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Solveig Paz Paredes de connacionales

Sociedad Analizan cómo la migración y deportación forzadas, alteran los afectos y las emociones de connacionales

Hace unas semanas, la película Ya no estoy aquí se posicionó como la más vista en una conocida plataforma de streaming, muestra del interés y la cercanía que los mexicanos tienen con la migración y sus derivas emocionales. Desde la academia, dos antropólogos analizan los afectos trastocados, la tristeza profunda y la depresión de connacionales que, de manera forzada, se van o regresan al país.

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El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) abre un ciclo de mesas en línea, titulado “Diversidad, patrimonio cultural y contexto mundial”. Su coordinador, el historiador Bolfy Cottom, comenta que el tema migratorio cobra una dimensión nueva y alarmante en la actual contingencia sanitaria, a lo que se suma la crisis racial en Estados Unidos y el odio a los símbolos coloniales como ha dejado ver la destrucción de las estatuas de Cristóbal Colón y de fray Junípero Serra.

El especialista invitó a los doctorantes Óscar Salvador Torres y Ámbar Itzel Paz Escalante a compartir sus proyectos de investigación en el Seminario Patrimonio Cultural, Historia y Legislación, de la Dirección de Estudios Históricos (DEH). Con esta participación abrió formalmente este ciclo de mesas de análisis, el cual será transmitido, vía YouTube, desde la página electrónica de la Coordinación Nacional de Antropología del INAH.

Torres y Paz cursan el doctorado en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS). El primero se ha aproximado al tema de los mexicanos deportados; mientras que ella está dedicada a las redes que mantienen las mujeres otomíes de Ixmiquilpan, Hidalgo, con sus familias y congéneres que hacen vida en los estados norteamericanos de Texas y Florida.

Para el maestro Óscar Salvador Torres, el título tentativo de su tesis de doctorado: Mi cuerpo aquí, mi corazón en Estados Unidos. Personas deportadas y sus procesos de duelo en Ciudad de México y Tijuana, pretende reflejar esa dicotomía que experimentan quienes son devueltos a México cuando creían tener una vida en el vecino del norte. Al hablar de un proceso forzado, dijo, su análisis dista metodológicamente de los llamados “estudios sobre migraciones de retorno”.

Expuso que en esta problemática, lo emocional, lo económico y lo político son categorías inseparables, respondiendo así a un capitalismo neocolonial en que la expulsión de fuerza laboral de parte del país subdesarrollado, depende de la demanda de la potencia económica, así como de su política interna, y es en esos cambios de timón que millones de migrantes quedan en el limbo.

“Los duelos de las y los mexicanos deportados desde Estados Unidos son emociones políticamente producidas por las políticas migratorias no sólo estadounidenses, sino también mexicanas”, señaló en la videoconferencia difundida en el marco de la campaña “Contigo en la Distancia”, de la Secretaría de Cultura.

Durante un año, seis meses en la Ciudad de México y los siguientes en Tijuana, el antropólogo tuvo 44 “encuentros afectivos” (formales e informales), de los que 18 son centrales para su investigación. Once corresponden a conversaciones con hombres y siete con mujeres, quienes en su mayoría fueron retenidos en cárceles para migrantes.

Su duelo, dijo, resulta comprensible cuando se considera que tenían entre 15 y 50 años de residir en la Unión Americana, creando lazos afectivos y un patrimonio allí, siendo estadounidenses y no mexicanos. Al ser deportadas, estas personas no encuentran en México una respuesta institucional ni social a su pérdida, a su desarraigo, por lo que

Muchas de las veces, la única institución que parece funcionar para sobrellevar la condición de migrante, es la familia, no importa la distancia. Así lo ha comprobado la antropóloga Ámbar Itzel Paz, con el tejido afectivo que preservan y cultivan las familias otomíes de municipio hidalguense de Ixmiquilpan, con quienes tuvieron que marcharse a Texas y Florida.

Una de las emociones que inunda a sus entrevistadas, es el dunthi dumüi (mucha tristeza), conscientes de que, quizás, nunca vuelvan a tener contacto físico con sus seres queridos. Esa falta de cercanía, la intentan suplir con el tráfico de bienes: artesanías, pulque de contrabando, pan de fiesta, pollo en ximbó (mixiote), tlacoyos, nopales, pastes y dulces que cruzan del “otro lado”; y son retribuidos con remesas, muebles, artículos electrónicos, ropa de todo tipo y productos de belleza.

Sin embargo, los fotomontajes son los objetos que expresan con más elocuencia la necesidad de mantener a la familia unida, así sea mediante poses que deben encajar como un rompecabezas.

La maestra Paz basa su estudio sobre los vínculos trasnacionales, en entrevistas a 14 mujeres en México y 13 en Estados Unidos, de entre 20 y 65 años, la mayoría indocumentadas, aunque algunas cuentan con permiso de residencia o están inscritas al programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA).

Concluyó que con la pandemia de COVID-19 ha quedado al descubierto la fragilidad de las instituciones de intercambio trasnacional como las de los otomíes. A causa de la precariedad, los paisanos migrantes se encuentran desprotegidos, endeudados y con miedo, pues han quebrado negocios, algunos fueron mandados a “descansar” sin seguro de desempleo y otros más están hospitalizados sin seguro médico.

Ciencia Científicos estudian plantas con propiedades para aliviar el dolor

Desde tiempos ancestrales el ser humano ha utilizado las plantas medicinales, completas o partes de éstas, con fines terapéuticos. De ellas se derivan dos de los prototipos de fármacos analgésicos más empleados en la actualidad: la morfina y la popularmente conocida aspirina (ácido acetilsalicílico).

Es un hecho que se conocen muchas plantas con propiedades analgésicas; sin embargo, los estudios farmacológicos que validen el potencial terapéutico de este recurso natural son requeridos para probar su uso eficaz y seguro en la medicina tradicional mexicana, señaló María Eva González Trujano, investigadora adscrita al Laboratorio de Neurofarmacología de Productos Naturales del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñíz”.

La también integrante de la Academia Mexicana de Ciencias destacó que el dolor es un estado de alerta del organismo necesario para avisar que algo está afectando su integridad. El dolor se puede clasificar en función de la anatomía, etiología, intensidad, duración y fisiopatología, puede ser somático o visceral (abdominal o ligado a las vísceras), muscular, localizado, intermitente, puede ser intenso o leve. El dolor agudo puede dejar de percibirse en algún momento, el problema es cuando el dolor se vuelve intenso y crónico, el cual puede tener una prevalencia desde el 7% hasta un 80% dependiendo su etiología y de la población estudiada.

Explicó que el dolor puede ser un síntoma, pero también podría llegar a ser una enfermedad per se que se asocia con otro tipo de afecciones, sobre todo las del sistema nervioso central (ansiedad, depresión) que afectan la calidad de vida.

Dependiendo del tipo de dolor existirá la terapia analgésica. Hay una escalera analgésica que contempla la intensidad del dolor: si es leve y/o asociado a inflamación se trata con analgésicos antiinflamatorios no tiroideos (conocidos como AINEs) y/o paracetamol, para el dolor moderado se utilizan opoides menores (tramadol) y para el dolor intenso los opoides mayores (morfina).

En una conferencia transmitida a través de internet, la científica habló sobre la investigación farmacológica de plantas medicinales con actividad sobre el sistema nervioso central. Dijo que en México existe interés en esta investigación farmacológica de sustancias útiles para encontrar analgésicos eficaces y seguros que permitan promover alternativas para el alivio del dolor.

“Sabemos que las plantas tienen una gran cantidad de sustancias que pueden ser buenas para generar sinergismos en el efecto analgésico. Hay plantas que pueden ser más seguras que otras”, dijo.

De acuerdo con el artículo Plantas medicinales para el alivio del dolor escrito por María Eva González Trujano, Gabriel Fernando Moreno Pérez y Hugo Fernando Narváez González, publicado en la edición más actual de la revista Ciencia, El Dolor, la investigación científica permite evaluar los efectos analgésicos de las plantas medicinales preparadas como extractos acuosos (infusión o decocción) u orgánicos (tinturas) mediante el uso de modelos experimentales en animales de laboratorio, in vitro (tejidos aislados o células) o in vivo (animal íntegro). Como ejemplo, se menciona a las especies de Tagetes, que son plantas medicinales utilizadas en comunidades rurales y urbanas para el alivio de diferentes tipos de dolor: abdominal, muscular, reumático y cólico menstrual. Un estudio etnobotánico realizado en 11 municipios de Morelos describe que 60% de los curanderos recomienda el cempasúchil (Tagetes erecta Cav.) para el alivio del dolor de estómago.

Estudios científicos como Spasmolytic effect of aqueous extract of Tagetes erecta L. flowers is mediated through calcium channel blockade on the guinea-pig ileum, reportan y validan el uso tradicional de esta planta para el dolor de estómago, se ha reportado la actividad espasmolítica y el mecanismo de acción de esta planta en un modelo in vitro.

Según la Farmacopea Herbolaria de los Estados Unidos Mexicanos (FHEUM), en su primera edición, menciona al menos 35 especies de plantas para el alivio de diferentes tipos de dolor. Sin embargo, la aplicación de éstas como terapia está limitada por no existir una monografía para su control de calidad y disposición como medicamento o remedio herbolario, así como por la falta de estudios científicos que avalen la seguridad de su uso.

La mayoría de las personas utiliza las plantas medicinales preparadas como té, ya sea por infusión o por decocción de las hojas, flores, tallos o la parte aérea completa, para aliviar el dolor abdominal o de estómago. Para poder utilizar las plantas medicinales con fines terapéuticos se requiere de diversos estudios que incluyen la estandarización de las dosis, la homogeneización de los productos herbolarios, el conocimiento de la concentración de los compuestos activos, la identificación de los efectos adversos o tóxicos, así como sus parámetros farmacocinéticos, entre otros aspectos.

Aun así, la medicina herbolaria sigue siendo una práctica común, en regiones tanto rurales como urbanas de nuestro país. Es un hecho que se conocen muchas plantas con propiedades analgésicas; sin embargo, los estudios farmacológicos que validen el potencial terapéutico de este recurso natural son requeridos para probar su uso eficaz y seguro en la medicina tradicional mexicana.

La Organización Mundial de la Salud reconoce la importancia de la medicina tradicional y se ha propuesto aumentar el control sobre las plantas medicinales. Sin embargo, hasta 2007 sólo 25 países tenían legislaciones específicas para las hierbas medicinales. Para ello, la OMS ha insistido en que es necesaria la investigación científica que informe acerca de la eficacia y seguridad de la herbolaria para garantizar las condiciones de uso sin riesgos. (AMC)

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