ISSN 2027-0178
ESPECIAL AGOSTO 2018
Editorial
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Corresponsales extranjeros ería un despropósito reducir este programa de intercambio en el exterior -en el que los alumnos de la Facultad se acoplan en universidades aliadas- al hecho de vivir una experiencia con maletas y algunas fotos para el recuerdo. A un simple viaje de estudios. Un acontecimiento que de manera colateral ayuda a los estudiantes a conocer diferentes manifestaciones culturales y formas de pensar el planeta, a descubrir de primera mano que existe una realidad más allá de un país llamado Colombia. Nuestra finalidad se ubica en un terreno más profundo que un aprendizaje con el pasaporte. Lo saben los cronistas más avezados y lo dejan plasmados en sus notas de viaje, tal cual lo hicieron los primeros contadores de historias en el viejo continente o los cronistas de indias en nuestra América, quienes buscaron interpretar nuevas realidades y dejaron una memoria verosímil de los hechos. Y lo sabemos nosotros. Se trata de una herramienta para la formación de nuestros comunicadores y periodistas: impulsamos este programa de intercambio como una forma de enaltecer el valor externadista que busca profesionales comprometidos con la sociedad. Con una visión responsable frente a la vida pública y la actualidad, con la investigación y con la comprensión de nuestro planeta. Por eso motivo, estos corresponsales de la Facultad de Comunicación Social - Periodismo salen a lugares tan diversos como Turquía, España, Argentina, Canadá, entre otros países, y tienen una misión muy especial. Ellos transportan el sello externadista en cada clase con sus nuevos colegas, así como también el deseo de relatar lo que vivieron, cargados de ese espíritu narrativo de entender mejor el mundo y contarlo con las herramientas que han aprendido en nuestras aulas. Estas son las historias de nuestros enviados especiales. Fernado Cárdenas Hernández.
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CONSEJO EDITORIAL: Luz Amalia Camacho, Fernado Cárdenas, Orlando Valencia, Wendy Díaz. Directora: Luz Amalia Camacho. Editor: Fernado Cárdenas. Diseño y diagramación: Orlando Valencia. Fotografía: Estudiantes de Comunicación Social - Periodismo Impresión: Departamento de Publicaciones Universidad Externado de Colombia. Bogotá, Colombia, 2018. Correo electrónico: visiones@uexternado.edu.co Visiones es una publicación de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo de la Universidad Externado de Colombia, sin fines de lucro, la cual tiene por objetivo divulgar la producción académica de los estudiantes. Las opiniones expresadas por los autores no corresponden necesariamente a las de la Universidad.
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La ciudad de la furia Lugar de intercambio: Buenos Aires, Argentina Tiempo: cinco meses (marzo a agosto de 2015) Universidad de Buenos Aires (UBA)
Buenos Aires
está situada en la región centro este del país sobre la orilla occidental del Río de la Plata. Se encuentra entre las ciudades con mayor calidad de vida de América Latina siendo el principal centro educativo, artístico y turístico del país.
Tatiana Vanessa Larrota Cortés Séptimo semestre
Todo comenzó durante el primer semestre de 2015, el 4 de marzo, cuando emprendí toda mi travesía de la mano de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Sin lugar a duda, estudiar, recorrer sus calles y vibrar con su magia fue lo que más marcó mi corto, pero inolvidable paso, por la tierra del tango.
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staba en sexto semestre y la dirección de intercambios de la universidad realizó una convocatoria para los futuros estudiantes, con posibilidades de hacer una movilización académica. Para ese entonces, yo siempre había querido pasar una larga temporada en Argentina, pues me había sentido muy atraída por su cultura. Después de seguir todo el procedimiento de inscripción, mandé mi solicitud a la universidad de intercambio para así poder realizar mi séptimo semestre allá. En cuanto a la documentación para el intercambio, es importante llevar todo en regla. Antes de viajar, debes tener listo tu pasaporte para que apenas llegues puedas solicitar el DNI y no continuar como turista sino estudiante, llevar apostillados los antecedentes penales desde Colombia, acta de nacimiento, contar con un buen seguro médico y, por supuesto, tener tus tiquetes aéreos. También debes tener en cuenta que no es necesario cargar muchas maletas, para no complicarte con los excesos de equipaje y traslado de este; porque, en mi caso, yo no contaba con nadie que me esperara y qué mejor que estar liviano para no tener ninguna complicación. 4
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Atardecer en Argentina
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Naturaleza bonaerense
Mi llegada a Buenos Aires fue muy complicada. Desde Colombia, junto a mi familia, habíamos alquilado un remix que nos transportaría desde el aeropuerto hasta la ciudad. Nos encontrábamos a una hora del hotel donde nos íbamos a hospedar. Sin embargo, las cosas no salieron como se planearon y nuestro vuelo se atrasó, la persona que nos iba a recoger se confundió y casi no llega. Al final, nos cobró más de lo pactado y nos dejó en otra dirección. Todo fue una montaña rusa de emociones. Después de lo ocurrido, Argentina nos mostró su mejor cara con la calidez de su gente, las expresiones de cariño, generosidad y amabilidad, que hicieron de esta experiencia algo totalmente inolvidable y que llevaré guardado por siempre en mi corazón. Como les conté anteriormente, en el momento de llegar a mi país de destino me quedé en un hotel. Antes de viajar, ya tenía “alquilado” un monoambiente (como se le conoce en Argentina a un apartaestudio), pero la persona que me iba a alquilar este predio me escribió un día antes de viajar, que ya no era posible quedarme allá. Todos mis planes cambiaron de un momento a otro. Pero fue lo mejor que me pudo pasar. El 9 de marzo, en la primera reunión que hizo la UBA, conocí a Jesús Eraso, un estudiante de Gobierno de la Universidad Externado, con quien compartí apartamento y que por casualidades de la vida terminó siendo mi amigo y apoyo en la gran ciudad. Con respecto a la universidad, nuestra bienvenida consistió en una charla “académica” en la que nos explicaban cómo era el modo de calificación, que va en una escala de 1 a 10 y para pasar hay que sacar mínimo 6. Dentro de esta inducción con los demás estudiantes extranjeros, también nos explicaron cómo funcionaba la universidad, los pro-
fesores, la sede de cada carrera y cómo podríamos hacer nuestra inscripción de materias. Debo decir que todas las personas son muy amables, lo que facilita mucho más el proceso. Finalmente, compartir este único espacio con tus compañeros de intercambio (porque nunca más nos vuelven a reunir), te permite encontrar una combinación explosiva de culturas que te sumergen por completo en toda la experiencia que implica una movilización académica. Cuando comenzaron las clases, me pude dar cuenta de la amabilidad y preocupación tanto de los profesores como de los tutores. Todo con el fin de que te adaptes lo más rápido posible y todo lo que esto implica. En mi caso, yo tomé las materias que más se asemejaban a mi pénsum académico, correspondiente a mi séptimo semestre en Colombia, para así ser homologadas por la universidad.
Notas de viaje Recomiendo salir a destinos cercanos. Yo opté por ir a Uruguay (Montevideo, Colonia y Punta del Este) y a las cataratas del lado brasileño y argentino. De esta forma, abres tu mente a cosas nuevas. u Si de costumbres hablamos, no podemos dejar por fuera la más importante, el fútbol. Es como si un mundo aparte se pintara de azul celeste para corear a una sola voz “vamos, vamos Argentina, vamos, vamos a ganar, que esta banda quilombera no te deja, no te deja de alentar”. u Cuando comenzaron las clases, me pude dar cuenta de la amabilidad y preocupación tanto de los profesores como de los tutores. Todo con el fin de que te adaptes lo más rápido posible a las clases y todo lo que esto implica. u
Dentro de toda esta aventura, conté con la gran fortuna de tomar clases de Radio (se divide en práctico y teórico), una de mis grandes pasiones, y de esta manera crecer más en lo académico y en lo personal. Para ese entonces, logré conseguir una entrevista con representantes del pueblo indígena Wichí, quienes llegaron desde la provincia de Formosa, ubicada al norte de la República Argentina. Ellos llevaban más de 90 días acampando como símbolo de protesta, para buscar una salida a los problemas que estaban afectando a su comunidad. Eduardo Díaz, líder de la tribu, me contó por largas horas cuál era su problema y que todo radicaba en el acoso hacia su cultura, política y costumbres ancestrales de su pueblo. Esto me marcó mucho en su momento porque llevaban varios días acampando bajo las inclemencias del frío y de la lluvia en el centro de la ciudad. Algo que rara vez se ve en Buenos Aires. Además, no solo tuve la oportunidad de vivir de cerca algo como esto. Poco tiempo después, pude estar en la marcha de la mujer con la consigna “ni una menos”, en la que se reclamaban los derechos femeninos. Para esto, se contó con la participación de todo el pueblo argentino, personas del reconocimiento público y hasta políticos. Fue en ese momento cuando Argentina me mostró su compromiso y unión por una sola causa, por la que todo un país vibró al ritmo de su consigna para impedir más maltratos e injusticias hacia la mujer. Sin lugar a duda, esta es una ciudad que tiene mucho para ofrecer, no solo para los locales sino también para todo el que toma la decisión de vivir y sentir lo que su país entero tiene para ofrecerte. Al final de esta experiencia, te das cuenta de que es imposible recorrerla en poco tiempo, porque te muestra varias Argentinas a la vez, gracias a su multiculturalidad.
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Argentina Tienes muchísimas opciones, como los asados entre amigos y familia, las noches de cumbia villera y electrónica en sus boliches, los museos, el Cementerio de la Recoleta con sus grandes estructuras, los miles de cuentos dedicados a Evita Perón, su historia, su política, la lucha de las Madres de Plaza de Mayo por sus hijos, la fantástica Casa Rosada, Puerto Madero con el Puente de la Mujer, el imponente Obelisco al son de tango, los casetes que encuentras en cada esquina al mejor estilo de Carlos Gardel, el mate para ver el atardecer contando historias, sus imponentes teatros para definir una vez más su importancia cultural, sus grandes avenidas, sus librerías (El Ateneo) y su amor por la lectura, el subte que te dice a gritos que todo corre tan rápido que ni te das cuenta de lo que pasa por la gran ciudad. Y es que, si de costumbres hablamos, no podemos dejar por fuera la más importante, el fútbol. Es como si un mundo aparte se pintara de azul celeste para corear a una sola voz “vamos, vamos Argentina, vamos, vamos a ganar, que esta banda quilombera no te deja, no te deja de alentar”. También me pude dar cuenta de que para ellos este deporte es más que fútbol, es su verdadera pasión. Al igual que los enorgullece su gran ídolo, Diego Armando Maradona, quien quedó marcado para la historia de su país como el mejor futbolista del planeta y el más grande orgullo para la albiceleste.
Por supuesto, si nos enfocamos en la capital, era como si su corazón estuviera dividido entre el Boca Juniors y el River Plate. Equipos que siempre mantenían grandes disputas no solo dentro, sino también fuera de la cancha. Pero no todo es deporte. Su gastronomía es su más grande sello de calidad. Puede pasar por todos los paladares, por personas de diferentes nacionalidades y no escuchar ni una sola a la que no le guste su culinaria. En mi caso, yo no tuve ningún problema con la
"El vivir solo, hacer tu propio mercado, pagar tus facturas, limpiar tu vivienda, te enriquece como persona". comida. Por el contrario, cada cosa que probaba me gustaba más y me costaba elegir cuál era mi preferida. Si me preguntaran a qué sabe Argentina, respondería que no hay una sola cosa que lo defina. Tiene tanta diversidad de colores, texturas y sabores que es imposible definirlo en una sola palabra. Sin embargo, lo que más me gustó fue su choripán, sus pizzas, pastas, panes, empanadas, facturas, alfajores, parrillas, helados (mi preferido, Victoria Cream), medialunas, milanesa y, en bebidas, su único e incomparable mate,
Puerto Madero, Buenos Aires
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Fernet, vinos y Aquarius (una bebida refrescante). Alimentos que te ratifican una vez más la gran personalidad que tiene un país como la Argentina. Dentro de toda esta experiencia, no debes olvidar salir y recorrer cada rincón de Baires (como le dicen los porteños a su capital). Es una ciudad que tiene una oferta cultural tan grande que de seguro nunca te aburrirás. En mi caso, amaba recorrer la avenida 9 de Julio porque puedes ver el Obelisco, los teatros y gente bailando tango entre sus calles.
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Por otro lado, siempre piensan en el extranjero. Es por esto que BAIS (ONG que tiene como objetivo la integración social de jóvenes extranjeros), cuenta con los mejores planes en grupo para que puedas conocer a jóvenes de diferentes países que de seguro están viviendo tu misma experiencia y hacen de todo esto algo mucho más real e inolvidable. Ahora bien, si tienes la oportunidad, te recomiendo que salgas a destinos cercanos. Yo opté por ir a Uruguay (Montevideo, Colonia y Punta del Este) y a las cataratas del Iguazú, del lado brasileño y argentino. De esta forma, abres tu mente a cosas nuevas, costumbres diferentes, comida, dialectos y acentos. Creo que es la mejor manera de enriquecer tus conocimientos porque no es solo leerlos sino vivirlos, recorrerlos. Alguna vez, alguien me dijo que para conocer realmente un lugar debes caminar tanto hasta que tus pies te duelan, y nunca dejar de hacerlo porque ahí está la verdadera esencia de todo. Sin lugar a duda, un intercambio es la mejor experiencia que puedes realizar en tu vida. Creces intelectual, personal y culturalmente. Comprendes mejor las cosas y miras la vida desde diferentes ángulos. En definitiva, es un país que me hizo sentir suya, me permitió ver su verdadera esencia, su magia. Me envolvió con su belleza natural al hacer de mi visita algo tan genuino hasta atraparme con su historia, sus pasados, miedos y progresos. Me hizo olvidar del día, la noche y los meses. Me permitió ver más allá de los mapas o libros, porque su belleza no se puede congelar en una imagen, sino en tu corazón y memoria. Por eso, mi invitación es a que se den la oportunidad de visitar esta tierra, que tiene cientos de cosas por enseñar.
Brasil
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Atreverse a irse Lugar de intercambio: São Paulo, Brasil Tiempo: seis meses (31 de julio al 4 de diciembre) Universidad de São Paulo
São Paulo es la principal ciudad de la región Metropolitana de São Paulo, es la segunda metrópoli de América y es la ciudad más grande de Suramérica. Es uno de los centros económicos, financieros y culturales más importantes del mundo. São Paulo posee una amplia red de teatros, casas de espectáculos, bares, instituciones de enseñanza, museos y galerías de arte.
Valeria Cuevas González Octavo semestre
Una excusa para volver a irme porque, desde que salí la primera vez, sentí que no podía parar. Esta vez, el lugar tenía que ser bien exótico, y nada mejor que Brasil para contrastar, enfrentar y dejar ir.
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oco antes de terminar la carrera, decidí hacer mi séptimo semestre por fuera, porque vi en ello el chance de cambiar el enfoque a mi vida académica. Ya tenía una claridad en mis intereses para la vida después de la universidad, así que aproveché que una facultad cerca de mi país los estaba presentando y acepté su llamado. El proceso de intercambio tomó su tiempo. Contemplé con paciencia los diferentes destinos que la universidad proponía, guiándome, más que por el país, por la experiencia académica y personal que más me alimentara. Me incliné así por la idea de vivir una experiencia en mi continente y, después de mucho pensarlo, la decisión final que me llevó a elegir Brasil como rumbo fue el poco portugués que por casualidad estuve aprendiendo, sin motivo, hasta ese día. Me presenté a la convocatoria el semestre anterior y, en menos de cuatro meses, recibí la carta de aceptación. Saludé al año nuevo empacando la maleta, aunque esta vez casi vacía. Me fui por seis meses al sur del continente, llegando a São Paulo a finales de enero. Allí estaba mi universidad receptora, la USP, como la conocen los brasileños. La Universi8
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Anticipación
Equipaje lleno de sueños
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dad de São Paulo es la más importante en Brasil y hace parte de las 100 mejores del mundo. Tiene aproximadamente 42 campos de estudio e investigación y diversos campus que están al sur de Brasil. Esos datos que encontré por internet por recomendaciones me motivaron a elegirla como el claustro de destino, además porque la facultad allí no se reduce a la comunicación social y el periodismo, con sus ejes organizacionales, audiovisuales y de gestión. La Escuela de Comunicaciones y Artes (ECA) es la facultad a la que llegué y de la cual quedé sorprendida, porque aparte de ofrecer lo mismo que venía viendo en mi universidad de origen, me ofrecía música, artes, relaciones públicas y lo que más me gustó de mi experiencia: educación para comunicar. Comencé clases aproximadamente un mes después de haber llegado. Resulta que febrero es un mes sagrado en Brasil a causa del carnaval. Así que, a pesar de saber que se tiene que estudiar y trabajar, los brasileños se la pasan afuera, con sus parceiros, bebiendo cerveza, cantando y “sambando” por todas partes en medio de un calor infernal de 36 grados centígrados que para una rola fueron el infierno.
Brasil Notas de viaje Al tercer día de haber llegado, me lastimé el tobillo. Fue delicado; de inmediato, en el hospital me enyesaron el pie. Fueron quince días en que el carnaval de Brasil lo viví coja y con mamitis, en medio de la soledad y sin poder hacer nada. u Desde que llegué, todos los días de almuerzo y cena comí fríjoles. Son la comida sagrada para el brasileño y eso que no puede faltar el postre. Si por ellos fuera, hasta habría postre después del desayuno. Obviamente, engordé alrededor de diez kilos. u Viví mi primer paro estudiantil. La Universidad de São Paulo es del Estado y comenzó a escucharse que se iba a privatizar. Se armó el caos y todos los estudiantes se movilizaron, parando las clases, cerrando las entradas con montones de sillas y dejándonos sin pruebas hasta que todo se acumuló. que esto implica. u
Ver a las personas tan sueltas, desprevenidas, siempre con una sonrisa, hablando su rápido y enredado portugués, de shorts y havaianas (las chancletas que todos los pies llevan puestas) me mostraba que mi tiempo allí iba a ser realmente diferente a lo que yo era y de donde venía. Viví en dos lugares diferentes. En ese país, las “repúblicas” son aquellas casas en donde viven extranjeros y estudiantes de otras ciudades y que estudian en las universidades. Duré solo un mes a la primera que llegué, ese fue mi lugar de adaptación al clima, al idioma y a la vida tropical. Hice mis primeros amigos y comencé a conocer a poco el verdadero mundo que es Brasil y nunca imaginé: un país de lucha, de rebusque, de positivismo, no muy diferente al nuestro, pero tampoco tan similar.
Gratos recuerdos Río de Janeiro
Al salir de allí, llegué al que fue mi hogar. Con el paso de los primeros días y de tantear el terreno, me sentía más cómoda para comenzar a tomar decisiones. Y así fue como quise darme la oportunidad de mudarme, no solo de casa, sino de hábitos. Llegué a una república en la que viví con cincuenta personas. ¡Y sí que fue difícil! Brasileños, colombianos, peruanos, franceses, españoles y asiáticos fueron mis compañeros en medio de la soledad, nostalgia y choques que claramente no faltaron al principio del intercambio.
avión se gasta su buen tiempo. Conocí íconos del país como el Cristo Redentor, y comprobé la teoría que desde el principio escuché y no creí: que diferentes países estaban en el mismo. Influencias japonesa, polaca, ucraniana y portuguesa se encuentran en la arquitectura y la comida, entre otros aspectos. En medio del recorrido fui conociendo personas que cambiaron mi estilo de vida. En las calles, de nuevo me encontré con la realidad de un país que precisamente, cuando yo estaba allí, vivía una de sus más grandes crisis, estaban a punto
"El ritmo académico de la ECA, desde el principio, superó mis expectativas, puesto que de todas las materias que tuve, pulí mis conocimientos con nuevas maneras de hacer periodismo escrito y de ver la comunicación". En marzo, comencé en forma a estudiar. Las clases duraban cuatro horas cada una, por lo que salía agotada y con saudade (nostalgia) del español. Di con profesores bastante inspiradores en las diferentes áreas que elegí, de los cuales en medio de los temas periodísticos y de historia de Brasil, aprendí lo que significan para la cultura brasileña los grupos, la diversidad, la inclusión y la vida sin tristeza. El ritmo académico de la ECA, desde el principio, superó mis expectativas, puesto que de todas las materias que tuve, pulí mis conocimientos con nuevas maneras de hacer periodismo escrito y de ver la comunicación. Brasil, en dos palabras, es diversidad y equipo, así que durante mi periodo de intercambio lo que sobraron fueron temas y espacios para hacer academia en lo que surgiera. Los choques que tuve surgieron de muchas situaciones. Yo no estaba acostumbrada a vivir bajo tanta libertad ideológica, sexual, política, entre otras. Por eso, fue un proceso largo entender por qué las personas siguen y se comportan de acuerdo con lo que les gusta. Y sí, eso no tiene nada de malo. Otro aspecto importante es que al principio me sorprendió el arraigo que tienen la mayor parte de brasileños hacia los europeos, porque se sienten más de ellos que de los latinoamericanos. Pero gracias a esas situaciones en que quizás fui cambiada en un trabajo por un japonés, que resultaba ser más interesante que yo, generé debates, intercambié ideas y comencé a defender lo que pensaba, sin miedo. Cuando ya logré un equilibrio y adaptación, aproveché para viajar por el país. No me alcanzó el tiempo, las distancias entre las ciudades brasileñas son bastante extensas, que hasta en
de quedarse sin presidente. Fui testigo de cómo el dolor de patria se camufla en la samba, en el espectáculo y en la libertad. Es un país donde vive gente a su manera sin rendirle cuentas a nadie, y fue ahí donde me quité mis miedos, prejuicios y actitudes conservadoras. De un tiempo para acá, he venido escuchando eso de que “tú no eliges los países, ellos te eligen a ti” y estoy de acuerdo, puesto que esos espacios diversos son los escenarios que necesitamos para, como dije en un principio, contrastar, enfrentar y dejar ir. Viajar es la respuesta. Y si se puede hacer en forma de intercambio, también, no hay que dudarlo dos veces. Es el momento en que el corazón y la mente necesitan respuestas; es cuando la energía está a flor de piel; es cuando uno se apasiona por todo lo que ve; es la edad perfecta y el proceso de estar en la universidad donde crece. Más aún, si es de la mano de otros lugares y con sus personas.
Universidad de São Paulo
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El recuerdo del viaje Lugar de intercambio: São Paulo, Brasil Tiempo: seis meses (31 de julio al 4 de diciembre) Universidad FAAP- Fundação Armando Alvares Penteado
No sabes qué tanto quieres algo hasta que llega un correo con tu nombre de parte de la universidad. Así llegó la confirmación de que había sido seleccionada para participar en el programa de intercambio académico de la Universidad Externado de Colombia con la FAAP de São Paulo, Brasil. Solo necesitaba sacar mi visa, comprar mi tiquete y alistar mi maleta. Era tanta la emoción que quería irme en ese preciso instante.
Martha Cecilia Zafra Rivera Octavo semestre
M
i primera preparación fue la visa; para sacarla no necesitaba tantos requisitos y tenía la posibilidad de tener la de estudiante o la de Mercosur, que permite una estadía más prolongada y la posibilidad de estudiar y trabajar. Esta última fue mi opción, mi idea era terminar el último semestre académico y quedarme haciendo mis prácticas. Los tiquetes es mejor comprarlos con tiempo para evitar que los precios aumenten y en ocasiones es viable cotizar por aquellas agencias que ofrecen descuentos. Sin embargo, no conté con mucha suerte en el precio pero valió la pena por la experiencia. Buscar un buen lugar para vivir es fundamental; algunas veces, lo que ves en internet está muy lejos de lo que puede llegar a ser la realidad. Brasil tiene residencias estudiantiles que son más conocidas como “repúblicas universitarias”, donde puedes alquilar una habitación solo o acompañado por un precio mucho menor de lo que pagarías por un apartamento amoblado. La FAAP tiene una base de datos con muchas opciones para vivir cerca de la universidad; fue cuestión de comparar y buscar la que se acoplara a mis necesidades. Mi equipaje lo hice quizás tres o cuatro veces, porque siempre sentía que algo faltaba o algo sobraba. Mi mamá se
Cae la tarde
Despertar en la playa
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preocupaba por el clima y porque no me hiciera falta nada de lo que normalmente uso, así fue como terminé con dos maletas que no sabía cómo podría llevarlas del aeropuerto a mi nueva casa. Con las maletas más cargadas de expectativas y de sueños que de ropa y accesorios, llegué al Aeropuerto El Dorado. Despedirse es quizás el momento más confuso del intercambio: sientes la emoción de lo que te espera lejos de casa pero que al despedirte los vas a extrañar mucho. Pasar Migración, ver el sello en el pasaporte y subirte al avión son los primeros pasos que llenan tu cabeza de esas preguntas que surgen en último momento. ¿Me entenderán cuando hable su idioma?, ¿será que les entenderé cuando me hablen?, entre otras que por momentos dan un poco de temor. Llegar antes de la fecha del inicio de clases me dio la oportunidad de viajar por algunos días, practicar el idioma y conocer la ciudad. Cuando llegué, se suponía que Brasil estaría en invierno, pero me llevé una gran sorpresa, temperaturas que superaban los 28 grados centígrados. La primera semana académica tuvimos una integración con todos los chicos de intercambio. El grupo de los latinos era muy reducido, comparado con todos los europeos que llegaron. Esa fue la primera enseñanza que me dejó esta experiencia: la oportunidad de conocer a personas con aspectos culturales y lingüísticos tan diferentes a los míos. Cada día con ellos era un nuevo aprendizaje de palabras, costumbres y hasta gastro-
nomía porque muchas veces nos reuníamos en la casa de alguno a cocinar la comida de algún país. Viajamos juntos y compartimos más que en la universidad. De igual manera, conocí a algunos brasileños que estaban en mis clases o eran amigos de alguien del intercambio. En cada salida que hacíamos se quedaban mirando nuestro grupo porque se hablaba todo tipo de idiomas, pero quizás el que más llamaba la atención era el neerlandés por su complejidad; muchas veces, nos quedábamos mirándolos, tratando de entender algo de lo que hablaban. La oportunidad de hacer amigos no solo del lugar en donde estaba son los detalles que llegan a enriquecer esta experiencia. La universidad me dio la posibilidad de ir a todas las clases de mi área de estudio para definir cuáles materias eran las que mejor se acomodaban a mis expectativas y a mi pénsum académico en el Externado. Así que aproveché la oportunidad para ver esas asignaturas que quizás no tendría la posibilidad de ver en Colombia. Vivir sola me hizo ser más responsable, no solo con mis compromisos académicos, sino con todas las actividades que enlazaron mi estadía en São Paulo; fue tener más amor propio. Estar lejos de casa me ayudó a valorar las pequeñas comodidades y a ser más independiente. En esta experiencia, más que cosas, fotos y amigos, me quedan grandes recuerdos, Una noche, bailando samba con europeos que le pedían permiso a un pie para mover el otro, las noches de
"Brasil tiene residencias estudiantiles que son más conocidas como “repúblicas universitarias”, donde puedes alquilar una habitación solo o acompañado por un precio mucho menor de lo que pagarías por un apartamento amoblado".
Forro y Sertanejo que eran como las letras de Julio Jaramillo con el sabor de un merengue, con mis amigos brasileños que gozaban tanto de esta música como yo un vallenato o una salsa. Los intentos de todos por traducir los chistes que siempre fueron un fracaso, las clases con un profesor que nos daba “garotos” para “fazer a aula mais dolce”, las exposiciones y los trabajos donde me decían “gringa” de manera tierna. De Brasil me llevo el recuerdo de un país con hermosos paisajes, personas increíbles y sus recetas con “açaí” y “tapioca”, cada viaje que hice y todo lo que aprendí de cada lugar que visité. Estoy eternamente agradecida con este país que me abrió sus puertas. Este semestre académico me ayudó a enriquecer mi visión como Comunicadora Social y Periodista, también a comprender la importancia de una experiencia multicultural para crecer como persona.
Notas de viaje u¿Y
el frío? Se suponía que era invierno para la temporada que iba, pero en realidad toda la ropa para clima frío que llevé nunca salió de mi maleta, gracias a los 34°C. Lastimosamente, era lo que más ocupaba espacio en mi maleta. u La “primiparada” en la FAAP: entrar a un salón creyendo que era el mío, cuando la profesora comenzó a explicar la materia me di cuenta de que no era mi clase, pero no fui capaz de salir del salón porque estaba en la parte de atrás. u ¿Cómo así que la hora cambió? Un día me levanté a la misma hora y no me explicaba por qué tenía más tiempo. Cuando miré mi reloj, me di cuenta de que era obra del verano.
¡Que viva Brasil!
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Un cambio de imaginario Cristo Redentor, Corcovado, Río de Janeiro
Lugar de intercambio: São Paulo, Brasil Tiempo: seis meses (31 de julio al 4 de diciembre) Universidad FAAP - Fundação Armando Alvares Penteado María Alejandra Ubaque Almanza Octavo semestre
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esde que estaba en sexto semestre, soñaba con realizar un intercambio. En ese tiempo, no sabía ciertamente en qué lugar, pues todo dependía de la prueba de idiomas aplicada por la universidad. Me inclinaba por Brasil, y por algo había estudiado durante un año portugués, seis meses en el Externado y otros seis meses con profesores del consulado de ese país. Tenía la esperanza de volver a esas tierras que visité junto con mi familia en 2010, en un viaje que hicimos para conocer algunos rincones de nuestro continente. En una de las charlas a la que asistí del Departamento de Intercambios de la Facultad de Finanzas y Relaciones Internacionales de la universidad, analicé varias opciones para hacer mi intercambio y puse como primer destino la Fundação Armando Alvares Penteado (FAAP), ubicada en São Paulo, seguida de la Universidad de Buenos Aires en Argentina. Tras enviar el formato de registro, en donde debía especificar mis datos personales, promedio académico y los posibles destinos para realizarlo, fui citada a la prueba de portugués junto a 12
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Viajar a otro país es una experiencia magnífica que te hace asumir responsabilidades y enriquecer tus conocimientos, más allá de crecer personal y profesionalmente.
casi siete personas que tenían la misma intención. La espera fue larga: un mes y medio más o menos, pero por fin recibí la confirmación de selección para realizar el viaje. Me había postulado para la misma universidad con mi mejor amiga, teníamos miedo de saber si ambas iríamos a pasar, afortunadamente fue así y desde ese momento supimos que íbamos a emprender la preparación y la vivencia de esta aventura juntas. El 27 de junio a las 10 p.m. salimos en un vuelo a São Paulo con escala en Lima, Perú, ciudad que conocimos en un día, recorriendo sus lugares representativos, apreciando su cultura y gastronomía. Allí tuve tiempo de comprar algunas cosas para mi familia y mi novio, pues tenía la intención de llevarles un detalle de cada lugar al que fuera. Llegamos de nuevo al Aeropuerto Internacional Jorge Chávez para continuar con nuestro viaje, cuatro horas después veía desde la ventanilla del avión una gran ciudad, llena de luces que a las cuatro de la mañana iluminaban el cielo brasileño. Estábamos sobrevolando São Paulo, una de las metrópolis más imponentes de Suramérica, AGOSTO 2018
con doce millones de habitantes y cientos de lugares por conocer. Mi aventura hasta ahora empezaba. Tuvimos un mes completo antes de iniciar clases para viajar y conocer diferentes lugares, como Ubatuba, Río de Janeiro y Bello Horizonte. Al primer destino fuimos con amigos nuestros externadistas, que culminaban su experiencia de intercambio en Brasil y debían volver a Colombia. Además de esto, tuvimos que visitar la universidad y buscar un lugar para vivir cercano, cómodo y agradable. Decidimos alojarnos en una casa de estudiantes. El 100% de los que allí vivían eran brasileros, cada uno de un lugar diferente del país. El 31 de julio comenzó el intercambio, las dos primeras semanas del mes de agosto fueron para elegir las clases de nuestro interés, yo escogí materias del curso de relaciones públicas, de administración y de economía. No tenía conocimiento previo de estas, pero me inquietaba aprender un poco más sobre la aplicación de la comunicación en dichas áreas. El primer reto para hacer amigos era saber comunicarse, pero con los brasileros fue realmente complicado debido
Brasil
Amanecer en Copacabana
a que son un poco cerrados a la hora de conocer nuevas personas, pero después de hablar un poco se descubre que son amigables e interesantes. Por otro lado, la relación con los demás estudiantes de intercambio en un comienzo fue a través del inglés, muchos de ellos venían sin aprender portugués y esta fue la forma de darnos a entender y hablar un poco de nuestras culturas, nuestras formas de vida y así llegar a hacernos amigas de un par de italianos que tiempo después fueron a vivir con nosotros, al igual que algunos holandeses, franceses, estadounidenses y españoles. Tengo certeza de que, a pesar de ser tantas personas, todos nos logramos integrar muy bien. Al principio, la distancia de casa, la falta de mi familia, de las comodidades y hasta de la comida fue algo difícil, pero con el paso del tiempo me fui acostumbrando a Brasil, a su clima tropical y variante, a la forma de vida de las personas, siempre alegres y muy relajadas, al idioma y a los bellos lugares que con el tiempo fui conociendo. Puedo decir que es una experiencia magnífica que te hace asumir responsabilidades y enriquecer de conocimientos, más allá de
Escalera de Selarón, Rio de Janeiro
hacernos crecer como personas y como profesionales. Así como el clima iba cambiando de invierno a primavera y después a verano, yo, en lo personal, hacía lo mismo. Los días realmente pasaron bastante rápido, el tiempo se hacía corto para los exámenes, los viajes y las diferentes actividades. El 4 de noviembre, presentando la prueba de Ecaes en el consulado de Colombia, en São Paulo, me di cuenta de que mi aventura estaba culminando y que pronto llegaría el momento de regresar a casa. Solo quedaba un mes para estar de regreso; debía volver a Bogotá y buscar por mi cuenta las prácticas en comunicación organizacional. En mi memoria han quedado paisajes increíbles, ciudades hermosas y desarrolladas, personas memorables y gratas amistades, sin duda experiencias que me han enriquecido y que me hicieron reflexionar, analizar y pensar la importancia de estos retos en la vida de un estudiante, no solo para una hoja de vida, sino para una vida como tal. Quedo agradecida con la FAAP por haberme permitido estudiar materias de diversos campos que no había visto en mi universidad. Agradezco también al Externado por esta magnífica oportunidad de aprender de otra cultura tan particular como la brasilera y por las enseñanzas académicas. Sé que me llevo
Notas de viaje Junto a unas amigas, hicimos reserva en un hotel en Copacabana y, al llegar, el lugar era completamente diferente a lo ofrecido por la página. Era un edificio viejo y abandonado. Al pedir la devolución del dinero, nos dijeron que no era posible y perdimos 170 reales. u Varios estudiantes de diferentes nacionalidades de la FAAP viajamos a Guarujá. A mediodía, en la playa de Pernambuco, un grupo de jóvenes golpeó a dos chicas italianas que caminaban por la orilla del mar robando sus bolsos con celulares, documentos, dinero y tarjetas de crédito. u Mi amiga y yo tuvimos que levantarnos a las 4 a.m. para ir hasta la policía federal a legalizar nuestra estadía en el país. Tras esperar desde las 5 hasta las 9 a.m., sin desayunar y con frío, fuimos atendidas junto a varios extranjeros que se encontraban tras de nosotras en la fila. u
Dejé efectivamente aquellos detalles de Colombia, a personas que nos hicieron sentir como en casa y llevo de vuelta a mi país recuerdos de este bonito y maravilloso país el cual me permitió vivir grandes aventuras. Creo que, independientemente del destino que elijamos
"En mi memoria han quedado paisajes increíbles, ciudades hermosas y desarrolladas, personas memorables y gratas amistades, sin duda experiencias que me han enriquecido no solo para una hoja de vida, sino para una vida como tal". en el corazón cada uno de los momentos que marcaron la diferencia por buenos o por malos, porque cada uno de ellos significa una experiencia de vida importante.
para realizar un intercambio, lo importante es poder conocer de su cultura y de sus tradiciones para cambiar cada uno de los imaginarios que tenemos del mundo.
Estación Luz del Metro, São Paulo
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Brasil
Brasil, Lugar de intercambio: São Paulo, Brasil Tiempo: seis meses (de febrero a junio ) Universidad FAAP - Fundação Armando Alvares Penteado
Viajar y conocer otro país, otra ciudad y otra cultura es algo que no se puede comparar con ninguna experiencia, pues esto te permite abrir la mente y entender que el mundo es muy grande.
E
l sueño de viajar y estudiar en Brasil comenzó en los primeros días de la carrera, cuando la decana de nuestra facultad, Luz Amalia Camacho, presentó la posibilidad de una movilización académica. Para cumplir este objetivo, entré a clases de portugués por fuera de la universidad. Cuando terminé los niveles requeridos de inglés, no dudé en inscribir este otro idioma, reforzando así mis conocimientos con esas clases. En ellas, la profesora Telma nos preparó para presentar el Celpe-Bras, el examen de competencias en la lengua, que es uno de los requisitos para el intercambio. Las enseñanzas que deja una experiencia de estas son innumerables. Desde antes de empezar, se aprende sobre independencia, pues para viajar hay que solicitar la visa, comprar seguro médico y tiquetes. También se aprende a ser sencillo y utilizar solo lo necesario para no sufrir por el incómodo exceso de equipaje. Además, estar a 4 mil kilómetros de distancia de la familia no es fácil, pero al final vale mucho la pena por todo lo que se vive. Cuando se llega a Brasil, todo parece maravilloso. Desde la infraestructura de la ciudad hasta la amabilidad de las personas, todo es incomparable. Viajar y conocer otro país, otra ciudad y otra cultura es algo que no se puede comparar con ninguna experiencia, pues esto 14
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Daniel Gallego Octavo semestre
te permite abrir la mente y entender que el mundo es muy grande y que hay muchas cosas que uno desconoce. Verse enfrentado a un idioma diferente al natal es un gran reto. En la universidad brasileña no tuve ningún inconveniente para comunicarme pues todos hablaban el “portugués académico” que aprendí en Bogotá. Pero, así como en Colombia, en Brasil las personas que uno se encuentra en la calle, en las tiendas, en los restaurantes y en los demás sitios tienen sus propias palabras, sus jergas, sus formas de llamar las cosas, y cuesta entenderlas. Su
Con los compañeros de la FAAP
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pronunciación es diferente. Al comienzo no lograba comprender lo que me decían, pero poco a poco el oído se afina y pude dialogar con todos. La comida también puede llegar a ser un desafío, pues los sabores son diferentes y algunos ingredientes son únicos. Gracias a su tamaño y diversidad, en el país hay muchos platos. Sin embargo, en São Paulo, la comida típica que se encuentra en todos los restaurantes es arroz, carne, frijoles, ensalada (lechuga y tomate) y papas a la francesa. Si me preguntaran a qué sabe Brasil, sin dudarlo respondería a “açaí”, una fruta con un sabor indescriptible pero delicioso con la que hacen un tipo de helado que combinan con granola, banano, fresa y leche condensada; “muito gostoso”, dirían los brasileños. Casi todos los días caminaba por la ciudad viendo cómo vivían las personas. Mi apartaestudio quedaba a media hora a pie de la universidad. No obstante, para conocer otros sitios de la ciudad, había que usar el metro y el de São Paulo es perfecto. Las estaciones son grandes, los vagones amplios, es rápido y tiene buena frecuencia. El tema de la vivienda es lo que más puede preocupar. Gracias a que viajé con un compañero del semestre pudimos arrendar un espacio juntos y compartir gastos. Se aprenden muchas cosas al vivir solo. Hay que pagar el arriendo mensualmente, pagar facturas,
Brasil limpiar el lugar, hacer mercado y todo lo que implica vivir sin papás o alguien que se encargue de eso. En la universidad, los profesores son muy atentos con los estudiantes de intercambio. Antes de empezar las clases, se tiene una inducción en la cual explican cómo funciona la universidad y todo lo que ofrece. Allí se conoce a los otros estudiantes de intercambio que vienen de todas partes del mundo y que muy seguramente terminarán siendo las personas con las que se visite la ciudad y el país. Los compañeros brasileños son muy amables. Cuando hay que hacer trabajos en grupo, siempre están pendientes de que uno entienda todo y se integre. Las clases hay que elegirlas de acuerdo con las materias que se ven en Colombia para que puedan ser homologadas; también se pueden escoger asignaturas que no se tienen en nuestra universidad y que pueden ayudar en la carrera. Por ejemplo, las que escogí estaban relacionadas con lo que veían mis compañeros, pero enfocadas en radio, que es lo que me apasiona. Tuve una clase de periodismo radial, en la cual me dieron la posibilidad de hacer reportajes de lo que pasaba en la ciudad. Para el trabajo final, un noticiero,
Museo de São Paulo
de una hora. Los maestros me contaron cómo eran sus trabajos y por la mala situación que estaban pasando sus estudiantes; por eso estaban acampando en ese lugar, para luchar por los derechos de sus alumnos y no por su salario, como lo mostraban los medios del país. São Paulo es una ciudad cultural. Todos los días tiene algo diferente para hacer. Tiene variedad de museos con cosas interesantes por ver. Hay exposiciones muy teóricas donde se aprenden cosas, hasta exposiciones donde se va a disfrutar y divertirse. Lo que más gus-
"Si me preguntaran a qué sabe Brasil, sin dudarlo respondería a açaí, una fruta con un sabor indescriptible pero delicioso con la que hacen un tipo de helado que combinan con granola, banano, fresa y leche condensada". me fue encargada una nota sobre la crisis por la que estaban pasando los profesores del estado. Fui hasta el campamento que tenían frente a la Secretaría de Educación y hablé con ellos por más
Notas de viaje u En la universidad brasileña no tuve ningún
inconveniente para comunicarme, pues todos hablaban el “portugués académico”, el mismo que aprendí en Bogotá. u En Río de Janeiro lo más importante es el turismo; es una ciudad maravillosa que vale la pena conocer. Caminar por Copacabana tanto en el día como en la noche, subir al Cristo o caminar por el centro son cosas que no se pueden dejar de hacer en esta experiencia. u Los compañeros brasileños son muy amables. Cuando hay que hacer trabajos en grupo, siempre están pendientes de que uno entienda todo y se integre.
to genera es que la mayoría de eventos culturales en la ciudad son gratis; simplemente, hay que esperar el día exacto pues cada galería tiene un día en el que la entrada no tiene costo. En las calles también se pueden ver obras de teatro. Una que me llamó mucho la atención fue la que realizaron en la ventana de un edificio y el palco era el “Minhocão”, como llaman la única vía elevada de la ciudad. También es valioso conocer otros lugares para entender cómo funciona
el país. Por ejemplo, en Brasilia, la capital, todo es mucho más tranquilo, hay mucho más verde y mucho más espacio para las personas. En Río de Janeiro lo más importante es el turismo; es una ciudad maravillosa que vale la pena conocer. Caminar por Copacabana tanto en el día como en la noche, subir al Cristo o pasear por el centro son cosas que no se pueden dejar de hacer en esta experiencia. Terminar este viaje es mucho más difícil que empezarlo. Volver al país natal es maravilloso, ver personas conocidas, abrazar a la familia son cosas que no se pueden describir. Sin embargo, las primeras semanas lo único que se quiere es volver a repetir esta experiencia, comiendo lo que al principio sabía raro, caminando por los lugares que se fotografiaron una y otra vez, compartir con los compañeros que se conocieron en ese poco tiempo. Los momentos y aprendizajes quedan grabados para siempre. Todo eso hace parte de una nueva persona que llega a casa con una visión distinta del mundo, de su carrera y de su vida. Sin dudarlo, recomendaría a cualquier estudiante de la Universidad, hacer un intercambio, sea adonde sea. Todos los lugares tienen algo para enseñarnos, para hacernos entender mejor el mundo. Un día escuché que la geografía se aprende viajando y es totalmente cierto.
Comida típica de São Paulo
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Canadรก
Canadá
“Oh, Canadá” Lugar de intercambio: Calgary, Canadá Tiempo: tres meses (septiembre a diciembre de 2016) University of Calgary/ Universidad de Calgary
Calgary es la mayor ciudad de la provincia de Alberta,
Kevín Alberto Pérez Granada Sexto semestre
Canadá. Se encuentra ubicada en una región de colinas y altiplanicies, aproximadamente 80 km al este de las Montañas Rocosas. El Corredor Calgary-Edmonton es la región urbana más poblada situada entre Toronto y Vancouver.
La frase “que te largues, y que te largues lejos”, de la periodista Natalye Carbayo, se repetía una y otra vez en mi cabeza. Llevaba tres años de carrera y sentía que la carga académica me tenía agotado. Lo que no sabía, era que el mes siguiente iba a estar el doble de exhausto, pues estaría preparando todo lo necesario para volar a Calgary y cursar mi sexto semestre de Comunicación Social y Periodismo.
S
Banff Góndola
i lidiar con visas, pasajes de avión, hospedajes y traducciones puede que les haga pensar ¿por qué rayos estoy haciendo esto?”, yo puedo decir con el corazón que este viaje valió cada segundo. Canadá es grande, en todos los sentidos. En la provincia de Alberta, donde viví, cabe una Colombia y media, pero lo más impresionante es la diversidad humana. Allí viven personas de todos los orígenes, rincones del mundo, culturas y religiones, por lo que es normal escuchar en las calles distintos idiomas. Los paisajes, con sus pinos, sus lagos y la nieve son fascinantes. En ese país descubrí que las postales que uno ve de Canadá no están editadas ni tienen filtros; son así, en serio. Calgary es una ciudad limpia y segura de no más de dos millones de habitantes, por lo que las personas no están acostumbradas al caos tropical de nuestra capital. Es fácil ubicarse y el tren ligero es suficiente para movilizarse. Hay tanto por ver y tanto por descubrir que visiones especial CIUDADANOS DEL MUNDO 2 /
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Canadá al viajar a Canadá es imprescindible despojarse de los prejuicios. En la Universidad de Calgary, por ejemplo, es posible ver cómo los musulmanes se arrodillan para adorar a Dios, mientras un grupo de jóvenes juega baloncesto y otro camina en dirección al centro universitario LGBTI. Además, en el MacEwan Hall, bloque principal, hay dispensadores de preservativos y lubricantes gratis para todos los estudiantes. Lo sé, suena como si fuera un universo paralelo. La universidad es quizá lo mejor de esta experiencia. Tiene más de 30.000 estudiantes y es tan grande que la primera semana me la pasé corriendo de un lado a otro para encontrar el salón en el que tenía que estar. El campus es gigante y parece una ciudad entera. Tiene varias bibliotecas, incluyendo la moderna Taylor Family Digital Library (TFDL), cuyo primer piso está abierto las 24 horas. Hay piscina, teatro, canchas de tenis y baloncesto, gimnasio, pista de hielo, restaurantes, droguería, heladería, dos Subways, un Domino’s Pizza, librerías y un centro de bienestar. Aprovechen al máximo todos estos recursos. El clima en invierno puede bajar hasta -21 grados, pero hay calefacción en todas partes. Lo bueno es que la mayoría de las personas, incluso los profesores, son muy cálidas y amables, aun si no sabes su idioma. Al final, partir de Canadá puede ser difícil, por ello hay que disfrutar cada día. No sé para ustedes, pero luego de ir, este hermoso destino se convirtió en mi segundo hogar. Claro, después de esta tierrita.
Campus de la Universidad de Calgary
"En la Universidad de Calgary, por ejemplo, es posible ver cómo los musulmanes se arrodillan para adorar a Dios, mientras un grupo de jóvenes juega baloncesto y otro camina en dirección al centro universitario LGBTI".
Notas de viaje u En ese país descubrí que las postales que
uno ve de Canadá no están editadas ni tienen filtros; son así, en serio. u Canadá es grande, en todos los sentidos. En la provincia de Alberta, donde viví, cabe una Colombia y media, pero lo más impresionante es la diversidad humana. u La universidad es quizá lo mejor de esta experiencia. Tiene más de 30.000 estudiantes y es tan grande que la primera semana me la pasé corriendo de un lado a otro para encontrar el salón en el que tenía que estar. u El clima en invierno puede bajar hasta -21 grados, pero hay calefacción en todas las partes a las que vayas. u Calgary es una ciudad limpia y segura de no más de dos millones de habitantes, por lo que las personas no están acostumbradas al caos tropical de nuestra capital. 18
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Calgary - Alberta
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EE.UU.
EE.UU
Experiencia fuera de casa Lugar de intercambio: Washington, Estados Unidos Tiempo: seis meses (enero a diciembre de 2016) Embajada de Colombia en Washington
Washington D.C.,
oficialmente denominado Distrito de Columbia (District of Columbia), es la capital de los Estados Unidos de América. Se administra como distrito federal, una entidad diferente a los cincuenta estados que componen dicha nación, y depende directamente del gobierno federal.
María Alejandra Martínez B. Octavo semestre
La capital política de los Estados Unidos, en donde la multiculturalidad se observa en cada una de sus esquinas y glorietas, hace parte de la estructura de una ciudad que recibe a miles de estudiantes cada semestre.
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ada semestre, Washington D.C. acoge a cientos de estudiantes de colegios y universidades que deciden tomar el camino aventurero fuera de casa y emprender un viaje para poner en marcha la “pasantía”. En su mayoría, aceptan este gran reto no solo por la experiencia profesional, sino también personal. Y es a través de la universidad que se abren las puertas para que el estudiante tenga esa oportunidad. La Embajada de Colombia en Washington D.C. es uno de los sitios más emblemáticos que hay; la residencia donde se hospeda el embajador de turno aún conserva gran parte de la arquitectura francesa e italiana. Pisos y paredes en madera, grandes lámparas de vidrios y siete pisos distribuidos de tal manera que al mirarse desde el exterior no se cree que sea tan grande, hacen parte de este imponente edificio. Su ubicación, una de las más estratégicas de la ciudad, con una estación de metro que lleva el nombre de Dupont 20
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Circle; y al bajarse por la salida norte, lo primero que se tiene al frente es una despampanante casa roja esquinera, con una bandera de Colombia, que llena de recuerdos mi cabeza por el simple hecho de ser consciente de hasta dónde llegué, y la familia que se quedó con la esperanza de que todo va a salir bien. “Todo por el amor a la Patria” es una de las frases célebres que tiene cada una de las oficinas en los siete pisos del edificio. Los niveles más importantes están en el medio, se podría decir que allí se concentra el poder en un ambiente político e internacional. La oficina de prensa, cultura y protocolo es una de las que genera más demanda. Sin embargo, no todos entran, solo aquellos que tengan la suficiente experiencia para acceder y demostrar todo su talento. Pocos reconocen la oportunidad que tienen al frente, y se llenan de escepticismo pensando que no van a lograr tener la oportunidad de conocer personas de talla mundial, estar al lado del embajador, senadores y congresistas. AGOSTO 2018
Embajada de Colombia en Washington
EE.UU.
Aprendiendo y enseñando
No obstante, todo eso es posible según el punto de vista que se tenga y cómo se visualicen la responsabilidad, la autoestima y las ganas de aprender. Verlo con otros ojos, el empezar una jornada a las 9 de la mañana y no saber a qué hora se termina, o en otras oportunidades trabajar sábado o domingo, siempre con un solo propósito: dejar en alto la cultura, raíces y el significado que tiene Colombia. Sin embargo, la parte que más se valora después de haber hecho una pasantía en un sitio tan importante como una embajada es aprender a ser organizado, hablar con gente de otra cultura, enseñarles nuestras costumbres y empezar a ver la vida de desde otro ángulo. De igual forma, la experiencia en otro país te da la suficiente fortaleza para visualizar lo que se quiere, y tomar decisiones que tienen como referencia sacrificar tiempo en familia o estar en el país de origen.
"En la capital de los Estados Unidos, se pueden encontrar varias embajadas del mundo, y organizaciones internacionales tan importantes como el Banco Mundial, Fondo Monetario International, Banco Interamericano de Desarrollo". Salir de la zona de confort es una de las decisiones más difíciles que puede tomar cualquier ser humano. Una vez se tiene el impulso, es mejor confiar en los instintos y empezar a lograr los sueños que se tengan. El haber estado de intercambio me llevó a arriesgarme, a vivir en un lugar que es desconocido, pero que con el paso del tiempo me enseñó el valor de las cosas. A eso lo llamo competencia y capacidad de liderazgo; los valores y principios que te enseñan en casa, debes ponerlos en práctica. No olvidarse de dónde venimos, y nunca dejar que otras personas apaguen
los sueños que uno tiene, porque cuando se lucha por esas metas, se llega a visualizar cuáles son los siguientes pasos y cómo nos veremos en los próximos 10, 15 o 20 años. Algo que he aprendido en este tiempo fuera de casa es a valorar más a mi familia, demostrarme a mí misma la capacidad de soñar, y poner en práctica la sencillez. Mostrando que eres una persona competente, la gente te empieza a tener confianza y cree en ti, y es ahí en donde te das cuenta de que hasta el momento lo que has hecho es correcto, y con esfuerzo se llega a la meta.
Notas de viaje La Embajada de Colombia en Washington D.C. es uno de los sitios más emblemáticos que hay; la residencia donde se hospeda el embajador de turno aún conserva gran parte de la arquitectura francesa e italiana. u Al salir de la embajada por el lado norte, lo primero que se tiene al frente es una despampanante casa roja esquinera, con una bandera de Colombia, llenando de emoción mi estadía allí. u Tuve la oportunidad de conocer personas de talla mundial, estar al lado del embajador, senadores y congresistas del más alto nivel. u
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España
España
Una turista eterna Lugar de intercambio: Valencia, España Tiempo: seis meses (septiembre 2016 a febrero 2017) Universidad de Valencia
Valencia
es un municipio y una ciudad de España, capital de la provincia homónima y de la Comunidad Valenciana. Anteriormente, Valencia fue también capital de la extinta comarca de la Huerta de Valencia.
Laura Camila Bernal Ortiz Octavo semestre
Seis meses fueron suficientes para una catarsis que transformó mi ser desde la raíz. Y es que irse de intercambio es una decisión que nos encontraremos, y que todos deberíamos acoger sin dudar un segundo.
H
oy, con toda certeza, puedo asegurar que se trató de una de las mejores experiencias de mi vida, como mujer y periodista. Aprendí sobre otros contextos culturales, abrí mi mente a nuevos panoramas y me apasioné con la idea de ser una turista eterna. Mi travesía fue en una ciudad mediterránea, amante de la pirotecnia, la sangría y la paella; un lugar mágico que acoge desde construcciones futuristas hasta medievales. Se trata de Valencia, la tercera ciudad más importante de España, y para mí la más hermosa. Si es su primer viaje a Europa, entonces, seguramente, experimentarán lo mismo que yo, un deslumbramiento total. No dejarán de tomar fotos en cada esquina y van a querer recorrer las calles hasta que les duelan los pies, aunque al principio se sentirán fuera de lugar y sufrirán del famoso jet lag, que descontrola el apetito y el sueño. El primer paso es encontrar un lugar donde vivir. Desde mi experiencia, la mejor opción es alquilar una habitación en Airbnb, mientras conocen la ciudad y visitan los apartamentos, que en España
Oceanografic
Paseo en bicicleta
Viajar, sinónimo de cultura
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España
se conocen como “pisos”. El Idealista, una página web, les mostrará una variedad de ofertas. Les recomiendo buscar cerca de la universidad para que puedan ir caminando o en bicicleta. Para esto, compren una tarjeta “Valenbisi”, que por 30 euros les servirá durante un año.
Así mismo, es importante que no falten a la semana de inducción, pues les enseñarán todo lo que deben saber del sistema académico. La facultad brinda la posibilidad de escoger materias de otras carreras, pero recomiendo que no lo hagan. Opten por aquellas que dominen, o
"Si es su primer viaje a Europa, entonces, seguramente, experimentarán lo mismo que yo, un deslumbramiento total. No dejarán de tomar fotos en cada esquina y van a querer recorrer las calles hasta que les duelan los pies".
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u El primer paso es encontrar un lugar donde
vivir. Desde mi experiencia, la mejor opción es alquilar una habitación en Airbnb, mientras conocen la ciudad y visitan los apartamentos, que en España se conocen como “pisos”. u Mi travesía fue en una ciudad mediterránea, amante de la pirotecnia, la sangría y la paella; un lugar mágico que acoge desde construcciones futuristas hasta medievales. Se trata de Valencia, la tercera ciudad más importante de España. u La facultad brinda la posibilidad de escoger materias de otras carreras, pero recomiendo que no lo hagan. Opten por aquellas que dominen o que quieran reforzar, y aprovechen para estudiar idiomas. que quieran reforzar, y aprovechen para estudiar idiomas. Así tendrán un buen promedio y pasarán el examen final, que por cierto es la única nota del semestre. En sus tiempos libres, caminen por el centro histórico, visiten la Ciudad de las Artes y las Ciencias, y la playa Malvarrosa. Como estudiantes Erasmus, es decir, de intercambio, tendrán una vida social muy agitada. Es normal que salgan de fiesta casi a diario y que viajen constantemente (para vuelos baratos compren en Ryanair y transporte terrestre con Flixbus). Disfruten al máximo de estos planes, en los que conocerán personas de todo el mundo. Quizás sean los guías turísticos de su próxima aventura, entonces dejen que el destino los sorprenda.
Arquitectura valenciana
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Notas de viaje
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México
México
En el país de los chiles Lugar de intercambio: Ciudad de México, México Tiempo: seis meses (julio a diciembre de 2015) Universidad Autónoma de México
Ciudad de México,
anteriormente conocida como el Distrito Federal, es una de las 32 entidades federativas de México, así como la capital de los Estados Unidos Mexicanos. Se localiza en el Valle de México, a una altitud media de 2.240 msnm. Tiene una superficie de 1.495 km, y se divide administrativamente en 16 demarcaciones.
Lizeth Vanessa Cortés Bolívar Octavo semestre
Sentada en uno de los salones más grandes de la Universidad Externado, de esos que tienen capacidad para 200 estudiantes y que están diseñados para quienes estudian Derecho, allí, sin ninguna interacción, solo escuchaba y pensaba en el que sería mi próximo destino.
E
stas aulas tienen características muy novedosas: las sillas son de madera vieja, están alineadas, todas compactas, una pegada a la otra, y tienden a ser oscuras debido a las paredes de ladrillo y muy similares a una correccional, que hacen que los estudiantes pensemos en otros temas y nos perdamos en nuestra imaginación. Uno de los profesores que exponía su semillero, Diego Mazorra, empezó su charla con la pregunta: ¿Quién se va a ir de intercambio? Enseguida, más de 20 personas de las casi 70 que éramos levantamos la mano. Él se sorprendió y sus ojos se iluminaron, pues la idea de que tantos deseáramos pasar los últimos años de la carrera en otro país, viviendo diferentes experiencias, lo emocionaba. En ese momento, empecé a asimilar la idea de irme a conocer otras culturas, me imaginaba viviendo sola, amoblando
Salida de El Dorado
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México mi habitación y estudiando. Mi mente se abría ante tantas posibilidades. Antes, no pensaba en la eventualidad de irme de intercambio, pues eso representa un gasto, lo consideraba una inversión innecesaria, lo veía como un viaje de entretenimiento, que mis padres al fin de cuentas tendrían que costear. Posteriormente, ingresé a semillero con el profesor Mazorra; su cátedra, Investigación política. Durante este, teníamos que leer numerosos trabajos internacionales sobre política, revisar datos, encuestas, hipótesis, teorías y buscar bases para la contextualización de nuestra tesis, en ocasiones leer en inglés. Durante esas horas, el profesor me incitaba a irme de intercambio y vivir otras experiencias. Fue así como decidí asistir a una de las charlas informativas que hacía el Departamento de Intercambios de la Universidad. Allí, tres convenios diferentes de intercambio: Reciprocidad, Convenio sin reciprocidad y Doble titulación. El primero fue el que más me convenía, pues consistía en un acuerdo de libre cambio, que permitía becarse por el 80% de la matrícula. Sin embargo, la facultad de Comunicación Social me becó el 20% restante por mi historial académico, además del apoyo completo que me brindó antes de salir del país. Desde pequeña, México había captado mi atención por los festivales del Día de Muertos y su devoción a la Virgen de Guadalupe. Me imaginaba un país con una inmensa diversidad por su rica herencia histórica y cultural. Además de su maravillosa cocina, veía en películas sus paisajes que, al igual que en Colombia, eran diversos. Decidí así partir a tierras aztecas. En temas académicos, era lo que más me convendría; la mayoría de textos e investigaciones que usaba para mi tesis provenían de las casas de estudios de este país. Otro aspecto fundamental es que el costo de vida es similar al de
Una tarde Guanajuato México
general, las noticias de este país no son nada alentadoras: la violencia contra la mujer, el machismo, el narcotráfico, la corrupción y la inseguridad preocupan a cualquiera. Sin embargo, yo lo veía perfecto desde el punto de vista académico por sus ramas de estudio, y la importancia y la calidad de periodismo que allí se produce, además de su valor histórico y la calidad de cine y arte que se produce. Empecé a empacar sueños al vacío, buscaba a diario información, mapas, rutas de transporte, costo de alimentos, hasta estadía, estaba llena de expectativas, me encantaba la idea de pasar el Día de Muertos disfrazada como Katrina, de disfrutar de los festivales culturales, de saborear la comida picante y de sus pirámides. Hice una fiesta con todos mis amigos y familiares antes de irme, como una última despedida. Distinto a la ropa
"Extrañaba mucho mi país, pero no hubo para mí mayor satisfacción que estar sola en México, responder por mí, hacer mi propio almuerzo diario, el mercado, lavar la ropa a mano y llevar mi economía. En este viaje, crecí y maduré de manera significativa". Colombia, pero la razón más importante, la Universidad Autónoma de México es la mejor en lengua hispana de América Latina. Apliqué a la beca, seguí el debido proceso, y cuando me llegó la carta de aceptación le conté a mi familia que me iba a México; su respuesta, enseguida, fue: “Usted no va a ningún lado”. Por lo
y productos de aseo, empaqué los textos de mi semillero, que ocupaban la mitad de la maleta, un litro de aguardiente para compartir y muchas monedas para regalar. El piloto del avión anunció la llegada al Distrito Federal. Me incliné hacia la ventana, para ver esa imponente ciudad, no veía el comienzo ni el final. Duró un
largo rato sobrevolándola, y en ese momento me di cuenta de que estaba en una verdadera metrópoli. Reservé un hotel cerca del aeropuerto, que me permitía transportarme fácilmente. Apenas salí de la terminal aérea, había un puente encima de otro, lleno de tráfico, vi tres taxis diferentes, rosados, amarillos y color vino tinto con dorado, como Ironman; la ciudad no paraba. Oscurecía a las 8 de la noche, amanecía 12 horas después. Toda la comida me encantaba, aunque siempre me picara. Empecé a moverme por la ciudad buscando casa cerca de la universidad. Después de tres días encontré una, donde solo vivíamos mujeres. Acudí a mi universidad, registré materias, me invitaron a una reunión para darnos la bienvenida, me dijeron que aprovechara y viajara porque había un descuento para estudiantes. Al otro día, me fui a Acapulco, quería ver los famosos atardeces que salían en los capítulos del Chavo del 8, cogí una maleta pequeña, empaqué lo necesario y emprendí mi viaje. Quedé enamorada de sus playas con fuerte oleaje. Todos los directivos y profesores encargados de los intercambios estuvieron muy pendientes. Nos aconsejaban y nos armaron el horario a nuestro gusto. Las clases eran muy diferentes una de la otra, cada docente impartía su pedagogía, y eran muy diferentes a las de Colombia. La UNAM es una de las universidades más completas: su campus es gigantesco, dentro de él, existen 12 rutas diferentes de buses que conectan todas sus instalaciones. Hay piscina olímpica,
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México
Gastronomía azteca
Postal del DF
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
jardín botánico, y edificios en los que artistas de la talla de Diego Rivera han hecho sus obras; además, alberga al equipo de fútbol los Pumas y, por consiguiente, el estadio. En todo el proceso universitario, te alientan a ser Puma. Desde que llegas, te enseñan la porra. Te hacen cantarla, te sientes parte de algo, hay uniformes, chaquetas, buzos y papelería del equipo. Como veía clases con distintos grupos, conocía muchas personas, siempre
un estadio en toda mi vida, y vaya que quedé sorprendida: es gigantesco. Siempre recordaré que la gente que más me ayudaba y estaba pendiente de mí eran las personas que menos tenían. Su ayuda fue de corazón y a esas personas siempre las tendré en mi mente. Ahora vivo en República Dominicana. Con ayuda de la facultad de Comunicación Social, logré hacer mis pasantías en una ONG y me quedé trabajando. Miro hacia atrás y sé que apretujar mi
"La UNAM es una de las universidades más completas: su campus es gigantesco, dentro de él, existen 12 rutas diferentes de buses que conectan todas sus instalaciones". estaban dispuestos a ayudarme con lo que necesitara y eran muy amigables. Me invitaban a salir, me mostraban la ciudad, me llevaron a lucha libre, al festival cultural cervantino, a las fiestas tradicionales mexicanas y a comer. Extrañaba mucho mi país, pero no hubo para mí mayor satisfacción que estar en México sola, responder por mí, hacer mi propio almuerzo diario, el mercado, lavar la ropa a mano y llevar mi economía. En este viaje, crecí y maduré de manera significativa. Al final de mi viaje, me fui con una de mis roommates a la casa de su hermano, que quedaba al otro lado de la ciudad. Conocí con ellos el estadio Azteca en un juego de los Pumas contra el América. Era la primera vez que visitaba 28
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vida en una maleta y mudarme a otro país, fue una de las mejores decisiones que he tomado. Me enfrenté a nuevos retos, descubrí en mí facetas que desconocía. Me sorprendí y me dejé sorprender por el mundo y sus maravillas. Aprendí y amplié mis perspectivas. Desde el momento en el que me fui, mi vida es un vaivén de emociones, de lo inesperado, de aprendizaje e improvisación. No existe la palabra “rutina”. La sensación de comenzar de cero es una adicción. No echo de menos México, sino una extraña y mágica conjugación del lugar, el momento y las personas adecuadas. Aquel periodo en el que viajé, compartí mi vida con personas especiales y fui muy feliz. Allí, quedó un pedazo de mí. AGOSTO 2018
Notas de viaje Apenas llegué al hotel, llamé a mi casa. Mi mamá, emocionada y al mismo tiempo en shock, me mandaba bendiciones para continuar mi viaje. Salí a comer y me encontré con que todo, en verdad todo, en México, pica. u Al principio se me quemaba el almuerzo; la señora de la casa se molestaba conmigo, pero con el tiempo fui cogiendo práctica. u Siempre recordaré que la gente que más me ayudaba y estaba pendiente de mí eran las personas que menos recursos tenían. Su ayuda fue de corazón y a esas personas siempre las tendré en mi mente. u
Piramides de Tehotihuacan
Turquía
Lo que no te dicen antes de viajar Lugar de intercambio: Eskisehir, Turquía Tiempo: 31 días (del 23 de mayo al 22 de junio 2015) Universidad receptora: Anadolu Üniversitesi
Eskishehir es una ciudad al noroeste de Turquía y la capital de la provincia de Eskişehir. Tiene una población de aproximadamente 570.000 habitantes. La ciudad se encuentra junto al rio Porsuk, a una altitud de 790 msnm. Ubicada a 250 km al oeste de Ankara y es uno de los centros industriales más grandes de Turquía.
Sonia Ceballos Alvarado Cuarto semestre
La primera noche es difícil: llegamos a Eskisehir luego de más de 20 horas de viaje y después de conocer a los Roomates fuimos a instalarnos. En lo único que se puede pensar luego de dos aviones, tres aeropuertos, un bus y un tranvía, es en bañarse.
Y
o compartía el baño con dos gatos, un turco y una francesa. La ducha era estrecha y de manguera. Creo que me demoré una semana acostumbrándome. Después del anhelado baño, vino la comida. El primer desayuno turco a medio día: jamones, quesos, panes, mermeladas, huevos, papas fritas y té. El lugar, llamado “David People”, tiene el mejor desayuno en Eskişehir. Afortunadamente, estaba delicioso porque era todo un reto acercarse a la comida turca. En una estación de gasolina donde paró el bus que nos llevaba desde Estambul, probé un dulce que me supo horrible y Jorge, uno de mis compañeros, degustó el “ayran”. Solo puedo describirlo como una especie de kumis aguado, espumoso, con sal, muy cercano a un batido de suero costeño. Más adelante, entendí que el propósito del “ayran” es cortar el picante. Es una pésima idea comer Çiğköfte (mi 30
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Turquía comida favorita turca) con Coca Cola. El gas exacerba el picante y todo lo que te comas después no sabe a nada. En la noche, fuimos a bailar a “Wiggle”, uno de los bares de Eskişehir donde hay karaoke y venden la cerveza a diez liras, es decir, diez mil pesos nuestros. Yo estaba un poco estresada porque había dejado mi cámara en el restaurante, me estaba haciendo a la idea de devolverme solo con fotos en el celular. Afortunadamente, la guardaron y al siguiente día la recuperé. Cuando llegamos a la casa otra vez, todo se me hacía extraño. La anticipación a lo que podía pasar en el viaje me generó ansiedad y de una u otra manera miedo. Creo que fue una mezcla de varias emociones, como un síndrome premenstrual. Esa noche, lloré hasta que me pude dormir.
aprendiendo pequeñas cosas. Como el llamado sagrado a la oración, que suena cinco veces al día, definitivamente es más tolerable que un carro de helados. La importancia de hacer contacto visual con los conductores antes de pasar la calle y a decir “¿Kaçpara?” para preguntar cuánto cuesta algo. El primer fin de semana fue el Séptimo Festival Internacional de Eskişehir. Mi guía estaba en el staff, era uno de los músicos, tenía que hacer parte del desfile. Su primo era el roommate de otra colombiana que viajó conmigo, de quinto semestre. Las dos terminamos disfrazadas y bailando por la calle en medio del desfile. Esa noche conocí a mi otra tutora, una francesa. Estaba a unas semanas de cumplir ocho meses viviendo en Turquía. Estudiaba Derecho y tenía un novio de Rumania. Ambos viajaron
"El primer fin de semana fue el Séptimo Festival Internacional de Eskişehir. Mi guía estaba en el staff, era uno de los músicos, tenía que hacer parte del desfile. Su primo era el roommate de otra colombiana que viajó conmigo, de quinto semestre. Las dos terminamos disfrazadas y bailando por la calle en medio del desfile". Con los días, uno se vuelve consciente de que llegar a otro país no solo es más evidente, sino más chocante. En mi caso, era la primera vez que un gato me orinaba la maleta, que me tocaba usar una letrina y que sabía que McDonalds era lo más cercano a estar en casa. Después de la primera noche, todo empezó a tomar más forma. Era la única de cuarto semestre. Pude viajar gracias a una afortunada coincidencia y al visto bueno de los coordinadores del intercambio. Eso implica que no conocía bien a ninguno de los del grupo. Mientras paseaba por Turquía, socializaba con ellos. Creo que no conocerlos hizo todo más interesante. Empezamos a ir a la universidad Anadolu y a tomar las clases, vimos periodismo internacional, fotografía y turco. Aprender ese idioma es chistoso, es como volver a hablar. Yo jamás pude decir “muchas gracias”, solo podía contar hasta diez. Mi palabra favorita era “efandim”, que usan cuando contestan una llamada o cuando no entienden bien lo que otra persona dice. Según mi roommate, siempre la decía mal y no tenía cómo defenderme porque los turcos son muy buenos para aprender español. La transformación realmente consistió en un proceso de adaptación, de irme acoplando a la cotidianidad y
como “Erasmus”, un programa europeo de intercambios estudiantiles. Gracias a ella, conocí a personas de varios países, entre ellos, Lituania, España, Portugal y Siria. Para esa época, el conflicto de Siria era complejo, pero no tanto como ahora. En la primera reunión para planear las actividades del viaje, se habló de una visita a la frontera, pero nunca pudo hacerse porque era un recorrido de 20 horas en bus aproximadamente, y no cuadraba en el cronograma. El día que nos fuimos de Eskişehir fue el más duro. Dos españolas que conocí regresaban a su país esa misma noche. Ambas eran muy amigas de la francesa y la despedida fue muy triste. Como el primer día, era una mezcla de muchas razones. Me acostumbré a estar rodeada de gente, a la comida, a cantar con quienes me rodeaban y a entrar gratis a los bares. En el bus hacia Estambul, me acordé de todo. Una horrible costumbre que tenemos las mujeres de pensar solo en cosas que nos hacen llorar y no en lo bello que podía ser el atardecer en las Ruinas de Pamukkale, las cuatrimotos en Capadoccia, el Parque de Agua en Bursa y el viaje a Ankara. Tenía, además de recuerdos, mil imágenes mentales, más unos mensajes que me escribieron mis
roommates y la gente que estaba en la reunión de despedida en una bitácora que todavía guardo. Los buses son increíblemente cómodos, muchísimo más que viajar en el avión de Lufthansa al lado de una pareja gordita de alemanes. Terminar el viaje en Estambul era práctico porque de ahí salía el vuelo a Bogotá con escala en Frankfurt, pero eso realmente empeoró la situación. Tres días en Estambul no son suficientes y uno lo sabe desde que llega. Nos instalamos en el hotel y dormimos un rato. El último piso tenía una vista increíble. Los días pasaron muy rápido. Hicimos la mayor cantidad de visitas turísticas que pudimos; la Mezquita Azul (con una larga fila de espera que valió la pena completamente), el Palacio Sumergido, el Gran Bazar, el Bósforo, el Palacio de los Sultanes y la Torre Gálata. Era muy emocionante estar ahí, pero había una sensación incómoda porque ya era hora de irnos. Justo cuando te estás acostumbrando a todo y tu dieta diaria incluye chocolates con forma de panda y desayunos turcos, tienes que devolverte. Lo que no te dicen antes de viajar es que te arriesgas a dejarles una parte de ti a todas las personas y lugares que conoces allá y eso te va a cambiar para siempre.
Notas de viaje Un día llegué a la casa después de ir a la universidad, entré a mi cuarto y cerré la puerta. Dormí media hora, me desperté muerta de sed. Salí a la cocina por agua pero una de mis guías estaba desnuda, las dos gritamos y reíamos, cada una a un lado de la puerta. Ninguna sabía que la otra estaba en la casa. u Viajamos a una ciudad costera que se llama Bursa, considerablemente cerca a Eskişehir y uno de los roommates nos acompañó. Es muy linda, llena de árboles y mezquitas antiguas. Me acuerdo mucho de que estábamos caminando por ahí cuando escuchamos “El taxi” en una tienda, una canción que todavía suena mucho en Colombia. No lo podía creer. u Un día estábamos cantando en mi habitación y a mi roommate le entró una llamada al celular. Su mamá le estaba contando que su abuelo, a quien le tenía mucho cariño, había muerto. No le salió ni una sola lágrima, afortunadamente su primo estaba ahí e inmediatamente salieron a comprar un tiquete de bus para viajar a Ankara al funeral. u
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Turquía
El escalón turco Lugar de intercambio: Eskisehir, Turquía Tiempo: cinco meses (septiembre de 2016 a febrero. de 2017)
Turquía, ¿quién lo iba a pensar? No se me había cruzado por mi mente, ni en sueños ni planes para el futuro. Claro que siempre me han gustado las aventuras, cortas o largas, intensas o tranquilas.
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n viaje que empecé a imaginar en el momento que me subí al avión. No puedo decir que fue antes, pues tuve varios inconvenientes. Desde el primer paso, una comunicación con la Universidad de Anadolu, a donde anhelaba ir. Su enfoque de cine y televisión me llamaba mucho la atención. Nada estaba en orden, mi facultad no tenía bien el contacto y cuáles eran los pasos a seguir, en realidad lo logré con personas que habían viajado o estaban en Turquía. Eso fue un gran alivio, pues me resolvieron muchas dudas.
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Octavo semestre
Estuve un tanto preocupada de que las cosas no salieran como me las imaginaba. Otro obstáculo en mi camino: a poco días del viaje, con tiquetes ya comprados, me enteré de que en Turquía se desataba un golpe de Estado, caos en todo el país, bombas, atentados y no muy lejos la compleja guerra de turcos contra algunos grupos kurdos en Siria. Faltaba muy poco y lo que presentía se acercaba. La facultad y el director de intercambios me hicieron una citación, me hablaron de que lo mejor era posponer mi viaje para el siguiente semestre, o
Una experiencia con amigos
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Karem Sosa Sarmiento
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en caso de hacerlo tenía que viajar bajo ciertas condiciones. Era el momento de parar y mirar en realidad qué era lo mejor para mí. Más que una decisión, sentía que mis padres debían saberlo. Estaba un poco angustiada por lo que ellos fueran a decir, pues tenía todo listo. Mi madre en esos momentos estaba de viaje en España y me llamó, seguro estábamos muy conectadas, en realidad los medios de comunicación en el mundo no daban ningún mensaje alentador de Turquía y su situación. Hablamos un buen rato pero en medio de todo, ella fue quien me impulsó. Me dio la fuerza para no abandonar el barco. Por otro lado, mi padre tuvo el mismo pensamiento, me dijo que dependía de mí. Siento que ellos me dieron la confianza y apoyaron ciegamente a lo que yo me tenía que enfrentar. Llegó el día, 18 de septiembre para ser exactos, y con cuatro horas antes en el aeropuerto otro inconveniente aparece. Lista para hacer el check-in, me dicen que no puedo viajar a Turquía. Mi visa, por ser de estudiante, la daban máximo por 90 días, pero estando en el país, podía extenderla. Al parecer, la aerolínea no lo tenía presente y mi vuelo de regreso estaba para febrero, mucho más de lo permitido en Turquía. En su momento, me insistieron que eso no podía ser así, me interrogaron,
Turquía
El frío en las montañas
me hicieron esperar un buen tiempo, mostré todos mis documentos de las universidades de Colombia y Turquía, hice algunas llamadas de auxilio, aunque no me contestaron pues era un domingo a las 7 de la mañana. Al final, los de la aerolínea lograron solucionar mi vuelo. Dieciséis horas de trayecto, y ahora sí empieza lo bueno. Cinco meses, un país, nueve ciudades, un hermano, veinte amigos, dos familias, un trabajo, té, ayran y el mejor desayuno que haya tenido en la vida. Así es que puedo resumir mi tiempo lleno de historia, misterio, arquitectura, sabores y gastronomía. Vivía en una ciudad no muy grande, a una hora de Ankara, en tren. Su nombre, Eskişehir, donde la mayoría de su población es universitaria y joven, está en medio de dos grandes universidades, Anadolu y Osmangazi, que podrían ser
el doble de grandes que la Universidad Nacional. Dos chicos me abrieron las puertas de su casa o, como dicen, del flat. Pasaba más tiempo con uno de ellos, el otro estaba más ocupado. Sezer es el nombre de quien se convirtió en mi hermano mayor, siempre quería que yo estuviera bien, si necesitaba algo él iba a estar muy pendiente. La primera noche que salí con las personas del intercambio, regresaba sola a casa hacia la una de la mañana, muy cerca de donde vivía un carro empezó a seguirme, dos hombres me decían cosas que no entendía, pues hablaban en turco. Tuve mucho miedo porque no los sentía ni veía con la mejor intención; además, eso nunca me había pasado. Cuando llegué al flat, Sezer me había esperado esa noche para preguntarme
cómo la había pasado. Estaba muy nerviosa, temblaba y a punto de llorar. Él me explicó que en ocasiones hay hombres que miran a las extranjeras como las mujeres fáciles, que debía tener precaución con eso y que estuvo bien no hablarles. Durante los cincos meses pasaron cosas muy buenas, no todo fue de terror. Conocí personas increíbles, llenas de luz, con personalidades muy diferentes, todos venía de distintos países. Cuando llegué a la Universidad de Anadolu, me acogieron en un grupo llamado ESN (Erasmus Students Network). Está conformado por todos los estudiantes europeos que viajan por medio de unas becas que les brinda la universidad de su país y entran directamente a esta comunidad. Normalmente, llegan entre 150 y 200 estudiantes semestralmente. Pero ese semestre solo llegaron 15 personas, incluyéndome, debido a que muchos cancelaron por lo que vivía el país. No quería conocer otro destino y seguro era muy fácil hacerlo. Turquía es muy grande y quise explorar su cultura, su comida y su gente, pues me llamaban mucho la atención. Logré conocer nueve ciudades en el tiempo que estuve. Fui muy feliz en los lugares que recorrí, sus paisajes son increíbles, Colombia no le tiene que envidiar nada pero es otro momento, otro lugar y otra historia. Hice un viaje sola; me aventuré a conocer Kapadokya (Capadocia), y para eso tenía que llegar primero a Ankara, para hacerlo en un tour. Desafortunadamente, me perdí en aquella ciudad muy tarde, duré cerca de 3 horas y media sin saber dónde estaba. Uno de mis amigos turcos estuvo pendiente de cómo iba mi viaje, no quería angustiarlo, pero créanme que cuando no se tiene ni idea de dónde se
Alas por dos horas - Kapadokya
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Turquía "Logré conocer nueve ciudades durante el tiempo que estuve. Fui muy feliz en los lugares que recorrí, sus paisajes son increíbles, Colombia no tiene que envidiar nada pero son otro momento, otro lugar y otra historia". está y ya es muy tarde, lo mejor es dar aviso. Él le comentó mi situación a una amiga que estaba visitando a su familia en Ankara, y en compañía de su padre me recogieron en medio de la nieve y la noche sin importar quién era yo, sin conocerme. Ángeles, les podría llamar a este tipo de personas, y no solo ellos. Durante mi experiencia, conocí dos familias y por medio de un traductor nos comunicábamos. Igualmente, tuve que aprender algo de turco para que pudieran entenderme. Me ofrecieron y abrieron las puertas de sus casas, hoy solo puedo agradecerles. Las experiencias no solo se vuelven académicas en este tipo de viajes que nos ofrece la universidad; aprendí mucho y pude poner mis habilidades y enseñanzas a prueba en diferentes situaciones. Ahora tengo colegas turcos, chicos con otra visión que nutrieron cada clase con su perspectiva política, religiosa, cultural y académica. Es muy importante resaltarlo, hablar de política era como contar un secreto, hay que ser prudentes o rebeldes. La religión está muy marcada en esa pregunta existencialista de ¿Quién soy? Su cultura es rica, conservadora, clandestina, misteriosa, fuerte y silenciosa. La academia es libre. Por otro lado, tuve la oportunidad de tener un trabajo, no fue algo exigente, pero sí me puso a prueba en lo que que-
ría, el inglés. Algunas personas, entre maestros y estudiantes que ya habían tenido la oportunidad de ir a Turquía, me comentaban que el inglés que tienen los turcos es muy básico. Sin embargo, yo no me iba a relacionar con ellos, debía entenderme con personas de otras partes del mundo. Este trabajo me lo ayudó a conseguir un profesor, solo tenía que ir a una empresa que quedaba a 35 minutos de mi ciudad una vez por semana y hablar con ciertos empleados en inglés, de cualquier tema. En realidad, me permitió ahorrar para mis viajes. Soy afortunada por haber aceptado este reto, aventura, viaje, como lo queramos llamar, oportunidad, tal vez. Soy consciente de cada paso que di allá, fue un escalón para ir conociendo de qué soy capaz. Tengo mucho qué contar: cada día era una historia nueva, cada momento lo viví con mucha intensidad, como dije al principio, nunca lo imaginé. Conocer y aprender es algo que jamás te quitarán para decidir quién quieres ser. Claro que extrañé a mi familia, alguna que otra comida, amigos y el deporte que entreno, ultimate frisbee. Pero valió la pena arriesgarse, el esfuerzo, perderse la fiesta de cierre de semestre, la Navidad y Año Nuevo en familia, y el torneo nacional de ultimate. Si están en duda de hacer el intercambio, no la tengan; perderían mucho. Viajen ligeros, no lleven cosas innecesa-
Notas de viaje Me aventuré a conocer Capadocia, y para eso tenía que llegar primero a Ankara, para hacerlo por medio de un tour. Desafortunadamente, me perdí en aquella ciudad muy tarde, duré cerca de 3 horas y media sin saber dónde estaba. u Tuve la oportunidad de tener un trabajo, no fue algo exigente, pero sí me puso a prueba en lo que quería, el inglés. Algunas personas, entre maestros y estudiantes que ya habían tenido la oportunidad de ir a Turquía, me comentaban que el inglés que tienen los turcos es muy básico. u Si están en duda de hacer el intercambio, no la tengan; perderían mucho. Viajen ligeros, no lleven cosas innecesarias, compartan regalos pequeños para agradecer y para que los recuerden. u
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Universidad de Anadolu
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rias, compartan regalos pequeños para agradecer y para que los recuerden. Tengan todo en orden antes de tomar camino y pregunten cualquier cosa, por más sencilla que parezca. Confíen, pero no mucho; sepan hacerlo. Sean independientes, están solos. Sean abiertos de mente, encontrarán todo tipo de personas, aprendan el idioma de donde estén. No tengan miedo de hacer el “oso”, no hay pena. Sean ustedes, pero recuerden que no van a representar el apellido de sus familias, ni la universidad, sino a su país.
Turquía
Recuerdos de Anatolia Lugar de intercambio: Eskisehir, Turquía Tiempo: 31 días (del 23 de mayo al 22 de junio de 2015) Universidad receptora: Anadolu Üniversitesi
Los cuentos de hadas siempre inician con el famoso: “Érase una vez”, pero resulta que este, además de tener un comienzo, nudo y desenlace, no era una historia fantástica; maravillosa sí, mas no irreal.
Daniela Andrea Quintero Guevara Quinto semestre
E Recorriendo Turquía
staba sonando un celular, yo sabía que no era el mío, pero le dije a ella que buscara en su maleta. Lo sacó finalmente, pero ya no estaba timbrando y respondió: “No conozco ese número”; entonces, continuó almorzando y contestó. Me di cuenta de que no era alguien muy conocido, pues su reacción fue de asombro. Aquel día fue caluroso, y fue por esa razón que decidimos bajar a tomar y comer algo cerca de la Universidad Externado de Colombia en Bogotá. Eran las 2:00 de la tarde. La profesora Silvia Montaña le contó que había sido seleccionada para viajar a Europa. ¿Turquía? Sí, allí mismo, donde los jóvenes adoran a Atatürk, aquel líder que liberó a toda una población cuando se venía abajo un imperio de más de 600 años. ¿Qué haría ella al otro lado del mundo? Tal vez era una buena aventura, pero tenía pánico. Nunca había salido del país. Comenzaron los trámites, tuvo que sacar el pasaporte. Además, seguir respondiendo por su semestre como lo había hecho, pero con la presión y el sentimiento de que llegara mayo 23 de 2015 para arrancar vuelo. No descansaba mucho, pero nada del otro mundo, el resto de jóvenes hacían lo mismo. La única diferencia es que ella es agobiante cuando sueña en una o en mil cosas. visiones especial CIUDADANOS DEL MUNDO 2 /
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Turquía Eran las 5:00 p.m. cuando fue a reclamarlo en la Avenida 19 n.° 98-03. Audiovisual I la tenía llena de trabajo, puesto que, por votación, había quedado como la productora del cortometraje ‘Lucy en el cielo con diamantes’. Casting, llamadas, comidas, locaciones y demás; en efecto, se llevó a cabo y con mucho éxito lograron filmar todo y, una semana después, llegaba el día tan anhelado. Mayo 22 en la mañana llegó a la universidad, terminó un trabajo con su amiga Angie y a las 6:00 p.m. estaba acabando de empacar sus dos maletas. Era un viernes, el mismo en el que cada facultad celebraba el final de su carrera, mientras ella celebraba el comienzo de su viaje. El vuelo, si mal no recuerdo, era a las 8:30 p.m., pero el que la conoce, sabe que esa mujer es exageradamente puntual. Lógicamente, llegó con su familia a las 5:15 p.m. para que nada pasara y el tiempo no jugara en su contra. Luego de la espera, se tomó algunas fotos, se despidió de sus padres y bisabuela, claro está que el beso a su madre fue demasiado rápido porque sintió que iba a empezar a llorar, entonces la abrazó y partió. La escala fue en Frankfurt, Alemania. Llegó a las 6:00 p.m. con el resto de sus compañeros, aunque daba la impresión de ser las 2:00 p.m. El vuelo estuvo perfecto, pero nada qué decir de la comida, típica de avión. Así que fueron a McDonalds, tal vez lo más económico en el lugar, o lo único que conocían. Allí hizo el primer esfuerzo por hablar inglés, y sí que lo fue. Esperaron 6 horas para tomar el vuelo directo a Turquía, a las 12:00 m. aproximadamente. Llegaron a Estambul, al Aeropuerto Internacional Atatürk, y Tarik Sabra, uno de los chicos de la Universidad de
Anatolia, los recogió . Todos tenían que llegar a la terminal y tomar un autobús directo a Eskişehir; entonces ella se fue con Angie, Sebastián y Manuel Salge, en un taxi. Ya había cambiado 50 dólares en el aeropuerto, por lo que fue emocionante ver las primeras liras. Era de día, tipo 6:00 a.m., y todos estaban muy cansados. Sin embargo, faltaban 6 horas más de viaje.
"Ya había cambiado 50 dólares en el aeropuerto, por lo que fue emocionante ver las primeras liras". Los 12 estudiantes que iban compraron los tiquetes al mismo tiempo, todos hablaban con alegría, y lo más gracioso era ver que las personas los miraban y ninguno entendía nada del idioma. Literalmente estaban gritando, entonces tuvieron que bajar un poco la voz. Lo más sorprendente al principio fueron el aroma, los colores y la tranquilidad. El olor sí que era diferente; ella lo sintió amargo. Las casas eran pálidas y con el cielo hacían de Estambul una ciudad fría, ella la sintió desolada; no vio muchas personas, ella se sintió sola. El profesor Manuel y ella notaron eso mismo, solamente lo del color, obviamente, y además no había grafitis. Finalmente, siguieron el recorrido en bus hasta llegar a Eskişehir, donde los esperaban los roommates. Era la 1:00 p.m. y Umut Ayik la recibió con una sonrisa. La ayudó con sus dos maletas y emprendieron camino a la casa de él. Ella, un tanto tímida, le hacía preguntas básicas, y siempre pedía el favor, pues era extraño llegar a “casa”, donde no era anfitriona, pero él decía que lo era. Descan-
Arquitectura turca
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só un rato, se puso cómoda, alistó unos shorts y estuvo lista para salir a comer el monumental desayuno turco. Shorts, al principio fue un dilema. No sabía si alguna musulmana la fuese a mirar de arriba abajo, lo cual sucedió. Terminaron de comer con Sonia, la chica de quinto semestre que apenas conocía, pero con la cual compartió muchas alegrías, tristezas, amarguras, decepciones, sus-
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tos y cervezas. Aquel lunes se hizo de noche, para ella, a las 9:00 p.m. aproximadamente. Nunca se pudo acostumbrar a que oscureciera tan tarde, por lo que sus horarios variaban demasiado. 1:00 a.m. era la hora mínima para ir a dormir. Al siguiente día, fue la primera reunión en la universidad para organizar el horario de clases y exactamente comenzaron el 28 de mayo, con clase de turco. Esas primeras “noches” eran extrañas; solo sabía decir merhaba, solo entendía merhaba, no entendía nada más. Otro primer impacto fue el sonido que emitían las mezquitas para el llamado a rezar. Lo bueno de todo es que después le hizo falta, después de todo quería tenerla cerca. Días activos, tres profesores de turco, dos de fotografía y uno de periodismo internacional. Vocabulario y frases cotidianas, grandes conversaciones, la raíz de la lengua turca y la situación del petróleo que padece el mundo actual que repercute en todo el mundo. Así por 3 semanas, pero, además, bailando, riendo y soñando que no terminara tan
Turquía
Paisajes de Turquía
rápido. Al principio, sintió que ya quería tomar sus maletas y regresar, pero las personas, el aroma, los colores y la tranquilidad la hicieron sentir en casa. Eran las 4:00 p.m. en casa de Tarik cuando estaban discutiendo si ir o no ir a Pamukkale. El miércoles 10 de junio, efectivamente, tomaron un bus rumbo a Denizli y de allí otro a Pamukkale. Los paisajes de Turquía eran y claramente siguen siendo prodigiosos, y qué decir del patrimonio cultural que disfrutaron, observando las ruinas de Hierápolis, tanta historia bajo de sus pies y frente a sus ojos. Allí estuvieron un día entero, pero al siguiente día había clase, por lo tanto, era hora de partir. Otros destinos fueron Capadocia, Ankara y Estambul de nuevo, cuando estaban los días contados para que se acabara el viaje. Resulta que ella no pudo ir a Bursa (otro hermoso destino en Turquía) con sus otros compañeros, pues tuvo un accidente montando cuatrimoto, no fue nada grave, pero tenía mucho dolor de cabeza y prefirió no ir; sin embargo, supo que había sido otro lugar estupendo. Así pasaron los últimos días y gracias a los promotores del programa todo se vivió completo y magnífico. Umut, Berkant y Sonia hicieron de su experiencia en este viaje un recuerdo único. Tal recuerdo hizo que el momento de partir fuera un poco doloroso. Aquel día todo se confabuló, pues otros ami-
gos de aquellos turcos también se iban y el ambiente estaba tenso. Lágrimas por aquí y por allá. Hasta que se montaron en un bus rumbo a Estambul y allí estuvieron 3 días solamente los 12 que regresaban a Colombia. Eran las 12:00 m. del último día y ya habían dejado las maletas listas en el hotel y bastaban unas horas para llegar al aeropuerto, pero no sin antes comer el último almuerzo en el centro de la ciudad. Aquella madrugada fue muy caliente; era el 22 de junio, todas las maletas llenas, todos encartados y además nerviosos, diría ella. Se montaron al avión y nuevamente la escala la hicieron en Alemania, 6 horas como de ida y tomaron el otro, rumbo a Bogotá. Era de noche cuando llegó a su ciudad, un aroma dulce, unos colores encendidos y una tranquilidad perdida. Lo primero que dijo cuando llegó acá fue: “Han cambiado cosas”. Al siguiente día, habló con Angie, con Óscar y Sonia (amigos de la universidad). Todos sentían un vacío como cuando eres niño y te quitan un dulce; en este caso, el dulce estaba al otro lado de Colombia. Extrañaba el té turco, el Lipton de varios sabores, el sándwich de la universidad en Eskişehir, hasta el çiğ köfte que nunca comió. Ya no más subway ni liras, ahora pesos colombianos y Transmilenio. Era la 1:00 a.m. y extrañaba a la grandiosa Turquía.
"Los paisajes de Turquía eran y claramente siguen siendo prodigiosos, y qué decir del patrimonio cultural que disfrutaron, observando las ruinas de Hierápolis, tanta historia bajo sus pies y frente a sus ojos".
Compañeros de viaje
Notas de viaje Estábamos con Laura Lee y Sonia Ceballos en un lugar como San Victorino, de Bogotá, pero en Eskişehir; entonces cogimos un llavero que costaba 5 liras y nosotras pedimos rebaja; sin embargo, al señor le dio mal genio y nos dijo muchas cosas en turco que no entendimos, pero cuando dijo: güle güle, supimos que nos estaba echando de su tienda. u En turco, tesekkur ederim significa muchas gracias; entonces, recuerdo un día que Carlos Erazo entró a un lugar y empezó a saludar, y en lugar de decir merhaba, dijo tesekkur ederim. En efecto, a todos nos dio mucha risa. u Como me caí de la cuatrimoto, tuve que ir a la clínica en Eskişehir, recuerdo que unos policías se enteraron de que yo venía de Colombia y me empezaron a hablar de Shakira y James, les caí bien y me llevaron hasta la casa en la patrulla. u
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Tierra mágica Lugar de intercambio: Eskisehir, Turquía Tiempo: 31 días (del 23 de mayo al 22 de junio de 2015) Universidad receptora: Anadolu Üniversitesi
Recorrer 10.754 kilómetros, atravesar la totalidad del océano Atlántico y salir por primera vez del continente no estaba en mis planes o, por lo menos, no tan de repente. Fue, quizás, un regalo inesperado, de los más grandes y maravillosos.
Laura Camila Bernal Ortiz Sexto semestre
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l 6 de marzo me llegó un correo de nuestra guía viajera y docente Silvia Montaña: “Tengo el agrado de informarles que ustedes fueron los primeros 15 estudiantes preseleccionados de una lista de 70 interesados en realizar el intercambio cultural con la Universidad de Anadolu en Turquía”. Esas palabras marcaron el inicio de una aventura inolvidable. Desde ese momento, la ansiedad y las ilusiones me invadieron. Empecé a informarme bastante sobre el país, veía imágenes para empa-
parme de la tierra que sería mi hogar por un mes. Desde que supe que viajaría, lo único que quería era que se terminara rápido el semestre para poder emprender esa travesía que anhelaba con el corazón. De este país no conocía mucho, si acaso en el colegio había bailado una canción de Tarkan, que se llama Kiss Kiss. Nunca imaginé qué ni quiénes me estaban esperando. Con el tiempo entendí que a miles de kilómetros, atravesando todo el océano, se encuentra una tierra mágica en la que la felicidad también es el ingrediente principal de la vida.
La grandeza de las mezquitas
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Desde que me subí al avión de Lufthansa, me sentí fuera de Colombia. Me senté en medio de mis dos mejores amigas de la universidad, con las cuales tuve la fortuna de viajar; sin ellas, no hubiera sido igual de maravillosa esta experiencia. Ese par fueron mis amuletos de la suerte, y las llevé conmigo siempre. Al despegar el avión, cerré mis ojos fuertemente e imaginé todo lo que iba vivir. Era afortunada de estar ahí, con dos maletas en las que me llevé miles de sueños. Allá esperaba dejar todo lo que hacía estorbo en mi vida y llenarlas de experiencias enriquecedoras. De vuelta, empaqué amigos, lugares, olores, texturas, sonrisas, que congelé por siempre en mi corazón. Eskişehir, la ciudad más petite en la que he estado, era maravillosa. Es sede de una universidad increíble y tan grande como un pueblito, tanto que teníamos que estar media hora antes en la entrada para poder llegar temprano a clases. Caminar desde mi casa hasta el salón era la mejor experiencia. Era apreciar las pequeñas cosas de la vida, mirar al cielo, las personas, los lugares y darle gracias a Dios, a las fuerzas de la galaxia o a lo que sea que me permitió llegar hasta allí. Gracias a la universidad aprendí de docentes inigualables que transmitieron de la mejor manera su conocimiento. Reafirmé mi pasión por mi carrera, la misma por la cual es-
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taba sentada en ese salón de clases con otros 11 colombianos. En tierra mágica, mi alma, mi ser, mi espíritu y mi esencia atravesaron una metamorfosis. Mi viaje al ombligo del mundo marcó un antes y un después en mi vida. Lo más lindo fue encontrarme conmigo misma. Entender que había nacido para ser periodista, que me apasionan los idiomas, que amo la música y que no necesito comprender lo que dicen las canciones para no parar de cantar. Las personas que allí conocí son amigos que llevo para toda la vida, eso es algo que no se compara con nada. No necesitábamos hablar el mismo idioma porque encajábamos a la perfección. Los turcos son personas sumamente amables, algo así como los colombianos. Nuestro lenguaje común: sonreír. La diversidad idiomática no es barrera para nada ni nadie; de hecho, buscar la manera de comunicarnos sin que el otro hablara nuestro idioma era una de las cosas más emocionantes de nuestro paso por allí. Este viaje fue la oportunidad de conocer Estambul, Ankara, Capadocia, Pamukkale, Bursa y Eskişehir. Recorrí cada una de estas ciudades con una
para mí, pero algunas fueron obsequios. Aun así, tengo 20 de todos los colores, todas con el sello del Gran Bazar. En Capadocia, una de las ciudades más hermosas, mi adrenalina subió al máximo al recorrer el valle de Göreme en cuatrimoto. La parte más triste del viaje fue no haber podido montar en globo, fortuna que solo tuvo mi amigo Carlos, quien seguro hablará de la experiencia. En Pamukkale, comprobé que esos montes no eran de nieve y escalé descalza la piedra blanca protegida por agua tibia. En Ankara visité la embajada de Colombia y el Museo de Atatürk. En Bursa, recorrí calles rústicas, fui al mar, y en un carro a toda velocidad grité como nunca desde el sunroof. Eskişehir fue la ciudad más pequeña, pero la más grande a la vez. Me regaló conocimientos y comida exótica que jamás había probado. También me dejó amigos maravillosos. De cada turco aprendí algo valioso; gracias, Cem, Sezer, Tarik, Berkant, Umut, Cihan, Ahmet, Aygün, Kerem, Erkan y Kral. Otro de los regalos que me dejó este viaje fue la amistad de personas que estudian mi carrera en mi universidad, pero que no había tenido la fortuna de co-
"Los turcos son personas sumamente amables, algo así como los colombianos. Nuestro lenguaje común: sonreír". mochila, por tierra y en la madrugada. Estambul fue la primera y la última ciudad en la que estuve. Allí conocí las mezquitas más majestuosas del mundo, la Mezquita Azul y Santa Sofía, la Torre Gálata, y atravesé el Bósforo. El gran Bazar fue uno de mis lugares favoritos. Allí, los turcos, comerciantes por excelencia, hablaban un poco de cada idioma con el fin de atraer clientes. De allí traje 30 pashminas. Las quería todas
nocer. Viajar con otros 11 colombianos fue sin duda el toque que hizo de cada experiencia una mejor. Todas las cosas tradicionales que traje me recuerdan el mes más feliz de mi vida. Era imperdonable devolverme de Turquía sin las tazas de té turco tradicional, la cerámica más colorida, pashminas, aceite de limón de los restaurantes, ojos turcos para mí, mis amigos y mi familia; un anillo de la
piedra caliza, siete elefantes, manos de fátima, una lámpara colorida del gran bazar, galletas hoşbeş y las mejores chocolatinas del mundo, las Wanted. Lo material no se compara con todas las experiencias que allí viví y que me acompañarán toda la vida. Intenté preparar el té pero no me quedó igual, aun así lo serví en la vajilla tradicional y al probarlo me transporté de nuevo a la tierra en la que los sueños se hacen realidad. Sin duda alguna debo volver para cumplir el sueño del globo en Capadocia, aprender a tolerar el ayran, tomar más raki y visitar a esos amigos que anhelo ver de nuevo. Hoy, que intento recopilar todo lo que viví en un mes, me doy cuenta de que “tierra mágica” marcó mi corazón como huella en cemento fresco. Nada ni nadie puede borrar lo que allí viví, todos los lugares que vieron mis ojos estarán intactos. No me arrepiento de nada, porque todo me hizo sonreír. Me enamoré de un país, de la gastronomía más suculenta y diversa del mundo. Tengo que admitir que quisiera devolverme. Cada día extraño más tierra mágica, ojalá pudiera teletransportarme cada vez que quiera escapar de mi rutina, de mi realidad. Las fotos nos permiten capturar momentos de felicidad infinita que no quisiéramos que escaparan. Aquí quedan plasmados algunos de esos recuerdos que quedarán en la mente de todos nosotros. Turquía es un país que todos deberían conocer en algún momento de su vida. Turquía es color, amor, comida, amigos, fiesta, música, euforia y diversión.
Notas de viaje u Cumplí 19 años en Turquía. Fue uno de los
mejores cumpleaños de mi vida, la primera vez fuera del país. Me hicieron una fiesta sorpresa a la que asistieron algunos turcos y todos los colombianos. Bailamos a todo volumen en un apartaestudio, pero al cabo de unas horas llegó la policía alarmada por tanto escándalo. Cuando me cantaron el cumpleaños, todos los allí presentes brindamos con una copa de aguardiente. u En Turquía es tradición leer la fortuna en el café. La taza se pone al revés en un plato y encima se pone un anillo para el amor o una moneda para la prosperidad. Escogí la moneda. Todo lo que Berkant me dijo se cumplió, hasta el deseo que pedí al final. u La primera noche que bailamos en wiggle todos los turcos y colombianos, la música provenía del iPod de Valeria, solo música colombiana. Otra noche, nos subimos a la tarima a bailar ras tas tas, hasta Manolo.
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Turquía
Un viaje repleto de primeras veces Lugar de intercambio: Eskisehir, Turquía Tiempo: 31 días (del 23 de mayo al 22 de junio de 2015) Universidad receptora: Anadolu Üniversitesi
Viajar a Turquía significó un antes y un después en mi vida. Pasé de desconocer muchas experiencias que un joven de mi edad normalmente ya habría enfrentado, a momentos llenos de anécdotas y recuerdos que nunca olvidaré.
P
ara la penúltima semana de mayo del año pasado, estaba completamente ansioso. Era la primera vez que salía del país y que me alejaba de mi familia más de un mes, y a tantos kilómetros de distancia. Sabía que me esperaban cerca de 20 horas de viaje para llegar a un lugar cuya cultura desconocía y no comprendía del todo. Además de ello, soy una persona de pocos amigos, me fue difícil asimilar el hecho de que iba a conocer gente totalmente distinta y, por obvias razones, tendría que aprender a convivir con ella por mi cuenta, reflejando los valores inculcados en mi casa, para dar una buena impresión. Sin haberme separado de mi familia antes, este panorama se convertía en algo aterrador, pero, de algún modo, sensacional. Viajar por el mundo es algo que siempre he querido hacer. Por ello, esta oportunidad se perfilaba como la puerta de entrada a un sinnúmero de ocasiones para conocer cada cultura existente en los 198 países que hay en la Tierra. Partiendo del hecho de que Turquía es un país tan rico en diversidad y tradición, la emoción no era poca. Tardé más de un mes en creerme el cuento, hasta que llegó el día del viaje. No puedo negar que fue duro desprenderme de mis seres queridos por tanto tiempo, pero supe desde que subí al 40
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El comienzo de una nueva experiencia
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Sebastián Montes Quinto semestre
Turquía avión que llegaría con anécdotas inolvidables y una sonrisa gigante dibujada en mi rostro. Para mi mala suerte, esas experiencias comenzaron apenas bajé del avión que me llevó hasta Estambul. Por alguna extraña razón, sentí frío cuando mis compañeros estaban muertos de calor. Lo primero que hice fue comprar un café para calentarme. Una bebida de 9,65 euros en Starbucks. Grave error, pues todos (incluso el profe Manolo) se encargaron de recordármelo todo el viaje (y aún lo hacen). A partir de ahí, todo fue risa y alegría. Desde el momento en que Tarik, mi roommate, nos recogió en el aeropuerto después de haber visto al Galatasaray, su equipo del alma, ganar la Superliga de Turquía, nos dirigimos a Eskişehir para comenzar la aventura en forma. El recibimiento en la ciudad nos sorprendió a todos; cada uno de nuestros roommates estuvo allí para esperarnos y saludarnos de la manera más cálida posible (venía con té incluido). En mi humilde opinión, las bienvenidas colombianas se quedan bastante cortas frente a la amabilidad turca. Justo desde ese momento, la experiencia dejó de asustarme y me dejé llevar por ella. Me maravillé con los paisajes de Eskişehir y los sabores de la comida me embrujaron por completo, hasta el punto de encontrar el plato más delicioso que he comido en mi vida. Debo admitir que después de probar el kebab (carne de búfalo delgada con pan, chiles, yogur y mantequilla) hay un antes y un después en experiencias novedosas en mi paladar. Mi nariz también experimentó un antes y un después similar con el olor a cigarrillo. No fumo, y nunca lo haré, pero el aroma del tabaco terminó convirtiéndose en algo familiar sin haberlo previsto. Nunca había visto a tanta gente junta fumar como chimeneas, pero al cabo de una semana dejó de incomodarme. Después de todo, era el ambiente en el que iba a vivir el resto del mes. No tenía opción: debía acostumbrarme a las buenas o a las malas. El licor jugó un papel importante; nunca, en mis 20 años de vida, había bebido tanto como esa vez. Probé cosas que nunca pensé, como la sangría o el raki (¡qué cosa tan fuerte!). Algo que ayuda a que el trago se venda tan bien es su precio, pues es considerablemente barato en comparación con el colombiano. Me lo tomé tan a pecho que desde el primer día lo estaba disfrutando. Tanto así que me quedaba dormido al lado de los parlantes del bar mientras reproducían música a todo volumen. Por obvias razones, mis compa-
"Las aguas cristalinas del Bósforo y la grandiosidad de las mezquitas Haiga Sophia y Blue Mosque convirtieron el final del viaje en un momento único. Ahí descubrí que la inmensidad del mundo tiene oculta mucha belleza y que, por primera vez, estaba testiguando un escenario cien por ciento único y fastuoso". ñeros no dudaron en recordármelo (y lo siguen haciendo). El factor sorprendente vino con la presencia musulmana. La lealtad a su cultura, tradiciones y raíces fue algo que nunca sentí tan profundamente debido a la lejanía. Al tenerlo de cerca, frente a mí, pude ver de primera mano lo que significa devoción, un concepto tan subvalorado en Occidente que no podemos entender por qué no lo hemos vivido de primera mano. Con un mes me bastó para ver que la diversidad cultural es inmensa, y que solo conocemos una pequeña parte de las expresiones que existen en el mundo. La burka fue algo muy común, aunque también hizo acto de presencia el imperialismo ilustrativo provocado por los efectos de la globalización, pero ni siquiera los precios hiperbaratos de Zara o Bershka opacaron la esencia de esta cultura (y no creo que lo consigan). Pero, aparte de la comida, las bebidas, los aromas y las costumbres, lo mejor de toda la experiencia fueron los viajes dentro del país. Puedo decir, con toda seguridad, que conozco más ciudades de Turquía que de mi propia patria, pues visitamos Ankara, la capital, Estam-
bul, Bursa, Capadocia y Denizli. En esta última, pude estar en los dos lugares más majestuosos y simbólicos de mi vida. En primer lugar, las montañas de Pammukale –castillos de algodón– fueron la primera atracción turística que me dejó boquiabierto a las dos semanas de haber pisado Turquía. A pesar de que mis pies sufrían cada vez que caminaba por ese terreno frio y pedregoso, la mezcla de cultura que experimenté allí fue insuperable. Nunca había visto tantas nacionalidades juntas en un solo lugar, disfrutando de la magia de la vista y de los colores que poblaban tan mágico ambiente. Solo unos kilómetros más adelante se encontraba el Coliseo de Hierápolis, un impresionante vestigio del Imperio Romano que me resumió, en solo un escenario, lo que significaba el esplendor y la grandeza. Si a eso le sumamos un espectacular atardecer con el sol más grande que nunca había visto, este escenario describe, con total perfección, el momento más simbólico del viaje. ¿Y qué se puede decir de Estambul? El plato fuerte del viaje llegó justo al final, y ahí sí que cobró significado la palabra “majestuoso”. Las aguas cristalinas del Bósforo y la grandiosidad de las mezqui-
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Turquía
tas Haiga Sophia y Blue Mosque convirtieron el final del viaje en un momento único. Ahí descubrí que la inmensidad del mundo tiene oculta mucha belleza y que, por primera vez, estaba testiguando un escenario cien por ciento único y fastuoso. Para ese día, un 24 de junio, no quería estar en ningún otro lugar que no fuera ese. Finalmente, el 25 de junio de 2015, había llegado el momento de partir, pero aún no estaba listo para hacerlo. Había hecho muchos amigos y experimentado muchas cosas nuevas. El haber salido del país me demostró que no hay límite que valga para disfrutar y para ser feliz. Sin lugar a dudas, fue el mejor mes de mi vida. Nunca olvidaré mis rutinas dormilonas, ni a Jorgito molestándome por mis medias tobilleras o a Óscar evidenciando mi falta de estilo al usar un speedo de natación con camisa blanca formal. Tampoco podrán irse de mi memoria to-
das las risas que causaban las corbatas que compré a la semana de haber llegado junto con mi maleta excesivamente
"Turquía marcó una gran diferencia en mi vida en todo sentido. Las experiencias que se juntaron en esta aventura de un mes y los muchos amigos que conocí me convirtieron en alguien nuevo, mucho menos neurótico y loco que cuando partí". pesada y cargada de cosas tan innecesarias como una escuadra. Turquía marcó una gran diferencia en mi vida en todo sentido. Las experiencias que se juntaron en esta aventura de un mes y los muchos amigos que conocí me convirtieron en alguien nue-
Notas de viaje Al llegar a Turquía, por alguna extraña razón, sentí frío cuando mis compañeros estaban muertos de calor. Lo primero que hice fue comprar un café para calentarme. Una bebida de 9,65 euros en Starbucks. u El licor jugó un papel importante: nunca, en mis 20 años de vida, había bebido tanto como esa vez. Probé cosas que nunca pensé, como la sangría o el raki. u Lo mejor de toda la experiencia fueron los viajes dentro del país. Puedo decir, con toda seguridad, que conozco más ciudades de Turquía que de mi propia patria, pues visitamos Ankara, la capital, Estambul, Bursa, Capadocia y Denizli. u
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vo, mucho menos neurótico y loco que cuando partí. No hay manera de describir cuán triste me sentía en el avión de vuelta. Pese a que iba a volver a ver a mi familia y que iba a pisar Colombia nuevamente, algo me faltaba. Esas risas y anécdotas durante las cenas, la casa de Tarik y su olor, la cerveza Efes y su característico sabor y los desayunos con tomate y papas a la francesa no me dejaban llegar en paz. Inundaban mi mente de nostalgia y anhelos de que la experiencia no hubiera acabado tan pronto. No puedo negar que los sigo extrañando. Quisiera hablar con ellos más seguido, pero mi apretada agenda no me lo permite. Tal vez algún día vuelva y los visite, y así, con una charla acompañada de unas cervezas y el canto nocturno de las mezquitas, pueda revivir aquel mágico mes plagado de primeras veces, grandes personas y experiencias tan alegres como imprescindibles para mí.
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Espero que muchos más estudiantes puedan experimentar este mismo sentimiento, y cuando viajen a Turquía se arriesguen y se enloquezcan. De vez en cuando, hace mucho bien para el alma, pues con estas vivencias, no hay duda de que uno puede llegar a ser feliz.
Turquía
Una causa nada profesional Lugar de intercambio: Eskisehir, Turquía Tiempo: 6 meses (3 de febrero al 28 de julio de 2016) Universidad receptora: Anadolu Üniversitesi
Usted debe estar preguntándose con extrañeza por qué elegí Turquía. Es una pregunta que varias personas a mi alrededor me han hecho y cuando la hacen, suelo dar un suspiro y me quedo en silencio pensando en mi respuesta. De algo sí estoy seguro: sin duda alguna, fue una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida.
Diego Alejandro Díaz Fonseca Octavo semestre
F
ueron casi 4 largos años en los cuales esperé que llegara este deseado viaje. Durante ese periodo, ocurrieron cosas que simplemente conspiraban a mi favor: yo sentía que la vida me hablaba de cierta manera y me reforzaba la idea de ir a Turquía. Es un poco raro, pero aún sigo pensando lo mismo. En julio de 2012, comenzando mi primer semestre, en clase de Historia
Contemporánea, el profesor Ricardo del Molino nos dio la noticia de que la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Externado estaba empezando a establecer relaciones con una universidad turca, con posibilidad de intercambios. En ese momento, con un rostro de sorpresa, mis ojos se abrieron inmensamente; no lo creía, simplemente era un “papayazo” de la vida, que sin duda alguna me lo iba a comer.
Capadocia Turquía, Mujer con burca entrando a una tienda de telas.
Mientras continuaba en mis estudios, la vida me seguía dando señales. Un año después, un profesor de Fotografía de la Universidad de Anadolu visitó el país con el propósito de realizar una actividad con algunos estudiantes de nuestra facultad. Estuve muy emocionado de participar en su taller, charlé un poco con él, le conté por qué quería ir a Turquía y le causó un poco de risa. También, en 2013, tuve la oportunidad de conocer al actual embajador de Turquía en Colombia; además de estar en su residencia y hablar con su familia, conocí a su equipo de trabajo; haber compartido ese momento con algunos de mis compañeros fue, sin duda, un momento muy importante para mí. Además, dos estudiantes turcos de la Universidad de Anadolu vinieron de intercambio y tuve la chance de conocerlos. Cem y Sezer, hoy somos grandes amigos. Recuerdo con claridad la clase de Ética de la comunicación con el profesor Francisco Barbosa, uno de los profesores que más he admirado en mi recorrido académico; esa clase en la que el docente nos empezó a contar su opinión sobre la alocución del presidente turco Recep Tayyip Erdoğan y de su relación con Turquía, así como
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Marmaris, Turquía
sus diferentes viajes y experiencias con este país. En mi mente aún está el recuerdo de cómo él pudo recrear en mi mente una imagen de Estambul en un día cotidiano, me lo imaginaba y me emocionaba, quería teletransportarme inmediatamente para Turquía. Aún tengo en la cabeza los momentos cuando la profesora Silvia Montaña, gestora de esta relación con la Universidad de Anadolu, pasaba por los salones a promocionar los intercambios a Turquía. Simplemente, me mordía la lengua, pasaba saliva y respiraba profundo. Luego me enteraba de que otros estudiantes de mi facultad realizaban el intercambio y me moría de celos, quería estar con ellos, quería estar en Turquía. En fin, varios acontecimientos pasaron antes de mi ida, los cuales me
Lo mejor que pude haber hecho fue hablar con una estudiante que había realizado este intercambio a Turquía. Raúl Rodríguez, el coordinador académico de la facultad y la exprofesora Silvia me la habían referenciado; ella es Lucy Sánchez, y fue mi gran ayuda. Antes de viajar, celebré Año Nuevo como nunca. Me caí al piso por ponerme a bailar con alcohol en la cabeza, nunca lo había hecho frente a mi familia ni mucho menos frente a mi madre, pero esa noche era única para mí, porque los iba a extrañar a todos, yo lo sabía. Reíamos, bailábamos, yo lo hacía con mi tía Yolanda, a quien le gusta la fiesta, la abrazaba y le decía que la quería mucho, no se lo decía como frase cliché de borracho, se lo decía con todo mi corazón porque ella fue la per-
"Fue especial el día en que me confundí y fui a una peluquería de mujeres, yo pensé que era como en Colombia, pero aquí hay salones de belleza para mujeres y otros para hombres, yo no lo sabía. Lo más gracioso es que en Turquía la mayoría de peluqueros son hombres". convencieron de que este país era mi próximo destino. Al pasar el tiempo sentía que Turquía estaba acogiéndome fuertemente desde la distancia. Eso me hacía feliz. Es fácil y bonito decir que uno va a realizar un intercambio, pero la persona que jamás ha hecho uno y pretende hacerlo, no sabe lo que le espera; esto exige de mucha paciencia, ganas y orden. Yo tenía un mínimo de conocimiento respecto a la realización del viaje, y ese es uno de los puntos críticos del camino. Obtener la información correcta y a tiempo. 44
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sona que me cuidó desde que era un bebé, me alimentó, me vio crecer, me vio llorar, era a quien yo veía despedirse de mí cuando la ruta me recogía y la primera persona que veía cuando me dejaban de nuevo. El día llegó, tenía todas las cosas necesarias para poder viajar tranquilo: tiquete de vuelo, carta de aceptación de la universidad que me recibía, visa, dinero en euros o dólares, seguro de viaje y pasaporte actualizado. Mi viaje a Turquía fue largo. Tuve que hacer escala en tres ciudades, de Bogotá a Ciudad de Panamá; luego a AGOSTO 2018
Santo Domingo, en República Dominicana; después de República Dominicana hasta Frankfurt, Alemania, y finalmente a Estambul. En el avión, pude ver los minaretes de las mezquitas, minaretes por todos lados regados en la ciudad, Estambul es hermoso, esa visual es increíble, es una de las experiencias más hermosas que he tenido, una ciudad mágica, totalmente diferente a Colombia. Cuando llegué, era la noche del 1 de febrero de 2016. Hacía frío, era invierno y me recibió el coro de las mezquitas, es en árabe, y dice: “Dios es grande, testifico que no hay más dios que Dios, y testifico que Mahoma es el mensajero de Dios, acude a la oración, acude a la salvación, la oración es mejor que el sueño, Dios es el mejor, no hay más que Dios”. Fue una situación totalmente fuera de contexto para mí, fue impactante, lo admiré y lo respeté. Debo confesar que ese coro me ha despertado un par de veces en las madrugadas, si usted viene a Turquía trate de buscar hospedaje retirado de una mezquita, a menos de que sea musulmán y quiera ponerse a rezar. Los gatos son un asunto que también me sorprendió; en Turquía aman los gatos, las calles están repletas de estos animales. A los perros callejeros los tienen identificados con marquillas en las orejas, para saber que es un perro sano, es decir, no es un perro problema. La verdad es que los perros y los países islámicos no se llevan muy bien. Tanto así que en Arabia Saudita castigan a las personas que tengan perros en sus casas; la última vez leí en Revista Semana que aquí en Turquía unos niños habían bañado en pegamento a un cachorro, lo arrastraron sobre la tierra y lo dejaron tirado; cuando lo encontraron, estaba totalmente inmóvil, el pegamen-
Turquía to lo había paralizado y le había causado reacciones y quemaduras en su piel. Qué triste que unos niños sean tan insensibles a causa de algunas ideas de esta religión, esto sí es verdaderamente impactante. Tuve una experiencia mientras realizaba autostop en Turquía: un carro se detuvo, me recogió y, en un momento cualquiera, el sujeto paró para comer algo, mientras yo esperaba, me encontré a un cachorro, simplemente lo acaricié y jugué con él. Cuando entramos nuevamente al carro, el sujeto se enfadó conmigo y me dijo que a Alá no le gustaban los perros, me dijo que no tocara nada dentro del carro, luego me dio una toalla húmeda para limpiarme las manos, y continuamos el camino. Les pregunté a unos amigos musulmanes por qué pasó esto y me contestaron que los perros y los cerdos son impuros dentro de su religión. Después de Estambul, mi siguiente parada era Eskişehir, la ciudad donde hice mi intercambio. Es una ciudad muy activa, la mayoría de la población son estudiantes universitarios por lo que el ambiente y la vida nocturna es muy normal, muchos bares y clubes alrededor; jamás estuve aburrido allí. La universidad de Anadolu es inmensa, tiene dos campus y cada campus es 40 veces más grande que el Externado. Recuerdo que donde estudiaba había tres canchas de tenis, una de fútbol 11, piscina, dormitorios para los estudiantes, un hospital, tres canchas de fútbol 5, además se sumaban las facultades, eran más de 10 facultades, cada una con su propio edificio y restaurante, el edificio del rector, la biblioteca, el teatro principal, la oficina postal, el restaurante principal y muchas cosas más. Al final, era más el tiempo que me demoraba en llegar a mi
Efesus, Turquía.
facultad desde la entrada del campus, que de mi casa hasta la entrada. El otro campus era mucho más grande, sin entrar en detalle, contaba con un estadio y un aeropuerto. Una hazaña que jamás olvidaré fue cuando viajé desde Eskişehir, Turquía, hasta Batumi, en Georgia, haciendo autostop. Fueron dos largos días hasta llegar a la frontera, una locura, más de 1.000 kilómetros. Luego, en Georgia, también realicé autostop, algunos conductores hablaban en ruso, otros en georgiano, pero me hacía entender y les decía a dónde quería ir. Lo mismo pasaba en Turquía. Así fui aprendiendo poco a poco el idioma turco, escuchando e intentando hablar. Fueron varias cosas las que quedaron en mi mente y en mi corazón, como entrar por primera vez a la Mezquita Azul y rezar por los seres queridos que ya se han ido; dentro de la mezquita las mujeres rezaban en la parte trasera, en un espacio cerrado, siempre detrás de los hombres. También fue especial
el día en que me confundí y fui a una peluquería de mujeres, yo pensé que era como en Colombia, yo entraba a cualquier peluquería y ya, pero aquí hay peluquerías para mujeres y otras para hombres, yo no lo sabía. Lo más gracioso es que en Turquía la mayoría de peluqueros son hombres y no mujeres. Me acostumbré a beber té turco; ellos toman té en todo momento y a toda hora. Aprendí a ser un fumador pasivo aquí todo el mundo fuma; son fumadores excesivos, tanto así que en pleno verano, al frente de la playa, observaba cómo algunas personas fumaban bajo pleno sol, un sol que calentaba a 30 grados centígrados. Incluso, hay restaurantes solo para hombres en Turquía, ellos son los reyes del mundo, fumando, bebiendo té, jugando tabla mientras acarician su tradicional bigote. Los recuerdos que tengo son muy pocos comparado con todo lo que experimenté aquí. Gracias a Dios, existen las memorias para guardar fotos y videos y tener la oportunidad de sonreír en cualquier momento y de sorprenderme. Todos los momentos es posible guardarlos en una imagen o un video, pero lo que jamás se podrá guardar en una memoria son aquellos sentimientos que van ligados a esos momentos; algunos sentimientos permanecen, otros no son lo suficientemente fuertes y se olvidan, algunos perduran para toda la vida y son los que permiten recordar con exactitud las cosas a través de los años. Sin duda, esta experiencia perdurará por siempre en mi mente. ¿Por qué me daba pena contarle a la gente la causa de mi intercambio a Turquía? Porque no podía ser guardada en una memoria, y fue por el sentimiento más fuerte de todos, por los que muchos ríen, otros lloran. Una causa nada profesional.
Notas de viaje Eskişehir, la ciudad donde hice mi intercambio, es una ciudad muy activa, la mayoría de la población son estudiantes universitarios, por lo que el ambiente y la vida nocturna es muy normal, muchos bares y clubes alrededor; jamás estuve aburrido allí. u La universidad de Anadolu es inmensa, tiene dos campus y cada campus es 40 veces más grande que el Externado. u Mi viaje a Turquía fue largo. Tuve que hacer escala en tres ciudades: de Bogotá a Ciudad de Panamá, luego a Santo Domingo en República Dominicana, después de República Dominicana hasta Frankfurt, Alemania, y finalmente a Estambul. u
Estambul, Turquía Mesquita Azul.
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“Dejé mi corazón en Eskisehir” Lugar de intercambio: Eskisehir, Turquía Tiempo: 31 días (del 23 de mayo al 22 de junio de 2015) Universidad receptora: Anadolu Üniversitesi
Turquía me permitió ampliar mi visión del mundo, aprender a hacer las cosas de manera diferente, conocer un nuevo concepto de ser colombiano y comprobar que las oportunidades se deben buscar.
Vanessa Anzola Octavo semestre
N
unca he sido creyente de los agüeros; sin embargo, este año nuevo decidí salir a darle la vuelta a la manzana con una maleta para así auspiciar grandes viajes. Sabía que este año podría hacer algo que siempre había querido, un intercambio, y a pesar de no tener muy claro el lugar, mi gusto por los destinos extraños me llevó a responderle a mi padre que quería viajar a Turquía, esto sin llegar a creer que en menos de cuatro meses estaría abordando un avión en Frankfurt con destino a Estambul. Hay más de 140 países en el mundo y es muy difícil llegar a conocerlos todos, y por lo general lo único que se sabe es lo que mencionan en las noticias, lo que pocas veces suele ser bueno. Por eso mi familia y algunos amigos temían por mi seguridad, ya que Turquía es un país que se encuentra muy cercano al conflicto de Oriente. Como no soy creyente de los prejuicios, decidí por primera vez no investigar mucho sobre mi destino. Tuve la fortuna de encontrar personas que me permitieron conocer la historia y cultura turca desde un punto de vista local, lo cual es mucho más enriquecedor que una guía turística. Sin embargo, gracias a los consejos de colombianos 46
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Turquía que ya habían viajado al país, pudimos conocer lugares que nunca habíamos pensado, tener curiosidad y, en ese sentido preguntar e informarse es la clave para disfrutar más del viaje. Siempre me ha gustado la idea de conocer nuevas culturas, por eso decidí estudiar varios idiomas para no tener ningún problema al comunicarme. Mi mayor sorpresa la tuve al llegar a Estambul y tomar un taxi cuyo conductor no sabía ninguno de los cinco idiomas que hablo, por alguna razón creía que todos los turcos sabrían inglés y había limitado mi conocimiento de turco a poder saludar y pedir que me llevaran al aeropuerto (merhaba, lüften havalimani), así que opté por decirle al taxista Eskişehir y llegar a aprender con ayuda de mis roommates las palabras necesarias para sobrevivir (como los números, decir que soy colombiana, preguntar el precio y agradecer). Al llegar a Eskişehir, nuestros hosts nos recibieron con çay o té turco, una bebida que veríamos después de cada comida. Como buenos bogotanos, no dejamos solo nuestro equipaje, teníamos cuidado al sacar el celular y siempre cargamos nuestros documentos y dinero con nosotros; desconfiamos ante la idea de tener que dejar nuestros zapatos a la entrada de la casa, y al ver esto los turcos que ya habían conocido Colombia nos dijeron que nos relajáramos, que allí no era como Bogotá, que allá no robaban: resultó ser que caminar por las calles de Eskişehir es más seguro que caminar por nuestra capital. No solo es la tercera ciudad más segura de Turquía, y allí las personas no roban y están muy dispuestas a ayudarte, así no hablen inglés. Una de las cosas que más llegamos a extrañar fueron nuestros recorridos nocturnos con cámaras y celulares a la vista, disfrutando la tranquilidad de la noche.
Pese a que vivíamos en una ciudad universitaria y compartíamos las calles con turcos y europeos, la influencia de la religión se notaba no solo en la ausencia de cerdo en nuestras comidas o en las grandes mezquitas, y sus puntuales cinco cantos, sino también en las miradas reprochadoras de algunas señoras ante nuestras ropas cortas y las miradas pervertidas de algunos hombres. Por eso es importante informarse sobre la cultura para evitar inconvenientes fundados por cómo te ven. Vivir sin el estrés de tener que tomar un Transmilenio debido a la cercanía de los sitios nos motivaba a recorrer la ciudad con nuestras cámaras haciendo largas caminatas por el río, por lo que rápidamente llegué a conocer la ciudad, y mis ansias por más latían ya a la segunda semana de estar allá. No habíamos planeado viajar a Pamukkale y, sin embargo, este fue uno de los si-
tios preferidos. No solo fue la primera vez que me sentí en un país distinto: también fue el único lugar desde el cual pude apreciar las estrellas. La gran roca blanca que contiene "las piscinas de Cleopatra" evocan la majestuosidad de la naturaleza y las ruinas de Hierápolis dejan en claro la inmensidad del imperio turco-otomano, haciendo que este sitio provoque un sinfín de sentimientos. Capadoccia fue nuestro siguiente destino mágico, en donde, por problemas climáticos, no pudimos disfrutar la experiencia de montar en globo; no obstante, a mí y a Carlos, un compañero, nos hizo falta un día más y decidimos quedarnos por nuestra cuenta. Allí perdí el miedo a viajar sola, descubrí mi alma de mochilera y borré cualquier imaginario sobre "la peligrosa Turquía", por lo cual no tuve ningún temor al tener que recorrer sola Estambul. Antes de viajar, alguien me dijo que después de cada viaje las personas llegan diferentes y al menos en este caso así fue. Son pocas las palabras para definir todo lo que aprendí, conocí, viví y todo aquello que decidí nunca olvidar. Llegué a Colombia no solo con hambre de nuestra comida sino también con ganas de explorar más el globo. Turquía me permitió ampliar mi visión de mundo, aprender a hacer las cosas de manera diferente, conocer un nuevo concepto sobre ser colombiano y comprobar que las oportunidades existen: solo se deben buscar. No dudaría ni un segundo en repetir este viaje, el tiempo es corto cuando se disfruta y nunca es suficiente cuando se busca vivir nuevas experiencias, siempre queda faltando algo por hacer, algo que comer y alguien a quien conocer.
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Sería un despropósito reducir este programa de intercambio en el exterior -en el que los alumnos de la Facultad se acoplan en universidades aliadas- al hecho de vivir una experiencia con maletas y algunas fotos para el recuerdo. A un simple viaje de estudios. Un acontecimiento que de manera colateral ayuda a los estudiantes a conocer diferentes manifestaciones culturales y formas de pensar el planeta, a descubrir de primera mano que existe una realidad más allá de un país llamado Colombia.