Querido padre: Quiero decirte que me alegro de haberte tenido como padre, tú para mí has sido un héroe y siempre lo serás, me has protegido y hasta te has sacrificado por mí, y eso nunca lo olvidaré ni podré agradecértelo. Me voy a quedar donde estoy hasta que sea mayor y pueda valerme por mí mismo. Voy a estudiar mucho y a aprender cosas nuevas y así poder tener una profesión con la que pueda ganar mucho dinero y pueda ayudar a personas que estén en la misma situación que nosotros hemos estado. También te voy a sacar de la cárcel. Voy a hacer que se haga justicia, porque tú no has hecho nada y estás pagando por un crimen que no has cometido, y eso me molesta mucho y me da rabia no poder decir la verdad. Te prometo que seré un gran hombre como tú lo has sido, tendré una familia y cuando tenga hijos les hablaré de ti y de todas las cosas buenas que has hecho por mí. No te preocupes por m´, yo estoy muy buen aquí, porque tengo comida, ropa, cama donde dormir… También tengo una amiga que es la cuidadora. Ella es muy buena conmigo, hasta me dijo que podía escribirte una carta y es la que etás leyendo ahora. También quiero que sepas que te quiero mucho y que siempre te querré, eso nunca lo olvides, y sé que tú también me quieres. Intenta ser fuerte en la cárcel y resistir todo lo malo porque tú sabes que lo peor ya pasó. Priscila Elizabeth Tinizaray
Querido papá: Te escribo esta carta para decirte que estoy muy bien, pero te echo mucho de menos. Ahora estoy con una familia que me quiere como si fuera su verdadero hijo y me apoyan en lo bueno y en lo malo. Aquí no me falta de nada: tengo agua, comida y me dan una educación como siempre he querido. Papá, ojalá estuvieras aquí conmigo para ayudarme en todo y para protegerme de las cosas malas. Mis amigos son muy simpáticos y muy majos. Me quieren mucho. El otro día estuve jugando a un juego muy divertido pero no me acuerdo del nombre, ya te lo diré en mi próxima carta. Papá, quiero que me escribas y quiero que me prometas que saldrás pronto de la cárcel, porque cada día que pasa y tú no estás a mi lado para mií son dos noches enteras sin verte. Te necesito, papá, y quiero que sepas que no te olvido y que nunca te dejaré de querer. De tu hijo, Abdel Susana Dos Reis
Hola, soy Abdel, ahora tengo 23 años. Mi etapa en el centro tutelar de menores fue muy difícil, pero gracias a Charo Lafuente he podido estudiar y licenciarme como educador de Servicios Sociales. Mi padre sigue en la cárcel, pero pronto saldrá. Mis amigos Alicia y Miguel fueron a la universidad, y ahora son abogados. Todas las mañanas les ayudo con sus papeleos. Por la tarde trabajo en un Centro Tutelar de Menores. Cada vez hay más niños con problemas de abandono, predelincuencia y situaciones límite, y yo les ayudo como me ayudó a mí Charo Lafuente. Vivo en un piso de estudiantes y ahora soy legal en España. Dentro de poco es Navidad. A pesar de ser musulmán me he acostumbrado a pasarla con Alicia, Miguel y sus padres, y otros días con Charo Lafuente. Todas las semanas voy a visitar a mi padre a la cárcel. Él allí trabaja en la carpintería. Sigue algo triste, pero más tranquilo porque ve que yo tengo un futuro en España. Confío en que salga en un par de años y así poder hacer posible su sueño: vivir tranquilos y juntos en un país libre. María Ibáñez
La vida de Abdel ha dado un giro de 180º. Su padre ha salido de la cárcel y ha encontrado trabajo. Al principio trabajaba de albañil, pero ha hecho grandes amigos y le han ayudado en su nueva vida. Ahora es botones de un hotel. Abdel está muy contento, no se puede creer un cambio tan grande en su vida. Ahora cuenta con 20 años y está haciendo una carrera en la universidad. También ayuda en casa con algo de dinero que gana en sus ratos libres. Lo más importante para ellos son los amigos que han hecho después de las desgracias de todo el viaje. Los amigos son lo más importante y de eso se están dando cuenta ahora. Abdel ve su futuro con mucha alegría y lo que más le gustaría es que le hubiera podido ver su madre, de la que se acuerda todos los días. Tania Eguaras
Hola, no sé si os acordáis de mí. Soy Abdel y tengo 20 años. Hace 5 años mi padre salió de la cárcel y fue a trabajar a una fábrica y así consiguió dinero para alquilar una casa. Ahora le ayudo a mi padre en todo lo que necesita. Yo también trabajo en la misma fábrica de mi padre, y luego voy a una escuela especializada en ayudar a inmigrantes marroquíes. Alicia y Miguel se han trasladado a otra casa y ahora viven al lado nuestro. Ellos nos visitan todos los fines de semana. Ainhoa Aldunate
No me lo creía, ese mismo día mi padre saliendo de la cárcel. Ese día era el mejor día de mi vida. Mi padre salía feliz y contento hasta que, delante de la cárcel, se paró un coche, salió de él un hombre, sacó un arma y disparó a mi padre. En ese mismo momento mi vida se destrozaba por completo. Al instante me eché a llorar como un loco, no me lo podía creer, esperando tanto tiempo para nada. Ese día me propuse algo de lo que mi padre no se sentiría orgulloso: no iba a ser el niño bueno que él quería, ese día iba a matar a los culpables de la muerte de mi padre. Comencé mi venganza buscando quiénes eran los dueños del coche que se detuvo en frente de la cárcel, y no sabéis quiénes eran, no os lo podéis creer, bueno, yo tampoco me lo creía: eran los mismos dos traficantes que me estropearon mi vida: Jorge Meléndez y Vicente Planas. No me lo creía, pero prefería que fueran ellos antes que otras personas. Busqué su dirección y marché hacía ahí. Antes de llegar a su casa me detuve en una tienda de caza y robé un arma. Cuando llegué a su casa, me detuve y pensé que mi padre no querría que hiciera eso, pero esto lo hacía por ti, papá. Entré y me encontré a Vicente durmiendo, cargué el arma y disparé sin pensármelo. Fui a la otra habitación y me encontré a Jorge. Estaba despierto, me miró y me dijo: “Amigo Abdel”. Yo me quedé asombrado y dije: “Yo tu amigo en la vida, tú nos engañaste y mataste a mi padre, la única persona que me quedaba viva. Ahora lo vas a pagar, Meléndez”. Suplicó y rogó, pero le dijo que lo último que iba a ver era el rostro mío matándolo. Después de matarlo me puse a llorar y me arrepentí, lo único que me quedaba por hacer era matarme. Apreté el gatillo y mientras salía la bala mi última lágrima se caía. Daniela Ácaro
Yasir Muhbahares detenido. Abdel va a visitarlo a la cárcel. Habla con su padre y le dice: -Mañana será el juicio a las 14:00. Tú irás y confesarás todo y me declararás inocente. Aunque el juez no se lo crea les cuentas cómo Vicente y Planas nos maltrataban: a ti transportando droga de un lado para otro y a mí, a Omar y a los compañeros nos explotaban trabajando en la obra. Y si no te creen le dices al juez o a la policía que vayan a la casa de Meléndez y Planas con perros, y encontrarán la drogan. Luego me dejarán libre porque el juez, con nuestra información, la suya y la de la policía, podrá detener a los traficantes de droga. El juez nos dará los papeles para poder vivir y trabajar en España. A Planas y Meléndez los llevarán a la cárcel. Tú irás al colegio y yo trabajaré. Viviremos en casa de Meléndez con Omar y sus compañeros, ya que nosotros construimos la casa. Por primera vez desde que llegó a España, Abdel sonrió y en sus ojos se veía la esperanza. Hugo Echeverri y Miguel Rebolé
Al fin llegó la policía y detuvo a Planas y Meléndez, se los llevaron a la comisaría de policía donde les hicieron un interrogatorio… y confesaron todo. A Abdel, después de tenerlo retenido también en la comisaría a la espera de las confesiones de sus jefes, lo soltaron al igual que a su padre, ya que vieron que eran inocentes. El padre nada más llegar a la sala suplicó a la policía que los dejaran estar en España, pues en Marruecos no podían ir porque moriría y su hijo Abdel se quedaría huérfano. El policía se lo estuvo pensando un rato, después de preguntó al padre si tenían los papeles, él dijo que no, pero al ser inocentes le policía le contestó que en unos días le haría los papeles para poder vivir aquí, en el país en el que tanto habían soñado. Estela Martínez Al final el padre de Abdel consiguió un trabajo y se compró una casa. Abdel se apuntó al mismo colegio al que iban Alicia y Miguel e hicieron muchos amigos al os que les contaron su historia. El padre de Abdel le solía comprar libros a su hijo para que siguiera leyendo, y Abdel era el que mejor leía de toda su clase. Al final del colegí solía hacer las tareas en su casas, después estudiaba y suelo se solía ir a jugar con sus amigos. Algunas veces solía hacer las tareas y estudiar con sus amigos Alicia y Miguel. Cuando no se iba a jugar se solía quedar en au saca leyendo los libros que le compraba su padre o se iba a la calle con él. Casi nunca se aburría, porque siempre tenía algo que hacer. Cuando tenían que hacer alguna redacción en el colegio algunos amigos de Abdel le decían sque se la corrigiera, ya que no solía tener faltas de ortografía. Abdel se las corregía encantado, ya que le gustaba mucho escribir y ayudar a sus amigos. Así es ahora la nueva vida de Abdel con su padre y sus amigos. Olatz García y Jessica Cancelinha