Ex Teresa Arte Actual. Proyecto integral de restauración y conservación del inmueble

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M U S E O E X T E R E S A A R T E A C T UA L

P R O Y E C TO I N T E G R A L D E R E S TA U R A C I Ó N Y CO N S E R VAC I Ó N D E L I N M U E B L E

Localización | Calle Licenciado Primo de Verdad 8, Centro Histórico, Alcaldía Cuauhtémoc, c.p. 06060, cdmx.

Texto | Francisco J. Rivas Mesa, Director Ex Teresa Arte Arte Actual. Valeria Macías Rodríguez, Subdirectora Ex Teresa Arte Actual. Fotografía | Ex Teresa Arte Actual. Grupo Tares s.a. de c.v. Hector Dávalos, Rebeca Maqueda, Agustín Estrada.

El ex Templo de Santa Teresa la Antigua es un inmueble colonial cuya construcción original data de 1616. Catalogado como monumento histórico por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, cuenta con un importante valor para el patrimonio de México. Bajo el resguardo del Instituto Nacional de Bellas Artes, es la sede, desde 1993, del Museo Ex Teresa Arte Actual, recinto dedicado a la exploración y difusión de prácticas artísticas contemporáneas. El inmueble histórico ha tenido diversas etapas constructivas desde los siglos xvii, xviii y xix, y cuenta con una dimensión de 1,250.00 m2. La nave central en su fisonomía actual, fue construida a finales del siglo xvii y presenta una fachada de estilo barroco flanqueada por columnas salomónicas. La capilla de Santa Teresa, de estilo necolásico, fue añadida a finales del siglo xviii y principios del xix. Debido a diversos factores el recinto presentaba deterioros importantes que este proyecto de restauración y conservación se propuso atender.

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Detalle de la nave central, Ex Teresa Arte Actual.

Historia del inmueble La fundación del Convento de San José y Templo de Santa Teresa la Antigua (1613-1616) El convento de las carmelitas descalzas de San José y su templo de Santa Teresa la Antigua tiene, desde el año de su fundación en 1616, una memorable historia que contar. En esta historia se entretejen las aspiraciones de varios personajes: por un lado, la de las monjas concepcionistas del Convento de Jesús María: Sor Inés de la Cruz Castellet (1567-1633) y Sor Mariana de la Encarnación (1571-1657), quienes deseaban fundar una congregación religiosa femenina con reglas estrictas y severas que les permitieran dedicarse a la oración y retiro de la vida mundana[1]. Por otro lado, Don Juan Luis de Rivera, un acaudalado novohispano que poseía casas propias a un costado del Palacio Arzobispal, deseaba fundar un convento de carmelitas [1] Manuel Ramos Medina, Imagen con santidad en un mundo profano, México, Universidad Iberoamericana, departamento de Historia, 1990, pp. 50-51.

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en México. Para tal propósito, quiso donar a las monjas estos predios pero murió antes de que pudiera ver su voluntad consumada. [2] Finalmente, se suma a esta cadena de deseos el del arzobispo Juan Pérez de la Serna, quien habiendo estado a punto de naufragar en alta mar, cuando viajaba hacia América para desempeñar su nuevo cargo eclesiástico en la Nueva España, ofreció a Santa Teresa de Jesús levantarle un templo en el nuevo mundo, si la santa le salvaba de la muerte. Varios obstáculos tuvieron que librarse antes de que la deseosa coincidencia de estos personajes se viera cumplida. En principio fue necesario desalojar, en contra de su voluntad, a los inquilinos que aún ocupaban las casas donadas por don Luis de Rivera, donde habría de construirse el convento. Para ello, una madrugada de 1613, el arzobispo Pérez de la Serna salió de su palacio cargando el Santísimo y se dirigió en procesión a dichas casas, donde ya un familiar había cohechado a un vecino para que prestara su sala. La misma se dispuso [2] Josefina Muriel, Conventos de monjas en la Nueva España, México, editorial Santiago, 1946, p. 356.

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como capilla, y el arzobispo dijo misa. [3] A partir de ese momento el lugar se consideró sagrado. Así, contando ya con los terrenos para cumplir la promesa hecha a Santa Teresa en alta mar, el arzobispo Pérez de la Serna proporcionó los recursos necesarios para la fundación de un convento y un templo. Conforme a los deseos también de las monjas conceptistas que promovieron la causa, se dedicaría el convento a la orden de las carmelitas descalzas, fundada por la monja y poetisa originaria de Ávila, y mejor conocida como Santa Teresa de Jesús. Varios y generosos personajes de la sociedad novohispana contribuyeron a esta causa. Se narra incluso que obreros que la realizaron trabajaban una semana de paga y otra gratis y que “los indios llegaban a ofrecer sus servicios sin que se les llamara”. [4] Gracias a esta ayuda fue posible que en 8 meses se levantara la iglesia con sacristía, confesionarios, coros alto y bajo, locutorio y tres o cuatro celdas. Y aun cuando esto no era más que una pequeña parte de lo que sería [3] Francisco de la Maza, Arquitectura de los coros de monjas en México, Instituto de Investigaciones Estéticas, Estudios y fuentes del arte en México, VI, México, UNAM, 1973. p. 39. [4] Fray Juan Bautista Méndez, Historia de la fundación de la Carmelitas descalzas escrita por el R. P. dominico Fray Juan Bautista Mendez. Archivo del Convento de San José, en Josefina Muriel, “Convento de monjas en la Nueva España”, México, editorial Santiago, 1946, p. 361.

el convento en su conjunto, las monjas decidieron ocuparlo. Se eligió para ello el día primero de marzo de 1616.[5] Durante la época colonial era costumbre celebrar acontecimientos como estos con gran parafernalia. Así, se dispuso que la ciudad se adornara para honrar la fundación del convento. La víspera del primero de marzo, los habitantes de la Muy Noble, Insigne, Muy Leal e Imperial Ciudad de México despertaron con los repiques de las campanas que anunciaban la proximidad de las fiestas en honor del nuevo convento de las Carmelitas Descalzas. Reunidos en la iglesia de Jesús María, localizada a unas cuadras, el virrey y su familia encabezaron la ceremonia. El arzobispo dio a las fundadoras Sor Inés de la Cruz y Sor Mariana de la Encarnación el hábito marrón y blanco característico de las carmelitas y salieron de Jesús María para no volver a él. Ese mismo día al terminar las festividades, y para saber quién sería el santo titular del convento, el arzobispo Pérez de la Serna, [5] Josefina Muriel, Conventos de monjas en la Nueva España, México, editorial Santiago, 1946, p. 362.

La fachada principal con el andamiaje colocado durante los trabajos de restauración.

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-siguiendo la tradición-, sorteó por siete veces los nombres de Nuestra Señora del Monte Carmelo, Santa Teresa, San José y el Ángel. Y las siete veces salió favorecido el santo carpintero padre de Jesús. Por esta razón el convento fue nombrado como Convento de San José durante sus primeros sesenta años. [6] En principio, cualquier mujer podía ingresar como novicia al convento de San José. No obstante, en la práctica se reservó la admisión a españolas y criollas adineradas que provenían de familias nobles y acaudaladas de la sociedad novohispana. El convento de San José fue habitado de manera muy breve por un personaje insigne de la vida novohispana: Juana de Asbaje y Ramírez, mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, quien ingresó a la orden el 14 de agosto de 1667, a la edad de 16 años. Sin embargo, la severidad de las reglas quebrantó su salud, por lo que tres meses más tarde se mudó al convento de San Jerónimo, donde pudo desarrollar la vida libresca y de estudio que su talento asomaba. La información que conocemos sobre la arquitectura del templo primitivo es muy escasa. Se sabe que “la primera iglesia se dispuso en unas salas bajas en la esquina de la calle donde está el convento”. [7] [6] Manuel Ramos, op. cit., Medina, Imagen con santidad en un mundo profano, México, Universidad Iberoamericana, departamento de Historia, 1990, p. 61. [7] Lauro Roosell, Iglesias y conventos coloniales en la ciudad de México, editorial Patria, México, 1946. p. 257.

Su construcción fue muy austera y pequeña, y de una sola nave. Los conventos de monjas demandaban una arquitectura particular que respondiera a la manera de vivir de las enclaustradas. Si bien el templo era público, estaba construido de tal forma que las monjas en clausura pudieran escuchar misa sin ser vistas o entrar en contacto con el resto de los feligreces. Un acceso en conexión desde las habitaciones al coro de la nave principal permitía esto. [8] Primera restauración del Templo de Santa Teresa (1678) Para 1678 el templo y el convento presentaban condiciones precarias. En parte por el apremio con que se realizó su construcción, así como por la inestabilidad del suelo y las inundaciones que padecía la ciudad, en particular la de 1629, que la mantuvo inundada por cinco años. Debido al mal estado del edificio, las autoridades eclesiásticas autorizaron las obras de mejora y ampliación de una nueva iglesia y convento de acuerdo a las reglas de la arquitectura religiosa colonial. En diciembre de 1678 se iniciaron los trabajos de reedificación del conjunto conventual a cargo del arquitecto Cristóbal de Medina y Vargas, quien dotó al espacio de una fachada de estilo barroco con [8] Francisco de la Maza, Arquitectura de los coros de monjas en México, Instituto de Investigaciones Estéticas, Estudios y fuentes del arte en México, VI, México, UNAM, 1973. p. 9.

Fachada del recinto de Ex Teresa Arte Actual, durante las obras de restauración.

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Detalle de vitral, Ex Teresa Arte Actual.

columnas salomónicas repartidas en dos puertas gemelas, misma que a la fecha se conserva. Los trabajos concluyeron seis años después, el 10 de septiembre de 1684. Como conclusión de los trabajos de reparación, se celebraron grandes fiestas que recordaron a las que se habían vivido en 1616, el año de su fundación. Además, el templo se volvió a dedicar, esta vez bajo la advocación de Nuestra Señora de la Antigua. Esto no varió el nombre del convento, que siguió llamándose de San José, aunque ya popularmente comenzó a llamarse al conjunto como de “Santa Teresa la Antigua”. Santa Teresa: centro de peregrinación y devoción Además de su importante localización en el corazón de la capital de la Nueva España, a un lado del Palacio Virreinal y del Palacio del Arzobispado, los dos centros de poder del virreinato, otra característica hizo de Santa Teresa un sitio de devoción y peregrinación muy importante: albergar la milagrosa imagen del Cristo de Ixmiquilpan. Se sabe que esta

escultura llegó a Nueva España hacia 1545 para ser depositada junto al altar mayor en la Iglesia del Real y Minas del Plomo Pobre, en el actual Estado de Guerrero. Siendo su materia papelón y engrudo, y por eso muy fácil de destruirse, ya estaba tan deteriorada para el año de 1615, que “haciendo la visita [el Arzobispo] Juan Pérez de la Serna y viéndola faIta de boca, narices y ojos, y hecha un nido de sabandijas, determinó que hecha pedazos se enterrase con el cuerpo de la primera persona grande que muriese, lo cual no pudo verificarse en el periodo de cinco años, por no haber muerto alguno”.[9] Debido a esto, y sabiendo de la gran devoción que producía, el Arzobispo Pérez de la Serna ordenó que se trasladara a la Ciudad de México. La imagen tuvo varios nombres: Cristo de Zimapam, del Cardonal, de la mina de Guerrero o del Plomo pobre, y con más generalidad de Ixmiquilpan, ya que este pueblo pertenecía la capilla del mineral en que se hallaba. [9] Gazeta de México, miércoles 21 de abril de 1784.

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Detalle del artesonado en la Capilla del Señor de Santa Teresa,.

Durante el trayecto del Cristo a la Ciudad de México, la madrugada del día 14 de julio de 1621, “algunas personas, así españoles como indios, procuraron impedir la continuación del viaje y conducción, saliendo a tres leguas del Real, y una de dicho pueblo de Ixmiquilpan, con armas y clarín para quitarlo, y no habiéndolo conseguido en esta ocasión... salieron segunda vez más de dos mil indios con arcos y flechas, que con grandes voces, polvareda y alaridos... la quitaron y llevaron al convento de San Agustín de dicho pueblo de Ixmiquilpan.” [10] Aun así, y después de un enfrentamiento para apagar la rebelión de los habitantes del Cardonal, la imagen fue sacada de Ixmiquilpan y traída por órdenes del Arzobispo a la Ciudad de México. Se narra que a su paso por los pueblos la gente devota salía a venerar el Cristo. Llegando a su destino fue recibida por el arzobispo Pérez de la Serna con grandes demostraciones de júbilo y alegrías espirituales, y la puso en el oratorio [10] Alfonso de Velasco, Historia de la milagrosa Renovación de la Soberana Imagen de Cristo Señor Nuestro Crucificado que se venera en la iglesia del Convento de Santa Teresa la Antigua, tipográfica “Cristóbal Colón”, México, 1932. pp. 35-40.

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de su palacio arzobispal. Posteriormente, en vísperas de realizar un viaje, el arzobispo dejó la santa imagen en el convento de San José. [11] Quedándose ya ahí y convirtiéndose en importante objeto de culto, el cristo comenzó a ser conocido como “el Señor de Santa Teresa”. [12] Para fines del siglo xviii la capilla resultó ser insuficiente para recibir el elevado número de fieles que acudían a venerar al milagroso Cristo, por lo que las monjas carmelitas acudieron con las autoridades eclesiásticas para solicitar la ampliación de la capilla. Remodelación de la Capilla (1798) y sismo de Santa Teresa (1845) En 1798 fue autorizada la ampliación de la capilla del Cristo de Santa Teresa, adoptando la forma estructural que mantiene hasta nuestros días. [13] Los trabajos se encomendaron a tres notables maestros de la recién fundada Academia de San Carlos: el arquitecto Antonio González [11] Op. Cit., pp. 50-51. [12] Josefina Muriel, Conventos de monjas en la Nueva España. México, editorial Santiago, 1946, p. 390. [13] Alfonso de Velasco, Historia de la milagrosa Renovación de la Soberana Imagen de Cristo Señor Nuestro Crucificado que se venera en la iglesia del Convento de Santa Teresa la Antigua, tipográfica “Cristóbal Colón”, México, 1932. p. 132.

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Varios años pasaron antes de que la capilla lograra ser reconstruida. La obra arquitectónica y de restauración fue comisionada a Don Lorenzo de la Hidalga quien dotó al espacio de una cúpula de doble tambor única en su momento en Iberoamérica, posiblemente inspirada en la arquitectura neoclásica romana. También bajo su supervisión estuvieron la realización de los dorados, estucos y el templete de mármol traído de Carrara, Italia, sobre el que se colocó la imagen del Cristo de Ixmiquilpan una vez restaurado. Detalle del ábside en la Capilla del Señor de Santa Teresa. Detalle de la cúpula en la Capilla del Señor de Santa Teresa.

Velázquez, el escultor Manuel Tolsá y el pintor Rafael Ximeno y Planes. El arquitecto Velázquez coordinó la obra material de la capilla, Ximeno y Planes realizó las pinturas murales y Manuel Tolsá se encargó de los acabados y decorados del recinto. La obra se ejecutó a lo largo de 15 años, concluyendo el 17 de mayo de 1813. Sin embargo, el goce y expectativa que causó esta obra duró poco tiempo, pues en 1845 un fuerte terremoto en la Ciudad de México derrumbó la cúpula y el ábside de la Capilla del Señor de Santa Teresa, provocando fuertes daños a las pinturas y a la imagen del Cristo de Ixmiquilpan, localizada justo debajo del ábside colapsado. Las pinturas de Ximeno y Planes se perdieron casi en su totalidad, con excepción de la imagen de San Mateo evangelista que sobrevive hasta la fecha en una de las pechinas. De la pintura realizada en el ábside por Ximeno y Planes nos queda noticia por una maqueta en media esfera que aún se conserva en los acervos del Museo Nacional de Arte. Curiosamente, el mural representaba la rebelión y sofocamiento de los indios del Cardonal ante la enajenación de su cristo milagroso, mismo que se adoraba debajo del mural que aludía a esta escena.

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Detalle del vitral en la Capilla del Señor de Santa Teresa.

Este programa de reconstrucción incluyó la nueva realización de las pinturas murales. En 1852, se publicó en la prensa un concurso abierto a los artistas en el ramo para pintar la Capilla. Aunque el concurso no se llevó a cabo, se comisionó a Juan Cordero para realizar estos trabajos, quien regresaba a México en 1853 con méritos suficientes y gran fama entre la gente de su gremio después de una estadía de ocho años en la Academia de San Luca de Italia.[14] El programa pictórico realizado por Cordero es el que actualmente puede observarse en la capilla del Señor de Santa Teresa. El estilo de sus pinturas se inscribe en [14] Elisa García Barragán, El pintor Juan Cordero, los días y las obras, Universidad Nacional Autónoma de México, 1984, p. 33-34.

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una tradición clasicista apegada a los cánones de la pintura renacentista y académica, con el manejo de la perspectiva aérea y una paleta de intensos colores. A la entrada de la sacristía, aprovechando los elementos arquitectónicos, pintó la escena de la Purificación en el templo y frente a ella, una escena del nacimiento de la Virgen. Al centro de la nave, y en la parte baja de los tableros entre las pilastras, se observan los cuatro apóstoles San Pedro, San Pablo, Santiago el Mayor y Santiago el Menor, aunque debido a la pérdida de sus elementos pictóricos resultan difíciles de identificar. En el ábside de la capilla, representó la escena de la renovación del Cristo de Santa Teresa, rodeada por un óvalo de ángeles y serafines, que desafortunadamente se ha perdido en

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Portón de madera del ex Templo de Santa Teresa.

Justicia, Fortaleza, Prudencia y Templanza -en una composición fuerte y colorida, con rostros y facciones ejecutados para ser percibidas a 38 m de altura desde el nivel del piso.En el báculo de Dios Padre se puede leer la firma de Juan Cordero y la de sus ayudantes. Por su parte los decorados arquitectónicos de Manuel Tolsá, completaron el aspecto de la capilla, mediante la colocación de casetones y diseños basados en modelos de época. Destaca el artesonado dorado que enmarca la cúpula pintada por Cordero, y que que dota la escena de Dios Padre con un halo en perspectiva altamente notable. A finales del siglo xix se añadieron a la cúpula una serie de vitrales con escenas de la vida de Cristo realizados por la Real Fábrica de Baviera, Múnich, Alemania, los cuales otorgan una iluminación natural a la capilla.

gran parte. En tres de las pechinas de la cúpula pintó a los evangelistas: San Juan (representado con un águila), San Lucas (identificado con un buey) y San Marcos (identificado con el león). En la cuarta, respetó el San Mateo ejecutado por Ximeno y Planes. En los tableros de las ventanas centrales, destacan cuatro figuras femeninas finamente trabajadas que representan alegorías de las artes liberales (el conjunto denominado como quadrivium) de la escolástica medieval, y que de acuerdo con sus atributos iconográficos parecen representar a la geometría, la música, la aritmética y la astronomía. Finalmente, en la cúpula de la capilla Cordero representó a un Dios Padre rodeado de las virtudes -Fe, Esperanza, Caridad,

Leyes de Reforma y época actual (1863-1976) Con las Leyes de Reforma y la desamortización de los bienes de la Iglesia, el convento debió ser abandonado por las carmelitas descalzas en el año de 1861, conservándose para el culto sólo el templo y sus capillas. Ya en manos del gobierno, el antiguo convento tuvo distintas funciones, primero como bodega y cuartel militar hasta que posteriormente, bajo el gobierno de Porfirio Díaz, fue reconstruido el edificio al gusto de la arquitectura clásica de la época, y destinado a ser sede de la Escuela Normal de Maestros. A continuación se volvió propiedad de la Universidad Nacional Autónoma de México, que albergó ahí la Escuela de Odontología y después una Escuela Preparatoria, para convertirse finalmente en el actual Palacio de la Autonomía de la unam. Por su parte, el templo de Santa Teresa la Antigua siguió abierto al culto hasta 1913.

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Después sirvió como sede de la imprenta del Diario Oficial de la Federación y luego como archivo de la Secretaría de Hacienda hasta que el edificio fue clausurado y quedó en el abandono. Ex Teresa Arte Actual (1993-2017) En 1976 por decreto presidencial y en un precario estado de conservación el ex templo de Santa Teresa fue asignado a la custodia del inah. Pero no fue sino hasta 1993 que, bajo la iniciativa de un grupo de artistas cuyo círculo de acción se desenvolvía en el Centro Histórico y en particular en la vecindad ubicada al frente del ex Templo de Santa Teresa, en la calle Licenciado Primo de Verdad, se decide reactivar el recinto y se realiza una remodelación y restauración que permite su acondicionamiento como espacio museístico dedicado al arte alternativo. La remodelación arquitectónica estuvo a cargo del arquitecto Luis Vicente Flores, quien edificó una estructura anexa de acero y vidrio sin intervenir la estructura original del templo, para acondicionar espacios de gestión y de exposición. Conocido primero como Centro Cultural Santa Teresa, y después

como Ex Teresa Arte Alternativo, desde 1993, el ex Templo se ha consolidado como un espacio importante para la difusión y exhibición de prácticas artísticas alternativas tales como el performance, el arte sonoro, la instalación de sitio específico y el videoarte. Así, las más arriesgadas expresiones del arte experimental se han presentado durante los últimos 25 años bajo las bóvedas y la arquitectura sacra del ahora ex Templo de Santa Teresa. Una combinación de evidente contraste que fascina a propios y extraños y que dota a este sitio de un aura particular. El “Ex Teresa”, -como es conocido familiarmente por la comunidad cultural y artística-, es parte de la Red de Museos del inba y tiene como vocación impulsar procesos artísticos para vincularlos con públicos diversos mediante un programa permanente de exhibición, investigación y documentación. En respuesta a su contexto geográfico e histórico, Ex Teresa busca ser una plataforma permanente para la creación en campos vinculados a las disciplinas artísticas temporales y no objetuales. Un énfasis en la emergencia, la experimentación y la articulación de nuevos discursos en diálogo con los procesos socioculturales actuales

Trabajos de restauración en la Capilla del Señor de Santa Teresa.

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denotan la mística que busca distinguir a Ex Teresa dentro del rico mapa cultural del México contemporáneo. El público que lo visita tiene un promedio de 70 mil asistentes al año.

Proyecto de restauración y conservación de Ex Teresa Arte Actual (2018) En el año 2018, el inba participó activamente en el programa interinstitucional Circuito Cultural Centro Histórico para desarrollar y ejecutar un proyecto integral de conservación y restauración para la atención del ex Templo de Santa Teresa, a partir de un diagnóstico avalado y supervisado por el inah, según lo establece la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos. Con recursos federales del Fondo para la Modernización del Patrimonio Cultural Federal, los trabajos realizados en el inmueble incluyeron la impermeabilización de azoteas, la restauración de la fachada del Templo y la recuperación y tratamiento de los portones históricos de madera y de la reja atrial. Asimismo, se llevaron a cabo importantes trabajos de restauración y conservación de las pinturas murales de Juan Cordero y Ximeno y Planes, así como de los decorados arquitectónicos de la Capilla del Señor de Santa Teresa. Se sustituyeron las luminarias para favorecer la correcta iluminación arquitectónica y museográfica y se llevó a cabo la adecuación y rehabilitación del centro de documentación del Museo. Todos los trabajos fueron realizados por empresas con amplia experiencia en restauración y conservación de edificios históricos y contratadas en seguimiento a la Ley de Obras Públicas y Servicios relacionadas con las mismas. Todos los procedimientos de intervención fueron realizados según las normas académicas de conservación y bajo la supervisión y autorización de las áreas especializadas en la materia del inah. El inmueble presentaba problemáticas derivadas de la filtración y humedad, así como de los agentes contaminantes del medio

ambiente. La portada de cantera y tezontle manifestaba problemas de exfoliación y pérdidas parciales o totales en la cantera que requirieron ser sustituidas. Las puertas de madera labrada, originales del siglo xvii, se encontraban deshidratadas y sin acabado, con elementos desprendidos en la parte inferior por el contacto con la humedad. La herrería de la reja atrial presentaba también desprendimientos de material causados por la corrosión. Al interior del inmueble, la nave central se encontraba afectada por problemas de filtraciones de agua y humedad en los muros y bóvedas, causando desprendimientos de materiales, así como pérdida de restos de pintura mural decorativa y pintura del rodapié. Vista de la cúpula desde el exterior. Trabajos de restauración en la Capilla del Señor de Santa Teresa.

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Andamios en la Capilla del Señor de Santa Teresa

Los trabajos de restauración en esta zona contemplaron la consolidación de acabados, reintegración de aplanados y yeserías en las áreas dañadas en el plafón, la aplicación de pintura a la cal en la zona del rodapié para contener la humedad y el acabado de pintura en el resto de los muros de la nave central. La Capilla del Señor de Santa Teresa recibió un tratamiento integral que contempló la limpieza mecánica de todos los decorados, pinturas murales y vitrales, así como la reposición de faltantes mediante la realización de moldes en los diferentes materiales constructivos, ya bien yeserías y maderas, ya bien vidrios o dorados. Las pinturas murales realizadas por Juan Cordero (y Rafael Ximeno y Planes) tenían exposiciones a filtraciones de agua y humedad, así como altas concentraciones salinas que provocaron pérdidas en el conjunto de las

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pinturas. Junto con esta problemática, los propios deterioros por el paso del tiempo y el medio ambiente causados por la contaminación provocaron suciedad en la superficie de las pinturas. Con técnicas académicas de limpieza y conservación se realizó un tratamiento escrupuloso y delicado de cada una de las pinturas, aplicando criterios especializados y bajo la supervisión continua de la Coordinación Nacional de Patrimonio Artístico del inah, encargada de liberar la licencia para los trabajos. Una diversidad de grietas debidas al trabajo diferencial estructural del templo fueron rellenadas y estudiadas para detectar daños estructurales. Para todo ello fue requerida la instalación de un complejo sistema de andamios estructurales que permitieron acceder a todos los puntos bajo los estándares de seguridad requerida para los trabajadores y las labores realizadas.

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Los trabajos de conservación y restauración incluyeron también la impermeabilización de azoteas con materiales a la cal adecuados al periodo histórico, para frenar la afectación por humedad y la acumulación de salitre en las pinturas murales. Además, se realizaron procedimientos de limpieza mecánica y fisicoquímica para retirar restos de suciedad, así como trabajos de resanes en fisuras, consolidación de pintura y reintegraciones cromáticas en las zonas con mayor pérdida de pintura mural. Las yeserías y acabados arquitectónicos, de estilo neoclásico, ofrecían un fuerte deterioro que requirió de trabajos de consolidación, resane y aplicación de pintura adecuada al contexto histórico del inmueble. Los vitrales de manufactura alemana localizados en el tambor presentaban faltantes por donde había filtraciones de agua, por lo que fue necesario reponer fragmentos. Los dorados en las cornisas, las bases y los capiteles de las columnas se encontraban con importantes pérdidas de material, por lo que se trabajó en la reposición con hojas y micas de oro para homologar el color y los acabados originales de la capilla, tal como fueron concebidos por sus creadores en los siglos xvii y xix. En cuanto a la instalación eléctrica, el inmueble contaba con una infraestructura anticuada y obsoleta. Este proyecto permitió dotar al espacio de una iluminación arquitectónica y museográfica adecuada para dignificar el patrimonio cultural restaurado, de tal forma que los visitantes podrán apreciar las obras artísticas aquí contenidas de una manera renovada. Finalmente, se realizó una readecuación del centro de documentación del museo que alberga una importante colección audiovisual en diversos soportes y formatos que registran relevantes manifestaciones artísticas de la década de los noventa y dos mil, realizadas en Ex Teresa o con instituciones pares. Para ello, se reubicó el centro de documentación en un área del inmueble con condiciones para

construir una bóveda de resguardo para los documentos audiovisuales y sonoros, en la cual se tendrá control de los parámetros de temperatura y humedad relativa. Adicionalmente, en la nueva ubicación de este centro se tendrá una sala de consulta al público que permitirá separar las áreas de resguardo, de trabajo y de acceso para beneficio de los usuarios del museo.

Revaloración artística y arquitectónica Derivado de estos importantes y estratégicos trabajos de conservación y restauración se redignifican los valores artísticos y arquitectónicos que la historia ha depositado en el ex Templo de Santa Teresa. Estos trabajos contribuirán a que la sociedad pueda admirar en toda su dimensión las pinturas murales, los decorados y la arquitectura del edificio. Enclavado en el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, el ex templo de Santa Teresa es una ventana que nos permite asomarnos a más de cuatrocientos años de sucesos culturales, religiosos y políticos. Desde su edificación a inicios del siglo xvii, la historia de Ex Teresa es la historia de un conjunto de restauraciones y modificaciones que dan cuenta de cada periodo histórico por el que atraviesa. Desde la remodelación y ampliación ideada por Cristóbal de Medina en 1678, pasando por la ampliación neoclásica dirigida por los maestros de la Real Academia de San Carlos en 1798, y seguida de la monumental restauración conducida por Lorenzo de la Hidalga en 1845; e incluyendo los trabajos de restauración realizados por el inah en la década de 1970 y por el inba en 1993; este nuevo proyecto realizado en 2018 dentro del marco del Circuito Cultural Centro Histórico, suma modestamente un nuevo capítulo dentro de esta historia que nos habla de la trascendencia de este recinto en el contexto actual y que seguramente nos permitirá revalorar su importancia dentro del paisaje del rico patrimonio cultural de México.

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Ri vasMes a, Fr anci s coyMací asRodr í guez, Val er i a, Mus eoExTer es aAr t eAct ual . Pr oyect oi nt egr alder es t aur aci ónycons er vaci óndeli nmuebl e. EnRes cat ares paci ospúbl i cosyt r as cenderenl acul t ur a. Unnuevoci r cui t oenelCent r oHi s t ór i co, compi l ador esEduar doSaúlTopet eyGabr i el aGuer r er oAgui l ar , 5365. Méxi co, I NDAABI N, 201 8.


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