El Servicio Público: Una perspectiva ética profesional El servidor público se hace competente en las organizaciones cuando: demuestra su compromiso, aprende y se diversifica, se esfuerza para ir más allá del cumplimiento de sus tareas, maneja sistemas de información y puede trabajar en equipo.
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Por: José Joel. Rodríguez Forty, marzo 2018, Educador Senior, Oficina de Ética Gubernamental de Puerto Rico
En este escrito, se pretende repasar en la mente y el corazón de nosotros, los servidores públicos, el compromiso de servir contraído al momento de firmar el juramento y recibir nuestra hoja de deberes. Es en ese contrato laboral e individual, donde ratificamos con nuestra firma el deseo de servir a una sociedad que necesita seres humanos dispuestos a dar la milla extra. Debemos tener presente que somos servidores públicos 24 horas al día, 7 días a la semana, 365 días al año, y nuestras acciones son las que decidirán nuestro futuro profesional, e impactarán el presente y futuro del desarrollo económico de Puerto Rico.
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El Servicio Público no de los temas que ha captado poderosamente la atención pública, es la ética profesional. Se observa un incremento importante de situaciones en las cuales la ética, que debe ejercer un profesional, ha quedado en entredicho, aunque se espera una conducta ética en la calidad de sus servicios y los valores que exhibe. El Dr. Augusto Hortal (2010), con quien coincido, expone que el servicio público es una profesión dirigida a producir y facilitar los bienes y servicios que necesita la ciudadanía. Postula que el Estado asume una función social, al ofrecer servicios públicos a todos. Esto, da lugar a una gestión profesional de servicio público, financiado con recursos del Estado, que se ofrece a todo ciudadano que lo necesite. Desde esta perspectiva, nosotros los servidores públicos, nos convertimos en actores protagónicos de la organización a la que pertenecemos. Al ejercer nuestras funciones, representamos a la agencia, por lo que debemos transmitir los valores éticos a través de nuetras actuaciones. En el ambiente laboral enfrentaremos diversos dilemas éticos, más debemos mantener la independencia de criterio, y mediante el conocimiento y experiencia evidenciar la calidad del profesionalismo, independientemente de las funciones y deberes del puesto. El alcance e impacto del servicio público es de tal naturaleza, que justifica re-pensar la gestión pública como una profesión especializada en el servicio. Para cumplir con nuestros deberes, como servidores públicos necesitamos poner en práctica los valores que son adquiridos a través de la vida. El respeto, la responsabilidad, la bondad, el civismo, la justicia y la confiabilidad, son prácticas universales que todos los seres humanos aprendemos y ejercemos al interactuar en nuestra vida diaria. Este proceso de adhesión de valores, toma lugar mediante el desarrollo individual, en función de múltiples factores que forman el carácter de cada persona.
Perspectiva Ética esde una perspectiva organizacional, la cuestión ética se refiere al conocimiento y las prácticas necesarias que deben lograr los individuos al desempeñarse en sus lugares de trabajo. Claro, hay que tener presente que las organizaciones están compuestas por hombres y mujeres con diversas formaciones educativas y experiencias de vida. Me refiero a que tienen trayectorias de vida distintas. Por trayectoria de vida, aludo a ese cúmulo de experiencias diversas que define a cada uno en función de las decisiones que ha tomado y las situaciones que ha vivido.
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Independientemente de quienes somos o lo que hacemos en las organizaciones, el servicio público es una profesión. Es importante entender que, como profesionales, modelamos la conducta correcta a los ciudadanos que atendemos en nuestros escenarios de trabajo. Teniendo como referencia los valores mencionados, debemos tener claro que ellos esperan una conducta intachable por parte nuestra. La Ley Número 1 de 2012, Ley Orgánica de la Oficina de Ética Gubernamental, según enmendada, en su exposición de motivos, expresa claramente que, y cito: “A través de la política preventiva, se identifica, se analiza y se educa en los valores de confiabilidad, bondad, justicia, civismo, respeto y responsabilidad, que viabilizan la consecución de los más altos niveles de honestidad, rigurosidad, y eficiencia en el desempeño de los servidores públicos.” Esto nos lleva a reflexionar, que la conducta que se exige a un profesional del servicio público, tiene un profundo contenido ético. A partir de esto, es que entra en escena la ética profesional que está dirigida a mover a los profesionales a dedicarse plena y totalmente a sus deberes, y desarrollar su compromiso individual. Para esto, la ética profesional plantea una serie de estándares por los que debemos regirnos en el servicio público. Los individuos en cualquier escenario laboral, enfrentan situaciones complejas relacionadas a su trabajo, a su profesión, y a las personas que les rodean. El hecho es que los seres humanos enfrentamos diversas experiencias, que de una manera u otra podrían poner en tela de juicio nuestra conducta y credibilidad. Nuestra vida, sin embargo, se enriquece y es regida por diversos procesos, que formarán y desarrollarán el carácter de cada individuo y lo conducirán a su formación profesional. Como individuos y profesionales, nos proyectamos y nos realizamos a través del trabajo, definido como servicio público. El doctor Hortal, en su teoría de la ética profesional, identifica un grupo de características que definen lo que es una profesión. Menciona que: “son aquellas actividades en las que de forma institucionalizada y, rigurosamente organizada, se ofrecen servicios por parte de un grupo de personas”. Cada profesión tiene sus propios contextos o escenarios y la ética profesional debe tomarlos en consideración a la hora de establecer parámetros. En términos generales, casi todas las profesiones se exponen a tres factores, que son fundamentales y promueven su evolución: 1. Tecnología: Asumir el servicio público como una profesión, requiere superarnos tecnológicamente. La tecnología ayuda a destacar las funciones profesionales. Se utiliza para maximizar las actividades que realizamos y así obtener resultados óptimos. Ampliar las capacidades profesionales a través de la tecnología, repercute positivamente a favor de los profesionales del servicio público. Los servidores públicos debemos estar plenamente conscientes de que nuestra capacitación en materia tecnológica, se ha convertido en un requisito indispensable para cualquier escenario laboral. Se espera que los profesionales apliquen criterios éticos al momento de utilizar equipos tecnológicos que faciliten el desempeño de su trabajo, concebido como servicio público. Hortal, en su libro Ética de las Profesiones (2010), articula el valor de la responsabilidad diciendo que el servidor público: “debe hacerse responsable de utilizar los equipos tecnológicos con el respeto y la deferencia que
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amerita, recordando que es una herramienta para maximizar los servicios que ofrece su agencia o industria”. Es importante no olvidar que, el uso de la tecnología, no debe prestarse para situaciones donde se pueda generar un conflicto de intereses o una apariencia de conflicto. Ser tecnológico no es sinónimo de dejar a un lado los valores aprendidos, sino una herramienta para adelantar y maximizar nuestros esfuerzos en el trabajo. 2. Límites y condicionamientos económicos del trabajo profesional: Hortal, citando a Parsons, (2010); señala que se espera de los servidores públicos, que en el ejercicio de sus funciones no sean guiados por el ánimo de lucro, sino por el deseo de servir. Es vital que los servidores públicos que se desempeñan en los diversos escenarios laborales, prioricen la dignidad de su trabajo. Consiste en desarrollar una conciencia individual que les lleve a poner en práctica valores dirigidos a evitar incurrir en actos delictivos por tener más o competir negativamente. 3. Marco institucional y organizativo: Una visión integral de la ética debe atender no sólo lo que cada uno, como persona y como profesional hace y promueve, sino también lo que la organización en la que trabaja puede y debe contribuir. Las organizaciones, aparte de proporcionar beneficios a sus empleados, deben promover el valor del respeto como parte de sus valores institucionales y transmitirlos a estos, con el propósito de desarrollar deferencia hacia la ciudadanía que acude a solicitar servicios. Otro valor a promoverse institucionalmente, es la justicia. Hortal, citando a Lozano, propone que no basta que haya una actuación ética por parte de cada persona que trabaja en la organización, es necesario que exista una ética de la organización (Lozano, 1999). Los servidores públicos que laboramos en una institución gubernamental, tenemos como parte de nuestro desarrollo profesional, una responsabilidad moral comprometida, que nos mueve a integrar las exigencias de nuestro rol profesional con las de nuestra vida personal. Un servidor público responsable y comprometido, que fomenta la ética en su área de trabajo, se distingue porque: Conoce sus deberes para con la organización. Cumple con las leyes vigentes del país en que reside y trabaja. Contribuye a una cultura anti-corrupción. Procura condiciones de trabajo dignas. Respeta el medio ambiente y a su comunidad. Fundamenta con objetividad las opiniones, informes y documentos que presenta. Asume responsabilidad por sus actos y decisiones. Practica y promueve la confidencialidad. No emite comentarios negativos sobre sus pares. Trata justamente al equipo de trabajo, y promueve su educación y desarrollo. Respeta la propiedad intelectual. Se inhibe de cualquier práctica discriminatoria.
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El Carácter Profesional l carácter profesional del servidor público, alude a esa destreza para dejar de lado los prejuicios, las ideas preconcebidas que podamos tener sobre un asunto determinado, y ofrecer un servicio de excelencia. Ser objetivo e imparcial, es no llevar los asuntos laborales a un plano personal y mantener una postura de seriedad y compromiso. Un servidor público que no haya integrado a su formación la fuerza del carácter podría estar en riesgo de caer en la mediocridad. No solamente con el título académico se desarrolla el carácter profesional. Se trabaja día a día experimentando cambios, compartiendo ideas, valorando experiencias, trabajando en equipo y modificando actitudes, entre otros. La vocación juega un papel importante en el desarrollo del carácter profesional. Es esa pasión que nos mueve en dirección de lo que se quiere ser. Es ese llamado que nace en el interior del ser humano para desarrollar su potencial y sus habilidades. Es la inclinación hacia una carrera o profesión determinada. Es esa disposición o interés para dedicarse a un trabajo o forma de vida. Cuando la vocación está latente, ningún trabajo se hace pesado, y se realiza con gusto. Ponemos un sello personal en lo que hacemos al interactuar con las personas a las que les ofrecemos servicios. Para llegar a descubrir cuál es nuestra vocación, primero debemos saber quiénes somos, cómo somos y hacia dónde queremos ir. La vocación se construye a partir de las respuestas a estas preguntas. Si luego de hacernos estas preguntas, y obtener las respuestas; hay inseguridad acerca de lo que se quiere desempeñar a nivel profesional, se recomienda la búsqueda de ayuda en la orientación profesional. Este es un proceso realizado por profesionales capacitados para ayudar a las personas a conocerse a sí mismas, e indicarles las actividades que armonizan con sus intereses personales y profesionales.
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Todo ser humano que aspire a ser un profesional, debe ir orientado hacia lo que realmente quiere y desee lograr. Aunque una persona pueda tener una vocación inclinada hacia una determinada actividad profesional, es recomendable que se oriente para que de esa manera tenga un panorama general de los retos que le esperan y las tareas que debe cumplir. Así, al alcanzar el grado académico que anhela, podrá realizar sus tareas con mayor confianza y seguridad. Conocer los pros y contras de la profesión u oficio seleccionada, ayudará a reafirmar su convicción hacia el ejercicio de esta. El servicio público es una de las vocaciones más nobles que existe y a la que puede aspirar un ser humano. Esta vocación, es para aquellos que aceptan el reto de esforzarse por ayudar a personas que buscan unos servicios y así cubrir sus necesidades. Servicio hace referencia en su sentido más amplio, al acto y la consecuencia de servir, estar a la disposición de alguien, ser útil para algo. Cuando sabemos cuál es nuestra vocación, que nos mueve, quiénes somos, cómo somos y hacia dónde queremos ir, se ofrece un servicio público de excelencia. Cuando hacemos lo que nos gusta, el trabajo no es una carga, es un deleite. Damos la milla extra, vamos más allá de lo que nos corresponde. Los retos siempre van a estar, más se ven como oportunidades de crecimiento profesional. Un individuo es responsable cuando tiene la destreza de dar cuenta de sus actos. El valor de la responsabilidad se desarrolla a través de los años, mediante la educación y vivencias adquiridas. La persona que en el ejercicio de sus funciones solo mide el aspecto económico o remunerativo de su trabajo, como una base fundamental para ejercerlo, podría terminar siendo un mediocre, e incluso incurrir en conductas, poco éticas, contrarias a las mejores aspiraciones profesionales. De ahí que la ética debe ser considerada como una disciplina para practicarse toda la vida. Nos recuerda que debemos realizar nuestras labores con excelencia y eficiencia, y a su vez, requiere mantener una actitud de rechazo frente a todo lo que atente contra nuestra dignidad. Nosotros los profesionales del servicio público de este tiempo, debemos educarnos constantemente, estar a la vanguardia en relación a los nuevos avances que se registran en el mundo laboral. Aunque los principios fundamentales sean los mismos, las técnicas y la tecnología evolucionan. Conviene recordar que, en principio, una profesión es un tipo de actividad social, que posee características como la dedicación, la empatía y la solidaridad, entre otras. Se trata de una actividad que presta un servicio específico a la sociedad. Todo servidor público debe desarrollar una ética profesional que defina la lealtad que le debe a su trabajo, profesión, empresa y compañeros de labor. Villarini (1994), describe que la ética de una profesión es un conjunto de normas, en términos de los cuales definimos como buenas o menos buenas unas prácticas y relaciones profesionales. Además, señala que hay tres tipos de condiciones o imperativos éticos profesionales: competencia que se refiere a conocimientos, destrezas y actitudes; servicio al cliente que es la razón de ser de una agencia y solidaridad que son las relaciones de respeto y colaboración que se establecen entre sus miembros.
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Para lograr en los servidores públicos una conciencia ética profesional, bien arraigada, se implantan los códigos de ética. Un código de ética establece normas a través de las cuales se regula la conducta de quiénes intervienen en un determinado contexto. El profesional del servicio público de este tiempo, debe conocer el contenido de los códigos de ética que le aplican en el ejercicio de sus funciones. A través de la educación continua, estaremos a la vanguardia de los nuevos avances que se registran en el mundo laboral para reforzar nuestras habilidades, conocimientos y principios, así como, las técnicas y avances tecnológicos. Esto nos permitirá dar continuidad al desarrollo y fortalecimiento de los valores y fundamentos de la ética. El servidor público debe ser una persona de conciencia, capaz de amar el cumplimiento del deber por encima de las garantías materiales, ventajas o provechos personales. Todo el que tiene dignidad profesional, no debe darse el permiso de que su vida y gestión oficial, se conviertan en un motivo de escándalo. Se hace competente en la organización cuando: demuestra su compromiso, aprende y se diversifica, se esfuerza para ir más allá del cumplimiento de sus tareas, maneja sistemas de información y puede trabajar en equipo. En la medida que los servidores públicos incorporemos estas prácticas en el trabajo, surge una nueva imagen de servicio, que redunda positivamente en la opinión pública. Si a eso le añadimos el poseer una escala de valores interna, que nos frena y dirige a conducirnos con corrección, en el ejercicio de nuestras funciones, se mantiene el desarrollo de esta imagen de servicio que nos influenciará favorablemente a todos. Cada persona posee una escala de valores individuales diversa. Lo aceptable y bueno para unos, no lo es para otros. No obstante, el desempeño profesional del servicio público, necesita de la ética para manejar los retos morales que enfrenta. Debemos conocer y definir conflictos de valores, analizar diferencias y tomar decisiones correctas en la solución de problemas. Para evitar caer en situaciones de índole ético-moral que puedan surgir en el ejercicio de la profesión, tenemos que poner en práctica principios que establezcan parámetros que describan el comportamiento que un servidor público debe exhibir en el ejercicio de sus funciones.
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Estos son los valores que nos caracterizan en el servicio:
honestidad- aprender a conocer sus limitaciones y dedicarse a superarlas, solicitando el consejo de sus compañeros de mayor experiencia; integridad- defender sus creencias y valores; compromiso- mantener sus promesas y cumplir con sus obligaciones; lealtad- ofrecer apoyo, especialmente en la adversidad y rechazar las influencias indebidas y conflictos de intereses; ecuanimidad- ser imparcial, justo y ofrecer trato igual a los demás; respeto- demostrar respeto a la dignidad humana; responsabilidad ciudadana- respetar, obedecer las leyes y tener conciencia social; excelencia- estar preparado para ejercer su labor con responsabilidad y eficacia; ejemplo- ser modelo de honestidad y moral.
Según Ángel R. Villarini Jucino, doctor en filosofía, con especialidad en ética y hermenéutica filosófica, “Es a través de adiestramientos, que se logra desarrollar en el servidor público el conocimiento, la habilidad, la sensibilidad y la voluntad para que cuando actúe, lo haga a nombre de los intereses de la comunidad profesional de la que es parte; de la comunidad que lo une a sus clientes y del pueblo o humanidad de la que es miembro”, citado por la profesora Elmy Rosario Galarce en su artículo, ¿Por qué una ética profesional en nuestros tiempos? (2010-pág.3).
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Exhortación omo servidores públicos tenemos la responsabilidad de reflexionar cada día sobre el compromiso de servir a nuestro pueblo. Nuestra función como servidores públicos, es un privilegio. Por tanto, este compromiso debe mantenerse presente al momento de ejercer nuestras funciones, reconociendo que a través de lo que hacemos transformamos la vida de las personas que depositan su confianza en nosotros y que merecen ser tratados con excelencia. Es nuestra responsabilidad social, personal y profesional cumplir con esta tarea y servir a los demás por encima de intereses particulares o colectivos. Recordando que, a través de lo que hacemos nos dignificamos como seres humanos y crecemos como profesionales modelando los valores que impactarán favorablemente a las personas que atendemos en nuestra gestión pública. Somos servidores públicos, nuestra profesión es servir. Nuestra ética profesional debe estar presente siempre en toda nuestra ejecutoria laboral y personal. Debemos ejercer al máximo los valores para activar el pensamiento ético, distinguir lo correcto de lo incorrecto y contar con el compromiso personal de mantener el honor y el deber. Nos debemos a un pueblo, y como tal debemos honrar la confianza que han depositado en nosotros.
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