Enapinos
Los campamentos petroleros del fin del mundo. Un Patrimonio Industrial por armar. Etapa Fundacional (1945 - 1962)
PĂa Acevedo MĂŠndez Carlos Rojas Sancristoful EDITORES
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Un Patrimonio Industrial por armar. Etapa Fundacional
Editores: Pía Acevedo Méndez – Carlos Rojas Sancristoful Portada, diseño y diagramación: Andrés Carrió Le Roy Fotografía de Portada: Francisco Bravo Tapia ISBN: 978-956-362-159-4 Gestión: El Otro Kanon Ediciones.
PROYECTO ARCHIVO HISTÓRICO DEL PETRÓLEO Web: www.patrimonioenapino.com Correo: patrimonioenapino@gmail.com Facebook: www.facebook.com/patrimonioenapino Whatsapp: +56990413284 Apoyo de Archivo: Instituto de Estudios Patrimoniales www.estudiospatrimoniales.org Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional. Esto siginifica que los contenidos de esta obra pueden ser reproducidos siempre y cuando se señale la autoría y no
sean utilizados con fines comerciales. Libro resultado del proyecto “Memorias e identidades petroleras. Un caso de Patrimonio industrial inmaterial en el Fin del Mundo” Financiado por los Fondos de Cultura Fondart Regional, Magallanes, 2015 Un Patrimonio Industrial por armar. Etapa Fundacional
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Un Patrimonio Industrial por armar. Etapa Fundacional
PRIMERA PARTE
capítulo 2 ESPACIOS DE MEMORIA. CIEN AÑOS DE PATRIMONIO INDUSTRIAL EN CHILE (1915- 2015)
Macarena Ibarra Alonso Doctora en Historia Urbana Universidad de Cambridge, Reino Unido. Académica Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales Pontificia Universidad Católica de Chile.
INTRODUCCIÓN
R
ecorrer un siglo de patrimonio industrial en Chile, parece ser una atrevida empresa, especialmente en un país donde el debate sobre su definición es mucho más reciente y apenas alcanza a cubrir las últimas tres décadas. Pero la razón por la que esta reflexión considera el arco temporal comprendido entre los años 1915 y 2015, obedece a que dicho periodo permite referir a la emergencia de la actividad industrial, como conformadora de ciertos modos de vida y clave en los cambios del paisaje, hasta su indiscutible reconocimiento desde una dimensión patrimonial. En ese trayecto, desde el inicio de la actividad industrial, se desarrolló un debate junto a procesos que Un Patrimonio Industrial por armar. Etapa Fundacional
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marcaron un siglo de desarrollo de patrimonio industrial en Chile. Dos registros audiovisuales dan cuenta, simbólicamente, de las fronteras de ese siglo. El 14 de julio de 1915 se estrenaba en el Teatro Variedades, de Antofagasta, el largometraje documental La industria del salitre en Chile, el cual registraba detalladamente el proceso de extracción y comercialización del mineral blanco en Antofagasta y en las oficinas del interior. Ello ocurría en pleno desarrollo industrial del salitre cuando, lejos aún del reconocimiento de edificios, objetos y otras formas patrimoniales asociadas a esta actividad, surgía un primer registro orientado a su producción. Así lo señalaba un diario local “… Empieza la película por una vista del puerto de Antofagasta; después aparecen la pampa, los cateos, la extracción del caliche y tronadura de tiros y todas las fases de la elaboración del nitrato. Hay gran interés en el público por asistir a la exhibición á que nos referimos, que termina con numerosas vistas de esta ciudad. Plaza Colón, Club Hípico, (aviación y carreras de caballos), etc., etc., en que aparecen muchas personas conocidas de nuestra sociedad.” (El Mercurio de Antofagasta, 7 de Julio de 1915). Cien años después, el lanzamiento de uno de los capítulos de una serie documental que buscaba rescatar la memoria obrera chilena del siglo XX, daba cuenta de un proceso completamente diferente. La iniciativa Memos de la fábrica, serie a la que pertenece este registro, presenta a antiguos funcionarios de la Maestranza de Ferrocarriles de San Bernardo mientras se exhiben sus monumentales y abandonados galpones, símbolos de una época de oro del ferrocarril y de su infraestructura en nuestro país. De acuerdo a una fuente local, el capítulo dedicado a la Maestranza dio a conocer la importancia de “…un enorme complejo de talleres que llegó a constituir la segunda mayor maestranza de América Latina y la fuente laboral de miles de trabajadores chilenos.” (Web U. del Pacífico, 30 de julio de 2015). Así, ambos registros audiovisuales enmarcan un período que permite comprender el desarrollo del patrimonio industrial en el país. Por otro lado, si en el año 1915 se daba cuenta de un tipo de producción y extracción de un mineral –gestándose un modo de vida que, a la postre, sería patrimonio-, un siglo más tarde, la memoria de aquellos primeros actores se transformó, a través de cortometrajes, en fuentes de la memoria vinculada al mundo de las industrias. Pero en el curso de esos cien años, el patrimonio industrial vio sus orígenes primero, en países del viejo continente y Norteamérica y, luego, en países donde su desarrollo fue más tardío, como lo fuera el caso de Chile (Almandoz, 2008). Y si durante ese periodo existieron esfuerzos por definirlo 32
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primero y, normarlo, después, no era fortuito que ello haya ocurrido con mayor vigor cuando la memoria comenzaba a participar de los procesos de patrimonialización (Norá, 2009).
DEBATE Y DEFINICIÓN DE PATRIMONIO INDUSTRIAL
El debate acerca del patrimonio industrial se debe comprender en el marco de una consideración de orden más general. Se trata de los cambios en la visión de los monumentos y del patrimonio en el transcurso del siglo XX y que, en el último tercio, coincidió con la emergencia de nuevas memorias. El concepto de patrimonio avanzó, durante el siglo XX, hacia una noción más integral que dio cabida a la eclosión de una serie de patrimonios que, poco a poco, se distanciaron de la exclusiva noción de monumento (Ibarra, 2015). A nivel internacional, la noción de patrimonio comenzó a incorporar piezas cotidianas, dejando atrás el carácter monumental del objeto patrimonial. En ese sentido, comenzaban, lentamente, a valorarse elementos vinculados a la vida cotidiana y doméstica. Por otra parte, de haber sido por largo tiempo el proceso de industrialización la gran frontera en la que se excluía a los potenciales monumentos, a partir de la década de 1960 tal barrera fue derribada (Samuel, 2008). Los objetos patrimoniales correspondientes a los dos últimos siglos, comenzaban en Europa a ser valorados como posibles bienes. Y, gradualmente, lo serían también objetos y espacios vinculados al desarrollo de la industria. AdicionalmenLOS OBJETOS PATRIMONIALES te, de considerarse en general monumentos individuales CORRESPONDIENTES A con potencial patrimonial, se LOS DOS ÚLTIMOS SIGLOS, avanzaba hacia conjuntos y COMENZABAN EN EUROPA espacios de mayor dimenA SER VALORADOS COMO sión, mirada que contribuía POSIBLES BIENES. Y, a la emergencia de la figura GRADUALMENTE, LO SERÍAN TAMBIÉN OBJETOS Y ESPACIOS del patrimonio asociado a las VINCULADOS AL DESARROLLO industrias por su inherente dimensión espacial (Ibarra, DE LA INDUSTRIA. Un Patrimonio Industrial por armar. Etapa Fundacional
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2015). Por último, hacia fines de siglo, el concepto de patrimonio planteaba una relación muy diferente con la comunidad, estimulada por memorias colectivas que reemplazaban a la concepción de una identidad única, mientras las distintas memorias eran, justamente, centrales en la significación de nuevos espacios. Una segunda consideración acerca del debate del patrimonio industrial se refiere a su discusión como tipología a nivel global. A mediados de los años cincuenta, el mundo británico había sido testigo del nacimiento de la arqueología industrial. Según Álvarez, el concepto de arqueología industrial se planteó como un método interdisciplinario para estudiar evidencias materiales o inmateriales en diferentes escalas, desde documentos y artefactos a estructuras, asentamientos humanos o espacios diversos que fueran resultado de procesos industriales o vinculados a dicha actividad (Álvarez, 2007). De interés resulta que el patrimonio asociado a las industrias, pese a emerger en medio de procesos de desindustrialización, no dependa de su estado de conservación “… el patrimonio puede estar vivo, en funcionamiento o en peligro de desaparición, puede ser un bien ya desaparecido, incluso una ruina.” (Álvarez, 2007, p. 15). Por último, ya en el último tercio del siglo XX, los debates y la definición del patrimonio industrial se robustecieron del creciente número de trabajos y estudios sobre el tema. También aumentaron las experiencias de valorización, musealización y reutilización del patrimonio industrial a partir de la década de los noventa. Tal fue el caso de la creación de una serie de proyectos mineros en España que, por lo demás, pusieron foco en visitantes externos, pero también en los beneficios propios a la comunidad local (Preite, 2002). En Chile, los estudios sobre el proceso de industrialización y, posteriormente, de desindustrialización y sus impactos económicos, sociales e incluso territoriales, han despertado interés. A partir de la década de 1950, la industria minera ocupó un lugar en la historiografía chilena. Consecuencia también de cambios historiográficos, al promediar el siglo XX, proliferaban estudios relativos a crónicas e historia económica sobre la explotación y exportación de los recursos minerales.1 A partir de los años ochenta, la historiografía dio un giro de gran interés, en tanto el sujeto minero emergió como actor histórico gracias a las
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Entre otros, destacan los siguientes estudios: Luis Hiriart (1964). Braden: historia de una mina; Patricio Jarpa (1971), Los hombres del cobre: 1955‐197; Ricardo Ffrench y Ernesto Tironi (1974), El cobre en el desarrollo nacional.
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influencia de la historia social.2 Desde la década del noventa y, especialmente a comienzos del presente siglo, se observa un surgimiento de investigaciones que no solo daban cuenta de los aspectos económicos o laborales de la minería en Chile, sino que también, del interés por el estudio de la historia ambiental, la historia local, la arquitectura minera, los modos de vida, las identidades construidas e incluso investigaciones con enfoque de género, progresivamente en aumento.3 Al finalizar la primera década del siglo XXI, se advertía un aumento de estudios que instalaron como eje central al patrimonio industrial minero abarcando no solo su dimensión física, sino también, la puesta en valor de identidades, relatos locales, formas de habitar, emplazamiento espacial de los campamentos mineros y la producción de espacios de sociabilidad urbana al interior de éstos.4 Tales cambios historiográficos -comprendidos durante el siglo XX- hacia nuevos temas, nuevas fuentes y nuevos protagonistas, agotaron la visión tradicional de la historia, aquella que se ocupaba de las grandes instituciones o de los grandes procesos. De ahí que la nueva versión del pasado nacional, ponía ahora atención a pequeños sectores de la sociedad e incorporaba entornos y artefactos que hasta entonces no se consideraban como meritorios de ser parte de la ASÍ, LA HISTORIA, DISCIPLINA historia, fuere por su carácter QUE RESULTA DE LAS trivial o por ser demasiado RELACIONES ENTRE EL recientes (Samuel, 2008). Así, PASADO, PRESENTE Y FUTURO, la historia, disciplina que reSE REENCONTRABA CON LA sulta de las relaciones entre MEMORIA EN EL SIGLO XX, el pasado, presente y futuro, LA QUE PASABA A SER UN se reencontraba con la meELEMENTO DETERMINANTE moria en el siglo XX, la que EN LA CONCEPCIÓN DE pasaba a ser un elemento PATRIMONIO. determinante en la concepción de patrimonio.
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Entre otros, destacan los siguientes estudios: Guillermo, Pedrero (1983) Chile: la huelga grande del carbón 1920; María Angélica Illanes (1990) Azote, salario y ley disciplinamiento de la mano de obra en la minería de Atacama; Thomas Klubock (1996) “Working‐Class Masculinity, Middle‐Class Morality, and Labor Politics Among Chilean Miners”. 3
Entre otros, destacan los siguientes estudios: Jorge Marambio (1996), Identidad cultural en la zona de el carbón; Julio Pinto (1998) Trabajos y rebeldías en la pampa salitrera: el ciclo del salitre y la reconfiguración de las identidades populares (1850‐1900); María Eliana Vega y Alonso Carrasco (1999) Cuando la luz se apaga: el día en que se cerró la mina de Lota. 4
Entre otros, destacan los siguientes estudios: María Celia Baros (2003) “Sewell: el cobre como patrimonio”; Eugenio, Garcés et. al. (2007) Las ciudades del cobre: Sewell, Chuquicamata, Potrerillos, El Salvador, San Lorenzo, Pabellón del Inca y Los Pelambres; Rodrigo, Henríquez (2004) La jarana del desierto: burdeles, prostitutas y pampinos en Tarapacá, 1890-1910.
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Si bien los debates y numerosos estudios en la materia confirman la importancia de la industrialización -como proceso fundamental en la modernización y en los cambios territoriales y socioculturales-, la desindustrialización que le siguió, fue detonante de los procesos de patrimonialización del legado industrial y de la definición de esta categoría como figura. De esta manera, mientras el cambio en la noción de patrimonio desarrollado a partir de mediados del siglo XX constituyó un marco dentro del cual emergió el patrimonio industrial, su debate y práctica tuvieron origen en viejos países industriales. Su conceptualización fue clave gracias al rol de instituciones –entre ellas, el Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial, TICCIH- y a los acuerdos tomados en reuniones y convenciones internacionales. Mientras la carta de Nizhny Tagil, celebrada en Moscú el año 2003, había definido vestigios y espacios industriales de una manera integral –entendiendo como legado de la cultura industrial, valores históricos, tecnológicos, sociales, arquitectónicos o científicos y que traspasaba la frontera de la revolución industrial para incorporar de periodos anteriores (TICCIH, 2003) - sucesivos encuentros permitieron avanzar en sus alcances. En la Declaración Iberoamericana de Patrimonio Industrial, celebrada el año 2007, en el marco del V Coloquio Latinoamericano e Internacional de Buenos Aires, los presidentes y representantes de TICCIH reflexionaron en torno a las amenazas y a la imperiosa necesidad de valoración del patrimonio industrial. Un año más tarde, la Carta de Bierzo, celebrada en 2008, se refería al patrimonio minero de España, constituyéndose como un ejercicio de reflexión sobre los valores culturales propios de los bienes vinculados a la explotación minera de la época industrial, presentando asimismo una propuesta metodológica para su preservación y disfrute público. En el año 2011, la XVII asamblea general de ICOMOS adoptó en Dublín, principios asociados a los procesos y tecnologías industriales, a la ingeniería, a la arquitectura y el urbanismo, incluyendo numerosas manifestaciones intangibles en relación con la experiencia, la memoria o la vida social de los trabajadores y sus comunidades. Por su parte, la Declaración de Taipei, el año 2012, resultó de la XV Asamblea General de TICCIH, la primera celebrada en Asia. Resultó como acuerdo la adopción de una declaración basada en el patrimonio industrial de dicho contienente para promover su conservación y preservación (TICCIH, 2012). De este modo, a partir del año 2003 los acuerdos internacionales que pusieron atención en el patrimonio asociado a las industrias contri36
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buyeron en su definición, registro y protección. De ahí que se puedan establecer elementos que parecen ser centrales a esta figura, tal como su carácter integral -tanto en sus atributos y escalas- como en sus significaciones colectivas, -más que individuales- con una visión de conjunto del espacio productivo, valorando las experiencias sociales y las relaciones laborales (Álvarez, 2010, p.14). En ese sentido, el patrimonio industrial se articula con la dimensión de lo inmaterial y con la identidad de una comunidad que le otorga sentido a esa materialidad (Álvarez, 2010, p.15), pues sus espacios relevan la memoria laboral, pero en un contexto, generalmente, articulado a otras dimensiones sociales, culturales y familiares. Mientras el debate internacional definía este nuevo tipo de patrimonio, en Chile, al alero de la normativa existente, comenzaría paulatinamente a reconocerse el patrimonio asociado a las industrias. De ahí que comprender el proceso durante un siglo, como periodo más bien referencial, permita reseñar la configuración del mismo –desde el proceso de industrialización a su, eventual desindustrialización que, luego, permitió su consideración como un tipo de patrimonio en el que la memoria tenía un espacio central.
INDUSTRIALIZACIÓN, DESINDUSTRIALIZACIÓN Y PATRIMONIALIZACIÓN EN CHILE
Desde la década de 1870, el proceso de industrialización se fue encaminando con diferentes ritmos a lo largo del país. Dicho proceso estuvo marcado por una actividad que dio origen a objetos, piezas y espacios que tuvieron que ver con los modos de vida de un sector de la población –vivienda obrera, espacios públicos, educativos, de salud y de bienestar, entre otros- espacios que, en el tiempo, verifican el carácter integral de este tipo de patrimonio así como su relevancia espacial. Desde fines del siglo XIX, la capital chilena se había situado a la cabeza de las demás ciudades industriales del país registrando 1,052 establecimientos que contaban con 17.567 operarios. De hecho, del total de Un Patrimonio Industrial por armar. Etapa Fundacional
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establecimientos clasificados el Boletín de la Estadística Industrial de la República de Chile, sólo 81 habían sido fundados antes de 18705 (SOFOFA, diciembre 1896). Las fábricas fueron, principalmente, maestranzas, manufacturas, textiles, de cervezas, de cartón y de papeles (De Ramón, 2000). El sector industrial de Santiago Sur, reflejado en modestos talleres primero, y en industrias con espacios asociados a importantes extensiones después, se asoció históricamente a un proceso de urbanización que resultaba de un crecimiento demográfico, de equipamiento y de modos de vida urbanos (Ibarra & Ortega, 2015). Pero al promediar el siglo XX, ya se encontraba avanzado el proceso de desindustrialización en el sector tras la migración y cierre de varias industrias. En ese contexto, surgen interrogantes respecto del abandono estos espacios mientras quienes fueran protagonistas de esas antiguas fábricas y barrios contribuían a su definición y gestión. Con o sin las fábricas, es posible señalar que estos espacios mantuvieron identidades que provienen de las huellas que el desarrollo industrial dejó en el paisaje, a identidades culturales que se dibujan de diferente manera (Illanes, 2013). A nivel nacional, la industria minera propiamente tal, se ha caracterizado por enfrentar ciclos de alta producción y decadencia, o cese de la actividad. En el siglo XIX, un caso emblemático fue el mineral de plata en Chañarcillo, cuyo enclave minero inició su actividad en 1832 y alcanzó un auge económico y cultural a mediados del siglo XIX, junto con la instalación del Ferrocarril Caldera-Copiapó. Tal apogeo no logró perdurar más de dos décadas, iniciando su decadencia en 1872 debido al agotamiento del mineral argentífero. Entretanto, las oficinas de Humberstone y Santa Laura comenzaron sus actividades, el año 1872, gracias a la explotación del salitre en el norte. El desarrollo productivo y cultural del nitrato alcanzó su esplendor a principios del siglo XX, pero a partir de la década de 1930 inició su decadencia debido a la invención del “salitre sintético” y de la Gran Crisis de 1929 y, finalmente, ambas oficinas cerraron sus actividades en los años 1960 y 1961, respectivamente. En relación al cobre –El Teniente, desde 1908 y Chuquicamata, desde 1915- iniciaron sus respectivas operaciones asociadas a complejos industriales. Las relaciones culturales entre los empleados norteamericanos y trabajadores chilenos promovió, a mediados del siglo pasado, la conformación de identidades locales caracterizadas por singulares modos de habitar en campamentos mineros. En el caso de El Teniente, el año 1971 se inició la denominada “Operación Valle” que consistió en el traslado paulatino de los habitantes de Sewell ha5
Quedan excluidos dentro de esta cifra pequeños talleres (que cuentan con uno o dos operarios) y otros cuyos propietarios no proporcionaron la información).
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cia Rancagua debido los cuantiosos gastos que significaba mantener el enclave. Por otro lado, el declive de Chuquicamata iniciado a principios del año 2000, derivó en su cierre definitivo el año 2007. En cuanto al carbón, Lota había sido significativo como yacimiento desde fines del siglo XIX con un auge a comienzos del siglo XX, que se asociaba al proceso de industrialización nacional. A partir de la década de 1980 se inició su proceso de desindustrialización hasta su cierre definitivo en 1997, que dejó como legado una identidad y cultura carbonífera notable. Avanzando el siglo XX, tras el descubrimiento del primer pozo petrolífero en el sector austral del país, se iniciaba la configuración de nuevos espacios industriales, como la consolidación del campamento Cerro Sombrero y sus asentamientos asociados. Esta actividad industrial, aún vigente, ha constituido modos de vida y una identidad en torno al petróleo que son parte de la cultura industrial magallánica. De este modo, en el transcurso del siglo XX la actividad industrial minera contribuía a definir espacios con nuevas identidades y memorias. El posterior retroceso de esta actividad o los procesos de desindustrialización reconfiguraron la identidad de territorios y paisajes asociados a la industria al tiempo que se planteaban nuevos destinos y formas de habitar sectores que habían surgido en torno a dicha actividad. En el caso del patrimonio industrial, la tendencia ha estado orientada a atender el problema de industrialización en tanto proceso clave; pero es la desindustrialización el fenómeno fundamental que explica la protección de estos grandes y, a veces, poco atractivos volúmenes. Retomando el caso de Santiago Sur, en los últimos años, barrios “industriales” -en situación de vulnerabilidad y de potencial abandonohan sido testigos de un proceso de patrimonialización. Un caso emblemático es el sector definido, por los propios vecinos, como “Barrio Obrero y Ferroviario San Eugenio” quienes, no satisfechos con la protección que el barrio obtuvo en el nuevo Plano Regulador de Santiago (como Zona de Conservación Histórica), están actualmente gestionando a través de la “ONG por la puesta en valor del Barrio San Eugenio” que se declare como Zona Típica (ZT), ya que consideran que su barrio tiene importancia a nivel nacional. Se puede sostener que el patrimonio industrial tiene un valor significativo, en tanto sus protagonistas han sido líderes en movimientos activos para su gestión y protección. En relación a las demandas de cuidado del patrimonio minero, han surgido movimientos ciudadanos, organizaciones y grupos. El año 1999 se creó la Corporación Museo del Salitre (CMS) por ex habitantes (y sus descendientes) de las Oficinas Salitreras Humberstone y Santa Laura, declaradas Patrimonio de Un Patrimonio Industrial por armar. Etapa Fundacional
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la Humanidad por UNESCO. Esta Corporación fue constituida con el fin de recuperar el patrimonio histórico cultural que significó la vida del obrero pampino, y la producción del «oro blanco» que contribuyó de manera importante a la economía de Chile. Su motivación es consolidar un Museo de Sitio en las oficinas Salitreras Humberstone y Santa Laura, promover y fortalecer el estudio de los temas relacionados a la “gesta salitrera” como un fenómeno social y económico. Por otro lado, la Corporación busca «Desarrollar un modelo de gestión propio y sustentable del patrimonio salitrero, impulsado por una administración eficiente y dinámica que se transforme en un referente obligado sobre cómo se debe proteger el patrimonio y que, además, logre mantener y ser un reflejo permanente de los principios y valores de la cultura pampina pasada y presente» (web Corporación Museo del Salitre, s.f). Tras el cierre de la mina, el año 2012, se conformó la Mesa ciudadana de patrimonio, cultura y turismo de Lota, reuniendo a representantes de diversas organizaciones abanderadas por preservar la memoria lotina. Se trata de una organización local y ciudadana autónoma que reúne a dirigentes y representantes de diversas organizaciones en defensa de preservar la memoria lotina, tanto sus costumbres como su historia. Esta organización espera que sean reconocidos como una de las principales ciudades patrimoniales, culturales, históricas y turísticas del país. Para Justo Espinoza, Presidente de dicha mesa ciudadana, el desarrollo local para la puesta en valor de los patrimonios industriales de Lota es fundamental: «Creemos que el polo de desarrollo va en esa dirección. Podemos sacar a Lota adelante del estancamiento en que está, pero en base a nuestra cultura, nuestra historia y nuestros monumentos estructurales, la herencia que nos dejaron nuestros viejos. Muchas veces se habla de Matías Cousiño, fueron unos empresarios que trajeron riqueza al país, pero también está el esfuerzo de nuestros viejos, consiguieron las ocho horas de trabajo, y eso la gente lo reconoce en todas partes del mundo» (Diario Concepción, 29 de septiembre de 2015). Por mencionar otro, de tantos ejemplos, el año 2013 se constituyó formalmente la Agrupación de Hijos y Amigos de Chuquicamata,
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que se declaró como una organización comunitaria funcional que tuvo como principal objetivo la declaración de Chuquicamata como patrimonio de la humanidad. En este sentido, han impulsado distintas actividades tendientes a poner en valor el patrimonio cultural e identidad local, hacia la región y el país, con el objetivo de difundir los valores patrimoniales del campamento de Chuquicamata. La agrupación declara que es importante recuperar la memoria histórica y relevancia cultural de Chuquicamata, por lo que ha conformado redes de comunicación y participación con ex habitantes y amigos del campamento que residan tanto en el territorio nacional, como en el extranjero (web Agrupación de hijos y amigos de Chuquicamata, s.f).
PATRIMONIO OFICIAL MINERO
El debate sobre patrimonio industrial en Chile es reciente. Pero cabe señalar que mientras el patrimonio asociado a la industria minera aún no cuenta con figura legal respaldada por una normativa, existen Monumentos Nacionales (MN) declarados como tales que se asocian a esta actividad. Si se pone atención en la actividad industrial minera, el año 1978 el Antiguo Muelle Salitrero de la Ex Compañía Melbourne Clark, de Antofagasta, e inaugurado en 1880, se declaraba como Monumento Histórico (MH) en categoría de bien marítimo y portuario, por haber sido fundamental para la carga y el transporte del salitre de la ciudad (Ministerio de Educación, 1978). En 1964, la Estación de Ferrocarril de Caldera, en la región de Atacama, fue declarada como MH en categoría de patrimonio ferroviario por su importancia en la explotación de plata de Chañarcillo en tanto concentró en la zona un importante volumen de movimiento de materiales, víveres y pasajeros (Ministerio de Educación, 1964). En 1977, la Estación de ferrocarril de Iquique a Pueblo Hundido fue reconocida como MH en categoría de ferroviaria, como legado que databa desde la década de 1860 momento en que se buscó modernizar el sistema de transportes de minerales y pasajeros (Ministerio de Educación, 1977).
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Pero las declaratorias de los vestigios directamente relacionados con la industria minera en el país, han respondido a distintas necesidades de reconocimiento y de protección de las actividades extractivas desarrolladas. En la década de 1970, se declararon ocho MH, seis de ellos en las regiones de Tarapacá y Antofagasta, inaugurando el proceso de valoración y protección del pasado salitrero de Chile. Los dos restantes se ubicaban en Magallanes y son parte del proceso de protección de los vestigios de la extracción del petróleo y del oro. Para la década de 1980, la cifra de declaraciones de patrimonio minero disminuyó a dos, declarándose vestigios del pasado cuprífero decimonónico del norte chico. A partir de la década de 1990, las declaratorias de patrimonio minero se intensificaron llegando a declararse 26 vestigios salitreros y otros dos asociados a la actividad cuprífera. En la década del 2000, se declararon siete MN; periodo durante el cual se inició el proceso de protección de los vestigios de la actividad carbonífera de Lota y un campamento extractivo de plomo ubicado en Aysén. A partir del año 2010, se ha desarrollado una nueva expansión de la protección de testimonios mineros: de un total de 35 declaratorias, quince pertenecen a inmuebles del sector alto de Lota y sus alrededores; ocho declaraciones son MH y una corresponde a ZT, en el campamento Cerro Sombrero; otra ZT a la población Errázuriz de Coya; y once corresponden al proceso de declaratoria de MH y ZT del campamento minero de Chuquicamata (Ver Figs. 1 y 2). Respecto a las características de los objetos declarados, de los 80 catastrados como MN con vinculación minera, 75 de ellos son objetos inmuebles (94%), mientras que sólo cinco pertenecen a objetos muebles (9%) (Ver Fig. 3). En relación al tipo de declaratoria, más indicativo aun es que 73 de los MN corresponden a MH (91%), mientras que sólo siete son polígonos espaciales protegidos bajo LA TENDENCIA HA SIDO la figura de ZT (10%). Esto confirDE PROTEGER EDIFICIOS ma que, hasta ahora, la tendencia ANTES QUE OBJETOS Y ha sido de proteger edificios antes PIEZAS INDIVIDUALES que objetos y piezas individuales ANTES QUE SECTORES O antes que sectores o espacios inESPACIOS INDUSTRIALES. dustriales. Respecto al tipo de extracción minera, predomina la protección de testimonios salitreros con 32 declaratorias (40%); le siguen los vestigios de la actividad cuprífera, con 19 declaratorias (24%); y, luego, los testimonios de la actividad carbonífera con 17 declaratorias (21%); más abajo, se ubican once declaratorias petrolíferas de la zona austral (14%) y sólo una declaratoria correspondiente a la extracción del plomo y zinc (1%) (Ver Fig. 4). 42
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MONUMENTOS HIST{ORICOS POR DECADAS
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35 MONUMENTOS HIST{ORICOS POR DECADAS
1% plomo-zinc
30 35 30
20
20
15
15
10
10 5 0
14%
40% salitre
25
25
1% plo
14% petróleo
21
21% carbón
2
24% cobre
MONUME DE RE M
MONUMENTOS DE ACUERDO ACUERDO DE RECURSOS MINEROS
5 0
»» FIG.
1
»» Fuente: Elaboración propia en base datos del CMN. 9% ZT
9% ZT
91% MH
91% MH MONUMENTOS DE CARACTER MINERO SEGÚN CATEGORÍAS DE ZONA TÍPICA O MONUMENTOS DE CARACTER MONUMENTO HISTÓRICO MINERO SEGÚN CATEGORÍAS
DE ZONA TÍPICA »» FIG. 2O MONUMENTO HISTÓRICO
»» Fuente: Elaboración propia en base datos del CMN.
A nivel nacional, la región con mayor cantidad de declaratorias referi6% | Mueble das al legado minero se concentra en la Región de Antofagasta (48%), | Inmueble seguida por la Región del Bío-Bío94% (21%) y, luego, por la Región de Magallanes (14%). Muy por debajo se ubican la Región de Tarapacá (6%) MONUMENTOS 6% |(3%) Mueble y la Región de Atacama (6%); la Región de O’Higgins y, finalmente, NACIONALES SEGÚN CATEGORÍAS DE MUEBLE O la Región de Aysén (1%) y la Región de Coquimbo (1%) con solo un 94% | Inmueble vestigio minero cada una (Ver Fig.INMUEBLE 5). MONUMENTOS
El petróleo es, probablemente, uno de los últimos minerales asociaNACIONALES SEGÚN dos a los procesos de patrimonialización del legado industrial CATEGORÍASen DEChile. MUEBLE O Aun así, a poco de haber entrado en vigencia la INMUEBLE Ley 17.288 de Monumentos Nacionales, en 1970, se declaraba como MH el primer pozo petrolero de Tierra del Fuego, ubicado en Cerro Manantiales (Ver Fig. 6). El decreto que lo declaraba -promulgado el 10 de junio de 1976, pero que se remitía a acuerdos del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) de enero de de 1973- es breve y realiza referencias muy generales respecto de los méritos de este monumento (Ministerio de Educación, 1976). No obstante, años más tarde, el CMN destacaba otros atributos de este MN que tenían que ver con su impacto en la Un Patrimonio Industrial por armar. Etapa Fundacional
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MONUMENTOS DE CARACTER MINERO SEGÚN CATEGORÍAS DE ZONA TÍPICA O MONUMENTO HISTÓRICO
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6% | Mueble 94% | Inmueble
»» FIG.
MONUMENTOS NACIONALES SEGÚN CATEGORÍAS DE MUEBLE O INMUEBLE
3
»» Fuente: Elaboración propia en base datos del CMN.
ORICOS POR DECADAS
1% plomo-zinc 40% salitre
1% plomo-zinc
14% petróleo
40% salitre
21% carbón
14% petróleo
24% cobre
21% carbón 24% cobre »» FIG.
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MONUMENTOS DE ACUERDO DE RECURSOS MINEROS
MONUMENTOS DE ACUERDO DE RECURSOS »» Fuente: Elaboración propia en base datos del CMN. MINEROS
CARACTER TEGORÍAS
9% ZT 91% MH MONUMENTOS DE CARACTER MINERO SEGÚN CATEGORÍAS DE ZONA TÍPICA O MONUMENTO HISTÓRICO
6% | Atacama 1% | Coquimbo 3% | O’higgins 21% | BíoBío 1% | Aysén 14% | Magallanes 6% | Tarapacá 48% | Antofagasta
ÓRICO
N EBLE O
MONUMENTOS NACIONALES DE CARÁCTER MINERO SEGÚN REGIONES
6% | Mueble 94% | Inmueble
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MONUMENTOS NACIONALES DE CARÁCTER MINERO SEGÚN REGIONES
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»» Fuente: Elaboración propia en base datos del CMN.
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MONUMENTOS NACIONALES SEGÚN CATEGORÍAS DE MUEBLE O INMUEBLE
6% | Atacama 1% | Coquimbo 3% | O’higgins 21% | BíoBío 1% | Aysén 14% | Magallanes 6% | Tarapacá 48% | Antofagasta
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»» FIG.
6 | MH Pozo Petróleo 1, Pía Acevedo, 2014
historia productiva del país que “…supuso la instalación de una pequeña ciudad en Cerro Sombrero, que posibilitara la vida comunitaria de los trabajadores de ENAP y sus familias, incorporando los servicios necesarios para ello…”(CMN, s.f). Además, proponía comprender el asentamiento en términos de una política de Estado entre la década del treinta y del cincuenta que había empujado el desarrollo industrial chileno, mientras realzaba “el valor patrimonial de la construcción, en tanto hito inicial en la historia de la explotación petrolera y de gas natural en el país…” (CMN, s.f). Esta última apreciación, probablemente, coincidía con el reconocimiento –en el decreto 421 del año 2014- que declaraba ZT el campamento del Cerro Sombrero y MH su equipamiento en la figura de »» FIG.
7 | ZT Cerro Sombrero, Pía Acevedo, 2014
ocho de sus inmuebles (polideportivo, cine, supermercado, escuela, observatorio, iglesia, hospital y surtidor de gasolina) (Ver Fig. 7) (Ministerio de Educación, 2014). Dicha declaratoria vino a completar el proceso iniciado en 1976. El referido campamento -según señala el decreto- fue construido entre 1958 y 1961, en un contexto que se Un Patrimonio Industrial por armar. Etapa Fundacional
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remonta a la década de 1940 cuando fuera contratado por la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO), el Ingeniero Eduardo Simián, para las exploraciones que se llevaban a cabo en la zona sur del país (Ministerio de Educación, 2014). Se reconoce como parte de la historia nacional, cuando durante el gobierno de Gabriel González Videla, la CORFO creó la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP): “Para generar la infraestructura asociada a la explotación de este recurso y acoger a los trabajadores y empleados, se construyó entonces una company town, una nueva «capital del petróleo», ubicada de manera equidistante de los pozos de extracción.” (Ministerio de Educación, 2014). El emplazamiento de esta company town también aparece en el decreto como un atributo al destacarse como una interesante forma de ocupación de este territorio en tanto evidencia “…una relación morfológica del trazado urbano con el territorio, siendo importante relevar su construcción desde cero, lo que se ajusta a los principios de la arquitectura moderna.” (Ministerio de Educación, 2014). Entre otros aspectos, el decreto también destaca que los inmuebles se concentran en el entorno de la plaza y en la falda sur del cerro, “…conformando un núcleo donde convergen actividades de recreación, comercio, cultura, culto, educación y salud, constituyendo el corazón de la actividad social y cultural de Cerro Sombrero.” (Ministerio de Educación, 2014). En una línea similar, se destaca el sector de viviendas, “que fue diseñado y urbanizado en los mismos años de construcción del poblado completo. En dicho sector se reconocen las viviendas de los empleados, de los obreros y de los choferes” (Ministerio de Educación, 2014). En ese sentido, los valores que sustentan la declaratoria de ZT y MH, en 2014, para Cerro Sombrero son de carácter histórico, en tanto campamento industrial minero asociado al inicio de la extracción del petróleo en Tierra del Fuego y al esfuerzo técnico que esto supuso. También se relevan valores arquitectónicos y constructivos, por su trazado urbano que al adaptarse al territorio, genera una simbiosis entre paisaje natural y construido, mientras incorpora principios de arquitectura moderna, como “campamento representativo del modernismo tardío en Latinoamérica”. (Ministerio de Educación, 2014). Pero además, se destaca el valor social y comunitario del asentamiento, marcado por una historia común. Y, aun cuando la comunidad local organizada no fue protagonista del proceso para este caso, pues la solicitud fue liderada por una profesional, los atributos que se destacan en la reciente declaratoria se corresponden con la noción de patrimonio que se ha fortalecido en los últimos años. Noción que, desde fines del siglo XX, ha incorporado la memoria como registro fundamental.
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CONCLUSIONES Y DESAFÍOS FUTUROS
Tras una mirada panorámica de cien años, se ha planteado que el desarrollo del patrimonio industrial debe entenderse desde la comprensión de procesos fundamentales, -la industrialización y la desindustrialización- y desde las memorias de quienes participaron o tuvieron alguna relación con dicha actividad. Pues además del evidente patrimonio material asociado a industrias, barrios, viviendas, poblaciones obreras o campamentos mineros, existe un patrimonio inmaterial construido como parte de procesos sociales, culturales y políticos conformado por quienes han habitado o habitan esos espacios de memoria. Más allá de las singularidades de cada caso, el término -parcial o totalde la actividad que le dio vida, plantea una pregunta central, y a la vez un desafío, que se relaciona al problema de los usos. ¿Qué hacer con esos espacios de memoria? Ciertamente los hábitos y métodos de la gestión no han evolucionado a la par con el concepto de patrimonio, lo que hace que persistan problemas que afectan la conservación, rehabilitación y desarrollo de la función social de los bienes industriales, lo que también evidencia que el problema de la definición es central (Patiño, 2010). En este sentido, mientras la aproximación histórica al estudio de estos procesos y sus habitantes, resulta fundamental para la comprensión de los cambios generados en los espacios industriales y sus desafíos desde un punto de vista patrimonial, la dificultad imperante en la protección de los mismos se refiere a su definición. Esto se explica, en parte, por la complejidad que implica delimitar fronteras materiales y físicas cuando se consideran los modos de vida. Así, estudiar los procesos asociados y definir este tipo de patrimonio, son tareas fundamentales. Se ha visto que el debate en torno al patrimonio industrial minero es reciente y, en nuestro país, aquel vinculado a la actividad petrolífera, lo es aún más. Un desafío central es, entonces, avanzar en la valoración y sensibilización de un patrimonio, a veces, abandonado, o no reconocido o, simplemente, sin usos, y que ha estimulado crecientes estudios desde la academia y desde iniciativas de la sociedad civil. Un Patrimonio Industrial por armar. Etapa Fundacional
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El reconocimiento y la conceptualización de este tipo de patrimonio es entonces el paso previo y necesario para incorporar este tipo de patrimonio como figura de protección en Chile. Hasta ahora esta tipología se ha protegido desde la Ley 17.2888, en las figuras de MH y ZT. Resta entonces, como desafío, avanzar en regulaciones consistentes con el espíritu de los acuerdos internacionales para este tipo de patrimonio pues, la legislación actual, no es suficiente.
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