Luz en la piel 1-29

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La cárcel no debería existir, pero lo cierto es que existe. Miles de personas viven hoy en ellas. Una institución convertida en un mero depósito de gente sin más sentido que la exclusión. Frente a esta realidad contundente desde nuestro colectivo decidimos hacer algo.

Hace ya diez años, y a través de talleres de artes y oficios, de ciclos de música, de cine y debate, vamos erosionando el grueso muro penitenciario.

Lo que hacemos en estos espacios, es abrir la cárcel, sacar un poco el “adentro” hacia “afuera” y convocar el “afuera” hacia “adentro”.

En este encuentro de realidades donde se entrecruzan y entrelazan nuevos discursos, nuevas maneras de pensarse con el otro, fuimos construyendo un proyecto colectivo, que busca la transformación social y la creación de nuevas formas de vinculación y construcción solidaria. Este libro, es el resultado de uno de esos encuentros.

Primero llegaron las chicas de La Luminosa, Julieta Escardó y Eugenia Rodeyro con la propuesta de la edición, rápidamente Pablo Grancharoff se sumó al proyecto con la impresión del libro, Florencia Goldztein, encuadernadora y docente de YNF se sumó y convocó a otras colegas, Carolina Podestá y Magdalena Gasquet, quienes también participaron del proceso de encuadernación artesanal, Ana Paula Mendez, también docente de YNF y Marianela Portillo se abocaron al diseño, Marcelo Delucchi copió las fotos color, Alejandra Marín las blanco y negro y Julio Menajovsky nos prestó su mesa de reproducción.

Como dijo Laura Ross en uno de los festivales de poesía organizados en el penal, gracias por acompañar este movimiento hacia fuera.

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En la Unidad Penitenciaria N° 31 de Ezeiza funciona hace más de cuatro años el taller de fotografía de la organización Yo No Fui. El mismo se inauguró en marzo de 2008, con las fotógrafas Guadalupe Faraj y Cecilia Glik. Desde el 2009, me sumé al taller y junto con Guadalupe nos centramos en la técnica de la fotografía estenopeica, transformando la peluquería en un laboratorio para cada clase.

El nombre Luz en La Piel, nace en 2010, como una necesidad de completar la identidad del grupo. Porque un nombre, en gran medida, es lo que nos identifica. Simplemente hablamos de fotografía, pero fotografía que transforma, que permite ver otros rostros cuando les da la luz en la piel.

Este año se renovó el equipo docente y con Ruth Guzmán y Natacha Ebers continuamos desarrollando la técnica estenopeica. Trabajamos con cámaras de cartón que utilizan papel fotográfico y otras construidas con cajitas de fósforos y película de 35 mm como material sensible.

El trabajo comienza con la construcción de la propia cámara, resignificando cada objeto utilizado: una caja de fósforos, una lata, una caja de cartón, son vaciados de significado para luego pasar a ser cámaras fotográficas. Al construir nosotras mismas las cámaras elegimos qué tipo de imagen obtener, ya no trabajamos con formatos de negativo estándar sino que podemos modificarlos, jugar y experimentar. En todo este proceso de construcción las chicas van entendiendo cómo se forma la imagen, cómo funciona. Personalizándolas y decorándolas.

La modalidad de este taller es esencialmente práctica y colectiva. El proceso de toma de imagen, de revelado y positivado se hace de manera grupal, alguien piensa la imagen, otra modela, otra decide el tiempo de exposición, una revela y otra positiva. Por eso las fotos que contiene este libro no están firmadas por una autora, ya que son producto de un trabajo colectivo. Todos los lunes durante 2 horas, en el área de educación, se abren las puertas del patio para permitirnos disfrutar de la fotografía. Con frío, calor, lluvia, sol, siempre el mismo patio, todos los lunes. Un mismo espacio que es transformado por las distintas miradas.

El taller no funciona sólo como una herramienta de expresión, necesaria en estos ámbitos de encierro, sino también como una manera de sociabilización, dentro y fuera del penal. A lo largo de estos años, distintos fotógrafos han visitado el taller para compartir su trabajo con el grupo y hemos realizado numerosas muestras tanto en el país como en el extranjero. El taller entonces, habilita un proceso de reflexión que nos permite pensarnos desde otro lugar, desde otro ángulo. Compartir nuestra mirada del mundo con el otro, descubrirnos con el otro. Como

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dijo una de las profes, Guadalupe:

No es extraño pensar que el arte tiene ese don bondadoso de develar. Eso no es lo extraño. La extrañeza está en creer que una mujer, o que un hombre, tienen una sola oportunidad, una sola puerta por abrir.

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Participantes del taller:

Alejandra Britos

Andrea Mercado

Cinthia Ayala

Fanny Ruíz Pacheco

Ruth Cortez

Liliana Cabrera

Rosita Pistillo

Estelle Chen

Laura Pregerman

Beatriz Ruíz

Amada Castillo

Nilda Bertonazi

Binti Hazman

Shariel Paredes

Karina Maciel

Renata de Campos

Morena Santana

María Teresa Vidal

Isabel Páez

Gisela Durante

Susana Jain

Rosa Bocanegra

Soledad González

Claudia Frías

Vanesa Gómez

Rosa Heredia

Gisela Baez

Camila Díaz

Claudia Álvarez

Claudia Vargas

Alejandra Boniffacini

Rosmeri Cruz

Alejandra Escobar

María José Sancho

Nilda Soto

Myriam López Pereyra

Fleur Landsmeer

Nomfundo Solo

Mashudn Ramodibe

Marta Cabana

Lidia Moreno Torres

Alejandra Leguiza

Mariam Kham

Faith Okoh

Fernanda Pachi

Vuyokazi Banzana

Ruth Soria

Lorena Burgos

Mónica Fonseca

Maria Cristina Duarte

Flavia Conforte

Macarena Brito

Vanessa Mendoza

Ines Albano

Sandra Fernandez

Verónica Gutiérrez

Janeth Paso

Florence Diallo

Gina Smith

Gisela Merli

Lidia Ríos

Silvana Siprianc

Soledad Ayala

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Es muy difícil encontrar diferencias a lo largo de los años en un patio de 5x7. Siempre los mismos bancos de cemento, el mismo pasto, el alambre de púa que parece enredar el cielo, los mismos alambrados que cortan en cuadraditos el horizonte. Muy pocos momentos provocan la magia de hacer cada lunes, un día diferente al resto de la semana como lo hace desde hace muchos años, durante dos horas, el taller de fotografía. Allí tuve la oportunidad de descubrir poco a poco la técnica de las cámaras estenopeicas. Aprendí a tomarme el tiempo suficiente para encontrar el ángulo apropiado y así preparar la idea que quería plasmar en cada imagen; aprendí qué es una foto contrapicada, cuál es la diferencia entre el revelador y el detenedor, cuáles son los tiempos de exposición en el laboratorio o qué es positivar una foto. Pude crear a partir de otros puntos de vista, en un lugar que conocía de sobra y que nada hubiera tenido para ofrecer si no lo veía detrás de la cámara.

Me ayudó a verme de otra manera, percibí otra realidad al conocer personas que venían con dedicación todas las semanas para enseñarnos cómo atravesar el cemento, el mínimo cuadrado de pasto por medio.

En el taller de fotografía no sólo aprendí a hacer fotografía. Descubrí una parte de mí que ni yo misma sabía que ahí estaba, una artista dormida dentro mío.

Creo que el taller me dio la posibilidad de tener otra mirada sobre las cosas a partir de un cambio interior. A través de las fotos intento expresarme de una manera personal y mientras hago una toma, siento que no saco para un álbum familiar, ahora es distinto.

En un laboratorio improvisado, que el resto de los días es un cuartito destinado al taller de peluquería, se produce la magia de la fotografía. De a poco aparece en un papel la imagen que sacamos con tanta dedicación. Para mí éste es un momento muy especial, y mientras transcurre el tiempo, solo pienso en quienes verán mi trabajo y deseo que cuando lo vean pueda transmitirles que las personas que estamos privadas de libertad no sólo producimos violencia o todas las cosas malas que dicen los medios de comunicación; nosotras también podemos hacer arte, y con mucho amor.

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