La visión científica del mundo

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La visión científica del mundo “Casi cada error sistemático importante que ha engañado a los hombres desde hace miles de años se basó en la experiencia práctica. Horóscopos, encantamientos, oráculos, la magia, la brujería, los curas de brujos y de los médicos antes del advenimiento de la medicina moderna, se establecieron firmemente todo a través de los siglos en los ojos del público por sus supuestos éxitos prácticos. El método científico fue ideado precisamente con el fin de elucidar la naturaleza de las cosas bajo condiciones cuidadosamente controladas y por criterios más rigurosos que aquellos que están presentes en las situaciones creadas por problemas prácticos.” (Polanyi, 2012, p. 183) La evolución de la comprensión humana puede ser vista como un movimiento desde observaciones superficiales, procesadas por nuestros limitados cinco sentidos físicos, “intuitivamente” filtradas a través de marcos educativos y características de valores de un período de tiempo dado, hacia la técnica de la medición objetiva y los métodos de análisis auto-evolutivos que trabajan para llegar a (o calcular) conclusiones a través de pruebas y más pruebas, buscando la validación a través de las mejores prácticas de la causalidad científica – una causalidad que parece comprender las características físicas de lo que llamamos “naturaleza” en sí. Las “leyes naturales” de nuestro mundo, existen ya sea que elijamos reconocerlas o no. Estas reglas inherentes de nuestro universo estaban mucho antes que los seres humanos desarrollaran una comprensión para reconocerlos y si bien podemos sobre cuán precisa es en realidad nuestra interpretación de estas leyes es en esta etapa de nuestra evolución intelectual,hay suficiente evidencia para demostrar que estamos, de hecho, bajo el dominio de las fuerzas estáticas que tienen una lógica inherente, medible y determinante. Los grandes acontecimientos e integridad predictiva encontrada en las matemáticas, la física, la biología y otras disciplinas científicas demuestra que nosotros, como especie estamos poco a poco comprendiendo los procesos de la naturaleza. Nuestra creciente capacidad de inventiva de emular, acentuar o reprimir tales procesos naturales confirma nuestro progreso en la comprensión de los mismos. El mundo que nos rodea hoy en día, rebosante de tecnología de materiales e inventos que cambian la vida, es un testimonio a la integridad del proceso científico y lo que éste es capaz de hacer. A diferencia de las tradiciones históricas, en las que existe un cierto estancamiento con lo que la gente cree, como sigue siendo común en el tipo de dogma religioso hoy en día, este reconocimiento de la “ley natural” incluye características que desafían profundamente la supuesta estabilidad de creencias que muchos tienen por sagradas. Como se ampliará más adelante en este ensayo, el hecho es que simplemente no puede existir una conclusión intelectual singular o estática con respecto a nuestra percepción y conocimiento, excepto, paradójicamente, en lo que respecta a ese patrón muy subyacente de incertidumbre con respecto a dicho cambio y adaptación en sí. Esto es parte de lo que podría llamarse una visión científica del mundo. Es una cosa aislar a las técnicas de evaluación científica para seleccionar intereses, tales como la lógica que podríamos utilizar en la evaluación y comprobación de la integridad estructural de un diseño de la casa que podríamos construir, y otra cuando la integridad


universal de tales razonamientos causales y métodos de validación físicamente enraizados se aplican a todos los aspectos de nuestras vidas. Albert Einstein dijo una vez “cuanto más avanza la evolución espiritual de la humanidad, más seguro me parece que el camino hacia la genuina religiosidad no reside en el miedo a la vida, y el miedo a la muerte, y la fe ciega, sino a través del esfuerzo del conocimiento racional” (Einstein, 1940) Mientras que los cínicos de la ciencia a menudo trabajan para reducir su integridad a otra forma de “fe religiosa”, degradar su precisión como “fría” o “sin espiritualidad” o incluso destacan las consecuencias de la tecnología aplicada para el peor de los casos, como por ejemplo la creación de la bomba atómica (que, en realidad, es una indicación de una distorsión de los valores humanos y no de ingeniería), nadie puede ignorar el increíble poder que este enfoque para comprender y aprovechar la realidad ha dado la raza humana. Ninguna otra “ideología” puede igualar los beneficios utilitarios y de predicción que este método de razonamiento ha proporcionado. Sin embargo, eso no quiere decir que la negación cultural activa de esta relevancia no está todavía muy extendida en el mundo de hoy. Por ejemplo, cuando se trata de la creencia teísta, a menudo hay una tendencia divisiva que desea elevar al ser humano por encima de la “simple mecánica” de la realidad física. El supuesto implícito aquí es que los seres humanos son “especiales” por alguna razón y tal vez hay fuerzas, como un “Dios” que interviene, que puede anular las leyes naturales a voluntad, haciendo que sean menos importante que, digamos, la obediencia continua a los deseos de Dios, etc. Lamentablemente, todavía existe una gran vanidad humana en la cultura que asume, sin evidencia verificable, que los seres humanos estamos separados de todos los demás fenómenos. Así, el considerarnos conectados o incluso un producto de fuerzas naturales es degradar la vida humana. Al mismo tiempo, también hay una tendencia de lo que algunos llaman pensamiento “metamágico” (Sapolsky, 2004:1789) que podría considerarse una especie de trastorno de personalidad esquizotípico donde la fantasía y la ilusión moderada ayudan a reforzar las falsos presunciones de causalidad en el mundo, sin aprovechar el rigor del método científico . La ciencia requiere de pruebas y de la replicación de un resultado para que sea validado y, hoy en día, existen muchas creencias de personas aparentemente “normales” muy lejos de este requisito. Aparte de las religiones tradicionales, el concepto cultural de “nueva era”1 también es comúnmente asociado con este tipo de pensamiento supersticioso. Si bien es muy importante que nosotros como sociedad seamos conscientes de la incertidumbre de nuestras conclusiones, en general, y por lo tanto debemos mantener un estado creativo, de mente vulnerables a todas las postulaciones, la validación de esas postulaciones sólo puede venir a través de la consistencia medible, no una ilusión o la fascinación esotérica. Tales ideas y supuestos no validadas representan un marco de referencia que a menudo es asegurado por la “fe”, no la razón, y es difícil discutir el mérito de la fe con cualquier persona ya que las reglas de la fe por sí se niegan a la argumentación misma. Carl Sagan, notablemente definió a la fe como la “creencia sin evidencia”. Esto es parte del dilema en el que la sociedad humana existe hoy en día: ¿simplemente creemos lo que nos han enseñado tradicionalmente mediante nuestra cultura o cuestionamos y ponemos


a prueba esas creencias confrontándolas con la realidad física que nos rodea para ver si son ciertas? La ciencia está claramente interesada en esto último y no tiene nada de sagrada, siempre dispuesta a corregir las falsas conclusiones anteriores cuando surja nueva información. Para tomar un enfoque tan incierto, y sin embargo, extremadamente viable y productivo en la visión del día a día, se requiere una sensibilidad muy diferente – una que encarna la vulnerabilidad, no la certeza. En palabras del Prof. Frank Wolfs, del Departamento de Física y Astronomía de la Universidad de Rochester, “se dice a menudo en la ciencia que las teorías no pueden ser probadas, sólo desmentidas. Siempre existe la posibilidad de que una nueva observación o un experimento nuevo entren en conflicto con una teoría de larga data” (Wolfs, n.d.).

Emerger En el corazón del método científico está el escepticismo y la vulnerabilidad. La ciencia está interesada en la aproximación más cercana a la verdad que pueda encontrar, y si hay algo que la ciencia reconoce explícitamente, es que prácticamente todo lo que sabemos será revisado con el tiempo a medida que surja nueva información. De la misma manera, lo que podría parecer descabellado, imposible o incluso “supersticioso” tras su primera evaluación podría muy bien llegar a ser un concepto útil y viable en el futuro, una vez que se valide su integridad. Esto implica un emerger del pensamiento, o incluso un emerger de la “verdad”, si se quiere. Un examen superficial de la historia nos muestra una gama de comportamientos y las prácticas en constante cambio, basados en el conocimiento que se actualiza constantemente y este reconocimiento, que a su vez es una lección de humildad, es fundamental para el progreso humano.

Simbiosis Un segundo punto muy característico de la visión científica del mundo tiene que ver con la naturaleza simbiótica de las cosas, tal como las conocemos. En gran medida rechazada por muchos, este entendimiento tiene profundas revelaciones sobre la manera en que pensamos acerca de nuestro mundo, nuestras creencias, nuestra conducta y de nosotros mismos. El término “simbiótico” se usa típicamente en el contexto de relaciones de interdependencia biológica entre especies (Dictionary.com, 2014). Sin embargo, nuestro contexto de la palabra es más amplio, con respecto a la relación de interdependencia de todo. Si bien, las perspectivas intuitivas tempranas de los fenómenos naturales podrían haber considerado, por ejemplo, a un “árbol” como una entidad independiente, auto-contenida en una ilusa separación, la verdad es que la vida de un árbol es totalmente dependiente de fuerzas de entrada aparentemente “externas” para su propia culminación y existencia.2 El agua, la luz solar, los nutrientes y la interacción de otros atributos “externos” necesarios para facilitar el desarrollo de un árbol son un ejemplo de una relación simbiótica o sinérgica. Sin embargo, el alcance de esta simbiosis se ha vuelto mucho más revelador de lo que hemos conocido en el pasado


y parece que mientras más aprendemos acerca de la dinámica de nuestro universo, más inmutable es su interdependencia. El concepto que mejor expresa esta noción es el de sistema.3 El término “árbol” es realmente una referencia a un sistema percibido. La raíz, tronco, ramas, hojas y otros atributos similares de este árbol podrían denominarse “subsistemas”. Sin embargo, el árbol en sí es también un sub-sistema, se podría decir, de un bosque, que en sí es un subsistema de otros fenómenos más grandes abarcativos, como un ecosistema. Estas distinciones pueden parecer triviales para muchos, pero el hecho es que un gran fracaso en la conciencia humana ha sido la de no respetar plenamente el alcance del sistema Tierra y cómo cada subsistema juega un papel relevante. El término “sistemas categóricos”4 podría utilizarse aquí para describir todos los sistemas, pequeños o grandes en apariencia, debido a que tales distinciones lingüísticas son en última instancia, arbitrarias. Estos sistemas percibidos y las palabras que se usan para hacer referencia a ellos simplemente son conveniencias humanas para la comunicación. El hecho es que parece haber sólo un sistema posible, organizado por la ley natural, que puede ser legítimamente referenciado ya que todos los sistemas que percibimos y categorizamos hoy sólo pueden ser subsistemas. Nosotros simplemente no podemos encontrar un sistema verdaderamente cerrado en cualquier lugar. Incluso el sistema Tierra, que intuitivamente parece autónomo, con nuestro planeta flotando sobre el vacío del espacio, es totalmente dependiente de el sol, la luna y probablemente muchos otros muchos factores, simbiótico-sinérgicos que todavía tenemos que entender incluso por sus características definitorias. En otras palabras, si tenemos en cuenta las interacciones que vinculan estos sistemas categóricas percibidos, nos encontramos con una conexión de todo y, a nivel social, la comprensión de esta interacción de sistemas es probablemente la base de la perspectiva más viable para una verdadera sostenibilidad humana, como veremos en la sección III. El ser humano, como un árbol o la Tierra, parece intuitivamente autónomo. Sin embargo, en ausencia de oxígeno para respirar, uno no sobrevivirá. Esto significa que el sistema humano requiere la interacción con un sistema atmosférico y por lo tanto un sistema de producción de oxígeno y puesto que el proceso de fotosíntesis es el responsable de la mayoría del oxígeno atmosférico que respiramos, es ventajoso para nosotros ser conscientes de aquello que afecta a este sistema en particular, y trabajar para armonizar nuestras prácticas sociales con ello. Cuando somos testigos de, por ejemplo, la contaminación de los océanos o la rápida deforestación de la Tierra, a menudo nos olvidamos de lo importante que este tipo de fenómenos son en realidad para la integridad del sistema humano. De hecho, hay tantos ejemplos de las perturbaciones ambientales perpetradas por nuestra especie hoy en día debido a una conciencia truncada de esta causa y efecto simbiótico que une todos los sistemas categóricos conocidos, que podríamos dedicar volúmenes enteros solo a estas crisis. En cualquier caso, la falta de reconocimiento de esta conexión es un problema fundamental y una vez que este principio de sistemas interactuantes se entiende completamente, muchas de nuestras prácticas más comunes hoy en día probablemente aparecerán extremadamente ignorantes y peligrosas en una retrospección futura.


Creencias sostenibles Esto nos lleva al nivel del pensamiento y la comprensión. Como se ha señalado antes, el sistema de lenguaje que usamos aísla y organiza los elementos de nuestro mundo para una comprensión general. El lenguaje en sí es un sistema basado en distinciones categóricas, que asociamos a nuestra realidad percibida. Sin embargo, sin importar cuán necesario sea este medio de identificación y organización para la mente humana, también implica una falsa división. Teniendo en cuenta ese fundamento, es fácil especular sobre cómo hemos crecido tan acostumbrados a pensar y actuar de maneras inherentemente divisivas y porqué la historia de la sociedad humana ha sido una historia de desequilibrio y conflicto.5 Es en este nivel que los sistemas físicos que hemos discutido empiezan a ser relevantes para los sistemas de creencias y de pensamiento.6 Si bien el concepto de “sostenibilidad” podría ser típicamente asociado con los procesos técnicos, eco-teoría y la ingeniería de hoy en día, a menudo olvidamos que nuestros valores y creencias preceden a todas las aplicaciones técnicas. Por lo tanto, necesitamos de nuestra orientación cultural para ser sostenibles, y esa conciencia sólo puede venir de un reconocimiento válido de las leyes de la naturaleza a la que estamos sometidos. ¿Podemos medir la integridad de un sistema de creencias? Sí. Podemos medirlo por lo bien que sus principios se alinean con la causalidad científica, en base a la retroalimentación resultante. Si tuviéramos que comparar los resultados de diferentes sistemas de creencias que buscan un fin común,7 qué tan bien esas perspectivas cumplen este fin se puede medir y, por tanto, estos sistemas puede entonces ser calificados y jerarquizados el uno contra el otro en cuanto a su mérito o la falta del mismo. Como será explorado en detalle más adelante en este trabajo, la comparación del sistema central creencia aquí es entre la economía de mercado y la mencionada economía basada en recursos y leyes naturales. En el núcleo de estos sistemas está esencialmente una creencia contradictoria sobre la causalidad y la posibilidad y el lector tiene el reto de hacer juicios objetivos sobre lo bien que cada perspectiva puede lograr ciertas metas humanas finales comunes. Habiendo señalado eso y en el contexto de este ensayo (específicamente los puntos de simbiosis y emerger), se podría generalizar que (a) cualquier sistema de creencias que no tiene incorporado en él la previsión para que ese sistema de creencias sea alterado en su totalidad o incluso tornarse completamente obsoleto debido a nueva información, es un sistema de creencias insostenible; y que (b) cualquier sistema de creencias que es compatible con el aislamiento y la división, el apoyo a la integridad de un segmento o grupo sobre otro es también un sistema de creencias insostenible. Sociológicamente, tener una visión científica del mundo significa estar dispuesto y en capacidad de adaptarse como individuo y como civilización cuando nuevos entendimientos y enfoques que pueden resolver mejor los problemas y generar más prosperidad emergen. Esta visión del mundo probablemente marca el mayor cambio en la comprensión humana de la historia. Todas las comodidades modernas que damos por sentado son el resultado de este método, ya sea que lo reconozcamos o no, ya que la


lógica mecanicista inherente, autogeneradora parece ser universalmente aplicable a todos los fenómenos conocidos. Mientras que muchos en el mundo todavía atribuyen causalidad a dioses, demonios, espíritus y otros puntos de vista no medibles basados en la fe, un nuevo período de la razón parece estar en el horizonte en el que el conocimiento científico emergente de nosotros mismos y de nuestro hábitat está desafiando los marcos tradicionales establecidos que hemos heredado de nuestros antepasados menos informados. Ya no es la orientación técnica8 de la ciencia degradada a meros gadgets y herramientas. El verdadero mensaje de esta visión del mundo es acerca de la filosofía misma por la que necesitamos orientar nuestra vida, valores e instituciones sociales. Como se argumentará en otros ensayos, el sistema social, su premisa económica, junto con su estructura jurídica y política, se ha vinculado a una condición de fe en la forma que ahora se perpetúa. Se argumenta que el mercado y el sistema monetario de la economía, por ejemplo, están basados en poco más que un conjunto de suposiciones ya obsoletas, cada vez más ineficientes, no diferentes de las suposiciones falsas de que la Tierra es redonda, que los demonios causan enfermedades, o que las constelaciones en el cielo son fijas, estáticas, bidimensionales, similares a tapices. Hay enormes paralelismos que se pueden encontrar con la fe religiosa tradicional y las instituciones culturales establecidas que hoy asumimos como válidas y normales. Así como la iglesia en la Edad Media mantuvo el poder absoluto en Europa, promoviendo lealtades y rituales que la mayoría encontraría absurdo o incluso lo consideraría una locura hoy en día, asimismo las generaciones venideras examinarán a las prácticas establecidas de nuestros tiempos y pensarán exactamente lo mismo.

Bibliografía Polanyi, M. (2012). Personal knowledge: Towards a post-critical philosophy. University of Chicago Press. Einstein, A. (1940, November). Science and religion. Conference on Science, Philosophy and Religion Their Relation to The Democratic Way of Life. Sapolsky, R. M. (2004). The frontal cortex and the criminal justice system. Philos Trans R Soc Lond B Biol Sci, 359(1451), 1787-1796. Obtenido de: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1693445/pdf/15590619.pdf Stevenson, A., & Waite, M. (Eds.). (2011). Concise Oxford English Dictionary: Book & CD-ROM Set. Oxford University Press. Wolfs, F. (n.d.). APPENDIX E: Introduction to the Scientific Method. Obtenido de: http://teacher.nsrl.rochester.edu/phy_labs/appendixe/appendixe.html symbiotic. (n.d.). Dictionary.com Texto completo. Obtenido el 9 de noviembre de 2014, del sitio web de Dictionary.com: http://dictionary.reference.com/browse/symbiotic



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