Catálogo Versus

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Presentación 8

Pedro Alarcón VS. Jesús Jara 12

Ángela Cuadra y Fernando Arrocha VS. Lourdes Carcedo 16

Cristian Guardia vs. Diana Coca 20

Lucía Antinini VS. Martín Blázquez 24

Fernando Rubio VS. Abraham Martínez 28

Martino Chiti VS. Mario Sarramián 32

VERSUS EN RED 34

VERSUS FORUM

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VERSUS 2006 © MADRID COMISARIOS DE LA EXPOSICIÓN: MARIO GUTIÉRREZ Y MAITE CAMACHO

VERSUS surge de una convocatoria abierta a los artistas que están desarrollando sus proyectos en el campo de la fotografía, por ello queremos dedicar nuestro agradecimiento a todos los que se presentaron a esta edición y a quienes participaron en el fórum.

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Toda obra artística es un camino que se inicia con ciertas intenciones, cierta aspiración de llegar a alguna parte; quizás, los primeros pasos se den sencillamente por el mismo deseo de caminar y ver el mundo. En cualquier caso, apenas se ha escogido una senda, uno no puede estar del todo seguro de lo que puede suceder a lo largo de ese viaje. Las mismas palabras no son ajenas a ese azaroso devenir: actualmente, la palabra versus suele evocar entidades en pugna, confrontaciones de las que pueden saltar chispas, o sangre en el caso de los combates de boxeo. No obstante, no siempre ha tenido esa palabra tal carga semántica. En su origen, significaba «hacia», «en dirección a»; el étimo vers- se encuentra en varias voces latinas que expresan movimiento, cambio. Esta exposición, cuyo catálogo presentamos, logra aunar todos esos sentidos. El origen de la muestra se encuentra en una convocatoria hecha por Menosuno a artistas que trabajasen con la fotografía, bien desde enfoques clásicos y técnicas tradicionales, bien desde la experimentación y la tecnología digital. Fue durante la selección de las obras participantes cuando estas iniciaron sus imprevistos movimientos de confluencia. Los artistas participantes en VERSUS, a pesar de haber creado sus obras rodeados por circunstancias distintas, encontraron aquí su encrucijada. Cada par de ellos se echaron a caminar sin saber que sus pasos serían coincidentes en algún momento, pero terminaron por toparse

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e inclinarse el uno hacia el otro con una mirada hecha al tiempo de reconocimiento y de sorpresa. Menosuno decidió alentar esas coincidencias y escogerlas como motivo esencial de la exposición. Las parejas de artistas que la componen plantean temáticas muy similares entre sí, pero tratadas desde perspectivas diferentes y muy personales: Diana Coca y Cristian Guardia, con sus fotografías acerca del cuerpo; Lourdes Carcedo y el equipo Ángela Cuadra-Fernando Arrocha, en sus espacios poblados por ausencias; Pedro Alarcón y Jesús Jara, reinventando digitalmente la realidad; Abraham Fernández y Fernando Rubio, presentando el movimiento como estrategia para la supervivencia; Martino Chiti y Mario Sarramián, y sus visiones en torno a la muerte; y Lucía Antonini y Martín Blázquez, a la búsqueda de encuadres de elementos arquitectónicos. El resultado es una serie de contrapuntos a dos voces, con sus momentos de armonía y también de fecunda oposición. La finalidad de VERSUS se completó con la creación de un espacio on-line, que sirve como base de datos para conocer el trabajo de fotógrafos y colectivos fotográficos, así como para proponer a estos hablar de sus obras y proyectos en conferencias, presentaciones, foros, etcétera. Esperamos que el espectador sume su camino al de estos artistas, enriqueciendo aún más con su mirada esta propuesta.

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tre las obras participantes en VERSUS, el aprovechamiento de medios digitales para modificar la imagen fotográfica, para extraer de ella nuevas formas de representar la realidad y de servírsela al espectador. Las coloridas impresiones de Pedro Alarcón están extraídas de su serie My sister song, nacida de un blog donde él hacía destinataria a su hermana de una fotografía diaria. En estas obras, podría decirse que la mirada del artista proviene de un espacio interior bien definido, desde el cual observa el mundo circundante. Pensamientos y sentimientos, como interferencias en el cristal de ese habitáculo imaginario, se superponen parcialmente a lo percibido, traslúcidos en ocasiones, opacos en otras. Lejos de enturbiar el proceso de visión y hacerlo ineficaz, lo captado de ese modo cobra un nuevo interés, al lograr una complejidad de la que la imagen desnuda carecía. Uno comienza a sospechar que aquello que hay entre la imagen y nosotros no es meramente una pantalla de colores superpuesta, sino una acumulación de estratos proyectados, que podrían ofrecernos una gran cantidad de información si fuésemos capaces de descifrarlos. Casi parecería que hay una especie de procesado meticuloso y matemático de lo captado, como si se tratase de la acumulación de diversos espectogramas realizados sobre lo que aflora en el momento de percepción. Por más que el tratamiento remita a procesos digitales, la lógica que parece haber 8


tras su creación resulta más afín a lo analógico, con toda la delicadeza de esta forma de procesar la información, con su sensibilidad a la aparición de pequeñas variaciones en lo medido que hace del resultado algo irrepetible. Por eso no hay reiteración en esta serie de obras, pues aun cuando surgen de un mismo proceder, de una metodología tan rigurosa, cada empleo que se hace de ella conduce a la cristalización de vivencias que son experimentadas y mostradas como únicas. Eso es lo que alienta el deseo, por parte del espectador, de ser absorbido por ellas, para conocer con más detalle qué es lo que narran las estrofas de esta canción. Jesús Jara combina su dedicación al arte plástico con su labor como músico e intérprete de tuba. La retroalimentación entre ambas facetas se comprueba en algunos de sus trabajos como Wav_loop sfer; en él, el participante se sumerge en una maraña de estímulos sonoros que lo descentran con respecto a sus hábitos sensoriales habituales. La redefinición de los límites corporales es un tema presente en esta y otras obras de Jara, como en este tríptico formado por Clea-nu #13, Clea-nu #14 y Clea-nu #15. Puede decirse que esta obra es la más rotunda entre las que componen la serie que ha dedicado el artista a ese motivo, frente a las fantasmales presencias que aparecen en la Clea-nu #10, o el misterio del díptico formado por las Clea-nu #2 y #4. Posiblemente sea la que más obliga al espectador a buscar una forma de aproximación a la obra en la que defina de forma constante su interpretación de la imagen. Incluso a un nivel tan primario como pueda ser la decisión de inclinar o no la cabeza ante el tríptico, a la búsqueda de un reconocimiento, la necesidad del cambio de enfoque nos remite al hecho de que accedemos a la información a partir de mecanismos corporales, que son nuestra vía de acceso a la información y que resultan inseparables de la forma en que la conceptualizamos. El ampliado tramado de offset de la imagen, su división en tres «momentos», nos hablan de esa realidad mediática, compuesta de ráfagas perceptivas, donde el reto de integrar lo recibido en nuestra experiencia previa tiene como referente ineludible un lenguaje nacido de esos limites físicos que nos esbozan.

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Pedro Alarcón 1, 3 y 5 de la serie My sister song Impresión fotográfica sobre aluminio, 100 x 67 cm. 10


Clea-nu #13 Clea-nu #14 Clea-nu #15

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Jesús Jara

Impresión fotográfica sobre Dibond, 67 x 200 cm.


Llevarnos a reflexionar acerca de la seguridad con que creemos saber qué es ausencia y qué presencia; o prestar mayor atención a lo que tanto damos por hecho: nuestra percepción visual. Eso es lo que con sus trabajos logran Lourdes Carcedo (Burgos, 63) y la pareja artística formada por Ángela Cuadra (Madrid, 78) y Fernando Arrocha (Valladolid, 77). Las imágenes de espacios abandonados que nos brinda Lourdes Carcedo hacen buena aquella máxima según la cual el artista nos muestra aquello que no habíamos visto: lo que corríamos el riesgo de no percibir en nuestra distracción cotidiana. Así, los ojos del artista son los de un ser que ha hecho del ver su trabajo principal, y que nos cede su mirada para que, por medio de ella, captemos la riqueza que se extiende a nuestro alrededor. La exploración de una casa abandonada es un placer al que resulta difícil resistirse cuando se tiene esa oportunidad; esa aventura, con la voracidad del voyeur que rastrea en los objetos abandonados la personalidad de los antiguos moradores, con el incipiente sobresalto de anticipar que el lugar no esté realmente deshabitado, es a lo que nos remiten estas fotografías de Lourdes Carcedo. Logramos situarnos en ese espacio, y en esa disposición anímica, gracias a estas perspectivas de largos pasillos en los que podríamos adentrarnos con pasos tímidos, dispuestos a disfrutar de ese delicioso juego de creer en la ausencia y, al mismo tiempo, conjurar 12


presencias con nuestra exploración. ¿Es a otros a quienes persigue el visitante, o es a sí mismo? Sabido es que la casa es uno de los símbolos más conspicuos del cuerpo humano y la vida psíquica, lo que acaba por convertir todo espacio abandonado en una suerte de ámbito apto para la proyección de nuestros fantasmas internos, y donde toda incursión, todo sobresalto, pueden ser una forma agazapada de autodescubrimiento. La obra presentada por Ángela Cuadra y Fernando Arrocha no puede parecer más sencilla en su planteamiento técnico, y, sin embargo, cuán sorprendentes resultan los efectos logrados. Por medio de dos visores estereoscópicos, y de cuatro diapositivas (dos del interior de la galería y otras dos del tramo de calle que se divisa desde esta), nos permiten encontrar vacíos los espacios que, vistos de la forma usual, encontrábamos habitados. Equipo artístico desde que ambos eran estudiantes, ambos sienten un gran interés por la forma en que percibimos las imágenes, y en cómo estas poseen cierta relatividad conforme a la carga sociocultural que se les atribuye. Es una constante que evidencian otros trabajos suyos, como es el caso de Survival; en él se invita al espectador a tumbarse en una cama desde la que observa una pantalla situada en el techo, mientras escucha una grabación de los años cincuenta en la que se le explica cómo protegerse en caso de ataque nuclear; en la proyección, puede ver a gente que pasea, pero vista desde arriba, como si la sobrevolara. Puede pensar entonces que su perspectiva es la de quien controla y amenaza, cuando en realidad su vulnerable y estática posición es la de una víctima potencial. De la misma manera, estos visores estereoscópicos que componen Equal nos llevan a preguntarnos en qué situación nos encontramos: al asomarnos a la obra y participar en ella somos quienes miramos, pero también quienes ocasionalmente podemos ser mirados y desaparecer. Es algo que remarca el hecho de que un visor esté orientado hacia el exterior de la galería, mientras que el otro lo esté al interior. Todo eso nos lleva a meditar sobre la forma en que recibimos habitualmente las imágenes, pero también en cómo nos son servidas, meditación que puede circunscribirse a cualquier ámbito, pero que demuestra ser especialmente relevante en relación con la parafernalia mediática.

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テ]gela Cuadra y Fernando Arrocha

Equal Dos visores estereoscテウpicos y cuatro diapositivas de 35 mm, 11 x 5 x 6,5 cm cada visor.

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Soledades 1 Impresión fotográfica sobre aluminio, 68,5 x 91,5 cm.

Impresión fotográfica sobre aluminio, 68,5 x 91,5 cm.

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Lourdes Carcedo

Soledades 2


Las fotografías de Diana Coca (Mallorca, 77) y Cristian Guardia (Maracay, Venezuela, 82), con el cuerpo como protagonista, se adentran en la forma en que presentamos nuestra identidad, en relación con cuestiones como el género, lo sensual o el erotismo. Lo hacen con una buena dosis de ironía, de saludable desparpajo, desde las perspectivas de lo femenino y lo masculino, pero sin que estas se excluyan mutuamente. Tienen además en común el empleo de una iconografía cercana al fetiche, y una actitud de autoexploración que presenta lo corporal como un inagotable filón de posibilidades para la reinvención.

Y es que hay muchas formas de hablar acerca del cuerpo al margen de los cánones más o menos oficiales. En esta época de figuras retocadas digitalmente, que publicitan prototipos más descarnados que encarnados, las fotografías de Diana Coca nos muestran el cuerpo femenino en toda su desafiante realidad. Sus fotos no se dejan mirar de una forma pasiva, sino que enfrentan al espectador ofreciendo la visión de una mujer entera, que no cede ante clasificaciones acomodaticias. Los encuadres nos presentan el cuerpo desde perspectivas insólitas, dotadas de un considerable vigor. Pero no puede atribuirse este mérito únicamente a esos encuadres, sino también a la actitud de Diana Coca como modelo de sus propias fotografías, lo que hace, lo que muestra y cómo lo muestra, de una forma que habla de una decisión tan meditada como vital. Meditada en el sentido de que nada en estas foto16


grafías parece haber sido dejado al azar; vital en el de que algunas de esas imágenes poseen un cierto grado de inestabilidad, de gesto captado en el dinamismo de su impulso. Nos comunican, de ese modo, una forma de experimentar la propia femineidad que emana desde dentro, y que por ello impregna con su poderosa sensualidad la ropa interior que la encorseta y el mismo escenario que la circunda, en lugar de esperar a que suceda lo contrario. De una manera similar a la propuesta por Louise Bourgeois, en estas fotos podemos encontrar la reivindicación de una identidad femenina autónoma, de la que no queda excluida el deseo, sino que este forma parte esencial del juego. Desde la contraparte del cuerpo masculino, las cuidadas fotografías de Cristian Guardia nos revelan una identidad transfigurada, sutilmente metamorfoseada por la apropiación de aderezos tradicionalmente considerados femeninos. El resultado son unas imágenes donde se combinan de forma sorprendente erotismo, transformación y fetiche, intensificados por un toque barroco y por la sabia elección de la gama de colores empleada. Estas fotografías pueden considerarse como una emanación de la actividad del artista como performer, aun cuando mantienen, por derecho propio, el carácter de procedimiento específico para seguir desarrollando las fantasías que son escenificadas por medio de la acción en vivo. Continuador de la estela de artistas como Cindy Sherman o Claude Cahun, Cristian Guardia emplea su persona en un turbadora experimentación sobre las múltiples identidades que pueden asumir el cuerpo o el género que nos han sido dados. Las propias fotografías parecen estar cuidadosamente planeadas para introducir, en la forma en que se perciben, ese elemento de ambigüedad, de complejidad que hace mirar la imagen una y otra vez, que sugiere pero no aclara, con puntos a los que la mirada puede ir libremente, pero no sin el escalofrío del mirón que se descubre mirado a su vez. Pues llevan al espectador a reconocer sus identidades más profundas, ignoradas o sencillamente negadas, mostrando que quizás no hay una caracterización personal única y esencial, sino tal vez una infinidad de posibilidades.

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Cristian Guardia

Sin título Impresión fotográfica sobre Dibond, 150 x 100 cm.

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Energía encorsetada, Donde yace la vida, El cero de la forma, Soledad femenina, Silhouette y Mujer impar II

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Diana Coca

Impresión fotográfica en papel baritado sobre aluminio, 40 x 40 cm cada foto.


Las fotografías de estos dos artistas atrapan nuestra mirada mediante sus reinterpretaciones de la arquitectura; bien aislando detalles que se asemejan a imágenes abstractas, como logra hacer Martín Blázquez (Madrid, 73), bien sumergiéndonos en una penumbra donde se hace más impactante la luz rojiza que filtran las vidrieras retratadas por Lucía Antonini (Madrid, 80).

Hablando de miradas, la que Martín Blázquez extiende sobre el espacio que nos rodea posee la fugacidad de una revelación y, al mismo tiempo, la solidez de una certidumbre: la de que sólo hace falta mirar en la dirección y el ángulo adecuados para encontrar la belleza. Una belleza captada con una sencillez y una pureza que hermanan su Convergence con los resultados logrados por los artistas del minimalismo con medios pictóricos, pero que van más allá gracias a la seducción establecida por esos ambiguos referentes reales de la fotografía. En otros trabajos de este artista, como en su serie Inside, se percibe cierta fascinación por juegos de luz fugaces, inmortalizados, hechos definitivos. Y, sin embargo, en la retina del espectador, y también en su disposición anímica, el mirar continua su proceso. Nos hace recordar lo mágico que era el ver en nuestra infancia, la complejidad que éramos capaces de extraer de la contemplación de cualquier objeto; la emoción, por ejemplo, de acercarlo a nuestros ojos hasta hacerlo invadir todo 20


nuestro campo de visión y convertirse en un paisaje insólito; o el quedarse encandilado con las raras reflexiones y refracciones de la luz que se producían entonces, lo voluntario o involuntario del enfoque de nuestro cristalino, que hacían de lo que podíamos lograr con nuestra mirada un juego siempre nuevo. En las fotografías de Martín Blázquez, el ojo recorre la imagen con una excitante incertidumbre acerca de lo que se nos está mostrando, en un juego no menos sugerente: abstraernos en lo mirado y descubrir que el mecanismo de la visión sigue siendo un motivo de sorpresa para nosotros. También Lucía Antonini nos trasmite la fascinación que produce la luz, enmarcada y tamizada en sus fotografías por una vidriera enrojecida casi por entero; o escurriéndose, igualmente rojiza, por las rendijas de una puerta apenas abierta. Los seres humanos no somos ajenos a la atracción que un foco luminoso en medio de la oscuridad ejerce en los insectos. Quizás los motivos haya que buscarlos igualmente en la infancia, en las noches en que cualquier hilito de luz ahuyentaba el miedo y consolaba tras las pesadillas, o en una memoria mucho más antigua del hombre, de los tiempos en que el fuego era garantía de seguridad ante cualquier amenaza. Algo de esto hay en estas fotografías, cuyo nivel de abstracción no nos niega el acceso a ese escenario en penumbras, sino que nos invita a él para acercarnos a esos geométricos focos de luz roja que nos hipnotizan, o que señalan nuestro camino hacia esa enigmática puerta entornada que remata el tríptico. Como si nos desvelara el truco, una cuarta foto, mayor que las demás, nos muestra la misma vidriera por la que penetra la claridad diurna, ahora azulada. Sin embargo, esta última imagen no está exenta a su vez de misterio: se apodera de nosotros con su flotante presencia, mucho más abstracta que en las demás imágenes, con sus equívocas líneas de fuga parciales, con esos nítidos contornos que enmarcan un borroso espejismo. Todo ello convierte esta última imagen en una especie de revisión, y a la suma de todas un acertijo perceptivo cuyas condiciones deseamos repasar una y otra vez, en un estado de agradecida ensoñación.

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Lucía Antonini Ficciones Fotografía digital en papel Fuji RC sobre Forex, 100 x 75, 70 x 52, 70 x 49 y 70 x 35 cm.

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Fotografía digital en papel metalizado sobre aluminio, 150 x 112 cm.

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Martín Blázquez

Convergence


A diferencia de las capas sociales para las que el sedentarismo es lo acostumbrado y el viaje un asunto opcional de placer, los protagonistas de las obras de Abraham Martínez (Valencia,74) y Fernando Rubio (San Bernardo, Colombia, 70) están condenados a deambular, a ser puntos móviles, para aspirar a mejores condiciones de vida, cuando no a evitar, simplemente, ser devorados por la sociedad.

Las obras de Abraham Martínez nos muestran al individuo deshumanizado por la sofisticada técnica que lo retrata en su tránsito. Escondido en camiones, intentando hacerse invisible, los escáneres usados por las fuerzas de seguridad los sorprenden en ese intento. Su forma humana, a pesar de resultar reconocible, al ser capturada de esa forma y en ese contexto, pierde todos sus atributos personales. Los cuerpos son traspasados por esa mirada maquinal donde ninguna intimidad, sentimiento, historia o vivencia pueden ser tenidas ya en cuenta: el individuo ha pasado a convertirse en un objeto, una mercancía más entre las transportadas, que depende del valor de cambio que la sociedad decida otorgarle. Es, aun así, la más problemática entre ellas, la no deseada a no ser que se pliegue a la doble moral de la sociedad a la que pretende acceder. Las imágenes son intachables desde el punto de vista estético, atractivas en su nitidez, sorprendentes en tanto nos hacen comprobar el grado de detalle que son capaces de lograr esas 24


tecnologías de control. Su barrido radiográfico sitúa al mismo nivel la maquinaria de los camiones, los fardos inertes que transporta y el cuerpo humano. Sólo nuestra mirada, a no ser que se haya hecho tan indiferente como estas tecnologías, puede completar lo que estas no nos dicen: las duras condiciones físicas y anímicas que estarán atravesando esas pequeñas figuras agazapadas, los motivos por los cuales una persona ha podido decidir afrontar todo eso antes que permanecer donde estaba. Otro tipo de movimiento encaminado a la supervivencia es el que nos presenta Fernando Rubio en sus fotografías. La realidad social colombiana arrojó a muchas personas a las calles, a ganarse la vida como vendedores ambulantes de lo que pudieran ofrecer: comida, muebles, objetos varios. Se calcula que en torno a un 60 % de la población en Colombia obtiene sus ingresos de la llamada economía informal, y que buena parte de ella lo hace por medio de la venta ambulante. No se trata de un fenómeno exclusivo de este país, sino que es corriente en varias urbes en todo el mundo; no obstante, en Bogotá esa economía informal forma parte del paisaje urbano de una manera especial: todos los objetos que uno pueda imaginar en una casa son paseados por las calles sobre carritos improvisados. Ciertas medidas políticas quieren impedir que esto suceda, con el argumento de la defensa del espacio público. Lo curioso es que este se ha hecho mucho más público por la paradoja de que en él se muestra todo aquello que desde siempre ha venido a ser privado: aparadores, colchones, espejos, mesillas de noche, etcétera. Todas las elecciones con las que revestimos un interior, escenario de nuestra intimidad, aparecen rodando a plena luz del día y siendo ofrecidas a posibles compradores. Intentar erradicar este fenómeno, impidiendo que estos vendedores prosigan su labor, elude el hecho de que estas personas no han encontrado más medios de subsistencia que ese: hacer circular incansablemente por la ciudad todo aquello pensado para permanecer inmóvil.

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Fernando Rubio Vendedor de rines 1, Vendedor de espejos 1, Vendedor de espejos 2 y Vendedor de cuadros FotografĂ­a digital sobre Forex, 60 x 54, 60 x 50, 60 x 54 y 50 x 50 cm.

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En la frontera Sin título

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Abraham Martínez

Impresión fotográfica en vinilo sobre Forex, 150 x 40 y 79 x 89 cm.


La muerte es, en la mayoría de los contextos, un tema embarazoso, ante el que en ocasiones se adoptan enfoques banales o escapistas con la intención de disfrazar la desazón que causa. No es este el caso de Martino Chiti (Livorno, Italia, 76) ni de Mario Sarramián (Valladolid, 66): ambos nos trasmiten la realidad de la muerte con todo su poder para causar estremecimiento.

Cinco muertes proviene de un proyecto audiovisual más amplio de Martino Chiti. Es un video sutilmente inquietante, como esas pesadillas que comienzan de una forma apacible, que transcurren de una forma calma, y en las que sin embargo, poco a poco, comenzamos a advertir una nota de amenaza. Esta se concreta a partir de detalles fugaces, en los que reconocemos un horror cuyas claves no somos capaces de desentrañar. Posiblemente no podemos comprender la magnitud de ese temor más que de una forma inconsciente, desde el mismo terreno donde se producen esos fogonazos de pesadilla que tal vez olvidaremos en nuestra vigilia. Cinco fotógrafos que, armados de sus cámaras en escenarios distintos, buscan la instantánea, el encuadre perfecto: cinco muertes. Es un acierto por parte de Martino Chiti el dosificar la aparición de la muerte en las imágenes de este vídeo, manteniéndola la mayor parte del tiempo como una presencia que se intuye, a la que no puede localizarse con precisión, pero de la que sabemos que se acerca con cada clic de la cámara del fotógrafo. Cada 28


una de las fotos que aparecen en Cinco muertes son las que realmente se tomaron durante el rodaje; también el sonido es el captado durante él, sin ningún tipo de manipulación. Esto nos sumerge en una identificación más plena con los fotógrafos protagonistas, de los que sentimos su conmovedora vulnerabilidad al hacer algo que les resulta tan familiar. De la misma manera en que son inalcanzables para nuestras advertencias, quizás igualmente lo somos nosotros a otras en cada clic de nuestros párpados cerrándose apenas un instante. ¿Qué actitud tomamos ante una realidad tan inexorable? Esto es de lo que Mario Sarramián se ocupa en el vídeo y la serie de diapositivas que componen About death, around death. Cada una de sus imágenes aparece y desaparece ante el espectador a un ritmo preciso, calculado para crear una extrañeza que invita a un segundo visionado. Es este un recurso que acompaña de forma muy eficaz a la propia temática de la obra: la muerte es algo de lo que desearíamos tener algún tipo de aprendizaje previo que pudiese servirnos como «experiencia piloto», tras la cual quizás nos encontraríamos más preparados para afrontarla. Y sin embargo, el que eso sea imposible nos conduce a establecer toda una serie de estrategias encaminadas a mediar con esa realidad, las que justamente esta obra nos presenta de una forma simbólica con sus pequeños cráneos de pájaros: la captura (trampa) que se desencadena al intentar evitar la ansiedad ante lo desconocido, por medio de la indiferencia o de sofisticadas teorías que tratan la muerte como un fenómeno del cual puede uno distanciarse a voluntad; el confinamiento (jaula) que se cierra sobre el individuo cuando comprueba que las teorías no han conjurado su angustia, ni logran solucionar la posible apatía que se ha adueñado de él; y, finalmente, el feedback (banquete) que se hace posible cuando se está dispuesto a establecer un pacto y a alimentarse de lo que tanto se teme; sólo entonces puede establecerse un auténtico diálogo con la muerte, como el que ha mantenido el arte de todas las épocas, o también los cultos mistéricos que entendieron que vida y muerte son realidades íntimamente entretejidas, sucediéndose de forma tan cíclica como la proyección de About death, around death.

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Martino Chiti Cinco muertes DVD con cinco piezas, 50 min. 30


DVD con cinco piezas, 10 min. 31

Mario Sarramiรกn

About death, around death


VERSUS EN RED Enlaces a páginas web de artistas o colectivos relacionados con la fotografía. Fotógrafos http://www.martinblazquez.com/ http://www.pedroalarcon.net/ http://www.jesusjara.net/ http://www.lacajablanca.com/ARTISTAS/artistas_dianacoca.htm http://www.guillermollobet.com/ http://www.laurafgibellini.com/ http://www.felixfernandez.org/ http://www.net-arte.com/jacinto/ http://www.net-arte.com/mar/ http://www.martinez-bueno.com/ http://www.doloresesteve.com.ar http://www.javiertles.net/v3/ http://www.unairequejo.com/ http://www.lauritasiles.com/ http://www.elhombreviento.com/ http://www.arturopiensa.blogspot.com/ http://www.kellyhsiao.com/ http://www.auroresvegap.org/ http://www.jstk.org/airport/annette/ http://www.txemasalvans.com/ http://www.jstk.org/airport/julie/ http://www.sachabiyan.com/ http://www.jannicahoney.com/ http://www.johnperkinsphotographer.com/ http://www.kimm.no/ http://www.mariahdphoto.com/ http://www.pilsjart.com/ http://www.itismyparty.org/ http://www.rominaorazi.blogspot.com/ http://www.terryrichardson.com/ http://mario.menos1.com/ http://www.fotolog.com/chanis/ http://www.fotolog.com/bumaweller/ www.rosellmeseguer.com/ http://www.lidonramos.blogspot.com/ http://maite.menos1.com/ http://www.raulbelinchon.com/ http://www.sergiobelinchon.com/ 32


Colectivos http://www.elcarromato.net/ http://www.nectart.net/ http://www.artymagen.org/ http://www.sindomiciliofijo.blogspot.com/ http://www.bighope.hu/ http://www.completelynaked.co.uk/ http://frombelgiumwithlove.blogspot.com/ http://www.picturetank.com/ http://www.doppelde.de/ Espacios http://h2o.es/ http://www.espacioabisal.org/ http://www.arteamundo.com/ph15/ http://www.espaciominimo.com/ http://www.lafabrica.com/ http://www.phedigital.com/ Revistas y webs sobre fotografías http://www.photogaleria.com/ http://www.omnicon.es/concursos.html http://www.fotografosmundi.com/ http://www.ucm.es/info/univfoto/ http://www.ufcanet.com/ http://www.ypu.org/new/ http://www.fotoestilo.com/ http://www.net-art.it/photomonitor/enter.html http://www.trolleybooks.com/ http://www.fotorevista.com.ar/Links(links.htm http://www.fabrica.it/ http://www.contrasto.it/default_eng.asp http://www.alinari.it/ http://www.dirklambrechts.com/ http://www.sksantos.com/ http://www.alessiopizzicannella.com/

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VERSUS FÓRUM

3 JUNIO Pedro Alarcón Cristian Guardia Abraham Martínez Guillermo Llobet 18 JUNIO Javier Martínez-Bueno Ana Matey Mario Gutiérrez

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Edición: Espacio Menosuno Textos: Maricruz Picó Diseño de gráfica: Maite Camacho Diseño y producción: Guadalupe Morata Fotografías: hechas por los artistas, a excepción de pp. 14 y 30, cubierta y contracubierta, realizadas por Mario Gutiérrez. ISBN: Depósito legal: Referencia:

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