Otros crímenes ejemplares

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OTROS CRÍMENES EJEMPLARES


Homenaje a Max Aub de los alumnos de 1ยบ C de Bachillerato del IES LekarozLekaroz-Elizondo, Navarra


Era sábado. Yo volvía a casa después de disfrutar de una fiesta estupenda. Estaba agotada y lo que más me apetecía era irme a la cama. Cuando ya estaba dormida, incluso me acuerdo que podía estar soñando y todo, el hijo de mi vecino me despertó con sus horribles horribles llantos. Me levanté de la cama y con mucha rabia me dirigí a su casa, casa, con con la típica excusa de siempre: “Necesito sal”. Entonces, mi vecino fue a por ella y yo aproveché para colarme en la habitación del niño. Después de unos minutos, la criatura calló calló para siempre. Virginia Aldea Hualde


Aquella mañana me levanté temprano. Primero fui fui a desayunar y vi que no había galletas porque el último día que vino el el panadero no las trajo. Después salí a la calle a esperar su llegada. Apareció una hora más tarde de lo normal. Para colmo, trajo pan viejo. Entré a casa y esperé a que volviese de su ruta por los los caseríos. Entonces le tiré un tiro a la rueda. No trajo más más el pan. Alfonso Aríztegui Aguerrebere


Yo creo que se lo dije, pero 茅l, dale que dale. Era como si yo estuviera hablando solo. Bueno, esto no result贸 tan desencaminado, porque, porque, por causas de la naturaleza, se ahog贸. Edson Benistes Fern谩ndez


Soy alumno. Hace dieciséis años que empecé la escuela. Durante todo este tiempo los profesores no han dejado de mandar tareas. Por culpa de ello los músculos de las piernas se me atrofiaron. Estar tantas horas sentado en la silla no puede ser bueno. Al cabo de un tiempo no podía andar. Me jodieron la vida. La decisión fue obligada. Un día al ir a la escuela, cogí un arma de mi casa. A cada profesor que encontraba en el pasillo, lo mataba de un tiro. Al final, todos murieron. Gracias a mí, todos los alumnos fuimos libres. Miguel Fernández Del Puerto


Un día día llegue a casa y ahí estaba, encima de mi cama. ¡Dichosa ¡Dichosa bola de pelo! Me dejaba todo lleno de pelos y encima le daba por arañar la colcha. Por la noche me tocaba darle de comer .Se me ocurrió ocurrió echarle a su comida unos sobres de medicamentos de mi abuelo, abuelo, y esperé a que hiciesen efecto. A la mañana siguiente, al volver de dormir en casa de un amigo, entré en mi habitación y allí estaba, despatarrado, sobre de la cama. Después decidí darle un entierro entierro digno: lo metí en una bolsa de basura y lo eché eché al contenedor, al verde de residuos orgánicos. Eric Gil Ongay


Era un partido difícil. Estábamos aguantando bien. Corríamos hacia arriba y hacia abajo. Nos atacaban, pero defendíamos como fieras salvajes. salvajes. El árbitro no ayudaba mucho, ya nos había sacado tres amarillas y una roja muy injusta, además de saques de esquina inventados por su gran imaginación. Quedaban tres minutos. Con el empate nos valía. Sacaron de puerta muy rápido, como de costumbre. Entraron en nuestra área. Era la última jugada, el delantero se acercó a la portería. Nuestro cancerbero se lanzó a por el balón. Lo había cogido limpiamente y el delantero se tiró. El árbitro pitó penalti. No era, estaba clarísimo, pero lo pitó. Por eso lo lo hice, hice que el árbitro se tragara el maldito silbato con el que injustamente nos arruinó el partido. El árbitro no volverá a arbitrar, ni el silbato a sonar. Kevin Roiz Álvarez


Estaba en el bar. Me empujó una vez y le dije que tuviera más cuidado. Me Me rozó otra vez y le devolví a su lugar. A la tercera saqué la navaja que tenía en el bolsillo y cuando me iba a desplazar de nuevo, me aseguré de que nunca más lo hiciera. hiciera. André Teixeira Salgado


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