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Patrimonio material y arqueológico

reconoce su participación política y social, y el derecho de accesibilidad al entorno físico, económico, cultural y digital. (p. 10)

Chile es un Estado plurinacional e intercultural Se reconoce la coexistencia de diversas naciones y pueblos en el marco de la unidad e indivisibilidad del Estado. Todas las identidades y culturas son respetadas, regidas bajo la misma Constitución y los poderes del Estado establecidos en ella. La propuesta de nueva Constitución reconoce como pueblos y naciones indígenas a los Mapuche, Aymara, Rapa Nui, Lickanantay, Quechua, Colla, Diaguita, Chango, Kawashkar, Yaghan, Selk’nam y otros que puedan ser reconocidos en la forma que establezca la ley. (p. 11)

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Derecho a una vida libre de violencia de género El Estado tendrá la obligación de garantizar y promover el derecho de las mujeres, niñas, diversidades y disidencias sexuales a una vida libre de violencia. Para esto deberá realizar las acciones necesarias para erradicar todo tipo de violencia de género y brindar atención, protección y reparación integral a las víctimas. Todas las personas tendrán derecho a un espacio digital —como las redes sociales— libre de violencia. Se deberá dar especial protección a mujeres, niñas, niños, jóvenes y disidencias sexuales. (p. 22)

Derechos sexuales y derechos reproductivos Se garantizará el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos sin discriminación, con enfoque de género, inclusión y pertinencia cultural, así como el acceso a la información, educación, salud, y a los servicios y prestaciones requeridos para ello. Se asegurará a todas las mujeres y personas con capacidad de gestar, las condiciones para un embarazo, su interrupción voluntaria, parto y maternidad voluntarios y protegidos. También, reconoce que las personas puedan beneficiarse del progreso científico para ejercer estos derechos, siendo la ley la que regule su ejercicio. (p. 22)

Crisis climática y ecológica El Estado deberá adoptar medidas para prevenir, adaptar y mitigar los riesgos provocados por la crisis climática y ecológica. Tendrá que promover el diálogo, cooperación y solidaridad entre países, con el objetivo de afrontar la crisis y proteger la naturaleza. (p. 26)

Acceso a medios digitales Todas las personas tendrán derecho al acceso universal, a la conectividad digital y a las tecnologías de la información y comunicación. El Estado tiene la obligación de superar las brechas de acceso, uso y participación en el espacio digital, sus dispositivos e infraestructuras. El Estado tendrá el deber de promover y participar 18 del desarrollo de las telecomunicaciones, servicios de conectividad y tecnologías de la información y comunicación. (p. 34)

Derecho a la Protección de Datos Personales Se garantizará el derecho a la protección de los datos de carácter personal, a conocer, decidir y controlar el uso de las informaciones que les conciernen. (p. 34)

Verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición Las víctimas de graves violaciones a los derechos humanos tienen derecho a la reparación integral. Además, las víctimas y la comunidad tienen el derecho al esclarecimiento y conocimiento de la verdad, especialmente, en casos de crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra, genocidio o despojo territorial. El Estado garantizará el derecho a la memoria desde un enfoque que considere su relación con las garantías de no repetición y los derechos a la verdad, justicia y reparación integral. (p. 42)

Reconocimiento del trabajo doméstico y de cuidados El Estado reconoce que los trabajos domésticos y de cuidados son socialmente necesarios e indispensables para el desarrollo del país y deben ser considerados en la formulación y ejecución de las políticas públicas. El Estado promoverá la corresponsabilidad y mecanismos para la distribución de los trabajos domésticos y de cuidados. (p. 44)

Derecho a la seguridad social Toda persona tendrá derecho a la seguridad social basado en la universalidad, solidaridad, integridad, unidad, igualdad, suficiencia, participación, sostenibilidad y oportunidad. La ley establecerá un sistema de seguridad social público que proteja a las personas en caso de enfermedad, vejez, discapacidad, supervivencia, maternidad, paternidad, desempleo, accidentes del trabajo y enfermedades. El Estado definirá la política de seguridad social y esta se financiará por trabajadoras, trabajadores y empleadores, a través de cotizaciones obligatorias y por rentas generales de la nación. Los recursos con que se financie la seguridad social no podrán ser destinados a fines distintos que el pago de los beneficios que establezca el sistema. (p. 45)

Estos artículos reflejan de forma sintética el carácter democrático, paritario y plurinacional de la propuesta realizada, destacando que a pesar de ser mencionadas algunas de las temáticas en los decretos vigentes, estas no son abordadas integralmente por la Constitución actual. Por consiguiente, se vuelve necesario hacer una introspección y preguntarse de qué formas se pudo haber articulado un sistema de difusión concreto y accesible en nuestro contexto, que diera a conocer el desarrollo teórico de estas ideas planteadas por primera vez en un borrador de la Constitución chilena, para llegar a una mayor audiencia e informar mediante fuentes verídicas a lxs votantes.

Decodificación del futuro

A lo largo de este ensayo, se ha mencionado cómo la reconstrucción arqueológica de una sociedad y/o patrimonio se enmarca en los términos de un universo residualmaterial pasado, presente y futuro. Dentro de esta temporalidad, los procesos de configuración y transformación de una cultura y la manera en que se transmite son simultáneos y ocurren todo el tiempo, elaborando un tejido social invisible y potente que hace partícipes a todas las personas que forman parte de un colectivo.

En consecuencia, comprendemos que toda generación recibe un patrimonio, arraigado al sentido de herencia, que ha contribuido a configurar su vida, su visión del mundo, su visión paisajística, su entorno vital, sobre el que ejerce algún derecho, así como sobre su transmisión a la siguiente generación, que a su vez tiene derecho a reevaluar su herencia patrimonial (Rodríguez, 1999).

Es por medio de estas posibles alternativas que el patrimonio futuro se enfrenta a lo desconocido, anticipando la cultura que está por venir a través del estudio de los restos materiales que deja tras de sí una forma de vida, y que muchas veces puede corresponder a la idea de un futuro incierto o frustrado que tiene a la tecnología como piedra angular. Esta dimensión se relaciona directamente con los procesos sociotécnicos globales en la actualidad, con cómo el ser humano interviene las materialidades existentes para transmitir un conocimiento situado de cierto momento o período histórico, en una compleja interacción entre los avances tecnológicos y las

personas, así como sus consecuencias psicológicas y culturales. De este modo, se propone entender el cruce interdisciplinario de los objetos de estudio, poniendo en evidencia el origen desde donde son creados y transmitidos, registrando las piezas materiales para una futura conservación.

¿Qué se debe o puede registrar? y ¿Para qué y para quiénes conservar?

La conservación hace referencia a la documentación, preservación del conocimiento y de testimonios material-objetuales, manifestaciones, procesos productivos, entre otros, que se lleva a cabo por todas las personas como parte de la memoria material colectiva. Contrario a lo que se cree, la conservación no es una tarea o vocación exclusiva de los museos, ya que todxs conservamos cosas importantes, difundiendo y otorgando significancia a diversos elementos personales que ocupan un lugar nostálgico dentro de lo material.

Por otra parte, esta producción de contenido patrimonial está dada por el registro arqueológico, formado tanto por los artefactos y las estructuras (simples y complejas) como por los ecofactos, o restos orgánicos y medioambientales de la actividad humana (Barreiro, 2012). Ambos conceptos se asocian, por una parte, a la puesta en valor cultural de los objetos y por otra, a la nostalgia de lo contemporáneo como fenómeno, de un presente en crisis que se manifiesta al límite de conflictos sociopolíticos y medioambientales.

Juárez (2016) señala cómo la velocidad de la tecnología en cuanto a la producción y reproducción mediática, desde el nacimiento de la cultura de masas en el siglo XIX, daba origen a una estética de la desaparición que contribuía a la disolución de una cierta experiencia del tiempo y al acostumbramiento a la desmaterialización de la realidad (p. 3). Del mismo modo que la toma fotográfica instantánea revoluciona los medios, automatizando las imágenes en secuencia por medio de su animación como resultado de la persistencia retiniana, se da paso a la desaparición material, que prolongan hoy los registros audiovisuales de distinto tipo.

En este mundo de redes interconectadas, se han desarrollado procesos de homogeneización, deslocalización, hibridación y mediatización del patrimonio, mientras que se han ido originando movimientos de resistencia identitaria y procesos de reivindicación de lo local y social, de la autogestión y el empoderamiento como alternativa a la expansión de modos y medios de vida no sostenibles (Hernández, 2005, como se citó en Barreiro, 2012). Esta resistencia ha surgido desde un espacio que busca contrarrestar el efecto de proyecciones futuras extremas, las cuales apuntan a un habitar distópico, tal como se mencionaba, sacado de géneros como la ciencia ficción que visualizan el futuro como un yacimiento arqueológico en el cual rastrear las ruinas de nuestro presente.

Nostalgia de lo contemporáneo

A partir de esta distopía, se materializa el despliegue de un imaginario decadente, acabado por el neoliberalismo tardío o de una sociedad en vías de desaparecer y sus efectos sobre la realidad. Esta estética se basa en los fragmentos de la cultura material de un anteayer analógico o de un hoy que se visualiza obturado en el futuro próximo, relacionándose al extrañamiento de determinados objetos, mercancías, espacios del paisaje, de la cultura material del presente, confiriéndoles un aspecto arqueológico de ruinas actuales o futuras (Juárez, 2016).

Estos denominados “escombros del presente” se pueden reducir a objetos analógicos que devienen en parte de la cultura material, mostrados en ruinas a través de una tecnología residual que en el momento de la escritura de la ficción, es obsoleta. En este sentido, es de suma relevancia dar cuenta y registrar el patrimonio material actual en un momento de máxima virtualización de la experiencia, explorando formas de tensionar la relación entre el valor de uso de los objetos y su valor de cambio, entre su función artística y su condición de consumo para dar luces de la forma en que se verá constituido este futuro colectivo por los próximos registros arqueológicos.

Artilugios pretéritos: una arqueología futura sobre la memoria colectiva es una exposición especulativa que busca dar cuenta de este vasto imaginario colectivo de futuros posibles, a través del legado material que han dejado y dejarán las culturas venideras. Esta obra de múltiples artefactos obsoletos se estructura por medio de una nueva Constitución ficticia, basada en la última propuesta llevada a cabo por la convención (2022) pero en el contexto de una sociedad avanzada y/o distópica del futuro a partir de la incógnita:

¿Cómo se articularía el

patrimonio cultural material futuro si se aprobara una nueva Constitución en Chile? Propuesta museográfica

Artilugios Pretéritos: una arqueología futura sobre la memoria colectiva

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