Pan y Vino Vol 3 No 6 Parroquia La Dolorosa fr. Estuardo López Milián, O.P. 24-diciembre-2020, San José Costa Rica.
Liturgia de la Palabra
De un Dios que se encarnó muestra el misterio.
Del libro del Eclesiástico 3, 26.12-14 ¡El Señor honra más al padre que a los hijos
Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él,
y afirma el derecho de la madre sobre ellos.
y no lo desprecies aun estando tú en pleno vigor.
Quien honra a su padre expía sus pecados,
Porque la compasión hacia el padre no será olvidada
y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros.
y te servirá para reparar tus pecados.
Quien honra a su padre se alegrará de sus hijos
y, cuando rece, será escuchado. Quien respeta a su padre tendrá larga vida, y quien honra a su madre obedece al Señor. Hijo, cuida de tu padre en su vejez y durante su vida no le causes tristeza.
Palabra de Dios.
De un Dios que se encarnó muestra el misterio - la luz de Navidad. - Comienza hoy Jesús, tu nuevo imperio de amor y de verdad. El Padre eterno te engendró en su mente desde la eternidad, - y antes que el mundo, ya eternamente, - fue tu natividad. La plenitud del tiempo está cumplida; - rocío bienhechor - baja del cielo, trae nueva vida - al mundo pecador. ¡Oh santa noche! Hoy Cristo nacía - en mísero portal; Hijo de Dios, recibe de María - la carne del mortal.
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Salmo Responsorial. Sal 127 Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
Dichoso el que teme al Señor
Tu mujer, como parra fecunda,
Esta es la bendición del hombre
en medio de tu casa;
que teme al Señor.
tus hijos, como renuevos de olivo,
Que el Señor te bendiga desde Sion,
alrededor de tu mesa.
que veas la prosperidad de Jerusalén
y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo,
De la Carta de San Pablo a los a los Colosenses 3, 12-21 Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta.
todos los días de tu vida. Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo. Sed también agradecidos. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan el ánimo. Palabra de Dios.
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Del Evangelio de Lucas 2, 22-40 Cuando se cumplieron los días de su purificación, según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones». Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones
mis ojos han visto a tu Salvador
y gloria de tu pueblo Israel». Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones». Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.
Palabra del Señor
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Una Familia de fe y con fe Una vez más nos encontramos con esta hermosa celebración de la Familia Sagrada. Como cada año, no sólo ponderamos la vida de José, María y Jesús en su cotidianidad y en su extraordinario testimonio de fe y de luz, sino que también podemos ver hacia nuestras familias e iluminar lo que somos y animar nuestra cotidianidad mientras vivimos a tope amándonos, cuidándonos y animándonos mutuamente. Vivencia y convivencia de la fe. El primer aspecto para tomar en cuenta en un día como hoy es que el Evangelio nos habla de una familia que practica y vive su fe. Dios ha entrado en nuestra historia sin pasar por encima de los condicionamientos históricos, culturales y religiosos. Eso no quita que poco a poco se vaya desvelando y mostrando en Jesús una nueva experiencia espiritual y un camino hacia la humanización de cada persona, mientras se despliega lo divino en el ser humano Jesús, y en él, en todos nosotros. Una familia plenamente convencida de su fe y de su práctica. Esa convicción dará paso a una revolución religiosa en Jesús.
El cántico de Simeón
De vuelta a la cotidianidad
El segundo aspecto para ponderar en un día como hoy es la confesión de fe y palabras de Simeón a María.
Finalmente, el texto bíblico de Lucas devuelve a la familia sagrada a su cotidianidad y, desde esta realidad, el niño, el padre y la madre se abrirán cada vez más a la gracia y divina voluntad, cuyo designio es involucrar a cada ser humano en su vida divina y de gracia. Es decir, que vivan en su infinito amor.
En efecto, un hombre mayor se encuentra e identifica lo que ha esperado toda su vida. Halló su tesoro. Está listo para partir. Qué maravilloso acontecimiento para terminar los propios días. Supo esperar, supo reconocer y supo dar gracias. También nos encontramos con sus palabras proféticas hablando del niño Jesús a María, su madre. Frente a Jesús las personas tendrán que definirse y escoger un tipo de vida, un tipo de espiritualidad y por tanto un talante ético. La madre vivirá junto a su hijo la ingratitud y la injusticia humana.
El testimonio de Ana, hija de Fanuel La oración y el ayuno de toda la vida de Ana también han tenido un efecto de gracia y sentido. Ella también ha reconocido la gracia de Dios en Jesús y su respuesta es alabanza. Su vida ha tenido sentido. Su vida ha valido la pena vivirla. Una mujer anciana y sola, al final de sus vidas, ha coronado su vida con la gracia y la presencia de Dios. Y es lo que comunica a los otros con gusto y con esperanza.
Maravillosa Familia, la Sagrada Familia. Y qué aprendemos de ellos. 1.Cada uno de ellos aprendió a conocerse, aceptarse y quererse desde lo que cada uno era. Cada uno en su propia vocación y misión, y, no obstante, juntos y ayudándose mutuamente, aunque esto no era nada fácil. La comunión se construyó cada día, todos los días. Nosotros también hemos de aprender a conocernos, aceptarnos y amarnos como somos en familia. Cada uno según su propia realidad, vocación y misión, pero un solo amor que crea la unidad y el sentido de la familia. 2. Es importante la comunicación y saber escuchar para crear la comunión. Hace algunos años el Papa Francisco ponderó tres expresiones que no deben faltar en nuestras relaciones humanas, de manera particular en el interior de las familias: pedir permiso, pedir perdón, dar gracias. Cuantas heridas no se sanarían si tan solo expresamos con sinceridad estas frases. Muchas veces los problemas existentes en el interior de nuestras familias con estas tres expresiones. La Familia Sagrada aprendió a comunicarse y a escucharse. Nosotros también podemos aprender.
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3. La Familia Sagrada tenía su propia espiritualidad que alimentaba el sentido de sus vidas y el afán de cada día. En el siglo XXI Necesitamos aprender a construir una espiritualidad que dé sentido a lo que somos y hacemos cada día. Nuestro mundo y muchas familias tienen todo el bienestar posible, pero no tiene alegría y gozo en sus vidas, no disfrutan lo que son. No han encontrado el qué y el para qué de lo que son y hacen. Todos necesitamos encontrar ese misterio y esa trascendencia de la belleza, la bondad y lo real de la vida, aún con todas las contradicciones que podamos encontrar en nuestro existir. Hemos de encontrar en lo más profundo de nosotros mismos y de los otros esa realidad plena llamada amor, pues es sólo desde el amor que trascendemos, partiendo de nuestro origen para volver a nuestro destino. 4. La Familia Sagrada, desde la cotidianidad se abrió al misterio de la gracia encarnada y comprometida con la humanidad y su historia. Nosotros también podemos y debemos encontrar en nuestro presente, en cada momento la riqueza del día a día, persona a persona.
Recordemos las palabras de Pablo en este día: Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta. Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo. Para pensar Maestro, ¿es malo pensar en la muerte? Todo el mundo le rehúye al tema. Hijo, todos deberían comenzar el día pensando en la muerte. Así comenzarían la jornada con un baño de humildad, podrían enfrentar mejor el día que les llegó de regalo, y podrían valorar mejor cada instante que les toca vivir y cada cosa que hagan o que logran tener. Yo siempre les he dicho: la muerte no es su enemiga, es su mejor amiga. Maestro, ¿qué significa realmente vivir el aquí y el ahora? ¿Es cosa de mirarlo en un mapa y calendario y reloj? No hijo, es cosa de conciencia, de darte cuenta. Cuando haces algo debes compenetrarte totalmente en lo que haces, sin pensar en nada ajeno a ello, sin recordar
nada del pasado ni planificar nada hacia el futuro. Si estás en tu jardín, estás en tu jardín y no en la reunión de mañana. Eso es vivir el aquí y ahora; no tiene nada que ver el ni con el tiempo ni con el espacio.
Compañeros que nos ayudan a reflexionar. A pesar de estas sombras densas que no conviene ignorar, en las próximas páginas quiero hacerme eco de tantos caminos de esperanza. Porque Dios sigue derramando en la humanidad semillas de bien. La reciente pandemia nos permitió rescatar y valorizar a tantos compañeros y compañeras de viaje que, en el miedo, reaccionaron donando la propia vida. Fuimos capaces de reconocer cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes que, sin lugar a dudas, escribieron los acontecimientos decisivos de nuestra historia compartida: médicos, enfermeros y enfermeras, farmacéuticos, empleados de los supermercados, personal de limpieza, cuidadores, transportistas, hombres y mujeres que trabajan para proporcionar servicios esenciales y seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas… comprendieron que nadie se salva solo. Papa Francisco (FT 54)
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Oración a la Sagrada Familia Sagrada Familia de Nazaret;
Enséñanos la necesidad
enséñanos el recogimiento,
del trabajo de reparación,
la interioridad;
del estudio,
danos la disposición de
de la vida interior personal,
escuchar las buenas inspiraciones y las palabras de los verdaderos maestros.
de la oración, que sólo Dios ve en los secreto; enséñanos lo que es la familia,
su comunión de amor, su belleza simple y austera, su carácter sagrado e inviolable. Amén
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