Viernes 31 de mayo 20:00 horas Teatro Principal Guanajuato
PRIMERA TEMPORADA 2024
Daniel MYSSYK, director invitado
Crisantemos, SC 65, 1890 / Transcripción para orquesta de cuerdas
Giacomo PUCCINI (1858 - 1924)
Máscaras y bergamascas, Suite Op. 112, 1919
Gabriel FAURÉ**** (1845 - 1924)
I. Obertura. Allegro molto vivo
II. Minueto. Tempo di minuetto – Allegro moderato
III. Gavota. Alllegro vivo
IV. Pastoral. Andantino tranquillo
Capricho sinfónico, SC 55 *, 1883
Giacomo PUCCINI (1858 - 1924)
INTERMEDIO
Sinfonía no. “00” en fa menor, WAB 99**, “Sinfonía de estudio” (1863)
Anton BRUCKNER*** (1824 - 1896)
I. Allegro molto vivace
II. Andante molto
III. Scherzo
IV. Finale: Allegro
* Estreno en Guanajuato
** Estreno en México
***En ocasión del bicentenario de su nacimiento
**** En ocasión del centenario de su fallecimiento
GIACOMO PUCCINI (1858-1924)
Crisantemi
Para ningún melómano conocedor es un secreto que Giacomo Puccini dedicó lo fundamental de su trabajo creativo a la ópera; junto con este dato suele mencionarse el hecho de que, en comparación con su producción operística, el resto del catálogo de Puccini, sobre todo en el ámbito de la música instrumental, es mínimo. Sin embargo, desde el punto de vista estrictamente estadístico, esta comparación puede resultar engañosa. Desde Le villi (1884) hasta Turandot (inconclusa, estrenada en 1926), Puccini compuso una docena de óperas; en su catálogo hay, además, un puñado de obras sacras, una veintena de canciones, un par de cantatas, y un número no tan mínimo de piezas instrumentales. Entre ellas, un Preludio sinfónico, un Adagietto, un Capricho sinfónico y algunas obras de cámara, así como varias piezas de juventud para órgano, y una Hoja de álbum y un Tango para piano. En el ámbito de la música de cámara, hay una pieza para violín y piano titulada La sconsolata, y varias obras para cuarteto de cuerdas: un Scherzo, Tres minuetos, el Cuarteto en re mayor, y la pieza titulada Crisantemi (Crisantemos).
Después de atestiguar el estreno de su segunda ópera, Edgar, ocurrido en La Scala de Milán en abril de 1889, Puccini se dedicó simultáneamente a revisar la partitura de la obra y a buscar un tema para su siguiente trabajo operístico. En el intervalo entre el estreno de Edgar y la realización de Manon Lescaut, ocurrió un hecho que motivó la composición de Crisantemi, la más conocida y difundida de las obras instrumentales del compositor de Lucca. El 18 de enero de 1890 murió el príncipe Amadeo de Saboya, duque de Aosta y efímero rey de España, segundo hijo del rey Víctor Manuel II. Conmovido por el hecho, Puccini compuso (en una sola noche, según sus propias palabras), una sencilla y contemplativa pieza para cuarteto de cuerdas a la que puso por título Crisantemi. Rica en melodía y austera en su expresión, la pieza está marcada por Puccini con la indicación Andante mesto, y conserva su ambiente triste y melancólico de principio a fin. En las ediciones modernas de la obra suele anotarse el hecho de que en Italia los crisantemos están asociados con ritos funerarios y conmemorativos, lo que explica con claridad la elección del título. Así, además de su función estricta como música abstracta de concierto, Crisantemi suele interpretarse en el contexto de homenajes luctuosos y ocasiones similares. Como ha ocurrido con numerosas otras obras de origen análogo, Crisantemi ha sido transcrita para orquesta de cuerdas, y suele interpretarse con mayor frecuencia en esta versión que en la versión original para cuarteto de cuerdas. Puccini conservó y prolongó la asociación fúnebre de estos crisantemos musicales al utilizar dos de sus temas en la ópera Manon Lescaut (estrenada en febrero de 1893), específicamente como acompañamiento de la muerte de Manon.
Máscaras y bergamascas, Op. 112
Obertura Minueto Gavota PastoralEl Opus 112 de Gabriel Fauré, Máscaras y bergamascas, es una obra con una historia larga y compleja, llena de datos interesantes y curiosos, y referencias culturales de todo tipo. Para comenzar, un primer dato relevante: una bergamasca es una danza antigua, asociada a un diseño y una progresión armónica particulares, y como su nombre lo indica, ligada históricamente con la ciudad italiana de Bérgamo.
Del poema Claro de luna del gran Paul Verlaine, estas líneas:
Votre âme est un paysage choisi / Que vont charmant masques et bergamasques. Una traducción libre al castellano de la primera estrofa del poema sería más o menos así:
Vuestra alma es un paisaje selecto en el que agraciadas máscaras y bergamascas tañen laúdes y bailan, un tanto tristes por estar ocultas bajo sus fantásticos disfraces.
El poema está incluido en su colección titulada Fiestas galantes, que data de 1869. Ahora bien, ¿a qué se refiere el término “fiestas galantes”? Resulta que en la Francia del siglo XVIII estaban muy en boga ciertos divertimentos cortesanos al aire libre llamados fiestas campestres. El pintor Antoine Watteau comenzó a pintar cuadros en los que representaba una variante sobre estas fiestas campestres; en las pinturas de Watteau, los participantes iban enmascarados y/o vestidos con ropas de baile y se dedicaban a todo tipo de escarceos amorosos. En 1717, Watteau solicitó su ingreso a la Academia Francesa presentando varios de estos cuadros, y como los académicos no tenían una etiqueta específica para este tipo de pinturas, inventaron una y las llamaron fiestas galantes.
En 1919, el Príncipe Alberto I de Mónaco encargó a Fauré una partitura para acompañar un espectáculo de música y danza basado en un libreto de René Fauchois, quien a su vez había tomado como punto de inspiración al poeta Paul Verlaine. En algunos textos sobre esta especie de divertimento escénico se dice que la trama giraba alrededor de los miembros de una compañía teatral de commedia dell’arte que se dedicaban a espiar los lances amorosos de los miembros del público. El libretista René Fauchois proporcionó esta breve descripción de la acción de la pieza:
Los personajes Arlequín, Gilles y Colombina, cuya tarea es usualmente divertir al público aristócrata, se convierten ahora en espectadores de una fiesta galante en la isla de Citera. Las damas y caballeros que usualmente aplauden sus esfuerzos, ahora les proporcionan involuntariamente entretenimiento con su comportamiento coqueto.
Si hasta aquí la historia suena complicada, lo que sigue no lo es menos. En su forma original, la partitura de Fauré para Máscaras y bergamascas constaba de ocho movimientos: Obertura, Pastoral, Madrigal, El camino más suave, Minueto, Claro de luna, Gavota y Pavana. Ahora bien, Fauré solo compuso especialmente la Pastoral, y tomó los demás movimientos de obras suyas anteriores. En el movimiento titulado Claro de luna se cantaba el poema de Verlaine arriba citado, y la Pavana final es ni más ni menos que la famosa y hermosa Pavana Op. 50 de Fauré, para orquesta y coro opcional. Y para cerrar elegantemente el circulo de todos estos asuntos poéticos, pictóricos, teatrales y musicales, se dice que cuando Fauré se refería a su música para Máscaras y bergamascas, decía que le recordaba a las pinturas de Watteau. En la forma original arriba descrita, Máscaras y bergamascas se estrenó en Monte Carlo el 10 de abril de 1919. Poco después, Fauré organizó una suite de concierto sobre la partitura, eligiendo cuatro de los movimientos puramente instrumentales; es en esta forma como la obra ha llegado a ser más conocida y difundida.
Como complemento a esta divertida historia musical, vale recordar que un ilustre colega de Fauré, Claude Debussy (1862-1918), también puso música al poema Claro de luna de Paul Verlaine: se trata de la tercera de las seis canciones que forman el ciclo titulado, ni más ni menos, Fiestas galantes. En algún, Debussy momento pensó en utilizar el título de Máscaras y bergamascas para un ballet, pero se contentó con escribir su Suite bergamasca para piano solo; su tercer movimiento es, ni más ni menos, el famoso Claro de luna. Ahora sí, todo queda perfectamente claro.
GIACOMO PUCCINI
(1858-1924)
Capricho sinfónicoLa presencia de una obra puramente sinfónica (y, además, originalmente sinfónica) de Giacomo Puccini en un programa de concierto, obliga casi necesariamente a realizar una breve digresión sobre su catálogo.
¿Qué es lo que se escucha con más frecuencia de la producción del compositor nacido en Lucca? Todo mundo lo sabe: sus óperas. Por cierto, no son tantas como uno pudiera imaginar: apenas una docena de títulos, a diferencia de diversos autores barrocos y belcantistas que producían óperas, literalmente, por docenas. Entre ellas, hay algunas que forman parte de lo más sólido y querido del repertorio: La bohemia, Tosca, Madama Butterfly, Turandot. Otras, como Le villi, Edgar, La fanciulla del West La rondine y las tres óperas del Tríptico, son menos conocidas y populares. Manon Lescaut ocupa quizá un lugar más o menos intermedio entre ambos grupos. ¿Qué más compuso Puccini? Entre otras cosas, un número reducido de canciones que, debido a la enorme popularidad de sus óperas de madurez, casi nadie conoce. Hay también en su catálogo un puñado de obras sacras, entre las cuales sólo una goza de cierto prestigio y difusión: la Misa de Gloria. Puccini creó también unas cuantas obras de cámara, entre las cuales sólo se conoce con cierta amplitud la pieza titulada Crisantemos, para cuarteto de cuerdas, que en ocasiones se interpreta en conciertos sinfónicos con una sección completa de cuerdas. Hay por ahí algunas piezas sueltas para órgano, un par de piezas para piano, otra para violín y piano, y poco más. En este contexto, el área de música sinfónica del catálogo de Giacomo Puccini es un auténtico misterio, en parte por su extrema parquedad. Según el listado que aparece en el Diccionario Grove de la Música, la producción de música orquestal de Puccini se reduce a lo siguiente:
- Preludio sinfónico (1876)
- Adagietto (bosquejo) (1883)
- Capricho sinfónico (1883)
- Marcha Scossa elettrica (1896) (Para banda)
Ocurre, para más señas, que a diferencia de otros grandes compositores de ópera cuya música se ha difundido en forma sinfónica (preludios, oberturas, intermezzi suites, etc.), es poco, muy poco, lo que ha trascendido de la obra de Puccini en las salas de concierto. De vez en cuando el intermezzo de Suor Angelica; de tarde en tarde, el intermezzo de Manon Lescaut, y prácticamente nada más.
Para hallar la pista del Capricho sinfónico es preciso remontarse a los años de estudio del joven Puccini. Su primer maestro fue su tío, el organista y director de coros Fortunato Magi. Más tarde, poco satisfecha con el pobre progreso de su hijo, la madre de Puccini lo envió a estudiar con Carlo Angeloni, quien era director de una escuela, el Instituto Musical Pacini. Durante esos años de aprendizaje, el joven Puccini fue organista en varias iglesias cercanas a su natal Lucca, y a los 17 años de edad comenzó a realizar sus primeras composiciones. Sus intentos tempranos como creador quedaron reflejados en algunas piezas para órgano en las que el talentoso compositor aludía por igual a la música popular de la Toscana y a fragmentos selectos de las óperas famosas que comenzaba a conocer. En 1880, Puccini se graduó del Instituto Musical Pacini presentando como trabajo final una misa. Ese mismo año recibió la ayuda financiera que necesitaba para ingresar al famoso Conservatorio de Milán. Ahí, sus principales tutores fueron Antonio Bazzini (1818-1897) y Amilcare Ponchielli (1834-1886).
La musicóloga Gabriella Biagi Ravenni, en un ensayo biográfico sobre Puccini, hace esta escueta pero significativa referencia al Capricho sinfónico, única de sus obras orquestales en haber logrado una mínima difusión, y que se conecta directamente con los años de estudio del compositor:
En julio de 1883, Puccini terminó sus estudios con una pieza instrumental, Capricho sinfónico, en la que se revelaba por primera vez su talento para la invención melódica y la orquestación colorida.
En efecto, el Capricho sinfónico es una pieza en la que Puccini encadena con mano segura un buen número de temas, algunos de los cuales habrían de aparecer más tarde en óperas suyas como La bohemia y Tosca. En lo general, la expresividad de este Capricho sinfónico ha llevado a algunos analistas a declarar que puede ser entendido como una especie de “escena operística sin palabras”, mientras que otros han sido rigurosos al señalar que en esta obra es posible percibir cierta influencia de la música de Richard Wagner (1813-1883), afirmación que no deja de ser sorprendente. En cuanto a su forma, este Capricho sinfónico guarda ciertos puntos de contacto con los conceptos románticos de la fantasía y la rapsodia.
El Capricho sinfónico de Giacomo Puccini fue escuchado por primera vez el 14 de julio de 1883, interpretado por la orquesta estudiantil del Conservatorio de Milán, bajo la batuta de Franco Faccio.
NB: Como a mí sí me dio curiosidad averiguar qué es y de dónde salió la marcha Scossa elettrica que menciono más arriba, comparto con ustedes el dato. Se trata de una marcha (que también existe en versión para piano) cuyo título quiere decir Choque eléctrico (es decir, un tradicional “toque”) y que Puccini compuso a la memoria del físico italiano Alessandro Volta (1745-1827), quien nos benefició enormemente al inventar la batería eléctrica.
ANTON BRUCKNER (1824-1896)
Sinfonía No. 00 en fa menor, Sinfonía de estudio
Allegro molto vivace
Andante molto
Scherzo
Finale: Allegro
Anton Bruckner, músico de pueblo, de origen campesino.
Anton Bruckner, modesto pero esforzado maestro de escuela rural.
Anton Bruckner, organista de oficio,
Anton Bruckner, el mejor improvisador al órgano de su tiempo.
Anton Bruckner, asiduo y diligente estudioso del contrapunto.
Anton Bruckner, católico creyente de religiosidad humilde.
Anton Bruckner, maniático de los números y las cuentas.
Anton Bruckner, necrófilo confeso.
Anton Bruckner, célibe de por vida.
Anton Bruckner, víctima inocente de las intrigas musicales de su tiempo.
Anton Bruckner, adorador incondicional de Richard Wagner (1813-1883).
Anton Bruckner, compositor de música sacra y litúrgica de altos vuelos.
Además, y por encima de todo ello, Anton Bruckner, creador de grandes, expresivas, poderosas y conmovedoras sinfonías.
A este improbable genio musical nacido en el minúsculo pueblo austriaco de Ansfelden lo han incluido, erróneamente, en el fatídico grupo de compositores de nueve sinfonías, grupo que por cierto es mucho más pequeño de lo que nos han hecho creer. ¿Cuántas sinfonías compuso Bruckner? La respuesta tradicional decía que fueron nueve. Después, los melómanos ilustrados comenzaron a comunicar al mundo que, en realidad, Bruckner había escrito once sinfonías. ¿Cuál es la cuenta real? Muy sencillo: compuso diez sinfonías completas, tres movimientos completos de la undécima, y un buen número de bosquejos para el cuarto movimiento de esta última. La clave de la posible confusión está en el hecho de que la obra que hoy
se conoce como su Sinfonía No. 1 es en realidad la tercera que escribió (aunque hay discrepancias musicológicas sobre la cronología de esta obra). Antes de esta sinfonía, conocida de manera coloquial pero no auténtica como la Sinfonía Linz, Bruckner había compuesto una Sinfonía en fa menor y una Sinfonía en re menor, conocidas respectivamente como Sinfonía No. 00 y Sinfonía No. 0. El hecho de que haya sido el propio Bruckner quien propusiera tal numeración indica, por una parte, una buena cuota de admirable autocrítica y, por la otra, que el compositor consideraba a ambas sinfonías como dignas de sobrevivir, ya que bien pudo haber arrojado los manuscritos a la hoguera.
Recién terminados sus extensos estudios de contrapunto (1855-1861) con Simon Sechter, Bruckner se mantuvo en el camino del aprendizaje y la superación académica, y se convirtió en alumno del director de orquesta Otto Kitzler, a quien le pidió que le enseñara composición y orquestación. Si hay que juzgar a Kitzler por los resultados de la música de madurez de Bruckner, habrá que concluir que, si bien la historia lo ha olvidado mayormente, merece el crédito de haber guiado con mano férrea el talento de su diligente alumno. Como proyectos de clase, Kitzler encargó a Bruckner algo de música para piano, algo más de música de cámara y, finalmente, lo animó a abordar la escritura orquestal. Al dar los primeros pasos en ese ámbito que llegaría a dominar como nadie en su tiempo, Bruckner redactó para Kitzler unas cuantas piezas orquestales sin mayor relevancia, una Obertura en sol mayor muy estimable, y la Sinfonía en fa menor (1863) conocida como Sinfonía No. 00 o Sinfonía de estudio.
Si bien se trata de una obra incipiente, ya presenta el embrión de algunas de las características que irían madurando en las sinfonías subsecuentes de Bruckner. La estructura general y la secuencia de cuatro movimientos son plenamente clásicas. Si bien la orquestación no es tan compacta como la de sus siguientes sinfonías, ya muestra algunos signos inconfundibles, como las sólidas texturas de las cuerdas, los corales en los metales, el uso de las maderas como un bloque. Y, claro, un uso muy diferenciado de los cornos, que alcanzaría una cima incomparable en la Cuarta sinfonía. El manejo y desarrollo de los temas es claro y ortodoxo y, sin llegar a las volcánicas explosiones de sus sinfonías maduras, Bruckner ya propone aquí puntos climáticos robustos y poderosos. Por otro lado, las dimensiones de la sinfonía ya apuntan hacia la expansión temporal que habría de ser uno de sus sellos más personales.
Si el propio Bruckner descartó esta interesante sinfonía de la parte formal de su catálogo, la historia también la olvidó. Para no dejar dudas sobre el origen y el carácter de esta obra temprana de su producción sinfónica, Bruckner anotó a la cabeza de cada movimiento la indicación Schularbeit (‘trabajo escolar’). La Sinfonía No. 00 no fue interpretada en vida del compositor, y su estreno se llevó a cabo apenas en su centenario natal, 1924, en Klosterneuburg. Una versión enciclopédica del catálogo de Bruckner indica que el 18 de marzo de ese año se interpretaron los movimientos primero, segundo y cuarto de la obra, mientras que el tercero se tocó el 12 de octubre. El mismo documento indica que en esta última fecha fue estrenada también la Sinfonía No. 0.
Juan Arturo BrennanSemblanza
Director asistente de la Sinfónica de Richmond, el director canadienseestadounidense Daniel Myssyk fue director musical de la Orchestre de chambre Appassionata con sede en Montreal de 2000 a 2016. En 2012, dirigió su orquesta en su primera gira por Estados Unidos, que incluyó conciertos en Richmond. El grupo también realizó una gira ante un público entusiasmado en Ontario dos años después.
En los últimos años, ha aparecido con Les Grands Ballets Canadiens y la Orquesta Sinfónica de Lubbock. En 2015, Myssyk debutó en Guanajuato (México), a donde desde entonces regresa regularmente, y también dirigió la Orquesta del Estado de Michoacán. Sus recientes compromisos lo han traído de regreso a Canadá para dirigir la Orquesta Sinfónica de Trois-Rivières y la Orquesta de la Francofonía.
Myssyk dirige repertorio de los períodos clásico, romántico, moderno y contemporáneo con gran atención al detalle estilísticamente apropiado. Mantiene un compromiso continuo con la ópera en una variedad de estilos que van desde Mozart hasta Menotti. Sensible a la música de nuestro tiempo, ha contribuido a la creación de muchas obras norteamericanas contemporáneas, incluido el estreno mundial de la ópera de Anthony Brandt, “The Birth of Something” con Da Camera en Houston. Bajo su liderazgo, tres producciones recientes de VCU Opera de “The Gondoliers” (2015), “The Old Maid and the Thief” (2012) y “Hansel & Gretel” (2011) ganaron los principales premios en el concurso de la Asociación Nacional de Ópera.
Las grabaciones de Myssyk han recibido elogios generalizados de la crítica. En 2012 completó la grabación de “Czech Serenades” con obras de Suk y Dvořák. El CD estuvo nominado a la mejor grabación del año en los premios “ADISQ”, el equivalente quebequense de los Grammy y en el Prix Opus del Conseil québécois de la musique. Jean-Yves Duperron del Classical Sentinel escribió: “El director Daniel
Myssyk y los miembros de la Orquesta de Cámara Appassionata ejercen su magia en esta música, dan forma a todas y cada una de las frases e infunden todas y cada una de las notas con cuidado y expresión sincera. Pocas veces he escuchado estas dos obras interpretadas con tanta convicción”.
En 2010, su CD “Idyla” (del sello Fidelio), fue nominado al Premio Opus como mejor grabación del año. Summit Records lanzó un CD con el trompetista estadounidense y colega de VCU, Rex Richardson, tocando el “Concierto para trompeta y cuerdas” de Dana Wilson, que obtuvo excelentes críticas del International Trumpet Guild Journal. Su CD más reciente, con el sello Atma, incluye obras del compositor quebequense François Dompierre y ha recibido elogios de Radio-Canadá y de la revista Son et image.
El profesor Daniel Myssyk ha sido director de actividades orquestales de la Virginia Commonwealth University desde 2007. Su implicación con los jóvenes refleja una pasión bien afinada por la educación musical y su programación incluye piezas importantes del repertorio estándar, así como música de nuestro tiempo. Muy solicitado como clínico invitado, durante muchos años ofreció clínicas a orquestas de todo el país en el Carnegie Hall. Es colaborador habitual de las Orquestas Regionales Senior de Virginia. Esta temporada marca la última como director de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Richmond.
ORQUESTA SINFÓNICA
DE LA UNIVERSIDAD DE GUANAJUATO
Violines Primeros
Dmitry Kiselev - Concertino
Héctor Hernández Pérez – Asistente de concertino
Maksim Smakkev
Jorge Luis Torres Martinez
Luis Enrique Palomino
Katherine Giovanna Ramírez
Urpi Dainzú Holguin González
Yessica Melgar
David Jesús Viña
Pedro Zayas Alemán
Alexander Applegate
Violines Segundos
Sergio Andrés González * (-)
Moab Alberto González López ** (-)
Andrés Ildefonso Gallegos Rodríguez
Fidel Berrones Goo
Elizabeth Martínez Ramírez
César Ulises Gómez García **(-)
Violas
Lydia Bunn * (-)
Oscar Pinedo Nava **(-)
Augusto Antonio Mirón Pleitez
Betsabé Jiménez Valencia
Carlos Reyes Hernández
Anayantzi Oropeza Silva
Andres Carballar Trejo **(-)
Violonchelos
Michael Severens *
Bruno Mente ** (-)
Luis Gerardo Barajas Bermejo
Fernando Melchor Ascencio
Fortunato Rojas Francisco
Omar Barrientos
Andrés López Bermúdez
Cintia Presa Rodríguez *** (-)
Contrabajos
Russell Brown *
Óscar Argumedo González *
Jorge Preza Garduño
Rodrigo Mata Álvarez
Pedro Álvarez Vigil
Guillermo Caminos López
Andrés Peredo Plascencia
Flautas
Cuauhtémoc Trejo * Víctor Frausto Zamora **
Oboes
Marie Park * Héctor Fernández **
Jorge Arturo García Villegas
Clarinetes
Hugo Manzanilla *
Heather Millette ** - Clarinete Piccolo
Fagotes
Katherine Snelling * Ariel Rodríguez Samaniego
Cornos
Claire Hellweg * Darío Bojórquez **
Michelle Pettit
Apolinar Alavez Salas
Trompetas
Macedonio Pérez Matías *
Juan Cruz Torres Díaz **
José Cayetano Hernández Díaz
Trombones
Louis Olenick *
Gil Martínez Herrera
Trombón bajo
John Swadley
Tuba
Salvador Pérez Galaviz *
Timbales
Óscar Samuel Esqueda Velázquez *
Percusiones
Alan Sánchez Sánchez
Ulises Hernández
Katheryne Cruz Martínez*** (-)
Piano
Iván Hugo Figueroa **
Arpa
Alejandra de ita López ***(-)
Músicos invitados
David Pérez Patlan- Violín 1º ***
Andrés Tovar Gómez– Violín 1º ***
Diego Velazco Yount - Violín 2º ***
Christian Barajas Hernández – Violín 2º ***
Abraham Quintanilla Melgar – Violín 2º ***
Astrid Jerez Rodríguez – Violín 2º ***
Marijose Ruiz Villaseñor– Viola ***
Maria Fernanda Véjar- Flauta ***
Josué Gutiérrez Villagomez – Clarinete ***
Juan Raúl Gutiérrez Morales - Corno***
Edgardo Jiménez Orozco - Trombón *** Luis Ángel Torres - Trompeta
*Principal
**Co-principal ***Invitado (-) Temporal
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Gerente
Carolina de la Luz Pérez Cortés
Coordinadora de Personal
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Programa de Mano | Notas al programa
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