El lobo y Caperucita la Feroz
Autora e ilustradora Diana Hinojosa Cuenca
AsĂ que aquĂ tenemos a nuestro joven protagonista preparado para aventuras! Fuerte y dispuesto, pero tras varias horas...la verdad, bastante hambriento.
Con paso fatigado pero siempre atento, divisĂł nuestro lobo una pequeĂąo caseto. De aspecto medio derruido y funesto, pero que si su olfato no fallaba, tenĂa comida dentro.
Aunque no era del todo su tipo si buscaba entre los huesos, quedarĂa algo de comida y a pesar de no ser mucho, por un rato le llenarĂa la barriga.
Sin embargo, cuando se disponía a comenzar, oyó de pronto a alguien muy fuerte caminar. Y bien sabido es que los lobos son ágiles pero la velocidad de aquella niña, lo tiró por los aires
Así, tras un buen rato de observarse la niña habló finalmente, y aún conmocionado, el lobo supo lo que le venía por delante.
“Caperucita” la llamaban, y el lobo pensó que “roja”, por la sangre que tenía quizás le pegaría.
Sentó a ambos en una pequeña mesa y después de acercar también a la abuela, con la elegancia de una dama, trajo pastas, miel y té de menta.
Y así pasaron las horas en aquel siniestro lugar. Qué digo horas... días, semanas y algo más...
En todo esto, nuestro lobo de las cuerdas logró soltarse, y hacia la puerta corrió hasta que caperucita se puso delante.
Con un golpe rápido terminó la historia, el pobre lobo murió, y con la pequeña caperucita PARA SIEMPRE...se quedó...