ECOLOGÍA Y MEDIO AMBIENTE
El misterio del árbol que sueña Jaime Gallegos / Félix Piñeiro
Natura naturata, Deus in rebus Giordano Bruno Ustedes me dicen que tengo que perecer, como también los árboles que sembré perecerán, de mi nombre nada quedará, nadie mi fama recordará, pero los bosques que planté son jóvenes y crecerán. Netzahualcóyotl
C
uando era pequeño, después de recoger flores en las inmensas montañas de la Mixteca para llevárselas a mi abuelo al camposanto, le pregunté a mi abuela: “¿A qué venimos?”. “Aquí está tu abuelo, con otras personas que ya murieron”, me respondió. “Ah, ¿y platican?”, “No”, sonrió, “Están muertos”. “¿Qué es la muerte, abuela?”, le dije. “Félix, esos son los misterios de Dios, como la vida”. “¿Y qué es la vida?”, continué. “Es el sueño de los árboles”. Fue la primera vez que escuché la palabra misterio, y para mí lo fue y lo sigue siendo. “Y los árboles sueñan, como nosotros, los humanos, y las flores y la luna también hablan con sus colores y la luz, y platican como el río y la lluvia cuando caen”, prosiguió, y un vientecillo fresco, bajo un cielo encapotado, movió levemente sus canas. Ahí definí qué quería estudiar y en qué quería trabajar cuando creciera: en el misterio de la naturaleza. La palabra misterio, del latín mysterium, proviene del griego mystes, que significa ‘cerrar los ojos y los labios’; a su vez, de este se deriva mystérion, que significa ‘iniciado, iniciático’, del latín inire, que quiere decir ‘entrar o ir hacia dentro’. Así, el misterio es cerrar los ojos y los labios para iniciarse en la “contemplación profunda”, en las densidades del ser, y esto solo se logra en, y por, la naturaleza. Oaxaca, Oaxaca, su nombre es tan musical como las olas de las campanadas de
Santo Domingo de Guzmán; proviene del náhuatl Huaxacac ‘Tierra de guajes’. Leucaena leucocephala, árbol emblemático que le da denominación a esta región, tiene semillas aromáticas, de un sabor muy intenso, dentro de una vaina, y con estas se condimentan muchos guisos de la región; su nombre nos recuerda al otrora imperio mexica que aquí pactó con las culturas ñuu savi y con los zapotecos para dar origen a este sincretismo actual. Así, en estos últimos años, hemos tenido el honor y el privilegio de colaborar con la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, presidida por don Alfredo Harp Helú y su esposa, la doctora María Isabel Grañén Porrúa, en la reforestación de grandes zonas del estado de Oaxaca. Ellos han asumido esta gran responsabilidad de intentar detener y revertir los graves daños del cambio climático y proteger este gran patrimonio natural que poseemos, mediante la reforestación de miles de árboles. Estas acciones rebasan lo estatal, nacional o universal, para volverse una “responsabilidad cósmica”, como dice el filósofo Jostein Gaarder: “Todos los recién nacidos son filósofos, lo que ocurre es que con los años nos acostumbramos al mundo… Lo importante hoy día es la capacidad de la humanidad para preservar la vida y su civilización”. Oaxaca tiene uno de los ecosistemas más ricos, diversos o variados del mundo con
BOLETÍN DIGITAL DE LA FUNDACIÓN ALFREDO HARP HELÚ OAXACA • NÚMERO 05 • MAYO-JUNIO DE 2021 13