Estosdias 714

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S ignos LA ALTERNATIVA DEL SUR

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l senador José Luis Pech es el único posible candidato que puede defender la carta mayor de la suerte del Estado. En el juego político del poder nadie ha querido apostar por ella porque todos los jugadores miden sus aspiraciones de representación popular y de gobierno según el cálculo de los negocios privados y las mayores ganancias personales que pueden obtener alcanzando posiciones en la vida pública. (En ese quehacer, la cultura enseña que los rendimientos sociales de la democracia mexicana -y a la mexicana- son sólo una consecuencia inevitable de la obligación de ejercer el erario, pero que el factor motivacional del ejercicio público es todo lo contrario: la representación política es primero para lucrar y después para lo demás. Es cierto que, de una u otra forma, todos los liderazgos en el mundo lucran. La diferencia entre las democracias civilizadas y las otras es que, en las segundas, la generalidad es hacerlo de manera ilegal o legalizando la estafa social, y los mandatos populares verdaderos son excepciones remotas que, más allá de sus legados históricos para los homenajes onomásticos, terminan siendo grandes intenciones fallidas y traicionadas siempre merced a la falta de una transformación educativa radical y una nueva y perenne civilidad ciudadana que garanticen la emergencia y la permanencia de

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22/03/2021

I estosdías

una política de verdadero interés público y con una numerosa comunidad de liderazgos populares comprometidos con el bienestar social, o que antes del lucro privilegien el compromiso representativo de su mandato). La lucha por el poder político estatal ha prescindido siempre de auténticas iniciativas de desarrollo -o de innovación y avance estructurales del Estado-, y sus protagonistas se han montado en la comodidad continuista del estatus quo y sin intención ninguna de modificar el curso y las tendencias inerciales del destino de Quintana Roo: el mercado turístico de siempre y donde mismo y con sus mismos saldos fiscales y privados, junto al mercado inmobiliario y sus variables similares (de ganancias corporativas desproporcionadas y fincadas en una corrupción pública del mismo tenor, cuya suma significa insolvencia financiera de los Gobiernos, ruina ambiental, inseguridad, e inviabilidad garantizada), más todos los proyectos sectoriales secundarios, relativos al ejercicio del gasto, y que siempre son insignificantes -y más a medida que los presupuestos decrecen y son abatidos, además, por desorbitados endeudamientos y toda suerte de malversaciones administrativas-, y cada vez más pírricos e invisibles frente a la magnitud de una demanda popular progresivamente mayor y a un precarismo incontinente propiciado por la ineptitud, la ingobernabilidad y la corrupción, donde el caos inmobiliario


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