Revista Empoderate 2

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El ejemplar que las y los lectores tienen en sus manos, es el segundo número de la revista Empodérate, la cual tiene como objetivo abrir nuevos espacios de comunicación para la promoción del liderazgo de las mujeres neoaliancistas. Empodérate, es un foro abierto que pretende ser una herramienta para apoyar el proceso de empoderamiento y liderazgo de las mujeres, que no es otra cosa que las mujeres desarrollen la conciencia de tener el derecho a tener derechos, reconocer la propia autoridad y confiar en la capacidad de lograr sus propósitos. El empoderamiento1de las mujeres es un proceso por medio del cual las mujeres transitan de cualquier situación de opresión, desigualdad, discriminación, explotación o exclusión a un estadio de conciencia, autodeterminación y autonomía, el cual se manifiesta en el ejercicio del poder democrático que emana del goce pleno de sus derechos y libertades. Ya en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, en Pekín (Beijin), a finales del siglo pasado se dijo que para lograr la igualdad entre mujeres y hombres es necesaria una estrategia integral de desarrollo, con la finalidad .de promover y respetar la potenciación del papel de la mujer y su adelanto, incluido el derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia, de religión y de creencia, lo que contribuye a la satisfacción de las necesidades morales, éticas, espirituales e intelectuales tanto de las mujeres y de los hombres, individualmente o en comunidad con otros, por lo que les garantiza la posibilidad de realizar su pleno potencial en la sociedad plasmando su vida de conformidad con sus propias aspiraciones.

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Así, como partido político liberal entendemos que la participación política y el acceso al poder, en condiciones de igualdad en las esferas pública y privada, son fundamentales para alcanzar la libertad, la igualdad, el desarrollo y la paz. Cuando desde Nueva Alianza impulsamos el empoderamiento de las mujeres, estamos pensando en un camino de libertad e igualdad, en el que trabajemos juntos mujeres y hombres para consolidar y valorar los liderazgos del Partido y promover una participación equilibrada que contrarreste estereotipos y prejuicios. Sabemos que no basta con tener candidatas, necesitamos mujeres empoderadas, que formulen y posicionen una agenda de género y no discriminación, en búsqueda de la paridad en el ejercicio del poder tanto en la política, en la empresa, en el mundo económico, del saber, los medios de comunicación, el mundo de la creatividad y del arte, y la religión. En todos esos mundos, las mujeres tienen aún una presencia muy reducida. Y siguen siendo mundos de enormes asimetrías en poder. En Nueva Alianza hemos apostado a generar un cambio cultural para que los derechos de todas las mujeres sean promovidos y respetados, y puedan participar plenamente en política o en cualquier otro ámbito, porque sabemos que con la participación de todos los talentos, todas las habilidades y todas las sabidurías, tanto de mujeres como de hombres, se podrán alcanzar los objetivos de desarrollo, sostenibilidad y derechos humanos reconocidos internacionalmente y mejorar la calidad de vida de las mujeres, de los hombres, de las familias y de la sociedad en general. Luis Castro Obregón Presidente del Comité de Dirección Nacional

Definición de empoderamiento contenida en el artículo 5, fracción X, de la LEY GENERAL DE ACCESO DE LAS MUJERES A UNA VIDA LIBRE DE VIOLENCIA


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Comité de Dirección Nacional Presidente Luis Castro Obregón

Sandra Corona Padilla Gloria Verónica Chalé Góngora

Coordinador Ejecutivo Nacional Político Electoral Roberto Pérez de Alva Blanco Coordinador Ejecutivo Nacional de Finanzas Juan Luis Salazar Gutiérrez

Angélica Nadurille Álvarez Miguel Ángel González Sánchez de Armas José Francisco Parra Barbosa

Coordinador Ejecutivo Nacional de Vinculación Marcos Constantino González Alcocer Coordinador Ejecutivo Nacional de Asuntos Jurídicos Fernando Medina Villarreal

Portada: Imagen proporcionada por el pintor mexicano José Luis Calzada

Editora Ingrid C. Negrete Rosales

Colaboración: inGENIO DISEÑO ESTRATÉGICO

Diseño y formación Colectiva Ciudad y Género A.C.

Durango 199, Col. Roma Del. Cuauhtémoc, C.P. 06700 México, D.F. Tel.: (55) 3685 8485 www.nueva-alianza.org.mx

Empodérate es una publicación trimestral realizada por Nueva Alianza sin fines de lucro y distribución gratuita. Durango 199, Colonia Roma Delegación Cuauhtémoc, C.P. 06700 México, D.F. Tel: (55) 3685 8484. Número de Reserva de título ante el Instituto Nacional de Derechos de Autor 04-011713432600-102, expedido el 17 de enero de 2014, Certificado del ISSN en trámite. Impreso por Comercializadora Gear, SA de CV. Salvador Díaz Mirón No. 128 Col. Santa María La Ribera, C.P. 06400, Deleg. Cuauhtémoc, México, DF. Este número AÑO 1 No. 02 CONSTA DE 10,000 ejemplares. Los derechos de reproducción de los textos e imágenes, así como los nombres aquí publicados, están reservados por Nueva Alianza. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido, imágenes y fotografías, por cualquier medio físico o electrónico, sin previa autorización por escrito de la editorial. Los textos son responsabilidad de los y las autoras y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Nueva Alianza o de la Revista Empodérate. Quienes colaboran en esta publicación, en un ejercicio de pluralidad, no necesariamente son militantes o simpatizantes de Nueva Alianza.


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Presentación Luis Castro Obregón Presidente del Comité de Dirección Nacional

Estado laico y derechos humanos de las mujeres

Sobre la actualidad del compromiso político Por: Dip. Fed. María Sanjuana Cerda Franco

Paridad en el INE Carta de Luis Castro Obregón Presidente del Comité de Dirección Nacional

Coordinadora del Grupo Parlamentario de Nueva Alianza

Día Internacional de la mujer, un día para reflexionar

Por: Elsa Conde

Origen del 10 de mayo

Paridad y Revolución

Violencia obstétrica contra las mujeres

Por: Olimpia Flores Ortiz

¿ Y las mujeres jóvenes? Por: Tobyanne Ledesma Rivera

Por: Elsa Ancona

El desafío de las cuotas de género Combatir el sexismo cotidiano de los partidos políticos Por: Tània Verge Colaboradora especial de éste número

Mujeres en la Historia

Juana Belén Gutiérrez De Mendoza: de «haz de viriles energías» a «ser depravado y odioso». Controversia con los hermanos Flores Magón. Por: Adriana Maza Pesqueira

Las ideas del amor en las mujeres Por: Karla Magali Ramírez Murillo

Mujeres Aliancistas

Trabajo doméstico no remunerado

Construyendo democracia, desde diferentes trincheras

Por: Angélica Nadurille Álvarez

Por: Sandra Corona Padilla

Nueva Alianza en el Congreso

Listado de coordinadoras del movimiento de mujeres

Centenario del natalicio de

Octavio Paz

Discurso por: Diputada Sonia Rincón Chanona

Semblanza: José Luis Calzada Pintor y grabador


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Sobre la ctualidad del compromiso político DIP. FED. MARÍA SANJUANA CERDA FRANCO Coordinadora del Grupo Parlamentario Nueva Alianza

La complejidad, la diversidad y la incertidumbre son características del siglo XXI que atraviesan y retan a los Estados nacionales en todas las relaciones inherentes a la vida social, cultural y económica en el marco de la globalización. Estos elementos colocan a los poderes de la nación así como a las dependencias y organismos gubernamentales en cuestionamientos fundamentales. Entre éstos se destacan: la vigencia, efectividad y pertinencia de la propia organización nacional; la suficiencia de la legislación que regula y acota las responsabilidades y atribuciones de actores e instancias; la asertividad en los niveles de institucionalización, los dispositivos instalados y la apropiación de éstos por los involucrados; de manera adicional, de la legitimidad de las políticas públicas y los liderazgos requeridos para las transformaciones estructurales que la participación en un mundo global exige de forma permanente.

Podemos referirnos a la migración, a la seguridad pública o a la educación, como fenómenos sociales que demandan una serie de redefiniciones en políticas públicas, consustanciales éstas a posturas ideológicas orientadas desde la perspectiva del bien común o aún mejor el bien mayor, propiciando que se haga lo más posible por los más posibles. Bajo esta perspectiva, las y los integrantes de los poderes de la nación en sus diferentes ámbitos de injerencia, pueden fundar perspectivas contemporáneas de inclusión, institucionalización, legitimación y orientación a resultados, en la serie de procesos políticos dados en las interrelaciones que efectúan entre sí, y con el propósito de ponderar sobremanera los bienes públicos en todos los sentidos, con énfasis en la administración pública, eje de actuación del poder ejecutivo.


También es necesario resaltar que el poder legislativo puede jugar un papel proactivo muy importante como la historia ya lo registra en países como Chile, donde las legislaturas han generado la capacidad de definir la agenda y aún más elaborar propuestas de políticas públicas que han influido en el poder ejecutivo, sus agentes e instituciones. En un país como México tenemos que explorar las oportunidades de incidir en mayor medida y con mecanismos regulados expresamente para contribuir al fortalecimiento de la orientación a resultados en la administración de lo público, en relación con el interés y las expectativas ciudadanas, y esta posibilidad tenemos que llevarla a realización plena a partir de la capacidad de representación legítima y la construcción de vías de supervisión sobre la gestión pública. La calidad de las políticas públicas que se logren impulsar desde el poder legislativo del cual me honro en formar parte, no depende sólo de la interacción de propósitos, principios o prioridades de actores determinados en roles diversos, sino que se explica de modo preponderante en función de las instituciones, su regulación y fortalecimiento, así como de los mecanismos y dispositivos con los que éstas cuentan. Es por ello que al partir de una mirada amplia, hemos de dar cauce a las reflexiones sobre el sentido de la actividad política y el lugar que ocupa el compromiso político en la esfera de la acción gubernamental o en la representación popular, teniendo presente y analizando con profundidad y método, cuál es la interacción entre las instituciones, los procesos políticos y la calidad de la política pública, considerando a esta última en su coherencia, sustentabilidad, implementación, efectiva aplicación y, sobre todo, orientada al interés público. Estoy convencida de que hemos hecho bien en mi país al tomar decisiones históricas en relación con los cambios

estructurales y para dar cauce a respuestas ante situaciones críticas e insostenibles como la pobreza de casi la mitad de los mexicanos. Sin embargo aún falta por llevar a la práctica las innovaciones institucionales y el desarrollo de altas capacidades que traigan consigo desempeños excepcionales y que logren aislar los riesgos que todo cambio implica. Adicionalmente tenemos que reconocer la urgencia de tomar liderazgos con ideas y conocimientos que nos permitan involucrar a todos los actores y beneficiarios que forman parte de las transformaciones identificadas necesarias. En este sentido, requerimos ser las y los líderes que forjen las oportunidades de cambio y encabecen la reestructuración institucional indispensable para lograr un desarrollo de trascendencia en el bienestar y el buen vivir de quienes formamos parte de esta nación. En gran medida es necesario hacer una reingeniería de la administración pública que supere los modelos tradicionales de gobierno centralizado y jerárquico. Friedmann propone formas de democracia directa, de mecanismos federales y descentralizados de toma de decisiones y la ampliación de los derechos básicos y las garantías institucionales. Sin embargo, condiciona para su logro que se trata de un nuevo tipo de organización del Estado y de la sociedad, cuyas características básicas son: autoorganización, autorresponsabilidad, liderazgo compartido, mejoramiento continuo, diálogo permanente… y que incorpore los Derechos Humanos como un valor sustentado en las diversidades para generar discusiones en torno a la modernización de la gestión pública desde los nuevos paradigmas de la gestión y organización política y administrativa. Es en esta lógica que cabe la posibilidad de que las instituciones superen la crisis de credibilidad y legitimidad para alcanzar el reconocimiento social de su quehacer público, dando respuestas contundentes a las expectativas ciudadanas y —a partir de los resultados— propicien la creación del capital social y humano para la competitividad y el desarrollo.

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En mi tarea como profesora, líder magisterial y legisladora, sé que los compromisos que asumimos los actores políticos son muy importantes porque representan la expresión concreta de nuestra visión del mundo y la propuesta que sometemos al juicio público y de la historia que nos proponemos escribir a favor de todos los que han sido excluidos. Este es el momento para dar un nuevo aliento al contenido ético de la política a partir del interés ciudadano y del mundo por el avance de los derechos humanos y los derechos sociales. La multiplicidad de problemas que enfrentamos en México nos da la dimensión de los retos que enfrentamos como sociedad y obligan a la política —y los políticos—

a reconocer y a cumplir sus compromisos. En este punto, las mujeres y los hombres que hemos optado por construir un nuevo partido, el partido Nueva Alianza, tenemos una oportunidad invaluable para predicar con el ejemplo. Una conclusión que pongo a su consideración es seguir la perspectiva de Friedmann quien asegura que se precisa un «liderazgo transformacional»…una nueva vanguardia en el ámbito de la gestión pública obsesionada por el servicio al hombre y la mujer —agrego yo. Esto implica un giro drástico en la «actitud interna» de los líderes políticos; una opción decidida por los principios de «humildad», «servicio», y «amor».


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El presidente del Comité de Dirección Nacional y el Grupo Parlamentario Nueva Alianza, en su momento plantearon al Comité Técnico de Evaluación del Instituto Nacional Electoral y a la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados que se establecieran mecanismo para garantizar la equidad de género en la conformación del Consejo General del INE. Como parte del resultado de la sugerencia de NA se logró que con los grupos de quintetas, se asegurará la participación de por lo menos tres mujeres en el Consejo General del INE (40% mujeres y 60% hombres). Luis Castro Obregón, presidente del Comité de Dirección Nacional de Nueva Alianza, ha subrayado que la paridad de género es un componente vital del armazón democrático de México. “No podremos llamarnos una nación verdaderamente democrática si no atendemos paritariamente los derechos de las y los ciudadanos”. A continuación la carta del Presidente del Comité de Dirección Nacional de NA dirigida en su momento a los integrantes del Comité Técnico de Evaluación del Instituto Nacional de Elecciones: México, D.F., 26 de febrero de 2014 Comité Técnico de Evaluación del Instituto Nacional Electoral Lic. Ricardo Becerra Laguna Dr. Enrique Cárdenas Sánchez Lic. Alejandro González Alcocer Dr. Tonatiuh Guillén López Dra. Soledad Loaeza Dr. José Antonio Lozano Diez Dr. Jorge Efraín Moreno Collado PRESENTES Distinguidos integrantes del Comité Técnico de Evaluación del Instituto Nacional Electoral: Nueva Alianza les manifiesta un voto de confianza para la delicada encomienda que han aceptado asumir en beneficio de las instituciones democráticas del país. Estamos seguros que el Comité Técnico de Evaluación contribuirá a que la elección del Consejero Presidente y los diez Consejeros Electorales del INE se desarrolle con transparencia y en función de la idoneidad de los aspirantes. Sabemos que considerarán de manera objetiva sus conocimientos, trayectoria, prestigio y compromiso democrático.

En función de lo anterior, comparto con ustedes, de la manera más respetuosa, algunos señalamientos que nuestro Grupo Parlamentario planteó en la Junta de Coordinación Política (Jucopo) y en el Pleno de la Cámara de Diputados: Se enviaría un mensaje importante a todos los actores políticos y a la sociedad en general, si el Comité Técnico de Evaluación encuentra un mecanismo para promover la paridad de género en la integración de las relaciones de candidatos para cada uno de los cargos vacantes, de tal forma que en la lista de cinco aspirantes para cada posición, ningún género tuviese más de tres representantes. De este modo, la Jucopo tendría elementos suficientes para que en las propuestas finales que someta al Pleno, se observe el criterio de la paridad y, cuando menos, ninguno de los géneros tenga más del 60% de representación. Se trata de un planteamiento de gran relevancia para impulsar la equidad sustantiva que, adicionalmente, podría dotar de mayor fuerza moral al proceso de integración del nuevo Instituto Nacional Electoral e incidir muy positivamente en nuestra cultura política. Al conocer su excepcional trayectoria y, de manera especial, la altura del compromiso que han asumido, tenemos la certeza que tomarán las mejores decisiones. Con mi más alta consideración, Luis Castro Obregón Presidente del Comité de Dirección Nacional


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Paridad y Rev lución OLIMPIA FLORES ORTIZ Escritora, impulsora de procesos sociales e institucionales y feminista. o l i m p i afo _ m x @ y a h o o . co m . m x

La vida de los partidos políticos ha sido tocada con la Reforma Política promulgada por el presidente Enrique Peña Nieto y publicada en el Diario Oficial de la Federación1 el pasado 2 de febrero, en la que se contiene entre otros aspectos, la paridad de género en materia electoral que mandata que en las candidaturas para la representación popular un 50% sean mujeres.

Artículo 41 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos:

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http://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5332025&fecha=[10/02/2014]

«Los partidos políticos tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de los órganos de representación política y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo, así como las reglas para garantizar la paridad entre los géneros, (subrayo) en candidaturas a legisladores federales y locales. Sólo los ciudadanos podrán formar partidos políticos y afiliarse libre e individualmente a ellos; por tanto, quedan prohibidas la intervención de organizaciones gremiales o con objeto social diferente en la creación de partidos y cualquier forma de afiliación corporativa.»


En los artículos transitorios de la Reforma se establece que el Congreso de la Unión deberá expedir una Ley General de Partidos Políticos para regular la vida de estas instituciones de interés público y, entre otras cuestiones, establecer las reglas para garantizar la paridad de género y las sanciones a las que se harían acreedoras en caso de incumplimiento. Hay que estar al tanto de esta legislación secundaria. Un hecho innegable de la aportación del magisterio al desarrollo de México es que a lo largo y ancho del país y en sus más recónditos lugares, con vocación y mística de servicio, fueron sobre todo las maestras quienes educaron al país en el siglo XX. Esa opción de servicio se les daba en consonancia con su disposición para la crianza, pero también porque fue la primera ventana por donde se fugaron hacia la profesionalización y el trabajo remunerado. Las primeras escuelas normales surgieron en los años veinte del siglo pasado, aparejadas con la responsabilidad que asumía el Estado mexicano de la posrevolución hacia la educación pública y gratuita. Entre las cúpulas magisteriales cunde todavía la idea de que la discriminación no existe entre las filas gremiales. De manera formal no, toda promoción escalafonaria _vertical u horizontal_ se decide conforme a criterios de calificación de conocimientos y habilidades de quienes se postulen. Pero resulta que el recorrido que las maestras hacen para promoverse es mucho más lento que el de los maestros. No ha de ser por tontas… Las maestras saben que para ellas es mucho más complicado asistir a los procesos de capacitación, simplemente porque atienden casa y familia. ¿A qué hora de esa, su doble jornada? Algo tendría que cambiar para que ellos y ellas compartieran las responsabilidades domésticas y de cuidado. El aumento en la esperanza de vida produce un fenómeno creciente: además de cuidar a los hijos, también hay que cuidar a las personas viejitas que muchas veces padecen enfermedades crónico degenerativas que se las va acabando lentamente.

Son ellas: las mujeres, las maestras, quienes están a cargo de cuidarles. Como no hay datos duros para ningún nivel pues aún no se terminan de procesar los resultados del Censo de Escuelas, Maestros y Alumnos de Educación Básica y Especial que levantó la Secretaría de Educación Pública en 2013, se percibe que en la educación inicial y preescolar, de manera aproximada un 90% son maestras, en educación primaria un 80%; para secundaria se calcula un 60%; pero para la media superior, superior y de posgrado, la pirámide se invierte drásticamente apreciándose un 15%: es decir, a mayor grado de especialización es más difícil la inserción femenina. Me contaban que en un jardín de niños donde todas eran maestras, eligieron al conserje como su representante sindical pues consideraron que él era el único que tenía tiempo para esos menesteres.¿En qué momento del día una maestra que tenga cubiertas las 42 horas de un tiempo completo yendo de aquí para allá y con todos los pendientes de su casa va a poder disponer de tiempo para la formación de liderazgo? Así que aunque de manera formal pueda afirmarse que la discriminación en el ámbito magisterial no existe, los hechos nos dicen otra cosa. ¿Qué es lo que sucede? Que la vida no está organizada para que las maestras puedan equilibrar sus actividades de la vida doméstica y familiar con sus intereses en la vida pública. Pero hablamos de la vida en general, no sólo en el magisterio. Esta contradicción es un fenómeno de la cultura que compartimos nosotras las mujeres y ellos los hombres. Nosotras reproduciremos ese esquema cultural mientras no lo cuestionemos; y ellos no creerán que el cambio es necesario porque les implica perder privilegios. Todos y todas instalados en que la naturaleza es la que se encargó de determinar esta división del trabajo o que es bíblica. Ni es natural, ni está escrita.

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Pero no se trata de que nos asumamos como víctimas del sistema, sino de que logremos trazar una ruta hacia la igualdad que signifique no arrebatarles el poder a los varones, ni tampoco una revancha por siglos de sumisión, sino que nosotras aprendamos a cambiar la vida junto con ellos. El cansancio de esta vida así vivida, nos embarga a todostodas, no produce bienestar ni tranquilidad a nadie. Mientras son peras o manzanas, desde el feminismo y el movimiento de mujeres, se ha impulsado la lucha por establecer ciertas medidas que contribuyan a contrarrestar las disparidades sociales y políticas entre ellas y ellos. A esas medidas es a las que se ha llamado «medidas afirmativas» o de «discriminación positiva». Una de ellas sería, por ejemplo, tratar de becar a más niñas que niños del campo, para que no deserten de la escuela, porque a sus papás se les hace que es mejor invertir en la educación de los varones cuando los recursos son escasos. Y otra de ellas es esta que nos ocupa: que los partidos políticos postularan más mujeres a las posiciones de representación popular para ir hacia un equilibrio. Sin embargo, el proceso ha sido muy lento, no sólo porque se resiste el poder de las cúpulas partidarias en las que los hombres son mayoría y las mujeres en las posiciones más altas son excepción. Sino porque es la trama toda de la organización de la vida en sociedad la que es desfavorable. Sin duda es un gran avance que se haya logrado la paridad entre los sexos para la representación popular. Y que por fin a los partidos políticos se les mandate «garantizar» su cumplimiento, pues hasta ahora la legislación electoral no se decidía a trascender el nivel de la «recomendación» de promover a las mujeres. Ahora, finalmente, es una «obligación». Pero atisbo un inconveniente: si la trama de la vida en sociedad está tejida para que las mujeres actúen en la esfera privada, no será por decreto de Ley que ahora sí puedan acceder a lo público.

La palabra «paridad» se asocia con ser «pares» y, por lo tanto, «parejos». Pero hace falta ser «parejos» en todo, no sólo en la política. Tiene que existir un proceso simbiótico entre cambiar la vida y acceder a la política en la esfera de las decisiones. Así es que las mujeres que actúan en la política tendrían que fortalecer sus liderazgos no bajo la égida de algún varón poderoso que las acoja, que es como sucede hasta ahora de manera regular; sino fortaleciéndose con sus congéneres, para cambiar la vida toda: queremos paridad en todo. Paridad en las responsabilidades domésticas y de cuidado; paridad en el acceso al empleo y a la producción; paridad en el derecho al placer; paridad en el derecho al ocio… sin culpa. Hasta ahora, esta lucha por la «paridad» lo ha sido de las élites de mujeres que pululan por los escenarios políticos. Lejos están de los procesos de base. Cada vez más lejos, porque las condiciones sociales se han tornado cada vez más precarias, inestables y violentas pese a ellas. La «paridad» no puede ser para que los varones coloquen a sus esposas, sus hermanas, sus hijas y sus concubinas; ni para que lleguen esas señoras y señoritingas surgidas de la nada y que no representan a nadie pero con mucho oficio para mover el abanico ahora con mucha más oportunidad… Tiene que ser para que los liderazgos de base se fortalezcan y sean realmente representativos de las mujeres en los procesos de cambiar la vida y conquistar los derechos de las mujeres que está escrito _eso sí_ que deben ser parejos en todo. Aprovechemos la «paridad» para revolucionar la vida: es conveniente para todo el mundo, porque en la entraña de la violencia generalizada está la discriminación que obstaculiza, hiere y mata a las mujeres. Es el código genético de la cultura hasta ahora vigente.


Est do laico y derechos humanos de las muj res ELSA GUADALUPE CONDE RODRÍGUEZ Psicóloga social egresada de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México c i u d a d yg e n e ro @ g m a i l . co m

¿Por qué el fortalecimiento del Estado laico es una garantía para el ejercicio y protección de los derechos humanos de las mujeres? Porque el Estado debe garantizar una ética que tenga como fundamento los derechos humanos desde una perspectiva laica. La laicidad es una condición imprescindible para el pleno ejercicio de nuestra ciudadanía y para la protección de nuestras garantías individuales. La laicidad es un atributo de la modernidad y de las sociedades democráticas, donde ésta supone mucho más que la separación del Estado y las iglesias: implica reconocer que todas las personas tenemos derecho a que se nos respete nuestra libertad de conciencia. Hoy existe una creciente diversidad religiosa y moral en el seno de las sociedades y los Estados tienen ante sí desafíos cotidianos para favorecer la convivencia armoniosa, además de la necesidad de respetar la pluralidad de las convicciones religiosas, ateas, agnósticas, filosóficas, así como la obligación de favorecer, por diversos medios, la deliberación democrática y pacífica. El Estado democrático tiene asimismo la obligación de velar por el equilibrio entre los principios esenciales que favorecen el respeto de la diversidad y la integración de toda la ciudadanía a la esfera pública. En México contamos con un marco jurídico resultado de la historia y de la tradición laica de nuestro país. Como sabemos, nuestra Constitución establece, en su artículo 130º, el principio histórico de la separación del Estado y las iglesias, así como la libertad de creencias y de culto en su artículo 24º. Además, la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público señala, en su artículo 3º, que «El Estado mexicano es laico», y se afirma también que: «el Estado no podrá establecer ningún tipo de preferencia o privilegio en favor de religión alguna. Tampoco a favor o en contra de ninguna iglesia ni agrupación religiosa.»


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Desde una perspectiva jurídica, no nos debería quedar duda de que nuestro país cuenta con suficientes disposiciones legales y constitucionales para garantizar la organización laica de las instituciones democráticas de nuestra sociedad, así como la libertad para profesar cualquier religión. Sin embargo, lo cierto es que la laicidad del Estado, en muchas ocasiones es sólo una fórmula retórica ante la influencia que la jerarquía católica puede tener en términos reales en diversas iniciativas de ley y en la instrumentación de políticas públicas en nuestro país. Podríamos mencionar y documentar numerosas disposiciones institucionales y políticas que en realidad responden a consideraciones morales particulares que en los hechos representan violaciones flagrantes al principio de laicidad de nuestro Estado. Entre las violaciones más comunes a la laicidad del Estado mexicano se cuentan, por ejemplo, las relativas a la emancipación de las mujeres y a la posibilidad real que tienen para decidir sobre su propio cuerpo así como el limitado acceso al derecho a la salud, especialmente a la sexual y reproductiva. Para ilustrar esta afirmación, quisiera mostrar cómo entre 2007 y 2010, servidores públicos, ministros, gobernadores y legisladores _quienes en teoría deberían garantizar y procurar el ejercicio pleno de nuestros derechos sexuales y reproductivos_ impunemente han violentado y atentado contra nuestros derechos, desde una concepción moral particular, que encuentra su principal fundamento en la religión católica, especialmente, desde el Vaticano. Al respecto, María Consuelo Mejía, dirigente de Católicas por el Derecho a Decidir nos menciona cómo la Agenda Política del Vaticano, en particular desde 1995, ha dedicado recursos humanos, económicos y simbólicos para instrumentar su agenda en contra de los derechos de las mujeres. Y nos comparte cómo a través de la Sagrada Congregación para la Doctrina y la Fe _durante siglos llamado Tribunal de la Santa Inquisición_ ha difundido el documento «Verdad y significado

de la sexualidad humana: guías para la educación de la familia», donde se establece que toda relación sexual debe estar abierta a la procreación y que no se deben usar anticonceptivos. Para un país como México, que se ha caracterizado por establecer desde hace más de 150 años una clara distinción entre el Estado y las iglesias, la clara intromisión de otro Estado _el Estado Vaticano_ es un atentado no sólo contra el principio laico como fundante de nuestra República, sino también un atentado contra los derechos de las mujeres. Para ilustrar la estrategia, concertada desde la cúpula del poder político y eclesiástico, es importante analizar cómo fue el proceso de aprobación de las iniciativas de reforma constitucional que dieron como resultado que en un tiempo récord _en sólo15 meses_ se reformaran las constituciones de 17 estados de la República Mexicana, para penalizar el aborto y criminalizar a las mujeres bajo el supuesto de una «protección a la vida desde el momento de la concepción y hasta la muerte natural». Es evidente que estas reformas significan un grave retroceso para los derechos de las mujeres, no sólo porque a nivel constitucional se pretende anular la interrupción legal del embarazo, sino también porque en materia de políticas públicas se intenta orientar un ejercicio de la sexualidad sin protección, sin prevención y sin educación sexual. El lenguaje y contenido de todas estas reformas están basados en una concepción religiosa del mundo e intentan desconocer los derechos de las mujeres por una supuesta supremacía del derecho a la vida del óvulo fertilizado. El reclamo desde el feminismo por la plena vigencia de un Estado laico no está relacionado sólo con la salud reproductiva y el derecho al aborto, sino con la libertad personal y de opinión, el derecho a la intimidad, el respeto a la diversidad cultural y religiosa y a la autonomía personal. Por ello, es mucho más amplia; y como cuestionamiento filosófico, desafía


críticamente todos los aspectos de la vida que pueden ser afectados por el hecho de que el Estado sea manejado o influenciado por sectores religiosos. Incluso la misma jerarquía católica ha reconocido que «Cualquier imposición desde fuera, de principios o comportamientos religiosos a quien no está conforme con ellos, viola la libertad de conciencia». Si tales imposiciones han tenido lugar en el pasado, en contextos culturales distintos al actual y por razones que hoy ya no podemos compartir, lo justo es que una confesión religiosa lo reconozca como error. El mismo pensamiento católico ha dicho que entiende por laicidad, la autonomía de la esfera civil y política respecto de la esfera religiosa y eclesiástica; mientras que la misma Iglesia la reconoce como un «valor adquirido» que «pertenece al patrimonio de civili zación alcanzado». Para las feministas, una verdadera convivencia pacífica dentro de la pluralidad y gobernabilidad democrática requiere de un Estado laico que garantice un régimen de tolerancia bajo el imperio de la ley. Cuando Benito Juárez impulsó las Leyes de Reforma sembró las bases para garantizar una convivencia pacífica, en donde la separación de la Iglesia y el Estado asegurara a cada persona creer en lo que quisiera creer; reunirse con otras libremente y al mismo tiempo ser tolerante y respetuoso con aquéllos con quienes no se comparten las mismas creencias. Esa es la importancia del Estado laico. La frontera entre lo público y lo privado se objetiva en el derecho a decidir, porque el Estado está obligado a garantizar las normas para convivencia pacífica, pero no puede pretender regular la vida privada de sus gobernados. Como bien lo ha señalado Martha Lamas, «las decisiones sobre la vida privada dependen de la conciencia y los valores de cada persona, y no de los dictados de altos funcionarios de instituciones religiosas o del gobierno».

Decisiones de la vida privada como la elección de la pareja, el ejercicio de la sexualidad, la paternidad y la maternidad son expresiones personalísimas que se ejercen de acuerdo con los sentires y con la conciencia de cada quién y, en este ámbito, el Estado no tiene ningún derecho de intromisión. Las creencias personales deben servir para que cada individuo tome las decisiones personales que más le ajusten a su propio catálogo de creencias y valores, pero no deben nunca ser pretexto para imponer a otros una sola forma de pensamiento. El Estado laico es una garantía para que todas y todos podamos ejercer nuestro derecho a decidir. La democracia, el avance científico y la modernidad descansan sobre la base de un Estado laico. Los principios de libertad e igualdad dotan de sentido a una sociedad democrática que bajo ninguna circunstancia puede permitir que en nombre de la fe se expropie su libre albedrío. Fernando Savater sostiene que la modernidad democrática ha significado el triunfo del laicismo en la vida pública. Hoy, es necesario reivindicar la laicidad del Estado mexicano para que triunfe la razón republicana sobre los dogmas de la fe.

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DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER, un día para re lexionar El día internacional de las mujeres «es un momento de reflexión sobre los progresos alcanzados, un llamado al cambio, y una celebración de los actos de valor y determinación tomados por mujeres corrientes que han tenido un papel extraordinario en la historia de sus países y sus comunidades»1. Esta conmemoración tiene su origen a finales del siglo XIX, cuando un 8 de marzo de 1857 un grupo de mujeres trabajadoras de la industria textil en Nueva York realizaron una huelga para exigir una jornada de 10 horas de trabajo e igualdad de salarios que los hombres. En respuesta se prendió fuego a la planta ocupada y se trabaron las puertas, allí murieron las 129 trabajadoras. Este día, para honrar su memoria, fue propuesto en 1910 en un Congreso Internacional de Dinamarca y las Naciones Unidas comenzó a celebrar el Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo en 1975, Año Internacional de la Mujer. Este año el tema del Día Internacional de la mujer es: «Igualdad para las mujeres: progreso para todos». Conmemoremos pues la lucha por los derechos de las mujeres en todo el mundo y dejemos de lado las felicitaciones a las mujeres por ser lindas, amables, frágiles, cariñosas, entregadas y sumisas. Reflexionemos sobre los logros alcanzados y el camino por recorrer para alcanzar la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres.

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ONU Mujeres


Maestra en Derecho, Unidad de Posgrado de la Facultad de Derecho de la UNAM c i u d a d yg e n e ro @ g m a i l . co m

«Era mi último mes de embarazo y las idas al Instituto Mexicano del Seguro Social se hacían cada vez más continuas.

ELSA MARTINA ANCONA SÁNCHEZ

Violencia obstétrica contra las ujeres

a violencia obstétrica es una forma específica de violación a los derechos humanos y reproductivos de las mujeres, incluyendo los derechos a la igualdad, a la no discriminación, a la información, a la integridad, a la salud y a la autonomía reproductiva. Se genera en el ámbito de la atención del embarazo, parto y puerperio en los servicios de salud —públicos y privados—, y es producto de un entramado multifactorial en donde confluyen la violencia institucional y la violencia de género. En adelante señalaré un ejemplo de esta situación ocurrida a una amiga en el hospital de la zona 2 del IMSS 1.

Un 3 de noviembre de 2013 día cuando expulsé el tapón mucoso como parte del proceso del pre parto, acudí al hospital del IMSS zona 2 ubicado en eje 3 y viaducto y Troncoso. Ingresé por urgencias ya que en ese momento era la única manera de poder recibir atención médica. Después de esperar algunas horas logré entrar a consulta y fui atendida por una doctora a la que le platiqué mi situación de salud y el porqué estaba ahí. Ella me revisó, me hizo el tacto y agregó “LE VOY AYUDAR” para que deje de dar vueltas. Su ayuda consistió en hacerme un tacto por demás violento que ocasionó un sangrado y un grito de dolor de mi parte. Pero funcionó porque fue la única manera de que no me regresaran a mi casa y pariera en el jardín del hospital o en el camino entre las idas y venidas. El sangrado ocasionado por el tacto realizado por la doctora, permitió que ingresara al hospital por urgencias para dar inicio al trabajo de parto correspondiente. Ya adentro en las instalaciones del hospital me despojaron de TODAS mis cosas incluyendo mi ropa interior y me pusieron una bata por demás deslavada que tiene una ranura atrás la cual es simplemente imposible amarrar sobre todo cuando tienes un abdomen de 40 semanas de embarazo. Desde ese momento quedas descalza, no se permite que los familiares lleven unas pantuflas o chanclas. Sin mayor acompañamiento que yo misma empezó la peor experiencia de violencia y maltrato de mi vida. Una vez ingresada al área de urgencias y con dos centímetros de dilatación, me pusieron suero, sin embargo para mi desgracia tengo venas muy delgadas y al momento de canalizarme me lastimaron mucho los brazos. Después de habérmelos dejado con grandes hematomas finalmente lograron encontrar una vena en la muñeca y por fin pudieron ponérmelo. Sin cama asignada y sin espacio en la sala de urgencias, me dejaron en el pasillo colocándome la bolsa del suero en el estómago ante la falta de tripié para sostenerlo. Posteriormente después de esperar largos minutos, por no decir horas, llegaron los camilleros, que por cierto son de lo más cotizados en el hospital, con sus audífonos puestos y hablando 1

El relato aquí expuesto fue real y se llevó a cabo entre el 3 y el 9 de noviembre de 2013 en el Hospital Zona 2 del Instituto Mexicano del Seguro Social.

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a gritos decían: “Te va guey, no te va a ti yo ya fui”. En esas estaban hasta que un camillero de apodo “el Minimi” estando yo en el pasillo aventó mi camilla y choqué con un mueble que se encontraba cerca y la bolsa de suero que tenía en mi estómago se cayó ocasionando que la aguja de mi brazo que tanto trabajo había costado encontrar quedará colgando. Situación por demás dolorosa y angustiante para mí. Ante el golpe de la camilla salió una doctora preguntando qué había pasado y le comenté lo sucedido. Ella se compadeció de mí y me ayudó inmovilizando la aguja y comentó que iba a reportar la actitud del camillero. Ya en piso me tocó compartir habitación con dos mujeres embarazadas más, una de ellas por cierto de 16 años que iba a tener mellizas. La cama que me designaron estaba junto a la ventana, la cual no tenía cortina. Las camas sólo tienen una sábana y aunque las temperaturas bajan en invierno el hospital no proporciona cobijas ni permiten que los familiares lleven una, así que el frío en la madrugada puede ser muy fuerte. Si a eso le sumas que estás en trabajo de parto con contracciones cada vez más seguidas la situación se torna aún más compleja. Esa tarde llegó una enfermera con un cómodo (que parece más bien incómodo) frío como el hielo me lo puso y sin decirme nada empezó a rasurarme en seco mis genitales, yo sólo escuchaba el sonido de la rasuradora y con miedo esperaba que ante la forma tan brusca como lo hacía no me fuera a cortar. Al día siguiente llega una enfermera hablando a gritos dicién-dome que me iban hacer una transfusión de sangre porque salí con un grado muy importante de anemia. Ante mi sorpresa le pregunto si está segura de la información porque hasta ese momento no me habían hecho ningún análisis de sangre ni nadie me había dicho tal diagnóstico. Ella se va y me responde que estaba segura. Dos horas después, regresó la misma enfermera para decirme que se había equivocado que no era yo. Ese tiempo transcurrido fue muy angustiante para mí porque dadas las circunstancias yo no sabía si el proceso de transfusión me lo iban hacer correctamente.

la misma enfermera para decirme que se había equivocado que no era yo. Ese tiempo transcurrido fue muy angustiante para mí porque dadas las circunstancias yo no sabía si el proceso de transfusión me lo iban hacer correctamente. Durante ese día fueron incontables las veces en que acudieron médicos y practicantes a hacerme el tacto como si mi cuerpo fuera un objeto de estudio, una cosa y yo no fuera un ser humano que siente. Al día siguiente con tan sólo 4 centímetros de dilatación me bajan a la “sala de labor” y ya estando en ella grita una mujer en tono de enojo “Ya bajaron una más”. Me hicieron una vez más el tacto y al ver que tenía tan solo 4 centímetros de dilatación me devolvieron a mi cama. Ese día me mandaron en una silla de ruedas a formarme en el lugar donde hacen los ultrasonidos, en donde sólo hay una doctora que trabaja de 10 a 6, ni un minuto más. La fila larga de espera de mujeres embarazadas te permite darte cuenta del maltrato que recibimos las mujeres en este hospital. Estuve formada alrededor de 4 horas y por suerte logré que ese mismo día me hicieran el ultrasonido el cual manifestó que mi bebé venía sentado. Llevando tres días de trabajo de parto y ante la falta de dilatación y el hecho de que mi bebé no se había acomodado para salir, decidieron hacerme cesárea. Ya estando en el quirófano y con contracciones bastantes seguidas porque me habían puesto oxitocina para acelerarlo no me podían anestesiar porque las agujas del bloqueo se doblaban y yo sólo escuchaba cómo una doctora comentaba con los otros llévate esas agujas para tu pavo. Tal fue la situación que tuvieron que mandar llamar al jefe de anestesiólogos para que me pudieran bloquear, la doctora molesta me dijo que todo era mi culpa porque estaba yo muy gorda y que por eso no había podido ponerme el bloqueo. Durante la intervención se dieron cuenta que la anestesia había sido insuficiente porque empecé a sentir lo que me hacían, situación que me provocó taquicardia por lo que me pusieron más anestesia.

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Al terminar la cesárea estuve en la sala de recuperación escasos 15 minutos y me subieron a mi cama. En menos de una hora me llevaron a mi bebé y me dijeron hazte cargo de él, cuando todavía no se me habían pasado los efectos de la anestesia, al grado de no poderme mover porque no sentía las piernas. A pesar de que una enfermera le comentó a la doctora que todavía tenía efectos de la anestesia ella dijo aquí manejamos el “apego inmediato que se haga cargo”. He de comentar que nadie me explicó las reglas y yo no sabía que no podía tener en mi cama al bebé en mis brazos y que sólo lo debía tener en esa como cubeta con llantas en la que te lo llevan. Así que estando con él llegó una enfermera a decirme a gritos “que era una cochina que como me atrevía a tener a mi hijo en mi misma cama que le iba a pegar una infección”. Para colmo de males, mi cama estaba descompuesta y no tenía más que una sola posición en horizontal, y yo por la herida no podía estar acostada porque me dolía y las enfermeras no me facilitaban almohadas para acomodarme. Si a eso le sumas que traía una sonda para la orina la cual te la amarran a la cama y te impide movimiento la situación se torna muy muy agobiante y complicada. Ese día al intentar ponerme al bebé en el seno me doy cuenta que no tengo un pezón preparado para amamantar y que por lo tanto no puede succionar y no estimula la salida de la leche. Yo intento explicar esto a las enfermeras y me dicen aquí no hay fórmula, así que dale de comer. El bebé que al igual que yo tenía frío ya que sólo le ponen un pañal que le cubre todo el cuerpo y una sabanita no dejaba de llorar. Tal era mi desesperación que lo comenté con un médico, quien una vez más se compadeció de mí y de manera excepcional autorizó que me dieran un poquito de fórmula para darle de comer, situación que después me fueron a reclamar. Por otro lado cabe mencionar que la limpieza en el hospital deja mucho que desear, los baños se encuentran sucios y húmedos porque las regaderas y los WC se encuentran juntos. De esta manera cuando las mujeres quieren ir tienen que ir descalzas poniéndose en riesgo de caerse y de contraer infecciones porque no te permiten tener pantunflas o chanclas de algún tipo.

Cabe mencionar que el personal del hospital a través de violencia psicológica y violando los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres prácticamente las obligan a ponerse el dispositivo intrauterino. En mi caso en particular, el último día que estuve hospitalizada me obligaron a ponerme el dispositivo intrauterino (DIU) situación que posteriormente me obligó a ir a un médico particular a que me lo quitara porque me lo habían puesto mal. Entiendo la importancia de informar sobre métodos anticonceptivos, pero la forma como lo hacen no es brindando información para que des tu consentimiento, sino a través de violencia psicológica y maltrato. Finalmente cabe mencionar que hace tres meses nació mi hijo y tuve que someterme a terapia psicológica por estrés post traumático, por el maltrato al que fui sometida en el hospital, situación que es inconcebible». La violencia obstétrica que vivimos las mujeres en los hospitales públicos de salud y en específico el Instituto Mexicano del Seguro Social zona 2, no es solamente una cuestión de falta de recursos y de exceso de pacientes, es una cuestión de actitud y de falta de respeto a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres por parte del personal. Es una violencia institucional que queda impune y que no debemos permitir. Es indispensable llevar a cabo las reformas legales correspondientes, afín de tipificar la violencia obstétrica como parte de la violencia contra las mujeres. Además es indispensable impulsar políticas públicas a fin de atender, sancionar y erradicar la violencia obstétrica contra las mujeres.


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¿Y las muj res jóvenes? TOBYANNE LEDESMA RIVERA Directora Proyectos Juveniles de Organización Fuerza Ciudadana, AC tobyanne@fuerzaciudadana.org.mx

Como cada año, el día 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Esta fecha se ha convertido en un espacio de reflexión y expresión sobre la situación de las mujeres en las distintas esferas de la vida pública y privada de los países. Este año el tema establecido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para celebrar esta fecha es «Igualdad para las mujeres: progreso para tod@s» con el objetivo de resaltar la importancia de alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres. En el mensaje del Día Internacional de la Mujer, enviado por el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, resalta lo siguiente: 1

Los países en los que hay más igualdad de género experimentan un mayor crecimiento económico. Las empresas que cuentan con más líderes mujeres logran mejores rendimientos. Los acuerdos de paz que incluyen a las mujeres son más duraderos. Los parlamentos en los que hay más mujeres aprueban más leyes sobre cuestiones sociales clave como la salud, la educación, la lucha contra la discriminación y la manutención de los niños. Las pruebas no dejan lugar a dudas: la igualdad de la mujer supone progresos para todos1.

ONU, Día Internacional de la Mujer, <http://www.un.org/es/events/womensday/2014/sgmessage.shtml>, [04/03/2014].


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En el caso mexicano, en el marco de dicha celebración, el 4 de marzo de 2014 se realizó la firma de Convenio de Colaboración entre el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). En dicho evento la presidenta del INMUJERES mencionó: «No se trata de felicitar a las mujeres, sino de revisar a fondo los obstáculos que impiden la igualdad plena, pues no hay futuro posible sin el reconocimiento y la protección de los derechos humanos de las mujeres.» 2 Sin duda en México y en el mundo tenemos mucho que trabajar y muchos retos que enfrentar para lograr la verdadera igualdad de género y la protección de los derechos humanos de las mujeres. Uno de estos retos es el reconocimiento de las necesidades y capacidades de las mujeres jóvenes como actrices estratégicas para el desarrollo. En el mundo existen alrededor de 1.8 billones de personas jóvenes, de las cuales al menos 50 por ciento son mujeres jóvenes. En México, de acuerdo con los datos del Censo de Población y Vivienda 2010, las personas entre los 12 y 29 años de edad representan 32.2 por ciento del total de la población mexicana y las proyecciones prevén que la población juvenil alcanzará su máximo en 2020 con alrededor de 38.8 millones de jóvenes de las cuales 50.5 por cierto serán mujeres.3 Algunos datos de la ONU revelan que la tendencia mundial es que una de cada tres niñas y adolescentes estarán casadas antes de cumplir dieciocho años. De igual forma, las mujeres jóvenes de 15 a 24 años de edad son los más expuestas para contagiarse de VIH-SIDA, con tasas de infección dobles que los hombres jóvenes.4 2

En México, las mujeres jóvenes perciben menos ingresos que los hombres jóvenes, y según el Programa Nacional para la Igualdad de Oportunidades y no Discriminación contra las Mujeres 2013-2018, existen 4.4 millones de jóvenes que no estudian y no trabajan, de los cuales 76.7% (casi tres millones) son mujeres jóvenes y que en su mayoría se dedican al trabajo doméstico y a la economía del cuidado. 5 Es fundamental que ante este panorama, en México y en el mundo, se fomente la participación efectiva de las mujeres jóvenes. La única forma de garantizar el verdadero desarrollo de las naciones es que los Estados establezcan una nueva relación con la ciudadanía a fin de no dejar fuera a las mujeres jóvenes de la comunidad y la organización política, ya que sólo así se podrán combatir las grandes brechas de desigualdad que millones de personas sortean cada día. Es primordial que existan espacios para asegurar que las voces de las mujeres jóvenes sean escuchadas y su visión pueda ser incluida en los procesos de toma de decisiones y en cada uno de los pasos de la generación de políticas públicas (investigación, diseño, implementación y evaluación). En México poco se ha discutido sobre el tema y en muchos espacios de toma de decisión es predominante la falta de inclusión de las mujeres jóvenes como actrices estratégicas para el desarrollo y la implementación de las acciones en los ámbitos nacional y local.

INMUJERES, Comunicado de Prensa No. 24, [http://www.inmujeres.gob.mx/index.php/sala-de-prensa/inicio-noticias/1004-no-hay-futuro-posiblesin-el-reconocimiento-y-la-proteccion-de-los-derechos-humanos-de-las-mujeres], [04/03/2014]. 3 Fondo de Población de Naciones Unidas, Diagnóstico socio-demográfico del envejecimiento en México, México 2001, 4 Youth , Social Policy and Development Division, Girls and Young Women, [http://www.un.org/esa/socdev/documents/youth/fact-sheets girls-youngwomen.pdf], [04/03/2014]. 5 Diario Oficial de la Federación, Programa Nacional para la Igualdad de Oportunidades y no Discriminación contra las Mujeres 2013-2018 [http://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5312418&fecha=30/08/2013] [07/02/2014].


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Origen del 10 de ma o La historia del Día de la Madre en México fue una iniciativa que en 1922 tuvo el periodista y director del periódico Excélsior, Rafael Alducín. A través de este diario _uno de los pocos que existían en el país en ese momento_ apoyó con extensos artículos, concursos y premios la propuesta de José Vasconcelos, entonces Secretario de Educación de dedicar un día a la madre. A la propuesta se unieron el Episcopado mexicano, la Cruz Roja y muchas

enfermedades venéreas, temas jurídicos y se discutían los

instituciones más.

beneficios del amor libre sobre el matrimonio convencional.

Según la investigadora especializada en ciencias sociales

Aunque no se puede establecer una relación directa,

y estudios de género Marta Acevedo, esta iniciativa fue

fuera de la temporal, entre los dos hechos los artículos de

en realidad una reacción a un movimiento feminista que se

Excélsior atacaban directamente «las ideas extranjeras

estaba gestando en Yucatán, entonces con la gubernatura

que quieren acabar con la moral del país» y exaltaban la

de Felipe Carrillo Puerto. Ahí se empezaron a organizar

maternidad como un ideal. Con esta perspectiva se daban

desde 1916 grupos interesados en la planificación familiar

por ejemplo premios a «la madre más prolífica», práctica que

que apoyaban la maternidad como una opción no una

continuó hasta principios de los setenta cuando el gobierno

obligación y se daban conferencias sobre profilaxis,

lanzó las primeras campañas de planificación familiar.


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Colaboraci n Intern cional

El desafío de las cuotas de género: Combatir el sex smo cotidiano de los partidos políticos MTRA. TANIA VERGE* Profesora del Departamento de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Pompeu (UPF, Barcelona) t a n i a . v e r g e @ u p f. e d u

Introducción La igualdad política va más allá de la representación paritaria en las instituciones públicas. La decisión de candidatearse a un puesto de elección popular viene precedida por otra decisión individual, la de participar en un partido político y por el grado de confort con dicha participación. Como en cualquier otro marco de interacciones sociales, en el seno de los partidos el comportamiento de los individuos viene moldeado por unas «reglas del juego» que producen un entramado institucional. El conjunto de reglas formales (codificadas, escritas) y, en especial, de reglas informales (normas no escritas, rutinas, convenciones, rituales y prácticas cotidianas) a menudo presentan fuertes sesgos de género (Mackay, Kenny y Chappell, 2010). Las cuotas de género —como reglas formales que regulan la composición de los órganos de decisión o de las listas electorales— actúan como oportunidades para avanzar en la igualdad, pero la vertiente informal del entramado institucional limita seriamente la participación de las mujeres. De este modo, la coexistencia de «reglas formales» y «reglas en uso» permiten a los hombres auto-perpetuarse en el poder (Leach y Lowndes, 2007). Se presentan aquí las instituciones informales generizadas que emergieron del estudio cualitativo de cinco partidos políticos catalanes (véase Verge y de la Fuente, 2014). *

Es Agente de Igualdad de la UPF y participa en un proyecto nacional para integrar la perspectiva de género en los estudios de Ciencias Políticas.


Normatividad masculina El primer conjunto de instituciones informales detectadas producen y reproducen una normatividad masculina —una masculinidad tradicionalmente hegemónica— en las formas de hacer política que conduce a un acceso desigual a recursos y reconocimiento: normas sesgadas al género respecto a las características valoradas en los liderazgos, lógica de dedicación intensiva en el trabajo en el partido y segregación de cargos.

Modelo estándar masculino. En la definición de las competencias y habilidades de un buen liderazgo los hombres son considerados «el modelo estándar» (Kenny, 2013): competitividad, asertividad y cierta agresividad en la imposición de las decisiones. Otras formas de hacer política son minimizadas. Empezar una frase diciendo «yo creo que…» o no dar un golpe en la mesa para imponerse se equiparan a debilidad y falta de autoridad. De esa manera, la confianza de las mujeres en sus capacidades se ve dañada de manera severa y la inseguridad derivada de no ajustarse a los estándares (masculinos) provoca que se abstengan de una participación más activa en los órganos del partido. Asimismo, la típica política de adversarios que se manifiesta en enfrentamiento y competición brutal por los cargos intimida e incomoda a la mayoría de las mujeres. Aunque aquellas que han alcanzado cargos de responsabilidad en el partido pueden ejercer un «papel de modelo» distinto para otras mujeres, al sufrir una mayor renovación que los hombres, el impacto simbólico es efímero. A su vez, puesto que para acceder a ciertas posiciones se espera que las mujeres adopten rasgos de comportamiento típicos de la masculinidad hegemónica, la expansión de los repertorios alternativos queda restringida.

Dedicación intensiva. La norma de dedicación intensiva que predomina en los partidos genera frustración en las mujeres ya que afrontan el dilema de elegir entre su vida personal y su actividad política. Subyacente a esta dolorosa elección hallamos el «sentimiento de culpa», por dedicar horas de trabajo en el partido a expensas del tiempo familiar, una experiencia totalmente inaudita para un sujeto masculino. Se trata de una tensión

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irresoluble ya que, si dedican más tiempo al partido, están violando las normas sociales relativas a las responsabilidades de las mujeres en las tareas de cuidado; y, si dedican más tiempo a sus familias, violan la norma partidista de dedicación intensiva. Ni los partidos tienen estructuras pensadas para incorporar la lógica de la vida cotidiana, ni las mujeres tienen, en general, el apoyo social necesario para permitirse una dedicación intensiva. No cumplir ambas normas —competitividad y dedicación intensiva— lleva a las mujeres bien a desistir de demandar más recursos para los cargos que desempeñan, renunciando así a poseer activos básicos para ostentar poder dentro de los partidos, o bien a abandonar el cargo. De este modo, las normas generizadas son responsables de la renuncia aparentemente voluntaria de las mujeres.

Segregación de cargos. Tanto las posiciones de más alto nivel (segregación vertical) como las áreas más valoradas (segregación horizontal) son asignadas de manera preponderante a hombres. Esta «lógica de pertinencia» en la distribución de cargos orgánicos comporta un relativo desempoderamiento y marginalización de las mujeres (Chappell, 2002). Aunque se cuestione el valor asociado tradicionalmente por la normatividad masculina a las diferentes áreas de responsabilidad, la segregación por cargos conlleva serias implicaciones. No sólo entraña una disposición asimétrica de recursos (presupuesto, personal de apoyo, etcétera) sino que las áreas de responsabilidad «masculinas» (como organización o finanzas) gozan de mayor visibilidad e influencia que las consideradas tradicionalmente «femeninas» (educación o políticas sociales) y tienden a ser el trampolín hacia otros cargos relevantes.

Sesgos de género en el funcionamiento cotidiano El segundo conjunto de instituciones informales se encuentran extendidas en el funcionamiento cotidiano de los partidos y sustentan relaciones de poder asimétricas por razón de género: rituales generizados, prácticas organizativas sexistas, redes informales y usos del tiempo.

Rituales de las reuniones. Varios rituales sesgados al género no se ajustan a los objetivos de las reuniones y van dirigidos a reafirmar y poner en escena quien ostenta el poder. Dónde se sienta a cada uno o a quien se dirige o cede el turno de palabra entrañan un reconocimiento distinto. Los rituales generizados incluyen también participar sin realizar aportaciones sustantivas y repetir o hacer referencia a comentarios realizados por otros participantes hombres para añadir legitimidad a los propios, incluso si el punto lo expuso inicialmente una mujer y fue descartado, alargando así de manera innecesaria las reuniones. Al no adecuarse a tales rituales, las contribuciones realizadas por mujeres a menudo no se glosan ni son reconocidas como valiosas por sus pares varones. Asimismo, las actividades desarrolladas por las mujeres en cargos orgánicos, sobre todo en las áreas «femeninas» y especialmente las vinculadas a igualdad de género, reciben una escasa atención haciendo que se produzca un sentimiento de que sus responsabilidades son excesivas.

Hiper-vigilancia. El hecho de que el trabajo orgánico desempeñado por las mujeres esté de manera habitual sujeto a una evaluación más crítica constituye una práctica sexista. Las mujeres soportan una «carga de la duda» constante sobre su competencia y con frecuencia son objeto de «hiper-vigilancia» (Puwar, 2004). El escrutinio sobre las mujeres se ha agudizado tras la adopción de cuotas. Las mujeres son a menudo juzgadas en calidad de


«cuota» mientras que la competencia de los hombres nunca se cuestiona. En otras ocasiones, para cumplir con las provisiones de la cuota, se asigna a las mujeres áreas en las que no son expertas, agravando sus inseguridades y exponiéndolas con mayor facilidad a la crítica. También hay una doble moral a la hora de medir ciertos comportamientos. Se critica rápidamente el titubeo de una mujer mientras que en el hombre se entiende como parte de su reflexión. Otro ejemplo es cómo una discusión acalorada entre dos hombres es vista como legítima mientras que entre dos mujeres se caricaturiza rápidamente como una muestra de infantilismo e incluso de histeria.

mujeres. Con estas manipulaciones estratégicas, el poder no se redistribuye de forma más igualitaria sino que los hombres mantienen sus cargos e influencia (Hawkesworth, 2003).

Dobles cuotas. Una práctica común en la elaboración de listas electorales o en la composición de los órganos del partido es hacer que las mujeres cubran una doble cuota: ser mujeres e independientes (no militantes del partido), o ser mujeres y jóvenes, o ser mujeres e inmigrantes. Los partidos utilizan esta doble cuota para proyectar una imagen de renovación. Con todo, mientras que la diversidad de perfiles queda formalmente asegurada, el desafío al poder del grupo dominante se minimiza puesto que los hombres permanecen en sus posiciones y, nuevamente, el poder no se redistribuye.

Sanciones informales. Otra expresión de las prácticas orgánicas sexistas son las sanciones informales generizadas. En los partidos, la ambición no es una cualidad apreciada en las mujeres mientras que se presume una característica positiva en los hombres. La sanción más común que padecen estas mujeres es ser apartadas de sus cargos o un progresivo debilitamiento de sus responsabilidades. Tras una competición entre dos hombres para liderar una lista electoral, es frecuente que el vencedor ocupe el primer puesto y el perdedor lo acompañe como número dos. Pero cuando una de las competidoras es mujer, si pierde, suele quedar desplazada a un puesto de la lista sin posibilidades de elección. Las mujeres que llegan a ocupar altos cargos también son objeto en algunas ocasiones de rumores sobre supuestos favores sexuales prestados a su reclutador masculino.

Redes informales. La capacidad de acción de las mujeres se ve entorpecida por la existencia de una variedad de redes informales y boy’s clubs que sortean los cauces formales de toma de decisiones. Estas redes informales producen «capital homosocial», un capital interpersonal que resulta «predominantemente accesible para otros hombres y que es mucho más valioso cuando se construye entre hombres como si las mujeres fueran miembros ilegítimos» (Bjarnegård, 2013: 24). Las decisiones se toman a menudo fuera de los canales formales (en bares, restaurantes…) e incluso, si las mujeres comparten estos espacios informales con los hombres, muchos temas o bien no surgen o se las deja al margen de la discusión.

Nuevos espacios de decisión. Cuando las cuotas de género se aplican a los cargos orgánicos es frecuente observar que aparecen nuevos niveles de toma de decisiones (unos comités de tamaño más reducido) no previstos por las normas del partido y, como tal, exentos de los criterios de paridad. En otros casos, simplemente se amplía el número de miembros que integran los órganos del partido para dar entrada a más

Usos del tiempo. La distribución desigualitaria de las tareas domésticas y de cuidado pueden explicar la mayor escasez de tiempo de las mujeres pero el conjunto integrado por la norma de disponibilidad intensiva, reuniones que empiezan tarde en el día o se alargan innecesariamente, las horas en las que normalmente operan las redes informales (tarde-noche, una vez finalizadas las reuniones formales) o

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la demanda excesiva de asistencia a actos, muchos de ellos de escasa relevancia, provocan en las mujeres una fuerte sensación de pérdida de tiempo que desmotiva su implicación. Por este motivo, las mujeres tratan de incorporar la lógica de la vida cotidiana en las actividades políticas y apuestan por la eficiencia en la gestión del tiempo. Quedan, discuten y deciden sin necesidad de alargar innecesariamente las reuniones o trasladar las discusiones a otros espacios informales, cuestionando así la concepción dominante de hacer política como un continuo espacio-tiempo durante todas las horas del día.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Conclusiones

Leach, Steve y Vivien Lowndes (2007) “Of Roles and Rules: Analysing the Changing Relationship between Political Leaders and Chief Executives in Local Government”. Public Policy and Administration 22 (2): 183–200.

Pese a la adopción de cuotas de género, los partidos siguen siendo espacios de participación inhóspitos para las mujeres. Hombres y mujeres tienen más o menos acceso a los recursos del partido (incluso ocupando cargos equivalentes) y una trayectoria más o menos larga (con independencia de los méritos individuales) de acuerdo con ciertas normas de género. El sexismo prevaleciente en los partidos se manifiesta en un sesgo de género sistemático que produce un acceso desigual a recursos y reconocimiento, y relaciones de poder asimétricas. En definitiva, el poder formal puede alterarse mediante las cuotas pero subvertir el funcionamiento cotidiano; el de las reglas informales requiere reformas más profundas. No son las mujeres las que deben ajustarse al funcionamiento de los partidos sino que los partidos deben replantearse su funcionamiento para poner en valor su diversidad interna y garantizar una participación igualitaria de todos y de todas.

Bjarnegård, Elin (2013). Gender, Informal Institutions and Political Recruitment. Explaining Male Dominance in Parliamentary Representation. Basingstoke: Palgrave Macmillan. Chappell, Louise (2006). “Comparing Political Institutions: Revealing the Gendered ‘Logic of Appropriateness’”. Politics & Gender 2 (2): 223–235. Hawkesworth, Mary (2003). “Congressional Enactments of Race-Gender: Toward a Theory of Raced-Gendered Institutions”. American Political Science Review, 97(4): 141–156. Kenny, Meryl (2013). Gender and Political Recruitment: Theorizing Institutional Change. Basingstoke: Palgrave Macmillan.

Lovenduski, Joni (2005). Feminizing Politics. Cambridge: Polity Press. Mackay, Fiona; Meryl Kenny y Louise Chappell (2010). “New Institutionalism Through a Gender Lens: Towards a Feminist Institutionalism?”. International Political Science Review, 31 (5): 573–588. Puwar, Nirmal (2004). “Thinking about Making a Difference”. British Journal of Politics and International Relations 6 (1): 65–80. Verge, Tània y Maria de la Fuente (2014). “Playing with Different Cards: Party Politics, Gender Quotas and Women’s Empowerment”. International Political Science


Muj res en la Histori Juana Belén Gutiérrez De Mendoza: de «haz de viriles energías» a «ser depravado y odioso». Controversia con los hermanos Flores Magón. ADRIANA MAZA PESQUEIRA Maestra en Historia de México adrianamazapes@gmail.com

En el número anterior de Empodérate revisamos el activismo político de Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, periodista de oposición en el porfiriato y mujer liberal de la Revolución Mexicana. En el presente artículo analizaremos uno de los desafíos que enfrentó al participar en la esfera política, espacio reservado a los hombres, para constatar cómo algunas de las mujeres que se atrevieron a romper con los esquemas patriarcales y se hicieron de adversarios, no fueron combatidas por sus ideas sino denostadas con ataques de carácter personal dirigidos a su género. 1 Juana Belén fundó el periódico Vésper ¡Juticia y libertad! en 1901, coyuntura en que las publicaciones de oposición a la dictadura se multiplicaban, sobre todo a causa de las pocas oportunidades que los intelectuales independientes tenían de participar en la política y de acceder a los puestos gubernamentales. 1

Este periódico motivó comentarios positivos entre los periodistas liberales. Destacaban el hecho de que mientras muchos hombres no se comprometían en la lucha, una mujer publicaba un periódico «viril», con lo cual le daban a su actuación la condición masculina de aquellos que se atrevían a expresarse en contra de un sistema que los oprimía y era por ello un «halago». Por ejemplo, el periódico Regeneración de los hermanos Flores Magón, señalaba el 15 de mayo de 1901: «Ahora que muchos hombres flaquean y por cobardía se retiran de la lucha […] La Sra. Juana B. Gutiérrez de Mendoza acaba de fundar en Guanajuato un periódico liberal, Vésper, destinado a la defensa de las instituciones liberales y democráticas […]».2 Había un reconocimiento al liberalismo manifiesto en Vésper en virtud de que la orientación de los opositores en esa coyuntura, todavía no tenía un contenido anarquista.

Partimos de la categoría de género como «relación primaria de poder» aportada por Joan Scott. «El género: Una categoría útil para el análisis histórico», en Marta Lamas (comp.), El género: la construcción cultural de la diferencia sexual. México: PUEG, 1996, pp. 265-302. Y su definición como «un conjunto de valores y creencias, normas y prácticas, símbolos y representaciones acerca de la manera en que se comportan hombres y mujeres a partir de su diferencia sexual, con significados sociales, psicológicos y culturales». Anna María Fernández Poncela, «Estudios sobre las mujeres, el género y el feminismo», en Nueva Antropología. Revista de ciencias Sociales, No. 54, México, 1998, p. 83. 2 Regeneración, 1ª época, 15/mayo/1901, Tomo II, núm. 38, pp. 7-8.

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El viril colega Vésper que hábilmente dirige la entusiasta Sra. Doña Juana B. Gutiérrez De Mendoza […] ha vuelto a la lid con más bríos que antes. Vésper es un haz de viriles energías. En nuestro referido colega vemos comprendido en toda su extensión el amplio criterio liberal. El colega no sólo ataca la corrupción del fraile, sino que censura al mismo tiempo a los mandatarios que oprimen al pueblo […]. 3

En 1903 Juana se asoció al grupo liberal encabezado por Camilo Arriaga y en 1904 partió al exilio. Por estas fechas los miembros del Partido Liberal se vieron envueltos en una situación de graves discrepancias debidas a una pugna por la dirección del grupo entre Camilo Arriaga y Ricardo Flores Magón. Esto originó la ruptura de Juana Belén con los hermanos Flores Magón, y durante 1906 ambos bandos iniciaron una guerra dentro de sus respectivos medios de información. La pugna en los periódicos inició cuando en Regeneración se publicaron dos planas enteras en contra de Juana Belén: [...] no se nos puede exigir más paciencia [...] mientras un enemigo desleal nos arroja aluviones de fango, [denunciaba las inconsistencias de Juana, exhibiendo todas las contradicciones en que había caído, para continuar con ataques personales]. La hemos visto saquear descaradamente nuestros bolsillos [...] pero hay más [...] no podíamos creer que Juana B. Gutiérrez de Mendoza, la que predica moralidad, [...] la que quiere redimir a la mujer mexicana, riñera con la naturaleza [...] para entregarse con su compañera Elisa a los estériles y estúpidos placeres de Safo. 4

Con respecto a esta publicación, resulta interesante hacer un análisis de cómo Enrique Flores Magón, teniendo pruebas que acusaban a Juana de actuar en contra de sus principios como luchadora social, se desvió hacia las imputaciones personales. Si como afirmaba y decía ofrecer pruebas de que «[…] el odio de esa mujer la hace cambiar de opiniones, 3

falsear hechos, inventar lo que nunca ha pasado, mentir y calumniar con desvergüenza […]»,5 entonces, ¿por qué recurrir a ataques y calificativos de safismo? 6 Los hechos que exponía sobre las contradicciones de Juana Belén, para él probados, hubieran constituido una defensa apropiada ante su adversaria y, sin embargo, no le bastaron. Ventiló lo que le parecían los mayores defectos de la personalidad de la periodista, y embistió con agravios de carácter personal: Hemos tenido la paciencia de acopiar datos, de argumentar y de razonar, de tratar, en fin, a los reptiles como se trata a las personas; hemos contestado mordiscos con palabras […] pero ya es hora de que aplastemos a las víboras como se merecen […] Hasta aquí hemos demostrado como es el interés el único móvil de esa perversa mujer que no es liberal ni es luchadora ni es honrada. Pero hay más. 7

A partir de ahí, describe la «mala reputación» de Juana y su compañera Elisa Acuña «[…] adquirida por odiosos vicios a los cuales se entregaban. ¡Estábamos en contacto con seres depravados y odiosos!» 8 Esta acusación sobre el «safismo pútrido que nos repugnó» 9, también fue hecha por Ricardo Flores Magón en cartas dirigidas a Crescencio Villarreal Márquez en 1906, para explicar su separación de «esas señoras». Cabe destacar que el mismo Francisco I. Madero escribió a Villarreal reprobando los métodos de los hermanos Magón: […] diré a usted que no me gusta la política de que han seguido esos señores Magón, pues sin distinción de ninguna especie insultan a todo el mundo y por cosas enteramente domésticas se ponen a insultar y a calumniar a liberales tan inmaculados como el ingeniero Camilo Arriaga y se ponen a manchar las hojas de su órgano con los insultos más soeces hacia una señora [J. B. G.]. 10

4 Regeneración, 1ª época, 23/agosto/1901, pp. 4-5. Regeneración, año I, 3ª época, 15/ junio/1906, tomo IV, núm. 10, pp. 3-4. 5 Ídem. El safismo en esta época tenía una connotación de “enfermedad moral”. Su práctica, según los médicos de la segunda mitad del siglo XIX, se concentraba en hospitales, cárceles y lupanares. Fernanda Núñez, “El agridulce beso de Safo: discursos sobre las lesbianas a fines del siglo XIX mexicano”, en Historia y Grafía, vol. 31, año 2008, p. 69. 7 Regeneración, año I, 3ª época, 15/ junio/1906, tomo IV, núm. 10, op. cit., p. 3. 8 Ídem. 9 Cartas de Ricardo Flores Magón a Crescencio Villarreal Márquez, 6 de junio de 1907 y 6 de diciembre de 1908, citadas en Alicia Villaneda, op. cit., pp. 57-59. 10Carta de Francisco I. Madero a Crescencio Márquez, 17 de agosto de 1906, citada en Íbid., p. 66. Hay que anotar que se estaba pronunciando por el respeto a la mujer, pero no por el reconocimiento a la luchadora social: los insultos de Flores Magón «[…] manchan las hojas de su órgano […]». 6


Sin ser suficiente el insulto de lesbiana, los periodistas de Regeneración también la acusaron de adulterio; «[…] estando casada con Cirilo Mendoza […] hizo traición con otros individuos al desgraciado de Cirilo. En Sierra Mojada, Coahuila hay algunos que fueron sus amantes y en Villa Escobedo, Chihuahua, hay también algunos otros […]». 11 Es conveniente señalar que el énfasis en la maternidad y la importancia de la mujer al interior de la familia —construido durante el siglo XIX— atribuyó una mayor culpabilidad al adulterio femenino. En ese contexto, una acusación de esta naturaleza tenía un significado grave pues ponía en duda el honor, no sólo de la mujer, sino de toda su familia. 12 Las imputaciones en su mayoría de carácter sexual, como la mayor de las ofensas que podían dedicarse a una mujer (que deja de serlo desde el punto de vista masculino), obedecían al repudio que sufría la actuación femenina en el espacio de lo público, y más si se trataba del ámbito político; la actividad de las mujeres debía subordinarse a la dirección masculina. Para Ricardo Flores Magón, que por un lado alentaba la participación femenina en la oposición, por el otro declaraba que no era relevante que la mujer entendiera de política, lo importante era que apoyara al hombre “[…] estar con él cuando vacila, para animarlo; volar a su lado cuando sufre para endulzar su pena y reír y cantar con él cuando el triunfo sonríe”.13 La mujer que se destacaba en las tareas «propias del hombre», corría el riesgo de ser denostada pues no se le combatía por sus ideas, sino que en automático pasaba a ser un «fenómeno de la naturaleza»14, al no encontrar otra explicación para su comportamiento excepcional dentro de las costumbres sociales vigentes en la época.

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Para sustentar esta afirmación, basta citar el final del artículo de Regeneración: Hemos pintado de cuerpo entero a ese hirsuto ser que ha perdido su sexo, que lo ha profanado y a la que nos repugna dar el nombre de mujer […] ese almácigo de maldades, de perfidias, de calumnias, de traiciones no debe haber sido producido por vientre humano. 15

Como se mencionó anteriormente, toda esta controversia se cifraba en una disputa por la dirección del movimiento entre Camilo Arriaga y Ricardo Flores Magón; entre ambos surgieron profundas diferencias ideológicas y políticas.16 Los actores involucrados en la creación del Partido Liberal Mexicano se dividieron entre el anarquismo de los hermanos Flores Magón y el liberalismo de Arriaga. Lo anterior desencadenó una ofensiva mediática entre bandos y los seguidores de cada uno fueron arrastrados en ella. Las desavenencias con Juana Belén Gutiérrez no fueron una excepción, pero sí cobraron un tono más subjetivo dirigido a su género. Como respuesta a las afrentas de los hermanos Flores Magón, Juana Belén esgrimió en su periódico argumentos centrados en el ámbito político. En la entrega de Vésper del 1 de julio de 1906, criticó entre otras ideas el socialismo que abanderaban, alegando que cualquier «evolución» debía adaptarse primero a las necesidades del país, «[…] por los vericuetos que pretenden guiar Regeneración, ni llegaremos a ser socialistas y dejaremos de ser mexicanos […].»17 En el mismo apartado aprovechó para expresarse en torno a las acusaciones personales publicadas en Regeneración:

Regeneración, año I, 3ª época, 15/ junio/1906, tomo IV, núm. 10, op. cit., pp. 3-4. 12 Carmen Ramos Escandón, “Legislación y representación de género en la nación mexicana: la mujer y la familia en el discurso de la ley, 1870-1890”, en Pérez-Gil Romo, Sara Elena y Ravelo Blancas Patricia (coords.), Voces disidentes. Debates contemporáneos en los estudios de género en México, México: CIESAS/Miguel Ángel Porrúa/Cámara de Diputados, 2004, pp. 97, 109. 13 Ricardo Flores Magón, “A la mujer”, en Regeneración, 4ª época, 24/ IX/1910, tomo IV, núm. 4, p. 1. 14 Para un análisis detallado sobre el tema, véase Patricia McClelland, “The Individual Life”, en Frontiers: A Journal of Women Studies, Vol. 4, No. 3, University of Nebraska Press, 1979, pp. 70-71, <http://www.jstor.org/stable/3346153> 15 Regeneración, año I, 3ª época, 15/ junio/1906, tomo IV, núm. 10, op. cit., p. 4. 16 James D. Cockcroft, Precursores intelectuales de la Revolución Mexicana (1900-1913), 25ª ed. México: Siglo XXI Editores, 2005, p. 113. 17 Juana Belén Gutiérrez, Vésper, núm. 10, 1/julio/1906, p. 2.

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Cargos de interés colectivo, como son los que hacemos nosotras, ni se responden ni se destruyen con calumnias e insultos de carácter absolutamente personal, como pretende Regeneración. Si estos caballeros (?) hubieran tenido algún cargo que hacerme, no hubieran necesitado recurrir a esa intriga burda e indigna. Demuestran el vicio de calumniar por el simple antojo de hacerlo [...] Demuestran el intento malsano, la obsesión morbosa que tienen de salpicar con el cieno de su pluma la honradez que los molesta porque no lograron quebrantarla complicándola en sus negocios turbios de politiqueros timadores. 18

En su publicación basó su defensa en términos más objetivos y demostró ser una digna adversaria política. La controversia sostenida con los hermanos Flores Magón es sólo un ejemplo de lo que enfrentaba la mujer que participaba en la esfera pública, siempre agraviada por transgredir las normas sociales; el hombre, en lugar de cuestionar sus ideas y dirigirlas al terreno de la política, realizaba juicios moralistas sobre las mujeres para llevarlos al terreno de lo personal.

FUENTES PRIMARIAS Vésper. “¡Justicia y Libertad!”, Juana Belén Gutiérrez de Mendoza (dir.). 15-mayo-1903, s/n, (transcripción en Ángeles Mendieta, Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, precursora de la Revolución Mexicana, México: Talleres Impresores de Morelos, 1983, pp. 130-135) 1-julio-1906, núm. 10. Regeneración, Ricardo Flores Magón (dir.). 1ª época, mayo 15 de 1901, tomo II, núm. 38. 1ª época agosto 24 de 1901, tomo II, núm. 51. 3ª época, junio 15 de 1906, tomo IV, núm. 10, pp. 3-4. Flores Magón, Ricardo, «A la mujer», en Regeneración, 24 septiembre de 1910.

BIBLIOGRAFÍA

en Nueva Antropología, Revista de Ciencias Sociales, UNAM Instituto de Investigaciones Jurídicas e Instituto Nacional de Antropología e Historia, No. 54, México, 1998, pp. 79-95. <http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/nuant/cont/54/cnt/cnt4.pdf> McClelland, Patricia, «The Individual Life», en Frontiers: A Journal of Women Studies, Vol. 4, No. 3, University of Nebraska Press, 1979, pp. 70-74. <http://www.jstor.org/stable/3346153> Núñez, Fernanda, «El agridulce beso de Safo: discursos sobre las lesbianas a fines del siglo XIX mexicano», en Historia y Grafía, vol. 31, año 2008, pp. 49-76. Ramos Escandón, Carmen, «Legislación y representación de género en la nación mexicana: la mujer y la familia en el discurso de la ley, 1870-1890», en Pérez-Gil Romo, Sara Elena y Ravelo Blancas Patricia (coords.), Voces disidentes. Debates contemporáneos en los estudios de género en México, México: CIESAS/Miguel Ángel Porrúa/Cámara de Diputados, 2004, pp. 93-112.

Cockcroft, James D., Precursores intelectuales de la Revolución Mexicana (1900-1913), 25ª ed. México: Siglo XXI, 2005.

Scott, Joan W., «El género: Una categoría útil para el análisis histórico», en Marta Lamas (comp.), El género: la construcción cultural de la diferencia sexual, México: UNAM (PUEG), 1996, pp. 79-95.

Fernández Poncela, Anna María, «Estudios sobre las mujeres, el género y el feminismo»,

Villaneda, Alicia, Justicia y Libertad: Juana Belén Gutiérrez de Mendoza 18751942, 2ª ed., México: DEMAC, 2010.

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Íbid., p. 1.


Las ide s del amor en las mujeres KARLA MAGALI RAMÍREZ MURILLO Maestra en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México. c i u d a d yg e n e ro @ g m a i l . co m

ara algunas de las personas que estén leyendo este artículo en este momento, tal vez les resulte extraño leer sobre el amor en una revista de política que está dirigida al empoderamiento de las mujeres en la vida pública. Lo comparto justamente porque me parece que este es un tema que nos debe interesar para entender más sobre nuestros derechos, para hacer efectiva nuestra ciudadanía no sólo en el ámbito público sino el privado con más eficacia. Pero sobre todo porque me parece que cada vez más las mujeres nos estamos haciendo las mismas preguntas aunque nos encontremos en lugares distantes del globo terráqueo, son preguntas que nos preocupan como mujeres contemporáneas en un momento histórico de auge y expansión del reconocimiento de los derechos de las mujeres.

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Efectivamente, las mujeres que buscamos una presencia en la vida pública o sencillamente buscamos un proyecto personal propio fuera del mandato y papel tradicional como madresposas1, se nos cuestionan nuestras decisiones y ante los ojos de la sociedad nuestro proyecto de vida siempre parece incompleto. Madresposa, así en una sola palabra, es el concepto que utiliza Marcela Lagarde para definir el papel inmanente2 que se les atribuye a las mujeres en una sociedad, donde lo que se privilegia es a la familia tradicional y nuclear, encontrar el complemento de vida en una pareja, y donde el poder y el dominio lo detenta el varón. En este contexto, las ideas que se construyen alrededor del amor que tambien tienen un origen histórico, van marcando un ideal a seguir por las mujeres. Si vamos tras las huellas de ese origen histórico encontramos que fue en el siglo XIII cuando se empiezan a establecer las ideas y el modelo «virtuoso», en el ejemplo de la familia burguesa. Aquí empieza a vincularse la idea del amor en el matrimonio como mandato cultural hegemónico. Antes de esta idea, el amor en el matrimonio no estaba ligada al amor erótico ni al amor espiritual. El matrimonio era mandato social para asegurar propiedades, derechos y bienes materiales pero no estaba ligado al amor, éste se iba adquiriendo por medio de la convivencia y en la cotidianidad de la vida. La idea del amor en el matrimonio además, tuvo su auge y ascención como modelo político y social dominante, en el proceso de decadencia de la monarquía antigüa de la Europa occidental. Para los efectos de este artículo, quiero mencionar algunas de las ideas sobre el amor heredadas de esta tradición europea y que siguen siendo vigentes hasta nuestros días. ¿Les suena familiar decir por ejemplo?: «Hacerlo todo por amor», «Seguir lo que dicte tu corazón», «Encontrar al amor de tu vida», «Que el amor sea lo que guíe tu destino», «La maternidad es el estado natural de la mujer», «El amor nunca muere, el amor es para siempre» y muchas otras frases que podemos encontrar y que operan tranquilamente en la subjetividad de las mujeres y también en los hombres, pero de manera diferente. 1 “Son tres los mandatos de las madres-posas: ligarte sexo-afectivamente con un hombre, realizar la maternidad y fundar una familia. En la modernidad, las madres-posas ya hacen también otras cosas, pero esas otras cosas que hacen son de pegoste, no son lo vital para ellas. Lo vital para su identidad femenina son estos tres mandatos. Tres mandatos que constituyen todavía el anhelo central de millones de mujeres en todo el mundo” Lagarde, Marcela (2001). MEMORIA: Claves feministas para la negociación en el amor. Managua, Nicaragua, Ed. Puntos de Encuentro. Pág. 90. 2 Las mujeres son convertidas en inmanencia, es decir, son convertidas en destino donde ya se sabe que todas serán idénticas, es decir se les educa para que sean madres y esposas, para que todas sean domesticadas al ámbito de lo privado. Mientras que a los hombres se les construye como un proyecto para sí. Simone de Beauvoir en El Segundo Sexo.


Para comprender la utilidad de este simple ejercicio, podemos empezar por preguntarnos: ¿Cómo se nos ha enseñado a las mujeres a socializar la idea del amor? En la construcción genérica de lo que es ser mujer y ser hombre, a lasmujeres se nos atribuyen características de guardianas, sostenedoras y cultivadoras del amor y son éstas ideas parte fundante de nuestra identidad de género, se espera que las mujeres seamos amorosas por naturaleza. En nuestra cultura se dice que el amor es el motor de la vida y el sentido de la existencia. Para las mujeres el amor es definitorio de su identidad de género. Para las mujeres, el amor no es sólo una experiencia posible, es la experiencia que nos define. Cuando se pregunta para qué estamos las mujeres en este mundo, más allá de ideologías, más allá de posicionamientos políticos, más allá de de generaciones, la respuestas más frecuente es “para amar”. Las mujeres hemos sido configuradas socialmente para el amor, hemos sido construídas por una cultura que coloca el amor en el centro de nuestra identidad3. A diferencia de los hombres, el mandato del amor se nos atribuye a nosotras como un logro o como un éxito social alcanzable pero que además nos determina. Sin amor las mujeres estamos incompletas. ¿Qué significa esto en términos de las relaciones sexo-genéricas? En primer lugar, esto significa que expropia de las mujeres su capacidad para experimentar el amor de diferentes maneras. El ciclo de la vida de las mujeres es el ciclo de transfiguración de las mujeres como seres del amor. Las mujeres vivimos el amor como un mandato. En la teoría de género, esto significa que lo hacemos, no por voluntad, sino como un deber4. Por lo tanto significa también que las mujeres experimentemos los efectos de estos mandatos sin saber que nos colocan en una posición de inferioridad y de ausencia de autonomía. Operan en nosotras como instinto natural en la búsqueda de un ideal por alcanzar. Operan también como un sentimiento de insatisfacción permanente que nos ve completas hasta que vivimos el amor de la manera que se nos enseñó desde niñas, por obligación. Es un mandato además perverso, del cual es muy difícil escapar, pues las guardianas de estos mandatos, además de los hombres, son también otras mujeres. Éstas, son las mujeres más cercanas a nosotras afectivamente hablando o que están en nuestro núcleo más cercano de

3 4

“Son Lagarde, Marcela (2001). “MEMORIA: Claves feministas para la negociación en el amor”. Managua, Nicaragua, Ed. Puntos de Encuentro. Pag. 86. Idem, pág. 89

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parentesco, como pueden ser nuestras madres, abuelas, hermanas, tías, amigas, suegras, etc. Quienes nos alientan a experimentar estas ideas del amor en nuestras vidas, aunque a ellas tampoco les haya funcionado para experimentar el amor. Y aquí nos hacemos otras preguntas ligadas a esta expropiación de nuestra subjetividad: De qué son dueñas las mujeres? De todo lo que hace falta para amar. En primer lugar, no son dueñas de su cuerpo. Su cuerpo pertenece al amado. Tampoco son dueñas de su sexualidad, que queda marcada por el mandato de la monogamia sexual y por el de la heterosexualidad. Tampoco son dueñas de su subjetividad, de la que se apropia ese dueño que se instala en su corazón. Obviamente, quien no es dueña de su cuerpo ni de su sexualidad ni de su subjetividad, no es una persona libre. Se cumple así lo que decía Sartre: en el amor se ponen en juego la libertad o la falta de libertad. Así también, con estas ideas del amor, experimentamos la separación. Algo que nos hizo la promesa de la felicidad, como el amor eterno, se vuelve insatisfacción, desilusión, frustración. Nos hace experimentar los complementos como antagónicos en un mundo lleno de expresiones dicotómicas. Experimentamos la separación y no la unidad. La división de lo público y lo privado en donde se dan muchas de las batallas que las mujeres tenemos que enfrentar en el día a día para hacer efectivos nuestros derechos. Nuestra capacidad para decidir muchas veces se ve coptada por el mandato de hacerlo todo por amor, amor a la pareja, a los hijos o hijas, a las madres, a la familia, etc. Somos poco concientes de que en el ámbito de lo público necesariamente se asoma lo que vivimos las mujeres en el ámbito privado. Y lo que queremos que cambie en el mundo así en el mundo de manera general, queremos que quede intocado en nuestra casa. Desde una perspectiva de género nos podemos ayudar para reconocer las diferencias y así para construir las alternativas en un mundo más justo para hombres y mujeres. Necesariamente lo que movamos en las leyes, en cualquier política pública, buscando tener mayor representación y paridad en los puestos de decisión para representar un partido, un gobierno, una nación no está separado de lo privado, y no esperemos que permanezca intocado. Este es uno de los legados más importantes que nos han dejado las feministas del apenas pasado siglo XX y que no podemos desaprovechar para cuestionar lo que sigue reproduciendo injusticias.


En toda aventura o plan de vida que tengamos, sobre todo en el amor, resulta clave que yo me instale mi ciudadania. Instalar mi ciudadania implica varias condiciones. La primera, asumir que la protagonista de mi vida soy yo. Si no asumo eso, no sólo no puedo negociar sino que seré conducida por quien protagonice mi vida: pareja, hijos o hijas, organizaciones, quien sea5. Entre estos mandatos sociales, las mujeres contemporáneas encontramos contradicciones que en nuestro camino que tenemos que ir resolviendo, vivimos todo el tiempo en un sincretismo de género6. Quienes promulgamos por un cambio y por el ejercicio pleno de nuestra ciudadanía también buscamos ejercer este derecho en la esfera de nuestra intimidad y vivir nuestras relaciones de manera más equitativa y buscamos todo el tiempo el ejercicio pleno de nuestros derechos, no queremos dádivas, queremos libertad. Queremos hacer nuestras negociaciones de maneras más autónomas, responsables y decididas; y que esto no tenga efectos negativos, ni en detrimento de nuestro crecimiento personal. En este sentido, en la práctica deconstructiva de las ideas dominantes sobre el amor que nos colocan como sirvientas de un sistema de dominación, es necesario que seamos conscientes de los efectos que estas ideas cobran en nuestras vidas. Puesto que las ideas dominantes del amor, sustraen el amor de la ciudadanía, separan la vida privada del ámbito de los derechos, y sustraen lo que ocurre tras las puertas de la casa de la vigencia del respeto al ejercicio de nuestros derechos humanos como mujeres. En esta expropiación de nuestra subjetividad a través de las ideas del amor en las mujeres, muchas veces no sabemos dónde estamos paradas. Necesitamos cuestionar nuestras propias ideas sobre el amor que no vienen del espacio sino de un momento y un espacio situado que nos atraviesa culturalmente. Saber nuestros mitos amorosos, nuestra idealización sobre el amor, dónde se nos asigna un papel de inferioridad, de servidumbre y que en consecuencia reproducen la desigualdad de la que no queremos ser parte. Es un paso necesario de autoexploración para ser parte del cambio que queremos.

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Op cit. p. 87. Se refiere a resolver la contradicción entre lo tradicional y lo moderno, en nuestra liberación y en el cambio, las mujeres en el mundo actual vivimos una mezcla entre lo que queremos y lo que debemos hacer por mandato de nuestro género. Tiene que ver con identificar el conflicto, la contradicción, la paradoja, lo que se nos presenta entre lo tradicional y el ejercicio de nuestra la autonomía para poder generar un proyecto propio de vida, en el ir buscando nuestra propia individualidad a la cual también tenemos derecho. Lagarde, Marcela Op Cit. 6

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Trabajo dom stico no remunerado ANGÉLICA NADURILLE ÁLVAREZ Lic. en Ciencias Políticas y Administración Pública por la UIA y presidenta de Colectiva Ciudad y Género AC c i u d a d yg e n e ro @ g m a i l . co m

Cuando hablamos de trabajo pensamos en profesiones, oficios y tareas que se desarrollan a cambio de un salario como el ser diputada, maestro, doctora, albañil, sastre, ingeniera, arquitecto, dentista, vendedor comerciante, etc. Pero difícilmente vienen a nuestra mente todo aquello que hacemos cotidianamente en nuestros hogares sin recibir retribución alguna. Por eso es importante reflexionar sobre el trabajo doméstico no remunerado. Partamos primero por definir qué es el trabajo doméstico no remunerado como todo aquel que se desarrolla en el hogar o fuera de éste, que tiene como objetivo satisfacer las necesidades de los integrantes de un grupo familiar, pero que no recibe sueldo o salario ni tampoco bienes en su compensación. El trabajo doméstico no remunerado comprende las actividades relacionadas con la reproducción biológica, es decir, la gestación, el parto y la lactancia de recién nacidos y nacidas y las demás que implican la reproducción social, es decir, todas las tareas necesarias para el mantenimiento del hogar y la reproducción del grupo familiar,

como la crianza, la educación y conversión de los seres humanos en seres sociales, la alimentación, la atención y el cuidado de niñas y niños, enfermos ancianos e incluso adultos independientes que se resisten a cuidar de sí mismos, como es el caso de los cónyuges. También comprende aquellas tareas de producción de ropa (costura), tejidos, comida, trámites locales, pago de cuentas, acarreo de infantes, etc.


Todas estas importantes tareas realizadas mayoritariamente por las mujeres, son indispensables para que una sociedad se desenvuelva armónicamente y sin embargo, se realizan sin jornada definida, remuneración, vacaciones, jubilación ni reconocimiento social y en muchos casos, con dependencia económica de otra persona para la satisfacción de las necesidades propias. Por otro lado, cada vez más las mujeres se incorporan al mercado de trabajo, ya sea para obtener un ingreso complementario o principal, pero estas responsabilidades no eximen a las mujeres de realizar las tareas del hogar, por lo que se ha producido una mayor carga para las mujeres o lo que en el argot popular se suele denominar la doble jornada, que no es otra cosa que la suma del trabajo doméstico no remunerado más el trabajo remunerado, y si a esta formula le sumamos la participación comunal o política, estaríamos hablando de la triple jornada. Las asimetrías en la distribución del trabajo doméstico no remunerado tienen efectos adversos sobre la igualdad de género y la autonomía de las mujeres, pues quien no genera ingresos propios es pobre y dependiente, aunque tenga acceso a los ingresos de otros, y esta dependencia limita el sustento futuro, es decir, sin derechos previsionales propios para la vejez, ya que las pensiones y los beneficios asociados con la jubilación dependen del tiempo dedicado al empleo remunerado y, de manera particular, al empleo en el sector formal de la economía; o en todo caso, del parentesco. La dependencia impide la paridad y coloca a las mujeres en situaciones de riesgo. Visto de esta forma, si cada día, uno tras otro, hay que cuidar, lavar, limpiar, cocinar, atender a niñas y niños, enfermos y adultos mayores, llevar las cuentas, hacer los pagos y trámites, llevar y traer así como atender cualquier otra

necesidad que surja, estaría difícil no considerar esta responsabilidad como trabajo, pero como no nos detenemos a cuestionar lo que se hace y quién lo hace, pareciera que son cosas que se hacen solas, no se ven, no se aprecian y no se reconocen por lo que culturalmente son actividades que están invisibilizadas además de que al no cuestionarse a las mujeres como responsables de ejecutarlas, se naturaliza esta responsabilidad. Pero qué consecuencias tiene para las mujeres la naturalización e invisibilización del trabajo doméstico no remunerado Las mujeres se cansan, estresan y limitan sus oportunidades de desarrollo, además de que mantener relegada a la mitad de la población del empleo remunerado es un despilfarro de capital humano.

• Se limita el derecho al ocio y recreación de las mujeres.

Limitación de la autonomía por no conseguir ingresos propios y protección social. •

Prejuicios instalados inhiben la contratación laboral de mujeres ya que los empleadores las vean como potenciales cuidadoras. Es decir, son vistas como más costosas y menos productivas. •

Las mujeres interrumpen su historia laboral más frecuentemente que los hombres para atender obligaciones familiares de crianza de las y los hijos y cuidado de personas adultas mayores. •

• Debido a la pobreza de tiempo las mujeres tienen menores

oportunidades para participar en la formación y militancia política, esto se traduce luego en menores posibilidades de ser electas o de permanecer y hacer carrera política.

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La tasa de participación de las mujeres en el mercado de trabajo nacional es menor a la masculina. •

Las tasas femeninas de desocupación se mantienen más altas que las masculinas. •

El ingresos de las mujeres en las zonas urbanas es menor que el de los hombres, incluso cuando el trabajo es igual. •

Se encuentra a más mujeres que hombres en el mercado informal de trabajo, en las ocupaciones de menor calificación, menor remuneración y en las de mayor precariedad laboral.

¿Qué se puede hacer para enfrentar la desigualdad laboral de las mujeres? Sin lugar a dudas, para alcanzar un cambio verdadero hacia la igualdad entre mujeres y hombres, debemos enfocarnos a las propuestas que ven el cuidado como un Derecho Universal. Por eso hay que universalizar el acceso a la protección social, desligándolo de la participación en el trabajo remunerado. En la medida en que los programas de cuidado y aseguramiento estén ligados al empleo, continuará la exclusión para las trabajadoras que no perciben remuneración. La sociedad en su conjunto debe contribuir al mantenimiento de las y los hijos y de las personas dependientes, con una adecuada red de servicios públicos en condiciones suficientes para dar cobertura a las necesidades reales existentes, sin estar vinculados a la condición laboral o no de progenitores o descendientes.

De igual forma, las políticas de conciliación tienen que ser diseñadas para hombres y para mujeres, considerando el cuidado infantil como un derecho del niño y de la niña, no como una concesión a las mujeres madres que trabajan, por lo que los permisos de maternidad deben estar plenamente equiparados a los de paternidad, de manera que sean iguales al 100%. Es indispensable la incorporación de los hombres al trabajo doméstico no remunerado. Repartir responsabilidades no consiste en que los hombres realicen tareas parciales, dirigidas y complementadas por las mujeres. Los hombres deben asumir su 50% del trabajo doméstico y de cuidados. También, que los horarios a tiempo completo sean suficientemente cortos para que todas las personas (no sólo las mujeres) puedan compatibilizar su vida laboral con su vida personal, sin que ninguna tenga que optar de manera excluyente por una vida profesional de bajo perfil o interrumpida, pues son las mujeres las que sistemáticamente toman esa vía y no los hombres. Cuando los derechos se establecen con base en la ciudadanía y no en relaciones de parentesco, la autonomía, la libertad y la seguridad de las mujeres estará cada vez mas cercana; además de que esta idea debe ir acompañada de la eliminación de estereotipos que apoyan la idea ancestral de que el cuidado es asunto femenino y/o determinadas actividades asunto masculino. Cuando hablamos de igualdad, hablamos del ejercicio de los derechos en igualdad de condiciones y cuando logremos esta igualdad toda la sociedad saldrá ganando. Seguir ignorando la aportación del trabajo doméstico no remunerado a la riqueza nacional es seguir desperdiciando las capacidades, talentos y sueños de la mitad de la población.


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Crónica

Construyendo democr cia, desde diferentes trincheras SANDRA CORONA PADILLA Coordinadora del Movimiento Nacional de Jóvenes de Nueva Alianza sandracoronapadilla@gmail.com

“Perder con clase y vencer con osadía, porque el mundo pertenece a quienes se atreven”, Charles Chaplin.

Mi historia «lentes de género» empieza en el 2009, una vez graduada de la licenciatura en Derecho, tomé la decisión de regresar a mi pueblo (Zacualpan, Tlaxcala) donde las elecciones se acercaban y donde venía trabajando en un proyecto político con antecedentes familiares. Afortunadamente tuve la oportunidad de entrar a trabajar a la presidencia municipal. Al principio, me asignaron dar seguimiento al programa «Agenda desde lo local», la primera tarea fue realizar un diagnóstico para saber cuántos indicadores cumplíamos del «buen gobierno». Los resultados eran aterradores, solamente estábamos cubriendo seis de 37 indicadores. El presidente municipal, quien presumía de gran experiencia a sus 65 años, me dijo que esas eran tonterías, y que seguramente en tres meses lograríamos avanzar en el cumplimiento, pero que recordara que no estábamos en una empresa, que él no tenía los mejores directores de área por sus conocimientos o capacidades (eran personas que se la habían jugado con él en la campaña). En ese momento, yo tenía claro que no había tiempo pero tampoco recursos, lo que hice fue ganarme la confianza de las y los directores para después trabajar con ellos su plan

de trabajo anual, no faltó quien me acusara, justo el asesor legal del municipio y quien se encargó de hacerme saber, cada vez que podía, que no tenía el talento necesario. Vaya discusión que tuve con él cuando me enteré que no teníamos publicado el Bando de Policía y Buen Gobierno. Sin embargo, como mis preguntas crecían y crecían, y mis dudas básicas no me las resolvían porque era muy joven para entender, un día el Presidente me llamó: Sandrita tengo un proyecto donde podemos crear el Instituto Municipal de la Mujer: «platica con mi esposa y con las colaboradoras del DIF para que te orienten…» Sinceramente al principio me emocionó la parte de «aprender» a bajar recursos federales, pero conforme leí las bases de operación supe que tenía que capacitarme en el tema; logré irme un verano al Colegio de México a tomar el curso del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer, (PIEM) y regresé a Zacualpan con el recurso asignado. El proyecto lo operamos con la Asociación «Hagamos Algo» con quienes he trabajado como facilitadora en otros proyectos desde entonces.


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Como directora del instituto municipal de la mujer tuve dos grandes experiencias: La primera fue en vísperas del «Día Internacional de la Mujer», nos citaron a junta a todas las mujeres, en donde el Presidente, me sorprendió con una frase: «Sandrita aunque tu todavía no eres mujer porque a diferencia de tus compañeras no tienes hijos, tu tendrás que hacerte responsable», entonces a mis 22 años ya no era niña, tampoco adolescente y no sabía hasta cuando me podría realizar como «mujer», porque en mis planes a mediano plazo no estaba la maternidad. La segunda, fue cuando atendí un problema de violencia familiar. Una señora llegó golpeada y llorando, me platicó su historia, era la segunda vez que se acercaba a la Presidencia, pero en el DIF le decían que tenía que levantar su denuncia, aunque primero, le habían dicho que se preguntara qué había hecho mal pues un pleito de pareja era de dos. Ese día la convencí de llevarla a la capital para levantar su denuncia en el ministerio público especializado en delitos de género y violencia familiar. La señora estaba decidida y estuvimos un día completo: levantando la denuncia, fuimos con el médico legista y con la trabajadora social y llegamos a los juzgados de lo familiar para la primera audiencia, a la cual la Señora nunca llegó pues otorgó el perdón, como miles de mujeres lo hacen. Y en lo personal pasé de sentirme una súper heroína a ser la mujer

más criticada en el pueblo, pues el esposo se encargó de hacerme fama como mitotera y liberal, así le dijo al director de seguridad pública cuando éste resguardaba la casa de la señora para que no entrara el agresor.

Candidata a los 23 años: «estudiada, pero sin experiencia en el hogar» A unos meses de dar inicio a los procesos electorales, ya tenía el apoyo de un buen equipo y el respaldo familiar, y logré ser candidata a Presidenta Municipal a mis 23 años. En un municipio de 4 mil habitantes me dio tiempo de recorrer casa por casa, viviendo varias historias.


Recuerdo cuando visité la casa del señor López y me dijo: «está bien niña que tengas iniciativa de competir, todos en el pueblo sabemos que estás estudiada, pero eso no es tan importante, porque aun no sabes qué es llevar un hogar, imagínate si en eso no tienes experiencia, entonces como piensas que nos gobernarás. Dime una cosa, ¿sabes planchar? Acuérdate que para saber mandar hay que saber hacer». Aunado a esos comentarios también hubo panfletos en mi contra, me acusaron de alcohólica (porque me habían visto en bares en Tlaxcala, capital) o de lejana a la iglesia católica (porque no iba a misa los domingos y nunca había tenido una mayordomía a mi cargo). Conforme se acercaba el gran día, las cosas se ponían más violentas, tenía dos grandes problemas: ser joven y mujer, esos dos argumentos los sobreexplotaron, perdí por 19 votos, me ganó un ex presidente municipal. Después de esa campaña emblemática para mis contemporáneos, porque algunos tampoco creían en mí, tanto hombres como mujeres, y después del duelo electoral, donde lo más difícil es entender la condición humana, seguí con el proyecto de Alianza Joven Tlaxcala, donde ya en la coordinación estatal pude conocer compañeros y compañeras de diversos municipios y creció el proyecto tanto social como político. En el verano del 2011 me invitaron a coordinar la circunscripción 4 en el comité de Dirección Nacional de Nueva Alianza en el área de Vinculación, sin dudarlo me mudé al Distrito Federal. En esas fechas, se estaba trabajando en el reglamento del 2% en los partidos políticos para impulsar la capacitación y promoción del liderazgo de las mujeres. Aunque no era una responsabilidad a mi cargo, propuse un proyecto de esos que se ven muy padres con indicadores, metas y objetivos. Sin embargo, también existían otras prioridades, como era el cumplir con la parte administrativa ante el Instituto Federal Electoral (IFE).

Desde entonces he venido trabajando también el tema de la promoción del liderazgo de las mujeres. En el 2012 mi Partido fue el único en cumplir con la cuota del 40/60 y de verdad que fue algo para presumir, después de observar que en otros partidos hasta juicios de violación a los derechos políticos de los hombres hubo, pero cómo no, si las mujeres pueden solas, ¿para qué las cuotas de género? Para qué… «que se ganen su lugar por trabajo». No puedo negar que en diversas ocasiones me he sentido desilusionada pero al menos hoy sé que haberme puesto los lentes de género ha valido la pena. Poco a poco he tratado de poner en la mesa proyectos con perspectiva de género y buscar aliadas y aliados. Ahora me da gusto saber que al menos los temas de mujeres (2% y cuotas de género) se convierten en agenda de partido y no sólo de las mujeres del Partido.

Los retos de la democracia Hace 60 años se nos reconoció el derecho a votar. Aún existen retos, no debemos conformarnos con celebrar la paridad (50/50) en las candidaturas. No debemos tener nada más legisladoras por cumplir la cuota de género ni que se les asignen distritos donde existen bajas posibilidades de triunfar. La paridad tampoco garantiza que mejore la condición y situación de millones de mujeres en pobreza y discriminación. Recordemos que «cuerpo de mujer no garantiza conciencia de género». En el ámbito local, es donde las mujeres nos encontramos con una situación más adversa. No hay en este momento ninguna gobernadora y apenas el 6.8% de las presidencias municipales están ocupadas por mujeres. Hoy, las mujeres también tenemos la obligación de participar en la vida política y de asumir nuestra responsabilidad de construir una democracia igualitaria y participativa.

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Discurso Pronunciado por SONIA RINCÓN CHANONA Presidenta para conmemorar el centenario del natalicio de Octavio Paz, durante la sesión solemne en honor al escritor.

Centenario del natalicio de Octavio Pa Palacio Legislativo de San Lázaro, 20 de marzo de 2014. Con su permiso, diputado presidente. Señoras y señores legisladores. Señora Marie-Jo Paz

Mi abuelo, al tomar el café Me hablaba de Juárez y de Porfirio, Los Zuavos y los plateados Y el mantel olía a pólvora. Mi padre, al tomar la copa, Me hablaba de Zapata y de Villa, Soto y Gama y los Flores Magón. Y el mantel olía a pólvora. Yo me quedo callado: ¿De quién podría hablar? Este poema, titulado Canción Mexicana, expresa el interés vital de Octavio Paz por México, por la Revolución y por la palabra. Con estos versos, el poeta vislumbra, a mediados del siglo XX, un país sin hombres de Estado, un México sin líderes de talla histórica.

Octavio Paz nació en el año más violento de la Revolución, cuando los muchos «Méxicos» que conforman nuestra nación se conocieron, se reconocieron y se fundieron en un abrazo sangriento que proyectó el país que hoy constituimos. La muerte alcanzó al poeta en los albores de la democratización que tanto promovió con sus críticas, con sus ideas y sus ejemplos. El siglo de Octavio Paz fue el tiempo de los fanatismos ideológicos, de la lucha por la democracia, del debate intelectual y la pasión por transformar la vida pública. Su pensamiento luminoso y crítico, bellamente expresado con su palabra de poeta, lo acreditó como protagonista principal en las disputas más intensas del siglo XX. Hoy, el Poder Legislativo rinde justo homenaje al mexicano más universal, al hombre de letras que profundizó en el ser de un país trágico y generoso, que exploró salidas virtuosas en ese laberinto del aislamiento y la incomunicación para proyectarlo al mundo; al diálogo con los otros y al debate con nosotros mismos.


Octavio Paz abrazó desde joven el ideario socialista y en su momento de madurez fue uno de los primeros intelectuales en el mundo que se atrevió a criticar la ideología y los regímenes comunistas autoritarios. Todos conocemos los hechos históricos que anticipó la certera visión del maestro Paz. Cuando cayó el socialismo realmente existente, Octavio Paz demostró su inquebrantable congruencia al criticar el triunfalismo de la derecha internacional que festinaba la supremacía del capital y el fin de la historia. En esta etapa, Octavio Paz manifestó la necesidad de que los intelectuales y los políticos, la letra y el centro, tuvieran la visión histórica de conciliar los principios de igualdad y libertad. En el pensamiento de Paz, la justicia social es un imperativo categórico sin el cual las libertades no están completas y la democracia no echa raíces. En los años de madurez plena, en su discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura, manifestó que estaba invadido por la misma sensación que tenía desde su juventud. La insatisfacción ante el mundo y la necesidad de cambiarlo.

Este homenaje es también una reivindicación del pensador que ejerció la crítica sin concesiones, sin importarle que sus cuestionamientos provocaran la reacción de los fanáticos, sin detenerse a calcular los rencores que generan las palabras transparentes y firmes. Durante muchos años, políticos e intelectuales que se sintieron exhibidos en sus dogmas y privilegios por la crítica del maestro Paz intentaron minimizar su obra o distorsionar su pensamiento. Las etiquetas que le pusieron, como la de ser el «intelectual de la derecha» o el «defensor del régimen» han caído por el peso de la historia.

Lo reiteró en 1994 cuando dedicó palabras de reconocimiento a los indígenas que se alzaron en armas en Chiapas. Reprobó con firmeza los métodos violentos de los nuevos zapatistas, pero tuvo la honestidad de declararse conmovido por la intensidad de su reclamo, manifestando que no son ellos, los indios de México, sino nosotros, quienes debíamos pedir perdón. Porque Octavio Paz no fue defensor del régimen político. Por el contrario, fue autor de las más severas y profundas críticas al autoritarismo, a las prácticas patrimonialistas, a la corrupción y a la desigualdad oceánica de la sociedad nacional. No titubeó para poner en juego todo su prestigio literario y su autoridad moral para criticar al régimen y desencadenar la democratización en México.

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Como el gran promotor cultural que fue, el más importante desde José Vasconcelos, Octavio Paz siempre pensó que la cultura tiene el potencial de cambiar al mundo. Por supuesto, la política cultural mexicana le parecía inapropiada, marcada por el paternalismo, el clientelismo y el culto al poder. Planteó la necesidad de una nueva relación entre el Estado y la cultura. Hoy, por cierto, ese reclamo sigue vigente. Sobre la obra poética de Octavio Paz se ha dicho todo. Propios y extraños, seguidores y malquerientes reconocen su poesía literaria, la profundidad luminosa de sus poemas, la resonancia infinita de las imágenes que provocan sus versos. Poesía que nos lleva a nuestro interior, al encuentro con los otros, con la tierra, el agua, la piedra y el sol; al erotismo que trasciende la geografía corporal. Muy pocas ocasiones el Premio Nobel de Literatura ha estado tan bien otorgado como en 1990. Pocos poetas y escritores han merecido tanto este reconocimiento como Octavio Paz.

Señoras y señores, amigos todos: Octavio Paz enriquece la palabra, es el poeta que entre el silencio y el bullicio inventa la palabra y encarna en la escritura. Por eso termino con uno de sus poemas más intensos.

Soy hombre: duro poco Y es enorme la noche Pero miro hacia arriba Las estrellas escriben. Sin entender comprendo: También soy escritura Y en este mismo instante Alguien me deletrea. Muchas gracias


Listado de coordinadoras del movimiento de mu eres El Comité de Dirección Nacional de Nueva Alianza, estableció en el 2013 las bases para la elección de coordinador/a y vicecoordinador/a Nacionales de los Movimientos de Jóvenes y Mujeres de Nueva Alianza (previsto en el artículo 155 del Estatuto que rige la vida interna del Partido).

Nueva Alianza ha logrado consolidar en los estados de la República la integración de coordinadoras y coordinadores estatales del Movimiento de Mujeres y al cierre de esta edición presentamos los nombres de las mujeres que han sido elegidas a través de las Asambleas.

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ESTADO

NOMBRE

AGUASCALIENTES BAJA CALIFORNIA SUR CAMPECHE CHIAPAS CHIHUAHUA COAHUILA COLIMA ESTADO DE MÉXICO DISTRITO FEDERAL GUANAJUATO GUERRERO HIDALGO JALISCO MICHOACÁN

CARGO

MA. DEL CARMEN MARTÍNEZ CASTAÑÓN

COORDINADORA

MA. CONCEPCIÓN MOLINA ESPARZA

VICECOORDINADORA

LUCIA BÚRQUEZ COTA

COORDINADORA

ELVIA ARCE LUQUE

VICECOORDINADORA

ANA LOURDES HAYDAR COSGALLA

COORDINADORA

REYNA GPE. GONZÁLEZ CAMPOS

VICECOORDINADORA

CLAUDIA CANCINO PALOMEQUE

COORDINADORA

YEIMI CRUZ BOLAÑOS

VICECOORDINADORA

PROFRA. ESTHER JUDITH GUERRERO PONCE

COORDINADORA

AZALIA ACENETH GUERRA BOCARDO

COORDINADORA

MÓNICA ELIZABETH BUSTO DE LA CERDA

VICECOORDINADORA

MIRIAM GUDIÑO ESPÍNDOLA

COORDINADORA

SONIA ALEJANDRINA MARTÍNEZ

VICECOORDINADORA

FLOR MARÍA RODRÍGUEZ OSNAYA

COORDINADORA

MARTHA ELENA GALLARDO

VICECOORDINADORA

VIOLETA TAMARA MIRANDA MARTÍNEZ

COORDINADORA

MAYURI BETZABÉ VÁZQUEZ LÓPEZ

VICECOORDINADORA

PATRICIA PRIETO ARELLANO

COORDINADORA

LILIANA CERVANTES MORA

VICECOORDINADORA

ROXANA CHÁVEZ MENDOZA

COORDINADORA

DIMAS DOROTEO GUTIÉRREZ

VICECOORDINADORA

VIANEY LOZANO RODRÍGUEZ

COORDINADORA

ALMA DE JESÚS BROWN VEGA

VICECOORDINADORA

SANDRA BEATRIZ GONZÁLEZ PÉREZ

COORDINADORA

SILVIA GIL MARGARITA

VICECOORDINADORA

MA. AMPARO MACEDO LUVIANO

COORDINADORA

ANGÉLICA JUDITH VILLANUEVA MAGAÑA

VICECOORDINADORA


ESTADO MORELOS NAYARIT NUEVO LEÓN OAXACA QUERÉTARO SAN LUIS POTOSÍ SINALOA SONORA TAMAULIPAS TLAXCALA

NOMBRE

CARGO

ANAYANTSI TRUJILLO BAHENA

COORDINADORA

MARA SULEM JIMÉNEZ OCHOA

VICECOORDINADORA

ALONDRA SELENA MORENO ZEPEDA

COORDINADORA

IRMA ARLEM HURTADO ALEMÁN

COORDINADORA

VERÓNICA ELIZABETH MIRELES

VICECOORDINADORA

BEATRIZ MARTÍNEZ MARTÍNEZ

COORDINADORA

YOLANDA LÓPEZ CABRERA

VICECOORDINADORA

MARIA BARRAZA PORTILLO

COORDINADORA

MARIELA SILVESTRE CAMACHO

VICECOORDINADORA

GABRIELA GUADALUPE PÉREZ LECHUGA

COORDINADORA

MA. ELENA RUBIO DEL ÁNGEL

VICECOORDINADORA

CARMEN VICTORIA CAMPA ALMARAL

COORDINADORA

KARINA ISABEL MATÍNEZ MONTAÑO

VICECOORDINADORA

FRANCISCA MADRID SANDOVAL

COORDINADORA

LYDIA VERÓNICA MORALES PÉREZ

VICECOORDINADORA

REINA ADRIANA BERNAL LEAL

COORDINADORA

ERENDIDA YASMÍN MENDOZA REINA

VICECOORDINADORA

ISELA CARRO LUCERO

COORDINADORA

ALMA DELIA PADILLA PAREDES

VICECOORDINADORA

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José L is Calzada Pintor y grabador* Nació en el estado de Durango. Pintor autodidacta que gusta de retomar momentos de la historia desde la época del Renacimiento hasta la actualidad, dando siempre un toque de folclor como su gran característica. Para conocer y apreciar su obra se puede visitar al artista en el Bazar del Sábado de San Ángel en la ciudad de México. Principales exposiciones y reconocimientos

Primera exposición individual: estado de Durango, 1963. Primera exposición colectiva: Ciudad de México, Palacio de Bellas Artes, 1980. Primera exposición internacional: Managua, Nicaragua, 1987. Mención honorífica en el catálogo de Ilustradores de Publicaciones Infantiles y Juveniles del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, (Conaculta), 2002. Reconocimiento como Creador Emérito del Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA), organizado por Conaculta, 2012-2013. Como ilustrador ha participado en: la revista de poesía Alforja; el periódico La Jornada; las revistas Nexos, Siempre, entre otros.

*La revista Empodérate, número 2, Primer trimestre de 2014 ha sido ilustrada con obras gráficas de 1988 a 2009 realizadas por José Luis Calzada.




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