Catalogo Centroamerica

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR INSTITUTO PEDAGÓGICO “LUIS BELTRÁN PRIETO FIGUEROA” DEPARTAMENTO DE CASTELLANO Y LITERATURA BARQUISIMETO

Literatura escrita por mujeres: Centroamérica

Profesora Carmen Mayela Évora Realizado por: Evelyn García C.I. V- 14815045

Abril 2018.



ESCRITORAS CENTROAMERICA


Presentación El siguiente catalogo pretende ser una fuente de motivación y acercamiento para la literatura centroamericana, que desde hace unas décadas, se ha convertido en uno de los focos de atención de la crítica especializada en el contexto del hispanismo, pero sobretodo, por la proliferación de voces femeninas que se han abierto un espacio en el contexto literario internacional. Y son precisamente las voces femeninas centroamericanas las que a continuación tomaran el protagonismo en las siguientes páginas. Es interesante evidenciar como la mujer ha pasado de ser mero objeto a sujeto del discurso abriéndose caminos muchas veces pedregosos para ser vistas y leídas no solo dentro de las fronteras de sus países sino fuera. Es importante apreciar que esta creación literaria femenina ha tenido que ver precisamente con el proceso de empoderamiento de las mujeres de distintas etnias y grupos sociales a lo largo y ancho de la esfera terrestre, es decir, no es un acontecimiento aislado este, que las mujeres escriban, sino que es preciso verlo dentro de los cambios epocales y culturales en los que la mujer no solo ha participado sino que en medio de contextos profundamente machistas, se han abierto paso como protagonistas y constructoras de una nueva historia. Particularmente, las mujeres de Centroamérica, no son ajenas a las huellas que la historia va dejando en la experiencia humana; vestigios que son plasmados en la poesía, en la prosa y la narrativa que ha surgido en estas tierras. Ellas son portavoces de un contexto geopolítico unificado por


el dramatismo de las guerras civiles, las dictaduras implacables y otros hechos de índole socioeconómica que hacen inevitable en una escritora su impronta testimonial. Ellas, ponen en sus letras la vida y en su vida la significación de lo que escriben como testigo de acontecimientos transformantes que marcan ritmos históricos que desencadenan en libertades y oportunidades para nuevas generaciones. Estas mujeres, que desde finales del siglo XX, han apostado por romper el silencio han logrado ocupar espacios importantes en la producción escrita de sus países: Honduras, Costa Rica, El Salvador y Guatemala; permitiéndose nuevas formas que rompen definitivamente con años de tradición androcéntrica por la acogida que han tenido dentro de todos los públicos. Estas mujeres apuestan por textualidades transgresoras que buscan lectores activos, capaces de involucrarse con unos escritos que no se complacen en el hecho de la publicación, más bien buscan espacios de reconocimiento y de eco en sus lectores de manera que el sentir de libertad y democracia que palpita en sus numerosos escritos, terminen por convencer nuevas conciencias de los retos y acciones sociales que pueden hacerse a favor de quienes son doblegados por la tiranía del dinero, del poder, de la imposición de la fuerza y de la opresión de los derechos primordiales de los ciudadanos. Experiencia bastante notable en la poesía escrita por las mujeres centroamericanas, que expresan en sus líneas magníficamente dibujadas los horrores de esa época sangrienta y el ánimo que brindaban por medio de ellas a quienes se sentían principalmente golpeados por la situación: “Sin la poesía y el canto, nuestra gesta de Liberación no hubiera


encendido, en la forma heroica que lo hizo, la mística y el fervor popular”; así mismo la narrativa y el ensayo, han sido espacio de expresión del sentir de las mujeres que escriben que se corresponde con los latidos del deseo de quienes las leen, generando identificación y en el mejor de los casos, nuevas miradas, voces y acciones. Es importante destacar los espacios que se han ido ganando estas escritoras dentro de esta esfera netamente marcada por la actuación masculina. Desde el 2013, se celebra en Nicaragua, el Festival literario Centroamérica con la participación desde su fundación de destacadas escritoras; así mismo en Honduras funciona la Asociación Nacional de Escritoras Hondureñas (ANDEH) con un amplio recorrido en la región y en el resalte de la literatura escrita por mujeres en este país. De igual manera numerosas publicaciones, revistas, prensa han dado relieve a la participación femenina en la construcción de la cultura y de la política en muchos de los casos. Es urgente seguir con una reflexión seria que legitime la participación de la mujer en la literatura puesto que aún se aprecian vestigios de exclusión, invisibilización y marginación de alguna manera porque se mezcla con movimientos feministas que rayan en la banalidad.


En Honduras por su contexto sociopolítico y económico, se hace difícil publicar por lo tanto hay pocos novelistas. Dentro de la historia del país, es importante destacar que fue durante el gobierno de Julio Lozano Díaz que

se

aprobó

el

decreto

presidencial que otorgó a las mujeres hondureñas el goce de sus beneficios políticos en 1955. Es imposible pretender dar una mirada a la labor literaria de la mujer sin conocer los hitos que tejen la experiencia de lo femenino en la historia, en los movimientos y las acciones concretas que ellas, las mujeres realizan y han realizado en el mundo. Entre estas mujeres se destaca Anarella Vélez, que ha luchado por la dignificación de las mujeres y sus roles en la sociedad. Y como ella muchas otras que están vinculadas con esta lucha que no detiene su marcha hasta que la mujer recobre lo que un día le fue arrebatado o que en otros casos ella misma concedió. En la historia de la literatura hondureña de la más reciente década, se ha afianzado la voz de las mujeres en el escenario de las letras con la obra de un valioso grupo de narradoras.


Escritoras Hondureñas Lucila Gamero de Medina (1873-1964) “Blanca Olmedo” Francisca Navas (1883-1971) “Barro” Clementina Suarez (1902-1991) “Poesía completa” Argentina Díaz Lozano (1912-1999) “Ha llegado una mujer” Leticia de Oyuela (1935-2008) “Historia mínima de Tegucigalpa” Anarella Vélez Osejo (1956) “Todas las voces” María Eugenia Ramos (1959) “Una cierta nostalgia” Amanda Lizet Castro (1962-2010) “Quizás la sangre” Waldina Mejía (1963) “El amor y sus iras” Jessica Mariela Sánchez (1974) “Sihuatán” Antología poética Lety Elvir: “Luna que no cesa” (1998) Helen Umaña: “Península del viento” (2000)

Escritoras destacadas Anarella Vélez Osejo (1956) Es historiadora, ensayista, docente universitaria y promotora cultural. Publicó su poemario “Todas las voces” en 2013. Compiladora de Sihuatán, selección de cuentistas hondureñas, 2014 y de la Antología de narradoras hondureñas, 2016 y el libro de poesía Iluminadas, 2016. Ha sido miembro fundadora del Instituto de la Ciencias del Hombre Rafael Heliodoro Valle; Miembro de la ANDEH, asociación que la mereció el


premio Cuatro Voces en 2011. Su poesía se encuentra traducida al inglés. Participó en el Festival Internacional de Poesía en Tierra Náhuat Pipil.

“Todas las voces” es una obra que propone liberar una energía nutrida por la dignidad y la sororidad. En ella, la autora recurre a la palabra exacta más que a la palabra licita para dar respuesta al patriotismo mal practicado y propone ejercer el matriotismo, distanciándose así del lenguaje como mera convención. En esta obra escribe de aquello de lo que no se puede hablar: el golpe, de la sexualidad femenina del modo en que se asume el hogar. Palabras de la autora: “mis poemas apuntan a compartir ética y estética y a romper con los estigmas que hacen ver a las mujeres locas, marcianas, incomprensibles, en putas, madres o esposas”. Memoria

Imágenes corren por mi mente / como gotas en un día de aguacero / con prisa / del vacío al tormento / a la violencia de la mañana que irrumpe en el tiempo / vivo estos días desesperados / en que la historia se reescribe en nuestras calles / y siento / que aquí brilla una luz nueva / caminantes / resistentes / transfiguran la ciudad / los muros susurran su existencia / no toleran el olvido.

Lety Elvir (1966) Es poeta, narradora, ensayista y licenciada en Letras por la UNAH, con un diplomado en Lengua y Literatura española, en Madrid. Fue cofundadora del Taller Literario “Casa Tomada” en 1993 de la


Asociación Nacional de Escritoras Honduras. Desde 1996 es profesora del Departamento de Letras de la UNAH. Fue galardonada con el Primer lugar del Premio Embajada de Chile, en 1996; obtuvo el primer Premio Internacional 1997 de la VIII Bienal Internacional “Fredo Arias de la Canal” de poesía. Entre sus obras publicadas se encuentran Poemarios: Luna que no cesa, 1998; Mujer entre perro y lobo, 2001. Recibe en el 2002, el primer lugar en el Certamen Internacional de Cuentos de la Universidad de Costa Rica. En su quehacer literario se encuentra narrativa: Sublimes y perversos, cuentos. Es compiladora de la Antología de poesía resistente escrita por mujeres (2009-2013) Honduras: golpe y pluma. También tiene dos poemarios inéditos: Bajo sospecha y Debajo de un manzano te desnudé. Poemas suyos han sido publicados en periódicos y revistas literarias de varios países y otros han sido antologados. También ha hecho un breve análisis de las siguientes poetistas centroamericanas Juana Pavon (Honduras 1945), Yadira Eguiguren (Honduras 1971), entre otras. Los poemas de Lety Elvir, descubren a una escritora comprometida con su realidad social, abierta al debate de los asuntos públicos o privados que afectan la vida de los individuos. Su literatura está basada en la realidad, utilizando un lenguaje cercano al natural y se arriesga a escribir una poesía erótica en un país que aún tiene mucho tabú. Las cuatro secciones del libro, las que corresponden a las fases de la luna, forman un diatessaron que plantea las realidades de Honduras.

Luna que no cesa (1998), estos poemas dan cuenta de una identidad femenina que pugna por abrirse paso en su camino, aunque para


ello tenga que enfrentarse a estereotipos tradicionales aprendidos. Así, en el poema Caperucita, el yo lirico se afirma en una identidad femenina que se realiza a través de la entrega amorosa. Es una fábula deliciosa de la codificación del deseo. Aquí hay una esquizofrénica crítica que representa una ruptura de la cadena de significantes.

La abuela / ya me había alertado / sobre lobos y otros riesgos. Entraba al bosque / con muchas flores y prudencia, / siempre salía ilesa. Pero un día / cuando más dudaba de su existencia, / encontré uno / de ojos suaves y cansados/ sin un pelo de lobo / se echó en mi regazo… Cuando desperté / había devorado / hasta mis esquemas.


El siglo XX fue un siglo particular en Costa Rica en muchos sentidos. Según el historiador Víctor Hugo Acuña (1999),

la

sociedad

costarricense

sufrió

una

diversificación

y

una

complejidad principalmente en temas relacionados con trabajo, productividad y economía, lo que produjo una creciente modernización. Asimismo, ámbitos como el social y el cultural tuvieron cambios significativos o lo que el autor llama “democratización y masificación en todos los aspectos” (párr. 9), resaltando además la emancipación de la mujer como el cambio sociocultural más revelador de este período en contraste con otras luchas y revoluciones que no lograron ver la luz, aunque es claro que este proceso de reivindicación de las mujeres aún no termina. En la primera mitad del siglo XX, se da una crisis del régimen oligárquico liberal que inevitablemente influenció a la literatura originada en ese momento, produciendo otras formas discursivas antes no utilizadas, como estilos grotescos, humor ácido, la parodia y la sátira. Esta crisis y la intervención de otros países en los asuntos internos da lugar al nacimiento de un grupo importante de intelectuales que dedicaron parte de su tiempo a actividades políticas y educativas en pro de la clase trabajadora y desde


un sentimiento fuertemente antiimperialista “La literatura costarricense que se escribe a partir de 1900”. Para 1920 y 1930, los textos publicados de Carmen Lyra evidenciaron una transición de cierta estética -más sentimental y modernista- a otra mucho más próxima a un realismo social que aprecia a la literatura como un vehículo de denuncia y toma de conciencia. Según Prada, el que las mujeres aparecieran tardíamente en el campo de las letras costarricenses, entre otros tantos sectores, y su presencia fuera poco más o menos nula durante cierto tiempo de inicios del siglo XX y antes, se debió principalmente a que ellas sufrieron la reclusión clásica en el llamado espacio privado o doméstico: la casa, el hogar, la cocina. Las mujeres costarricenses han tenido un rol importante en la vida política, social, cultural y económica del país desde hace mucho tiempo, pero, como suele suceder dentro de un sistema que responde a un patriarcado arraigado de siglos, sus aportes en ese sentido se han invisibilizado, aunque en 1923, se crea la Liga Feminista Costarricense. Estas mujeres tuvieron que hacerle frente a una sociedad fuertemente conservadora, tradicional y patriarcal que aún se estaba forjando y con la influencia directa de valores cristianos poderosos y discursos sexistas. En nuestros días, hay un resurgimiento de la novela a partir de los años 80 debido a la transición política que vive el país y toda Centroamérica; la adopción del modelo liberal, el TLC… (Cortes, 2005) entre otros aspectos, ha permitido que las mujeres puedan mantenerse en este espacio dentro del país.


Escritoras Costarricenses Carmen Lyra (1887-1949) seudónimo “Cuentos de mi tía Panchita” Yolanda Oreamuno (1916-1956) Eurice Odio (1919-1974) “Transito de fuego” Carmen Naranjo (1928-2012) “Mi guerrilla” (1997) Virginia Grutter (1929-2000) “Canto a mi tiempo: memorias” Tatiana Lobo (1939) “Asalto al paraíso” Julieta Dobles (1943) “El reloj de siempre” Arabella Salaverry (1946) “Breviario del deseo esquivo” Anacristina Rossi (1952) “La romana indómita” Catalina Murillo “Tiembla memoria” Ana Istarú (1960) seudónimo “Madre nuestra que estas en la tierra”

Escritoras destacadas Carmen Lyra (1887-1949) Es el seudónimo de María Isabel Carvajal Quesada fue escritora, pedagoga y política costarricense. Es considerada una de las escritoras más entrañables y significativas de su país natal. Se le ha señalado como fundadora de la narrativa de tendencia realista en Costa Rica. Su obra más conocida es Cuentos de mi tía Panchita, una serie de cuentos infantiles publicados en 1920, una de las obras literarias más importantes de la


literatura nacional. Además, escribió obras de teatro, ensayos políticos y novelas En una silla de ruedas y Las fantasías de Juan Silvestre. Fundó y dirigió la Escuela Normal Montessoriana, desde la cual introdujo nuevas metodologías educativas y el cual fue el primer centro de educación preescolar del país. Creó los primeros comedores escolares del país, sentó las bases de la bibliotecología para la niñez y escribió los primeros textos de carácter social de la historia de la nación. Fue luchadora cívica y líder comunista en diversas actividades de carácter social y político durante importantes eventos históricos y políticos del país, siempre identificada y en solidaridad con las necesidades del pueblo. Su carrera docente se ve interrumpida por su carrera política, que después de la guerra civil, es obligada por la Junta de Gobierno a salir del país en 1948, a México, donde muere un año más tarde. Por toda su obra y contribución a Costa Rica, fue declarada Benemérita de la Cultura Nacional en 1976 y Benemérita de la Patria en 2016. En palabras de Luisa González y Carlos Luis Sáenz, “Carmen Lyra vivió para el pueblo: como ciudadana, como maestra, como escritora.” (1977, p. 43). Inevitablemente, su obra fue influenciada por sus propias acentuaciones ideológicas, desde su paso por el cristianismo hasta el anarquismo, recorriendo también el antiimperialismo, el socialismo científico y la simpatía por las clases obreras. Su obra más grande es el libro de cuentos infantiles “Cuentos de mi tía Panchita”. Estos cuentos son una especie de antología de folclore universal con modelos mundiales inmersos en un contexto sociocultural, geográfico y lingüístico costarricense (reyes, princesas, brujas, acciones), además de elementos propios del catolicismo (la Virgen, el Niño, Tatica


Dios). A su vez, se introducen otros relatos con personajes vinculados con la tradición indígena latinoamericana que pueden apreciarse en los cuentos de animales. (Rojas & Ovares, 1995). La obra que interesa acá se divide en dos secciones: una primera que habla de cuentos de hadas y la otra que contiene los cuentos de tío Conejo o cuentos de animales. Uno de estos cuentos es “El tonto de las adivinanzas”

La princesa se horrorizó al imaginar que tuviera que casarse con aquel tonto, y por un si acaso, le propuso que si se salía con la suya, se comprometiera a calzarse (porque era descalzo) y vestirse como los señores y, que si no, no habría nada de lo dicho. (p. 18) Cuando lo vieron fue sacándose la leva y arrancándose el cuello y la corbata y tirando todo por la ventana. Los zapatos de charol fueron a dar a un tejado. […] La princesa que estaba escondida detrás de una cortina, ya no podía de tanto reír. (p. 21)

Julieta Dobles (1943) Es

una

poetisa,

escritora

y

educadora

costarricense, cinco veces ganadora del Premio Nacional Aquileo J. Echevarría, en poesía; y del Premio Nacional de Cultura Magón 2013. Premio Editorial Costa Rica (1975) y Primer Accésit del Premio Adonais Madrid (1981). Cursó estudios de Filología y lingüística en la Universidad de Costa Rica; donde ya había culminado un profesorado en Ciencias Biológicas.


Además posee una maestría en Filología Hispánica, con especialidad en Literatura Hispanoamericana. Ha coordinado varios talleres literarios. Es miembro de número de la Academia Costarricense de la Lengua, correspondiente de la española. En 1977, junto con otros poetas, publicó el Manifiesto trascendentalista. Ha publicado más de 13 poemarios. Obras notables Reloj de siempre (1965) Costa Rica poema a poema (1997) Cartas a Camila (2007). Dobles Izaguirre, considera que una de las funciones de la poesía es hacer mejores personas y más profundos seres humanos a sus lectores. Apuesta por el amor y la belleza, como una de las mejores formas de enfrentar el terrible reto de sabernos mortales y de solidarizarnos con el dolor del mundo. Publicó en 2014, Espejos de la memoria; formado por sus seis primero poemarios. El primero Reloj de siempre, es un libro realizado con la colaboración del Círculo de poetas a mano. El segundo libro escrito en España, Horas de Lejanía. Precisamente recuerda los espacios de nostalgia del país que la vio crecer. El quinto libro se llama, Los delitos de Pandora, 1987. Dedicado a la mujer, a sus luchas, a la reivindicación de su figura en la sociedad, a su realización en los distintos roles que vive. De este último entresaco el poema “Conversación de claustro a media voz” en honor a Sor Juana Inés de la Cruz.

Entonces, ¿lo recuerdas? / no había una mano de mujer / que regresara intacta / de su excursión hacia la luz / mano culpable, mano pecadora, / mano como la tuya, / firmando con su sangre / el silencio precoz / la renuncia a los dones / tendidos por otra mano cristalina / sobre tu nacimiento.


En el siglo XX, ha habido una evolución

en

la

literatura

guatemalteca. Esta es la actividad que más representantes ha tenido en el mundo cultural de este país; siempre hubo poetas, novelistas, ensayistas,

cuentistas

y

dramaturgos, aunque algunas de sus obras gestadas en la dictadura fueron publicadas posteriormente. Con la Revolución de Octubre y los gobiernos que surgieron marcaron un cambio en todos los ámbitos tanto en el campo político como cultural. Se puede identificar, entonces, un antes y un después de los acuerdos de paz que se han firmado en ese país. Se había parado la escritura durante los 80s. Aunque no hubo una guerra abierta entre gobierno y guerrilla, si existió la autocensura. Las escritoras ofrecen alusiones muy evidentes de la realidad de Guatemala en sus producciones. Temas como las injusticias cometidas durante la guerra sucia, las instituciones ausentes que no responden a la atención de la infancia, casos de asesinatos encubiertos, la corrupción de las instituciones judiciales, los fraudes electorales y de los partidos políticos. No hay espacio social, político que no sea tocado por estas escritoras de vanguardia que hacen de la poesía y la narrativa canales para la verdad y la voz de quienes son silenciados o no tenidos en cuenta. La mujer ha de borrarse la concepción que el hombre tiene de ella y “experimentar su potencia con el mundo”. Solo así “podrá finalmente


lograr una verdadera conexión con el otro masculino, infectando la sociedad patriarcal de un nuevo color, forma y perfume”. (Carrera, 2009). De manera que en esta nueva conexión tendrá nuevas cosas que decir y nuevas experiencias que contar, y un lugar siempre renovado en las sociedades que no hacen separación de las historia o categorizaciones entre lo masculino y femenino, más que para hablar de sus propias construcciones y de sus proyecciones temerosas de lo que es capaz de hacer.

Escritoras Guatemaltecas Vicenta Laparra Reyes de la Cerda (1831-1905) “15 de septiembre” Romelia Alarcón Folgar (1900-1971) “Poemas de la vida sencillo” Elisa Hall de Asturias (1900-1982) “Semilla de mostaza” Angelina Acuña (1904-2006) “Elogio del soneto” Alaíde Foppa (1914-1980) “Las palabras y el tiempo” Luz Méndez de la Vega (1919-2012) “Frágil como el amor” Margarita Carrera (1929-2018) “En la mirilla del jaguar” Ana María Rodas (1937) “Poemas de la izquierda erótica” María del Carmen Escobar (1934-2014) “Mi fiel amigo” Atala Valenzuela (1935) “En el otoño, los cielos y las mieses” María del Rosario Molina (1939) “Horrores idiomáticos” Delia Quiñonez (1946) “Barro pleno” Carol Zardetto (1959) “Con pasión absoluta” “La ciudad de los minotauros”.


Carolina Escobar Sarti (1960) “La penúltima luz” “Palabras sonámbulas” “Rasgar el silencio” Anabella Acevedo Leal (1962) “Jaguar en llamas” Lucia Escobar (1975) “Mujeres que cuentan” Antología Andrea Ixchiú (1987)

Escritoras destacadas Margarita Carrera (1929-2018) Premio Nacional de Literatura “Miguel Ángel Asturias” de 1996. Fue una escritora que a lo largo de su carrera desarrollo diversos géneros entre ellos la poesía y el ensayo. También incursionó en el periodismo. Publico dos novelas, trece libros de ensayo y once de poesía. Sus novelas: Sumario del Recuerdo. Memorias (autobiográfica). Algunas de sus poesías: poemas pequeños, poemas de sangre y alma, letanías malditas, sumario del olvido. Entre sus ensayos figuran: Temática y romanticismo en la obra de Juan Diéguez, Literatura y psicoanálisis. Entre las distinciones que recibió además del Premio Nacional de literatura, Diploma conferido por la Real Academia Española (1970), Orden Vicenta Laparra de Cerda (1988), Premio UNICEF a la comunicación (2000), entre otros. En junio se le dedicara la Feria Internacional del Libro. Fue la primera mujer graduada en Letras en la Universidad de San Carlos de Guatemala, en 1957, y la primera mujer que hizo su ingreso a la


Academia Guatemalteca de la Lengua, correspondiente de la española, en 1967. Como periodista laboró en los diarios El imparcial, La hora, Diario Centro América; fue columnista en el diario Prensa Libre desde 1993. Su obra la mirilla del jaguar: biografía novelada de Monseñor Gerardi (2002), ha sido un Best seller; por tal libro mereció la “Orden Monseñor Girardi Conedera” en 2004. En mayo de 2008 se publicó en Madrid su poemario Irancundiae Dea. Fallece el 31 de marzo de 2018. “La mirilla del jaguar: biografía novelada de Monseñor Gerardi”, trata sobre la vida y muerte de Monseñor Juan Gerardi. Prelado que tres días antes de su asesinato en 1998, había publicado un extenso informe titulado: Guatemala nunca más, en donde recopiló las peores atrocidades cometidas durante los años de represión que vivió ese país entre 1960 y 1996. En esta obra, Margarita Carrera, constituye una excepcional lección universal de humanidad que invoca a la historia para hacerla catedra de porvenir, y recorre caminos olvidados para romper el silencio impuesto por el terror, la miseria y la infamia.

Carolina Escobar Sarti (1960) Es una poetisa, escritora, columnista de prensa, catedrática universitaria e investigadora social. Actualmente es directora nacional de la Asociación Alianza Guatemala, entidad que trabaja con niñas y adolescentes en riesgo social, víctimas de violencia sexual y trata de personas.


Se graduó licenciada en Letras en la Universidad del Valle y obtuvo una maestría en Literatura hispanoamericana en la Universidad Rafael Landívar. Ha publicado más de cinco libros y ha sido invitada a leer sus versos a más de una docena de países de América y Europa. En Guatemala se hizo acreedora de varios galardones entregados por grupos literarios o instituciones del país como la Hemeroteca Nacional de Guatemala, la Embajada de México y la Secretaria Presidencial de la mujer, entre otras. La feria municipal del libro 2007 llevo su nombre y en el año 2011 fue nombrada Embajadora de la paz de Guatemala por el gobierno de su país. En 2014, recibió la Orden Vicenta Laparra de Cerda, otorgada a escritoras de reconocida trayectoria en la vida nacional. La última publicación de Carolina es un libro titulado “Nada pesa” (2016) Patria mi cuerpo: historia de una mujer desnuda. Estos poemas son un elogio infinito de la desnudez. La palabra verdad se usa para mentir, para esconder hechos reales y beneficiar a los poderosos, así mismo la palabra cuerpo, porque existen formas de figurarlo y desfigurarlo. En esta obra se confirma la valentía absoluta de una mujer que se desnuda para acusar sin más armas que su verbo, todo aquello que envilece la vida de nuestros pueblos. Fragmento del poema “Cuerpo insomne”

Ojos de garo en puntillas / sobre la angustia / y la incertidumbre / ¿A quién le hablo? / te llamo padre muerto / para que veles por tus nietos / ¿Ves el cuerpo que está a mi lado? / cuídame también a mí misma / mira que solo se amar de esta manera / y en la oscuridad veo / claramente quien soy.


En términos generales, El Salvador no es un país de gran tradición literaria, así que las

obras

publicadas

son

bastante limitadas por diversos factores; y en el caso de las mujeres, se suman elementos de la cultura patriarcal, ya que se resta importancia o se desvalora

el

trabajo

y

contribución literaria de las mujeres, que han tenido protagonismo en los ámbitos políticos y sociales del país, a lo largo de estos dos últimos siglos. En el país, existe poco aprecio a este arte puesto que el presupuesto que ofrece para la publicación de las obras de los escritores es muy poco e insuficiente. En 2005, se realiza el Acuerdo Ministerial del Ramo de Educación, que declara Bienes Culturales, la obra de 88 escritores, “con el objetivo de dar protección a sus obras, rescatarlas, resguardarlas y conservar su riqueza cultural” pero en esta lista solo aparecen 19 autoras. Esto da una visión de la sesgada visión nacional que se tiene sobre la producción literaria especialmente la realizada por mujeres. La crítica es que esta lista de 19 autoras, excluye toda la producción literaria que se da en El Salvador desde la pluma de las mujeres que para Susana Reyes, son alrededor de 133 escritoras, desde mediados del siglo XIX y finales del siglo XX. La tendencia mayor de estas mujeres es a la


composición lírica, pero ya en el siglo XX nacen narradoras relevantes como Eva Alcaine de Palomo (1899). Reyes, destaca que esta inmensa lista de escritoras las hay ocasionales o dedicadas de oficio a la composición literaria, pero que sin embargo, las unas o las otras no han sido consideradas para incluirlas en las Antologías de cuentos o poesías en el país. Es importante resaltar lo dicho por Manuel Barba, en la introducción de su Antología del cuento salvadoreño “se ha dicho repetidas veces que El Salvador es un desierto intelectual en nada propicio para manifestaciones del espíritu”, esto hasta 1960. Y si era así para los escritores, cuanto más las escritoras han sufrido por esta situación. Las escritoras que se han destacado, y han sido incluidas en las Antologías publicadas en el país, resalta Reyes, son mujeres que han tenido eco más allá de las fronteras de El Salvador y han merecido el estudio de críticos y académicos nacionales e internacionales. Los temas usados por las autoras son concernientes exclusivamente a la experiencia de la mujer, como la virginidad, el aborto, el incesto; así mismo tocan temas como las diferencias sociales, raciales, históricos y políticos. Hablan de las características de las ciudades y de los pueblos, de las costumbres de la gente, de guerras, de las luchas de los pobres y de las mujeres por hacer oír su voz.

Escritoras Salvadoreñas Prudencia Ayala (1885-1936) “Fumaba mota”


Claudia Lars (1899-1974) “Tierra de infancia” Consuelo de Saint-Exupéry (1901-1979) Matilde Elena López (1919-2010) “Los sollozos oscuros” Claribel Alegría (1924-2018) “Soltando amarras” Irma Lanzas (1933) “Absoluto asombro. Poesía mística para el siglo XXI” Jacinta Escudos (1961) “Olor” Nora Méndez (1969) “De seudónimo Clara” Claudia Hernández (1975) “De fronteras” Elena Salamanca “Peces en la boca”

Escritoras destacadas Jacinta Escudos (1961) Nacida en San Salvador, es una escritora cuyo cuerpo central de trabajo incluye novelas, cuentos, poesía y crónicas. Escudos, ha viajado extensamente y ha vivido en varios países de Centroamérica y Europa. La pluralidad de estas fusiones culturales y geográficas se manifiesta en su producción literaria y pensamiento intelectual. Su novela, A-B-Sudario (2003), fue ganadora del Premio Centroamericano de Novela Mario Monteforte Toledo. Ganó también en 2002, una competencia nacional en El Salvador, los Decimos Juegos Florales de Ahuachapan, por su libro Crónicas para sentimentales.


Actualmente Escudos, es una Bloguera, su bitácora Jacintario; además escribe la columna “Gabinete Calligari” en la prensa dominical Séptimo Sentido. Algunas de sus obras “El asesino melancólico” (2015), “El diablo sabe mi nombre” (2008), “Felicidad doméstica y otras cosas aterradoras” (2002). Su obra A-B-Sudario, refleja la intención de Cayetana, su personaje principal, de escribir un libro. En cierta forma parece una autobiografía, es una ficción de su propia vida. Es un poco como transcender de la realidad cotidiana y tratar de componerla a partir de la imaginación.

Claudia Hernández (1975) Se dedica a la escritura de historias y a la enseñanza de la redacción. A finales de la década de los 90 publicó sus primeros relatos en suplementos culturales de periódicos. En 1998, su relato “Un demonio de segunda mano” obtuvo el Premio Juan Rulfo de Radio Francia Internacional categoría cuento. En 2004, recibió el Premio de la Fundación Anna Seghers (Alemania) otorga a autores que muestran en su obra el deseo de contribuir a la construcción de una sociedad más justa y más humana con base en la tolerancia y el apoyo mutuo. En 2007, formó parte de Bogotá 39, una selección de 39 escritores menores de 39 años convocados para destacar nuevas voces y tendencias literarias en Latinoamérica. En 2012, una revista de Estados Unidos


financió la traducción al inglés de sus libros de cuento publicados entre 2001 y 2007. Entre sus obras están “De fronteras” (2007), “Olvida uno” (2005), “La canción del mar” (2007), “Causas naturales” (2013), “Roza, tumba, quema” (2017). Fragmento del poema “Olor”

Vengo con olor de amor / en un lecho esquinado / en un cuarto oscuro / en una casa a la orilla del rio. / Vengo con olor de amor / de un hombre que pierde su sombra / de un hombre con cuerpo de barro / de un hombre con corazón de pájaro. / Vengo con olor de un hombre / que se llama Alejandro / y que tiene olor a mar.


En un periodo en que la mayoría de la población es analfabeta, nace en Nicaragua uno de los más grandes escritores de habla hispana: Rubén Darío, quien inicia el movimiento modernista. Es en el siglo XX, donde se da un importante

auge

en

la

literatura de este país, teniendo por temas la opresión de la dictadura y las luchas por la liberación a cargo del frente sandinista. Los grandes escritores de este siglo siguen siendo quienes forjaron la literatura de este país con la proyección de nuevas voces entre ellas la de Gioconda Belli. Es importante destacar que en las listas publicadas no existe la participación de las mujeres hasta la mitad del siglo pasado. En lo que se refiere a la poesía, Nicaragua es considerada como una de las “potencias poéticas” de América. Después de Darío, quien es el fundador de la literatura moderna nicaragüense, los representantes posteriores en este género, han demostrado registros de calidad y están muy bien valorados por la crítica internacional. Bien reza un refrán popular “Nicaragua es un país de poetas y quien no es poeta es hijo de poeta”. Dentro de esta novedad literaria de mediados del siglo XX, exactamente en 1960, se sitúa una importante presencia de mujeres de diversas generaciones que enriquecen la experiencia literaria de su país con sus creaciones cargadas de sentido y de altura poética. Durante esta década


la participación de la mujer nicaragüense se expresó en diversas actividades revolucionarias hasta el triunfo de la revolución sandinista en 1979, cuyos logros en el terreno del arte y la cultura se reflejaron en la fundación del Ministerio de Cultura, la cruzada nacional de alfabetización y los talleres de poesía. Después del fin del sueño revolucionario en 1980, se produjo un cambio significativo en los temas usados en la construcción de la poesía, novedad que sigue vigente en las nuevas voces que se hacen escuchar con los temas de ayer y hoy sin abandonar el estilo y la búsqueda d de la reivindicación de la mujer en la sociedad.

Escritoras Nicaragüense María Teresa Sánchez (1918-1994) “Huésped del olvido” Rosario Aguilar (1938) “La promesante” Vidaluz Meneses (1944-2016) “El autor y su obra: generación del 60” Michelle Najlis (1946) “Cantos de Ifigenia” Gioconda Belli (1948) “El pergamino de la seducción” Milagros Palma (1949) “La mujer es puro cuento” Daisy Zamora (1950) “En limpio se escribe la vida” Rosario Murillo Zambrana (1951) “Ángel in the deluge” Yolanda Blanco (1954) “De lo urbano y lo sagrado” Isolda Hurtado (1956) “Silencio de alas” María del Carmen Pérez Cuadra (1971) “Sin luz artificial” Martha Cecilia Ruiz (1972) “Familia de cuchillos”


Karly Gaitán Morales (1980) “A la conquista de un sueño: historia del cine en Nicaragua” Eunice Shade (1980) “Stories”

Escritoras destacadas Gioconda Belli (1954) Es una poeta, novelista y activista nicaragüense. Su obra literaria se caracteriza por su compromiso político y por recatar y ahondar en el universo femenino reivindicando el papel de las mujeres en la sociedad y en la construcción de la cultura. Hizo sus estudios primarios entre Managua y Madrid, finalmente se graduó como periodista y publicista en Filadelfia, Estados Unidos. Con su primer libro, “Sobre la grama”, en 1972, revoluciona la poesía centroamericana al abordar sin tapujos el cuerpo y la sexualidad femenina. Su activismo la llevó a militar en el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y a ocupar durante un tiempo (1979-1994) cargos de responsabilidad una vez los sandinistas derrocan a Somoza. Mientras duró la dictadura somocista, Belli fue exiliada a México y a Costa Rica. Su trayectoria literaria está atravesada por la dualidad entre la nación y el género sobre la que Belli, se autorepresenta en su obra autobiográfica El país bajo mi piel. Memorias de amor y guerra. “Dos cosas que yo no


decidí decidieron mi vida: el país donde nací y el sexo con que vine al mundo”. Su poesía considerada revolucionaria en su manera de abordar el cuerpo y la sensualidad femenina, causó gran revuelo. En 1972, su libro Sobre la grama, le valió el Premio Mariano Fiallos Gil de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. En 1978, obtuvo el prestigioso Premio Casa de las Américas en el género poesía por su libro Línea de fuego, poemas que escribió durante su exilio en México. Después de la victoria sandinista sobre el régimen, deja el cargo oficial que había ejercido hasta 1986, para dedicarse a escribir su primera novela. Fungió como directiva de la Unión de Escritores y fue una de las fundadoras del suplemento literario Ventana del diario Barricada. En 1987, publico El taller de las mariposas, un cuento para niños con el que obtuvo el Premio Luchs del Semanario alemán Die Zeit en 1992. En 1988, publicó su primera novela La mujer habitada, con la que logró el Premio de los Bibliotecarios, Editores y Libreros de Alemania a la Novela Política del año, en 1989. En este año también recibió el Premio Anna Seghers. En 1990, publico su segunda novela Sofía de los presagios y en 1996, Waslala. Y en 2001, su libro El país bajo mi piel, un testimonio, sus años en el sandinismo. Así mismo en 2005, gana el Premio Pluma de Plata por su novela El pergamino de la seducción, en la Feria del Libro en España. Luego en 2006, con su poemario Fuego soy apartado y espada puesta lejos ganó el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla.


En 2008, publicó su novela El infinito en la palma de la mano, la cual fue merecedora del Premio Biblioteca Breve de Novela 2008 y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz de la Feria Internacional del Libro en Guadalajara. En 2010, publica su libro El país de las mujeres, que contiene algo de su historia como militante en el Partido de la Izquierda Erótica, al que perteneció en los 80. Y en 2014, publico una nueva novela titulada El intenso calor de la luna. Sofía de los presagios (1990), narra esta novela la historia de una niña gitana de siete años llamada Sofía. La menor se pierde entre la gente durante una fuerte discusión de sus padres y del desplazamiento atropellado de los gitanos. Aunque el destino le brinda otros padres entrañables y un mundo nuevo, también la enfrenta a muchas situaciones dolorosas y a la prepotencia patriarcal de René, un marido que la encierra y la priva de su libertad. (Bermúdez, 2018)

Rosario Aguilar (1938) Su nombre es Rosarios Fiallos Oyanguren de Aguilar, nació en León el 29 de enero de 1938. En 1966, participo en los Juegos Florales de Quezaltenango,

Guatemala

donde

obtuvo

Mención Honorífica. En 1968, publica su novela El pez y la serpiente, biografía de la mamá de Rubén Darío. Es nombrada en 1999, por la Real


Academia Española, como correspondiente Hispanoamericana en Nicaragua. Su obra, tan variada en géneros como en temáticas, constituye uno de los principales pilares de la literatura nicaragüense. La literatura de Rosario es universal y que bien vale la pena que sea conocida y estudiada en el mundo entero. Entre sus publicaciones tenemos “Primavera sonámbula” (1964), “Rosa Sarmiento” (1968), “La niña blanca y lo pájaros sin pies” (1992), “La promesante” (2001), “Miraflores” (2012). Recibió en el 2001 el Premio Internacional de Literatura del Caribe “Gabriela Mistral” y en 2010, la Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío. “La niña blanca y lo pájaros sin pies” (1992), cuenta la historia de una periodista nicaragüense que se enamora de un periodista español que se encuentra en Managua como corresponsal por la Elecciones Presidenciales de 1990; mientras ella prepara su primer novela, sobre las vidas de seis mujeres en el siglo XVI. En ella se intercala la historia de la periodista con las historias que escribe para su novela. Esta obra fue adaptada para el teatro. “Esta obra ofrece una revisión de la conquista española de Centroamérica y lo que sería la tierra de Nicaragua a través de la incorporación de una serie de mujeres que usa de la multiplicidad narrativa para resaltar las consecuencias pluridimensionales de la Conquista” (Mantero, 2010)


REFERENCIA

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en

línea]

Disponible:

https://www.lamanchaenlapared.blogspot.com [Consulta: 2018, abril 18]


8. McCallister, R. Perita en luna: Lety Elvir. [Documento en línea] Disponible: https://www.elpulso.hn [Consulta: 2018, abril 20] 9. Reyes, S. Breve recuento de la narrativa de mujeres en el Salvador. [Documento en línea] Disponible: https://www.omni-bus.com [Consulta: 2018, abril 19] 10.Todas

las

voces.

[Documento

en

línea]

Disponible:

https://www.paradisoblog.wordpress.com [Consulta: 2018, abril 19]


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