MUSEO DE LA FILATELIA DE OAXACA
Las misteriosas cajas de monedas Israel Garfias Bernal
E
s muy frecuente que las personas tengan un bote con monedas antiguas olvidado en un rincón de la casa. De pronto, una tarde, una joven o un adolescente se interesan por ese bote y descubren varias monedas con distintas denominaciones y años de acuñación, algunas con tanta herrumbre y suciedad que es casi imposible apreciarlas. Estas monedas pertenecieron al abuelo o al papá que durante mucho tiempo las juntaron sin ningún orden ni cuidado. Al tomar una moneda antigua y explorarla con detenimiento nos asaltan muchas preguntas: ¿de qué año es?, ¿de qué material está hecha?, ¿cuál fue su valor?, ¿cuánto valdrá actualmente? Es posible apreciar que en una de sus caras se asoma el perfil de un personaje mexicano que parece desafiar al tiempo; vemos un escudo casi ilegible, un águila y tal vez unas guirnaldas… Es inevitable pensar también en la cantidad de personas por la que pasó dicha moneda, qué cosas se compraron con ella y todas las historias que conlleva. La llegada de la colección numismática de don Alfredo Harp Helú al Museo de la Filatelia de Oaxaca, ha traído grandes y gratas sorpresas a todo el equipo: desde abrir las catorce cajas que contienen la colección hasta la revisión de cada una de las piezas, nos ha producido gran asombro e incertidumbre, ya que hemos encontrado
una gran variedad de piezas de distintos materiales, motivos y formas. Por ejemplo, al explorar la caja núm. 9 encontramos una pieza muy particular: en ella se muestra el perfil de un hombre con nariz pronunciada y vestimenta antigua. Al analizar la pieza nos percatamos de que se trata de Carlos III, rey de Nápoles entre 1734 y 1759, y de España de 1759 hasta su muerte, en 1788. A partir del año 1772, apareció en México la moneda de busto, cuyo anverso muestra el retrato del monarca a la usanza del absolutismo europeo. Estas piezas se acuñaron en las distintas cecas (lugar donde se fabrica o emite moneda) de América, en valores nominales de ½, 1, 2, 4 y 8 reales, y siguen la tradición del rey Felipe V quien, desde 1728, ordenó acuñar las monedas de 8 escudos (que más tarde se conocerían como “onzas”) con su efigie plasmada en el anverso. Resulta que Felipe V había adoptado la moda de su natal Francia en la que los Borbones portaban unas grandes y
BOLETÍN DIGITAL DE LA FUNDACIÓN ALFREDO HARP HELÚ OAXACA • NÚMERO 05 • MAYO-JUNIO DE 2021 26