LA VIDA NO HA SIDO UN PASEO RELAJADO NI GRATO PERO SIEMPRE HE ELEGIDO CAMINAR Sonia Malca Silva la médica Tacneña con doble discapacidad que postula al Congreso para Lima con el Número 17 por el Frente Amplio. Fue una niña que a propósito de una displasia bilateral de cadera congénita tuvo desde su primera infancia problemas de movilidad restringida, cuyas dificultades se hicieron más severas cuando a los seis años de edad por una singular alta sensibilidad al medicamento aminoglucósido (ototoxico) adquiere una discapacidad auditiva profunda, difícil de diagnosticar debido a que el daño es a nivel del nervio auditivo y el tímpano no presenta evidencia alguna de lesión. "Fui una de ese magro porcentaje de niñas con discapacidad del interior del país que acudía a la escuela, esto era porque se desconocía que yo además del problema que tenía para caminar, tenía también sordera", señala la Doctora Malca. Cuando yo era pequeña, nunca me encontré con otras niñas o niños con discapacidad y la comprensión que ahora tengo de mi sordera, atravesó por un proceso largo. Fui etiquetada por las maestras de la escuela primaria como una niña desobediente, ociosa, engreída, distraída hasta irreverente por ello era tratada con mucho rigor. Hasta que en el segundo año de primaria, una religiosa tuvo para mí otra mirada, se percató que mi problema era que yo sólo entendía cuando podía mirar frente a frente a los que me hablaban porque no escuchaba. Les demostró esto tanto a mis compañeros de aula, mis padres, como a las demás maestras y así me liberó parcialmente de un frecuente trato desagradable. Sin embargo esta doble discapacidad, me hizo muy sensible a lo injusto, al dolor ajeno, creo que por eso me hice médica. Mi paso por la secundaria aquí en la capital, me confrontó con nuevas situaciones que fortalecieron mi capacidad de respuesta a la discriminación, a la inequidad, a la exclusión. Los desafíos crecían en dificultad y aprendí que no se podía volver atrás. Elegir la carrera de medicina humana en la época en que me tocó hacerlo, era más que temerario, porque además de las barreras que tendría que superar en mi día a día universitario en razón de mi doble discapacidad, yo tenía que hacerlo en una universidad nacional, compitiendo en un proceso de admisión reñidísimo con muchos otros postulantes por muy pocas vacantes. El actual 5 % de vacantes reservadas para personas con discapacidad que dispone la Ley N° 29973, Ley General de las Personas con Discapacidad, era impensable. Ya en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, fui poco a poco construyendo mi espacio y reconociendo mis roles de activista por un país mejor. Fui militante del
PCR, pese al riesgo participé en todas y cada una de las marchas vindicatorias de nuestros derechos como estudiantes y de los derechos de las mujeres, los trabajadores, los maestros y todos los grupos vulnerables que por décadas han peleado tanto porque se les reconozca el aporte que ellos hacen al país como el respeto de sus representantes y de sus cuotas de poder. Actualmente soy Médica patóloga al servicio del Estado, en el Hospital Nacional Arzobispo Loayza me desempeño como Jefa de Citología, me he incorporado también a varios grupos de investigación especializada que me ayuden a mantenerme actualizada en mi profesión. Mi primer encuentro con las personas con discapacidad y con sus demandas, fue durante la marcha del 16 de octubre de 1980, a la que me uní como otros de mis compañeros estudiantes sin aún haber tomado conciencia que yo era una miembro nata de este colectivo. He sido largo tiempo formadora de promotoras de salud, mi sello personal ha sido "cuidar de dar el mejor trato posible porque no hay promoción de la salud sin la confianza y la participación convencida de las personas, somos personas que atendemos, que ayudamos a personas". Me involucré en iniciativas que han marcado hitos en el ejercicio de la profesión, como en la promoción del uso racional de los medicamentos, y en las acciones de incidencia que condujeron a la obligatoriedad de prescribir preferentemente los llamados “genéricos”. En lo propiamente personal, ser esposa de otro profesional médico y ser mamá también han sido desafíos que han estimulado mi capacidad creativa, cuando mi hija nació yo sabía que no podría escucharla llorar, me acostumbré a leer cada uno de sus gestos y ella de forma muy natural a darme otras señales visuales. Ana Sofía y yo aprendimos a comunicarnos en forma integral. Ahora que ella es también médica, trabaja y reside en otro país, lo seguimos haciendo a través de la tecnología. He venido participando aproximadamente desde hace quince años de forma más cercana a las personas con discapacidad y a sus organizaciones, con la Asociación de Sordos del Perú, con la CONFENADIP, además soy socia fundadora y fui la primera Presidenta Nacional de la Federación Nacional de Mujeres del Perú FENAMUDIP. Mi participación se ha orientado a gestionar y conducir proyectos de fortalecimiento de capacidades de estas organizaciones. He insistido en la promoción y defensa de los derechos, (nadie puede disfrutar de lo que no conoce), me ha preocupado también la promoción del asociacionismo y el cooperativismo, (la unidad hace la fuerza), la capacitación para realizar actividades productivas (el trabajo dignifica), y la incorporación de costumbres y prácticas saludables en los estilos de vida de las personas con discapacidad. Ahora, que el Decenio de las personas con discapacidad está a portas de concluir mientras la brecha de exclusión es todavía dramática, he asumido un desafío nuevo más grande, representar a la comunidad de personas con discapacidad, para trabajar por la equidad y la inclusión. La experiencia nos ha convencido que todos los resultados, todos los productos sociales que se trabaja para satisfacer estas demandas de las personas con discapacidad, sirve finalmente para todas y todos los que quieran usarlos.