Fiesta de Los Tableros, Valdefuentes (Cáceres) Fotografía: Clara Macías Sánchez
CURSO ONLINE.
LA SALVAGUARDIA DEL PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL: CONCEPTOS,
CRITERIOS Y METODOLOGÍAS.
Unidad Didáctica 13.
El impacto de las actividades de salvaguardia en el Patrimonio Cultural Inmaterial
Clara Macías Sánchez. Universidad de Extremadura.
© Clara Macías Sánchez1. INTRODUCCIÓN1
La redefinición contemporánea de lo cultural, particularmente en cuanto a su ampliación, ha generado categorías abarcadoras y flexibles, como es la de patrimonio inmaterial. Esto supone el auge de expresiones culturales de grupos tradicionales, étnicos y populares, como parte de la pluralidad de culturas legitimadas por la institucionalización del giro multicultural del concepto de Estado-nación Como parte de este fenómeno, en los últimos años se ha producido una proliferación de patrimonializaciones en el ámbito de la UNESCO, especialmente en la inscripción de bienes en las listas de PCI. La Convención de PCI del año 2003 ha conseguido en dos décadas 181 ratificaciones. Es, por tanto, de las promulgadas por el organismo supranacional, la que más rápido ha crecido. Hasta tal punto las entidades y colectivos protagonistas se han implicado en estas dinámicas que la UNESCO ha tenido que limitar las propuestas a presentar por los distintos Estados Parte.
La aparición del concepto de PCI en el ámbito patrimonial implica, entre otras cosas, el paso del concepto de conservación al de salvaguardia. En el caso del PCI se afirma que la protección hay que aplicarla a los contextos de reproducción, y no a los productos derivados de las prácticas. De hecho, la caracterización del PCI como manifestaciones vivas y cambiantes, transmitidas generacionalmente y en la mayoría de los casos de forma oral, son aspectos que se han definido como distintivos y, por tanto, que han condicionado la formulación de las acciones de protección.
La definición UNESCO de salvaguardia reza que esta ha de garantizar la viabilidad del PCI, comprendiendo acciones de identificación, documentación, investigación, protección, promoción, valorización, transmisión y revitalización. A partir de la ratificación de la Convención, el Estado Parte en cuestión asume la obligación de identificar y definir el PCI de su territorio, y esto supone el inicio de la era de los inventarios. A lo anterior, se le suma la creación de órganos gestores, el fomento de estudios, el fortalecimiento de la presencia en la educación, y la generación de garantías del acceso de la ciudadanía.
1 Esta Unidad Didáctica es parte del proyecto de I+D+i “Las declaraciones de Patrimonio Cultural Inmaterial UNESCO. Impactos, efectos y consecuencias” (PID2022138651NB-I00), financiado por por MCIN/AEI/10.13039/501100011033 y “FEDER Una manera de hacer Europa”.
Desde los inicios de la formación del nuevo concepto de PCI a inicios del siglo XXI se han venido expresando los riesgos de la apropiación de los recursos culturales y la preocupación sobre la autoridad en la proclamación del PCI. Algunas de las consecuencias y problemáticas que se derivan de la Convención y la puesta en marcha de las declaraciones por el sistema de listas, muy cuestionado por su efectividad para el caso de los PCI, tienen relación con la falta de precisión sobre lo que se entiende por salvaguardia. Esta indefinición no es tanto desde el punto de vista teórico, sino en su aplicación en la práctica, lo cual se establece sin mucho éxito en las Directrices Operativas para la aplicación de la Convención (2008). Con posterioridad, las propuestas asociadas a la Convención se han ido modificando y ajustando en las sucesivas reuniones del COM.
Los problemas más importantes identificados en la falta de concreción de las medidas de salvaguardia están relacionados, por un lado, con la dificultad de establecer medidas legales adaptadas a la diversidad de expresiones que abarca el PCI y la ambigüedad misma del concepto. Por otro lado, se vinculan a la definición del PCI como algo vivo, dinámico y en permanente cambio, y en cómo afecta esto a las regulaciones. La transmisión generacional por tanto surge como un aspecto central, en el que las comunidades e individuos adquieren un rol fundamental. La salvaguardia necesita incluir la preservación de los contextos sociales y culturales en los que las expresiones son reproducidas y transmitidas, pero proponer acciones de protección en este sentido implica grandes desafíos.
Fiesta de La Mare de Deu de la Salut, Algemesí (Valencia). Fotografía: Celeste Jiménez de Madariaga
El análisis del impacto de las actividades de salvaguardia es un campo aún incipiente. Las investigaciones específicas que tratan los efectos de las candidaturas son escasas y parciales, si bien existen importantes especialistas trabajando sobre aspectos generales del PCI y estudios de caso concretos. Sin embargo, los estudios de impacto son necesarios para contribuir a la propuesta de soluciones en los desafíos que enfrenta hoy día la gestión del PCI relacionados con el turismo, los procesos identitarios, las negociaciones del concepto de autenticidad, la necesidad de convivencia, o la convergencia de lo tangible e intangible, entre otros.
2. ACTIVIDADES DE SALVAGUARDIA Y SUS EFECTOS
El patrimonio inmaterial se ha instaurado recientemente como un campo prominente de la política pública, lo cual se entronca con la conversión de la cultura y la diversidad en recurso y alternativa de desarrollo económico y social. Uno de los efectos más patentes es la definición y expansión de lógicas institucionales, jurídicas y administrativas de la puesta en valor del patrimonio, o lo que también puede denominarse patrimonialización. La irrupción de un nuevo paradigma ha suscitado la reconfiguración del ámbito público, ha renovado los agentes de este campo y ha articulado nuevas apuestas simbólicas y económicas. Desde mediados del siglo XX tanto organismos internacionales como los Estados han creado regulaciones del PCI, diferentes en naturaleza y objetos, que abarcan desde normativa internacional a leyes y recomendaciones locales o regionales.
Las medidas de salvaguardia reguladas en la legislación de PCI pueden agruparse en: creación de inventarios, catálogos, bases de datos, atlas; reconocimiento de ciertos elementos del PCI creando listas representativas o aplicando sobre ellos una especial protección; estudios científicos y documentación audiovisual de las manifestaciones; promoción de acciones de gestión y transmisión patrimonial; y formulación de sanciones sobre acciones que vayan contra el patrimonio y los derechos culturales de los portadores.
de Las Purificás, Monroy (Cáceres). Fotografía: Clara Macías Sánchez
La patrimonialización es potencialmente un medio eficaz para definir singularidades y realzar la memoria histórica, por la capacidad simbólica que los elementos patrimoniales tienen y su eficacia para crear discursos que legitimen identidades culturales. Sin embargo, habitualmente se sustenta sobre un discurso autorizado por las instituciones basado en unos supuestos beneficios que no siempre responden a las expectativas generadas en los diferentes agentes sociales implicados. Algunos estudios muestran que frecuentemente se produce una disociación de intereses entre los promotores legales que impulsan o apoyan los procesos de inscripción en las listas UNESCO, los agentes institucionales que lo hacen viable y los protagonistas del patrimonio.
La Lista Representativa del PCI de la UNESCO es una medida de protección, la más popular, ilustrativa de la diversidad y contribuyente a la conciencia de su importancia. En principio, el objeto de esta lista es la preservación y salvaguardia del patrimonio. Sin embargo, el contexto actual implica, en numerosos casos, una fuerte competencia territorial por la diferenciación de los destinos turísticos Si bien el concepto del PCI se caracteriza por la heterogeneidad en las expresiones que abarca, este sistema distingue ciertos elementos que compiten por ser reconocidos, protegidos o promocionados. Se ha instaurado así una lógica de inclusión y exclusión de bienes que circulan en el mercado simbólico del patrimonio. Aunque otro de los potenciales efectos positivos de esta medida es lograr un incremento del apoyo institucional para
la protección de la expresión inscrita, no siempre los protagonistas del patrimonio entienden como positivo la institucionalización de lo que consideran “su patrimonio”, más aún cuando este se extiende a niveles globales en referencia a toda la humanidad.
Una de las aportaciones significativas de la Convención de 2003 es su principio participativo, es decir, el papel que se le otorga a las comunidades, grupos e individuos. Teóricamente son los protagonistas del PCI los que tienen que tomar las decisiones acerca de los procesos de patrimonialización. Pero a su vez, son los Estados los únicos interlocutores válidos ante la UNESCO, y la realidad observada manifiesta que son las administraciones públicas y técnicos los que acaparan la gestión. La aspiración por conseguir un reconocimiento UNESCO es fundamentalmente impulsada por los agentes políticos y empresariales, lo cual sobrepasa los objetivos culturales que argumentan las declaraciones.
Lograr una distinción UNESCO lleva aparejado la promoción de recursos patrimoniales para el desarrollo de actividades turísticas. Este fenómeno es paralelo a las transformaciones del turismo en las últimas décadas, principalmente su diversificación. La aparición del llamado turismo cultural ha derivado en el turismo patrimonial, en el que los reconocimientos UNESCO suponen una certificación valorada por el turista y rentabilizado por las empresas turísticas Ha aparecido una suerte de “marca UNESCO”, entendida como valor añadido a las expresiones culturales que gozan de esta distinción, vinculada a ciertos atributos: calidad, singularidad, visibilidad.
La relación entre lo material y lo inmaterial es una discusión que se ha mantenido desde el inicio de la llegada del nuevo paradigma patrimonial del PCI. Los objetos asociados a las prácticas rituales, por ejemplo, han planteado acciones de intervención sobre los mismos que permitieran la continuidad de las prácticas mismas, como por ejemplo su sustitución por copias. En cualquier caso, medidas como esta deben ser valoradas en cada caso particular.
El papel de los museos es fundamental en las acciones de documentación y difusión. Los museos son uno de los lugares donde se puede custodiar los elementos materiales del PCI. La documentación ha de realizarse idealmente a través de la investigación y de la reconstrucción del PCI, su evolución y significado. En cuanto a la difusión, la teoría museológica contemporánea afirma que el discurso ha de crearse junto a las comunidades portadoras a través de sus testimonios o la documentación asociada. Sin embargo, la realidad es que la mayoría de los museos o centros de interpretación de carácter etnográfico tienen falta de personal especializado y muchos problemas de financiación.
Los inventarios son el instrumento obligatorio que ha tenido mayor impacto en el campo patrimonial en las dos últimas décadas, se considera el primer paso de la salvaguardia y la herramienta clave de la Convención. Por un lado, han ayudado a establecer este nuevo concepto de patrimonio, por medio de la formulación de una definición de PCI ampliamente aceptada. En segundo lugar, han logrado despertar interés en la dimensión intangible del patrimonio en los ámbitos académico, político, económico y de sociedad civil. Son concebidos idealmente como inacabados, nunca considerados exhaustivos y con el compromiso de su actualización regular. Pero diseñar un inventario de PCI significa acercarse a la perspectiva del patrimonio material: concebirlo como propiedad, como cosas que pueden ser identificadas, delimitadas, definidas y clasificadas de una forma clara y objetiva. Significa separar el patrimonio como producto del proceso social de creación, uso y valoración.
La Convención hace alusiones directas al papel de la salvaguardia del PCI como fuente de desarrollo económico, aunque no sitúa en el foco de la misma a las actividades turísticas. Como se ha comprobado en años posteriores, es precisamente la industria turística el principal motor económico del PCI. Los procesos de patrimonialización generan tensiones entre la valoración de la diversidad de quienes producen los bienes culturales frente a la abstracción de la humanidad, la nación o la región a cuyo beneficio empiezan a pertenecer cuando son patrimonializados. A la vez revelan la explosión de identidades étnicas y culturales representadas como “tradicionales”, así como los agenciamientos que las acompañan, los cuales se multiplican con la puesta en marcha de las políticas del patrimonio inmaterial con su expansión de consumo y mercados culturales. Los conocimientos de los grupos se convierten en objetos de comercio y su espiritualidad en experiencia de consumo, sus fiestas populares en espectáculos, sus tradiciones culinarias en gastronomías, y las expresiones de su cultura en objetos para el consumo urbano y turístico.
Otro de los efectos destacable en cuanto a la mercantilización del PCI es lo que se ha denominado el uso estratégico de la diferencia, es decir, buscar la visibilidad para la interlocución política, o utilizarla como ventaja competitiva de mercado La cultura se considera actualmente un recurso o bien, por tanto, que se posee, susceptible de compraventa y potencialmente sujeto a derechos de propiedad.
Derivado de la gestión de estos discursos se ha reclamado la intervención del conocimiento experto y la creación de espacios institucionales para los nuevos especialistas
El turismo ha sido considerado pieza clave en el desarrollo económico, tanto de países del norte como del sur geopolíticamente hablando, con el consecuente impulso gubernamental en las últimas décadas como parte de la afirmación del modelo económico capitalista. Muchas de las expresiones calificadas como PCI han sido consideradas importantes como motor en la producción de mercancías culturales de consumo turístico, utilizado para promover un lugar o centro de atracción turística. Las realidades son diversas y el binomio patrimonio/turismo supone diversos factores que pueden llegar a contrariar la protección del patrimonio, así como los beneficios para todas las partes implicadas.
Son pocas las investigaciones centradas en el PCI y el turismo, y a pesar de esto, es el ámbito relativo al impacto de actividades de salvaguardia en el que existen los más importantes estudios. La representación para el turismo de distintas prácticas culturales definidas como PCI puede generar una resignificación de la identidad cultural, reforzar la autoestima y objetivar la propia existencia a partir de la mirada de los turistas. Aun faltan investigaciones sobre los efectos del uso de la marca UNESCO aplicadas al PCI, pero es probable que en algunos casos desempeñe un importante rol en la creación de consciencia entre los turistas, promoviendo un lugar específico, incluso contribuyendo a la mejora la calidad turística en el destino, al comprometerse con una gestión turística sustentable y obligaciones de protección. Los principales efectos favorables que recoge la literatura científica son el incremento de número de visitantes, el aumento de ingresos, así como la mejora de la planificación y la gestión turística sostenible
La intensificación y diversificación del turismo puede contribuir al aumento de la concienciación patrimonial, si los beneficios económicos recaen en las comunidades locales. El reconocimiento y la conciencia patrimonial pueden impulsar la cohesión social, motivando en ocasiones la agrupación de colectivos y asociaciones con intereses diversos. La emergencia de las nuevas demandas turísticas impulsa la diversificación de las economías, incluso el abandono de los ámbitos productivos tradicionales en crisis o poco rentables. El incremento del turismo provoca una terciarización de la economía que puede incentivar mayor atención al PC en tanto que atractivo turístico. Otro beneficio derivado de la actividad turística que se ha defendido es su contribución a la salvaguardia del patrimonio. Según este argumento, si no fuera por el interés de los visitantes muchas de estas expresiones se habrían perdido. De hecho, el turismo incide en la revitalización del patrimonio, cuando este estaba denostado u olvidado. A pesar de que algunos elementos del patrimonio cambien su uso y significado, desde algunos estudios se sugiere que se desarrollan y reproducen con utilidades en nuevos contextos para la tradición. Quizás la cuestión fundamental esté en hasta qué punto se favorece que los reproductores de este patrimonio puedan decidir cuál es el límite de cambio aceptable para una manifestación cultural, su definición del umbral entre adaptación y desvirtuación.
La consideración del PCI como un recurso para incentivar el turismo es evidente, y con ello potencialmente el desarrollo económico local. Pero esto a veces colisiona
con la salvaguardia de las expresiones y con las significaciones que poseen para los colectivos protagonistas. La relación entre valor patrimonial y rentabilidad turística produce constantes tensiones entre efectos positivos y negativos. La atracción del turismo sobre el PCI puede provocar la presencia masiva de turismo producida por una clara mercantilización del patrimonio, al utilizarlo como producto en el que se prioriza a los visitantes, y no como recurso para las economías locales. Esto se intensifica por la acción de los políticos y administraciones responsables, que politizan la gestión del patrimonio al servicio de intereses particulares y partidistas. Estos reconocimientos se interpretan como un éxito político y un plus de prestigio para los agentes responsables de la gobernanza. La mercantilización y politización pueden distorsionar las expresiones hasta el punto de que se pierdan significados o se generen nuevas interpretaciones para turistas. Es la escenificación y espectacularización del patrimonio para turistas lo que provoca una alteración del entorno cotidiano y el espacio vivido.
Fotografía:
En ocasiones los distintos intereses de los agentes implicados divergen, incluso entran en conflicto. En el caso del PCI, los procesos que están vinculados al mercado turístico pueden considerarse vinculados a una suerte de industria de la identidad, en la que la diferencia se presenta y mercantiliza a través de complejos instrumentos del mercado como el dinero, la comodidad, la publicidad o el precio, lo cual provoca un alto riesgo a domesticar lo que en muchos casos se consideran formas de vida diferente a las hegemónicas
Entre los cambios estéticos que se han identificado se encuentra la denominada estilización, gentrificación o aburguesamiento, cambios estéticos que desembocan en un proceso de homogeneización. Otros procesos negativos son el “congelamiento”, la repetición continua de un limitado repertorio, según las preferencias de las demandas del turista. La transformación estética implica unos cambios en los significados y las formas de relación social. El problema de llevar las prácticas culturales a la industria de la identidad no termina en la cuestión estética, sino que tiene efecto en las personas que lo producen, ya que se miran a través de los ojos de los turistas. Es decir, a las comunidades y grupos el mercado los convierte en productores de objetos turísticos, pero también en sus consumidores.
Actividad educación ambiental en los corrales de pesca, Rota (Cádiz).
Fotografía: Fermín Seño Asencio
En numerosas ocasiones se ha planteado que una práctica cultural puede asegurar su continuidad a través del mercado turístico. Sin embargo, es necesario tener en cuenta los procesos de cambio que existen al reproducir una práctica cultural en un contexto turístico. No hay un solo tipo de turismo ni de turista, según los distintos agentes que intervienen en la definición y el impulso del mercado turístico, pueden ser empresas transnacionales, nacionales o locales, proyectos gubernamentales o de las propias comunidades. Las miradas de los turistas suponen un juicio con el poder de influir en la opinión de la población local o de las autoridades gubernamentales para valorar una práctica cultural y que se consiga su revitalización. Los turistas por tanto ocupan una posición influyente en la dinámica económica que llega a moldear políticas culturales.
Finalmente, el papel del PCI ha sido determinante en la consolidación de un mapa global de la diversidad cultural, así como en la consolidación de un mercado global de la diversidad cultural. La intensificación de las declaraciones patrimoniales comparte su cronología con el insistente llamado en diversos países del sur global a aumentar la participación de la cultura en la economía nacional. Especialmente desde Centro América y algunos países de Sudamérica, los procesos de salvaguardia dejan ver resultados muy contrastados, que en muchos casos revierten en beneficios para grupos políticos regionales, o para grandes empresas. Además, las declaraciones patrimoniales han acentuado lógicas homogeneizantes como consecuencia de los formatos de inventarios y los listados representativos indispensables para dar ingreso a los productores culturales en el proceso. Han redundado en la fijación, la estandarización y el control de las manifestaciones declaradas como PCI.
En particular se ha producido una turistificación de los países del sur con la expansión de la economía liberal, promovida por los gobiernos, las corporaciones multinacionales del turismo y los organismos financieros. Asimismo, la UNESCO ha promovido el turismo considerando que, con su desarrollo, se fortalecen las economías locales siempre que este sea sustentable y no ponga en riesgo la preservación o salvaguardia del patrimonio. De hecho, las Listas Representativas sirven en muchos casos como escaparates para visibilizar comercialmente espacios culturales y prácticas. El Patrimonio Cultural se ha transformado en producto turístico para satisfacer la alta demanda de viajes de los turistas de países del norte.
A partir de la ampliación del concepto de patrimonio al PCI, se concibe la posibilidad de ampliar los beneficios de los reconocimientos UNESCO a lugares más desfavorecidos, con cierta intención democratizadora. El discurso oficial del turismo ha sostenido durante décadas que los países pobres se ven favorecidos por las derramas económicas de los turistas de los países ricos. Sin embargo, las ganancias raramente son repartidas de manera igualitaria entre los distintos agentes del ámbito turístico. Aunque existen proyectos de turismo local con cierta infraestructura, rural o indígena, no pueden competir con las empresas turísticas. Lo más destacado es el tipo de turismo protagonizado por los grandes tour operadores, agencias de viajes, compañías aéreas, cruceros, o cadenas hoteleras, en su mayoría externos a las colectividades portadoras que venden los distintivos UNESCO como garantía de éxito de la experiencia turística.
Las políticas de turismo y emprendimiento sobre política cultural revelan procesos de imposición de visiones desarrollistas que, a partir de la valoración de la cultura como escenario privilegiado de emprendimiento, definen logros e indicadores en coherencia con directrices macroeconómicas. Por tanto, se detecta el avance de políticas económicas acordes con la adopción del modelo neoliberal en los sectores de la cultura, lo cual ha favorecido la apropiación privada del Patrimonio Cultural y el traslado de las responsabilidades estatales a empresas privadas, agencias de cooperación o incluso a los sujetos o productores culturales denominándolos emprendedores culturales.
Pero la crítica a la turistificación de la cultura no solo consiste en el reparto desigual de ganancias, sino en la expansión del orden turístico a nivel mundial que genera cambios profundos en la visión del mundo y de la tradición, tanto en los propios protagonistas, los pobladores de las comunidades, como en la sociedad general. Además de necesitar estudios sobre el impacto económico del turismo, es necesario analizar los efectos en los aspectos simbólicos y las cosmovisiones. La reflexión y discusión no se limita a la cuestión estética, sino una cuestión de geopolítica estética.
3. CONCLUSIONES
Uno de los impactos más patentes desde la irrupción del nuevo paradigma del PCI es la progresiva homogeneización de los procesos de preservación y de patrimonialización de la cultura. Es decir, la utilización de las mismas formas, métodos y prioridades de indexación y registro de objetos y manifestaciones culturales, materiales e inmateriales, los cuales se seleccionan para formar parte de los listados de reconocimientos, preservación y eventualmente exhibición. Los agentes estatales han traducido localmente políticas e iniciativas nacionales, que a su vez son de carácter global. Es decir, las instituciones estatales replican y aclimatan políticas culturales globales promovidas por la UNESCO, con la apropiación y creación de marcos normativos y en la diseminación de las nociones y discursos promovidos por entidades supranacionales
Diversos acercamientos desde las ciencias sociales han puesto de manifiesto los conflictos y dificultades de los reconocimientos UNESCO. Se ha percibido una visión generalizada de que la obtención de estos reconocimientos, de repercusión mundial, conlleva importantes beneficios a niveles locales. Sin embargo, distintos estudios de caso localizados en geografías diversas han observado indicios sobre el hecho de que tener un reconocimiento de PCI UNESCO y formar parte de las Listas de Patrimonio de la Humanidad no siempre garantiza una adecuada salvaguardia del elemento patrimonial, aunque sea este el objetivo principal expresado en la Convención de 2003 de PCI, ni conlleva consecuencias positivas para todos los sectores sociales, agentes y grupos implicados.
Se requiere un trabajo de evaluación continúa en la gestión en cuanto al significado de la manifestación y al impacto del turismo en contextos urbanos y rurales. A pesar de que los países deben presentar informes periódicos de sus bienes inscritos en las listas UNESCO, estos han sido en su mayoría meros trámites burocráticos que no plasman la situación en la que se encuentra el elemento. Es necesario analizar hasta qué punto se han aplicado medidas de salvaguardia, y en tal caso, qué efectos se han derivado de las mismas.
Por tanto, son necesarios estudios en profundidad dedicados a diagnosticar situaciones conflictivas en contextos plurales para que, a partir de los mismos, puedan
aportarse propuestas de actuación para la gestión pública del PCI, así como para las propias comunidades detentoras de dicho patrimonio. Es necesario invertir en investigación sobre el turismo para un mayor conocimiento de este y posteriores acciones. Es necesario realizar estudios de impacto para conocer las percepciones de los distintos grupos, la efectividad de las medidas, las necesidades y las oportunidades. Es necesario a su vez que estos estudios traten distintos ámbitos: economía y turismo, género, impacto ambiental; pero también social, en los que se observe el rol que los distintos colectivos están desarrollando en los procesos de decisión y las transformaciones en los procesos identitarios. Se ha detectado también la conveniencia de redactar y aplicar buenas prácticas y actividades de difusión, entre otras acciones que estén orientadas a la educación del turista. Los museos y centros de interpretación pueden ser eficaces en este sentido para que la población visitante pueda adquirir códigos de la manifestación y, así, respetarla.
Especialmente en el entorno urbano es necesario trabajar la convivencia implicando a todos los actores y sectores para organizar normas y espacios vinculados a las manifestaciones de PCI. Es fundamental generar planes de ordenación urbana que contemplen además del PCI, los espacios y el patrimonio vinculado a este. Los productores y recreadores de las expresiones deben poder marcar la evolución o transformación de las manifestaciones, así como tomar las decisiones, apoyados y aconsejados por los gestores o técnicos. Para que la participación no quede en un mero simulacro es necesario generar e invertir en los mecanismos que la garanticen. La participación se ha planteado desde los inicios de la nueva categoría de PCI como una necesidad, en el sentido de dar cabida a distintas miradas sobre el patrimonio.
Se requiere la integración de todas las generaciones y sectores ya que está unida al concepto de transmisión. Es necesario trabajar con mayor profundidad en acciones relativas a la educación, que vayan más allá del hecho simbólico de incorporar por currículo la celebración de un día conmemorativo en las escuelas, como forma de protección y transmisión del PCI. Sin embargo, lo que más peso tiene a la hora de la transmisión y preservación de una práctica de PCI es la educación no formal, donde la familia y el vecindario se convierten en pilares fundamentales. Proteger estos entornos es algo especialmente complicado que plantea retos con implicaciones estructurales.
Fiesta de Los Castells (Tarragona).
Fotografía: Celeste Jiménez de Madariaga
Para hablar de impacto es necesario evaluar las repercusiones que la inscripción en la Lista Representativa del PCI haya podido tener en los bienes culturales, su impacto social y económico, y la percepción que tanto del proceso de patrimonialización como de los resultados derivados tienen los agentes implicados, comunidades y protagonistas. Para evaluar las consecuencias hay que realizar un análisis comparativo entre la situación en la que se encontraban antes de la declaración respecto al estado actual.
Lo más destacado acerca del impacto de las actividades de salvaguardia del PCI es la necesidad de estudios sistemáticos, especializados en estudios de caso, sobre los que posteriormente se pueda hacer un análisis comparativo. Apenas existen estudios que analicen el impacto de las actividades de Investigación, difusión, educación formal o informal, o de identificación, como de inventarios y otras catalogaciones Esto es así sobre todo en cuanto a acciones que no necesariamente tienen que estar relacionadas con la comercialización y el turismo, si bien este último
La salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial: conceptos, criterios y metodologías Página 18 | 20
aspecto es ciertamente uno de los más relevantes, ya que protagoniza la principal lógica implícita en la irrupción de la concepción de la cultura como recurso.
Las comunidades, asociaciones locales y étnicas, que la política UNESCO denomina portadoras o detentadoras de las prácticas, sopesan las ventajas de la comercialización como fuentes de ingresos adicionales que, de manera estratégica o inesperada, ha resultado una herramienta para la revitalización cultural. En cualquier caso, las microempresas culturales y las asociaciones locales son menos favorecidas que otros emprendimientos que cuentan con capital cultural, simbólico y económico suficiente para lograr innovar y ubicar productos en nuevos circuitos de producción y consumo cultural.
Examinar los efectos del discurso del patrimonio en sus múltiples definiciones significa también cuestionar la formulación de políticas públicas para favorecer intereses privados. De este efecto, se deriva la necesidad de producir normativas y políticas culturales con el propósito de abrir alternativas más equitativas a la vez que potenciar la capacidad para actuar y negociar estas políticas. Es importante atender a las desvirtuaciones que la compleja problemática articulación entre economía y cultura pueda estar produciendo sobre el espíritu democrático de las definiciones antropológicas de cultura y los objetivos de las políticas de la UNESCO para la creación de una esfera pública global como espacio de negociación de medidas para la protección de la diversidad cultural.
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UNIDAD DIDÁCTICA 13 El impacto en las actividades de salvaguardia en el Patrimonio Cultural Inmaterial
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