Tierra de Mis Amores, 2014

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Viernes de Dolores de 2014

ontenido Así nació Tierra de mis amores..............................................4 Erasmo Mejía Ávila Recorrer Guanajuato...............................................................5 Luis Ernesto Camarillo Ramírez Por siempre Dolorosa.............................................................6 Francisco José Caballero Vértiz La Virgen Dolorosa, una breve historia de su iconografía.........7 Marisa Andrade Pérez Vela Un canto a la Dolorosa.........................................................10 Abel G. Huerta G. Los siete Dolores del Viernes...............................................12 Mario Ruiz Santillán Origen del culto mariano y de la devoción a la Dolorosa........14 María Enriqueta Bautista Barba ¿Qué es el Viernes de Dolores en Guanajuato?.................17 Erasmo Mejía Ávila Viernes de Dolores................................................................18 Aurora Jáuregui de Cervantes De la Dolorosa y de la Alhóndiga........................................20 José Luís Lara Valdés Guanajuato, tierra y plata.....................................................22 Mario Ruiz Santillán Día de las flores.....................................................................23 Luis Fermín Cuéllar El contenido de los artículos publicados en esta revista, es responsabilidad de cada autor. Ilustración de portada: Dolorosa, Óleo sobre lámina de zinc. Siglo XVII. Colección particular de la Familia Goerne.

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Así nació Tierra de mis amores Erasmo Mejía Ávila

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or más que, como sabemos, el amor hace milagros, casi no podemos creer que todavía haya bohemios de la talla de un Cayetano Valdivia o de un Jesús Morales Rivera. Esto tiene muy simple explicación: uno era poeta, otro era grabador y gran dibujante, es decir, artistas de cuerpo entero. La iniciativa partió de ellos, pero muy pronto se les sumaron el pintor Juventino Rosas Juárez, el profesor Ezequiel Almanza Carranza y el periodista Erasmo Mejía. Un poco más tarde llegaron el inolvidable amigo, pintor y cronista de la ciudad, Manuelito Leal y una pléyade de impresores, como Chucho Rocha, Alejandro Valtierra, Jerónimo Villalpando, J. Cruz Rangel. De los primeros, decimos, brotó la idea de “dar a luz” esa publicación que los guanajuatenses recibieron con entusiasmo y mucho cariño. Fue en la Semana Santa de 1959. El primer número apareció en las páginas interiores del entonces vocero popular Estado de Guanajuato, pero, ya desde el segundo en adelante, tuvo vida independiente y feliz.

Su nombre obedeció al imperativo de un doble homenaje: al autor de esa bellísima canción así llamada, Chucho Elizarrarás, y a la fiesta más típica y tradicional de nuestra capital, el Viernes de Dolores, que describimos en otro lugar de este órgano universitario. Dejó de existir por el fallecimiento de sus principales iniciadores y por la ausencia de otros, que tuvieron que irse de la tierra para establecerse en otras poblaciones. Cuando reapareció, nadie pudo imaginar siquiera el gran éxito que tendría en la acogida del público. Las ediciones se agotaban en pocas horas y en los hogares era preciado objeto para guardarse con gran cariño, como que daba fuerza y actualidad quizás a la más placentera y tradicional fiesta de Guanajuato. Esto mismo esperamos que suceda ahora, y que el terruño premie tan noble iniciativa de la Universidad de Guanajuato por recuperar y conservar las tradiciones más significativas de nuestra ciudad.

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a primera mirada que uno tiene de la ciudad de L Guanajuato, es la de un caserío

encaramado en los cerros que circundan la cañada, casas pintadas en tonos naranja, café o beige; cúpulas, torres, edificios unos más grandes que otros, en su mayoría canteras rosadas y verdes, entre ellos arboledas, o algunas estatuas y si uno es más observador podría advertir hasta algunos vehículos automotor, ese es el Guanajuato del inicio de siglo, en el que ya transcurren los primeros tres lustros del siglo XXI. Una ciudad señorial que pervive aún en nuestros días. Guanajuato no solo se centra en el fondo de la cañada, a su alrededor se encuentran las minas y las pueblas, donde habitaban los hombres que extraían el mineral, así como sus familias. Ahora tendríamos que verlos como colonias o barrios, donde su arquitectura delata el progreso de antaño, la raigambre que une a estas poblaciones con lugares como Inglaterra, con sus techumbres de lámina acanalada en dos aguas, sus techos volados, e incluso los porches en arcos de medio punto. Cada mineral guarda su identidad, y en su conjunto formaron parte del Real de Minas más importante de la Nueva España. Guanajuato es una ciudad de la que se ha dicho y escrito mucho. Es un lugar que ha inspirado a pintores como Charles Bowes, Thomas Egerton y Manuel Leal. Esta es una ciudad que ha quedado inmortalizada por fotógrafos como Romualdo García y los Hermanos García, Francisco Ballesteros y por Mustafá, entre otros hombres que desde su lente han congelado el tiempo y a las personas que ahí han quedado inmortalizadas. Erasmo Mejía Ávila, Agustín Lanuza, Fulgencio Vargas, Lucio Marmolejo, Luis G. Cervantes, entre una pléyade de plumas, nos han colmado con relatos en distintos estilos, el ensayo, la viñeta, la efeméride, entre otros estilos. Resguardando con sus letras la memoria que en su tiempo recogieron para deleite de los contemporáneos de ayer y hoy.

Recorrer Guanajuato Luis Ernesto Camarillo Ramírez

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Entrada una nueva época, con aires más academizantes, es que nuevos actores relataran la Historia, la novela y el cuento, dieron nuevos relatos para reafirmar ese sentido de pertenencia a la “Atenas de por acá”: los maestros, Alfredo Perez Bolde, Isauro Rionda Arreguín, Aurorita Jáuregui de Cervantes, el propio maestro Eugenio Trueba, quienes han sido puentes entre generaciones, y que al saber

Carlo Dolci, Mater Dolorosa, siglo XVII, tomada de http://commons.wikimedia.org

bien la fórmula, han mantenido vigente ese amor por el terruño, por el ser guanajuatense, o por qué no guanajuateño, como lo escribiera aquel sacerdote jesuita allende en el siglo XVIII. Siempre es un deleite el tener en la mente a Guanajuato, y esta es una invitación por traer al presente la memoria de esa ciudad encantada de la que nos hablan las leyendas, pero no la de la ciudad de oro que aparece una vez al año, sino de esa de nuestros recuerdos, la del recuerdo de

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nuestros antepasados, quienes con sus relatos la traen al hoy y nos comparten lo que lamentablemente ha cambiado en aras de estar más al día y ser un poco más modernos. Recorrer ese Guanajuato de callejones o las riveras de los ríos en julio y agosto, escuchar el chasquido del agua rodante y alimentarnos con el olor de la tierra mojada, es disfrutar el claroscuro del único foco de la cuadra que con su “chupira” luz, era cómplice de aventuras y por qué no, una que otra travesura. No hace falta estar físicamente en Guanajuato, bastaría con pensar en él para vivirlo y recrear sus paseos. Lo que hace falta tener en la mente de esa “Tierra de mis amores” o las festivas notas de los “Caminos de Guanajuato”, de don Jesús Elizarrarás y José Alfredo Jiménez, hace falta tener un grato recuerdo del aroma de las tortas de barro de San Luisito o el azúcar tatemada de las charamuscas de por el Barrio de Santa Paula. Guanajuato, se vive y se siente al recrear año con año sus tradiciones, sus fiestas y esta la del Viernes de Dolores, es cuando todo Guanajuato regresa a la plaza, a los templos y a su andar perfuma sus pasos con manzanilla e incienso. Es volver por instantes al ayer de nuestros abuelos y es la oportunidad de que las nuevas generaciones apropien para sí lo que es una constante en este lugar: la suma entre la fiesta y la devoción.

1.-Presidente del Colegio de Historiadores de Guanajuato A. C.


Por siempre Dolorosa

Francisco José Caballero Vértiz

El tiempo se esconde tras los muros de los rayos del sol y el vendaval, el viento se perfuma con olores de alhelí, de jamaica y de copal. Las manos reciben temblorosas la rosa, el clavel o el cascarón, las miradas se cruzan presurosas en la línea que llega al corazón. Los templos se visten de morado de lágrimas, puñales y pesar, y son ríos de almas desparramados, sus atrios, sus pasillos y su altar. Dolorosa, por siempre Dolorosa, soportando tu pena sin cesar, ya no llores te pide, Bondadosa, Guanajuato, tu casa y tu ciudad.

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La Virgen Dolorosa,

una breve historia de su iconografía

Marisa Andrade Pérez Vela1 Pendiente de un madero, objeto del furor de un pueblo ingrato y fiero, se mira al redentor. Ninguno le acompaña en tan cruel dolor; solo él llora las culpas del pobre pecador. …Sola su Madre amada, transida de dolor, junto al madero llora al hijo de su amor. Amante le contempla con llanto y aflicción, y del dolor la espada le hiere el corazón.

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as imágenes religiosas que se encuentran en los nichos, muros de los corredores y pasillos, o pequeños rincones destinados para ellas, en los sitios sagrados o profanos, son obras de arte cuyo sentido y razón de ser, es permitir el encuentro y comunicación de los seres humanos con lo divino para pedir algún favor, agradecer por un milagro recibido; ofrendar una oración, un canto, una danza o buscar consuelo y compañía en los momentos en los que la vida nos trae dolor y sufrimiento.

Baldassare d´Este, Mater Dolorosa, siglo XV, Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona, España.

(fragmento de poema de Miguel Haller) Durante la segunda mitad del siglo XIII, apareció entre los fieles de la iglesia católica una nueva devoción, la cual estaba dedicada a honrar el inmenso dolor que María, como madre de Jesús, padeció por la pasión y muerte de su hijo. Esta devoción mariana que oficialmente tuvo su inicio en la ciudad de Florencia en el año de 1233, con la fundación de la Orden de los Siervos de María, fue ampliamente difundida y rápidamente adoptada por la comunidad de católicos en casi toda Europa. España que no fue ajena a la misma, trajo consigo al virreinato novohispano dicha devoción y desde entonces se rindió culto en estas tierras a la Mater Dolorosa o también llamada Virgen de los Dolores. Los franciscanos fueron quienes, por especial predilección, introdujeron esta devoción en México y más tarde, las otras órdenes religiosas como los jesuitas y dominicos ayudaron a difundirla. Así pues, este culto por el dolor mariano que al igual que el sufrimiento y sacrificio de Jesús habría de redimir y aliviar al hombre de su diaria opresión, en la religiosidad popular de los

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diferentes países se manifestó de muy diversas maneras, no así en el mundo del arte, en el que la Virgen de los Dolores fue nombrada la patrona del gremio de los pintores, por lo que grande fue pues, además de la escultura y el grabado, la representación de su imagen en la pintura.

Anónimo, La Virgen de los Dolores, sin fecha, óleo sobre tela, Pinacoteca del templo de la Profesa, México, D. F.

1.-Maestra en Historia del Arte por la UNAM. Ha colaborado en diversos proyectos de rescate de archivos históricos y conservación del patrimonio cultural.


Imagen que es considerada como la más universal de todas las advocaciones que existen de la Virgen, puesto que no está vinculada a ninguna aparición o hecho sobrenatural ocurrido en un determinado lugar, y su representación tampoco está sujeta a alguna regla o norma por parte de la iglesia, sino que es tomada directamente de la Biblia, del evangelio de Lucas 2, 34, 35 en donde se narra el pasaje de la vida de María cuando el anciano Simeón, ante la presentación del niño Jesús en el templo le dice: “este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, y a ti mujer una espada te atravesará el corazón…”

está siendo atravesado por una daga o espada, que hace referencia a la profecía mencionada y que simboliza el inmenso y profundo dolor que ella sufrió a causa de la pasión y muerte de su hijo amado.

Francisco Eduardo Tresguerras, Nuestra Señora de los Dolores, siglo XIX, tinta y acuarela sobre papel, Capilla de Nuestra Señora de los Dolores, Sepulcro de Tresguerras, Celaya, Gto.

Francisco Eduardo Tresguerras, Nuestra Señora de los Dolores, siglo XIX, tinta y acuarela sobre papel, Capilla de Nuestra Señora de los Dolores, Sepulcro de Tresguerras, Celaya, Gto.

Este dolor, que en la mayoría de las obras de arte la Virgen aparece sufriendo sola, en ocasiones es compartido con los llamados “ángeles pasionarios”, personajes que siempre aparecían junto a ella, para, además de Anónimo, Virgen Dolorosa, México, finales del siglo XVIII, óleo sobre tela, tomada de artecolonial.wordpress.com

Este pasaje, que fue el que llevó a aquellos primeros siete jóvenes servitas a consagrar su vida para adorar y acompañar a la Virgen Dolorosa en su sufrimiento, fue el mismo que desde entonces inspiró también a los artistas para representarla como una joven mujer de rostro afligido, cabeza coronada de doce estrellas (como doce eran las tribus de Israel), que lleva sus manos entrelazadas recogidas en el pecho y en actitud de súplica, o abiertas y separadas de su cuerpo en señal de abandono, y cuyo corazón

Anónimo, Virgen de los Dolores, sin fecha, óleo sobre tela, Catedral de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México.

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acompañarla, cumplir con la función de ofrendarle, con gran pena, todos los implementos del martirio de Jesús, como los clavos, la corona de espinas, la lanza, los dardos, etc.1 Esta modificación en la manera de representar a la Virgen Dolorosa que se dio a principios del siglo XV, gracias a la influencia de las ideas del Renacimiento, que la comenzaron a despojar de su carácter divino y poco a poco la fueron humanizando no fue el único, ya que a finales de ese mismo siglo en los Países Bajos, Juan Coudenberghe, sacerdote holandés, a la muerte de la reina Margarita de Austria, fundó con el fin de dar consuelo y fortaleza a sus súbditos, la “cofradía o hermandad de los siete dolores de la Virgen”, que aunque ya habían sido definidos por los frailes servitas y representados en el arte con anterioridad por siete puñales clavados en el corazón de la Dolorosa, a partir de este momento dicha imagen 1.-Vargas Lugo, Elisa y José Guadalupe Victoria, Juan Correa su vida y su obra, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1994, tomo IV, pp. 190, 191.


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se popularizó,2 y no fue sino hasta el siglo XVII a partir de un grabado del artista italiano Carlo Dolci, que su iconografía volvió a cambiar, pues teniendo como modelo esta imagen, los ángeles pasionarios, las dagas o puñales que atravesaban su corazón y en ocasiones las gruesas lágrimas que rodaban por sus mejillas desaparecieron y fueron sustituidas por un sencillo collar y pendientes de perlas que las simbolizan, pues se decía que la Virgen debía padecer su dolor de forma discreta y con dignidad. Muchos siglos han pasado ya desde que el amor y la devoción a la Virgen de los Dolores nacieron un día entre nosotros y sin embargo, esas imágenes de María que aún hoy seguimos contemplando y venerando, siguen despertando en nuestra alma, no solo un sentimiento de profunda tristeza, sino también de piedad y solidaridad para con ella que siempre nos acompaña, consuela y fortalece. 2.-“Los siete dolores que la Virgen María padeció son: la profecía de Simeón en el templo, la huida a Egipto, la pérdida del niño a los doce años, el encuentro con Jesús en la calle de la Amargura, la crucifixión, el descendimiento y el entierro del cuerpo de Jesús”, op. cit., p. 192.

Anónimo, Virgen Dolorosa, sin lugar, siglo XVIII, óleo sobre tela, tomada de http://www.clasf.mx

Fuentes consultadas: Andrade Pérez Vela, Marisa, “Pintura y sociedad en Guanajuato durante el siglo XIX”, en Historia general de Guanajuato, número 5, Instituto de Investigaciones Humanísticas, Universidad de Guanajuato, 2008. Autores varios, …de dolor preñada, poemario para el Viernes de Dolores, Centro de Investigaciones Humanísticas / La Clave Azul, Guanajuato, 2006. Schneider, Luis Mario, Cristos, santos y vírgenes, Editorial Planeta, México, 1995. Sin autor, Santuarios de la Virgen María, apariciones y advocaciones, editorial América, 1990. Vargas Lugo, Elisa y José Guadalupe Victoria, Juan Correa su vida y su obra, Universidad Nacional Autónoma de México, tomos I y IV, México, 1994. Zerón Medina, Fausto, Felicidad de México, Centenario de la Coronación de María Señora de Guadalupe, Editorial Clío, México, 1995.

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Stábat Mater Dolorosa Estaba la Madre dolorida junto a la Cruz, de la que pendía su Hijo, su Alma gemía tristemente como atravesada por unaespada.

Un canto a la Dolorosa Abel G. Huerta G. 1

¡Cuán abatida y afligida! Madre del Unigénito, penando y dolorida, viendo los sufrimientos de su amado Hijo. ¿Qué hombre no lloraría viendo a una madre y su Hijo en tal suplicio? ¿Quién no se contristará contemplando tal escena?

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n el ámbito de los actos devocionales, el canto religioso popular ocupa un lugar preponderante, ya que desde la antigüedad los seres humanos se han valido de este para dirigirse a sus deidades y expresar sus más profundos sentimientos. Es el canto religioso popular, manantial por el que fluyen cristalinas aguas, aguas de esperanza, que redimen, que limpian, así pues el devoto por este medio permite que aflore su afecto, alegría y su amargura. Una vivencia, una narración, un poema o una imagen, son móviles para que los creadores, cualquiera que sea su nivel cultural, se inspiren y de su fibra interior surja un canto; en nuestro caso será un canto religioso popular. De un creador modesto que emerge entre los compositores del vulgo y que cultive la vena religiosa brotarán las melodías que escuchamos frente al altar familiar, en la capilla, entre las filas de peregrinos y en las fiestas patronales o en los festejos que la Iglesia Católica determina periódicamente. De estos últimos, el ciclo de los Días Santos es el escenario para escuchar cantos relativos a la Pasión, a la Santa Cruz, y a la Virgen de los Dolores, de los dos mencionados primeramente existe un gran número, pero los dedicados a la Virgen de los Dolores escasean. Algunos de ellos parecen inspirados en un antiguo canto en latín, el Stábat Mater, parte de la liturgia de la Iglesia Católica y que se estila en el ceremonial del Viernes de Dolores. Se cree que fue creado por el franciscano Jacopone da Todi en el siglo XIII, de él existen interesantísimas versiones en canto gregoriano y en otros periodos de la historia de la música también es mencionado, destacando compositores como Josquin des Prés, Palestrina con una obra coral a ocho voces, Pergolesi, Haydn, Schubert, y hasta una versión operística de Rossini. El texto de este himno en una traducción libre dice así:

Por los pecados de su pueblo vio a Jesús ser azotado. Sí, a su dulce Hijo, morir abandonado y exhalar su espíritu. Madre de amor, hazme sentir la fuerza del dolor y me compadezca del crucificado que contigo llore junto a la Cruz, que arda mi corazón en el amor de tu Hijo y que en él me complazca es mi deseo. Ilustre Virgen de las vírgenes, hazme gemir contigo, imprime en mi corazón las llagas del Crucificado que pereció por mí, deja que las venere y participe de su pasión, que con su sangre me embriague y lleve su pesado madero, así también compartiré tus penas, escúchame oh Virgen, y en el día postrero del fuego líbrame. Cristo a ti clamo, cuando deje esta tierra concédeme por tu Madre que mi alma llegue victoriosa a la Gloria del Paraíso.

1.-Músico egresado de la Universidad de Guanajuato, institución en la que fue profesor por veinticinco años. Actualmente continúa en actividades docentes y de investigación musical.

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Este impresionante texto con sus variantes populares, seguramente impacta en su interpretación, el canto que fue inspirado como se mencionó anteriormente, retorna a la efigie en el momento adecuado, sí el Viernes de Dolores remembranza de los quebrantos de la Virgen por la muerte de su Hijo, el Mesías. Voces refinadas, pulidas o aquellas sencillas, roncas y nasales, todas con gran fe elevan sus melodías en estas fechas, así liberan también sus penas y la función catártica de la música se cumple; un canto triste, una atmósfera triste, y los motivos todo ello triste. El canto que se trascribe a continuación, ha sido tomado del texto “Colección de Cantos Sagrados Populares”, que reúne 166 obras populares, el autor, cuya modestia se percibe, solo imprimió sus iniciales M.J.B. y podremos encontrar en él mucha semejanza con algunos segmentos del Stábat Mater.

2. Por nuestro amor padece La Reina celestial El llanto que humedece Su rostro virginal; Por nos se ve rasgado Su amante corazón, Y nuestro vil pecado Le causa su aflicción

Me duelo, Virgen pura, De tánta ingratitud; Disipa mi amargura, Confirma mi virtud. 5. Refugio del que clama En esta triste mar, Atiende á quien te llama, Y gime sin cesar. Tu llanto, Madre pura, Consuele mi aflicción, Y vuelva la blancura Al mío corazón.

3. La Virgen cariñosa Nos tiene tanto amor, Que sufre bondadosa Quebrantos y dolor, Con tal que nos salvemos, Y á su Hijo con piedad Sirvamos y adoremos Por toda eternidad.

6. Concédeme, oh María, Que imite tu fervor, Que siempre, cada día, Te alabe con amor; Y en la hora de mi muerte, ¡Oh Reina del Edén! El alma mía acierte Volar al cielo. Amén.

4. ¡Oh Madre dolorosa! Tu llanto yo causé, Y á tu alma candorosa Con dardos traspasé...

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ete Dolores del Vierne i s s s Lo Mario Ruiz Santillán

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uanajuato, cuya crónica informa que: “En el antiguo Progburgo —hoy Ranatlán— los días festivos eran la mayor parte del año”, festeja con especial deleite cada Viernes de Dolores. Si su alcaldía lanzó la austera consigna de: “Conozca Guanajuato caminando”, son tantas sus fiestas y festivales, que la proclama universitaria podría ser: “Estudie en Guanajuato festejando”. No se insinúa aquí que los festejos desplacen a los estudios, ni el lector debe llegar a tales conclusiones, …como tampoco el caminar por los callejones suprime el conocimiento de la ciudad, sino todo lo contrario. Esta celebración anual inaugura el ciclo: Viernes de Dolores, Semana Santa y de la Cultura, y Festival Internacional Cervantino, que ahora reflorecerá en octubre. Los dolores que festejamos este viernes, con profusión de flores, incienso y música, son siete, y son los dolores de alguien de carne y hueso, de alguien cuyo dolor es profundo como el mar. Se trata de un drama verdadero en siete actos; como siete son las notas musicales y los días de la semana, las colinas de Roma y las maravillas del mundo, y como setenta veces siete son las dimensiones del perdón. Aglomerarse en el Jardín de la Unión sin recordar a la Dolorosa, sería un círculo tan cuadrado como un funeral muerto. Y llega hasta Guanajuato la voz de los siglos: “Oh vosotros que conducís automóviles por las autopistas del mundo y en las espesuras de la contaminación urbana, caminantes de todos los mapas, mirad en derredor vuestro y ved si podéis encontrar dolor semejante a mi dolor”. ¿Por qué se aprietan hoy en torno al kiosco tantas muchachas con lo más nacional de su guardarropa? ¿Por qué hoy se madruga o ni siquiera se va a la cama la noche anterior? ¿Por qué no es este un viernes como todos los viernes del año? Porque hace 1982 años una muchacha galilea iniciaba su cadena dolorosa, a pesar de que su gozo nunca tendrá fin. Y puesto que su Hijo concentrará la atención mundial el Viernes Santo, recordamos hoy los dolores de la Madre: PRIMER DOLOR: Pronósticos dolorosos, como en las tragedias griegas. La desgracia puede agazaparse detrás de cualquier esquina blanqueada. Simeón termina su turno y anuncia a María sus infortunios. Ella como relevo aguerrido, recibe al Niño, y las palabras se clavan en su corazón con filo de espadas. La primavera viste de flores a la tierra y nosotros las arrancamos, como quisiéramos extraer la pena de la Mujer que embelleció con su presencia nuestro suelo. SEGUNDO DOLOR: Huida al país de las pirámides. Los comerciantes compraron a José como mercancía y lo llevaron a Israel a Egipto. Moisés, el libertador social, sacó de Egipto a su pueblo y lo condujo por el río seco hacia el país de la miel y de la leche. Ahora José el grande lleva a Egipto a su esposa y al Hijo de su esposa y le quita a la monarquía el gusto de matar al único niño que buscaba entre cientos de inocentes. Y María esconde su angustia como por calle subterránea.

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Colección particular


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TERCER DOLOR: La ausencia del amado. El amado tiene doce años y la ausencia dura tres días. Pero ¡ay!, es la Belleza eterna con rostro de niño; y cuando se ignora el desenlace, cada segundo es interminable. El niño no se porta como alumno de secundaria, sino de cátedra a los doctores. El Logos infinito desciende hasta la humana filosofía. Ni locatel ni las legiones romanas ni las lágrimas de su madre pueden adelantar el encuentro. Son asuntos de Su Padre, y no del laberinto de los callejones. CUARTO DOLOR: La cruz en el hombro y los ojos en su madre. Han pasado más de veinte años y la copa ofrece lo más amargo de su licor. Aquel Niño perdido es hoy el Varón de Dolores que transporta su propio cadalso por la calle de la amargura. Se cruzan las dos miradas como se cruzan los dos leños. Y en la encrucijada de la historia, lo divino se traba con lo humano. Nuestra miseria horizontal y sin relieve recibe la grande vertical que viene de lo alto. Como en lo plano de la tierra, se levanta hacia el sol el tallo de las flores. QUINTO DOLOR: Muere el Autor de la vida. Y, aunque él habría predicho su resurrección, si su madre ni sus amigos lo comprendieron. Ni los de entonces ni los de ahora. Por lo pronto fue el caos de la muerte, escoltado por truenos, tinieblas, espanto, lágrimas y decepción total. Y el corazón de la mujer fuerte, que montaba guardia junto al trono del rey de espinas, parecía estallar de dolor. Todo estaba consumado. Y nos habló de otra vida y Sus palabras son palabras de vida eterna. Y por las arterias del mundo corre la sangre de Cristo, viva como las flores de primavera. SEXTO DOLOR: De los brazos de la cruz a los brazos de su madre. La belleza de la escena es tanto que ha engendrado las mejores estatuas y pinturas de la historia. “La Piedad” y la compasión brotan de quien contempla el cadáver de tal hijo en brazos de tal madre. Creyentes y no creyentes, confiados y desconfiados, amantes y desamorados. Los siglos contemplan a la madre y asocian su imagen con la cueva de Belén, donde el recién muerto era el recién nacido. Los dolores de aquel viernes siguen inspirando la vida contemporánea y guiarán a lo siglos futuros, porque ni la ciencia, ni la técnica, ni la política pueden resolver el problema de la muerte. SÉPTIMO DOLOR: El dolor de la soledad. Para ninguna otra mujer han coincidido en una sola persona, su hijo y su Dios. No cualquier falta de compañía hace dolorosa la soledad, sino la ausencia determinada, el dolor de no tener a quien se ama. Por eso el dolor de María rebasa toda posibilidad de comprensión. Viernes de Dolores en Guanajuato, primacía de flores primaverales; fiesta precursora de más celebraciones: para que no celebres lo que desconoces, ni te enajene la costumbre iniciada por quien sí sabía conoce lo que celebras, recuerda con veneración a la mujer que sufrió los siete dolores de este viernes.

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Origen del culto mariano y de la devoción a la Dolorosa María Enriqueta Bautista Barba Colegio de Historiadores, A.C.

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as manifestaciones de culto a la Virgen María son muy cercanas a nuestra cultura, las encontramos a cada paso por la vida cotidiana, motivo por el que nos parece oportuno profundizar un poco en el origen de estas prácticas y en el sentido que tienen. El culto es la parte visible del fenómeno religioso, consiste en un sistema de acciones simbólicas o ritos que una comunidad repite y así se expresa. En el caso de nuestra sociedad lo presenciamos en las peregrinaciones, altares en lugares públicos, romerías, etcétera. El culto mariano se define como un sistema de ritos y celebraciones que tienen por objeto a María y está inserto en la liturgia que es donde tiene su valor principal en la Iglesia, lo que significa que en celebraciones establecidas y normadas, está incluida la Virgen como persona a quien se le rinde veneración, por encima de todos los santos pero muy alejada de la adoración que le corresponde a Dios. Sin embargo, esa manifestación regulada no se agota ahí sino que sirve de modelo para otras formas de culto que de ella se derivan, diríamos un tanto “no oficiales” y conocidas como “devociones populares”. Este culto se comenzó a manifestar a mediados del siglo II; conocemos los escritos de los padres de la Iglesia, Justiniano e Irineo, quienes insertaron a María en el esquema teológico de la salvación, desarrollando la doctrina tomada de los escritos de san Juan (evangelio, cartas y Apocalipsis). En el Concilio de Efeso, en el siglo IV, se proclamó la maternidad divina de María y se propagó su devoción en la Iglesia, proliferaron entonces las ermitas, basílicas y santuarios dedicados a distintas advocaciones, inspirando la piedad de los fieles manifestada también en el arte medieval que sublima la imagen de María produciendo maravillosos iconos. Existen corrientes de pensamiento que afirman que la figura de María expresa el arquetipo de lo femenino en sus aspectos de virgen, esposa y madre, sin embargo y sin descartar del todo esa propuesta, para los católicos va más allá, considerándola como figura de la sabiduría divina, madre de la Iglesia, persona que encarna la parte femenina del amor de Dios, madre cercana de los bautizados que los protege, anima y ayuda en su camino hacia la salvación. En el evangelio de Juan es llamada “mujer” (Jn 2,3; 19,26) representando así el modelo perfecto para ser imitado por las mujeres cristianas; si por alguna razón les es difícil seguir el ejemplo de perfección humana de Jesús, entonces allí está el de María, más asequible e igual de seguro porque ella es fiel seguidora de su doctrina. La importancia de María en el mundo

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católico es teológicamente relacional porque siempre está referida a Jesucristo si hacemos el análisis desde la más pura ortodoxia. Durante los siglos XI y XII la devoción mariana en los monasterios llegó a ser muy importante e inspiradora para el pueblo que la acogió felizmente. La predicación de los mendicantes contribuyó a que durante el siglo XIII se suscitara un cambio en la manera de vivir la espiritualidad de los cristianos, sensibilizando la parte humana e imaginativa: contemplaban a Jesús en la pobreza de su humanidad, en el pesebre de Belén, en la Cruz, y en todas estas imágenes estaba María, igual de humana, ya no tan sublimada como en la Edad Media. Ahora a la Virgen se le otorgaba un papel como quien media entre Cristo y el pecador, como madre que intercede para llevar a sus hijos al Paraíso aunque no se lo merezcan. A lo largo del siglo XIII se fue elaborando la devoción a la imagen pasionaria de la Dolorosa, contemplando sus siete dolores. En Colonia, el 22 de abril de 1423 se introdujo formalmente en la región la fiesta de la Dolorosa en reparación por los sacrilegios que habían perpetrado los husitas a las imágenes de Jesús crucificado y de la Virgen al pie de la cruz. Siglos después, a los frailes servitas, quienes desde su fundación fueron devotos de esta advocación dolorosa, se les autorizó (1727) que la celebraran el tercer domingo de septiembre. En la Nueva España se heredaron de la península, junto con la doctrina, numerosas representaciones marianas entre las que está Nuestra Señora de los Dolores, pero ¿a qué se refieren esos dolores? La idea tiene su origen en la Edad Media cuando surgió una devoción popular a los Cinco gozos de la Virgen Madre, luego se complementó con Cinco dolores durante la Pasión, posteriormente esos sufrimientos aumentaron a siete momentos o situaciones críticas de la vida de María: 1.- La profecía de Simeón (“una espada de dolor atravesará tu corazón”) 2.- Huida a Egipto 3.- El Niño Jesús perdido 4.- María encuentra a Jesús cargando la cruz 5.- Dolor de María al pie de la cruz 6.- María presencia el descendimiento de la cruz de Jesús muerto 7.- Sepultura de Jesús y soledad de María Si el arte medieval sublimizó la imagen de María, el Renacimiento la humanizó, la Reforma protestante atacó el culto a las imágenes, la reforma católica y la Contrarreforma a través de los documentos emanados del Concilio de Trento, universalizó su imagen y su culto. En los siglos XVII y XVIII el arte barroco encontró en María un tema recurrente e inagotable de inspiración. En la actualidad, a pesar de la secularización, de la indiferencia por la religión, del agnosticismo y del número de denominaciones religiosas diferentes a la católica, el ancestral culto mariano de los guanajuateños manifestado en el Viernes de Dolores, no pierde su fuerza y vigencia. Hoy, la Dolorosa recuerda a los católicos y a los demás, que más allá de lo esencial y cotidiano, la vida pasa por la experiencia punzante de la espada que traspasa el alma para abrirnos a una nueva conciencia más allá de la carne, de la sangre y de la voluntad.

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Viernes de Dolores de 2014

¿Qué es el Viernes de Dolores en Guanajuato? Erasmo Mejía Ávila os aspectos fundamentales tiene este día: el religioso que se relaD ciona con el inmenso dolor que debió sufrir la Madre de Jesús el Cristo, que tiene, desde luego, todo mi respeto, y el terrenal o munda-

no, que son las flores, la alegría, la música y las muchachas que pasean por el jardín, vistiendo llamativos colores, de modo que la comparación no desmerece, al contrario, completa estos matices. Qué bien que sea así, porque es esta una característica de la auténtica provincia. […] Incienso, álamo, manzanilla, alhelíes y trigo clorótico que recobra su color con la luz del sol. La paleta del pintor, como el obturador de la cámara y de nuestros ojos ante este bello día que difícilmente se ve en otro lugar. El agua fresca que hace tiempo sustituyen los vulgares refrescos. Agua de chía, de jamaica o de limón, que antes eran el antojo predilecto al aumentar el calor del mediodía. Los tendederos de banderitas de papel picado, otro adorno de ese día, con las naranjas erizadas con púas de distintos colores. La música desde el amanecer, en el quiosco, lanzando al aire las notas del Stabat Mater, el vals “Sobre las olas”, “Enlace de céfiros” y el imprescindible “Tierra de mis amores”, que es un canto típico de nuestra tierra, que hace latir el corazón de todo guanajuatense bien nacido. La Feria de las Flores no solo es recreo para la vista, también profundo respeto para la Dolorosa, que en esta fecha recibe el hálito bendito de una oración. Esto es Guanajuato, señores:

Blanda hamaca tendida al sol, rodeada de cerros pelones, pero con metal de alta ley al fondo de sus corazones. Ojalá y esta fiesta se conserve con alegría y respeto, porque es la entraña misma del terruño. Así quedan perpetuados los nombres de Armando Olivares Carrillo, Cayetano Valdivia, Alberto Ruiz Gaytán, Manuelito Leal, Ezequiel Almanza, Lorenzo Galván Imperial, César Moreno Gracia… y los impresores Jesús Rocha, Jerónimo Villalpando, J. Cruz Rangel, Pedro Almaguer, Alejandro Baltierra y otros más que contribuimos en la confección de aquel periódico que se editaba cada año, precisamente el Viernes de Dolores: Tierra de mis amores, y que tan acertadamente ha revivido el Departamento de Difusión Cultural de la Universidad de Guanajuato, ahora en forma de folleto. Esa mañana parece que está hecha de una luz líquida, opalina, tibia y difusa. Los áureos reflejos del amanecer se quedan prendidos en el aire, oscilando con cadencias de arrullo. ¡Qué mañana misteriosa es esa del Viernes de Dolores! Nos envuelve y nos penetra al mismo tiempo. Hace muchos años que tengo el privilegio de asistir a esa alborada y cada vez que la contemplo, descubro un momento, un instante, un matiz que antes no había percibido, o un arpegio que no había escuchado. Desde la Sierra vienen mil aromas, que son mil motivos de arrobamiento para el alma, que se diluye en esa atmósfera única, incomparable. ¿Será que el alma inmensa de la Madre de Dios está presente y llena todo el ámbito de las primeras horas de ese día?

Sermón en el templo de San Roque

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Viernes deur Dá oegloi res van 1

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L

a conmemoración de la Virgen de los Dolores, al sexto viernes de la cuaresma, data del siglo XV en Europa. Pasó como una tradición al Continente Americano después de su conquista espiritual. En Guanajuato adquirió características muy especiales y se convirtió en una fiesta popular donde se conjugan penas de la Pasión de Cristo con la alegría de su resurrección. En Guanajuato, en todos los templos, desde principios de la Colonia, se representan imágenes de esta advocación de la Virgen, e inclusive hay callejones que llevan el nombre de Dolores, y don Lucio Marmolejo narra, en sus Efemérides, que una imagen se veneraba en la calle de Positos, en el tramo paralelo al templo de los Hospitales, donde en un tiempo estuvo alojada la Virgen de Guanajuato. En 1880, un gobernador anticlerical de apellido Mena, ordenó cubrir con una losa la imagen mencionada, con la protesta consiguiente. Otro gobernador, Octaviano Muñoz Ledo, a su vez permitió quitar la losa, lo que regocijó a la población. También es sabido, por testimonio histórico, que en 1761, las autoridades de la ciudad colocaban una hermosa pintura de la Virgen Dolorosa en los portales de las Casas Reales (actual presidencia Municipal) y hasta hubo concesión de indulgencias a quienes le rezaran (Archivo Histórico de Guanajuato, Protocolo Presos 1761, Fs. 390).

En fechas de cuaresma y especialmente el Viernes de Dolores, se me ocurre que el panorama mismo de Guanajuato, semeja un altar. La Naturaleza se encarga de ello. Advertimos que las jacarandas se cubren de Flores

Colección particular

moradas que con el viento caen en forma de lágrimas en el suelo, en tanto que otros árboles se revisten de esperanza. El intenso colorido de las flores estalla a la vista, en diversos tonos; la espléndida luz de ese día nos hace volver los ojos al cielo y admirar sus transparencias. Esa luz puede significar la fe de los habitantes que con gran fervor se entusiasman por elevar oraciones y altares a la virgen. Se ha dicho, con toda razón, que las tradiciones son

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tes

las historias vivas de los pueblos y por eso es tan importante fomentarlas. A través de ellas se pueden conocer la religión, los mitos, las devociones, las pasiones, las alegrías y tristezas y, en general, las formas de vida de épocas pasadas de determinada cultura y que han llegado a nuestros días en la mayoría de los casos de manera sincretizada. Un país es tanto más valioso cuanto más rico sea en tradiciones y se preocupe por conservarlas, pues son las características que lo definen. Afortunadamente, nuestro país posee un gran acopio de ellas, producto del sincretismo religioso prehispánicocristiano. Guanajuato contribuye a enriquecer las manifestaciones de cultura popular tan apremiada para los mexicanos y admirada por los visitantes. De entre las variadas tradiciones, existen algunas que son celebradas en forma peculiar en la ciudad. Una de ellas ya se dijo, es el Viernes de Dolores que gira en torno a la Virgen de Dolores a la cual es costumbre erigir altares en ese día, en las iglesias, minas y casas particulares. En el evangelio de la misa de esa fecha se recuerda la sesión del sanedrín, en la cual los sacerdotes y los fariseos acordaron la muerte de Jesús, razón por la cual la Virgen María fue traspasada por el dolor. Un poema anónimo invita a compartir las penas de María: 1.-Tomado de folleto Viernes de Dolores, Museo Iconográfico del Quijote, sin año de edición.


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¿Qué hay que no lloraría Contemplando la agonía De María ante la Pasión?... ¿Habrá un corazón humano Que no compartiese hermano Tan profundo transfixión?… Es de suponer que la penosa vida de la gente minera de nuestro ambiente, ha hecho que su dolor lo identifique con el de la Virgen; pero también es sabido que la muerte conduce a la resurrección de Cristo. Por eso la pena se convierte en gozo para los cristianos. Es ya costumbre en Guanajuato que las autoridades convoquen a un concurso de altares a la Virgen de los Dolores, para estimar la práctica de la tradición y en acción de reconocimiento a la creatividad artística popular. Pero el día dedicado a la Virgen de los Dolores en Guanajuato, es también el Viernes de las Flores y se ha convertido en fiesta popular tradicional; la mañana despierta con los acordes de la música que se toca en el kiosco del Jardín de la Unión, cual es circulado por la juventud y por ramilletes de flores de variados aromas y colores están presentes desde la humilde manzanilla hasta la aristocrática rosa. De ahí se trasladan a los altares de los templos de las casas para adornarlos en esa fecha. En ellos, las flores cumplen también una función simbólica aludiendo a sus colores o por su naturaleza. Así, el cempasúchil, debido a su color amarillo dorado representa la realeza, y por la tradición prehispánica es la flor que anuncia la muerte. Es sabido que en ese viernes, la Virgen es notificada de la muerte de su Hijo en la Cruz, a los siete días siguientes; por tanto, es representada en las pinturas antiguas, con siete puñales. El morado de los alhelíes indica tristeza y dolor por la próxima agonía de Cristo. El rojo de los claveles y las rosas significan pasión; el blanco de los nardos, margaritas y “nube” simboliza la pureza. Todas ellas están envueltas en follaje verde que anuncia esperanza. Esto se debe a que Cristo va a resucitar al tercer día de su muerte y por tanto se debe festejar el milagro. Entonces todo se convierte en una fiesta de contrastes. Es costumbre ofrecer agua de limón y chía después de visitar los altares; eso significa el llanto de la virgen, una combinación de pena y alegría que se manifiesta con su sabor agridulce. Podemos agregar que las flores, parte de la naturaleza, son manifestaciones de la divinidad, y como tal es digna de su alabanza. Por tanto, el viernes de Dolores nos hace recordar el compromiso con la Naturaleza, y así lo indican poetas locales como se lee en los siguientes fragmentos de una composición de Luis Fermín Cuéllar:

En el Viernes de Dolores nuestro Jardín de la Unión circundan puestos de flores parte de una tradición… En cada casa un altar que adornan con bellas flores el culto ha de levantar a la Virgen de Dolores… De otras épocas lejanas se reviven esplendores de tradiciones cristianas este es el día de las flores.

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De la Dolorosa y de la Alhóndiga José Luís Lara Valdés

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l Castillo de Granaditas, dicen que así le nombró la gente, por la posición del edificio, elevado si se piensa en estarlo viendo desde el piso de la actual Calle Subterránea. Que fue el único punto de vista en aquellos años de cambio del siglo XVIII y XIX, mientras era construido el almacén para granos y forrajeras. Cuando levantaron el piso de la ciudad para ver, fuera del Mercado Hidalgo la Alhóndiga de Granaditas, esta perdió aquella imagen relevante. Entre el río, ribera ancha en ese lugar (bajo el actual Mercado) y el almacén de granos, la Alhóndiga (del árabe alfondax), estuvo la hacienda metalurgista de Dolores. Hoy la manzana de casas que va de 5 de Mayo a Mendizábal no evidencia, como sí es notable en otros muros de antiguas haciendas, aquellas funciones del sitio. Hay que imaginarla, enterrada como quedó bajo el piso actual, con sus norias junto al río, con sus patios para molinos de plata y para incorporación del mineral con otros elementos, con las bodegas, con la casa del propietario, con la capilla particular. Como toda hacienda debió haber tenido al menos un lugar para la exposición, a la veneración, de la imagen titular, la Virgen de los Dolores. Si habría sido “de bulto” y fabricada antes de 1780, fue de aquellas imágenes estofadas, a la manera barroca, si fue posterior a la fecha indicada, la habrían vestido con telas y destacado su rostro, sus manos y los puñales sobre su corazón. Pero si fue de lienzo la Dolorosa, y tomando las mismas fechas, antes habría mostrado el frente y la angustia en la mirada hacia arriba, la Virgen de los Dolores posterior a la fecha, es la de mirada escondida entre el llanto y los ojos entornados, con la cabeza semi-inclinada y el rostro de perfil. Con la imagen en la mente habríanse precipitado el fondo de la noria, para morir, los defensores del régimen novohispano aquel mediodía del 28 de septiembre de 1810, aquellos que optaron por el suicidio colectivo arrojándose al fondo de la noria de Dolores, el primer lugar donde se encontraron y se enfrentaron las “hordas” de Hidalgo y los realistas, en el perímetro de la hacienda minera. El paisaje urbano y arquitectónico ha sido modificado, y de aquella hacienda de Dolores nadie se acuerda ya, enterrada como quedó al igual que los muertos en el colindante, calle de por medio, panteón de Belén, alteradas las funciones y los usos del entorno. El mismo almacén de granos y forrajeras debió ser convertido en prisión, hacia 1867. Había quedado sentado como precedente haber sido la prisión de opositores a la “tan anhelada libertad” que Miguel Hidalgo proclamaba aquel 1810, y el patíbulo por la masacre o linchamiento popular de los mismos.

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Cárcel en el piso superior, para hombres, juzgados, cocina, locutor, barandilla, oficinas, casa del Alcaide de la prisión, en el piso del gran patio, solo que cegados los claros entre las altas y gruesas columnas toscanas, la sección de mujeres estuvo en la parte baja, hoy el callejón de acceso al Auditorio José María Luís Mora. El patíbulo en el muro oriental interior. De fines del siglo XIX es la información que dejó el geógrafo Pedro González: “Cárcel pública y recogida (como se les llamaba a las mujeres presas). Están estas prisiones en el llamado Castillo de Granaditas, edificio apropiado para contenerlas. Sirven como prisioneros del Estado para que extingan sus condenas los reos sentenciados desde dos hasta cinco años” (Geografía local del Estado de Guanajuato, p. 97). Hacía 1915 se le llamaba oficialmente la Prisión de Granaditas, años cuando cambiaba de inquilinos y sufría destrucciones y saqueo según era la facción “revolucionaria” que ganaba la plaza. Años cuando el pleno de los Honorables Diputados del Congreso local fueron a dar con sus ilustres huesos por oponerse a uno de tantos gobernantes pasajeros que en Guanajuato ha habido. El gran Romualdo García, solo por la ocasión, dejó su tranquilidad para ir a fotografiarlos en el patio del penal. Del año de 1949 hay información de que el gobierno gastaba en festejar a la Virgen de los Dolores en el interior del penal, habiéndose reportado la cantidad de 906 pesos de aquel entonces (con el dólar paridad muy baja al respectó de la actual), en “la ropa y otros objetos obsequiados a los reclusos de la Cárcel de Granaditas con motivo del tradicional viernes de Dolores”, (Guanajuato en la voz de sus gobernadores, t. II, p. 777). No sabemos desde cuándo celebraron, reos y autoridades, la festividades en Granaditas, mismas que había desaparecido con el traslado, hacía 1950 del penal de hombres a la antigua hacienda de minas de Salgado, y la dedicación de Museo de la Independencia Nacional de la Alhóndiga.

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Guanajuato, tierra y plata

Mario Ruiz Santillán

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uanajuato, Monte-Rana que resides en la altura, caprichosa arquitectura de riqueza novohispana.

Con la fe de tus mayores, pero laico y liberal, no es sorpresa que acomodes con el México total.

¡Qué oquedad la de tus presas, pues aún lagos capta enteros! ¡y qué encanto con que apresas forasteros y extranjeros!

Quanaxhuato deslumbrante con la plata que no tienes pues que al túnel vas, y vienes generoso y derrochante.

Eres tú sostén de plata de tu Virgen medieval, que si está en tu Colegiata la misma es del Tepeyac.

El que llega a ti expectante tu equilibrio pronto aprecia: ni rumor ni indiferencia sino afecto de estudiante.

En el centro de la Patria por el mapa y por la historia, permaneces con la gloria de tu gesta libertaria.

De la tierra obtienes plata cuando vibran tus barrenos, pero no la obtienes menos con el jarro y la piñata.

Bachilleres, abogados, arquitectos e ingenieros cultivaste en tus viveros; y hoy otorgas doctorados.

Aunque en penas te quebrantes, en tus noches siempre ofreces serenatas y entremeses con juglares y estudiantes.

Más pequeña que otras urbes de tu propio territorio, eres cima y promontorio, pues las riges y las cubres.

Te disfrutan los viajeros y los reyes de naciones. Tú les brindas tus canciones y de tu alma los veneros.

Por tus calles montañosas, laberintos empedrados, surgen reinas y soldados y princesas vaporosas.

Contra todos los augurios siempre creces y te extiendes, y en la roca experto hiendes tus orillas y tus muros.

Y en un monte a ti cercano, sobre heraldos y blasones, reina el Rey de las naciones, por los siglos soberano.

Once meses pobre vives, con barreno, pala y pico; pero un mes pareces rico y a Cervantes fiel revives.

Y retiemblan tus entrañas con la pólvora que excava; ¿buscas oro entre la lava, o en el túnel trazas calles?

El que habita en tu regazo no recata su emoción, pues te sabe, Guanajuato, de la Patria el corazón.

Desde Europa y el Oriente llegan músicos y actores, y en tus teatros dan honores de la Mancha al gran vidente.

Es posible que encubiertos tengas vivos bien corruptos, mas tus páramos abruptos no corrompen a tus muertos.

En la cálida alborada de tu Viernes de Dolores, eres tú jardín de flores y tus montes luz dorada.

Pues que el agua en ti no abunda, sin las lluvias hay sequía; mas si llueve, ¡qué ironía! tu probática se inunda.

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Día de las flores

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n los VIERNES DE DOLORES nuestro Jardín de la Unión circundan puestos de flores, parte de una tradición. Junto a chillantes ropajes de morenas vendedoras, hay de álamos ramajes y flores encantadoras. Bien frescos claveles rojos de nardos esbeltos varas, de blanca nube manojos y del campo flores raras. De bellos colores rosas, y muy fragantes violetas, magnolias maravillosas, todas en ramo sujetas. Artísticas banderitas hechas de papel calado, de mi pueblo favoritas para el adorno sagrado. Y con hábitos sencillos, pero de fervor intenso, queman en los bracerillos mil piedrecillas de incienso. Da relumbre de joyería el verde follaje espeso de veintinueve laureles de este “taquito de queso”. Soberbia banda ejecuta obras desde ayer famosas, y dirige la batuta “Sobre las olas” de Rosas. En cada casa un altar, que adornan con bellas flores, el culto ha de levantar a la Virgen de Dolores.

Luis Fermín Cuéllar

De firma ameritadas se encuentran cuadros añosos de madres atormentadas por la angustia, prodigiosos. Gruesos cirios lacrimeantes en valiosos candeleros, lo iluminan parpadeantes y hay rústicos pebeteros. La virgen casi se pierde entre tanto colorido, y destacan entre “el verde” platos de trigo crecido. Y flores de oro parecen que estuvieran invertidos con el aire no se mecen cual si estuvieran dormidos. Del cielo penden preciosas son las gotas de rocío, que aferradas a las rosas complementan su atavío. Naranjas agrias colgadas del techo exhalan olores, aun estando erizadas de oro y plata “voladores”. A visitas que llegan pasen al altar reclaman, y aguas frescas les entregan “lágrimas de Virgen” llaman. Cántaros de alfarería panzudos y rezumantes de aguas de jamaica y chía, y limón, bien rebosantes. De otras épocas lejanas se reviven esplendores de tradiciones cristianas, este es el DÍA DE LAS FLORES. 1.-El presente poema fue tomado de Camino de Guanajuato (Ruta de la Insurgencia) de Luis Fermín Cuéllar, editado por el autor, Impresora Saber, México, D. F., 1960, haciéndose la advertencia de que en dicha obra aparece con el título “Viernes de Dolores”.

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