BIBLIOTECA DE INVESTIGACIÓN JUAN DE CÓRDOVA
El Necronomicón: la importancia del libro María Luisa Bocanegra
Sus inmensas bibliotecas conservaban innumerables textos y grabados que resumían toda la historia de la Tierra H.P. Lovecraft
L
as bibliotecas contienen en sus acervos un universo que puede ser secreto, no por el hecho de no ser accesible, sino porque, en algunas ocasiones, no es visible, ya sea por no contar con catálogos o porque las colecciones no están organizadas o inventariadas. En este sentido, las obras del escritor estadounidense Howard Phillips Lovecraft transcurren entre bibliotecas, y son los libros raros –aquellos de los que se conocen pocos ejemplares–, precisamente, los más representados en su narrativa de horror. El autor creó la historia de un libro que será el más citado, por él y otros autores de literatura fantástica, y en torno al cual se fue creando un mito en relación con su existencia verdadera, de modo que motivaría que los libreros se vieran asediados por los pedidos, así como por la búsqueda febril de los anticuarios de esa misteriosa obra nombrada Necronomicón. El libro es mencionado por primera vez en 1922 en el relato “El sabueso”, y sería el mismo autor quien, en 1927, escribiera la historia de este libro, claro, desde la ficción literaria. La historia del Necronomicón encaja en la de los libros prohibidos, censurados y hasta de los que nunca existieron, esto es, textos a los que no tenemos acceso y que hoy forman parte de una incógnita, de un enigma. Según Lovecraft, el título real del Necronomicón es Al Azif, en árabe. Se trata de una obra escrita alrededor del 730 a. C. en Si-
ria por un árabe, Abdul Alhazred. Poco se sabe del autor —según la historia— que en su peregrinar encontró la locura y la muerte en Damasco, donde escribió el Necronomicón, tras descubrir fabulosas ciudades y haber encontrado los secretos de una raza más antigua que la humanidad, base de la mitología de Cthulhu. Si la imaginación de Lovecraft no abundó en los procesos de organización de las colecciones, en algunas ocasiones sí proporcionó ciertos puntos de acceso, lo que permitió, por ejemplo, que en Argentina se produjera la broma de catalogar el célebre libro, hecho que narra Sebastián Gatti: “Una vez me contaron que Jorge Luis Borges, concibió hace muchos años la travesura o el homenaje de incorporar al fichero de la biblioteca de la Universidad de Buenos Aires la tarjeta correspondiente al Necronomicón”. Otro caso es el de Rafael Llopis, quien cita un artículo de August Derleth, “The Making of a Hoax”, en el cual advierte sobre las diversas descripciones del Necronomicón y sobre el cual muchos lectores empezaron a insertar anuncios en diversas secciones y catálogos de librerías especializadas. Como ejemplo este anuncio, aparecido en el año 1962: Alhazred, Abdul. Necronomicón. España, 1647. Encuadernado en piel algo arañada, descolorida, por lo demás buen estado. Numerosos grabados madera símbolos y signos místicos.
BOLETÍN DIGITAL DE LA FUNDACIÓN ALFREDO HARP HELÚ OAXACA • NÚMERO 05 • MAYO-JUNIO DE 2021 36