Terror

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facundo grehan

TERROR


Terror Rastro de rostros abiertos en la piedra, ¿dónde dejé el libro abierto, mi ganas de escanciar tantos nombres sobre este plato de comida de mundo? Hundir mis poros todos en la sombra muda, lánguida eterna y bajar, bajar desabrojado totalmente por esa rama, esa ramita linda hasta el arroyo brumoso. Permanencia del olvido de los dedos adentro metidos en las canillas últimas de lo desnutrido-pensamiento. ¿Otro descuido de los abalastros deshechos en mi desalma? Y ronqueo las canciones degollaniños mudo, lánguido eterno a punto de arrojarme al fondo de estos atardeceres que volados, perdidos faquean las fauces de mi vitalidad infecta.


A menos que en el empalme guarde los cuerpos carbonizados de las guitarras alejándose o la última mueca de la vieja muerta que se inclina como siguiendo la trayectoria del aire que logra escaparse por la ventana entreabierta a la nada. Pero yo he visto al menor de los hermanos golpear el pecho desnudo de su padre en el quejido, en una percusión cuasi tribal por los días de los días, ay, los perros carroñaban costillares bajo las alas de los ángeles. ¿Y adónde va, adónde va la sangre esparcida en este yermo pisoteado, la electricidad del cerebro que brota de un cráneo abierto?


Tres poemas de viernes a la noche I Ya sé que me tiene aquel árbol en la mira. ¿Por qué te movés, árbol, contra mí, que estoy solo y no tengo a nadie que me cubra? Te movés contra mí, árbol, porque estoy solo y no tengo a nadie que me cubra. II Un viejo se acerca sonriente, va saludarme pero me reconoce: tuerce la boca y se aleja. Nadie quiere hablar con el hijo del suicida. Entra un joven esbelto al tren, me ve, me mira y empieza a temblar. Nadie quiere hablar con el hijo del suicidio. Mis amigos piden una cerveza, me saludan desviando la mirada; se chupan las orejas y se van. Nadie quiere hablar con el suicidio.


Llego a casa, salgó al balcón y beso el cielo, pero no siento nada: nadie quiere hablar con el suicida. III Ahora me decoran de morado la cara y una viejita en una vereda tierna le está cantando a su nieta: “Con el ancla se fue tu papá, oh niña, en el ancla se fue tu papá ¿Dónde estabas tú, oh niña, y dónde estabas tú? En algún mar se ahogó tu papá, oh niña, en algún mar tu papá. ¿Tendrá monedas para el balsero, oh niña, para el balsero? ¿Dónde estabas tú?” Pero su nieta se despista con una mosca, con una mosca más bien pequeña. “¿Estará flotando en la nada tu papá, oh niña, sufriendo por no tener aire en la garganta? Tú sí tienes aire en la garganta, oh niña mía, tú sí que tienes aire.


Y esa nube de allí, ¿sabrá, niña, que tu papá ha muerto, oh niña, que tu papá te ha abandonado?”


Liminar Después la sensación de pisar el risco, al borde de quebrar los vilos y que la inundación, ahí nomás, traiga a los monstruos primigenios del abismo profundo. Después posar en la última roca mordiendo el estrago último frente al océano negro como poseído por los vidrios que dejaron caer tus ojos resolana. Después la paciencia siendo cada vez más dócil a esa mecánica de lo adverso que la arrastra ensanchando el cuero que traen las olas insorteables de la paloma eviscerada. Entonces sí: desembarcan al fin del fondo del gris inmenso las amputaciones, los fósforos contados y el arrullo de mis fémures entrando.


Desmalezando Mundo de mundos, finalmente siento la terrible anemia de la orfandad de los sentidos. Finalmente lo que se desvanecía tiempo atrás, en un silencio brusco perdiéndose en mil borrones de marea, de pronto aparece como un flash, como un espanto adentro mío. Mundo de mundos, ¿habrá alguien prendiéndote las luces en los bordes del camino que te encierra? Suena en mis pies un fragor nebuloso, ¿o es sólo el chasquido de un cadáver? Restalla mi mano sobre este charco oscuro y es apenas un chapoteo de toda la tinta que me trago.


Tormenta rosa Lo salvan pero siempre hay más. Porque siempre se puede criar un monstruo, pero alimentarlo con los propios confines y sacudirse la arena de la cabeza. Después siempre hay más. Porque podés entrar por los túneles del vado y sorber la rabia, pero prenderse después a sus manitas. No es como si tuviéramos la sombra siendo nuestra toda de verdad. No.


Ese elefante devoró a todo mi pelotón El ajuar, el dulce ajuar prendía las llamas de ceniza sin espectáculo: descomposición atómica del frasco donde la mosca se ahogaba en miel. Todo llegando a ser nada. Un casillero plano seguido al pie del tutorial por un trompo calmo y resignado. El ajuar, el dulce ajuar calando el humo por las junturas de un patio al que nunca llegó la luna ni la comba de un soplo del río. Estábamos todos ahí. Las voces se pateaban simplemente como otro día más, pero había una especie de olor... como si viniese de un tiempo paralelo, secante, torcido. Llegando a ser nada físico.


Llama una viga y se escucha ahora el gimoteo de un niĂąo clamĂĄndole a un muerto.


♋ “This thing of darkness I ackownledge mine” Qué pasa con mis pies que a muerte con lo que raspa erosionando lo que brota nadan adentro del gran pez que logra morderse la cola en temerosa profecía: el monstruo siempre vuelve. Peludas mis venas, el inverso de mi piel atardeciendo chapotea encapsulado su metamorfosis. Qué pasa con mi garganta llena de nuevo de agua, de nuevo de vacío de aire de hidrosfera; de nuevo como un signo vencido. De este flash que nos hunde a pura garúa y nos tacha del sol lo que más quema en este estómago gigante es volver(se otro).


Espectro hervor Porque picamos con la misma astilla y nos arrodillamos en la misma piedra, que se alcen los terrones de marea, los horrores sobre mĂ­. Que chimben la noche y mi estulticia a pie y sin mirar, las nubes frutilla a la reina, sin mirar. QuĂŠ hondo nos va a prender, carajo, esta asnada, su sal y su tiniebla.


Puño cerrado ¿Será acaso, me pregunto, la vergüenza bruta de verte tan chato ante tu génesis que se desata y se desata el motor encapuchado de tu temor y acción por el que nos extirpás, bestia a castrar, a la peña de más gracia, bestia a castrar, a la peña de más gracia?


Outro Todo lo que es nuestro, amigos, se va, se va. Y si algo nos queda, amigos, se irรก, se irรก.


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