
13 minute read
El minotauro Del INEGI, los subregistros y la mala leche
El Minotauro
Nicolás Durán de la Sierra
Advertisement
LILY TÉLLEZ Y LAS ANDANADAS DEL ODIO
DEL INEGI, LOS SUBREGISTROS Y LA MALA LECHE
Luego de que se infectara de Coronavirus, el
presidente López Obrador enfrentó tan feroz ataque por parte de la oposición que solamente faltó que, de manera abierta, le desearan la muerte, pues de modo solapado sí que lo hicieron. Tales andanadas de odio, antes que otra cosa, exhiben la estatura moral de sus opositores, sobre todo de los de Acción
Nacional, los más virulentos. Dentro de esta jungla, descuella la figura de Lily
Téllez, senadora panista de nuevo cuño, pues antes fue parte de la bancada de Morena; y lo hace no sólo por su encono contra el presidente, sino también por lo falaz y errático de sus disque aportaciones en la tribuna de la Cámara alta. Sus discursos forman ya parte del colorido anecdotario senatorial. No obstante, sus pifias dejan de ser risibles cuando van contra la salud pública. En reciente discurso, la otrora comentarista de Tv Azteca, quien paga una fortuna por figurar “en las redes”, se lanzó contra la vacuna Sputnik V y en especial -obsesa- contra el presidente por haber convenido éste, con el mandatario ruso, un próximo abasto a México del medicamento. De lo errático de su discurso, que acusa una ignorancia notable, no vale la pena abundar; que desconoce qué es el Instituto
Gamaleya, par de los institutos Pasteur, de
Francia, y el Robert Koch, de Alemania, resulta obvio, pero descalificar la vacuna rusa a priori y desalentar su uso “porque es una baratija rusa” debe inscribirla en la Cofradía
Santa Anna, tan cara a muchos panistas. Como señalara Hugo López-Gatell, el subsecretario que encabeza en México la lucha contra la epidemia, desde hace dos siglos estos fármacos, sea cual fuere su origen, son parte del humano arsenal contra la enfermedad. Si para los medios informativos debe ser un compromiso la difusión de la ciencia, para los funcionarios debe ser una obligación.
No hay que dar paso al oscurantismo. Cual se dijo, los ataques contra el presidente muestran la talla de una oposición que, con todo y alianzas, cada día se desdibuja más y si bien fétidos, tales ataques son parte del tejemaneje habitual de las campañas políticas, pero lo hecho público por la senadora Lily Téllez atenta contra la salud de todos y ello, en mitad de una mortal pandemia, resulta criminal, acusa bastardía.
En los últimos días, dos grandes periódicos
capitalinos dedicaron espacio en sus primeras planas a destacar la diferencia existente entre las cifras informadas por el Instituto Nacional de
Geografía y Estadística, y las de la Secretaría de Salud respecto del volumen de muertos en México por el Covid-19. El Inegi contabiliza cerca de 44 mil óbitos más que la otra instancia. En ambos diarios y en los portales electrónicos afines se acusa a Hugo López-Gatell, el funcionario encargado de lidiar con la epidemia, nada menos que de
“mentirle a la Nación” al dar informes falsos. Claro está, tal afirmación resuma dolo, mala leche. Los datos manejados por éste provienen de la información que día a día le remiten los Gobiernos estatales; él sólo la concentra. Los gobernadores, garantes de la salud en sus propias entidades, por medio de sus secretarías del ramo, son los que dicen de los óbitos y fijan el color de semáforo que se aplica en sus Estados. Por tanto, si falsean sus informes ya sea por dolo -acaso para justificar el tono del semáforo sanitario- o quizá por humano error, son los responsables indirectos de la diferencia de cifras. Por otra parte, se sabe que hay un gran subregistro de casos de Covid y de muertes por esta causa, y que ello es debido a que muchos enfermos no son atendidos por la salud pública, sino por médicos particulares que no necesariamente notifican de los fallecimientos con la rapidez esperada. No sobra decir que ello no sólo ocurre en nuestro país, sino en el mundo entero. Ya en este tema, para tener una idea más precisa de la situación de nuestro país en el mundo, baste decir que en las gráficas de la Organización
Mundial de la Salud, México se ubica en el décimo cuarto sitio en lo que toca a letalidad por cada cien mil habitantes, muy por debajo de Estados Unidos y de gran parte de las naciones de Europa como Bélgica, Italia o el Reino Unido.
TEXTOS DIVERSOS

DESPUÉS DE CIEN AÑOS NOS ESPERA EL SILENCIO
Como en el clásico relato de viajes, la existencia del poeta cubano Delfín Prats es un círculo que se cierra en los últimos días del milenio, tras una aventura vital y creativa en ciudades caribeñas y europeas que se enlaza con sus libros y forman ya un pasado. Prats ha vuelto a sus orígenes, su infancia, al bosque y el camino cercanos a Holguín y, con lucidez y espontánea ironía, (re) descubre el mundo desde su elegida soledad. Estudiante, traductor, barman...; poeta del apasionamiento y el vino, sin ambiciones materiales y entregado siempre a los rituales del verbo, a Prats se le conoce en su isla por unos pocos libros, breves e intensos como los escritos por fray Luis de León y Arthur Rimbaud, nombrados Lenguaje de mudos, Para festejar el ascenso de Ícaro, El esplendor y el caos, y Abrirse las constelaciones, cuyos versos figuran en revistas españolas, estadounidenses y latinoamericanas. Llama a su refugio “La huerta de Cándido”, en risueño homenaje al escritor y filósofo francés Voltaire. Su casa de madera no tiene paredes interiores y, desde cualquier ventana o hendidura, pueden verse palmares y colinas, mariposas y palomas, y el aire limpio que se inunda de color cuando llegan, cada sábado, sus amigos con noticias y sueños. Son tiempos difíciles y Delfín escoge una pradera, cuyo horizonte pertenece a la eternidad. Una botella de Bariay, holguinero ron que lleva el nombre de la costa donde por vez primera el almirante Cristóbal tocó estas tierras insulares, convoca a Delfín a una conversación, donde se desdibuja todo orden, matizada con anécdotas de diversa estirpe. Entre otros visitantes, los jóvenes poetas Ronel González y Maribel Feliú le corresponden con amistad y se entusiasman ante la fiesta de la palabra, a modo de conjuro contra el vacío. EL CANTAR DE LOS CANTARES ¿Qué escribe hoy Delfín Prats? Traduzco, del italiano al español, El cantar de los cantares”. Pero toda traducción es casi siempre una versión enriquecida con los colores del otro idioma. En nuestra tradición son tres las grandes versiones antiguas: la de fray Luis de León, que vista desde el siglo XX nos parece ingenua; y las de dos protestantes: Casiodoro de Reina, que hizo su versión en 1569; y Cipriano de Varela que, según Zalamea, hizo una corrección magistral del mismo texto en 1602. Imagino que esos autores, tan religiosamente heterodoxos, habrán vivido huyendo de todas las represiones e intolerancias de su tiempo. ¿Qué suerte tuvo después El cantar de los cantares en nuestra lengua?
Esa última versión, con sus correcciones subsiguientes, es la que usan todas las sectas, menos la sacrosanta Iglesia Católica. Es decir, todas las sectas protestantes que parten de Lutero. Los personajes del cántico son El amado, La amada, Los pastores, Las muchachas de la ciudad que antes se llamaban doncellas en las traducciones de la “Biblia”. La “Biblia” fue el texto más peligroso para las ideologías cristianas durante la oscuridad del Medioevo. A lo largo de tu reescritura o traducción, ¿has descubierto algún instante especial? En esta traducción, me encontré con un momento tremendo que me recuerda a José Martí cuando, en un poema dedicado a Carmen, escribe: “Tiene el amor las lánguidas blancuras de un lirio de San Juan...” Ese poema fue musicalizado luego por Amaury Pérez. Aquí dice en italiano: “Mi amor ha venido a gozar de su jardín, a recoger los lirios entre macetas de yerbas aromáticas. Soy de mi amado y mi amado es mío. Él se deleita entre lirios...” ¿Cómo despertó en ti el interés por la literatura religiosa? La idea de mi versión nació después de haber asistido en Holguín a un curso sobre “Los Evangelios” impartido por un sacerdote, pero enfocado desde la visión literaria. Los textos bíblicos, a los cuales no tuvo acceso durante siglos el vulgo, son y (lo sabemos muy bien) textos literarios, y específicamente El cantar de los cantares es de un alto erotismo poco común en la “Biblia”. Tus senos semejan cervatillos o gemelos de una gacela apacentando entre lirios. Antes de que sople la brisa del atardecer o se alarguen las sombras, ve a tu montaña perfumada de mirra y a tu incienso.
LA POESÍA IMPURA COMO UN CUERPO ¿Cuáles son tus sombras espirituales como poeta? Creo que mis sombras espirituales son los poetas españoles Antonio Machado, por su concepto de la tierra, y León Felipe, que no era un formalista, no buscaba la perfección formal. Era un hombre que tenía la necesidad de expresarse y se expresaba haciendo más o menos como hicieron los profetas judíos al externar sus ideas y sus emociones de un modo transparente. ¿Y Juan Ramón Jiménez? Juan Ramón Jiménez es otro reino. La esencia de su poética era buscar la palabra precisa para nombrar las cosas. Si tú abres el abanico de la poesía española verás que su antípoda es Antonio Machado, a quien no le interesaba para nada el esteticismo, sino expresar sus sentimientos. Pero lo hacía con la tradición detrás de él: fray Luis, San Juan de la Cruz, Luis de Góngora, Francisco de Quevedo, aunque (claro) disintiendo estéticamente de ellos. ¿Qué perdura entonces de Juan Ramón? Todo lo que escribió en prosa y su última actitud cuando abandona España. Viene entonces a Cuba y pronuncia un discurso sobre la “República” muy aterciopelado. Toda la actitud de Juan Ramón en América es la de un héroe, aunque tuviera infantilismos como el de reclamarle a León Felipe porque vino para América con un abrigo que le quitaron a un conde o duque en España y eso, desde su personalidad intransigente, le parecía un pecado terrible. Los críticos subrayan también la huella de Pablo Neruda en tu poesía. Sí, hay algo de Neruda en mi obra. Neruda es todo lo contrario de Juan Ramón. Él quería la poesía impura como un cuerpo y ser el magister ludi de la lírica española. La lección ética de Juan Ramón es superior, pero la poesía nerudiana voló más alto. Neruda estaba contaminado con las vanguardias, Juan Ramón con un modernismo trasnochado que heredó del peor Rubén Darío. Hay un lugar llamado Humanidad Un bosque húmedo después de la tormenta
Donde abandona el sol los ruidosos colores del com-
bate
Una fuente un arroyo una mañana abierta desde el pueblo
Que va al campo montada en un borrico Hay un amor distinto un rostro que nos mira de cerca Pregunta por la época nueva de la siembra E inventa una estación distinta para el canto... NADIE VA HACIA DIOS POR EL CAMINO QUE VOY YO ¿Buscas algún fin como escritor? A mí, como a León Felipe, no me interesa que exista, por ejemplo, el poeta que canta a la luna o a la última novia que tuvo, o los que se consideran poetas revolucionarios en cualquiera de sus sentidos, si es que existe un sentido. Nadie va hacia Dios por el camino que voy yo, apunta León Felipe, pero ese Dios es un símbolo más amplio que la simple abstracción religiosa. Es un canto a la plenitud, la demarcación de la individualidad, y es eso lo que yo busco. Volvamos a tus nexos con Antonio Machado. A Machado me une el amor a la tierra, él es el poeta de la tierra desde Campos de Castilla y el poeta de la esencialidad hispánica en momentos muy difíciles. Creo haber asimilado lo mejor de esa tradición en mi obra, pero me muevo en un contexto de cubanía y finalmente a quienes escribimos lo único que debería interesarnos es expresar nuestro yo íntimo y desgarrado. Mis versos libres le deben tal vez más a Walt Whitman que a los sonetos de Quevedo, a pesar de que recibo sus influjos como si fuesen un río. ¿Qué puedes decirnos de tu libro de prosa narrativa Cinco envíos a Arboleda? Yo no digo nada. Según Ronel González, no son cuentos que parten de la narrativa tradicional, sino relatos que se parecen más a mi poética. En su opinión, hay una deconstrucción del lenguaje y hasta cierta posmodernidad. Yo solamente escribí historias que no podían expresarse en los códigos del verso, igual que mi novela truncada que una vez pretendí llamar Música. Otros escritores ven en tu poética un signo de más universalidad, que no se ciñe al jardín hispánico.
Bueno, algunos estudiosos como Ronel González dicen que mi estilo es muy abierto y no se rige por ninguna escuela. Dicen que yo utilizo símbolos de José Lezama Lima como el círculo y el pez, y paráfrasis relacionadas con las poéticas de Virgilio Piñera y Julián del Casal, y hay imágenes emparentadas con la pintura cubana de Fidelio Ponce y René Portocarrero. También afirman que mis poemas en prosa son de la familia de Holderlin, Saint John Perse y el Luis Cernuda de Variaciones sobre un tema mexicano. Pero al final, ¿qué importan las definiciones si después de cien años nos espera el silencio? ... ¿encontrará su origen tierras adentro mares afuera en la memoria de las aves que la espuma destroza entre los riscos Por maderos hundidos y aguas aceitosas tu sombra se precipita hacia el Oriente canten los muchachos y las muchachas en el umbral de Géminis el rock del deseo y del descenso árbol cósmico una tardía confirmación de que a la vuelta de los años sólo tu sombra sólo tu sombra... ESTA ES MI ALTERNATIVA DE SALVACIÓN ¿Por qué abandonaste la ciudad? Porque necesitaba paz para mi espíritu y el “mundanal ruido” ya me atormentaba. No podía leer, no podía respirar. Afuera estaban los ruidos urbanos; adentro, mi casa llena de gente. Ahora también me visitan, pero no todos los días. Aquí estoy tranquilo y cultivo mi huerta. No se rían, muchachos, miren esos tomates verdes, el pozo, la tierra buena como el pan. ¿Quiénes te visitan? Parientes, amigos y curiosos. Mi padre vive unos kilómetros más arriba, él ama la libertad como yo. Vienen los poetas, los artistas jóvenes hacen peregrinaciones y hasta una vez me celebraron un cumpleaños. Viene gente que vive en México, en España, en La Habana... Después del burro de Mayabe, que bebe cervezas, soy yo la otra atracción turística en las afueras de Holguín. A propósito de México, ¿qué prefieres de la literatura mexicana? A sor Juana Inés de la Cruz, por su supuesto, y el maestro Juan Rulfo con sus impecables Pedro Páramo y El llano en llamas. En menor medida, Fernando del Paso, y en gran medida Octavio Paz. Sabines no, yo prefiero versos más elevados como los de José Gorostiza o Amado Nervo, o la prosa brillante de Arreola o Carlos Fuentes, quien es una autoridad en la novela. ¿Eres feliz? No hagas esas preguntas, Agustín, por Dios. ¿Era feliz Horacio Quiroga en la selva sudamericana o el poeta Li Po en los montes de China? Ésta es mi alternativa de salvación, avivada por los recuerdos de mi infancia. Tengo mis libros y escucho la radio, la música. Estoy en la búsqueda del equilibrio, en contacto con la tierra, lejos y cerca a la vez, en medio de la insularidad.