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I. EL NACIMIENTO DE LA TRAGEDIA EN GRECIA
El Drama
El origen y el desarrollo del drama
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La palabra «drama» («δρᾶμα», del verbo δρῶ, actuar) se refiere a la praxis, a la creación, cuyo contenido, cómico y trágico no es recitado como en la épica y la poesía lírica, sino en la escena por los «personajes» («ὑποκριταί») que participan en el desarrollo del diálogo y la mímesis6, y representan las acciones, los «hechos» («δρώμενα»).
6 El término μίμησις, usado por Aristóteles, es generalmente traducido por «imitación» o «representación».
Las primeras semillas del drama deben buscarse en los satíricos dóricos y en los coros trágicos de los adoradores de Pan, dios pastoril de los montes arcadios. También en otras partes de Grecia se representaban escenas, principalmente de contenido religioso, como el nacimiento de Zeus en Creta, el matrimonio de Zeus con Hera (Creta, Samos, Argos), el rescate de los jóvenes del laberinto por Teseo (Delos), los misterios eleusinos, etc. Algunos sostienen que las especies del drama tienen origen peloponesiaco; pero fue en el Ática donde, principalmente, fue formado y perfeccionado el drama como especie literaria.
En el Ática, el drama estuvo relacionado con las fiestas en honor a Dio- niso, las cuales incorporaban muchos elementos dramáticos. Allí, esos elementos estuvieron vinculados a los «hechos» de la vida del dios. Bajo la instrucción del corifeo, quien representaba al maestro de Dioniso, Sileno, los adoradores se vestían como seguidores del dios, es decir, como sátiros, y representaban con movimientos imitativos, cantos llenos de vida y con el acompañamiento de flautas el mito del nacimiento, de la formación, de las eventualidades, de los sufrimientos y de la muerte de Dioniso.
El canto, en el cual predominaba la música y el baile, era llamado «ditirambo» («διθύραμβος»), y devino con el tiempo en el género literario del mismo nombre. La adoración a Dioniso afianzó su carácter panatenaico en el interior de la ciudad, y su carácter panagrótico (agrícola) en el Ática rural de Pisístrato.
Durante el gobierno de Pisístrato se organizaron las Pequeñas Dionisiacas, Mientras que, en Atenas, se organizaron las Grandes Dionisiacas. Se instituyó también un coro de cincuenta hombres, quienes representaban a los sátiros y cantaban el ditirambo alrededor del altar, coronados con yedra, la planta sagrada del dios, y vestidos con pieles, llevando colas y cuernos; por esto, también fueron llamados «chivos» («τράγοι»).
Un elemento básico de las actuaciones era el ditirambo, que era parecido a un diálogo dividido en dos partes (ἡμιχόρια). Del improvisado y rústico ditirambo derivó, de forma gradual, la poesía dramática. Por otra parte, del ditirambo «serio» («σοβαρός»), que era cantado en las Leneas por los adoradores que participaban en la fiesta para celebrar la pasión del dios, procede la tragedia.
La otra especie de drama, la comedia, proviene de los denominados «cantos fálicos» («φαλλικὰ ἄσματα»)7. Paralelamente a estas dos especies, fue creado el «drama satírico»
7 Eran llamados «fálicos» por el «falo», es decir, igual al miembro masculino, símbolo de Dioniso. En las fiestas báquicas, el «falo» era conducido por borrachos, con cantos orgiásticos y obscenos, llamados «κώμοι».
(«σατυρικὸν δρᾶμα»), llamado de esta manera por el baile de los sátiros. La apariencia cómica de estos y su desenfrenada alegría añadieron a este género una extraña característica: la confluencia entre lo ridículo y lo serio.
Se estableció que el drama satírico fuese representado luego de la trilogía de las tragedias, para levantar el ánimo de los espectadores. Los certámenes dramáticos Los dramas eran representados durante las fiestas de Dioniso, empezando por las Leneas, pasando por las Grandes Dionisiacas o Dionisiacas de la ciudad (ἐν ἄστει Διονύσια). En las Pequeñas Dionisiacas o Dionisiacas de los campos (ἀγροὺς Διονύσια), se realizaban solamente repeticiones de tragedias y de comedias. La fiesta de las Grandes Dionisíacas duraba seis días (desde el nueve hasta el catorce del mes de elafebolión, es decir, hacia el final del mes de marzo).
Iba precedida de letanías cortas, pero durante la mayor parte de la fiesta se omitían las presentaciones teatrales. El grupo artístico de la fiesta participaba en el certamen de ditirambos.
Los certámenes dramáticos duraban cuatro días. Durante tres días se impartían «exposiciones» («διδασκαλίαι») de poetas trágicos, cada uno de los cuales debía presentar tres tragedias y un drama satírico; al cuarto día, se realizaba una presentación con cinco comedias de los mismos poetas.
La festividad terminaba con una concentración en la iglesia del pueblo (
), donde se valoraba el éxito de cada participante y la contribución de los responsables, principalmente de quien había sido nombrado jefe.
La organización y vigilancia de las fiestas estaba a cargo del «escogido entre los jefes» («ἐπώνυμος ἄρχων»), quien, a continuación, con la renovación de su jefatura, se preocupaba por la organización de las fiestas, por la elección de los poetas que se presentarían en la escena, de los actores («ὑποκριτῶν») que interpretarían los roles básicos, y de los «donantes» («χορηγῶν»). Los «donantes» eran ricos ciudadanos atenienses a quienes se perdonaba por extensión la obligación de pagar impuestos («χορηγία»), para que solventaran los gastos de exposición («διδασκαλία») del drama.
El principal gasto estaba destinado a la preparación del coro (la conservación y elemental indemnización de cincuenta bailarines, la casa, el alimento, los ensayos, etc.), la provisión de las vestimentas, la pesquisa (búsqueda del flautista, del maestro de baile), etc.
El certamen era juzgado por diez ciudadanos atenienses, quienes eran escogidos por su parentesco en el primer día de los certámenes. La elección se realizaba entre cien candidatos. Estos representaban al anónimo espectador promedio. No había distinción entre ricos y pobres, pues el gobierno donaba a los pobres (en teoría) el valor del boleto.
El «προάγων» («preludium certaminis») era la alocución inicial con que cada poeta presentaba un resumen de su obra al donante, a los actores y a los miembros del coro. La elección se realizaba con toda la integridad posible; aunque, algunas veces, era posible que los jueces se guiaran de la simpatía y de la antipatía, seguramente por influencia de los espectadores. En el primer día, los poetas, los donantes, los actores, los músicos y los bailarines se presentaban coronados. Las presentaciones de las tetralogías empezaban al alba del siguiente día. La secuencia del certamen estaba formada por las denominadas «primaria» («πρωτεῖα»), «secundaria» («δευτερεῖα») y «terciaria» («τριτεῖα»).
Esta última era presentada al final de las fiestas junto a la iglesia del pueblo. Con motivo de la victoria, el donante proporcionaba un trípode de mármol, que era conducido al templo del dios del festejo. Los trípodes eran colocados sobre una base de mármol con altorrelieve. Testimonio de todo esto es el denominado «Monumento a Lisícrates» («Μνημεῖον τοῦ τους»), conservado en Atenas. Varios catálogos de dramas, que contenían el título del presentador del drama, los nombres del poeta, del donante, la cronología de la presentación y la oportunidad del premio, eran colocados y compartidos en la caja pública. Estos catálogos eran llamados «exposiciones» («διδασκαλίαι»). Con el nombre «exposición» también se denominaba a toda la preparación y la presentación de la escena que, de alguna manera, se complementaba con la iluminación y con la profesión patriótica y religiosa de los espectadores.
La Tragedia
La afirmación de que la palabra tragedia significa «canto del macho cabrío» («ᾠδὴν τράγου»), porque los danzantes estaban cubiertos con pieles de chivo («motivo por el cual eran llamados machos cabríos», «διʼ ὃ καὶ τράγοι ἐκαλοῦντο») y representaban a sátiros, «los socios de Dioniso», no es generalmente aceptada. Según otra hipótesis más potente, la palabra tragedia no es el «τράγων ᾠδή», el canto de los machos cabríos, es decir, de los bailarines que adoptaban forma de chivo, sino proviene de «τραγῳδός» (τράγος+ἀοιδός, y abreviado, ᾠδὸς), esto es, del canto del coro trágico, referido tanto a la ejecución de la tragedia como a lo cantado (ᾄδων ὁ ἴδιος); era el canto de los machos cabríos porque los actores estaban vestidos con pieles de machos cabríos, y porque el macho cabrío era entregado como premio al vencedor de los certámenes trágicos y, asimismo, porque las representaciones de las antiguas tragedias eran complementadas con el sacrificio de machos cabríos. Antiguamente, el «trágico», el poeta de la tragedia, tomaba parte en la representación como «actor» («ὑποκριτής»), es decir, como intérprete, y como heraldo (ἀποκριτής =mensajero, heraldo de las representaciones).
Los cantos trágicos fueron fundados por los dorios; luego, este género fue cultivado en Atenas, donde fue desarro- llado en profundidad y donde alcanzó la plenitud como género dramático. La base de los coros trágicos era el «ditirambo» (Campbell, 2004: 131), canto coral de adoración dionisíaca, que primitivamente fue diseñado e interpretado por el corifeo (κορυφαῖος), el director del ditirambo quien era seguido por los miembros del coro. En la Poética, Aristóteles escribe que la tragedia estaba compuesta originalmente de elementos dispersos, de pequeños mitos festivos; pero, más tarde, adquirió su solemnidad característica, «se hizo solemne» («ἀπεσεμνύνθη»).
Heródoto (A’, 23) afirma que, en Corinto, en la época del tirano Periandro
(627-587 a.C.), el poeta Arión fue el primero que compuso, enseñó y dio nombre al ditirambo. Según esta fuente, el arte del ditirambo8 tuvo su origen a inicios del s. VI a.C.
En el Ática, donde fue cultivado este género, «la poesía dórica cantada ensombreció a la jónica recitada» y, alrededor del año 534 a.C., Tespis fue el primero que enseñó el arte dramático. Su decisiva innovación fue que introdujo al actor principal y, de esta manera, empezó la inte- racción entre el coro y el protagonista. Más tarde, Esquilo incorporó al segundo actor, Sófocles al tercero y, de este modo, la tragedia obtuvo su forma definitiva. Los tres actores ejecutaban diferentes roles y esto diferenciaba al protagonista (προταγωνιστής) del actor secundario (δευτεραγωνιστής) y del terciario (τριταγωνιστής). Aparte de estos, existían también personajes mudos («βωβά») como acólitos y guardaespaldas («escoltas»). Los acólitos llevaban vestidos diferentes a los del coro, que eran lujosos y de muchos colores. Su cuerpo era medido por sus «botas» («κοθόρνων») pues tenían que vestirse como personajes heroicos. Sus personajes estaban cubiertos con una máscara temible. No se descartaba el intento de aparecer con sus rostros naturales, pero se prefería la apariencia sobrenatural. Las mujeres se vestían de hombres.
Inicialmente, el coro estaba formado por doce miembros; más tarde, Sófocles aumentó los miembros a quince. El aparecimiento del coro, de la música y de los cantos corales producía gran impresión estética. Muchas veces, los ejercicios corales conducían al espectador a otro ámbito y a concentrarse en los problemas generales de la vida humana. Con el predominio del diálogo, el coro dejó de ser el principal elemento de la tragedia.
Mientras se desarrollaba la tragedia, el diálogo adquirió vida, y «no anocheció en su ser», según la expresión de Aristóteles. La tragedia «llegó a ser texto dramático desde la declamación de la poesía». En Filοctetes de Sófocles, por ejemplo, las obras corales forman la sexta parte del conjunto de la obra. Más tarde, sobrevino a las obras corales no ser simplemente «parte del todo» («μόρια τοῦ ὄλου»), sino también «injertos», es decir, creaciones dramáticas añadidas al mito. Hay que agregar que el coro podía cambiar igualmente de vestimenta, de acuerdo a las exigencias del mito, o para presentarse, según la ocasión, como coro de varones o de mujeres.
Definición de tragedia
Según una definición acertada, «tragedia significa exposición dramática- más exactamente teatral- de un mito tradicional con el instrumento expresivo del texto poético». Aristóteles, en su Poética (1449b, 24), definió a la tragedia como sigue:
«Ἔστιν οὖν τραγῳδία μίμησις πράξεως σπουδαίας καὶ τελείας μέγεθος ἐχούσης, ἡδυσμένῳ λόγῳ χωρὶς ἑκάστῳ τῶν εἰδῶν ἐν τοῖς μορίοις, δρώντων καὶ οὐ δι᾽ ἀπαγγελίας, δι᾽ ἐλέου καὶ φόβου περαίνουσα τὴν τῶν τοι- ούτων παθημάτων κάθαρσιν.»
[«La tragedia es, pues, la representación de una acción importante y completa -es decir, con inicio, nudo y desenlace-, que tiene cierta extensión (duración) y un texto adornado (un texto literario agradable); está dividida en diferentes partes (diferente metro en la parte de los diálogos y melodía en las partes cantadas), es representada por personajes vivos y no a través de una simple recitación; y provocando la simpatía y el miedo del espectador, lo purifica de pasiones similares»].
La interpretación de esta definición aristotélica convoca y provoca muchas interrogantes y contradicciones entre los filólogos, principalmente con relación a la última parte (la purificación).
La catarsis (κάθαρσις, purificación) es el paso final en el proceso de expiación y alivio que experimenta el espectador de la tragedia. A este le preceden la compasión (ἔλεος), en que los asistentes, conmovidos al escuchar los sufrimientos expresados en el drama, hacen suyos los dolores de los protagonistas, y el miedo (φόβος), o sea, el momento de mayor tensión y sobrecogimiento experimentado por el espectador de la obra ante el anuncio de la catástrofe y su posterior cumplimiento.
Partes de la tragedia según su calidad (κατὰ ποιόν)
De acuerdo a Τζουγανάτος (1975: 54), las partes de la tragedia, según su calidad, son las siguientes:
1) El alma de la tragedia es el mito; es decir, el argumento mítico y la trama de los acontecimientos que posee el mito. Evidentemente, el argumento tiene que ser serio, simple y significativo. Es decir, para que sea apropiado como tema de la tragedia, el mito debe poseer las siguientes características: a) Sentimiento («πάθη»), esto es, hechos que pueden mover al miedo y a la conmiseración de los espectadores; b) Peripecias («περιπετείαι»), las cuales conducen a diferentes desarrollos de los hechos; c) Reconocimiento («Ἀναγνωρίσεις») de los personajes, es decir, cambio de lo desconocido a lo conocido. Es necesario que existan estos elementos en el mito para provocar la conmoción trágica (Ἀριστοτέλης, 1991: 212; 1452a, 35).
2) El ethos (τὸ ἦθος), o sea, las acciones de los personajes, como aparecen en sus palabras y en sus actos.
3) La palabra (ἡ λέξις), esto es, la forma expresiva (el lenguaje y el tono).
4) El juicio (ἡ διάνοια), es decir, las ideas que se expresan en las acciones de los personajes.
5) La composición (ἡ μελοποΐα), o sea, la calidad de los fragmentos de música (metros y ritmos), como se utilizan en la tragedia.
6) El aspecto (ἡ ὄψις), que incluye la escenografía y, generalmente, la apariencia; la forma de presentación y de la apariencia de los actores. Según Aristóteles, el aspecto (ἡ ὄψις) es un elemento secundario de la tragedia.
Partes
de la tragedia según su cantidad (κατὰ ποσόν) a) Prólogo ( πρόλογος). ― En la tragedia antigua, era denominada así la parte del diálogo que precedía al primer canto del coro, es decir, al «πάροδος». Según la tradición, Tespis fue el primero que propuso el prólogo para facilitar la presentación del mito. A causa de su utilidad, el prólogo era presentado como un largo monólogo de carácter recitativo. El prólogo fue delimitado de manera más precisa por Sófocles, quien muchas veces introdujo dos actores dialogantes. El prólogo situaba al espectador en la temática de la obra. b) Episodios (ἐπεισόδια). Se denominaba así a las partes dialógicas que se- guían a los cantos del coro. Su nombre proviene del «ingreso» («ἐπείσοδον», similar a ἐπεισέρχομαι= ingresar a algún lugar) de los actores después de la entrada del coro; de forma parecida a los «actos» («πράξεις») en las obras teatrales contemporáneas. En los episodios, se desarrollaba el argumento dramático. En los dramas antiguos, cuando la forma de la obra teatral no había sido perfeccionada, no se distinguía con precisión el prólogo de los episodios. c) Salida (ἔξοδος).― Se denominaba así a la parte dialógica de la tragedia que seguía a la última estación. Se le daba este nombre desde el momento en que el coro se separaba de la or- questa, precedido del flautista, quien interpretaba el «tema de salida» («ἐξόδιον»).
Las partes de la tragedia, según su cantidad, son los actos de la obra que se pueden tomar separadamente, es decir, como distintas partes de un todo. Mientras que según la calidad no es posible tomar las partes «separadamente», sino como elementos inseparables de un todo, según la cantidad es posible tomar a las mismas separadamente.
Según la cantidad, la tragedia se divide en 1) una parte de diálogo, y 2) una parte coral. Y la parte dialógica se divide en prólogo, episodios y salida; la parte coral en pasaje y estaciones.
Las partes corales eran las siguientes: a) El pasaje (ἡ πάροδος) .― Era el primer canto coral, interpretado por el coro mientras avanzaba en su marcha, es decir, cuando ingresaba hacia la orquesta, hasta reconocer su ubicación. b) La estación (ἡ στάσιμα).― Así se denominaba a las partes corales que cantaba el coro en medio de los episodios, colocándose de pie en la orquesta. Sin embargo, el «colocarse de pie» («ἱστάμενος») no debe entenderse como «estar de pie inmóvil» porque los cantos del coro estaban unidos a movimientos dancísticos, pero con la idea de no abandonar el lugar de la orquesta.
Las estaciones, en la época del desarrollo de la tragedia, fueron sintetizadas en numerosas estrofas métricas (estrofa-antistrofa-epodo). El tema de las estaciones está relacionado con el desarrollo del diálogo; era posible, no obstante, dirigir la atención del espectador a otros problemas más generales. Algunas veces, el coro anunciaba su alegría y entusiasmo por medio de un canto, el denominado hiporquema, que iba acompañado de una danza efusiva (ver nota 4).
En ocasiones, el drama era completado, aparte de los principales cantos corales (πάροδος-στάσιμα), con otros trozos líricos más pequeños; a saber, con las canciones de la escena, interpretadas por un actor, y otros fragmentos (κομμοί). Aristóteles caracteriza al fragmento como un «lamento común del coro en la escena», es decir, «un alternar lírico entre el actor y el coro». Este canto lastimero era interpretado alternativamente por el actor y el coro, según el orden previamente establecido. El modelo del fragmento es el canto lastimero de Antígona en la tragedia homónima de Sófocles. Aquel fragmento era cantado por la heroína y el coro, cuando aquella intentaba ser escuchada mientras era enterrada viva.