Pan y Vino V. 2 No. 52 Parroquia La Dolorosa
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Pan y Vino Solemnidad de Todos los Santos (A) Parroquia La Dolorosa - Frailes Dominicos San José, Costa Rica.
Oración cristiana ecuménica Dios nuestro, Trinidad de amor, desde la fuerza comunitaria de tu intimidad divina derrama en nosotros el río del amor fraterno. Danos ese amor que se reflejaba en los gestos de Jesús, en su familia de Nazaret y en la primera comunidad cristiana. Concede a los cristianos que vivamos el Evangelio y podamos reconocer a Cristo en cada ser humano, para verlo crucificado en las angustias de los abandonados y olvidados de este mundo y resucitado en cada hermano que se levanta. Ven, Espíritu Santo, muéstranos tu hermosura reflejada en todos los pueblos de la tierra, para descubrir que todos son importantes, que todos son necesarios, que son rostros diferentes de la misma humanidad que amas. Amén. FRATELLI TUTTI
“Lo importante, para mí, es haber sido fiel a lo que yo debía ser”. Marcel Légaut. PPC, p55 en CD25
Fr. Estuardo López, O.P.
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Liturgia de La Palabra
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Del Libro del Apocalipsis del Apóstol San Juan 7,2-4.914 Yo, Juan, vi a un ángel que venía del oriente. Traía consigo el sello del Dios vivo y gritaba con voz poderosa a los cuatro ángeles encargados de hacer daño a la tierra y al mar. Les dijo: “¡No hagan daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que terminemos de marcar con el sello la frente de los servidores de nuestro Dios!” Y pude oír el número de los que habían sido marcados: eran ciento cuarenta y cuatro mil, procedentes de todas las tribus de Israel. Vi luego una muchedumbre tan grande, que nadie podía contarla. Eran individuos de todas las naciones y razas, de todos los pueblos y lenguas. Todos estaban de pie, delante del trono y del Cordero; iban vestidos con una túnica blanca; llevaban palmas en las manos y exclamaban con voz poderosa: “La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero”. Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, cayeron rostro en tierra delante del trono y adoraron a Dios, diciendo: “Amén. La alabanza, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fuerza, se le deben para siempre a nuestro Dios”. Entonces uno de los ancianos me preguntó: “¿Quiénes son y de dónde han venido los que llevan la túnica blanca?” Yo le respondí: “Señor mío, tú eres quien lo sabe”. Entonces él me dijo: “Son los que han pasado por la gran persecución y han lavado y blanqueado su túnica con la sangre del Cordero”. Palabra de Dios
“Lo importante, para mí, es haber sido fiel a lo que yo debía ser”. Marcel Légaut. PPC, p55 en CD25
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Esta es la clase de hombres que te buscan, Señor. Del Señor es la tierra y lo que ella tiene, el orbe todo y los que en él habitan, pues él lo edificó sobre los mares, él fue quien lo asentó sobre los ríos. Esta es la clase de hombres que te buscan, Señor.
Salmo responsorial. Del Salmo 23
¿Quién subirá hasta el monte del Señor? ¿Quién podrá entrar en su recinto santo? El de corazón limpio y manos puras y que no jura en falso. Esta es la clase de hombres que te buscan, Señor. Ese obtendrá la bendición de Dios, y Dios, su salvador, le hará justicia. Ésta es la clase de hombres que te buscan y vienen ante ti, Dios de Jacob. Esta es la clase de hombres que te buscan, Señor.
De la primera carta del apóstol San Juan 3, 1-3 Queridos hijos: Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a él. Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. Y sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tenga puesta en Dios esta esperanza, se purifica a sí mismo para ser tan puro como él. Palabra de Dios
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Del Evangelio de Mateo 5,1-12
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En aquel tiempo, cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Entonces se acercaron sus discípulos. Enseguida comenzó a enseñarles, hablándoles así: “Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque serán consolados. Dichosos los sufridos, porque heredarán la tierra. Dichosos los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía. Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos”. Palabra del Señor
Todos Pecadores. Todos Santos. Todos Hermanos. En este Domingo de la Solemnidad de Todos los Santos, la Palabra sale a nuestro encuentro con un mensaje liberador, con un mensaje sanador y que ensancha nuestros horizontes y nuestro ser. La bienaventuranza y la santidad unidas como propuesta de vida, de ser, de libertad y de amor. Esa Palabra es la que pide entrar en nuesro corazón, en nuestra mente y en todo nuestre ser para romper todo tipo de cadenas que nos impiden amar con todo lo que somos, para romper todo lo que impide la comunión y la fraternidad. 1. El encuentro entre el Antinguo y el Nuevo Testamento y la Novedad de Jesús. El Evangelio de este domingo nos permite mirar el Antiguo Testamento, destacar su riqueza y dejarnos enriquecer por la gran novedad que Jesús nos propone en el inicio del Sermón del Montaña. a. La revelación en el Sinaí. La Ley fue revelada al pueblo de Israel en un contexto solemne y terrible. Dios habló y el pueblo debía estar distanciado del lugar de la revelación de Dios. El escenario es de amenazas y consecuencias mortales. Rayos, relámpagos, humo…
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b. La revelación en Jesús. Lo que nos narra el Evangelio del hoy, constituye un contraste con lo acontecido en el Antiguo Testamento. Jesús, sentado – no de pie, como Moisés- comienza a hablar con la muchedumbre, donde los discípulos, con las más profunda confianza se acercan para escuchar a Jesús. Igual la muchedumbre. No hay distancias, el espacio se ha habilitado para que todos lo habiten y en ese contexto escuchen un nuevo mensaje. c. El mensaje del Antiguo Testamento. Una serie de prohibiciones -entendibles- son las que constituyen la revelación y la voluntad de Dios, que se representan en el Decálogo. Cual si fuera niños, las prohibiciones dirigen las vidas, las acciones y la moralidad de los israelitas. Por supuesto que tiene la gran comprensión que cualquier daño al prójimo, no sólo rompe la relación del creyente y fiel con el prójimo, sino que también daña la relación con Dios. Se incumple, se rompe con lo mandado por Dios. d. La riqueza y la novedad de Jesús. Ya no se presentan prohibiciones y restricciones. Se presenta un mensaje de libertad, de adultez y de convicciones. Este mensaje empieza con la felicidad, la dicha, la bienaventuranza. Jesús libera a sus oyentes para que encuentren un nuevo camino para vivir la vida, para amarla y para amar la vida de los otros, de todos. e. Compromiso ético y espiritual. Jesús muestra que esta nueva forma de ver y vivir la vida implica nuevas convicciones y nuevas decisiones. Esta forma de entender su mensaje y, sobre todo, de vivirlo implica exigencias más profundas y convicciones auténticas, que se traducen en una ética y una espiritualidad de libertad, fraternidad y comunión. No es el temor el que motiva esta forma de vida, sino el encuentro cercamo, fraterno y de gracia con Dios y con el prójimo.
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2. Una bienaventuranza. Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de Dios. En el camino propuesto por la liturgia de la Palabra, de las 8 bienaventuranzas, sólo abordamos una, la primera. Jesús está hablando del Reino de Dios y de entrar y vivir en él, que como intuimos, más que un lugar aquí o allá, es el inicio de una forma de vivir aquí y ahora que nos abre a la trascendencia, a la plenitud, a la felicidad. Según los estudiosos hay varias maneras de abordar esta bienaventuranza, no obstante, de la mano de José Luis Sicre, tomamos en cuenta dos aspectos/interpretaciones para nuestro itinerario espiritual de este domingo. a. “Jesús es ejemplo de pobre en sentido material. Mateo lo presenta como hijo de un obrero, y el obrero ocupaba el lugar más bajo en la escala social de su tiempo, por debajo del campesino y solo por encima de las clases impuras. Durante su actividad pública, él y su grupo viven de limosna y no tiene dónde reclinar la cabeza. Además de ser pobre materialmente, Jesús es desprendido, no desea ser rico. Ven en la riqueza un posible rival de Dios (tercera tentación) y, como dice la parábola del sembrador, puede ahogar su palabra. En esta interpretación, Jesús no proclama dichoso al pobre sin más, sino al pobre que no quiere enriquecerse, al que no ambiciona la comodidad, el placer y el lujo de los ricos. La pobreza no es solo la pobreza material sino también la actitud interior”. b. “En el sentido de humildad, la bienaventuranza se refiere a quienes no cuentan nada, especialmente para los escribas y fariseos: pobres de espíritu serían Mateo y sus amigos pecadores; los niños, que no son valorados en la sociedad; los que acuden a él por multitud de normas que cargan sobre ellos; la mujer que lo unge en Betania, incomprendida y criticada por todos. Es una pena que Mateo no conociese la parábola del fariseo y el publicano, porque describe muy bien a la persona que se reconoce pobre ante Dios. “Ten
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piedad de mí, que soy un pecador. El publicano se siente pobre espiritualmente, sabe que no puede subsistir por sí mismo; depende de la misericordia del Señor, sin poder exigirle nada ni pasarle la cuenta. Por muchas obras de piedad que realice, por muchas limosnas que dé, por mucho que rece, por mucho que intente ser fiel a Dios, sigue considerándose pobre, necesitado de perdón y misericordia”. (Sicre, 2019: 105) c. La santidad empieza por el reconocimiento de la propia pobreza e indigencia. Si algo podemos llegar a constatar los seres humanos cuando nos aventuramos al pozo de nuestro interior es que somos seres pobres y indigentes, animados y sostenidos en la vida por la gracia del amor y la comunión que recibimos de Dios, de los otros, de la obra de Dios entera. La propuesta de Jesús constituye una luz y un ensanchamiento de loque somos para, en nuestra pobreza e indigencia, seamos con los otros y nos descubramos nuevos, liberados y en camino. 3. ¿Qué es la santidad? La santidad, sin duda alguna es vivir y ser con la mayor intensidad lo que hemos de ser. Algunos santos nos dan su parecer sobre qué es la santidad. a. Lo que nos dicen las santas y los santos: Madre Teresa de Calcuta: «"Seré santo" quiere decir: me despojaré de todo cuanto no es Dios. Despojaré mi corazón y lo vaciaré de toda cosa creada; viviré en la pobreza y en el desprendimiento. Renunciaré a mi voluntad, a mis inclinaciones, a mis sueños y a mis fantasías y me convertiré en un esclavo voluntario de Dios». Santa Teresita del Niño Jesús: “La santidad consiste en la disposición del corazón”.
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San Agustín Cuanto más alto queramos el edificio de la vida espiritual más hondos cimientos de humildad debemos cavar. Santo Tomás de Aquino La santidad no consiste en saber mucho ni en mucho meditar; la santidad es un secreto: el secreto de mucho amar. San Juan Bosco La santidad consiste en estar siempre alegres. b. Magisterio del Papa Francisco. De las palabras y enseñanzas del Papa Francisco - Gaudete et exsultate podemos destacar: “Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra”. “No tengas miedo de la santidad. No te quitará fuerzas, vida o alegría. Todo lo contrario, porque llegarás a ser lo que el Padre pensó cuando te creó y serás fiel a tu propio ser. Depender de Él nos libera de las esclavitudes y nos lleva a reconocer nuestra propia dignidad”. No podemos plantearnos un ideal de santidad que ignore la injusticia de este mundo, donde unos festejan, gastan alegremente y reducen su vida a las novedades del consumo, al mismo tiempo que otros solo miran desde afuera mientras su vida pasa y se acaba miserablemente”. “Jesús explicó con toda sencillez qué es ser santos, y lo hizo cuando nos dejó las bienaventuranzas (cf. Mt 5,3-12; Lc 6,20-23). Son como el carnet de
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identidad del cristiano. (..) En ellas se dibuja el rostro del Maestro, que estamos llamados a transparentar en lo cotidiano de nuestras vidas.
“Cuando el corazón ama a Dios y al prójimo (cf. Mt 22,36-40), cuando esa es su intención verdadera y no palabras vacías, entonces ese corazón es puro y puede ver a Dios. Mantener el corazón limpio de todo lo que mancha el amor, esto es santidad”. “No creo en la santidad sin oración, aunque no se trate necesariamente de largos momentos o de sentimientos intensos”. “Se trata de ser artesanos de la paz, porque construir la paz es un arte que requiere serenidad, creatividad, sensibilidad y destreza. Sembrar paz a nuestro alrededor, esto es santidad”. c. Orar, agradecer, vivir. .
Compañeros de camino que nos ayudan a reflexionar 183. A partir del «amor social» es posible avanzar hacia una civilización del amor a la que todos podamos sentirnos convocados. La caridad, con su dinamismo universal, puede construir un mundo nuevo, porque no es un sentimiento estéril, sino la mejor manera de lograr caminos eficaces de desarrollo para todos. El amor social es una «fuerza capaz de suscitar vías nuevas para afrontar los problemas del mundo de hoy y para renovar profundamente desde su interior las estructuras, organizaciones sociales y ordenamientos jurídicos». 184. La caridad está en el corazón de toda vida social sana y abierta. Sin embargo, hoy «se afirma fácilmente su irrelevancia para interpretar y orientar las responsabilidades morales». Es mucho más que sentimentalismo subjetivo, si es que está unida al compromiso con la verdad, de manera que no sea «presa fácil de “Lo importante, para mí, es haber sido fiel a lo que yo debía ser”. Marcel Légaut. PPC, p55 en CD25
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las emociones y las opiniones contingentes de los sujetos». Precisamente su relación con la verdad facilita a la caridad su universalismo y así evita ser «relegada a un ámbito de relaciones reducido y privado». De otro modo, será «excluida de los proyectos y procesos para construir un desarrollo humano de alcance universal, en el diálogo entre saberes y operatividad». Sin la verdad, la emotividad se vacía de contenidos relacionales y sociales. Por eso la apertura a la verdad protege a la caridad de una falsa fe que se queda sin «su horizonte humano y universal». 185. La caridad necesita la luz de la verdad que constantemente buscamos y «esta luz es simultáneamente la de la razón y la de la fe», sin relativismos. Esto supone también el desarrollo de las ciencias y su aporte insustituible para encontrar los caminos concretos y más seguros para obtener los resultados que se esperan. Porque cuando está en juego el bien de los demás no bastan las buenas intenciones, sino lograr efectivamente lo que ellos y sus naciones necesitan para realizarse. Papa Francisco. Todos Hermanos.
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La Santidad La santidad surge de la consciencia de lo que somos a los ojos de Dios. La santidad es cántico de acción de gracias por los beneficios recibidos de Dios. La santidad es poema de amor, fruto del amor recibido y correspondido. La santidad es testimonio de confianza y de abandono en las manos de quien sabemos que nos ama. La santidad es reflejo de la contemplación de Cristo crucificado y resucitado. La santidad es desbordamiento de la acción del Espíritu Santo, quien con sus dones perfecciona y enriquece a los que son fieles. La santidad es correspondencia a la gracia, respuesta agradecida y enamorada a Dios. Los santos Los santos son los exploradores de la intimidad de su propio ser. Los santos con lo que se deciden a entrar en el castillo interior y se relacionan amorosamente con quien les habita. Los santos son lo que ven todo con los ojos iluminados por la fe y lo tratan como algo sagrado. Los santos son los que obran todo por amor, sin mirar recompensa. Los santos tienen entrañas de misericordia con quienes viven excluidos por cualquier causa. Los santos siempre esperan y confían en la fidelidad de Dios, y son capaces de arriesgar sus vidas, fiados y apoyados en la Palabra divina. Los santos son los que muestran de manera visible e histórica el amor que Dios tiene a la humanidad, y anticipan la vida eterna. Tú puedes ser santo Tú puedes ser santo, si correspondes a la gracia. Tú puedes ser santo, si descubres y dejas desarrollarse en tesoro que llevas dentro. Tú puedes ser santo, si obedeces las insinuaciones del Espíritu Santo. Tú puedes ser santo, si tomas el Evangelio como hoja de ruta. Tú puedes ser santo, si amas como Cristo te ama. Tú puedes ser santo, si dejas que Dios te convierta en su mediación entrañable. Tú puedes ser santo, si realizas las pequeñas cosas de cada día, por amor. Angel Moreno
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Gotas de sabiduría Un hombre que paseaba por el bosque vio un zorro que había perdido sus patas, por lo que el hombre se preguntaba cómo podría sobrevivir. Entonces vio llegar a un tigre que llevaba una presa en su boca. El tigre ya se había hartado y dejó el resto de la carne para el zorro. Al día siguiente Dios volvió a alimentar al zorro por medio del mismo tigre. Él comenzó a maravillarse de la inmensa bondad de Dios y se dijo a sí mismo: «Voy también yo a quedarme en un rincón, confiando plenamente en el Señor, y éste me dará cuanto necesito». Así lo hizo durante muchos días; pero no sucedía nada y. el pobre hombre estaba casi a las puertas de la muerte cuando oyó una Voz que le decía: «¡Oh, tú, que te hayas en la senda del error, abre tus ojos a la Verdad! Sigue el ejemplo del tigre y deja ya de imitar al pobre zorro mutilado».
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