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Signos Las verdades militantes, sus bandos y la guerra por el país, veinte

repetir en ese Ayuntamiento postulada por los partidos de la corrupción tradicional, Cristina Torres? Porque la evidencia y la experiencia hacen saber que, en ambos casos, al Municipio de Playa del Carmen le esperaría la misma inequívoca continuidad de su vertiginosa degradación. ¿Y en Tulum, se superaría el destino brutal de violencia homicida y de descomposición generalizada en que se consume dicho Municipio y sus devastadas inmediaciones de riqueza natural tan profanadas y explotadas por la corrupción inversora pese a ser oficialmente intocables y protegidas?; ¿se mejoraría la infernal suerte del Municipio sólo con la conversión militante de un exmunícipe, Marciano Dzul, procedente del partido insignia de la corrupción tradicional, el PRI -y factor, por tanto, de la destrucción de Tulum, como lo ha sido su hermana Romalda, también exalcaldesa y acusada de diversos delitos cometidos durante su gestión-, al que ahora postula, para el Ayuntamiento que ya presidió, el partido de la redención moral del país, el Morena? ¿Y en el Municipio de Chetumal, la capital del Estado, nunca tan abatido por la corrupción tradicional como por la que lo gobierna ahora, la del primer mandato del partido de la regeneración moral que llegó a esa posición envuelto en el triunfalismo de la candidatura presidencial lópezobradorista y de la mano irresponsable de un electorado ciego que ha creído que las virtudes que advierte en un liderazgo son sagradas y transmisibles a sus seguidores, por delincuentes que sean?; ¿habría algo mejor qué esperar si repite en el Ayuntamiento el partido de la regeneración moral, a través de Luis Gamero, excolaborador del actual alcalde -el desastre que es Otoniel Segovia-, otro converso a la militancia depurativa desde la corrupción tradicional del PAN, donde fue un líder distinguido? ¿Y en Bacalar?... No... La piltrafa no da opciones en ninguna parte, en ningún Municipio, en ningún cargo representativo. La entidad parece tan condenada como el resto del país. Lo que postula el Morena es basura política reciclada y más ensuciada en el falso lavadero moral del partido de la regeneración nacional. La peste de las alianzas morenistas postulada en Quintana Roo para repetir en los cargos de elección o aspirar por vez primera a ellos, huele igual o peor a la de las alianzas y partidos opositores de la corrupción tradicional. Y si Andrés Manuel no lo advierte, es cómplice. Con esa catadura de rufianes y mercenarios, su causa reformadora y vindicativa de las instituciones del Estado nacional es absolutamente inviable.

Nunca unos candidatos se habían parecido tanto a sus contrincantes. Y nunca los defensores más recalcitrantes de las causas de la moralidad y de la probidad política y representativa, habían sido tan representativos de la corrupción y de la malvivencia pública que su dirigente máximo y ellos mismos han afirmado repudiar y querer eliminar.

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SM

LAS VERDADES MILITANTES, SUS BANDOS Y LA GUERRA POR EL PAÍS, VEINTE AÑOS DESPUÉS…

El ‘Jefe Diego’ ha vuelto a la carga como vocero

de los grupos perdedores más importantes de la oligarquía privatizadora y acusados de mafiosos, los que fueron echados del mandato presidencial hace tres años. En la otra esquina de la guerra mediática y de opinión pública, ha sido recibido, a golpes de ‘mañaneras’ y masivos foros subsidiarios, por el contrincante más popular y poderoso que han tenido esos grupos (que expropiaron gran parte de la riqueza pública de México y la concentraron en sus manos), los que no pierden la esperanza de recuperar el control del Estado nacional para sí mismos, y con el mismo candidato que fue acusado por el régimen priista anterior, en una eventual querella de intereses cupulares, de delincuente inmobiliario y de enriquecimiento ilícito, y al cual decidió exonerar de dichos cargos criminales en el último momento de su gestión y tras un acuerdo entre el grupo presidencial de Enrique Peña Nieto -que postulaba a su propio candidato, Antonio Meade, para continuar la representación particular de sus negocios de poder, lo que ocasionó la fractura cupular- y el del expresidente Carlos

Salinas y de Fernández de Cevallos -este último, vocero y representante legal del candidato del grupo salinista- que impulsaba al panista Ricardo Anaya, ahora en anticipada campaña (lo que siempre acusó de ilícito en el actual mandatario) para derrotar, en los próximos comicios, a quien herede la candidatura del adversario que lo humilló en los del 2018. La campaña proselitista del queretano parece imitar la estrategia itinerante y permanente de su enemigo presidencial, aunque, a diferencia de este, con un financiamiento que suma el de los personajes y sectores más ricos de

México y que lidera el expresidente Salinas. Dos retos fundamentales parece tener por delante: la codicia que fragmenta los intereses enemigos de López

Obrador y al núcleo de los potenciales liderazgos que aspiran a suplantarlo en el supremo poder del Estado, y la inocultable estela de saqueo contra el país y la mala fama que los desacredita, y que merma, por tanto, las posibilidades de convencimiento ciudadano de su candidatura. ¿Su condición favorable?: los rastros, también inocultables, de pésimas gestiones, y los multitudinarios perfiles militantes que postulan el partido presidencial y sus aliados para los cargos de elección popular, los que son tan iguales y con tanto desprestigio como sus adversarios, sin más mérito que el de asumirse como militantes del Movimiento de Regeneración Nacional y sus socios partidistas, y compartir, por tanto, en la idea equívoca de muchos electores, las cualidades que hacen tan creíble y tan aceptable al líder máximo del Morena y del país.

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