Gran Hotel Domine Bilbao Dossier

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Hoteles Silken, un grupo en expansión con un nuevo concepto de hostelería. Hoteles Silken, grupo de capital íntegramente nacional fundado en 1995, dispone de 19 hoteles en toda España, con más de 5.700 plazas hoteleras, y emplea a más de 900 trabajadores. Desde sus comienzos, ha aplicado una filosofía de atención al cliente basada en ofrecer el mejor servicio hotelero, unas óptimas instalaciones, con la más alta calidad en la atención al cliente, y el mejor equipo humano. Actualmente, la cadena está participada por la empresa catalana Escampa y la vasca Grupo Hotelero Urvasco, siendo la última ligeramente mayoritaria en el grupo. Hoteles Silken facturó 64,31 millones de euros en 2001, lo que supone un crecimiento del 47% con respecto al año anterior. En 2002, prevé crecer un 30%. Sus hoteles son edificios arquitectónicamente singulares. Todos ellos aportan una personalidad propia. Juntos, conforman una oferta de última generación para satisfacer las necesidades de los clientes. Hoteles que brindan el máximo confort y el trato humano más atento, tanto para las personas que viajen por negocios como por placer. Su objeto: que el visitante se sienta mejor que en su propia casa.


Proyecto emblemático en un marco de crecimiento.

El Gran Hotel Domine de Bilbao, situado frente al Museo Guggenheim, es el primer cinco estrellas y auténtico buque insignia de Hoteles Silken. Diseñado íntegramente por Javier Mariscal, este proyecto se ha convertido en el primer hotel cien por cien de autor en España y ha supuesto una inversión de más de 19 millones de euros. La cadena hotelera prosigue actualmente con su plan de expansión, que en lo que va de año ha contemplado la apertura de un hotel de cuatro estrellas en Madrid (Silken Hotel Puerta Madrid) y otro en Sevilla (segunda fase del Hotel Al-Andalus, cuya planta ático cuenta con decoración de los diseñadores Victorio & Lucchino). Además del Gran Hotel Domine de Bilbao, de cinco estrellas, el grupo dispone de 15 hoteles de cuatro estrellas, situados en Barcelona (Silken Gran Hotel Havana), Madrid (Silken Puerta Castilla y Silken Puerta Madrid), Bilbao (Silken Indautxu); San Sebastián (Silken Amara Plaza), Vitoria (Silken Ciudad de Vitoria); Playa de Aro (Silken Park Hotel San Jorge), Avilés (Silken Villa de Avilés), Sevilla (Silken Al-Andalus), Oviedo (Silken Monumental Naranco), Ciudad Real (Silken Alfonso X), Zaragoza (Silken Reino de Aragón), León (Silken Luis de León), Valladolid (Silken Juan de Austria) y Santa Cruz de Tenerife (Silken Atlántida). A ellos, se añaden tres hoteles de tres estrellas, ubicados en Barcelona (Silken Sant Gervasi), Les Escaldes –Andorra- (Silken Eurotel) y Salamanca (Silken Rona Dalba). En 2003, Hoteles Silken dispondrá de nuevos establecimientos en Madrid (Silken Puerta América, segundo cinco estrellas de la cadena), Valencia (Silken Puerta Valencia, cuatro estrellas), Santander (Silken Hotel Coliseum, cuatro estrellas), Barcelona (tres estrellas) y Zaragoza (Hotel del Coso, tres estrellas). Hoteles Silken no descarta nuevas incorporaciones en diferentes capitales españolas, que podrían hacerse públicas durante el resto de 2002.


El concepto. Cuando se hace un proyecto para un hotel situado frente al Guggenheim no se puede perder de vista a ese dinámico vecino. Es necesario mirarse en él y calibrar lo que ha supuesto para la revitalización de una ciudad como Bilbao. De la mirada a ese espejo surgió la idea de hacer una fachada de espejos que le reflejaran. Esa imagen brillante, cambiante y algo distorsionada del perfil del Guggenheim, que se aprecia ya en la propia fachada, comunica muchas cosas y es tal vez la primera sorpresa del huésped que llega al hotel. También la otra fachada, la de Lersundi se mimetiza con el vecino de enfrente, un edificio de una arquitectura ordenada y esencial, y habla con los edificios colindantes, aunque en un tono respondón frente a su estética neoclásica y recargada. Para que esa vecindad no quede en pura anécdota, el proyecto se contagia de la actividad del Guggenheim y quiere ser un espacio que además de ofrecer el confort que se espera de un hotel de lujo, ofrezca una muestra del mejor diseño del siglo XX, tan prolífico en la creación de objetos y piezas de mobiliario. En este principio del XXI ya es posible abarcar todo el siglo anterior y apetece sumar corrientes y tendencias tan alejadas las unas de las otras en el tiempo, en el espacio y en su concepción. La selección de piezas de diseño se ubica de forma funcional en el interior del Hotel y la suma de todas ellos produce esa emoción que surge cuando se contemplan cosas bellas. Con el aliciente añadido de que se pueden usar y disfrutar. Además de ese recorrido por el buen diseño, se han hecho otra serie de intervenciones encaminadas a hacer del GHDB un hotel singular, un hotel con un diseño integral, donde desde los uniformes del personal a los colores de la moqueta, pasando por el sitio web, la vajilla, la imagen corporativa, la papelería o las sábanas están diseñados o seleccionados con el criterio de Javier Mariscal. Aquí el término “diseño integral” cobra todo su sentido. El interiorista Fernando Salas ha colaborado estrechamente con el Estudio Mariscal en la elaboración y gestión del proyecto, en la mesa de dibujo y en todas las fases de su realización. El arquitecto bilbaíno Iñaki Aurrecoetxea se ha responsabilizado del proyecto inicial y de la dirección de obra. Los distintos ámbitos del hotel: habitaciones, cafetería, bar de copas, restaurante, el rincón de lectura, el hall, los salones, el atrio y la terraza han sido pensados como espacios independientes y con carácter propio. Se integran en el conjunto del hotel pero sin difuminarse. Esto va a permitir también que los espacios más públicos puedan estar abiertos a la ciudad y no sólo a los huéspedes. De esta forma se beneficia el propio huésped que se siente alojado en un lugar que respira vida, como ya ocurre en otros hoteles emblemáticos donde siempre “suceden cosas”. Y pensamos que beneficia también a Bilbao, pues al igual que el museo Guggenheim, y salvando las distancias, el GHDB quiere ser un referente ciudadano, involucrarse en la sociedad bilbaína.


No olvidamos que éste es un establecimiento de cinco estrellas o de “lujo“ como se les suele calificar. Involucrar a Javier Mariscal en un proyecto de estas características significa aceptar que aplique su particular apreciación del lujo. Y para Mariscal el auténtico lujo no está en los brillos dorados del oro sino en el brillo dorado del cielo en un atardecer de verano. Ese es el lujo que ofrece este hotel, el de las cosas hermosas, no presuntuosas, el lujo de los detalles y de las sorpresas. Un lujo ciertamente contemporáneo, que evita la ostentación e invita al disfrute. Y al pensar en sus destinatarios, en el público que va a alojarse aquí, el proyecto ha tenido en cuenta que los nuevos tiempos piden un establecimiento capaz de colmar las expectativas de los ejecutivos que añoran sus casas y la de los viajeros que huyen de las suyas.


Las habitaciones. El GHDB cuenta con 131 habitaciones y 14 suites, repartidas en 5 plantas del edificio. En cada planta se encuentra una suite y en la quinta se reparten otras diez, 6 de ellas con vistas al Guggenheim. Se ha puesto especial cuidado en que cada interior de la habitación tenga algún detalle que la personalice y distinga del resto. Cada planta tiene un código de color propio: ocres, piedras, verdes, azules y rojos. El color de la moqueta, atendiendo a este código, cambia en cada planta, así como el de las habitaciones, que en cada piso adopta dos colores de la gama. El tapizado del sillón Gran Hotel, que se ha ubicado en cada habitación, así como la colcha se engaman con el color de la moqueta. Para que el huésped disponga de una luz adecuada para leer en la cama, Mariscal ha diseñado la lámpara Domine, así como el cabecero de la cama, de tejido. Un plano de vidrio transparente comunica visualmente el dormitorio con el baño, donde se ha instalado la bañera diseñada por Philippe Starck, la grifería Vola, diseño de Arne Jacobsen y un taburete de Alvar Aalto. Se ha cuidado mucho la elección de la ropa de cama, realizada con materias naturales. Las sábanas son de algodón egipcio; el cubre cama, que combina lana y cachemir, ha sido diseñado por el Estuido Mariscal a modo de las mantas ligeras de viaje. Existe una carta de almohadas para que el cliente elija la que mejor le conviene. Cada habitación dispone de televisión interactiva con acceso a Internet, así como un reproductor de CD. La intención es que confort, funcionalidad y estética se combinen y guarden equilibrio.

Ciprés fósil. El atrio.

En sus vistas a Bilbao, Javier Mariscal ha percibido “una ciudad de excesos y de contrastes” y esa apreciación de la ciudad ha inspirado el diseño del Ciprés Fósil, una escultura en la que la vetustez de las piedras se encierra en una delicada malla de metal. Lo femenino, lo sensible, envuelve la dureza y la tosquedad de los cantos rodados. El conjunto de la obra aparece excesivo, como excesiva es en muchas de sus facetas la ciudad. El ciprés está dividido en catorce módulos que albergan unas 6 toneladas cada uno. Ensamblados conforman una estructura de 26 metros de altura, dos y medio de diámetro y 90 toneladas de peso que, ubicada en el atrio, ocupa toda la verticalidad del edificio, desde el suelo hasta el lucernario que corona la terraza. Esta pieza recrea un paisaje interior que compensa la falta de vista de las habitaciones interiores. El ciprés se configura como uno de los elementos que van a singularizar el GHDB. El taller de escultura de Pere Casanovas, de Barcelona, se ha encargado de su realización.


El hall.

El lugar más público que, a diferencia de otros ámbitos, va a ser frecuentado por todos los huéspedes y todos los visitantes del hotel. En realidad es una calle particular, con suelo de mármol, por la que encaminar los pasos confortablemente cuando la puerta giratoria nos instala en el interior del hotel y disfrutar de la oferta gastronómica, la tienda, el bar, la cafetería... Un pasaje que atraviesa el hotel y permite desde la entrada de Lersundi tener vistas del museo y, en medio de esta visual, el atrio inundado de luz. Como punto de referencia, la escultura de piedra, el Ciprés Fósil. El hall acoge la recepción, el punto donde el cliente recoge la llave de su habitación y pasa de ser forastero a ser huésped. También es en la recepción donde percibe la primera impresión del servicio, de la eficacia, de la amabilidad que le pueden ofrecer. Frente a la recepción, un gran sofá rojo, en forma de enorme ocho, diseñado por Javier Mariscal y producido por la firma Moroso que dota de personalidad a este espacio de paso y también punto de espera. El hall es un lugar estratégico, y como tal ha sido proyectado.

La cafetería.

El interiorismo de Metropol Le Café es un homenaje a la Bauhaus y a todos aquellos diseñadores que en los años 20 del siglo XX miraron el futuro con optimismo, confiaron sus esperanzas al progreso y crearon objetos “adecuados, útiles y bellos“, Las piezas diseñadas por Gropius, Mies van der Rohe, Le Corbusier o Marcel Breuer siguen vigentes después de casi un siglo y siguen habitando en los interiores contemporáneos. Le Café Metropol se impregna de ese espíritu, que se expresa en blanco y negro y utiliza el acero inoxidable como material donde se refleja la fe en las nuevas tecnologías que movió a aquellos diseñadores. El reflejo en el espejo que ocupa uno de sus muros pone la nota de color. El cerramiento acristalado de Metropol le convierte en un mirador abierto al paisaje urbano, a la explanada por donde encaminan sus pasos los visitantes del museo, con el florido Puppy en primer plano. Un café cubierto pero abierto al paisaje aspira a ser una prolongación de esa plaza donde se cruzan nacionalidades, turistas que desean un ocio cultural y ciudadanos. Las puertas de Metropol abren un diálogo con lo que sucede en el exterior.


El bar de copas.

Si algo tuvieron los años sesenta fueron luz y color, dejando atrás el gris y las formalidades. Libertad es la palabra clave de esta época, y la libertad siempre es brillante y luminosa. Rojo y blanco son los colores que evocan la pasión y la pureza que fueron necesarias para creer en los ideales que se forjaron en los años sesenta. Londres, París y Nueva York se convierten en epicentros culturales. Los Beatles revolucionan el mundo musical, Courrèges el de la moda y Pesce, Saarinen y Panton, entre otros, el del diseño. Porque Splash & Crash se inspira en esos años, éste es un espacio pensado para poder expresarse con libertad ante una buena copa y disfrutar del ambiente nocturno. También pretende ser “un local de moda“ dónde dejarse ver y conocer. El espacio físico de Splash & Crash nace en el Hall del hotel, el pavimento sirve de transición, del mármol se pasa al acero inoxidable, y los pasos ya no resuenan igual. Los pilares pasan del prisma a las formas redondeadas, el techo plano del hall deriva en un techo en ebullición. Esa transición metaforsea la transformación que en el fondo todos experimentamos al entrar en un bar de copas: la formalidades quedan atrás y nos predisponemos a movernos con mayor espontaneidad, con la libertad que el ambiente y el espacio físico propician.

El restaurante.

Minimalismo y austeridad en el decorado, formas puras que transmiten lo esencial y materiales naturales, como la piedra y el roble. El concepto de interiorismo del restaurante Beltz The Black podría explicarse como una interpretación del arte minimalista a lo vasco, un minimalismo que no descuida la comodidad que un espacio dedicado a la restauración requiere. La mesa Beltz, diseño de Fernando Salas, las sillas Miranda, de Dalter, la vajilla fabricada por Villeroy & Boch, la cubertería Grand Prix, de Achille Castiglioni, la iluminación escénica de Iguzzini y pequeños detalles como el salero diseñado por Mariscal o el cenicero, de Marianne Brandt, aseguran un servicio de mesa impecable y de buen gusto. Y el gusto por lo esencial, por lo auténtico, que expresa la escenografía se transmite a la gastronomía, donde la materia prima es la auténtica protagonista. Comer en esta tierra es algo muy serio y no se admite lo superfluo, por eso la gastronomía en Beltz The Black se asienta sobre pilares muy sólidos, forjados con inteligencia e imaginación, para que comer aquí resulte un auténtico placer. Y para que todo resulte perfecto, contamos con un servicio formado en la Escuela Superior de Hostelería de Bilbao, una selecta y extensa bodega y una carta de puros para quien desee poner ese broche final a una excelente comida. Beltz The Black, bajo la dirección gastronómica de Ramón Berriozabal, premio nacional de gastronomía, confía en añadirse a la lista de grandes restaurantes de la ciudad.


El rincón de lectura.

Un espacio donde el mobiliario sigue el hilo conductor del organicismo y las formas voluptuosas que tan bien expresan las piezas de Alvar Aalto, Charles y Ray Eames, Carlo Mollino, Ghery, Noguchi, Jacobsen, Bertoia, Castiglioni, Carles Riart, Ron Arad o Patricia Urquiola que hemos seleccionado para este Tranquilo Txoko Corner. El arquitecto Alvar Aalto está homenajeado en la pared sinuosa, realizada con madera de haya, que crea un cálido rincón. Este es el espacio, dentro del Domine, que mejor rinde homenaje al diseño del siglo XX. Un lugar que lejos de parecer una exposición de objetos de diseño, logra integrarlos en un ambiente que expresa lo mejor que el mobiliario de diseño puede ofrecer: buen gusto, confort, belleza, soluciones formales y técnicas. Y sobre todo, ganas de contemplarlos y utilizarlos. Una chimenea encendida en invierno caldea el ambiente y lo hace todavía más acogedor. En el Tranquilo Txoko Corner se ha creado una biblioteca con títulos relacionados con el diseño, la arquitectura y el interiorismo, además de una selección de revistas que abordan esa temática. Este es un rincón tranquilo, el espacio más privado para el huésped, para disfrutar de la lectura e indagar en el mundo del diseño o simplemente hojear la prensa. Y desde luego es un lugar estratégico para contemplar la intensa vida que se desarrolla en el hotel.

La oficina.

Business Center, una pequeña oficina a disposición del cliente, se vincula a la zona privada, el vecino Tranquilo Txoko Corner gracias a su frente de cristal, lo que le permite contagiarse del ambiente del Txoko y a la vez marcar límites. También es una zona de transición con el Altas Reuniones, una zona intermedia, una extensión de ambos ámbitos, el del ocio y el del negocio. Business Center es un lugar concebido para el ocio moderno, para conectarse a Internet, consultar el correo electrónico o comunicarse a través de la red. El pavimento marca esa transición hacia el auténtico despacho que es el Altas Reuniones, éste sí pensado como un espacio muy privado, muy cerrado, equipado con un office para tener autonomía y prolongar las sesiones, y con una decoración sobria, pero acogedora, elegante, con muebles oscuros, de madera de wengué. La pared frontal es de piedra natural verde de Brasil, una intervención que quiere reflejar la solidez de un espacio ideado para la concentración y la toma de decisiones.

Los salones.

Un gran espacio versátil, que pasa de ser una superficie diáfana a establecer pequeños espacios íntimos, gracias a un sofisticado sistema de mamparas. El toque de color lo pone la moqueta diseñada por Mariscal en una atractiva gama de rojos. Un ámbito para las celebraciones en el que calidez, confort y buen gusto se unen para lograr ese lugar idóneo para festejar algo importante. Los salones no están sólo concebidos para la celebraciones familiares, sino también para presentaciones de libros o de productos comerciales, reuniones de empresa y convenciones. Sus características técnicas y el acceso a las nuevas tecnologías aseguran unas prestaciones inigualables para esta clase de eventos.


El mirador.

El huésped podrá acceder y disfrutar de una gran terraza en la que se encuentra la cúpula que culmina el atrio. Esta cúpula es un lucernario de cristal transparente que introduce la luz natural en el interior del edificio y será fuente de luz para las habitaciones orientadas hacia el atrio. Una marquesina de celosía de cobre, diseñada por Mariscal y que rodea la cúpula de cristal, dará abrigo a quienes deseen descansar en las alturas, instalados en cómodas tumbonas, y gozar de ese privilegiado mirador sobre el Museo Guggenheim, el monte y la Ría y, apreciar la geografía de un lugar donde la modernización no impide que el paisaje natural brote con fuerza allí donde se interrumpe el suelo urbanizado. Desde Buenasvistas Terrace, en las alturas y al aire libre, el mundo se percibe con una serena distancia.

El gimnasio. Un pequeño espacio acristalado donde el viajero podrá mantener su forma y el ejecutivo en viaje de negocios alejar el estrés.


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