CENTRO LIBANÉS
La inmigración libanesa en México Emilio Trabulse Kaim
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iversas razones llevan a una persona a abandonar su tierra natal y variados son los retos que enfrenta al llegar a su destino. En el trayecto se plantea innumerables cuestionamientos y sentimientos encontrados: nostalgia, amor por su familia y su patria, tristeza, ilusión, temor, esperanza, pero, sobre todo, posee la ilusión de un cambio positivo en su vida. Esa distancia que hay entre lo que deja atrás y lo que se encuentra al llegar está llena de misterio, porque desconoce lo que tendrá que hacer para salir adelante. No hay certeza sobre el primer inmigrante libanés que llegó a México, sin embargo, la hipótesis más aceptada es que fue Boutros Raffoul, quien llegó en 1878, entrando al país por el Puerto de Veracruz. En 1888 su hermano Philippe llegó a nuestro país y se estableció en Monterrey, lugar en el que abrió una tienda que atendió hasta 1916, año en el que falleció. Sin embargo, los hermanos Raffoul nunca se encontraron. Posteriormente, empezaron a llegar más inmigrantes libaneses, entrando casi todos por el Puerto de Veracruz, aunque otros lo hicieron por Progreso, en Yucatán. Entre ellos venían muchos intelectuales y comerciantes. Con el paso del tiempo, la colonia libanesa fue tomando forma y fuerza gracias al trabajo de los inmigrantes y de sus hijos, quienes se convirtieron en grandes empresarios, artistas, deportistas, así
como importantes intelectuales que, hasta la fecha, han proliferado y elevado la importancia de los inmigrantes. Hoy en día, la colectividad libanesa asciende a más de 600 000 personas. CENTRO LIBANÉS Lo que originó la fundación del Centro Libanés fue la necesidad de contar, para los libaneses de origen, sus hijos y todos los mexicanos, con una casa en la que se pudieran reunir y acercar al arte y la cultura, fortaleciendo su amistad y matizando la dimensión de sus realizaciones. Fueron los hermanos Antonio, Elías y José Fájer quienes dieron el paso definitivo para la realización de este sueño. El predio ideal se encontró al sur de lo que entonces era el Distrito Federal, en la Colonia Florida, abarcando las calles de Hermes, Barranca del Muerto y Minerva. La persona que realizaría tan importante tarea era un arquitecto mexicano de origen libanés, destacado por sus magníficos proyectos y su amor por el País de los Cedros: Antonio Abud Nacif, quien ya era reconocido por bellas construcciones como el Deportivo Nader, la Hacienda de la Purísima —que posteriormente fue la muy importante ganadería de Pastejé— y otras destacadas obras. La apertura fue el 21 de noviembre de 1962. Don Elías Fájer dio las palabras de bienvenida y la inauguración
BOLETÍN DIGITAL DE LA FUNDACIÓN ALFREDO HARP HELÚ OAXACA • NÚMERO 05 • MAYO-JUNIO DE 2021 11