Artilugios pretéritos: Una arqueología futura sobre la memoria colectiva

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Artilugios pretéritos

Elisa Valderrama
Taller Mercado I / 2022 - 2

Artilugios pretéritos

Una arqueología futura sobre la memoria colectiva

Introducción / 8

Patrimonio material y arqueológico / 10 Identidades sociopolíticas en disputa / 15

La pseudo nueva Constitución / 16

Decodificación del futuro / 21

Propuesta museográfica / 26 Bibliografía / 33

Palabras clave Patrimonio cultural material-tangible / Arqueología futura / Nueva constitución / Política / Objetos-diseño / Memoria colectiva / Identidad local / Historia / Museografía / Registro / Interdisciplina

Índice 7

En el marco de la reciente conmemoración del 18 de Octubre, a 3 años del Estallido Social que hizo estremecer hasta los cimientos a toda una sociedad; a una multitud de personas en resistencia buscando un futuro más justo y equitativo para Chile, hoy en día nos seguimos preguntando cuáles fueron los efectos, tanto inmediatos como posteriores, que se desencadenaron a partir de este evento histórico.

Sin duda, no se puede dejar de pensar en las miles de marchas, manifestaciones y concentraciones que se convocaron con un claro llamado a luchar contra las injusticias estatales, todas las velatones y los memoriales, que no solo estuvieron dedicados a las víctimas de trauma ocular y violencia por parte de los cuerpos armados en ese momento, sino que también rememoraron a todas las personas detenidas desaparecidas y asesinadas durante la dictadura de Augusto Pinochet, para jamás olvidar. Las ollas comunes, los cabildos comunales y las asambleas autogestionadas; la participación ciudadana que daría lugar a una convención constituyente y, más tarde, al borrador de una nueva Constitución.

Pese a que su publicación y plebiscito de salida no lograron su cometido, es a partir de su creación que nace una nueva incógnita en torno a los objetos que adquieren valor histórico o patrimonial como registro pasado de hitos, y si estos pueden llegar a ser insertos dentro de los términos inexistentes de una sociedad venidera.

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Patrimonio material y arqueológico

A modo de breve contextualización, según la Secretaría de Cultura de Jalisco (2022) el patrimonio cultural se define como un conjunto de bienes tangibles e intangibles que constituyen la herencia de un grupo humano, reforzando emocionalmente su sentido de comunidad con una identidad propia y siendo percibidos por otros grupos como característicos. Estos bienes se heredan, transmiten y modifican de generación a generación. Particularmente en este caso, el patrimonio cultural se puede sub-clasificar con el fin de su estudio y tratamiento como Tangible o Material, el cual se compone de los bienes muebles e inmuebles hechos por las sociedades de nuestro pasado.

Tal como los pueblos precolombinos dejaron su legado, nosotrxs seguimos construyéndolo, mirando al pasado para buscar respuestas milenarias a preguntas que parecen no tener solución y, al futuro, para predecir cual oráculo lo que sucederá a continuación. En este escenario, se vuelve indispensable el ejercicio colectivo de la memoria para reflexionar sobre todos los objetos que han formado parte de nuestras vidas en distintos momentos, el mundo material complejo y rico en cultura y significado que nos rodea e incluso a veces, no llega a ser tan decodificable como lo creemos.

Si bien conocemos estas materialidades de forma inconsciente, disciplinas como la antropología han logrado encapsular una cultura viva, que constituye el patrimonio material en un período determinado de tiempo, de modo que hoy podemos entenderla como una cultura interpretada. Y es que este campo de estudio, mediante el método comparativo y la técnica de la observación participante en un prolongado trabajo de campo, puede reconstruir a través de cuadros o aproximaciones la cultura de una comunidad en un tiempo concreto (Rodríguez, 1999).

Por lo tanto, el patrimonio antropológico comprende el rescate del pasado, desde la perspectiva del presente, para explicar las formas vivas. Son objetos, saberes y formas de vida de carácter cotidiano (no sólo excepcional u obsoleto), susceptibles de intervención que configuran las identidades colectivas.

Este concepto se articula como una construcción social creada desde los vínculos humanos; sin embargo, cómo se logra reconstruir una cultura inexistente, visualizada mentalmente de formas distintas en sociedades diferentes, para decodificar un mundo

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futuro basado en posibles acontecimientos y elementos históricos mutables de diversa índole. Rodríguez (1999) afirma:

Conservar la cultura y el patrimonio en su totalidad e integridad es imposible. (...) La cultura es una construcción mental elaborada como generalización a partir de hechos sociales, comportamientos y objetos que se dan en el tiempo, y por tanto cambiantes. En consecuencia, es consustancial al patrimonio el hecho del cambio: no recibimos de las generaciones anteriores lo mismo que transmitimos a las que nos siguen. (p. 3)

De esta manera, el valor histórico que cobran las piezas materiales se puede entender como un fenómeno situado no sólo en una temporalidad determinada, sino también en la subjetividad nostálgica de quién posee o tuvo estos objetos. Las estampillas de correo, la Lira Popular, el televisor a color, los poemas de la Gabriela, los fósforos Copihue, los funiculares,

Reconstrucción de un tiempo concreto

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el tostador de pan,

las arpilleras de la Violeta,

los volantines, la escoba de campo, los museos y monumentos históricos, son sólo algunas de las cosas, desde las más cotidianas a las más significativas, que conforman un imaginario material único de íconos distinguibles de la cultura popular chilena.

Hay un sentido intrínseco en la forma de hacer y vivir nacional, fiel reflejo de una sociedad moldeada por la herencia cultural, que se relaciona directamente con los antepasados y el mundo material que estos nos han heredado: una compleja muestra objetual, casi fósil o arqueológica, que hemos cargado históricamente por siglos que nos anteceden. Del mismo modo que se pone en valor este patrimonio antropológico, también es fundamental dar cuenta de uno arqueológico, tanto presente como futuro.

La arqueología del presente (como se citó en Juárez, 2016), se centra en el estudio de la cultura material de nuestro tiempo y acontecer. Como su propio nombre indica, esta estudia las sociedades actuales con la metodología arqueológica sin establecer diferencias entre el pasado y el presente, reivindicando la multitemporalidad del hecho arqueológico, que supone la toma de conciencia de que existen temporalidades diferentes en los objetos cotidianos estudiados.

Si la anterior es la ciencia que opera ante todo con los residuos o los restos materiales que deja tras de sí una forma de vida, se puede definir la arqueología del futuro como una investigación de anticipación basada en el estudio de las próximas sociedades y su posible concepción de los objetos en un momento determinado, interpretando una cultura próxima a partir de la arqueología del presente.

Arqueología residual futura

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Identidades sociopolíticas en disputa

Hoy en día, el concepto de patrimonio en todas sus variantes (cultural, antropológico, arqueológico) tiene una dimensión política en la que amplios sectores de la sociedad se ven implicados, relacionándose directamente con los procesos de identificación social y la concientización de que vivimos en una aldea global interconectada (Rodriguez, 1999). Este no es un tema nuevo, ya que gracias a los medios de comunicación, internet y redes sociales, hemos llegado a constituir una sociedad más informada y participativa, con un activo rol colectivo en diversas instancias políticas, como votaciones, plebiscitos y elecciones que han influido en distinta medida sobre la toma de decisiones políticas.

Este recobrado interés en lo político radica en un elemento común: la transformación. El cambio de entorno y no solo de dirigentes políticos o agendas sociales, sino de una transformación más profunda, necesaria para el bienestar colectivo de la población. El mismo espíritu transformador que llevó a la convención constitucional a publicar la propuesta de una nueva Constitución Política para el país el pasado 4 de julio de este año. Un escrito sumamente importante y contingente que hasta la fecha sigue siendo tema de debate.

¿Es la propuesta de la Constitución un fiel reflejo de las luchas manifestadas durante el estallido social? ¿O esta no llega a formar parte del patrimonio cultural?

¿Pueden miles de injusticias quedar realmente plasmadas en unas cuantas páginas de papel?

Para hacer un análisis de lo sucedido con la propuesta constitucional, se debe recurrir a diversas fuentes, tendencias y opiniones políticas divergentes. Como antecedente, entre el 2021 y el 2022 se llevó a cabo este proceso constituyente inédito en Chile y, si bien sabemos que un espectro de personas no estuvo de acuerdo desde el comienzo con la propuesta de crear una nueva carta magna, muchas de las que apoyaban la iniciativa dejaron de dar su respaldo durante el desarrollo de los acuerdos y plenos de la Convención Constituyente, siendo influenciadas en gran medida por la desinformación en los medios de comunicación.

Ciertamente, diversas agencias independientes como Ciper, Plataforma Contexto y Fast Check comprobaron que hubo información falsa o engañosa en las campañas

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electorales asociadas a la propaganda de los comandos del rechazo y apruebo, siendo el principal aliado de esta el vacío legal: en Chile no existe ninguna legislación que sancione el uso de interpretaciones falsas y/o desinformación en las campañas electorales.

De acuerdo a Ciper (2022), el Servicio Electoral (Servel) recibió 202 denuncias por supuesta difusión de noticias falsas durante la campaña por el plebiscito de salida, pero debió archivarlas porque no tiene atribuciones para investigar y menos para sancionar. Asimismo, aseguraron que la cantidad de denuncias vinculadas a desinformación o noticias falsas fueron un 23% del total de las acusaciones recibidas durante el último proceso eleccionario, cifra que llegó a 863.

Debido a este vacío legal que deja impune la difusión de información falsa, es que muchas personas no tuvieron acceso a las propuestas verídicas que formaban parte de la nueva Constitución, generando un alto grado de desconfianza en lxs votantes. Por otra parte, este sector opuesto del que hablábamos en un comienzo, conservador y negacionista sobre las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la dictadura en la cual se escribió, a puertas cerradas, la actual Constitución de 1980, realizó un gran despliegue publicitario y de propaganda que apelaba a la emotividad y sensibilidad de la gente para rechazar (contradictoriamente) “por amor”. De manera lamentable, el resultado fue que atrajo más adherentes de los que se tenían presupuestados y su contraparte, el sector más progresivo y consecuente de votantes, se quedó atrás con la difusión publicitaria y los votos para el apruebo.

La pseudo nueva Constitución

Para comprender en detalle el contenido de la propuesta de nueva Constitución (2022), a continuación se nombra una selección de artículos con los aspectos más relevantes a revisar.

Derechos de las personas mayores

Las personas tienen derecho a envejecer con dignidad, libres de maltrato, y a contar con prestaciones de seguridad social para una vejez digna. Además,

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¿Recordarán las generaciones venideras este intento fallido de cambiar el destino de una sociedad olvidada?

reconoce su participación política y social, y el derecho de accesibilidad al entorno físico, económico, cultural y digital. (p. 10)

Chile es un Estado plurinacional e intercultural

Se reconoce la coexistencia de diversas naciones y pueblos en el marco de la unidad e indivisibilidad del Estado. Todas las identidades y culturas son respetadas, regidas bajo la misma Constitución y los poderes del Estado establecidos en ella. La propuesta de nueva Constitución reconoce como pueblos y naciones indígenas a los Mapuche, Aymara, Rapa Nui, Lickanantay, Quechua, Colla, Diaguita, Chango, Kawashkar, Yaghan, Selk’nam y otros que puedan ser reconocidos en la forma que establezca la ley. (p. 11)

Derecho a una vida libre de violencia de género

El Estado tendrá la obligación de garantizar y promover el derecho de las mujeres, niñas, diversidades y disidencias sexuales a una vida libre de violencia. Para esto deberá realizar las acciones necesarias para erradicar todo tipo de violencia de género y brindar atención, protección y reparación integral a las víctimas. Todas las personas tendrán derecho a un espacio digital —como las redes sociales— libre de violencia. Se deberá dar especial protección a mujeres, niñas, niños, jóvenes y disidencias sexuales. (p. 22)

Derechos sexuales y derechos reproductivos

Se garantizará el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos sin discriminación, con enfoque de género, inclusión y pertinencia cultural, así como el acceso a la información, educación, salud, y a los servicios y prestaciones requeridos para ello. Se asegurará a todas las mujeres y personas con capacidad de gestar, las condiciones para un embarazo, su interrupción voluntaria, parto y maternidad voluntarios y protegidos. También, reconoce que las personas puedan beneficiarse del progreso científico para ejercer estos derechos, siendo la ley la que regule su ejercicio. (p. 22)

Crisis climática y ecológica

El Estado deberá adoptar medidas para prevenir, adaptar y mitigar los riesgos provocados por la crisis climática y ecológica. Tendrá que promover el diálogo, cooperación y solidaridad entre países, con el objetivo de afrontar la crisis y proteger la naturaleza. (p. 26)

Acceso a medios digitales

Todas las personas tendrán derecho al acceso universal, a la conectividad digital y a las tecnologías de la información y comunicación. El Estado tiene la obligación de superar las brechas de acceso, uso y participación en el espacio digital, sus dispositivos e infraestructuras. El Estado tendrá el deber de promover y participar

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del desarrollo de las telecomunicaciones, servicios de conectividad y tecnologías de la información y comunicación. (p. 34)

Derecho a la Protección de Datos Personales

Se garantizará el derecho a la protección de los datos de carácter personal, a conocer, decidir y controlar el uso de las informaciones que les conciernen. (p. 34)

Verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición

Las víctimas de graves violaciones a los derechos humanos tienen derecho a la reparación integral. Además, las víctimas y la comunidad tienen el derecho al esclarecimiento y conocimiento de la verdad, especialmente, en casos de crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra, genocidio o despojo territorial. El Estado garantizará el derecho a la memoria desde un enfoque que considere su relación con las garantías de no repetición y los derechos a la verdad, justicia y reparación integral. (p. 42)

Reconocimiento del trabajo doméstico y de cuidados

El Estado reconoce que los trabajos domésticos y de cuidados son socialmente necesarios e indispensables para el desarrollo del país y deben ser considerados en la formulación y ejecución de las políticas públicas. El Estado promoverá la corresponsabilidad y mecanismos para la distribución de los trabajos domésticos y de cuidados. (p. 44)

Derecho a la seguridad social

Toda persona tendrá derecho a la seguridad social basado en la universalidad, solidaridad, integridad, unidad, igualdad, suficiencia, participación, sostenibilidad y oportunidad. La ley establecerá un sistema de seguridad social público que proteja a las personas en caso de enfermedad, vejez, discapacidad, supervivencia, maternidad, paternidad, desempleo, accidentes del trabajo y enfermedades. El Estado definirá la política de seguridad social y esta se financiará por trabajadoras, trabajadores y empleadores, a través de cotizaciones obligatorias y por rentas generales de la nación. Los recursos con que se financie la seguridad social no podrán ser destinados a fines distintos que el pago de los beneficios que establezca el sistema. (p. 45)

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Estos artículos reflejan de forma sintética el carácter democrático, paritario y plurinacional de la propuesta realizada, destacando que a pesar de ser mencionadas algunas de las temáticas en los decretos vigentes, estas no son abordadas integralmente por la Constitución actual. Por consiguiente, se vuelve necesario hacer una introspección y preguntarse de qué formas se pudo haber articulado un sistema de difusión concreto y accesible en nuestro contexto, que diera a conocer el desarrollo teórico de estas ideas planteadas por primera vez en un borrador de la Constitución chilena, para llegar a una mayor audiencia e informar mediante fuentes verídicas a lxs votantes.

Decodificación del futuro

A lo largo de este ensayo, se ha mencionado cómo la reconstrucción arqueológica de una sociedad y/o patrimonio se enmarca en los términos de un universo residualmaterial pasado, presente y futuro. Dentro de esta temporalidad, los procesos de configuración y transformación de una cultura y la manera en que se transmite son simultáneos y ocurren todo el tiempo, elaborando un tejido social invisible y potente que hace partícipes a todas las personas que forman parte de un colectivo.

En consecuencia, comprendemos que toda generación recibe un patrimonio, arraigado al sentido de herencia, que ha contribuido a configurar su vida, su visión del mundo, su visión paisajística, su entorno vital, sobre el que ejerce algún derecho, así como sobre su transmisión a la siguiente generación, que a su vez tiene derecho a reevaluar su herencia patrimonial (Rodríguez, 1999).

Es por medio de estas posibles alternativas que el patrimonio futuro se enfrenta a lo desconocido, anticipando la cultura que está por venir a través del estudio de los restos materiales que deja tras de sí una forma de vida, y que muchas veces puede corresponder a la idea de un futuro incierto o frustrado que tiene a la tecnología como piedra angular. Esta dimensión se relaciona directamente con los procesos sociotécnicos globales en la actualidad, con cómo el ser humano interviene las materialidades existentes para transmitir un conocimiento situado de cierto momento o período histórico, en una compleja interacción entre los avances tecnológicos y las

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personas, así como sus consecuencias psicológicas y culturales. De este modo, se propone entender el cruce interdisciplinario de los objetos de estudio, poniendo en evidencia el origen desde donde son creados y transmitidos, registrando las piezas materiales para una futura conservación.

¿Qué se debe o puede registrar? y ¿Para qué y para quiénes conservar?

La conservación hace referencia a la documentación, preservación del conocimiento y de testimonios material-objetuales, manifestaciones, procesos productivos, entre otros, que se lleva a cabo por todas las personas como parte de la memoria material colectiva. Contrario a lo que se cree, la conservación no es una tarea o vocación exclusiva de los museos, ya que todxs conservamos cosas importantes, difundiendo y otorgando significancia a diversos elementos personales que ocupan un lugar nostálgico dentro de lo material.

Por otra parte, esta producción de contenido patrimonial está dada por el registro arqueológico, formado tanto por los artefactos y las estructuras (simples y complejas) como por los ecofactos, o restos orgánicos y medioambientales de la actividad humana (Barreiro, 2012). Ambos conceptos se asocian, por una parte, a la puesta en valor cultural de los objetos y por otra, a la nostalgia de lo contemporáneo como fenómeno, de un presente en crisis que se manifiesta al límite de conflictos sociopolíticos y medioambientales.

Juárez (2016) señala cómo la velocidad de la tecnología en cuanto a la producción y reproducción mediática, desde el nacimiento de la cultura de masas en el siglo XIX, daba origen a una estética de la desaparición que contribuía a la disolución de una cierta experiencia del tiempo y al acostumbramiento a la desmaterialización de la realidad (p. 3). Del mismo modo que la toma fotográfica instantánea revoluciona los medios, automatizando las imágenes en secuencia por medio de su animación como resultado de la persistencia retiniana, se da paso a la desaparición material, que prolongan hoy los registros audiovisuales de distinto tipo.

En este mundo de redes interconectadas, se han desarrollado procesos de homogeneización, deslocalización, hibridación y mediatización del patrimonio, mientras que se han ido originando movimientos de resistencia identitaria y procesos de reivindicación de lo local y social, de la autogestión y el empoderamiento como alternativa a la expansión de modos y medios de vida no sostenibles (Hernández, 2005, como se citó en Barreiro, 2012). Esta resistencia ha surgido desde un espacio que busca contrarrestar el efecto de proyecciones futuras extremas, las cuales apuntan a un habitar distópico, tal como se mencionaba, sacado de géneros como la ciencia ficción que visualizan el futuro como un yacimiento arqueológico en el cual rastrear las ruinas de nuestro presente.

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Nostalgia de lo contemporáneo

A partir de esta distopía, se materializa el despliegue de un imaginario decadente, acabado por el neoliberalismo tardío o de una sociedad en vías de desaparecer y sus efectos sobre la realidad. Esta estética se basa en los fragmentos de la cultura material de un anteayer analógico o de un hoy que se visualiza obturado en el futuro próximo, relacionándose al extrañamiento de determinados objetos, mercancías, espacios del paisaje, de la cultura material del presente, confiriéndoles un aspecto arqueológico de ruinas actuales o futuras (Juárez, 2016).

Estos denominados “escombros del presente” se pueden reducir a objetos analógicos que devienen en parte de la cultura material, mostrados en ruinas a través de una tecnología residual que en el momento de la escritura de la ficción, es obsoleta. En este sentido, es de suma relevancia dar cuenta y registrar el patrimonio material actual en un momento de máxima virtualización de la experiencia, explorando formas de tensionar la relación entre el valor de uso de los objetos y su valor de cambio, entre su función artística y su condición de consumo para dar luces de la forma en que se verá constituido este futuro colectivo por los próximos registros arqueológicos.

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Artilugios pretéritos: una arqueología futura sobre la memoria colectiva es una exposición especulativa que busca dar cuenta de este vasto imaginario colectivo de futuros posibles, a través del legado material que han dejado y dejarán las culturas venideras. Esta obra de múltiples artefactos obsoletos se estructura por medio de una nueva Constitución ficticia, basada en la última propuesta llevada a cabo por la convención (2022) pero en el contexto de una sociedad avanzada y/o distópica del futuro a partir de la incógnita:

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¿Cómo se articularía el patrimonio cultural material futuro si se aprobara una nueva Constitución en Chile?

Propuesta museográfica

Artilugios Pretéritos: una arqueología futura sobre la memoria colectiva

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De esta forma, se plantea una muestra experimental de basura electrónica como estos artilugios que forman parte del patrimonio material que se busca reconstruir en base a la arqueología presente, como método de investigación e interpretación de un escenario futuro. Hay un intento de leer y decodificar un mundo residual nostálgico, repleto de momentos históricos y políticos objetuales, incluso cuando estos no han ocurrido aún.

La nueva Constitución que se aprueba en este contexto, tiene el carácter de representar a toda una sociedad de forma justa y equitativa, tomando como principios fundamentales las potencialidades de medios tecnológicos e incorporando normas que reconozcan los desafíos que traen los avances de la ciencia y la tecnología. Esto se potenciará mediante el Acceso a medios digitales y el Derecho a la Protección de Datos Personales, los cuales hacen referencia, tal como se mencionaba anteriormente, al desarrollo de tecnologías de la información y comunicación, la universalidad de conectividad digital y el control sobre uso de datos personales e intransferibles.

Artilugios Pretéritos busca en última instancia alterar las categorías de patrimonio futuro y cuestionar el espacio digital en el que nos encontramos insertxs, proponiendo una muestra matérico-objetual de artefactos tecnológicos que vivieron su apogeo y pronta obsolescencia en un pasado de rápida interconectividad y mediatización, que para generaciones futuras no tendrá punto de comparación, debido a que su forma de vida se irá acelerando cada vez más, hasta llegar a la fase de extrañamiento y nostalgia en la que nuestra sociedad se ve envuelta al observar objetos que rememoran otras épocas, preguntándonos cómo surgieron estas complejas redes comunicacionales en el pasado y qué dispositivos articularán sociedades y pueblos del futuro.

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Barreiro, D. (2012). Arqueología aplicada y patrimonio: memoria y utopía

Convención Constitucional. (2022). Guía práctica borrador Nueva Constitución. https://plataformacontexto.cl/cms/wp-content/ uploads/2022/06/SECOMCC_GUÍA-PRÁCTICA-BORRADOR-NC-1.pdf

Herrera, I., Toro, P. y Segovia, M. (28 de Octubre del 2022). Desinformación en el plebiscito: el vacío legal que dejó a 202 denuncias ante el Servel sin ser investigadas ni sancionadas. Ciper Chile. https://www.ciperchile. cl/2022/10/28/desinformacion-en-el-plebiscito-el-vacio-legal-que-dejo-a202-denuncias-ante-el-servel-sin-ser-investigadas-ni-sancionadas/

Juárez, J. (2016). Una arqueología del presente: cultura material, tecnología y obsolescencia

Rodríguez, S. (1999). Patrimonio cultural y patrimonio antropológico Secretaría de Cultura de Jalisco. (2022). Patrimonio material e inmaterial. https://sc.jalisco.gob.mx/patrimonio-cultural

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Bibliografía

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