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CASA DE LA CIUDAD
CASA DE LA CIUDAD Los animales en el arte urbano
Sandra Fernández
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La pintura rupestre más antigua, conocida hasta el momento, tiene más de 44 000 años y está ubicada en Indonesia. Esta pintura, descubierta en 2017 por arqueólogos de la Universidad de Griffith, retrata a un grupo de figuras con cuerpo humano y cabezas de animales cazando enormes mamíferos con lanzas y cuerdas. Esta escena, entre sus múltiples interpretaciones, que van desde lo religioso hasta lo práctico, retrata un acto concreto: la cacería. Deja constancia de la importancia del vínculo entre los animales y el ser humano, con todas sus implicaciones, además de la omnipresencia de la fauna en todos los contextos de la existencia humana.
Al paso del tiempo, diversos artistas, Jacques-Louis David entre otros, encontraron inspiración en la figura animal para desarrollar su obra. Como ejemplo está la famosa pintura Napoleón cruzando los Alpes (1801), en donde el artista francés plasmó una imagen idealizada de Napoleón Bonaparte, montado sobre un caballo blanco en aparente estado eufórico. Lo que sabemos de esta pieza es que, además de servir para alimentar la leyenda sobre el militar francés, tenía la intención de mostrarlo como un hombre de carácter fuerte y un líder nato. El caballo es representando casi como una extensión de Napoleón, reforzando la idea de fortaleza y dominio.
En el arte, las representaciones animales sirven no solo para significar el carácter de una persona o para hablar de emociones específicas. Estas también han tenido un carácter religioso, mítico y poético, o simplemente han permitido al artista hablar de su contexto —como en la pintura rupestre—. Figuras de aves, felinos, caballos, perros o peces se han replicado en muchas ocasiones, y su significación está sujeta, siempre, al contexto personal, histórico y social del lugar en que habita el artista.
El arte urbano no ha sido la excepción en cuanto al uso de la figura animal para establecer un diálogo con la comunidad en
donde se plasma. En Europa, uno de los ejemplos más conocidos es Banksy, artista urbano de origen británico, cuya obra ha impactado con fuerza en el arte urbano occidental, y quien realiza con frecuencia representaciones gráficas de roedores para hacer, desde una crítica a los especuladores de mercados mediante ratas ataviadas con trajes típicamente británicos, hasta un llamado al uso de cubrebocas mediante la inserción de ratas estornudando en las ventanillas del metro de Londres.
En México, un ejemplo es el artista urbano Sego y Ovbal, nacido en la Ciudad de México. Él pasó su infancia en Oaxaca, de donde obtuvo muchos referentes para su obra, por lo que es común observar en sus murales un gran número de animales con toques fantásticos: chapulines, escarabajos, abejas, conejos, peces, murciélagos, águilas, etc. Este artista usa la abstracción para crear animales quiméricos, llenos de color y detallados quirúrgicamente, a través del achurado. Sego vivió en el Istmo de Tehuantepec, en donde estuvo en contacto directo con la flora y fauna de la zona, y eso lo ha trasladado a su obra. Hablamos, entonces, de la representación de un contexto específico a través del arte urbano y la resignificación de sus formas: la migración, la añoranza, la libertad, el cambio, el amor a la naturaleza, etcétera.
En 2019, Casa de la Ciudad realizó la exposición Latidos Urbanos, una muestra colectiva con artistas urbanos oaxaqueños que plasmaron, en seis intervenciones, lo que significa la identidad comunitaria a través de la gráfica. Una de esas intervenciones, de la autoría del colectivo Lapiztola, ilustró un juego de imágenes que hablaban de cómo las personas se mimetizan o se adaptan a su contexto y, para ello, la intervención incluyó aves: un símbolo asociado a la migración, la libertad y el trabajo en equipo, además de incluir la figura del nido como una raíz que habla del origen y la importancia de este para el florecimiento personal.
El arte urbano es un acto público de creación artística que busca visibilizar la realidad inmediata de un contexto urbano específico, ya sea como una crítica, expresión estética, reclamo social o expresión cultural. Establece diálogos con los habitantes de la ciudad por medio de un lenguaje común sobre la percepción de su entorno, y la iconografía animal ha sido una suerte de código compartido entre las personas, al ser la fauna una parte sustancial de nuestro ambiente, nuestra cultura y nuestra realidad primigenia.