fronterizo — ¿Tuvo algún cambio la relación que se estableció para proteger las áreas naturales comunes entre México y Estados Unidos y mantener los corredores biológicos con la instalación del muro fronterizo? — Sí, totalmente. Es algo en lo que yo he estado insistiendo y trabajando mucho. Es ilógico que durante al menos 60 años, de 1930 a 1992, Estados Unidos haya estado promoviendo e insistiendo en la creación de áreas naturales protegidas en la frontera y en el establecimiento de programas conjuntos de protección de la biodiversidad; que México haya sido siempre reticente a conservar la naturaleza en el norte del país, y que en el momento en el que se había logrado trabajar intensamente en el programa ambiental fronterizo, todo hubiera cambiado debido al ataque a las Torres Gemelas. “El 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos decidió encerrarse en sí mismo y desconfiar de todo. La construcción de la barda fronteriza pasará a la historia como uno de los programas más esquizofrénicos y delirantes de la humanidad. Porque no existió ninguna evidencia de que uno solo de los ataques de terrorismo que haya sufrido Estados Unidos hubiese cruzado a través de la frontera con México. Tampoco ha habido evidencia de que la migración ilegal mexicana haya sido un problema tan serio. Al contrario, en este momento son más los mexicanos que vuelven a México que los que migran a Estados Unidos. “Y además, se trata de dos economías supuestamente asociadas por el TLC… Si el TLC es un tratado que promueve el libre movimiento de las mercancías, uno pensaría que sería lógico que ambas naciones estuvieran asociadas, asimismo, por el libre movimiento de las personas, y que el movimiento de las personas fuera dictado básicamente por las oportunidades de empleo. Pero por la existencia de
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bían alineado los planetas y que era el momento preciso para actuar. Colosio era de Magdalena de Kino; él había nacido en el desierto y conocía muy bien las plantas y la naturaleza, los sahuaros, los mezquites, el palo fierro. Cuando era chico, él iba a caminar por los matorrales. Tenía un gran afecto por ese ecosistema.
un grupo republicano extremadamente corto de miras, Estados Unidos ha entrado en una miopía ideológicamente delirante, y se ha centrado en la locura de poner muros a lo largo de la frontera y militarizarla. “De hecho, la frontera no solo está militarizada totalmente en este momento, sino que hay un intento de los republicanos, a la luz de la reforma migratoria que se está discutiendo en el Congreso, de poner como condición que mucho antes de aceptar la reforma migratoria se incremente el presupuesto de militarización y de seguridad en la frontera en unos 3 o 4 billones de dólares, una cantidad que tiene tantos ceros que uno no puede ni siquiera imaginar. Digo, es irónico, porque ahora es México quien está haciendo gestiones ‘verdes’ y ‘conservacionistas’ en la frontera. La situación se ha revertido totalmente. “Fue absolutamente conmovedor, e irónico también, que cuando llegó el grupo del Comité del Patrimonio enviado por la UNESCO a visitar la tierra de El Pinacate —había, por supuesto, gente de la CONANP, conservacionistas mexicanos muy importantes y también un contingente de conservacionistas americanos que yo, en buena medida, me encargué de invitar— todos los americanos, a una voz, le dijeran al comité que esto iba a ser una especie de enseñanza, una muestra de voluntad de los ciudadanos de México y de Estados Unidos por reverdecer su frontera y generar una frontera conservada, biológicamente vibrante, ambientalmente saludable, y que ellos esperaban que también fuera un llamado a la sensatez al gobierno de los Estados Unidos.
“Entonces sí, ha habido un cambio realmente increíble. Durante buena parte de mi vida profesional, mi gran tarea fue convencer al gobierno de México de que el trabajo ambiental binacional era una empresa válida y necesaria para proteger los ecosistemas de la frontera. Y estamos viendo después de haber logrado esto una paranoia política dentro de Estados Unidos, que está generando los obstáculos que antes había en México. El problema es que Estados Unidos tiene mucho más presupuesto que México para hacer estas locuras. Y finalmente por ello estamos viviendo un momento muy difícil en la frontera. “Habiendo dicho esto, yo soy un optimista inveterado. El año pasado tuve ocasión de poder apoyar a un grupo de jóvenes que decidió juntarse en Tucson, Arizona. La próxima reunión será el año que viene, en Guaymas, Sonora, y el grupo se llama a sí mismo la Nueva Generación de Investigadores del Desierto Sonorense, que reúne académicos de Estados Unidos y de México que trabajan por la conservación de esta región desde la perspectiva de la antropología, la arqueología, la oceanografía, y que se niegan a aceptar la frontera como un obstáculo. “Empieza a haber gente muy inteligente, formada dentro de las generaciones más jóvenes, que no aceptan esta situación y piensan que tienen que hacer algo para hacer una frontera más permeable y favorecer la colaboración entre ambos países y civilizaciones. Y yo soy optimista de que esto eventualmente vuelva a primar.”
Las islas del Golfo de California — Usted ha realizado investigación en el Mar de Cortés. ¿Cuál es la importancia de la investigación que dio origen a su libro A New Island Biogeography of the Sea of Cortés, publicado por Oxford University Press? — El Mar de Cortés o Golfo de California es una zona increíble en muchísimos aspectos de su naturaleza y ambiente. Es una de las zonas de más alta biodiversidad en el mundo. En muy pocos lugares del planeta tiene uno la posibilidad de pasar de ecosistemas de montaña a ecosistemas de desierto, a lagunas costeras, manglares, ecosistemas marinos, incluso a surgencias del océano profundo, en distancias de 100 o 200 kilómetros. “Realmente es una de las zonas más espectaculares del planeta e incluye el mosaico más grande de ecosistemas contrapuestos. Algo que pocas personas saben es que también las islas del Golfo de California9, 9 El Golfo de California, uno de los mares más bellos y productivos del mundo; cuenta con más de 900 islas, islotes e isletas que, en conjunto, suman cerca de 420,809 hectáreas. El conjunto fue decretado el 2 de agosto de 1978, como Zona de Reserva y Refugio de Aves Migratorias y Fauna Silvestre. El 7 de junio del 2000, se le dio una nueva categoría: Área de Protección de Flora y Fauna. Aunado a este esfuerzo del gobierno mexicano, por su importancia y reconocimiento mundial, todas las islas del Golfo de California forman parte del programa internacional “El Hombre y la Biosfera” (MAB) y de la Red Mundial de Reservas de la Biosfera de la UNESCO, como Reserva Especial de la Biosfera. Debido a la vasta extensión que abarca esta área protegida federal, su conservación y manejo se lleva a cabo a través de un sistema de
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y lo digo con certeza, es el archipiélago mejor conservado del planeta.
y muchas de ellas han sido severamente impactadas por actividad humana.
“Esto, en parte, es materia de sorpresa, porque uno pensaría que a lo mejor islas en la Antártida, como las Orcadas o las Sandwich estarían mucho mejor conservadas que las del Golfo de California. Pero no es así, aquellas están severamente impactadas por actividades humanas, entre otras cosas por los campamentos balleneros que existieron a lo largo del Siglo XIX, que las depredaron de una manera increíble.
“Las del Golfo de California se han conservado y son las menos impactadas del mundo por dos razones: una de ellas es porque son muy áridas y desérticas; la vida humana no es fácil ahí.
“Igual sucede con las islas del Pacífico, como las de la Polinesia. No hay una de ellas que no esté ocupada;
cuatro direcciones regionales (una por estado aledaño al Golfo de California) a manera de codirección. Hay una Dirección regional en los estados de Baja California, Baja California Sur, Sonora y Sinaloa. No obstante, el trabajo de conservación directa e indirecta que se realiza en las islas se rige por un solo Programa de Manejo, publicado en el año 2000, el cual se complementa a través de programas locales y específicos de manejo (a nivel de archipiélagos particulares). Fuente: CONANP/SEMARNAT.
“La otra se debe al trabajo de naturalistas y conservacionistas —incluyendo a mexicanos como Fernando Jordán, gran escritor de naturaleza, o Miguel Ángel de Quevedo, que fue director Forestal y de la Fauna en los años 30 y 40 en México, seguido por Enrique Beltrán; y en tiempos más recientes por el ex presidente de la Academia de Ciencias de California, George Lindsay, todos ellos descritos en un capítulo de mi libro— que desde los años 40 o 50 del siglo XX insistieron en conservarlas, lo que alcanzó su punto culminante en 1973, cuando el aviador Charles Lindbergh visitó al presidente Echeverría en México y le pidió que las protegiera.
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“Muy pronto, el gobierno mexicano decretó su conservación, en lo que tuvo que ver también el activismo de la nación Seri, que había reclamado durante muchas décadas la posesión de la Isla Tiburón10, y de las gestiones del Instituto Nacional Indigenista, con lo que se logró su adjudicación en 1963. “Las islas del Golfo constituyen un archipiélago excepcional11. Esa fue una de las razones que me llevaron, después de la escritura de A New Island Biogeography of the Sea of Cortés, a presentar tanto el libro como la película ‘Oasis Marino’ y alguna evidencia adicional al Comité del Patrimonio en UNESCO, con lo que se logró que en 2005 también las islas del Golfo de California fueran declaradas Patrimonio Mundial de la Humanidad, en su categoría de bienes naturales. 10 La isla Tiburón pertenece al estado de Sonora pero es propiedad de los Seris o Conca’ac, quienes la consideran un sitio sagrado. Con una extensión de 1,208 km2, es la más grande de México. Está separada del continente por el Canal de Infiernillo, de tres kilómetros de ancho. La comunidad más cercana es Punta Chueca, desde donde se puede llegar a la isla. La fauna local consiste en venados bura, borregos cimarrones, zorros y coyotes. En 1963 fue decretada reserva natural y refugio de la fauna silvestre. Tiburón fue la primera isla del Golfo de California protegida por decreto presidencial, seguida por Isla Rasa. 11 Las islas del Golfo de California son de los pocos laboratorios naturales aún existentes. Su aislamiento y procesos naturales permiten probar teorías concernientes a las formas de evolución, tasas de extinción y colonización de especies; así como sobre las interacciones entre las especies y su adaptación a los ambientes insulares. Las islas son ricas en endemismos, principalmente de cactáceas, reptiles y mamíferos. Fuente: CONANP/SEMARNAT.
“Yo en este momento tengo a varios estudiantes trabajando en esa región y sigo muy comprometido con su conservación, pues es un patrimonio fascinante del país que tiene que ser protegido. “Ha habido varias amenazas en las últimas dos décadas, intentos de personas que aparecen de pronto con papeles que nadie sabe de dónde los sacaron. No ha faltado quien haga intentos por desconocer la propiedad de Tiburón por parte de los Seris; otros más se han interesado en hacer grandes desarrollos como Cancún o Puerto Vallarta en la Isla San José…” — ¿O en las costas de Sonora? — También. Ha habido varios intentos de hacer grandes desarrollos, desde Huivulai, en la Costa de Sonora, hasta San José, muy cerca de La Paz. Pero eso me lleva a algo que yo siempre he dicho. Ha estado de moda, desde hace años, cuestionar lo que llamamos ‘reservas de papel’; es decir, las áreas protegidas que tienen un decreto en el cual no se pone presupuesto detrás para hacerlo realidad. “Acepto el cuestionamiento y lo hago mío, porque estoy convencido de que si un país decreta un área protegida tiene que estar dispuesto a meterle recursos después de hacer ese decreto; porque una intención social que no se manifiesta en un presupuesto o en una nómina, puede ser entendida como declamatoria o de plano demagógica.” — ¿Declarar un área natural protegida como Patrimonio de la Humanidad le otorga alguna protección jurídica real?
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“Cada vez que hubo un intento de alguien por expropiar o desarrollar las islas, o que un gobernador estatal apareciera para decir, ‘esas islas son mías y yo voy a hacer con ellas lo que quiera’, o ‘son propiedad de la Federación y se las voy a dar a un particular para que las desarrolle’, el hecho de que existiera un decreto, aunque no hubiera presupuesto, fue suficiente para que el activismo conservacionista pudiera detener esas iniciativas. “Entonces, la existencia de decretos de conservación, en el caso de las islas del Golfo de California, ha logrado que esas islas cuenten con el estado de conservación que tienen hasta el día de hoy.”
Entender a los desiertos mexicanos, el gran desafío — Doctor Ezcurra, volviendo al tema de la biodiversidad, qué son los desiertos y cuál es su importancia. ¿Los desiertos tienen características distintas en una región y otra del mundo? ¿Qué sabemos en general de la ecología de los desiertos costeros? — Es un asunto largo y complejo; es el tema de toda mi vida. Acabo de hacer dos cosas que han sido increíblemente gratas para mí: una fue que participé en 2007 como impulsor y editor de una iniciativa que se llamó Global Desert Outlook (Una mirada sobre los desiertos del mundo), dentro del Programa de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente. Científicos de todas partes del planeta describieron los distintos desiertos. “La publicación de ese libro llevó a que ahora, recientemente, me pidieran que escribiera un texto de unas 20 páginas sobre los desiertos para la Enciclopedia para la Biodiversidad. “En general, los desiertos son ecosistemas que se ubican en las regiones más variadas del mundo: hay desiertos de montaña en el corazón de Asia; desiertos costeros en Namibia, África; en Atacama, Chile; o en Baja California y Sonora, en México. “Las razones de la aridez de cada desierto son muy complejas; tienen que ver con la presencia de montañas que impiden la llegada de las lluvias, la continentalidad, la cercanía con corrientes oceánicas frías, la influencia del mar sobre la precipitación o la falta de precipitación en las costas; son una serie de causas complejas y fascinantes para investigar. “Quizás el valor más importante para la conservación de los desiertos es que, en contra de lo que mucha gente cree, son ecosistemas increíblemente valiosos en su biodiversidad. “Eso es algo que sabemos desde que el doctor Rzedowski escribió un artículo hace ya muchas décadas
en la revista Taxon sobre los ecosistemas áridos de México, en el cual hacía notar que la riqueza de especies es muy alta en las selvas mexicanas, pero por su endemismo las especies se ubican en sitios muy localizados, y en particular en los desiertos mexicanos. La biodiversidad endémica de los desiertos mexicanos es altísima. Por ello, y porque presentan una gran fragilidad, es sumamente importante conservar estos ecosistemas. “También son importantes para entender el funcionamiento global del planeta. De algún modo, lo que sucede con los desiertos es como la proverbial jaula del canario en las minas de carbón. “La poca precipitación que reciben depende críticamente de fenómenos oceanográficos, de la temperatura del agua del mar, de la circulación general de la atmósfera, de fenómenos en la alta atmósfera, etcétera. Si hay cualquier cambio en la dinámica global de los océanos y de la atmósfera, el primer lugar en donde esto se resiente es en los desiertos; en algunos desiertos está lloviendo ahora más que antes; en otros menos. La interacción es muy compleja, pero entender lo que pasa en estos ecosistemas es extremadamente importante como una forma de conocer lo que está pasando en el ecosistema global como un todo. Y por eso también yo creo que es importantísima la investigación de los desiertos mexicanos.”
La migración interna y la falta de agua “Otro aspecto relevante —continúa el doctor Ezcurra—, es una gran interrogante en el orden nacional. La migración interna en México se está dando esencialmente del sur al norte del país. Las ciudades que más rápido están creciendo en población son Hermosillo, Mexicali, Monterrey, Nogales, Tijuana y, a pesar de la tragedia y la violencia, Ciudad Juárez. Y eso no se debe a la natalidad. De hecho, las mujeres del norte de México tienen una salud reproductiva muy similar a la de un país desarrollado: en promedio tienen dos hijos por mujer. El incremento poblacional se debe a la migración interna, de las zonas más empobrecidas del trópico mexicano al Norte. Y eso arroja una interrogante increíble, sobre todo en la zona desértica de México, relacionada con el agua. Cómo vamos a abastecer de agua y de recursos a estas ciudades que están creciendo tan aceleradamente. “Muchos de nosotros llevamos años insistiendo en que esto tiene que ser entendido con cuidado. Desafortunadamente, en el pasado no nos han escuchado; ojalá y lo hagan en el futuro, pero las consecuencias las estamos viendo ya en esta gran discusión que hay en el estado de Sonora por el Canal Independencia, que está robando agua del río Yaqui para llevarla a Hermosillo. Ésta es una ciudad que ha crecido como hongo, que no tiene los recursos hídricos ni ha sabido generarlos para mantener su crecimiento y que, confrontada con la tragedia de la falta del agua y de su propio éxito económico, no se le ha ocurrido mejor idea que robarle el agua a otra cuenca, la del río Yaqui, en detrimento de sus pobladores, que están en pie de guerra por esta razón.
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— Justamente a eso voy. Una de las razones que ha impedido implantar el ‘desarrollo’ en las islas del Golfo de California es que, aunque hasta hace muy poco tiempo no tenían presupuesto, sí tenían un decreto.
“Si vemos esto en el contexto de otras áreas donde este tipo de conflictos muy serios alrededor de los recursos y del agua están ocurriendo, como por ejemplo el Valle de Cuatro Ciénegas, y en general todo el estado de Coahuila y buena parte de Chihuahua, no es muy difícil entender por qué la ecología de los desiertos es tan importante. “En este momento, estos ecosistemas constituyen la frontera del crecimiento demográfico de México, la frontera del crecimiento de nuestras ciudades y de la industrialización; y al mismo tiempo son lugares extremadamente frágiles, donde no tenemos ningún tipo de conocimiento serio de cómo abastecernos de recursos naturales y de agua para asegurar la sustentabilidad de una civilización. ¡¡Entender a los desiertos de México es uno de los grandes desafíos a nivel nacional!!.”
La interacción del mar y de la tierra — Una de las áreas de su interés científico son las interacciones globales entre el mar y la tierra. ¿Qué podría decirnos de los trabajos que usted ha desarrollado en este ámbito? — Esa historia empezó hace ya varios años, y de una manera gradual. Como ya le había comentado, conozco a la doctora Enriqueta Velarde desde que era estudiante de la Facultad de Ciencias de la UNAM, y he seguido muy de cerca su trabajo en Isla Rasa. Con el paso del tiempo, hace ya unos 15 años, cuando estábamos armando una serie de estudios sobre la dinámica del Golfo de California, necesitábamos un trabajo sobre aves marinas. “Me acerqué a la doctora Velarde y le dije, ‘oye, necesitamos que escribas un capítulo sobre el tema’. Me dijo, ‘bueno, pero tú ayúdame con la estadística’. Empecé a ver la base de datos de la doctora Velarde sobre las aves marinas en la Isla Rasa, que ya tiene en este momento casi 25 años de recopilación. Todos los años, desde que ella era estudiante, viajaba tres veces por año a esa isla, para estudiar el comportamiento de los anidamientos y la alimentación de las aves marinas. “Al estudiar sus datos, empezaron a aparecer patrones muy interesantes. Empezamos a ver que hay ciertos años en los cuales las aves no encuentran suficiente alimento para darlo a sus crías y la población se colapsa; al morir todas las crías se genera una catástrofe en el anidamiento de aves en todas las islas del Golfo de California. Eso ocurría en los años en los cuales el mar estaba más caliente que lo normal, lo que se llama ‘años del Niño’.
positivas, como dicen los oceanógrafos, es decir, de eventos en los cuales el agua del mar está más caliente que lo normal, ha ido también en aumento. “Investigamos entonces qué otras cosas sucedían, aparte de la mortalidad de las aves marinas, al presentarse eventos de este tipo. Qué pasa con el ascenso del nivel del mar y las lagunas costeras, qué sucede con los eventos que están ocurriendo de agua anormalmente caliente y con fenómenos como las pesquerías, el anidamiento de las aves marinas y otras cosas. Y encontramos que ahí había una especie de mina de oro en términos de entender la dinámica global del planeta. “Por ejemplo, encontramos que las precipitaciones en lugares tan remotos como la Sierra de Chiapas o como la de San Pedro Mártir, en Baja California, son de alguna manera predecibles según se presenten los fenómenos oceanográficos. Encontramos que los riesgos de incendios forestales se asocian con los vaivenes en las temperaturas del océano. Que las pesquerías se colapsan también en relación con las oscilaciones de las condiciones oceanográficas. O que los manglares están retrocediendo en muchas partes, metiéndose tierra adentro, en la medida en que el ascenso del nivel del mar se ha ido incrementando sobre nuestras costas. “Algo que, entre paréntesis, ha estimulado también todo un proyecto muy interesante que tiene la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiveridad (CONABIO) en el Golfo de México, para entender exactamente lo mismo en las costas de Campeche y Yucatán. En fin, lo que hemos encontrado es que es muy difícil de entender los fenómenos de ecología terrestre si no entendemos lo que está pasando en el mar. “Y también al contrario, muchas veces es difícil entender la dinámica del mar si no comprendemos lo que pasa en la tierra. Porque finalmente cuando cae lluvia en una montaña en el norte de México, esa lluvia baja por los ríos, y eventualmente alimenta a las lagunas costeras, donde se reproducen varias especies de peces que conforman las pesquerías en mar abierto. Entonces, ese tema de que las lluvias en la Sierra Madre pueden estar impactando las pesquerías y que la temperatura del mar o la altura del promedio de las mareas puede estar también impactando la dinámica de los ecosistemas del planeta, es lo que nos ha llevado en los últimos años a tratar de entender estas conexiones entre el mar y la tierra.
“Con esa base, empezamos a estudiar con más detalle las interacciones entre la tierra y el mar. ¿Qué pasa en tierra cuando el mar cambia?
“Este ha sido un campo en el cual, al menos para mí, ha sido extremadamente divertido y fructífero. Porque entre otras cosas me ha dado la posibilidad de romper con esa división escolástica que ha habido siempre en México, y en la mayor parte del mundo, donde, o uno es biólogo marino o es biólogo terrestre.
“La pregunta no es menor, porque los mares han cambiado y van a seguir cambiando en el contexto del cambio climático. El nivel de los mares está ascendiendo y la incidencia de anomalías térmicas
“Eso lo vi en los institutos de la UNAM. Tenemos al Instituto de Ciencias del Mar y Limnología y al Instituto de Biología como cosas distintas, como si las ciencias del mar no fueran parte de la biología. O al
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Instituto de Ecología, también, como si la ecología no tuviera que ver con las ciencias del mar. “Históricamente hemos tenido el pensamiento muy dividido como investigadores científicos alrededor del tema de la ecología terrestre y de la ecología marina; yo creo que, en el contexto del cambio climático y de las grandes transformaciones ambientales del planeta, es un momento muy importante para traer estos dos temas y juntarlos, y tratar de entender el funcionamiento de la biosfera en su totalidad. “De alguna manera ese fue el tema a nivel de divulgación que exploramos con ‘Oasis marino’, y se ha convertido en el leit motiv de mi trabajo, porque creo que es extremadamente importante en términos de la conservación de la biosfera y de nuestros recursos naturales.”
La extinción de especies y el cambio climático — Doctor Ezcurra, usted fue presidente de las sesiones científicas de la Novena Reunión de la Conferencia de las Partes de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestres (CITES). ¿Cuáles fueron los objetivos de esa Conferencia? ¿Hay algunos elementos de la Conferencia de Cambio Climático que se incorporan a las resoluciones en lo que se refiere a las especies amenazadas? ¿Existe ya una conexión entre las COP de Cambio Climático y las que tienen que ver con la protección de especies?
— Sí, sí está habiendo. La Novena Conferencia de CITES fue en diciembre de 1994. Y todavía el tema del cambio climático era muy incipiente en aquellos años. No se firmaba aún el Convenio Marco, no había organizaciones internacionales dedicadas al tema. “Por ello, el cambio climático no jugó un rol muy importante en la CITES. Pero en este momento sí lo juega. Es un tema extremadamente importante, entre otras cosas porque las proyecciones sobre vulnerabilidad de especies, que es finalmente lo que lleva a CITES a registrar especies en alguno de sus apéndices, y a regular el comercio de algunas especies, están muy vinculadas con lo que sabemos sobre cambio climático. “Y las proyecciones y estudios que hacen los técnicos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y también de Traffic, que es una organización financiada por el World Wildlife Fund12, sobre la vulnerabilidad de las especies, y las listas rojas que sugieren qué especies deben ser consideradas en el listado CITES y reguladas internacionalmente en su tráfico, toman en cuenta nuestro conocimiento actual sobre el tema del cambio climático.” — ¿Está incrementándose el número de especies en peligro de extinción en este momento en México? 12 WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) es la mayor organización conservacionista independiente en el mundo. Su misión es detener la degradación del ambiente natural del planeta y construir un futuro en el que los seres humanos vivan en armonía con la naturaleza. (http://es.wikipedia.org/ wiki/Fondo_Mundial_para_la_Naturaleza).
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— Sí, quizás el caso más notable es el de los anfibios. Una combinación de eventos térmicos superiores a lo normal, una mezcla de calentamiento global con otra serie de condiciones vinculadas con la deforestación de las selvas, la desaparición de ecosistemas tropicales, el deterioro en la calidad de las aguas, etcétera, está llevando a que los anfibios, en particular las ranas, y sobre todo las ranas de selva, las ranas arborícolas, estén decayendo muy rápidamente. Hay varios grupos en la UNAM que lo están estudiando muy bien.
tana Roo y Belice hasta Guatemala, están sufriendo también por eventos de calentamiento del agua.
“También hay grupos en la Universidad de California que lo hacen. Pero el declive de las poblaciones de anfibios a nivel planetario, sobre todo de anfibios tropicales, es uno de los primeros indicadores del impacto que está teniendo el cambio climático en la posible extinción de especies.
“También muchas de las plantas más vulnerables de los bosques mesófilos, como las orquídeas y otras epífitas han presentado evidencias de sufrir por la frecuencia y regularidad con que están ocurriendo eventos de temperatura superior a lo normal.
“Hay también preocupación alrededor de otros temas. Uno muy obvio es el de los arrecifes de coral. Los arrecifes de todo el corredor coralino mexicano, sobre todo en la barrera mesoamericana13, de Quin13 El Sistema Arrecifal Mesoamericano, también conocido como el arrecife mesoamericano, es un arrecife de coral que se extiende sobre mil kilómetros, a lo largo de la costa caribeña de México, Belice, Guatemala y Honduras. Constituye el mayor arrecife de coral en el hemisferio occidental y el segundo más grande del mundo después de la Gran barrera de coral en Australia. (es.wikipedia.org/wiki/Sistema_Arrecifal_Mesoamericano)
“Las consecuencias son el blanqueado de los corales. Hay grupos de investigadores de la Universidad de California y otros liderados por Roberto Iglesias, pertenecientes al Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (UNAM) que trabajan en la estación de Puerto Morelos, haciendo esfuerzos notables por entender la dinámica de estos fenómenos.
“Hay varios llamados de atención. Y también, aunque no es una consecuencia directa de la temperatura global, sí hay impactos directos por el ascenso del mar. El nivel del mar no solo está subiendo porque se derritan los polos sino también por un fenómeno que los oceanógrafos físicos llaman la expansión térmica. “Cada vez que hay un año muy caliente, un año del ‘Niño’, el agua se expande; porque todos los líquidos, con el aumento de temperatura, lo hacen. Muchas de nuestras lagunas costeras llegan a subir hasta 20 ó 30 centímetros. Y eso ha producido cambios muy importantes en muchas de las lagunas costeras mexica-
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— ¿Especies pesqueras? — Algunas pesqueras y otras especies de arrecifes rocosos que son vulnerables. Es muy interesante, porque no es que sean sensibles a la temperatura en sí misma, aguantan muy bien un evento térmico más acelerado, pero el aumento en la temperatura del mar está produciendo un incremento en la frecuencia de inundaciones, lo cual está cambiando la conformación de las lagunas costeras y modifica el hábitat de muchas especies. “Y finalmente, también hay un impacto en los ecosistemas marinos. Es una especie de cascada de causas y efectos, que han sido difíciles de desentrañar y que aún lo seguimos haciendo, pero que son muy importantes.”
nacional que maneja las áreas naturales protegidas y tiene un presupuesto que ha ido creciendo y que ha sido realmente considerable; y tiene también una comisión nacional que es única en el mundo, quizás solo comparable con el Instituto Nacional de Biodiversidad (INBIO) de Costa Rica, que se dedica al inventario y a la documentación de la biodiversidad nacional de ese país. “Todo eso realmente son logros increíbles, son parteaguas, y hay que reconocer en eso la labor de muchas personas, y en particular de José Sarukhán y de Julia Carabias, que toman el legado de distintas personas; en particular Julia toma muchas de las líneas de pensamiento y el legado de Gonzalo Halffter, en materia de áreas protegidas, para emitir el nuevo reglamento de la Ley e incorporar el esquema de reservas de la biosfera en su versión más actual. “La creación de esas tres organizaciones, SEMARNAP, CONANP y CONABIO, fue un parteaguas. Fue algo extremadamente importante para México.” — La CONANP mantuvo la relación con el cuerpo de científicos que trabaja en la biodiversidad...
Contribuciones a la protección de la biodiversidad — ¿En su opinión, cuáles son los hechos más importantes que han ayudado a la protección de la biodiversidad en México en las últimas décadas? — Para mí, sin duda, el evento más importante, que de alguna manera capitaliza algo que se venía formando muy lentamente, pero que tuvo un gran impacto, fue la creación de la SEMARNAP, a inicios del sexenio del presidente Zedillo. ¡Fue un parteaguas darle a lo ambiental el nivel de una secretaría de Estado! Eso fue extremadamente importante y ha cambiado la manera como se hacen las cosas en México. “Asociado con esto, la iniciativa que tuvo la maestra Julia Carabias, que fue la primera secretaria de Medio Ambiente, de crear la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) como una comisión desconcentrada, con cierta autonomía en su operación y en su toma de decisiones, y de consolidar el Sistema de Áreas Naturales Protegidas a través de una revisión de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA), y sobre todo la redacción del Reglamento de Áreas Naturales Protegidas, que reglamenta la ley en la materia. “Todo eso ha sido extremadamente importante. Aunado a esto, y muy difícil de separar, está la iniciativa del doctor José Sarukhán, de crear la CONABIO, dirigida inicialmente por el doctor Jorge Soberón con singular acierto, porque realmente Jorge hizo una gestión maravillosa. Y eso empezó también en los años de Colosio. Colosio fue quien escuchó por primera vez a Sarukhán y lo atendió con esa iniciativa, apoyando la creación de la CONABIO. “El asunto es que México tiene en este momento, a nivel gubernamental, una secretaría de Estado que trabaja en cuestiones ambientales; una comisión
— Sí, la CONANP tiene un Consejo —que también fue una creación de Julia Carabias— que es increíblemente importante; es un consejo ciudadano que asesora y apoya a la CONANP, y a la cual la CONANP tiene que rendirle cuentas. “En él participan académicos muy distinguidos, junto con empresarios, con líderes de la sociedad civil, con representantes de otras áreas de gobierno. El contacto a ‘tierra’ que tiene la CONANP con la comunidad académica es muy importante. “Yo no me canso de insistir en que la CONANP no rompa amarras con la comunidad académica. El origen de la conservación en México viene de la comunidad académica, ésas son sus raíces. Porque la tentación es muy grande. “Los servidores públicos pueden sentirse tentados a tomar decisiones para hacer las cosas. Y no me refiero al comisionado, que es una persona que yo respeto mucho, Luis Fueyo; y antes Ernesto Enkerlin, sino que esa tentación es muy grande en los funcionarios menores, que a veces confunden y se olvidan de que realmente los funcionarios deberían servir a la Nación y no darle órdenes. Deberían ser siervos de la Nación; por eso pertenecen al servicio público. “Me ha pasado varias veces, y lo debo decir con un poco de preocupación. Por ejemplo, alguna vez he ido a un área natural protegida y me he presentado como cualquier hijo de vecino, sin decir que yo soy el presidente del Consejo de Áreas Naturales Protegidas, porque odio ‘charolear’. Y el director del área me ha negado la entrada o me ha dicho que no puedo hacer esto, o este otro tipo de cosas. “Constantemente existe, dentro del Gobierno Federal, la posibilidad de que crezca esa mala hierba
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nas. Ha habido cambios en las poblaciones de manglares, en la dinámica del movimiento del agua en las lagunas y el deterioro de los sitios de reproducción de muchas especies de mar abierto, muchas de las cuales son especies vulnerables o amenazadas.”
y morderá a la propia sociedad que lo generó. Como bien lo marca Jared Diamond14 en sus libros Collapse: How Societies Choose to Fail or Succeed y Guns, Germs and Steel, no hay desarrollo económico que haya sido exitoso a largo plazo en una sociedad que no haya sido capaz de ser consciente de la salud de sus ecosistemas y de su calidad ambiental. “Pensar como lo han hecho funcionarios del Gobierno Federal en distintas administraciones, que, bueno, ‘vamos a darnos chance primero de destruir un poquitito para ganar mucho dinero, y ya que tengamos mucho dinero y seamos ricos, nos preocuparemos por conservar el ambiente’, es una equivocación. Eso no ha sacado de la pobreza a ningún país. Para mí, convencer a nuestras autoridades de que sin un medio ambiente saludable, sin ecosistemas viables y saludables, no hay futuro para ninguna sociedad, es el gran desafío. “Puede ser que haya negocios de muy corto plazo para algunos sectores de la sociedad. Pero, de seguir así, a largo plazo esa sociedad se dirigirá hacia un camino sin retorno.
del autoritarismo. Pero digo esto con mucha cautela, porque en general, los directores de las ANP son personas increíblemente colaboradoras hacia la sociedad civil y sobre todo hacia los científicos y académicos. Y creo que la CONANP es un modelo, como lo es también el Sistema de Parques Nacionales en EUA, de colaboración con la sociedad civil. “Ojalá y se logre mantener, porque por ejemplo en EUA, lo que ha salvado al Sistema de Parques Nacionales de recortes presupuestarios o de ataques de, por ejemplo, los republicanos, que quisieran cerrar el Sistema de Parques Nacionales, ha sido el inmenso prestigio que tiene ese sistema en la sociedad civil. “Yo creo que eso es muy importante de lograr en México. Y la manera de hacerlo es justamente manteniendo las alianzas entre la CONANP y los grupos de investigación científica, que son finalmente quienes aportan la información y los datos para la operación de las ANP.”
Los retos a enfrentar en la biodiversidad — En su opinión, ¿cuáles son los riesgos más urgentes que debemos enfrentar los mexicanos en materia de biodiversidad? — Los riesgos de la biodiversidad son también los que tenemos en cuanto a la salud ambiental en el país. Quizás el gran desafío sea lograr convencer a nuestra sociedad, a nuestros empresarios y a nuestros tomadores de decisiones de que el desarrollo social o económico que se hace en contra del medio ambiente, más temprano que tarde se dará la vuelta
“En concreto, entre los grandes desafíos está la tala de las selvas que, aunque ha disminuido, no ha desaparecido enteramente. El tema del trópico mexicano sigue siendo extremadamente importante, sobre el cual es necesario instrumentar más acciones. “Reflexionar sobre el pago de los servicios ecosistémicos por la conservación y el uso sustentable de las selvas sigue siendo uno de los grandes desafíos teóricos y conceptuales para nuestros investigadores que trabajan en el trópico. “Quizás en este momento, uno de los temas extremadamente importantes para México es la presión creciente sobre las fuentes de agua dulce. Ya hubo una tragedia alrededor de las fuentes de agua dulce, de los ríos y de los acuíferos. “Según la propia Comisión Nacional del Agua, más de 80% de los acuíferos del norte de México están sobreexplotados. Según mi propia percepción, el 100% de los acuíferos del norte de México están siendo sobreexplotados. “Esto abre una interrogante increíble sobre la viabilidad futura de esas grandes ciudades que están creciendo en el norte de México, en lugares en donde sencillamente no tenemos asegurado el abasto de agua. 14 Jared Mason Diamond (75 años) es un autor estadounidense de literatura científica, biólogo, fisiólogo evolucionista y biogeógrafo. Doctor por la Universidad de Cambridge, Reino Unido. Actualmente es profesor de geografía en la Universidad de California, en Los Ángeles. En 1997 obtuvo el Premio Pulitzer por su libro Armas, gérmenes y acero. En 2004 publicó Colapso. ¿Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen? En estos dos libros trata sobre la evolución de ciertas sociedades a partir de factores materiales como condiciones ecológicas, disponibilidad de recursos e influencia de la tecnología, lo que le acerca al materialismo cultural pero no al determinismo, ya que insiste en que el destino de las sociedades depende de las decisiones que éstas tomen.
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“Nuestras costas se han convertido en sitios de oportunidades, y nos ha pasado exactamente igual a la tragedia de la costa de España. Es un lugar a donde llegan empresas a ganar mucho dinero, en tiempos muy cortos, con impactos ambientales terribles y con una pérdida de viabilidad ambiental enorme.
“Otro asunto son las costas, que en los últimos años han sido un motivo de desarrollo desordenado, con grandes ganancias para algunos inversionistas, pero con resultados trágicos para las poblaciones locales. Tenemos ejemplos en toda la costa de Quintana Roo, que ha sido deteriorada en un grado increíble. Buena parte de los corales ha sufrido daños irreversibles por el desarrollo hotelero sin ningún tipo de control.
“Y finalmente, quizás en vinculación con el tema de los acuíferos, están las fuentes de agua superficial.
“Las arenas de Cancún se están volando por la incapacidad del municipio y de FONATUR de darse cuenta de los impactos del fraccionamiento y del desarrollo de una barra arenosa, en el contexto de un mar que está subiendo de nivel año con año —algo totalmente predicho desde hace mucho tiempo. “Tenemos proyectos abandonados en el noroeste de México, en Puerto Peñasco, ahora conocido como ‘Muerto Peñasco’. Con subsidios del gobierno del estado de Sonora y de FONATUR se realizó un sinnúmero de proyectos de inversión, donde alguien ganó mucho dinero y después abandonó el lugar.
“Poner orden en el desarrollo costero es uno de los grandes desafíos que tiene México para los próximos años.
“En este momento, en México, prácticamente no tenemos ninguna fuente de agua superficial —sino en lugares muy remotos—, donde uno pueda meterse al agua sin temor a su salud. Hace algunos años un niño cayó al río Santiago y recordarás que murió casi instantáneamente. “Los niveles de contaminación en nuestras fuentes de agua superficiales son tan altos que representan un caso de preocupación social y política inmenso. “No hemos sido capaces de convencer a nuestras empresas de no usar a los ríos mexicanos como un lugar donde se pueda tirar todo tipo de residuos tóxicos y peligrosos. Porque eso, además, es algo que tiene solución. Muchos países lo han resuelto, y es urgente. La calidad del agua de nuestros ríos es extremadamente preocupante por su potencial impacto a la salud.”
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“Ya ha comenzado la batalla por el agua. En Sonora, en el conflicto por el Canal Independencia se ha mezclado incluso una guerra entre indígenas y criollos, porque los habitantes de la ciudad de Hermosillo, esencialmente de ascendencia criolla, son percibidos por los yaquis como un grupo voraz que no ha sabido manejar sus propios recursos naturales. Pero este conflicto es solo un indicador de lo que nos puede pasar en México si no nos tomamos el tema del agua de una manera muy seria.
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Rodolfo Dirzo Rodolfo Dirzo nació en Cuernavaca, Morelos. Se graduó en Biología en la Universidad Autónoma de Morelos (1974), con la tesis “Mapa de vegetación de la cuenca del río Cutzamala, estados de Michoacán, Guerrero y México.” Hizo su maestría (1977) y doctorado en Ecología (1980) en la Universidad de Gales, Gran Bretaña, con la tesis “Estudios sobre la interacción de plantas y animales: moluscos terrestres y las plantas que comen.” El doctor Dirzo se ha involucrado activamente en la enseñanza de licenciatura y posgrado del Centro de Ecología y del Instituto de Ecología de la UNAM, donde además de ser investigador, fue jefe del departamento de Ecología Evolutiva. Ha sido profesor en Estados Unidos y América Latina, y el principal asesor de 30 estudiantes de licenciatura, 10 de maestría y 20 de doctorado. Fue director de la Estación de Biología de la Reserva de Los Tuxtlas y ha colaborado con la Estación Biológica de Chajul, en la Selva Lacandona de Chiapas, por parte del Instituto de Ecología de la UNAM. Sus trabajos científicos se han enfocado al estudio de las relaciones ecológicas y evolutivas entre plantas y animales, a la conservación de la biodiversidad de los ecosistemas tropicales y al impacto de las actividades humanas en los ecosistemas naturales. También ha trabajado en la demografía comparativa en especies arbóreas de México, en temas de la biología tropical, en interacciones de plantas y herbívoros, en ecología de población de plantas y en ecología de la conservación de la biodiversidad. Ha participado en el diseño de reservas tropicales. Sus investigaciones recientes se relacionan con la magnitud de la pérdida de biodiversidad global, y de cómo el deterioro de la vida silvestre afecta a las comunidades de plantas y a los procesos ecosistémicos. También ha investigado cómo esta situación podría incrementar los riesgos de enfermedades humanas. La mayor parte de su trabajo se ha realizado en ecosistemas tropicales de América Latina, sobre todo en México, y recientemente en África. Ha publicado 120 artículos en revistas especializadas y 58 capítulos de libros. Ha escrito o editado 15 volúmenes, entre los cuales destacan “Perspectivas de la ecología de población de plantas”; “Insectos y plantas: protagonistas de una historia de vida”; “México ante los retos de la biodiversidad” (en coautoría con el doctor José Sarukhán) y “Reservas de la biosfera y otras áreas naturales protegidas de México” (en coautoría con el doctor Arturo Gómez-Pompa). Adicionalmente, se ha comprometido con la educación de las ciencias para niños y público en general, participando en programas infantiles en comunidades del norte de California. Es coautor de la obra recientemente publicada sobre la reorganización conceptual de la educación en ciencias de los Estados Unidos “Framework for science education”, encargado por las academias nacionales de ciencias de Estados Unidos de América. Algunos de sus escritos de divulgación son los siguientes: “¿Por qué ecología de poblaciones de plantas?”; “La biodiversidad como crisis ecológica actual. ¿Qué sabemos?”; “Rescate y restauración ecológica de la selva de Los Tuxtlas”; “La vegetación, exuberancia milenaria”; “Lacandonia: el último refugio”; “Deforestación tropical contemporánea”; “Deforestación y diversidad biológica”; “Análisis histórico y perspectivas de las áreas naturales protegidas de México” (en coautoría con el doctor Arturo Gómez-Pompa); “Selva húmeda: una celebración biológica”. Ha participado en 150 conferencias y simposios. También propuso la creación de un parque ecológico para la conservación de la selva de Los Tuxtlas. El doctor Dirzo ha coordinado la sección de Biología de la Academia Mexicana de Ciencias, de la cual es miembro. Ha sido presidente del Comité de Ecología, Evolución y Sistemática del CONACYT; y coordinador de posgraduados del Programa de Ecología entre el año 2000 y el 2004. Es miembro de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, de la Academia de Artes y Ciencias Americana y de la Academia de Ciencias de California. Fue elegido miembro del Comité Científico del Programa Internacional Biosfera-Geosfera [Program International Geosphere-Biospher Program (IGBP)] y del Consejo Internacional de Científicos [Organizations, (ICSU)], Suiza (1998-2001). La Organización de Estudios Tropicales de Costa Rica lo reconoció con el Oustanding Service Award, otorgado por primera vez en 2002. Recibió de la SEMARNAT el Premio Nacional al Mérito Ecológico 2003. También en 2003 recibió el Premio Universidad Nacional. Actualmente es profesor de la Universidad de Stanford, en el Departamento de Biología, miembro del cuerpo académico del Instituto Woods para el Medio Ambiente y director del Centro de Estudios Latinoamericanos de Stanford. La entrevista que se presenta a continuación fue realizada vía Skype, el 7 de octubre de 2013.
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“En dos millones de kilómetros cuadrados se contiene aproximadamente 10 o 12% de la riqueza biológica de la Tierra. Eso es muy impactante, pero al tiempo que constituye un privilegio es también un desafío bastante serio. Tenemos en nuestra tierra la responsabilidad de albergar y proteger una décima parte de toda la riqueza biológica planetaria. Es algo profundo, incluso cuando se lo ve en términos cuantitativos. A mediados de los años 80, la tasa de deforestación en México era del orden de 700 mil hectáreas por año. Imagínese un área equivalente a 700 mil canchas de futbol que cada año se deforestaba en nuestro país en esa década.” Rodolfo Dirzo.
El doctor Rodolfo Dirzo ha realizado investigación fundamental para el conocimiento de la biodiversidad. Durante esta conversación él relata cómo fue desarrollando los principales temas de su trabajo, considerando que se centran en el estudio de las relaciones ecológicas y evolutivas entre plantas y animales; en la biodiversidad de ecosistemas tropicales y en el impacto de las actividades humanas en los ecosistemas naturales. — Es una historia larga. Estudiar la licenciatura en Biología fue el primer paso para entrar al campo de la biodiversidad; si bien en ese tiempo el término ‘biodiversidad’ no existía como tal. Fue en 1979 cuando el doctor Edward Osborne Wilson popularizó este concepto. Empecé así y después mi tema de investigación fundamental en ecología y evolución, que había estado cultivando desde hacía varios años, se centró precisamente en entender cómo las plantas representan parte del ambiente de los animales y viceversa. “De manera normal, uno piensa que el ambiente de las plantas está conformado por el clima, el suelo, la temperatura, ese tipo de elementos del ambiente físico. Pero la realidad es que las plantas también tienen que lidiar o utilizar el ambiente biológico: los animales que, por ejemplo, las polinizan, que comen sus frutos y transportan sus genes a otros sitios, en un fenómeno que se llama dispersión. O bien, los animales que les hacen daño, como es el caso de insectos, mamíferos y moluscos herbívoros, entre otros. “A principios o mediados de los años 80, el doctor José Sarukhán era director del Instituto de Biología y estaba tratando de conformar su laboratorio, en
particular con quienes habíamos trabajado con él, habíamos salido a hacer nuestro doctorado y volvíamos cada uno con un campo de especialidad específico. En mi caso, continué trabajando en las interacciones planta-animal, para lo cual escogí como mi sitio de trabajo un lugar emblemático para quienes trabajamos en ecología, conservación y biodiversidad, que es la estación biológica de Los Tuxtlas, que la UNAM construyó al sur de Veracruz, cerca del poblado de Catemaco. “Empecé a trabajar en el ámbito local con los temas que aprendí en mi doctorado, involucrando a muchos estudiantes y haciendo que se expandiera este campo del conocimiento, hasta ese momento poco cultivado en el país. De hecho, solo recientemente se ha reconocido que la interacción planta-animal tiene mucho que ver con el funcionamiento y mantenimiento de los ecosistemas y de la biodiversidad. “A fines de esa década, el doctor Sarukhán me nombró director de la estación, con lo que me incorporé a ella por dos años consecutivos. Ya contábamos con una infraestructura física y con laboratorios lo bastante buenos para estar ubicados en el corazón de la selva. Al vivir allí de manera permanente, empecé a darme cuenta de que sucedían algunas cosas dramáticas como, por ejemplo, que en las noches se escuchaban disparos de cacería. En varias ocasiones me topé con cazadores que cargaban algunos costales, sin duda con alguna presa que habían cazado.” — Presas mayores… — Presas mayores, básicamente. Por otra parte, como antes de irme a hacer mi doctorado a Inglaterra había sido técnico de investigación en el labo-
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Una selva es más que sus plantas: urge conservar las interacciones ecológicas
ratorio del doctor Sarukhán, ya había empezado a ir a Los Tuxtlas desde muchos años atrás, por lo que al regresar pude apreciar cambios en la vegetación debido a la deforestación, que cada vez se hacía más evidente en los alrededores de lo que era la reserva.
jabalíes, tapires, fauna grande) en un sitio como la selva de Los Tuxtlas que, en teoría, debería presentar una interacción natural entre herbívoros y depredadores, comencé a pensar que todo esto evidenciaba un problema más serio.
“Lo que observé podía no ser tan evidente en lo cotidiano, pero viéndolo a lo largo de los años, era indudable que había que dar una mayor atención al estado de conservación de la selva de Los Tuxtlas. Y aquí hay un detalle técnico peculiar, que resultó de mi investigación sobre la interacción entre plantas y animales, y fue que las plántulas (los bebés de los árboles, por así decirlo) que constituyen el dosel de la selva, presentaban un bajo nivel de ataque por parte de los animales.
“De hecho, en 1987 publiqué un artículo en el que describía la magnitud del ataque de los animales a las plantas de diferentes especies y en diversos momentos del año. Y una de las conclusiones a la que llegué fue que los animales mayores habían sido eliminados o disminuidos en su población por el acto humano. La ausencia de ataque a las plantas por animales estaba reflejando algo anómalo en la ecología de la selvas; sugería que la actividad humana, la cacería, el tráfico ilegal y la destrucción del hábitat habían hecho disminuir las poblaciones de animales, al punto tal que un ecólogo como yo, dedicado a analizar miles de plantas, no detectaba daño por animales grandes.
“Eso me llamó mucho la atención, pues mis datos eran muy consistentes y sólidos. Yo tenía centenas de plantas marcadas individualmente. Conocía cada planta, le daba un seguimiento para ver su dinámica de supervivencia y crecimiento. Y siguiendo un enfoque muy darwiniano o muy harperiano (en referencia a mi asesor John Harper, padre de la ecología de poblaciones de plantas), o muy sarukhaniano, noté que había una ausencia de daño en ellas muy marcada. “Digamos que, en promedio, todas mis plantas tenían un nivel de ataque como de 7 u 8% en el área de las hojas, lo cual era relativamente bajo. Y otra cosa que noté es que todo el daño registrado en esas plantas se debía al ataque de insectos y no se notaba el ataque por parte de vertebrados. “Entonces, al escuchar los disparos, ver a los cazadores y observar que mis plantas presentaban un bajo ataque por parte de animales vertebrados (venados,
“Esto me hizo pensar en que la ecología que yo estaba estudiando, y que muchos colegas míos estudian en selvas como Los Tuxtlas, en realidad presentaba sesgos por la ausencia o disminución altísima de animales. Entonces desarrollé un campo nuevo de trabajo que hoy se llama la ‘defaunación’. Es el término equivalente al que todo mundo conoce como ‘deforestación’, en relación con la flora. A usted le hablan de deforestación y de inmediato piensa ‘ah, la destrucción de la flora’. Pero no es fácil ver la destrucción de la fauna, porque las imágenes de satélite no muestran cómo van disminuyendo las poblaciones de animales. Se trataba, pues, de una ‘amenaza invisible’. “De ahí que, viviendo en la estación de Los Tuxtlas y habiendo presenciado estas situaciones, decidí
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— Estaban desapareciendo los factores de estudio… — Exacto… y entonces empecé a ver que los problemas de conservación de la biodiversidad no solamente tenían que ver con la conservación de las especies sino con la conservación de los procesos en los cuales éstas se involucran. En este caso, el proceso de la interacción planta-animal. Mucho de lo que sabemos en relación con la diversidad de flores o de sustancias químicas que las plantas emplean para defenderse de los animales en realidad es resultado de este proceso, de la interacción ecológica y evolutiva entre plantas y animales. “Y este asunto se convirtió para mí en la agenda central para la conservación biológica. La huella que me dejaron esos años de vivir en la estación de Los Tuxtlas fue esa preocupación tan marcada en mi reflexión como ecólogo, que me hizo concluir que no solamente debíamos proteger a las especies sino también a las interacciones biológicas y los procesos en las cuales ellas están involucradas. “Por otra parte, durante el tiempo que viví allí, observé también que prácticamente todas las zonas circundantes a la estación de la reserva de la UNAM se hallaban totalmente deforestadas, convertidas en potreros para la ganadería. Pero hacia el lado opuesto al mar, hacia el oeste, subiendo por la selva, aún había un área de vegetación que conectaba la estación biológica —que en ese tiempo era de 700 hectáreas—, con la gran masa de selva que aún existía, que es el Volcán de San Martín Tuxtla. “Me entró terror de que se perdiera ese pedacito de conexión, ese corredor que aún se mantenía vivo. Y me di a la tarea de escribir un artículo que se publicó en la revista del CONACYT, “Ciencia y Tecnología”, en donde saqué a colación la gran urgencia de conservar y restaurar la selva de Los Tuxtlas, considerando no solamente el terreno de la UNAM sino toda la extensión que la conectaba con el Volcán de San Martín. Eso dio pie, al menos en parte, a que después se hiciera el plan que en última instancia llevó a hacer la declaratoria de la Reserva de la Biosfera de Los Tuxtlas, que incluye todas las porciones de selva que aún quedan, como la de la UNAM y las grandes extensiones de los volcanes, el de Santa Martha, el de San Martín y el de San Martín Pajapan1.” 1 La Sierra de Los Tuxtlas —o Sierra de Santa Martha y Sierra de San Andrés— es una cordillera volcánica que bordea la costa veracruzana del Golfo de México. Algunas áreas de esta cadena de volcanes alcanzan altitudes de 1,700 msnm. Durante el periodo preclásico mesoamericano, esta sierra abasteció de roca basáltica y otros minerales a los grandes artistas olmecas que tallaron las cabezas colosales y los llamados altares. Las laderas altas de los volcanes
El doctor Rodolfo Dirzo relata que posteriormente aprovechó su primer año sabático para trabajar en el Jardín Botánico de Missouri, en San Luis Missouri, EUA, institución relevante para el estudio de la biodiversidad. Allí conoció al gran conservacionista Peter Raven, “un gran amigo de México y, de hecho, de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO). En fin, una persona que ha sido muy influyente para muchos colegas de mi generación.” El científico se llevó consigo toda la información acumulada en la estación biológica de Los Tuxtlas, a fin de revisarla y analizarla. “Fue muy iluminador para mí —dice—, porque pude empezar a hacer mis primeras publicaciones sobre conservación biológica, deforestación, defaunación y conservación de procesos. Como que todo fue cobrando sentido en mi intelecto, sin realmente haberlo planeado así. Yo era un ecólogo que estudiaba la ecología y evolución de las interacciones entre plantas y animales y naturalmente eso desembocó en el tema de la conservación biológica gracias o debido a esas condiciones que le acabo de reseñar.”
La Cumbre de Río de Janeiro Otro momento clave fue la preparación de la reunión Cumbre de Río de Janeiro en 1992. “Fue un parteaguas para México. El doctor Sarukhán pasó de ser director del Instituto de Ecología a Coordinador de la Investigación Científica y luego a rector de la UNAM. “A fines de 1991 me llamó para decirme que se presentaba una oportunidad verdaderamente inesperada, que era el hecho de que el presidente de México, en ese tiempo Salinas de Gortari, le había encargado organizar la información más relevante y crítica sobre la biodiversidad. “Recuerde que la Cumbre de Río incorporaba ya los temas de cambio climático y de biodiversidad, que para entonces se empezaban a popularizar. “El doctor Sarukhán, algunos otros colaboradores y yo, nos dimos a la tarea de organizar un evento público en el Museo de Antropología, en el cual participaron los mejores científicos existentes en ese momento en todo el planeta, para hablar sobre el tema. El presidente Salinas fue informado y también la sociedad, de manera que conociese más ampliamente cuál era el estado de la biodiversidad en el país y en el mundo. Todo esto de cara a la próxima reunión que se llevaría a cabo en Río de Janeiro. “¡Fue fantástico! Estuvieron presentes las personalidades que hoy en día y durante décadas han sonado en el campo de la conservación y la biodiversidad: San Martín y Santa Martha se encuentran cubiertas por una capa de espesa vegetación neotropical. En altitudes menores, la selva ha sido sustituida por pastizales que se usan para la ganadería. Para proteger el ecosistema original de la sierra, el gobierno mexicano la declaró Reserva de la Biosfera de Los Tuxtlas. (http://es.wikipedia.org/wiki/Sierra_de_los_Tuxtlas).
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meterme de lleno al campo de la conservación de la biodiversidad, por razones que tenían como base la ecología fundamental, en particular la interacción planta-animal, que era lo que yo estudiaba. Me di cuenta de que si no se hacía algo en relación con el problema de la conservación, aún en la reserva de Los Tuxtlas, yo mismo, por así decirlo, ya no tendría trabajo en pocas décadas.”
Peter Raven2, a quien ya mencioné; la bióloga estadounidense Anne Ehrlich3, quien vino en representación propia y de su esposo, Paul Ehrlich4, Michael Soule5 y desde luego los grandes científicos mexicanos como Gonzalo Halffter, Arturo Gómez-Pompa, Jerzy Rzedowski, el doctor Sarukhán, obviamente, y yo, que venía muy detrás de ellos en este campo.” Como resultado de esta reunión, el doctor Sarukhán y el doctor Dirzo produjeron una memoria que fue llevada por el presidente de México a la reunión de Río de Janeiro, cuyo nombre es “México ante los retos de la biodiversidad”, que incluía una compilación de todas las visiones científicas posibles en torno a los temas de la biodiversidad y el cambio climático. “El punto culminante de esta serie de eventos —relata el doctor Dirzo— fue el cierre, que ocurrió en la Selva de Yaxchilán, en donde el grupo de científicos presentó ante el presidente Salinas de Gortari las resoluciones y recomendaciones, entre las cuales, una de las más importantes fue la creación de la CONABIO. 2 Peter Hamilton Raven (n. Shanghái, 13 de junio de 1936). Botánico y ambientalista, notable como director senior del Jardín Botánico de Missouri. Nació en China, de padres estadounidenses. Fue miembro de la Academia de Ciencias de California. Se graduó en Botánica en la Universidad de California de Los Ángeles. Da clases en la Universidad Stanford. La Sociedad de Taxónomos Vegetales de EUA estableció en el año 2000 el Premio Peter Raven en su honor, para ser conferido a autores contribuyentes a la taxonomía vegetal y por excepcionales esfuerzos por atender a los “no científicos.” Ha sido honrado con el U. S. National Medal of Science, entre numerosas preseas. (es.wikipedia.org/wiki/ Peter_Hamilton_Raven)
“Ese fue el génesis de una institución sin parangón en el mundo, incluso en Estados Unidos, que se creó inicialmente con muy poco presupuesto y bajo presión. Empezamos a soñar cómo podría ser esta entelequia de la CONABIO, cómo deberíamos organizarla conceptualmente. Y se construyó incorporando esa visión de conservar sin eliminar a la gente, de integrarla en un enfoque sustentable de uso de la biodiversidad.” Le pregunto al doctor Dirzo qué sucedió después con Los Tuxtlas, porque finalmente esa selva continuó siendo devastada, a pesar de que se detuvo un poco la ganaderización. — Yo no he dejado de dar seguimiento a lo que sucede en Los Tuxtlas, porque es algo que me ha resultado muy productivo desde el punto de vista científico. Algunos de mis estudios muestran, por ejemplo, los cambios en la cobertura vegetal y las tasas de deforestación. Los he hecho comparando primero fotografías aéreas, luego imágenes satelitales de los años 60, 70, 80 y hasta ahora. “Y hay algo interesante con respecto a su pregunta. Uno de mis artículos más citados al respecto, se refiere a los cambios en la deforestación de Los Tuxtlas, comparando los años 60, 70 y principios de los 80. El cálculo para ese periodo era que estábamos perdiendo alrededor de 3.5% de la cobertura vegetal por año. Pero se trata de una tasa como la de interés compuesto, cada año se pierde 3.5 y de lo que queda de ese año se pierde nuevamente 3.5… en fin, es algo un poco técnico.
3 Anne Ehrlich es profesora de Política Ambiental en la Universidad de Stanford. Ha escrito exhaustivamente sobre el control de población y las consecuencias de la guerra nuclear en la naturaleza. Es codirectora de la organización Amigos de la Tierra. (Fuente: texto extraído de www.microbiografias.com).
“Al darle seguimiento a esta zona y ahora con tecnología mucho más compleja y confiable, con imágenes de satélite de mejor resolución y calidad, he logrado ver que la tasa de deforestación ha disminuido de manera considerable.
4 Paul Ralph Ehrlich (n. 29 de mayo de 1932, Filadelfia, EUA). Renombrado entomólogo estadounidense, especializado en Lepidoptera (mariposas). Investigador y autor de libros sobre superpoblación humana. Catedrático de estudios de población en el Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de Stanford. Ha escrito sobre los procesos de la evolución y abordado asuntos sobre la biología y la sociedad. Ha recibido el Premio Crafoord, otorgado por la Real Academia Sueca de Ciencias, el Premio ECI de Ecología Terrestre, otorgado por el ECI, International Ecology Institute de Orlendorf/Luhe, Alemania, y el Premio Ramón Margalef de Ecología, de la Generalidad de Cataluña, entre otros. (http:// es.wikipedia.org/wiki/Paul_R._Ehrlich).
“Pero este asunto pudiera ser engañoso, porque si bien es cierto que al medir la tasa de cambio de un año para el siguiente, resulta que es mucho menor a lo que yo descubrí y publiqué en aquel tiempo. Y una de las razones por las cuales esto es así, es porque ya no queda mucho por deforestar.”
5 Michael Soule es un biólogo estadounidense, experto en conservación biológica. Profesor emérito de Estudios Ambientales de la Universidad de California, Santa Cruz. Nació, se crió y educó en California, EUA. Después de pasar gran parte de su juventud en los cañones, desiertos y mareas de San Diego y Baja California, fue a la Universidad de Stanford para estudiar biología de poblaciones y evolución con Paul Ehrlich. Ha trabajado en campo con insectos, lagartos, aves y mamíferos de África, México, el Adriático, las Antillas, California y Colorado. Fue uno de los fundadores de la Sociedad de Conservación Biológica y la red de áreas silvestres, y ha sido presidente de ambas. (en.wikipedia.org/wiki/ Michael_E._Soulé).
— Estaríamos ante una paradoja… — Matemáticamente es muy fácil de entender. Con excepción de la Reserva de la Biosfera de Los Tuxtlas, el resto de la selva quedó tan deforestado, que no quedó nada por deforestar. En gran medida todo fue convertido a potreros. La reserva se salvó porque cuando la maestra Julia Carabias fue secretaria de la SEMARNAP, tuvo la visión de invitar a muchos científicos para que viniésemos a trabajar con ella y tomó en cuenta el resultado de nuestros estudios. Para mí, eso fue lo que definitivamente permitió crear la Reserva de la Biosfera de Los Tuxtlas, que tiene pocos sitios que quedan en las partes de bajura, como la estación de la UNAM, o las copas de los tres volcanes, que son las tres áreas núcleo de la reserva.
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“Paradójicamente, como usted dice, si hoy en día medimos las tasas de deforestación, son significativamente menores de las que yo he venido anotando a lo largo de las décadas, porque ya no hay mucho que deforestar.” — Existe otra reserva de la UNAM que también trabaja con temas del trópico, que sería la reserva de Chamela. ¿Los investigadores de Chamela y los de la región de Los Tuxtlas hacen trabajo interdisciplinario o suman esfuerzos para seguir adelante? — Sí, conceptualmente se trata de una estación muy parecida a la de Los Tuxtlas, aunque obviamente es muy distinta desde el punto de vista ecológico. “La de Los Tuxtlas está constituida por bosque tropical húmedo, selva exuberante tipo Amazonia. La selva de Chamela es muy estacional. En la época de sequías se ve más bien como semidesértica, y en la de lluvias, como una selva tipo amazónica. Es un ecosistema realmente muy bonito. Pero la situación social, económica y política de los dos sitios es muy contrastante. “Por ejemplo, la estación de Chamela tiene una extensión mucho mayor que la de Los Tuxtlas. En Los Tuxtlas el problema de tenencia de la tierra ha sido muy agudo durante décadas y eso ha dificultado la incorporación de más áreas para su protección, mientras que en Chamela, por su perfil social tan diferente, esto no ha sido tan arduo de realizar. “Para responder específicamente a su pregunta, sí, desde los tiempos en los que yo era director de la estación de Los Tuxtlas, junto con el director de Chamela hacíamos la reunión de las estaciones. Juntábamos al personal científico de las dos reservas para intercambiar visiones, problemas y demás. Así que, con mucho agrado le digo que esa relación continúa hasta el día de hoy.” — Fuera de esas áreas importantes, académicas, creadas dentro de la UNAM, ¿se han seguido creando nuevas áreas naturales protegidas de ese tamaño, de esa magnitud, de esa importancia en otras zonas del país? — Sí, en el caso particular de la selva tropical, como es la de Los Tuxtlas, tan húmeda, exuberante y alta, lo que se llama selva alta perennifolia, tiene su mejor expresión en la Reserva de la Biosfera Montes Azules, ubicada en Chiapas, que es la Selva Lacandona en su gran extensión: un área de 335 mil hectáreas, mucho más grande que las 650 hectáreas de la reserva de la UNAM, en Veracruz, o que las 1,400 o 1,500 de la reserva de Chamela, en Jalisco. “La selva tropical mexicana incluye diversas áreas naturales protegidas muy extensas. Calakmul es una, Sian Ka’an es otra… o sea que sí, se han incorporado varias reservas muy importantes de cobertura forestal tropical en México. Ahora que, ninguna como las de la UNAM, en el sentido de que incluyan tanto conocimiento científico. La UNAM ha manteni-
do sus grupos de investigadores y estudiantes muy activos en esas estaciones. “El nivel de conocimiento biológico, incluyendo la dimensión social alrededor de esas reservas, es impresionante en el caso de las reservas de Los Tuxtlas y de Chamela. Pero hay otras que, si bien no son tan estudiadas como las de la UNAM, son muy importantes en vista de su extensión y su grado tan bueno de conservación.”
La destrucción del hábitat, principal causa de la pérdida de biodiversidad — Se ha dicho que México alberga cerca del 12% de todas las especies de plantas y animales del planeta; que cuenta con 439 especies de mamíferos, 705 de reptiles, 289 de anfibios, 35 de mamíferos marinos y 1,061 de aves; pero que más de la mitad podrían estar en peligro de extinción. ¿Esto es así de grave, doctor? — Sí, es así de grave. En ese ámbito caería la situación de las llamadas plantas vasculares, que hoy dominan el planeta y que producen flores y helechos; se estiman para México en un orden cercano a las 30 mil especies, lo que representa 10% de la riqueza vegetal del planeta… En dos millones de kilómetros cuadrados se contiene aproximadamente 10 o 12% de la riqueza biológica de la Tierra. Eso es algo que hay que resaltar porque es muy impactante, pues al
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mismo tiempo que constituye un privilegio es también un desafío bastante serio. “Tenemos en nuestra tierra la responsabilidad de albergar y proteger una décima parte de toda la riqueza biológica planetaria. Eso es algo profundo, incluso cuando se lo ve en términos cuantitativos. Lamentablemente, como usted dice, si bien ha habido esfuerzos verdaderamente espectaculares —léase la creación de la CONABIO, por ejemplo, o la de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), ya muy consolidada—, aún así, los problemas han sido bastante serios, en particular en las décadas previas. “Le doy un dato para ilustrar esta situación. A mediados de los años 80, que fue el momento crítico del impacto humano, la tasa de deforestación en México, en todo el país, era del orden de 700 mil hectáreas por año. Imagínese un área equivalente a 700 mil canchas de futbol, que cada año se deforestaban en nuestro país en esa década.” — ¡Que terrible…! — ¡Es verdaderamente dramático! Igual que sucedió en el caso de Los Tuxtlas, la tasa de deforestación ha disminuido en gran medida en el país, pero en parte porque logramos proteger aproximadamente 11% del territorio terrestre, y en parte también porque no queda mucho por deforestar6. “Hoy en día, probablemente la tasa debe estar en el orden de 400 mil hectáreas por año, casi la mitad de lo que había en la década de los 80. Podríamos pensar que ya no somos tan destructores de la cobertura 6 De acuerdo con el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), México se encuentra entre los primeros países con mayor deforestación en el mundo (periodo 2005-2010).
forestal, pero la verdad es que no ha quedado mucho por deforestar, excepto en las áreas que son verdaderamente inaccesibles, o que están protegidas formalmente como reservas o parques naturales. “¡La destrucción de los hábitats es la principal causa de riesgo de extinción de las especies! Los ecólogos ya lo tenemos más o menos claro por diferentes estudios, no solamente míos, sino de gran cantidad de científicos de la conservación de primera línea. “Y podemos decir, con un buen nivel de certidumbre, que la principal causa de amenaza en la biodiversidad del país es la destrucción del hábitat natural, la deforestación; el segundo es la sobreexplotación, cacerías, tráfico ilegal. Tenemos el caso del tráfico ilegal de cactus, de orquídeas. De ahí para adelante están las especies invasoras y, de cara al futuro, el cambio climático. “¡Sí, sí hay un problema serio de amenaza de nuestro 10% de esa riqueza biológica natural del planeta!.”
La vida sobre el planeta — Hay algunas preguntas que me he hecho, que forman parte de las preocupaciones que se me han transmitido a lo largo de las conversaciones que he tenido con diversos científicos de la biodiversidad. Desde las eras geológicas hasta nuestro tiempo, ¿cómo ha sido el proceso evolutivo para la generación de las especies? ¿Ha habido procesos de destrucción masiva de especies en algunos periodos claramente definidos? ¿Se han recuperado las especies o se han producido nuevas? ¿Siempre hubo la biodiversidad que tenemos ahora, por ejemplo en México? ¿Se sabe cuánto tiempo tardan las especies en adaptarse a ambientes modificados?
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“Curiosamente, y por razones que no nos han quedado del todo claras, casi 80% de esos 3,500 millones de años ha transcurrido con una situación de vida muy pausada. Parecería que el planeta estaba en una fase de latencia, muy adormilado desde el punto de vista biológico. Y no fue sino hasta hace relativamente poco tiempo, en lo que se llama el cámbrico, hace unos 600 millones de años, que inició un fenómeno verdaderamente interesante: empezaron a aparecer muchas más especies de plantas acuáticas y animales marinos. “Eso fue en el fanerozoico, 600 millones de años atrás; de allí en adelante se produjo una explosión magnífica, impresionante, de proliferación de plantas y animales. “Tenemos varias hipótesis, pero no sabemos del todo por qué en ese momento tan peculiar y reciente la biodiversidad empezó a explotar. Si usted pudiera ir viendo, por ejemplo, la tasa de acumulación de especies, de 600 millones de años para acá, vería que ha ido in crescendo en lo que se refiere al fenómeno de especiación, de diversificación. “Hoy en día, nosotros, como especie, estamos acompañados de la mayor riqueza biológica que el planeta haya experimentado en toda su historia, lo cual lo hace muy atractivo. Es fascinante que hoy tengamos esta acumulación biológica como nunca antes la había tenido el planeta. “Eso me lleva a referirme al punto que usted preguntaba. ¿Será que ha sido constante? No, ya sabemos que no. Ha ido in crescendo. Pero también sabemos que en los últimos 600 millones de años ha habido cinco golpes serios a la riqueza biológica por razones totalmente ajenas a nosotros. “Nosotros no entramos en esta historia sino hasta hace muy pocos años. Si lo pusiéramos en un calendario, nosotros aparecimos en la escena de la evolución orgánica hasta el 31 de diciembre, ya cerca de la media noche; o sea, realmente muy tarde. “Una de esas crisis ocurrió hace 250 millones de años, y fue de gran riesgo pues más de 90% de las especies marinas y 70% de las de vertebrados terrestres perecieron7. Otra fue hace 66 millones de años, con la extinción de los dinosaurios. Lo fascinante es que la vida en el planeta ha sido empecinada y se recupera y sigue creciendo hasta el día de hoy.” 7 La extinción masiva del Pérmico-Triásico fue el evento de extinción y destrucción más devastador que la Tierra haya conocido. Durante largo tiempo el planeta fue un páramo desértico dominado por los hongos. (es.wikipedia.org/wiki/ Extinción_masiva_del_Pérmico-Triásico).
— ¿Con nuevas especies o se modifican las que ya estaban antes? — Depende del tipo de plantas, de animales; si son marinos o terrestres, si son de amplia o de restringida distribución. Tomando en cuenta todas esas variables en conjunto, la estimación general es que cuando ha habido un pulso de extinción masiva, la biodiversidad se recupera, pero le toma, en promedio, unos 10 millones de años hacerlo. “Esto, sin embargo, no sirve de mucho consuelo para nosotros. No podemos decir, ‘ah, no se preocupen, porque las especies se van a recuperar’. Sí, pero toma aproximadamente 10 millones de años. Y además está el aspecto cualitativo. Qué surge después de esa recuperación. “No son las mismas especies que había anteriormente. Hay contadas excepciones, referidas a los llamados fósiles vivientes; especies que se han mantenido a pesar de las extinciones. Y desde luego, no existe la certeza de que los seres humanos, al involucrarse en un proceso de extinción masiva, puedan sobrevivir a él. “Han sido accidentes los que han generado la extinción masiva en el pasado, como lo que se argumenta que causó la extinción del cretácico terciario, cuando se extinguieron los dinosaurios. El meteorito que, entre otras cosas, favoreció el surgimiento de otros grupos de animales que no dominaban antes: los mamíferos, que nos incluyen como especie. Al respecto, no ha sido muy buena noticia para otras muchas especies, porque las hemos eliminado.” — De continuar este grado de devastación, el mismo tipo de desarrollo mundial y la falta de movimiento por parte de las sociedades a la velocidad que se requiere para evitar la devastación de la base de sustentación de la vida humana, ¿es posible que nos extingamos como especie? — Déjeme decirle que no menos de 90% de las especies creadas a lo largo de los 3,500 millones de años de evolución orgánica, ha desaparecido. O sea que no tenemos muchas razones para pensar que nosotros no seríamos igual que los miles y miles de especies que se han extinguido anteriormente.
Darwin y el proceso de selección natural de las especies — ¿Cómo surge una nueva especie? ¿Cómo es la dinámica de la transformación de especies? ¿Cuáles son las herramientas que nos permiten entender la razón de que organismos tan distintos tengan una organización celular, patrones de conducta, estructuras de poblaciones y de comunidades similares? — La respuesta a esto la dio el gran científico de la biología, Charles Darwin. Viéndolo en retrospectiva, un proceso tan simple como es el de la selección natural, la adaptación y especiación, es lo que ha generado que en una misma especie haya variaciones
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— Son preguntas interesantes y complejas. A grandes rasgos, hablando del gran historial geológico y de la riqueza biológica del planeta, es algo que da mucho qué pensar. De acuerdo con la mejor evidencia que tenemos, la cifra de 3,500 millones de años, casi inimaginable, corresponde a la fecha en que probablemente comenzó a florecer la vida en el planeta.
entre los individuos. Unos son más altos, otros más bajos; las plantas fotosintetizan más rápido que otras especies. Unos producen más sustancias defensivas que otros. Esa variación es la materia prima sobre la cual funciona el proceso de selección natural. Se van eliminando unos y van quedando los que tuvieron atributos que los hacían dejar más descendientes. “Y luego, los que tenían la composición genética que les permitía heredar esos rasgos a su progenie hacia nuevas formas diferentes, en comparación con las que se van eliminando gradualmente. La especiación ocurre en buena medida por aislamiento ecológico, como en el caso de la separación geográfica. Imaginemos que una población de plantas y animales en una cierta localidad quedara separada por el surgimiento de un volcán; unos al este y otros al oeste de donde ocurrió tal emergencia. “Si los ambientes ecológicos en los que se involucró cada una de esas poblaciones fueran distintos, los individuos de cada una de ellas se volverían diferentes, al punto tal que reproductivamente se separarían y se mantendrían como especies distintas, aún si se volvieran a juntar en el mismo terreno.
para sacar insectos de los cactus o de los árboles. Cada una de estas especies de pájaros, que hoy son muchas, tenían un ancestro común, y se fueron separando conforme el hábitat se hizo distinto por razones de la creación de esas islas diferentes de Galápagos, lo que generó todas esas especies. “Es lo fascinante de Darwin, que él descubrió el proceso de selección natural y pudo ver la evidencia por la gran diversificación de especies que habitaba en un grupo de islas que antes eran el mismo hábitat, la misma condición ecológica, y que, conforme se separaron, fueron llevando, por medio de la selección natural, a la especiación de diferentes grupos de organismos.” — Si bien los ecólogos trabajan fundamentalmente con la parte biológica de las especies, ¿acaso toman en cuenta un factor ambiental como sería la cultura, por ejemplo? Los seres humanos formamos parte de las especies, pero vivimos insertos en la producción y reproducción de la cultura y de la ideología… y esto podría modificar los hábitos también.
“Otro ejemplo. Supongamos que la península de Baja California, que está pegada al mar, se separara. Al cabo de miles o millones de años, el proceso de selección natural iría haciendo que lo que antes era igual ahora diverja en especies muy diferentes.
Por ejemplo, los jóvenes de ahora pueden pasar sentados en sus computadoras durante muchas horas, días y meses, lo que no había sucedido en la historia de la humanidad hasta que se inventaron estas herramientas. ¿Acaso podría haber modificaciones en los seres humanos como especie a lo largo del tiempo?.
“Un cactus de una cierta especie en el desierto de Sonora, hoy es muy distinto a lo que fue su ancestro cuando la península de Baja California estaba pegada al desierto sonorense. La separación —el aislamiento geográfico o ecológico— hace que cada entidad pase por un proceso de selección, adaptación y especiación, que confluya en la producción de distintas especies.
— Sí, pero habría que tener en cuenta que en la configuración de cómo son las especies de plantas, animales o microorganismos hay dos factores que entran en juego: uno es el genético y el otro la influencia del medio. Eso se ve muy claramente en los casos de gemelos en animales e, incluso, en los seres humanos.
“El caso más famoso fue cuando Darwin conoció las islas Galápagos. Él vio que, dependiendo de cuál de las islas visitaba, algunas tortugas presentaban un corte en el caparacho, en la parte del cuello. La forma de ese caparacho permitía a las tortugas levantar más la cabeza para poder consumir cierto tipo de plantas. En sitios donde había lagunas o cuerpos de agua, los caparachos de las tortugas no tenían esa apertura, porque no la necesitaban para aprovisionarse.
“Consideremos a dos gemelos que en gran medida tienen la misma composición genética. Si pusiéramos a uno en un ambiente muy rico en alimentación y demás recursos, y a otro en uno muy pobre, podrían generarse apariencias distintas en cada uno de ellos, aún cuando debieran ser gemelos idénticos. El ambiente moldea lo que los genes ya han producido.
“Gracias a los análisis de ADN, actualmente podemos saber que antes de que se formaran las islas Galápagos, que se separaran del continente o emergieran como resultado de emergencias volcánicas, esos dos tipos de tortuga tenían el mismo ancestro. Pero una vez que se produjo el aislamiento bioproductivo, cada especie de tortuga se fue adaptando a su ambiente particular, generando así especies que si bien son parecidas (evidencia de una ancestría común), son distintas especies de tortuga. “En el caso de los pajaritos, de los pinzones de Darwin, también él descubrió que había unos que tenían el pico muy ancho, otros muy alargado, otros con la capacidad para cortar o maniobrar espinas
“Lo que resulta interesante, como corolario de su pregunta, es que hoy sabemos que puede no tomar tanto tiempo para que se produzca una diferenciación o modificación en el fenotipo; esto es, en las características de un individuo. “No necesariamente deberán pasar millones de años. Pongamos el caso de plantas que se han adaptado a vivir en cierto tipo de suelos; por ejemplo en un sitio en el que se explotan minerales y se generan por ello suelos muy contaminados. Hay plantas que son capaces de crecer en ese tipo de suelos verdaderamente tóxicos, a diferencia de otras, de su misma especie, que no crecen ahí. Y es fascinante notar que tal ‘adaptación’ ha ocurrido hace muy poco tiempo, cuando la actividad humana inició la explotación de esas minas.
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“Si usted trae miles de semillas de una cierta planta y las esparce, algunas tendrán una mutación o recombinación genética que les permitirá crecer en ese espacio. Las plantas que germinen dejarán más hijos, y posteriormente, en unos pocos años, tendrá usted una planta cuyos ancestros no podían vivir en suelos tóxicos, pero la variante de esa especie puede hacerlo. “Lo mismo pasa con los pesticidas. Nuestra proliferación en el uso de insecticidas ha creado mucha resistencia en algunas especies de insectos. Actualmente existen plagas que son totalmente capaces de resistir a los insecticidas o pesticidas que se vierten sobre los campos de cultivo. O en el caso de los seres humanos, si usted usa recurrentemente un cierto medicamento para atacar un problema bacteriano, habrá algunos mutantes de esas bacterias que serán resistentes a dicho medicamento. Y esas bacterias proliferarán, generando una nueva variedad de bacterias, fijadas (o sea, adaptadas) en un tiempo relativamente corto.
“Todo depende de cuánto es el tiempo de generación de la especie, porque recuerde que el proceso de selección natural implica que haya variación. Unos seres serán más capaces de resistir a la toxina, al suelo tóxico o a los medicamentos. “El segundo proceso consiste en que esas especies dejen más hijos que las que no son resistentes. Y el tercero es que esas características nuevas se hereden. Y estos procesos dependen del tiempo generacional. En el caso de una bacteria, la evolución puede ocurrir en solo unas horas o unos años. Para una población de elefantes, o para las coníferas, que viven 500 años, el tiempo de ir heredando y generando esas variantes obviamente será más prolongado. “El punto aquí es que el impulso de evolución puede ocurrir a velocidades mucho más rápidas de lo que pensamos normalmente, porque depende de la variación genética, del proceso de selección natural y de la intensidad de presión del ambiente. O sea que la evolución puede producirse en un tiempo relativamente corto, dependiendo de la intensidad de selección del ambiente y del tiempo generacional de cada especie.” — ¿Esos factores de modificación ambiental pudieran haber influido también en el incremento de especies y en la biodiversidad?
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“Ese proceso de extracción minera empezó a ocurrir hace unas décadas o, si acaso, unos siglos. Pero ya podemos ver que el proceso de selección natural ha permitido que haya plantas capaces de vivir en estos suelos, cuando antes no las había. En un ambiente nuevo, donde antes casi ninguna planta podía existir, ahora existe.
— Seguro. Lo que ha generado esta gran proliferación de especies ha tenido, como decíamos, la variación genética de los diferentes grupos y organismos, y por otra parte la variación en el ambiente. Pensemos en lo que debió haber sido el cambio tan dramático, cuando todos los continentes estaban pegados en un solo continente, la Pangea. Al separarse, se fueron creando continentes y ambientes muy distintos entre sí. “Imagínese el potencial de generar especies nuevas. Al transformarse Pangea y repartirse en segmentos se produjo una cantidad enorme de costa, lo cual abrió la posibilidad de que surgieran especies, por selección natural y evolución, que no existían antes en toda esa gran masa continental. La variación o heterogeneidad ambiental es el factor que impulsa la generación de nuevas especies.” — Esas modificaciones en los procesos de gestación de la vida nos hacen pensar que habitamos un planeta vivo, en continua evolución. ¿La adaptación es un punto importante en estos procesos? — Sí, pero recuerde que no se presenta como algo predeterminado. Por ejemplo, los árboles de mangle, cuyas características son verdaderamente fasci-
nantes: tienen en sus hojas unas glándulas que les permiten deshacerse del exceso de sal. Esto es así porque habitan en un ambiente tan demandante (la alta concentración de sal en el agua de los esteros), que tuvieron que producir adaptaciones verdaderamente espectaculares; lo que ningún otro árbol, en un jardín o en un parque, tuvo que hacer, porque allí no existía esa presión ambiental. “Si una especie quisiera ser capaz de vivir en un manglar, donde hay agua salobre, tendría que realizar ese tipo de adaptaciones para lograrlo. Hoy vemos a los mangles como sin nada, pero tuvieron que llegar algunas semillas a ese ambiente difícil, cuyos genes les daban la capacidad de producir esas glandulitas al crecer. Por eso hoy tenemos árboles de mangle perfectamente adaptados para vivir en esas condiciones. “En la población humana hay personas que viven en lo alto de las montañas; en los Andes, por ejemplo. Su sangre tiene un volumen diferente al de los que vivimos en las zonas bajas, y eso les da la capacidad de capturar oxígeno de modo más eficiente. La pigmentación de la piel es algo que tiene que ver con el tipo de radiación a la que estamos expuestos. Si una persona de África tuviera una piel como alguien
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“Nuestra especie ha podido acercarse físicamente mucho, de manera que nunca hemos tenido un aislamiento reproductivo. Pero esto podría suceder en grupos que viviesen en lugares muy contrastantes; esquimales que no pudieran tener progenie con gente de las zonas tropicales, por ejemplo. Se llega al aislamiento reproductivo cuando las diferentes poblaciones al cruzarse no producen progenie fértil.”
Los grandes avances de la investigación científica — Doctor Dirzo, de Darwin a la fecha, ¿cuáles han sido los principales avances de la investigación científica en materia de evolución? ¿Podría darnos algunos ejemplos? — Yo creo que Darwin tuvo una intuición verdaderamente espectacular, pero no tuvo a la mano la herramienta de la genética. Lo irónico del asunto es que, no muy lejos de su tiempo, el padre Gregorio Mendel8 estaba experimentando con los chícharos y demostrando que, de acuerdo a como hacía las cruzas, el color de los pétalos de una planta podía heredarse de una u otra forma. En esencia, descubrió la influencia genética. “Darwin nunca supo que esa variación que él veía dentro de una población se debía a la variación genética. Los genes son los que hacen que haya variación en una especie. Si es una variación impuesta por el ambiente, no se hereda; pero si tiene una base genética, sí. “A pesar de no contar con esa herramienta de la genética, fue capaz de intuir y dilucidar el proceso de selección natural. ¡Imagínese lo grandioso de Darwin! “La genética es el tema específico para el potencial de evolución de las especies. El otro gran avance, diría yo, viene con James Dewey Watson y Francis Crick, no solamente por intuir que hubiera partículas que hacían que los pétalos de los chícharos fueran blancos y no rojos, sino porque descubrieron el proceso que hace posible que esto suceda. “Ellos describieron el modelo de la doble hélice, con el que se pueden conocer las bases que hacen que se produzcan mutaciones por causas ambientales o por razones de recombinación genética. Y que nos da 8 Gregor Johann Mendel (20 de julio de 1822–6 de enero de 1884) fue un monje agustino católico y naturalista nacido en Heinzendorf, Austria, que describió, por medio de los trabajos que llevó a cabo con diferentes variedades del guisante o arveja (Pisum sativum), las llamadas ‘leyes de Mendel’ que rigen la herencia genética. Los primeros trabajos en genética fueron realizados por él. Su trabajo no fue valorado cuando lo publicó en el año 1866. Hugo de Vries, botánico neerlandés, Carl Correns y Erich von Tschermak redescubrieron por separado las leyes de Mendel en el año 1900. (http:// es.wikipedia.org/wiki/Gregor_Mendel).
una explicación clara, fehaciente, de cómo ocurren estas variantes dentro de una misma especie. “Y por último, ya en tiempos más recientes, contamos con la tecnología para poder analizar molecularmente, vía el ADN, todos estos fenómenos de los que estamos hablando. “Al día de hoy podemos observar en dónde estuvo el ancestro de las plantas o pájaros de las islas galápagos, qué modificaciones tuvo que haber para que un pájaro tuviera el pico ancho y pudiera comer semillas grandes, y otro pájaro tuviera el pico esbelto, para poder picar en las flores y sacar el néctar. “Como nunca antes, podemos apreciar todos estos fenómenos de manera vívida, a través del análisis molecular del ADN. Ahora puedo saber cuál es el gen responsable de codificar las enzimas para generar una sustancia química en las plantas que yo estudio, para evitar que las coman ciertos animales. Es algo verdaderamente fascinante…” — ¿Y la nanotecnología, que estudia aquello todavía más pequeño, está contribuyendo también al conocimiento de la evolución de las especies? — No solo vemos moléculas grandotas que pudieron haber hecho diferencias en los cromosomas, por ejemplo. Con la nanotecnología se puede ver, en biología o genética molecular, cuando el gen se prende o se apaga. ¡Imagínese! Se prende o se apaga para que una característica se exprese o no. Que una enzima se produzca solo bajo ciertas condiciones y no bajo otras. Realmente, la tecnología con la que contamos hoy es espectacular. “Otro aspecto relacionado que ha contribuido grandemente a revolucionar el conocimiento tiene que ver con la actual capacidad de analizar cantidades masivas de datos. Pongamos como ejemplo la base de datos que tiene la CONABIO, donde cada uno de los especímenes que han sido identificados en México se encuentra en esa base de datos, con su nombre, validado por el experto, con las zonas geográficas en las que se encontró, su latitud, longitud, elevación. “Son miles de datos referidos a las especies. Entonces, si usted quisiera hacer un modelo sobre los cambios en el clima y su afectación en el territorio de México, pediría una búsqueda a la base de datos de la CONABIO para saber cuáles son los sitios en los que se han encontrado ejemplares de determinada especie, para saber si hay algunos que coincidan con la nueva temperatura que va a haber y poder predecir si la planta se va a poder desplazar o no para acomodarse a las modificaciones del clima. “¿Se da cuenta de la cantidad de datos que uno tendría que manejar si lo hiciera en una libreta? ¿Solo para saber si una especie cualquiera podría sobrevivir bajo ciertas condiciones de temperatura, elevación, latitud, longitud, precipitación, etcétera? Imagínese poder hacer este tipo de predicciones para las 30 mil especies de plantas que tenemos, con base
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de Escandinavia, no le iría muy bien. Los seres humanos somos todos de la misma especie, pero nos diferenciamos por la variación ambiental a la que estamos expuestos.
en la información de sistemas de cómputo, con una capacidad y a una velocidad de procesamiento nunca antes conocidos. “Cuando trabajé en mi tesis, lo hice con mi calculadora de mano, y para la parte más compleja de mis análisis llevaba mis tarjetas perforadas al área de cómputo y me ponían en la fila para lograr que tres días más tarde me entregaran un mapita que yo quería generar. “¡Cómo ha cambiado todo eso! Mis estudiantes en el laboratorio, en la UNAM o aquí en Stanford, hoy en día manejan bases de datos de miles y miles y miles de puntos de entrada en las hojas de cálculo, y obtienen los resultados en un segundo. “¡Esa capacidad de analizar datos es verdaderamente espectacular. La capacidad de poder hacer múltiples inferencias o análisis con base en técnicas moleculares de ADN; la capacidad de viajar, de poder ir a verificar, por ejemplo, cómo han cambiado o no los genes de las plantas que estudié cuando hice mi doctorado, hace 25 o 30 años… todo esto nos pone en una situación verdaderamente fascinante de ser científico hoy en día…”
— Es un privilegio para ustedes tener todas estas herramientas que Darwin no tuvo, ¿no? — Que Darwin no tuvo o que incluso mis maestros no tuvieron. ¡Cómo habrá sido de revolucionario el cambio, de Darwin a nosotros! Él publicó El origen de las especies en 1859. “De esa época para acá los cambios han sido impresionantes. Pero de las últimas décadas, de que yo era estudiante para acá, la tendencia de cambio ha ido a una velocidad increíble.” — ¿No es difícil manejar tanta información? Cómo se aprovecha esto… nuestra capacidad para pensar sigue siendo la misma, ¿o no? ¿Cómo hacemos para manejar toda esa complejidad, porque si bien podemos picar botones y tener en fracciones de segundo la información, nuestras mentes necesitan hacer el proceso a la misma velocidad o al mismo ritmo que antes? — Yo me imagino que pasan varias cosas. Una es que nosotros mismos nos estamos forzando… por allí se cuenta que usamos nuestra capacidad neuronal a un mínimo del potencial que podríamos hacerlo. O sea que todavía podríamos ser más hábiles para
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usar nuestras capacidades si tuviésemos el entrenamiento y la presión necesaria. Yo, por ejemplo, ya no puedo vivir sin mi calendario. Cuando era estudiante, mis citas eran de tal complejidad, que con un papelito me manejaba muy bien. Ya no es lo mismo. Tengo un calendario en una computadora, al que confronto con el de otro laboratorio, para ver si funcionan los horarios. En fin, hoy tenemos muchos recursos a los cuales podemos recurrir. — Por ejemplo, el acceso que usted tiene a todos los científicos que tienen que ver con su tema en el mundo. Ahora ya hay posibilidad de estar en contacto con ellos, ¿no? — Eso es lo que estamos haciendo. En tiempo real, podemos interactuar entre colegas y discutir cosas tales como ‘por qué no corremos este modelo, por qué no le modificas las variables en esta forma… a ver de qué magnitud es el cambio necesario para que este gen se exprese o no’. Eso hoy en día lo podemos hacer en una conversación como la que estamos teniendo por Skype. Cuándo Darwin se iba a imaginar esto. Bueno, él lo hacía todo por cartas. Son un tesoro fantástico las cartas de Darwin, están muy bien recuperadas. Pero imagine el proceso de escribir, con su paciente mano, y reflexionar todo con mucho cuidado, esperar a que el barco llegara, y después ver la respuesta. Todo eso actualmente se puede obviar de manera inimaginable.
— Seguro pasarían meses para poder tener respuestas de otros científicos, o enterarse de los nuevos descubrimientos. ¿Cómo hacen ustedes para estar al día? — Hay una manera muy tradicional, y yo me precio mucho de que todavía exista: los eventos científicos, las conferencias, en las que cada año o cada dos años, dependiendo del tipo de reunión, nos vemos y compartimos lo que estamos descubriendo. La otra es la comunicación expedita. Cuando era estudiante de doctorado, había probablemente una colección de diez revistas, que eran las que yo más utilizaba. ¡Eso es hoy una locura! Debe haber unas 200 revistas en las que tengo que buscar los artículos que son relevantes para mi campo. Pero yo tengo un programa al que le pido que me haga una búsqueda de interacción planta-animal, y de las 50 mil referencias que pudiera haber, me las filtra, las selecciona y me da las 20 que tengo que leer de aquí a la próxima semana. “Tenemos una cantidad de recursos envidiables. Lo curioso es que ya todo lo damos por hecho. Hasta antes no se concebía que pudiéramos trabajar así. Fíjese que acabo de estar en mi curso de campo de Stanford en la reserva de Los Tuxtlas, y con las tormentas tan brutales que han ocurrido, una cosa que pasó es que el router del sistema de cómputo de la reserva de la estación de la UNAM se quemó. Y en los
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cinco días que no pudimos tener acceso a la Internet, los estudiantes se querían cortar las venas. Parecía que estábamos totalmente perdidos e incomunicados en el planeta. Y solo fueron cinco días de no poder tener acceso a Internet.”
Hallazgos en la biología tropical — En relación con el tema de Los Tuxtlas… ¿Cuáles son los hallazgos más importantes que usted ha hecho en materia de biología tropical? — Sí… ha sido interesante, porque he pasado del campo de la ecología evolutiva, fundamental, a la aplicación práctica, como es lo que tiene que ver con la conservación biológica. Le doy un ejemplo que en cierto modo refleja un poco de mi historia personal en el campo del trabajo específico de la conservación en biología tropical. “Al trabajar sobre el tema de las interacciones planta-animal, empecé a comparar Los Tuxtlas con la reserva de Montes Azules en Chiapas —esa que le digo que tiene 330 mil hectáreas de extensión, que es el mismo tipo de ecosistema o de selva. “Me di cuenta de todos los cambios derivados del proceso de defaunación. Los Tuxtlas han perdido o tienen densidades muy bajas de población de venados, tapires, jabalíes y jaguares. Ya no tienen la harpía ni el mono araña, un mono que era muy importante pues comía los frutos y dispersaba las semillas de diversas especies de árboles. “Llevo prácticamente 25 años comparando los dos ecosistemas, con mucho detalle en cuanto al creci-
miento de las plántulas (plantas bebés), en cuanto al ataque de las semillas. Si ya no hay tapires ni venados, qué les pasa a las semillas, cómo germinan, en fin, todo eso. Empecé a notar que al no haber muchos de los animales en un sitio, cambiaba todo el bosque. “Las especies de plantas que tienen semillas grandes, que eran las que se iban a comer los tapires, jabalíes y venados, ahora no había quién se las comiera. Porque los roedores pueden comer semillas pequeñas pero no grandes. Y lo que vi es que las semillas grandes estaban germinando y produciendo plantas de manera mucho más abundante de lo que ocurría en el sitio donde sí había jabalíes, venados, tapires y demás. Y que las plantas que estaban germinando tenían una estructura y una composición muy diferentes. “Decidimos experimentar en la reserva de Montes Azules, donde están todos los animales grandes, poniendo jaulas, exclusiones, cercas, para impedir que llegaran allí esas especies de animales, y resultó que la comunidad de plantas de esos sitios cercados, que simulaban la defaunación, se parecía a la comunidad de plantas que tenemos en Los Tuxtlas, donde no hay esos animales. “Experimentalmente, corroboramos lo que la observación nos sugirió. Que la defaunación repercute no solamente en que ya no haya animales sino en que pueda cambiar el ecosistema porque cambia la interacción planta-animal. “Al cambiar la composición y estructura de las plantas bebés en una selva, al cabo de los años puede
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La defaunación en Kenia podría traer consecuencias devastadoras “Ahora estoy trabajando en un proyecto interdisciplinario muy grande de defaunación en Kenia, África, donde hemos descubierto que en sitios donde los elefantes, las jirafas, las cebras y demás son cazados o eliminados por razones de tráfico ilegal, comercio de los colmillos, etcétera, las poblaciones de roedores se han incrementado en casi tres veces de lo que habría si todos los elefantes, cebras y jirafas viviesen. “Y eso se parece mucho a lo que hemos estudiado en México o en la Amazonia. Pero lo curioso es que al tener esa proliferación de roedores, sabemos que las pulgas que ellos llevan son agentes vectores de una serie de enfermedades que también aumentan, lógicamente. Y por tanto, se multiplican los riesgos de que la población humana adquiera o se contagie con las enfermedades que llevan esos roedores. “De ahí que estemos trabajando en un programa enorme, con médicos, geógrafos, sociólogos, para estudiar la ecología de los elefantes y de los animales grandes y la ecología de los roedores. Nos hemos embarcado en el proceso de limpiar la piel de los roedores para capturar las pulgas que llevan y mandarlas a un laboratorio de genética para extraerles el ADN y ver qué factor patogénico llevan. Y estamos descubriendo cosas terribles. “La gran plaga del Medioevo está presente en algunas especies de roedores. Y si esos roedores aumentan en abundancia y entran en contacto con las poblaciones humanas, imagínese el riesgo tan enorme.
sias11, que se podrían ver en un proceso de emergencia o de reemergencia, si seguimos eliminando la fauna de animales grandes. “Obviamente estamos preocupados, no solo por lo triste que será que las siguientes generaciones de seres humanos ya no podrán conocer a los elefantes, más que en los zoológicos. Pero más allá de eso, porque el hecho de que no haya elefantes podrá producir el riesgo de que se genere una zoonosis de enfermedades, de plagas, que se pensaba que habíamos erradicado, como la plaga12, por ejemplo.” — Que pueden ser devastadoras para todos los seres humanos… — Imagínese si surgiera nuevamente la peste bubónica… — ¿La peste bubónica viene de la pulga? — Sí, de los roedores que traen esos ectoparásitos. Se dan interacciones entre los roedores, sus pulgas y los patógenos que éstas llevan. Es toda una cadena. Por eso estamos involucrando a médicos, extensionistas, modeladores matemáticos y ecólogos. Yo trabajo en esto con mis estudiantes del laboratorio y con colegas de Stanford y de otras universidades.
La brecha entre la ciencia y lo que sabe el hombre común — Hay una brecha histórica muy grande entre el conocimiento del científico y lo que la gente sabe… es un problema inmenso. Los científicos se enteran de las cosas, pero no la gente común, que podría hacer algo para cambiar sus hábitos, para proteger a las especies, para tener una conciencia mayor. Ecuador y México entre los años 1818 y 1819. La mayoría del conocimiento de la patología y epidemiología actual fue definida antes de 1940, de modo que la investigación actual se enfoca a la secuencia del ADN y los procesos celulares internos que le confiere al organismo su virulencia e inmunidad, así como al mejoramiento en el desarrollo de medidas profilácticas. (es.wikipedia.org/wiki/Leptospira).
9 Las especies del género Bartonella causan enfermedades como la enfermedad de Carrión, fiebre de las trincheras y enfermedad por arañazo de gato, así como otras enfermedades tales como la angiomatosis bacilar, peliosis hepatis, bacteremia crónica, endocarditis, linfadenopatía crónica y enfermedades neurológicas. (es.wikipedia.org/wiki/Bartonelosis).
11 Las rickettsias son un género de bacterias. Son parásitos intracelulares muy pequeños, causantes de enfermedades infecciosas transmitidas por aerosoles, mordeduras, picaduras, rasguños, aguas y alimentos contaminados. Por ejemplo, causan el tifus clásico (transmitido por piojos), el tifus murino (por pulgas) y la fiebre de las montañas rocosas (por garrapatas). También se han asociado con gran variedad de enfermedades de las plantas. (es.wikipedia. org/wiki/Rickettsia).
10 La leptospira es un género de bacterias del orden de los espiroquetales. Ha estado en el planeta por miles de años, encontrándose descripciones probables en Mesopotamia y Egipto, aunque su rol como causantes de enfermedades ha sido identificado en investigaciones relativamente recientes. El alemán Adolf Weil fue el primero que describió esta enfermedad, en 1886, aunque ha sido conocida y reportada mucho antes, con relatos en la literatura que asocian fiebres e ictericia en granjeros, inundaciones y ganado, desde la China e India hasta Europa. La Primera Guerra Mundial incrementó las investigaciones, porque las condiciones de atrincheramiento causaban un incremento inusual de la infección. El reservorio natural fue descubierto en las ratas en
12 La plaga es una enfermedad grave causada por una infección de un tipo de bacteria que se encuentra en roedores y sus pulgas. Puede existir en distintas formas en personas y puede requerir aislamiento estricto y procedimientos de desinfección. La forma de transmisión más común es la exposición a pulgas infectadas. Otras fuentes importantes de infección incluyen la manipulación de animales infectados (especialmente gatos, conejos y roedores), gotas transportadas por el aire provenientes de mascotas o humanos afectados por la plaga neumonítica o por exposición en laboratorio. La plaga se puede transmitir a través de la tos. (http://www.health.ny.gov/es/diseases/communicable/ plague/fact_sheet.htm).
“Podemos pensar en múltiples enfermedades, provocadas por las Bartonellas9, leptospiras10 o rickett-
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producir la modificación de toda la selva. Recuerde que las plantas chiquitas en una selva son los bebés que van a ser el futuro de la selva, cuando mueran los árboles grandes. Estamos llegando a sugerir que toda la estructura y diversidad de la selva tropical podría cambiar de manera drástica si no están los animales. Y eso era algo que no nos pasaba claramente por la cabeza.”
Parte del objetivo de hacer este libro fue justamente divulgar qué está pasando con la biodiversidad, cómo nos afecta su pérdida. Pero en cuanto a estos asuntos que usted ha abordado, y que son dramáticos y graves, ¿qué se está haciendo para que la población de África, por ejemplo, o la población de Los Tuxtlas o, en general, la humanidad pueda enterarse y tomar conciencia y cambiar su actitud hacia el medio ambiente y la naturaleza? — Lamentablemente, como sociedad no nos hemos quitado la venda de los ojos para atacar este problema. Usted lo ha dicho muy bien. Para mí, científico, es muy interesante que yo vaya a mis congresos y me relacione con mis colegas. Pero allí no termina la cosa. Hay dos grupos de la sociedad en los que este tipo de hallazgos, de trabajo, de descubrimientos, deberían ir directamente. Uno, el público general, incluyendo a las poblaciones locales. Y dos, esa subespecie que conocemos como tomadores de decisiones. “La CONABIO, por ejemplo, ahora se ha enfrascado en un programa muy intenso de comunicación y divulgación, incluso para niños. Es fantástico el módulo de la biodiversidad para los niños. Yo, Esmeralda, desde que estaba en México, en la academia, participaba en los “Domingos en la ciencia.” Ya perdí la cuenta de a cuántos lugares de provincia fui y a cuántas escuelas rurales o primarias en el Distrito Federal, para tratar de explicar lo que estoy haciendo. “Pero creo que estamos ante un problema estructural muy profundo. Los grandes medios de comunicación no nos han dado la mano que requeri-
mos. En nuestro país la televisión tiene un poder de penetración increíble. “Sería excelente que los medios de comunicación nos abrieran espacios o nos ofrecieran una fracción de tiempo más generosa para divulgar el conocimiento; y me refiero sobre todo a la televisión, por su alto poder de penetración. Si las televisoras se interesaran más en este tipo de temas que estamos charlando ahora, y nos ayudaran a socializar el conocimiento, sería de gran utilidad. “Nos encontramos ante una responsabilidad muy grande, y deberíamos tener a la mano los medios para poder compartir lo que hacemos los científicos día con día. “En mi caso, en cada artículo que escribo tengo la esperanza de que alguien, más allá de la revista científica en que lo publiqué, lo pueda ver y lo transmita a un público más amplio. No se imagina cuántas veces he tratado de acercarme a los periódicos o a las televisoras. Pero en general, si los programas no tienen rating, no son tan atractivos y no divulgan en la magnitud en que deberían hacerlo. “Eso no quiere decir que nos olvidemos y sigamos en el statu quo. Lo que estamos haciendo ahorita mismo, este ejercicio de capturar las visiones y hallazgos de los científicos y hacerlos accesibles a un público más amplio, es muy importante. “Pero yo le aseguro que el libro que usted va a generar tal vez no alcance tanto éxito como si fuera un programa de mucha visibilidad en las horas
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de alto rating, en las grandes televisoras que tenemos en el país. Contar con estos espacios nos ayudaría muchísimo.” — Se pueden hacer subproductos posteriormente. Habrá que concluir el libro y luego reproducir parte de las ideas que están plasmadas en la radio, la prensa o la televisión, ¿no cree? — Hay poco énfasis educativo en nuestras televisoras o radiodifusoras. Pero si nosotros mismos, los científicos, y ustedes, los comunicadores, no seguimos machacando para que esto trascienda más allá del ámbito de la ciencia para llegar a quienes puedan leer el libro, va a ser muy difícil. “Realmente necesitamos crear una cultura de apreciación por lo natural, no solamente porque intrínsecamente es apasionante, como hemos visto a lo largo de esta charla, sino porque habrá repercusiones directas que afectarán a la sociedad; y además, porque tenemos una responsabilidad con las generaciones que vienen detrás de nosotros. “Imagínense lo que nos podrían reclamar: ‘oigan, pero ustedes vieron todos esos problemas y no los atacaron. Vean lo que nos han dejado’. Sería un reclamo muy triste y muy difícil de tragar.”
Alternativas para la conservación biológica — Doctor Dirzo, ¿usted ha participado en el diseño de estaciones de biología? — Participé en los estudios que llevaron a la constitución de la Reserva de la Biosfera de Los Tuxtlas, para analizar por dónde debía ir el corredor que conectara la reserva con el Volcán San Martín. “Pero los grandes pioneros, los grandes visionarios han sido, por ejemplo, el doctor Arturo GómezPompa, que pensó que era indispensable contar con una estación de biología tropical en Los Tuxtlas, en Chamela, en Puerto Morelos o en Mazatlán; la maestra Helia Bravo, en los desiertos; el doctor José Sarukhán en los trópicos, o el doctor Gonzalo Halffter en los desiertos del norte de México. “Ellos fueron quienes pensaron en montar una infraestructura que permitiera a las nuevas generaciones venir a estudiar, a investigar y a saber cómo funcionan estos subsistemas naturales y qué es lo que estaría en juego si no los cuidamos.” — Justamente el doctor Gonzalo Halffter comentaba que está planteando un nuevo modelo de re-
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servas archipiélago, que consiste en interconectar pequeñas áreas ecológicas para que contribuyan a conservar las especies y los ecosistemas y a mantener el intercambio de organismos. ¿Qué otros modelos de este tipo podrían favorecer la conservación de la biodiversidad? — Es muy importante lo que el doctor Gonzalo Halffter está haciendo. En las regiones del trópico-cálidohúmedo de México existe una visión muy arraigada en la gente de convertir la selva en pastizales y sitios para la ganadería. Para contrarrestar esto, habría que preservar la vegetación que está a orillas de los ríos, llamada técnicamente vegetación de galería. “De hecho, ya existe un esfuerzo muy importante al respecto en la región de Los Tuxtlas, para que la vegetación que se ubica al lado de todos los ríos y demás fuentes de agua no se toque y se proteja de manera sistemática. Me complace mencionar que mi gran amigo, don Antonio Azuela (padre del doctor Antonio Azuela de la Cueva, ex procurador de la PROFEPA), es un luchador incansable en este esfuerzo, a pesar de sus cerca de 90 años de edad. “¿Qué ganamos con esto? Proteger el sistema hídrico —el agua—, lo cual es crítico para todas las comunidades y todos lo aprecian; mantener la conexión entre dos porciones de selva en un área determinada, a través de una franja que podría comunicar y permitir el paso de las aves, los murciélagos, los monos y demás especies; y como digo, mejorar el aporte y la calidad del agua. “Otro asunto sería enfocarnos realmente hacia un plan de ecoturismo, que le dé beneficios a las comunidades locales; que éstas no se vean en la necesidad de crear potreros para la ganadería sino que cuenten con una alternativa diferente, que permita conservar pedazos de selva que sirvan como parte de esas piezas del ajedrez grandote, que sería el paisaje que hoy en día está tan transformado. “En este sentido, me interesa mencionar a la comunidad de Benito Juárez, en la Sierra de Santa Marta, de Los Tuxtlas. El programa de ecoturismo y conservación que ahí se maneja (“Anolis”) es sencillamente fantástico y de lo más encomiable, a pesar de que tienen muy poco apoyo y estímulo. Los invito a que visiten este lugar, regresarán encantados y emocionados de conocer el esfuerzo de nuestra gente rural en favor de la conservación.”
— Falta mucho esa conexión, pero ¿sabe qué se me ocurre que sería un mensaje importante que pudiéramos transmitir en el contexto de esta charla?, que falta conexión entre los diferentes sectores del gobierno. Imagínese la SAGARPA, la que tiene a su cargo la ganadería. La SAGARPA necesita tener una conexión muy íntima y directa con la SEMARNAT. “No es posible que SEMARNAT trabaje por separado de la SAGARPA. O que SEMARNAT trabaje por separado de la Comisión Forestal, cosa que no ocurre del todo, pues en realidad ahora están tratando de hacer conexiones muy importantes. O con la Secretaría de Desarrollo Social, para mantener las condiciones propicias de bienestar y beneficios económicos de la población con el ambiente. “Yo diría que deberían estar hablando muy de cerca el señor de la SEMARNAT y el señor de la SEDESOL. La falta de ese tipo de articulaciones interinstitucionales constituye un problema gravísimo en nuestro país. Viendo la situación desde afuera, yo como científico, me pregunto cómo es posible que eso ocurra. Nos falta mucho sentido común en algo que es tan obvio y transparente. “Faltan también las conexiones entre el sector académico y el no académico; entre el sector académico y el de toma de decisiones. Y entre los diferentes cuerpos de toma de decisiones. El ejemplo que ponemos: SEMARNAT y SEDESOL; SEMARNAT y SAGARPA; SEMARNAT y CFE, por mencionar solo algunas. Debería existir en todo esto una articulación profunda e intensa. Yo creo que atacar esta cuestión sería una gran ayuda para nuestro país.” — Tal vez la visión del desarrollo sustentable no haya penetrado suficientemente en las estructuras políticas, sociales y económicas de México. Algunas áreas de investigación de las universidades mexicanas y algunas instituciones están tomando en cuenta el factor ambiental para su enfoque de trabajo. Pero más allá de la academia, ¿pensaría usted que ha trascendido el concepto de desarrollo sustentable al conocimiento de los políticos, de los tomadores de decisiones? La Secretaría de Hacienda asigna presupuestos importantes a la investigación, pero también al desarrollo. ¿Cuál es el tipo de desarrollo que promueve la Secretaría de Hacienda actual?
— Pero para hacer todo eso se requieren políticas públicas congruentes con esta necesidad biológica. Y al parecer también ahí hay otra brecha entre las decisiones gubernamentales, locales, incluso, de un estado, de una entidad, de un municipio, para hacer posible este tipo de esfuerzo.
— Estamos en una situación parecida a la que se tendría con respecto a la salud humana en la medicina. Vamos al médico cuando presentamos alguna enfermedad, pero no usamos la alternativa, que es mucho más eficiente, de ir al médico para asegurarnos que no nos dé esa enfermedad.
También habría que comunicar a los presidentes municipales de las zonas, a la gente, cuál es la situación, para que ellos puedan ir apoyando y contribuyendo. Faltan esas conexiones entre la sociedad y la ciencia…
“En la ecología y en la problemática ambiental, décadas o siglos atrás, debimos haber evitado la deforestación. Yo no lo vi directamente, pero todavía alcancé a escuchar como estudiante, como adolescente, de la existencia de una Comisión Nacional de
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Desmontes en este país. Teníamos una comisión encargada de desmontar el territorio. ¡Imagínese! “Tenemos que cambiar ese tipo de visión e ir con lo que el mundo está viviendo. A lo que voy es que, habiendo hecho tanto deterioro, necesitamos del enfoque de la medicina. Pero lamentablemente, lo que le ocurre a uno cuando va al médico, es que ya tiene la enfermedad. Necesitamos lo curativo. En nuestro campo se llama restauración ecológica. “Necesitamos que la restauración ecológica se vuelva una agenda central de las políticas de gobierno de nuestro país. Está muy bien que haya áreas naturales protegidas. Y qué bueno que ya tenemos 12% del territorio bajo algún sistema de protección. Igual no es mucho consuelo, pero al menos es algo. “Pero a todo lo que está afuera, necesitamos hacerle dos cosas. Uno, lo que decía el doctor Gonzalo Halffter, ver cómo hacer para rescatar del desastre a ese enorme conjunto de paisajes alterados, que podamos rescatarlos. Y dos, restaurar la ecología. ¿Cómo vamos a restaurar? “No se trata solamente de traer arbolitos y reforestar. Hay que restaurar los procesos ecológicos. Esa es toda una agenda científica y técnica que incluye, obviamente, el establecimiento de políticas, de planes de manejo que sean acordes con la situación que estamos viviendo, pero también de programas de entrenamiento profesional en la materia.
“Tampoco es algo del otro mundo. En el caso de la medicina lo tenemos muy claro desde siglos atrás. Eso hay que adoptarlo a la problemática ambiental. Pero no podemos esperar 200 años más. No habrá tiempo. “Al respecto, quiero comentarle que, junto con un grupo de científicos de varias universidades, la mayoría de Stanford, California, hemos redactado un documento que se refiere al consenso científico de los sistemas que mantienen la vida del planeta. “Y en este consenso, básicamente, el argumento que tenemos es que nos quedan aproximadamente entre 30 y 40 años en que aún podremos prevenir que se venga un cambio de condición o de situación del estado ecológico de la Tierra.”
El antropoceno, el punto de no retorno “Si la concentración de gases de efecto invernadero continúa, dice el científico, si la tasa de deforestación se mantiene, si la tasa de extracción de recursos no disminuye, si la invasión de especies exóticas pervive, si los niveles de contaminación siguen adelante, habrá un punto de no retorno. “Estamos realmente muy cerca de ese punto en el que un pequeño empujón podría producir una situación que nosotros le llamamos ‘un nuevo estado ecológico’. Como ocurrió cuando cayó el meteoro del
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Chibchulub, o cuando las plantas empezaron a producir oxígeno, lo que hizo que el planeta entrara en un estado totalmente diferente. “Las grandes eras geológicas tienen un nombre que denota que la Tierra entró en un cambio, en una situación de equilibrio, en una situación a veces llamada de ‘equilibrio diferente’, en una situación de estado estructural y funcional distinto. Hoy en día estamos hablando de que hay una nueva era geológica llamada el antropoceno, en la que nosotros somos una fuerza biológica que puede cambiar el planeta a un estado nuevo, distinto totalmente. “Y el asunto que estamos tratando en este consenso científico es que el tiempo que falta en que pudiera la pelota caerse al barranco no es mayor a cincuenta años. En ese documento tratamos de ejemplificar cómo es que llegamos a esa conclusión, que ha sido firmada por alrededor de 900 científicos (Ver http:// consensusforaction.stanford.edu/see-scientific-consensus/execsummary_spanish_03.pdf). “Es el momento de hacer algo; de no hacerlo, podríamos llegar a vivir una situación irreversible. A eso me refiero con un nuevo estado, que no sea reversible la situación en la que estamos. Creo que tenemos una ventana de tiempo, pero no es muy larga.” — ¿900 científicos de todo el planeta? — Sí, terminamos ese documento a principios de este año y de inmediato lo empezamos a circular. A las primeras semanas ya teníamos 300 firmas y ahora ya perdí la cuenta, porque no le doy seguimiento día tras día, pero alguien nos ha dicho que un número mágico sería llegar a un millón de firmas. “Con eso podríamos acceder a muchos de los presidentes del mundo. Llevarles ese consenso y decirles cuál es la responsabilidad que tenemos. Está hecho para que todo mundo lo pueda leer. “Cuando salió a la luz el consenso, lo presentamos ante el gobernador Jerry Brown, de California, y él realmente lo abrazó como un proyecto que quiere difundir ampliamente; ya lo ha llevado a China y a otros países. Escribí también un artículo para un periódico de aquí de California, que con mucho gusto se lo puedo mandar.” — ¿Qué es lo que hace ahora, doctor, en Stanford? — Soy profesor e investigador del Departamento de Biología. También dirijo el Centro de Estudios Latinoamericanos, donde trato de promover la cultura, la tradición y la ciencia de América Latina en la comunidad de la Universidad de Stanford en este país. “Llevo mis proyectos de Los Tuxtlas, de las reservas de Montes Azules, de Chamela. Casi toda mi investigación ocurre en México. Yo estoy allá prácticamente todo el tiempo. Y ahora trabajo también con el proyecto que le comenté de Kenia, en África: El impacto de la defaunación sobre la salud humana.”
— ¿Cuál es el reto más grande que ha enfrentado usted como ser humano, como investigador? ¿Qué es lo que más trabajo le ha costado y cómo ha logrado superarlo? — Lo que me ha costado más trabajo, y no sé si lo he logrado superar, es esto, precisamente, cómo hacer que la investigación que yo hago trascienda más allá del ámbito científico. Eso para mí ha sido el reto más grande. “Y déjeme decirle que no es por pereza; de hecho, he realizado al respecto un esfuerzo más o menos sostenido, pero no he logrado que todas estas historias científicas y esfuerzos de conservación que le he comentado vayan más allá de mis estudiantes o de mis colegas científicos. “Cómo hacer para que todo este bagaje de información con que contamos se socialice, ése es el gran reto. Que logre pasar a la sociedad. “De lo que he hecho, ha sido muy satisfactorio. Tengo programas educativos en comunidades rurales en México. Aquí en California, con los hijos de inmigrantes, manejo cuatro programas de educación en ciencia para niños, con estudiantes de familias que migraron fundamentalmente de México. Si bien ha sido difícil, también ha resultado de lo más alentador.”
Los retos de la biodiversidad — Y en cuanto a los retos de la biodiversidad en México, ¿podría darme tres de ellos, los más urgentes de atender? — El más importante es detener la deforestación. ¿Podríamos comprometernos todos en el país a lograr que la deforestación fuera de cero, a partir de ahora? ¿Se acuerda que le dije que la principal causa de pérdida de biodiversidad es la destrucción del hábitat natural? “¿Podríamos enfrascáramos como sociedad en México —de la mano de los científicos, de los industriales, de los maestros, de los comunicadores— para lograr que, de aquí en adelante, la tasa de deforestación de México fuera de cero? No más deforestación, no más destrucción. “Hacer todo lo que tenemos que hacer, como producir alimentos, bienes o servicios, pero con cero deforestación. Y de lo que aún tenemos, que es muy valioso y tiene potencial para recuperarse, ¿podríamos enfrascarnos en un programa de restauración? Eso para mí sería el segundo gran reto. “Y el tercero, lograr una nueva generación de niños, una nueva cohorte de mexicanos que tengan en su mente la visión de que la biodiversidad no solo es fascinante, sino que es crítica para nosotros. Y hacer que estos niños se conviertan en nuestros mejores embajadores de aquí al futuro. Esos serían mis tres grandes sueños en el campo específico de la biodiversidad en México.”
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Índice fotográfico Págs.
Portada 8, 9
Diseño y fotografía: Octavio Fossey. Con imágenes de Elvia Esparza (Instituto de Biología de la UNAM). 01/07/2014. Laguna Pojoj, Parque Nacional de Montebello, Chiapas. 02/09/2011. Autor: Javier de la Maza.
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Apareamiento de la rana pintada (Smilisca baudinii). Estación Chajul, Selva lacandona, Chiapas. 27/08/2008. Autor: Javier de la Maza.
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Dr. José Sarukhán de joven, con Samuel Pérez Rosales, Mario Souza y Alejandro Medina, cerca de Las Truchas. Carretera México-Toluca. ca. 1961. Autor: Jesús Manuel León Cázares.
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Dr. José Sarukhán en trabajo de campo, cerca de Valle Nacional, Oaxaca. ca. 1961. Autor: Arturo Gómez-Pompa
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Dr. José Sarukhán, en el laboratorio de Ecología, UNAM. ca. 1974-75. Foto de archivo familiar.
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Hongos de copa (Cookeina sp.). Estación Chajul, Selva Lacandona, Chiapas. 31/07/2011. Autor: Javier de la Maza.
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Palmas de guano (Sabal mexicana). Ejido Galacia, Marqués de Comillas, Chiapas. 31/07/2011. Autor: Javier de la Maza.
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Apareamiento de mariposas transparentes (Hypoleria cassotis). Río Lacantún, Selva Lacandona, Chiapas. 13/08/2008. Autor: Javier de la Maza.
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Águila crestada (Morphnus guianensis). Río Tzendales, Selva Lacandona, Chiapas. 24/09/2013. Autor: Javier de la Maza.
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Mariposa tronadora (Hamadryas amphinome) en frutos de arácea. Estación Chajul, Selva Lacandona, Chiapas. 24/09/2013. Autor: Javier de la Maza.
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Mono saraguato (Alouatta pigra). Río San Pedro, Selva Lacandona, Chiapas. 03/10/2010. Autor: Javier de la Maza.
38, 39
Flor de zapote de agua (Pachira acuatica). Río Tzendales. Selva Lacandona, Chiapas. 22/06/2009. Autor: Javier de la Maza.
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Dr. Jerzy Rzedowski de joven, en lo alto del Nevado de Toluca. Suroeste del Estado de México, ca. 1948. Foto de archivo familiar.
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Dra. Graciela Calderón de Rzedowski y su hija Ana. Instituto de Ecología A. C., Campus Pátzcuaro, Michoacán. 14/07/2012. Autora: Esmeralda Loyden.
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Dr. Jerzy Rzedowski en una lancha, en la época en que era estudiante de la carrera de Biología. Cerca de Gutiérrez Zamora, Veracruz, ca. 1952. Foto de archivo familiar.
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Dr. Jerzy Rzedowski en la ciudad de Pátzcuaro, Michoacán, ca. 1989. Foto de archivo familiar. Autor: Agustín Rivera.
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Cumbres del Parque Nacional Iztaccíhuatl, Popocatépetl. Límites de Puebla, Morelos y México. 22/06/2013. Autor: César Hernández Hernández.
48
Cardo (Cirsium sp.). Volcán Nevado de Toluca. 15/11/2003. Autor: Javier Hinojosa.
49
Copal (Bursera sp.). Isla de Santa Catalina, Parque Nacional Bahía de Loreto, Baja California Sur, ca. 09/2002. Autor: Manfred Meiners Ochoa. Banco de Imágenes de CONABIO.
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Río Ciudad Valles. Ejido Micos, San Luis Potosí. S/fecha. Autor: Efraín Hernández Xolocotzi. Banco de Imágenes de CONABIO. 297
Págs.
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Helechos arborescentes. La Soledad. Sierra Madre del Sur. Oaxaca. 23/12/2010. Autor: Javier de la Maza.
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Dr. Jerzy Rzedowski, a la salida del Instituto de Ecología A. C., Campus Pátzcuaro. 14/07/2012. Autora: Esmeralda Loyden.
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Cocodrilo pardo (crocodylus moreletii) con mariposas heliconius. Río Lacantún, Selva Lacandona, Chiapas. 23/10/2013. Autor: Javier de la Maza.
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Dr. Arturo Gómez-Pompa en una reunión del Programa MAB, de la UNESCO. Río de Janeiro, ca. 1974. Foto de archivo familiar.
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Dr. Arturo Gómez-Pompa en su oficina en la Universidad de California, Riverside, California, EUA, ca. 1986. Foto de archivo familiar.
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Ceiba (Ceiba pentandra) Selva Lacandona, Chiapas. 15/11/2011. Autor: Javier de la Maza.
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Dr. Arturo Gómez-Pompa durante un experimento de restauración ecológica en la Reserva Ecológica El Edén, Quintana Roo, ca. 2003. Foto de archivo familiar.
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Manglar, Mandinga grande. Coordenadas: 18°59’58.61” N, 96°04’46.17”. Municipio de Alvarado, Veracruz. 28/07/2008. Autora: Joanna Acosta Velázquez.
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Arroyo en el interior de la selva, cerca del río Azul. Reserva de la Biosfera Montes Azules, Chiapas. 23/01/2011. Autor: Javier de la Maza.
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Nauyaca saltadora o mano de metate (Atropoides olmec). Especie hallada en las faldas del Volcán de San Martín, Los Tuxtlas, Veracruz. Bosque mesófilo de montaña. 20/01/2008. Autor: Elí Gacía-Padilla.
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Río Los Tuxtlas, Veracruz. 2003. Autor: Alejandro Boneta. Banco de Imágenes de CONABIO.
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Dr. Arturo Gómez-Pompa con su esposa Norma. Cancún, Quintana Roo, ca. 2008. Foto de archivo familiar.
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Desmonte en la selva de Uxpanapa, Veracruz, ca. 1975. Autor: Bulmaro Bazaldúa Baldo. Foto del archivo familiar del Dr. Arturo Gómez-Pompa.
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Troncos de Ceiba de Uxpanapa, Veracruz, ca. 1975. Autor: Bulmaro Bazaldúa Baldo. Foto del archivo familiar del Dr. Arturo Gómez-Pompa.
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Dr. Arturo Gómez-Pompa en la Universidad Veracruzana. 06/12/2012. Universo. El periódico de los universitarios. Autor: César Pisil Ramos, fotógrafo de Prensa de la Universidad Veracruzana.
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Jaguar (Panthera onca). Zoológico de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. 23/09/2012. Autor: Javier de la Maza.
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El doctor Gonzalo Halffter, representante de México en una reunión de la UNESCO, ca. 12/ 1984. Foto de archivo familiar.
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Escarabajo de estiércol (Scarabaeidae). Reserva de la Biosfera de Calakmul, Campeche. 24/09/2009. Autor: Miguel Ángel Sicilia Manzo.
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Tortuga Golfina (Lepidochelys olivacea). Costa de Oaxaca. 03/09/2011. Autor: Elí García Padilla.
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Plantas de Calathea en flor. Estación Tzendales, Selva Lacandona, Chiapas. 03/10/2010. Autor: Javier de la Maza.
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Dr. Gonzalo Halffter en su casa de Coatepec, Veracruz. 19/01/2013. Autora: Esmeralda Loyden.
90
Reserva de la Biosfera La Michilía, Durango. 2005 . Autor: Alejandro Boneta. Banco de Imágenes de CONABIO. 298
Págs.
91
Vista aérea del Pico de Orizaba. Al fondo se puede observar el gran telescopio milimétrico, en el volcán Sierra Negra, Atzitzintla, Puebla (entre Veracruz y Puebla). 04/07/2006. Autor: Humberto Bahena Basave.
93
“Manglares en el cielo” (por el nombre de la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an, que significa ‘puerta del cielo’, o, de acuerdo con otra traducción, ‘el hechizo del cielo’). Punta Herrero, Sian Ka’an, Quintana Roo. 05/05/2007. Autor: Gabriel Gutiérrez Granados.
94, 95
Iguana de ribera a orillas del río Tzendales. Reserva de la Biosfera Montes Azules, Chiapas. 23/10/2013. Autor: Javier de la Maza.
100
Dr. Francisco Takaki con su hermano Yosio, montados en la yegua La Paloma. Finca La Esperanza, municipio de Escuintla, Chiapas, ca. 02/1945. Foto de archivo familiar.
101
Dr. Francisco Takaki de pequeño, con sus padres y hermanos. Finca La Esperanza, Chiapas, ca. 1945. Foto de archivo familiar.
102
Matrimonio Eizi y Mizuho Matuda, padres adoptivos del Dr. Francisco Takaki. Finca La Esperanza, Chiapas, ca. 1932. Foto de archivo familiar.
103
Dr. Francisco Takaki en las faldas del volcán Popocatépetl. Límites de Puebla, Morelos y México, ca. 10/1957. Foto de archivo familiar.
105
Dr. Francisco Takaki en el Parque Hundido. México, Distrito Federal, 15/05/2013. Autor: Octavio Fossey.
107
Árbol de aguacate (Persea americana). Sierra Juárez de Oaxaca. S/fecha. Autora: Diana Kennedy. Banco de Imágenes de C ONABIO .
110
Pájaro momoto coroniazul o pájaro reloj (Momotus momota). Ejido Playón de la Gloria, Marqués de Comillas, Chiapas. 30/05/2011. Autor: Javier de la Maza.
111
Dr. Francisco Takaki en el Parque Hundido. México, Distrito Federal. 15/05/2013. Autor: Octavio Fossey.
112, 113 Mariposas búho (Caligo memnon). Estación Chajul, Selva Lacandona, Chiapas. 08/09/2010. Autor: Javier de la Maza. 118
Maíz (Zea mays). Yanhuitlán, Oaxaca. 07/08/2012. Autora: Laura Rojas Paredes. Banco de Imágenes de CONABIO.
119
Dr. Eckart Boege, durante la presentación del libro Patrimonio biocultural de los pueblos indígenas de México. Jardín Etnobotánico de Oaxaca, ca. 2009. Foto de archivo familiar.
121
Artesanía huichol. El Nayar, Nayarit. 07/08/2012. Autora: Laura Rojas Paredes. Banco de Imágenes de CONABIO.
122
Sierra de Manantlán, Jalisco. 2004. Autor: Alejandro Boneta. Banco de Imágenes de CONABIO.
125
Crema de corazón de tepejilote. Chinantla, Oaxaca. 18/04/2012. Autor: Adalberto Ríos Szalay.
128
Productos de la milpa. Tepoztlán, Morelos. 18/10/2006. Autor: Adalberto Ríos Szalay.
129
Echeveria (Echeveria sp). Alta Mixteca, Oaxaca, ca. 10/2003 Autor: Manfred Meiners Ochoa. Banco de Imágenes de CONABIO.
130, 131 Mariposas papilio en arenas húmedas. Río Tzendales, Reserva de la Biosfera Montes Azules, Chiapas. 11/05/2011. Autor: Javier de la Maza. 136
Dr. Jorge Soberón Mainero de niño, con culebra. Guapamacátaro, Michoacán, ca. 1959. Foto de archivo familiar. 299
Págs.
137
Dr. Jorge Soberón durante uno de los viajes organizados por la familia De la Maza. Ejido Chajul, Marqués de Comillas, Chiapas. 28/08/1979. Foto en disparador automático. Autor: Luis López del Paso.
138
Pájaro trogón (Trogon melanocephalus). Selva El Ocote, Chiapas. 10/08/2008. Autor: Javier de la Maza.
139
Dr. Jorge Soberón Mainero disfrazado del Frito Bandito. Maderas del Carmen, Coahuila, ca. 2002. Foto de archivo familiar. Autor: Patricio Robles Gil.
141
Reserva de la Biosfera El Vizcaíno. Baja California Sur. 02/12/2010. Autor: Miguel Ángel Sicilia Manzo.
142
Mariposa papilio sobre una corriente de agua. Río San Pedro, Reserva de la Biosfera Montes Azules, Chiapas. 11/05/2011. Autor: Javier de la Maza.
145
Diagrama de nichos. Autor: Dr. Jorge Soberón.
146
Inflorescencia de bromelia terrestre (Acnea sp.). Selva Lacandona, Chiapas. 28/08/2011. Autor: Javier de la Maza.
149
Cascada del río Negro. Reserva de la Biosfera Montes Azules, Chiapas. 28/09/2013. Autor: Javier de la Maza
150
Iguana de ribera. Pantanos de Centla, Tabasco. 04/01/2012. Autor: Javier de la Maza
153
Cocodrilo pardo (Crocodylus moreletii). Laguna Jacana. Reserva de la Biosfera Montes Azules, Chiapas. 03/09/2011. Autor: Javier de la Maza.
155
Árbol de guatope (Inga sp.) Arroyo Miranda, Reserva de la Biosfera Montes Azules, Chiapas. 05/10/2012. Autor: Javier de la Maza.
156, 157
Panorámica del Volcán Popocatépetl. Límites de Puebla, Morelos, y México. 15/05/2013. Autor: Juan Fernando Cano Rodríguez.
162
Dr. Fernando Ortega Gutiérrez, en el Instituto de Geología, Ciudad Universitaria. México, Distrito Federal. 29/04/2014. Autor: Octavio Fossey.
163
Fotomicrografía en lámina delgada de una “eclogita”, un tipo de roca que marca una zona de subducción paleozoica en la región de Acatlán, Puebla. La imagen (2 x 1.5 mm) muestra en luz polarizada sus minerales diagnósticos: grises: albita y cuarzo; amarillos y naranja: piroxena sódica (onfacita); negro: granate. Fue descubierta por el Dr. Ortega en 1973, durante sus estudios de doctorado en la Universidad de Leeds, Reino Unido, lo que dio a la región una dimensión mundial por su importancia en la interpretación tectónica para la construcción de Pangea.
165
Meteorita “Allende”, la roca conocida más antigua del universo. Edad: 4,568 millones de años. Localizada en Parral, Chihuahua. 29/04/2014. Autor: Octavio Fossey.
166
Pegmatita, localizada en el complejo oaxaqueño. Edad: 970 millones de años. 29/04/2014. Autor: Octavio Fossey.
167
Playa y afloramiento ígneo. Mazatlán, Sinaloa. S/fecha. Autor: Efraín Hernández Xolocotzi. Banco de Imágenes de CONABIO.
168
Paisaje de montañas. Ensenada, Baja California. 23/07/2010. Autor: Miguel Ángel Sicilia Manzo.
171
Vista nocturna del Volcán Popocatépetl. Límites de Puebla, Morelos y México. 15/05/2013. Autor: Juan Fernando Cano Rodríguez.
172
Ceiba (Ceiba sp.). Santa María Chimalapa, Oaxaca. 25/06/2009. Autor: Miguel Ángel Sicilia Manzo.
173
Desierto de Atacama. Chile, sector Carrera Pinto. 10/07/2009. Autor: Dr. Wolfgang Griem. Museo Virtual de la Región de Atacama (geovirtual 2.c/) 300
Págs.
175
Selva Lacandona, Chiapas. 01/11/2004. Autora: María Elena Lavín Tierra. Banco de Imágenes de CONABIO.
176, 177
Cría de cocodrilo pardo (Crocodylus moreletii). Laguna Jacana, Reserva de la Biosfera Montes Azules, Chiapas. 02/04/2013. Autor: Javier de la Maza.
182
La pequeña Julia Carabias, con sus padres y hermanos mayores. Ciudad de México, Distrito Federal, ca. 1958. Foto de archivo familiar.
182
La maestra Julia Carabias con su hija Laura en el Bosque de Chapultepec. Ciudad de México, Distrito Federal, ca. 1989. Foto de archivo familiar.
183
La maestra Julia Carabias con el coatí “la mapacha”, Estación Chajul, Selva Lacandona, Chiapas (26/08/2008). Autor: Javier de la Maza.
184
La Maestra Julia Carabias junto a un árbol de caoba. Marqués de Comillas, Chiapas (13/07/2009). Autor: Javier de la Maza.
185
Guacamayas rojas (Ara macao). Estación Chajul, Selva Lacandona, Chiapas. 21/11/2012. Autor: Javier de la Maza.
187
La maestra Julia Carabias en gruta, Matto Grosso do Sul, Brasil. 22/10/2008. Foto de archivo familiar.
188
Arcoiris sobre el río Lacantún. Ejido Chajul, Marqués de Comillas, Chiapas. 07/09/2013. Autor: Javier de la Maza.
191
Jarritos (Salvia sp.). Parque Ejidal San Nicolás Totolapan, Tlalpan, Distrito Federal. 19/09/2012. Autor: Iván Montes de Oca Cacheux.
192
La maestra Julia Carabias en arroyo al interior de la Selva Lacandona. 25/07/2008. Foto de archivo familiar.
193
Orquídeas pulpitos (Prosthechea cochleata). Selva Lacandona, Chiapas. 01/08/2011. Autor: Javier de la Maza.
194, 195
Mono saraguato (Alouatta pigra) hembra con cría. Río San Pedro, Reserva de la Biosfera Montes Azules, Chiapas. 24/10/2013. Autor: Javier de la Maza.
200
Biól. Javier de la Maza Niño, con mariposa papilio (Pterourus garamas). Hacienda de San Nicolás Tolentino, Estado de México, ca. 1958. Autor: Roberto de la Maza.
200
Biól. Javier de la Maza en bicicleta. Colonia del Valle, Ciudad de México, Distrito Federal, ca. 1960. Autor: Roberto de la Maza.
201
Mariposa (Parides sesostris). Ejido Playón de La Gloria, Marqués de Comillas, Chiapas. 22/06/2011. Autor: Javier de la Maza.
202
Mariposa (Perourus esperanza), especie descubierta en 1975 por el Biól. Javier de la Maza. Sierra de Juárez, Oaxaca. 21/03/1981. Autor: Javier de la Maza.
204
Biól. Javier de la Maza joven. Colonia del Valle, Ciudad de México, Distrito Federal. 21/03/1981. Foto de archivo familiar.
205
Biól. Javier de la Maza en la Estación Chajul. Selva Lacandona, Chiapas. 20/07/1994. Autor: Víctor Hugo Hernández.
206
Biól. Javier de la Maza con el doctor Rodrigo Medellín. Rio Lacantún, Selva Lacandona, Chiapas. 15/06/1992. Autor: Patricio Robles Gil.
208
Tapir (Tapirus bairdii). Río Tzendales, Reserva de la Biosfera Montes Azules, Chiapas. 11/05/2011. Autor: Javier de la Maza. 301
Págs. 209
Biól. Javier de la Maza con cámara. Río Lacantún. ca. 1995. Autora: Mercedes de la Parra.
210
Estación Chajul, fundada por el biólogo Javier de la Maza. Selva Lacandona, Chiapas. 05/10/2010. Autor: Javier de la Maza.
211
Biól. Javier de la Maza con Tucán Real (Ramphastus sulfuratus). Estación Chajul, Selva Lacandona, Chiapas. 26/04/2013. Autor: Jacques Vermonden Reniers.
213
Colonia hibernante de la mariposa Monarca (Danaus plexippus). Sierra Chincua, Michoacán. 18/02/1981. Autor: Javier de la Maza.
214
Río San Pedro y Río Tzendales. Reserva de la Biosfera Montes Azules, Chiapas. 07/03/2012. Autor: Javier de la Maza.
217
Biól. Javier de la Maza en la Antártida. Península Antártica, Polo Sur. 10/01/2001. Autora: Mercedes de la Parra.
218
Coatí “La Mapacha”, compañera de aventuras del Biól. Javier de la Maza. Estación Chajul, Selva Lacandona, Chiapas. 27/08/2010. Autor: Javier de la Maza.
219
Contrafuertes de mármol de plumillo. Selva Lacandona, Chiapas. ca. 2010. Autor: Javier de la Maza.
220, 221
Atardecer en el río Lacantún. Selva lacandona, Chiapas. 20/11/2011. Autor: Javier de la Maza.
226
Dr. Fernando Tudela con padres, abuelos y hermana. Sevilla, España, ca. 1946. Foto de archivo familiar.
227
Dr. Fernando Tudela. Barcelona, España, ca. 2013. Foto de archivo familiar.
228
“Hijas del sol.” Reserva de la Biosfera Sierra Gorda, Querétaro. 31/07/2013. Autor: Roberto Eduardo Ariel Pedraza Ruiz.
229
Dr. Fernando Tudela con hijas. Universidad de Harvard, Cambridge, Massachusetts, EUA. 24/05/2012. Foto de archivo familiar.
231
Garzón cenizo. Río Lacantún, Chiapas. 27/01/2014. Autor: Javier de la Maza
232
Arroyo Miranda. Selva Lacandona, Chiapas. 28/08/2008. Autor: Javier de la Maza.
237
Incendio en la selva tropical. Chiapas, México. 07/08/2008. Autor: Javier de la Maza.
238
Bosque de coníferas. Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán, Jalisco, ca. 2004. Autor: Alejandro Boneta. Banco de Imágenes de CONABIO.
239
Mirabilis jalapa, conocida también como Dondiego de noche, Periquito, Maravilla o Clavellina. Xalapa, Veracruz. 06/08/2012. Autora: Laura Rojas Paredes, Banco de Imágenes de CONABIO.
240, 241
Tormenta en el pastizal de Janos. Chihuahua. 16/05/2007. Autor: Rurik List.
246
Dr. Exequiel Ezcurra Real de Azúa. Instituto Nacional de Ecología, México, D. F. 03/05/2003.
247
Tortuga blanca (Chelonia mydas) en zona de alimentación. Akumal, Quintana Roo. 04/12/2006. Autor: Humberto Bahena Basave.
248
Dr. Exequiel Ezcurra Real de Azúa en la isla San Pedro Mártir, Sonora, con Richard Felger y Ben Wilder. 11/04/2007. Autor: Ben Wilder.
251
“Mosaico multicolor.” Gorgonia. Cabo Pulmo, Baja California Sur. 16/07/2011. Autor: Isaí Domínguez Guerrero.
252
Dr. Exequiel Ezcurra revive la ruta de Steinbeck. Bahía Magdalena, Sonora. 04/04/2004. Autora: Nancy Burnett.
254
“Entre el bosque de Kelp.” Lobo marino (Zalophus californianus). Isla San Benito, Baja California Sur. 17/05/2012, Autor: Isaí Domínguez Guerrero. 302
Págs. 256
“Entre el pasto marino.” Estrella de mar (Oreaster reticulatus). Banco Chinchorro, Quintana Roo. 24/05/2013. Autor: Isaí Domínguez Guerrero.
257
Dr. Exequiel Ezcurra. Sierra de la Giganta, Baja California Sur. 23/01/2009. Autor: Miguel Ángel de la Cueva.
258
“Atardecer en la Baja.” Pescadero de Baja California Sur. 31/08/2012. Autor: Isaí Domínguez Guerrero.
261
“Oasis en el desierto.” Reserva de la Biosfera Cuatro Ciénegas, Coahuila. 06/12/2013. Autor: Isaí Domínguez Guerrero.
262
Elefante marino juvenil (Mirounga angustirostris). Isla Cedros, Baja California. 18/05/2012. Autor: Isaí Domínguez Guerrero.
264
Dr. Exequiel Ezcurra con un grillo en el desierto de Namibia, África. 25/01/2006. Autor: Scott Morrison.
265
“Cabo Pulmo de Bermejo.” Cabo Pulmo, Baja California Sur. 19/07/2011. Autor: Isaí Domínguez Guerrero.
266, 267
Zopilote Rey (Sarcoramphus papa) y Zopilote Negro (Coragyps atratus). Playón de La Gloria, Marqués de Comillas, Chiapas. 02/01/2014. Autor: Javier de la Maza.
272
Dr. Rodolfo Dirzo junto a cactáceas. Jardín Botánico de la UNAM. 06/01/2004. Autor: Adrián Bodek.
275
Dr. Rodolfo Dirzo en el Jardín Botánico de la UNAM. 06/01/2004. Autor: Adrián Bodek.
276
Dr. Rodolfo Dirzo con Álvaro Miranda (izquierda), con quien empezó sus trabajos sobre defaunación en México, y algunos estudiantes (derecha), ca 2002. Selva de Los Tuxtlas, Veracruz. Foto de archivo familiar.
279
“Comunicación dorada”, hormigas (Camponutus sericeiventris). Reserva de la Biosfera La Encrucijada, Chiapas. 23/01/2014. Autor: Isaí Domínguez Guerrero.
280
Mono Saraguato (Alowatta pigra). Selva Lacandona, Chiapas. 03/10/2010. Autor: Javier de la Maza.
282
“Mirando desde abajo.” Pinos del Bosque de Tlalpan, México, Distrito Federal. 11/04/2013. Autor: Isaí Domínguez Guerrero.
283
Dr. Rodolfo Dirzo en su oficina de Biología de la Universidad de Stanford, EUA. 04/11/2013. Foto de archivo familiar.
284
Dr. Rodolfo Dirzo con chita, en Laikipia, Kenia, ca. 04/2012. Autora: Hillary Young.
286
Crisálida de mariposa (Battus polydamas). Tepoztlán, Morelos. 11/09/2011. Autor: Javier de la Maza.
287
Cigüeñas americanas (Mycteria americana). Marqués de Comillas, Chiapas. 12/03/2013. Autor: Javier de la Maza.
289
Lagarto alicante (Abronia deppei). Se distribuye en diversas zonas del bosque mesófilo de montaña, en la región central del Eje Neovolcánico Transversal. Estado de México. 25/07/2009. Autor: Matías Domínguez Laso.
291
Niño lacandón. Selva Lacandona, Chiapas. 30/10/2004. Autora: María Elena Lavín Tierra. Banco de Imágenes de CONABIO.
292, 293
Reflexiones, Distrito Federal, ca. 2012. Autor: Octavio Fossey.
294, 295
Collage de científicos entrevistados. 303
Este libro se terminó de imprimir el 15 de mayo de 2015, en los talleres de Offset Rebosán, S. A. de C. V., Acueducto 115, Col. Huipulco, Tlalpan, C. P. 14370, Ciudad de México, Distrito Federal. El tiro consta de 250 ejemplares.