Pan y Vino V. 2 No. 55 Parroquia La Dolorosa
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Pan y Vino Nuestro Señor, Jesucristo Rey del Universo (A) Parroquia La Dolorosa - Frailes Dominicos San José, Costa Rica.
Tu Reino es Vida Dios mío, da tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud; para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Que los montes traigan la paz, que los collados traigan la justicia; que él defienda a los humildes del pueblo, que socorra a los hijos del pobre; que él defienda a los humildes del pueblo y quebrante al explotador.
Que dure tanto como el sol, como la luna, de edad en edad; que baje como lluvia sobre el césped, como rocío que empapa la tierra. Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna. Librará al pobre que suplica, al afligido que no tiene protector; se apiadará del humilde e indigente, y salvará la vida de los pobres; salvará de la violencia sus vidas, pues su sangre es preciosa ante sus ojos.
Que su nombre sea eterno, que su fama dure como el sol; que sea bendición para los pueblos; que las naciones los proclamen dichoso. Bendito eternamente su nombre, que su gloria llene la tierra. TU REINO ES VIDA, TU REINO ES VERDAD; TU REINO ES JUSTICIA, TU REINO ES PAZ; TU REINO ES GRACIA, TU REINO ES AMOR: VENGA A NOSOTROS TU REINO, SEÑOR.
“El amor humano no puede mantenerse en su nivel propio fuera del recogimiento pues sólo el recogimiento permite a cada uno estar presente a sí mismo”. Marcel Légaut. HBH, p.46
Fr. Estuardo López, O.P.
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Liturgia de La Palabra
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Del Libro del Profeta Ezequiel 34, 11-12.15-17 Esto dice el Señor Dios: “Yo mismo iré a buscar a mis ovejas y velaré por ellas. Así como un pastor vela por su rebaño cuando las ovejas se encuentran dispersas, así velaré yo por mis ovejas e iré por ellas a todos los lugares por donde se dispersaron un día de niebla y oscuridad. Yo mismo apacentaré a mis ovejas, yo mismo las haré reposar, dice el Señor Dios. Buscaré la oveja perdida y haré volver a la descarriada; curaré a la herida, robusteceré a la débil, y a la que está gorda y fuerte, la cuidaré. Yo las apacentaré con justicia. En cuanto a ti, rebaño mío, he aquí que yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos”.
Palabra de Dios
El Señor es mi pastor, nada me faltará. El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Salmo responsorial. Del Salmo 22
Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes. El Señor es mi pastor, nada me faltará. Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término. El Señor es mi pastor, nada me faltará.
“El amor humano no puede mantenerse en su nivel propio fuera del recogimiento pues sólo el recogimiento permite a cada uno estar presente a sí mismo”. Marcel Légaut. HBH, p.46
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De la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios 15, 20-26.28 Hermanos: Cristo resucitó, y resucitó como la primicia de todos los muertos. Porque si por un hombre vino la muerte, también por un hombre vendrá la resurrección de los muertos. En efecto, así como en Adán todos mueren, así en Cristo todos volverán a la vida; pero cada uno en su orden: primero Cristo, como primicia; después, ala hora de su advenimiento, los que son de Cristo. Enseguida será la consumación cuando, después de haber aniquilado todos los poderes del mal, Cristo entregue el Reino a su Padre. Porque él tiene que reinar hasta que el Padre ponga bajo sus pies a todos sus enemigos. El último de los enemigos en ser aniquilado será la muerte. Al final, cuando todo se le haya sometido, Cristo mismo se someterá al Padre, y así Dios será todo en todas las cosas. Palabra de Dios
Del Evangelio de Mateo 25, 31-46 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme’. Los justos le contestarán entonces: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te
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vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?’ Y el rey les dirá: ‘Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron’. Entonces dirá también a los de la izquierda: ‘Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron’. Entonces ellos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos? Y él les replicará: ‘Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo’. Entonces irán estos al castigo eterno y los justos a la vida eterna”. Palabra del Señor
La gran celebración de la Vida: La comunión de todos, de Todo. En este fín del año litúrgico del ciclo A, la celebración de la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, comporta una mirada hacia el interior de lo que somos y más que confrontar nuestras convicciones y creencias, se trata de confrontar nuestras acciones, nuestra forma de vivir y nuestra forma de entendernos con los otros, con lo Otro. Permitamos que esta Palabra nos habite y ensanche lo que somos. 1. La profecía de Isaías nos abre a la comprensión que somos una comunidad humana herida. En la primera lectura, es Dios quien habla a través del profeta para indicar que el pueblo de Israel, entendido como rebaño tiene ovejas descarriadas, heridas y sin rumbo. Dios como pastor buscará a esas ovejas y curará sus heridas. De manera análoga y en nuestro contexto, la pandemia ha mostrado que nuestra humanidad, nuestra cultura, nuestras sociedades están heridas, muchas veces sin un rumbo y sin sentido. Los seres humanos, la comunidad
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humana necesita sanar sus heridas, sus derrotas y su caminar sin sentido. Todos hemos de reconocer que necesitamos luz y amor para sanar nuestro interior, nuestro pasado y nuestros caminos. Los seres humanos nos estamos haciendo daño unos a otros y destruyendo nuestro planeta, debemos reconocer y aceptar que necesitamos otras formas de vivir y convivir, otras sabidurías y otras luces. 2. El camino a la plenitud y la felicidad es el prójimo herido y necesitado de atención. Continuando con la liturgia de la Palabra, es el Evangelio de Mateo que nos alerta sobre esa relación existente entre acción/cuidado de quien es víctima del mal y necesita de atención/ayuda y la felicidad y el amor plenos. En efecto, el pasaje evangélico del día de hoy que tiene como título en varias traducciones de la Sagrada Escritura, “El juicio a las naciones”, nos alerta que para encontrar el camino hacia el amor y la plenitud en el Reino de Dios, el camino y la puerta es el prójimo necesitado, es Jesús en ese prójimo, es esa presencia divina en quién ha sido vulnerado – no importa las causas, necesita atención eficiente y eficaz- . El amor que se hace acción y bien en quien tiene hambre y sed, en quien está enfermo o en la cárcel, en quién es extrajero o está desnudo. El otro, los otros, es Dios recibiendo nuestro amor en forma de atención y cuidado diligente. Sanamos lo que somos dando el amor que sana a los otros. 3. La gran comunión: Dios será todo en todas las cosas. El camino del amor y la plenitud llega a término en la gran comunión de la que nos habla San Pablo en la segunda lectura. Cuando todo Dios llegue a ser todo en todas las cosas. Jesús ha venido a este mundo para reconciliar todas las cosas, del cielo y de la tierra. La reconciliación que lleva a la fraternidad, a la comunión y a la solidaridad. El amor presente en todos y en Todo. La fiesta de la vida presente. En esta última celebración del año litúrgico del ciclo A se nos invita a caminar con esperanza, hacia adelante, a
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llenar con la luz del amor nuestro pasado y a difundir el amor recibido en nuestros hermanos y hermanas que necesitan de nuestras acciones de bien, como lo hizo y nos enseña Jesús con su vida, con su pasión, con su muerte y su resurrección. 4. Hechos para tomar en cuenta. Los ríos no beben su propia agua, los árboles no comen sus propios frutos. El sol no brilla para sí mismo. Las flores no esparcen su fragancia para sí mismas. Vivir para otros es la regla de la naturaleza. La vida es buena cuando tú estás feliz, pero la vida es mucho mejor, cuando los otros son felices ¡por causa tuya! Nuestra naturaleza es el servicio. Quien no vive para servir, no sirve para vivir. 5. Nuestra plegaria el día de hoy: Sanar lo que somos, llenar de luz y sentido nuestro ser, sanando y atendiendo a quien es víctima del mal y la injusticia y pedir con todas nuestras fuerzas, con todo nuestro amor y con todo nuestro ser que Dios sea en nosotros y nosotros en Dios.
Compañeros de camino que nos ayudan a reflexionar Todos Hermanos: La memoria A quien sufrió mucho de manera injusta y cruel, no se le debe exigir una especie de “perdón social”. La reconciliación es un hecho personal, y nadie puede imponerla al conjunto de una sociedad, aun cuando deba promoverla. En el ámbito estrictamente personal, con una decisión libre y generosa, alguien puede renunciar a exigir un castigo (cf. Mt 5,44-46), aunque la sociedad y su justicia legítimamente lo busquen. Pero no es posible decretar una “reconciliación general”, pretendiendo cerrar por decreto las heridas o cubrir las injusticias con un manto de olvido. ¿Quién se puede arrogar el derecho de perdonar en nombre de los demás? Es conmovedor ver la capacidad de perdón de algunas personas que han sabido ir más allá del daño sufrido, pero también es humano comprender a quienes no pueden hacerlo. En todo caso, lo que jamás se debe proponer es el olvido.
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La Shoah no debe ser olvidada. Es el «símbolo de hasta dónde puede llegar la maldad del hombre cuando, alimentada por falsas ideologías, se olvida de la dignidad fundamental de la persona, que merece respeto absoluto independientemente del pueblo al que pertenezca o la religión que profese». Al recordarla, no puedo menos que repetir esta oración: «Acuérdate de nosotros en tu misericordia. Danos la gracia de avergonzarnos de lo que, como hombres, hemos sido capaces de hacer, de avergonzarnos de esta máxima idolatría, de haber despreciado y destruido nuestra carne, esa carne que tú modelaste del barro, que tú vivificaste con tu aliento de vida. ¡Nunca más, Señor, ¡nunca más!». No deben olvidarse los bombardeos atómicos a Hiroshima y Nagasaki. Una vez más «hago memoria aquí de todas las víctimas, me inclino ante la fuerza y la dignidad de aquellos que, habiendo sobrevivido a esos primeros momentos, han soportado en sus cuerpos durante muchos años los sufrimientos más agudos y, en sus mentes, los gérmenes de la muerte que seguían consumiendo su energía vital. […] No podemos permitir que las actuales y nuevas generaciones pierdan la memoria de lo acontecido, esa memoria que es garante y estímulo para construir un futuro más justo y más fraterno». Tampoco deben olvidarse las persecuciones, el tráfico de esclavos y las matanzas étnicas que ocurrieron y ocurren en diversos países, y tantos otros hechos históricos que nos avergüenzan de ser humanos. Deben ser recordados siempre, una y otra vez, sin cansarnos ni anestesiarnos. Es fácil hoy caer en la tentación de dar vuelta la página diciendo que ya hace mucho tiempo que sucedió y que hay que mirar hacia adelante. ¡No, por Dios! Nunca se avanza sin memoria, no se evoluciona sin una memoria íntegra y luminosa. Necesitamos mantener «viva la llama de la conciencia colectiva, testificando a las generaciones venideras el horror de lo que sucedió» que «despierta y preserva de esta manera el recuerdo de las víctimas, para que la conciencia humana se fortalezca cada vez más contra todo deseo de dominación y destrucción». Lo necesitan las mismas víctimas —personas, grupos sociales o naciones— para no ceder a la lógica que lleva a justificar las represalias y cualquier tipo de violencia en nombre del enorme mal que han sufrido. Por esto, no me refiero sólo a la memoria de los horrores, sino también al
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recuerdo de quienes, en medio de un contexto envenenado y corrupto fueron capaces de recuperar la dignidad y con pequeños o grandes gestos optaron por la solidaridad, el perdón, la fraternidad. Es muy sano hacer memoria del bien. El perdón no implica olvido. Decimos más bien que cuando hay algo que de ninguna manera puede ser negado, relativizado o disimulado, sin embargo, podemos perdonar. Cuando hay algo que jamás debe ser tolerado, justificado o excusado, sin embargo, podemos perdonar. Cuando hay algo que por ninguna razón debemos permitirnos olvidar, sin embargo, podemos perdonar. El perdón libre y sincero es una grandeza que refleja la inmensidad del perdón divino. Si el perdón es gratuito, entonces puede perdonarse aun a quien se resiste al arrepentimiento y es incapaz de pedir perdón. Los que perdonan de verdad no olvidan, pero renuncian a ser poseídos por esa misma fuerza destructiva que los ha perjudicado. Rompen el círculo vicioso, frenan el avance de las fuerzas de la destrucción. Deciden no seguir inoculando en la sociedad la energía de la venganza que tarde o temprano termina recayendo una vez más sobre ellos mismos. Porque la venganza nunca sacia verdaderamente la insatisfacción de las víctimas. Hay crímenes tan horrendos y crueles, que hacer sufrir a quien los cometió no sirve para sentir que se ha reparado el daño; ni siquiera bastaría matar al criminal, ni se podrían encontrar torturas que se equiparen a lo que pudo haber sufrido la víctima. La venganza no resuelve nada. Tampoco estamos hablando de impunidad. Pero la justicia sólo se busca adecuadamente por amor a la justicia misma, por respeto a las víctimas, para prevenir nuevos crímenes y en orden a preservar el bien común, no como una supuesta descarga de la propia ira. El perdón es precisamente lo que permite buscar la justicia sin caer en el círculo vicioso de la venganza ni en la injusticia del olvido. Cuando hubo injusticias mutuas, cabe reconocer con claridad que pueden no haber tenido la misma gravedad o que no sean comparables. La violencia ejercida desde las estructuras y el poder del Estado no está en el mismo nivel de la violencia de grupos particulares. De todos modos, no se puede pretender que sólo se
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recuerden los sufrimientos injustos de una sola de las partes. Como enseñaron los Obispos de Croacia, «nosotros debemos a toda víctima inocente el mismo respeto. No puede haber aquí diferencias raciales, confesionales, nacionales o políticas».216 Pido a Dios «que prepare nuestros corazones al encuentro con los hermanos más allá de las diferencias de ideas, lengua, cultura, religión; que unja todo nuestro ser con el aceite de la misericordia que cura las heridas de los errores, de las incomprensiones, de las controversias; la gracia de enviarnos, con humildad y mansedumbre, a los caminos, arriesgados pero fecundos, de la búsqueda de la paz» (FT 246-254)
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Oración por los Maestros Señor: Te damos gracias por los maestros que desgastan su existencia en la gran obra de misericordia de enseñar al que no sabe y ayudarle a formar su mente y su conciencia. Bendice el amor con que ejercen su abnegada labor aunque no siempre han recibido el reconocimiento merecido. Maestro Bueno, dales Tu gracia para que puedan enseñar como Tú, con sabiduría y paciencia, sencillez y eficacia. Concédeles humildad para querer no sólo instruir sino aprender Infúndeles Tu prudencia y caridad para que sepan corregir sin humillar. Pon en ellos Tu mirada para lograr penetrar el corazón de sus alumnos y descubrir y alentar lo mejor en cada uno. Bendice en especial a los que enseñan Tu Palabra y la doctrina de la Iglesia, comunícales Tu luz y Tu coherencia Y a los maestros agobiados por las difíciles condiciones en que ejercen su enseñanza anímalos, sostenlos, acompáñalos, no dejes que pierdan la esperanza Tú que eres el Camino, guía a todos los maestros hacia Ti. Tú que eres la Verdad, permíteles hallarte y compartirte. Tú que eres la Vida, recompénsalos con Tu cercanía, ahora y por toda la eternidad. Amén. Alejandra María Sosa Elízaga
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Gotas de sabiduría
Significado de la palabra “virtual” Cierto día, entré apurado y con mucho apetito a un restaurante. Escogí una mesa bien alejada del movimiento, porque quería aprovechar los pocos minutos que tenía, utilizarlos para comer y concretar algunas ideas de un proyecto que me ha tenido bien motivado y fumarme una estrategia de mercadeo que estaba desarrollando; además tenía ganas de planear un viaje al lago de Atitlán, que hacía mucho tiempo que no podía disfrutar. Pedí un plato de salmón con alcaparras, ensalada y un jugo de naranja. Mientras esperaba, abrí mi notebook y ya me disponía a trabajar, cuando sentí detrás de mi hombro una suave voz que me decía: - ¿Señor tiene una moneda para darme? -No, no tengo, pequeño. Contesté. -Solo una monedita para comprar un pan. -Está bien, yo te compro uno. Para variar, mi casilla de correos estaba saturada de e-mails. Quedé distraído leyendo poesías, lindos mensajes y sonriendo por esas bromas que nos envían a todos, mientras una bella melodía me transportó a Italia, recordándome un hermoso tiempo pasado. -Perdón señor ¿puede pedirle a la camarera que le ponga al pan un poquito de mantequilla y queso? Entonces me di cuenta de que el pequeño seguía estando a mi lado. Lo había olvidado por completo. -Está bien, pero después me dejas trabajar, estoy muy ocupado ¿De acuerdo? Cuando la camarera me trajo la comida, le pedí que trajera un pan para el pequeño y ella me preguntó si yo quería que se llevara al niño a otro lugar. Mi conciencia me impidió decirle que si y por el contrario le dije que el niño comería conmigo y le pedí que, en lugar del pan, le trajera un suculento almuerzo. “El amor humano no puede mantenerse en su nivel propio fuera del recogimiento pues sólo el recogimiento permite a cada uno estar presente a sí mismo”. Marcel Légaut. HBH, p.46
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Entonces el niño se sentó frente a mí y preguntó: - ¿Que estás haciendo? -Estoy leyendo e-mails. - ¿Y que son e-mails? -Son mensajes electrónicos enviados por personas vía Internet. Sabía que no entendería nada, y para evitar más preguntas le dije: -Es como si fuese una carta, solo que se envía por Internet. - ¿Usted tiene Internet? -Si tengo, es esencial en el mundo de hoy. - ¿Y que es Internet? -Es un lugar en la computadora donde podemos ver y oír muchas cosas, noticias, música, conocer personas, leer, escribir, soñar, trabajar, aprender. Tiene de todo, pero en un mundo virtual. - ¿Y qué es virtual? ¿Cómo le explico? pensé, así que me decidí a darle una explicación bien simple. -Virtual es un lugar que imaginamos, algo que no podemos tocar, ni alcanzar. Un lugar en el que creamos un montón de cosas que nos gustaría hacer. Creamos nuestras propias fantasías y podemos transformar el mundo como quisiéramos que fuese. - ¡Que bien, me encanta! - ¿Entonces sabes lo que es virtual? Si señor porque yo también vivo en ese mundo virtual. - ¿Tú tienes una computadora? -No señor, pero mi mundo también es virtual. Mi madre pasa todo el día fuera de casa, llega muy tarde, agotada y casi que no la veo. Yo paso mucho tiempo cuidando a mi hermano pequeño que vive llorando de hambre, le doy agua tibia haciéndole creer que es sopa, con la esperanza de que le quitará el hambre.
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Mi hermana mayor sale todo el día, dice que va a vender su cuerpo, pero no lo entiendo, porque ella regresa siempre con su cuerpo. Mi padre está en la cárcel hace mucho tiempo. Y yo siempre me imagino a toda mi familia junta en casa, con mucha comida, muchos juguetes como si fuera Navidad y yo me imagino también yendo a la escuela para algún día poder ser un gran médico. - ¿Acaso esto no es virtual? Cerré mi notebook, sin poder evitar que alguna de mis lágrimas cayera sobre el teclado. Esperé a que el niño terminase literalmente de devorar su plato, pagué la cuenta y le di el cambio al pequeño, que me retribuyó con una de las más bellas y sinceras sonrisas que jamás había recibido en mi vida, y además con un "¡Gracias, señor, usted es un gran maestro!" En ese preciso instante, tuve la mayor definición de la palabra virtual. "Virtual, es ese mundo insensato en el que vivimos todos los días, mientras no percibimos la cruel realidad que nos rodea"
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