Presentación
Nunca antes en mi vida había tenido la intención plena de escribir poesía. Aunque desde joven he leído a los poetas mexicanos y latinoamericanos como Pablo Neruda, Jaime Sabines, Amado Nervo, Efraín Huerta, Rosario Castellanos, Sor Juana Inés de la Cruz, José Emilio Pacheco y Octavio Paz, fue hasta estos días de cuarentena en que decidí encontrar al pequeño poeta que todos llevamos dentro y comenzar a explorar en esta forma de escritura, la cual es por decirlo así, muy liberadora de las emociones guardadas. Son veinte poemas y veinte ilustraciones realizados desde el encierro.
Cada poema está escrito de forma libre y a manera de cierta improvisación remitiendo a algunas añoranzas y pensamientos qué, como fotos instantáneas, ahora ya no son más que los recuerdos de un pasado que no volverá, de un futuro tal vez incierto pero que augura, sin duda, la esperanza de algo mejor.
“Cada poema es único. En cada obra late, con mayor o menor grado, toda la poesía. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: Ya lo llevaba dentro.”
Octavio Paz
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xi
Solamente una hoja que arrastra de noche la osuna melancolía de los días por venir, cuando la soledad es fiel compañía y no hay historia ni pesadillas que alabar los ojos no ríen por fin sin el alma en silencio que haya interrumpido la ausencia absoluta quieta y lejana. Sin sombra alguna que ocultar al alba, paciencia y locura quisiera desbordar pero no hay prisas, la calma gobierna y se deja llevar así cual estrella en el mar.
xiii
Vacíos recuerdos penden de un hilo sin que sepan cuando se perderán volando sobre sábanas y veredas cubiertas de piel y satín, auroras combinadas del brillo de tu mirada que anida en la ilusión de volverte a tener como si fueras un río insurgente y destino queriendo prender los ánimos, delirios, agrandando los tuyos de aquel noctámbulo respiro desde el centro hasta tus oscuros senos, quien fuera luciérnaga para acariciar la luz de tus cúmulos etéreos prodigio del amor puro, infinito y lento.
xv
Ojalá que la vida no fuera un sueño más que se escurre pleno y sin ataduras leves, sacando los motivos y los recuerdos nimios como si fueran reos condenados al patíbulo esperando la hora en que los rayos del sol golpeen la vista rota, y se llenen de júbilo las azucenas desencantadas como las caricias tibias de dos cuerpos entrelazados que se pertenecen despertando al fenecer las madrugadas cálidas, añorando su retorno sin que las puertas doradas mitiguen la sed impoluta del vaivén sin finalizarlo.
xvii
Confinado y herido se somete a la razón de haber extinguido la llama de esa pasión, nublados los sentidos se acrecientan los latidos sin embargo no hay tiempo para volver a sentir que se ha ido perenne sin piedad ni motivo cual aroma extinguido del océano aludido, por los cantos de sirenas que aúllan al naufragio de tus lindas redondeces, tu cintura y tus caderas ancladas a mi eros y el calor que veía lejos ahora que me encuentro poseído por los cielos y abismos siempre eternos.
xix
Silencio de la noche que atrapas mi delicia suspira cada instante que agitas la inocencia, abrazas mientras duermo con ángeles y ninfas suave murmullo genuino que no cesa de soñar, calma y serena dicha se atribuyen los campos su presencia magnífica portadora de belleza tiembla ante su efigie delicada y lujuriosa, como cientos de párvulos que deslizan en su boca la miel y el goce profundo de quien ama el surreal prístino y siempre oculto aroma de néctar virginal.
xxi
No existe tristeza mayor que dejar ir lo amado como una vida juntos que no será o el amigo querido cuya partida es un pozo profundo irreal, tan oscuro y mísero como una falta de luz irreemplazable y absoluta de donde no podrá asirse más la amistad y el respeto por que los unirá siempre su legado será pleno y no ha de extinguirse nunca mientras dure la llama viva y perenne del recuerdo hermoso aunado al cariño fraterno y sincero del amor real incondicional y certero para toda la eternidad. Hasta siempre.
xxiii
Tienden los puentes para acercar las almas como las púrpuras nubes flotando hacia el horizonte dando vuelcos por tiempos en que la calma sosiega procura latir y brillar cual campana al tañer de los cantos oblicuos, escuchan al cielo llorar gimiendo y soñando por ti hilvanando la noche, deshaciendo los días, cuando eras parte mía silenciando la ruptura, oscureciendo átomos que desaparecen sin vida por los caminos del cosmos obnubilando poesías cual gaviotas en el puerto de la desesperanza fría ayunando desde la piel por solitud de melancolía.
xxv
Consumidos los instantes que reviven en la memoria batallas perdidas por el corazón desbocado aún avisa los redobles de sonidos lejanos, para su trampa y ocio como surcos en la arena borrados por las olas a los pies de la vida instantánea y perdida no vuelven nunca más sus destellos en el cielo absueltos por divinidad, y por ello jamás se irá la cordura en sana y eterna juventud perdida, de las nubes y el solar tienen tu nombre roto perdido en la inmensidad y por ello siempre, siempre olvidarán.
El pasto crece siempre como las horas de alegría tan ligeras y precisas añorando la minucia, de los rizos claros y finos sobre tu risa frágil volando al viento pleno sin que te sea imposible recordar la esencia misteriosa y oculta del deseo entre tus piernas demorado y húmedo, ávido de caricias con relojes que flotan y desaparecen en tus labios tan claros y finos como la brisa suave ansiando mirarte el alma bajo las luces neón del cántico de tus palabras.
xxix
Amante tierna mía que recurres al calor de los corazones necios para hacerme padecer de ese fuego lento y eterno sin suplicio de tu cuerpo cristalino y tus labios violáceos, de una dulzura nubia amarrando mis designios con una cuerda de seda tan profusa y etérea colmándome de pasión robusta y tibia, excelsa, al sentir con mis dedos acariciar tus palmas a través del tesoro mismo que se acumule entero entre tu piel y mi calma.
xxxi
Saborear los sentidos degustando sin ansia paladear la dulzura de tus curvas con calma la oscuridad del aro que culmina la punta de la prominencia cisma coronando las ganas, de tocar el cielo y venir rebosando de gracia mientras la lengua sabe dominar el gozo propio girando en tu boca misma sumergirse en la esencia del sabor de tu centro sin perder la noción de la rueda del tiempo en un beso profundo reconfortando el alma.
xxxiii
Trastocando los recuerdos de una ilusión perdida nunca antes vivida y por extraña razón aún por vivir espera lo único irremediable por lágrimas de luz ignición del espíritu robado por un beso en aras del pasado que ha quedado atrás, emanando del solsticio por el viento extraño de tu perfil frío quemándote lento arrastrado por el mar de la añoranza lejana ahora suspiro y miro lo imperfecto y limpio que es amarte sin tiempo.
xxxv
Cómo cristales brillantes bajo la luz de la Luna tus ojos reflejan el color de la noche púrpura y azulada cual aroma de lluvia cayendo silenciosa sobre las flores y rutas de tu piel húmeda, por la dicha tornasol debajo de cascadas de plata la sonrisa vertical que acaricia mi mirada recorriendo tu cuerpo vibrante con caricias que palpitan hasta explotar en la mente, jubilosos de vivir lo pleno sin que se termine nunca hasta el infinito sereno.
xxxvii
Andante de la vida de calles y plazas, campos y ciudades tan plenos de gente están llenos de soledades, acumulando el polvo de los abrazos sin darse regocijos cancelados, amantes distanciados, ojos sin verse ni darse caricias con efecto mutuo ni esperanzas conjuntas marchitadas por el encierro, las palabras reconfortan esperando los tiempos para juntar las ganas de caminar de la mano, observando paisajes, mirando atardeceres, besando sin freno para alcanzar la consciencia, revivir el universo.
xxxix
De noche viene la quietud anclada con diamantes marinos sin fondo azul, acaudalados pasos dando extremos al fin por los tibios y claros rincones del corazón, cuanta dicha se derrama sin haber llegado aún la anhelada reunión expedita y enervante de los cálidos cuerpos que incitan al amor a codearse con la pasión y los sonidos etéreos por tantos años secos y fríos abandonados al aire del recuerdo profundo arrancado del ser mismo y anidado en el alma.
xli
Luces y estallidos avanzan en la sombra de los tersos minutos alrededor de la Luna, como instantes lúcidos sincronizados alegran los aciertos mismos, como gotas de agua sobre tus nítidos ojos que bostezan al alza, dominando el resquicio más recóndito de la paz comienzan a dejarme sus notas y sonidos apaciguando las ansias de encontrarme en tu nido acariciando tu espalda de cobijarnos juntos sin que importe más nada.
xliii
Flores amarillas sobre tu regazo cubriendo las caricias que han dejado mis brazos, torrentes de alivio sustraen su canto ufano cual palomas al vuelo sin ocupar verano, tienen tu cuerpo albedrío y recato oscureciendo el abismo que has dejado en mis manos la suavidad y ternura de la sensibilidad ahora, entre tus piernas de suspiro hacia Venus y su monte alcanzarlo es mi deseo.
xlv
Destinos inciertos que aprisionan el ánimo como una cadena perpetua hasta cuando volverás a ser libre de culpas sentado ahí, sin vida antes que la muerte de los hastíos se apodere, ahora más que nunca hay que amar con locura desmedida y con entrega absoluta, plena y cierta como dos jóvenes tontos de la razón prohibida cayendo al vacío inerte de las horas despedidas, ocupadas al fin, sin pena por la desnudez de ti y de mi avidez plenas.
xlvii
Abandonados e inservibles así sentimos nuestros días en que la vida misma se ahoga en un mar negro de la angustia y la ira, pero no estamos solos tenemos que seguir siempre agarrados al respiro puro y a la tristeza superada por tantas cosas bellas que nos quedan por vivir alegrías inconmensurables, caricias sin complementar, gozos que compartir, labios por besar sin prisa, amores inquietos por el azar dispuestos a encontrar la paz y tranquilidad arrebatadas por una pausa si habremos de llegar a ese abrazo profundo de almas así será, corazón.
Cual estrella en el mar infinito y lento del vaivén sin finalizar y sus abismos azulados eternos prístinos y ocultos, para toda la eternidad, por solitud de melancolía que por siempre olvidarán el cántico de tus palabras, entre tu piel y mi calma reconfortando el alma es amarte sin tiempo sin lugar al detenimiento, porque la alegría vendrá hasta el infinito sereno sin dejar que el miedo nos confunda y engañe, revivir el universo anidado en el espíritu sin que importe más nada, alcanzarlo es mi deseo como tu cuerpo y el mío de ambos la desnudez. Así será, corazón, volveremos a sonreír.
li