SECUNDARIA
EL ANTAGONISTA de la historia
P
arece casi natural que, cuando escuchamos de un suceso de acoso escolar, nuestro interés esté dirigido al 100% en la víctima. Nos volcamos en ella para que de voz a su sufrimiento y ponemos todos los medios posibles para que se recupere de un hostigamiento psicológico y, hasta en ciertos casos, físico. Pero, ¿qué pasa con el acosador o acosadora? ¿Nos centramos lo suficiente en el porqué de su actitud? ¿Deberíamos verle como otra víctima? No se trata de que nos compadezcamos de los jóvenes que llevan a cabo el bullying; más bien, comprender de dónde viene y qué podemos hacer para cambiar su comportamiento. Signe Whitson, consejera escolar y autora de 8 claves para poner fin al acoso escolar, reflexiona sobre la paradoja que supone que aquellos que llevan a cabo el maltrato con un comportamiento cruel y una intimidación sin remordimientos, suelen ser los que más necesitan el apoyo de los demás.
QUÉ MOTIVA A ACOSAR
El principal detonante del acoso es la insatisfacción. Esa que les lleva a querer llamar la atención de un grupo y tenerlo a la palma de su mano. Según explica Whitson, la insatisfacción está ligada con la dificultad de manejar las emociones y muy particularmente
Cuando escuchamos un caso de acoso escolar, lo normal es tomar todas las herramientas que tenemos al alcance para volcarnos en la víctima. Pero, ¿qué pasa con el acosador? ¿Es solo una diana a la que culpar y dar por perdida? Quizá podamos plantearnos la necesidad de tender una mano a estos jóvenes para descubrir aquello que activa su rabia en contra de los demás.
de no saber expresar la ira. “La agresividad, como el acoso, es un comportamiento aprendido”, señala la autora. Al clasificarlo así, abrimos la puerta a que se pueda desaprender. Los jóvenes que han crecido en hogares en los que la violencia era la única vía para dar salida a las emociones negativas, tienen la posibilidad de descubrir que hay otra manera de gestionarlas. El papel de los adultos es fundamental a la hora de enfocar las preguntas adecuadas y preocuparse por indagar en el entorno que rodea al que ha llevado a cabo el bullying, antes de etiquetarlo plenamente como acosador. “En la mayoría de las situaciones relacionadas con la dinámica social de los jóvenes, muy pocas veces lo que vemos es realmente lo que es”, corrobora Signe Whitson.
CÓMO TENDERLES LA MANO
EL PRINCIPAL DETONANTE DEL ACOSO ES LA INSATISFACCIÓN.
O, como lo llama la autora de 8 claves para poner fin al acoso escolar, realizar intervenciones positivas. Analiza la ineficacia del castigo y explora la posibilidad
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EL PAPEL DE LOS ADULTOS ES FUNDAMENTAL A LA HORA DE ENFOCAR LAS PREGUNTAS ADECUADAS. de que los adultos trabajen para crear una cultura de “cosas permitidas” y no de “cosas prohibidas”. Es decir, pedirle que exprese sus sentimientos en lugar de espetarle que no moleste a un compañero. La clave consiste en establecer normas que fomenten el respeto y la amabilidad con el fin de que los jóvenes puedan optar a comportamientos positivos. Asimismo, con estas reglas serán conscientes de cuál es la actitud correcta cuando cometan un error. ¿Qué otros aspectos hemos de tener en cuenta?
1. Sustituir el subidón. Ciertos jóvenes experimen-
tan un subidón de dopamina cuando acosan. En tales casos, se podrían buscar alternativas
positivas como el deporte o el teatro que les perimitan desahogarse o ser el centro de atención, pero de forma sana.
2. Satisfacer necesidades insatisfechas. “Los adul-
tos desempeñan un papel clave en asegurarse de que las necesidades de desarrollo vitales para los jóvenes estén constantemente satisfechas”, reflexiona Signe Whitson. Que los jóvenes se sientan inlcuídos e integrados en diferentes entornos es una forma de asegurar el sentimiento de pertenencia.
3. También
se le pueden proponer retos significativos dentro de la familia y la escuela para nutrir la sensación de poder personal; así como centrarse en su aprendizaje social y emocional para favorecer el sentimiento de empatía del que suelen carecer. Ana CEMBORAIN PÉREZ
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