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Textos diversos El sueño de Yuri Knórosov Por: Agustín Labrada
TEXTOS DIVERSOS
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EL SUEÑO DE YURI KNÓROSOV
Cuando en 1995 se hizo en México el III Encuentro Internacional de Mayistas, se abrió para la humanidad un enfoque novedoso sobre el desciframiento de la escritura maya con aportaciones del epigrafista Yuri Knórosov, silenciadas durante décadas por una guerra fría que obstaculizó el diálogo entre la Unión Soviética y Occidente. ¿Por qué un hombre de una cultura tan distante se interesaba en civilizaciones precolombinas? Esa historia es todo el argumento de un filme y una pradera abierta a los sicólogos. El estudio del ámbito maya fue para Yuri, más que su realización profesional, el remanso donde su espíritu olvidó los horrores de la guerra. “Yo estudiaba violín cuando los alemanes invadieron mi patria y me fui a la guerra con el Ejército Rojo. Al volver, no estaban mis amigos, todo fue borrado y me entregué al estudio de dos libros sobre los mayas, uno de Diego de Landa y otro de Villacorta, que rescaté de una biblioteca en llamas en la toma de Berlín”, relató. Ni el violín ni las armas fueron su camino. Concluyó sus estudios superiores y le fue asignada una plaza de investigador en la Academia de Ciencias de Leningrado. Herido emocionalmente, se refugió en la traducción y el análisis de la escritura maya. Hizo de la oficina su casa y de un gato silencioso su amigo en los días invernales. Hacia el año de 1995, Yuri Knórosov y su asistente, la doctora Galina Ershova, ya habían creado un compendio para leer jeroglíficos mayas y un diccionario, y exhibieron el método ante estudiosos del mundo. Cuatro años más tarde, la Universidad de Quintana Roo y la Fundación Xcaret publicaron con lujos las dos obras. Tristemente, Knórosov no pudo ver cumplido su sueño, pues murió antes de la edición. En homenaje a su carrera y su memoria, erigieron en Moscú el Centro de Estudios Mesoamericanos que comanda Galina, quien conversa aquí sobre sus relaciones profesionales con Yuri y el propósito de tan especializados estudios. Antes de conocer al doctor Yuri Knórosov, ¿se interesaba en el estudio de los códices mayas? Realmente, sí. Lo que pasa es que cuando terminé la universidad, decidí dedicarme a los estudios mayas, en general a la epigrafía, no sólo a los códices porque los códices son sólo parte del trabajo. Entonces, busqué al doctor Yuri Knórosov, hablé con él y aceptó ser mi asesor de doctorado, pero el deseo original fue siempre mío.
¿Qué importancia tuvo para usted haber trabajado en un proyecto de tantas dimensiones junto a Knórosov?
Es parte de mi vida, nada más. Yo trabajé con él leyendo las inscripciones mayas y toda esa cultura prehispánica. Aunque parezca exótico, es un trabajo que no tiene nada de extraordinario. Es una profesión investigar como ser periodista, plomero o chofer. Lo que a uno le gusta lo hace con placer y muchas veces ni se lo cuestiona. ¿Qué pretendían con tales investigaciones?
Pues no pretendíamos nada ni pretendemos nada hoy, porque nuestro trabajo únicamente participa del conocimiento humano, como hacen todos los científicos. Los científicos simplemente satisfacemos nuestra curiosidad. Nuestros objetivos eran leer la mayor cantidad de inscripciones para que la historia maya no sea inventada, imaginada. Buscamos una historia real escrita por los mayas. Después de leer los textos, han cambiado muchos conceptos que han perdurado durante decenios de años, que son puros inventos o cosas que intentan asemejarse a las culturas tradicionales del Viejo Mundo, pero los textos revelan la gran diferencia que existía entre Europa y América. ¿Con qué obstáculos internos, dentro de la Unión Soviética y en la Rusia possocialista, se tropezaron a lo largo del estudio?
El problema principal siempre ha sido económico, porque como los mayas no es el pueblo de Rusia, no existe mucho interés en invertir dinero en eso. Sin embargo, debo admitir que después de que acabó el socialismo se abrieron más posibilidades. Incluso, ahora soy directora del Centro de Estudios Mesoamericanos, que no existía. Este instituto tiene pocos años y se hizo para salvar la herencia científica que tenemos y para hacer un trabajo mayor con nuevos proyectos y más especialistas en el estudio de los textos jeroglíficos. En este caso,
desde mi perspectiva y mis intereses como científica, puedo decir que para mí fue una ventaja el fin del socialismo. ¿Cuáles fueron las reacciones de las academias occidentales cuando ustedes quisieron dar a conocer sus hallazgos científicos? Yo empecé a trabajar con el doctor en el año de 1978. Muchas de las reacciones de Occidente habían salido antes de que yo apareciera. La primera reacción fue el rechazo, después comenzaron a reconocer sus aportes poco a poco hasta el momento actual en que se discute en el mundo el fonetismo de la escritura maya y aceptan el descubrimiento de Knórosov. Esos científicos tratan de seguir trabajando a su modo y a veces, incluso, tratando de presentar como que ellos están descubriendo las cosas que ya fueron descubiertas por Yuri. Discutir el fonetismo resulta una especie de plagio. De cierto modo, intentan silenciar el papel de Knórosov, no su prestigio, sino sus aportaciones.
No puedo acusar a todos, porque hay que ser conscientes de que en ese tiempo Knórosov tenía muy pocas posibilidades de entrar y salir de Rusia y cuando salió por fin era mayor de edad, poco comunicativo, y no pudo estar en contacto abierto con colegas extranjeros, a pesar de que deseaba que su proyecto fuese un trabajo internacional. ¿Significó algo para ustedes el Encuentro Internacional de Mayistas de 1995 celebrado en México? Significó bastante, porque era la primera vez que nos encontrábamos con los epigrafistas norteamericanos y de otros países, y pudimos hablar juntos, en presencia de mucha gente, de nuestros problemas. Allí se reveló que el método de desciframiento de escritura de Knórosov estaba prácticamente callado, como que ni siquiera le pertenecía. Allí intentamos demostrar el valor de su método y las diferencias, pero no hubo una reacción adecuada de los colegas norteamericanos, sobre todo de Lynda Sheller, quien dijo que los rusos son peleadores u otra estupidez por el estilo, con lo cual aceptaba su posición débil, pues los científicos deben tener otros argumentos en la discusión. (En esa ocasión, dijo a la prensa Yuri: “El grupo norteamericano propone interpretaciones, no lecturas. Entre ellos y yo no hay divorcio, pues nunca hubo matrimonio. Los investigadores estadounidenses tratan de presentar las investigaciones epigráficas como algo laborioso, difícil de abordar, cuando en verdad no hay misterios. “Mi metodología se asienta en los principios generales de la lingüística. He dicho muchas veces que la escritura maya se lee con sílabas, no con símbolos. La raíz siempre es igual, se descifra una vez y esta base sirve para posteriores lecturas, para subir al árbol de la lengua por sus ramas y sus flores, sin miedo de caernos, y con la certeza de ver en la expedición un reino que fue real y lleno de maravillas”.) ¿El desciframiento de la escritura maya qué connotaciones tiene para la cultura? El desciframiento de la escritura maya sirve para la lectura de los textos escritos por los mayas. Los textos mayas son fuentes muy importantes para el conocimiento de esa cultura tan sorprendente. La civilización maya es parte insoslayable de la humanidad. Entonces, ¿cómo se puede estudiar y hablar del desarrollo de la humanidad sin tomar en cuenta esa cultura brillante? Mediante él, conocemos la cultura del llamado Nuevo Mundo. El desciframiento es un paso muy grande para la integración de la cultura maya a la cultura universal. ¿Recuerda el último sueño o deseo de Yuri? Su último sueño fue morir o ser sepultado en Parque Xcaret. Se sentía feliz aquí, en esta tierra de Quintana Roo, entre los mayas, entre la naturaleza. Sentía haber recibido algo de lo que había hecho durante toda su vida. Varias veces me dijo eso, que deseaba morirse en Xcaret. También, más seriamente, soñaba y luchaba para crear un centro de epigrafía en el territorio maya, en el estado de Quintana Roo. Para eso trabajaba mucho y siempre se enojaba mucho diciendo que los mexicanos deben tener su propio centro de epigrafía maya. Él quería eso, de todo corazón. ¿Puede valorarse el impacto que ha tenido ya el “Compendio Xcaret” de la escritura jeroglífica maya? Es un paso muy grande precisamente para realizar el sueño de Yuri Knórosov. Por lo menos, los mexicanos ya pueden leer, conocer y entrar en el método. Eso es muy importante, porque no existía una publicación en español tan completa, no se podía evaluar ese punto de vista. Es válido para iniciar el proceso de creación de especialistas mexicanos en epigrafía y lectura de los textos mayas. ¿Qué hace, en términos científicos, la doctora Galina Ershova? Estoy leyendo textos mayas, trabajando en el estudio de la cultura maya. Terminé un trabajo extenso sobre un texto astronómico muy curioso, donde se mencionan las lluvias de meteoritos que vienen regularmente a la Tierra. Eso era importante para los mayas. Ellos lo tomaban muy en cuenta en su calendario, porque con eso estaban relacionados los procesos de reencarnación de las personas. Se trata de todo un complejo en torno a la muerte y el regreso metido en un sistema calendárico muy elaborado, que se desconocía. Escribo sobre la teoría de la antropología y el funcionamiento de antroposistemas, y dirijo en Moscú el Centro de Estudios Mesoamericanos, donde 13 personas trabajan en la preparación del corpus de los textos mayas leídos. Eso es básico para la historia universal. (El primer contacto con la cultura maya lo tuvo Yuri durante su niñez, una mañana en que leyó un artículo de John Sthepan. “Ese autor afirmaba que era imposible conocer lo que los antiguos mayas plasmaron en sus jeroglíficos...”, comentó el lingüista en Chetumal, en el verano de 1995, con una emoción semejante a la sentida cuando la Embajada de México en Moscú le concedió la orden Águila Azteca.).
Pinceladas Santiago J. Santamaría Gurtubay
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*Columnista Colaborador
CADA VEZ QUE LA TIERRA TIEMBLA EN CALIFORNIA, LOS RESIDENTES NO PUEDEN EVITAR PREGUNTARSE SI ES EL ‘BIG ONE’, EL SAN ANDREAS DE 1906
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El grupo de sismos del pasado 5 de abril, que incluyó uno de magnitud 4.0 cerca de Inglewood, no ayudó mucho a calmar esos nervios. Los expertos dicen que el pánico no es necesario, pero la preparación nunca está de más. Esto es lo que sabemos sobre los últimos temblores de Los Ángeles. “Los primeros movimientos de tierra comenzaron a las 4:15 a.m., cuando se produjeron tres sismos cerca de Inglewood: uno de magnitud 2.1, otro de 2.4 y un tercero de 3.0, todos a unas tres millas entre sí, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés). El sismo más grande, de magnitud 4.0, se produjo cerca de Inglewood a las 4:44 a.m. y se sintió en todo el sur de California. Los residentes cercanos describieron fuertes sacudidas, con reportes de algunos libros y marcos de fotos cayendo de los estantes…”, narraba la periodista Hayley Smith del ‘Los Angeles Times’.
En 24 horas, más de 80 réplicas sacudieron el área de Inglewood y Lennox, según el USGS. Aunque eso parece mucho, no es motivo de alarma, señaló el geofísico Don Blakeman del Centro Nacional de Información de Terremotos del USGS en Colorado. ‘No produce señales de alarma’, dijo Blakeman. ‘No es inusual tener un grupo de terremotos casi todos pequeños’. Cuanto más grande es el sismo, más duran las réplicas, señaló Blakeman. El terremoto de magnitud 7.1 en Ridgecrest de 2019 todavía produce algunas ocasionalmente. La mayoría de las réplicas en el área de Inglewood hasta ahora han tenido una magnitud menor a 2.0. ‘Un grupo como este no necesariamente indica que va a suceder algo grande y terrible, pero siempre hay una pequeña, mínima posibilidad, ya que en realidad no podemos predecir terremotos’, explicó Blakeman. ‘No podemos decirle con certeza qué va a pasar’. El impacto principal fue “bastante profundo para California”, a unas 12 millas de fondo, indicó Paul Caruso, geofísico del Centro Nacional de Información sobre Terremotos del USGS. Caruso señaló que los terremotos en el área de Los Ángeles suelen tener una profundidad de aproximadamente tres millas. Pero 12 millas está lejos de ser lo más hondo; los terremotos en Fiji y en otros lugares pueden llegar a tener una profundidad de 300 millas. “Cuanto más profundo es el terremoto, menos fuerte lo siente la gente, porque están potencialmente más lejos de donde se libera la energía”, expuso Caruso. Poco después del sismo, la experta Lucy Jones escribió en Twitter que el terremoto de 4.0 probablemente no se produjo en una falla mapeada porque tenía un mecanismo de empuje. Robert Graves, un geofísico investigador del Centro de Ciencias de Terremotos del USGS, con sede en Pasadena, explicó: “La falla de Newport-Inglewood, la más cercana al terremoto del lunes, es una falla de deslizamiento, lo que significa que los dos lados se mueven lateralmente durante un temblor. Este sismo tuvo un mecanismo de empuje, que ocurre cuando el movimiento de una falla se desliza sobre otra”. “Basado en eso, aunque estaba muy cerca de la falla de Newport-Inglewood, parece que probablemente esté en una estructura de falla subsidiaria, o algún tipo de estructura de falla secundaria”. Una forma sencilla de entenderlo es imaginar una rajadura en el parabrisas de un automóvil. “Puede haber una gran rajadura principal, pero podría haber pequeñas aberturas secundarias aquí y allá”, señaló Graves, “y ese es el tipo de falla en la que probablemente se encuentre”.
Existe una probabilidad superior al 90% de que en las próximas tres décadas se produzca un terremoto de más de 7 grados
Los animales a veces pueden sentir cuándo está a punto de producirse un temblor. Las primeras ondas que llegan de un sismo, las ondas P, son las más rápidas. Las ondas S, las subsecuentes, son las que provocan el temblor. Esto podría explicar por qué algunos animales y personas parecen sentir que algo anda mal momentos antes de que comience el movimiento de tierra. “A veces, lo que sucede, especialmente con los perros, es que la primera onda P es muy débil, pero en ocasiones se puede sentir”, señaló Blakeman. “Y luego lo que percibes como el terremoto es realmente la próxima serie de ondas que llegan”. Incluso si no sintió este pequeño terremoto, nunca se sabe cuándo va a golpear el Grande. Prepárese siguiendo nuestra guía de cinco pasos de preparación para terremotos y construyendo un equipo de emergencia. “Suena como un disco rayado, pero es cierto”, señaló Graves. “Tome esto como un recordatorio de que hay fallas activas y que ocurrirán grandes terremotos. Hay que estar preparado”. ‘San Andreas’ es una pesadilla que no deja dormir a muchos vecinos en la costa oeste de Estados Unidos, saben que tarde o temprano llegará otro ‘gran terremoto’, como el de 1906; no es una línea continua, sino un sistema de fallas que se extiende a lo largo de 1,200 kilómetros, empieza en el Salton Sea, en la frontera con México, donde han sido los últimos sismos; después abraza Los Ángeles y continúa paralelo a la costa, atraviesa la bahía de San Francisco y llega hasta Eureka, en el norte californiano, todo el Estado está en riesgo; películas como ‘Terremoto: La Falla de San Andrés’ sirven para recordar a los 38 millones vecinos de esta área sísmica que deben prepararse para la inevitabilidad de un gran movimiento telúrico; los sismólogos creen que existe una probabilidad superior al 90% de que en las próximas tres décadas se produzca un terremoto de más de 7 grados de intensidad… Los terremotos en el sur de California no deberían ser noticia. Esta zona del mundo registra alrededor de 10,000 temblores al año, la mayoría imperceptibles.
Se registró en 1994 uno de los terremotos más destructivos de California, provocó 57 muertos y destruyó varias autopistas
En julio de 1999, el terremoto más intenso en 20 años en el sur de California hizo temblar toda el área de Los Ángeles. Con una magnitud de 6.4 tuvo su epicentro en un área poco poblada del desierto de Mojave, a unos 240 kilómetros al noreste de la ciudad angelical. En Las Vegas, en el estado de Nevada, a más de 200 kilómetros hacia el este, la tierra tembló. Una hora después se habían contabilizado hasta 11 réplicas, llegándose, posteriormente a las 50, algunas de magnitud superior a 4.0. Se trató del terremoto más importante que se haya sentido en las grandes ciudades de California desde el que afectó Napa con una magnitud de 6.0, que sacudió todo San Francisco de madrugada en 2014. En los alrededores de Ridgecrest (28,000 habitantes) se registraron varios incidentes como consecuencia del terremoto, pero no hubo daños personales. El Departamento de Bomberos del condado de Kern, donde se localizó el epicentro, informó en Twitter de que estaba atendiendo dos docenas de incidentes, desde asistencia médica hasta al menos dos incendios en viviendas. El Departamento también confirmó que al menos 15 pacientes habían sido evacuados del hospital regional como medida de precaución. Ninguna ciudad había comunicado a mediodía daños en las infraestructuras críticas como aeropuertos o autopistas. En el condado de San Bernardino se produjeron algunas roturas de cañerías y se cayeron algunos postes de la luz, según la oficina del sheriff. Inmediatamente informativos y redes se llenaron de señales de alarma en la mañana de la Fiesta Nacional de Estados Unidos, cuando la mayoría de las casas preparan barbacoas. La última vez que esta zona sintió un terremoto de una magnitud parecida fue en 1994, en Northridge, al norte de la ciudad. Se registró uno de los terremotos más destructivos de California: provocó 57 muertos y destruyó varias autopistas. La cultura popular de Los Ángeles calcula que hay un gran terremoto cada dos décadas.
La sismóloga Lucy Jones de la Universidad Tecnológica de California, en Pasadena, tuiteó que no se trataba de la falla de San Andrés
El sur de California es una de las zonas sísmicas más activas del mundo. Hay miles de terremotos al día, la mayoría de ellos imperceptibles. California lleva años preparándose para el llamado Big One, el gordo, que sería un terremoto en la falla de San Andrés. Se trata de una falla gigante que recorre desde la frontera con México, en vuelve la ciudad de Los Ángeles y pasa por San Francisco. La sismóloga Lucy Jones, de la Universidad Tecnológica de estosdías I 12/04/2021 9
California en Pasadena, tuiteó poco después de uno de los muchos sismos que no se trataba de la falla de San Andrés. La aclaración es pertinente porque la preocupación popular es que cualquiera de estos terremotos pueda provocar un movimiento en la falla que desencadene el big one. La falla de San Andrés tiene tensión acumulada para provocar un terremoto en cualquier momento entre ahora mismo y los próximos 100 años. El terremoto se produjo muy cerca de la superficie, explicó Jones en una conferencia de prensa, lo que explica que se sintiera tan lejos del epicentro. Jones dijo que el temblor probablemente ha producido una ruptura en la superficie. Una hora después del terremoto los sismólogos aún no habían llegado a Ridgecrest para comprobarlo. Jones añadió que la magnitud en la zona de Los Ángeles había sido alrededor de 3.0, por lo que era “extremadamente improbable” que hubiera daños en estructuras. El hecho de que se trate de una zona tan poco poblada permitió limitar los daños. El epicentro está muy retirado de las grandes ciudades de California, rodeado de áreas despobladas como el desierto de Mojave y los parques nacionales de Sequioia y Death Valley. A pesar de la ausencia de daños, desató la inquietud en toda la zona de Los Ángeles porque hace años que no se siente ninguno con esta intensidad. Jones advirtió de que habrá réplicas a lo largo del día. “Vamos a ver más réplicas. Hay una alta probabilidad de que haya una que llegue a magnitud 5.0 esta tarde”, advirtió Jones. “Este terremoto es normal” en términos históricos, recordó Jones. “Si te mudaste al sur de California en los últimos 10 años has vivido una época extremadamente tranquila en los que se refiere a terremotos”. Pero si se producen todos en una semana y en el mismo sitio, los expertos se ponen alerta. Eso sucedió cuando se registraron más de 200 sismos en el Salton Sea, un lago en el extremo sur de California, en el valle de Coachella, cerca de la frontera con México. Se trató de la mayor actividad registrada en el lugar desde que hay sensores y ha provocado una alerta inquietante que ha durado siete largos días. Durante estas jornadas esta noticia fue opacada por el paso del huracán Matthew por Jamaica, República Dominicana, Haití, Cuba, Estados Unidos…, provocando muerte y destrucción. La zona del Salton Sea está justo al final de la falla de San Andrés. Los movimientos en esa zona hacen cosquillas a la gran falla, por así decirlo. Entre los temblores que comenzaron hubo tres que superaron la magnitud 4. La oficina de Emergencias del gobernador emitía un comunicado pidiendo a todas las instituciones y californianos que estuvieran alerta ante la posibilidad de un gran terremoto, algo que no ha pasado en esa zona de la falla en 300 años. El Ayuntamiento de San Bernardino, por ejemplo, decidió cerrar sus instalaciones. Con el paso de las horas y los días, fue decreciendo las posibilidades de que esa actividad provoque un movimiento en la falla que desatara un gran terremoto en Los Ángeles. La alerta fue levantada. Pero los datos pusieron una vez más de relieve la fragilidad de la zona y, sobre todo, la evidencia de que ese gran terremoto tiene que pasar en algún momento.
La posibilidad de un gran terremoto, una constante en la vida de los angelinos y una estupenda fuente de entretenimiento para Hollywood
Una de las primeras cosas que se aprenden al mudarse al sur de California es que, según la sabiduría popular, Los Ángeles sufre un gran terremoto con víctimas cada 20 años. Y el último fue hace 22. La posibilidad de un gran terremoto, el llamado ‘Big one’, con origen en la falla de San Andrés y consecuencias devastadoras para los valles que forman Los Ángeles, es una constante en la vida de los angelinos y una estupenda fuente de entretenimiento para Hollywood. Tener un equipo de supervivencia y un plan para terremotos (por ejemplo, tener ya hablado con tu familia dónde te vas a encontrar) es habitual en casas y en colegios. “No es una cuestión de si pasará, sino de cuándo pasará”. Esta frase la dice hasta el alcalde de la ciudad. No hay nada que se pueda hacer. Cada uno de esos pequeños sismos tiene un impacto en la falla de San Andrés, hasta que un día se mueva. El año pasado, el Ayuntamiento publicó un informe aterrador sobre las consecuencias que el terremoto tendría para la ciudad y urgió a los ciudadanos a revisar las casas más antiguas e invertir en arreglos para hacerlas más resistentes. El inicio de esta campaña municipal de concienciación coincidía con el 25 aniversario del terremoto de Northridge, en enero de 1994. Murieron alrededor de 60 personas en el Valle de San Fernando al caerse estructuras débiles de edificios de apartamentos. Dos de las autopistas que cruzan la ciudad fueron cerradas por daños y Los Ángeles vivió días de caos. La experta sismóloga Lucy Jones, que lideró el equipo que redactó el informe, advertía en conferencias por toda la ciudad de que aquello fue en una época sin móviles y sin Internet. No sabemos las consecuencias de un terremoto como aquel para una economía dependiente de las telecomunicaciones. No ha pasado aún. El terremoto de Northridge fue de 6.7 y duró 10 segundos. El ‘Big one’ más plausible podría ser de 7.8 y durar alrededor de un minuto. La falla de San Andrés no es una línea continua, sino un sistema de fallas que se extiende a lo largo de 1,200 kilómetros. Empieza en el Salton Sea, en la frontera con México, donde han sido los sismos. Después abraza Los Ángeles por el este y el norte de la ciudad y continúa paralelo a la costa. Atraviesa la bahía de San Francisco y llega hasta Eureka, en el norte del California. Todo el Estado está en riesgo si se activa la falla.
Sistema de alertas de terremotos para los ciudadanos tengan unos pocos segundos de aviso, determinantes para salvar vidas
Recientemente, el gobernador de California aprobó una ley que establece la estructura administrativa para que haya un sistema de alertas de terremotos en el Estado. El sistema lo formarán unos sensores que detectarán las primeras ondas de un terremoto y lo enviarán a un centro de emergencias que a su vez enviará una alerta a móviles. El terremoto llega de todas maneras. Pero, por ejemplo, si el terremoto empieza en la frontera con México, los habitantes de Los Ángeles tendrían unos pocos segundos de aviso antes de que llegara, que son determinantes para salvar vidas. Unos 10,000 terremotos se registran al año en el sur de California, la mayoría imperceptibles. Solo salen en las noticias locales si caen en zonas muy pobladas, como la anécdota del día. El último gran terremoto de Los Ángeles se produjo el 17 de enero de 1994, en Northridge, al norte de la ciudad. Murieron más de sesenta personas, se perdieron 49,000 viviendas y el hundimiento de las infraestructuras paralizó la ciudad durante semanas. El grande será un terremoto en la parte sur de la falla de San Andrés, que recorre el desierto como una cicatriz. Esa parte de la falla se mueve de forma significativa una vez cada 150 años. La última fue en 1857 (terremoto de Fort Tejon). Por ese lado, la estadística no ayuda. La parte norte se movió en 1906 y provocó el famoso terremoto que devastó San Francisco, uno de los mayores desastres naturales en pérdida de vidas humanas (más de 3,000 muertos) de la historia de EE UU. En el vigésimo quinto aniversario de Northridge, el Ayuntamiento de Los Ángeles presentó el primer estudio oficial sobre las posibles consecuencias de ‘The Big One’. Aquel terremoto fue de magnitud 6.7 y duró siete segundos. El grande será de al menos 7.8 y durará unos dos minutos. Los expertos prevén 1,800 muertos. El estudio sirvió para lanzar un programa municipal de financiación de obras de refuerzo en miles de casas de los años veinte y treinta. Nadie sabe cuánto tiempo hay para preparar esas casas. Los Ángeles sufre un gran terremoto más o