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SUPLEMENTO
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La lectura es la principal base documental La mejor fuente documental es la lectura y la comunicación con personas cualificadas en cada una de las áreas de conocimiento. No sólo pueden aportar su experiencia, sino que suelen abrir nuevos senderos y establecer consideraciones que en caso contrario nunca se habrían planteado. Tener amigos es un don, y tener amigos ilustrados un privilegio. Fomentar las relaciones sociales en el trabajo resulta fundamental porque nunca se sabe quién puede hacer una aportación importante. La suficiencia es el enemigo más peligroso de un escritor. Sobre todo si se trata de un escritor novel. La inseguridad suele confundirse con la falsa modestia. No hay que tener reparo en solicitar ayuda cuando se necesite porque habrá muchas personas encantadas de hacerlo. Los complejos sólo pueden superarse si se afronta directamente el problema y, por lo general, los escritores suelen ser todo un cúmulo de complejos de diversa índole; probablemente debido a esa misma sensibilidad que suele caracterizar al autor. La misma emotividad que lo hace diferente del resto de los profesionales sirviendo, a su vez, de criterio diferencial entre los de su propia especie.
por luis bachiller lópez
Hay aspectos destacados que pueden ayudar en la trayectoria de un escritor novel. Por eso conviene tener en cuenta algunos consejos útiles. Partiendo de la base de que para escribir bien la mejor receta es el trabajo, hay también una serie de recomendaciones que, aplicadas diariamente, pueden servir para mejorar los textos. Informarse adecuadamente, con una buena base documental, puede evitar conflictos innecesarios. Conseguir antecedentes documentales a la hora de enfrentar un texto, ha de ser la primera labor del escritor. La falta de un soporte documental adecuado, provoca inconsistencia e incoherencia en los escritos. /6/ CAFÉXPRESSO SUPLEMENTO
El don de la oportunidad Las oportunidades hay que buscarlas. Algunas veces se presentan sin avisar pero, por lo general, hay que salir a su encuentro. Sencillamente, puede bastar con favorecer la situación. Todo el mundo ha dejado correr en alguna ocasión oportunidades interesantes, bien por comodidad o bien por no saber identificarlas convenientemente. Los certámenes literarios no son la única oportunidad para los escritores noveles. Hay muchas publicaciones menores que precisan participantes. Por ejemplo, en Internet. Siempre se puede incluir alguna colaboración en la Red, al menos para ejercitar la vocación. También ayuda a generar currículum como escritor, aunque lo de la remuneración ya es otra historia. Lo importante es ir consolidando el oficio progresivamente, al /7/ CAFÉXPRESSO SUPLEMENTO
tiempo que se puede crear un book de trabajos para poder exhibir cuando se presente una mejor ocasión. No cabe la menor duda de que el background de un escritor se valora en función de los trabajos realizados, ya sea cualitativamente o cuantitativamente -en base a las referencias bibliográficas obtenidas-. Tipologías Contando con que la mitad de los lectores que invierten su tiempo en la lectura lo hacen por entretenimiento (48,1%), es relevante volver a remarcar la importancia de saber seleccionar la tipología de la obra. Se debe considerar también que los jóvenes son los que más tiempo dedican a la lectura y que la mayor parte de su público estará entre los catorce y los cincuenta y cuatro años de edad. Posicionarse en esta franja tiene mayor índice de probabilidad en cuanto a poder encontrar un mercado amplio para la obra. Conviene recordar que la novela histórica, junto a las de intriga, misterio, aventuras y cuentos, constituyen el 93,5% de la cuota de mercado actual. Otras consideraciones Una fuente nada desdeñable para empezar a escribir son las aficiones y hobbies. Muchos escritores de prestigio hacen sus incursiones novelísticas gracias a sus conocimientos en el mundo del cine, el teatro, la caza, el senderismo, la náutica y otras competiciones deportivas. Lo cierto es que no hay nada mejor que entender de algo para poder escribir sobre ello. La mejor forma para organizar el trabajo es la propia. Cada cual debe decidir cómo generar su propia metodología de trabajo. No por lógico, un consejo debe ser siempre el más adecuado. Emplear el sentido común, que es el menos común de los sentidos, ser creativos y críticos, son factores fundamentales a la hora de implementar una metodología de trabajo.
A
hora que los treinta años se acercan, amenazantes, he decidido conjurar mi más que probable crisis cultivando tendencias filantrópicas. Mi contribución a la felicidad humana no será, espero, de índole crematística -soy profesor y no me sobran los cuartos-, sino una paritaria redistribución de mi sabiduría. Dispuesto a evitar que la hipertrofia de la publicación vuelva redundante la aparición de cualquier libro, dejaré aquí a los escritores noveles unos sensatos y contrastados consejos para que su futura novela (o colección de cuentos, que es como suelen estrenarse los novatos) sea todo un éxito: 1/ Título (porque una novela, pasado el sarpullido del experimentalismo y la psicodelia setentera, debe tener un título). Amigos, olvidaos de títulos poéticos o rebuscados. Lo primero (Yo he de amar una piedra, Tu rostro mañana) sólo pueden permitírselo escritores de calidad certificada por organismos oficiales o monarcas de reinos imaginarios; lo segundo (Matando dinosaurios con tirachinas), se lo permitió Pedro Maestre, con el éxito esperable (si te has preguntado "¿Quién diablos es Pedro Maestre?", no haces sino confirmar mi hipótesis*). Lo que hoy triunfa es el sintagma clásico: artículo, sustantivo y complemento preposicional. Eso sí, hay que procurar rellenar este juicioso patrón sintáctico con cierta extravagancia u onirismo: La oreja de Van Gogh, El sueño de Morfeo, La pistola de mi hermano..., o -en su versión cultureta- El río de Heráclito (ya veis que predico con el ejemplo).
por francisco sianes
No sé si a ustedes les pasa o es sólo cosa mía; pero, últimamente, tres de cada cuatro personas que conozco -en edad de merecer y no necesariamente con título universitario- han sido, son o piensan ser escritores. Lo más estremecedor del caso es que tres de cada cuatro de ellos, efectivamente, han publicado algún libro. La sociedad letrada (si el oxímoron es tolerable) corre el albur de convertirse en una comunidad en la que cada uno de sus miembros (y miembras) acabe convertido en lector exclusivo de sí mismo (la exposición pública de este blog me obliga a lamentar tal posibilidad). /8/ CAFÉXPRESSO SUPLEMENTO
2/ Contraportada. Aquí los tiros van por el mismo lado: debéis respetarme el patrón sintáctico y retórico. Supongamos una novela amorosa (esto es, sexual); ejemplo de contraportada al canto: "Dos destinos tejidos por el azar, dos náufragos cuya deriva los arrastra a encontrarse en su desencuentro, una última apuesta para burlar el hastío, una pasión que asfixia aquello que ama, una... etc." ¿Lo pilláis? Antítesis a gogó ("destino-azar","encuentrodesencuentro","matrimonio-sexo"...) y enumeraciones a espuertas (ojo con que no se os vaya la mano, que el
texto tiene que caber en la contraportada). Como veis, la sintaxis lo es todo; el contenido ha de circunscribirse, eso sí, a un campo semántico new age o de místico tronío... Tras la sinopsis, conviene rematar las reticencias del comprador con un contundente gancho comercial. Nuestro libro debe ser una propuesta arriesgada (porque si el autor no se arriesga: ¿con qué justificación hurtará el lector 20 euros al pago de su hipoteca?**). El golpe de gracia ha de ser un breve eslogan que pondere, comparativamente, las virtudes del autor: esto es -descartados negros literarios- vosotros. A modo de ejemplo: "El rompedor debut narrativo de una de las jóvenes novelistas más prometedoras de la cordillera Penibética" o "La opera prima del cuentista más talentoso del último lustro" (ojo: esta última propuesta puede alentar las más vitriólicas réplicas de exnovias malquistadas). 3/ Foto. ¿Bigote y barba? A ver, yo no lo recomiendo; mayo del 69 está siendo recusado hasta por Sarkozy (en el caso de que seas mujer, esta opción es vertiginosamente desaconsejable). La perilla es otra cosa: nos convierte en individuos sofisticados e implacables, cualidades en modo alguno desdeñables en el mundillo literario (en el mundillo, a secas). Se recomienda la barbita de chivo si publicáis en editoriales alternativas. El bigote sólo es (irónicamente) admisible en el caso de que nuestros protagonistas sean guardias civiles (sobre la conveniencia de que comparezca el tricornio no nos pronunciaremos). La mirada ha de ser lánguida y perdida (hombres), o bien coqueta y acaparadora (mujeres). Procura parecer guapo y evita a toda costa ser gordo. El sobrepeso convertirá vuestro libro, inapelablemente, en una simpática novela de gordito. Hacedme caso; importa poco que en ella impugnéis el universo y sus primaveras; si la foto os muestra mórbidamente rollizos, vuestras páginas sólo serán leídas en el contexto de una simpática novela de gordito. En el embarazoso*** caso de que seais incapaces de moderar la ingestión diaria de bollería industrial y cerveza, extrapolad vuestra gula al título del libro (como hizo, con magro éxito, el gordo Pablo Tusset en Lo mejor que le puede pasar a un cruasán) o incluso a vuestro propio nombre (como ha hecho, con éxito más que cuestionable, el gordo Joan Barril).
*Justo es reconocer que mezclar un gerundio, un tirachinas y un dinosaurio en el título de una novela es una de las propuestas más audaces y arriesgadas de la historia de la literatura. **Obsérvese que ya no hay artista contemporáneo -torero, actor, especulador inmobiliario, cocinero- que pueda sustraerse del discurso del riesgo: “Lo arriesgué todo en aquella corrida”, dicen. “En aquel papel”, dicen. “En aquella concejalía”, dicen. “En aquella empanadilla”, dicen. Y así sucesivamente. La retórica de la audacia es un irresistible entretenimiento para gentes sencillas como los niños, los televidentes y las folclóricas. ***Doble sentido.
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4/ Ambientación. Es imprescindible que la acción no se desarrolle en España. Cierto es que los últimos éxitos deportivos han redimido parcialmente la catetez congénita del ADN hispánico; pero las cosas de palacio van despacio. Con el pan de los hijos no se juega. No obstante, si os embarga el furor ibérico, podéis ambientar la novela -bajo vuestra cuenta y riesgo- en Barcelona (está por determinar que pertenezca todavía a España) o Ibiza (cuya manifiesta inverosimilitud como lugar real y humanamente habitable la exime de connotaciones cañíes). Queda terminantemente desaconsejado ambientar vuestra obra en la España profunda, salvo que deseéis postularos como legatarios de Cela o Miguel Delibes (un comercial y telúrico suicidio). Pero conviene que escarmentéis con ejemplos. Imaginad el comienzo de una novela, tal que así: "Paseaba yo bajo el eléctrico atardecer de Manhattan..." o bien "Al fin había llegado a Tokio...". Permutad Tokio y Manhattan por Cuenca y Albacete y vuestra odisea cosmopolita se trocará en francachela digna de un electricista andariego y ocioso o de un Paco Martínez Soria redivivo. 5/ Personajes. Ante todo, olvidaos de negros, inmigrantes o gitanos. Eso precipitaría vuestra obra en el abismo iconográfico de la novela social (una ruina). No es en absoluto inconveniente que la protagonista sea una jovencita de moral equívoca (lo que viene siendo ligerita de cascos); las infinitas variantes de la prostitución han cotizado siempre al alza. Eso sí: puta, pero letrada. La pava debe tener conocimiento (no carnal) de Nietzsche (¡incluso declararse nihilista!) y soñar con retirarse como empresaria o broker (no cabe duda de que lo conseguirá). Si pertenecéis a autonomías "históricas", amigos, tenéis una bicoca: vuestros personajes pueden (deben) ser -pongamos- andaluces o -pongamos- "ejercer" de vascos (la subvención o premio de vuestra consejería están garantizados). Pero, en el caso de que -ambiciosos o infortunadamente ahistóricos- persigáis un éxito literario no subvencionado, vuestros personajes habrán de ser arrogantemente sexuados, económicamente solventes y blancos (como mucho, mulatos o asiáticos con clase, tipo Obama o el Fary). 6/ Estilo y argumento (last and least). Los diálogos serán dinámicos (esto es, breves); las descripciones (si es que os empeñáis en incluirlas), funcionales
y/o líricas (esto es, breves); las reflexiones introspectivas y las digresiones, también breves. En suma: vuestra obra debe ser, ante todo, breve; entre las impacientes manos de hoy, el grosor de vuestros volúmenes sería tan operativo como la angostura bajo vuestros calzoncillos. Sólo las escenas sexuales pueden (deben) alargarse. Conviene incluir algún que otro taco, algún que otro anglicismo y algún que otro dato científico sensacionalistamente tergiversado (estos tres últimos extremos pueden mezclarse). Trufaremos aquí y acá nuestra narración con frases sentenciosas: aparentemente profundas y crípticas, mas sustancialmente redundantes ("La memoria es un músico que toca de oído". Traducción: "La memoria es un músico que toca de memoria". Y así sucesivamente.). Picotearemos citas de allá y acullá (llegado el caso de que seáis reconvenidos por ello, lo llamaréis "intertextualidad"; os daréis cierto tonillo de posmodernos y no os perseguirá la SGAE). Y, ante todo -y esto es imprescindible-, vuestra novela debe transmitir la inequívoca sensación de que sois tediosamente infelices (lo típico: vacío, desorientación, ennui a tope; ¡pero on the rocks!). La obra debe dramatizar vuestra disconformidad y conflicto con la sociedad, con occidente, con el universo, con vuestra suegra. Imaginad que pilláis por banda al lector y le confesáis: "Oiga, mi salud es estupenda, follo mucho y mamá me lava la ropa los fines de semana y me prepara tupperweres". El lector, justificadamente escandalizado y envidioso, no querrá sino replicaros: "Entonces, mamón, ¿para qué coño escribes?" Lo dejaré, de momento, aquí. Estos consejos son -creedme- el camino más corto hacia el éxito literario (y de los más placenteros para gozar de una jubilación decente). Y, sin embargo, ¡oh sin embargo!, si todavía tenéis la ingenuidad, el tesón, la desvergüenza, el coraje para sortear en vuestras líneas los cantos de sirena de los pragmáticos y las trampas del cinismo, si aún creéis que una secuencia afortunada de palabras es un azar que merece los trabajos y los días de una vida humana, sumergíos -con la sola guía de vuestra esperanza y vuestra desesperación- en las verdades del corazón y la incandescencia del verbo. Por ese camino, amigos, no puedo ya guiaros.
por ramón cerdá
Sea como fuere, manos a la obra. / 10 / CAFÉXPRESSO SUPLEMENTO
/ 11 / CAFÉXPRESSO SUPLEMENTO
1
Si quieres dedicarte a escribir, no olvides LEER, LEER, LEER.
2
Cuando escribas un libro, revísalo y luego déjalo reposar un tiempo. Es interesante verlo desde otra perspectiva antes de la corrección definitiva.
3
Como escritor tu meta será la de publicar, pero que no te obsesione. Aunque no publiques inmediatamente tu primer libro, sigue escribiendo otros.
4
Nunca abandones ni dejes de escribir. Te arrepentirás.
5
Que no te obsesionen las florituras. Escribe como eres. Ya irás mejorando tu estilo con el tiempo, pero para ello, recuerda el punto 1 de este decálogo.
6
Acepta las críticas de tus lectores, pero no quieras cambiar cada vez que alguien te diga que no le gusta algo de lo que escribes. No pretendas conseguir el libro perfecto que les guste a todos. Ten en cuenta las críticas, pero no pienses que todo el mundo es experto menos tú.
7
Promociona tus obras por tu cuenta. Prepara tu propia página web, hazte un perfil en Facebook y/o otras redes sociales. Publica un blog… Que no te avergüence escribir ni hablar de ello.
8
Envía tus manuscritos a editoriales y no desesperes cuando te los devuelvan. A veces te darás cuenta de que ni siquiera se los han leído y ya te los han rechazado. Será frustrante solo si tú dejas que lo sea. A tal efecto mira las condiciones de las editoriales; algunas de ellas no quieren el manuscrito completo, sino que quieren una sinopsis y un par de capítulos. Te parecerá una tontería (a mí siempre me lo ha parecido), pero es la única forma de que te acepten al menos leer algo. Al final tampoco suele servir de nada, pero no dejes de intentarlo y volverlo a intentar.
9
Preséntate también a concursos literarios aunque pienses que tus obras no alcanzan la calidad o requisitos necesarios. Precisamente en los concursos literarios siempre habrá alguien que te lea. Si no ganas, nadie sabrá que te has presentado ;-)
10
Cada uno tiene su estilo, pero yo personalmente recomendaría que trabajaras a los personajes. Dales vida y ellos mismos te ayudarán en el desarrollo de tu novela. / 12 / CAFÉXPRESSO SUPLEMENTO