Reportaje "EL COMPROMISO DE LA GENERACIÓN Son los que están poniendo los temas sobre la TOUCH"

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JÓVENES SUB 15:

EL COMPROMISO DE LA

GENERACIÓN

TOUCH

Son los que están poniendo los temas sobre la mesa. La última generación de nativos digitales tiene una relación estrecha con la tecnología y mundo digital, incomprendida por los adultos, así como su compromiso político: militan en causas, pero no en las estructuras tradicionales. Y adhieren a ellas como una forma de vida. Por SERGIO CARO.

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unque a muchos adultos les inquiete, no es casual que los actuales sub 15 sean inseparables de las pantallas móviles. Ya no son millennials ni centennials. Los nacidos a fines del siglo XX eran considerados nativos digitales, pero entre 2005 y 2010 se inició una nueva etapa en la humanidad con la aparición de dispositivos que dejaron de incorporar teclados físicos, para ser manejados mediante el tacto. Un artículo publicado en 2013 por The Atlantic mencionaba que un 90 por ciento de padres de menores de 2 años estaban sorprendidos de que sus hijos fueran capaces de operar aparatos como teléfonos o tablets, y la explicación que los expertos consultados daban era que, así como las guaguas eran capaces de comunicarse sin saber hablar, mediante gestos, gracias a que “sus manos son una extensión natural de sus pensamientos”, también eran capaces de desarrollar una relación más cercana con las nuevas tecnologías. Había nacido la generación T o Touch-screen, de la que se está empezando a escribir y estudiar. El sociólogo y académico de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Raúl Zarzuri, experto en culturas juveniles que en la década pasada estudió las tribus urbanas chilenas, habla de “nativos digitales puros”, para quienes hay una integración total con la tecnología, “los dispositivos son parte de su vida” y les permiten conectarse con el mundo, que gracias a esto se ha vuelto más pequeño y cercano, y por eso “muchas causas que a lo mejor en este lado del mundo no tocaban tanto, hoy repercuten en nuestras sociedades por estas conexiones que tenemos”. Claudio Duarte, acadé-

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mico del Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, que ha investigado temas de juventud y generaciones, señala que esto es difícil de entender para los adultos: —Los papás y a veces los profesores dicen ‘ah, mi hijo se lleva todo el día en el celular’, y yo les pregunto qué está haciendo, (y dicen) ‘no sé, debe estar vagando’. Y me he encontrado con testimonios del tipo ‘me acerqué y estaba buscando una tarea o leyendo un texto’. Para ellos estos aparatos son parte de su vida cotidiana, los que nacimos en el tiempo del mimeógrafo o antes no lo logramos entender y cargamos a los jóvenes con un conjunto de estigmas respecto a estas cosas, entonces vienen las descalificaciones. Asimismo, explica: —Se estigmatiza a los jóvenes como que están enajenados detrás de la virtualidad, de las redes sociales y de cualquier plataforma tecnológica. Sin embargo, hace años venimos dándonos cuenta de que para los y las jóvenes el uso de la plataforma digital en sus distintas variantes es más bien un instrumento que les ayuda a su


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socialización: es lo que permite, lo dicen así, armar la previa del carrete, la junta, y también comunicarse para plantear ideas, perspectivas del mundo, a través de canciones, fotografías, memes, etc. Y hoy encontramos que la tecnología está siendo usada por quienes están movilizados para ayudarse, para saber si fuiste a la marcha y volviste a tu casa, si en tu casa no hay luz, entonces cómo ayudarte. En fin, la tecnología para los jóvenes tiene un sentido de uso en su vida comunitaria, un uso positivo. El sociólogo argentino Joaquín Linne, estudioso de los jóvenes y las nuevas tecnologías, afirma en su artículo “Dos generaciones de nativos digitales” (2014) que los “post-mail” tienen como uno de sus rasgos que “suelen vivir la cotidianeidad como un circuito digital copresencial donde no registran diferencias entre las superficies offline y online”. En el paper “Phenomenological features of digital communication” (2013), los investigadores de la Universidad de Zaragoza, Carmen Marta Lazo y José Antonio Gabelas afirman que para los jóvenes su teléfono móvil “es una característica que define la identidad,

ya que les permite reflejar lo que les gusta y parecer únicos, individuales (...). El teléfono móvil ofrece a los jóvenes autonomía y conexión, y les permite evadir el control de los padres y los adultos”. Sobre esto último, el sociólogo Raúl Zarzuri concuerda en que esta generación ha ido desarrollando una mayor autonomía, que incluye formarse una opinión y una visión de mundo propias, que pueden estar en contradicción con la de los adultos: —Los mayores aún piensan que la juventud es un período de transición al mundo adulto, donde se consigue la autonomía, pero hoy no es así. No debemos mirar a estas nuevas infancias y juventudes como transición, sino como un período que en sí mismo tiene alta valía, igual que el mundo adulto. Es una generación altamente crítica que genera respuestas a cosas que a los adultos les parece que no deberían entrometerse, como cuando la ministra (de Transportes) dice esto (el alza del pasaje) no les toca a ustedes, no deberían meterse. Agrega que, de acuerdo a la concepción tradicional de lo que significa ser adulto (asumir las responsabilidades

“Cuando los jóvenes entran “a militar”, por ejemplo en el animalismo o el veganismo, no se deja cuando se pierde la juventud” dice Raúl Zarzuri.

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de un trabajo, pareja e hijos), el límite etario se ha corrido: ya no es a los 18 años, sino que pasa de los 30-35 años. El mercado, en cambio, sí ha entendido esta nueva realidad, “los reconoce como sujetos decidores, que consumen y pueden tomar decisiones”, dice el profesor de la UAH. Los investigadores de la Universidad de Zaragoza sostienen que el segmento de 14 a 18 años, por estar siempre conectados, son en la actualidad el principal objetivo de las campañas de márketing, aún cuando no tengan un poder adquisitivo directo.

CONCIENCIA JOVEN Mientras en el mundo una adolescente sueca lidera la toma de conciencia sobre el cambio climático, en nuestro país los acontecimientos de las últimas semanas se desencadenaron a partir de acciones encabezadas por los jóvenes. No es primera vez que esto ocurre, como observa Raúl Zarzuri: —Los chicos son los que en Chile (han liderado) las transformaciones potentes culturalmente, también en temas de política. Esto abarca desde la forma de entender la sexualidad más allá de los tradicionales patrones heteronormados que introdujeron los denominados pokemones hasta los sucesivos movimientos estudiantiles. Para Claudio Duarte, la conectividad que permite a los jóvenes manejar mayor cantidad de información también los hace tener mayor sensibilidad respecto de los problemas sociales. Zarzuri señala que en ese sentido hay una fractura generacional, en cuanto a que los jóvenes actuales demuestran tener mayor conciencia que los adultos en temas como el medio ambiente, ya que al moverse en un mundo globalizado se forman opiniones que pueden llegar a ser bastante radicales, y no se quedan en eso, sino que sienten que tienen que hacer cambios: —En muchos hogares se deben estar produciendo discusiones de por qué estamos comprando plástico o por qué consumimos carne. Su conciencia del mundo supone también cambios de vida. Duarte sostiene que sienten que tienen que tomar la iniciativa, porque si no, nadie más lo va a hacer: —Lo que nos decían los y las jóvenes, a propósito de la evasión en el metro, era que ellos lo hacían por los adultos. Me decían “ustedes tienen miedo, ustedes no se van a movilizar, nosotros nos movilizamos por ustedes para que esto cambie”. Es como una suerte de solidaridad intergeneracional, son los jóvenes preocupándose de los mayores y de los viejos, cuando tradicionalmente el adultocentrismo lo que nos ha dicho es que son los mayores los encargados de preocuparse de los menores. Es así como las movilizaciones estudiantiles de la década pasada y el llamado mayo feminista de 2018 son ejemplos de cómo los jóvenes han sido capaces de mover a toda la sociedad: —No se quedan en sus propias cosas, sino que ponen en entredicho el entramado social que tenemos, y generan preguntas como qué tipo de sociedad queremos, cosa que no realiza mucho la gente adulta —dice Zarzuri. El académico de la UAH considera que los aconteci-

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Claudio Duarte, sociólogo de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile.

mientos de las últimas semanas en Chile constituyen un estallido social como no se veía desde los años 60, en que también fueron protagonistas los jóvenes. Su colega de la Universidad de Chile destaca el rol que demuestran tener en la instalación de temas de discusión, aun cuando parezca no afectarles directamente, como el alza del pasaje, pero “tienen familias, comunidad y una mirada respecto de la sociedad”, que es más fuerte que la de sus antecesores. Otra muestra de evolución que observa tiene que ver con la equidad de género: —Las mujeres no están en una segunda fila, como por décadas ha sido en las luchas populares, que los hombres las pusieron en segunda, tercera o última línea, o las invisibilizábamos. No, ahora están en primera línea, liderando, proponiendo, conduciendo. Mayo del 2018 nos dejó un eco muy importante y es que las mujeres no están pidiendo permiso para ocupar un lugar, se lo están tomando ya.

PARTICIPACIÓN

Raúl Zarzuri, de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

La crítica que más se viene repitiendo, no solo hacia la presente generación, es la de que a los jóvenes no les interesa participar a través del voto, que es la expresión cívica por antonomasia. El sociólogo Claudio Duarte señala que este es un fenómeno que se viene arrastrando desde hace décadas, cuando a fines de los años 80 se llamaba a inscribirse en los registros electorales para votar en el plebiscito de 1988 y las posteriores elecciones; y ya entonces se observaba que los jóvenes estaban optando por participar en otro tipo de organizaciones, en sus comunidades o lugares de estudio: —(Por ejemplo), el movimiento feminista del año pasado no fue de los partidos, que anduvieron muy perdidos, no sabían cómo reaccionar. Ahí hay un componente generacional que se viene desarrollando hace rato


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en Chile, que los partidos siguen sin saber leer, la misma clase intelectual, otros que simplemente las siguen subvalorando o rechazando. No son capaces de reconocer que en las sociedades contemporáneas y quizás antes también hubo formas de acción política que eran de distinto tipo, (pero) las vamos dejando fuera y menospreciando. Las y los jóvenes hace rato que vienen anunciando nuevas formas de hacer política, que las cruzan sin ningún problema con su práctica deportiva, cultural, musical, no tienen esa separación tan tajante de ámbitos que hacía la política tradicional. Raúl Zarzuri explica que los jóvenes sí militan, pero no de manera convencional, sino que adhiriendo a causas: —Los chicos sí participan, hay una variedad de militancias que no tienen la característica de estar estructuradas en un partido político. No hay que decir que los jóvenes son menos políticos, porque han demostrado que están preocupados en el sentido del bien común. Destaca que hay una gran cantidad de jóvenes haciendo trabajo voluntario, desde entidades tradicionales como el Hogar de Cristo o Un Techo para Chile; a otras menos visibles, como las bibliotecas y preuniversitarios populares que se llevan a cabo en poblaciones. O las acciones de limpieza de las estaciones de metro atacadas en los últimos días. Y agrega que otra característica propia de esta generación es que las causas a las que adhieren se transforman en una forma de vida: —(Cuando dicen) no consumo carne, no es por ahora, eso se va a mantener a lo largo de su vida. Son adscripciones identitarias permanentes, no transitorias. Hoy cuando los jóvenes entran “a militar”, por ejemplo en el animalismo o el veganismo, se transforma en trayectoria de vida, no se deja cuando se pierde la juventud. El ambientalismo es probablemente la causa más transversal en la actualidad para los jóvenes de todo el

mundo, y que tiene como emblema a Greta Thunberg. Pero a la vez se critica una suerte de fatalismo en la postura de que, a diferencia de generaciones anteriores, pareciera asumirse como cercano un eventual fin del mundo. El profesor Zarzuri no lo ve como pesimismo: —Su espíritu crítico los lleva a construir un diagnóstico pesimista si no se hacen cambios. Genera una cierta “angustia” que moviliza, no se quedan estancados. El diagnóstico es que el mundo se puede acabar, no en 10 años, pero la responsabilidad es de nosotros como especie. Lo que hace esa angustia es movilizarlos, por eso están tan comprometidos en una diversidad de causas que les hacen sentido, como el calentamiento global, volviéndose vegetarianos o veganos; se preocupan por la ropa que usan (compran ropa usada o se fijan de donde proviene) o los productos que consumen (que otras personas no sean utilizadas o que no sean probados en animales). Claudio Duarte lo ejemplifica de otra manera, con la convencional afirmación de que los jóvenes son el futuro: —Yo hace unos 20 años les preguntaba a los jóvenes qué opinan ustedes cuando se dice eso, y como que lo aceptaban. Lo pregunté hace dos semanas en un colegio en Calama y todos se empezaron a reír. Decían: “Na’ que ver, nosotros somos el presente, no queremos ser el futuro, el futuro es un mañana que no existe. Nosotros tenemos existencia hoy día, somos el presente”. Entonces creo que la noción por decirlo así de temporalidad también ha ido cambiando: esta idea de que el futuro era una cosa lejana, ellos empiezan a percibir que el futuro es ahora, y que si quieren ser el futuro, tienen que construir el presente. Hay una imbricación dialéctica ahí de presente y futuro muy potente, muy bonita, que uno la puede asociar por ejemplo a la forma de concebir el tiempo de los pueblos originarios de América Latina, que no ven el tiempo como una linealidad de progreso sin fin como el capitalismo, sino que lo ven como una espiral, y en esa espiral el pasado, el presente y el futuro se funden, y el futuro no es mañana, sino que el futuro es lo que estamos construyendo hoy. Eso explicaría también la alerta medioambiental: no hay que esperar a mañana para preocuparse de la contaminación o los bosques, sino que hay que salvarlos hoy. Sobre si los jóvenes ven también una forma de llevar sus planteamientos a la práctica, el sociólogo de la Universidad de Chile concluye: —Estaba mucho más claro que había que salir a cuestionar y criticar el modelo que proponer una alternativa. Eso yo creo que está en construcción, y como adulto creo que no tenemos que pedírselo a los jóvenes, lo tenemos que construir entre todos. Entonces yo esperaría que en este proceso de construcción de un nuevo orden se escuche a las y los jóvenes, porque tienen cuestiones que decir. No van a hacer una plataforma como esperarían los adultos, no se van a convertir en congresistas posiblemente, pero hay otras vías en las cuales sí están opinando, planteando alternativas. Pero lo que se requiere es que la sociedad adulta vaya enfrentando ese adultocentrismo y los escuche. n

“Ellos empiezan a percibir que el futuro es ahora, y que si quieren ser el futuro, tienen que construir el presente”, señala el sociólogo Claudio Duarte.

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