BIBLIOTECA HENESTROSA
Animales que atraviesan la literatura Freddy Aguilar Reyes
El silencio animal puede actuar como una barrera y la mirada del animal recordarnos que somos los únicos que hablamos. Oradores mudos podrían hacer un poema del universo antes de volverse carne. En su misterioso silencio escribimos sobre ellos. Daniel Scarfo
E
n el principio de los tiempos está el animal. Cuando el ser humano aparece sobre la faz de la Tierra se adueña de todo lo que vive y habita en ella. A los animales los incorpora a su dieta, a su vida y a su imaginario: los caza o pesca para alimentarse o por diversión, y cubre con sus pieles sus estancias o las adorna con sus cabezas y cornamentas; los encierra en zoológicos; se fabrica abrigos y carteras con sus pieles; los utiliza de compañía o de mascota; sin tomarles parecer, los entrena para dar espectáculos en los circos, en los acuarios, en plazas de toros, en palenques, en hipódromos y galgódromos; les otorga una lengua, un carácter y un pensamiento, les asigna un rol. “De un lado, los humanos integran a los animales en sus sistemas de representaciones. Pero, por otro lado, los animales tienen su propia historia” (Daniel Scarfo). El primer animal en hablar fue la serpiente: “…cuando ustedes coman de ese árbol, comprenderán todo mejor; serán como dioses porque podrán diferenciar entre el bien y el mal”. Conocemos el desenlace de esta historia: cuando Dios reparte correc-
tivos, a la serpiente —por hablar— le corresponde: “Por haber hecho esto, entre todos los animales, sólo tú serás castigada. Tendrás que arrastrarte sobre tu vientre y comerás polvo todos los días de tu vida”. Así, deviene en representación del mal en la tradición judeocristiana. En el siglo IX a.C., el médico griego Esculapio se encuentra en casa de Glauco, enfermo de gravedad, en ese momento aparece una serpiente y Esculapio la mata con su bastón. Otra serpiente aparece inmediatamente en la habitación llevando unas hierbas que coloca en la boca de la serpiente muerta, que revive con estas. El médico administra al enfermo, entonces, esas mismas hierbas, y sana milagrosamente. Así, esta Zamenis longissimus, cuya cabeza mira hacia la izquierda, enroscada en una vara fina; una rama de laurel y otra de roble, se convierte en el emblema de la Medicina. En las antiguas civilizaciones de México, la serpiente está presente en sus relatos fundacionales. Quetzalcóatl: héroe fundador y civilizador, dios, príncipe, artista y artesano, Lucero de la Mañana. Es una de las figuras —o complejo simbólico— más fascinantes del México antiguo. Muchos autores de gran renombre han escrito acerca de él; su ubicuidad y su misterio permanecen y constituyen uno de los meollos para comprender nuestra historia antigua. (Elisa Ramírez)
BOLETÍN DIGITAL DE LA FUNDACIÓN ALFREDO HARP HELÚ OAXACA • NÚMERO 02 • NOVIEMBRE DE 2020 17