Texto: Luís F. Arocha Fotos: Expediciones 92
Morichal Largo En una caravana que inició en la ciudad de Caracas hasta llegar al punte de la troncal 10 sobre el río Morichal Largo, comenzó la travesía que arribaría a la laguna Guasacónica, en el estado Monagas. Descubrir este paraje natural mediante éste deporte de riesgo controlado, es una experiencia inigualable.
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en Kayak
No hay nada más gratificante que disfrutar de la naturaleza convirtiéndose en una especie más de ella, y eso es una de las características que ofrece la práctica del kayak. En esta oportunidad, motivados por la curiosidad de internarnos en uno de los puntos fluviales más imponentes del país, el cual en nuestros viajes de aventura hemos visto de cerca, pero jamás navegado, nos decidimos, un grupo de amigos y mi persona a vivirlo sin la prisa de una carretera y con el descanso de un remo. El río Morichal Largo está localizado al sur de Maturín, a una hora y media aproximadamente. Su acceso es a través de la carretera Maturín – Barrancas del Orinoco. El nacimiento del río se encuentra en la Mesa que lleva el mismo nombre, encontrándose sus cabeceras a una altura de 160 metros sobre el nivel del mar. Atraviesa el sur de los Estados Anzoátegui y Monagas, y finalmente desemboca en el caño Manamo, estableciendo los límites estatales entre Monagas y Delta Amacuro. La diversidad en fauna del lugar lo denota como un cauce cargado de las más impresionantes especies de animales, como
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los monos araguatos y una gama de aves, entre ellas: guacamayas y tucanes. Además, el río es casa de toninas, de Caribes, y en materia de flora, no podemos dejar de mencionar la Bora, una mata que forma una enredadera en forma de islas que en momentos puede llegar a ser muy incómodo para practicar el deporte. La presencia también de Babas en el sitio y otros anfibios de alta peligrosidad hacen que novatos en el mundo del kayak deben abstenerse de realizar un recorrido de éste tipo, advirtiendo que sólo personas experimentadas pueden realizarlo. También es de importancia informativa saber que no cualquier kayak puede sobrellevar una navegación tipo travesía como la hecha en el río Morichal Largo, y es que por la distancia a navegar se hace imprescindible el uso de los kayaks sit inside o de travesías, los cuales tienen unas características precisas, con sus compartimientos estancos o secos. En teoría puedes llevar provisiones, equipo y ropa sin que se mojen. Además están diseñados para cargar pesos de gran moderación entre lo que se cuentan los utensilios de la aventura y el equipo de camping. En
el habitáculo tienen una pedalear para mover el timón y su otra características es la cubrebañera que no permite la entrada de agua al habitáculo así seas alcanzado por una ola. Teniendo todos los implementos necesarios, la experiencia y las ganas de alcanzar la meta, y luego de manejar toda la noche desde la capital, llegamos al amanecer al puente sobre el río Morichal Largo, allí decidimos que un grupo distribuiría el equipo en los kayaks, llevaría los vehículos a la población de Temblador, ubicada a poco menos de media hora del puente para que luego estos fueran conducidos a la finca en las cercanías del cauce; en ese punto sería la finalización de la acción dentro de las aguas de la laguna Gusacónica. Pero necesitaríamos casi 48 horas para concluir el desafío.
Primer día
Ya en el desembarcadero al lado del puente junto a la comunidad indígena y totalmente preparados iniciamos el recorrido, que en ese día se calculó en unos 30 kilómetros por un espacio de tiempo de unas 7 horas y media, y es que arrancamos a las 8 de la mañana, y nos bajamos en el lugar de pernocta decidido a esos de las 4 de tarde. Paleando a favor de la corriente, término explicativo dentro del mundo del kayak, el navegar fue totalmente extraordinario, en momentos nos sentíamos diminutos, pues, en al-
gunas partes al percibir el efecto o ruido del silencio, pero sonoro de la naturaleza virgen y los animales que ahí habitan, hace que te des cuenta lo afortunado que eres, algo sumamente relajante, pero un poco aterrador a la vez, y es que la fuerza del mundo animal se sobrepuso a nosotros, nos volvimos indefensos, debo confesar; lo que me hizo pensar que así deben sentirse ellos en lo que llamamos las selvas de cemento, las ciudades, donde el ser humano es el rey. El almuerzo, un momento para refrescarnos, sin bajarnos de los kayaks, nos dio las energías para seguir hasta la churuata donde los pescadores de este río descansan durante sus temporadas de pesca, acorde a la información previa que teníamos estaba a 30 Km. del puente, pero como a los 23 Km. encontramos una abandonada en mal estado, confiamos en la información que teníamos y continuamos con algo de preocupación. Estábamos al tanto que ya al anochecer no podíamos continuar. En pleno recorrido avistamos la churuata en medio de la nada donde estaba marcado el GPS. Al transitar frente a la misma, no había nadie, desembarcamos ya a las 4 de la tarde y podíamos estar tranquilos, teníamos un sitio para descansar, bañarnos, comer y dormir, todo un lujo en medio de la selva, sin querer recordar mucho el acoso atroz de los: puri-puri; nuestros zancudos se quedan en pañales ante la fuerza sanguinaria de esta plaga.
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Segundo día Tempranito, al despertar con el cantar de las guacamayas, loros reales y los araguatos, observo que uno de los indígenas llega a la churuata en una curiara, una embarcación típica sumamente complicada de controlar en un río con corriente. El arte de estas personas al subirse en ellas es impresionante, y es que hacerlo contra la corriente es aún más difícil. A su llegada, los indígenas empezaron a rastrillar el terreno alrededor de la churuata, me acerqué a saludar, mientras el resto de los kayakistas dormían. Hablamos de nuestras embarcaciones y le sugerí que probara subirse en el kayak y que me montaría en la curiara. El señor accedió a mi petición, pero como un préstamo, y él no se quiso subir en el kayak. Marcos (el indígena) y mis compañeros esperaban mi caída de la misma, pero los dejé con las ganas de burlarse, pues, pude dominarla gracias a Dios!!! Porque si no, quien los aguanta el resto del viaje. Despidiéndonos del lugar, agradecido con sus pobladores, continuamos río abajo, ya la meta era llegar a la laguna Guasacónica, sabíamos que era fácil de cumplir, pues, nos encontrábamos a menos de medio camino. Ese día calculamos unos 20 kilómetros de recorrido. Antes de ingresar a ella, nos detuvimos, esta vez sí nos bajamos de los kayaks para almorzar en una posada comercial de la región, la cual con una excelente infraestructura adecuada a
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la zona, es un espacio predilecto para los turistas extranjeros que vienen a visitar nuestro país, ávidos de aventuras insospechadas. Allí pudimos descansar por un corto tiempo. Seguimos el viaje, el cual se puso un tanto extremo cuando un fuerte aguacero nos azotó, sin embargo no nos hizo detener, y al ver el reloj que marcaba las 3 de la tarde, vimos como se abría ante nuestros ojos una explanada de agua sin par, un lienzo plateado que se forma entre el contraste del sol y el agua. Habíamos cumplido el objetivo. Estar en la laguna Guasacónica era un privilegio único, que muchos aún no han concretado. Sólo nos queda cruzar la laguna de punta a punta, es de notar que ya no teníamos la corriente a favor, al no haberla hay que hacer un poco mas de esfuerzo para avanzar al ritmo que llevábamos. Al finalizar, la salida fue muy poco decorosa. Por la crecida de las aguas nos tocó salir del ellas por una orilla llena de monte y barro negro muy oloroso. Dimos gracias a Dios y a la naturaleza, quienes nos permitieron cumplir con lo previsto y nos brindaron una experiencia inolvidable. Ya en ese punto, saludamos a nuestros compañeros que nos esperaban en tierra firme para llevarnos a la finca, donde en el contar de la historia, cenamos y dormimos. Al día siguiente, y con nostalgia, nos despedimos de Morichal Largo, haciendo la promesa de volver algún ratico de estos.