La novela del desaparecido que vuelve...

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La n o v e l a del desaparecido que v u e l v e ¿Muerto en África o pidiendo limosna por los caminos de León? La sombra de un desaparecido |—IAY muchas madres españolas cuyo dolor es el mismo de esta madre que aquí, en este pueblo leonés de Montejos, vive horas de angustia y de esperanza ante la posibilidad de que su hijo, desaparecido en África, víVa todavía. De vez en cuando, salta a las columnas de la Prensa este tema de los desaparecidos que sufren cautividad y que algún día pueden volver a la patria. ¿Qué corazón de madre dará por definitivamente enterrado al hijo cuya muerte no le consta de un modo absoluto? Los papeles oficiales dirán «desaparecido»; pasarán los años con su carga de nuevos afanes; el hijo no volverá y nada se sabrá de él. A pesar de todo, frente a todo, en el alma de la madre seguirá palpitando una lucecita de esperanza, y sus ojos, en cada amanecer, se despertarán, más mortecinos cada vez, con la misma pregunta ilusionada; «¿Volverá hoy?» Ese dolor y esa esperanza de tantas madres españolas estremecen hoy de incertidumbre el corazón de una mujer en el pueblo de Montejos del Camino. Ella perdió a su hijo hace once años. ¿Es ése que ahora han visto algunos en el pueblo y en sus cercanías? En el ánimo de estas gentes c a m p e s i n a s de León, la novela—de raíces tan humanas— ha prendido, y la sombra del ausente llena las conversaciones de las mujeres en las cocinas, de los hombros en las callejas, a las puertas de los hogares o a n t e la iglesia de fino y esbelto campa nario. Hablan de Tomás y de su vuelta el cartero que recorre los pueblos del contorno; y ese labrador que vuelve sobre su borrico desde Valdemuchahierba; y esa vieja que cose ante la portalada de su hogar; y esa moza y ese mozo que^charlan junto a la lenta carreta de bueyes. La sombra del desaparecido está en todos los pensamientos y en todas las palabras.

Tomás Fernández, el soldado desaparecido en África en 1924. A l cabo de once años es visto en estas tierras—la Virgen del Camino, Montejos, Valverde...—un hombre ¡oven que afirmo ser Tomás. ¿Estamos ante la farsa de una suplantación o palpita un hondo drama real en el hecho de este hijo que no quiere volver a la casa de sus padres? En el pueblo de Montejos se corrió la voz d e que Tomás estaba en León. Muchos vecinos se desplazaron a lo ciudad y vieron, en la terraza de un café, a un hombre que les pareció el que buscoban. Pero luego se pudo comprobar su personalidad. He aquí al que se pensó que pudiera ser el desaparecido, ocultándose de lo máquina de nuestro comparíero Video Tomás Fernández—el situado mós al fondo—con otros compañeros de regimiento, en Melilla, en 1924, poco antes de que los comunicados oficiales le dieran por desaparecido

La tierra de los rastreros. Un mozo de Montejos d e s a p a r e c i d o en la guerra.—El luto de un hogar Montejos del Camina, la tierra de los rastreros. Los rastreros son los que compran y venden él ganado para el Rastro— el Matadero—de León. El pueblo está a una docena de kilómetros de la capital. Campo verde y tierra amarillenta, rojiza,. Un haz de casas bajas y un fino campanario. Un vecino de M o n t e j o s — N a r c i s o Eernández—tiene un hijo soldado; está en el regimiento de Cazadores. Es de la quinta de 1923, y en P'ebrero de 1924 marcha a África. En Octubre de este mismo año desaparece. Así, como desaparecido, lo dan los


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